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1. Introducción
El tema del parlamentarismo en Colombia es uno que ha ido apareciendo lentamente en la
política, la opinión pública y los diversos debates doctrinarios, a nivel nacional. La
necesidad de cambiar las relaciones y las balanzas del poder entre las diversas ramas del
Estado colombiano ha llevado a que el debate de la instauración del parlamentarismo no sea
solamente uno propio de las democracias europeas o africanas, sino uno de gran relevancia
para el futuro democrático de nuestro país. La elección del actual Presidente Álvaro Uribe
Vélez trajo consigo el fortalecimiento del sistema presidencial en nuestro país.
Acompañado de un aumento de pie de fuerza en las Fuerzas Armadas de la Nación y con
un fuerte apoyo político en el parlamento colombiano, la figura del presidente, así como la
función misma de la rama ejecutiva, han adquirido una gran importancia y, para algunos,
un gran poder, en el presente y futuro del país. Como consecuencia de esto, la brecha o
desequilibrio que ha existido en Colombia entre las ramas del poder (y en otros países,
especialmente aquellos con sistemas presidencialistas), especialmente entre el ejecutivo y el
legislativo, ha aumentado. En ningún momento estamos diciendo que antes no existiera
dicha disparidad o desequilibrio, pero, en la actualidad parece ser más latente o de hecho
más claro y vistoso la importancia e influencia del ejecutivo en comparación con el
legislativo.
Aún cuando la actual administración tiene grandes índices de popularidad y apoyo en
diferentes sectores de la población y del Estado como tal (entre ellos en las otras dos ramas
del poder; legislativa y judicial), muchas de sus políticas, proyectos y propuestas han
dejado un “sabor amargo” en boca de muchos colombianos. El Estatuto antiterrorista, el
“aumento de facultades” en las Fuerzas Armadas y cuerpos policivos, la iniciativa
gubernamental de modificar la Constitución del 91por medio del referendo y el constante
debate por permitir la reelección para el actual periodo presidencial, han llevado a muchos
a pensar que el poder que recae en cabeza del Presidente, es bastante grande y, que de
hecho, parte del objetivo de la actual administración es aumentar aún más dicho poder. En
la actualidad nacional las opiniones con respecto al desempeño del gobierno Uribe Vélez
han estado bastante parcializadas. Algunos sectores argumentan que la administración
actual ha tenido grandes aciertos, otros piensan que se está formando y dando pie a la
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creación un Estado autoritario. No creemos necesario entrar a tocar estas importantes fibras
de la actualidad nacional, pero sí creemos importante establecer que, aunque el objetivo de
este estudio no es juzgar el desempeño o funcionamiento del actual Presidente y su
gabinete, si creemos que este periodo administrativo por el cual está pasando el país puede
servir como elemento de prueba para determinar que la implementación de un sistema
parlamentario o de diversos elementos de este último 1, puede ser una adecuada solución al
gran desequilibrio que al parecer se ha aumentado en Colombia entre las ramas del poder.
Es por esto que este estudio, el cual pretende ser la finalización de un proceso de
investigación preliminar, busca hacer un análisis de la viabilidad de la implementación de
un sistema parlamentario (o de elementos de dicho sistema) en Colombia, teniendo en
cuenta las falencias que un sistema presidencial (desde una perspectiva teórica) tiene y los
posibles cambios que pueden obtenerse como consecuencia de la utilización de lo que en la
teoría se conoce como un parlamentarismo.
