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Cuento tradicional sobre unos amores que tuvo el Diablo

A poco mas de veinticinco leguas de Lima hay un pueblo delicioso por lo benigno de su temperamento, por la fertilidad de su campiña, por lo
sabrosa de su fruta, y mas que todo, por la sencillez patriarcal de sus habitantes; si bien es cierto que esta última cualidad empieza a
desaparecer, para dar posada a los resabios y dobleces que son obligado cortejo de la civilización.
Modesta Villa de pescadores y labriegos, Huacho se encuentra situada en la ribera del mar y a una legua de Huaral lugar famoso de los anales
de nuestra guerra de independencia por el asilo que durante largos meses prestó al general San Martín y la reducida hueste de patriotas con
que mantuvo en constante alarma al poderoso ejercito realista.

Sin embargo de su proximidad a la capital de la república los huachanos creen en el Diablo y en las brujas; y notoria es que Huacho es el único
punto del mundo donde se conoce al maligno con el nombre de don Dionisio el Cigarrero.
Dice Don Ricardo: Tanto oí nombrar al cigarrero de Huacho en las diversas ocasiones que he vivido en amor y compaña con las honradas
gentes de Lauriama y La Cruz Blanca, que a la postre me invadió la comeza de conocer la historia del supradicho don Dionisio, y helar que tal
cual de mis rebuscadores afanes aparece.
...Hacía dos meses que doña Angustia Ambulodegui Iturreberrigorrigoicoerrtaberricoichea, viuda de un vizcaia empleado en el real estanco, se
había establecido en huacho compañía de su hija Eduvigis, muchacha capaz de sacar de sus casillas al mismísimo San Jerónimo, y de hacerle
arrojar a un pozo la piedad y la disciplina con que se atormentaba en el desierto.
... Por la misma época, llegó a huacho un mancebo de veinticinco años, buen mozo, de aire truhán y picaresco y que probó ser hombre de
escasos haberes, pues arrendo un miserable tenducho en el que estableció una humildísima cigarrería.
... Una tarde llegaron dos viejas a la tienda y después de comprar cigarros se propusieron meter letra con el forastero, y entre otras preguntas,
más o menos impertinentes hubo las que consigna este diálogo:
¿Y de dónde ha venido usted?
desde el Purgatorio.
... La interpelante dio un salto, y repuesta de su espanto la curiosa vieja aventuró otra pregunta.
¿Y qué piensa usted hacer en Huacho?
Cigarros y diabluras.
Nueva sorpresa para las viejas
¿Y qué edad tiene?
¡La del demonio! – contestó fastidiado Don Dionisio aquí las viejas se santiguaron y salieron a escape de la tienda.
... Una noche encontrase Doña Angustias que la paloma había volado del nido, y aquí fue el tirarse de las greñas y dar desaforados gritos.
-¡Hija descastada! Permita Dios que cargue con ella el patudo
-¡Jesús! ¡Jesús! No eche, señora, maldiciones !Que al fín la muchacha ha salido de sus entrañas.

-¡Si! ¡ Si! ¡Que la alcancen mis palabras! ¡Que se la lleve el demonio.

Y no hubo acabado de proferir esta frase cuando sintiese una detonación, la cigarrería de don Dionisio era presa de las llamas, y es fama que
la atmósfera trascendía a azufre. Para los Huachanos fue articular de fe que el Diablo y no un galán de carne y hueso, era el que había
cargado con la muchacha desobediente y casquivana.
- Aunque nadie volvió a tener en huacho noticias de Eduviges y de su amante, yo te diré lector en confianza, que Don Dionisio no tenía de
diablo más que lo que tiene todo mozo calavera que se le encalabrina y un regular coramvobis; y que, huyendo de las iras de Don Angustias se
dirigieron las amorosas tórtolas a Trujillo, donde unas tías galán les brindó generoso amparo.
Guárdame, lector, secreto sobre lo que acabo de confiarte, pues no quiero tomas ni dacas, dimes ni diretes, con mis amigos de Huacho.
¿Qué me va ni qué me viene en este fregado para meterme a contradecir la popular creencia? Yo no he de ser como el cura de tribujena, a
quien mataron penas, no propias si no ajenas. Lo dice Don Dionisio fue el mismo Satanás, con garras, rabo y ornamenta.
Si los Huachanos creen a pie juntillas que el diablo les vendió cigarros, no he de ser yo el guapo que me exponga a una paliza por ponerlo en
duda.
Concluye Don Ricardo ¡Sobre que un amigo de esa villa guarda como reliquia un par de puros elaborados por don Dionisio!....

Tradiciones Peruanas Tomo II - Barcelona – Montana y Simón - Editores, 1894

VICHAMA Y LA MORADA DE LOS DIOSES DEL FUEGO SAGRADO:

En el Norte Chico había una vez una morada de dioses...Pachacámac hijo del Dios
Sol y la madre Luna crearon a Kon, Dios del agua, guía espiritual de la
Champería para el riego de los campos, pero molesto por la indiferencia de los
hombres los abandona convirtiendo a la costa en desierto dejando solo sus huellas por donde caminaba en cada acequia y surco de los
cultivos, posteriormente el Sol crea una primera pareja en el Triangulo Sagrado de Végueta, Caral y Supe, queriendo acabar, así, con la
desolación del mundo.

Por falta de alimentos murió el varón y desolada su mujer la madre Ñawin pidió
al Sol que le diera un hijo. Pachacámac celoso de su hermano “Vichama” lo
sacrificó descuartizándolo sembró sus restos por las playas de las Tierras
Sagradas del Norte Chico. De los dientes creció el maíz, de los huesos las
yucas y de su carne los pepinos, pacaes y otras frutas. Conocedor el Sol de
este sacrificio resucita al Dios VICHAMA a partir del miembro viril y ombligo.

Enfurecido Pachacámac asesina a su madre de Vichama. Este al enterarse persigue


a Pachacámac arrojándole fuego sagrado convirtiendo en piedras a los habitantes
de Végueta y del Norte Chico por haber permitido el asesinato de su adorada
madre...

Arrepentidos Vichama y su padre el Sol por la maldición deciden que en adelante


las piedras se conviertan en HUANCAS símbolos de adoración eterna, y para
reivindicar el castigo de los dioses; Vichama crea nuevos hombres. Del huevo de
oro nacen los curacas, del huevo de plata las mujeres mas bellas..., como la
Princesa Mishki de Paramonga, y del huevo de bronce a los Vasallos.

Pachacamac arrepentido envía cuatro estrellas dos hombres y dos mujeres


ordenándolos la crianza de esta nueva humanidad en las tierras sagradas del
Norte Chico.

CERRO VISPAN

Se dice que cierto día determinado del año, en el cerro de nombre Vispán, se abre un portal
cual sésamo de las mil y una noche, y a este mismo ingresa una gran cantidad de brujos
noveles que van a pasar su prueba de fuego para poder convertirse en animales
determinados; para esta prueba, cada uno de éstos va con el brujo mayor que lo apadrina y
en una hora determinada, después de la media noche, aparece el tío (el Diablo), que le da la
alternativa y luego de bañarse en una tina desnudo, comienza a volar o a trotar rezando la
oración sin Dios y sin Santa María consecutivamente mientras dure su vuelo y trote.

Se dice que uno de éstos brujos noveles quiso convertirse en ganso, y al comenzar la
metamorfosis éste se elevó por los aires, pero desgraciadamente padecía este de acrofobia
(miedo a las alturas), en lugar de recitar el estribillo sin Dios y sin Santa María, balbuceó
Jesús, Ave Maria a la cual cayo en picada y su cabeza reventó sobre una piedra que hasta hoy se puede ver en el borde izquierdo del cerro del
mismo nombre.

