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Como podemos ver se destaca una oposición, la de lo real entendido como lo que
existe por contraparte a lo que es mera ficción, ilusión o apariencia, todo bien relacionado con
una de las definiciones de ‘conocimiento’ que ya vimos, esa de contemplar, de ver (la
evidencia, lo claro, lo que está ahí en frente nuestro); por otro lado es sumamente importante
destacar la última distinción que hace la definición transcripta, la realidad es lo que existe y se
opone a lo que es meramente posible, es una diferencia que en lo cotidiano usamos cuando
hablamos de proyectos o de “sueños”, esa frase que dice “los sueños se hacen realidad” viene
a explicarla al sostener que los sueños no son algo de por sí real, así como los proyectos deben
concretarse para cumplir con su cualidad particular (los proyectos se elaboran para ser
concretados, no para otra cosa), ni sueños ni proyectos tienen una existencia que se sostenga
por sí misma independientemente de la persona soñadora, cosa que sí es esencial y propia de
lo real, de lo que existe (la cualidad de existir por sí misma/o). En este caso vemos cómo la
realidad y lo real, lo existente, tienen otra característica, la ‘objetividad’, es decir, la existencia
independiente de todo sujeto, por lo que es de un modo determinado e igual para toda
persona. Se podría decir que lo real, entendido como la realidad en este punto, es lo que existe
efectivamente, y tal expresión nos remite a pensar en la realidad como lo que es.
Glaucón – Me lo imagino.
Sóc. – Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan hombres que llevan toda clase de utensilios
y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que
pasan unos hablan y otros callan.
Sóc. – Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los
otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a
sí?
Gla. – Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.
Sóc. – ¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro lado del tabique?
Gla. – Indudablemente.
Sóc. – Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿no te parece que entenderían estar nombrando a los
objetos que pasan y que ellos ven?
Gla. – Necesariamente.
Sóc. – Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y alguno de los que pasan
del otro lado del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo que oyen proviene de la sombra que
pasa delante de ellos?
Sóc. – ¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos artificiales
transportados?
Sóc. – Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su ignorancia, qué
pasaría si naturalmente les ocurriese esto: que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de
repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz, y al hacer todo esto, sufriera y a causa del
encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había visto antes. ¿Qué piensas
que respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora, en cambio está
más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara cada
uno de los objetos que pasan del otro lado del tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo
que son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran
más verdaderas que las que se le muestran ahora?
Sóc. – Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de eludirla,
volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas son realmente más claras
que las que se le muestran?
Gla. – Así es.
Sóc. – Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar
hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos
llenos de fulgores que le impedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los
verdaderos?
Sóc. – Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer lugar miraría
con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y de los otros objetos reflejados
en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay
en el cielo y el cielo mismo, mirando la luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el
sol y la luz del sol.
Sóc. – Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le
son extraños, sino contemplarlo como es en sí y por sí, en su propio ámbito.
Gla. – Necesariamente.
Sóc. – Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces
compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los compadecería?
Gla. – Así creo también yo, que padecería cualquier cosa antes que soportar aquella vida.
Sóc. – Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento, ¿no tendría ofuscados
los ojos por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol?
Sóc. – Y si tuviera que discriminar de nuevo aquellas sombras, en ardua competencia con aquellos que
han conservado en todo momento las cadenas, y viera confusamente hasta que sus ojos se
reacomodaran a ese estado y se acostumbraran en un tiempo nada breve, ¿no se expondría al ridículo y
a que se dijera de él que, por haber subido hasta lo alto, se había estropeado los ojos, y que ni siquiera
valdría la pena intentar marchar hacia arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz, ¿no lo
matarían, si pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?
Gla. – Seguramente.
