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CIUDADANÍA Y PARTICIPACIÓN DCC 5TO

¿Qué es la ciudadanía?
Las tradiciones y enfoques sobre ciudadanía varían a lo largo de la historia y a lo largo del mundo de acuerdo a los diferentes
países, a la historia, a las sociedades, a las culturas y a las ideologías, lo que se traduce en muchas diferentes interpretaciones
del concepto de ciudadanía.
No siempre es lo mismo ser un buen hombre y un buen ciudadano.
Aristóteles

El origen de la ciudadanía se remonta a la Antigua Grecia, en el que “los ciudadanos” eran aquellos que tenían derecho a
participar en los asuntos del estado. Sin embargo, de ninguna manera eran todos ciudadanos: los esclavos, los campesinos, las
mujeres o los extranjeros residentes eran simples súbditos. Para aquellos que tenían la condición privilegiada de ciudadano, la
idea de “virtud cívica” o ser un “buen” ciudadano era una parte importante del concepto, puesto que la participación no se
consideraba solo un derecho, sino también, y ante todo, un deber. Un ciudadano que no cumplía con sus responsabilidades era
considerado socialmente perjudicial.
“Ciudadanía es un proceso complejo y multidimensional que es necesario establecer en su contexto político e histórico…”.
Ciudadanía democrática, específicamente, se refiere a la participación activa de los individuos en el sistema de derechos y
responsabilidades que es el destino de los ciudadanos en las sociedades democráticas.
Reunión consultiva del Programa para Educación a la Ciudadanía Democrática del Consejo de Europa, 1996

Esta idea de ciudadanía tiene hoy su reflejo en la mayoría de los significados más comunes del término, que se refieren a la
relación jurídica entre el individuo y el estado. La mayoría de las personas en el mundo son ciudadanos legales de uno u otro
estado-nación, y ello les da derecho a ciertos privilegios o derechos. Ser un ciudadano también impone ciertas obligaciones en
términos de lo que el estado espera de las personas sometidas a su jurisdicción. Por lo tanto, los ciudadanos cumplen ciertas
obligaciones con su estado y a cambio pueden esperar la protección de sus intereses vitales.
Sin embargo, el concepto de ciudadanía tiene muchas más capas de significado que la de ciudadanía legal. Hoy en día
“ciudadanía” es mucho más que una construcción jurídica y se refiere, entre otras cosas, a la sensación personal de pertenencia,
por ejemplo, al sentido de pertenencia a una comunidad que puedas moldear e influir directamente.
Una comunidad puede definirse a través de una variedad de elementos, por ejemplo, a través de un código moral compartido,
de un conjunto idéntico de derechos y obligaciones, de la lealtad a una civilización común, o a través de un sentido de identidad.
Desde el punto de vista geográfico, el término “comunidad” generalmente se define a dos niveles principales, diferenciando
entre la comunidad local, en la que vive la persona, y el estado, al que pertenece la persona.
En la relación entre el individuo y la sociedad se pueden distinguir cuatro dimensiones que se corresponden con los cuatro
subsistemas que uno puede reconocer en una sociedad, y que son esenciales para su existencia: la dimensión política/jurídica, la
dimensión social, la dimensión cultural y la dimensión económica. 1
La dimensión política de la ciudadanía se refiere a los derechos políticos y responsabilidades con respecto a su sistema político.
El desarrollo de esta dimensión viene a través del conocimiento del sistema político y la promoción de actitudes democráticas y
participativas.
La dimensión social de la ciudadanía tiene que ver con el comportamiento de los individuos en una sociedad y exige cierto grado
de lealtad y solidaridad. Las habilidades sociales y el conocimiento de las relaciones sociales de la sociedad son necesarias para
el desarrollo de esta dimensión.
La dimensión cultural de la ciudadanía se refiere a la conciencia de un patrimonio cultural común. Esta dimensión se desarrolla a
través del conocimiento del patrimonio cultural, de la historia y de las habilidades básicas (competencia lingüística, lectura y
escritura).
La dimensión económica de la ciudadanía se refiere a la relación del individuo con la mano de obra y el mercado de consumo.
Supone el derecho al trabajo y a un nivel mínimo de subsistencia. Los conocimientos económicos (para el trabajo y otras
actividades económicas) y la formación profesional desempeñan un papel clave para que se desarrolle esta dimensión.
Estas cuatro dimensiones de la ciudadanía se alcanzan mediante los procesos de socialización que tienen lugar en la escuela, en
las familias, las organizaciones cívicas, partidos políticos, así como a través de asociaciones, medios de comunicación de masas,
el barrio y grupos de compañeros.
Al igual que con las cuatro patas de la silla, cada persona debe ser capaz de ejercer las cuatro dimensiones de manera
equilibrada y equitativa, de lo contrario la ciudadanía plena no será equilibrada.
Pregunta: ¿Qué sentidos de pertenencia puedes reconocer en ti mismo?
Cuando somos parte de una comunidad, podemos influir, participar en su desarrollo y contribuir a su bienestar. Por lo tanto, la
ciudadanía se entiende como una práctica, la de desempeñar un papel activo en nuestra sociedad. Esa participación podría ser
dentro de nuestro barrio, en un grupo social formal o informal, en nuestro país, o en todo el mundo. El concepto de ciudadanía
activa implica trabajar hacia el desarrollo de la comunidad a través de la participación para mejorar la calidad de vida de todos
los miembros de la comunidad. Ciudadanía democrática es un concepto que hace hincapié en la creencia de que la ciudadanía
debe basarse en principios y valores democráticos como el pluralismo, el respeto de la dignidad humana y el imperio de la ley.
Pregunta: ¿Te consideras un ciudadano activo?
Ciudadanía, participación y derechos humanos
Toda persona tiene derecho a participar libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el
progreso científico y en sus beneficios.
UDHT, el artículo 27

