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La ciencia y e

imaginario social
15THIR Diaz
(editora)

Editorial Hiblos
1I I 117.. Esther ÍNDICE
lIlA I.H Icncia y el imaginario social. - la. ed. - Buenos Aires:
Btblos. 1996.
336 pp.; 23 x 16 cm. - (Filosofía) 1'"lll)ras previas 9

1. 101imaginario social y las características de la ciencia 11


ISBN 950-786-104-1
,',)\1 S el ímagínarío social? por Esther Díaz :..................................... 13
1 \ diferencia entre el yo y el sujeto. 15. La incidencia de los discursos y de las prácticas sociales.
1. Título - 1. Epistemología 17. E pacto y tiempo imaginaríos, 18.
iI)r ,,'s Wood: El ímagínarío y los mapas] 21
111('1 neta y el imaginario social. por Esther Díaz : 22
1,1imaginario posmoderno. 23. Administración de la verdad. 24. La pant.alla en lugar del panóptíco,
~. .

IICllllnanuel Lizcano: Las matemáticas y el imaginario social] . 28


1.11dosificación de las ciencias y su relación con la tecnología, por Eduardo Laso 29
• nbcr cotidiano y saber científico, 30. La ciencia. el arte y la religión. 32. Ciencia pura. ciencia
ipltcada y tecnología. 34. Clasificación de las ciencias. 38.
1, /llra n Habermas: Legitimación por medio del éxíto] 40
IN stor Restivo: La universidad de la hamburguesa] 41
I \ htsíorta de la ciencia: sus motores. sus frenos. sus cambios. su dirección, por Javier F1tp: 43
Los obstáculos epístemológícos, 44. La insuficiencia de una historia interna de la ciencia, 47. Del
c:onoclmiento práctico a la ciencia: una continuidad, 49. Externa e Interna. la historia es una sola.
l. El motor de la historia contemporánea, 53.

11.I~Iconocimiento: del sujeto trascendental a los sujetos históricos 57


1 1 prácticas sociales y el surgimiento de la ciencia moderna,
por E/ba Coleclough, Claudia Mora y Juan Gabriel Wille 59
Los fundamentos metafisicos de la ciencia moderna. 59. Un nuevo mundo. un nuevo hombre. 64.
IAIciencia en la modernidad, 68.
ICIconocimiento en Kant, por Juan José ColeUa y Silvia Diwla Macso 76
ICIsujeto de conocimiento, 76. Kant y el esquematismo. 83.
1 1'mas caóticos y azar: los límites de la ciencia moderna. por J\l<;jalldro A. Cerletti 87
Diseño de tapa: Horacio Ossani Iurroduccíón. 87. Un mundo ordenado y reversible. 88. El orden a partir del caos, 90.
Armado: Hemán Diaz NII'lzHchey los sujetos históricos de conocimiento.
pl) J\na María Checchetto, Gabriel Genise y Rubén H. Pardo....................................................... 93
Coordinación: Mónica Urrestarazu NI tzsche, critico del positivismo en el siglo XIX. 93. La problemática del conocimiento en la ftlosofla
" Nietzsche. 96. Nietzsche y el nihilismo futuro: una Illosolla de la Ilnit.ud en la época de la técnica.
© Editorial Biblos, 1998. 101.
1/ • Il1er Díaz: Enigmas del eterno retorno) :.................................................................. 109
Pasaje José M. Giuffra 318. 1064 Buenos Aires.
1111nuevo kantismo, Foucault, por Esther Díaz 111
Hecho el depósito que dispone la Ley 11.723. 10;1
esquema kantiano-foucaultiano de conocimiento. 112. La milltancia rnícrofísíca, 116.

Impreso en la Argentina.
111.1~llmaglnariO social y los métodos cíentílícos 117
lrd n, progreso y objetividad cientifica, por Maria Cristina Campaana 119
~inguna parte de esta publicación, incluido el díseno de la cubierta. puede
Ifll rre TIlUillier: La cuestión del cíentífícísmo] . 125
I cproduclrs~. alm~cenarse o transmitirse en forma alguna. ni tampoco por medio
VIrdad y validez. por María Crístina Campagna 128
alguno. sea este eléctrico, químico, mecánico, óptico de grabación o de fotocopia,
Las funciones del lenguaje, 129. Las proposiciones. 129. Los razonamient.os, 133.
sin la previa autorización escrita por parte de la edilorial.
Itl cmplrismo y la inducción, por María Elena García. Eduardo Laso y J\malia Tocco.................. 138
10;1
pensamiento empirista, 138. El método ínductívo. 145.
lm¡ r so en Segunda Edición, 1r.1rnctonalísmo y la deducción, por Eduardo Laso................ ...................................•... 152
J1'. Rlv ra 1066, 1437 Buenos Aires, I~Imétodo hipotético-deductivo, 158. Falsacíorusmo, 162.
r cp '11 11 a Argentina. 1/ onardo Moledo: La computadora viviente del futuro] 167
1 /Ila [(o/ata: Computadoras bíológícas] 170
1'11 n¡..( 1 d 1998.
1',1 pr \¡.{nll1I1smoy la abducción, por Susana Calvo 172
1/ JY •• rcrllllolllo: frngm mto de Facundol 187
1111111,'111111111 1111,11 :.>,'1

