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1. Introducción
El tema del parlamentarismo en Colombia es uno que ha ido apareciendo lentamente en la
política, la opinión pública y los diversos debates doctrinarios, a nivel nacional. La
necesidad de cambiar las relaciones y las balanzas del poder entre las diversas ramas del
Estado colombiano ha llevado a que el debate de la instauración del parlamentarismo no sea
solamente uno propio de las democracias europeas o africanas, sino uno de gran relevancia
para el futuro democrático de nuestro país. La elección del actual Presidente Álvaro Uribe
Vélez trajo consigo el fortalecimiento del sistema presidencial en nuestro país.
Acompañado de un aumento de pie de fuerza en las Fuerzas Armadas de la Nación y con
un fuerte apoyo político en el parlamento colombiano, la figura del presidente, así como la
función misma de la rama ejecutiva, han adquirido una gran importancia y, para algunos,
un gran poder, en el presente y futuro del país. Como consecuencia de esto, la brecha o
desequilibrio que ha existido en Colombia entre las ramas del poder (y en otros países,
especialmente aquellos con sistemas presidencialistas), especialmente entre el ejecutivo y el
legislativo, ha aumentado. En ningún momento estamos diciendo que antes no existiera
dicha disparidad o desequilibrio, pero, en la actualidad parece ser más latente o de hecho
más claro y vistoso la importancia e influencia del ejecutivo en comparación con el
legislativo.
Aún cuando la actual administración tiene grandes índices de popularidad y apoyo en
diferentes sectores de la población y del Estado como tal (entre ellos en las otras dos ramas
del poder; legislativa y judicial), muchas de sus políticas, proyectos y propuestas han
dejado un “sabor amargo” en boca de muchos colombianos. El Estatuto antiterrorista, el
“aumento de facultades” en las Fuerzas Armadas y cuerpos policivos, la iniciativa
gubernamental de modificar la Constitución del 91por medio del referendo y el constante
debate por permitir la reelección para el actual periodo presidencial, han llevado a muchos
a pensar que el poder que recae en cabeza del Presidente, es bastante grande y, que de
hecho, parte del objetivo de la actual administración es aumentar aún más dicho poder. En
la actualidad nacional las opiniones con respecto al desempeño del gobierno Uribe Vélez
han estado bastante parcializadas. Algunos sectores argumentan que la administración
actual ha tenido grandes aciertos, otros piensan que se está formando y dando pie a la
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creación un Estado autoritario. No creemos necesario entrar a tocar estas importantes fibras
de la actualidad nacional, pero sí creemos importante establecer que, aunque el objetivo de
este estudio no es juzgar el desempeño o funcionamiento del actual Presidente y su
gabinete, si creemos que este periodo administrativo por el cual está pasando el país puede
servir como elemento de prueba para determinar que la implementación de un sistema
parlamentario o de diversos elementos de este último 1, puede ser una adecuada solución al
gran desequilibrio que al parecer se ha aumentado en Colombia entre las ramas del poder.
Es por esto que este estudio, el cual pretende ser la finalización de un proceso de
investigación preliminar, busca hacer un análisis de la viabilidad de la implementación de
un sistema parlamentario (o de elementos de dicho sistema) en Colombia, teniendo en
cuenta las falencias que un sistema presidencial (desde una perspectiva teórica) tiene y los
posibles cambios que pueden obtenerse como consecuencia de la utilización de lo que en la
teoría se conoce como un parlamentarismo.
En junio de 2003 realizamos un estudio sobre los diferentes elementos propios de los
sistemas de tipo presidencial y aquellos de tipo parlamentario. Dicho estudio, realizado
como monografía final de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes, se llamó
“Elementos del Parlamentarismo en una Colombia Presidencialista”. El objetivo de dicho
estudio fue el de investigar qué tipo de elementos de las democracias parlamentarias
pueden ser traídos al sistema presidencial colombiano, para aumentar o mejorara el
equilibrio entre las ramas del poder. Dentro de dicho estudio partimos de la base que “La
presencia de elementos como el fortalecimiento del poder que recae en cabeza de un
presidente, la falta de un factor moderador y la falta de control a los poderes que tiene el
ejecutivo, y en si, el presidente, puede (ya que no siempre alguno de estos eventos se dan)
llevar a que se den en Latinoamérica, por lo menos, una de tres consecuencias: 1)
Creación de dictaduras políticas o militares, 2) creación de un Estado autoritario y 3) la
aparición de un legislativo totalmente débil ante la rama ejecutiva.”. Así, el poder político
en cabeza de un presidente debe ser entendido como el poder decisorio y casi autoritario
que tiene un presidente electo frente a las otras autoridades o ramas del poder público,
queriendo esto decir que en un sistema político donde existen tres ramas del poder, la
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verdadera autoridad recae en cabeza de un gobierno y específicamente en cabeza de un solo


hombre. Frente al tema de la falta de un poder moderador buscamos hacer referencia a la
inestabilidad y casi inutilidad que tiene la rama legislativa en su función de ejercer frenos y
contrapesos al ejecutivo. En Colombia, específicamente, es posible ver como aquella
“omnipotencia” de la figura presidencial con toda su maquinaria y control político, evita
que el legislativo cumpla con su función de poder moderador, vigilando y controlando el
accionar del ejecutivo, llevando esto a que, no solo el legislativo se limite a la expedición
de normas, sino que también se pierda transparencia en las decisiones que toma el gobierno
de turno y, que a su vez, se pierda aquella anhelada representatividad que en términos
generales es garantizada por la rama legislativa. Este tema deberá ser analizado
conjuntamente con el de la “debilidad” que ha mostrado la rama legislativa específicamente
en Colombia, teniendo en cuenta que importancia política que dicha rama tiene en el país
ha disminuido notablemente. Ejemplo de esto puede ser la importancia que tienen las
elecciones presidenciales frente a las que buscan la elección de los integrantes de la rama
legislativa. El tema del “carácter de ganador único en cabeza de una sola persona” debe ser,
obviamente analizado teniendo en cuenta los elementos ya explicados. Como se va a
observar en la investigación, sistemas políticos como el Parlamentarismo eligen no solo a
un primer ministro, sino que a su vez eligen conociendo el contenido de personal de
gabinete que se va a encargar de la toma de decisiones, así como la elección de
representantes en la rama legislativa, llevando esto a que se de la figura de la
representación, en cabeza de varias personas, en ambas ramas del poder. Por último y como
ya mencionamos la necesidad de control de los poderes presidenciales resulta ser no solo el
objetivo a alcanzar en una democracia presidencialista, sino que al mismo tiempo es
precisamente la falla mas grande en la que se esta incurriendo actualmente en Colombia.
Para probar estos supuestos utilizamos diversas posiciones teóricas y definiciones sobre los
sistemas presidenciales y los parlamentarios. Utilizando especialmente los libros de Juan J.
Linz y Arturo Valenzuela, “La crisis del presidencialismo-El caso de Latinoamérica” y
“Las Crisis del Presidencialismo - Perspectivas comparativas” (textos supremamente
claros a la hora de diferenciar cada uno de los sistemas políticos que nos competen),
pudimos extraer los diversos elementos propios del presidencialismo y parlamentarismo,
estableciendo así cuales son las ventajas y desventajas de cada uno de ellos. Ahora bien, el
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objetivo de esta investigación es el de hacer “un trabajo de campo” en referencia al tema