Por:DarioPimentel
Revista Turística lo Mejor del Norte Chico

TAITA VE MI DIENTE

Según los antiguos habitantes de esta zona, se dice de que en aquellos tiempos era muy peculiar que el diablo se materialice tratando de
espantar a la gente.
Una de estas experiencias la vivió el antiguo mayordomo de la hacienda Vilcahuaura Don Juan Pimentel Baldeón, quién buscando una noche a
una res de lidia (ganado bravo), escucho el llanto lastimero de un niño recién nacido proveniente del sembrío de algodón, suponiendo que era
un crio abandonado por alguna indígena desnaturalizada, desmontó y al acercase hacia donde provenía el llanto, más grande fue su sorpresa
al encontrar un hermoso bebe cuyos cabellos rubios resplandecían con la luz de la luna llena y envuelto en fajines indígenas.

Maldiciendo a la mala madre indígena, Don Juan, trató de subir al caballo con la criatura cargada, pero fue su sorpresa mayor viendo que el
caballo corcoveaba y relinchaba como si tuviese candela sobre el lomo, y como era un buen jinete logro montarlo, mas no logrando así
calmarlo, emprendió su camino hacia el caserío de Vilcahuaura, comenzando a impacientarse al sentir que el bebe que llevaba entre sus
brazos comenzó a pesar más, para luego escuchar una voz aguda y tenebrosa que le dijo “¡Taita ve mi diente!..” al destapar el fajín de la cara
del niño, contempló un grotesco diente morado acompañado de un solo ojo en el rostro de la criatura, horrorizado arrojo al crio explotando este
mismo al contacto con el suelo, despidiendo un olor a azufre mientras se alejaba velozmente con el caballo escuchaba atrás el retumbar cual si
fue perseguido por una bestia gigante, cosa que se disipó al llegar a la hacienda Vilcahuara.

PATA DE CABRA:

Una de las leyendas urbanas más recientes de nuestra zona, es la que se esparció como reguero de pólvora por todos los taxistas de nuestra
localidad, quienes aseguraban haber tenido una experiencia espeluznante y macabra que hablaba de la aparición de una hermosa mujer que al
pedir el servicio de taxi seducía a éstos mismos, pero cuando la situación casi se concretaba...
salían a relucir las deformes extremidades inferiores en forma de patas de cabra y la voz de esta misma que se tornaba ronca y cavernosa,
acompañada de unos ojos rojos y sangrantes.

Aunque parezca un relato sacado de ciencia ficción, hombres de canas, fidedignos y probos, aseguran haberla visto, esta experiencia
espeluznante y macabra que parece haber sido sacada de cuentos de ultratumba, solamente se da en las noches de luna llena.

El Caballo Blanco

Se cuenta que de una casa vieja abandonada, casi todos los días sale un hermoso caballo blanco, pasa por el camino (carretera de límite entre
Hualmay y Carquín) a eso de las doce de la noche y se dirige hacia el mar.
A unos 30 o 50 metros del mar, hay un pozo donde filtra agua dulce y en sus alrededores crece gramíneas. El Caballito blanco se detiene ahí,
toma agua y come de los grineas. Diversas personas lo han visto, además se encuentran excrementos en los sitios por donde pasó. Luego de
alimentarse, regresa hacia la vieja casa y no se le ve mas. Si alguien se acerca a la casa, su figura desaparece se hace humo.

El Cerro de la Novia

Cuentan los pobladores de Santa María acerca de un cerro que se distingue de los demás, por ser inmensamente grande y de consistencia
arenosa , en cuya falda existe un camino transitable.

Dicen que en las noches de luna llena aparece en dicho cerro una mujer con traje de novia quien sentada en lo alto del cerro entona canciones
para niños, se dice que esto es porque en tiempo pasados existía en ese lugar una iglesia, en la cual un día se celebraba un matrimonio, en
esos preciso instantes ocurrió un sismo que destruyo esta iglesia y murieron todos los presente menos la novia. Ella estaba en estado de
gestación, después de tres meses de sufrimiento y dolor, la novia regresa al lugar y se suicida.
Es por eso que la gente (sobre todo los niños) tienen miedo de pasar por aquel camino cuando hay luna llena, porque se cree que el que lo
haga, se lo lleva el espíritu de la novia y pasa a mejor vida.

La Mujer de Blanco

Esto sucedió por los años 1919 en el distrito de Hualmay de la ciudad de Huacho.

En estos tiempos las calles de Hualmay estaban cercados por árboles coposos de gran tamaño, las casas eran de adobe, de quincha, de
esteras o totoras alejadas unas de otras; por eso que al caminar por sus calles daba un poco de miedo solo se escuchaba el mover de los
árboles y el soplar del viento.
Había una casa que su frontera tenía plantado tres plantas de higo, había un huerto con distintas plantaciones de frutos y en el centro del
huerto una planta de naranja y junto a ella se encontraba una enorme piedra, uno de esos bastones que usaban los antiguos para moler maíz,
ají y otros.
Sucedió que casi todos las noches, a eso de las doce, se escuchaban los gritos de una mujer como si estuviera llorando, gritos que daban
terror, estremecían porque estaban acompañados del moler del batán
La gente cuando pasaba de noche por ese lugar comían suspirando porque veían a la mujer vestida de blanco estaban moliendo en el batán.
Luego se venía a la casa donde estaban las plantas de higo, tocaba la puerta y se escondía debajo de las matas para luego desaparecer ..... y
así todos las noches
A los señores de esa casa se les preguntaba al día siguiente si escuchaban que le tocaban la puerta, ellos respondían que no.
De esta historia quedo que debajo de aquellas piedras habían enterrado dinero por los antiguos pobladores. Diversas personas arrendaron por
tiempo el huerto con el fin de mover la piedra, trayendo tractores, bueyes, mulas y en fin se valieron de toda maquinaria para sacar el batán
pero todo fue inútil, no pudieron moverlo.
Hasta que un día vino una pareja de esposos de la sierra, compraron parte de la huerta y empezaron a construir su casa de adobe, junto a la
piedra cavaron un pozo para extraer agua.

Al poco tiempo colocaron un puesto de abarrotes en el mercado Modelo, y esa pareja compró también casi una cuadra de esta casa, un lote de
terreno que daba de calle a calle.

La construcción de 3 pisos con todas sus comodidades y a sus hijos mayores que terminaron sus estudios secundarios los mandaron a
Argentina a seguir estudios superiores. En la casa nueva pusieron una tienda grande de abarrotes, para que trabaje la señora, y el esposo siga
vendiendo en el mercado.
Se dice que la suerte fue para ellos ya que pudieron mover la enorme piedra que arridaba la mujer de blanco y desde aquellos dices ya no se
escuchó el llora de esta señora.

El Tesoro

Decían los pobladores que en la casa, donde actualmente se encuentra la posta medica de la campiña de Huacho, vivían unos antiguos
ancianitos. Vivieron muchos años en dicha pasaron los años y estos murieron. Los nuevos inquilinos eran de ascendencia española; su
primera noche en la casa cuando el reloj dio las 12 de la noche estaban despiertos escucharon una voz que decía: “Caigo o no caigo......” al
escuchar esa voz salieron corriendo y al día siguiente desalojaron dicha casa.

Mucho Tiempo después volvieron a habitar la casa, un señor y su esposa ellos se habían enterado de lo sucedido pero no hicieron caso a los
comentarios, después de tres días de encontrarse en esta casa, a las 12 de la noche oyeron una voz: “Caigo o no Caigo .........” no hicieron
caso y a la tercera vez que la escucharon salieron corriendo y pidieron alojamiento a los vecinos.

La casa estuvo mucho, mucho tiempo deshabitada luego llegaron unos señores ellos venían de la sierra se enteraron de esto y manifestaron lo
narrado era pura imaginación, fueron a vivir a dicha casa. A las 11 de la noche estaban la señora estaba friendo su pescado y seguían friendo,
cuando de repente una voz decía: “Caigo o no caigo ............” y uno de ellos le dijo: “cae nomás y cayó una pierna” y luego otra vez: “Caigo o
no caigo ............” y el otro le contestó: “cae nomás y cayo la otra pierna”; y así sucesivamente iba cayendo todas las partes y cuando ya estaba
formado un cuerpo, los señores voltearon y vieron un hombre alto que les manifestó: “Ustedes son los mas valientes que he encontrado y les
voy a dar todo el tesoro que tengo aquí” y señalo debajo de una silla y desapareció. Empezaron a brotar monedas de oro y hallaron dicho
tesoro, desde esos momentos fueron ricos debidos a su valentía.

