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• Los hechos no voluntarios son meramente naturales p.ej. el transcurso del tiempo, ocasiona
jurídicamente el cumplimiento de los plazos, extinción natural. Por ejm: caída de un edificio,
extingue por desaparición de la cosa el dominio.
• Pero entran en esta categoría, acontecimientos en que interviene el hombre como mero ser
natural, sin tener en cuenta su voluntad, el nacimiento consecuencia del comienzo de la
persona, ocasiona determinadas relaciones en la familia; o la muerte elimina a una persona,
cesar relaciones familiares y determina la apertura de su sucesión.
necesariamente con la de delito, los delitos, que están sancionados por el derecho con una
pena, pero puede hacer hechos ilícitos que no sean delitos. Por ejm: acto doloso que no es
sancionado con una pena, sino la anulación del acto o negocio, ya sea por medio de una
acción.
• Por el contrario, una determinada consecuencia, ya sea de nacimiento, modificación o
extinción de una situación o relación, estamos en presencia de actos lícitos. También
llamados actos jurídicos
Negocios jurídicos onerosos son aquellos en que la parte que adquiere un derecho
proporciona a su vez a la otra una contrapartida; verbigracia, una compraventa. Cuando la
contrapartida no existe, verbigracia, en una donación, el negocio se dice lucrativo.
Otra clasificación de los negocios jurídicos es la que los distingue en solemnes y no solemnes.
La manifestación de voluntad que constituye la esencia del negocio jurídico debe hacerse, en
algunos tipos de éste, precisa y exclusivamente en la forma que determina de antemano la
ley. Estos negocios se llaman solemnes. Un ejemplo de ellos es el testamento. Por clara y
evidente que aparezca la última voluntad de una persona, si no encauza su expresión en una
de las formas predeterminadas para ello por la ley, no será testamento.
Hay también negocios jurídicos causales y negocios jurídicos abstractos. Las personas que
concluyen negocios jurídicos lo hacen por motivos diversos en cada caso, dentro de un mismo
tipo de negocio jurídico. Cada arrendatario de fincas urbanas, por ejemplo, tendrá distintos
motivos que le inducen a abonar el precio; uno lo hará para vivir en un sitio que estima
higiénico, en otro el motivo será la cercanía al lugar de su trabajo habitual, en otro la amplitud
de la cosa, etc. Pero en esta gama de motivos diversos hay uno inmediato, el más próximo,
que se da siempre en los negocios del mismo tipo. Todos los arrendatarios se deciden a
entregar el precio porque quieren la casa, como todos los arrendadores entregan la casa
porque quieren el precio. A este primer y elemental motivo, que constituye el fin práctico,
común a todos los casos de un tipo de negocio, detrás del cual podrá haber toda la variedad
que se quiera de motivos particulares, le llaman los tratadistas causa del negocio.
Negocio jurídico causal es aquel para cuya existencia la ley exige -juntamente con otros
requisitos- la causa. Si ésta no se da, el negocio no existe. Negocio abstracto es aquel en
relación con el cual la ley no tiene otra exigencia sino la de la manifestación de voluntad.
Para su eficacia basta lo exterior, la forma. Molde apto para que en él se viertan y encierran
finalidades cambiantes en cada caso. El Derecho objetivo no entra, en tales negocios, a
indagar en el campo de las intenciones. La forma podrá abrigar en ellos contenidos diversos
en los cuales la ley no penetra; por eso se les llama negocios jurídicos abstractos. Dicha forma
podrá ser taxativamente predeterminada por la ley o no. Es decir, que el negocio jurídico
abstracto puede ser solemne o no solemne. Aunque en el Derecho romano puro lo primero
es la regla: los negocios de tipo abstracto son además solemnes, estrictamente formales.