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Este texto dialogado está inspirado en la fábula de Esopo titulada “El lobo y el

perro”. La historia nos habla de la libertad: “El pobre libre es más feliz que el rico
esclavo, pues la libertad es tan estimable como la vida y vale más que todas las
riquezas del mundo”. Así es.
Recomendado a partir de los 7 años.
La libertad del lobo
Autor: José Luis García
(Nos encontramos en un claro del bosque. Es de noche y en lo alto del cielo brilla
la Luna llena).
(Entra el Lobo, es grande, pero flaco y desmadejado).
LOBO.-
Perra suerte la mía. Hace días que no pruebo bocado.
(Entra el Perro, es mucho más pequeño el que Lobo, pero se le ve bien
alimentado; lleva un grueso collar de cuero al cuello).
PERRO.-
¿Perra suerte has dicho? Si te quejas, deberías decir “loba suerte”, ya que a mí
me van bien las cosas.
LOBO.-
¿Y eso cómo es posible, señor Perro? Se supone que yo soy más fuerte, y sin
embargo tú estás mejor alimentado que yo.
PERRO.-
Es mi amo quien me cuida y alimenta. A cambio, yo vigilo su casa.
LOBO.-
No parece un mal trato.
PERRO.-
Vente conmigo. La casa de mi amo es grande y hay mucho que vigilar. Mi buen
amo estará contento de que seamos dos quienes vigilan.
LOBO.-
¿Hablas en serio? Estoy más que harto de pasar hambre.
PERRO.-
Los perros somos gente seria. Vente conmigo.
(El Lobo se acerca al Perro).
LOBO.-
No sabes la alegría que me das.
(Observa el collar del Perro).
Por curiosidad, ¿qué es eso que llevas al cuello?
PERRO.-
¡Ah!, un simple detalle sin importancia. Es el collar al que mi amo ata la cadena
que me sujeta durante el día.
LOBO.-
¡Vaya!
PERRO.-
Pero no pasa nada. Por la noche me deja libre y puedo ir de aquí para allá.
LOBO.-
¿Atado durante todo el día?
PERRO.-
Así vigilo mejor y no me despisto de mis obligaciones.
LOBO.-
Lo siento, señor Perro. Yo no renuncio a mi libertad. Prefiero pasar hambre de vez
en cuando que dejar de ser libre.
(Se escucha el canto de un gallo).
PERRO.-
Me voy pues, señor Lobo. Oigo el cantar del señor Gallo, que me avisa de que mi
amo me espera con la cadena y con mi plato de comida.
(Sale el Perro. Vuelve a cantar el gallo).
LOBO.-
Por mi abuelo Pancracio. ¡Una cadena a cambio de comida! Sólo pensarlo me
quita el apetito.
(Sale el Lobo).

FIN
Hoy os presentamos un texto teatral que habla de un burrito, Catalino.
Aprovechando que estamos en el Centenario de Platero y Yo, queremos que los
niños sepan de estos animales, nobles y fuertes, que parecen estar cayendo en el
olvido. ¡Te queremos, Catalino!
Recomendado a partir de cuatro años.