La Importancia de Mitos y Leyendas

Los mitos son las explicaciones que los hombres primitivos dieron a los fenómenos de la naturaleza cuyas causas no podían dilucidar. De esta
forma, los sucesos del entorno encontraron sus orígenes en personajes divinos, sobrehumanos y como resultado de poderes buenos o malos. 
“el mito entrega el conocimiento de la vida del hombre antiguo y la interpretación de sus pensamientos y acciones. Es una clave que pasa a ser
el auxilio a muchas disciplinas humanísticas y científicas que exploran el origen, el ambiente y el quehacer natural e intelectual del hombre”.

“Las leyendas responden a los estímulos de la naturaleza circundante, pueden tener una razón, ocultar una verdad , tener relación con la
geografía, con un hecho histórico o con un acontecimiento que repetido y exagerado integra el acervo folclórico”.

Ambos, mitos y leyendas, constituyen un relato que revela las más arraigadas costumbres y creencias criollas y son un reflejo de la identidad
de un Pueblo.

Conoce en detalle cualquiera de los siguientes mitos:

Aquí podrás conocer las clásicas historias que son parte de nuestra cultura popular y que son el reflejo de la idiosincrasia de Huacho.

Los mitos y leyendas constituyen un relato que brinda un sello de identidad a las tan diversas costumbres y tradiciones que se reparten en las
múltiples regiones de nuestra variada geografía.

YANCUNTA

Señores, se va a jugar la primera topada de la tarde, entre el aficionado don Chombo Changanaquí y el mentao don Camacho. Los gallos son
de a pico, que acabará cuando uno de ellos entierre. El Juez es el señor don Nica Gutarra, aquí presente.Al terminar señaló con su brazo el
lugar del Juez, quien se entreparó e hizo una media reverencia, entresacándose su blanco sombrero alón, de fina paja tejida. Se escucharon
los aplausos del público. Volvió con su pregón:

