Está en la página 1de 12

OBRA: ASÍ SOY YO

De Marisol Martínez

Escena 1
Don Desastre

Niño lector V.O: Don Desastre era la persona más desastrosa. Lucía desastroso, porque era
desastroso en todo lo que hacía…
Mamá: Siempre podías saber dónde había estado Don Desastre, porque dejaba el rastro de
huellas de desastre.
Niño lector V.O: Don Desastre era desastroso de nombre y de naturaleza.
(Los personajes en escena comienzan a representar la historia, se activa la máquina de
realidad virtual y se proyectan los paisajes en el video)
Mamá: Don Desastre vivía en una particular y desastrosa casa, la pintura de la pared se
pelaba, los vidrios de las ventanas estaban rotos, las tejas del techo se caían, el monte del
jardín había crecido y la puerta siempre estaba abierta.
Una mañana, Don Desastre se despertó en su desastrosa cama, bostezo, se estiró, se
levantó, cepilló sus dientes, dejó abierta la tapa de la pasta de dientes, desayunó, regó el
cereal por el suelo y luego salió a caminar y tropezó con una escoba que había dejado tirada
hace dos semanas. Había un bosque detrás del desastroso jardín de la desastrosa casa de
Don Desastre, y es allí donde él iba a caminar. Era un bosque particularmente grande, con
muchos y muchos árboles, le tomaba mucho tiempo atravesarlo, pero a él no le importaba
porque esa mañana tenía ganas de caminar. Así que caminó y caminó a través del bosque
hasta que llegó al otro lado. ¿Y sabes qué fue lo que encontró al otro lado del bosque?

Escena 2
Doña Espléndida: Don Desastre encontró la casa más bonita que había visto alguna vez,
tenía un adorable jardín con un riachuelo que corría a través de él. El hombre que podaba
las plantas miró a Don desastre.
Don Desastre: Buenos días, soy Don Desastre.
Don Ordenado: Ya veo.
Mamá: le dijo el señor, mirándolo de pies a cabeza.
Don Ordenado: Yo soy Don Ordenado.
Don Pulcro: Y yo, Don Pulcro.
Doña Esplendida: dijo el hombre parado en la puerta de la casa.
Don Ordenado: Ordenado y Pulcro.
Doña Espléndida: dijo Don Ordenado.
Don Pulcro: Pulcro y Ordenado.
Doña Esplendida: dijo Don Pulcro.
Don Ordenado: Tenemos un negocio juntos
Don Pulcro: Los dueños de esta casa nos contrataron para trabajar aquí.
Don Desastre: ¿Qué tipo de trabajo?
Don Pulcro: Hacemos que las cosas estén pulcras
Don Ordenado: Ordenamos todo
Don Pulcro: ¿Parece que estás buscando que hagamos un trabajo para ti?
Mamá: preguntó Don Pulcro mirando a Don Desastre, quién lucía más desastroso de lo
normal en ese momento.
Don Desastre: Yo no quiero nada pulcro y ordenado.
Don Ordenado: ¡Absurdo!
