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Depresión

LEVANTÁNDOTE CUANDO ESTÁS CAÍDO

Edward T. Welch
Publicado por:
Publicaciones Faro de Gracia
P.O. Box 1043
Graham, NC 27253
www.farodegracia.org
ISBN 978-1-629461-43-4
© Copyright, 2000 por Edward T. Welsh. Todos los derechos
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© Las citas bı́blicas son tomadas de la Versió n Reina-Valera ©
1960 Sociedades Bı́blicas en Amé rica Latina. © renovada 1988,
Sociedades Bı́blicas Unidas. Utilizado con permiso.
Contenido
Depresió n – Levantá ndote cuando está s caı́do
¿Có mo puedo hacer algo si no siento nada?
Escucha
Piensa
¿Qué dice tu depresió n? ¿Qué signi ica?
Sigue el camino que te conduce a Dios
Con iesa tu pecado a tu Padre celestial
Da pasos prá cticos de amor y obediencia
No te rindas
Algunas preguntas comunes
Publicaciones Faro de Gracia: otras obras de esta serie
Depresión – Levantándote
cuando estás caído
Té cnicamente se le llama depresió n, pero no puede ser descrita
con una sola palabra. Te sientes adormilado, pero la cabeza te
duele; vacı́o, pero sientes gritos en tu interior; fatigado, pero
con abundantes miedos. Las cosas que alguna vez te producı́an
placer ahora ni siquiera captan tu atenció n. Tu cerebro se
siente rodeado de neblina. Tú te sientes pesado.
¿Recuerdas cuando tenı́as metas? ¿Cosas que anhelabas?
Pueden ser cosas muy pequeñ as como ir a ver una pelı́cula el
viernes por la noche o un trabajo que deseabas realizar. Ahora
tienes muy pocas metas. Terminar el dı́a parece su iciente. Pero
cada dı́a es lo mismo. No existe la satisfacció n o el descanso.
Cada dı́a conlleva una monotonı́a mortal y temes que mañ ana
será lo mismo. El aburrimiento de la vida parece estarte
matando.
¿El sueñ o? Es un desastre. No puedes dormir. Ni siquiera
recuerdas có mo es despertar y sentirte renovado.
¿Alguna vez has visto las pinturas de Pablo Picasso durante su
periodo depresivo? Las pinturas no son alentadoras, pero si
observas detenidamente, al menos encontrará s que no está s
solo. Impulsado por una relació n complicada, Picasso realizó
una serie de pinturas en donde las personas parecı́an sin vida y
todo estaba en sombras de azul y gris. ¿Estaba re lejando sus
sentimientos en su arte, o estaba representando ielmente al
mundo como é l lo veı́a? De cualquier forma, no existen dı́as
soleados en la depresió n—solo un mundo sin colores y cielos
tristes y nublados.
Picasso no fue el ú nico que luchó con lo que ahora llamamos
depresió n. Abraham Lincoln, Winston Churchill, el gran
predicador inglé s Charles Spurgeon, el misionero David
Brainerd y el traductor de Biblia J.B. Phillips son algunas de las
personas conocidas que hablaron y escribieron sobre sus
luchas. Ası́ que, si está s deprimido, puedes sentirte solo, pero
considera que muchos ya han atravesado este camino antes y
muchos está n en é l ahora.
¿Te identi icas con algo de esto? Si es ası́, continú a leyendo. Ya
tienes una razó n para tener esperanza. El hecho de que
voluntariamente leas esto—algo que no es absolutamente
necesario—es en sı́ mismo un paso positivo.
Este tratado será tan breve como sea posible. Es un mapa que
muestra una salida de la depresió n. Si no está s de acuerdo con
algo, argumenta. Si parece demasiado, dé jalo a un lado y
regresa a é l má s tarde.
Antes que nada, debo decir un par de cosas. Primero, como
probablemente sepan, existen diversas causas de la depresió n.
Puede relacionarse a problemas mé dicos como la enfermedad
de Parkinson, la esclerosis mú ltiple, el lupus o la hepatitis. Otra
causa fı́sica frecuente es el efecto adverso de algunos
medicamentos, particularmente antibió ticos, medicamentos
para controlar la presió n arterial, enfermedades cardı́acas y
trastornos psiquiá tricos. Esto puede ser parte del problema en
tu caso.
Para otros, la depresió n puede expresarse en sı́ntomas fı́sicos
(cambios en el peso, problemas para dormir, fatiga y tristeza)
pero tiene primordialmente raı́ces espirituales. Estas raı́ces
podrı́an relacionarse con cualquier cosa, desde la culpa hasta
algú n trauma o estré s.
Pero, de cualquier forma, si está s luchando contra la depresió n,
enfrentas problemas espirituales diariamente. Debes encontrar
una manera de lidiar con ellos, o ellos te vencerá n.
Por esa razó n, el mapa que trazaré te conducirá a Jesucristo.
Algunas personas dicen, “Jesú s no funciona. Ya lo he intentado y
continú o deprimido”. Pero considera esto: Jesú s dice ser el
camino, la verdad y la vida, la fuente de esperanza, quien ama a
las almas, nuestro siervo, hermano y amigo, quien nos escucha
y actú a, el que nunca nos abandona. Ninguna terapia o ningú n
medicamento a irma hacer todo esto.