-Se ha pactado la topada en cincuenta soles de plata, de 9 décimos – prosiguió con el mismo sonsonete – El de la derecha es un pollón y el de
la izquierda es ....No pudo seguir porque se le salió un gallo y una carcajada general impidió que continuara. Silbidos, trompetillas y cachufletas
lo sacaron de aquel lugar y para mal de sus males, al retirarse casi se cae, lo que aumentó las carcajadas del público.Sacaron los animales
cubiertos en sendos pañolones de fina seda, bordados con los colores y la insignia de cada galpón. El Juez se paró, con la mano derecha
llamó a los representantes de los respectivos galpones, los tres juntaron sus cabezas en una especie de conferencia particular, secreta. Luego
cada uno le encomendó el monto de la apuesta en monedas contantes y sonantes, puestas dentro de una bolsita de yute, también bordado con
coloridos dibujos. Enseguida se formó una tremenda algarabía con los gritos de los apostadores, instante en que los cachimbos, contratados
para la fiesta del pueblo pero que fueron llevados para animar la pelea comenzaran a tocar a todo pulmón una conocida canción de la
Revolución Mexicana La Cucaracha.La cucaracha, la cucarachaya no puede caminar,por que le falta, porque no tienela patita de atrás.Cuando
don Pascual Orozcoquiso chingar a Madero,le dijeron los maderistaschinga a tu madre primero.Los gallos, ahora descubiertos, paseaban su
gallardía por la arena, alrededor de los sacadores que pisaban las trabas que cada animal tenía sujeta a una pata. Como es sabido, las peleas
a pico tienen un final lento, prolongado en demasía. Como no había apostado por ninguno, ese jugada fue perdiendo mi interés.En eso
escuché que se iba a iniciar la siguiente pelea, entré apurado y me senté.-La siguiente pelea será entre los galpones de Rudesindo Nicho,
prestigioso representante de una antigua familia, residente en Huacho y Yancunta – pregonó el muchacho.Yancunta entró apoyado del brazo
de una muchachita, casi de su misma altura, que tendría unos 17 ó 18 coquetos años, con un vestido rosado encendido, ella demostraba
aderezo al caminar. Presté atención en Yancunta y me di cuenta que era ciego. Ciego, si, le faltaban los dos ojos, con las órbitas vacías y
secas, los párpados y las pestañas al juntarse daban la apariencia de los bordes de una herida. A veces asomaba una pequeñísima lágrima, la
cual enjugaba con un fino pañuelo de seda blanca que lucía, en un borde, su inicial bordada. Calzaba un par de alpargatas completamente
nuevas y vestía con mucha sobriedad un atuendo de dos piezas, pantalón de dril kaki y liviano saco de diablo fuerte con un cuello cerrado por
botones de nácar ¿ Su edad ? Aparentaba unos cincuenta años bien vividos, aunque sus paisanos le endosaban unos ochenta.A lo que
avanzaba, la apiñada multitud le abría campo, sus conocidos lo saludaban de manera muy afectuosa. Yancunta volvía la cabeza haciendo una
venia para corresponder a los saludos, dando nombre y apellidos de cada uno como el tratamiento que le merecía. ¿ Veía ? ¿ Intuía ? En eso
se apartó de su camino y se dirigió a donde yo estaba.-¿Es la primera vez que usted viene? – le preguntó a don Alor.-Sí, señor – contestó él,
algo tímido.-Le deseo que la pase bien.-Gracias señor – agradeció temblando.Luego prosiguió hasta llegar a los asientos que les tenían
reservados. Yo temblaba de pies a cabeza no se por qué. Como quiera que la presencia de Yancunta produjo un gran alboroto, el pregonero
volvió a salir:-Señores, va a ser una topada chica – continuó informándonos - de 3, 2. Pactada en cien soles, con gallos finos de navaja. La de
fondo será de tapada. El Juez será el mismo Nicolás Gutarra. Todos los animales pelean por primera vez. Para comenzar, el cenizo venturino
es de Yancunta y a la derecha, el cañón, es de Rudesindo Nicho. !Se aceptan apuestas¡Al sonar la campanilla se armó la de Dios es Cristo.
Todos vieron como Yancunta se santiguaba al revés empezando a rezar. Como movido por un resorte se puso de pie don Rudesindo gritando
a voz en cuello:-!!! Altooooo ¡¡¡ - vociferaba Rudesindo - !Señor Juez, está rezando¡ paren la pelea.Un griterío de los mil demonios invadió el
Coliseo particular. Voces de !NO¡ !NO¡ !NO¡ salían de las bocas de los apostadores hasta que, en uno de esos pequeñísimos momentos de
silencio, se pudo escuchar con toda claridad la voz de Yancunta:-Reza tu también, que Dios no es sordo ! Mal creyente¡El Juez no sabía qué
hacer, escuchaba desconcertado hasta que por fin optó por recomendar a Yancunta:-Por favor, rece para usted solo, sin mover los labios.Era
como cuando la maestra ordenaba !Lectura silenciosa¡ En eso alguien gritó:-Don Rudesindo, tome usted – y le alcanzó una caña brava-
Gracias – le contestó mientras buscaba en su bolsillo y al encontrarlo, le amarró en la punta un detente del Señor de los Milagros.La caña fue
sujetada frente a su silla. Soltaron a los gallos que de arranque se rompieron el alma a navajazos, la sangre entintaba la arena como también la
mente de los que hicieron alguna apuesta. De pronto, el cañón que parecía el posible ganador, recibe un corte a la toma que lo desembuchó
pero ni aún así cedía.-Ya cae, ya cae – gritaban los amigos de Yancunta.Al cenizo venturino le habían bajado la pata y avanzaba de costado
arrastrando el ala, momento en que el Juez ordenó:-A la prueba.Se paró, el Juez, de su asiento, avanzó hacia el centro de la cancha, sacó a
relucir una pequeña tabla que colocó entre ambos gallos, al retirarla el cañón se le fue encima y cuando parecía ya todo a favor de Rudesindo
dio la casualidad que, en uno de sus movimientos, chocara su pico en la arena, demorándose en levantarlo. El careador del cenizo venturino
se abalanzó hacia su gallo, lo alzó en señal de victoria, sin esperar a que lo dijera el juez. Todo pasó tan rápido que los partidarios de Yancunta
aplaudieron mientras un murmullo circuló dando a entender que las virtudes de aquel hombrecito ciego estaba haciendo efecto. Ya tenía un
punto a su favor.La charanga de los cachimbos, quienes permanecieron en silencio durante la pelea, la emprendieron con un son español, un
paso doble de moda llenó el silencio de la espera.Silverio, Silverio Péeeeerez,el amo del redondel,a ver quién puede con el....Con los sones del
paso doble salimos fuera del lugar a estirar las piernas, aprovechando ese momento para rascarnos la rabadilla en forma disimulada ya que la
tuvimos mucho tiempo aplastada entre las sillas. Un negro pitiñoso voceaba a viva voz:-!!! Pan con sánguche ¡¡¡ - que era simplemente un pan
con una tajada de relleno.Mientras otro peleaba la clientela con:-!Agua ´e berros !Agua ´e berros¡Curioso nombre con que se conoce en la
localidad al aguardiente de caña. Muchos lo compraban a pesar del calor intenso, dicen que era para darse valor al ver tanta pelea y sangre.Al
callar la música los espectadores regresamos con rapidez a nuestros lugares. Volvió el pregonero a anunciar:-Esta vez un gallo negro
matalobos por la divisa de Yancunta y un gallo gallina a favor de don Rudesindo. Se aceptan apuestas.La trampa era perfecta, además de ser
completamente legal; Yancunta no podía hacer nada para evitarlo. Tan pronto sonó la campanilla y ya el joven matalobos distinguió al gallo
gallina, con un movimiento de galanteo se le fue encima haciéndole la rueda al estilo francés buscando un amor no correspondido. Ese
descuido fatal lo aprovechó con prontitud el gallo gallina para encajarle un navajazo pata y vida un poco al centro del cuerpo, debajo del ala. La
jugada no duró ni medio minuto, quedando ganador don Rudesindo. Ahora la pelea estaba uno a uno, un empate y como era de 3,2, la última
pelea sería la definitiva. Un sordo murmullo se escuchaba:-Así no vale, ese gallo es un mañoso – esgrimían los partidarios de Yancunta.-
Porque Yancunta es sonso – le respondían.La temperatura ambiente era insoportable. Gruesas gotas de sudor aparecían en las frentes de casi
todos, a pesar de que muchos se protegían de los rayos solares poniéndose gorritos de papel confeccionados con el único diario que circulaba
en la localidad. La jovencita que acompañaba a Yancunta se levantó la falda para abanicarse un poco de aire. En eso, volteando molesto él le
llamó la atención a su señora:-!Siéntate bien, que se te están viendo las piernas¡Al escuchar la reprimenda de Yancunta todos intercambiamos
miradas, pues en efecto, como la pelea no había concitado mayor interés por el rápido desenlace, muchos tratábamos de botar el aburrimiento
mirando a hurtadillas las rollizas pantorrillas de la joven. Debemos precisar que por entonces no estaba permitido lucir de esa manera las
piernas mas aún siendo casada. Nuevamente se oyeron comentarios, lo cual aprovechó mi vecino para decirme:-Esta bendita sabe lo que
tiene.Agregando:-Que me castigue Dios si miento pero yo vi una vez a Yancunta mojarse el dedo nular con saliva y alzando la mano exclamar:
Antes que me se seque el dedo puaquí vendrá mi juncia, ya que se refería a la mujer con quien mantenía relaciones maritales sin ser casados
y al rato se presentó su mujer, pues la que tiene al frente lo acompaña en su segundo compromiso.Ya no había quien lo detuviese, siguió
contando:-¿Sabe porque Yancunta se viste tan sencillo?-No tengo la menor idea.-Porque no necesita dinero, no tiene que impresionar a nadie.
Escuche, cuando Yancunta llevó a un ahijado para que lo bautizaran, aprovechó en meter debajo del ropón, un billete de cien soles, de esos
grandazos. El padrecito, al momento de echar la bendición, en realidad bendijo al billete y el niño permaneció moro. Desde entonces, cuando
Yancunta va al mercado a comprar paga con ese bendito billete, después de un rato lo llama y el billete regresa a sus manos como si fuera su
hijo.-¿Y cómo se dieron cuenta?-Eso se sabe porque un día mercó muy temprano, en una tiendita cuyo dueño había vendido muy poco, por lo
que no pudo darle su vuelto, puso el billete debajo de una pequeña piedrecita y al cabo de un momento ya no estaba el billete y la piedra se
veía movida, fuera del lugar donde la dejaron. Por eso Yancunta no necesita ser millonario, a él nunca le falta dinero para hacer sus compras;
poco a poco, los comerciantes se hicieron a la costumbre de no cobrarle a Yancunta para no perder mas dinero al dar el vuelto.De nuevo los
cachimbos se lanzaron a llenar el vacío con un melancólico huaynito que apaciguó los ánimos.Caminito de Huancayo,rodeadito de
retamas,cuantas veces he lloradoa la sombra de tus ramas.Pichichauca mañanerapor qué cantas tan temprano,sabiendo que estoy
durmiendoen los brazos de mi amada.No bien se callaron los instrumentos la gente aplaudió agradecida. En retribución un redoble de tambor
anunció una alegre marinera norteña, muy antigua y algo curiosa, que todos acompañaron con palmas.A la una me parieron,a las dos me
bautizaron,a las tres supe de amores,y a las cuatro me casaron.Ayayai, que me casaron sí,Ayayai, que me casaron no.A las cinco tuve un
hijo,a las seis viuda quedé,a las siete...Quizá si para hacer las paces con su mujer o tal vez contagiado del calor popular, ante el asombro
general, Yancunta se puso de pie con un pañuelo blanco en el hombro izquierdo mientras que con la mano derecha le ofrecía un pañuelo a su
compañera. Ella aceptó gustosa y metiendo su brazo en el de él, bajaron al ruedo. Los cachimbos reiniciaron la marinera con un prolongado
redoble de tambor. La pareja inició el paseo dando la vuelta al redondel en medio de un atronador aplauso de la concurrencia, todos, amigos o
rivales, se emocionaron. El la dejó al lado de su silla y continuó caminando hasta situarse a su frente, al iniciarse el canto fueron dando los
primeros pasos, hubiera visto la cadencia con que se movían, el derroche de garbo y salero con que hacían un requiebre, los pañuelos subían
y bajaban como si fueran palomas volando. Ella toda coqueta, sintiéndose mimada, se sacó el clavel rojo que traía adornando su peinado y se
lo puso entre los dientes. Acto seguido alguien gritó:-!Sale china¡ dale que dale.Parece que Yancunta, con su cara de mátalas callando,
cógelas al vuelo, se dio cuenta de lo sucedido porque avanzando de costado, agitaba su pañuelo blanco con la mano derecha y con la
izquierda se sacó el sombrero y al cruzarse con ella !Zas¡ le quitó el clavel con su boca.-Voy a el – se escuchó con claridad.El ambiente se
puso de agárrate si puedes y a pesar de que la marinera no es un baile colectivo, tres parejas se lanzaron al ruedo convirtiéndose todo en un
movimiento multicolor que hizo olvidar por u momento la revalidad de la riña gallera. Al terminar Yancunta elevó el brazo derecho de su pareja
en señal de que era la ganadora, ya que se estila que el varón nunca deba ganarle a la dama; el público volvió a colmar el recinto con
calurosos aplausos y se pusieron a gritar en coro:-!Otro¡ !Otro¡A los cachimbos no les quedó mas remedio que iniciar el redoble anunciando la
fuga. Todo público lanzó una tremenda ovación. En eso se escuchó:-La casa pone un botijón de chicha, de la buena.Entonces varios de los
presentes, eufóricos, repletaron la cancha con parejas, bailando con mucha sandunga mientras que, puestos de pie, los demás acompañaban
con acompasados aplausos hasta que finalizó ese desborde pueblerino. Por última vez el pregonero anunció:-Ahora, como final, tendremos la
pelea de tapada, nunca nadie ha visto los gallos. Un silencio sepulcral se esparció por la cancha; la expectativa era enorme. Hizo su aparición
don Elías Muñoz en persona, sosteniendo un lindísimo pañolón de seda con un vistoso bordado, lo llevaba con un primor especial puesto que
allí estaba envuelto el gallo de Yancunta. Don Elías era nada menos que un excelente amarrador y se puede afirmar que es el mejor de todo el
norte. Moreno, alto, de buen parecer, con sus 93 kilos de peso, sin mostrarse obeso. Poseía un envidiable pulso y una destreza sin par para ir
dando vueltas al cáñamo alisado con cerote, con el que amarra la navaja. Si hasta el propio don Graña, hombre adinerado, propietario de la
Hacienda Huando, lo hacía llevar cuando daba peleas en su coliseo particular.En el otro lado, don Rudesindo, que no confiaba en nadie, era el
portador de su propio gallo, escondido bajo un finísimo pañolón de seda china, bordado con gran primor.Sonó la campanilla y se anunció:-Se
aceptan apuestas.Todos conocían a Yancunta y sabían perfectamente que jamás había perdido una topada de honor. Don Rudesindo también
lo sabía y si aceptó reto era porque disponía de algo muy especial. El público estaba ansioso por conocer el secreto de cada uno. Sin que
nadie lo propusiera se empezó a generar, entre los apostadores, la idea de un solo pozo, si, un enorme pozo de dinero, que se ganaba o
perdía. Los apostadores estaban divididos en dos, los partidarios de Yancunta y los de Rudesindo, no cabían medias tintas.Sonó de nuevo la
campanilla y ahora vendría lo bueno. Cada uno procedió a ir descubriendo a sus gallos, este proceso se estaba volviendo interminable,
generando aún mayor expectativa.En ambos casos se trataba de hermosos y esbeltos gallo pero medio raros.El de Rudesindo era un alazán
amarillo rojizo, un poco mas chico de lo normal, llamado Caín.El de Yancunta, un ají seco, que apenas fue mostrado el público coreo:-!Máximo
¡Casi medio redondel estaba de pie y aplaudía a rabiar la presencia de Máximo, y los otros vociferaban:-Yancunta mariquita ¿por qué no
peleas tú?No cabía ninguna duda, era el hijo de Yancunta quien sacaría del apuro al padre, ya que solo el cuerpo perdió su forma humana
pero su mente no. En esas artes Yancunta era todo un experto. Si el mismo había perdido los ojos en una pelea de a pico, intentando salvar de
la ruina a un compadre espiritual, a quien le debía la vida,Mientras don Elías le ponía, con toda delicadeza, la zapatilla, que es una franja
rectangular de cuero con dos orificios, por donde se introduce la estaca y que rodea dos veces la pata, Yancunta se acercó a él, metiendo su
mano derecha a su bolsillo sacó un poquito de comida que el gallo picoteó, en realidad lo estaba templando con trocitos de huevo duro
mezclados con pimienta molida, pedacitos de ají panca y hojitas de ruda, mientras lo acariciaba con todo cariño.Don Elías puso ahora el aro de
la navaja encima de la zapatilla y con una larga tira de cáñamo inició el amarre, con una ejecución mejor que mano de médico. Yancunta sacó
del otro bolsillo un poronguito burilado con escenas de riña gallística, contenía té bien cargado, casi de color marrón, que sirve para resecar, es
decir, que si recibiera un corte no bote tanta sangre, se la puso junto al pico dándole para que bebiera mientras casi en voz baja le decía:-!
Gana¡ !Gana¡ - para estimularlo.Mi vecino volvió a conversarme:-Se da cuenta cómo trató al animal, por eso, no puede ser otro que no fuera su
hijo Máximo pero si le quedan dudas basta con mirar las patas. A los gallos de pelea se les cortan las estacas, la izquierda en diagonal y l
derecha debe quedar roma para evitar se enrede a la hora del combate. Mírele las patas, ese ají seco no enseña muestra de haber tenido
estacas.-Verdad ¿no? – dije asombrado.-¿Tiene dudas todavía? Bien, la cresta también debe ser cortada, pero el ají seco no tiene señal de
ningún corte y un poquito mas arriba de los ojos tiene unas cerdas negras, allí es donde corresponden las cejas.Segundos antes de iniciarse la
pelea, una lagartija de color oro oscuro cruzó presurosa la cancha. Un escalofrío pasó por los cuerpos de todos, señal evidente de que algo
ocurriría, era un signo de mal agüero, pero ¿para quién? La mayoría pensó en las artes de Yancunta mas su rostro también mostraba un cierto
temor, bajó su cabeza y se puso como queriéndose concentrar.Yancunta estaba muy serio, como si estuviera meditando. Los gallos puestos
frente a frente, con sus agudas cabezas pico a pico, engolados los collarines, en actitud de estudiarse fueron dando vueltas en redondo. De
pronto Máximo se volteó y se puso a correr por todo el ruedo, Caín lo perseguía sin darle tregua para un descanso, en eso Máximo se dio la
vuelta con toda rapidez, dándole frente y lo recibió con la navaja ocasionándole un tajo que le cortó tres costillas. Se escuchó, del publico, un
grito colérico:-!Así no, mañoso¡Caín se repuso con alguna lentitud, volvió a la carga pero Máximo no presentaba pelea, parecía quererlo cansar
y de rato en rato le hacía un quite. Cuando Caín intentaba un ataque a fondo, una especia de resplandor daba la impresión de rodear el cuerpo
de Máximo evitando ser golpeado.En eso volvió a repetir la misma treta, corriendo por el ruedo pero resbaló en la arena, lo que aprovechó
Caín para atacar con todo, Máximo atinó a rodar y el navajazo se perdió en el aire. Todo el público, puesto de pie, suspiró de alivio, después de
todo no era un gallo el que peleaba sino un ser humano, el mismo Yancunta se limpió el sudor de su frente y se puso a meditar aún más.
Máximo se recuperó inmediatamente, volviendo a escapar corriendo, casi dio tres vueltas al ruedo y volviéndose de pronto, alzó su pata
navajera para recibir a su rival con una tremenda descuadrilla, que es un corte en el cuadril. La misma voz anterior dejó escuchar su
indignación:-!Así no, che tu ma (con el perdón de la palabra)En eso escuchamos un terrible alarido, seguido de prolongados:-!!! NOOO¡¡¡ !!
Nooooo¡Ese grito nos cortó la respiración. Volvimos a escuchar otro grito:-!! El detente ¡¡¡ !! No está el detente¡¡¡Miramos la punta de la caña y
efectivamente no había nada, no estaba el detente. Desapareció de la caña como por encanto.-Fue durante la fuga de la marinera – continuó
gritando Rudesindo – Yancunta aprovechó la algarabía para arrancar el detente del Señor de los Milagros, y así rezar la Magnífica
Negra.Rudesindo, fuera de si, cubrió su rostro con sus manos y se puso a balbucear acongojado una historia que permaneció en total secreto
durante años y ahora, intuyendo el desenlace fatal, entre sollozos lo contó:-Un compadre me regaló un pequeño cernícalo de plumas blancas
que cazó en las alturas. Yo, con gran paciencia lo fui amaestrando hasta lograr que cumpliera mis órdenes. Entonces puse al costado de la
aula, otra jaula que encerraba una gallinita chilena de pelea para provocar a que se hicieran amigos. Después de largos meses ya se
entendían, así que metí a los dos en una jaula especial y ese esfuerzo fue coronado con la puesta de un huevo de la gallinita chilena, que puse
a empollar en un nido de palomas. Así nació Caín, ejemplar de pelea que reservé para cuando se presentase la ocasión. Por eso fue que
acepté enfrentarme con Yancunta, a sabiendas de que no tenía pierde.En la cuarta corrida por el redondel Máximo logró encajarle un navajazo
en descorve, de carácter mortal para Caín, quien antes de morir lanzó un prolongado y agudo chillido nunca escuchado a gallo alguno.
Yancunta levantó a su gallo Máximo mostrándolo orgulloso.Autor: José Respaldiza Rojas

