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Acto de contrición

Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser tu


quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido. Quiero y propongo firmemente enmendarme
y confesarme a su tiempo .Ofrezco cuanto bueno hiciere en satisfacción
de mis pecados. Confió en tu bondad y misericordia, que me perdonarás
y me darás gracia para nunca más pecar. AMEN

Reflexión
Todos necesitamos sentirnos queridos y amados. Todos hemos
experimentado el gozo del amor humano de nuestros padres, de
nuestros amigos…pero seguramente también hemos sentido
insatisfechos de este amor…Dios es amor y nos ama, su amor no pasa
nunca, y nos hace sentirnos amados por él, especialmente mediante
sus sacramentos. (Te invito pues en este momento a sentirte amada
por aquel que tanto te ama.)

Dios nos abraza en su infinita misericordia del Padre.”–

“Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, que yo os


aliviaré ”. Presentemos pues ante Jesús, reconociendo su presencia
en la Sagrada Eucaristía, descubramos su amor, dejémonos abrazar
por Él, sentamos su cariño. En su voz que nos perdona, que nos anima
y nos da esperanza, en sus manos que nos levantan de nuestras
caídas, que nos acarician y curan nuestras heridas, en su mirada
compasiva y misericordiosa, pura y limpia que perdona…

Oración.
Señor Jesús, queremos estar contigo, queremos estar junto a tí. Quizá
no se nos ocurran muchas cosas, pero queremos estar, queremos sentir
tu amor, como cuando nos acercamos a una hoguera, queremos
amarte, queremos aprender a amar. estar abierto a tu presencia. Y
agradecerte, alabarte y suplicarte. Y callar, escuchar, no decir nada,
simplemente estar.
Acógeme como discípulo tuyo que quieren escuchar tus palabras,
aprender de ti, seguirte siempre. Acógeme como amigo. Y haz de mí
también tu testigo, testigo del amor.

Señor Jesús, toca esta tarde mi corazón, dame tu gracia, sálvame,


llévame de la vida que sólo tú puedes dar.

Evangelio Mt 5, 28-30

"Vengan a Mí', todos los que están cansados y cargados, y Yo los


haré' descansar.
"Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy
manso y humilde de corazón, y hallaran descanso para sus almas.
"Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera.”

Vengan: Jesús siempre está abierto a recibirte, más allá de tu pecado y


error que hayas cometido. DIOS ESTÁ SIEMPRE A TU LADO. Y me
puedo preguntar cuando he cometido pecado contra Él ¿pero Dios me
amará siendo así?» Y seguro Él dirá «¿tenés dudas?» Si te pones a
pensar, la grandeza de Dios es más grande de lo que puedes pensar y
te busca en todo momento, como esos papás que no ven la hora de ver
ese hijo que hace tiempo que no ven. Jesús tiene ansias de tenerte.

Afligidos y agobiados: Seguramente hay muchas cosas que te ponen


a pensar y dan vueltas en tu corazón. No te desanimes, porque esas
cosas traen amargura y tristeza. Trata de pensar y enumerar hoy los
problemas que te agobian. Por lo menos 5, el primero que pienses o
escribas es el de mayor peso. Si puedes, escribelo. Así se aclara tu
mente y le presentan batalla a esos problemas. Pero por sobre todo,
para limitarlo porque los problemas estarán siempre, pero no dejes que
los problemas tomen tu vida.

Alivio: La vida espiritual, el creer es un alivio. Porque la vida se hace


más llevadera cuando hay una mirada de fe hacia las cosas y
situaciones que se nos presentan. No dejes tu vida espiritual, aferrarte a
Cristo pues él está contigo, que Él sea tu alivio.
¿Qué mereces recibir de Dios?¿Por qué es tan difícil el perdonarte a ti
mismo? ¿Cómo pueden la gracia y el perdón de Dios influir como te ves
a ti mismo?¿Qué espera Dios de ti para recibir su perdón?

Oración y meditación:

Lo más importante no es...

Que yo te busque, sino que tú me buscas en todos los caminos;

Que yo te llame por tu nombre, sino que tú tienes el mío tatuado en


la palma de tus manos;

Que yo te grite cuando no tengo ni palabra, sino que tú gimes en


mí con tu grito;

Que yo tenga proyectos para ti, sino que tú me invitas a caminar


contigo hacia el futuro;

Que yo te comprenda, sino que tú me comprendes en mi último


secreto.

Que yo hable de ti con sabiduría, sino que tú vives en mí y te


expresas a tu manera;

Que yo te guarde en mi caja de seguridad, sino que yo soy una


esponja en el fondo de tu océano;

Que yo te ame con todo mi corazón y todas mis fuerzas, sino que
tú me amas con todo tu corazón y todas tus fuerzas;

Que yo trate de animarme, de planificar, sino que tu fuego arda


dentro de mis huesos;
Porque ¿cómo podría yo buscarte, llamarte, amarte... Si tú no me
buscas, llamas y amas primero?

El silencio agradecido es mi última palabra y mi mejor manera de


encontrarte

Siendo uno como nosotros, podrá decirnos después con un corazón


inmenso:
“¡Vengan a mí todos los que están cargados y agobiados, que yo les
aliviaré!” (Mateo 11,28).

Ante la cruz, exclamará fuera de sí el Apóstol: “¡Que me amó y se


entregó a
la muerte por mí!” (Gálatas 2,20). Pero antes de morir, tiene un rasgo
que
sólo en un cerebro divino pudo anidar. Lo expresa el mismo Jesús:
“Ardientemente he deseado comer esta pascua con ustedes” (Lucas
22,14)

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