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Massimo Borghesi - El Papa No Es Comunista - Es Cristiano
Massimo Borghesi - El Papa No Es Comunista - Es Cristiano
22 de julio de 2022
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Uno de los académicos más prominentes de Italia desgrana el papel de Francisco en la Iglesia - Paula Argüelles
T
ienen los intelectuales una forma de aderezarse que no pasa desapercibida para nadie. Si Jordan B. Peterson
suele ir peripuesto para trasladar con su corte a lo Príncipe de Gales ideas que se quedan al margen del son
zambombero de la guerra cultural, Massimo Borghesi lleva sus ideas como un vendedor de enciclopedias en
horas bajas sabiendo que lo valioso no está en el combo camisa de rayas y corbata atravesada junto a zapatillas
de trotador sino en lo que destilan las páginas, sus páginas, que son punto de referencia para entender quién es
Francisco en la Iglesia y en el mundo entero.
Aprovechando su visita a Madrid para la presentación de su última obra publicada con Ediciones Encuentro, El
desafío Francisco: Del neoconservadurismo al «hospital de campaña», le preguntamos por lo que todos los neocon y
teopopulistas se preguntan y quieren responder: ¿Es comunista Francisco? ¿Qué hay detrás de sus gestos? ¿Podrá
enderezar el rumbo de una Iglesia descolocada ante los avatares de la modernidad que trincheristas y nostálgicos
cristeros, amantes del trabuco y el rosario entremezclado entre cartuchos, quieren hacer reaccionar?
Lo mejor, como siempre, no es dilucidarlo sino preguntarle directamente a la fuente que viene de visita a Magallanes,
3.
–Habla de la originalidad de pensamiento. ¿Cree que el Papa Francisco lo está siendo en su propuesta de
visibilizar la obra caritativa, asistencial y misionera de la Iglesia?
–Lo creo de verdad. Durante el pontificado de Francisco estamos viendo una afirmación continuada y sostenida en el
tiempo: la misericordia. La misericordia como categoría central del posicionamiento cristiano hoy. Está en
Fratelli tutti, que no es un documento optimista precisamente, pero que invita al equilibrio, a conservar la paz, a
enfrentar la corrupción. Pero esto no es algo exclusivo de su pontificado. Es una conclusión del recorrido realizado
previamente por Juan Pablo II y Benedicto XVI. Son los tres, de forma conjunta, los que han asentado el primado de la
misericordia, los que han levantado ese hospital de campaña que es la Iglesia; un lugar de paz en un mundo
dividido. Tiene que hacer ese contraste con el mundo, ser lugar para la unidad, para la comunión. Esta es la función
profética. Esta es la definición de la Iglesia como lugar de misericordia y perdón.
–¿Por qué la Iglesia es incapaz de llevar al terreno de la cultura toda su potencialidad?
–Porque la cultura, la genialidad, nace de una experiencia de vida original y nueva. Ahora bien, una vida cristiana
nueva no es cultura. La cultura es una consecuencia, una implicación, de una experiencia original. Y si algo nos falta
hoy precisamente es esa experiencia original de la vida cristiana entre los jóvenes. Faltan testigos, maestros y
testimonios.
–En su último libro nos habla de los neoconservadores y los teopopulistas y de los errores en los que
estos incurren. ¿Estamos en un momento de simplificación de las grandes ideas y de los sistemas que las
hacen posibles?
–Ciertamente. Los neoconservadores americanos, cuya influencia es palpable en España, se oponen por sistema al
Papa Francisco, incurriendo en un dualismo extremo. Por un lado, conservadores en lo económico, asentando la
burguesía, apoyándose y sosteniendo el capitalismo imperante. Por otro lado, son maniqueos porque ven al
mundo entero como un adversario, como el enemigo, como si la sociedad secularizada fuera mala en toda su
extensión. Esto es una dicotomía increíble, propia de un liberal católico conservador que es incompatible, desde todo
punto de vista, con la posición real de la Iglesia, que es solamente una.
- Respecto a los teopopulistas...
El teopopulismo como el teoconservadorismo o el teocapitalismo es incapaz de hacer una distinción entre la gracia y
la naturaleza. Confunde los acentos cuando esto es un punto teológico fundamental. El teopopulismo, por ejemplo,
cree en el poder del poder como fin en sí mismo. Cree que el mundo se transforma, muta, no por obra de la gracia, sino
como consecuencia del ejercicio del poder. Esta es la gran confusión: la ilusión de esta perspectiva es creer que
la recristianización del mundo llegará a través del poder. Es como si quisieran volver a resucitar a Constantino.
¡Pero Constantino no es Cristo! ¡No es el emperador el que redime el mundo! Cristo se hace presente a través de la
gracia, del testimonio, de la misericordia en el mundo contemporáneo.
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