EL PERRO PULGOSO
 Cuentan los antiguos moradores de Hualmay, que en el barrio el Tropezón había un perro que se aparecía solamente por las noches y
comenzaba a rascarse el cuerpo de tantas pulgas que tenía, el animal recorría casi todo el barrio en busca de sus alimentos, pero nadie le
daba nada, los días pasaban y el pobre animalito era echado por los vecinos del lugar para que no les dejara sus pulgas, le tiraban de palo, le
aventaban agua fría y lo correteaban a pedradas.
Cierta vez en una alejada chocita de esteras que estaba habitada por unos paisanitos llegados de Huaraz, el perro comenzó a frecuentar muy
seguido por las noches, el barón de la chocita se levanto a ver de quien se trataba y al ver al perro que se rascaba le cómenos a llamar con
mucho cariño ofreciéndole su amistad,  cosa que el animal rechazo en su primera instancia, pasado las noches siguientes, el perro
nuevamente apareció por la choza de estos personajes humildes,  de acuerdo a su pobreza comenzaron a darle de comer en un pote de
calabaza, pan frió remojado con agua de trigo pelado. Una vez que el animal se hizo amigo de los paisanitos,  estos comenzaron a despulgarlo
con mucha paciencia durante la media noche. Así sucedió por varias oportunidades, hasta que un buen dia el perro comenzó a rascarse
delante de ellos que asombrados veían como caían las pulgas al suelo, tuvieron tanta paciencia y pena por el animalito que no atinaron a
echarlo, sino mas bien trataron de alimentarlo para que pueda irse tranquilo, al otro dia muy temprano al levantarse la pareja encontraron
varias pepitas de oro justo en el lugar donde el perro se había rascado.   Esta pareja muy emocionada recogió las pepitas de oro, llegando a
reunir una gran cantidad de ellos, que les servio para poder comprar el terreno donde estaban viviendo,  llegando a construir su casa de
material noble, al que llamaron con mucho cariño “L a Villa del Perro Pulgoso".
EL BRUJO CASTRADO
A mediado de los años cincuenta, cuando los antiguos moradores de la campiña Huachana, se dirigían a sus labores de campo en la hacienda
Desagravio, conjuntamente con los jornaleros del barrio de Amay, cada vez que las aguas del río Huaura crecía, en los meses de enero,
febrero y marzo, estos pernoctaban en la hacienda mencionada, debido a la imposibilidad de poder cruzar el río.
En la hacienda Desagravio había un tambo donde los parroquianos del lugar, gustaban de jugar casino y beber unos aguardientes, era casi
común ver a los Huáchanos tanto de Amay así como de la campiña y Hualmay, armar sendas jugadas de casino hasta pasada la media noche.
Colillas de cigarros y olor a aguardiente era el ambiente del lugar donde se desarrollaban las más emocionantes partidas de cartas. Briscan,
Setenta, Veintiuno, casino individual y en parejas, noventa, era mayormente las partidas pactadas por los asiduos asistentes al tambo.
Fue así como entre tantas partidas entre campiñeros y amayunos, se da siempre como ganadores al equipo de Amay, los campiñeros
acuerdan hacerles una pasada de chancho, es decir que cuando estén perdiendo la partida, se aparecería un chancho, Quien votaría la mesa
desbaratando las cartas, y ellos echarían al animal rápidamente del lugar de los hechos, como si no hubiese pasado nada. Fue tanta la ira de
los amayunos que acordaron atrapar al ocioso chancho y castrarlo, ya que los amayunos tenían la fama en aquellos tiempos de ser excelentes
brujos, alumnos del famoso y temido brujo hualmayuno don Juan Barbón, según ellos los campiñeros estaban jugando sucio y les darían su
merecido.
Fue una noche de luna llena, jugaban acaloradamente, cuando uno de los amayunos utilizando una clave, da la voz de alerta comunicándoles
que el chancho estaba por ingresar al tambo, “La noche esta bien clara, propicio para capar chancho” fue la respuesta de uno de los jugadores
que estaban carteando sobre la mesa.Los campiñeros barajaban sus cartas como si no pasara nada y en esos momentos, ingrésale animal
raudamente al salón de juego, el chino Manuel dueño del tambo, palo en mano espantaba al animal, siendo reducido por los campiñeros que
sabían de la chanchada, pero en ese instante, mientras unos campiñeros impedían al chino que golpeara al animal, los amayunos se
abalanzaron sobre el porcino, logrando atraparlo y una vez que lo tenían bien sujetado, le ataron las patas y procedieron a castrarlo.
Según los amayunos se tenían que quemar las criadillas del chancho, para saber si este en realidad era un brujo, así fue, procedieron luego a
quemar las criadillas y efectivamente estos votaron gran cantidad de chispas.
Al día siguiente los amayunos estaban pendientes de quien faltaba a la formación de los trabajadores, al momento de la repartición de las
tareas diarias, ese día todos llegaron, al día siguiente de igual manera no falto nadie, pero al tercer día falto un trabajador de San Lorenzo, no
estuvo presente en la formación, los amayunos al indagar sobre la falta del individuo al trabajo, les dijeron que este había muerto castrado por
unos desconocidos. Solo de esa manera se enteraron que uno de su compañero de trabajo, era uno de los brujos más famosos en todo San
Lorenzo y la campiña Huachana.

