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DAVID ARONOVICI
Director de Recursos Humanos
Trident Microsystems Inc.
Crean patrones de excelencia y luego dan el ejemplo para que otros los
sigan. Establecen valores sobre cómo deben ser tratados los poderdantes, los
colegas y los clientes. Como los cambios complejos pueden resultar
abrumadores paralizar la acción, los líderes buscan obtener pequeños triunfos.
Eliminan la burocracia, colocan postes indicadores crean oportunidades para la
victoria.
En nuestras clases y talleres, pedimos a los participantes que nos cuenten una
historia sobre un líder que admiran y a quien estarían dispuestos a seguir. A
partir de este ejercicio, esperamos que descubran por sí mismos lo que se ne-
cesita para tener influencia sobre otros. También tenemos otro objetivo:
queremos que descubran el poder que existe dentro de todos nosotros para
marcar una diferencia.
Todos los participantes nombraron al menos un líder que había tenido gran
impacto en sus vidas. En ocasiones es una figura conocida, una figura del
pasado que cambio el curso de la historia. Algunas veces es un modelo
contemporáneo que sirve como ejemplo del éxito. Y otras veces es una
persona que los ha ayudado personalmente a aprender: un familiar, un amigo,
un miembro del clero, un instructor, un maestro o un gerente.
Son más eficaces para cumplir con las exigencias del trabajo.
Tienen más éxito al representar a sus unidades frente a los directivos
superiores.
Crean equipos con mayor nivel de desempeño.
Fomentan una renovación en la lealtad y el compromiso.
Incrementan los niveles de motivación y la disposición a trabajar con
empeño.
Promueven un mayor nivel de participación de los padres.
Agrandan el tamaño de sus congregaciones.
Recaudan más dinero y otorgan más recompensas.
Amplían la gama de servicios de la agencia.
Reducen el ausentismo, el cambio de personal y las deserciones.
Poseen un alto grado de credibilidad personal.
Además, las personas que trabajan con líderes que procuran guiarse por
estas prácticas se muestran significativamente más satisfechas con las
medidas y estrategias de sus conductores, y se sienten más comprometidas,
emocionadas, vigorizadas, influyentes y poderosas. En otras palabras, cuanto
más se oriente por las prácticas de los líderes ejemplares, más probable será
que tenga una influencia positiva sobre la gente de la organización.
Otros investigadores también han descubierto que los líderes pueden tener
un impacto muy significativo sobre las organizaciones. Bernard M. Bass,
destacado profesional del liderazgo y profesor emérito en la Universidad Estatal
de Nueva York, en Binghamton, ha investigado la naturaleza y los efectos de
dos tipos de líderes: transformadores y transaccionales. Los líderes
transformadores se parecen mucho a los que describimos en este libro:
inspiran a otros a superarse, brindan reconocimiento individual y estimulan a
buscar nuevas formas de pensamiento. Por otro lado, los líderes
transaccionales tienden a mantener una situación estable y suelen obtener
buenos desempeños a cambio de recompensas. (El líder transaccional se
parece mucho a la definición tradicional de manager.) Al evaluar la influencia
de ambas clases de líderes, Bass y sus colegas descubrieron que, aunque los
dos estaban asociados positivamente con la eficiencia, "los factores del
liderazgo transformador... mostraban una mayor relación con la satisfacción y
la eficiencia que los del liderazgo transaccional".
Los líderes pueden marcar una diferencia. Si usted quiere causar un efecto
significativo sobre personas, común des y organizaciones, debe invertir en el
aprendizaje para intensificar al máximo sus aptitudes de líder. Pero primero
debe creer que dentro de cada uno de nosotros siempre vive un líder.
Al igual que estas mujeres, muchos de los líderes que estudiamos no iniciaron
los proyectos de liderazgo sobre los que hablaron y escribieron, pero no
obstante se pusieron a la altura de las circunstancias. Algunos se enfadaron y
se apasionaron. Otros aceptaron una tarea y luego descubrieron algo nuevo y
desconocido en su interior. Tal vez no conozcamos nuestras verdaderas
fuerzas hasta que nos vemos enfrentados a un desafío.
