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Ni Œmı Ganjavi Las Siete Princesas
Ni Œmı Ganjavi Las Siete Princesas
NI‹ŒMı GANJAVI
LAS SIETE
PRINCESAS
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Nizami Ganjavi
LAS SIETE PRINCESAS
colección ALQUITARA
ÍNDICE
pág. 4 Prefacio
9 Las siete princesas
L A S S I E T E P R I N C E S A S
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Prefacio
Las obras del gran poeta azerbaiyano Nizami Ganjavi ocupan un lugar
de honor dentro de la serie de perlas más brillantes del tesoro de la
literatura mundial, constituyendo algunos de los monumentos eternos
erigidos por la humanidad. Los pueblos del Cercano y Medio Oriente,
incluso durante la vida del poeta, ya supieron valorar la importancia
global y humana de la obra de Nizami. Debido a que cambió la
dirección del pensamiento artístico y supo crear magníficos
ejemplos de ficción. El legado de Nizami en la antigüedad era popular
no solo en Azerbaiyán, sino también en Asia Central y Occidental,
Transcaucasia, llegando incluso a la península del Indostán e Irán, y
hoy en día en todo el mundo.
Nizami nació y vivió en Ganja (Ganyá), la capital de la antigua región
de Arrán. En el año 1070 el famoso historiador y viajero árabe Ibn
Azrag escribió sobre ella: “Ganja es la gran capital de los turcos
(azerbaiyanos)”.
Como resultado de los estudios realizados en su momento sobre las
obras de Nizami, se determinó claramente la nacionalidad del poeta.
Quedó establecido que es un turco azerbaiyano que vivió en Ganja. La
pertenencia del poeta a los turcos de Ganja se explica por el hecho de
que las palabras turcas utilizadas en “Hamsá” (“Khamsá”) están
presentes en el dialecto azerbaiyano (por ejemplo, “muncuq” (aljófar)
se utilizó en lugar de “buncuq”, etc.).
En esa época, Nizami, al igual que sus otros contemporáneos,
escribió en persa con el objetivo de difundir sus obras en un
espacio geográfico más amplio. Sin duda, toda la obra de Nizami
forma parte del fondo de oro de la literatura en persa, que se ha
creado orgánicamente en el territorio de Irán, Azerbaiyán, Asia
Central, Afganistán, India, etc. Pero junto con esto, todos los intentos
de atribuir al poeta al pueblo persa o tayiko deben ser rechazados.
Nizami, como se puede ver en su apodo (Ganjavi), es
inequívocamente un poeta azerbaiyano, cuya alma se ha alimentado
de la tierra de Azerbaiyán, el espíritu nacional y moral del antiguo
pueblo azerbaiyano. Asimismo, el poeta mismo señaló repetidamente
en sus obras que era turco (azerbaiyano). Por ejemplo, en el
poema Las siete princesas, escribió quejándose de sus
contemporáneos:
Tarkiyamra dar in Habaş naxarand
Ladzaram dughbaye khash naxorand.
(traducción literal)
Mi turquismo no es apreciado entre estos hoscos,
Probablemente no conocen el sabor de dovgha (plato nacional turco).
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NOTAS
1
La tradición cosmográfica musulmana –conforme a la concepción tolemaica–
cuenta nueve cielos, representados como esferas concéntricas de sustancia
transparente, «cada una dentro de la otra como las capas de una cebolla»,
según palabras de un célebre tratado: las esferas planetarias son siete, de ellas,
la octava corresponde a las estrellas fijas; la novena y más externa es la que
arrastra en su movimiento a las restantes. La interpretación «física» de los cie-
los tolemaicos debida a la ciencia islámica, coherente con su propio plantea-
miento realista-experimental, constituía una reacción contra la tradición cien-
tífica griega, que los había considerado puras formas geométricas, es decir,
abstractas.
2
Según la teoría filosófica de Avicena –de origen neoplatónico–, el Intelecto
Universal es la primera Emanación, la inmediatamente posterior al Uno.
3
El término persa parda significa tanto «cortina» como «tela» (para pintar); de
ahí el juego de palabras, que no puede reflejarse en español, entre «pintor» y
«cortina». El concepto que se quiere expresar es que, en realidad, todo acto
humano no es otra cosa que la ejecución del diseño divino.
4
La primera parte del nombre, Kei, del antiguo persa kavi, es un antiquísimo
título real, que luego sirvió para indicar una de las estirpes más antiguas de
los reyes iranios. Kei-Qobœd es un famoso keiánida, símbolo, por lo
común, de potencia y de suerte real.
5
NiΩœm|, dirigiéndose a Dios como a un confidente íntimo, le
ruega que acoja la confesión de su deseo secreto «con dis-
creción».
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Loas a Muhammad,
Señor de los enviados de Dios
El punto de la circunferencia del compás primigenio, el
sello del final de la creación, el nuevo fruto del jardín de
los siete cielos antiguos, la perla real del intelecto, la corona de
la palabra, ¿quién es (todo ello) sino el Señor de la intención divi-
namente confirmada, A™mad 1, el Enviado, el apóstol de Dios? Rey
de los profetas, por la espada y por la corona: su espada es la Ley;
su corona, la Ascensión2. Humilde, pero mérito esencial de los ele-
mentos, luz para el Divino Tapiz, sombra para el Trono, aquel que
tañe las cinco fanfarrias reales3 de la Ley Santa, aquel que implan-
ta los cuatro fundamentos del reino de la tierra4. Todos los seres
son barro y él es la meta del ser. Él es el loado (Mu™ammad) y su
profecía es loable. De la primera arcilla con que se amasó a Adán5,
él fue la parte pura; el resto de los hombres fue la hez; y del últi-
mo ciclo que movió el firmamento, él recitó la invocación final
para sellarlo. El orden y la prohibición dependen, en verdad, de él:
lo que él prohíbe es malo, lo que ordena es bueno. A él, que de la
pobreza hacía honra6 y no tormento, ¿qué le importan los tesoros?
Para él, por cuya obra se oscureció el blanco día7, ¿qué importan-
cia tienen el sol y la sombra? Él fue el divino Vicario del reino, el
destructor de las realezas humanas: abatió a los soberbios, mas dio
la mano al caído; trató bien a los buenos; obligó y venció a los
opresores; por una parte, la espada de sangrienta violencia, por
otra, la misericordia como bálsamo. Su bálsamo fue caricia para el
angustiado; su espada, golpe destructor para los corazones de pie-
dra. Aquellos que ensillaron los caballos para combatir contra él,
y a la cintura se ciñeron un cuero de odio, he aquí que todos gol-
pean el cuero sobre su tambor después de tantos años. Aunque el
Señor lo eligió entre todas las criaturas y creó los cielos por amor
a él8, su ojo, que es sello de divinas visiones, posee vergeles que no
pertenecen a este jardín material. Los que sostienen los anillos del
firmamento vestido de negro son esclavos9 con anillos en las ore-
jas a su servicio. Él escoge los Cuatro Amigos10 electos, en el ori-
gen y en la ramas, que son las cuatro paredes del arca de la Ley. De
la bendición derivó la luz de sus ojos: ¡recaigan las bendiciones
sobre su naturaleza! Cuando su aliento esparcía almizcle por el aire,
hacía caer dátiles frescos de la palmera seca. Con una alma seme-
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NOTAS
1
A™mad, en árabe, literalmente «el loadísimo», es sinónimo de Mu™ammad
(part. pas. «el muy loado»), nombre del profeta del Islam.
2
«Ascensión», mi¤rœ¥ en árabe y persa, es la legendaria subida a los cielos de
Muhammad, basada en un sutil pretexto del Corán, pero muy desarrollada
por la tradición posterior.
3
«Las cinco fanfarrias reales» se refieren a la nawba, una especie de fanfarria real
que se tocaba ante el palacio de los soberanos cinco veces al día, o en ocasio-
nes muy especiales, a determinadas horas. Es signo de majestad y potencia. El
número aparece vinculado a los cinco preceptos fundamentales de la ley islá-
mica, esto es, profesión de fe, oración, ayuno, peregrinación y limosna ritual.
4
Muhammad no aparece aquí como figura histórica profética, sino como Luz
Muhammadí, Logos eterno. Los «cuatro fundamentos» corresponden a los
cuatro elementos.
5
En la tradición gnóstica irano-islámica, Adán no es tanto el primero de los
hombres como el primero de los profetas y símbolo del hombre cósmico. Aun-
que hecho de arcilla –según el Corán, II, 30 y ss.–, los ángeles se prosternan ante
él. El «resto de la arcilla de Adán» es un concepto que se encuentra en muchos
autores místicos.
6
Se refiere al conocido hadiz (tradición atribuida al Profeta Muhammad): «Mi
honra es la pobreza».
7
Alusión evidente al milagro de un eclipse atribuido a Muhammad por las
tradiciones.
8
«Creó los cielos por amor a él». Referencia a otro conocido ™ad|∑ quds| (es
decir, una tradición que refiere palabras directas de Dios): «De no ser
por Ti [oh Muhammad] no habríamos creado el universo».
9
Puesto que en este lenguaje «los anillos del firmamento» son los
cielos y «el que lleva un anillo en la oreja» es el esclavo, debe
entenderse lo siguiente: los cielos (nocturnos) no son más
que esclavos al servicio del Profeta Muhammad.
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10
«Los cuatro amigos» son los cuatro primeros cali-
fas Ab≠ Bakr, ‘Umar, ¤U∑mœn y ‘Al|. Los shiíes con-
sideran usurpadores a los tres primeros, y reconocen sólo
a ‘Al| y sus descendientes. El pasaje demuestra la afiliación
sunní de NiΩœm|.
11
La tradición atribuye como milagro a Muhammad la quiebra de la
luna. El pretexto se encuentra en un misterioso versículo coránico (LIV,
1): «Se ha quebrado la luna; la Hora está cerca», probablemente una alusión
escatológica. La luna recibe el nombre de «catarata de las estrellas» por su luz
blanquecina que apaga la mirada de los astros. Al quebrar la luna, Muhammad
«arrebata la catarata de las estrellas».
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NOTAS
1
Véase la nota 2 de la pág. 31. Al comienzo de casi todos sus poemas, NiΩœm|,
como ya hicieran algunos de sus predecesores, menciona y describe la Ascen-
sión profética, que quiere ser el símbolo de la unión del corazón del Profeta
(Hombre Perfecto) con el mundo angélico, pero, al mismo tiempo, sirve de
introducción al mundo fabuloso que seguirá, como un distanciamiento inicial
del tiempo y del espacio comunes. En efecto, el profeta, según la tradición,
realizó en un segundo su larguísimo viaje entre paraísos e infiernos: el jarro
que había volcado involuntariamente a su partida aún no había vertido toda
el agua a su vuelta.
2
Dios creó a los ángeles a partir de su luz pura, dice el Corán, y ellos son sus
servidores y mensajeros. En esencia, esta representación no se aparta de la tra-
dición judeocristiana. Muhammad no tuvo una percepción neta de la figura
angélica que le comunicaba la Revelación divina hasta después de las prime-
ras visiones. La tradición identifica la figura con Gabriel, que ocupa un rango
muy elevado en la angelología islámica.
3
Burœq es la legendaria cabalgadura-ángel –representada en las miniaturas con
alas, rostro humano y cola de pavo real– sobre la que Muhammad realizó su
ascensión al cielo, pero que, como el Virgilio de Dante, llegó sólo hasta un
determinado punto del viaje (véase más adelante). Burœq, de la misma raíz que
el árabe barq, «rayo», se presta, por su velocidad sobrenatural, a fáciles juegos
de palabras y conceptos.
4
«Las seis direcciones» son los extremos de cada una de las tres dimensiones
del espacio según la geometría de la época, esto es, arriba, abajo, delante,
detrás, derecha, izquierda; mientras que las «siete raíces» son los siete influ-
jos planetarios (también llamados «siete padres celestes»). El sentido total de
la metáfora podría ser: en tu vertiginosa subida, oh Muhammad, supera los
cielos planetarios e invierte la relación entre realidad (espacialidad)
terrestre e influjos celestiales.
5
«Los cuatro clavos» indican varios objetos (incluso una mesa de
tortura) o también un conjunto de cuatro estacas que sostie-
nen la cuerda de los saltimbanquis; concepto que juega
aquí, probablemente, con los cuatro cascos de Burœq, la
veloz cabalgadura.
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6
Alude al episodio narrado en la azora de José
(Corán, XII), donde se cuenta cómo la esposa de Puti-
far, para demostrar a las mujeres de Egipto las razones de
su culpable locura de amor por la arrebatadora belleza del
joven, que ellas le reprochaban, organizó un banquete y le hizo
entrar en la sala, sin previo aviso. A su vista, las egipcias se ofusca-
ron de tal modo que, junto con las naranjas que estaban comiendo, se
cortaron también en las manos.
7
Los «dos tesoreros de confianza» son el intelecto y el oído.
8
Otro mítico rey keiánida (véase nota 4, pág. 29), que, según la leyenda, fue
arrebatado hasta el cielo en una litera (una montura) milagrosa. Puesto que el
lenguaje poético tradicional de los persas conoce también la expresión «lite-
ra» o «cuna» de la Luna, resulta evidente la conexión metafórica.
9
En su carrera vertiginosa, el corcel del Profeta atraviesa las regiones celestes
–representadas aquí como un mapa «rayado» de las líneas imaginarias de los
paralelos y los meridianos, sobre el que se puede seguir con una escuadra el
recorrido–, ora en una dirección, ora en otra. La elección de Arturo y La
Espiga para designar dos direcciones distintas puede deberse sólo a la homo-
nimia de las dos constelaciones en árabe y en persa, Simœk (también «peces»);
se distinguen La Espiga como simœk-i a¤zal («destacada, separada»), es decir,
Espiga de la Virgen, y Arturo como simœk-i rœmi™ (del «lancero»).
10
Cada planeta y cada cielo contaba, en la tradición astrológica, con su corres-
pondiente color, su piedra preciosa, etc. Se dan aquí los colores de las plan-
tas que corresponden a la estructura de todo este poema, aunque no corres-
ponden por completo a los de otras tradiciones. La alusión al Califa de Siria
simboliza los califas omeyas con sede en Damasco, cuyo color, como el del
Profeta, era el verde. El sándalo, color de Júpiter, se consideraba un medica-
mento útil contra la jaqueca.
11
Es el polvo que se imagina levantó el corcel del Profeta en su carrera al asal-
to de los cielos.
12
Sobre la iconografía de Burœq, véase nota 3, pág. 35.
13
Muhammad se acercó todo lo que resulta posible a la esencia inaccesible de
Dios. Isrœf|l, uno de los ángeles más importantes del paraíso islámico, será el
encargado de despertar a los muertos con su añafil el día del Juicio. El «Loto
Supremo» o «Loto del Término» es un misterioso árbol al que se alude en
el Corán (LIII, 14) a propósito de una visión de Muhammad que la tradi-
ción vincula a su Ascensión. Según esto, es un árbol que indica el término
máximo al que puede acercarse a Dios un hombre. Se encuentra recubierto
de ángeles, de ahí que el profeta sintiera el rumor de sus alas.
14
Palabras alusivas del Corán, en el original árabe, que indican emblemática-
mente la máxima proximidad a Dios que alcanzó el Profeta en su Ascensión.
Al describir la visión de Dios, dice el Corán (LIII, 8-10): «Luego, se acer-
có (danœ) [«el muy poderoso»], y quedó suspendido en el aire, estaba
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[Muhammad] a dos medidas de arco (qœb qawsayn) o más cerca (aw adnà), y
reveló a su siervo lo que reveló». [Véase J. Cortés, El Corán, Herder, Barce-
lona, 1986. Nota del editor.]
15
Según la filosofía natural aristotélica, generalmente aceptada por la cultura
islámica, las seis direcciones son, en realidad, los extremos de cada una de las
tres dimensiones, es decir, alto y bajo, derecha e izquierda, detrás y delante
(cf. nota 4, pág. 35).
16
Contraste entre la no-espacialidad divina y la espacialidad terrena: en la tota-
lidad-«circularidad» divina una dirección determinada carecería de sentido.
¿Cómo podría, pues, la dirección, concepto espacial, entrar en la no-espacia-
lidad divina? (Sobre las «seis direcciones», cf. supra nota 4, pág. 35).
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NOTAS
1
Salomón, uno de los profetas más importantes del
Islam, es también símbolo de la realeza sagrada, con su
trono maravilloso portado por los genios, y forma parte de
incontables metáforas de la realeza. Aquí la «seña secreta» es la
orden del soberano Körp Arslan, príncipe de Marœga.
2
Literalmente en el texto. El sentido de la metáfora podría ser una invita-
ción a salir de las miserias de lo cotidiano para entrar en una dimensión dis-
tinta, la de la Poesía.
3
Las «vírgenes ocultas» parecen ser aquí las palabras poéticas, los versos.
4
Se trata de Firdaws|, uno de los mayores poetas persas (s. X-XI), el autor de
la extensa epopeya El libro de los Reyes, de la que existe una traducción comple-
ta en versos italianos de Italo Pizzi (Il libro dei Re, Turín 1886-1888, en 8
vols.). Es una de las fuentes principales de nuestro poema, porque también allí
se narran, en un estilo muy distinto al de NiΩœm| y de modo más sucinto,
algunos episodios de la vida del rey Bahrœm G≠r.
5
Bujœr| es uno de los más famosos tradicionistas musulmanes (siglo IX).