En junio de 2003 realizamos un estudio sobre los diferentes elementos propios de los
sistemas de tipo presidencial y aquellos de tipo parlamentario. Dicho estudio, realizado
como monografía final de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes, se llamó
“Elementos del Parlamentarismo en una Colombia Presidencialista”. El objetivo de dicho
estudio fue el de investigar qué tipo de elementos de las democracias parlamentarias
pueden ser traídos al sistema presidencial colombiano, para aumentar o mejorara el
equilibrio entre las ramas del poder. Dentro de dicho estudio partimos de la base que “La
presencia de elementos como el fortalecimiento del poder que recae en cabeza de un
presidente, la falta de un factor moderador y la falta de control a los poderes que tiene el
ejecutivo, y en si, el presidente, puede (ya que no siempre alguno de estos eventos se dan)
llevar a que se den en Latinoamérica, por lo menos, una de tres consecuencias: 1)
Creación de dictaduras políticas o militares, 2) creación de un Estado autoritario y 3) la
aparición de un legislativo totalmente débil ante la rama ejecutiva.”. Así, el poder político
en cabeza de un presidente debe ser entendido como el poder decisorio y casi autoritario
que tiene un presidente electo frente a las otras autoridades o ramas del poder público,
queriendo esto decir que en un sistema político donde existen tres ramas del poder, la
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En el libro antes mencionado el profesor Linz parte de la base de establecer cómo la gran
mayoría de democracias estables que han existido en el mundo contemporáneo han tenido
formas de gobierno parlamentarias, que de una u otra manera le han proporcionado a la
ciudadanía y al pueblo votante una mayor representatividad por medio de modelos
legítimos y en varios casos menos corruptos. 4 Siendo América Latina un continente
eminentemente presidencialista hay que tener en cuenta que en las democracias modernas
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entrevistas, si es posible adoptar otros elementos que puedan ser útiles para reformar
políticamente al país.
con otro u otros partidos para obtener dicha mayoría (excepto en aquellos países
multipartidistas donde hay monopolio del poder político en cabeza de un solo partido
político). En este momento, la decisión que tiene que tomar el elector es una fundada
probablemente en el conocimiento que este votante tiene de la ideología política del partido
al que pertenece el candidato o representante. Lo que el elector no sabe es qué tipo de
coalición va a realizar el representante y el partido por el cual votó, cono otro partido
diferente. En el momento en el que se lleve a cabo dicha coalición, el votante puede no
sentirse a gusto con la misma, ya que debido a sus propias ideologías o expectativas
políticas, puede arrepentirse de haber votado por ese partido debido al tipo de coalición que
se formó. Es decir, en un sistema parlamentario no se sabe que tipo de coalición va a haber
para lograr una mayoría en el parlamento (ya que en países como Inglaterra, Australia,
Bélgica y Canadá, entre otros, las coaliciones se llevan a cabo luego de un proceso
electoral19) El elector, al momento de decidir por qué representante va a votar no conoce
realmente las dimensiones que va a tomar el partido que eligió, luego de que se formen las
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coaliciones parlamentarias. Por otra parte puede verse como desventajoso que, en los casos
en que existan coaliciones o partidos políticos inestables en el parlamento, a la hora de
demandar respuestas o buscar responsables de un acto político inadecuado o hasta
desastroso, no hay a quien atribuirle la responsabilidad de uno u otro hecho, ya que a falta
de mayorías dentro de un parlamento no es posible delimitar que partido es el responsable
de impulsar una u otra decisión política.
Una desventaja bastante significativa que tiene, específicamente el parlamento inglés, esta
en su composición. Mientras que la Cámara de los Comunes (“House of Commons”) es
elegido por sufragio universal, la Cámara de Lores (“House of Lords”) se encuentra
compuesta por miembros designados (en muchos casos por el Primer Ministro) o por
miembros que tienen un “casta” específica o un lineamiento hereditario, en donde aquellos
que poseen títulos de nobleza (llamados peers) pueden tener un acceso directo al
parlamento y ser miembros de dicha cámara. “While the House of Commons is directly
elected by universal adult sufferage on average every four to five years, the House of Lords
is made up largely of appointed members, along with Bishops of the Church of England
and a small number of hereditary peers elected by members of the hereditary peerage”. 20
Como puede observarse la introducción de un miembro de la realeza o de la nobleza al
parlamento inglés o la inclusión de un parlamentario por orden del primer ministro, puede
ser visto como una total falta de representatividad democrática, ya que al ser este individuo
parte del parlamento, y al no ser elegido en un proceso democrático, se pierde la posibilidad
de que dicho funcionario represente a una parte de la población.
Otro de los elementos que resultan positivos del parlamentarismo es lo necesario que
resulta para un primer ministro o parlamentario tener una ideología específica o pertenecer
a un partido estable. Esto trae consigo un fortalecimiento de los partidos políticos y
aumenta el nivel de credibilidad del funcionario. Aún cuando la mayoría de los regímenes
parlamentarios son sistemas multipartidistas, resulta imperativo para un funcionario público
que quiera acceder a un puesto de elección popular en las cámaras o en el gobierno, ser
parte de un partido, y por ende, hacer parte de una coalición.