Foto ilustrativa
Cómo se puede apreciar, en el breve diálogo aparecen casi todos los elementos y las
cualidades que asumimos como propias del conocimiento filosófico, del de la verdad, y del de
la realidad o lo real: la oscuridad graficada con la caverna, lo claro graficado con la claridad del
exterior de la caverna, la contemplación, la objetividad (los objetos reales no dependen de las
personas detrás del biombo, esa es la vida en la caverna, no la real, el exterior, donde todo ya
estaba ahí y se conoce tal cual), la rareza de quien se sale de lo “normal”, la educación, lo
liberador del conocimiento, lo esclavizador del someterse al sentido común (la conformidad de
la ignorancia inconsciente), la naturaleza del ser humano como tendencia a buscar saber más
de lo que considera saber, y la resistencia que se genera en quien cree saber la verdad, el
conformismo de no querer someterla a crítica.
O sea, para Platón, hay un mundo ideal accesible solo para la razón humana que
guarda las ideas de cada elemento sensible que se nos aparece en este nuestro mundo, ideas
como la de caballo, la de lo bello, la de lo bueno, etc., mientas que en nuestro mundo
encontramos muchos caballos, muchas cosas bellas, muchas cosas buenas, todas ellas muy
variadas, que las asociamos o adjuntamos a determinados conceptos porque tenemos la
sensación de que comparten algo que las trasciende, ese algo son las Ideas; también podemos
ver esta relación en el hecho de que, a pesar de que los caballos mueran, o que las cosas bellas
se vuelvan feas, o las buenas se tornen malas, las ideas se mantienen intactas, siguen ahí. Sólo
en base a las ideas puede erigirse una ciencia, en el sentido de ‘conocimiento absoluto’, ya que
ellas son la verdadera realidad, lo demás es una copia degradada. Sin embargo, tenemos que
tener presente que sólo se puede acceder al conocimiento de las ideas a través de un camino
ascendente, empezando por las cosas sensibles y múltiples para arribar al conocimiento de las
ideas abstractas y únicas; por ejemplo, para saber en qué consiste la idea de lo bello, tenemos
que pensar en todas las cosas que nos parecen bellas y, desde ese punto, empezar a
reflexionar sobre qué cosas comparten, qué es lo que las hace bellas, y eso nos permitirá ir
acercándonos a la idea de lo bello de la cual todas las cosas que nos parecen bellas participan.
En cierto punto, la vida en la caverna es como la vida humana, empezamos viendo sombras
durante el primer tiempo de vida, hasta que vamos viendo con más claridad, nos
acostumbramos a la luz y empezamos a abstraer conceptos, a generar ideas, a elaborar
razonamientos, es el “camino del conocimiento”.
Lo dicho hasta ahora busca cumplir con una exigencia: que se comprenda el
predominio de las Ideas y de su mundo por encima del mundo sensible y sus cosas concretas,
como si fuese lo real y hacia lo que debemos tender en todo aspecto de la vida, sea en lo
teórico para alcanzar la verdad o en lo práctico para acceder a un modelo de comportamiento
que no sea relativo (rasgo de lo sensible). Sintetizando, la Filosofía emprende con Platón, la
búsqueda de una verdad que se sabe que existe, más allá de lo concreto en este caso, pero se
sabe que existe.
Sin embargo, no debemos de quedar cegados por semejante idea presentada, sino
analizarla un poco en nuestros tiempos, ¿podemos hablar de la existencia de una sola realidad
que es igual para todas las personas y que está ahí a la vista de todo el mundo por la vía
racional solamente?
La caverna de la dictadura del se
Es curioso pensar en que el relato posee gran actualidad. Es tal que podemos pensar
en cavernas, de la mano del filósofo alemán Martin Heidegger, quien en su libro titulado Ser y
Tiempo teoriza sobre la existencia, en sí misma y en relación con su entorno. A propósito de la
existencia en conjunto, de “la vida en comunidad” podemos decir, nos habla acerca de una
“dictadura del se”, en el §27, dictadura que ejerce el o lo uno, un concepto que alude a nadie
en particular y a la vez a muchas personas. Tal dictadura se expresa en la siguiente fórmula:
1
Este término implica la revuelta o el levantamiento contra una autoridad tiránica, o no
necesariamente, pero autoridad en fin. Lo que está diciendo es que incluso la rebeldía ante el uno es
producto del uno.
Actividad:
1. Con tus palabras, sin buscar en internet ni en libros, ni nada semejante ¿qué es la
‘realidad’ para vos?, ¿es una y la misma para todo el mundo?