Don Pulcro: ¡Ridículo!
Don Desastre: pero señores…
Don Ordenado: Muévete
Doña Espléndida: dijo Don Orden, agarrando a Don Desastre el brazo.
Don Pulcro: ¡Andando!
Doña Espléndida: dijo Don Pulcro agarrando del otro.
Don Desastre: pero… pero…
Don Ordenado: ¡Pero nada!
Mamá: Y metieron a Don Desastre en la van, llevándolo a través del bosque hasta su casa,
cuando llegaron…
Don Pulcro: ¡Dios mío!
Don Ordenado: ¡Por Dios!
Don Pulcro y Don Ordenado: ¡Esta es la casa más desastrosa que he visto en mi vida!
Don Ordenado: tenemos que hacer algo al respecto.
Mamá: Ambos se apuraron y comenzaron a dar vueltas alrededor de la casa de Don
Desastre.
Don Orden, cavo, podó, cortó, limpió, y terminó; dejando el jardín más ordenado que
nunca.
Don Pulcro, limpió, barrió, pintó, arregló y dejó la casa más pulcra que nunca.
Luego ambos entraron a la casa y…
Don Pulcro: ¡Dios mío!
Don Ordenado: ¡Por Dios!
Mamá: Limpiaron la casa de arriba abajo, pulieron, barrieron, limpiaron, enceraron, dejaron
el interior de la casa más pulcra y ordenada que nunca.
Don Pulcro: ¡Aquí está!
Don Ordenado: Todo listo.
Don Pulcro: Pulcro y Ordenado
Don Ordenado: Ordenado y Pulcro
Mamá: Don Desastre no sabía que decir.
Don Pulcro: ¿Estás pensando lo mismo que yo?
(Pregunta Don Pulcro a Don Orden, mientras miran a Don Desastre)
Don Ordenado: ¡Exactamente!
Mamá: ¿En qué estaban pensando?
Lo que pasaba era que la casa estaba tan Pulcra y Ordenada que Don Desastre se veía
demasiado desastroso para estar en ella.
Don Desastre: pero… pero…
Mamá: No importaba que dijera Don Desastre, porque Don Pulcro y Don Orden lo llevaron
al baño; que solía hacer el cuarto más desastroso de la casa, pero ahora, por supuesto,
estaba tan brillante como una vajilla nueva.
(Don Pulcro tomó a Don Desastre de un brazo, Don Orden del otro, lo levantaron y lo
lanzaron en la bañera.)
Doña Espléndida: Don Desastre era nuevo en todo esto de los baños, Don Orden y Don
Pulcro enjuagaron, restregaron, limpiaron y peinaron a Don Desastre, hasta que no se vio
más como Don Desastre, de hecho, se veía como lo opuesto a Don Desastre. Se miró en el
espejo, y dijo…
Don Desastre: Ya sé lo que tengo que hacer ahora.
Don Pulcro y Don Ordenado: ¿Qué tienes que hacer?
Don Desastre: Voy a tener que cambiarme el nombre.
(Silencio Don Desastre muy decidido camina hacia un punto del escenario donde se
tropieza con los artículos de limpieza dejando el escenario hecho un desastre. Risas)
Niño Lector V.O: Entonces los 3 rieron y rieron sin parar. Y desde ese día se convirtieron
en los mejores amigos.