Si Jesú s y las enseñ anzas de la Escritura te parecen vanidades—
y quizá lo hagan—recuerda que todo te parece hueco en estos
momentos. Lo que puede parecerte trillado ahora cobrará
relevancia cuando comiences a percatarte de la realidad.
¿Cómo puedo hacer algo si no siento
nada?
Responder a esa pregunta es frecuentemente el primer reto que
debemos enfrentar. La mayorı́a de las personas hacen cosas
porque sienten que deben hacerlas. Se levantan por la mañ ana
porque sienten que deben trabajar, o sienten que deben evitar
las preguntas de su jefe si llegan tarde, o sienten que deben
evitar la pobreza. Somos má s impulsados por lo que sentimos
de lo que nos imaginamos.
Pero en la depresió n, no sientes. (O, lo que sí sientes no te
motivará a hacer algo provechoso. Es má s probable que sientas
que quieres morir, llorar, huir, desaparecer o evitar). ¿Có mo
pueden las personas trazarse metas, tener un propó sito o tener
motivació n si no sienten nada?
Inicialmente, deberá s aprender a vivir de otra forma. Deberá s
ser como la mujer cuyos mú sculos aun funcionaban pero que
cesaron de brindarle informació n sobre sus miembros. No
estaba paralı́tica, pero si cerraba sus ojos no podı́a decir si
estaba parada o acostada. No podı́a caminar porque no sabı́a en
dó nde estaban sus piernas. Gradualmente, mirá ndose en
espejos y observando su cuerpo comenzó a caminar
nuevamente. Despué s de mucha prá ctica, caminar comenzó a
ser natural de nuevo. Pero debió aprender una nueva forma de
vivir y moverse.
En la depresió n, la nueva forma de vida es creer y actuar en
base a lo que Dios dice, en lugar de lo que sientes que é l dice. Es
vivir por fe. Para parafrasear Hebreos 11:1, “La fe es la certeza
de lo que no sentimos”. En otras palabras. Cuando existe un
debate entre lo que tus sentimientos dicen y lo que la Escritura
establece, la Escritura gana. Cualquier otra cosa le estarı́a
diciendo a Dios que no se puede con iar en é l. “Dios no está
diciendo la verdad. No puedo con iar en é l. Solo puedo con iar
en mı́”. Quizá quieres decir que no comprendes lo que Dios está
haciendo, pero negar que Dios dice la verdad es incorrecto. Es
una mentira. No la creas. Dios es verdad.
Aquı́ hay un ejemplo de esta nueva forma de vivir. Te sientes
como si no tuvieras un propó sito o esperanza. No hay razó n
para levantarse de la cama, trabajar, amar o vivir. Lo sientes en
todo tu ser. Dios, sin embargo, está en contra de estos
sentimientos y ası́ lo expresa en la Escritura. Por ejemplo,
“amaos unos a otros entrañ ablemente, de corazó n puro” (1
Pedro 1:22). Esa es una declaració n que te da sentido, te
proporciona una razó n para dejar la cama. Debes luchar contra
los sentimientos paralizantes para que puedas amar a otra
persona. ¿Por qué molestarse? Porque Dios mismo, el Rey de
reyes, lo ha ordenado.
Si eres siervo de Dios—y lo eres—y é l te pide que hagas algo,
entonces se te ha dado un propó sito para vivir. Solamente
cuando el Rey dice que ya no te necesita, tu propó sito termina,
y eso, por supuesto, nunca sucederá con el Dios verdadero. El
dice que sus propó sitos para ti durará n por toda la eternidad.
Para establecer tu propó sito de vida en té rminos generales, tu
trabajo es glori icar y disfrutar a Dios (1 Corintios 10:31).
Glori icar a Dios signi ica hacer que su nombre sea conocido. Su
honor y reputació n se hacen má s importantes que los tuyos.
Glori icar a Dios. ¿Suena trillado? Aunque parece poco prá ctico
es, de hecho, muy concreto. Se lleva a cabo en pequeñ os, a veces
privados, pasos de fe y obediencia. Otras personas quizá no lo
vean, pero si haces cualquier cosa por Jesú s y por lo que é l hizo
por ti—desde peinarte a convertirte en un misionero—
entonces traes gloria a Dios.
¿Quieres un incentivo tangible? Existe buena evidencia en la
Escritura que establece que cuando buscas a Dios y a su reino,
tus problemas se aligerará n (2 Corintios 4:16-17).
Escucha
Mientras desarrollas un claro propó sito para tu vida, debes
tener algo que te ayude a re inarlo, algo que te lo recuerde. En
ese punto, tu trabajo será escuchar. Has estado escuchando tus
propios pensamientos y no han sido de ayuda para tu
depresió n. Ahora es tiempo de escuchar lo que Dios dice en su
Palabra y a lo que dice a travé s de las personas.
Escuchar podrı́a sonar a algo pasivo, pero si realmente lo haces,
es un arduo trabajo. El libro de Santiago nos recuerda que
somos propensos a ser “solamente oidores”, como personas que
se miran al espejo y rá pidamente olvidan su parecer. Ası́ que,
cuando leas o escuches sobre la verdad y el amor, no seas solo
oidor; realmente escucha.
¿Qué escuchará s? Cuando Dios habla, inevitablemente habla