del parlamentarismo en Colombia. Como podremos ver, el objeto de este estudio será el de
analizar las posiciones de diversas figuras políticas colombianas en la actualidad, esto con
la idea de obtener “opiniones” y aseveraciones de personas ilustradas en las necesidades,
falencias y aciertos del sistema presidencial en Colombia. Así mismo, haremos un breve
recuento de informes de prensa, ya que al ser un tema de amplio debate y polémica en la
actualidad en el país, requiere de un seguimiento de prensa pues por este medio se pueda
acceder a otras entrevistas y opiniones de figuras públicas políticas a las cuales
desafortunadamente no hemos tenido acceso. De esta manera, pretendemos mostrar si
realmente es viable la adopción de un sistema parlamentario en Colombia, o si por lo
menos, ciertos elementos propios de este tipo de sistema, pueden llegar a ser útiles para
mejorar graves fallas del sistema de nuestro país, específicamente, en el tema del
desequilibrio entre la rama ejecutiva y legislativa en Colombia.

En una primera sección analizaremos las ventajas y desventajas del presidencialismo y el


parlamentarismo, ya que para nuestro propósito es imperativo tener en cuenta los elementos
teóricos de estos sistemas, si queremos concluir por medio de las entrevistas, en una
segunda parte (trabajo de campo), si es viable o no la adopción o semi-adopción 2 de un
sistema parlamentario en Colombia.

2. Ventajas y Desventajas del Presidencialismo


En Latinoamérica y en general en todo el mundo los diversos tipos de sistemas
presidenciales parecen ser ilimitados. Existen muchos tipos diferentes de presidencialismos,
como puede ser visto al comparar sistemas de este tipo como el estadounidense y el
colombiano, que aun cuando provienen del ideal de un sistema de tipo presidencial, son
bastante disímiles uno de otro. “Incluso dos sistemas presidenciales “puros” como el de
Estados Unidos y el de Argentina, a pesar de la influencia de la constitución
norteamericana en la constitución Argentina adoptada en 1853, son muy distintos
legalmente –e incluso mas en la práctica- de tal manera que Carlos Nino contrasta el
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hiper-presidencialismo de su país con una división de poderes mas equilibrada en los


Estados Unidos”.3
La relevancia de esta aseveración de Linz radica en que no debe, en ningún momento,
compararse el sistema presidencial estadounidense con otros sistemas presidenciales, en
especial en Latinoamérica, ya que aunque no pretendemos decir que el presidencialismo
norteamericano sea uno perfecto y sin falencias, tampoco creemos que una posible solución
a los problemas propios de los sistemas de tipo presidencial, sea imitar en su totalidad el
presidencialismo norteamericano, pero para el análisis que nos compete es importante tener
en cuenta que el sistema presidencialista norteamericano tiene la cualidad de ser uno de los
pocos sistemas que aún cuando tiene fallas, funciona adecuadamente, motivo que lo hace la
tendencia a la que se debería llegar si se quiere mantener un sistema presidencial. Uno de
los motivos más importantes por los cuales se ha dejado de discutir el tema del
presidencialismo es porque, con la excepción de Estados Unidos, la mayoría de las
democracias estables en Europa y el “Commonwealth” han sido regímenes de tipo
parlamentario. Así mismo, el profesor Linz menciona que los países con regímenes
presidenciales han sido o democracias inestables o regímenes autoritarios.”Este descuido
se debe en gran parte al hecho de que, con la excepción destacada de Estados Unidos, la
mayoría de las democracias estables de Europa y la Commonwealth han sido regímenes
parlamentarios, y unos cuantos semi-presidenciales y semi-parlamentarios, mientras que
la mayoría de los países con constituciones presidenciales han sido democracias inestables
o regímenes autoritarios y por tanto no se les ha incluido en los estudios comparativos de
las democracias”.

En el libro antes mencionado el profesor Linz parte de la base de establecer cómo la gran
mayoría de democracias estables que han existido en el mundo contemporáneo han tenido
formas de gobierno parlamentarias, que de una u otra manera le han proporcionado a la
ciudadanía y al pueblo votante una mayor representatividad por medio de modelos
legítimos y en varios casos menos corruptos. 4 Siendo América Latina un continente
eminentemente presidencialista hay que tener en cuenta que en las democracias modernas
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(incluidos semi-presidenciales y semi-parlamentarios) hay algunas convergencias entre las