Escena 3
Doña Esplendida
Mamá: Nada era lo suficiente bueno para Doña Esplendida, ella vivía en una enorme casa,
rodeada por grandes jardines, se bañaba en una tina de oro, y cenaba en vajilla de plata.
Niña Lectora V.O: ¡Oh, ella era esplendida!
Mamá: O por lo menos, ella lo pensaba.
Cocinero: ¿Sopa? Su majestad.
Mamá: Dijo, el cocinero.
Doña Espléndida: Caviares.
Cocinero: Enseguida, señorita.
Mamá: Doña Espléndida pensaba mucho en ella misma, de hecho, no pensaba en nada más.
Jardinero 1: Buenos días, Señorita.
Mamá: Dijo el jardinero.
Doña Espléndida: Buen día...ehmm...
Jardinero 2: Pepe.
Doña Esplendida: Sí, pepe.
Chofer: Buenos días, señorita. ¿Necesitará el carro hoy?
Mamá: preguntó el chofer.
Doña Espléndida: Hoy no, Williams.
Mamá: Ese día, mientras caminaba por el jardín, Doña Espléndida se encontró con una
pequeña puerta... Ella nunca antes la había visto.
Doña Espléndida: Me pregunto que habrá del otro lado...
Mamá: dijo mientras abría la puerta.
Escena 4
Mamá: Y se encontró en la calle.
Le pasó por al lado Don Pequeñín, que había salido a dar un pequeño paseo:
Don Pequeñín: Buenos días.
Doña Espléndida: Jmmm
Mamá: Doña Esplendida, mantenía su nariz bien levantada, incluso más alto de lo normal.
Doña Esplendida: Mira, a ese hombrecito tan común.
(Llegó a una parada de autobuses, donde estaban Don Feliz y Don Soñador esperando)
Don Feliz: Hola ¿Quién eres tú?
Doña Espléndida: Yo soy Espléndida.
Doña Feliz: Y yo soy feliz, es un placer conocerte. Y este es mi amigo, Don Soñador.
Don Soñador: ¿Estas esperando el autobús?
Doña Espléndida: ¿Queeeé? ¿El autobús? ¡Jamás! Yo nunca, nunca, en toda mi vida me he
montado en un autobús. En ellos te tienes que sentar al lado de la gente y eso no va
conmigo.
Mamá: Don Feliz se quedó sin palabras... Doña Espléndida siguió caminando con la nariz
en el aire, bien alta.
Llegó a la ciudad y se veía así misma en el reflejo de todas las vitrinas.
Doña Espléndida: ¡ESPLÉNDIDA! Es-plén-di-da. Debo decir, que me veo espléndida.
Mamá: Y entonces, algo llamó su atención. En el medio del mostrador había un sombrero.
No era solo un sombrero. Era un sombrero en un millón.
-El más magnífico.
Doña Espléndida: ¡Precioso!
Mamá: Deseable.
Doña Espléndida: ¡Espectacular!
Mamá: Sublime.
Doña Espléndida: ¡Hermoso!
Mamá: Espléndido sombrero que alguna vez había visto.
Mamá: Doña Espléndida entró a la tienda y chasqueo los dedos.
Vendedora: Buenas, ¿en qué la puedo ayudar?
Doña Espléndida: Me gustaría probarme ese sombrero de la vitrina.
Vendedor: ¿Este, señorita?
Doña Espléndida: Sí, ese mismo.
(Doña Esplendida se probó el sombrero y se miró en el espejo)
Doña Espléndida: ¡OH! Magnífico. ¡Me lo llevo! No se moleste en envolverlo, me lo
llevaré puesto.
Vendedora: ¿Pero no quiere saber cuánto cuesta?
Doña Espléndida: No, no. Póngalo en mi cuenta.
Vendedora: Como guste, señorita.
Doña Mandona: Doña Esplendida salió de la tienda, espléndida, con su sombrero.
Doña Espléndida: ¡TAXI! ¡TAXI! Lléveme a mi casa.
Mamá: Doña Esplendida intentó montarse en el taxi pero, por supuesto, no pudo. Su nuevo
sombrero era muy grande y no cabía.
Doña Espléndida: Señora taxistas, usted debería tener un taxi más grande. Ahora voy a
tener que caminar.
Taxista: Está bien.
Doña Espléndida: Tal vez se mejor caminar. Así todos podrán admirar mi magnifico nuevo
sombrero.
Mamá: Doña Espléndida comenzó a caminar hacia su casa, espléndidamente, con su nuevo
sombrero. Pero entonces, pasó... Comenzó a llover y el problema era que cada vez llovía
más, y el problema era que mientras más llovía más se mojaba Doña Espléndida y
el problema era que mientras más se mojaba ella, más se mojaba su sombrero.
¡Qué lamentable! ¿No les parece?
El autobús, que volvía de la ciudad le pasó por al lado, y don Feliz y Don Soñador vieron
por la ventana.
Don Feliz: Mira eso.
Don Soñador: ¡Espléndido!
Mamá: Doña Espléndida se veía de todo menos espléndida.
Escena 5.
Mamá: Cuando llegó a su casa, después de bañarse en su tina de oro y cenar sobre su vajilla
de plata, Doña Espléndida se sintió mucho mejor. De hecho, paso una maravillosa noche
mirando a ...
Bueno, ¿qué pudo pasar toda la noche mirando?
Doña Mandona: ¡Una revista!
Mamá: No, no era una revista.
Doña Espléndida: ¡Espléndida!
Don Desastre: ¡La televisión!
Mamá: No, no era la tv.
Doña Espléndida: ¡Espléndida!
Don Miedoso: ¡Un libro!
Mamá: No era un libro.
Mamá: No era un libro.
Doña Espléndida: ¡Espléndida!
Mamá: Era a ella misma en el espejo.
Doña Espléndida: ¡Oh sí! Me veo Espléndida. Es-plén-di-da.

