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En el ámbito de la biología, es la unidad más pequeña que puede vivir por sí sola. Forma
todos los organismos vivos y los tejidos del cuerpo. El cuerpo humano tiene más de 30
billones de células.
Función de las células
Algunas células, sobre todo las glandulares, tienen por función principal la producción de
sustancias complejas como las hormonas o las enzimas. Algunas células del páncreas
producen enzimas digestivas que descomponen los alimentos para que puedan ser
absorbidos cumpliendo funciones metabólicas. Otras células producen diferentes tipos de
sustancias útiles, como las células de la mama, que producen leche, las células del
revestimiento de los pulmones, que producen moco, y las células de la boca, que producen
saliva.
Existen otras células cuya función primordial no es la producción de sustancias. Por
ejemplo, las células musculares se contraen, lo que permite el movimiento. Este es el caso,
también, de las neuronas, que generan y conducen impulsos eléctricos, permitiendo de este
modo la comunicación del sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) con el resto
del organismo. También existen estructurales las cuales forman tejidos y defensivas que
eliminan patógenos.
Estructura de las células
Homeostasis
Estado de equilibrio entre todos los sistemas del cuerpo necesarios para sobrevivir y
funcionar de forma adecuada. Para mantener la homeostasis y responder a los cambios
internos y externos, el cuerpo ajusta de manera constante los valores de ácido, presión
arterial, azúcar en la sangre, electrólitos, energía, hormonas, oxígeno, proteínas y
temperatura. Este proceso lleva consigo la tarea de retroalimentación para lograr controlar
el comportamiento de todos los sistemas involucrados. De esta manera se logra mantener
esos valores dentro de los límites normales.
Todos los órganos y sistemas que conforman el cuerpo humano trabajan de forma conjunta
y continua para lograr mantener el adecuado funcionamiento del organismo, cuando alguno
de los mecanismos de homeostasis deja de funcionar, los órganos no reciben todo lo que
necesitan para su adecuado trabajo, por lo que se acumulan los desechos tóxicos generando
un desequilibrio homeostático, llegando a producir una enfermedad y en casos muy
extremos la muerte. Es por ello que el adecuado funcionamiento de la homeostasis es
fundamental y esencial en el cuerpo.
El sistema respiratorio al tener una mayor concentración de dióxido de carbono en la sangre
genera una respiración mucho más rápida, por lo que lo que los pulmones exhalan con
mayor frecuencia para lograr eliminar el dióxido de carbono rápidamente del cuerpo.
En el caso del sistema excretor al existir un menor nivel de agua en la sangre produce la
retención de agua en los riñones, de esta forma los riñones generan una orina mucho más
concentrada y el cuerpo pierde menos cantidad de agua.
Cuando en el sistema endocrino existe una alta concentración de azúcar en sangre produce
la secreción de insulina mediante el páncreas ayudando a las células a absorber el azúcar de
la sangre.
2. Retroalimentación Positiva
La retroalimentación positiva es un proceso por el que el cuerpo detecta un cambio y activa
mecanismos que aceleran ese cambio. Esto también puede ayudar a la homeostasis, pero en
muchos casos produce los efectos opuestos y pone en peligro la vida.
1. Retroalimentación negativa
Los sistemas corporales controlados homeostáticamente son mantenidos por asas de
retroalimentación negativa en donde las desviaciones inician respuestas que llevan la
función del órgano de regreso a un valor dentro del intervalo normal.
Las asas de retroalimentación negativa requieren un receptor, un control central y un
efector. El receptor es la estructura que mide las condiciones internas, como los receptores
en los vasos sanguíneos del cuerpo humano que miden el pH de la sangre. En la mayor
parte de los mecanismos homeostáticos el centro de control es el cerebro, que cuando
recibe información sobre una desviación en las condiciones internas del cuerpo, manda
señales para producir cambios que corrijan esa desviación y lleven las condiciones internas
de regreso al intervalo normal. Los efectores son músculos, órganos y otras estructuras, que
cuando reciben señales del cerebro u otro centro de control, cambian su función para
corregir la desviación.
Un ejemplo es la regulación de la presión sanguínea. Cuando los receptores que detectan la
presión en la pared de los vasos sanguíneos detectan un aumento, mandan un mensaje al
cerebro, que a su vez manda mensajes a los efectores, el corazón y los vasos sanguíneos.
Como resultado, la frecuencia del corazón disminuye y los vasos sanguíneos aumentan su
diámetro, lo que hace que la presión sanguínea caiga a un valor dentro del intervalo
alrededor del valor de referencia. Lo mismo ocurre si la presión sanguínea disminuye, ya
que los receptores mandan un mensaje al cerebro, que hace que la frecuencia del corazón
aumente y los vasos sanguíneos disminuyan en diámetro.
La presión sanguínea normalmente aumenta durante el ejercicio y esto es una respuesta del
cuerpo al aumento en la demanda de oxígeno por los tejidos musculares. Cuando los
músculos requieren más oxígeno, el cuerpo responde aumentando la presión arterial y por
tanto el flujo sanguíneo a estos tejidos. Este aumento es necesario para cubrir la demanda
de oxígeno por los músculos.