prácticas del presidencialismo en sistemas multipartido y sistemas parlamentarios con
elementos de poder similares al presidencialismo. Es decir, que ciertas democracias
mundiales han buscado adoptar principios y elementos de otro tipo de sistema para así
mejorar sus prácticas políticas, sus problemas de representatividad y su buen
funcionamiento en la rama ejecutiva y en el mismo parlamento. En la gran mayoría de los
casos, los sistemas presidenciales tienen más similitudes entre sí que los de tipo
parlamentario, ya que son estos sistemas de tipo presidencial los que en la gran mayoría de
los casos están imitando o están inspirados en el modelo estadounidense. “Sin embargo,
esto no debería ocultar las diferencias fundamentales entre los dos sistemas. Todos los
sistemas presidenciales y parlamentarios tienen un fondo común que permite su
diferenciación y también algunas comparaciones sistemáticas. Por otra parte, la mayoría
de las democracias presidenciales se parecen probablemente unas a otras más de lo que se
parecen entre sí las más numerosas democracias parlamentarias, en parte porque todas
las democracias presidenciales se inspiraron en el modelo estadounidense.(…)”5 Esto,
obviamente ligado a que son sociedades con características políticas, económicas,
culturales comunes, como es evidente en el caso latinoamericano, que aun cuando cada país
tiene variables propias en su cultura, actualidad y manejo político, si tienen elementos
similares, unos con otros, que llevan a que se puedan analizar, en algunos casos en
conjunto6
Son muchos los elementos que diferencian a los sistemas de tipo presidencial con los de
tipo parlamentario. Lo que pretendemos en un primer plano es realizar una comparación
detallada entre cada uno de estos sistemas, planteando las ventajas y desventajas que tiene
uno frente al otro. Como puede resultar evidente en este momento para el lector, la parte
que ocupa la mayor parte de nuestro tiempo es la de las “desventajas del presidencialismo”,
ya que como se ha establecido en anteriores ocasiones, es precisamente este sistema (el
presidencialista) el que pretendemos criticar para luego observar, por medio de las
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entrevistas, si es posible adoptar otros elementos que puedan ser útiles para reformar
políticamente al país.

3. Ventajas y Desventajas del Sistema Parlamentario


Ya que el objetivo de nuestra investigación es encontrar elementos del parlamentarismo que
puedan ser adoptados en Colombia, parece pertinente entonces mostrar ciertos aspectos de
este tipo de sistema que puedan ser útiles para nuestro análisis. Así, bajo la misma dinámica
presentada con el anterior análisis del presidencialismo, pretendemos dejar en evidencia
ciertas ventajas y desventajas propias de los sistemas parlamentarios, esto, con el objeto de
encontrar elementos teóricos que puedan ser analizados en conjunto con las entrevistas que
realizamos y que plantearemos en la segunda parte de este escrito, para así, entonces,
encontrar elementos empíricos básicos a la hora de catalogar si es prudente hablar de
parlamentarismo en Colombia, o no.

3.1. Desventajas del Parlamentarismo


Uno de los elementos que más caracteriza al parlamentarismo es la existencia de
coaliciones políticas dentro del parlamento mismo. Al hablar de un sistema parlamentario
con diversos partidos políticos (multipartidismo), vemos que al momento de buscar obtener
una mayoría dentro del parlamento, un partido obligatoriamente necesita de una coalición

con otro u otros partidos para obtener dicha mayoría (excepto en aquellos países
multipartidistas donde hay monopolio del poder político en cabeza de un solo partido
político). En este momento, la decisión que tiene que tomar el elector es una fundada
probablemente en el conocimiento que este votante tiene de la ideología política del partido
al que pertenece el candidato o representante. Lo que el elector no sabe es qué tipo de
coalición va a realizar el representante y el partido por el cual votó, cono otro partido
diferente. En el momento en el que se lleve a cabo dicha coalición, el votante puede no
sentirse a gusto con la misma, ya que debido a sus propias ideologías o expectativas
políticas, puede arrepentirse de haber votado por ese partido debido al tipo de coalición que
se formó. Es decir, en un sistema parlamentario no se sabe que tipo de coalición va a haber
para lograr una mayoría en el parlamento (ya que en países como Inglaterra, Australia,
Bélgica y Canadá, entre otros, las coaliciones se llevan a cabo luego de un proceso
electoral19) El elector, al momento de decidir por qué representante va a votar no conoce
realmente las dimensiones que va a tomar el partido que eligió, luego de que se formen las
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coaliciones parlamentarias. Por otra parte puede verse como desventajoso que, en los casos
en que existan coaliciones o partidos políticos inestables en el parlamento, a la hora de
demandar respuestas o buscar responsables de un acto político inadecuado o hasta
desastroso, no hay a quien atribuirle la responsabilidad de uno u otro hecho, ya que a falta
de mayorías dentro de un parlamento no es posible delimitar que partido es el responsable
de impulsar una u otra decisión política.
Una desventaja bastante significativa que tiene, específicamente el parlamento inglés, esta
en su composición. Mientras que la Cámara de los Comunes (“House of Commons”) es
elegido por sufragio universal, la Cámara de Lores (“House of Lords”) se encuentra
compuesta por miembros designados (en muchos casos por el Primer Ministro) o por
miembros que tienen un “casta” específica o un lineamiento hereditario, en donde aquellos
que poseen títulos de nobleza (llamados peers) pueden tener un acceso directo al
parlamento y ser miembros de dicha cámara. “While the House of Commons is directly
elected by universal adult sufferage on average every four to five years, the House of Lords
is made up largely of appointed members, along with Bishops of the Church of England

and a small number of hereditary peers elected by members of the hereditary peerage”. 20
Como puede observarse la introducción de un miembro de la realeza o de la nobleza al
parlamento inglés o la inclusión de un parlamentario por orden del primer ministro, puede
ser visto como una total falta de representatividad democrática, ya que al ser este individuo
parte del parlamento, y al no ser elegido en un proceso democrático, se pierde la posibilidad
de que dicho funcionario represente a una parte de la población.

3.2. Ventajas del Parlamentarismo


Como hemos establecido en anteriores puntos, el objetivo de este análisis es el de buscar las
ventajas que puedan tener los sistemas parlamentarios y buscar maneras de adoptarlos a un
sistema presidencial, específicamente el colombiano. Por esta razón es preciso hacer un
análisis acerca de las ventajas que tiene un sistema parlamentario, como lo son la
continuidad de partidos en el poder (o más específicamente dentro del parlamento), la
perdurabilidad de una coalición que apoye o disienta de un primer ministro, la existencia de
ideologías claras y partidos políticos estables y disciplinados y, tal vez la que resulta de
mayor importancia, la disolución de parlamentos. Esto, lo veremos a continuación.
Una de las grandes ventajas que presentan los sistemas parlamentarios, a diferencia de los
sistemas presidenciales es la posibilidad de mantener cierta continuidad de partidos
políticos en el poder. Con la existencia de la reelección en los regímenes parlamentarios, la
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continuidad de políticas de un periodo gubernamental a otro es mucho mayor. “Las


democracias parlamentarias han sido capaces de producir gobiernos estables. Bajo su
aparente inestabilidad tiende a olvidarse la continuidad de partidos en el poder, los
reajustes ministeriales, la perdurabilidad de una coalición bajo el mismo primer ministro y
la frecuente continuidad de ministros en ministerios claves a pesar de las crisis de
gobierno”.21 Creemos que no es necesario mencionar una vez más las ventajas que se
pueden sustraer de la continuidad de políticas de un gobierno a otro, pero vale decir que
muchos de los proyectos y políticas que se realizan en un mandato tienen resultados a largo
plazo, razón por la cual resulta beneficioso para un país entero mantener cierta continuidad
en los siguientes gobiernos.

