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¡Ay, Ramón!

Ramon Casas i Carbó: La Sargantain.

Qué fatiga… Madre mía, y pensar que era buena idea seguir bebiendo de aquella botella. La
verdad es que no sé de qué sustancia se trataba, pero con más gusto me la bebí. El muy
estúpido se pensaba que iba a seguir tras él. ¡Será miserable! ¿Cómo una persona puede tener
tanto ego? Me da asco. Fatiga. Creo que voy a vomitar de nuevo. Y la gente no se calla. Qué
mareo más tonto. Ahora me están quitando los zapatos, que ponga los pies en alto dicen.
¡Que me dejen en paz! Encima se ríen, qué asco les tengo. No sé en qué momento me pareció
buena idea salir de fiesta con estas personas. A cada cuál peor. Los amigos de mi prima, ¿qué
podría salir mal? ¡Si ella es un ángel! Pues todo, claro que todo. Y que no se cansan de hacer
el tonto. Dios mío, que alguien me saque de aquí. Yo sabía que no podía ir de despechada
porque a todo el mundo le salía bien menos a mí. ¡Que yo sólo quería olvidar! Y ahora me
pasan cosas peores. Y que no se callan. Déjenme en paz ya. Voy a escupirles. Madre mía, qué
fatiga. Qué frío tengo, mira que mi madre me dijo que cogiese un chaquetón más abrigado.
Pues nada, a sufrir supongo. Encima tengo que tener unas pintas… Qué horror. ¡Pero siguen
sin callarse! Qué gente más pesada, por dios. Espacio personal. ¡Espacio personal! Mira este,
que está peor que yo y se cree Martin Sheen en “Apocalypse Now”. ¡Que no me toques! Todo
esto es culpa del desgraciado de Ramón. Si no hubiese sido tal y como fue, yo no estaría aquí
ahogando mis penas en alcohol rodeada de una panda de tontos dando saltos. Qué dramática
soy a veces. Ja, ja, ja, qué graciosa soy. No sé por qué Ramón no me quiso. Soy maravillosa.
Un poco más pelirroja y hubiese sido igualita a Nicole Kidman en el “Moulin Rouge”. ¡Qué
peliculón! Seguro que esta gente no entiende de arte. Sólo hay que ver el top de corazones
que me trae la rubia esa que nada más quiere la atención de los hombres. Ay, qué pesada. Que
se callen ya, por dios. Juro por el amor que yo le tenía a Ramón que saco la pistola que tengo
en mi bota izquierda y los mato a todos. ¿Qué mala sería yo entonces, no? ¡Qué cansancio!
Dejadme respirar ya, dios mío. Padre Nuestro que estás en el cielo, llévate a todos ellos
contigo. O llévame a mí. ¡Sí! A mí mejor. Deja a todos estos tontos sufriendo. ¡Que sufran!
¡Ay, Ramón! ¿Qué hice mal? Si no le faltaba nada conmigo. Si soy la mejor novia que se
puede tener. En fin, hombres. ¿Ahora este quién es? Otro tonto. El hermano de Ramón dice.
¿El hermano de Ramón? ¡El hermano de Ramón! ¡A quién le hace falta Ramón teniendo a su
hermano delante! ¡Menudo hombre! ¡Pues claro que me voy con él! A donde haga falta. Me
encanta, ahora todos me miran porque el hermano de Ramón me lleva en brazos. ¿Cómo se
llamaba el hermano de Ramón? Bueno, eso no importa. ¡Qué guapo es! Yo creo que le hace
competencia hasta a Brad Pitt en su época buena. Qué deleite… ¿Qué hace metiéndome en un
coche? Ay, dios mío, que me van a raptar. ¡Socorro! Qué mareo más grande, por dios. Qué
rápido va, ¿será que estoy en el coche de Fernando Alonso? Ya se ha parado, vaya porquería.
Ahora el hospital, ¿esto qué es? Si yo estoy perfectamente, sólo estoy un poquito contenta.
¡Una aguja! ¡Que me suelten! Quiero irme a mi casa. Ay, qué dolor. Un pinchacito decían. Y
este tampoco se calla. Un momento, ¿y el hermano de Ramón? Este no es el hermano de
Ramón, ¡si este hombre está calvo! ¡Devolvedme al hermano de Ramón! Ya estoy cansada,
me voy a levantar. Qué mareo, mejor me quedo sentada. ¡Anda, mi vestido! Ay, que se me ha
manchado. ¿Ahora por qué está aquí la policía? ¿Que el hermano de Ramón está muerto?
¿Dónde está mi pistola? ¿Qué está diciendo este? ¡Que yo no he sido! Qué mareo. Ni hablar
puedo. ¿Cómo que me calle yo? ¡Que se callen ellos! Qué asco les tengo. Qué fatiga… Madre
mía.

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