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MATAR CANSA

Hay un mosquito volando.


Me mira, le miro.
Le dejo que haga su periplo.
La sé muerta.
Esto es lo que haría con el mosquito.
Lo sé cómo sé mi nombre.
Lo dejaría volar un buen rato. Sin molestarlo.
Dejando que crea en su libertad.
No haría varios intentos.
En eso me diferencio.
Primero titubeo.
Después, trato de aplastarlo sin puntería, golpeo las palmas muchas veces como
si estuviera aplaudiendo, y al final, los mosquitos me sacan el juego, me andan
esquivando después.
Yo no lo intento.
Yo espero.
Miro de reojo.
Con la certeza del que sabe dar un golpe preciso.
Miro para otro lado.
El mosquito baja la guardia.
El mosquito es un insecto inmundo.
Te chupa la sangre.
Te deja con dengue.
Un horror.
Un insecto volador.
Podría ser mosca, pero se queda en eso. A mitad de camino. Se queda en
mosquito. Un parásito. Una lacra.
A los mosquitos hay que ahuyentarlos: poniendo RAID, en la casa de mi abuela
teníamos un racimo de plátanos, sabíamos que los mosquitos no podían resistirse
a su olor que es un fuerte atractivo para ellos. Y una vez que entraban y se
acercaban a los plátanos ya sentían el olor al repelente RAID, y en consecuencia
los mosquitos al sentirlo se iban marchando y otros más se morían ya que era muy
poderoso, pero mi abuela era muy astuta y usaba una máscara de gas para que
no le afecte el olor.
Y toda la sala de estar apestaba a RAID, un olor fuerte, que mareaba un poco al
principio, pero luego te acostumbrabas.
No sé qué odio más, si a los mosquitos o al RAID.
Después, también usamos espirales para ahuyentarlos. Hay que tener muchos,
funciona con varios mosquitos, algunos tal vez corran suerte y sobrevivan.
Lo vuelvo a ver.
Miro de reojo el revolotear del mosquito.
Miro sin mirar.
Casi le doy la espalda.
El mosquito se anima, se atreve más al no percibir el control, se me acerca,
desafiante.
Claro, no me conoce.
No sabe que puedo destruirla con la mirada si quisiera.
Con solo mirar puedo romper cualquier cosa.
Ese tipo de miradas que cortan.
Como una Gillette.
Pero el mosquito no es algo que me importe.
Nada importa menos que un mosquito.
Solo lo salgo a cazar por costumbre.
Esa maldita costumbre que me quedó de chico.
Matar.
Poner resistencia a lo vivo.
Y en una milésima de segundo con un movimiento más rápido que el zumbido de
un mosquito, abro las palmas de las manos alrededor del bicho y las cierro como
prensa. La desintegro, la vuelvo materia roja y sangrienta en la piel de la mano.
Cadáver plano, delgado, partículas muertas entrando en los poros.
Muerte. Matar...o morir.

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