Otro de los elementos que resultan positivos del parlamentarismo es lo necesario que
resulta para un primer ministro o parlamentario tener una ideología específica o pertenecer
a un partido estable. Esto trae consigo un fortalecimiento de los partidos políticos y
aumenta el nivel de credibilidad del funcionario. Aún cuando la mayoría de los regímenes
parlamentarios son sistemas multipartidistas, resulta imperativo para un funcionario público
que quiera acceder a un puesto de elección popular en las cámaras o en el gobierno, ser
parte de un partido, y por ende, hacer parte de una coalición.
Por su parte, la existencia de una coalición estable que apoye al primer ministro como
mayoría, tiene como beneficio la promulgación eficaz y constante de nuevas y mejores
políticas, ya que al tener a la mayoría del parlamento a su favor, el primer ministro tiene la
posibilidad de llevar a cabo un mandato más llevadero, que le permita instaurar nuevas y
mejores políticas y reformas. Así, el parlamentarismo ha dejado la posibilidad de que un
primer ministro refuerce su autoridad y legitimidad democrática por medio de un “voto de
confianza”, momento en el cual el parlamento (quien es quien lo solicita), decide sustentar
o reforzar el apoyo al primer ministro. En este momento también resulta ventajoso
mantener una continuidad de los partidos políticos y coaliciones. Por el contrario, si se está
hablando de una crisis gubernamental, dicho conflicto puede limitarse a la decisión del
parlamento (dependiendo del momento, puede ser por medio de un voto de censura o, la
utilización de un voto de no confianza; esto se explicará más adelante), quienes pueden
decidir si quieren o no retirar al primer ministro. Esto, en algunos casos, puede hacerse bajo
la privacidad del parlamento, sin que los medios de comunicación y la opinión pública
tenga porqué saber del suceso sino hasta tomada cierta determinación (obviamente esto no
sucede siempre). “Tampoco se presta atención a la posibilidad que ofrecen los sistemas
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parlamentarios de retirar a un primer ministro que ha perdido control de su partido o que


está implicado en un escándalo, y cuya permanencia en el puesto podría crear una seria
crisis política. Sin que produzca una grave crisis constitucional puede ser sustituido por su
partido, o mediante la formación de una nueva coalición, o al retirarle su apoyo los
partidos que toleran un gobierno minoritario”.22 Una de las maneras para llevar esto a
cabo (retirar a un primer ministro), es por medio de la disolución de parlamentos. Esto lo
veremos a continuación.

El tema de la disolución de parlamentos es uno de suma importancia al analizar los diversos


elementos que puede traer el parlamentarismo al presidencialismo. Es, en nuestra opinión,
la mayor ventaja que tiene este tipo de sistema. La importancia de un accionar constante y
legítimo por parte del electorado hace que la disolución sea uno de los muchos elementos
que puede instaurar el régimen presidencial colombiano para generar frenos y contrapesos
del legislativo frente al ejecutivo.
En el libro La Disolución de Parlamentos el profesor Solano define la disolución como “un
modo colectivo de poner fin anormal a un mandato”.23 La figura de la disolución es propia
de los regímenes parlamentarios, estos entendidos como una colaboración entre el
parlamento y un jefe de estado en la dirección general de los asuntos públicos. A su vez el
jefe de estado debe ser entendido como un ente irresponsable políticamente, representado
por un gabinete ministerial políticamente responsable. Un sistema se entiende como
parlamentario porque en él se organiza la primacía del parlamento sobre otras ramas del
poder.24 El sistema parlamentario supone, en principio, tres elementos básicos. Un
parlamento elegido y dividido en dos cámaras 25, un jefe de estado irresponsable donde su
acción se borra ante la acción de los ministros, un gabinete ministerial que es nombrado por
el jefe de estado y es responsable políticamente frente a las dos cámaras y el cual, en sí, es
considerado la base del régimen parlamentario. Dicho gabinete existe gracias al jefe de
estado pero su existencia solo puede ser mantenida con el permiso de las cámaras. Por esta
razón los diferentes enfrentamientos entre los partidos políticos tienen como fin la
obtención de la mayoría en las dos cámaras. Debe decirse también que en un régimen
parlamentario el jefe de estado no es un jefe de gobierno, ya que dicho régimen tiene como
principal símbolo al jefe de gobierno (el cual normalmente es el primer ministro o
presidente del consejo) y por encima de éste al jefe de estado, presidente o rey. La
responsabilidad del gabinete ministerial está directamente ligada a su relación con las dos
cámaras, ya que en el momento en que se rompan las relaciones o los acuerdos entre el uno
y el otro, dicho gabinete debe retirarse. La razón de este elemento del régimen
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parlamentario se debe a que el parlamento nunca se debe limitar a un papel simplemente

egislativo, sino que a su vez debe ejercer un control directo sobre todos los actos y
producción de políticas del gobierno. De ahí es precisamente de donde parte el accionar
“indirecto” del pueblo, ya que por medio de sus parlamentarios elegidos el electorado
ejerce una presión directa sobre el gobierno, y en sí en todas las áreas de la vida nacional.
“En realidad, el parlamentarismo es un gobierno de la opinión expresada por los partidos
y también expresada directamente por medio del mecanismo bipolar de la censura y la
disolución”.26
La disolución es un elemento de suma importancia en el equilibrio existente entre el
parlamento y el gobierno, ya que visto desde un punto de vista funcional tanto parlamento
como gobierno pueden revocarse el uno al otro. Así, frente a una falta de decisión entre el
gobierno de momento y el parlamento, se acude a los electores para que decidan el
resultado de las confrontaciones. “En otras palabras, si el gobierno piensa que tiene la
razón y que el parlamento está errado, es necesario acudir ante los electores para que
ellos decidan el litigio. De esta manera, se evitan las temeridades de parte y parte ya que
el parlamento que trate de derrocar un gabinete sabe de antemano que está expuesto a ser
enviado ante los electores”.27 En términos generales la disolución sirve para que el pueblo
pueda pronunciarse democráticamente sobre los intereses nacionales por medio del voto a
favor o en contra de la revocación de un mandato. La disolución de un parlamento es en
todo momento una institución democrática. Puede afirmarse que la disolución no es un
atentado contra la soberanía del pueblo, sino que precisamente es un “modo de
participación” en donde los electores pueden deliberadamente escoger abiertamente a un
nuevo candidato parlamentario. “Por su intermedio, le concede la palabra al pueblo sobre
un problema determinado y esto exige que a la disolución le siga en el menor de los
términos una elección. De esta manera, la disolución es un modo colectivo de poner fin
anormal a un mandato. De ella se podría afirmar entonces, que es una revocación masiva
de todos los miembros de una asamblea.”28
En el régimen parlamentario la confianza del pueblo es de gran importancia ya que es
precisamente de allí de donde surge la responsabilidad política. Del lado del parlamento
por la disolución y del lado del gobierno por el tema de la confianza que se le da o se le
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quita al gabinete ministerial. “A Motion of Confidence is a motion of support proposed by a