‡abar| es uno de los mayores historiadores de la lengua árabe (aunque de ori-
gen iranio, s. IX-X), que en sus riquísimos Anales trata profusamente, recu-
rriendo a fuentes muy diversas, la historia de la Persia preislámica. No obs-
tante, el pasaje podría traducirse también «en la zona de Bujœra y de
‡abaristœn» como propone Ritter (en ORIENS 15, 1962, pág. 237). Las
fuentes de NiΩœm| serían, pues, más numerosas y menos precisas.
6
Zand es el nombre tradicional, en neopersa, del libro sagrado de los zoroás-
tricos (Zand-Avesta, más propiamente Avesta, donde Zand significa «comenta-
rio»). El término, en la poesía clásica persa, interviene en metáforas que alu-
den a belleza, fuego, magos y otros muchos conceptos.
7
NiΩœm| dice que ha adornado su poema –palabra poética y por tanto mági-
ca, semejante, en la representación islámica, a las palabras del Avesta que, según
el antiguo uso, susurraban los sacerdotes zoroástricos –con las imágenes de
siete princesas (las Siete Esposas), para que los siete planetas (las Siete Espo-
sas del firmamento) puedan, uno a uno, derramar sobre ellas –y sobre el pro-
pio poema– sus benéficos influjos.
8
La idea del agua como fuente original de vida es muy antigua y se encuentra en
numerosas mitologías. En este contexto, la comparación más inmediata es natural-
mente el propio texto coránico: «Y Él es quien ha creado al hombre del agua, extra-
yendo de ella descendencia masculina y femenina...» (Cor. XXV, 54); «¿No ven los
impíos que... del agua hemos hecho germinar todo lo que vive?» (Cor. XXI, 30).
9
Se alude al famoso episodio (evidentemente conocido en la época de NiΩœm| y
que la mayoría de los estudiosos consideran apócrifo) del impago, por parte del
patrón de Firdaws|, rey Ma™m≠d de Gazna, del precio prometido por El libro de
los Reyes; y al desdeñoso rechazo por parte de Firdaws| de una cantidad menor que
se le ofreció y que él repartió generosamente entre un bañero y un cervecero.
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La poesía (≤i¤r), en el lenguaje y la mentalidad árabe del antiguo Islam, impli-
caba una idea de inspiración sobrenatural –el poeta se consideraba inspirado
por los genios, los ¥inn–, con una eficacia análoga a la de la fórmula mágica.
Como atestigua el Corán, Muhammad fue acusado al comienzo de su predi-
cación de ser únicamente un poeta. NiΩœm|, que reivindica con estas palabras
su inspiración poética, afirma que no le inspira el ángel Gabriel, como a
Muhammad, sino un genio. Las palabras de NiΩœm| reflejan perfectamente
las del Corán LXIX, 40-41: «Ésta es palabra de un mensajero nobilísimo, no
palabra de poeta... Es la revelación del Señor de la Creación».
11
Aquí el «tú» se refiere al propio NiΩœm| (cf. el final de la invocación: «Aun
así, oh NiΩœm|, tu aliento es tu Mesías...»).
12
Aquí el «tú» parece referirse al lector; o mejor, es el propio NiΩœm| quien se
enfrenta a sí mismo como poeta, en una especie de desdoblamiento.
13
El almizcle, muy apreciado por su perfume, se vendía a menudo envuelto en
seda. En este nexo entre seda y almizcle se basa la metáfora con que NiΩœm|
quiere decir: aunque no reciba recompensa por mi obra, me bastará con el
valor intrínseco de mi poesía.
14
«Piel sin médula» es lo externo de la retórica, por contraposición a la
«médula sin pieles inútiles» que es la sustancia poética pura: NiΩœm| ha con-
seguido proponer un fruto poético nuevo, tras haberse acogido únicamente
a la retórica tradicional.
15
Esta obra poética (colección de perlas) ha sido vana (como lo es querer
medir el viento con una copa), no ha obtenido ninguna recompensa. El poeta
–joyero de la palabra– lamenta no haber podido obtener oro a cambio de sus
perlas (palabras poéticas); pero no debe excluirse de la metáfora el doble sig-
nificado de «oro puro»: tesoros terrenos y también «sabiduría», como si
NiΩœm| concluyera su discurso con una declaración de humildad, con la per-
cepción de lo inadecuado del nivel que ha alcanzado.
16
El Jesús coránico aparece también como un sanador, un taumaturgo que reali-
zaba milagros con su aliento creador y sanador (cf. Corán V, 110 y passim). El
Corán (XIX, 23 y ss.) habla también de una palmera que dio milagrosos fru-
tos a María, exiliada por las sospechas que su embarazo había suscitado entre
los suyos. «Árbol de María» está, pues, por «árbol fecundo y milagroso».
Invocación al Rey
Ay, corazón, ¿hasta cuándo estas fantasías? ¡Mejor sería
la renuncia! El propósito de esta primera vuelta del
compás es crear cuatro capítulos más hermosos
que la primavera. El primero honra a Dios,
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NOTAS
1
Gracias a la nueva Revelación del Profeta Muhammad, el mundo (esta anti-
gua moneda) ha adquirido un nuevo valor.
2
Alp Arslan fue uno de los soberanos más famosos de la dinastía (de origen
turco) de los seleyúcidas, que dominó el Irán durante el siglo XI. Alp signi-
fica «héroe» en turco, y arslan, «león». El segundo elemento del nombre, que
permite al poeta un juego de palabras, es común al de su protector Körp-
Arslan. Éste, también llamado ¤Alœ’al-D|n, fue rey de la dinastía de los atabeg
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Pues así se comportan las gemas y la plata, ¿por qué temes dejar-
las? ¿A qué tanta preocupación por ese ladrón; a cuento de qué
extraer el sol con un jarro? Las voces de todos llegan desde el ves-
tíbulo: un día vendrá de allí también la nuestra. Como yo mismo,
otros han narrado ya esta historia, y en esta narración han aca-
bado por dormirse; tendré, pues, que comprender lo que debe
hacerse si, como a los otros, no me vence el sueño. El viandante
debe proveerse para el viaje y alejarse rápidamente de los puntos
peligrosos. Yo voy y mi asno no me sigue. No puedo creer que
yo mismo debo irme, y sólo tendré noticia de mi marcha cuan-
do mi nido esté fuera de la puerta14. Mas, ¿hasta cuándo hablará
la ignorancia?, ¿hasta cuándo adornar perlas con los ojos cerra-
dos? Desaparece, pues, de la vista, hazte confidente del Arcano y
calla, para que sepas que todo lo que conoces es errado o está
expresado con error.
Fíjate bien: ¿qué cosas de las que ahora tienes tenías antes, cuan-
do llegaste al mundo? De esta angostura del mundo te llevarás
sólo lo que trajiste el primer día. ¿Cómo se puede danzar con el
cielo llevando al cuello la onerosa deuda de los mares y los mon-
tes? Esfuérzate, pues, en devolver tu deuda, hasta que quedes tú
solo y un cuadrúpedo sin carga, y cuando ya no tengas siquiera
un grano del peso del mundo, ve por el mundo adonde se te
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NOTAS
1
Muchos de los poemas niΩœmianos comienzan con el elogio de la Palabra,
Verbo creador, Logos, y en el contexto ambién «poesía»: a menudo sujan (pala-
bra) tiene el sentido más restringido de «arte de la palabra» o «palabra emple-
ada artísticamente» o mejor «poesía sapiencial». Cf. nota 6, pág. 240. Con
este «elogio de la Palabra» se abre un paréntesis de máximas sapienciales, que
no presentan una continuidad narrativa: algunas de las proposiciones básicas
se enuncian y se ilustran a través de una serie de subproposiciones expresadas
en metáforas. No obstante y pese a la aparente discontinuidad, todo remite
siempre a una idea central: la constante búsqueda del Conocimiento, el apar-
tamiento de los bienes terrenales, la lucha con el mundo, como única senda
para alcanzar la felicidad eterna.
2
NiΩœm| quiere decir: la posibilidad de alcanzar el Conocimiento («ver el
Sol») existe; no hay obstáculos objetivos («polvo y humo») que lo impidan;
pero quien no busca el conocimiento, no percibe siquiera los caminos que
tiene a su disposición para alcanzarlo.
3
El d≠g es un yogur mezclado con agua o «leche batida», como he dicho en oca-
siones. Se trata de una bebida refrescante que aún se consume mucho en Per-
sia. El proverbio «Nadie reconoce que su d≠g es ácido» significa: «Nadie está
dispuesto a encontrar defectos en sus cosas».
4
El mercader chino protege el precioso perfume del almizcle de la proximidad
del asa fétida, una resina de olor pútrido.
5
En efecto, el que se lanza a la búsqueda del Conocimiento se expone a
múltiples peligros y sufrimientos, pero todo lo que se paga se recu-
pera; por tanto, siempre se restablece el equilibrio; el hambriento
extrae la comida de la tierra, pero ésta acabará por nutrirse de
él. Ese bien precioso que representa la felicidad (la «sustan-
cia regocijante amasada de rubíes y perlas») se obtiene
sólo con el sufrimiento: para que el cirio resplandezca,
ha de arder y fundirse.
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6
«Razón» traduce aquí el término iranio antiguo
jerad, que implica una razón trascendente o un intelec-
to cósmico y, en el hombre, es «sabiduría» o sapientia más
que «ciencia» intelectual.
7
Muhra, literalmente «guijarro», «bolita» o «piedrecilla», es tam-
bién el nombre que recibe una piedra que supuestamente se encon-
traba en la cabeza de las serpientes y que era un antídoto muy potente
contra el veneno. A menudo, recibe también el nombre de ≤œhmuhra o
«muhra real». A quien objeta que la tierra no puede considerarse vil porque de
tierra está hecho el hombre y de él surge la sabiduría, se responde que ciertas
cosas esconden sus contrarios (la espina de la rosa, el contraveneno de la ser-
piente). La primera ilustración de esta máxima aparecerá justo al comienzo de
la historia de Bahrœm, hijo de Yazdegerd: «Unas veces, de la joya nace la pie-
dra; otras, de una piedra falsa surge un rubí», dirá NiΩœm|, «la relación entre
Yazdegerd y Bahrœm era exactamente la de la piedra y la joya».
8
«Más vale que te desembaraces de esa alforja» significa que te conviene cor-
tar los vínculos con ellos. En persa, alforja se expresa con el término ∞arband,
que significa literalmente «cuatro lazos».
9
El talco es un mineral que, según la tradición, impide que el fuego ataque
cualquier objeto que se haya frotado con él. Así pues, resulta claro el signifi-
cado de «busquen la pez y arrojen el talco».
10
El viento se lleva todos los pétalos del tulipán (le roba los vestidos), atra-
ído por su color rojo y amarillo (que le hacen semejante a monedas ensan-
grentadas), mientras que nunca daña al hisopo, pequeña planta aromática
sin flores.
11
El sentido completo de la frase es una invitación a no aspirar a los bienes
terrenales, para no dejarse dominar por ellos; de ahí que no se deba hacer
como la nube blanca que tiene al sol (el tesoro) por encima, sino hacer como
el sol, que estando sobre la nube, después de que ésta se haya transformado
en lluvia y haya bañado la tierra, la hace fructificar (la transforma en oro).
12
Entre las letras del alfabeto árabe, adoptado por los persas, se distinguen
«letras separadas», es decir, las que no se unen en la grafía a la siguiente,
y «conexas». Tanto la z como la r, que forman el nombre zar, «oro», son
letras separadas.
13
El oro es portador de males: toda imagen de oro se convierte en imagen luc-
tuosa (el azul es el color de luto en la tradición persa). Las monedas de oro
arrojadas a una balanza son como pequeñas piedras que la lapidan.
14
El sentido completo es el siguiente: toda nuestra vida es un recorrido hacia
la muerte, pero nuestro instinto, nuestra naturaleza física (el asno) se niega a
tomar conciencia de esa realidad, de forma que sólo percibe la muerte cuan-
do ya ha llegado.
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Consejos a su hijo
Cuando los escolares de la escuela del Fiat creador1 aprendieron
los primeros rudimentos de la Palabra, decretaron que la Ciencia
es tesorera de la Acción y resolvieron las dificultades de lo crea-
do. Todos se abrieron camino hacia una yacija y, cuando llegó el
momento del sueño, se durmieron. Atento, hijo mío; yo te digo:
vigila tú, porque yo estoy ya dormido. Puesto que posees la flor
del jardín divino2, posees el sello del nombre de Muhammad y,
afortunadamente, te has transformado como él: golpea pues el
tambor de Ma™m≠d3. Imprime tu acuñación del dibujo de la
buena fama, para que por excelsa altura puedas llegar hasta el alto
firmamento, y yo, que estaré prisionero allá arriba4, pueda enor-
gullecerme de tu altura. Busca una compañía que, por su buena
fama, te conduzca a buen fin; un compañero que huela a almiz-
cle, que no sea estúpido o charlatán. El defecto de una sola de
esas malas compañías arroja el descrédito sobre cien personas;
cuando cae una presa inmadura, otras cien caen en la red; para
que un necesitado trague oro se han desgarrado a veces cientos
de vientres en la senda del peregrinaje. ¡No duermas como los
viejos en semejante senda; mantente lejos de los viles aprovecha-
dos! Para que no te seduzcan como a una mujer en este palacio
invertido5, puesto que eres hombre, no mires la danza del corcel,
que es hábil viandante, mira, por el contrario, el camino, mira su
dificultad. Aunque sobre esa senda vueles como un halcón blan-
co, mantén siempre la mirada en la vía como hace el sol, porque
esta senda es camino de presas, y el cielo está allá arriba, prepa-
rado con el arco y las flechas. Aunque tu espada sea un hierro
precioso, el camino es piedra, y piedra es el imán6. Carga tu
cabalgadura de forma que no se rezague en esta árida montaña.
¡Cuántos nudos son claves secretas, cuántas durezas los caminos
fáciles esconden! ¡Cuántos sueños que parecen temibles, se reve-
lan alegres con la interpretación! Aunque las flechas del dolor
traspasen el corazón, la coraza de la paciencia sirve para esa
jornada. Mantén firme el pacto con Dios y no ocupes tu
corazón con otros vínculos. Si no rompes ese pacto, te
aseguro que serás salvo de este mundo y de aquel.
No dejes caer del collar la perla buena y huye de
las viles. Nunca es fiel aquel que tiene la mala
perla en el ánimo; el principio malvado
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40
NOTAS
1
Los filósofos y teólogos (estudiosos del problema de los orígenes del univer-
so, de cómo llegó a ser el mundo) establecieron que la acción sin conoci-
miento carece de valor (o, en un sentido más estrictamente filosófico, que el
Acto creador es un acto de Conocimiento); pero, aunque creyeron haber
resuelto así los secretos del universo, ellos también murieron. El sarcasmo de
NiΩœm| frente a la ciencia oficial se trasluce en su definición de los sabios
como gu≤picidegœn, «escolares» (literalmente, «que se cogen por las orejas»).
2
NiΩœm| pide a Dios que se manifiesten al menos algunas de las cualidades
de Muhammad en su hijo, que ya tiene este mismo nombre de buen augu-
rio («el Loadísimo»).
3
Ma™m≠d, en árabe, literalmente, «loado» o «loable», es uno de los apelati-
vos del profeta Muhammad, pero era también el nombre del rey Ma™m≠d
de Ghazna, patrón de Firdaws| y famoso soberano. «El tambor de
Ma™m≠d» indica, pues, renombre, y se refiere al tambor de guerra
de ese rey.
4
NiΩœm| expresa la esperanza de que, cuando ya esté muerto y
no pueda volver a esta tierra (se encuentre prisionero allá
arriba), pueda al menos sentirse orgulloso de la altura
que ha alcanzado su hijo.
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42
5
Este «palacio invertido» es metáfora que designa el
mundo terrenal, lugar en el que el sentido de las cosas
se ve con una óptica invertida respecto a la verdadera.
6
Aunque tú seas ya un ser de gran valor, quiere decir NiΩœm|,
siempre estarás sometido a la atracción de las tentaciones del mundo.
7
En el reino animal, el escorpión es, como los reptiles, el representante
típico de lo «negativo» (cosa, por otra parte, nada específica de la cultu-
ra islámica). Se remite a fórmulas que el propio Profeta habría pronunciado
para pedir protección a Dios contra una serie de males, entre los que se
encuentran «el mal de la serpiente y del escorpión».
8
Cadí (ár. qœ∂|) es el juez musulmán, encargado de aplicar la Ley religiosa.
9
Puesto que el perro es, según la ley islámica, animal impuro, pero las presas de
la caza son, por lo general, puras, los juristas musulmanes han discutido la pure-
za ritual de los animales que, una vez cazados, llevan a sus amos los perros ama-
estrados para la caza, después de haberlos mordido y devorado en parte. Aquí,
el razonamiento de NiΩœm| resulta curioso y alambicado: puesto que los perros
«no amaestrados» son «impuros», si se declara puro lo que los perros amaes-
trados han devorado en parte (de hecho, los expertos se decidían, por lo gene-
ral, a favor de la licitud de los animales así obtenidos por el cazador), con mayor
razón el amaestramiento de la ciencia podrá convertir en ángel al hombre.
10
Su nombre, Ji∂r o Ja∂ir, significa en árabe «verde». Esta enigmática figura,
que viste de ese color y produce el nacimiento de yerba allí donde pisa, apa-
rece a menudo en la fabulística y las leyendas musulmanas. Fue capaz de lle-
gar hasta el Agua de la Vida, que se encuentra en el País de las Tinieblas, y
beber de ella: por tanto, es inmortal y custodio de esa agua. Aunque no se le
nombra explícitamente, aparece en el Corán (XVIII) como guía del profeta
Moisés. En los cuentos musulmanes es protector de los desamparados.
