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UNIDAD 3

SVAMPA

CAMBIO DE EPOCA AL FIN DEL CICLO


 Año 2000, América Latina experimentó un cambio de época caracterizado por un nuevo
ciclo político y económico, caracterizado por el protagonismo creciente de los
movimientos sociales, la crisis de los partidos políticos tradicionales y de sus formas de
representación, en fin, por el cuestionamiento al neoliberalismo y la relegitimación de
discursos políticamente radicales.
 Surgieron gobiernos que se autodenominaron como "progresistas", buscando articular
demandas populares.
 En Bolivia y Ecuador se promovió una participación popular en la redacción de nuevas
constituciones, ampliando derechos.
 Desde el inicio, coexistían matrices políticas y narrativas descolonizadoras diferentes:
por un lado, la populista y desarrollista, marcada por una dimensión reguladora y
centralista, que apostaba al retorno y/o recreación de un Estado nacional; por otro lado,
la indianista e incipientemente ecologista, que apostaba a la creación de un Estado
Plurinacional y al reconocimiento de las autonomías indígenas, así como al respeto y
cuidado del Ambiente.
 Progresismos irían consolidándose, de la mano de una narrativa populista-desarrollista
y de la personalización del poder, desplazando otras narrativas de corte descolonizador.
 El boom de los commodities impulsó el crecimiento económico, la reducción de la
pobreza y el aumento del gasto social. Sin embargo, también provocó conflictos socio-
ambientales y violaciones de derechos humanos.
 La política extractiva generó divisiones dentro del campo progresista, especialmente en
movimientos sociales e intelectuales de izquierda, generando la primera línea de
división interna e instaló dilemas y fracturas dentro del campo del progresismo, que
será también cuestionado por las corrientes indianistas y ecologistas de izquierda
generando un conflicto cada vez más profundo en el pensamiento crítico
latinoamericano.
 A pesar de las críticas al modelo extractivo-exportador, los gobiernos progresistas
mantuvieron su popularidad gracias al boom de los commodities, el crecimiento
económico y políticas de inclusión. En este contexto, consolidaron esquemas que
subordinaron a los movimientos sociales, utilizando estrategias como la estatalización.
 Con el tiempo, se evidenció una separación entre la narrativa de izquierda y las políticas
públicas de los gobiernos progresistas.
 Hacia la segunda década del siglo XXI, se observó un cambio político hacia gobiernos
conservadores.
 Los progresismos experimentaron problemas como la rotación de liderazgos, el abuso
del poder y la corrupción.
 Actualmente, los progresismos enfrentan una fase de crisis debido a factores externos
(el fin del superciclo de los commodities y el deterioro de los índices económicos) e
internos (el aumento de la polarización ideológica, la concentración de poder político,
el incremento de la corrupción), como el deterioro económico y el avance de las
derechas xenofóbicas.
 La crisis de los progresismos impactó en el conjunto de las izquierdas, monopolizando
el espacio de la centroizquierda/izquierda.
 Aunque la nueva derecha emergente es aún débil, se vislumbra un escenario regional
más incierto y menos plural, con un aumento de la desigualdad en un contexto global
de cambios geopolíticos.

MOVIMIENTOS SOCIALES, TRADICIONES POLÍTICAS Y DIMENSIONES DE LA ACCIÓN EN


AMÉRICA LATINA

Años 90, CRISIS DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA, provocó un aumento de los movimientos


sociales y su presencia en el espacio público mediante la acción directa. Esto llevó a diversas
interacciones entre el Estado y los movimientos sociales, que incluyeron desde el conflicto y la
negociación hasta la cooptación, la criminalización y la represión de sus acciones.

 DE LA PROTESTA A LOS MOVIMIENTOS SOCIALES


Entre los años 60 y 80, el movimiento obrero fue el enfoque principal como representación del
movimiento social de las clases populares.
El término "LO POPULAR" ha abarcado una amplia gama de grupos heterogéneos, como
indígenas, campesinos, trabajadores informales y marginales. La sociología latinoamericana ha
enfrentado dificultades para conceptualizar esta diversidad social, considerando a algunos
actores como incompletos o "solo a medias".

Populismo debería dar expresión política a esta realidad popular, a través de la noción
unificadora de PUEBLO: concepto que designaba tanto a un sujeto colectivo imaginario
homogéneo como a un sector social real heterogéneo, que apuntaba a absorber otras categorías
sociales, entre ellas incorporando al indígena como “campesino”.

AÑOS 80 AMERICA LATINA: pasa de la movilización del pueblo a los nuevos


MOVIMIENTOS SOCIALES
Se observa un aumento de acciones colectivas locales y puntuales, reflejando nuevas luchas por
condiciones de vida, tierra, vivienda y servicios públicos. Estos movimientos resaltan los límites
del proyecto de modernización populista y muestran una nueva forma de acción territorial con
demandas pragmáticas dirigidas al Estado. Se nota una separación creciente entre lo social y lo
político. La categoría de "nuevos movimientos sociales" puede ser engañosa, ya que muchos de
los actores involucrados no son realmente nuevos.
AÑOS 90 Surgimiento de una nueva sociedad influenciada por la globalización y el
neoliberalismo
La misma impactó en la acción colectiva, llevando a una escasa eficacia de los repertorios
tradicionales y al surgimiento generalizado de nuevas formas de acción, especialmente la acción
directa. Se observó una proliferación de repertorios ligados a esta modalidad. Los sistemas de
acción colectiva atravesaron una etapa de fragmentación, centrada en demandas puntuales,
presión local y acciones semiorganizadas, lo que generó una falta de fundamentación teórica.
Se cuestionaron los enfoques analíticos basados en el paradigma de la identidad, surgiendo
nuevas perspectivas vinculadas al modelo político y la teoría de la interacción estratégica. La
categoría de protesta social se popularizó y se comenzó a utilizar la teoría de la interacción
estratégica.

SURGE EL CONCEPTO DE PROTESTA


Investigaciones en la región priorizaron el concepto de protesta sobre el de movimientos
sociales para resaltar la proliferación de repertorios de acción no convencionales con un fuerte
impacto disruptivo. Estos enfoques se alejaron de las perspectivas estructuralistas y
cuestionaron la idea de que existieran actores inherentemente orientados hacia el conflicto o la
protesta. En su lugar, utilizaron conceptos intermedios como repertorios de acción colectiva y
estructuras de oportunidades políticas y marcos de acción.

SIGLO XXI NUEVO CICLO DE ACCION COLECTIVA (“cambio de época”)


Este cambio revitalizó el concepto de "MOVIMIENTO SOCIAL" en un sentido fuerte. Las formas
de participación popular se dirigieron hacia la democracia deliberativa y directa, junto con una
perspectiva territorial, plebeya y antielitista. Se destacó el retorno de la política a las calles, con
un énfasis en la apropiación del espacio público como sitio principal del conflicto político y la
demanda de derechos, y surgió un nuevo ethos militante que abarca diversas orientaciones
políticas e ideológicas.
Los movimientos sociales enfrentan dificultades para pasar de una acción defensiva a una más
institucional y de disputa de poder dentro del Estado. Aunque existe la tendencia a la
subordinación al Estado, es importante reconocer que los movimientos combinan dimensiones
destituyentes e instituyentes. Los estudios sobre acción colectiva y movimientos sociales están
muy desarrollados en la región, con una perspectiva latinoamericana que destaca la categoría
de movimientos sociales. Se hace una distinción entre MOVIMIENTOS SOCIALES EN SENTIDO
FUERTE, que desafían la lógica de dominación y evitan la institucionalización, y en
MOVIMIENTOS SOCIALES EN SENTIDO DÉBIL, que buscan modificar el sistema establecido a
través de acciones contenciosas y organización continua.
Melucci que designa como movimiento social aquella acción colectiva que rompe con los límites
de compatibilidad del sistema y obliga a una reorganización del poder, en la medida que subraya
el carácter disruptivo e interpelante de los movimientos sociales e instala como fundamental la
relación de asimetría.
En AL la apertura del ciclo de luchas contra la globalización neoliberal fue liderada por
organizaciones y movimientos sociales, que lograron instalar el cambio de época, abrir la agenda
pública y plantear nuevos problemas. Se distingue entre movimientos sociales en sentido fuerte
y débil, lo que refleja su inserción en un espacio político y social variable y su carácter interactivo
y recursivo en la acción colectiva. Los movimientos sociales se entienden como actores plurales,
dinámicos y abiertos, inscritos en diferentes niveles y caracterizados por articulaciones
complejas, representando potencialmente una nueva gramática política emancipatoria.