Nos resulta interesante el hecho de que nadie nos haya preguntado: ¿El
management puede enseñarse? ¿Los managers nacen o se hacen?" Estas
preguntas siempre tratan sobre liderazgo y sobre líderes, nunca sobre
management y managers. ¿Por qué este último es considerado un conjunto de
aptitudes y capacidades, mientras el liderazgo es visto como un conjunto de
características personales innatas?
Existe una razón incluso más apremiante para invertir en aumentar sus
conocimientos y capacidades. El profesional de management Peter Drucker
observa que "el recurso económico básico -'los medios de producción', para
emplear el término de los economistas- ya no es el capital, los recursos
humanos o la mano de obra. Es y será el conocimiento". De la economía total,
un 70 por ciento de nosotros está empleada en servicios y un 15 por ciento en
información: un total de 85 por ciento. Y esto se mantendrá, porque al
otorgarse cada vez más importancia a la calidad y el servicio, la cifra de
personas empleadas en trabajos que requieren conocimientos alcanza a un
100 por ciento. No puede esperar que las personas asuman la responsabili -
dad por las mejoras continuas y luego no permitirles que utilicen sus mentes.
Nos hemos convertido en una economía de conocimientos, y sólo al invertir en
ellos podremos esperar mejoras económicas.
No espere a que los demás le digan qué tiene que hacer para mejorar. Prepare
su propia lista de necesidades de desarrollo. Si no tiene claras sus virtudes y
flaquezas, siéntese ahora mismo y comience su evaluación. Pida opinión a las
personas que conozca, y hable con profesionales o colegas para que le
recomienden algunos cuestionarios de diagnóstico. Por ejemplo, si quiere
evaluar cómo se utiliza las prácticas que describimos en este libro, use nuestro
Inventario de Prácticas del Líder (analizado en el Apéndice).
Siga aprendiendo
Todos podemos ser mejores líderes si reforzamos nuestras aptitudes
interpersonales y nuestra capacidad para pensar en forma estratégica. Tome
cursos en áreas funcionales que conozca poco. Aproveche los programas
ofrecidos por su organización, pero recuerde que con frecuencia necesitamos
alejarnos del trabajo cotidiano para obtener una nueva perspectiva; todos
debemos contar con estímulos de otras fuentes. Piense en tomar clases de sus
clientes y vendedores. Ofrézcase como voluntario para participar en programas
de instrucción y desarrollo fuera de la organización. Las conexiones que puede
establecer en estos programas resultan muy valiosas.
Al igual que otros activos, los conocimientos y aptitudes pierden valor si se
los descuida. En el siglo XXI, la clave del éxito (y tal vez incluso de la
supervivencia) -para todos, pero especialmente para los líderes- será el
"aprendizaje vitalicio". El proceso de mejora continua debe aplicarse a cada
uno de nosotros en forma individual, como así también a los productos y
servicios de las organizaciones.
Busque en su interior
Querer conducir y creer que se está en condiciones de hacerlo son los puntos
de partida en el camino del liderazgo. Este es un arte -un arte escénico-, y el
instrumento es el yo. Su maestría llega con la maestría del yo. En definitiva, el
desarrollo del liderazgo es un proceso de desarrollo propio.
Con frecuencia pedimos a los participantes de nuestros talleres que piensen
en un líder histórico a quien quisieran invitar a cenar y conversar. Les decimos:
"Si tuvieran la oportunidad, qué preguntas formularían a esta persona"
Invariablemente, las preguntas son variaciones de estos temas: "¿Qué le hizo
creer que era capaz de hacerlo? ¿Qué le impidió renunciar? ¿Cómo obtuvo el
valor para continuar? ¿Qué hacía cuando se encontraba desanimado o
asustado?" Estas preguntas forman la base del liderazgo, y están en la mente
de todos los poderdantes.
