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Versos populares de Xochimilco para pedir calavera

Buenos días Paloma Blanca, Señor San Jerónimo,


hoy te vengo a saludar las almas se van,
saludando tu belleza se van para el cielo
y tu reino celestial. pidiendo su pan.
Los que suben ya no bajan,
los que bajan ya no suben. Con los huesos de mi abuela,
Ya vinieron los abuelitos voy a hacer una escalera
a pedir sus tamalitos. para subirme a la azotea
y gritar ¡La calavera!
El Charro Negro de La Noria

En el barrio de La Noria, uno de los más antiguos en Xochimilco


(justo donde se encuentra el Museo Dolores Olmedo) existía un
manantial puro a donde iban a lavar ropa las mujeres xochimilcas.
Cuentan las abuelas y las nietas de las abuelas que se sabía que el
manantial de La Noria era mágico, pero esta historia lo cambió
todo: Una vez llegaron un par de hermanas a lavar ropa. El agua
empezó a saltar vigorosamente. Ante las hermanas se apareció un
hombre vestido de charro catrín que empezó a piropearlas y
quererlas conquistar. Las hermanas, enojadas le pidieron que dejara
de molestar. Como respuesta, el catrín empezó a reír
estruendosamente. Más molestas aún, le arrojaron el agua de una
jícara en la cara. ¡El agua se transformó en un arcoíris alrededor del
catrín! A lo que gritaron: “¡es el diablo!”.
Salieron corriendo hasta el Barrio de San Marcos en donde
nuevamente se les apareció un arcoíris. Ellas no volvieron nunca
más a los lavaderos. Tiempo después de esta aparición multicolor,
una de ellas enfermó de gravedad. Entonces, el catrín se presentó
en la casa de la joven para pedir su mano en matrimonio. Su familia
aceptó la unión, pues pensaron que el ese matrimonio le ayudaría a
recuperar su salud. Sí, suena raro esto, pero así pensaban.

Llegó el día de la boda y la ceremonia se llevó a cabo en la famosa


Catedral de San Bernardino de Siena en el centro de Xochimilco.
Fue una boda sin invitados, solo entre el catrín y su nueva esposa.

Cuentan las familias que nunca volvieron a ver a la pareja desde


aquel día. Esto sucedió en el barrio xochimilca de Tlacoapa, a un
costado del embarcadero Fernando Celada. Con el paso de los años
esta historia pasó al olvido hasta un día en que una mujer regresó a
lavar ropa al manantial de La Noria.

Cuenta esa mujer que cuando dieron las doce del día el manantial
se quedó quieto. Su sorpresa fue que en el lecho del manantial
pudo ver al catrín y a su esposa, simplemente felices. Nada de
atemorizante en esto, solo la idea de que su código postal
actualmente está en el Infierno. Este Charro Negro por fin
consiguió quien se quedara con él allá abajo en las profundidades
ardientes.

Cuenta esa mujer que cuando dieron las doce del día el manantial
se quedó quieto. Su sorpresa fue que en el lecho del manantial
pudo ver al catrín y a su esposa, simplemente felices. Nada de
atemorizante en esto, solo la idea de que su código postal
actualmente está en El Infierno. Este Charro Negro por fin
consiguió lo que siempre había buscado: alguien que se quedara
con él allá abajo en las profundidades ardientes.

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