sobre Jesú s. Jesú s es quien tuvo compasió n por aquellos que
sufren y é l comprende a los que sufren porque su dolor excedió
al nuestro. ¿Has notado que cuando escuchas al sufrimiento de
alguien má s, especialmente si ese sufrimiento es sobrecogedor
e intenso, tus problemas se vuelven má s ligeros? Al menos nos
percatamos que no estamos solos. Eso es lo que sucede cuando
miras a Jesú s y escuchas.
Continú a escuchando. Aunque te sientas rechazado por otros,
Jesú s no te rechazará (Salmos 27:10). Vué lvete a é l, incluso con
la má s mı́nima cantidad de fe, y é l nunca te abandonará
(Hebreos 13:5). El te promete esto.
¿El amor no siempre te motiva? Considera esto. En la presencia
de Dios hay amor que nos llevará toda la eternidad comprender.
Si no te impulsa hoy, lo hará . El amor de Dios es como el de un
buen padre por un hijo que no comprende los detalles del amor
paternal. El niñ o sufre porque ya no puede seguir jugando en el
lodo, pero el padre lo está limpiando para llevarlo a Disney
World. Si no puedes conectarte con este amor, continú a
escuchando el evangelio. Esto es que, de acuerdo al plan de
Dios, Jesú s murió por los pecadores como nosotros. Esto es un
hermoso y profundo amor. Si no suena maravilloso, entonces
quizá has olvidado que eres un pecador. Jesú s, despué s de todo,
no murió por buenas personas que necesitaban un incentivo
espiritual; murió para reconciliar a enemigos condenados y
convertirlos en su familia.
Hay mucho má s que Dios dice, pero es fá cil desviarse y decir,
“Esto no está ayudando”. Como una mujer declaró , “Ninguna
cantidad de amor de otras personas—y habı́a mucho—podı́a
ayudar. Ni la ventaja de una buena familia, ni un maravilloso
trabajo era su iciente para sobreponerme al dolor y la
desesperanza”. En este punto, es tiempo de pensar.
Piensa
Si está s deprimido y prestas atenció n a tus propios
pensamientos, probablemente escuchará s pensamientos que
son oscuros, pesimistas y crı́ticos hacia ti mismo y hacia otros.
Cuando estos pensamientos comienzan, rara vez se detienen
hasta llegar al punto de mayor desesperació n posible. Por
ejemplo, si alguien te hace un cumplido por un trabajo bien
hecho, tu pensamiento es que es para disfrazar tu inminente
despido. El segundo pensamiento es que si la persona
realmente conociera el tipo de trabajo que realizas, podrías ser
despedido, y ası́ sucesivamente.
Todo el proceso es automá tico. Piloto automá tico mental. Tu
mente puede sentirse perpetuamente nublada, ası́ que no te
sientes capaz de realizar el enorme esfuerzo que se requiere
para corregir la mente.
Para salir de este ciclo, debes comenzar a pensar— no un
pensamiento automá tico, sino un pensamiento con propó sito.
Tu pensamiento debe ser guiado por la Escritura. ¿Te parece
difı́cil? Sı́ lo es. Cualquier esfuerzo mental implicará esfuerzo.
¿Cambios inmediatos? Probablemente no será n tan obvios para
ti. Pero debes hacerlo. Tu forma de pensar actual te dirige a la
desesperanza. Debes estar dispuesto a luchar contra ella.
Digamos que te percatas de que no quieres esforzarte en ello. Si
eso es verdad, debes preguntarte si realmente deseas cambiar.
Puede sonar extrañ o, pero muchas personas no lo desean. El
esfuerzo implı́cito parece no valer la pena, odian lo que tendrá n
que enfrentar si ya no está n deprimidos, o son leales a su
propio estilo de vida, pre iriendo esperar a que el mundo que
los rodea cambie. Ası́ que, debes tener el valor para preguntarte
a ti mismo, ¿Realmente Deseo cambiar?
Si te percatas de que eres má s renuente al cambio de lo que
esperabas, serı́a bueno regresar y rede inir tu propó sito de
vida. Algunas personas utilizan a sus hijos como motivació n
para el cambio, pero ellos no son una razó n su icientemente
poderosa. Tus pensamientos oscuros podrı́as rá pidamente
persuadirte de que tus hijos (y todos los demá s) estarı́an mejor
sin ti. La ú nica razó n su iciente es que tú eres llamado a
representar a Dios en la tierra. El es tu Padre amoroso y tu amo,
y tú eres su hijo, su siervo y su embajador—elige cualquier rol
que toque tu corazó n. Vives por é l.
Si eso no es lo su icientemente persuasivo, deberá s regresar a
escuchar. Pı́dele a alguien que te diga quié n es Dios. Cuando tu
mente se nubla es difı́cil recordarlo tú mismo, ası́ que pı́dele a
alguien que te recuerde que Dios vive y que é l envió a Jesú s a
morir por los pecados de personas como nosotros, quienes lo
ignoraban y eran sus enemigos. Pı́dele a la persona que te
convenza de que Dios es bueno. Pı́dele que siga hablando hasta
que te parezcan buenas noticias y las creas.
Piensa en esto: Si no estuvieras deprimido, estarı́as asombrado
