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1. Presentación.
El libro de Laura Fobbio propone un estudio sistemático, exhaustivo y en
profundidad del monólogo dramático destinado a especialistas y, al mismo tiempo, a
un público no especializado por su claridad conceptual y didáctica. El texto se haya
dividido en cuatro secciones: en la primera la autora realiza un examen del monólogo
dramático (sólo considerando el texto dramático y no la representación así como su
puesta en escena), presenta una breve historia del mismo desde el punto de vista
histórico cultural en relación con las poéticas y estéticas teatrales en cada período
histórico particular. También en esta primera parte se problematiza la idea según el
cual dicha forma dramática puede considerarse en términos del parlamento de un
personaje que habla solo. En función de lo anterior, se establece una distinción entre
monólogo dramático y monólogo teatral;asimismo Fobbio caracteriza al monólogo
como forma autosuficiente y, por último, presenta criterios teóricos a los fines de
deslindar el monólogo y el soliloquio; modalidades teatrales que muchas veces se
confunden en las teorías y prácticas teatrales. La segunda sección del libro aborda el
estudio mencionado teniendo en cuenta su comunicación a partir de los modos de
interpelación e interacción desde los aportes de la Teoría de la Comunicación Humana
provenientes de los estudiosos de la Escuela de Palo Alto (Watzlawick, Goffman,
Batheson, entre otros). Ello sirve a la autora para mostrar los conflictos y las rupturas
comunicacionales que caracterizan al teatro argentino de las últimas décadas del siglo
XX (desde comienzos de los ’70 hasta finales de los ’90 aproximadamente). A la vez
que permite observar las operaciones de innovación, experimentación y transformación
vinculadas a las prácticas teatrales convencionales junto con las fronteras y fugas
epilogales del monólogo dramático (pág. 141). La tercera parte se aboca al análisis de
una selección de los monólogos más significativos de la dramaturga argentina Griselda
Gambaro (1928) con el objetivo de proyectar las consideraciones teóricas explicitadas
y también dar cuenta de las múltiples relaciones entre esta producción y algunas
problemáticas específicas de la cultura argentina en el lapso temporal delimitado. La
última sección del libro trabaja, a modo de conclusión, efectuando una síntesis
integradora de los análisis realizados a los fines de marcar lo que la autora considera
como “fugas del canon y difuminación de fronteras” (pág. 147) para poder reflexionar
acerca de estas diferentes formas de producción dramatúrgica en el teatro argentino de
fines del siglo XX.
2. Teatro ymonólogo.
El punto de partida de la autora de este libro consiste en cuestionar la subordinación
o inclusión de un monólogo en el marco de una obra dialogada y que constituya un
discurso a solas por parte de un personaje, tal como lo sostiene la concepción teatral
tradicional. Desde la perspectiva teórica propuesta, atraviesa y cuestiona el hablar a
solas con una amplia gama de recursos: permite la percepción de más de un personaje
sobre el escenario, plantea la comunicación entre el monologante y otros
interlocutores, desdibuja las diferencias entre formas dramáticas, narrativas y poéticas,
manipula el tiempo y el espacio al valerse de la intersubjetividad (pág. 18).
El libro revisa de una manera crítica las posturas teóricas de teatrólogos importantes
(Patrice Pavis, Anne Ubersfeld, María del Carmen Bobes Naves, entre otros) que
inscriben al monólogo como subordinado al diálogo —este último en términos de la
forma que define al teatro—, o bien concibiendo al monólogo como experiencia
marginal dentro del teatro. Discutiendo dichas posiciones, Fobbio plantea que la
modalidad dramática monologal constituye un texto autosuficiente ya que prescinde de
toda explicación, presentación y ampliación (pág. 31). Por otra parte, la investigadora
cordobesa selecciona el concepto de diálogo travestido formulado por Beatriz Trastoy
(1998), diálogo encubierto, capaz de poner en situación de comunicación al personaje
con el público, otros personajes (presentes o ausentes en escena; “reales” o
“virtuales”), estableciendo la autosuficiencia mediante la interpelación e interacción.
Ello se produce cuando el monólogo instaura la posibilidad de que el texto proponga
más de una figura textual o que el personaje configure otro interlocutor. La
funcionalidad escénica, aún desde la virtualidad que se opera desde la lectura,
asimismo contribuye a definir la autonomía del monólogo con respecto al diálogo. El
monologante está frente al lector /espectador y éste no puede mirar hacia otro lado
aunque se incomode, porque el parlamento del personaje lo alcanza, lo incluye y
refiere a su mundo.
Por otra parte, la autora retoma algunos aspectos teóricos formulados por el
dramaturgo español Sanchis Sinisterra (2001) a los fines de señalar otros componentes
del monólogo dramático. De acuerdo con las modalidades de interpelación, puede
aparecer el uso de la primera persona (un yo integrado) que remite a la matriz
tradicional de esta forma dramática. Pero el personaje también puede dirigirse a sí
mismo utilizando la segunda persona gramatical (un yo escindido); aquí se produce un
hiato, una división entre el yo y tú que enriquece la interpelación. A modo de ejemplo,
el personaje se hace preguntas hilvanan su conversación, se autoimparte órdenes, trae a
colación recuerdos, opina sobre su conducta. A dicha modalidad de interpelación
Fobbio la denomina desdoblamiento pues el monologante, siendo uno, se comporta
como si conversara con su “conciencia” o “alter ego”.
Resulta importante destacar que cualquier forma de negación (el sinsentido, “el
silencio postural”, el retraimiento y la inmovilidad) conforman otros tantos modos de
interacción significativos para analizar el monólogo dramático.
5. Conclusión.
En este libro, Laura Fobbio realiza un minucioso estudio del monólogo dramático,
expone las teorías acerca del mismo trabajadas por las lecturas de la tradición teatral,
propone otro enfoque del mismo atendiendo a la interpelación e interacción vinculadas
con la existencia de un otro interlocutor, etc. Todo ello con el objeto de mostrar las
transformaciones que la práctica dramatúrgica argentina ha experimentado en las
últimas décadas del siglo XX para no hacernos olvidar nunca que el teatro siempre se
abre a una dimensión y lecturas políticas.