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Ciencias Humanas - Letras

MODOS DE INSCRIPCIÓN DE UNA “LITERATURA MENOR” EN LA


“LITERATURA MAYOR”: REESCRITURA, IRREVERENCIA Y
AUTORREFERENCIALIDAD EN LA LITERATURA PARA NIÑOS Y
JÓVENES

Andrea Soledad Fernández 1


Universidad Nacional del Litoral – Facultad de Humanidades y Ciencias
E-mail: www.fhuc.unl.edu.ar
CAI+D 2005: Obstáculos epistemológicos en la enseñanza de la Lengua y
la Literatura en EGB 3: notas para una agenda didáctica actualizada

Introducción
El presente trabajo tiene el propósito de comunicar resultados y avances de una
investigación en curso. La misma, tiene por objeto reflexionar acerca de un conjunto de
problemáticas que actualmente, se debaten en torno a la emergencia, conformación y
desarrollo de un campo conflictivo: el de la “literatura infantil y juvenil”.
Tomando como punto de partida los aportes realizados por María Adelia Díaz Rönner
en Cara y cruz de la literatura infantil (1989), probamos explorar la posibilidad de
desarrollar un decir específico a propósito de los textos literarios para niños. Para ello,
efectuamos una lectura crítica de un corpus de relatos o narrativas destinadas a los más
chicos, e intentamos asimismo, reconstruir lo que llamamos modos de inscripción y/o
filiación de una “literatura menor” -la literatura para niños y jóvenes- en los sistemas y
tradiciones de la “literatura mayor”, tanto argentina como universal.
Básicamente, construimos cinco series literarias (Tinianov, 1927) e indagamos un
conjunto de estrategias discursivas que consideramos altamente operativas en cada
uno de los textos escogidos. Intentamos demostrar cómo éstos ensayan, mediante
aquéllas, múltiples respuestas y configuraciones textuales alternativas (aunque no
canónicas) que nos permiten hablar, sobre todo y fundamentalmente, de propuestas y
de escrituras esencialmente literarias.
Finalmente, entendemos que la producción de un trabajo crítico de lectura respecto de
esta “literatura menor”, podría aportar nuevas líneas analíticas de exploración más
apropiadas o productivas para continuar reflexionando, teóricamente y de un modo más
específico, acerca de los textos literarios que, como afirman Ana María Machado (1998)
y Graciela Montes (2003), también pueden ser leídos y disfrutados por chicos.

Objetivos
 Efectuar una lectura crítica de un corpus de textos literarios para niños y jóvenes, de
manera tal que nos permita reconstruir los modos de inscripción de la “literatura
infantil y juvenil” en los sistemas y tradiciones adscribibles a una “literatura mayor”,
tanto argentina como universal.
 Indagar si hay alguna razón que imposibilite a la “crítica de literatura infantil” (si es
que tal discurso existe y si es que lo que hacemos puede ser designado, en parte,
como tal) aprehender el mismo aparato categorial al que habitualmente se recurre
para desarrollar formulaciones críticas acerca de una obra literaria para adultos.

Metodología

1
Docente graduada de la carrera de Profesorado de Letras (FHUC-UNL); Estudiante avanzada
de la Licenciatura en Letras.
Las nociones teóricas desde las cuales leemos, interpretamos y analizamos los textos
literarios, se basan en una pluralidad de enfoques metodológicos provenientes de
diversas teorías literarias actuales. Igualmente, nuestro trabajo sigue los protocolos de
escritura propios de la crítica literaria.

Resultados
Análisis de textos literarios para niños y jóvenes: isotopías, recorridos de lectura,
configuración de cinco series literarias

 Relecturas de la tradición en la literatura para niños: Dale campeón de María


Teresa Andruetto, Pedro Urdemales y el gigante de Gustavo Roldán y La
serenata del unitario de Ema Wolf
En esta serie tratamos de evidenciar algunos de los diálogos que la literatura para chicos
establece con otros textos de la “tradición literaria nacional”. No obstante, encontramos
que estos diálogos no siempre son armónicos y nunca son neutrales ya que, volver a
citar una escritura, reescribir un género o releer textos de esa memoria que es la
tradición conlleva, por un lado, a la transformación y el desplazamiento de esa misma
tradición.
La relectura se instala entonces, en estos textos como una sutil estrategia de
recuperación y traducción cultural de lo dado: citar a otros, parodiarlos, releer esos
textos precedentes, constitutivos de la tradición, no son sino algunas de las posibles
formas de colocación frente a lo previo que la “literatura infantil” ha sabido encontrar
para decirse e inscribirse en ese territorio fundamentalmente literario que, hasta ahora,
le había sido negado.

 De la censura. Textualizaciones de la muerte y resignificación de la fantasía en


la “literatura infantil”: Como si el ruido pudiera molestar de Gustavo Roldán y Los
desmaravilladores de Elsa Bornemann
Una vez analizadas las diferentes estrategias de textualización, a partir de las cuales los
relatos de esta serie resisten a la censura -censura de la que la literatura desde siempre
ha sido objeto-, llegamos a la conclusión parcial de que no parece haber razones
suficientes que obliguen a pensar que la literatura para chicos sea algo esencialmente
diferente de la literatura para adultos ya que, temas tabú como la muerte o la
discursivización de la “historia reciente” no se constituyen en tópicos o preocupaciones
privativos de la literatura para grandes o que, necesariamente, estén omitidos en las
“poéticas menores”.

