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La presente acta contiene las reformas analizadas y aprobadas en lo particular por el VIII Congreso
Legislativo.
El Nuevo Testamento nos presenta a Jesucristo como el fundador y cabeza de la iglesia (Mateo 16:18)
y a los apóstoles como el fundamento de la misma (Efesios 2:19-21). Para antes de la finalización del
periodo apostólico del Nuevo Testamento, descubrimos el desarrollo de los diferentes ministerios
que se dedicarían al servicio de la iglesia del Señor.
Con el fin de identificar a quienes se dedicarán al ministerio ordenado, es necesario establecer una
instancia para guiarlos en este camino. Por tanto, se reconoce la importancia de la instalación al
diaconado como parte del proceso para llegar al ministerio ordenado.
También se reconoce que en el Nuevo Testamento se usa la palabra "diákonos" para referirse a
aquellos que sirven en la iglesia. Este término puede ser traducido como diácono, ministro o siervo,
sin que esto signifique que sean diferentes, o que represente diferentes rangos eclesiales. Sin
embargo, debido a las necesidades misionológicas, se considera viable el diaconado como
reconocimiento especial para aquellos que serán llamados al ministerio ordenado.
I. Para ser aceptado en calidad de diácono, las personas propuestas por el pastor, deben cumplir con
los siguientes requisitos:
1. Satisfacer las exigencias espirituales y morales que señala la Palabra de Dios (Hechos 6:3;
1 Timoteo 3:8-13).
2. Haber sido bautizados en agua, por inmersión, en el nombre de Jesucristo y haber recibido
el bautismo del Espíritu Santo con la señal de nuevas lenguas.
7. Haber cursado cuando menos los estudios de secundaria y presentar las correspondientes
constancias.
8. Que comprenda y viva la visión integral de la iglesia, habiendo ejercido o que esté
ejerciendo el liderazgo celular.
9. Debe ser propuesto por el pastor, contar con la aprobación de la iglesia donde se congrega,
con el visto bueno del presbítero y la aprobación del obispo del distrito.
10. Ser examinado y aprobado por una comisión que será designada por el obispo del
distrito.
II. El proceso que se seguirá para la selección, examen, aprobación e instalación de los diáconos será
el siguiente
2. Una vez hecho lo anterior, el pastor presentará el asunto a los miembros más
representativos de la iglesia y si ellos estuvieran de acuerdo, se hará lo conducente.
5. El candidato al diaconado se presentará ante una comisión examinadora formada por tres
ministros que serán designados por el obispo del distrito, cuya comisión revisará la solicitud,
y podrá aceptar o rechazar la solicitud que se presenta, después de haber examinado al
candidato. Todo examen será individual.
III. La función de los diáconos consistirá en realizar todas las encomiendas que les asignen sus
pastores relativas al funcionamiento de la iglesia. Podrán visitar a los enfermos y orar por ellos,
atender a miembros convertidos y a los inconversos, según las indicaciones que reciban de sus
pastores. En casos necesarios los diáconos podrán dirigir cultos y predicar, según las necesidades de
la iglesia y de acuerdo con el criterio del pastor. Esta facultad de dirigir cultos y predicar, deberá de
preferencia, ser concedida gradualmente a los diáconos por el pastor, quien determinará si la
autoridad que concede es específica o general.
IV. Los diáconos estarán en todo tiempo sujetos a la autoridad pastoral. Los pastores harán una
evaluación anual del grado de responsabilidad, eficiencia, superación ministerial e intelectual de sus
diáconos, y quedará a juicio determinar si siguen o no en el diaconado, para tomar esta decisión
deberán contar con la previa autorización del obispo del distrito.
V. Los diáconos que hayan cesado de sus funciones por las razones que se indican en el párrafo
anterior, que hayan renunciado al diaconado o dejado de ejercerlo por cualquier otra razón, excepto
la excomunión, seguirán disfrutando de todos sus derechos y obligaciones como miembros de su
respectiva congregación
VI. Cuando un diácono, por alguna razón pasare a ser miembro de una congregación distinta a
aquella en la que haya iniciado su diaconado, quedará a criterio del pastor que emite la carta de
traslado si lo envía como diácono, y de igual manera quedará a criterio del pastor que lo recibe la
continuidad de su diaconado, en caso de haber sido enviado con su diaconado activo. Cuando el
cambio fuere a solicitud del obispo del distrito, el estatus del diácono no tendrá afectación, previo
acuerdo con el pastor local.
VII. En cada iglesia constituida o en formación podrá haber un diácono por cada treinta miembros
además de aquellos que se necesiten para la atención específica de nuevos campos de predicación.