Una de l as problemáticas centrales de los movimientos sociales se vincula con la posibilidad


de articulación de las luchas, lo cual no depende solo de la potencialidad unificadora de
ciertos temas y marcos comunes de acción, sino también de los vínculos entre las diversas
tradiciones político-ideológicas.

MATRICES POLÍTICO-IDEOLÓGICAS
Aquellas líneas directrices que organizan el modelo de pensar la política y el poder, así como
la concepción acerca del cambio social. Cada matriz posee una configuración determinada, los
diferentes contextos nacionales así como las tensiones internas las van dotando de un
dinamismo y una historicidad particulares.
 MATRIZ INDÍGENA-CAMPESINA COMUNITARIA: se inserta en el marco de la memoria
larga de los pueblos indígenas, coloca en el centro las ideas de resistencia, derechos
colectivos y poder comunal. En las últimas décadas, ha habido un aumento del
protagonismo de los pueblos indígenas, con oportunidades políticas que incluyen la
declaración universal de sus derechos. Sin embargo, este proceso se desarrolla en un
contexto de tensiones entre el multiculturalismo y la autonomía, consolidando una
ciudadanía étnica que reclama reconocimiento cultural y autodeterminación territorial.
La expansión de los derechos indígenas ha coincidido con la expansión del capital hacia
sus territorios, generando conflictos centrados en la defensa de la autonomía y el
derecho a la consulta previa. En esta narrativa, se destacan conceptos como Derechos
de la Naturaleza, Bienes Comunes y Buen Vivir.
 MATRIZ POPULISTA-MOVIMIENTISTA: se arraiga en la memoria histórica asociada a los
movimientos populistas de las décadas de 1930 a 1950 y se basa en la afirmación de la
nación, un Estado redistributivo y conciliador, el liderazgo carismático y las masas
organizadas. Esta tendencia ha llevado a una institucionalización bajo nuevos esquemas,
con un énfasis en el acceso al aparato estatal (estatalización de los movimientos
sociales). El populismo se caracteriza tanto por su movimiento hacia la nacionalización
y ciudadanización de las masas como por su compromiso estatal, adoptando un discurso
industrialista y destacando la importancia de un "proyecto nacional". En su proceso de
estatalización, el populismo genera tensiones con otras corrientes político-ideológicas y
puede absorber o rechazar elementos de estas matrices alternativas.
 MATRIZ DE LA IZQUIERDA CLÁSICA TRADICIONAL: se basa en la memoria histórica y está
vinculada a la idea de antagonismo de clases y la construcción del socialismo. Se nutre
del marxismo y se caracteriza por la tensión entre la vía revolucionaria y la vía reformista
institucional. Esta matriz tiende a enfocarse en una construcción obrerista de la
sociedad, lo que limita su comprensión de la diversidad social en las sociedades
periféricas. A lo largo del siglo XX, ha sido cuestionada, especialmente por su conflicto
con otras corrientes como el indianismo. A diferencia de la matriz populista, que se
centra en la forma del Estado, la matriz de la izquierda tradicional destaca la importancia
del partido político, la clase obrera como sujeto de cambio y el socialismo estatal como
objetivo de transformación.
 NARRATIVA AUTONOMISTA: arraigada en la memoria corta y con influencias
anarquistas, se centra en la autonomía, la horizontalidad y la democracia por consenso.
Destaca la construcción identitaria basada en experienci as personales en lugar de
pertenencia a una comunidad o clase social, y surge en contraposición a las tradiciones
de izquierda. Ha ido configurando un ethos común que afirma como imperativo la
desburocratización y democratización de las organizaciones y se alimenta de una gran
desconfianza respecto de las estructuras partidarias y sindicales, asi como de toda
instancia articuladora superior. La autonomía aparece no solo como un eje organizativo
sino también como un planteo estratégico, que remite a la autodeterminación.
Este ethos común ha dado lugar al MILITANTE O ACTIVISTA CULTURAL:
Se organiza en grupos de afinidad a través de colectivos que combinan dimensiones
políticas y culturales. Aunque su acción se centra en la experiencia y la acción directa en
lo público, su militancia no siempre alcanza una dimensión política clara. Este tipo de
militancia refleja una inclinación hacia la movilidad social y la pertenencia a múltiples
grupos, desarrollando relaciones de afinidad y solidaridad con otras organizaciones. Se
encuentra presente en movimientos como los feminismos populares, la educación
popular, la intervención artística, entre otros, y representa un elemento novedoso en
las luchas anti-neoliberales contemporáneas.
Las matrices político-ideológicas no se encuentran en estado puro, se dan con diversos
entrecruzamientos y conjunciones, como también procesos de conflicto y colisión.
TRES DIMENSIONES DE LA ACCIÓN COLECTIVA

 LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y LA DIMENSIÓN TERRITORIAL


La concepción de la territorialidad abarca tanto la resistencia como la resignificación de espacios,
siendo también simbólica. Surgida de la desarticulación entre empleo y urbanización en las
décadas de los 60 y 70, dio origen a movimientos sociales urbanos orientados hacia el Estado.
Desde los años 80, el territorio se convirtió en un lugar de disputa, primero con políticas
focalizadas para controlar la pobreza y luego con la intensificación del modelo extractivo-
exportador. Esta situación genera “tensión de territorialidades” ya que hay grandes extensiones
de territorios “improductivos” y/o vacíos, lo que facilita la instalación de un discurso
productivista y excluyente. La definición del territorio se vuelve crucial, con discursos binarios
que dividen entre territorios eficientes y "vaciables". Los movimientos socio-ambientales
defienden una "comunidad de vida" contra el desarrollo extractivista, encontrando afinidad con
los movimientos campesinos e indígenas. La territorialidad atraviesa diversos movimientos
sociales, trascendiendo fronteras nacionales y sectoriales.
 LA DIMENSIÓN PLEBEYA Y LAS FORMAS DE PARTICIPACIÓN DE LO POPULAR
En América Latina, el carácter plebeyo se relaciona con la irrupción de las clases populares en el
espacio público y sus formas de participación. Implica la reivindicación de lo popular como
negado y excluido, así como una impugnación antielitista de la cultura dominante. Esta
dimensión tiene raíces históricas en las luchas pos independentistas y resurge en el siglo XX con
los movimientos populistas, caracterizados por la irrupción popular en la política y la tentación
del líder único bajo la figura del "pueblo-uno".
La acción plebeya se manifiesta en la acción directa no convencional y disruptiva, que refleja la
exclusión y la asimetría de poder. Esta forma de lucha revela el agotamiento de las mediaciones
institucionales y se convierte en la herramienta principal de los excluidos para enfrentar a los
poderosos.
El carácter plebeyo trasciende los movimientos sociales y se refleja en los gobiernos progresistas,
donde la política de la calle sigue siendo una modalidad recurrente para expresar demandas.
Además, proporciona información sobre la transformación de las clases populares y la
coexistencia de diferentes modelos de democracia durante el ciclo progresista en América Latina.
 LA FORMA DE ASAMBLEA Y SUS MODALIDADES
La acción directa, predominante en contextos de desigualdad de poder, revela la crisis de las
mediaciones institucionales y promueve el desarrollo de formas de de mocracia directa y
deliberativa, especialmente la democracia asamblearia. Esta forma de organización combina
democracia directa, acción directa y desobediencia civil, desafiando el orden establecido y
buscando autonomía y recursividad.
Las asambleas son complejas, descentralizadas y plurales, recreando formas de resistencia y
sociabilidad. Incorporan elementos de democracia por consenso, tradiciones sindicales y nuevas
formas organizativas no jerárquicas. Sin embargo, su expresión no es unívoca y puede
desvincularse de un proyecto emancipatorio, convirtiéndose en una institución autónoma que
niega su base política e ideológica.
Un ejemplo es la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú, que logró visibilidad y movilización pero
se vio limitada por su enfoque nacionalista, dificultando otras formas de acción colectiva y
llevándola a la rutina. Las asambleas desafían el pensamiento político al representar la política
desde abajo, pero su autonomía dificulta la articulación con otras organizaciones y movimientos.
GARCIA DELGADO

El Estado social fomento la movilización de la clase trabajadora y desplazo a las elites oligárquicas
del viejo orden.