La búsqueda del liderazgo es, antes que nada, una búsqueda interna para
descubrir la propia identidad. A través del desarrollo propio se genera la
confianza necesaria para conducir. En realidad, la confianza propia es la
conciencia de las propias fuerzas y la fe en ellas. Estas fuerzas se aclaran y
refuerzan cuando usted empieza a trabajar para identificarlas y desarrollarlas.
Al empezar esta búsqueda, debe enfrentarse a algunas preguntas difíciles:
Todos los grandes líderes han luchado con sus propias almas. Por ejemplo,
mientras estaba en el seminario, Martín Luther King, Jr. leía permanentemente
sobre historia. Cuanto más leía, más se preguntaba si el amor cristiano podía
ser una fuerza poderosa en el mundo. Dudaba de su propia capacidad para ser
un pacifista. Su fe en el amor se vio profundamente conmovida por la obra de
Nietzsche, donde se glorifica la guerra y se proclama la llegada de una raza
superior para controlar a las masas. No fue hasta que se encontró con las
enseñanzas de Gandhi que recibió la inspiración para guiarse por la disciplina
de la resistencia no violenta. Y leyendo la biografía de Gandhi, King supo que
el mismo abogado hindú había luchado para superar su propia tendencia
alodio, la ira y la violencia. Sólo cuando hubo resuelto sus conflictos internos,
King estuvo en condiciones de abrazar con entusiasmo la filosofía de la no
violencia.
Esta búsqueda personal resulta esencial en el desarrollo de los líderes. Es
imposible elevar a los demás si uno no se ha elevado a sí mismo primero. Al
igual que King, usted debe afinar esas cuerdas disonantes en su interior. Un
profundo conocimiento de la historia y del mundo exterior le permitirá tener
mayor conciencia de los distintos sistemas de valores, de muchos de los
principios que orientan a los individuos, las organizaciones y los estados. No
podrá conducir a otros hasta que haya analizado los valores opuestos que
luchan en su interior.
Cuando tenga en claro los principios que habrán de gobernar su vida, sus
decisiones diarias comenzarán a cobrar "Sentido. El credo personal otorga un;
punto de referencia para navegar las aguas turbulentas de la vida en las
organizaciones. Sin este conjunto de creencias, la vida no tiene timón y uno
queda a merced de los vientos cambiantes de la moda. La resolución de las
creencias conflictivas también conduce a la integridad personal, lo cual resulta
esencial para lograr credibilidad. Un líder con integridad es la misma persona
en casa y en el trabajo, con la familia y con los colegas. Estas personas poseen
un conjunto unificado de valores que orientan sus actos independientemente de
la situación.
Esto no significa que los líderes sean personas unidimensionales con una
mira estrecha en su trabajo. Los líderes pueden tener numerosos objetivos e
intereses: arte, literatura, ciencia, tecnología, entretenimientos, deportes, po-
lítica, leyes, religión y familia. Tampoco implica que los líderes sean seres
humanos perfectos e impecables. Son humanos y cometen errores. No
sugerimos que el líder ideal sea un santo; no obstante, creemos que los líderes
incapaces de adherir a un conjunto firme de valores tampoco lograrán
convencer a otros para que lo hagan. La credibilidad que resulta tan esencial
para el liderazgo se gana cuando la conducta es coherente con las creencias.
Por lo tanto, el primer paso para reunir el coraje que otorgan las convicciones
es poner en claro las creencias que guiarán los propios actos.
Hemos dicho que los líderes nos llevan a lugares donde nunca antes hemos
estado. Pero no existen autopistas hacia el futuro, no hay caminos asfaltados
hacia los destinos inexplorados. Sólo está el territorio virgen. Para salir a lo
desconocido, empiece por explorar el territorio interno. Con esa base, luego
podemos descubrir y liberar al líder que mora dentro de todos nosotros.