Por su parte, la existencia de una coalición estable que apoye al primer ministro como
mayoría, tiene como beneficio la promulgación eficaz y constante de nuevas y mejores
políticas, ya que al tener a la mayoría del parlamento a su favor, el primer ministro tiene la
posibilidad de llevar a cabo un mandato más llevadero, que le permita instaurar nuevas y
mejores políticas y reformas. Así, el parlamentarismo ha dejado la posibilidad de que un
primer ministro refuerce su autoridad y legitimidad democrática por medio de un “voto de
confianza”, momento en el cual el parlamento (quien es quien lo solicita), decide sustentar
o reforzar el apoyo al primer ministro. En este momento también resulta ventajoso
mantener una continuidad de los partidos políticos y coaliciones. Por el contrario, si se está
hablando de una crisis gubernamental, dicho conflicto puede limitarse a la decisión del
parlamento (dependiendo del momento, puede ser por medio de un voto de censura o, la
utilización de un voto de no confianza; esto se explicará más adelante), quienes pueden
decidir si quieren o no retirar al primer ministro. Esto, en algunos casos, puede hacerse bajo
la privacidad del parlamento, sin que los medios de comunicación y la opinión pública
tenga porqué saber del suceso sino hasta tomada cierta determinación (obviamente esto no
sucede siempre). “Tampoco se presta atención a la posibilidad que ofrecen los sistemas
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egislativo, sino que a su vez debe ejercer un control directo sobre todos los actos y
producción de políticas del gobierno. De ahí es precisamente de donde parte el accionar
“indirecto” del pueblo, ya que por medio de sus parlamentarios elegidos el electorado
ejerce una presión directa sobre el gobierno, y en sí en todas las áreas de la vida nacional.
“En realidad, el parlamentarismo es un gobierno de la opinión expresada por los partidos
y también expresada directamente por medio del mecanismo bipolar de la censura y la
disolución”.26
La disolución es un elemento de suma importancia en el equilibrio existente entre el
parlamento y el gobierno, ya que visto desde un punto de vista funcional tanto parlamento
como gobierno pueden revocarse el uno al otro. Así, frente a una falta de decisión entre el
gobierno de momento y el parlamento, se acude a los electores para que decidan el
resultado de las confrontaciones. “En otras palabras, si el gobierno piensa que tiene la
razón y que el parlamento está errado, es necesario acudir ante los electores para que
ellos decidan el litigio. De esta manera, se evitan las temeridades de parte y parte ya que
el parlamento que trate de derrocar un gabinete sabe de antemano que está expuesto a ser
enviado ante los electores”.27 En términos generales la disolución sirve para que el pueblo
pueda pronunciarse democráticamente sobre los intereses nacionales por medio del voto a
favor o en contra de la revocación de un mandato. La disolución de un parlamento es en
todo momento una institución democrática. Puede afirmarse que la disolución no es un
atentado contra la soberanía del pueblo, sino que precisamente es un “modo de
participación” en donde los electores pueden deliberadamente escoger abiertamente a un
nuevo candidato parlamentario. “Por su intermedio, le concede la palabra al pueblo sobre
un problema determinado y esto exige que a la disolución le siga en el menor de los
términos una elección. De esta manera, la disolución es un modo colectivo de poner fin
anormal a un mandato. De ella se podría afirmar entonces, que es una revocación masiva
de todos los miembros de una asamblea.”28
En el régimen parlamentario la confianza del pueblo es de gran importancia ya que es
precisamente de allí de donde surge la responsabilidad política. Del lado del parlamento
por la disolución y del lado del gobierno por el tema de la confianza que se le da o se le
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hecho, se ha sido presidencializando cada día más”.31 La mencionada cita hace referencia
a la imposibilidad de la disolución en un régimen de tipo presidencial, ya que no solo va en
contra de los principios generales del presidencialismo sino que al mismo tiempo este
elemento de la disolución es casi siempre o sub.-utilizado o mal utilizado. El régimen
presidencial está basado, clásicamente, en un sistema de equilibrio entre el gobierno de
momento y el parlamento. Desde la perspectiva de Montesquieu de frenos y contrapesos
del legislativo frente al ejecutivo, en donde cada uno genera una presión al otro pero sin