LA CIENCIA Y EL IMAGINARIO SOCIAL

Esther Díaz

En la Edad Me~ia '. el imaginario social respondía a una estructura form I


c~rrad~ s~br~ SI rrusma. Se vivía en una especie de gran útero creado po
DIOS.NI siqtnera la muerte expulsaria al hombre de los espacios surgido
de la omnipotencia divi~a. La casa del Padre contaba con bellos lugar ('
r~servado~ par~ los elegidos, y tenebrosos sótanos para los rebeld '. I
Tierra. resídencía de los seres vivos. era el centro inmutable del univ 1". u, 1
Pero una especie de terremoto histórico conmocionó las bases d ('
~un~o-~efugio. En el acaecer de la modernidad, una recién nacida, 1
cI.e~cla..Impuso sus propias leyes. Se invirtió así la visión de la realid 1,I
hípótesís de q~e la Tier~a ~e mueve se convirtió en ley. No era la primero VI'"
que se enunc~a~a tal hípótests, pero era la primera vez que se decía n 1111
marco de practicas sociales y de discursos que permitían consid r 111, EL IMAGINARIO POSMODERNO
verdadera. Dicho de otra manera. la voluntad de verdad del comienzo 11' 1
~od:rnidad t~leraba que se emitieran enunciados que en otras épo 111
SIquieran hablan sido considerados. bl n. la fuerza de los cambios sociales. políticos, cientifico-técnicos,
.El camb~o de perspectiva respecto del puesto del hombre en el e /:111111 111 1I Y t ticos, acontecidos fundamentalmente a partir de la Segunda
trajo aparejada una serie de consecuencias inquietantes. Si la Ti rr I 111 I1 I Mundial, permite pensar que nuestro imaginariQy-ªno coimide con
mueve. y no lo notamos. puede ser que ocurran muchas otras cosas qu . 1111 l. ,,,1 {('111 gestada en la modernid~d¡. El germen de la dominación de la
afecten directamente, y tampoco nos demos cuenta. Si es cíert , IHII 11 d 11I II z encontraba en el ideario de los fundadores de la ciencia
ejemplo, que los astros del cielo no son perfectos y cambian de form '(' 1111111, 111 • P ro las consecuencias de sus ideales no responden exactamente
puede confiar en la promesa de una morada celestial que nos albergario 1H 11 "11111 t de la modernidad. Ese proyecto incluía también la utopía de
toda la,eternidad? René Descartes (1569-1650). desde la flIosofia, y {'11(h o 1111 I " I \ r li idad de la humanidad en su conjunto.
Calderon de la Barca (1600-1681), desde la literatura. plantean la an rll 1111 No . tr ta. por cierto. de que la ciencia no logre maravillas que hacen
d I nuevo hombre. Si hubo engaño en los principios básicos, es :11 1110 11111 lid ble y duradera la vida humana. Se trat~de que el bienestar no
p nsar que todo lo que deriv-a de dichos principios debe de ser fal o. IIIIIIIZ II or Igual a todos los miembros de la humanidad. La racionalidad
1 11 III I \ 1 plicada a la economía produce cada vez más riqueza, pero ésta
1. El ma stro Hugues de Saint-Victor (1096-11411. constructor d lit ¡ I l' I I v z a menos manos. La tecnología genera adelantos imprevisi-
II . el i qu no s d bía p rd r d vi t qu .. 1h mbre está si tu d Idi , rx O t mbíén d s quilibri~cológicos y desastres bélicos. Hay
dt 11 ('1' 160. ntr lo y I ví 1"1 -".
I 111, 1111 1, qu d p r n. p ro aparecen o as.

