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OLIVIA KISS
Índice
Sinopsis
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Epílogo
Amor y traición en Las Vegas (Black Diamond 2)
~OLIVIA KISS~
Sinopsis
—Elliot…
Él atrapó ese susurro con los labios. Fue un beso dulce,
casi inocente, y Maggie le rodeó el cuello con los brazos para
no caerse. Sentía que se derretía como un bombón dejado al
sol.
Deseó que él continuara, que se lanzara a su boca y ya no
pudieran parar, pero en el fondo sabía que estaba esperando a
que ella le demostrase que también lo deseaba. Aquello no era
el comportamiento de un hombre pagando por un servicio,
sino el de uno que respetaba a una mujer y que no haría nada
que ella no quisiera.
Ante aquella revelación, Maggie notó que se le humedecía
la mirada, pero no se dejó llevar por esos sentimentalismos,
sino que fue ella misma la que se acercó y mordió el labio del
hombre, que gimió con ganas.
—¿Te parece esta una distracción a la altura? —preguntó
ella con una sonrisa sincera.
La risa de Elliot se ahogó en su boca.
—Y lo mejor es que aquí no hay cámaras, ¿sabes? Solo
estamos tú y yo, Maggie.
—Pues entonces bésame de una vez.
Elliot obedeció. La sujetó con fuerza por la cintura y sus
labios se fundieron. Las lenguas se encontraron y comenzaron
a bailar con desenfreno. Ambos sintieron que todo desaparecía
y que volvían a ser solo esos jóvenes que se habían chocado
una noche. Una chica que buscaba oportunidades en Las Vegas
y un hombre que huía por unas horas de su propio destino.
Elliot la cogió el volandas y la llevó al sofá. Se desprendió
de su americana y se desabrochó los botones de la camisa.
Tendida sobre cojines, Maggie lo miraba embelesada. El
vestido se le había subido tanto que él tenía una visión perfecta
del encaje de sus bragas. Cuando el hombre soltó el botón de
su pantalón, a ella se le secó la boca al ver la dureza que ya
apenas escondía.
Elliot se arrodilló sobre el sofá y separó las piernas
femeninas. Luego se acercó a ella lentamente y comenzó a
besarle el cuello, el escote, los hombros desnudos, hasta subir
a su mentón y acabar el recorrido en sus labios. Era tan dulce
como la recordaba…
Maggie, a su vez, no podía dejar de tocarlo. Sus manos
volaban de un lado a otro, se colaban por la espalda de Elliot,
rozaban su pecho desnudo, se aventuraban por su torso hasta
acariciar la punta dura y húmeda de su pene. Era tan sensual
como lo recordaba…
Cuando ella lo apartó para quitarse el vestido, él sonrió y
ya no hubo espacio para nada que no fuera su deseo.
Elliot le lamió el cuerpo sin descanso.
Maggie le pidió que no parase jamás.
Se desnudaron del todo y se dieron cuenta enseguida de
que su piel recordaba a la del otro. Su conexión era innegable
y ambos se centraron en disfrutarla.
Ella se incorporó y le pidió que se sentara. Cuando Elliot lo
hizo, Maggie se colocó a horcajadas y se dejó caer sobre su
erección con un grito de alivio que él secundó. Las lenguas
enredadas y las embestidas hicieron el resto. E hicieron el
amor durante un tiempo que se les hizo demasiado corto, antes
de compartir un orgasmo ruidoso que los dejó abatidos,
aunque eso no significaba que sin ganas de más.
Elliot se levantó y sacó dos botellas de agua del mueble bar
que tenía la sala. Maggie, sin ocultar su cuerpo, se la bebió
prácticamente de un trago. Cuando se le cayó parte por el
pecho, él se rio y ella le lanzó encima lo poco que quedaba
dentro.
—¿Sabes lo que acabas de hacer?
Maggie se reía a carcajadas ante la mirada lobuna de Elliot,
que no tardó en abalanzarse sobre ella y demostrarle con su
lengua que el fuego de nuevo encendido aún no se había
apagado.