ESTADO SOCIAL Y MOVILIZACIÓN DE MASAS


 La movilización vinculada al Estado social surge con la industrialización y las migraciones
internas, integrando a la clase trabajadora al sistema político.
 El desarrollo económico genera movilidad social hacia las urbes, rompiendo antiguas
lealtades y organizando nuevas masas.
 El Estado centraliza la acción colectiva para resolver la contradicción capital-trabajo.
 El movimiento obrero hegemoniza la relación Estado-sociedad, luchando por inclusión y
autonomía nacional.
 La dictadura militar cambia esta dinámica, debilitando el poder de los sectores populares
para reestructurar el capitalismo.
 Etapas de cambio en el modelo de acción colectiva:
1. Terrorismo de Estado y privatización: represión, desmantelamiento de
estructuras gremiales y disciplinamiento.
2. Partidización y desencanto: restauración democrática, énfasis en participación y
derechos humanos.
3. Consolidación y delegación: llegada del peronismo, concentración de poder
presidencial y debilitamiento del sindicalismo.
 El peronismo bajo Menem promueve la confiabilidad del establishment y debilita los
vínculos con el sindicalismo, rompiendo con la clase obrera.

CAMBIOS EN LAS LÓGICAS DE ACCIÓN COLECTIVA


 El cambio crucial es que la movilización que antes respaldaba al Estado Nacional - popular
ya no garantiza la detención de políticas económicas desfavorables.
 Privatizaciones y nueva regulación generan una diferenciación de intereses y una
dualidad entre sectores organizados y no organizados.
 La contradicción ya no es entre sociedad tradicional y moderna, sino entre incluidos y
excluidos.
 La modernización excluye a los ya integrados, pasando de obreros sindicalizados a
vendedores ambulantes y empleados administrativos a cuentapropistas.
 La desocupación masiva fortalece los nexos internos de los grupos primarios y aumenta
la segmentación social.
 Los excluidos tienen escasa vinculación con las movilizaciones contra el ajuste,
careciendo de medios para participar políticamente.
 La nueva modernización debilita los lazos entre sociedad civil y Estado, fomentando una
cultura más pragmática e individualista.
 Predominan en la sociedad civil tendencias hacia la resolución individual de conflictos,
disminuyendo la participación en organizaciones políticas y gremiales.
 Surge un modelo de movilización política más fragmentado, donde nuevas formas de
protesta canalizan expectativas concretas, sin aspiraciones de tomar el poder, y
muestran bajo desarrollo institucional.
LA REFORMA DEL ESTADO Y LOS NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES
 La movilización de masas entra en contradicción con la expansión del mercado y del
individuo, siendo el capitalismo desorganizado más interesado en asegurar la estabilidad
que en comprometer al proletariado con la democracia.
 La deconstrucción del Estado social y los procesos de ajuste no requieren una
movilización liberal-conservadora, sino medidas económicas que desarticulen áreas de
solidaridad anteriores y fomenten la delegación.
 La conflictividad del posindustrialismo es más compleja y múltiple, con nuevos conflictos
limitados a objetivos inmediatos y generados de manera adaptada.
 Surge una nueva forma de acción colectiva fragmentada, donde los partidos políticos son
percibidos como manipuladores de las reivindicaciones.
 La multiplicidad de movimientos se basa en solidaridades constituidas y sectores sociales
involucrados:
1. Movimientos de supervivencia: relacionados con necesidades básicas
insatisfechas, como vivienda, trabajo, salud, educación, con principios de
autoorganización y autonomía.
2. Movimientos de protesta contra el ajuste: con amplio apoyo solidario,
provenientes de grupos medios en declinación y capaces de inscribir sus
reclamos en los medios de comunicación.
3. Movimientos de calidad de vida: surgidos de un cambio de valores en la cultura
cívica, cuestionando aspectos no materiales como derechos humanos, ecología,
seguridad, feminismo, etc.
4. Nuevos movimientos religiosos: influidos por el auge de las sectas, operando
sobre una religiosidad más individual y expresiva.

ESTADO, SOCIEDAD CIVIL Y NUEVA TRAMA ASOCIATIVA


 Las ONGs, junto a partidos, sindicatos y movimientos políticos, son mediadoras entre el
individuo y el Estado, promoviendo la autoayuda y la movilización de sectores populares.
 Proporcionan apoyo desde una perspectiva no asistencial, activando la movilización en
sectores seculares y religiosos, y promoviendo estilos de desarrollo basados en la
autonomía y la cooperación.
 Son constructoras de una matriz de interacción diferente a la de partidos y sindicatos,
fomentando la coordinación horizontal y la integración basada en valores solidarios.
 Transfieren capacidad de gestión y contribuyen a un nuevo sentido común, pero los
fracasos en proyectos pueden deberse a deficiencias en la gestión y una dinámica basada
solo en la presión sobre el Estado.
 Frente a un mundo fragmentado, la articulación se convierte en una necesidad para
lograr una acción colectiva coordinada, aunque a veces los movimientos tienen
dificultades para trascender el ámbito barrial.
 Los movimientos sociales comienzan a llenar el vacío dejado por el Estado en políticas
sociales, realizando acciones que antes se esperaban del gobierno, mientras que el
Estado se desvincula de movimientos populares.
 El neoliberalismo y el alternativismo plantean la autonomía de la sociedad civil, pero la
dificultad radica en la articulación efectiva entre Estado y sociedad civil, ya que los
movimientos solos no consiguen mucho y el Estado no puede actuar con la misma fuerza
integradora anterior.
 Las organizaciones populares se municipalizan y se vinculan con lo transnacional,
enfrentando la descentralización de políticas sociales y la transferencia de recursos a
ONGs e instituciones de la Iglesia, diseñadas o financiadas por organismos
internacionales.
 Transición de políticas universales del Estado de Bienestar a políticas focalizadas y
asistenciales, como el Programa de Asistencia Nutricional (PAN) y el Bono Solidario.
 Reducción progresiva en la calidad y cantidad de los productos sociales ofrecidos por el
Estado.
 Aumento de la iniciativa social por parte de organizaciones y movimientos sociales ante
la disminución del rol estatal en la provisión de servicios.
 Pérdida de confianza en el Estado como proveedor principal de servicios sociales.
 Sectores populares recurriendo al Estado solo para necesidades específicas.
 Desaparición de la simbiosis previa entre el Estado y los movimientos populares, así
como la identificación entre organizaciones y funcionarios estatales.
 El ajuste estructural provoca la eliminación de las mediaciones neocorporativas, lo que
genera una separación abrupta entre el Estado y la sociedad.
 Esta separación muestra que ni el Estado ni la sociedad civil por sí solos pueden abordar
los problemas centrales de manera efectiva.
 Aunque el Estado ya no puede desempeñar su papel anterior de integración social de
manera eficaz, los problemas sociales tampoco pueden resolverse únicamente en el
ámbito privado.
 El mercado no tiende a proporcionar bienes colectivos, lo que dificulta la solución de
problemas sociales a través de mecanismos exclusivamente privados.
 Las redes construidas exclusivamente desde la sociedad civil enfrentan dificultades para
abordar problemas que van más allá de lo puntual o local.