 Reescritura y autorreferencialidad. El autor, el narrador y el lector en la literatura


para chicos: la poética de Silvia Schujer. Los aportes de Triunfo Arciniegas y
Diego Ferrero
En el trabajo textual de esta tercera serie tratamos de demostrar que, al contrario de
estar ausentes o de ser características exclusivas de la literatura mayor, la “literatura
infantil” también supo permitirse reflexionar sobre y desde el lenguaje a propósito de su
propia actividad.
Pensamos que ésta, entre otras tantas operaciones con, desde y sobre el lenguaje,
contribuyen a legitimar estas prácticas de escritura ante todo y fundamentalmente como
literarias.

 Homenajes en la literatura infantil: otra forma de intertextualidad, otra forma de


inscripción. Pablo de Elsa Bornemann y Todos los juegos el juego de Gustavo
Roldán
Ricardo Piglia señala en Crítica y Ficción que Borges, al igual que él, escribe sus
homenajes en términos de ficción. No es otro el factor constructivo de esta cuarta serie.
Indagamos aquí dos propuestas escriturarias que efectúan, más que relaciones entre
textos, homenajes a otras escrituras, tanto de los sistemas como de las tradiciones
literarias mayores.
Pensamos que éste es otro de los procedimientos textuales que ha posibilitado a la
literatura para chicos auscultarse, arribar e inscribirse en el territorio eminentemente
literario de esa otra literatura mayor.

 Del juego entre los lenguajes de la ilustración y la palabra en la literatura para


niños y jóvenes: La ciudad de Ana María Machado y Dragón de Gustavo Roldán
y Luis Scafati
La ilustración -catalogada como un género menor dentro de las propias artes gráficas-
así como el ilustrador de los libros para niños -lejos de ser considerado un artista, un
creador y un autor- siempre fueron marginados, soslayados en tanto que lo visual se
limitaba a cumplir la función de un mero adjunto secundario y funcional a lo verbal,
confinándose a reproducirlo, a imitarlo.
Empero, como intentamos exponer en el análisis de los textos visuales mencionados
más arriba, la ilustración bien puede ser pensada de un modo diferente y funcionar de
manera autónoma en relación a lo lingüístico-verbal, dejando ingresar esa “otra lectura”:
una primera lectura del texto literario que consistirá, antes que nada, en una primera
interpretación del mismo puesta en imágenes.
Finalmente, en el devenir de nuestra actividad indagatoria, comprobamos que la
ilustración en los libros para niños necesariamente demandará para su abordaje,
además de miradas expertas, perspectivas de análisis que se sustenten en “campos de
borde” multidisciplinarios, tales como los que, hoy por hoy, ofrece el enfoque semiótico.

Conclusiones
En el desarrollo de esta investigación intentamos demostrar lo que, a falta de una
denominación más ajustada, llamamos modos de inscripción de una “literatura menor” -
la literatura para niños y jóvenes- en los sistemas y tradiciones de la “literatura mayor”,
esto es: la literatura a secas. A este respecto, indagamos las estrategias discursivas a
partir de las cuales entendemos que se lleva a cabo esta inscripción, trabajando
igualmente, algunas problemáticas centrales para el campo de la “literatura infanto-
juvenil” tales como: las censuras de las que ha sido objeto o las superposiciones
disciplinares que habían obstaculizado su desarrollo y que, según Díaz Rönner, también
habían retrasado su la salida de la marginalidad.
De la misma forma, tratamos responder a un interrogante central y, la conclusión parcial
a la que arribamos respecto del mismo, es que no parece haber razones suficientes que
lleven a pensar que la literatura para chicos sea algo esencialmente diferente de la
literatura para adultos, a excepción de que por ‘diferencia’ se entienda la diferida relación
que las palabras, la palabra poética o esencial (para decirlo en los términos de Blanchot)
establece con su receptor u oyente: el lector.
Tampoco encontramos razones sobradamente válidas que conlleven a afirmar que la
crítica de literatura para niños sea o deba ser algo esencialmente diferente de la crítica
literaria a secas, ya que encontramos los mismos problemas, recurrencias u objetos de
interés, a saber: el autor, el lector, la literatura, el propio lenguaje, el género, la relectura,
la reescritura, los diálogos irreverentes con las grandes y no tan grandes tradiciones.
Asimismo, apelamos a las mismas nociones teóricas, leímos los textos literarios para
chicos desde los mismos lugares teóricos desde los que (por ahora) leemos los textos
literarios para adultos, sin que por ello esta crítica haya devenido forzosamente en una
escritura que se cifra en las claves de una “lengua infantilizada”.
Es por estas y otras razones por las que concluimos que la “literatura infantil” es antes
que nada -y más allá del atributo (Saer, 1980)- literatura. Finalmente, porque
entendemos que son los mismos “agentes contraliterarios” y obstáculos epistemológicos
los que condicionan las experiencias estéticas de la lectura y la escritura, ya sea que se
trate de literatura para niños, jóvenes o adultos.

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