—Señor Black… —murmuró Maggie presa del éxtasis
mientras tiraba del pelo de Elliot con su cabeza entre las
piernas. Que lo llamara de ese modo a él lo excitó
sobremanera.
Notaba su sexo pidiendo más, totalmente recuperado para
un nuevo asalto. Sin embargo, en ese momento solo deseaba
que ella se sintiera la mujer más bonita y deseable del planeta.
—¿Alguna petición?
Ella negó con un gesto rápido y gimió sin pudor.
Cuando Elliot notó que se deshacía entre sus brazos, volvió
a tumbarse sobre ella y la penetró con suavidad, mirándola a
los ojos y acariciándole las mejillas con una dulzura que
provocó que el corazón de Maggie diera un vuelco.
Aún notaba los espasmos de su sexo cuando él comenzó a
moverse muy despacio. Ella se mordió el labio y lo observó
con calma, recreándose en esos ojos brillantes, en su nariz
recta, en su boca perfecta. Sintió que algo en su interior se
aceleraba.
¿Se estaba enamorando de ese hombre? ¿Acaso era
posible?
Decidió quitarse esos pensamientos de encima, y no se le
ocurrió otro modo que besando a Elliot con todas sus ganas y
dejándose llevar de nuevo entre sus manos y bajo sus diestras
caricias.
Aquella vez lo hicieron lento, como si fueran una pareja de
verdad y no una aventura de una noche que no tenía ni pies ni
cabeza.
Al terminar, se quedaron unos minutos abrazados sobre el
sofá y ambos desearon que aquella velada jamás terminara,
pese a que también sabían que la burbuja se rompería en
cuanto salieran de la habitación.
17
Elliot sabía que acababa de cruzar otra línea con Maggie, pero
no le importaba. Había mandado a Evan que se ocupara de
enterarse de dónde vivía, de cuál era su apellido y cuatro datos
más que, sin fallar a su intimidad, le sirvieran en caso de que
las cosas con ese Hunt se complicaran. Era consciente de que
resultaba una falta de respeto hacia ella, pero por eso mismo
no había utilizado dicha información hasta el momento. Le
había hecho prometer a Evan que no se la entregaría a no ser
que consideraran que fuera necesario.
Según conducía en busca de la dirección, Elliot pensaba
que, tal vez, no tenía una razón de peso suficiente para
presentarse en su piso, pero, en el fondo, pedirle perdón le
parecía la más válida de todas y se dejó llevar por su instinto.
Aparcó en el primer hueco que encontró y recorrió la calle
en busca del portal. Cuando llegó a su altura, se percató de que
unas llaves colgaban de la cerradura y se tensó. Aquello no
tenía sentido. Abrió con ellas lo más despacio que pudo y se
internó en la entrada oscura. Atravesó el vestíbulo y se asomó
a las escaleras para ascender hasta el segundo piso, donde
Evan había averiguado que se alojaba Maggie.
Sin embargo, no dio un paso antes de percibir sonidos en el
hueco que quedaba bajo la escalera. Se acercó con mucho
cuidado y entonces los jadeos fueron claros.
—Eres una pequeña zorra. He visto cómo hoy te
contoneabas con ese Black. ¿A él si le dejas que te toque?
Conmigo no te comportabas así, Maggie.
Elliot notó que sus latidos se aceleraban y una sensación de
pánico tan agudo ante la idea de que pudieran hacerle daño
que no pensó en lo que hacía. Se asomó al cuarto oscuro y se
abalanzó sobre aquel tipo que estaba forzándola. A partir de
ese momento, todo fueron gritos, golpes y un forcejeo que
acabó cuando Terry salió corriendo y Maggie se dejó caer
sobre el cuerpo ensangrentado del hombre que la había
salvado.
18
Novelas autoconclusivas
Serie Los chicos del club
Serie Hollywood
Serie Seduciendo
Serie Las chicas Magazine
Serie Besos