" ,
,
111111,1111111111 111'1 d
La ciencia y el imaginario 50('1

d n desestimar, por cierto, los beneficios de la tecnocíencl 1 ono imiento científico y sus aplicaciones ofrece
lIe 10 t unp o los desequilibrios que suele acarrear. Si se atiende a otrr n . Tanto los logros de las aplicaciones científicas
j
le It 11' modernos, como los estéticos y los éticos, se llega a conclusion 1 1 11111 I I 1 mi mas adquieren fuerza pública y -por lo tanto-
hntlar . No se puede negar una mayor circulación de la justícía, tampor IIIIIt ""u'lIlt i 1 an ser difundidos a través de los medios masivos.
111 in impecínada repetición de discriminaciones y genocidios. No se pu d 1 It 111 1 1 , , 11 f nía, los medios gráficos y el cine, en tanto medios

I ' d ñar los desarrollos artísticos acaecidos desde que el moderni 111 di 1 :1I1I1I1l1 16n, interactúan y se potencian con otros medios de
I ronosticó que el arte devendría forma de vida total. Pero lejos está el art 1111 It hlll e OIl1 1 telegrafía, la telefonía, los radares y los si~temas
I haberse instalado como forma de vida universal. lilA I 11 h Y que agregar los que llamaré "medios inte~sIVos ~e
Se puede decir. entonces. que una de las características más importar "" It 11111", 1 onlos relacionados más íntimamente con lamforma-
t del imaginario actual es. justamente, un profundo cambio 11 I "" 111 I 1 I IJJ t S magnéticas, las computadoras. la Internet y todas las
dministración de la verdad. No porque la ciencia no siga generando lo qu I "' 1 1 l'oJl1unicativas de última generación.
e acepta como verdad, sino porque la ciencia -hoy- necesita 01 11 II 1 t 111 imiento de los valores modernos, la razón laica había
instancia para convalidar sus verdades. Esa instancia está dada por le 1111111 Ido J r alidad. Había excluido del dominio de la verdad todo
medios masivos de comunicación. los cuales, paradójicamente, son cí lid 111111 11 íuer sospechoso de irracionalidad. Pero esa razón, potenci~da
aplicada. Pero no es por ello que representan actualmente el papel I 11' IIl1logla., "crió cuervos". No, por cierto, a causa de. que lo~ medI~s
garantía de la verdad. sino porque las prácticas concretas de los indívldur 11 111111 '11' O 1conocimiento científico que los hizo posibles. Smo, mas
les otorgan ese privilegio. La ilusión de transparencia informativa unídu 1 1"111111<' 10 medios, al- convertirse en los voceros de las novedades
la seducción estética de los medios audtovísuales, Iegrarr-I qu '1111 IIlh I I 011 lo interlocutores de las mismas. Aprovechan, enton?es, su
lograban específicamente los santos o los sabíosi conJiabilid . i ev I di 111 Ivll lo. e instauran valores y formas d~ vi~~ que no s~empre
través de la pantalla. entonces debe ser verdad. Y no sólo la verdad 1"111I 11 11 t. tamente a lo que la men~al~dad c~entif¡ca desean~. Los
confirmada por los medios: la realidad misma depende de ellos. Si algo 1 11111 rlllun n ciencia, pero difunden asirrusmo discursos alternativos a
fue registrado por los medios. no es real. 111111(¡ " 1 ntificas oficiales, tales como la homeopatía. la acu.~untura
I 1 11 lit. Urlndan espacios a los debates racionales, pero t"ambIen ~, los
11111 1 , trónícos, a los predecid ores del futuro y a los expertos en
ti Itl I1 ír . Los medias, que sin lugar a dudas permiten qu.e se
ADMINISTRACIÓN DE LA VERDAD I 1 1 111 1 últimas aplicaciones científicas. difunden con el ffilS~O
111 1,.m us errores y sus fracasos, tal como las muertes por ane~te~Ia
11 11111101 da, los embarazos múltiples o la existencia de basura atómica

La verdad interactúa con el poder. Los creadores. poseedores y diuhu " " 1 bl . Todo es mostrable en la dimensión mediática.
tradores de la verdad siempre han sido quienes -de una u otra m IWI 1
ejercieron el poder político. económico. represivo. religioso o tecno i lit 111
Además, todos estos poderes y otros menos públicos. como el pod r f 111111
por ejemplo. resultan de la interacción entre las distintas forma el \ poli LA PANTALLA EN LUGAR DEL PANÓPTICO
de una sociedad.
Pero no se puede negar lo obvio. Lacíencía sigue siendo. a pesar t( te 1 le
un ref~e ~_p"'oder. en tanto garantía ~e verdad. Es asímn IIJ1l 11 11 I P mopttsmo. como diagrama de la sociedad moderna. incidía e.n la~
lemento fundamental en la consolidacíóñ del imaginario social. N (1) I I CI "1 1I oncretas y en los discursos conformadores de la cult~~~ occIde?
I \