por lo que Dios ha hecho. Simplemente te arrodilları́as y, como
muchos otros que han comprendido el amor y la presencia de
Dios, dirı́as, “No soy digno, pero estoy agradecido”. No dejes de
escuchar estas verdades. Ellas te transformará n. No te rindas.
¿Qué dice tu depresión? ¿Qué signi ica?
Mientras intentas escuchar lo que Dios dice de Jesú s y de tu
propó sito en la vida, lo siguiente que debes hacer es
preguntarte, “¿Qué dicen mis sentimientos?”. Tus sentimientos
dicen algo sobre ti.
Ası́ es con todas las emociones: miedo, ira, anticipació n, pavor,
etc. Usualmente son provocadas por alguna circunstancia de tu
vida, pero son tu respuesta a esa circunstancia y tu
interpretació n de ella. En otras palabras, tus sentimientos
revelan quien eres. Por ejemplo, recibir una solicitud de pago
inesperada puede provocar preocupaciones inancieras en
cualquiera. Pero si te obsesionas y tienes pavor cró nico por tu
futuro inanciero, ese nivel de miedo revela en dó nde has
puesto tu con ianza: en ti mismo y no en Dios. Tus emociones
revelan quién eres.
Moisé s le dijo esto a los hebreos cuando se encontraban
vagando por el desierto. El les enseñ ó que, a travé s de las
di icultades de la vida en el desierto, Dios probó a su pueblo
“para saber lo que habı́a en tu corazó n, si habı́an de guardar o
no sus mandamientos” (Deuteronomio 8:2). Cuando las
personas estaban descontentas o, incluso enojadas, estaban
diciendo má s sobre sı́ mismas que lo que decı́an sobre el
desierto.
Lo mismo es cierto sobre la depresió n. La pregunta es, ¿Qué
dice la depresió n de tu corazó n? Considera alguna de estas
posibilidades. ¿Cuá les describen tus sentimientos de
dependencia?
“Tengo miedo”.
Miedo…
• de tomar una mala decisió n
• a fracasar
• a ser expuesto
• de perder un ser querido
• a ser abandonado
• a no tener el control
• a morir
• a tener una enfermedad incapacitante
• de ver a Dios
• de todo
“Me siento culpable o avergonzado”
Culpable…
• por mi propio pecado
• por no estar a la altura de mis propios está ndares de
é xito, en lugar de medirme bajo los está ndares de Dios
• por no ser aprobado por las opiniones de los demá s,
que se han convertido en má s importantes que la opinió n
de Dios
• por vivir como si tuviera que pagarle a Dios por mi
pecado, cuando, en realidad, la manera en que puedo traer
gloria a Dios es estando de acuerdo en que é l pagó por
todo
• por una consciencia que hace juicios basada en datos
incompletos (por ejemplo, tomar responsabilidad por los
pecados de otros)
“Perdí algo”. La depresió n frecuentemente nos hace sentir
vacı́os, como si hubieses perdido a alguien o algo. Puede ser un
trabajo, la salud, dinero o una persona. Sientes como si un ser
querido hubiera muerto. Pero la depresió n es má s que el luto.
Es un luto fuera de control. Muy probablemente, lo que has
perdido era un dios para ti; era en lo que habı́as puesto tu
esperanza y con ianza.
“Necesito algo”. ¿La depresió n dice que necesitas amor,
signi icancia, respeto o algunos otros deseos psicoló gicos?
Todos disfrutamos de estas cosas cuando las tenemos, pero, en
ocasiones, se hacen má s importantes de lo que deberı́an.
¿Puedes decir lo que sucede cuando tus deseos se convierten en
lo má s importante? Los deseos se convierten en necesidades.
Sientes que debes tenerlos para poder vivir. Eso es codicia y la
codicia siempre quiere má s. Nunca está satisfecha. Siempre se
siente vacı́a.
“Estoy enojado”. Probablemente has escuchado que la
depresió n puede ser una forma de decir, “Estoy enojado”.
Generalmente, el enojo surge porque no obtenemos lo que
queremos de alguien o de Dios mismo. Esto no signi ica que
tengas pensamientos homicidas contra otros o que alces el
puñ o contra Dios (aunque algunos sı́ lo hacen). Busca por
expresiones má s sutiles del enojo, como quejarse, murmurar,
falta de perdó n u auto-compasió n. Si no las detectas, observa
nuevamente. Casi siempre está n presentes.
“Debo evitar algo”. ¿Con qué tendrı́as que lidiar si no
estuvieras deprimido? ¿Tendrı́as que enfrentar algo
desagradable que quieres evitar, como una persona
demandante, di icultades inancieras o responsabilidades que
conllevan el riesgo de fallar? La neblina mental y el cansancio
fı́sico de la depresió n ayudan a algunas personas a evitar
pensar sobre situaciones o personas problemá ticas.
“Pobre de mí”. La depresió n frecuentemente es la expresió n de
la auto-compasió n. “Si nadie tiene compasió n de mı́, entonces la
tendré de mı́ mismo”. Esto puede ser mortal. Te mantendrá
viviendo como una vı́ctima, en lugar de como alguien a quien se
le ha mostrado gracia y misericordia in inita.
“No tengo esperanza”. Si esto te parece familiar, entonces
