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ES POSIBLE
Son muchos los retos que nos esperan en los próximos años para alcanzar un
desarrollo social sostenible, una paz duradera y la estabilidad en el país pero,
quizá, el mayor de todos es garantizar que los niños y jóvenes de todos los
rincones del país puedan acceder y recibir una educación de calidad, que motive
en ellos el ejercicio de un aprendizaje a lo largo de toda la vida. Por ello, el
Gobierno Nacional ha fijado como la primera de sus herramientas de equidad
social la Revolución Educativa, entendiendo que es la mejor vía para que los
colombianos desarrollen al máximo sus capacidades, y generar condiciones para
superar la pobreza, mejorar su calidad de vida y construir una nación más
próspera, justa y pacífica.
Fieles a esa convicción y teniendo como centro vital del sistema educativo el
aprendizaje de los niños y jóvenes, hemos orientado el Plan de Desarrollo y la
política educativa a transformar el sistema en magnitud y pertinencia. Y, para
lograrlo, una de nuestros principales instrumentos es la transformación en la
gestión de la educación en Colombia. Siendo claro para toda la sociedad que la
educación es un derecho, es también una responsabilidad constituirla como una
prioridad nacional, regional y local, compartiendo estos compromisos, fijando
objetivos comunes y trazando planes y programas coherentes, que nos permitan
eliminar cualquier discriminación y llegar con educación de calidad a las
poblaciones más vulnerables y desfavorecidas.
Estos logros fueron posibles gracias al liderazgo que asumieron desde el principio
gobernadores y alcaldes, quienes construyeron Planes de Desarrollo territoriales
en los que la educación ocupa lugar de primer nivel y se interrelaciona con otras
acciones de desarrollo social, en salud, nutrición, agua potable, transporte escolar
y medio ambiente, entre otros. Tales lineamientos, aunados al esfuerzo que ha
hecho cada una de las Secretarías de Educación departamental y municipal por
responder al reto de modernizar y reorganizar su sector, tiene como principal
resultado el hecho de que, por primera vez en el país, todas las entidades
territoriales tienen elaborados Planes Sectoriales educativos, con proyectos y
metas concretas.
Es bien claro que a medida que nos acercamos a coberturas totales, el reto se
vuelve mayor. En este sentido, las Secretarías de Educación enfocan su atención
hacia las poblaciones más vulnerables, teniendo en cuenta las necesidades de
aquellos niños y niñas que deben trabajar, las poblaciones rurales dispersas, las
minorías étnicas, los niños y niñas afectados por el conflicto y aquellos con
necesidades especiales.
Dichos Planes han sido trabajados por rectores y maestros en cada institución
educativa, tomando como referente los promedios obtenidos por sus alumnos en
las evaluaciones. Así, ellos también identificaron sus debilidades y diseñaron sus
Planes de acuerdo con las circunstancias propias; establecieron metodologías,
introdujeron correctivos, definieron prioridades y concentraron su atención en el
mejoramiento de su institución y el aprendizaje de los niños.