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¿Qué me ha dado el voluntariado?

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Juan Diego Calisto 25 de mayo de 2019

Juan Diego Calisto

Hace poco me hicieron esta pregunta: ¿Qué he aprendido y qué me ha dado el voluntariado
en todos estos años? Ya tengo 18 años haciendo voluntariado de distintas formas, en
organizaciones e iniciativas. Mi experiencia más significativa ha sido con Ruwasunchis, la
organización en inicié en el 2006, pero hay otras experiencias que me han enseñado
mucho, como el voluntariado que realicé en el colegio la Alegría del Señor, con niños y
adolescentes con discapacidad física. La pregunta me llevó a estas respuestas:

Todo hace más sentido cuando sales de ti mismo.


Una necesidad humana está vinculada con el contribuir con los demás, con hacer algo con
propósito. Abraham Maslow puso en la cima de su pirámide de necesidades la auto-
realización (self-actualization), y esta se relaciona con el sentido que uno le da a su vida,
con el propósito con el cuál uno conecta. Tony Robbins menciona que las dos necesidades
más importantes, son las de contribuir con los demás, y la de crecer como persona.

Para visualizar el sentido de encontrarse en el otro, quiero entrelazar dos frases que me
gustan mucho:

Mandela dijo:

“Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión.
La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les
puede enseñar a amar. El amor llega más naturalmente al corazón humano que su
contrario”.

Y Octavio Paz:

“…Para que pueda ser he de ser otro,

salir de mí, buscarme entre los otros,

los otros que no son si yo no existo,

los otros que me dan plena existencia”.

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El ser humano tiene, para mí, una naturaleza más propensa para hacer algo bueno por otro,
para amar. Cuando se les van sacando capas a las personas, que pueden estar
impregnadas por miedo, violencia o confusión, uno va encontrando esencia y bondad. Y
como humanos, nos encontramos en el otro cuando salimos de nosotros mismos y hacemos
algo que nos trascienda, que genere algo positivo en los demás.

Siempre que das algo, recibes algo a cambio.


El voluntariado se asocia mucho al dar. De hecho en mi experiencia, cuando estoy fuera de
mí, haciendo algo que creo positivo por alguien más, me siento mucho mejor y más en mi
esencia. Pero sumado a esto de dar, creo que es importante tener en cuenta que siempre
que uno da, está recibiendo algo de la otra persona. Se me ocurren muchos niños a los que
yo les pude dar tiempo, amor, o escucha, y que ellos me devolvieron también amor,
confianza en mí mismo, y me ayudaron a encontrarle un sentido a la vida. O señoras a las
que les di también tiempo, amor y dedicación, y ellas me devolvieron tranquilidad, alegría y
confianza en mí mismo. El dar y recibir creo que tiene un lazo muy fuerte con el salir de uno
mismo, y en mi caso este tejido hace que mi paso por este mundo tenga sentido.

Es un laboratorio para desarrollar habilidades humanas, para crecer


constantemente.
En el voluntariado he aprendido a comunicarme mejor, a expresarme tanto verbal como
corporalmente. A hablar frente a comunidades en distintas partes del país.
A niños y a universitarios. A madres y a jóvenes en contextos de riesgo.

He aprendido que equivocarse no es malo, que lo que hay que hacer es aprender de los
errores y tomar impulso para volver a empezar.

He descubierto que soy creativo y que puedo crear con los demás, y divertirme en el
proceso. Y que todos somos creativos, niños, jóvenes, adultos. Que uno viene con eso y
que se puede trabajar y desarrollar.

He entendido que la empatía es sumamente retadora, y que más que asumir, toca preguntar
y observar constantemente.

Y podría seguir, los aprendizajes son muchísimos, y creo que el voluntariado, ha sido uno de
mis grandes maestros en la vida.

El cambio empieza en uno, y se trabaja a diario.


Para generar algo positivo en los demás, y para ayudar a que otras personas tengan un
mejor presente y futuro, toca también trabajarlo en nosotros. Por ejemplo:

Si queremos promover creatividad, nos toca vivirla.

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Si queremos promover bienestar, tenemos que respirarlo. Si hablamos de ética y valores,
tienen que ser un pilar en nuestra vida.

Si trabajamos por una causa, debemos ser coherentes en nuestra vida para que esta se
muestre desde el ejemplo.

Trabajar por un cambio implica estar en cambio constante, en un crecimiento diario, y ese
camino puede ser duro y retador. Eso me hace trabajar todos los días, y estoy lejos de ser
perfecto, ni quiero serlo porque creo que parte de nuestra naturaleza es no ser y es
aceptarlo, pero también estoy cada día tratando de ser una mejor persona, de crecer, con
pasos conscientes, que partan de decisiones, y que se alineen con mi esencia y con mi
propósito en la vida.

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