debes hacerte otra pregunta: “¿Esperanza de qué ?”. ¿De ser
librado de la depresió n? ¿Es posible que anheles tan poco?
Y no só lo esto, sino que tambié n nos gloriamos en
las tribulaciones, sabiendo que la tribulació n
produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la
prueba, esperanza; y la esperanza no avergü enza;
porque el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por el Espı́ritu Santo que nos
fue dado. (Romanos 5:3-5)
Este pasaje de la Escritura es difı́cil de comprender, pero una
cosa es segura. El apó stol Pablo, quien escribió esta carta, tenı́a
profundo dolor y sufrimiento en su vida, pero de alguna forma
eso no lo desanimaba. Mantenı́a sus ojos en Jesú s. Cuando
quitamos nuestra mirada de Jesú s, el camino es interminable.
Sabemos que no tendremos la energı́a para ello. Pero cuando
contemplamos que Jesú s ya atravesó este camino antes que
nosotros, entonces podemos con iar en que el Espı́ritu está con
nosotros y nos dará la fuerza para caminar en humildad, fe y
obediencia.
Y no solo Jesú s ha caminado a travé s del camino de la
esperanza, anticipando las glorias que estaban a la vuelta de la
esquina. Como indica Hebreos 11, el camino es bien conocido
por santos del pasado y del presente. Aunque las personas
deprimidas se sienten absolutamente solas, son parte de una
enorme procesió n hacia el cielo.
“Sé que mi Redentor está conmigo y humildemente esperaré
que me libere”. Cuando la fe es probada, como lo es durante la
depresió n, en ocasiones lo que se revela es un corazó n que
confı́a en el Señ or. Has decidido que seguirá s a Dios, no porque
é l te hace sentir bien, sino porque es Señ or de todo, el amoroso
Pastor, el Padre eterno. No hay nadie má s a quié n seguir. Por
supuesto, no comprendes lo que te sucede en este momento,
pero sabes Dios está contigo y eso es su iciente.
¿Qué dice tu depresió n? Esta fue solo una pequeñ a lista de las
declaraciones má s comunes del corazó n. Existen muchas má s.
Si no puedes encontrar el signi icado de tu depresió n, no te
desanimes. Aú n hay muchas cosas que puedes hacer para
ayudarte. Escuchar el evangelio de Cristo, conocer tu propó sito
y actuar en base a propó sito es trabajo su iciente. Pero continú a
pidié ndole a Dios que te muestre lo que dice tu depresió n.
Sigue el camino que te conduce a Dios
Mientras piensas en el signi icado de tus sentimientos, notará s
que, en lugar de conducirte a má s desesperació n, el camino te
conduce al trino Dios. Má s especı́ icamente, te llevará a la
pregunta, ¿Viviré para Dios o viviré para mı́ y las cosas que
adoro? En ocasiones, llegar a esta pregunta crı́tica toma tiempo,
pero siempre está ahı́. Generalmente, todo lo que tienes que
hacer es plantear preguntas de “¿Por qué ?”, como un niñ o de
tres añ os.
“No puedo seguir adelante”.
“¿Por qué ?”
“Porque estoy muy cansado y no puedo soportar má s el
dolor”.
“¿Por qué ?”
“Porque me siento solo”.
“¿Por qué ?”
“Porque… no creo que Dios está conmigo”.
“¿Por qué ?”
“Porque… no confı́o en é l. Confı́o má s en mi interpretació n
de la vida que proviene de mis sentimientos”.
Este tipo de preguntas deben conducirte a Dios. Puedes
cansarte de las preguntas al llegar a la segunda, pero continú a
hacié ndolas. Al inal de tus preguntas dile, “Jesú s es mi Señ or.
Con ieso mi incredulidad y confı́o en ti”.
Con ianza, confesió n de pecados y seguir a Cristo en obediencia
—¿te resulta familiar? Estos son los pilares de la vida espiritual.
Cuando vas má s allá de la super icie, estas son las cosas que son
importantes para todos. Encontrará s que funcionan, incluso
ahora.
Si parecen super iciales, entonces eres ajeno a los secretos del
universo. Debes regresar y escuchar. No confı́es en lo que tus
emociones te dicen. Estos principios pueden ser sencillos, pero
no son simples. Son el fundamento de la vida misma. Son las
formas principales en las que respondemos a Dios.
Con iesa tu pecado a tu Padre celestial
Confı́a en Cristo, con iesa tu pecado, obedece a Aquel que te
ama: de estos tres, confesar el pecado puede parecer
desalentador en un inicio. Quizá ya te percibas como una mala
persona y esto te hace sentir peor. Pero piensa:
• Si el Espı́ritu de Dios te permite ver pecado en tu vida, es muy
buena evidencia de que é l es tu Padre y tú eres su hijo. No
puedes ver tu propio pecado a menos que Dios te lo revele.
• Confesar el pecado debe ser una parte normal de la rutina
diaria, ya sea que estemos deprimidos o no (Mateo 6:9-13).
• Confesar el pecado no pone en riesgo nuestra relació n con
Dios. Solo la fortalece. Si hemos con iado en Cristo, el juicio
divino de nuestro pecado ha caı́do sobre é l, no sobre nosotros.
Confesar el pecado nos recuerda que Cristo ya ha lidiado con