inmiscuirse en los asuntos propios de la otra rama, puede decirse que el presidente de la
república no tiene la capacidad de disolver el congreso ni el parlamento tiene la capacidad
de revocar al presidente o a su gabinete. Teniendo esto en cuenta debe decirse que ningún
de estos dos estamentos de las ramas del poder pueden acudir a la opinión pública para
afectarse mutuamente sus respectivas orbitas de competencia, “ello equivaldría a que el
poder no pudiese parar el poder, según fórmula consagrada y bien conocida que le pone
límites al derecho de censura”.32 Así mismo, en términos generales, el presidente no tiene
el derecho de disolver el congreso en sus dos cámaras. Desde esta perspectiva el profesor
Solano hace mención que ni siquiera el presidencialismo de los países del tercer mundo
(considerados por él como una forma desnaturalizada del régimen presidencial) han osado
utilizar el derecho de disolución del parlamento dentro de sus respectivas normatividades
del Estado de Derecho. En dichos países el régimen de tipo parlamentario no ha sido
adoptado por diversas razones. Ejemplo de esto es la valoración de la oposición, la
complejidad y fragilidad de sus sociedades y sus gobiernos, la facilidad de crear una nación
a través de medios autoritarios y la personalización del poder en cabeza de un líder
específico o presidente, etc. Por esta razón los regímenes de tipo presidencial se encuentran
casi siempre con la constante de un jefe de estado o jefe de gobierno que en sí, está casi
siempre por encima del poder de un congreso o parlamento. Esto, obviamente ha llevado a
que existan desequilibrios institucionales, a constantes utilizaciones autoritarias y hasta a
golpes de estado. Puede decirse que estos últimos factores han dejado de tener la
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utilización que antes tenían por la práctica del pluripartidismo y por la constante regla de la
no reelección inmediata.33
A diferencia de la disolución en el sistema parlamentario, los sistemas de tipo
presidencialista tienen lo que se conoce como “revocación del mandato o recall”. Este, por
el contrario, es un modo totalmente individual de poner también fin, en forma normal, a un
mandato surgido en una elección popular. En la disolución se aplican conceptos del
derecho público. En la revocación del mandato se aplica la teoría civilista del mandato a
una situación de derecho público, en donde esta teoría surge de la escogencia de un régimen
representativo que esté acompañado de elementos de democracia semi-directa. Es decir, es
el pueblo quien escoge su representante, y por ende es él quien tiene la capacidad y la
legitimidad de pronunciarse y calificar sobre el rendimiento y cumplimiento de un
parlamentario. Esto es conocido como la teoría del mandato. 34 “Mandato que aquí es
también imperativo y del cual Víctor Hugo propuso que alguna ocasión que se calificara
de contractual para recavar sobre el hecho de que el mandato entre electores y elegidos es
un verdadero contrato, con todo lo que esto implica de alteridad y obligatoriedad”. 35 La
teoría del mandato tiene las siguientes consecuencias:
Los electores de una circunscripción pueden dictar a sus elegidos un programa e
imponerles soluciones sobre determinados problemas.
En caso de duda sobre algún punto del mandato el elegido debe hacer siempre lo
que desee la mayoría local.
Los electores pueden revocar el mandato que le hayan conferido a sus elegidos .
Cuando los parlamentarios incumplan el programa mostrado en el período electoral,
teniendo en cuenta que el mandato es un contrato de confianza, por ende el
mandante en cualquier momento puede revocar dicho mandato.
Los parlamentarios deben informar de sus acciones.
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4. Estudio de Campo
Luego de haber realizado un pequeño recuento teórico de las ventajas y desventajas del
presidencialismo y el parlamentarismo parece necesario hacer ciertas precisiones. Como es
evidente al observar las desventajas de un sistema de tipo presidencial y de ver las ventajas
de parlamentarismo es posible sustentar, como conclusión de esta sección teórica, que el
parlamentarismo ha llevado a que diversos sistemas democráticos se consideren como unos
más estables en comparación con los sistemas de tipo presidencial. Como ya vimos,
muchos elementos encontrados en un sistema parlamentario pueden llevar a que el balance
o equilibrio del poder entre las diversas ramas (en especial la ejecutiva y la legislativa) sea
más significativo, y de hecho más útil, al encontrado en un país de corte presidencialista.