11
Se trata de una crítica implícita a la idea cristiana de la Trinidad, conocida
por NiΩœm|, (aparte de las alusiones que aparecen en el Corán, en Azerbai-
yán había muchos cristianos armenios), y que para él equivalía a triteísmo.
12
El ciprés es uno de los motivos más recurrentes y centrales en la poesía persa
clásica. Árbol sagrado del Irán (la leyenda habla de un ciprés plantado por
Zaratrusta, que en la interpretación islámica se convirtió en un elemento
fundamental de la religión zoroástrica), en este lenguaje poético es, en pri-
mer lugar, símbolo del Amigo, imagen que remite a su figura recta, noble y
erguida; puede emplearse también como metáfora de soberbia y rebeldía. Se
lo encuentra también naturalmente vinculado a imágenes de agua corriente
y, desde el punto de vista iconográfico, puede ser el Árbol a cuyo pie brota
el Agua de la Vida.
13
«Ceñirse el cinturón y ponerse el turbante en la cabeza» tiene el significado
genérico de disponerse a emprender algo.
14
NiΩœm|, en un giro súbito, abandona el discurso dirigido al hijo para invocar
la iluminación divina.
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NOTAS
1
La metáfora juega con la semejanza perla-gema-palabra (poética). El joyero
podría ser el propio poeta, o mejor, el genio (o la musa) que lo inspira. Com-
párese con la metáfora que empleará NiΩœm| en la clausura del poema, cuan-
do se autodefina: «orfebre ensartador de este collar de perlas». (Cf. pág. 229).
2
Yazdegerd es el rey sasánida Yazdegerd I (m. 421), padre de Bahrœm. Los his-
toriadores de la tradición sasánida irania lo execran unánimemente, calificán-
dolo de «pecador», y NiΩœm| se acoge a esa tradición. Por el contrario, las
fuentes cristianas aparecen llenas de elogios, por el apoyo que prestó a los cris-
tianos del Imperio iranio. NiΩœm| expresa aquí la idea, más musulmana que
irania tradicional, de que, frente al destino divino, no siempre importan la
raza o la estirpe. De un mal rey nació, pues, un príncipe bueno, Bahrœm. No
ha de olvidarse que Las siete princesas es también un libro sapiencial de consejos
a un rey, es decir, un «Espejo de Príncipes».
3
Se trata del afortunado horóscopo de Bahrœm, que muestra su nacimiento
en primavera (con el Sol en Aries), por la mañana (como indica el ascen-
dente en Piscis). Saturno está en Acuario y, como decían los antiguos
astrólogos, en Alegría. No obstante, aunque NiΩœm| conocía la astrología
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NOTAS
1
Simnœr es el famoso arquitecto «griego», es decir, de R≠m, que geográfica-
mente indica, en la cultura islámica tradicional, la zona que constituyó en
otros tiempos el último baluarte del Impero romano de Oriente, es decir,
Anatolia y a veces la propia ciudad de Constantinopla. De este modo, R≠m|
más que «romano» significa «griego» y «bizantino». Simnœr construyó el
palacio de Jawarnaq. Sólo en NiΩœm| es descendiente de Sœm, esto es, de estir-
pe irania (si por Sœm se entiende el antiguo héroe del Libro de los Reyes de Fir-
daws|). Pero, probablemente, Sœm se introduce aquí sólo por un juego verbal
con Simnœr. Las fuentes árabes ofrecen el nombre de Sinimmœr.
2
«La araña del astrolabio» es aquella parte que comúnmente se llama «red».
La «red» se conocía como aranea en los textos latinos y como ¤ankab≠t (araña)
en árabe: aquí funciona únicamente en el juego de palabras. Era prácticamen-
te una carta somera del cielo. Sobre los astrolabios clásicos y su construcción,
véase H. Michel, Traité de l’astrolabe, París, 1947 (reed. 1976).
3
«Apolonio el Griego» es el conocido taumaturgo y mago Apolonio de Tiana,
el neopitagórico del siglo I, famoso también en la tradición islámica, que lo
llama Bœl|nus o Bœl|nœs.
4
Los «seres ocultos del firmamento» son las almas planetarias; de hecho, se
creía que los astros eran seres animados, de los que sólo se veían los cuerpos.
5
Las huríes (cuyo nombre árabe significa «muchachas de ojos vívidamente
negros») son las doncellas siempre vírgenes del paraíso musulmán.
6
Jawarnaq es el nombre del famoso castillo construido por Simnœr o Sinimmœr.
‡abar|, como hemos mencionado, una de las fuentes de NiΩœm|, también atri-
buye en sus Anales la construcción del famoso castillo al lajmí de ›|ra,
Nu¤mœn, vasallo de Yazdegerd, padre de Bahrœm. No obstante, parece ser más
antiguo. El nombre tiene apariencia irania (propiamente jawarnaq, ya que
jawarnaq es la forma arabizada) y probablemente se relaciona con una raíz que
significa «sol», «luminosidad».
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NOTAS
1
Cf. nota 4, pág 55.
2
Aden. Del mar de Adén procedían perlas espléndidas. El nombre de la
famosa ciudad es idéntico en árabe al nombre del Edén bíblico, de ahí el
juego de palabras. El jardín de Iram es un lugar mítico que la leyenda sudá-
rabica, difundida por todo el mundo islámico, localiza en el Yemen, cons-
truido a imagen del paraíso por el tirano ≥addœd, y desaparecido después
de una destrucción en la que intervino lo maravilloso. Es símbolo de jar-
dín de las delicias, paraíso, etc.
3
≥u≤tar es una ciudad de la Susiana, famosa por sus telas. Eran proverbiales la
riqueza y la prosperidad de su provincia.
4
Kei-Jusr≠ es un famoso rey keiánida, que en cierto momento de su vida desa-
pareció de la vista de sus súbditos en una alta montaña. Aquí se explota
este episodio de su leyenda (espléndidamente narrado en el Libro de los
Reyes de Firdaws|) para compararlo con Nu¤mœn, que también desa-
pareció al retirarse del reino.
5
Título tradicional del gran tratado astronómico-matemático
de Tolomeo (la Megále syntaxis, de donde el árabe al-Ma¥|st|,
que pasó luego al latín medieval como Almagestum).
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6
En las armas, en la equitación, en la carrera,
Bahrœm ganaba en destreza incluso al cielo. El juego
del polo, de origen iranio, constituye un tema central de
numerosas metáforas de la poesía tradicional persa; aquí se
inserta también el nexo cielo (astrológico)-juego, ya que el cielo,
como dispensador no siempre justo de la fortuna es un «jugador».
7
Su lanza superaba la potencia del rayo refulgente del alba: ulterior hipér-
bole para describir las inmensas capacidades de Bahrœm.
NOTAS
1
Véase nota 4, pág. 55.
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NOTAS
1
«El Bahrœm de los cielos» es Marte. El nombre árabe de Marte, que aparece
a menudo en el poema, es Mirr|j, el iranio es Bahrœm.
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NOTAS
1
El aspecto excepcional del onagro que se aparece a Bahrœm es comparado por
NiΩœm| al carácter excepcional de un fuego que coexiste con el heno o de una
extraordinaria muchacha que se muestra bajo los harapos de un derviche.
2
Alusión a duvœlbœzi, juego de azar con correas de cuero que practicaban a veces
los negros en las ferias, es decir, juego tramposo por antonomasia. Aquí entra
en la metáfora del «cuero» del onagro.
3
El hacha de ocho empuñaduras y seis tallos era una especie de hacha de gue-
rra y caza que se sostenía en la silla del caballo; según otros, una especie de
lanza con varias puntas.
4
La Bactria o Bactriana es una región asiática que corresponde en parte al
actual Afganistán.
5
Entregó a cambio de nada los tesoros que había conquistado a tan alto precio.
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dido, su alegría, de una que era, fue ciento, porque aquella leyenda
le había reafirmado en la vida y otorgado esperanza a sus deseos,
ya que todo lo que hace surgir la esperanza surte efecto en los
hombres. Cuando el rey salió de la estancia, cerró con llave y la
confió al guardián, diciéndole: «Si alguna vez tengo noticia de que
alguien ha abierto siquiera un instante el cerrojo de esta puerta,
derramaré su sangre y le colgaré la cabeza cortada al cuello».
Nadie en la corte, ni hombre ni mujer, osó jamás dirigir la mirada
a aquella estancia. En ciertas ocasiones, cuando el príncipe se
embriagaba, se dirigía hasta la puerta con la llave en mano, la abría
y entraba en el paraíso a contemplar las imágenes con forma de hurí
y, como el sediento frente al agua, se adormecía lleno de deseo.
NOTAS
1
Se ofrecen aquí por primera y única vez los nombres de las siete princesas.
Nótese que la China y los Turcos se confunden en general, como en otras par-
tes del poema: el emperador chino es el Gran Jœn (Jœqœn). El Jœrizm o Chorez-
mia es la región situada al sureste del lago Aral, en el Asia Central, que en la
época de NiΩœm|, y hasta la invasión de los mongoles en el siglo XIII, consti-
tuyó el centro de uno de los estados musulmanes más ricos y poderosos. En
cuanto a los eslavos y los rusos, el mundo islámico de NiΩœm| poseía un cono-
cimiento muy vago de los segundos, que el propio poeta considera contempo-
ráneos de Alejandro Magno en el Iskandarnœma. Los esclavos y esclavas rusos o
eslavos se apreciaban mucho por la blancura de su tez y el cabello rubio. Eran,
en realidad, los «esclavos» por excelencia. Aunque aparezca aquí con otro nom-
bre, la princesa eslava es nuestra Turandot (nombre de origen iranio: T≠rœn-dujt,
«hija del T≠rœn», turánica, es decir, turca, no irania). En la cultura media del
tiempo de NiΩœm| existía una confusión notable entre ruso, turánico, turco,
chino y mongol, aumentada por el hecho de que en el lenguaje poético tradi-
cional de la época, «turco» y «turca» significaban también muchacho y mucha-
cha hermosos (especialmente apreciados eran los rostros «redondos como la
luna» de las bellezas turcas y chinas, «las muñecas chinas y de Terœz»; este últi-
mo era el nombre de una ciudad del Asia Central, en la frontera con China,
famosa tanto por la belleza de sus habitantes como por su almizcle delicado).
En la geografía islámica tradicional encontramos tanto la concepción hele-
nístico-tolemaica, según la cual la tierra habitada se dividía en siete franjas cli-
máticas paralelas entre sí (árabe-persa iql|m, transcripción del griego klima),
como la irania antigua, que dividía la tierra habitada en siete continen-
tes (ki≤war), dispuestos concéntricamente, de los cuales el central era
Irán. Naturalmente, en ninguna de estos casos se identifican los
siete continentes con los nuestros, y su extensión, ubicación y
numeración respectiva varían según los autores. En NiΩœm|,
ambos términos, iql|m y ki≤war, se utilizan indiferente-
mente, no en un sentido técnico específico.
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2
El César es el emperador de Bizancio; en tanto que
el «rey de Occidente» constituye una referencia impre-
cisa a Roma y al Imperio romano de Occidente.
3
La «plata» se refiere a la blancura del cutis (cf. pág. 94, donde
se describe una muchacha de miembros argénteos).
NOTAS
1
La fuerza del tajo de la espada de Bahrœm era tal que ablan-
daba el hierro y licuaba la piedra.
2
Cf. nota 4, pág. 55.
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3
El trono y la corona no surtieron en él un efecto
distinto al que produjeron en otros, es decir, no pudie-
ron impedir que muriera cuando llegó su hora.
4
«Las siete joyas» son los símbolos de la realeza en el «cintu-
rón de las siete joyas», que se imponía a los reyes iranios.
5
En Persia, el color turquesa simbolizaba el luto. La frase quiere decir:
antes se atuvo a las normas del luto, revistiendo su cuerpo (sonrosado,
del color del ágata) de ropas turquesas. El mundo islámico suele considerar
el azul como un color negativo y de malos augurios; así, se dice en el Corán
–por otro lado, de forma enigmática– que los malvados resurgirán «con los
ojos coloreados de azul» (Cor. XX, 102).
NOTAS
1
NiΩœm| se dirige a sí mismo como poeta, es decir, mago de la palabra, con una
invitación a no recorrer caminos trillados, a inventar nuevas historias y versos
originales.
2
El otro poeta que cantó el mismo argumento parece una alusión a Firdaws|
(véase Introducción y nota 4, pág. 40).
3
El que anudó collares al cuello real (de Bahrœm), es decir, quien narró sus
hazañas, podría ser el poeta Firdaws| o un historiador como Tabar|.
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NOTAS
1
El Møbad, etimológicamente «jefe de los magos», era una especie de obispo
zoroástrico. El jefe supremo de los sacerdotes era el møbadan-møbad, «møbad de
los møbad», título paralelo al de ≤œhœn-≤œh, «rey de reyes».
2
Al escribir la misiva al legítimo soberano Bahrœm, los nobles y jefes del
ejército persa tomaron una decisión que iba a dar sus frutos (arroja-
ron semillas enteras y, por tanto, fructificaron).
3
Así, literalmente en el texto. El significado puede ser que,
aunque se busquen conexiones causales entre las cosas,
no se puede llegar a ninguna Causa Primera (otro
Dios) fuera de Él.
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NOTAS
1
Gushtœsp fue el primer rey iranio, no bien identificado, que se convirtió,
según la leyenda, a la religión de Zaratustra. «El Zand de Gushtœsp» no es otra
cosa que el Zand o libro sagrado de Zoroastro (véase nota 6, pág. 40). Para
«la estirpe de los Kei» véase nota 4, pág. 29. Bahman es el nombre de un rey
de la epopeya irania antigua, identificado en las formas tardías de la propia
épica con Artajerjes Longimano. Darío es el célebre rey aqueménida, pero en
la tradición irania postislámica se han fundido en uno varios personajes con
el mismo nombre. También Siyœmak es uno de los míticos príncipes y héroes
del Libro de los Reyes de Firdaws|; mientras que con Ardash|r, hijo de Bœpak, nos
acercamos más al tiempo de Bahrœm, pues se trata del fundador histórico de
la dinastía sasánida, a la que pertenecía Bahrœm, y murió el 241 d.C.
Gay≠mars es el primer hombre, o mejor, el primer rey, una especie de Adán
de la tradición irania preislámica.
2
◊am≤|d es uno de los más famosos entre los antiguos reyes míticos del Irán,
probable símbolo solar y emblema de la realeza sacra. Entre sus atributos rea-
les más conocidos se encuentran el trono de los siete cojines, la copa en la que
veía todo el mundo, etc.
3
También Fereid≠n es un mítico rey de la epopeya irania antigua, que resta-
bleció la dinastía legítima matando al tirano-dragón Dahœk o Zahhœk, usurpa-
dor del trono de ◊am≤|d. Las palabras que siguen son un eco (típico de la
moralización islámica de las antiguas leyendas) de lo que dice Firdaws|, según
el cual Fereid≠n no era un ángel bueno y santo por naturaleza, sino que con-
quistó la gloria y la fama por su esfuerzo y generosidad.
4
Al reivindicar sus derechos de heredero legítimo al trono de Persia, Bahrœm se
expresa aquí con un metáfora vinculada a una imagen clásica de la lírica: el
vino de los Magos. El vino aparece ya relacionado de dos formas con el
mazdeísmo y el cristianismo en la literatura neopersa: la mística, del
«vino del Paraíso», y la libertina, del vino bebido a escondidas en
los conventos. La fusión de ambas temáticas se produjo en la
lírica persa tradicional, debido en parte al influjo de ciertas
corrientes sufíes (místico-esotéricas). El uso del vino,
prohibido legalmente en el Islam, se relaciona con la
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NOTAS
1
Parece que los dos dragones hacen referencia aquí a una antigua idea irania,
según la cual los eclipses del luna se debían a que ésta era devorada por un
dragón. Para alejarlo se hacía ruido con bandejas. Este utensilio, unido a la
espada, era el símbolo de las ejecuciones capitales (decapitación). Los dos
nodos lunares, ascendente y descendente, intersecciones de la órbita lunar con
la eclíptica, recibían en la tradición astrológica islámica los nombres de «cabe-
za» y «cola» del dragón (véase nota 3, pág. 54).
NOTAS
1
Se trata de otro horóscopo (véase nota 3, pág. 54), esta vez el de la
subida de Bahrœm al trono. Aunque también en esta ocasión es fic-
ticio, de las indicaciones astrológicas que proporciona el poeta
cabe deducir que, mientras el nacimiento de Bahrœm se
había producido durante la primera mañana del equi-
noccio de primavera, su fausta ascensión al trono ocu-
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NOTAS
1
El estudio del número siete (suma del tres, el «Primer Impar», y del cua-
tro, número mandálico, símbolo de totalidad y perfección acabada), de su
sacralidad y de sus valores simbólicos en la tradición iranio-islámica (como
en muchas otras) es de tal complejidad que carece de sentido explicarlo en
una nota. Al uso del siete en el poema de NiΩœm| se ha dedicado una obra
completa (cuyo autor es M. Mo’|n). Nos limitaremos, pues, a recordar
algunas formulaciones típicamente niΩœmianas en las que aparece: las siete
cúpulas, que son también los siete cielos, y las siete esposas que, además de las
siete princesas-efigies, son también los siete planetas; las siete joyas, símbo-
lo de la realeza en el «cinturón de las siete joyas» de los reyes iranios; los
siete escalones del trono, que son también símbolo regio. Están, además, las
siete raíces (es decir, los influjos planetarios o «padres celestes»), las siete
ebulliciones o destilaciones alquímicas (según otros, mezcla de siete
cuerpos en el horno alquímico), los siete climas (o continentes),
las siete cosas de la elegancia (cf. nota 6, pág. 96), las siete líneas
(término técnico de la geomancia); cosas, todas ellas, que
se prestan a juegos conceptuales de gran sutileza y
variación por parte de NiΩœm|.