nuestro problema má s profundo, y tenemos razones para
estar agradecidos.
Aquı́ está el principio. Si piensas en lo que tu depresió n dice y
te conduce a tu relació n con Cristo, entonces no te detengas en
ese viaje hasta que hayas escuchado algo bueno. La Palabra de
Dios siempre nos enseñ a a terminar con Jesú s y con palabras
que son buenas nuevas para nuestros oı́dos. Ası́ que no te
detengas en, “¡qué miserable pecador soy!”. Puedes ser un
miserable pecador, pero no puedes terminar ahı́. “Gracias doy a
Dios, por Jesucristo Señ or nuestro” (Romanos 7:25). Recuerda
que si has puesto tu fe en Jesú s, eres perdonado, adoptado,
amado y Dios se deleita en ti. Debes comenzar a pensar de la
forman en que Dios piensa, no de la manera en que tú piensas.
Da pasos prácticos de amor y
obediencia
Desde ahı́ puedes comenzar a encontrar maneras de expresar
esta nueva forma de pensar de las grandes y pequeñ as
decisiones que conlleva la vida diaria. Descubrir que realmente
puedes hacer las cosas de forma diferente porque comprendes
quié n eres en Cristo, da á nimo a cualquier corazó n deprimido. Y
te mantiene conectado de manera tangible y prá ctica al Dios
que te ama. La siguiente lista incluye una serie de aplicaciones
de la Escritura que puedes utilizar en tu rutina diaria. Quizá
quieras ampliar la lista. La idea bá sica es que la fe debe ser
expresada mediante la acció n, y estas son algunas maneras en
que puedes comenzar.
1.Elige una historia bı́blica, lé ela diariamente y escribe
veinticinco aplicaciones de ella (o cinco, diez o cincuenta).
Esto puede parecer imposible, pero una vez que superas
las primeras diez, será má s sencillo. No lo olvides, tu
mente se distrae. Se cansa. Será difı́cil enfocarte en una
cosa, pero vale la pena el esfuerzo.
2.Escribe cinco maneras en que has sido bendecido por un
amigo. Envı́aselas por correo
3.Escribe tu propó sito para vivir. Permite que sea revisado
por otros. Memorı́zalo y vı́velo.
4.Convié rtete en un experto en lo que Dios le dice a los que
sufren. Considera comenzar con Hebreos 10-12. Ese pasaje
te llama a la fe y esperanza, despué s te señ ala a Jesú s. Sin
embargo, no se detiene ahı́. La Escritura siempre nos
dirige tambié n a otras personas: fe en Dios y amor hacia
otras personas. En este caso dice, “Seguid la paz con todos”
(Hebreos 12:14). ¿Có mo puedes ser un paci icador? ¿A
quié n necesitas perdonar? ¿A quié n necesitas pedir
perdó n?
5.Toma notas del sermó n dominical. Actú a en base a ellas.
6.Cada dı́a, habla o escribe algo que pueda ser de aliento
para otros. Tú tienes un llamado. Hay personas a las que
debes amar, cuidar y ayudar.
7.Cada dı́a, escucha a la Palabra de Dios, mú sica que te
oriente hacia Cristo o a otras personas que tengan
sabidurı́a espiritual. Resume lo que has escuchado y
retransmite el mensaje a otros.
8.Cuı́date de no murmurar o quejarte. Como el chisme,
estos son pecados que son aceptables en nuestra cultura,
ası́ que no vemos sus horribles raı́ces. ¿Qué dicen
realmente las quejas y murmuraciones? ¿Te percatas de
que son contra Dios?
9.Considera estas preguntas: ¿Hemos olvidado en nuestra
cultura los bene icios de las di icultades? ¿Cuá les son los
posibles bene icios del sufrimiento (Salmo 119:67, 71; 2
Corintios 1:8-10; Hebreos 5:8; Santiago 1:3)?
10. Pı́dele a algunas personas que oren por ti e invı́tales a
hablarte con la verdad. Cuando pidas apoyo en oració n,
pide má s que solo ser librado de la depresió n. Utiliza esto
como una oportunidad para pedir cosas grandes.
Encuentra oraciones en la Escritura y ora en base a ellas.
Por ejemplo, ora para que conozcas el amor de Cristo
(Efesios 3); para que te asemejes má s a Jesú s (Romanos
8:29); para amar a los demá s; y para discernir lo que
signi ica glori icar a Dios.
11. Cuando tengas dudas, encuentra formas creativas de
mostrar amor a otros.
No te rindas
La depresió n es difı́cil. Sin importar cuá l sea su origen, no se va
sin pelear. Pero no te desanimes. Existen buenas razones para
pelear. Los cambios está n garantizados (Filipenses 1:6). Está s
en presencia del “Padre de misericordias y Dios de toda
consolació n, el cual nos consuela en todas nuestras
tribulaciones” (2 Corintios 1:3-4). ¿Crees eso? Piensa en ello.
Cuando consideras que el Padre envió a su hijo para morir por
nosotros cuando aú n é ramos sus enemigos, no existe razó n
para pensar que é l retendrá su amor y compasió n ahora que
somos sus hijos.
Sin embargo, en ocasiones, tenemos nuestra propia de inició n
de compasió n—“quitar rá pidamente el sufrimiento”. Aquı́
nuevamente, los caminos de Dios son diferentes a los nuestros,
pero é l promete que no son inferiores. Debemos creer que el
