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VAN DE VELDE, H. (2008) Educación Popular.

Centro de Investigación, capacitación y


acción pedagógica (CICAP)/Facultad Regional Multidisciplinaria (FAREM). Estelí:
CICAP/FAREM. Colección: Cuadernos del Desarrollo Comunitario; N°3. pp. 70-73.

Educación Popular

3.3. RELACIÓN PRÁCTICA-TEORÍA-PRÁCTICA

Como lo señala Freire, la concepción dialéctica del aprendizaje se manifiesta esencialmente en


la unidad práctica-teoría-práctica, que el equipo del Instituto Cooperativo Interamericano (ICI)
de Panamá explicita así:

La práctica y la teoría tienen una vinculación íntima. No puede entenderse


una sin la otra. Ambas se influyen y se determinan mutuamente. Nuestro
actuar condiciona nuestros conocimientos y al mismo tiempo, nuestros
conocimientos condicionan nuestro actuar1.

A continuación, retomaremos los tres momentos que el ICI distingue en esta relación,
enriqueciendo sus aportes con los de Carlos Núñez.

3.3.1. La práctica social

Entendemos por práctica social a nuestro actuar sobre la realidad natural y


social, es decir, todas las actividades que realizamos para sobrevivir, para
mejorar y transformar el mundo que nos rodea.

Son las acciones (hechos y pensamientos) que realizamos como personas,


grupos, clases o naciones, en forma consciente e intencionada, para crear,
modificar o transformar constantemente la realidad en que vivimos. Así la
práctica social puede ser: productiva o económica, una práctica organizativa,
una práctica cultural o una práctica histórica.

Por su parte, Carlos Núñez indica una diferencia sustancial entre ‘partir de la realidad’ y ‘partir
de la práctica’.

Pero esa realidad no existe como tal, ajena al hombre y a la sociedad; es el


accionar individual, grupal, colectivo, consciente e intencionado y a todos
niveles, la que crea, modifica y transforma constantemente a la misma
realidad. A esto llamamos ‘práctica social’2.

Más adelante, Núñez precisa todavía:

En síntesis, el punto de partida en esta propuesta metodológica es buscar el


autodiagnóstico de la organización o grupo en la realidad objetiva en la que
se encuentra; de las acciones que en esa realidad realiza en orden a
transformarla; y sobre el nivel de conciencia e interpretación que sobre la
realidad y sus acciones, tienen. Y en esta interpretación, no sólo influirán
aspectos objetivos, sino también toda la carga subjetiva (connotativa) que
de hecho se tiene3.

Con respecto a la investigación-diagnóstica de la realidad, Paulo Freire nos dice:

1
Moreno M. del P. y otras/os, op. cit., p. 42 42 Núñez Carlos, op. cit., p. 57-71.
2
Núñez Carlos, op. cit., p. 57-71.
3
Idem.
VAN DE VELDE, H. (2008) Educación Popular. Centro de Investigación, capacitación y
acción pedagógica (CICAP)/Facultad Regional Multidisciplinaria (FAREM). Estelí:
CICAP/FAREM. Colección: Cuadernos del Desarrollo Comunitario; N°3. pp. 70-73.

Estoy haciendo una investigación porque tengo sumo interés de conocer la


realidad para poder transformarla. Esto no significa sin embargo, que yo
deba distorsionar esta realidad en mi análisis para adecuar mi intención
revolucionaria con datos que no son reales. Por eso es que insisto: no critico
la neutralidad de la ciencia, ni la neutralidad de los científicos, sino que
repito aquí lo que siempre digo: “toda neutralidad afirmada es una opción
escondida”, no puede ser de otra forma. Esto no significa que el científico
social deba someter su trabajo científico para desvirtuar la realidad que
busca conocer, a su acción política o ideológica. Lo que él tiene que hacer,
es poner su ciencia al servicio de su acción política y esto todos lo hacen;
porque aquellos que dicen que no lo hacen, lo están haciendo,
precisamente, por asumir una neutralidad que no existe4.