El artículo 15 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce el derecho a una nacionalidad, el derecho a
cambiarla, y el derecho a no ser privado de ella. El derecho a la nacionalidad está confirmado en muchos otros instrumentos
internacionales, incluidos el Convenio Europeo sobre la Nacionalidad del Consejo de Europa (1997). En el contexto de las normas
internacionales, “nacionalidad” y “ciudadanía” se usan generalmente como sinónimos. Esto también es aplicable a la
Convención como subraya en su Informe explicativo4: nacionalidad “… se refiere a una determinada relación jurídica entre una
persona y un estado que es reconocida por el Estado. …En lo que respecta a los efectos de la Convención, los términos
“nacionalidad” y “ciudadanía” son sinónimos”.
El derecho a la nacionalidad es muy importante debido a las consecuencias en la vida cotidiana de las personas de cada país. Ser
un ciudadano reconocido en un país tiene muchos beneficios jurídicos, que pueden incluir entre otros, dependiendo del país, el
derecho al voto, a ocupar cargos públicos, a la seguridad social, a los servicios de salud, a la educación pública, a la residencia
permanente, a la propiedad de la tierra, o a participar en el empleo.
A pesar de que cada país puede determinar para sus nacionales y ciudadanos, los derechos y obligaciones que tienen, los
instrumentos internacionales de derechos humanos plantean algunas limitaciones sobre la soberanía del estado con la
ciudadanía. En concreto, el principio universal de los derechos humanos de la no discriminación y el principio de no tener
ciudadanía deben evitar limitar la discrecionalidad del Estado en cuanto a la ciudadanía.
La participación en la vida política y cultural es un derecho humano fundamental reconocido en una serie de tratados
internacionales de derechos humanos, empezando por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que establece el
derecho a participar en el gobierno y las elecciones libres, el derecho a participar en la vida cultural de la comunidad, el derecho
a la libertad de reunión y asociación pacífica y el derecho a afiliarse a los sindicatos. Participación es también un principio básico
de los derechos humanos y es también una condición para la ciudadanía democrática de todas las personas.
Participación es uno de los principios rectores de la Convención sobre los Derechos del Niño. Este tratado dice que los menores
de edad (todas las personas menores de dieciocho años) tienen el derecho a hacer oír su voz cuando los adultos están tomando
decisiones que les afectan, y a que sus opiniones se tengan debidamente en cuenta, en función de la edad y la madurez del niño.
Además, tienen el derecho a expresarse libremente y a recibir y compartir información. La Convención reconoce la capacidad de
los niños de influir en la toma de decisiones relevantes para cada uno de ellos, de compartir sus opiniones y, por lo tanto, de
participar como ciudadanos y actores del cambio.
Sin el espectro completo de los derechos humanos, la participación resulta difícil si no imposible de acceder. Las malas
condiciones sanitarias, los bajos niveles de educación, las restricciones a la libertad de expresión, la pobreza, etc. Todos esos
factores tienen un impacto en nuestra capacidad de tomar parte en los procesos y estructuras que afectan a nuestros derechos.
Igualmente, sin participación, muchos de los derechos humanos son de difícil acceso. Es a través de la participación que
podemos construir una sociedad basada en los derechos humanos, fomentar la cohesión social, hacer oír nuestra voz para influir
en la toma de decisiones y lograr el cambio, y finalmente ser el sujeto y no el objeto de nuestras propias vidas.
Pregunta: ¿Qué formas de compromiso o de participación, salvo el voto en las elecciones, son posibles para los ciudadanos?
Ejercicio de la ciudadanía
Toda persona tiene derecho a tomar parte en el gobierno de su país, directamente o a través de representantes libremente
escogidos.
DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS, artículo 21

Muchos debates acerca de la ciudadanía se centran en el problema del decreciente compromiso o de la participación de los
ciudadanos en los procesos de la sociedad democrática. Cada vez se dan más cuenta de que las votaciones periódicas de los
ciudadanos son insuficientes, ya sea en términos de que los que gobiernan en el período de transición sean plenamente
responsables o en promover sentimientos de empoderamiento de los ciudadanos. Además, la poca competencia electoral indica
niveles de apatía política entre la población, lo que limita seriamente el funcionamiento eficaz de la democracia.

Referencia: https://www.coe.int/es/web/compass/citizenship-and-participation Doc. Luz M.P

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