TRADICIONES DE MI TIERRA

Huacho tierra de Brujos y Curanderos: Se dice que en la campiña de Huacho por los años 50 existían gran cantidad de brujos y curanderos
que tuvieron una fama a nivel nacional, cuentan que desde el norte del país llegaban brujos y curanderos para aprender algunos secretos de
sus colegas Huáchanos,José Yancunta, Román Lucho, Borcio Grados, Gamaniel Villanueva, Augusto Salvador, los Hermanos Ortiz, Daniel
Martínez y su esposa la reconocida bruja por gran fineza Rosario Romero Llontop, entre otros.
Se dice también que por esos años existía una gran rivalidad entre los brujos campiñeros y los brujos de Amay. Unos de los referentes fue
nada menos que José Yancunta, vivió en el barrio de Luriama en pleno corazón de la campiña Huachana, fue un personaje de mediana
estatura con rasgos de un típico hombre campiñero. Según contaba don Alcibíades Sipan La Rosa era un personaje muy simpático y amigable
que transitaba de noche por Luriama con destino a la toma de agua y que a pesar de su ceguera reconocía y saludaba a las personas por su
nombre cuando se le cruzaban por el camino, de igual manera cuando paseaba con su caballo blanco al trote sabía donde había sequiones
para saltar la valla. Yancunta era un excelente jugador de gallos, cuentan que cuando apostaba por algún gallo en particular el aficionado
apostaba detrás de él, pues se decía con tan sólo escuchar cantar al gallo sabía el color, tamaño y textura del galpón en competencia.De igual
manera del brujo Daniel Martínez, cuentan que este personaje era un gran preparador de Gallos de pelea, se dice que en Huaral (Aucayama)
durante la final de una pelea de gallos este personaje se convirtió en un fino galpón para ganar la gran final y luego tuvieron que sacarlo metido
en un cajón para que los morenos de Aucayama no lo linchen, porque un brujo y también gallero de Amay corrió la voz que el gallo ganador
era nada menos que el brujo huachano Daniel Martínez y al voltear la mirada los presentes se dieron cuenta que efectivamente don Daniel
estaba todo sudoroso y cansado. Así mismo se dice por versiones orales de antiguos campiñeros que en noches de luna llena la señora
Rosario Romero se convertía en una finísima paloma blanca y volaba hacia el panteón para hacer sus rituales invocando el espíritu de los
difuntos famosos de la campiña Huachana, se dice que fue la bruja mas fina en toda la zona y que para ella no había nada imposible. También
se cuenta que cuando Borcio Grados, conocido y famosísimo brujo de Santa Maria quería hacer una broma a cualquier amigo, esté se
convertía en chancho a punto de la media noche, o de lo contrario se subía a una higuera completamente desnudo para restablecer su poder y
cautivar así a sus seguidores.
LA HUASA, ÚLTIMA TERRATENIENTE DE SANTA MARÍA
Allá por los años 1890, existió en la campiña de Santa María, un personaje muy querido y ligado al desarrollo de la campiña. “La Huasa” una
de las ultimas terratenientes de descendencia Inca en nuestro pueblo, se dice que esta importante dama tenia sus dominios en casi toda
Pampa de Animas, Jopto y Santa Rosalía. Gran parte de sus tierras eran netamente agrícola, se dedicaba también a la ganadería y a la
crianza de aves, contaba con un gran numero de peones, en su mayoría descendientes incas que tenían sus moradas en la parte alta de la
campiña, es decir por los arenales que hoy existen por la Pampa de Animas y el camino que va hacia Santa Rosalía.