Escena 6
Don Miedoso

Niño lector V.O: El pobre Don Miedoso le tenía miedo a todo y a nada.
Mamá: Cualquier cosa podía hacer que Don Miedoso se sacudiera y temblara. Así que no
nos sorprende saber que Don Miedoso vivía tan lejos como podía de las personas, en el
medio del bosque, a kilómetros y kilómetros de distancia de cualquier lugar.
Esta historia comienza una mañana, cuando Don Miedoso estaba dormido era una hermosa
mañana de otoño, el sol brillaba, las hojas de los árboles se habían puesto de un color rojo
glorioso y el viento acariciaba las copas de los árboles. Una hoja cayó suavemente de un
árbol, justo en la entrada de la casa de Don Miedoso y silenciosamente voló hasta la
ventana de su cuarto.
Don Miedoso se despertó inmediatamente.
Don Miedoso: ¿Qué es ese terrible ruido?
-¡Oh cielos! La casa se está cayendo ¡Qué desastre! Se está abriendo un hueco en la tierra.
¡Que calamidad! Es el fin del mundo.
Mamá: y se metió debajo de las sábanas, temblando del miedo. Una hora después, cuando
se dio cuenta de que la casa no se estaba cayendo, ni que estaba abriendo un hueco en la
tierra y el mundo no se estaba acabando, Don Miedoso salió de las sábanas.
Don Miedoso: Oooh, Gracias a Dios
Mamá: y bajó a hacerse el desayuno.
Don Miedoso sacó el cereal de su caja y lo sirvió en un plato, luego puso leche sobre el
cereal y fue a buscar azúcar.
Niño Lector V.O: ¡Znack! ¡Crack! ¡Pop!
Mamá: Hizo el cereal en la leche
Don Miedoso: ¡Oh santos cielos! He oído disparos
Mamá: dijo, escondiéndose debajo de la mesa.
Don Miedoso: ¡Que calamidad! Es una guerra.
Mamá: Pero, por supuesto que no lo era. Y, por supuesto, Don Miedoso eventualmente
salió de la mesa y se comió todos sus cereales. Después de desayunar Don Miedoso pensó
que debía dar un paseo. Estaba caminando por el bosque rededor de su casa, cuando un
gusano salió de la tierra.
Gusano: Buenos días
Mamá: Don Miedoso casi salió de su piel.
Don Miedoso: ¿Quién es?
Mamá: Y luego vio al gusano…
Don Miedoso: ¡Ay Dios mío! Es una serpiente. ¡Oh no! Una serpiente venenosa ¡Qué
calamidad! Me va a comer vivo.
Mamá: y se escondió.
Gusano: ¡Que show!
Mamá: Después de una hora Don Miedoso se sintió lo suficientemente valiente como para
salir de su escondite y seguir con su paseo…
Escena 7
Mamá: Eventualmente llegó hasta el otro lado del bosque y se encontró en una pradera,
Don Miedoso caminó nerviosamente por ella. La pradera estaba vacía… ¿O no lo estaba?
(Sobre la grama; en el medio de la pradera y visto por Don Miedoso había un vagabundo.
Don Miedoso siguió caminando cuidadosamente por la grama)
Vagabundo: -Grrrr-
Don Miedoso: ¿Qué fue eso? Es un león ¡Lo he oído rugir! ¡Ay Dios mío! Es un león
grandísimo, con unos dientes enormes. ¡Qué calamidad! Un león gigante, con unos
colmillos afilados como cuchillos que van a comer en un dos por tres.
Mamá: y se desmayó… toda la conmoción despertó al vagabundo, que bostezó, se estiró, se
levantó y vio a Don Miedoso tirado a un lado.
Vagabundo: Buenos días.
Mamá: Era un vagabundo amable.
Don Miedoso se levantó inmediatamente, se frotó los ojos y entonces vio la cara del
vagabundo mirándolo fijamente.
Don Miedoso: ¡Oh desastre! ¡Que calamidad! Es un gigante, un ogro ¡Ay Dios! Me va a
desayunar.
Vagabundo: Pero mira lo que tenemos aquí. Si es un pequeño asustadizo… ¿Cuál es tu
nombre?
Don Miedoso: Don Mi… Mie… Miedoso-
Vagabundo: Bueno, yo solía ser miedoso como tú. Pero aprendí a no serlo. ¿Quieres que te
cuente un secreto?
Don Miedoso: Ssss… sí… pppp…por… fafa… favor…
Vagabundo: ¡Es muy fácil! Todo lo que tienes que hacer, es contar hasta diez y te darás
cuenta de que eso a lo que tanto le temes, no da tanto miedo después de todo.
¡Recuerda! Cuenta hasta diez.
Mamá: El vagabundo se fue y Don Miedoso pensó que sería una buena idea irse a su casa
inmediatamente, así que fue otra vez a través de la pradera y a través del bosque.
Estaba caminando por el bosque, cuando piso una ramita y…
Niño Lector V.O: -¡TRACK!
Mamá: hizo la ramita.
Don Miedoso saltó dos veces más alto, del terror.
Don Miedoso: ¿Qué fue eso? Ese terrible sonido ¡Es un árbol cayéndose! Y me destruirá en
mil pedazos. ¡Qué calamidad! Se están cayendo todos los árboles del bosque. ¡Qué
desastre! Es un… Mamá: Entonces paró. Respiró profundamente.
Don Miedoso: 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10
Mamá: Y de pronto se dio cuenta de que el ruido era solo una rama, una tonta ramita.
Suspiró.
Don Miedoso casi sufre un ataque cuando la hoja cayó suavemente sobre él.
Don Miedoso: ¡Ayuda! Es un asesino. Me están secuestrando ¡Qué calamidad! Son unos
rufianes con armas que me van a…
Mamá: Entonces paró… Respiró.
Don Miedoso: 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10
Y luego notó que era una hoja, nada más que una hoja, una simple hoja roja.
Don Miedoso: ¡FUNCIONA!
¿Y saben qué?
De verdad funcionó. Después de ese momento Don Miedoso se convirtió en otro hombre.
Nunca más se sacudió, tembló o gritó.
Niño Lector V.O: Y ya no se esconde bajo las sábanas nunca…
Mamá: Bueno, casi nunca.