amor de Dios y su compasió n exceden incluso nuestra
imaginació n, cuá nto má s nuestro entendimiento. El hará algo
bueno. Quiere bañ arte de gracia y hacerte má s y má s como
Jesú s.
Ası́ que, no te rindas. Tienes un propó sito, una razó n para vivir.
Eres un siervo del Rey, un hijo que representa al Padre y pronto
tendrá s el privilegio de consolar “a los que está n en cualquier
tribulació n, por medio de la consolació n con que nosotros
somos consolados por Dios” (2 Corintios 1:4). Existen personas
en este mundo que necesitan lo que Dios te puede ayudar a
ofrecerles. Dios está en movimiento y puede obrar en tu vida.
Algunas preguntas comunes
¿Qué ha ayudado a otras personas? Se les pidió a algunas
personas que han pasado por depresió n que completaran esta
frase: “Vi cambios en mi experiencia de la depresió n cuando…”.
Aquı́ está n las respuestas:
1.Comencé a hablarme a mı́ mismo en lugar de
escucharme a mı́ mismo. Comencé a hablarme con
diferentes pasajes de la Escritura en lugar de escuchar mi
propia voz llena de desesperanza.
2.Deje de decir, “No funciona”. Siempre estaba en bú squeda
de la fó rmula má gica. Oraba (intentando hacer tratos con
Dios), contemplaba mi corazó n o brevemente trataba de
realizar cualquier actividad espiritual y, cuando no
funcionaba, me rendı́a. Ahora creo que esto “sı́ funciona”.
Tengo contentamiento, e incluso gozo, en los pequeñ os
pasos de fe y obediencia.
3.Tuve a un amigo y un pastor que me mantenı́an en
perspectiva del reino de Dios. La depresió n hizo mi mundo
tan pequeñ o; cuando observé que Dios se estaba en acció n,
comencé a tener esperanza.
4.Mi hija enfermó gravemente. Me obligó a ver fuera de mi
propio mundo.
5.Una amiga no se rindió conmigo. Ella siempre me
mostraba amor y me señ alaba hacia la verdad, incluso
cuando yo no querı́a escuchar de Jesú s.
6.Una amiga me permitió tomar “prestada” su fe. Mi fe era
tan dé bil, pero siempre supe que ella con iaba tanto en la
presencia de Dios y en su amor por la iglesia y por mı́.
7.Perdoné a mi padre y se lo con ié a Dios.
8.Me percaté de que era 90% orgullo. Sentı́a que merecı́a
ciertas cosas de las personas.
9.Comencé a creer que estaba en una batalla y debı́a
pelear.
10.Me percaté de que yo hacı́a las cosas en lugar de que
me las hicieran a mı́. Por ejemplo, yo me enojaba, yo me
quejaba. En mi corazó n, hacı́a lo que deseaba.
11.Comencé a conocer sobre la gracia de Dios. Comencé a
ver que sumergirme en la culpa era porque me basaba en
las obras y no en tristeza piadosa.
12.Una vez que observé que era bueno contemplar mi
pecado—era evidencia del amor de Dios y de su Espı́ritu
en mi vida—comencé a decirme a mı́ mismo, “Cuando
tengas dudas, arrepié ntete”.
13. Practiqué poner un pie enfrente del otro y trabajé en lo
que creo que son las responsabilidades que Dios me ha
dado.
¿Qué hay de las cosas que alivian los síntomas? ¿Qué hay de
tomar medicamentos antidepresivos? ¿Cambiar tu dieta?
¿Iluminar mejor la habitació n? ¿Seguir un programa de
ejercicio? ¿Tomar unas vacaciones? Ya has intentado algunas de
estas cosas que, en ocasiones, alivian la severidad de los
sı́ntomas depresivos. ¿Debes intentar estas cosas o no?
Al inal, la decisió n es tuya. Solo elige sabiamente. Habla con
personas sobre el tema. ¿Cuá les son los bene icios y los riesgos?
¿Cuá les son las alternativas? Haz tu tarea.
Date cuenta de que no hay cura milagrosa. Si algunas cosas
ayudan, aú n debes preguntarte qué dice la depresió n y aú n
debes buscar crecer en Cristo. La depresió n aú n nos revela, no
solo la composició n quı́mica de nuestro cerebro. Ası́ que no
pienses que el problema es espiritual o fı́sico. En lugar de ello,
piensa en el problema como una ocasió n para considerar tu
corazó n. Al hacerlo, con mayor frecuencia tu depresió n será
aligerada. ¿Puede haber un problema fı́sico o quı́mico? Quizá sı́.
Pero las di icultades, sin importar su origen, siguen siendo una
oportunidad para la obra espiritual.
Publicaciones Faro de Gracia
Otras obras de esta serie:
Depresión - levantándote cuando estás caída
por Ed Welsh
Motivaciones - ¿por qué hago las cosas que hago?
por Ed Welsh
Sufrimiento - la eternidad hace la diferencia
por Paul Tripp
Ansiedad - en búsqueda de un mejor camino
por David Powlinson
Perdón - no puedo perdonarme a mi mismo
por Robert Jones
Matrimonio, ¿Es sueño de quién?
por Paul Tripp
Enojo - escapando del laberinto
por David Powlinson
Amargura - la raíz que corrompe
por Lou Priolo
Temor - librándose de su control
por Lou Priolo
Abuso - encontrando esperanza en Cristo
por John Henderson
ventas@farodegracia.org
336-792-2690
La crianza de los hijos
Tripp, Paul David
9781629461106
206 Páginas