Estos personajes según versiones orales de la fecha, eran hombres callados, de baja estatura y de piel trigueña y poco comunicativa, pues
gran parte de ellos no se relacionaban mucho con los demás trabajadores procedentes de otros lugares de la campiña y del barrio de Amay,
que prestaban sus servicios en los fundos de la referida señora.La Huasa, era una típica mujer de armas tomar, de carácter fuerte y voz
gruesa, que a la mínima expresión ordenaba a sus peones cumplir con sus faenas diarias; Acostumbraba a supervisar sus campos diariamente
montada en su caballo blanco, mujer de cabellos largos y rubios que le llegaban hasta la cintura, su tez trigueña curtida por el sol del campo le
hacia mas temible, toda vez que a menudo se le veía cabalgar con su pistola al cinto.

Esta famosa terrateniente Huachana fallece a la edad de ochenta años, su velatorio fue al aire libre, debido a la gran cantidad de personas que
le acompañaron, especialmente los nativos llegados de Pampa de Animas, Jopto, Santa Rosalía, Cañaveral, Amay y un gran sector de la
campiña, a quien ella dio protección y trabajo por muchos años.Fue enterrada en la zona que hoy se conoce como el cerro el Panteón, según
contaron personas de aquella época, se dice que la señora Rosario Romero Llontop, conocida bruja y curandera de la campiña Huachana,
esposa del famoso brujo de Luriama don Daniel Martínez, contaba que ella quería extraer los restos de la famosísima Huasa, que pernoctaban
en su tumba, y no podio hacerlo toda vez que una fuerza sobre natural lo impedía, insistió por repetidas veces y no pudo sacar el cajón con los
restos de la mencionada occisa.

La fuerza era tal que la señora Rosario termino convulsionando en el lugar, perdiendo así una vez toda fuerza para sus rituales de brujería y
curanderilla.Se dice que la Huasa descansa en el cerro el panteón rodeada de todas sus joyas y enceres valiosos, según versiones de cómo se
acostumbraban a enterrar a los personajes importantes de esa época, mas aun si estos eran de descendencia Inca. La noche llegó,
acompañada de una hermosa luna llena, junto a ellas el café que nos sirvió la esposa de nuestro amigo Víctor, se sentía el aroma de café
campiñero natural tostado al fogón y molidos a batan, todo natural. El cuerpo comenzó a entrar en calor el reloj marcaba las siete con treinta
minutos y de repente se escuchó la risa de don Julio, estoy acordandome de una cosa dijo, Victor de muchacho tenia miedo pasar por la casa
de la señora Rosario, una noche un grupo de amigos lo correteamos hasta su casa, no se le vio salir como tres meses. jajajajaja. Así
terminamos una amena charla despues de escuchar el misterio de la Huasa.

EL CIGARRERO DE HUACHO

(Cuento tradicional sobre unos amores que tuvo el diablo)


A poco más de veinticinco leguas de Lima hay un pueblo delicioso por lo benigno de su temperamento, por la fertilidad de su campiña, por lo
sabroso de su fruta y, más que todo, por la sencillez patriarcal de sus habitantes; si bien es cierto que esta última cualidad empieza a
desaparecer, para dar posada a los resabios y dobleces que son obligado cortejo de la civilización.

Modesta villa de pescadores y labriegos, Huacho se encuentra situada en la ribera del mar y a una legua de Huaura, lugar famoso de los
anales de nuestra guerra de independencia por el asilo que durante largos meses prestó al general San Martín y la reducida hueste de
patriotas con que mantuvo en constante alarma al poderoso ejército realista.

Sin embargo de su proximidad a la capital de la república, los huachanos creen en el diablo y en las brujas; y notorio es que Huacho es el único
punto del mundo donde se conoce al maligno con el nombre de don Dionisio el cigarrero.

Añeja costumbre es en nuestros pueblos hacer por Pascua de Resurrección —82→ un auto de fe con la efigie del apóstol que vendió a su
Divino Maestro por la miseria de treinta dineros. Pero los huachanos no condenan al pobre Judas a la chamusquina; antes bien lo compadecen
y perdonan, pensando piadosamente cuán grandes serían los atrenzos de su merced cuando por tan roñosa suma cometió tan feo delito.
¡Quizá la situación de Judas era idéntica a la que hogaño aflige a los pensionistas del Estado!

La víctima que sacrifican los huachanos es la imagen del desventurado don Dionisio.

El huachano no concibe que sea honrado ni buen creyente el prójimo que tuvo la mala suerte de recibir con la sal del bautismo el nombre de
Dionisio; y es fama que habiendo pasado por el pueblo en 1780 don Dionisio de Ascasibar, visitador por su majestad de las reales cajas del
virreinato, se arremolinaron los habitantes y resolvieron ejecutar con tan caracterizada persona una de pópulo bárbaro. Por fortuna su señoría
tuvo oportuno aviso del zipizape que iba a armarse, y anocheció y no amaneció en poblado. Y luego dirán que es bellaquería de poeta aquello
que dijo Espronceda de que

«[...] el nombre es el hombre


y su primer fatalidad su nombre».

Yo de mío he sido siempre dado a andar de zoca en colodra con los refranes y consejas populares. Tanto oí nombrar al Cigarrero de Huacho
en las diversas ocasiones que he vivido en amor y compaña con las honradas gentes de Luariama y la Cruz Blanca, que a la postre me invadió
la comezón de conocer la historia del supradicho don Dionisio, y hela aquí tal cual de mis afanes rebuscadores aparece.

Cúponos en fortuna o en desgracia nacer en este siglo de carbón de piedra, tan dado al romanticismo de Víctor Hugo como poco amante del
que se estilaba en los días de don Pedro Calderón de la Barca. Y a fe que si ahora cuando se escribe una relación de amores, precisamente
han de entrar en ella puñal y veneno, en los benditos tiempos de la capa y espada, tiempos de babador y bombilla para la humanidad, todo era
serenatas y tal cual zurra a los alguaciles de la ronda. No embargante, si alguna vez relucía la fina hoja de Toledo era en caballeresca lid, y los
desafíos se realizaban en apartado campo hasta teñirse en sangre el hierro.

Parece que el romanticismo de nuestros abuelos no había descubierto que las más guapas armas para un combate son dos botellas de lo tinto,
y el mejor palenque una buena mesa provista de un suculento almuerzo con trufas, ancas de ranas y pechuguillas de gorrión. Dios, el rey y la
—83→ dama constituían el código de la honra. ¡Qué atraso y qué tontuna de gente! Hoy armamos un lance con el lucero del alba sobre la
propiedad de una pirueta del cancán, y aunque la sangre no llega al río, convengamos en que esto es saber apreciar la negra honrilla, y que lo
de nuestros abuelos era burbujas y chiribitas.

Por entonces estaba aún en el limbo y no se conocía en este cacho de mundo el respetable gremio que hoy se llama de las madres jóvenes,
asociación compuesta de muy talluditas jamonas, constituidas en confidentes de las coqueterías y picardihuelas de sus hijas, y que por cuenta
propia saben también dar un cuarto de escándalo al pregonero.