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2
Terœz no se refiere aquí a la ciudad mencionada en
la nota 1, pág. 94. «Seda de Terœz» significa «seda
apreciada, digna de soberanos». En cuanto a R≠m, cf. nota
1, pág. 58.
3
Se trata de imágenes que ya conocemos (véase nota 3, pág. 31, y
nota 2, pág. 79).
4
En este cuadro, que pinta el «orden» instaurado por el legítimo sobera-
no al acceder al trono, se pasa del plano natural al social, prácticamente sin
solución de continuidad: los animales que antes eran estériles vuelven a parir,
las aguas corren en abundancia, los árboles se cargan de frutos y el acuña-
miento vuelve a ser regular, es decir, la impronta del cuño en las monedas apa-
rece bien definida.
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NOTAS
1
Isfahœn y Ray son dos importantes ciudades persas. La primera aún existe y
prospera; de la segunda sólo quedan sus ruinas al sur de la actual Teherán.
2
El rabel (árabe y persa rabœb) era un instrumento de arco, originalmente de dos
cuerdas, semejante a una guitarra, pero con el plano armónico de pergamino.
3
Un farsang o «parasanga» (también farsaj) equivalía a tres millas.
4
El ascendente es un término técnico de la astrología, que designa el signo
zodiacal que se eleva por el horizonte en el momento y lugar del nacimiento.
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NOTAS
1
Sagitario es el domicilio diurno de Júpiter, donde se encuentra, como se dice
tradicionalmente, «en Alegría».
2
El pœl≠da es una especie de sorbete, entre la bebida y el helado, hecho de agua,
una especie de harina, almendras, miel y otros ingredientes, muy dulce y
refrescante, aún muy popular en Persia.
3
«Ojo estrecho» significa también en persa «ojo ávido» o avaro, y se atribuye
simbólicamente a los turcos o los tártaros (la hermosa muchacha, símbolica-
mente turca, tiene el ojo estrecho, ávido, etc.)
4
Omán es la conocida región del Golfo Pérsico que indica, en la poesía tradi-
cional de Persia, «región rica en perlas». Así pues, «los ingresos de Omán»
equivalen a grandes riquezas.
5
Fitna recomienda al oficial que no se aparte nunca del rey, como hace la vic-
toria, que nunca se aleja del estribo de su corcel.
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NOTAS
1
Ri∂wœn es el nombre del ángel custodio de uno de los jardines paradisíacos
más hermosos y se aplica también al propio jardín.
2
Kawzar es el nombre de uno de los ríos, de agua dulcísima y fresca, del Para-
íso islámico.
3
Sobre el color sonrosado del rostro, enmarcado en los negros cabellos (almiz-
cle) de la joven, los ojos habían adquirido la expresión embriagada del narci-
so (flor comparada por la lírica persa a los ojos soñolientos y enrojecidos por
la embriaguez, que se consideraban particularmente seductores).
4
El argavœn es un árbol de flores de color rojo oscuro –«árbol de Judas» en
español– muy apreciado por los poetas persas clásicos, que lo mencionan con
frecuencia. «Coloreó el ciprés de arghavœn» significa que se tiñó el cuerpo de
henna. Menos claro es el significado de «dio estatura de caña al tulipán», qui-
zás, adoptó un porte regiamente erguido. La muchacha se adornaba el rostro,
además, con un espléndido collar (las Pléyades), de modo que el collar de
rubíes quedaba interrumpido a la mitad por una única perla (su rostro).
5
De nuevo, el juego de palabras basado en el doble significado del término
¥awhar, «gema» y, al mismo tiempo, «esencia, sustancia»; significa que su oreja
adornada de gemas excitaba a los amantes.
6
«Las siete cosas que requiere la elegancia» son: la henna (raíz de la que se extrae
un tinte rojo que se emplea en el cuerpo), el índigo, el carmín, los polvos, el
colirio, el talco y el perfume de almizcle.
7
El león, naturalmente Bahrœm.
8
El mal de ojo, muy temido por los persas, al menos en la época clásica, se
encuentra en numerosas metáforas niΩœmianas. No conviene ensalzar dema-
siado, si no es con fórmulas deprecatorias especiales, a quien es hermoso o
hábil, por eso no ensalza Fitna el golpe magistral de Bahrœm. Contra el mal
de ojo existen muchos remedios, en especial los sahumerios con pimienta,
ruda, etc.
9
De no haber mediado la prudencia del oficial, el precioso amor de Fitna por
Bahrœm no habría encontrado modo de manifestarse.
10
Sobre Ray véase la nota 1, pág. 88.
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que los hombres, por terror de aquellos negros, abrían los ojos
sin ver nada. El firmamento de límpido corazón, de vestido
negro de seda, como un cántaro de oro se había cubierto de
negra pez la cabeza. Fue en tan amarga noche de ámbar cuando
Bahrœm (=Marte) inició su guerra marcial. Aflojó la brida hacia
los valerosos chinos, atacando ora con la espada, ora con las lan-
zas: allí donde se clavaba su flecha, el golpe se vaciaba de toda
fuerza: su dardo de chopo que perforaba las rocas adormecía el
ojo, atento a la defensa, del enemigo: se veían heridas sin flechas
y flechas sin herida, y todos decían: «¿Qué nueva acción es ésta,
en que la flecha no tiene herida y la herida no tiene flecha?». Se
llegó al punto de que nadie podía acercarse a él a menos de un
parasanga de distancia, y él se movía por todas partes como una
nube, haciendo de los montes valles y de los valles montañas.
Mató a tantos de aquel ejército con sus flechas que la tierra se
ablandó con la sangre como la levadura. Apenas sus dardos se
clavaban en el cuerpo de alguno, el alma del herido abandonaba
el cuerpo. Al alba, cuando el sol desenvainó la espada, apareció
en el firmamento una bandeja de sangre (¿cómo podría existir
espada sin sangre ni bandeja? Donde hay espada y bandeja, allí
hay sangre)2. Tanta fue la que derramaron los muertos que corrí-
an los torrentes arrastrando cabezas; y tantos eran los cuerpos
que la espada dejaba en tierra que la bilis vomitaba veneno y
humor amarillo. La lanza se había apostado la lengua con la
espada que habría abatido al dragón en un santiamén, y la flecha
era como una serpiente que salta en la batalla (mala cosa es que
salte la serpiente). Cuando el Rey Bahrœm, en medio de las filas
de combatientes, con la punta de sus dardos, sutiles cual cabello
y capaces de partir un cabello, golpeaba con la espada la cabeza
de un caballero, como un pepino lo partía hasta la cintura. Con
dardos de tal suerte y con tales espadas, el enemigo quedó ate-
rrorizado y todos, en la huida, entrechocaban las espadas
corriendo de un lado para otro, y cuanto más duro y severo se
hacía el hierro del rey, tanto más suave y sumiso se volvía el
ejército de los Turcos. Cuando el soberano reconoció el
signo de la victoria, volteó más las lanzas y lanzó nuevas
flechas, dispersándolos con el ruido de la espada (se
habría dicho que era el viento, y sus enemigos, las
nubes) y dijo a sus soldados con voz victorio-
sa: «¡Feliz suerte y buen botín! ¡Seguid
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NOTAS
1
El río Oxus –el moderno Amu Daria– señaló durante siglos el confín orien-
tal del mundo iranio.
2
Como se ha dicho en la nota 1, pág. 82, la bandeja y la espada simbolizan las
ejecuciones capitales.
3
El rey sostenía firmemente la victoria en su puño.
4
B|varasp es epíteto del tirano-dragón Dahœk o Zahhœk, enemigo de ◊am≤|d
(véase notas 2 y 3, pág. 79). En la leyenda y la épica irania preislámica. Sig-
nifica «el de los diez mil caballos» y facilita el juego de palabras con asp (caba-
llo), como en este pasaje.
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5
Los himnos pahlávicos, cantos probablemente libres en la métrica, se contra-
ponen aquí a la «poesía métrica» (≤i¤r) de los árabes. El término pahlav| toma
en neopersa el significado de «antiguo iranio», preislámico.
6
El culto al fuego constituía una parte esencial del culto de la religión de Zoro-
astro, como elemento de gran poder purificador que debía preservarse de todo
contacto con lo impuro. Los pireos eran templos donde ardía en una sala
habilitada al efecto un fuego perenne. Originalmente, los altares del fuego
estaban situados al aire libre, como se ve en los vestigios que han quedado en
el altiplano de Irán.
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NOTAS
1
Según los testimonios iconográficos que se han conservado, un trono sasáni-
da no era tanto un sitial como una especie de lecho suntuosamente cubierto
de cojines, sostenido por dos patas sencillas o con formas de animales (pája-
ros, leones, etc.). La expresión «bajo los peldaños del trono» se refiere pro-
bablemente a la plataforma con escalones donde se imaginaba colocado el
trono.
2
ıra¥ es, en el Libro de los Reyes de Firdaws|, el nombre del hijo más joven de
Fereid≠n (véase nota3, pág. 79) contra el que se conjuraron los hermanos
para arrebatarle el trono. Tanto si es él como si se trata de Œrash, G|v y Rus-
tam (véase nota 3, pág. 43), todos ellos simbolizan el valor heroico en la gue-
rra.
3
«Hindú», además de su sentido evidente, significa «negro» en la poesía persa
tradicional (por eso se aplica al lunar y a los cabellos de la hermosa mucha-
cha o muchacho) y también «esclavo». El hindú es, además, el pagano por
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antonomasia, de ahí que entre en metáforas en las que aparece el fuego, como
su adorador, y puede asociarse a nombres de otros países. Aquí, el juego entre
«paso errado» y «tesoro del hindú» puede parecer extraño al que no sabe que
«error» en persa es jatœ, que también significa «el Catai», es decir, también un
nombre geográfico. Por otro lado, «Hindú» es sinónimo de «ladrón» y, por
ejemplo en la pág. 106, se cita un conocido proverbio a este propósito.
4
Aquel que no consigue dormir y vigilar al mismo tiempo es hombre de esca-
sa valía. Pero, aunque Bahrœm pudiera hacer las dos cosas, no se podía con-
sentir que el Jœqœn de China se aproximara tanto a él.
5
Variante de la habitual asociación metafórica rubí-perla (labio-palabra), para
describir el hecho de proferir un discurso.
6
◊≠d| es el nombre del monte sobre el que, según el Corán (IX, 45), se posó al
acabar el Diluvio el Arca de Noé. Se juega con la palabra árabe-persa ¥≠d,
«generosidad».
7
Sobre ≥u≤tar véase nota 3, pág. 61.
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NOTAS
1
Sólo así pudo aplacarse el deseo de Bahrœm por las siete muchachas. La metá-
fora de las «siete ebulliciones» se refiere a la terminología alquímica; se trata-
ría de las siete destilaciones o, según otros, de la mezcla de los siete cuerpos
en el horno alquímico.
2
Cf. nota 4, pág. 29.
3
Sobre R≠m, cf. nota 1, pág. 58.
4
Cf. nota 1, pág. 69.
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NOTAS
1
Las candelas y los cirios del jardín podrían ser las flores con sus espléndidos
colores, pero también las luces que se encendían en los jardines durante las
fiestas de primavera y verano.
2
Sobre «hindú» y los juegos de palabras asociados véase la nota 3, pág. 104.
3
El rigor del invierno transformaba los rayos (espada) del sol en lluvia (agua)
y la lluvia en tempestad («rayo» puede significar también el término persa tig
«espada»).
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4
Zamhar|r es el nombre de un periodo de intenso frío, de un viento gélido y de
la esfera del aire intermedio entre el nas|m, próximo a la tierra y templado, y
la bóveda superior, muy caliente. Por el contrario, el zamhar|r es muy frío.
5
NiΩœm| representa aquí el paso a la estación invernal como una especie de trans-
formación alquímica a la inversa, en la que el oro se muda en piedra: el fulgor de la
vegetación florida se había transformado en un escenario pétreo, en blanco y negro.
6
La metáfora se basa en la fácil asociación zoroastras-fuego, este último «tra-
ducido» aquí en «azufre», mineral ígneo por excelencia.
7
En este pasaje de virtuosismo, admirable descripción del fuego, NiΩœm| se sirve
de todos los artificios de la retórica clásica persa. La belleza del fuego que relu-
ce en la oscuridad se expresa primero con una imagen relativamente sencilla, la
del rubí que despunta en la trenza negra, luego con una imagen mucho más com-
pleja, en la que emplea una serie de correspondencias étnicas, coloristas y ono-
másticas. Simplificando todo lo posible, se podría decir que Turco está por «her-
moso»; Griego, por «rubio-rojo»; hindú, por «negro». NiΩœm| expresa los
vínculos entre tales elementos mediante la terminología del nombre de persona
árabe-islámico: «genealogía» y «título» indican técnicamente el patronímico
(nasab) y el epíteto honorífico (laqab). En resumen, se trata de «un negro hermo-
sísimo con el cabello cobrizo». Recordemos, por otra parte, que Jonás está rela-
cionado con el fuego, pues, según la leyenda, cuando se encontraba en el vientre
de la ballena contempló los abismos marinos con una antorcha. Moisés y el fuego
se asocian mediante la Zarza Ardiente. En cuando al «banquete de Jesús», alude
quizás a las llamas del Espíritu Santo (NiΩœm| pudo ver en los ambientes cris-
tianos de Azarbaiyán alguna representación primitiva del Pentecostés). En lo rela-
tivo a Abraham, se asocia directamente con el fuego en el propio Corán (XXI,
69), donde se cuenta que los idólatras lo arrojaron a las llamas, aunque él refres-
có el fuego milagrosamente, por lo cual, se asocia aquí a un jardín.
8
En una representación del fuego no podría faltar el elemento Zoroastro-Ado-
radores del fuego, que no se introduce tanto para simbolizar el color o el
calor, como el «sonido de la llama», comparado con el murmullo del ritual
zoroástrico en la recitación de las plegarias y los textos sagrados. El «mur-
mullo» es un topos frecuente del conjunto de imágenes tradicionales. Sobre
Zand véanse nota 6, pág. 40 y nota 1, pág. 79.
9
Mani, el conocido heresiarca, se menciona frecuentemente en la poesía clásica persa
como hábil pintor. Farhœd, el picapedrero, es el infeliz rival del rey Jusr≠ en el amor
por la bella ≥|r|n, cuyas aventuras cantó NiΩœm| en un poema. Intentó quebrar el
monte B|sot≠n con el hacha por amor a ≥|r|n, pero no lo consiguió y murió deses-
perado. Es un símbolo frecuente en esta poesía de amor infeliz. Su hacha apa-
rece en metáforas e imágenes. Simboliza también al hábil arquitecto.
10
Bahrœm, es decir, Marte.
11
Œmol es el nombre de una ciudad persa, famosa en otro
tiempo, que ahora tiene sólo una importancia relativa y
está situada en la fértil región de Tabaristán (franja sur
del Mar Caspio).
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NOTAS
1
B|sot≠n es el nombre neopersa más común de la localidad montañosa de
Behist≠n (Bagastœna en persa antiguo, esto es, «morada de los dioses», donde, no
lejos de Kirmœn≤œh, se encuentran las inscripciones monumentales de Darío
I. B|sot≠n significa en persa «sin columnas», es decir, monte que se eleva mila-
grosamente sin apoyos, y es el símbolo de monte excelso, dureza de la piedra,
palacio sublime, etc. Se asocia a la leyenda de Farhœd y ≥|r|n (véase nota 9,
pág. 111) porque Farhœd, para complacer a la amada, abrió una vía con el
hacha. La frase: «creó un B|sot≠n del corazón del cálamo» significa proba-
blemente que Bahrœm proyectó y diseñó (produjo con la pluma) una arqui-
tectura excelsa.
2
El color del sándalo –madera de aroma exquisito– es una tonalidad del
marrón.
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más maduro, ¿a qué viene tanta acritud? ¿Qué peso tienen estas
miserables cosas en la balanza del hombre civilizado?’ Luego hice
una seña a mis esclavos para que corrieran a mi casa y tomaran de
mis tesoros privados monedas de purísimo cuño, y de aquellos
preciosos dineros le di incluso más que antes. Aquel hombre, que
no había comprendido mi disimulo, se avergonzó de mis halagos
diciendo: ‘Era tu deudor, no sabía cómo pagar la deuda, y tú me
das aún más tesoros. Ahora me avergüenzo y no sé cómo reme-
diarlo. Yo había colocado ante ti lo que me diste, no para repro-
chártelo, sino porque semejante tesoro no debe separarse de algún
tormento o fatiga para obtenerlo. Ahora, cuando añades tesoro al
tesoro, yo me avergüenzo y tú estás satisfecho. Si hay algo que
quieras pedirme, hazlo, y si no recoge todo lo que me has dado’.