government in a parliament to give members of parliament a chance to register their
confidence for a government by means of a parliamentary vote. Governments often propose
a Motion of Confidence to replace a Motion of No Confidence proposed by the
opposition”.29 Frente a esto es importante decir que la sanción del control parlamentario es
precisamente ese poder que tienen las dos cámaras para evitar que los ministros
pertenecientes a un gabinete sigan ejerciendo algún tipo de poder. Así, entonces, el jefe de
estado es quien crea el gabinete y es el parlamento quien decide su permanencia.
Otro elemento de gran importancia en un régimen parlamentario (obviamente haciendo
referencia al tema de la disolución del parlamento) es el del papel del jefe de estado. En
ciertas circunstancias el papel de dicho jefe puede modificarse o desaparecer. Ejemplo de
esto es cuando la disolución es solicitada por el primer ministro, cuando se aproxima el fin
del período legal del parlamento o cuando el gobierno desea fortalecer su propia posición
llamando a nuevas elecciones. De aquí se derivan dos puntos importantes que deben ser
analizados. El primero hace referencia a que, a pesar de haberse solicitado, el jefe de
estado tiene dentro de sus facultades la posibilidad de rechazar la disolución, y en segundo
lugar, en los casos en que el gobierno no convoque a que los electores sean quienes decidan
el conflicto, la idea clásica de disolución termina siendo totalmente transformada. En la
actualidad, el propósito de la disolución no es regular las relaciones entre gobierno y
parlamento. Hoy en día, casi su única función es la de fortalecer el vínculo entre el partido
de mayoría en el poder y la opinión pública, teniendo esto obviamente como riesgo que se
tenga una mala imagen y por ende un rechazo del electorado. Desde este punto de vista,
muchos podrían decir que la disolución es utilizada como un “arma política” por parte del
gobierno.30
“La experiencia contemporánea demuestra que el mecanismo fundamental del régimen
parlamentario (censura-disolución) ha sido desnaturalizado en lo relativo al equilibro de
poderes. En realidad, hoy en día el gobierno se lleva la parte del león en detrimento del
parlamento. Esto ha sido agravado por la elección del jefe de estado mediante el sufragio
universal directo en países que conservan el régimen parlamentario el cual, por este nuevo
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hecho, se ha sido presidencializando cada día más”.31 La mencionada cita hace referencia
a la imposibilidad de la disolución en un régimen de tipo presidencial, ya que no solo va en
contra de los principios generales del presidencialismo sino que al mismo tiempo este
elemento de la disolución es casi siempre o sub.-utilizado o mal utilizado. El régimen
presidencial está basado, clásicamente, en un sistema de equilibrio entre el gobierno de
momento y el parlamento. Desde la perspectiva de Montesquieu de frenos y contrapesos
del legislativo frente al ejecutivo, en donde cada uno genera una presión al otro pero sin
inmiscuirse en los asuntos propios de la otra rama, puede decirse que el presidente de la
república no tiene la capacidad de disolver el congreso ni el parlamento tiene la capacidad
de revocar al presidente o a su gabinete. Teniendo esto en cuenta debe decirse que ningún
de estos dos estamentos de las ramas del poder pueden acudir a la opinión pública para
afectarse mutuamente sus respectivas orbitas de competencia, “ello equivaldría a que el
poder no pudiese parar el poder, según fórmula consagrada y bien conocida que le pone
límites al derecho de censura”.32 Así mismo, en términos generales, el presidente no tiene
el derecho de disolver el congreso en sus dos cámaras. Desde esta perspectiva el profesor
Solano hace mención que ni siquiera el presidencialismo de los países del tercer mundo
(considerados por él como una forma desnaturalizada del régimen presidencial) han osado
utilizar el derecho de disolución del parlamento dentro de sus respectivas normatividades
del Estado de Derecho. En dichos países el régimen de tipo parlamentario no ha sido
adoptado por diversas razones. Ejemplo de esto es la valoración de la oposición, la
complejidad y fragilidad de sus sociedades y sus gobiernos, la facilidad de crear una nación
a través de medios autoritarios y la personalización del poder en cabeza de un líder
específico o presidente, etc. Por esta razón los regímenes de tipo presidencial se encuentran
casi siempre con la constante de un jefe de estado o jefe de gobierno que en sí, está casi
siempre por encima del poder de un congreso o parlamento. Esto, obviamente ha llevado a
que existan desequilibrios institucionales, a constantes utilizaciones autoritarias y hasta a
golpes de estado. Puede decirse que estos últimos factores han dejado de tener la
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utilización que antes tenían por la práctica del pluripartidismo y por la constante regla de la
no reelección inmediata.33
A diferencia de la disolución en el sistema parlamentario, los sistemas de tipo
presidencialista tienen lo que se conoce como “revocación del mandato o recall”. Este, por
el contrario, es un modo totalmente individual de poner también fin, en forma normal, a un
mandato surgido en una elección popular. En la disolución se aplican conceptos del
derecho público. En la revocación del mandato se aplica la teoría civilista del mandato a
una situación de derecho público, en donde esta teoría surge de la escogencia de un régimen
representativo que esté acompañado de elementos de democracia semi-directa. Es decir, es
el pueblo quien escoge su representante, y por ende es él quien tiene la capacidad y la
legitimidad de pronunciarse y calificar sobre el rendimiento y cumplimiento de un
parlamentario. Esto es conocido como la teoría del mandato. 34 “Mandato que aquí es
también imperativo y del cual Víctor Hugo propuso que alguna ocasión que se calificara
de contractual para recavar sobre el hecho de que el mandato entre electores y elegidos es
un verdadero contrato, con todo lo que esto implica de alteridad y obligatoriedad”. 35 La
teoría del mandato tiene las siguientes consecuencias:
 Los electores de una circunscripción pueden dictar a sus elegidos un programa e
imponerles soluciones sobre determinados problemas.
 En caso de duda sobre algún punto del mandato el elegido debe hacer siempre lo
que desee la mayoría local.
 Los electores pueden revocar el mandato que le hayan conferido a sus elegidos .
Cuando los parlamentarios incumplan el programa mostrado en el período electoral,
teniendo en cuenta que el mandato es un contrato de confianza, por ende el
mandante en cualquier momento puede revocar dicho mandato.
 Los parlamentarios deben informar de sus acciones.
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 Los parlamentarios son responsables en caso de incumplimiento.