LOS DESAFÍOS DE LOS NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES


 El nuevo movimiento social se compone de múltiples pequeñas organizaciones con
demandas específicas, valorando la racionalidad ligada a la conquista del Estado, la
autonomía y la democracia interna, pero con debilidades para modificar políticas
globales.
 Se consolida un modelo de acción colectiva donde movimientos y partidos funcionan con
lógicas diferentes, sin ser fácilmente agregables.
 Los movimientos sociales muestran un sistema político más complejo y nuevos espacios
de lucha, enfrentando desafíos como mejorar la capacidad de articulación interna,
superar planteos basistas y lograr canales efectivos de participaci ón con el Estado.
 También enfrentan desafíos en la legalización, establecimiento de corresponsabilidades
en políticas públicas, eficacia en la gestión y comunicación para lograr visibilidad en la
agenda mediática.

CIUDADANÍA, PARTICIPACIÓN Y DESARROLLO LOCAL


La ciudadanía en Argentina experimentó un cambio profundo hacia un modelo de ciudadanía
pos social o del consumidor, influenciado por el autoritarismo, la transición a la democracia, la
crisis del Estado de Bienestar y las políticas de ajuste estructural, privatización, desregulación y
apertura.

CIUDADANÍA POST SOCIAL Y CRISIS DE REPRESENTACIÓN


En Argentina, se observa un desplazamiento del paradigma de acción política hacia una
ciudadanía post social, influenciada por diversos factores:
a. El proceso de transición y consolidación democrática, que, paradójicamente, coincide con un
aumento en la desconfianza hacia la política, debido a la corrupción, los incumplimientos
programáticos y la declinación social de amplios sectores.
b. La crisis del Estado de Bienestar y el ajuste estructural, con los procesos de privatización,
desregulación y apertura se produce la perdida de centralidad de la política y de relaciones de
solidaridad en el trabajo. Los ciudadanos se visualizan más vinculados a los servicios privatizados,
a la posibilidad o no de procesos de control y regulación de los mismos que ha llevado a una
pérdida de centralidad de la política y las relaciones de solidaridad en el trabajo, y ha
transformado a los ciudadanos en usuarios.
c. El cambio de expectativas culturales, marcado por la crisis de los grandes relatos de la
modernidad y la emergencia de un nuevo relato vinculado a la globalización neoliberal, que
desplaza la concepción de la política como emancipación hacia una visión más pragmática y
orientada al individualismo.
d. La globalización neoliberal, que socava la capacidad y autonomía de los Estados nacionales y
cuestiona su soberanía, desdibujando la idea de nación y comunidad política nacional.
Estos cambios han dado lugar a una ciudadanía ambigua y tensionada entre sus deseos de
cambio y su temor al mismo, incorporando nuevos derechos de 3° generación, pos materiales o
culturales, pero en un contexto de retroceso de los derechos sociales.

NUEVAS FORMAS DE HACER POLÍTICA Y EMERGENCIA DE LO LOCAL


En esta nueva ciudadanía post social, la participación política se desarrolla en un contexto de
desmovilización política y repliegue en lo privado, donde las formas de participación social y
mediática adquieren mayor relevancia que las político-partidarias. Se observa un nuevo esquema
participativo con las siguientes características:
a. Participación social y sociedad civil: Se orienta hacia la participación en el mundo de las
organizaciones de la sociedad civil y del tercer sector, constituyendo una esfera pública no estatal
autónoma y plural, interesada en lo público pero de gestión privada.
b. Asociación con lo local y lo barrial: Las políticas de descentralización y el activismo de los
municipios promueven un mayor involucramiento y participación ciudadana en lo local,
mediante instrumentos como mesas de concertación, audiencias públicas y referendos
municipales. La solidaridad se convierte en un valor público importante.
c. Solidaridad como valor público: El impulso de "hacer algo por los demás" moviliza a la
ciudadanía, trascendiendo el ámbito individual y siendo promovido por instituciones como la
iglesia y las organizaciones del tercer sector.
d. Participación de protesta fragmentaria: Surge una participación de protesta más intensa y
expresiva, reflejando el malestar y la desesperación de sectores marginados. Se manifiesta en
movilizaciones, cortes de rutas y bloqueos, principalmente como acciones autoconvocadas en
situaciones límite.

CIUDADANÍA, DESARROLLO LOCAL Y LA RECUPERACIÓN DE LA POLÍTICA


La noción de desarrollo local está experimentando un creciente interés en Argentina debido a la
necesidad de promover un activismo económico desde lo territorial. Sin embargo, estos
proyectos locales enfrentan diversas restricciones:
a. Restricciones que afectan a los proyectos locales:
 Contradicciones del modelo económico: La lógica concentradora del sistema financiero
choca con el desarrollo local y el compromiso de los empresarios debido a condiciones
crediticias desfavorables para las pymes y la preferencia por grandes empresas y
gobiernos.
 Vulnerabilidad ante lo global: La globalización implica una desvalorización de los
productos primarios exportados por los países en desarrollo, regulados por subsidios y
trabas en naciones desarrolladas.
 Predominio de la gran inversión externa y despotenciación de la ciudadanía: La atracción
de grandes inversores puede llevar a subsidiar al capital global, aumentando la
concentración y debilitando la capacidad de incidencia ciudadana.
 Descentralización, fragmentación y reducción de demandas: Las políticas asociadas al
ajuste estructural concentran las decisiones estratégicas en la cúpula del estado,
descentralizando y terciarizando demandas.
b. La recuperación de la política: Implica revalorizar la política como búsqueda del bien común y
capacidad de articular diversas esferas estatales y sociales emergentes en la base. Algunas
acciones para lograrlo son replantear el rumbo económico macro, considerar las mediaciones
para una relación local-global viable y realizar una descentralización con una política de
recentralización simultánea a otro nivel.