De este modo, una vez asegurada la confianza en su ayuda y amis-
tad, le hablé de mi historia, de mi condición de rey, de mi país,
de por qué había llegado hasta allí, abandonando el reino, para
saber qué privaba de alegría a los habitantes de su ciudad. ‘Si no
han padecido una desgracia’, pregunté, ‘¿por qué se oponen al
color?, ¿por qué visten todos de negro?’ Cuando el carnicero oyó
estas palabras se transformó en una oveja que huye espantada del
lobo. Antes de hablar, permaneció un tiempo como horrorizado,
con la mirada baja por la vergüenza: ‘Me has preguntado lo que
no debías, pero te responderé con la verdad’. Cuando la noche
hubo esparcido el ámbar sobre el alcanfor13 y los hombres se ale-
jaron de nuestra vista, me dijo: ‘Es tiempo de que veas lo que
deseas ver’. Dicho esto salió de casa y yo lo seguí. Él iba delante,
yo, como extranjero, detrás, y no había con nosotros otra criatu-
ra. Como un hada, me sacó del mundo de los hombres, condu-
ciéndome hasta un desierto. Al llegar a aquella morada de deso-
lación, cubiertos de un espeso velo como las hadas, vi un cesto
atado a una cuerda. Él me llevó más adelante y dijo: ‘Siéntate un
momento dentro de este cesto y mira el cielo y la tierra, para que
conozcas la razón de que los silenciosos vistan de luto. Sólo esta
cesta te mostrará el bien y el mal que ignoras’. Asegurándome
de que no existía ningún peligro, me senté un momento en
la cesta, pero apenas me había acomodado, la cesta se
convirtió en un pájaro que echó a volar por el aire, y
con un talismán giratorio me elevó hacia las rue-
das del firmamento: él arrebatado mediante
cuerdas por fuerza alquímica, yo, mísero de
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corazón del pájaro se caldeó, de modo que el ave batió las alas y
alzó rápido el vuelo, y yo, confiando sólo en Dios, levanté las
manos y me prendí de las garras de aquel poderoso ser alado. El
pájaro encogió las garras, abrió las alas y me arrebató a mí, terres-
tre, hasta la culminación del firmamento. Viajé desde la mañana
hasta el mediodía, como aterrorizado viajero, y cuando el ardor
del sol aumentó, vi girar sobre mi cabeza la esfera celeste. El pája-
ro se acercó a la sombra y poco a poco fue descendiendo hasta
llegar a la altura de una lanza de la tierra. Sobre el suelo había una
verdura semejante a la seda, con un perfume balsámico de ámbar.
Con cien invocaciones de agradecimiento al pájaro, me solté de
sus garras y caí como un rayo, con el corazón cálido de esperan-
za, sobre hierbas tiernas y flores delicadas. Permanecí una hora en
el suelo, con el corazón lleno de malos augurios, hasta que me
repuse de la fatiga y agradecí a Dios la mejora. Abrí los ojos,
como solía, para examinar el lugar. Vi un jardín cuya tierra pare-
cía el cielo, no tocado por el polvo del hombre, lleno de cientos
de miles de capullos florecidos, hierbas despiertas y aguas dur-
mientes. Cada flor tenía un color distinto y su perfume se pro-
pagaba a millas de distancia: la trenza del jacinto había prendido
en los anillos de su lazo el bucle del clavel; el jazmín mordía el
labio a la rosa; y el prado, la lengua del argavœn14. El polvo era
alcanfor; la tierra, ámbar; la arena, oro; y las piedras, joyas. Corrí-
an fuentes de agua de rosas y, en medio, ágatas y perlas límpidas,
y en la fuente, de la que aquel castillo de turquesas mendigaba
agua y colores15, nadaban los peces como dracmas de plata en el
mercurio. Estaba circundado de montañas esmeraldinas, con bos-
ques de cipreses, de sϴ 16 y de chopos, y todas las piedras eran
rubíes, cuyos reflejos coloreaban de rojo los blancos chopos. Por
todas partes se veían el sándalo y el áloe, y el viento se perfuma-
ba del primero y quemaba el segundo. Las huríes habían penetra-
do su sustancia trayéndole tributos de los jardines del paraíso.
Iram17 le había dado el nombre de ‘Reposo del Corazón’, y el
cielo lo había llamado ‘Firmamento Azul’. Cuando vislumbré
aquel lugar, me alegré como el que encuentra un tesoro y,
pasmado por su belleza, exclamé: ‘¡Loado sea Dios!’
Paseé arriba y abajo por aquellos lugares contemplan-
do jardines que acariciaban la vista y comiendo de
su fruta exquisita, mientras agradecía a Dios
tantas mercedes. Por fin, lleno de contento,
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NOTAS
1
≥ammœs es propiamente una palabra de origen sirio, que significa «diácono» cris-
tiano. Pero existe también una leyenda que atribuye un ≥ammœs, no mejor
identificado, al nombre propio del iniciador del culto al fuego. No se olvide
que la poesía tradicional asocia conscientemente los monasterios (cristianos),
los pireos zoroástricos, los monjes, los magos, etc. (cf. la nota 4, pág. 79).
Aquí se trata de una metáfora evidente de la claridad abrasadora del día. Los
abasíes son la conocida dinastía de califas que gobernó el mundo musulmán
desde el 750 hasta 1258. Su color dinástico era el negro. El paso «del con-
vento de ≥ammœs a la negrura abasí» es un signo evidente del final del día.
2
El Kashm|r es la conocida región de la India septentrional, famosa también
en Persia por sus jardines y su belleza. Kashm|r y Primavera son aquí palabras-
conceptos que aparecen asociadas, porque «primavera» es bahœr en persa, tér-
mino que puede indicar también (y en ese sentido último deriva del sánscrito
vihœra) un famoso templo budista (y, en general, idólatra) indio o chino.
3
Cf. aquí nota 5.
4
Cf. nota 9 infra.
5
La expresión «vertió de su azúcar una persuasiva medicina de áloe» significa
sencillamente «comenzó a hablar». El «azúcar» son los dientes blancos y los
labios azucarados. El «áloe» indica perfume y tiene también, como la fábula que
narra la princesa, valor medicinal, etc. NiΩœm| emplea en cada cuento una metá-
fora distinta para indicar el acto de hablar de la princesa correspondiente.
6
El S|murg es un pájaro mítico de la tradición irania (el nombre Sa÷na merega apa-
rece también en el Avesta), que corresponde más o menos al Fénix de nuestra
tradición. En muchos poemas místicos simboliza la inaccesibilidad divina.
7
La legendaria fuente del Agua de la Vida, donde se gana al beber la vida
eterna, se encuentra en el país de las tinieblas, custodiada por Ji∂r (véase
nota 10, pág. 52).
8
Sobre Iram, véase nota 2, pág. 61.
9
Otra metáfora para significar «comenzó a hablar». La bolsa de almizcle sig-
nifica perfume (aquí, aliento perfumado); los rubíes son los labios. Nótese
que todo esto forma parte de un juego de colores, porque el rubí es rojo y el
almizcle, negro (el color del cuento).
10
Aquí la alusión a Iraq y a Jorasán (dos países bastante alejados, el primero al
oeste y el segundo al noroeste del altiplano iranio) indica incomprensión,
alejamiento mutuo, dejar sin respuestas las súplicas y las insistencias, etc.
11
Un ejemplo de las frecuentes metáforas basadas en el ajedrez. La
Roca es la Torre. Se alude a la regla por la cual un peón se trans-
forma en Reina cuando llega a la última casilla del tablero.
12
El rey cubría de oro al carnicero (hierro) oscuro y pobre.
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13
En esta metáfora el ámbar es sinónimo de oscuri-
dad, en contraste con la blancura del alcanfor. La frase
significa «cuando la noche hubo recubierto con su oscu-
ridad la luz del día».
14
El argavœn es, como se ha dicho, el «árbol de Judas», de flores
rojas (cf. nota 4, pág. 96).
15
Parece que con «castillo de turquesas» NiΩœm| quiere aludir al propio
jardín, representado como una especie de edificio hecho de materiales pre-
ciosos. La turquesa podría aludir, por su duplicidad azul-verde, a la vegeta-
ción y a la naturaleza «celeste» del lugar.
16
El sœ¥ es el árbol de la teca, madera muy dura y apreciada.
17
Cf. nota 2, pág. 61.
18
El antinomio es gris oscuro.
19
Tintura roja para los cabellos y los labios (cf. nota 6, pág. 96).
20
El J≠zistœn es la zona llana del Irán actual, en la frontera con Iraq, conocida por
sus abundantes plantaciones de caña de azúcar, de ahí su relación con lo dulce
en los juegos de palabras. Aquí parece indicar la dulzura de los labios (rubí).
21
Resurrección, en persa y en árabe qiyœma, es el levantamiento de los muertos en
carne y hueso el Día del Juicio. La etimología de la palabra se presta a jue-
gos que nos pueden parecer ridículos o irreverentes, como es el caso en que
una magnífica muchacha produce una Resurrección con su forma de sentar-
se. En el lenguaje común significa también «tumulto», a causa del trastorno
general que se producirá el Día del Juicio.
22
La imagen de los griegos rubios y los negros oscuros alude probablemente al
contraste, en el cuerpo de la muchacha, entre el blanco rosado de la piel y el
negro de los lunares y los cabellos.
23
En este caso, «médula» y «corteza» se corresponden con «blando» y «duro»
(y, al mismo tiempo, «precioso» y «vil»). En efecto, el rey se inclina a los pies
de la joven, y la princesa lo invita a sentarse en el trono junto a ella porque
el huésped no merece el duro suelo, sino un lugar suave y precioso.
24
Bilq|s es el nombre que atribuye la tradición musulmana a la famosa «reina de
Saba», según esa misma tradición mujer de Salomón, símbolo de riqueza,
realeza femenina, etc.
25
Se abrió el baile: los pies volaban y las manos daban palmas.
26
Juego de palabras basado en la equivalencia, para este lenguaje, entre hindú y
«pagano, idólatra» y «adorador del fuego».
27
Metáfora sexual basada en la oposición agua-pozo/fuego: la doncella, cal-
mando con el «agua de su pozo» el fuego del deseo del rey, consigue que se
conserve un poco de agua en el «pozo» de la princesa (es decir, la princesa
no tendrá que entregarse completamente a él).
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28
Esto es, esclavo. Cf. nota 3, pág. 104.
29
Cf. la descripción del jardín en pág. 119.
30
A menudo se habla del cielo como titiritero, en alusión al poder arbitrario
del destino. En este caso, además de la imagen del «titiritero» se juega con la
«muñeca», es decir, la hermosa joven, que significa también «títere».
31
La frase no es clara. Puede que el rey quiera decir: entrégate a mí al menos
una vez e imagínatelo: será como un dátil que cae en la leche, como una aguja
que penetra en la seda. Si luego tengo que irme y aguantar mis deseos, trata-
ré de imaginar que no ha ocurrido nada.
32
Poner sobre al fuego la herradura de un caballo era un procedimiento mági-
co para retener a la persona amada.
33
El nard, junto con el ajedrez, es uno de los juegos más populares del Irán tra-
dicional, semejante a nuestro chaquete o juego de las tablas reales. Los nom-
bre técnicos de los movimientos del nard aparecen a menudo en las metáfo-
ras de la poesía tradicional persa. Puede representar, como en este caso, el
juego amoroso.
34
La muchacha turca invita al rey a no estropear con las «cornejas» las
cosas bellas que ya tiene («el jardín») y a no pedir imposibles («leche
de pájaro»).
35
Sobre T÷raz véase nota 1, pág. 69.
36
El «rizo» alude a la esfericidad del cielo; el color ambarino, como en otras
ocasiones, es sinónimo de oscuridad: la luna comenzó a brillar en la oscuri-
dad de la cúpula celeste.
37
Tras ella resplandecían las candelas que portaban las jóvenes de su séquito;
delante resplandecían sus ojos.
38
Cf. nota 14, pág. 132.
39
Nahœvand es una ciudad de la Persia occidental, cerca del Iraq. «El almíbar de
Nahœvand» era una bebida dulce muy apreciada.
40
Tradicionalmente, y no sólo en el ámbito islámico, se creía que la epilepsia,
enfermedad que se manifiesta intermitentemente con ataques periódicos,
estaba relacionada con las fases de la luna.
41
«Sueño de liebre» es símbolo de sueño engañoso, de treta. NiΩœm| aprovecha
la imagen para el juego «gacela»-«liebre».
42
El viejo lobo es probablemente el deseo, cuyo asalto teme el rey.
43
Jalluj (Khallokh) es el nombre de una ciudad del Turquestán, famo-
sa por sus perfumes y por la belleza de sus muchachas. Se emplea
en la poesía tradicional dentro de contextos muy variados
para jugar con otros nombres geográficos, en este caso
Abisinia, país por excelencia de los esclavos negros.
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44
‘Abbœdœn (no se debe confundir con Œbœdœn, en
Irán) es el nombre de una isla del Tigris, en Mesopo-
tamia (Iraq). El proverbio árabe: «No hay pueblos (habi-
tados y con agua) más allá de ‘Abbœdœn» significa que es
mejor aprovechar la ocasión para proveerse de agua antes de rea-
lizar la peligrosa travesía del desierto, o también que no hay color
más allá del negro, es decir, que nada peor puede ocurrir.
45
En este caso, los «cuatro clavos» indican una mesa de tortura. Sobre otros
sentidos véase la nota 5, pág. 35.
46
El rey ha perdido ya toda experanza de satisfacer su deseo, que ya es sólo un
sueño, porque la razón se ha adormecido (ha perdido la facultad de la vigilia).
47
«Incrustar el rubí en el ágata» es una metáfora transparente para el coito.
48
Sobre el Agua de la Vida véase la nota 7, pág. 131. El Alejandro Magno de
la leyenda visitó el País de las Tinieblas, pero no consiguió encontrar el Agua
de la Vida.
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Aquélla danzó con el rey cien danzas en el juego del amor, ágil y
afectuosa. El rey se adaptaba de mala gana y jugaba con ella los
lances, disimulando. Cuando le llegaba el momento de jugar al
amor, metía la mano en una; cuando la necesidad física lo apre-
miaba, utilizaba a la otra. Acariciaba a la una, y con la otra se iba
al lecho; allí se mordía el hígado, aquí ensartaba la perla. Ahora
bien, por celos de verla dormir con el rey, la otra perla intocada
quiso ser perla ensartada, mas aunque los celos que le inspiraba
el rey ofuscasen su rostro de luna con el polvo de la envidia, no
descuidaba su servicio diligente, ni se apartaba un punto de sus
usos. Sospechó que en el origen de este viento de tormenta se
hallase el horno17 de la vieja, pero permaneció tranquila y
paciente, aunque la paciencia sirva poco en materia de amor. Por
fin, una noche que la hermosa del semblante augusto se encon-
tró a solas con el rey, vio la ocasión de decirle afectuosamente:
«¡Oh soberano de naturaleza angelical, juez del reino en materia
de religión y justicia, puesto que eres recto en el decir y en el ver,
trátame también a mí con rectitud! Aunque todo día que des-
punta tiene al principio un alba y al final una noche, tú –ojalá tu
día no tenga fin y tu noche sea siempre tiempo de unión con la
amada–, despues de haberme dado miel, como alba, ¿por qué,
como noche, eres vendedor de vinagre para mí? Admito que te
hayas cansado de no gozarme pero, ¿por qué me arrojas como
presa al león? ¡Tú me consumes con tormentos, poniéndome
siempre un dragón delante de los ojos! ¿Por qué te vales de una
serpiente para matarme? Si quieres hacerlo, hazlo al menos con
tu espada. ¿Quién te ha guiado por esta vía? ¿Quién te ha indu-
cido a este juego? Infórmame, porque no tengo noticia, para que
no vuele de aquí, porque mis alas ya están habituadas al vuelo.
¡Juro por Dios y por tu vida que si me abres este cerrojo, arroja-
ré la llave del tesoro de mi perla y me avendré al placer del Rey!».
El rey, que aún era esclavo de ella, al ver la seriedad de su jura-
mento, no escondió la verdad a aquella luna gentil, y le confesó
lo que debía y lo que no debía: «El deseo de ti me quemaba,
había encendido en mí un fuego abrasador. Con la pacien-
cia, mi pasión se hacía cada vez más intensa, despojan-
do de fuerza mi cuerpo, hasta que la vieja reconoció
la medicina y, como vieja, me curó con ella, Me
recetó una poción engañosa que, aunque no se
bebe, hace efecto. Atizar el fuego a tu calor
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NOTAS
1
La «Lámpara del mundo» es, naturalmente, Bahrœm.
2
Sobre ◊am≤|d véase nota 2, pág. 79. Aquí la metáfora sobre ◊am≤|d y su copa
de oro (◊am≤|d es, además, un símbolo solar evidente) se refieren al rey como
fausta fuerza solar.
3
La esposa bizantina.
4
Bahrœm quiso que la princesa hiciera oír su voz: quiso que a la belleza de sus
labios (rubí) se uniera la dulzura de la voz (confituras).
5
El Naur≠z es el fin de año de la tradición persa, pre- y postislámica, que cae
en el equinoccio de primavera, el 21 de marzo. El término (literalmente, «día
nuevo») significa también «primavera», con sus evidentes implicaciones.
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6
Ayœz era el paje favorito del rey Mahm≠d de Gazna, el patrón de Firdaws|, y
símbolo para la literatura persa de «bellísimo esclavo», objeto de amor, etc.
7
Sobre Jalluj véase nota 43, pág. 133. «Efigies de la China» es otra metáfora
que indica también belleza.
8
Sobre el nard véase nota 33, pág. 133.
9
Bahrœm compra la esclava poniendo una piedra sobre el deseo que tenía de ella.
10
Dos imágenes opuestas, el agua y el fuego, que NiΩœm| emplea para repre-
sentar el ímpetu con que el deseo del rey asedia a la esclava, como una for-
taleza, ella se encuentra al mismo tiempo circundada por el agua y asaltada
por un fogoso ariete.