Lo que pretendemos de este momento en adelante es mostrar, a través de las entrevistas
realizadas, una de tres opciones: 1) que sí es posible transformar a Colombia en un país con
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5. Conclusiones
Algunos autores y periodistas creen que la solución no está en el cambio de régimen
político o de gobierno. Como fue evidente en el transcurso de este escrito, nuestra
percepción está dirigida hacia un cambio de sistema político en Colombia, elemento este
que como demostramos, puede traer grandes beneficios para la realidad y necesidad del
país, política económica y socialmente. Aún así aprovechamos esta sección de conclusiones
para mostrar la “otra cara de la moneda” en el debate entre parlamentarismo y
presidencialismo, en donde brevemente se mostrará cierta tendencia “en contra” del
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Como puede verse son muchas las ventajas que puede traer para un país como Colombia, la
implementación de un sistema de tipo parlamentario o, de hecho, la posibilidad de cambiar
su sistema de gobierno. Pero las cosas no resultan ser tan fáciles. Existe también una amplia
literatura acerca de los problemas del parlamentarismo, así como importantes autores que
consideran que el presidencialismo trae consigo grandes ventajas que no son para nada
despreciables. Al haber realizado un análisis al comienzo de este escrito acerca de las
ventajas y desventajas de uno y otro sistema parece pertinente hacer referencia al porqué de
la dificultad que puede tener adoptar o cambiar a un régimen parlamentario. En términos
generales, tal vez el motivo más importante por el cual resulta de gran dificultad realizar
dicho cambio es debido a las consecuencias que trae la debilidad de los partidos políticos
en un sistema de partidos. “Existen razones para ser escépticos acerca de las afirmaciones
de los "parlamentaristas"; en particular, enfatizaré que algunos de los supuestos
problemas del presidencialismo pueden ser atribuidos a las características del sistema de
partidos (Shugart y Carey 1992, pp.28-54; Mainwaring y Shugart 1994; Shugart 1995;
Haggard y Kaufman 1995, cap. 10)”.66 Variables como la falta de representatividad, la
falta de organización y carencia de ideología política, la falta de unión entre unas y otras
tendencias políticas, entre otros, han sido todos elementos determinantes en mantener la
crisis de partidos políticos en muchos sistemas presidenciales en Latinoamérica. “Por el
momento, el problema político más común en América Latina es la combinación de
fragmentación - un elevado número de partidos efectivos (Sartori 1976, p. 185; Powell
1982, pp. 80-84) - y una débil disciplina partidista interna.”. 67 La fragmentación partidista
en los sistemas presidencialistas conforma las condiciones para que los Ejecutivos se tornen
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políticamente aislados y sin poder para cumplir con su agenda (Mainwaring 1992) 68. Los
incentivos para que los partidos pequeños colaboren con el gobierno son menores que en un
sistema parlamentario, desde que no existe la capacidad para amenazar con un adelanto de
las elecciones y las tentaciones de ejercer un chantaje legislativo son consecuentemente
más grandes. “Al examinar el debate parlamentarismo-presidencialismo, se hizo notar que
los legisladores en un sistema presidencialista tienden a responder a intereses particulares
. Sin embargo, esta tendencia podría obedecer a la falta de disciplina partidaria más que
al presidencialismo”.69 Es por esto que, factores que resultan tan determinantes e
importantes para una democracia, y en especial para un régimen presidencial como lo es la
división de los poderes, se pierde, ya que la inoperancia o indisciplina de los partidos
políticos lleva a que la balanza de poder que busca dicha Teoría Tripartita del Poder se
pierda, al no existir unos partidos políticos organizados, representados en la rama
legislativa, que generen una verdadera oposición o, de hecho respalden a la administración
de momento. “El primer fenómeno que incide de manera decisiva sobre la vigencia
efectiva del principio de la división de poderes en nuestro ordenamiento, lo constituye la