BARRANCOS

INICIOS DEL FEMINISMO Y LAS LUCHAS POR EL SUFRAGIO FEMENINO EN LA ARGENTINA (1900-
1947)
El feminismo surgió en la Argentina moderna como respuesta a la situación de las mujeres,
quienes a lo largo del tiempo han desempeñado roles más allá de las tareas domésticas. Aunque
participaron en la vida política e influenciaron en ella, no se les reconoció plenamente ni se les
concedió la ciudadanía. Hacia finales del siglo XIX, el Código Civil reforzaba la inferioridad legal
de las mujeres, reflejando una norma común en ese momento.
Las primeras feministas en Argentina, especialmente las mujeres socialistas y librepensadoras,
plantearon cuatro demandas clave: la igualdad civil, mayor acceso a la educación, asistencia para
madres necesitadas y el derecho al voto. Sin embargo, hubo divergencias en la interpretación del
sufragio entre las feministas, evidenciadas en el Primer Congreso Femenino de 1910.
Tras la Primera Guerra Mundial, las feministas se enfocaron en ayudar a las víctimas de la guerra
civil española, brindar apoyo a los refugiados y asistir a quienes eran p erseguidos por el
nazifascismo.
Después de la guerra, las feministas más prominentes abogaron por el sufragio universal en
igualdad de condiciones con los hombres. Se argumentaba la dignidad especial de las mujeres
como madres, adoptando el maternalismo como estrategia central. En los años 1920, hubo un
aumento en las luchas por el sufragio, con más asociaciones de mujeres respaldando la causa.
La llegada del peronismo representó una victoria para las feministas, ya que con el apoyo de Eva
Perón se logró la sanción de la ley del sufragio femenino. En 1951 se llevó a cabo la primera
elección en la que las mujeres pudieron votar, y su participación fue masiva, contribuyendo
significativamente al triunfo del peronismo con la mayoría de sus votos. Esto llevó a que las
mujeres ocuparan aproximadamente el 30% de los escaños en ambas cámaras del Congreso.
Sin embargo, en 1955, el general Perón fue derrocado por un golpe de Estado, y durante el breve
período de interregno democrático que siguió, con el peronismo prohibido, hubo una escasa
presencia de mujeres en el parlamento.
MOVIMIENTO DE MUJERES Y FEMINISMO ENTRE 1976 Y EL PRESENTE
Durante el período de 1976 a 1983, Argentina experimentó la dictadura más brutal de su historia.
En este contexto, un grupo de mujeres lideró la resistencia contra el régimen, exigiendo
información sobre sus familiares desaparecidos. Las Madres de Plaza de Mayo se destacaron por
su valiente lucha, y su movimiento inspiró la formación de las Abuelas de Plaza de Mayo, quienes
buscaban localizar a los nietos que habían sido apropiados por los represores.
Con el retorno a la democracia, se produjo un resurgimiento del movimiento feminista en
Argentina. Este renacimiento estuvo marcado por un cambio significativo en las posturas y
agendas feministas, influenciado en gran medida por las críticas y aportes de la Segunda Ola
feminista, un movimiento que había impulsado importantes transformaciones en Estados Unidos
y Europa durante la década de 1960.
El feminismo argentino se concentró en dos temas principales: la violencia doméstica y el
reconocimiento político de las mujeres. Argentina se destacó al convertirse en el primer país en
aprobar una cuota de participación femenina, estableciendo así un precedente que fue seguido
por otros países latinoamericanos.
Aunque el número de feministas en cargos electivos no ha sido muy alto, hubo una excepción
notable en la primera Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires (1997-2000), donde
aproximadamente un tercio de las diputadas se identificaban como feministas. Esto permitió que
se aprobara una de las leyes más progresistas en materia de derechos sexuales y reproductivos.
A lo largo de las décadas, distintas formas de feminismo han surgido en Argentina, pero todavía
predomina una vertiente "relacional" sobre la "individual". El feminismo relacional se preocupa
no solo por obtener derechos iguales para las mujeres, sino también por solidarizarse con otros
sectores subalternos de la sociedad, mientras que el feminismo "individual" se enfoca
exclusivamente en las mujeres. La persistencia del feminismo relacional ha permitido comprender
mejor las experiencias de opresión de las mujeres, especialmente aquellas agravadas por la clase
y la etnia, y ha promovido alianzas en la lucha por los derechos.
A pesar de las diferencias políticas, las feministas han respaldado dos leyes fundamentales: el
matrimonio igualitario, que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo (2010), y la ley
de identidad de género (2011), que permite que la identidad civil se ajuste a la identidad sexual o
de género subjetiva. Sin embargo, la principal demanda e n la agenda de los movimientos de
mujeres es la legalización del aborto, que unifica a todo el espectro del feminismo. Esta sigue
siendo una asignatura pendiente en los avances logrados en los últimos treinta años de
democracia.

LEVIN

El proceso de globalización se manifiesta en Argentina a partir de cambios significativos


producidos en el orden económico, político, social y cultural.
Década del 80 se transforma la ciudadanía social, se implementaron cambios significativos en el
modelo de crecimiento y distribución social. Estos cambios, como la privatización, la
desregulación, la apertura de la economía y la descentralización, marcaron una nueva etapa en
el país. Se observa una dicotomía en la evolución de la ciudadanía social: por un l ado, se
interrumpe el proceso de construcción de la ciudadanía social para los sectores excluidos,
mientras que, por otro lado, se amplían los derechos sociales para los sectores incluidos en el
nuevo escenario de bienestar social.
Esta situación ha llevado a una división en la sociedad argentina, caracterizada por "dos
Argentinas para el siglo XXI": una de los incluidos, que reclama la vigencia de los derechos sociales
básicos, y otra de los excluidos, que demanda el reconocimiento y ejercicio de los llamados
derechos de tercera y cuarta generación.

EL ESCENARIO DE LA NUEVA CUESTIÓN SOCIAL


¿Qué efectos producen en el interior de la sociedad estas transformaciones?
Los últimos datos del INDEC sobre pobreza y empleo revelan las consecuencias sociales del
proceso en curso. Entre el 23% y el 28% de la población argentina se encuentra en situación de
pobreza, mientras que el desempleo afecta al 17% de la población económicamente activa, junto
con formas de empleo precario y subempleo. Estas cifras muestran la inestabilidad laboral y la
precarización de las relaciones de trabajo y la protección social, lo que se traduce en un deterioro
de la ciudadanía social y restringe la movilidad social.
El empobrecimiento progresivo de ciertos sectores sociales parece inevitable en contraste con el
enriquecimiento de aquellos mejor posicionados según las nuevas reglas del juego económico.
Esta brecha pronunciada entre los marginados y los integrados en la sociedad se manifiesta en
los datos estadísticos, reflejando una disociación entre lo económico y lo social.
Esta desigualdad en la protección social debilita los fundamentos de la ciudadanía social y limita
su alcance, aunque siempre ha sido una característica intrínseca a la política social argentina
debido a su alta estratificación y fragmentación social. Sin embargo, las particularidades actuales
amplifican estas disparidades y sus efectos.

CIUDADANÍA Y DERECHOS
La ciudadanía social se define como un vínculo de integración social que se desarrol la a través
del acceso a los derechos sociales en una comunidad. Este concepto abarca tres elementos
principales:
1. El vínculo de integración social, que se refiere al papel de la ciudadanía como un marco
que fomenta la cohesión social y el desarrollo humano.
2. El acceso a los derechos sociales, que implica tanto el reconocimiento de estos derechos
como relaciones sociales, como su ejercicio efectivo en los diferentes ámbitos necesarios
para experimentarlos.
3. La ciudadanía como una categoría histórica en constante evolución, que adquiere
diversos significados a lo largo del tiempo en la vida cotidiana de las personas.
Los derechos sociales son fundamentales en la ciudadanía social, ya que constituyen relaciones
sociales dinámicas que se desarrollan a través de la interacción entre la participación social y la
intervención estatal. Estos derechos son una extensión de los derechos humanos y tienen como
objetivo garantizar condiciones que permitan el pleno ejercicio de los derechos individuales,
como el acceso a medios de vida y trabajo, así como la participación en el bienestar social.
Los derechos sociales de segunda generación, surgidos en el contexto del estado de bienestar,
son derechos de crédito del individuo en relación con la sociedad. Incluyen el derecho al trabajo,
a la salud y a la educación, entre otros, y buscan asegurar condiciones de vida dignas y la
participación en la sociedad.
En el debate sobre la ciudadanía social, uno de los temas fundamentales es la relación entre el
reconocimiento del derecho y el acceso efectivo a este. Se introduce el concepto de
"titularidades", que representa la relación entre las personas y los bienes de consumo,
legitimando su acceso y control. Las titularidades otorgan a las personas una pretensión legítima
sobre las cosas, y los derechos básicos constituyen titularidades, garantizados
constitucionalmente por la membresía en una sociedad.
La ciudadanía se entiende como un conjunto de titularidades que permiten acceder a bienes
materiales o inmateriales llamados "provisiones", que ofrecen opciones de elección. El desarrollo
de la ciudadanía en un país depende de la relación entre titularidades y provisiones.
En Argentina, el derecho al trabajo es una titularidad que abre las puertas al sistema de
protección social y a la adquisición de bienes y servicios regulados legalmente. Sin embargo, la
flexibilidad laboral ha debilitado las titularidades al reducir la capacidad de las personas para
ejercer el trabajo. Esto ha afectado el equilibrio entre titularidades y provisiones, lo que se refleja
en situaciones de precarización laboral, desempleo y exclusión social.

