Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Pudo ser.
pero estaba la espina,
eterna enemiga de la rosa.
Y sola, sin orillas,
la perdida corola de mi sueño.
Y fue.
En aquel pliegue triste
de mi sangre
donde, pálida quedó la sonrisa
que se hizo hielo
sobre su pecho ausente.
III
Me oyes!
¿Me estás oyendo lo que te digo yo?
La que quisiera detener el canto
y dejar que la muerte decorara
hasta mi desnudo vientre.
El barro crecido
nos unía y separaba
en mil anillos
de diferente edad.
Copo a copo
voy cubriendo
de alta atmósfera
lo que vivirá,
aún detrás de la muerte.
La urgencia de mi paso
es un puro símbolo
—nada es mío—
una flecha me curva
dentro de tu amor.
Y que mi sueño
es una arteria abierta
que calcina al gusano.
Y que precisas otro nombre
para encontrarte
con la sonrisa
de tu primer niñez.
Hablarte
de este doble vivir
en la noche y la trasnoche
de una sollozante bruma.
Buscando
voy dentro de tu fondo
al árbol que te viste
y te abraza y te estrecha.
y tal vez hasta te separa
de tu mejor forma.
II
Ya ves cómo
mi pecho ilumina
una verdad tremenda.
Los ángeles que pasean por mi sangre
son ángeles rebeldes.
Cuando yo oí me dijeron:
Pequeña: No le niegues al amor tu cara.
Sólo así tu flor tendrá polen
y flotará libre,
goteando muchedumbres,
tu cara creciendo con la hierba.
Criatura de mi amor!
Sólo cuando el fuego
te lleve hasta mi grito,
recuperarás intacta
la espiga que dentro
de tu piel madura.