te. hay matices diferenciales respecto del concepto que se tenía d 1111 I, 1 1 1 l' )1 trolaba así el mantenimiento del "buen orden burgués . La raza n
la primera mitad del siglo xx. Ya no se propone de manera h milite I 1111 \ I do aquello que se le resistía. Pero las ideologías creadas a la luz
defensa incuestionada del progreso científico. Además. es común 11'111 I I I1 prín tpíos universales de la razón -en su caída- arrastraron el
m nte utilizar un lenguaje avalado por la ciencia para crttí r ul 1111 111,"10 la modernidad. Arrastraron también su diagrama f?~al. El
fa t d la propia actividad ct ntífica. Por ejemplo, el di ur Q '('0111 1 I 11111 1\1 t
ocial posmoderno ya no está regido por un p~opbCO. El
IlIlI ~ proposícton s fund d n ) n írnl nto i ntífl d 111111111 I IIlIpt! omo modelo de una razón amante de. las l~yes ~m~er~~es del
ti i': I I \ U tíon r i rta: '1 It Wi()IH el .nl ñc 1111111'111 I nt . d la ética y de la estética, ha perdido vigencia hístóríca, No
" La ciencia y el imaginario social 101 27

n nuestra sociedad no haya vigilancia, que es uno de los objetivo. di t do ya el


I I P optismo. Al contrario, la electrónica ha exarcebado los controle .
Per 1 vigilancia ya no se presenta en forma de torres visoras, de pupitr .
el v dos, de miradores mecánicos, del "ojoclínico" del médico, ni siquiera
d relojes fichadores. Ahora el paradigma es una pantalla en la que el
hombre se mira y es mirado.
~as grandes empresas tienen pantallas a través de las que vigilan tanto
a clientes cuanto a empleados. En los hogares reina la pantalla de televisión.
En los trabajos, las pantallas de las computadoras y de los circuito
cerrados. Los aviones y los barcos se manejan por medio de pantallas. 1 1
tecnología médica las utiliza para chequear, diagnosticar y operar. Lo
edificios y los teléfonos sofisticados también cuentan con ellas. Los centro
les de las radios, de las discotecas, de las emisiones televisivas y el
cualquier artefacto más o menos actualizado recurren a las pantallas. Lo
diseños gráficos, los proyectos artisticos, las composiciones musicales, lo
tableros de los estadios, los cajeros electrónicos, la información vial y lo
vídeojuegos, entre otras maravillas electrónicas, se nos ofrecen en el m rl'll
material d una pantalla.
A partir de esto, se puede recordar lo que ya sabemos: vivimos n 1
socí dad del spectáculo. Sin embargo, la historia ha conocido con ant 1'10
ridad culturas audiovisuales. Los medievales tardíos, por ejempl ,
solazaban con los vitrales góticos y con la música de los órganos, con lo
coloridos de las ropas y la diversidad edilicia de las ciudades, con los sonido
de la naturaleza y el canto de los juglares. Pero nunca, como ahorr , 1
audiovisual estuvo potenciado por la electrónica. No se trata, por cierto, el
un~.bjº-cuantitativo, sino también ~yfundamentalmente- ('111
,litativo. Y es cualitativo porque es energético.:1a potencia del J1I/'cllll
forma parte del mensaje' Los medios se coñvferten en fin (en final! 11111,
independientemente de que, al mismo tiempo, transmitan mensaj .
Este estado de cosas ha modificado necesariamente el bag jl' d
conceptos, valo~~§...y eJgl~tativas de ~_s sociedades. Una di' 1,
consecuencias más obvia de la constitución de los sujetos a p rth d I
i~aginario-pantalla es el cambio producido en la capacidad de p 1('('1
cion. Las pantallas, a diferencia de los panópticos, muestran una v 1'11'( 1 , I
infinita de movimientos, de colores, de formas, de sonidos. La t 11( 1 11
entonces salta del videoclip armado por otro, esto es, el vídeoclíp plo(ll
mente dicho, al videoclip armado por uno mismo, es decir, el zappln .
ello se agrega la variedad de ofertas visuales y auditivas, el ritmo v 1II1 I
la írnagínería estética, la sobreabundancia de información. En Ilu,
vértigo. Esta realidad concreta está dando cuenta de una Ir 11('( 11
formal del imaginario que concuerda con la actual pluralidad d ()(II 11
morales. La ética contemporánea se asemeja, cada vez más, a un dt'lelo
pío de derechos, desplazando -d m nera notoria- 1 r 111 Idll ti I
1.1 r k ntiano.

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