VIII. Los diáconos deben procurar que se conserve entre los miembros de sus iglesias el espíritu de
fraternidad cristiana y si llegaren a suscitarse dificultades entre el pastor y la iglesia, deberán
mantenerse neutrales por el espíritu de unidad.
I. Para llegar a ser ministro ordenado de la Iglesia Apostólica se necesita desempeñar previamente
con eficacia y lealtad su llamado en el diaconado, y luego demostrar, antes de la ordenación su
capacidad de liderazgo en las células y/o los ministerios.
II. Un diácono que sienta el llamado al ministerio ordenado se lo comunicará a su respectivo pastor
para que, en caso de que éste comparta la misma opinión, se inicie el proceso que se menciona
enseguida. En los casos en que los mismos pastores comprueben la vocación ministerial, podrán
hablar con éstos, y si estuvieren dispuestos a iniciarse en el proceso correspondiente, se procederá
como sigue.
III. El pastor propondrá, con la autorización de su presbítero, al obispo del distrito, el nombre del
varón aspirante al ministerio ordenado, para que enseguida el diácono sea examinado, ya sea por el
mismo obispo o por los ministros ordenados que él designe.
IV. Para recibir la ordenación ministerial se deberán llenar los siguientes requisitos:
5. Estar durante todo el tiempo sujeto a la autoridad del pastor de la iglesia a que pertenece,
debiendo acatar sus instrucciones y enseñar a los creyentes bajo su cuidado el
reconocimiento a la autoridad pastoral y la práctica de la doctrina, organización, economía
y disciplina de la Iglesia, pugnando además porque se conserve la unidad de los creyentes
para con la iglesia patrocinadora.
6. Ser recomendado para la ordenación por el pastor respectivo y aprobado para ello por el
obispo del distrito.
7. Ser aprobado por una comisión examinadora de tres ministros designados por el obispo,
quienes se encargarán de comprobar que el candidato a la ordenación llena todos los
requisitos que aquí se establecen. Todo examen será individual.
11. El candidato que haya recibido la ordenación, estará en condiciones de pastorear una
iglesia o colaborar adjunto a un pastor.
VI. Para incorporar a ministros o pastores que vienen de otras denominaciones con una doctrina
unicitaria y pentecostal al cuerpo ministerial ordenado de nuestra iglesia, se observará el siguiente
proceso:
l. El ministerio de todos los creyentes es, en primer lugar, hombres y mujeres llamados por Dios al
servicio de la iglesia local según el don o llamado que haya recibido de parte de Dios. Involucrándose
también en cuestiones materiales, el orden de los cultos la administración y demás detalles
cotidianos de las congregaciones. Igual, se podrán dedicar al ministerio de la predicación y al servicio
de la iglesia.
IV. Para ser aceptados en el ministerio de todos los creyentes, las personas propuestas por el pastor,
deben cumplir los siguientes requisitos:
2. Haber sido bautizados en agua, por inmersión, en el nombre de Jesucristo y haber sido
bautizado en el Espíritu Santo con la señal de nuevas lenguas y tener buen testimonio.
III. Para la atención pastoral se destinará el 50 % del 96.5 % de los ingresos mensuales de la iglesia
respectiva por concepto de diezmos y ofrendas de regla, teniendo como marco referencial y límite
veinte salarios mínimos, sin necesidad de acuerdos oficiales. Los pastores recibirán una ayuda de
manutención extraordinaria en los meses de julio y diciembre, siempre y cuando la iglesia tenga la
capacidad económica para otorgarla, en caso de que la iglesia no tenga la capacidad no se le deberá
acumular como deuda.
II. Todas las iniciativas de ley propuestas deberán tratarse sobre aspectos que se desprenden de la
vida de la Iglesia y su proyecto que no están contempladas en la Constitución o estando en ella,
ameriten ser modificadas.
Tratándose de doctrina y disciplina, la comisión de reformas que reciba la propuesta solicitará a la
Mesa Directiva General que nombre una comisión especial que estudie la propuesta desde la
perspectiva correspondiente y que presente sus conclusiones previo al congreso legislativo, esto,
con la finalidad de tener los elementos necesarios para el debate legislativo. En caso de que el
tiempo no fuera suficiente para el estudio necesario, la propuesta se turnará al siguiente congreso
legislativo.
Para dar cumplimiento a la fracción que precede, la Mesa Directiva General en pleno nombrará una
comisión de reformas constitucionales, integrada por cinco miembros. Será conformada por dos
miembros de la Mesa Directiva General y tres más que pueden ser obispos y/o pastores.
Así concluimos nuestro VIII Congreso Legislativo, al medio día del 3 de noviembre del 2023.
Doy fe.