Siguiendo con el aporte del ICI con respecto a la unidad práctica-teoría-práctica, subrayan la
importancia de la práctica como fuente de conocimiento.

Dentro de esa unidad fundamental, la práctica es el fundamento de la teoría


y es la finalidad del proceso de conocimiento. Si queremos comprender una
cosa, tenemos que entrar en contacto con ella, tocarla, olerla, verla
funcionando, utilizarla. Si queremos conocer la realidad, debemos estar
adentro de ella, participar de ella. Por ejemplo, si queremos entender el
problema del analfabetismo en una comunidad indígena, debemos
acercarnos a esta comunidad y ver cuántas personas analfabetas hay, qué
acciones se han realizado, si la gente quiere o no alfabetizarse, etc.

En otras palabras, nuestro conocimiento sólo puede existir y desarrollarse


gracias a la confrontación con el mundo real5.

A la vez, la práctica es el criterio de verdad y fin de aprendizaje.

Siguiendo el ejemplo anterior, los conocimientos que adquirimos sobre el analfabetismo en las
comunidades indígenas, deben ser aplicados en una nueva práctica que ayude a resolver el
problema.

La importancia de la teoría es pues la que sirve de guía para la práctica. Una teoría interesante,
que sólo se discute, se escribe y se archiva, por muy buena que sea, es letra muerta. Por otro
lado, la única forma de saber si nuestro conocimiento sobre algo es falso o verdadero, es
probándolo en la realidad concreta, en la realización de actividades prácticas que verifiquen su
validez.

Pero la práctica no habla por si misma. Ella debe ser analizada e interpretada, a través de la
reflexión, la crítica. Sin esta comprensión teórica, la práctica permanece oculta. De allí, la
importancia de la teoría, no sólo como una guía para la práctica, sino como un instrumento
para comprender la práctica realizada.

En el ejemplo anterior, si hemos implementado algunas acciones para enfrenar el


analfabetismo en las comunidades indígenas, necesitamos evaluar, analizar los resultados

4
Carlos Torres Novoa, op. cit. p. 71.
5
Moreno M. del P. y otras/os, op.cit., p. 42-68.
VAN DE VELDE, H. (2008) Educación Popular. Centro de Investigación, capacitación y
acción pedagógica (CICAP)/Facultad Regional Multidisciplinaria (FAREM). Estelí:
CICAP/FAREM. Colección: Cuadernos del Desarrollo Comunitario; N°3. pp. 70-73.

concretos, volver a reflexionar sobre nuestro trabajo. Así, esta reflexión teórica nos ayuda a
una comprensión más profunda de nuestra práctica y vamos logrando que ésta se vuelva más
eficaz.

La práctica enriquece el conocimiento y éste enriquece una nueva práctica. Esta unidad
teórico-práctica dentro de la vida de la organización, forma una especie de espiral: practicar,
conocer, practicar de nuevo, conocer otra vez. Esta espiral es ascendente, es decir, que cada
vez nuestra práctica y nuestros conocimientos alcanzan un nivel más elevado y en esa medida
nuestra lucha por transformar la sociedad, también se hace más eficaz.

Sobrevalorar uno de los dos elementos de esta unidad indisoluble, tiene consecuencias
importantes: activismo o teoricismo. Si le damos más peso a la teoría en sí misma, y nos
quedamos en reflexionar y analizar el problema o la situación, en buscar muchos libros, pero
no proponemos alternativas o soluciones viables, caemos en el teoricismo. Pero también está
en el lado contrario, la tendencia a sobrevalorar la práctica y tener una actitud de desprecio
hacia el aporte de la teoría. Se actúa sin plan, sin reflexión ordenada, sin evaluar las acciones.

Nos dejamos absorber por las coyunturas, cometiendo siempre los mismos errores. La
reflexión y profundización teórica sobre la realidad es considerada ‘una pérdida de tiempo’ o
‘un lujo que no podemos darnos’. Esto impide el avance del trabajo y trae como consecuencia
el estancamiento de las organizaciones.

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