11
La «Séxtuple posición de los astros» indica el sextil, posición astrológica
favorable, en la que dos astros distan 60º de longitud eclíptica. Sobre Bilq|s
y Salomón véase nota 24, pág. 132.
12
«La Tabla Bien Custodiada» es un concepto de la teología islámica: el pro-
totipo celeste de los libros sagrados, donde se contienen todos los secretos y
los destinos de los hombres.
13
Se dice que el cielo está “lívido” en alusión a su color azulado, pero el
empleo del término parece tener también una connotación negativa relacio-
nada con la representación del cielo-destino.
14
Ri∂wœn es el nombre de un ángel custodio de uno de los jardines paradisíacos más
hermosos, que suele aplicarse al propio jardín del Paraíso. Véase nota 1, pág. 96.
15
A las mujeres se les llama vulgarmente calabazas porque, como ellas, se
encuentran listas para usar cuando aún están ácidas, pero no valen nada cuan-
do están maduras.
16
Se ha traducido como «ogro» la palabra div «demonios». Tanto el término
como la imagen se emplean junto a parí, «hada», para indicar lo monstruoso
frente a lo maravilloso.
17
La esclava sospecha que en los maleficios de la vieja se encuentra el origen
del cambio en el comportamiento del rey.
18
«Frío de la Vieja» (en árabe bard al-¤a¥≠z) es el nombre de cinco días especial-
mente fríos (siete, según otros) del periodo invernal (o de otros periodos del
año, según una opinión distinta). Se ha mantenido la traducción literal para dar
una idea del juego de palabras, aunque en traducción resulte algo extravagante.
19
Al unirse por fin a la mujer amada, logra el tesoro que tanto había ambi-
cionado y exalta aún más su áureo esplendor.
20
Alusión a la vaca mencionada en la segunda azora del Corán. Se
trata de una vaca amarilla que Moisés ordena sacrificar a su
pueblo (Cor. II, 67 y ss.). Cf. Números, XIX, 2 y ss., donde
se narra el episodio, aunque allí se habla de una vaca roja.
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NOTAS
1
Para la tradición del mundo islámico el verde es el color del Profeta, lo que
le confiere un rango especialmente elevado. En el ámbito astrológico se le
relaciona con la Luna. Es el color de la prosperidad (vegetación, agua) y
del vestido de los puros del Paraíso y el significado del nombre del miste-
rioso Ji∂r (véase nota 10, pág. 52). Por todas estas valencias simbólicas, se
puede decir que es «verde» de un rostro «alegre, feliz y próspero». En el
léxico de la lírica persa, el verdor del rostro es también la pelusa sutil de
las mejillas de los jóvenes.
2
Aquí, naturalmente, Bahrœm.
3
Enésima metáfora alusiva al acto de hablar: la princesa entreabre los labios
(levanta el velo de rubíes) y comienza a hablar (el azúcar en este caso es la
dulzura de la voz).
4
A Jerusalén, porque, recuérdese, estamos en un país cristiano (R≠m).
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5
El cuento del viaje con el mal compañero tuvo una enorme difusión, espe-
cialmente en los ambientes místicos y en el entorno de los aj|. En la ver-
sión narrada del poeta turco Gülsehri (siglos XIII-XIV), el nombre del
compañero es Yaml|jœ. Yaml|jœ/Mal|jœ es el «racionalista» que indaga las
ciencias naturales, al que NiΩœm| opone la fe sencilla en el Dios único del
monoteísmo islámico.
6
En este pasaje, arrojar una herradura de caballo al fuego indica genéricamen-
te un procedimiento mágico, en tanto que en la pág. 133, nota 32, se emplea
la metáfora en un sentido más específico.
7
La expresión, sólo aparentemente específica (por exigencias estilísticas), no
parece tener otro significado que el genérico que indica el contexto, es decir,
«todo el conocimiento».
8
El signo amarillo es un trozo de tela que los judíos debían llevar como distinti-
vo de su condición de πimmíes (el de los cristianos solía ser azul), es decir, de no
musulmanes residentes en territorio islámico, a quienes se proporcionaba «pro-
tección» a cambio de su sometimiento a la autoridad islámica en determinadas
condiciones. «Borró de su seda el signo amarillo» repite con otra fórmula lo que
ya se ha dicho: «liberó a la princesa del judío». La felicidad transfiguró a la prin-
cesa (de alholva –sencilla planta aromática de pequeñas flores amarillas– pasó a
ser azucena).
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Había una vez en el país de Rusia2 una ciudad tan bella como una
esposa. Un rey edificador había criado allí, rodeándola de delicias,
a su hija, seductora de corazones, de mirada encantadora, de meji-
llas sonrosadas y alta como un ciprés. La belleza de sus mejillas era
más atractiva que la luna y la dulzura de sus labios más suave que
el azúcar, capaz de arrancar el vigor vital de Júpiter y de hacer
sucumbir el azúcar y el cirio: el azúcar, por envidia de su boca
pequeña y dulce, se mermaba más que el círculo del talle de la
joven3; el almizcle se atormentaba a causa de los rizos de su cabe-
llera; y la rosa se transformaba en espina por el olor de la albaha-
ca de su jardín. El rostro superaba en frescura el frescor de la pri-
mavera y su color era más bello que la más bella pintura. La
languidez del narciso se embriagaba por ella y la gracia de la rosa
silvestre se hacía su esclava. La estatura era grácil como un ciprés
del jardín; el rostro resplandecía como el cirio ardiente4 y el can-
delabro; el agua de rosas era la humilde tierra de sus servidores; y
la rosa, la sierva de sus súbditos. Pero además de la belleza y la dul-
zura de la sonrisa, se adornaba de sabiduría, pues había adquirido
numerosos conocimientos, redactado obras sobre todas las ramas
de la ciencia y leído todos los libros de encantamientos del mundo,
sobre los hechizos y las cosas ocultas. Sobre el rostro inclinado lle-
vaba el velo de las trenzas y rechazaba las leyes maritales: ¿qué com-
pañero podría encontrar la sin par entre los suyos?
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Sin embargo, había entre los príncipes hijos de rey un joven bien
nacido y gracioso, animoso, hábil, gallardo y bello, cuya espada
depredaba leones y onagros. Un día que salió de su ciudad a cazar,
para mantenerse en flor como nueva primavera, vio sobre la puer-
ta de la ciudad una suave figuración, circundada de infinitos obje-
tos dolorosos, una imagen dibujada sobre una negra tela de seda,
seductora y fascinante, figura que con su belleza y ornamento le
robó enseguida la paz del corazón. Elogió el pincel de cuya
punta surgiera la figura, pero alrededor de aquella imagen,
ornamento del mundo, colgaban cien cabezas. Díjose
entonces el príncipe: «¿Cómo huir de esta gema peli-
grosa, si no existe modo de salvarse? Si alejo la
mano de esa imagen del deseo, rompo la tran-
quilidad de mi ánimo; si mi corazón no se
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NOTAS
1
De nuevo una metáfora del habla: la princesa hace que salgan de su boca (la
mina de los rubíes) estas palabras (gemas).
2
Sobre Rusia véase la nota 1, pág. 69. Se trata del cuento que llegará a Occi-
dente por distintos cauces, con el evidente nombre oriental de Turandot.
3
En las descripciones persas clásicas de la belleza femenina, la boca es siempre
de pequeño tamaño, y se compara con el punto y otros objetos mínimos,
incluso (como en la pág. 222) con la nada. Lo mismo vale para el talle, que
debía ser también microscópico, como en este caso.
4
La imagen del cirio protagoniza numerosas metáforas de la poesía persa: es el
amante que arde y se consume con el fuego del amor, pero la llama puede sim-
bolizar también al amado, en torno al cual el amante gira hipnotizado como
una polilla. El cirio puede expresar, como el ciprés, la estatura, incluso moral,
en el sentido de rectitud interior; por otro lado, el cirio es imagen de sufri-
miento, porque «llora» (las gotas de la cera que se derrite). Aquí, con un símil
excepcionalmente «dirigido» por NiΩœm|, el fulgor del rostro de la princesa
se compara con el del cirio ardiente.
5
Sobre Ri∂wœn véase nota 1, pág. 96.
6
El nombre de R≠indez está tomado también de la epopeya irania antigua. Se
trata de una fortaleza (el nombre significa «fortaleza de bronce») situada en
el Turan (la zona de los no arios, de los enemigos del Irán), donde el rey
Arjœsp había hecho prisioneras a las hijas del iranio Goshtœsp, liberadas más
tarde por su hermano, el héroe Esfandiyœr. Es emblema de castillo potente y
rico, pero históricamente fue también un castillo del Azerbaiyán, residencia
de Körp Arslan, a quien dedica NiΩœm| su poema.
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7
Las cuatro naturalezas o cualidades son: frío, caliente, seco y húmedo.
8
Sobre Farhœd y ≥|r|n véase nota 9, pág. 111.
9
Sobre el S|murg véase nota 6, pág. 131.
10
Expresión poco clara.
11
Sobre Ji∂r véase nota 10, pág. 52.
12
Sobre Terœz véase nota 1, pág. 69.
13
Sobre Suhayl/Canopo véase nota 4, pág. 55. Aquí simboliza potencia y realeza.
14
Los dos jóvenes.
15
«Granadas» y «dátiles» no son otra cosa que las mejillas y los labios que
acaba de nombrar.
16
Se llama «faisán» a la mujer, por ser la presa favorita del halcón cazador.
17
La idea de la albahaca como fragancia especialmente deliciosa, en este caso
para el vino, se encuentra ya en el Corán, donde ray™œn, «albahaca», se con-
sidera uno de los perfumes del Paraíso.
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NOTAS
1
Sobre Eram, véase nota 2, pág. 61.
2
Imagen poco clara, que probablemente se pueda interpretar del siguiente
modo: cuando el alba ató el disco áureo (el áureo tambor o atabal) del sol a
la joroba de la montaña.
3
H|lœn y G|lœ, los nombres de los ogros, presentan una etimología árabe bas-
tante transparente: el primero está asociado a la raíz h-w-l «terror», el segun-
do está emparentado con G|lœ, el ogro hembra del desierto de Arabia.
4
Alusión a la historia de José, a quien sus hermanos arrojaron al pozo para
librarse de él. La historia bíblica de José forma el argumento de una azora corá-
nica que lleva su nombre (cf. nota 6, pág. 36).
5
«Bocado del califa» es el nombre de un dulce, pero aquí parece referirse a una
fruta que actualmente no podemos identificar.
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6
Sobre el pœl≠da veáse nota 2, pág. 92.
7
Dovœlpœ, «pies de cuero», es el hombre de un pueblo fabuloso mencionado en
leyendas indias y persas. Sus miembros tenían las piernas flexibles como corre-
as de cuero que se agarraban al cuello de los viajeros, tras despertar su piedad,
para que lo transportaran en la espalda, de donde nunca volvía a bajarse. Se
emplea aquí como juego de palabras con los peldaños de cuero de la escala de
Mœhœn, para indicar que éste debía pegarse al árbol y no soltarse de él.
8
La imagen se fundamenta en el contraste de la forma de la pera y la grana-
da, la primera caracterizada por una redondez que luego se estrecha como un
cuello; la otra, rellena de semillas perláceas, similar a una boca sonriente. El
sentido completo es que a las dificultades de la noche seguirá el alba son-
riente y consoladora.
9
Con la expresión «las diecisiete cualidades de la Luna» se refiere probable-
mente a virtudes lunares de carácter astrológico.
10
La boca.
11
«El rostro del tapiz se hacía cirio sobre cirio» porque sobre él, espléndido de
ricos colores y, por tanto, luminoso como un cirio, se encontraron las dieci-
siete princesas, refulgentes de belleza («con los cirios en la mano, ellas mis-
mas lámparas» acababa de decir NiΩœm|).
12
Danzando y dando palmas las princesas atraían a las gentes fuera de las casas,
que se quedaban vacías («saqueadas» de sus habitantes).
13
Cf. nota 21, pág. 132.
14
›alvœ es el dulce por excelencia del mundo islámico, con distintas variantes
en cada lugar, pero elaborado siempre a base de sésamo y melaza.
15
Naturalmente, la primera de las diecisiete princesas.
16
El «rubí» está, como siempre, por «labios», en este caso los de Bahrœm, en
tanto que el «ágata», de color más delicado, representa los de la muchacha,
es decir, Mœhœn la besó.
17
Ahriman en la región mazdea (zoroástrica) era el nombre del archidemonio, el
malvado opositor del Dios bueno Ahura Mazda (Øhrmazd).
18
Se trata de una descripción de la fealdad de la pasión violenta. El ser monstruoso
le dice a Mœhœn: «Soy así contigo porque no mereces otra cosa, ya que has
demostrado haber caído presa de la violencia de la pasión. No puedo ser conti-
go como aquella muchacha hermosa y pura que se te apareció al principio».
19
El Demonio Blanco es para la epopeya irania, que encontró su codi-
ficación en el célebre Libro de los Reyes de Firdaws|, uno de los seres
demoníacos más peligrosos y potentes, que moriría a manos de
Rustam, el gran héroe.
20
El ser monstruoso quemaba las carnes de Mœhœn con
sus besos.
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21
Juego de palabras vinculado al hecho de que en
persa se llaman «dragones» los dos nodos de la órbita
lunar, es decir, los puntos en que se cruza con la eclípti-
ca. La luna sólo puede eclipsarse cuando se encuentra en uno
de los dos nodos, de ahí el nombre, porque se creía que duran-
te el eclipse se la comía un dragón. Naturalmente, la imagen se uti-
liza aquí con un significado sin referencia al fenómeno, para decir que
bajo el velo de la belleza exterior se esconde a menudo la fealdad.
22
«Piedras de sierpes». Véase nota 7, pág. 48. Hemos traducido aquí muhra
como «piedra de sierpe» para mantener el juego de palabras.
23
En el momento del peligro y de la desesperación, Mœhœn invoca a Dios,
supremo liberador de las dificultades, invocación asociada con los atributos
de omnisciencia y omnipotencia de Dios. «¡Oh Tú que abres todas las puer-
tas!» es una de las jaculatorias musulmanas relativas a Dios más frecuentes.
24
Sobre Ji∂r véase nota 10, pág. 52. Ji∂r aparece aquí en su función de protec-
tor de los desvalidos, a los que se aparece súbita y misteriosamente. Su cone-
xión con el Agua de la Vida es, pues, natural.
25
Recordemos que el azul es un color de mal augurio para la cultura islámica.
En Persia se utilizaba como color de luto.
26
«Adoradoras del sol» es el nombre que, según NiΩœm|, los indios daban a las
flores azules, en tanto que en el persa de Irán el nombre œftœb-parast se aplica
sólo al girasol, que vuelve su corola al astro como los adoradores vuelven el
rostro hacia el objeto de su adoración. La alusión al «pan en la mesa del disco
amarillo del sol» pocas líneas antes se refiere a los pistilos que forman una
mancha amarilla y redonda en el centro de la corola.
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tras su muerte. Bien, que había oído todo de aquella gente y sabía
que contaba con el remedio, mandó que informaran al rey de que
él estaba en condiciones de apartar la espina de su camino. «Ale-
jaré tu aflicción», decía, «por la gracia de Dios, y me avendré a
tus condiciones, sin recompensa, si tú me lo permites, porque
este servidor tiene un carácter ajeno a la avidez y te ofrece la
medicina por amor a Dios, para que Él, en el momento de mi
éxito, me conceda los medios para alcanzar la meta». Recibido el
mensaje, el rey lo admitió al besamanos. Llegó Bien e hizo la
debida reverencia ante el soberano, que le preguntó: «Hombre
honrado, ¿cómo te llamas?» Respondió: «Me llamo Bien y mi
astro me ha sido propicio». El rey, al percibir en aquel hombre
un buen augurio, respondió: «¡Oh benéfico ordenador de reme-
dios, ojalá acabe esta obra con bien como manifiesta tu nombre!»
Luego lo confió a un guardián del harem, que lo condujo hasta
las habitaciones privadas de la princesa. Bien vio entonces un ros-
tro hermoso como el sol, un ciprés que el viento de la epilepsia
había reducido a sauce, una joven de bellos ojos de vaca desespe-
rada como un león, que no encontraba reposo de noche ni dor-
mía de día. Bien traía consigo una parte de las hojas del árbol
fausto, envueltas en un nudo. Las maceró y preparó con ellas una
bebida fresca y dulce que ablandaba a quien la bebía. Cuando se
la dio a la princesa, desapareció el polvo que le ofuscaba la mente
y quedó libre de su tumultuosa melancolía pues, nada más beber-
la, se adormeció. Al ver que aquella primavera florida se había
adormecido, Bien salió del palacio de color turquesa y se dirigió
a su casa. El rostro de hada permaneció dormido tres días, sin
decir nada al padre sobre sus condiciones, hasta que el tercero se
despertó y comió todas las cosas adecuadas a su estado. Cuando
el rey se enteró de la alegre noticia, sin siquiera calzarse, corrió al
palacio, donde encontró a su hija vuelta en sí y sentada en el
trono en medio del salón. Con el rostro en tierra, preguntó a la
joven: «¡Oh tú que no has encontrado ningún compañero, salvo
la razón que acabas de recuperar, ¿cómo está tu enfermedad y
tu tormento? ¡Aléjese de ti la tentación!» La hija, vergonzo-
sa de los honores que le hacía el rey, le dio las gracias de
acuerdo con las reglas, y él salió del palacio con
menor pena y mayor alegría. Luego, la joven orde-
nó a una de sus doncellas que llevara al rey glo-
rioso este mensaje: «He sabido que en los
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porque ésta era como el sol y aquélla como la luna; otras aún se
solazaba con la hija del curdo, jugando al nard 18 con tres adversa-
rias y siempre ganando la partida, hasta el punto de que la bene-
volencia de la Fortuna lo condujo hasta el reino y el trono. Le
confiaron el reino del país y allí se estableció como soberano. Un
día que, por casualidad, salió al jardín para divertirse con una fas-
cinadora de corazones, vio a Mal, aquel que había sido su com-
pañero de viaje, para quien el maligno secreto del corazón se
había convertido ahora en condena a muerte, que estaba tratan-
do un negocio con un judío. Cuando Bien lo reconoció, dijo:
«Cuando haya terminado, traedme al jardín a ese individuo».
