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Elena
RECUERDOS
DE ADOLESCENCIA

Aranda

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S
e llama Elena Aranda y es
española. Es española porque
se llama Elena Aranda. Aunque
también podría ser natural de uno de
aquellos países que trillaron nuestros
abuelos en busca de oro y mujeres,
siendo esa la razón por la que por
aquellos parajes abundan las mujeres
(antes niñas) con nombres ibéricos.
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Elena
Aranda
Su mirada es pícara, de niña revoltosa,
deslenguada y agresiva, es de las
que niegan a gritos haber estado en
el pajar con el primo Arturo

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E lena es española, de
cualquiera de sus paí-
ses, regiones, provin-
cias o comunidades.
Lo lleva en la sangre y en la cara.
Sin embargo, a nosotros, los vie-
jos católicos de hoguera, rosario
y oración, no nos gusta ver a
nuestras nietas en braga caída,
medio bajada o bajada del todo.
Todavía guardamos en un arcón
del desván la llave del cinturón
casto que tanto manejó herrero
diestro. Elena, con su pingajillo
blanco, nos enseña lo que no
quiere tapar, para que podamos
ver bien lo que nos enseña, por-
que no lo quiere tapar. Su mirada
es pícara, de niña revoltosa, des-
lenguada y agresiva, de las que

niegan a gritos haber estado en el

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Elena
Aranda
Se me aparece como aquella
novia que nunca tuve, con un
cuerpo escultórico y olor a
espliego, tomillo y jara

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pajar con el primo Arturo, riendo La vida es una, sola e irrepetible.


gracias entre la paja, pero sin cla- Pero el corazón son varios, la
varse la aguja. mente la misma y la suerte la del
Elena se me aparece como enano, que se cayó de espaldas y
aquella novia que nunca tuve, y se quedó estéril.
tras la que corría hasta llegar al Elena, mi amor, no me recuer-
río, cuando el sol nos despedía das porque por entonces aún no
con su pañuelo rojo oscuro. Es habías llegado. Yo ya te amaba,
exactamente igual que aquella antes de que la comadrona nos
moza que aventaba el trigo y diera noticia sobre ti. Y ahora,
descargaba la mies de la reata, cuando ya no puedo cogerte en
entre el sudor de la bestia y el brazos, te cogería entre mis bra-
olor a boñiga. zos, te me caerías al suelo y se-
Me pone triste mirarla y ver su rías tú quien me llevara a la ca-
cuerpo de escultórico taller y vol- ma en brazos.
ver a recordar su olor, sus olores, Elena, amor mío, no sabes lo
su perfume a espliego, tomillo y feliz que me hace
jara. Y entonces se me oscurecen saber que no me
las canas y me vuelven las ganas. estás oyendo.
Algo hay en mis piernas que se
endurecen. O tal vez sólo sea la
sensación de repetir lo imposible. JOSÉ LUIS COLL

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