LA CIUDADANÍA SOCIAL DEL SIGLO XX


En Argentina, entre 1946 y 1953, se estableció una red de instituciones de protección social que
reconocía al trabajador formal como el actor fundamental. Este modelo definió un perfil de
ciudadanía social centrado en el trabajador formal, aunque no tuvo un carácter universalista. Sin
embargo, logró articular un importante vínculo de integración social que funcionaba como marco
de contención y legitimación política del modelo vigente.
Este proceso consolidó a los trabajadores como una categoría social con derechos específicos,
construyendo una estructura asalariada que asociaba el trabajo asalariado con una red de
protección social basada en el marco jurídico.
Sin embargo, en el contexto de la globalización económica y la predominancia del mercado, se
produjo una gran transformación social que se centró en la precarización de las condiciones
laborales y de la protección social construida sobre bases solidarias. Esta situación debilitó el
trabajo como componente principal de la vida comunitaria, lo que llevó a la disgregación, la
vulnerabilidad, la marginación y la pérdida de ciudadanía en vastos sectores de la sociedad.
En este marco la integración social y la ciudadanía se encuentran en constante amenaza. La idea
de integración social se estructura en base a dos órdenes: la integración material que se vincula
a la posibilidad de acceder a los bienes y servicios de consumo (inserción ocupacio nal) y la
integración simbólica a la posibilidad de participar y compartir el proceso de gestación y
asimilación de valores sociales (inserción relacional).
Cualquier intento de conceptualización de la ciudadanía social nos remite sin duda a las políticas
sociales, pero no sólo consideradas como instrumento del Estado sino también como resultado
de iniciativas de la sociedad civil.
La desestabilización general de las condiciones de trabajo, el desempleo, la flexibilidad laboral,
ponen en evidencia la dificultad de sostener el derecho al trabajo y evidenciarlo como tal al
restringirse los espacios de sociabilidad; y la imposibilidad de garantizar la cohesión social en la
medida que uno de los soportes esenciales de integración social esté en retirada.
Se puede observar hoy una interrupción en el proceso de construcción de la ciudadanía social
del modelo universalista, que se inicia con la crisis del estado intervencionista y se profundiza en
la actualidad, que se relaciona con dos procesos: en primer lugar, la pérdida de centralidad del
trabajo como actor principal de integración social que expulsa a importantes sectores de la
población a vivir en una suerte de exilio respecto de la sociedad y de la ciudadanía. Asimismo,
expone a situaciones de vulnerabilidad y fragilidad manifiesta a otros que si bien aún
permanecen dentro, no tienen ninguna garantía de poder conservar esa condición social. En
segundo lugar, la pérdida de derechos sociales básicos resulta como consecuencia del perfil que
asume las políticas sociales en la actualidad, en donde el universalismo ha sido desplazado por
la selectividad, la solidaridad por el individualismo, la equidad por la eficacia y la idea de beneficio
social por la de lucro.
En definitiva, hay un avance desmedido de la lógica del mercado y en ausencia marcada de la
presencia del Estado. Prevalece la modalidad asistencial en el estilo interrogación que adopta el
Estado a través de las políticas compensatorias o de emergencias, que absorben la mayor parte
del escenario de la gestión social. Esta regresión operada en este perfil de ciudadanía social
obedece tanto al deterioro de la funciones del Estado, como al debilitamiento de la sociedad
civil. Estas dos manifestaciones de Deterioro de la ciudadanía no hacen más que advertir que
este proceso deviene en una disolución progresiva del vínculo de integración social para
importantes sectores de la sociedad.

LOS CONTORNOS DE LA CIUDADANÍA SOCIAL DEL SIGLO XXI


Éste modelo de ciudadanía social, basado en el reconocimiento y acceso derechos sociales
básicos es el que está en crisis que obedecer a nuestro entender a las razones antes expuestas y
además al surgimiento de nuevos derechos.
Así, se observa un proceso de multiplicación que exhiben particularmente los derechos sociales
como resultado de la vinculación existente entre los derechos del hombre y de la sociedad. Se
produce fundamentalmente por tres causas:
- Acrecentamiento de los bienes que merecen ser titulados como derecho;
- Ampliación de la titularidad de derechos a sujeto distinto del hombre o la mujer en su
singularidad;
- Consideración del hombre una mujer en función de sus roles sociales, en su especificidad
y no como hombre o mujer en abstracto.
De esta manera, los llamados derechos de la tercera y cuarta generaci ón avanzan dando
contenido a la Ciudadanía social del siglo XXI. Éstos derechos están vinculados a la demanda de
calidad de vida, valoración de las diferencias, no discriminación, defensa de roles, valoración de
identidades, preservación de la naturaleza y medio ambiente. Tienen como titular no al individuo
en su singularidad si no a grupos humanos: familia, pueblo, nación, colectividades o la
humanidad.
Se observa un cambio en la cultura política, donde antes se valoraba al Estado y lo colectivo,
ahora se enfatiza más en la sociedad civil, el individuo y lo privado. Las instituciones estatales
solían promover un ciudadano pasivo dependiente del Estado. La participación directa ha dado
paso a una participación surgida desde la base, y las identidades políticas fuertes han sido
reemplazadas por identidades más débiles y menos políticas.
La ciudadanía social, fundamentada en el Estado de Bienestar, está en declive y las políticas
estatales se limitan principalmente a la asistencia social, sin generar un sentido de derechos
ciudadanos sino más bien controlando el conflicto social. La asistencia social se basa en la ayuda
solidaria y el voluntarismo, lo que resta legitimidad a las demandas y debilita las pretensiones
legales.
La gestión social centrada en el modelo asistencial dificulta cada vez más la respuesta a las
necesidades desde el ámbito de los derechos. Los excluidos de la sociedad moderna carecen de
los recursos de acción colectiva disponibles para los incluidos, lo que dificulta traducir sus
demandas en derechos debido a la disgregación en las relaciones sociales.
La exclusión implica privar a la población de las condiciones básicas de vida digna garantizadas
por los derechos sociales, así como cerrarles las oportunidades de acceso a la nueva etapa de la
humanidad. El ejercicio de los derechos de ciudadanía requiere el reconocimiento de una cierta
pertenencia comunitaria que permite el desarrollo y la autodeterminación del individuo.
FIDEL, DI TOMASO Y FARÍAS

MODELO SOCIOECONOMICO
El esquema adoptado para organizar la sociedad y el Estado, la modalidad de relacionar
políticamente las clases sociales y los procesos productivos, su forma de inserción en el mercado
mundial y el modo de distribución de la riqueza. A cada modelo le corresponde la aplicación de
una estrategia de intervención e incidencia en la realidad, adecuado para moldear a los actores
y tender a definir la asignación y distribución de la riqueza.
DOS MODELOS:
“Conservador y de Mercado” (neoliberal) que tiende a ser regresivo en la distribución
de la riqueza y concentrar en pocas manos el excedente. La idea que prima es que la
riqueza, una vez acumulada, se filtrará de manera natural hacia el conjunto de la
sociedad debido a la prosperidad general. Esto conduce a una mayor desigualdad y a
una ampliación de la brecha social.
“Progresista y de inclusión social” hace uso de los instrumentos estatales para fomentar
el mercado interno, relacionando la producción interna con las transformaciones que se
registran en el mercado internacional. El Estado diseña e implementa una política social
universal y de alta calidad, lo que amplía y hace más sólida la base social del
conglomerado político que apuntala al gobierno.