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Este libro, según Tripp, está destinado a darle una visión,


una motivación, una renovada fuerza, y el descanso de
corazón que cada padre necesita. Está escrito para darles el
gran cuadro del evangelio de la tarea a la cual su Salvador
les ha llamado. Muchos libros de paternidad hablan de
cambios en el comportamiento externo, pero el libro de Tripp
va mucho más allá del comportamiento, conduce al lector a
la fuente del problema: el corazón.

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¿Qué estabas esperando?
Tripp, Paul David
9781629460024
292 Páginas

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Todos los matrimonios se convierten en algo que los


esposos no querían. En algún punto necesitarás algo más
sólido que el romance; algo más profundo que los intereses
comunes y que la atracción mutua. Necesitarás expectativas
diferentes y compromisos radicales, y lo que es más
importante, necesitarás de la gracia de Dios.

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En pos de la santidad
Bridges, Jerry
9781629460307
158 Páginas

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Entregados a Cristo. La santidad, el camino que el cristiano


emprende junto con Dios. El mandamiento de Dios dice:
"Sed santos, porque Yo soy Santo". Entonces, ¿Por qué
experimentamos tan raras veces la vida santa? Tenemos
que reconocer - dice el autor en su libro En Pos de la
Santidad - que el problema fundamental reside en que los
creyentes no comprendemos cuál es nuestra propia
responsabilidad para con la santidad. "Si pecamos", escribe,
"es porque decidimos pecar, y no porque nos falte la
capacidad de decirle NO a la tentación. No somos unos
derrotados, sino que sencillamente somos desobedientes."
En esta obra el autor analiza temas como: Qué nos ha
proporcionado Dios para ayudarnos a vivir una vida santa.
Qué significa la afirmaciónde la Biblia de que "hemos muerto
al pecado". La lucha que tenemos con la tendencia de dar
rienda suelta a los apetitos de la carne. De qué modo
nuestros razonamientos y emociones influyen sobre nuestra
voluntad. Los principios que se nos ofrecen aquí, servirán
como un desafío que nos impulsará a obedecer el mandato
de Dios.

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El llamamiento peligroso
Tripp, Paul David
9781629460154
300 Páginas

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"En este libro mi amigo Paul Tripp centra la atención de la


palabra de Dios en el corazón de cada pastor. Si has estado
en el ministerio veinte minutos o veinte años, te lo
recomiendo. Abórdalo con oración y pasión y prepárate para
el cambio que Dios va a hacer en tu corazón, en tu vida y en
tu ministerio". James MacDonald (Pastor anciano, Harvest
Bible Chapel; autor Vertical Church).

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El evangelismo y la soberanía de
Dios
Packer, J. I.
9781629460185
115 Páginas

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Si Dios está en control de todo, ¿quiere decir que el cristiano


puede confiar en Dios sin esforzarse en evangelizar? ¿O el
evangelismo activo del hombre implica que Dios no es
soberano en la salvación del hombre? El Dr. Packer,
profesor de Teología Sistemática e Histórica en Regent
Collage, demuestra en este libro que las dos actitudes son
falsas. Su estudio cuidadoso, incisivo y penetrante de la
Biblia nos enseña que el entendimiento correcto de la
soberanía de Dios no es un impedimento para la
evangelización sino un ánimo y apoyo poderoso para ello.

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