Luego se dirigió al jardín, donde se sentó alegremente con la
joven, mientras el curdo se mantenía a la espera con la espada en
la mano. Cuando llegó Mal, con la frente alegre, sin ningún
temor de Bien, besó el suelo que tenía delante. Bien le preguntó:
«Dime cómo te llamas, ¡oh tú, cuya cabeza está a punto de llorar
por su suerte!» Respondió Mal: «Me llamo Muba≤≤ir Safar|19, y
en todo el mundo soy modelo de virtud». Dijo Bien: «¡Di tu ver-
dadero nombre y lava con sangre tu rostro!» Pero Mal insistió:
«No tengo otro nombre que el que he dicho, ya me trates por las
buenas o por las malas». Pero Bien dijo: «¡Oh miserable bellaco,
mereces que te maten impunemente! Eres el peor de los hombres,
también te llamas Mal y tu conducta es aún peor que tu nombre.
¿No eres aquel que con mil tormentos arrancó los ojos al sedien-
to que te pedía agua? Y, lo que es aún peor, aquel que le robó la
vista en el horno ardiente sin darle siquiera agua. ¿No robaste
tanto las gemas de sus ojos como las de su cinturón, abrasándo-
le con ello el corazón? Yo soy el sediento al que robaste, pero
ahora mi suerte vive y la tuya ha muerto. Querías matarme, pero
Dios no me ha matado. Feliz aquel que encuentra ayuda en Dios.
Y, como Dios me ayudó, la Fortuna me ha dado trono, corona y
reino. ¡Ay de tu alma! porque eres de naturaleza malvada; robas-
te una vida, pero ahora no podrás salvar la tuya». Mal, al ver el
rostro de Bien, lo reconoció y se arrojó al suelo, diciendo:
«¡Gracia! Aunque hice el mal, no mires el mal cometido,
sino el hecho de que el cielo de rápida carrera me ha
dado el nombre de Mal, mientras que a ti te llamó
Bien; si antes hice lo que indica exactamente el
nombre de alguien como yo, actúa tú en este
grave momento como indica el nombre del
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NOTAS
1
Cf. nota 2, pág. 113.
2
Sobre el Kawzar véase nota 2, pág. 96.
3
Alusión al cielo nocturno, donde comienzan a manifestarse las estrellas
(=perlas).
4
Los chinos de la representación islámica eran especialmente hábiles y refina-
dos, por eso los «modales chinos» indican refinamiento.
5
Del labio.
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6
El sam≠m es un viento cálido y pestilente, cuyo nombre árabe significa «enve-
nedado». Aquí se contrapone a la tramontana, viento que, en la poesía clási-
ca árabe y persa carece de las desagradables connotaciones que tiene en la
nuestra, ya que, por el contrario, es un viento agradable.
7
A Bien no le quedaba más que tragar saliva (en persa œb-i dandœn «agua de los
dientes») y comerse el hígado.
8
Evidentemente, los ojos.
9
La «arena» es Mal.
10
La alusión a las bolitas y la caja se refiere a lo que nosotros llamaríamos «juegos
de dados».
11
Se vendaba a las vacas que hacían girar la rueda del molino para que no se
les entropeara la vista.
12
Es Bien, que abre los ojos.
13
Bien quiere decir que ha sido tanta la generosidad del curdo que por
mucho que orara de rodillas nunca podría compensar a su benefactor. La
«llaga» es el gesto que aparece en la frente a causa de las múltiples incli-
naciones en la oración.
14
Aarón, tanto en el Corán como en la Biblia, es el hermano de Moisés y su
intermediario ante el pueblo en su ausencia. En la tradición persa, Aarón es
el «vigilante» (del pueblo de Dios). Para comprender la metáfora conviene
recordar que los «vigilantes» de los palacios reales llevaban en la cintura unas
campanillas o sonajas para evitar dormirse.
15
Venus y Mercurio son los planetas inmediatamente contiguos en relación
con su distancia respecto a la tierra.
16
Cf. nota 2, pág. 96.
17
Sobre Jusr≠ y Kœ≠s, véanse nota 4, pág. 29 y nota 8, pág. 36, respectiva-
mente.
18
Juego del chaquete o tablas reales; cf. nota 33, pág. 133.
19
Muba≤≤ir Safar| significa «Anunciador» o «Predicador itinerante». Se alude
quizás a ciertos vagabundos místicos bastante frecuentes en el mundo islá-
mico de entonces. Veáse nota 1, pág. 227.
20
El sándalo, que por su color –una variante del marrón– se asocia a la tierra,
también está vinculado a la China, donde se utilizaba mucho por su apre-
ciado aroma. No es casualidad que represente el color dominante en
la historia que narra la princesa china.
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copas del jardín, y un rey, que entró a contemplarlo, vio una copa
de vino y la tomó en la mano, pero cayó una piedra y partió la
copa. ¡Oh tú, que saqueaste todo lo que tengo, sólo teniéndote a
ti seré feliz! Aunque me avergüenzo de lo que hago cuando estoy
contigo, la idea de estar sin ti no cabe en mi corazón”. Las confi-
dentes de sus melodías comprendieron el secreto y volvieron, tris-
tes, en busca del dueño. Éste, como los esclavos que roban el acei-
te, había alquilado una estancia en el camino30, es decir, se había
introducido a gatas en una estrecha fosa, bajo un boj, un ciprés,
un sauce y un chopo. Estupefacto con sus amargos fracasos, le
despuntaban flores de malva del lirio31. Aquellas se informaron de
lo que escondía y él lo contó punto por punto a sus confidentes.
Pero las mediadoras escondidas se habían impuesto como deber
sagrado que los amantes alcanzasen su meta. Volvieron sobre sus
pasos, abrieron el camino y enviaron el agua de rosas a la rosa.
Llegó entonces la cantante socorredora, con nuevo amor para el
amante. El dueño del jardín la tomó por la mano y la condujo a
un lugar que le pareció adecuado, donde las ramas de los árboles,
amontonando zarcillos, habían construido en lo alto un trono
sobre otro. Él corrió bajo aquel trono real y preparó un diván
muy cómodo, luego atrajo a la muchacha y la estrechó contra su
pecho como su propio corazón, se abrazó a ella lleno de júbilo y
el ciprés se unió en triple signo zodiacal a la rosa32. La luna des-
cendió hasta el seno del joven y las manos actuaron porque los
pies estaban cansados. El dado del joven estaba ya en la caja y
sobre el tapete se encontraban las apuestas, pero cuando estaba a
punto de conquistar el castillo y apagar el fuego con agua, una
rata de campo, viendo unas calabazas que colgaban de los altos
zarcillos, voló hacia allí como vuelan los pájaros hacia las cuerdas
y royó el rabo de las calabazas, que cayeron a tierra como tambo-
res cuyo estruendo se propagó millas y millas. Eran, cierto, tam-
bores, pero de los que anuncian la partida. El dueño del jardín
pensó que venía a combatirlo el prefecto de policía con su tam-
bor y el ejecutor de la justicia con las piedras para lapidarlo, y
huyó perdiendo los zapatos, mientras el ídolo, lleno de
temores, buscaba refugio entre las compañeras conoce-
doras del secreto. Al poco tiempo, arrancando todos
los velos del misterio, cantó con el arpa de este
modo: “Contaron una vez los amantes que un
enamorado fue a buscar a su enamorada,
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NOTAS
1
El «sauce arqueado» es la bóveda celeste, tanto por la asociación formal de la
bóveda con las ramas dobladas como por el color verde/azul.
2
De nuevo la quíntuple fanfarria o nawba. Véase nota 3, pág. 31. El número
cinco alude aquí a que Venus se encontraba en la quinta constelación zodia-
cal, esto es, Leo, constelación real, adecuada al Rey. Las vanguardias de los
negros que asaltaron el Jotan (esta región simboliza el día y la blancura) es
una de las infinitas metáforas de NiΩœm| para expresar la caída de la noche.
3
«Caldo del Irœq» es una especialidad de aquel país. Sobre la ™alvœ véase nota
14, pág. 181.
4
Otra metáfora de «hablar».
5
Sobre Iram véase nota 2, pág. 61.
6
Cuatro pabellones abovedados daban a los cuatro lados del jardín.
7
El narciso, como ya se ha dicho (cf. nota 3, pág. 96), se repite en este sistema
de imágenes por su semejanza con el ojo, especialmente cuando éste está
entrecerrado por la embriaguez. La metáfora juega aquí con la vinculación
narciso-embriaguez, por eso se imagina que el joven, para cuidar del narciso
llena su copa (de vino).
8
Juego de palabras, imposible de traducir, entre los dos términos persas ¥œm
(copa) y ¥œma (vestido).
9
Los sufíes son los místicos del Islam, organizados en distintas cofradías (†ar|qa),
que a veces alcanzan el éxtasis acompañándose de música y danza.
10
El joven dueño del jardín, que era un hombre extremadamente casto, prefie-
re pasar por ladrón que manifestarse atrapado por el deseo.
11
Las doncellas, que toman al joven por un ladrón, le llaman «llaga del jardín».
En este contexto hay que entender las palabras de respuesta del joven, cuando
les dice: «Yo soy el dueño del jardín, y estas llagas (que vosotras me habéis pro-
curando al golpearme) proceden de haberme manifiestado como un ladrón».
12
De nuevo se recurre a la duplicidad del significado de ¥awhar «perla, gema»
y al mismo tiempo «esencia»; por eso la expresión no equivale en español a
«la perla del palacio», sino propiamente a «la quintaesencia de los palacios
del paraíso».
13
Sobre el Kawzar, cf. nota 2, pág. 96.
14
Más adelante, «peces y lunas» indicarán los peces y las muchachas que
nadan juntos en la piscina. Aquí «lunas» no puede referirse a ellas,
de modo que la imagen no se utiliza con la habitual referencia
al esplendor y, por tanto, a la belleza, sino sólo a la forma
redonda, para designar a las ninfas. El fundamento es el
juego de palabras –que sirve también para lo que viene
después– entre mah (luna) y mah| (pez).
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15
La expresión «de la Luna a Piscis» indica todo el
mundo sublunar, desde el Cielo de la Luna que lo
limita en lo alto hasta el mítico Piscis que sostiene la Tie-
rra, según la cosmografía tradicional. En el siguiente párra-
fo se emplea el término «peces» con un significado sexual que
no tiene «Piscis» en el persa hablado, aunque probablemente se
trata de una metáfora ocasional.
16
Los corros que formaban las muchachas al bailar eran tan bellos y com-
plicados que el jazmín, con sus mil entretejimientos, causaba risa a su lado.
Encontramos en la metáfora, como suele ocurrir con NiΩœm|, un elemento de
color: el blanco del jazmín, comparado implícitamente con el cutis candoro-
so de las danzarinas.
17
Aquí B|sot≠n (véase nota 1, pág. 113) parece la metáfora lasciva de una her-
mosa joven que «sin columnas» (b|sot≠n) hace que se levanten las columnas.
Sobre Farhœd y ≥|r|n véase nota 9, pág. 111. El «torrente de leche» se asocia
con el hacha de Farhœd quien, para complacer a su amada ≥|r|n, a la que gus-
taba mucho la leche fresca, excavó un pasadizo en la dura piedra del B|sot≠n
para conseguir que llegara hasta ella un torrente de leche.
18
Las jóvenes se lavan las mejillas (la rosa) y envuelven en seda sus cándidos
cuerpos (jazmines), vistiéndose con vestidos celestes. La frase «lamentándo-
se de la luna del cielo» significa que ellas, con su belleza, «criticaban» la de
la luna del cielo.
19
Continúa la cadena de hipérboles en la descripción de la belleza de la joven.
A la vista de su cuerpo sutil y armonioso (ciprés), y de sus senos (granadas)
turgentes como si estuvieran llenos de agua, la granada se avergonzó tanto
que cayó al agua.
20
Cf. nota 3, pág. 104.
21
Las doncellas, en su papel de mediadoras, encendieron en el príncipe el fuego
de la pasión, igual que el rayo quema cuando cae sobre la lana.
22
Cf. nota 2, pág. 207.
23
Las dos doncellas mediadoras mostraban al rey (pantera de caza) las hermo-
sas esclavas (cervatillas).
24
El azúcar, la miel, los dátiles y las confituras se encuentran entre las metáfo-
ras que utiliza a menudo NiΩœm| para indicar la boca femenina (junto a la
otra «serie» de imágenes asociadas no a la dulzura, sino al color de la boca:
rubí, ágata, perlas, etc.)
25
Dios, quiere decir NiΩœm|, protegió a los dos amantes evitando que come-
tieran un pecado.
26
Cuando de los labios (rubíes) de la arpista turca salieron aquellas palabras
(perlas) para cantar su infelicidad, las dos doncellas (dos perlas) compren-
dieron que les había ocurrido algo a los dos amantes (dos lámparas).
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27
Zulayja es el nombre que da la tradición musulmana a la mujer de Putifar,
asociada a la leyenda de José el Hebreo, véase nota 6, pág. 36.
28
Bartœs es el nombre de un país del Turquestán que producía preciosas pieles
blancas. Simboliza el día («las sábanas o las pieles de Bartœs») contrapuesto
a la negrura de la noche. Los «puntos de luz», más abajo, son las estrellas.
29
Sobre argavœn, cf. nota 4, pág. 96.
30
La referencia a los esclavos que «alquilan una estancia en el camino» no
está clara, aunque se comprende el sentido: el dueño se escondió en su
propia villa como un esclavo que roba el aceite y que busca un escondite
para sus tráficos ilícitos.
31
Destrozado por el resultado de las cosas con la mujer que deseaba ardiente-
mente, su aspecto había perdido el esplendor del lirio y se mostraba apaga-
do e insignificante como una flor de malva.
32
Para describir la fausta unión, NiΩœm| utiliza una metáfora astrológica rela-
tiva a una posición entre los dos planetas que los astrólogos consideran espe-
cialmente favorable, llamada «trígono», que tiene lugar cuando se encuentran
a una distancia de 120 grados en el zodíaco.
33
Aunque se trata con toda claridad de una alusión al acto sexual, no son cla-
ras las asociaciones de la metáfora.
34
La muchacha, desilusionada, promete que no volverá a abandonar el com-
portamiento casto.
35
El príncipe abrazó a la hermosa, que parecía un ramo de rosas, sumergién-
dose en su dulzura como un hueso de almendra introducido en el azúcar.
36
La asociación perla-ballena se basa en la pertenencia de ambas al mundo
marino y en la contraposición de lo positivo de la perla y lo negativo de la
ballena, que se consideraba un ser monstruoso y temible.
37
El cirio, como ya se ha dicho, aparece vinculado con frecuencia a imáge-
nes de sufrimiento, tanto porque llora (lágrimas de cera) al consumirse,
como porque se le decapita al cortar con las tijeras el pabilo. Las dos
hojas de las tijeras son, obviamente, las dos doncellas que la hieren con
ofensas y reproches.
38
El titiritero se refiere a menudo al cielo, en el sentido astrológico, no
como sinónimo de Dios. Los lamentos contra la arbitrariedad del Tiem-
po y el Destino –según la concepción irania– aparecen con frecuencia en
la poesía irania y no se consideran impíos, porque el Hado se tiene
por un concepto radicalmente distinto a la Predestinación volun-
taria y personal de Dios.
39
Sobre la Luna y Piscis véase nota 15, pág. 208.
40
El color blanco, considerado como el negro un color
elemental por la física tradicional, a diferencia del
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200
Descripción de la primavera
Cuando, por la trina posición de Júpiter y Saturno, el rey de los
astros pasó de Piscis a Aries, la vegetación, semejante a Ji∂r, recu-
peró el frescor y encontró la fuente del Agua de la Vida1. Del
íntimo seno de cada arroyo surgió un río Nilo, y todos y cada
uno de los arroyos fluyeron con agua fresca del paraíso, como
Salsab|l 2. La tierra, vestida de blanco, trajo el almizcle, y el vien-
tecillo gentil se lo compró. El mundo se animó con la dulce tem-
peratura del aire primaveral, pues la brisa de la primavera, con
nuevo mercado, se dio en prenda a la albahaca3. La vegetación
asomó la cabeza desde el corazón de la tierra; quedó limpio de
óxido el espejo del sol; despuntó el rocío del seno del eter; la
tibieza lavó el cuerpo del hielo invernal; y la nieve cándida como
el alcanfor regaló, desde las gargantas de los montes, la majestad
de sus aguas a los ríos. La verdura lustró las gemas de la vista y
confirió verde frescura a la creación. El tierno narciso de ojo lán-
guido arrebató el sueño a todos los que tenían ojos. La brisa
matinal, con efluvios de almizcle, derramó el perfume sobre la
oscura violeta, y el ciprés, arrojando su sombra sobre la hierba
bœdbœna 4, peinó las rizadas copas del bosque. El lánguido ojo del
nenúfar, por el tormento del sueño, se sumergía en la fortaleza
del agua, como buscando refugio, y nuevos ramos floridos for-
maban gemas tan grandes como las hojas del tulipán. El lirio,
para coronar al narciso embriagado, depositaba en la palma de la
mano un lingote de oro. Desde las ramas tiernas, los melones de
la China, perfumados por la primavera, esparcían estrellas, aun-
que aún no había llegado el día del Juicio5. La alholva tenía lágri-
mas en los ojos, había comido azafrán y sonreía6. El escriba de la
revelación, de la rosa, con Agua de la Vida, había redactado un
nuevo texto de sangre sobre las anémonas7. La hoja de la rosa sil-
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NOTAS
1
El «rey de los astros (el Sol) pasó de Piscis a Aries» alude evidentemente a
la entrada de la Primavera. La «trina posición de Júpiter y Saturno» que
acompañaba el acontecimiento es lo que los astrólogos llaman «trígo-
no», configuración en la que un planeta dista 120 grados del otro
y que suele considerarse favorable. Aunque Saturno es un plane-
ta generalmente maléfico, cuando está en trígono con Júpiter,
benéfico en potencia, ve neutralizada su maldad, y la con-
figuración se hace positiva. Sobre Ji∂r y el Agua de la
Vida véase nota 10, pág. 52.