POLÍTICA SOCIOECONÓMICA

- 1983-1989 Alfonsín, primer gobierno post-dictadura. Se enfrentó a desafíos significativos,


como una pesada carga de deuda externa y expectativas ciudadanas de mejoras en las
condiciones de vida y libertades civiles. Aunque logró reinstalar una cultura democrática, su
mandato se vio afectado por una inflación descontrolada y un aumento notable de la pobreza
e indigencia. La falta de un plan económico-social efectivo y la presión de los poderes
económicos y sindicales limitaron su capacidad para abordar los problemas del país. A p esar
de estas dificultades, la experiencia democrática permitió el ejercicio de las formas
republicanas y satisfizo las demandas de la mayoría de la ciudadanía.
- 1989-1999 Menem. Adoptó una política económica neoliberal liderada por el Dr. Domingo
Cavallo, conocida como el "Plan de Convertibilidad". Esta política se centró en estabilizar la
economía y controlar la inflación a través de una estricta paridad cambiaria con el dólar
estadounidense. Sin embargo, estas medidas llevaron a una serie de consecuencias negativas,
como la venta de empresas y recursos nacionales a inversionistas extranjeros en términos
desfavorables y la flexibilización del mercado laboral, lo que resultó en un aumento del
trabajo informal y el desempleo. Los sectores de menores ingresos fueron los más afectados
por estas políticas.
- 1999-2001 De la Rúa. Mantuvo las bases del Plan de Convertibilidad aun mientras los
indicadores macroeconómicos y sociales mostraban resultados negativos. Acentuó la
flexibilidad del mercado laboral y ajustó el gasto público en lo referido al campo social,
aunque debió retroceder en el achicamiento del gasto en la educación frente a la respuesta
defensiva de la educación pública. En tanto, las reservas externas cada vez correspondían
menos para equivaler a la masa monetaria. El gobierno argentino volvió a nombrar a Domingo
Cavallo como Ministro de Economía, quien promovió discursos optimistas mientras la
situación socioeconómica empeoraba. La fuga de capitales aumentó, las reservas se agotaron
y la miseria se hizo evidente en las calles. Cavallo intentó implementar cupos para retirar
dinero de los bancos, lo que desató un malestar social incontrolable. El 19 de diciembre de
2001, una violenta represión policial en Buenos Aires intentó sofocar la protesta, pero en
cambio provocó muertes y agudizó la crisis. Fernando de la Rúa renunció y la población,
indignada con el gobierno y la clase política en general, ocupó las calles de las principales
ciudades en señal de protesta.
- 2002-2003 Duhalde. Argentina experimentó una frágil estabilidad política tras la crisis de
2001. Una de las iniciativas clave fue la creación del "Diálogo Argentino", un espacio de
confluencia entre representantes de diversas congregaciones religiosas, corporaciones
económicas y sindicales, con el objetivo de aumentar el consenso y la legitimidad del
gobierno. Además, se implementaron varios programas sociales, destacándose el Plan Jefes
y Jefas de Hogar Desocupados, que benefició a los sectores en situación de pobreza con una
fuerte transferencia de ingresos.Sin embargo, el 26 de junio de 2002, se produjo la Masacre
de Avellaneda, aunque se observaban ciertas mejoras socioeconómicas, este suceso socavó
la legitimidad del gobierno. La fragilidad institucional se hizo evidente y se convocaron
elecciones como resultado.
Treinta años de neoliberalismo han hecho evidente el carácter estructural de la cuestión social
propia del capitalismo, incluida la exclusión masiva del empleo, la erosión de los salarios y los
derechos sociales, la concentración de la riqueza y la competencia despiadada en un mercado
globalizado, junto con la expansión del sector informal.

EL MODELO DISTRIBUCIONISTA
2003-2007 Nestor Kirchner y 2007-2015 Cristina Kirchner. Durante los tres mandatos de la
gestión kirchnerista, se adoptaron diversas estrategias gubernamentales marcadas por un
pragmatismo adaptativo a los cambios de la realidad. Se implementaron medidas para sustituir
importaciones y promover la investigación e innovación, iniciando un proceso de
reindustrialización. Se renegoció y pagó la deuda externa con el FMI, buscando soberanía
económica. Los sectores más dinámicos fueron la construcción y la industria automotriz, aunque
esta última tuvo un persistente déficit comercial con Brasil. La política de vivienda se fortaleció
con programas como el Procrear. En lo social, se implementaron programas para ampliar
derechos ciudadanos, como la Asignación Universal por Hijo (AUH) y mejoras en el sistema
jubilatorio. Sin embargo, persistieron situaciones de vulnerabilidad social y dependencia de los
planes estatales. En el mercado laboral, se revirtieron medidas precarizadoras, reduciendo el
desempleo, pero manteniendo restricciones en la democracia sindical y problemas de
informalidad laboral. La derogación del Impuesto a las Ganancias fue un punto de conflicto. No
se consolidó una estructura estatal eficiente ni se renovó el funcionamiento del Estado. En el
Poder Judicial, se renovó la Corte Suprema y se impulsaron juicios por delitos de lesa humanidad.
A nivel regional, se fortalecieron relaciones con países latinoamericanos y organismos como el
Mercosur y la Unasur.

EL MODELO CONSERVADOR
2015-2019 Macri. La nueva administración adoptó medidas para desmontar las retenciones
impositivas a productos agropecuarios y mineros, buscando aumentar las reservas externas y
favorecer a los sectores concentrados en la producción primaria. El presidente marcó un estilo de
gestión que desafía la legalidad y legitimidad, mediante decretos y vetos que cuestionan la
república. En lo monetario, se produjo una devaluación y eliminación de subsidios, aumentando
las tarifas de servicios públicos. Se abrieron canales financieros hacia el exterior para la entrada
de capitales especulativos, retomando el endeudamiento externo. A nivel local, se observa un
predominio de políticas neoliberales con privatización de servicios y transferencia de recursos
hacia sectores de mayores ingresos. Este modelo conservador y de mercado socava los cimientos
institucionales y el respeto a los derechos humanos, deshaciendo avances en distribución social
y empleo logrados en la década anterior bajo un modelo progresista e inclusivo.
Concluimos en que el camino gubernamental retoma instrumentos de la antigua receta
neoliberal, adoptando las siguientes medidas:
-Desmontar gran parte de los soportes de la política social de transferencia de ingresos destinada
a los segmentos más pobres.
-Achicar el presupuesto y las funciones del Estado.
-Socavar los sostenes institucionales de signos democráticos.
-Desbaratar y reprimir a los movimientos sociales y organizaciones políticas que disienten con la
actual propuesta gubernamental.
-Debilitar y eliminar los controles ambientales.
-Flexibilizar el mercado laboral y tender a la baja del salario real.
-Abrir todas las compuertas legales y autoritarias para extraer las rentas diferenciales agrarias y
urbanas.
-Abrir la entrada a los productos importados.
-Ampliar la porosidad de la salida monetaria; entre otras cosas, trazando la apertura a los fondos
buitres de distinta calaña y origen.
-Concretar acuerdos con organismos internacionales de crédito, cuyos fondos, si vienen, estarán
adosados a la aplicación de sus recetas uniformemente neoliberales.

DANANI

PROCESO DE “REFORMA” DE LAS POLÍTICAS SOCIALES LLEVADO ADELANTE DURANTE EL


PERÍODO DE HEGEMONÍA NEOLIBERAL.
Según Oszlak (2000) implica una reducción del perfil social y económico-empresarial del Estado,
orientándose hacia la privatización, la participación, la descentralización y la f ocalización, junto
con la desconcentración y tercerización. Este proceso implica dos elementos clave: primero,
detener y luego revertir la dirección de las políticas del sector en los años 90; segundo, disputar
la legitimidad de esas políticas anteriores al atribuirles contenidos negativos y diferenciarse de
ellas. La "contra-reforma" se concibe como un proceso político-institucional y cultural
simultáneo. En el ámbito político-institucional, orienta materialmente las políticas estatales,
mientras que en el ámbito cultural, saca a la luz y somete a debate los contenidos políticos que
la conforman. Esta mirada permite examinar tanto la sociedad como el Estado desde una
perspectiva crítica y reflexiva.

