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Introducción
El presente trabajo tiene el propósito de comunicar resultados y avances de una
investigación en curso. La misma, tiene por objeto reflexionar acerca de un conjunto de
problemáticas que actualmente, se debaten en torno a la emergencia, conformación y
desarrollo de un campo conflictivo: el de la “literatura infantil y juvenil”.
Tomando como punto de partida los aportes realizados por María Adelia Díaz Rönner
en Cara y cruz de la literatura infantil (1989), probamos explorar la posibilidad de
desarrollar un decir específico a propósito de los textos literarios para niños. Para ello,
efectuamos una lectura crítica de un corpus de relatos o narrativas destinadas a los más
chicos, e intentamos asimismo, reconstruir lo que llamamos modos de inscripción y/o
filiación de una “literatura menor” -la literatura para niños y jóvenes- en los sistemas y
tradiciones de la “literatura mayor”, tanto argentina como universal.
Básicamente, construimos cinco series literarias (Tinianov, 1927) e indagamos un
conjunto de estrategias discursivas que consideramos altamente operativas en cada
uno de los textos escogidos. Intentamos demostrar cómo éstos ensayan, mediante
aquéllas, múltiples respuestas y configuraciones textuales alternativas (aunque no
canónicas) que nos permiten hablar, sobre todo y fundamentalmente, de propuestas y
de escrituras esencialmente literarias.
Finalmente, entendemos que la producción de un trabajo crítico de lectura respecto de
esta “literatura menor”, podría aportar nuevas líneas analíticas de exploración más
apropiadas o productivas para continuar reflexionando, teóricamente y de un modo más
específico, acerca de los textos literarios que, como afirman Ana María Machado (1998)
y Graciela Montes (2003), también pueden ser leídos y disfrutados por chicos.
Objetivos
Efectuar una lectura crítica de un corpus de textos literarios para niños y jóvenes, de
manera tal que nos permita reconstruir los modos de inscripción de la “literatura
infantil y juvenil” en los sistemas y tradiciones adscribibles a una “literatura mayor”,
tanto argentina como universal.
Indagar si hay alguna razón que imposibilite a la “crítica de literatura infantil” (si es
que tal discurso existe y si es que lo que hacemos puede ser designado, en parte,
como tal) aprehender el mismo aparato categorial al que habitualmente se recurre
para desarrollar formulaciones críticas acerca de una obra literaria para adultos.
Metodología
1
Docente graduada de la carrera de Profesorado de Letras (FHUC-UNL); Estudiante avanzada
de la Licenciatura en Letras.
Las nociones teóricas desde las cuales leemos, interpretamos y analizamos los textos
literarios, se basan en una pluralidad de enfoques metodológicos provenientes de
diversas teorías literarias actuales. Igualmente, nuestro trabajo sigue los protocolos de
escritura propios de la crítica literaria.
Resultados
Análisis de textos literarios para niños y jóvenes: isotopías, recorridos de lectura,
configuración de cinco series literarias
Conclusiones
En el desarrollo de esta investigación intentamos demostrar lo que, a falta de una
denominación más ajustada, llamamos modos de inscripción de una “literatura menor” -
la literatura para niños y jóvenes- en los sistemas y tradiciones de la “literatura mayor”,
esto es: la literatura a secas. A este respecto, indagamos las estrategias discursivas a
partir de las cuales entendemos que se lleva a cabo esta inscripción, trabajando
igualmente, algunas problemáticas centrales para el campo de la “literatura infanto-
juvenil” tales como: las censuras de las que ha sido objeto o las superposiciones
disciplinares que habían obstaculizado su desarrollo y que, según Díaz Rönner, también
habían retrasado su la salida de la marginalidad.
De la misma forma, tratamos responder a un interrogante central y, la conclusión parcial
a la que arribamos respecto del mismo, es que no parece haber razones suficientes que
lleven a pensar que la literatura para chicos sea algo esencialmente diferente de la
literatura para adultos, a excepción de que por ‘diferencia’ se entienda la diferida relación
que las palabras, la palabra poética o esencial (para decirlo en los términos de Blanchot)
establece con su receptor u oyente: el lector.
Tampoco encontramos razones sobradamente válidas que conlleven a afirmar que la
crítica de literatura para niños sea o deba ser algo esencialmente diferente de la crítica
literaria a secas, ya que encontramos los mismos problemas, recurrencias u objetos de
interés, a saber: el autor, el lector, la literatura, el propio lenguaje, el género, la relectura,
la reescritura, los diálogos irreverentes con las grandes y no tan grandes tradiciones.
Asimismo, apelamos a las mismas nociones teóricas, leímos los textos literarios para
chicos desde los mismos lugares teóricos desde los que (por ahora) leemos los textos
literarios para adultos, sin que por ello esta crítica haya devenido forzosamente en una
escritura que se cifra en las claves de una “lengua infantilizada”.
Es por estas y otras razones por las que concluimos que la “literatura infantil” es antes
que nada -y más allá del atributo (Saer, 1980)- literatura. Finalmente, porque
entendemos que son los mismos “agentes contraliterarios” y obstáculos epistemológicos
los que condicionan las experiencias estéticas de la lectura y la escritura, ya sea que se
trate de literatura para niños, jóvenes o adultos.