 En teoría los honorarios de un parlamentario debe provenir de los electores y no del
erario nacional. (Ejemplo: Francia en el antiguo régimen).
La conclusión de la teoría del mandato es que en general, el elegido está sometido a su
elector. Es importante mencionar que en dicha teoría existe una íntima relación entre
electores y elegidos en donde no solo hay un conocimiento político del elector frente al
parlamentario, sino que en términos teóricos se supone una relación de amistad, vecindad, y
mutuo conocimiento. Debido a esto la revocación del mandato es un acto político en el
cual no solo se están poniendo en juego relaciones y funciones políticas sino que también
se ponen en juego relaciones íntimas; esto lleva a que en la teoría del mandato imperativo la
revocación del mandato solo opere a nivel estrictamente individual y no de manera
colectiva ni nacional. “Visto lo anterior, podríamos afirmar que la figura de la revocación
del mandato, se predica de las relaciones que surgen entre el parlamento y su pertenencia
a él en calidad de parlamentario. Su naturaleza jurídica puede ser entonces estudiada
dentro de la naturaleza moral, ética y política que se da en las relaciones entre elegido y
elector principalmente y entre elegido y parlamento, secundariamente, dado que por su
aplicación el elegido es desvinculado de la corporación electiva”.36

4. Estudio de Campo
Luego de haber realizado un pequeño recuento teórico de las ventajas y desventajas del
presidencialismo y el parlamentarismo parece necesario hacer ciertas precisiones. Como es
evidente al observar las desventajas de un sistema de tipo presidencial y de ver las ventajas
de parlamentarismo es posible sustentar, como conclusión de esta sección teórica, que el
parlamentarismo ha llevado a que diversos sistemas democráticos se consideren como unos
más estables en comparación con los sistemas de tipo presidencial. Como ya vimos,
muchos elementos encontrados en un sistema parlamentario pueden llevar a que el balance
o equilibrio del poder entre las diversas ramas (en especial la ejecutiva y la legislativa) sea
más significativo, y de hecho más útil, al encontrado en un país de corte presidencialista.
Lo que pretendemos de este momento en adelante es mostrar, a través de las entrevistas
realizadas, una de tres opciones: 1) que sí es posible transformar a Colombia en un país con
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un sistema parlamentarista; 2) que es posible adoptar ciertos elementos del


parlamentarismo en Colombia o; 3) que la realidad nacional no debe ser cambiada y que el
sistema presidencial es el adecuado para las necesidades del país.
Como ya lo hemos establecido en anteriores oportunidades, la segunda parte de esta
investigación pretende realizar un “trabajo de campo” que sirva como medio empírico para
determinar la viabilidad de incorporar ciertos elementos propios de un sistema
parlamentario al sistema presidencialista. Parece importante mencionar que debido a la
dificultad que encontramos a la hora de conseguir las diversas entrevistas que requeríamos,
solamente tuvimos acceso a pocas, pero muy importantes personas que agradecemos de
manera muy especial. Por otro lado queremos recalcar que aun cuando en la idea inicial de
este investigación queríamos tener una mayor cantidad de entrevistados tuvimos la buena
fortuna de encontrar solo unos pocos personajes que participan o han participado en el
escenario político del país, quienes con su capacidad y claridad de conceptos en el tema del
parlamentarismo y presidencialismo (así como en infinidad de temas) fueron de inmensa
importancia para nuestra investigación. De igual manera utilizamos varios elementos de
investigación que demostraron ser de gran importancia para la presente investigación. Tal
vez los más significativos fueron la Gaceta del Congreso del viernes 23 de julio de 1993 y
el Diario Ámbito Jurídico de fecha marzo 8 a marzo 21 de 2004 Edición No. 148 y de abril
26 a 9 de mayo de 2004 Edición No. 151, los cuales no solo ayudaron sustancialmente al
objetivo que se buscaba con el trabajo de campo, sino que, a su vez, complementaron la
falencia de entrevistados que tuvimos debido a sus apretadas agendas. A continuación
plantearemos las discusiones que se dieron en las entrevistas realizadas al Constituyente de
1991 Doctor Jesús Pérez González-Rubio, el Ex Alcalde de Bogotá Doctor Luis Prieto
Ocampo, el Secretario General del Partido Conservador Doctor Jorge Agustín Sedano
González y el Ex Presidente de Colombia Doctor Andrés Pastrana Arango.