Escena 8
Doña Mandona.

Mamá: El lunes, Doña Mandona, mientras daba un paseo, se encontró con Don
Entrometido.
Don Entrometido: ¿A dónde vas?
Doña Mandona: A donde me da la gana.
Mamá: El martes, Doña Mandona se encontró con Don Ruidoso, que estaba cantando a
todo cantar.
Doña Mandona: ¡Cállate ya!
Mamá: El miércoles, Doña Mandona se encontró con Doña abrazos, que venía con sus
brazos extendidos dispuesta a darle un gran abrazo a Doña Mandona.
Doña Mandona: ¡Ni se le ocurra acercarse con su cara de tonta!
Mamá: Como se ve, Doña Mandona no era una persona muy amable.

Escena 9

Pero Doña Mandona no sabía que era vigilada atentamente. Alguien la vio contestar
groseramente a Don Entrometido, regañar a Don Ruidoso y, en aquel momento, insultar a
Doña Abrazos.
Y quien la vigilaba era un mago, que decidió que algo había que hacer con Doña Mandona.
Cuando llegó a su casa, el mago fue a la biblioteca. Tomó un libro del estante. El libro
estaba cubierto de polvo porque no se había usado en mucho tiempo.
Mago: Vamos a ver...
Mamá: abrió el libro por la página 310 y leyó:
Mago: “Tratamiento recomendado para personas autoritarias”
Mamá: El mago leyó cuidadosamente aquella página y luego colocó el libro en su sitio.
Al día siguiente era jueves, y Doña Mandona se encontró con una persona tumbada
durmiendo. Por su puesto, la persona era don Vago.
Doña Mandona: ¡Levántate inmediatamente!
Mamá Y al mismo tiempo que don Vago se despertaba asustado, el mago pronunció las
palabras mágicas de la página 310 del libro mágico.
¿Y sabes lo que pasó?
Por arte de magia parecieron dos botas en los pies de Doña Mandona. Ella las miró
horrorizada. Un minuto antes no existían, y ahora estaban allí. Las botas hablaban entre sí.
Bota I: ¡Hola, derecha!
Bota D: ¡Hola, Izquierda!

(Se miraron y se pusieron en marcha)


Bota I Y D: Derecha, izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda. Deprisa y sin parar.
Niño Lector V.O: ¡Bien hecho, señor Mago!
Mamá: Las botas hacían marchar sin parar a Doña Mandona, que al poco rato estaba
agotada.
Bota D: ¿Nos paramos?
Bota I: De acuerdo-dijo la izquierda.
Mamá: Y pararon de golpe. Doña Mandona estaba sofocada, pero hacía toda la fuerza que
podía para quitarse las botas, sin conseguirlo.
El mago estaba allí, viéndola.
Doña Mandona: ¡Haz desaparecer estas horribles botas!
Mamá: El mago se hizo el sordo.
Doña Mandona: ¡Me obedecerás?
Mamá: Insistió Doña Mandona.
Doña Mandona: ¡Ya veo que no quieres!
Bota D: ¿Estás lista?
Bota I: Sí.
Bota I y D: En marcha. Derecha, izquierda, derecha, izquierda.
Mamá: Así durante 20 kilómetros.
Doña Mandona se encontraba mal de tanto caminar.
El mago la vigilaba.
Doña Mandona: Haz desaparecer estas horribles botas.
Mago: Lo haré si pronuncias las palabras mágicas.
Mamá: Doña Mandona pensó mucho rato... hasta que dio con la solución.
Doña Mandona: Por favor. Haz desaparecer estas horribles botas.
Mamá: El mago sonrió y pronunció las palabras de la página 310 del libro mágico.
Las botas desparecieron inmediatamente.
Mago: Espero que desde hoy seas siempre una persona amable.
Doña Mandona bajó la cabeza avergonzada.
Desde entonces Doña Mandona cambió y se convirtió en una persona amable y llena de
amigos.
¿Y sabes por qué? Porque teme...
Todos: A las terribles botas mandonas.

También podría gustarte