POLITICAS LABORALES
En el ámbito de las políticas laborales, la derogación de la Ley 25 250 en 2004 marcó el inicio de
la contra-reforma en Argentina. Esta ley, que había formalizado el régimen de precariedad
laboral de los años 90, fue derogada en medio de un escándalo político. La nueva Ley 25
877/2004, que la reemplazó, significó una reconstrucción del Sistema de Inspecciones del
Trabajo y la Seguridad Social, estableciendo el Instituto Central para el Plan Nacional de
Regularización del Trabajo (PNRT).
El PNRT se presenta como una política activa de inspección laboral para combatir el trabajo no
registrado. Representa una acción integral para refundar las relaciones laborales y disputar la
legitimidad del control estatal sobre estas relaciones. Al enfocarse en las unidades económicas
en lugar de los individuos, el PNRT reconstruye la institución de la inspección y sanción laboral,
argumentando la pertinencia de la acción estatal directa en este ámbito. En resumen, el PNRT
es la política laboral más importante del período analizado y adopta claros contenidos de contra-
reforma al desafiar la concepción desocializada del trabajo que predominó en los años 90.

POLITICAS PREVISIONALES
El gobierno argentino llevó a cabo un proceso de contra-reforma previsional en noviembre de
2008, destacándose la eliminación del sistema de capitalización y las Administradoras de Fondos
de Pensiones (AFJP), así como la reestatización de los fondos previsionales y la unificación del
sistema en un régimen de reparto único (Sistema Integrado Previsional Argentino, SIPA).
Este proceso se centra en tres temas principales que organizan la discusión política sobre la
reforma de las políticas sociales y el sistema de seguridad social: la modificación de la
distribución del ingreso mediante la acción estatal, el papel igualador atribuido a estas
intervenciones y el deber del Estado de proveer certezas y seguridades a las personas. Estos
temas estuvieron presentes en el mensaje del Poder Ejecutivo al enviar el proyecto de
eliminación del sistema de capitalización y la creación del nuevo sistema de reparto.

POGGIESE

PARTICIPACION
 COMO VALOR: La participación como valor político se relaciona estrechamente con la
democracia y la representación política. El redescubrimiento de la participación como un
valor en sí mismo desafía la teoría tradicional de la representación, ya que algunos
aspectos de la acción política pueden no ser delegables. La tecnología, como la
informática, podría ser útil para facilitar la participación directa en procesos políticos,
como las relocalizaciones en masa. Las asociaciones comunitarias y los movimientos
sociales reclaman autonomía, lo que diversifica el sistema representativo y crea nuevos
canales para la actividad política. Además, se argumenta que la satisfacción de las
necesidades básicas del ser humano, incluida la participación en las decisiones que
afectan su vida, es crucial para el desarrollo y la planificación (la salud, educación,
vivienda, entre otros). Debate sobre si la participación es un fin en sí mismo (aunque no
llegue a la obtención final de otros fines, su autosatisfacción resuelve esa necesidad
básica) o un medio para lograr otros fines. En términos históricos, ha habido un cambio
en la percepción de la participación, pasando de ser vista como una forma
descentralizada de gestión de políticas a ser considerada más como un medio para lograr
resultados concretos. En contextos de democratización con crecimiento económico, la
participación social enfatiza aspectos técnicos para respaldar una sociedad más
eficiente.
 COMO DECISIÓN INDIVIDUAL: El uso de canales no convencionales para la participación
en políticas o proyectos de desarrollo enfrenta obstáculos que pueden considerarse
como costos. Los costos de la información incluyen gastos monetarios en la compra de
productos informativos y la participación en eventos, lo cual puede ser prohibitivo para
los segmentos sociales más vulnerables. Si la pobreza política se define como la falta de
participación o la imposición de obstáculos para participar, enriquecer la política
requiere abordar las deficiencias en los procesos participativos. La participación se
concibe como una última finalidad (hay que buscarlos como objetivo en un modelo
futuro de sociedad), un medio para resolver otras necesidades, y como un fin en sí mismo
que reduce la pobreza política y enriquece la calidad humana.
 COMO INSTRUMENTO: participación como mediadora y su asociación con intereses
parciales o incluso la manipulación. Este carácter instrumental es más evidente en el
discurso político que en otros campos (el técnico, el académico, el no gubernamental, el
popular) pero está presente en todos los ámbitos donde se juega el poder. La
participación popular se reconoce principalmente como colectiva, aunque los individuos
que la integran son autónomos. La participación puede ser un medio para obtener y
divulgar información, acelerando su proceso de obtención y actualización. Entre los
obstáculos se encuentra la apatía hacia la gestión participativa y la falta de integración
colectiva en los ámbitos sociales, lo que lleva a la concentración en reclamos individuales
en lugar de intereses colectivos. Los administradores públicos y los decisores políticos
suelen desalentar la participación, considerándola poco práctica o irracional, lo que
genera impotencia y frustración en la población. A su vez, la desconfianza generada por
los agentes de la administración y los técnicos lleva a un ciclo de desconfianza mutua y
refugio en el tecnicismo.
 COMO VARIABLE SOCIAL: La participación se considera un componente crucial para la
equidad en el desarrollo y, por lo tanto, un medio para abordar las desigualdades sociales
desde una perspectiva política amplia y como una conciencia social. Es fundamental en
el planeamiento para democratizar la política y reducir la brecha entre ciudadanos y
planificadores. La función democrática del planeamiento solo es valorada cuando se
facilita la participación ciudadana, especialmente cuando se acerca a las necesidades
básicas de la población. La amplitud de la participación está directamente relacionada
con la influencia en las políticas públicas, la innovación y la legitimidad de los programas.
En los años 80, el surgimiento del planeamiento participativo fue resultado de la
convergencia entre los profesionales del planeamiento y la acción y presión de los
movimientos sociales. La participación se veía como un requisito para ser sujeto activo
de modelos sociales alternativos, requiriendo conciencia de intereses, experiencia
organizativa y autonomía. Sin embargo, esta definición de participación se superpone
con la de autonomía y puede ocultar el verdadero sentido de algunas movilizaciones o
ignorar las participaciones genuinas detrás de decisiones gubernamentales. Los
obstáculos y potencialidades para la participación no solo provienen de las esferas del
poder público manipuladoras o de los grupos sociales postergados, sino también de
sectores intermedios como los técnicos y profesionales, que pueden proteger su saber
acumulado como un status o aceptar su reconocimiento por parte del statu quo. Es
crucial reducir la desigualdad de poder que proviene del conocimiento, promoviendo el
intercambio de saberes y evitando prácticas antidemocráticas.

INDICADORES SOCIALES DE PARTICIPACIÓN


Las tendencias predominantes en la construcción de indicadores sociales están influenciadas por
enfoques empiristas o positivistas, limitando su perspectiva a indicadores de estructura o
resultados eficientes en términos de insumo-producto. Para superar estas limitaciones, se
propone la creación de indicadores que reflejen la capacidad del sistema para superar el
subdesarrollo social, a veces denominados como indicadores de participación, aunque esta
terminología puede generar confusión, ya que en realidad se refieren a indicadores de
distribución social o de pobreza.
Sin embargo, ha habido pocos avances en la elaboración de indicadores sociales de participación
o insatisfacción por la misma. La dificultad radica en definir la relación de cada individuo con los
resultados, lo que hace que su medición sea compleja y variable tanto a nivel grupal como
individual.
Por tanto, se propone integrar componentes estadísticos y etnográficos en la construcción de
indicadores sociales, especialmente para evaluar la participación popular en políticas públicas y
los niveles de satisfacción asociados. Esto implica utilizar métodos antropológicos para analizar
aspectos que no siempre pueden captarse mediante encuestas sociológicas, permitiendo una
comprensión más completa y contextualizada de las políticas y programas públicos.
Dado que los usuarios de estos programas pueden ser tanto actores pasivos como activos, su
contribución en la evaluación y medición de resultados es esencial, ya que pueden aportar sus
propios valores, símbolos y conceptos, enriqueciendo así el proceso de evaluación y brindando
una perspectiva más amplia y representativa de las realidades sociales.

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