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superiores de la parte «titulada» de la estructura social; muchos de ellos son

empleados, a tiempo completo o a tiempo parcial, por las empresas capitalistas o el


estado, y otros trabajan independientemen- te de ambos:Los profesionales y
negociantes de esta parte de la clase domi- nante tomados en su conjunto
constituyen la burguesía de las socie- dades capitalistas avanzadas actuales: lo
que de forma confundente suele denominarse «clase media» o «clase media alta». Esta
burguesía se distingue de la élite del poder en que no tiene nada semejante al
poder del que disfruta està. Sin embargo, forma parte de la clase dominante porque
sus miembros sí ejercen un gran poder e influen- cia económica, social, política y
cultural, no sólo en la sociedad en general sino también en diversas partes del
estado. En esta clase en la élite del poder es donde se encuentran quienes poseen
una riqueza personal muy desproporcionada, y la clase dominante en su conjunto está
en los niveles alto y superior de la escala de ingresos. Igualmente, los miembros
de la élite del poder se reclutan funda- mentalmente entre las filas de la
burguesía, a cuyas filas regresan los miembros de la élite del poder que, por su
edad o por haber sido degradados, han dejado de formar parte de ella.Obviamente, la
clase dominante no es en modo alguno homogé- nea: pero ninguna clase lo es. Existen
importantes diferencias y con- flictos no sólo entre los intereses capitalistas y
estatales, sino también dentro de cada uno de estos. Las clases capitalistas
comprenden «frac- ciones» y grupos diferentes y, con frecuencia, en conflicto.
Cons- tantemente hay agudos desacuerdos y choques entre los diferentes segmentos
del sistema estatal: entre los altos funcionarios civiles y sus «jefes» políticos,
entre el ejército y el gobierno, entre el poder judicial o legislativo y el
ejecutivo, entre el gobierno central y subcentral. Este es al menos el caso en los
regímenes capitalistas democráticos que en este siglo han sido característicos de
las socie- dades capitalistas más avanzadas. Estos conflictos no salen a la luz del
día en los regímenes autoritarios, aunque también se dan en ellos.elSin embargo, a
pesar de las múltiples diferencias y conflictos existentes en las clases
dominantes, por lo general siguen siendo lo suficientemente compactas para
garantizar que sus objetivos comu- nes son defendidos y progresan efectivamente.
Esto es cierto, sobre todo, por lo que se refiere a la élite del poder; hay más
«traidores a la clase» en la burguesía, aunque no dejan de ser una minoría
relativamente pequeña. Muchas de las diferencias en la élite del po- der son poco
más que la <<espuma>> de la política: cosas que hoy son noticia y mañana se habrán
olvidado, y que deben buena parte de su efímera notoriedad a los «comentaristas»
ávidos de sensacionalis- mo. Otras diferencias pueden ser más serias y conllevar
decisiones

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