5. Conclusiones
Algunos autores y periodistas creen que la solución no está en el cambio de régimen
político o de gobierno. Como fue evidente en el transcurso de este escrito, nuestra
percepción está dirigida hacia un cambio de sistema político en Colombia, elemento este
que como demostramos, puede traer grandes beneficios para la realidad y necesidad del
país, política económica y socialmente. Aún así aprovechamos esta sección de conclusiones
para mostrar la “otra cara de la moneda” en el debate entre parlamentarismo y
presidencialismo, en donde brevemente se mostrará cierta tendencia “en contra” del
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parlamentarismo, y, no directamente a favor de los sistemas presidenciales, pero sí


culpando a los partidos políticos de las falencias de este tipo de régimen, y no al
presidencialismo como tal. Existe actualmente una tendencia por el cambio en los sistemas
políticos latinoamericanos. Al enfrentarse a fuertes crisis, bien sea una crisis política e
institucional (por ejemplo Venezuela) o económica (Argentina), muchos países de la región
han decidido culpar a su sistema político, de las constantes fallas o falencias de sus

gobiernos.“Que el parlamentarismo esté de moda se explica por nuestra propensión a


creer en el efecto liberador de paradigmas, ideas o modelos por lo general producidos en
el exterior. Obsesión por macro-reformas, que como varitas mágicas nos permitirán en un
abrir y cerrar de ojos resolver con soluciones totalizantes nuestra realidad”.65

Como puede verse son muchas las ventajas que puede traer para un país como Colombia, la
implementación de un sistema de tipo parlamentario o, de hecho, la posibilidad de cambiar
su sistema de gobierno. Pero las cosas no resultan ser tan fáciles. Existe también una amplia
literatura acerca de los problemas del parlamentarismo, así como importantes autores que
consideran que el presidencialismo trae consigo grandes ventajas que no son para nada
despreciables. Al haber realizado un análisis al comienzo de este escrito acerca de las
ventajas y desventajas de uno y otro sistema parece pertinente hacer referencia al porqué de
la dificultad que puede tener adoptar o cambiar a un régimen parlamentario. En términos
generales, tal vez el motivo más importante por el cual resulta de gran dificultad realizar
dicho cambio es debido a las consecuencias que trae la debilidad de los partidos políticos
en un sistema de partidos. “Existen razones para ser escépticos acerca de las afirmaciones
de los "parlamentaristas"; en particular, enfatizaré que algunos de los supuestos
problemas del presidencialismo pueden ser atribuidos a las características del sistema de
partidos (Shugart y Carey 1992, pp.28-54; Mainwaring y Shugart 1994; Shugart 1995;
Haggard y Kaufman 1995, cap. 10)”.66 Variables como la falta de representatividad, la
falta de organización y carencia de ideología política, la falta de unión entre unas y otras
tendencias políticas, entre otros, han sido todos elementos determinantes en mantener la
crisis de partidos políticos en muchos sistemas presidenciales en Latinoamérica. “Por el
momento, el problema político más común en América Latina es la combinación de
fragmentación - un elevado número de partidos efectivos (Sartori 1976, p. 185; Powell
1982, pp. 80-84) - y una débil disciplina partidista interna.”. 67 La fragmentación partidista
en los sistemas presidencialistas conforma las condiciones para que los Ejecutivos se tornen
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políticamente aislados y sin poder para cumplir con su agenda (Mainwaring 1992) 68. Los
incentivos para que los partidos pequeños colaboren con el gobierno son menores que en un
sistema parlamentario, desde que no existe la capacidad para amenazar con un adelanto de
las elecciones y las tentaciones de ejercer un chantaje legislativo son consecuentemente
más grandes. “Al examinar el debate parlamentarismo-presidencialismo, se hizo notar que
los legisladores en un sistema presidencialista tienden a responder a intereses particulares
. Sin embargo, esta tendencia podría obedecer a la falta de disciplina partidaria más que
al presidencialismo”.69 Es por esto que, factores que resultan tan determinantes e
importantes para una democracia, y en especial para un régimen presidencial como lo es la
división de los poderes, se pierde, ya que la inoperancia o indisciplina de los partidos
políticos lleva a que la balanza de poder que busca dicha Teoría Tripartita del Poder se
pierda, al no existir unos partidos políticos organizados, representados en la rama
legislativa, que generen una verdadera oposición o, de hecho respalden a la administración
de momento. “El primer fenómeno que incide de manera decisiva sobre la vigencia
efectiva del principio de la división de poderes en nuestro ordenamiento, lo constituye la
desnaturalización de la función que deben cumplir los partidos políticos en una
democracia operante. (...) La total ausencia de democracia interna en el seno de nuestros
partidos ha prohijado su creciente burocratización, degenerando en auténticas
maquinarias electorales”.70 Es por esto que muchos autores han considerado que la
verdadera ineficiencia de los sistemas de corte presidencial no está precisamente en la
concepción que se tiene del presidencialismo, sino más bien, dicha inoperancia radica en
las fallas que han demostrado tener los partidos políticos especialmente en los países
latinoamericanos (obviamente no en todos, por ejemplo México). “En los últimos 20 años
el presidencialismo fue fuertemente atacado por su presunta "winner-takes-all-condition"
(condición de “gánalo todo”)71 (Linz, 1990; Mainwaring, 1993; Mainwaring y Shugart.,
1997; Valenzuela, 1994) pero hoy día nos es claro que el presidencialismo, como tal, no es

inconducente a la cooperación política. La prueba está en que existen presidencialismos


que efectivamente logran crear y mantener coaliciones de gobierno, mientras otros
parecen estar inmersos en un ciclo continuo de parálisis y eventualmente crisis”.72

Teniendo en cuenta otro punto de vista es posible observar como ciertos autores consideran
que el parlamentarismo trae mayores desventajas que lo que, a primera vista, puede ser
observado. Visto como un sistema político incapaz de estar acorde con ideales
democráticos, el parlamentarismo no cumple las necesidades políticas básicas de una
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sociedad, la cual en general no posee las “herramientas” o educación necesaria para acceder
a los beneficios de debate y organización del parlamentarismo, obviándosele así la
posibilidad de elegir directamente a su líder. Esto, como parece obvio de lo que hemos
venido planteando en nuestro escrito, no es nuestra posición. “Schmitt considera al
parlamentarismo como un régimen del siglo XIX, inadaptado a la democracia de masa. La
burguesía, animada por las ideas liberales de la razón y del equilibrio de los poderes, se
acoplaba perfectamente a los principios fundamentales del parlamentarismo. Pero "la
situación cambió radicalmente: se trata de integrar en una unidad política [el Estado] al
proletariado, masa no poseedora de bienes y no educada". Los mecanismos
parlamentarios son así obsoletos para una tarea de esta naturaleza. El pueblo que no está
educado "no puede discutir por el mismo, no puede más que aclamar, elegir, responder sí
o no a las cuestiones que se le formulan". La democracia de masa necesita de jefes
políticos surgidos directamente de la confianza de las masas y, en consecuencia, tiene
necesidad de seleccionar sus elites conforme a procedimientos de democracia directa, los
únicos capaces de integrar a las masas obreras en el Estado”.73

“En fin, la práctica política de los regímenes parlamentarios contemporáneos pervierte los
principios fundamentales del parlamentarismo -la discusión desaparece, el carácter
público y la representatividad de los diputados dejan de ser asegurados- minando así las
bases de legitimación de la fe en el Parlamento”.74 Algunos autores como los arriba citados
dejan muy en claro su posición con respecto a la utilidad y de hecho viabilidad de un

sistema de tipo parlamentario. Aunque muchas de estas fallas de este modelo de régimen
puedan ser ciertas, algunos aspectos siguen siendo bastante claros, sobre todo en las
posibilidades que puede brindar un sistema parlamentario en un país como Colombia. A
continuación buscaremos dar algunas soluciones y posibilidades al respecto, teniendo en
cuenta cada uno de los elementos analizados anteriormente.