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202
2
Salsab|l es el nombre de una de las fuentes maravi-
llosas y fresquísimas del paraíso musulmán.
3
La albahaca hizo suya la brisa primaveral, impregnándola
de su perfume.
4
Bœdbœna es el nombre de una hierba difícil de indentificar, donde el
elemento bœd, que significa «aire», forma parte de la metáfora. Como
suele ocurrir con las descripciones nizamianas, tenemos aquí una serie de
etiologías fantásticas, de figuras retóricas, en las que la causa de las formas
de los objetos se atribuye fantásticamente a hechos extranaturales, aunque sin
llegar nunca al mito, porque los objetos conservan siempre su forma natural.
5
En las descripciones coránicas del Día del Juicio se habla de las estrellas
que caen. La hipérbole representa aquí la floración excepcional de los
melones de China.
6
La alholva es una planta aromática de flores pequeñas y generalmente ama-
rillas. Las «lágrimas en los ojos» indican probablemente el rocío deposita-
do. El azafrán se asocia al color amarillo de las flores y la alusión a la risa
procede de la idea –común a la medicina de la época– de que el azafrán
producía hilaridad.
7
Se trata de un ejemplo típico del empleo de una etiología fantástica (véase
nota 4) para asociar dos elementos de la escena. La proximidad entre la rosa
y la anémona suscita en la imaginación de NiΩœm| la idea de que la rosa ha
redactado un decreto de muerte –es decir, de sangre– para la anémona, que
por eso aparece ensangrentada, es decir, con pétalos rojos. En la expresión «el
escriba de la revelación de la rosa», ese «de la rosa» no es un genitivo, sino la
expresión de un nexo comparativo: la rosa, como el escriba de la Revelación
(término técnico para nombrar al escribano al que el Profeta dictaba la Reve-
lación divina), redactaba, etc.
8
Deilamita, el Deilam, región persa cercana al sur del Mar Caspio, montañosa y
de difícil acceso, fue lugar de rebeliones, herejías y revueltas durante varios
siglos, y sus habitantes eran considerados fieros y rebeldes; también se alude
a sus cabellos rizados.
9
El perfume del jengibre era tan intenso que hacía empalidecer el afilado pin-
chazo del escorpión.
10
El argavœn, de flores rojas, se ha nombrado ya como «árbol de Judas».
11
La rosa rozaba con su fulgor majestuoso el verde del prado. Así se podría tra-
ducir la imagen de su sonido «cinco veces el de la fanfarria», signo de poten-
cia y majestad (cf. nota 3, pág. 31).
12
El pájaro zandvœf, dado su nombre, juega inevitablemente con Zand y, por su
canto susurrado, con el susurro de las oraciones zoroástricas (véase nota 6,
pág. 40; nota 8, pág. 111).
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NOTAS
1
El Oxus fue durante siglos el límite oriental del mundo iranio, aunque la
Transoxiana se iranizó primero y se islamizó después. «Los enemigos están en
el Oxus» equivale a «están ya en el Irán». El nombre árabe y persa del río es
Jeihun; el moderno es Amu Daria.
2
Expresión poco clara. Puede que «ballena», en cuanto ser monstruoso y
temible, aluda al aspecto del guerrero chino en armas, significando que
cada uno de los guerreros tenía la potencia destructiva de un mar.
3
Rœst-rou≤an. No parece que la historia conozca a este minis-
tro malvado de Bahrœm, de nombre completamente
opuesto a su carácter, pues rœst significa «recto» y
rou≤an, «luminoso».
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4
Ciertamente no se refiere a una casa sasánida concre-
ta, sino a un cargo militar (dirigiéndose a él, el ministro
dice «yo manejo la pluma y tú la espada»).
5
Siyœvosh era un famoso príncipe keiánida, el aventurero hijo de
Kei-Kœ≠s (véase nota 8, pág. 36), que mandó matar injustamen-
te el turanio Afrœsiyœb, junto al cual había buscado refugio. Sobre
◊am≤|d véase notas 2 y 3, pág. 79. No está claro que pretende decir el
poeta con la horca (dœr) de Darío (Dœrœ). En cualquier caso, se trata de una
alusión evidente a la desgracia de un rey.
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NOTAS
1
La zakœt es la llamada «limosna ritual», una especie de impuesto que consti-
tuye uno de los cinco preceptos fundamentales de la ley sagrada del Islam.
2
«Tener llagados los pies por el peso de la cola» significa que el animal tiene
una gran valor, porque la cola grasienta de un cierto tipo de cordero se con-
sidera un manjar refinado en Persia.
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210
NOTAS
1
Dragón y serpiente, imágenes casi coincidentes de maldad, traducen metafó-
ricamente la frase anterior: «hablar mal del malvado».
2
El rey garantizó a los presos que el que diera testimonio de un delito (come-
tido por el ministro, a causa del cual había ahora un inocente que estaba en
la cárcel) se vería liberado de los cepos.
NOTAS
1
Un G≠r| es un tosco habitante de la región de G≠r o Gør, en las inaccesibles
montañas del actual Afganistán.
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Cuando tocaba las cuerdas del arpa que yo le enseñé a tañer fas-
cinaba los corazones y ablandaba los espíritus. Vivíamos juntos en
la misma casa, con una amistad tan cálida como la del cirio y la
falena: mi corazón vivía por ella como vive la noche en virtud de
la lámpara, y ella estaba contenta conmigo, como lo está la ver-
dura en el jardín, esbelta y resplandeciente como un cirio de luz,
pero Rœst-rou≤an me la quitó. Encendió el cirio en su palacio y
quemó en el fuego el corazón de la falena2, y cuando yo, desespe-
rado por su desaparición, fui a buscar la luz, me puso las cadenas
entre risas pues, decía, es conveniente encadenar a los locos deses-
perados. Él se llevó, entre delicias, a mi esposa, mientras yo que-
daba en prisión entre cien mil atormentados. Cuatro años hace
que me mantiene injustamente en esta abyección». El rey le entre-
gó enseguida a la muchacha, que no llegó con las manos vacías,
sino con un abundante añadido, y fue que dio una dote a la espo-
sa y le dejó libre de los grilletes con su beldad.
NOTAS
1
Véase nota 3, pág. 164.
2
El ministro robó la amada (el cirio) al juglar, y con ello le quemó el corazón
(el amante-juglar se compara a la falena que gira entorno a la llama; cf. nota
4, pág. 164).
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NOTAS
1
Alusión a la proliferación de falsos místicos en su época.
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NOTAS
1
Los «aros en las orejas» simbolizan la esclavitud. También «abisinio» es sinó-
nimo de esclavo.
2
La imagen de la Justicia se aparece a los ojos del rey con tal belleza que des-
pierta los celos de las restantes.
3
Las Siete Efigies son naturalmente las Siete Princesas.
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¡Oh tú, que has narrado la historia de Bahrœm G≠r, ¿buscas quizás
la tumba (g≠r) de Bahrœm? ¡Desiste! Bahrœm G≠r no está ya entre
nosotros e incluso su tumba ha desaparecido. En cuanto a lo que
ves, que él imprimió con violencia en su tiempo una marca con su
nombre en el cuerpo de los onagros, no te entretengas en mirar las
marcas de los animales, mira más bien el final, la tumba y su marca.
Aunque quebrara las pezuñas de mil onagros, no pudo escapar a la
destrucción de la tumba. La casa de este bajo mundo tiene dos
puertas para que uno salga y otro entre al mismo tiempo. ¡Oh tú
que mides tres codos de tierra de altura y uno de ancho, cuatro son
los alambiques en el taller del tintorero!13 Cada bocado que digiere
tu estómago, lo tiñe de su color uno de los humores. De la cabeza
a los pies, del cuello a las orejas, no eres más que una envoltura
tomada en préstamo, que se fundamenta en cuatro humores. ¿Por
qué permites que descanse tu corazón en esos colores prestados que
luego hay que devolver? Los desaparecidos, del rostro velado, se han
liberado de esos olores y colores. Hasta que llegue la Resurrección
final14, nada descubrirá la mejilla oculta. La vida es espanto; la
noche, peligro; el prefecto de policía duerme mientras el ladrón
campa por su región. Los míseros mortales estas ahitos de tierra.
Los súbditos humildes se hallan sometidos a un bajo señorío. Si al
menos tú perteneces a un señor elevado, ¿por qué te exprimes la
sangre bajo el poder de otros? ¿Pretendes conquistar el cielo? Pues
bien, eleva el pie y huye de la tierra. Ve y no mires atrás en modo
alguno, para que no vuelvas a caer del cielo. Las estrellas son tus
collares, ¿qué otra cosa son, sino medios para alcanzar tus fines?
Eres el campo libre para la angustia universal. Eres la obra maestra
de esta fantasía del mundo. Todos se modelan a semejanza de ti,
¿por qué te preocupas en hallar auspicios de todos? Eres la luz que
les da vida y estás lejos de lo que los atrae. Excepto la única línea
que fija el punto de tu existencia, las restantes letras proceden todas
de tu cuaderno15. Eres el ángel custodio de la Creación, el que
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NOTAS
1
Se trata del propio NiΩœm|, autor del poema (collar de perlas) o del «genio»
que lo ha inspirado.
2
Cuando Bahrœm recibió esas señales durante sus visitas a los siete pabellones,
donde se había entregado a grandes libaciones, su razón le advirtió de la tran-
sitoriedad de la vida terrena.
3
El pabellón del mundo está tapizado de imágenes de colores que son las ilu-
siones de los bienes terrenales.
4
Møbad es el jefe de los magos, una especie de «obispo» zoroástrico.
5
Un templo zoroástrico.
6
«Brotaron los jazmines sobre las violetas» significa que comenzó a encanecer.
Obviamente, el Ciprés es Bahrœm.
7
Juego de palabras basado en el doble significado del término persa g≠r, «onagro»,
«caverna, tumba». El sentido genérico de la máxima es que no han de buscarse
los bienes terrenales, porque el apego a ellos es a fin de cuentas muerte interior.
8
«Onagro», símbolo de fuerza y vigor (en particular, vigor sexual) es el epíteto que
atribuye la tradición a Bahrœm, de quien, por otra parte, subraya la predilección
por el onagro como presa, además de su misteriosa muerte en la caverna (g≠r).
9
El Amigo de la Caverna es un título que la tradición islámica suele dar a Ab≠
Bakr, el primer califa ortodoxo, siguiendo la leyenda según la cual Muham-
mad se escondió en una caverna durante la emigración a Medina, junto a su
fiel Ab≠ Bakr, para huir de la persecución de sus conciudadanos. Natural-
mente, la alusión permite a NiΩœm| varios juegos de palabras y conceptos.
10
El Hind≠stœn suele indicar en la poesía mística tradicional de Persia la «patria
primigenia», a la que el alma desea retornar, simbolizada por un elefante
indio «exiliado».
11
La asociación simbólica entre la serpiente-dragón, ser telúrico, y la caverna, el
mundo subterráneo, está presente, como es bien sabido, en muchas tradiciones.
12
La «leche de los Pájaros» es lo inexistente, lo imposible por excelencia.
13
Los «cuatro alambiques del tintorero» pueden simbolizar los cuatro elementos
que componen nuestro cuerpo, hecho de poca tierra («tres codos por uno»).
14
Hasta que llegue el Día de la Resurrección no habrá más que peligros e
incertidumbres. Sobre el problema del estado intermedio entre muerte y
Resurrección se produjeron numerosas discusiones en la teología islá-
mica (como en la cristiana).
15
Todo el periodo se centra en la idea de que el hombre es el
príncipe de la creación, por eso se contrapone la angustia
de las otras criaturas a la suya, con la razón y la ampli-
tud de sus potencias.
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16
«Él ha caído» se refiere a Bahrœm.
17
También las «cuatro chimeneas» pueden aludir a los cua-
tro elementos que forman este cosmos aparentemente gran-
de (en realidad, «una alcoba»).
18
La transitoriedad del mundo terrenal y su condición de vínculo, de
prisión para el ser humano, se expresan, respectivamente, con la metá-
fora del camino de doble entrada, como los que asolan los ladrones (antes
NiΩœm| había comparado este mundo a «una casa de dos puertas», véase
pág. 232), y de las cadenas que inmovilizan a los criminales, jugando en este
párrafo con el término cœrband, «mundo», que significa literalmente «cuatro
vínculos».
19
Este pasaje, muy discutido, posee un interés especial para la historia cultural
del Irán islámico, porque parece esbozar una teoría (relativamente rara en el
mundo tradicional) de la existencia de una pluralidad de universos: no sólo
éste, el de la tierra, y el del más allá como piensa el imaginario interlocutor de
NiΩœm|. Aunque se trata de una alusión a universos cualitativamente distintos
(donde habitan criaturas «ignorantes de tinieblas y de luces»), la afirmación
transgrede la unicidad del cosmos en esferas cerradas, propia de la concepción
tolemaica. (Véase el artículo de A. Bausani, “Nizœm| di Gangia e la pluralità
dei mondi,” en «RIV. DI STUDI ORIENTALI», XLVI, 1973, págs. 197-215).
20
«Lo que hay en el fondo de cada uno de nosotros es como una caverna». La
frase podría traducirse también e incluso mejor como «y, sin embargo, sólo
pensamos en esta caverna».
21
Las «siete tablas» son probablemente los Siete Cielos que influyen en el des-
tino humano.
22
Imagen de significado oscuro.
23
La «leche batida» es el d≠g, véase nota 3, pág. 47. El avaro incluso de leche
batida (dado su escaso precio) lo es en alto grado.
24
El mundo, los bienes terrenales, se comparan a un cargo que lleva en sí
mismo las condiciones de su dimisión, lo que equivale a decir: ¿cómo puedes
sentir apego por lo que lleva en sí el germen de tu destrucción?
25
Se pone en guardia al interlocutor imaginario de NiΩœm|: lo que le parece un
púlpito –un minbœr, la cátedra con escalones de la mezquita, desde donde se
pronuncia el sermón público– no es otra cosa que un patíbulo. Y subir al
patíbulo es la suprema ignominia. La idea de la aceptación voluntaria del
patíbulo y del valor redentor de la muerte de Cristo en la cruz ha sido siem-
pre inaceptable tanto para los musulmanes como para los mazdeos.
26
Continúa la ilustración de la sentencia inicial: «en este mundo el veneno es
miel y la miel veneno». El bien y el mal se encuentran unidos en todas par-
tes, incluso en la cosa más pequeña y menos palpable como el aliento o la
cola de una mosca.
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NOTAS
1
Juego de palabras entre Ganja, patria del poeta, en el actual Azerbaiyán, y
R≠m, que indica la zona geográfica de Anatolia y a veces la propia Constanti-
nopla, es decir, el imperio bizantino.
2
Se trata naturalmente del soberano Körp Arslœn. El «manto chino» y la
«corona de Bizancio» aluden a la extensión de su reino, que se extiende de
Oriente a Occidente.
3
Bujt|≤≠’ es el nombre de dos famosos médicos cristianos (nestorianos) de la
escuela médica de ¥undœ-≥œp≠r, en Mesopotamia, fundada en el siglo VI, época
sasánida, que también floreció en la época islámica, especialmente bajo los
primeros abasíes (siglos VIII-IX). El nombre, que significa «Jesús ha libera-
do» o «ha salvado», se convirtió en símbolo de «sabiduría», que juega aquí
con el nombre de Jesús.
4
El oro egipcio, como el del Magreb, se apreciaba de modo particular,
por eso se habla de él para elogiar la munificencia del soberano. Su
coraza es tan espléndida que se superpone al fulgor de los rayos
del sol naciente («arrebata de la mano la lanza a la Aurora»)
y su lanza se eleva tan alto que toca la Luna (la red de los
rayos lunares se compara con una cota de malla). Las
seis direcciones, es decir, los extremos de las tres
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dad de que el mensaje del poeta llegue a su destino (sea recibido por el sobe-
rano y recompensado con generosidad), del mismo modo que el mensaje del
prisionero necesita llegar al exterior para que lo reciban sus salvadores.
14
El año 1197 después de Cristo.
15
El mes del Ayuno es el mes de Rama∂œn, noveno mes del calendario musul-
mán que, como se sabe, es un calendario lunar.
16
Sobre Ji∂r y el Agua de la Vida, véase nota 10, pág. 52.
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Nizami Ganjavi
LAS SIETE PRINCESAS
colección ALQUITARA