desnaturalización de la función que deben cumplir los partidos políticos en una
democracia operante. (...) La total ausencia de democracia interna en el seno de nuestros
partidos ha prohijado su creciente burocratización, degenerando en auténticas
maquinarias electorales”.70 Es por esto que muchos autores han considerado que la
verdadera ineficiencia de los sistemas de corte presidencial no está precisamente en la
concepción que se tiene del presidencialismo, sino más bien, dicha inoperancia radica en
las fallas que han demostrado tener los partidos políticos especialmente en los países
latinoamericanos (obviamente no en todos, por ejemplo México). “En los últimos 20 años
el presidencialismo fue fuertemente atacado por su presunta "winner-takes-all-condition"
(condición de “gánalo todo”)71 (Linz, 1990; Mainwaring, 1993; Mainwaring y Shugart.,
1997; Valenzuela, 1994) pero hoy día nos es claro que el presidencialismo, como tal, no es
Teniendo en cuenta otro punto de vista es posible observar como ciertos autores consideran
que el parlamentarismo trae mayores desventajas que lo que, a primera vista, puede ser
observado. Visto como un sistema político incapaz de estar acorde con ideales
democráticos, el parlamentarismo no cumple las necesidades políticas básicas de una
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sociedad, la cual en general no posee las “herramientas” o educación necesaria para acceder
a los beneficios de debate y organización del parlamentarismo, obviándosele así la
posibilidad de elegir directamente a su líder. Esto, como parece obvio de lo que hemos
venido planteando en nuestro escrito, no es nuestra posición. “Schmitt considera al
parlamentarismo como un régimen del siglo XIX, inadaptado a la democracia de masa. La
burguesía, animada por las ideas liberales de la razón y del equilibrio de los poderes, se
acoplaba perfectamente a los principios fundamentales del parlamentarismo. Pero "la
situación cambió radicalmente: se trata de integrar en una unidad política [el Estado] al
proletariado, masa no poseedora de bienes y no educada". Los mecanismos
parlamentarios son así obsoletos para una tarea de esta naturaleza. El pueblo que no está
educado "no puede discutir por el mismo, no puede más que aclamar, elegir, responder sí
o no a las cuestiones que se le formulan". La democracia de masa necesita de jefes
políticos surgidos directamente de la confianza de las masas y, en consecuencia, tiene
necesidad de seleccionar sus elites conforme a procedimientos de democracia directa, los
únicos capaces de integrar a las masas obreras en el Estado”.73
“En fin, la práctica política de los regímenes parlamentarios contemporáneos pervierte los
principios fundamentales del parlamentarismo -la discusión desaparece, el carácter
público y la representatividad de los diputados dejan de ser asegurados- minando así las
bases de legitimación de la fe en el Parlamento”.74 Algunos autores como los arriba citados
dejan muy en claro su posición con respecto a la utilidad y de hecho viabilidad de un
sistema de tipo parlamentario. Aunque muchas de estas fallas de este modelo de régimen
puedan ser ciertas, algunos aspectos siguen siendo bastante claros, sobre todo en las
posibilidades que puede brindar un sistema parlamentario en un país como Colombia. A
continuación buscaremos dar algunas soluciones y posibilidades al respecto, teniendo en
cuenta cada uno de los elementos analizados anteriormente.
funciona. No pretendemos volver a enumerar los motivos del por qué de dicho
funcionamiento, pero en general muchas de las características propias del parlamentarismo
suplen, en gran medida las necesidades actuales del presidencialismo colombiano. Si se
hace un breve análisis de dichas necesidades, podemos encontrar que, en Colombia, sí
existe una crisis de partidos, sí hay una falta latente de oposición organizada y útil, sí se
requiere de cambios institucionales que permitan la perdurabilidad de un gobierno que esté
haciendo las cosas bien (reelección), y la necesidad a la que hemos hecho mayor referencia;
sí se necesita un mayor equilibrio entre el legislativo y el ejecutivo, en especial, debido al
gran poder que recae en cabeza de este último bajo la figura del Presidente de la República.