El tema de la adopción o cambio a un sistema de corte parlamentario trae muchas opiniones


y genera una intensa polémica. Creemos necesario no solo reunir y analizar las posiciones
dadas en esta investigación, sino también crear una pequeña formula para llevar a cabo
dicho cambio, si es que se considera como necesario.
Luego de terminada la presente investigación son varios los elementos que deben ser
tenidos en cuenta. El primero de ellos, tal vez el más significativo hace referencia al tema
central de este escrito: el sistema parlamentario, en la gran mayoría de los casos, sí
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funciona. No pretendemos volver a enumerar los motivos del por qué de dicho
funcionamiento, pero en general muchas de las características propias del parlamentarismo
suplen, en gran medida las necesidades actuales del presidencialismo colombiano. Si se
hace un breve análisis de dichas necesidades, podemos encontrar que, en Colombia, sí
existe una crisis de partidos, sí hay una falta latente de oposición organizada y útil, sí se
requiere de cambios institucionales que permitan la perdurabilidad de un gobierno que esté
haciendo las cosas bien (reelección), y la necesidad a la que hemos hecho mayor referencia;
sí se necesita un mayor equilibrio entre el legislativo y el ejecutivo, en especial, debido al
gran poder que recae en cabeza de este último bajo la figura del Presidente de la República.
Dentro de las diversas propuestas y opiniones dadas por los entrevistados y otras fuentes
encontramos elementos de inmensa utilidad para este análisis final. Como lo estableció el
Doctor Pérez, se debe buscar una colaboración de poderes, en vez de una separación de los
mismos. Es necesario aumentar los niveles de “gobernabilidad”; dejar gobernar, trabajar en
conjunto en pro de un bienestar general, nacional, y no, como se pretende con el
presidencialismo colombiano, trabajar independientemente, creyendo que crear “trabas” u
obstáculos entre una y otra rama es parte de la “obligación constitucional para las cuales
fueron creados el ejecutivo y el legislativo. De igual manera, en las consideraciones
presentadas por el mencionado Doctor, debe tenerse siempre en cuenta las verdaderas

características de los sistemas parlamentarios. Es decir, debe estudiarse, con mucho cuidado
sus elementos e implicaciones y, si se quiere llegar a adoptar dicho sistema, prever sus
consecuencias y utilizar todos sus elementos de manera responsable y adecuada.
Por otro lado, como lo propone el Doctor Sedano, debe dejarse abierta la posibilidad de
instaurar una sistema híbrido y no buscar solucionar las necesidades políticas mediante la
implementación de un sistema puro como lo es parlamentarismo. Nos atreveríamos a
proponer que, aunque no lo diga textualmente, una de las propuestas del Doctor Sedano se
encuentren dirigidas hacia la implementación de un semi-presidencialismo o semi-
parlamentarismo. Esta idea, en un futuro, puede ser la solución final al presente debate, ya
que daría la posibilidad de cambiar el sistema colombiano, pero de manera paulatina y
moderada: propuesta esta también dada por el ex presidente Pastrana.
En términos generales creemos que la instauración de un sistema diferente al presidencial
es inminente y necesaria en el país. Colombia adolece de muchas complicaciones y
problemas a nivel político, económico, social e institucional las cuales, hasta ahora no han
podido ser solucionadas por el presidencialismo. Aún cuando en la actualidad políticas de
gobierno instauradas por la actual administración Uribe Vélez, como lo son los Consejos
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Comunales, hayan dado buenas resultados, creemos que dichas formulas o soluciones a los
diversos problemas del país, deberían competer al Estado en general. Es decir, a todas las
ramas del poder público. Aún en el régimen parlamentario el tema de la representatividad
sigue inmerso en todas las acciones de la rama legislativa, razón por la cual, políticas como
los Consejos Comunales del actual gobierno, deberían ser implementadas, de igual manera,
por la rama legislativa.75

La solución que planteamos es la siguiente. Debe hacerse un cambio del sistema político
del país. Creemos fielmente que la solución está en la implementación de un sistema
parlamentario, pero ese cambio debe realizarse teniendo en cuenta ciertos elementos. En
primer lugar y haciendo alusión a las complicaciones procedimentales de dicha
implementación, es pertinente decir que un cambio de sistema no puede ser llevado a cabo
por el Congreso. Por la vía ordinaria del Congreso no existe ni la legitimidad, ni el debate

público suficiente para llevar a cabo un cambio de esta magnitud. Segundo (esta posición
queda abierta a discusión), la posibilidad de utilizar la figura del referendo es bastante
improbable o inútil. Ya se demostró en el país que llevar a cabo un referendo que contenga
disposiciones tan complejas y significativas hace que la medida sea, posiblemente, un
fracaso. Como tercera medida, debe haber un cambio de mentalidad, organizacional y de
“convencimiento” en el país. Los partidos políticos deben organizarse, así como la
oposición. La rama legislativa debe procurar una mayor legitimidad y los colombianos
deben estar totalmente convencidos que el parlamentarismo es una solución adecuada. Por
último, debe considerarse la posibilidad de pasar a un sistema parlamentario pero
lentamente. Debe existir todo un proceso anterior a la implementación. Debemos estar
preparados para los cambios que como consecuencia se darán con el paso al
parlamentarismo. Debemos estar preparados para asumir cualquier falla y corregirla; pero
por encima de todo, debemos estar en condiciones de aceptar que en la actualidad el
sistema presidencial no está funcionando y que, en general, cualquier cosa positiva que
pueda servir para solucionar la actual crisis política, debe ser recibida, ya que de nuestras
decisiones actuales, depende el futuro político de nuestro país.
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