Antiguamente, es decir, antes de la independencia, una madre era lo que había que ser. ¿Sacaba una hija los pies del plato? Tijera con ella y
pelo abajo, que los hombres no gustan de motilonas. ¿Se quedaba dormida en el interminable rosario? Sin disputa, la niña debía tener la
cabeza llena de pensamientos mundanos, y para hacerla entrar en vereda la encerraban en el cuarto obscuro hasta que, obtenida licencia del
provisor, iba a un monasterio, donde la enseñaban a hacer pastillas de briscado, niños de cera, mazapán, confitados y tortitas. Además, por
justos o verenjustos, el palo de la escoba andaba bobo, y había cada pellizco o mojicón, que no un cardenal, sino un conclave de cardenales
formaba en los delicados cuerpos de las muchachas. Una madre no tenía más rey ni roque que su soberana voluntad. ¡Aquella si ora
autocracia, y no la del azar de Rusia! En Dios y en mi ánima, bellas lectoras, que hay por qué felicitaros de no haber alcanzado la época del
faldellín. Ahora, bajo el imperio de la crinolina y otros postizos, cuando la hija habla tú por tú a los que la dieron el ser, una madre tiene que
hilar muy delgado, y a nadie se asusta con antiguallas. ¡Bonito genio gastamos en el siglo XIX, para que os vengan con rapaduras, encierros y
coscorrones!

II

Era, a mediados del pasado siglo, la noche de la verbena de San Juan. Como costumbre española, se había introducido entre nosotros la de
que toda niña de más de quince abriles encendiese aquella noche un cirio ante la imagen del precursor de Cristo. Al sonar las doce, las
muchachas asomábanse presurosas a los balcones y ventanas, y eran agradablemente sorprendidas por los galanes que, al son de una
bandurria o vihuela, cantaban amorosas endechas y quejumbrosos yaravíes. Ellas creían que el cantor había caído como llovido del cielo, y
harto cristianas eran para darle calabazas.

Hacía dos meses que doña Angustias Ambulodegui de Iturriberrigorrigoicoerrotaberricoechea, viuda de un vizcaíno empleado en el real
Estanco, se había establecido en Huacho en compañía de su hija Eduvigis, muchacha capaz de sacar de sus casillas al mismísimo San
Jerónimo, y de hacerle arrojar a un pozo la piedra y la disciplina con que se atormentaba en el desierto.

No osaré jurar que aquella noche había encendido Eduvigis una candelilla a San Juan para que la favoreciese con un quebradero de cabeza;
pero sí que la chica se encontraba aún despierta y vestida a media noche, y que se asomó al ventanillo apenas oyó los acordes de una
guitarra, manejada con mucho rumbo y salero. De seguro que el de la serenata no cantaría coplas como la que oímos a un galancete de
villorrio:

«Cuando doblen las campanas


no preguntes quién murió;
porque, ausente de tu vista,
¿quién ha de ser sino Pepe González?».
sino tan salerosas e intencionadas como esta:

«El amor que te tengo


lo he confesado,
y el confesor me ha dicho
que no es pecado;
que es natural
quererse ellos y ellas
por caridad».

Seguidilla va y seguidilla viene, el cantor llevaba trazas de esperar a que despuntase el alba para poner punto a las ponderaciones y extremos
de su amor; pero vino a aguar la fiesta el ruido estridente de un bofetón y una voz catarrienta que decía:

-¿Te gustan villancicos, descocada? Pues sábete que rondador que te requiera de amores ha de entrar por la puerta sin escandalizar el barrio.
¡Charquito de agua, no serás brazo de mar!

Y semejante a las brujas de Macbeth, asomó por el ventanillo un escuerzo en enaguas, con un rostro adornado por un par de colmillos de
jabalí que servían de muletas a las quijadas, como dijo Quevedo.

-¡Arre allá, señor de los ringorrangos, dominguillo de higueral, y vaya vuesa merced a trabucar el juicio a mozas casquilucias y de menos
trastienda que mi hija!

No sabemos si el susto que le inspiró tan infernal aparición o una ráfaga de viento arrancó al galán el embozo, y a la escasa luz que salía por el
ventanillo reconocieron la asendereada Eduvigis y la furiosa viuda de Iturriberrigorrigoicoerrotaberricoechea al personaje de quien hablaremos
en capítulo aparte.

III

Por la misma época en que doña Angustias y su hija se establecían en Huacho, llegó al lugar un mancebo de veinticinco años, buen mozo, de
aire truhán y picaresco y que probó ser hombre de escasos haberes, pues arrendó un miserable tenducho en el que estableció una
humildísima cigarrería. La curiosidad de los vecinos no dejaba en reposo al forastero, quien, dicho sea de paso, no gustaba de poca ni mucha
conversación con los huachanos. Un mozo tan nada amigo de amigos tenía que ser la comidilla de la murmuración.

Una tarde llegaron dos viejas a la tienda, y después de comprar cigarros se propusieron meter letra con el forastero, y entre otras preguntas,
más o menos impertinentes, hubo las que consigna este diálogo.

-¿Y desde dónde ha venido usarced?

-Desde el Purgatorio.

La interpelante dio un salto, imaginándose que era ánima en pena quien en realidad había residido en un frigidísimo mineral de Cajamarca
llamado Purgatorio. Repuesta de su espanto la curiosa vieja, aventuró otra pregunta.

-¿Y qué piensa usarced hacer en Huacho?

-Cigarros y diabluras.

Nueva sorpresa para las viejas.

-¿Y qué edad tiene?

-¡La del demonio! -contestó fastidiado don Dionisio.

Aquí las viejas se santiguaron y salieron a escape de la tienda. Las contestaciones del cigarrero corrieron de boca en boca con notas y
comentarios, llevando a todos los ánimos la convicción de que el forastero era por lo menos hereje y que el mejor día tendría Huacho la visita
de algún comisario de la Santa. Contribuyó también a que el vecindario lo mirase como huésped peligroso la circunstancia de que no le besaba
la mano al padre cura ni asistía a la misa dominical, pecadillos que en aquel siglo bastaban para que un prójimo tuviese que habérselas con los
torniceros de la Inquisición.

IV
Alguien dijo que la mujer es espíritu de contradicción. El bofetón, bien sonado y mejor recibido, bastó para que la chica tomara a capricho
corresponder al cigarrero, y entendido se está que si no se repitió la serenata fue porque los billeticos y las citas misteriosas por la puerta falsa
menudeaban que era una maravilla.

Una noche encontrose doña Angustias con que la paloma había volado del nido, y aquí fue el tirarse de las greñas y dar desaforados gritos.
—86→

-¡Hija descastada! Permita Dios que cargue con ella el patudo.

-¡Jesús! ¡Jesús! ¡Alabemos que alzan! -decían escandalizadas las vecinas-. No eche, señora, maldiciones; que al fin la muchacha ha salido de
sus entrañas.

-¡Sí! ¡Sí! -insistía la inflexible vieja-. ¡Que la alcancen mis palabras! ¡Que se la lleve el demonio!

Y no hubo acabado de proferir esta frase cuando sintiose una detonación. La cigarrería de don Dionisio era presa de las llamas, y es fama que
la atmósfera trascendía a azufre. Para los huachanos fue donde entonces artículo de fe que el diablo, y no un galán de carne y hueso, era el
que había cargado con la muchacha desobediente y casquivana.

Aunque nadie volvió a tener en Haucho noticia de Eduvigis ni de su amante, yo te diré, lector, en confianza, que el incendio fue un suceso
casual; que no hubo tal azufre ni cuerno quemado sino en la sencilla preocupación del pueblo; que don Dionisio no tenía de diablo más que lo
que tiene todo mozo calavera que se encalabrina por un regular coramvobis; y que, huyendo de las iras de doña Angustias, se dirigieron las
amorosas tórtolas a Trujillo, donde una tía del galán les brindó generoso amparo.

Guárdame, lector, secreto sobre lo que acabo de confiarte; pues no quiero tomas ni dacas, dimes ni diretes con mis amigos de Huacho. ¿Qué
me va ni qué me viene en este fregado para meterme a contradecir la popular creencia? Yo no he de ser como el cura de Trebujena, a quien
mataron penas, no propias, sino ajenas. Lo dicho: don Dionisio fue el mismo Satanás con garras, rabo y cornamenta.

Si los huachanos creen a pie juntillas que el diablo les vendió cigarros, no he de ser yo el guapo que me exponga a una paliza por ponerlo en
duda. ¡Sobre que un mi amigo de esa villa guarda como reliquia un par de puros elaborados por don Dionisio!...

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