Dentro de las diversas propuestas y opiniones dadas por los entrevistados y otras fuentes
encontramos elementos de inmensa utilidad para este análisis final. Como lo estableció el
Doctor Pérez, se debe buscar una colaboración de poderes, en vez de una separación de los
mismos. Es necesario aumentar los niveles de “gobernabilidad”; dejar gobernar, trabajar en
conjunto en pro de un bienestar general, nacional, y no, como se pretende con el
presidencialismo colombiano, trabajar independientemente, creyendo que crear “trabas” u
obstáculos entre una y otra rama es parte de la “obligación constitucional para las cuales
fueron creados el ejecutivo y el legislativo. De igual manera, en las consideraciones
presentadas por el mencionado Doctor, debe tenerse siempre en cuenta las verdaderas
características de los sistemas parlamentarios. Es decir, debe estudiarse, con mucho cuidado
sus elementos e implicaciones y, si se quiere llegar a adoptar dicho sistema, prever sus
consecuencias y utilizar todos sus elementos de manera responsable y adecuada.
Por otro lado, como lo propone el Doctor Sedano, debe dejarse abierta la posibilidad de
instaurar una sistema híbrido y no buscar solucionar las necesidades políticas mediante la
implementación de un sistema puro como lo es parlamentarismo. Nos atreveríamos a
proponer que, aunque no lo diga textualmente, una de las propuestas del Doctor Sedano se
encuentren dirigidas hacia la implementación de un semi-presidencialismo o semi-
parlamentarismo. Esta idea, en un futuro, puede ser la solución final al presente debate, ya
que daría la posibilidad de cambiar el sistema colombiano, pero de manera paulatina y
moderada: propuesta esta también dada por el ex presidente Pastrana.
En términos generales creemos que la instauración de un sistema diferente al presidencial
es inminente y necesaria en el país. Colombia adolece de muchas complicaciones y
problemas a nivel político, económico, social e institucional las cuales, hasta ahora no han
podido ser solucionadas por el presidencialismo. Aún cuando en la actualidad políticas de
gobierno instauradas por la actual administración Uribe Vélez, como lo son los Consejos
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Comunales, hayan dado buenas resultados, creemos que dichas formulas o soluciones a los
diversos problemas del país, deberían competer al Estado en general. Es decir, a todas las
ramas del poder público. Aún en el régimen parlamentario el tema de la representatividad
sigue inmerso en todas las acciones de la rama legislativa, razón por la cual, políticas como
los Consejos Comunales del actual gobierno, deberían ser implementadas, de igual manera,
por la rama legislativa.75
La solución que planteamos es la siguiente. Debe hacerse un cambio del sistema político
del país. Creemos fielmente que la solución está en la implementación de un sistema
parlamentario, pero ese cambio debe realizarse teniendo en cuenta ciertos elementos. En
primer lugar y haciendo alusión a las complicaciones procedimentales de dicha
implementación, es pertinente decir que un cambio de sistema no puede ser llevado a cabo
por el Congreso. Por la vía ordinaria del Congreso no existe ni la legitimidad, ni el debate
público suficiente para llevar a cabo un cambio de esta magnitud. Segundo (esta posición
queda abierta a discusión), la posibilidad de utilizar la figura del referendo es bastante
improbable o inútil. Ya se demostró en el país que llevar a cabo un referendo que contenga
disposiciones tan complejas y significativas hace que la medida sea, posiblemente, un
fracaso. Como tercera medida, debe haber un cambio de mentalidad, organizacional y de
“convencimiento” en el país. Los partidos políticos deben organizarse, así como la
oposición. La rama legislativa debe procurar una mayor legitimidad y los colombianos
deben estar totalmente convencidos que el parlamentarismo es una solución adecuada. Por
último, debe considerarse la posibilidad de pasar a un sistema parlamentario pero
lentamente. Debe existir todo un proceso anterior a la implementación. Debemos estar
preparados para los cambios que como consecuencia se darán con el paso al
parlamentarismo. Debemos estar preparados para asumir cualquier falla y corregirla; pero
por encima de todo, debemos estar en condiciones de aceptar que en la actualidad el
sistema presidencial no está funcionando y que, en general, cualquier cosa positiva que
pueda servir para solucionar la actual crisis política, debe ser recibida, ya que de nuestras
decisiones actuales, depende el futuro político de nuestro país.
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