Catalino, un burrito feliz


Autora: Isabel Tapiador

(Estamos en el campo, tras un matorral asoman las orejas de dos conejos, se oye
un continuo crujir)
CONEJO1.-
¿Ya conoces a Catalino?
CONEJO2.-
¿Palomino? No.
CONEJO1.-
(Asoma la cabeza tras el matorral)
¡Palomino no, Catalino!
CONEJO2.-
(Asoma la cabeza tras el matorral, come zanahorias sin parar)
¿Pacochino, el cerdito?
CONEJO1.-
¡No, deja de comer y escucha!
(CONEJO2, sorprendido, deja de comer zanahorias, cesa el crujir)
CONEJO1.-
¡Catalino, el nuevo burrito!
CONEJO2.-
¡Un burrito!
CONEJO1.-
(Saliendo de detrás del matorral)
¡Catalino ha venido,
por los campos trotará!
CONEJO2.-
(Enarbolando su zanahoria)
¡Bienvenido, Catalino!
CONEJO1.-
¡Un burrito ha llegado,
nuestro nuevo amigo será!
CONEJO2.-
¡Bienvenido, Catalino!
CONEJOS1Y2.-
¡Bienvenido!
(Desaparecen tras el matorral)
(Vemos al burrito trotando por los campos. Contento, va de aquí para allá.
Corretea tanto, que lo vemos a distintos tamaños, según la distancia a la que se
encuentre.
Le salen al paso distintos animalillos que juguetean con él: una mariposa, un
perrito.
Catalino rebuzna feliz, lo hace bastante bien, aunque a veces se atraganta un
poco)
CONEJO1.-
(Saliendo de detrás del matorral)
¿Tú quién eres?
CONEJO2.-
(Saliendo de detrás del matorral)
¿Tú quién eres?
CATALINO.-
El burrito Catalino, ¿quién voy a ser?
CONEJO1.-
¿Qué haces por aquí?
CONEJO2.-
¿Te lo pasas bien?
CATALINO.-
¡Siiii, muy bien! Estoy descubriendo el mundo, tengo mucho que aprender.
CONEJOS1Y2.-
¡Bienvenido Catalino!
(Juegan los tres juntos, se esconden, se persiguen, los conejos se suben a lomos
de Catalino, que los lleva a toda velocidad… de burrito)
CONEJOS1Y2.-
¡Viva Catalino!
(De esta guisa salen de escena)
(Cambiamos de decorado, sigue siendo campestre. Ahora vemos un riachuelo,
unos árboles…
Entra Catalino, llevado por su amo. Ha crecido, aunque todavía es jovencito.
Carga unas alforjas)
AMO.-
Vamos a descansar un ratito, Catalino.
(Le acaricia, coge una manta para usarla de almohada, se acomoda y se queda
dormido. Entran los dos conejos)
CONEJOS1Y2.-
¡Buenos días, Catalino!
CATALINO.-
¡Hola! ¿Sabéis qué, sabéis qué?
CONEJO1.-
¿Qué, qué?
CONEJO2.-
¿Qué pasa?
CATALINO.-
¡Hoy vamos al mercado, porque tenemos muchas patatas y cebollas y pimientos y
berenjenas!
CONEJO2.-
¿Y por qué no te lo comes todo en casa?
CONEJO1.-
¡Bruto, bruto!
CATALINO.-
¡Porque lo vamos a cambiar por maderas, para hacer muebles nuevos!
CONEJO2.-
¡Aaaahhh! ¿Y tú puedes llevar todo eso?
CATALINO.-
¡Claro! Soy muy fuerte y cada día lo soy más.
CONEJO2.-
¡Haalaa!
CATALINO.-
¡El mercado es muy divertido, hay de todo!
CONEJO2.-
¿También zanahorias?
CATALINO.-
También.
CONEJO2.-
¡Yupiiiii!
(Se pone a saltar como loco, los otros dos ríen, Catalino rebuzna. El amo se
despierta sobresaltado. Los tres se callan y le miran)
AMO.-
¿Qué pasa? ¡Anda, unos conejitos! ¡Bueno, en marcha, Catalino!
(Catalino rebuzna, sale de escena con su amo)
CONEJO1.-
Está contento Catalino.
CONEJO2.-
Sí que lo está.
CONEJO1.-
¡Pues yo también lo estoy!
(Sale de escena dando brincos)
CONEJO2.-
¡Y yo también, no te digo!
(Sale de escena con sus propios brincos)
(Cambio de decorado, ahora vemos la plaza del pueblo, muy bien adornada y con
distintos puestos y casetas. En una de ellas pone “El Burrito Catalino”.
Catalino cruza la escena, lleva a lomos a un niño, que va todo contento)
NIÑO.-
¡Como mola!
(El niño mira a todas partes, da pequeños saltitos de emoción, el burrito rebuzna,
contento)
NIÑO.-
¡Cómo mola!
(Salen de escena)
(Catalino cruza la escena, ahora con una niña a lomos, la mar de contenta, le
acaricia)
NIÑA.-
¡Qué guapo eres, burrito!
(Le abraza, emocionada)
¡Te quiero mucho!
(Catalino rebuzna feliz. Salen de escena)
(Aparecen los dos conejos)
CONEJOS1Y2.-
¡Estamos en feria!
CONEJO1.-
Vienen gentes de aquí y de allá.
CONEJO2.-
Los niños con Catalino quieren jugar.
CONEJO1.-
El burrito feliz está.
CONEJO2.-
Esta ha sido su historia.
CONEJOS1Y2.-
¡Si quieres, la puedes contar! ¡Viva Catalino!
(Salen dando brincos)
(La caseta de Catalino se mueve hasta el primer término, cierra sus puertas y en
ellas podemos ver un dibujo de Catalino, feliz)

FIN
El cuento de hoy es una sencilla historia para hablar a los niños del respeto a los
animales y de la responsabilidad de tener una mascota.
Que lo disfrutéis.
Recomendado a partir de 5 años.

Nicolás tiene un Gato


Autora: Isabel Tapiador

(Vemos el decorado de una calle, es por la mañana, gentes van y vienen.


En primer término hay un coche aparcado.
Entra en escena la madre de Nicolás, por la derecha)

MADRE.-
Nicolás, no te entretengas, que llegamos tarde.
(Entra Nicolás)
NICOLÁS.-
Ya voy, mamá.
(Caminan, se oye un débil maullido, Nicolás se para)
¿Has oído, mami?
MADRE.-
(Que tira de él)
Yo no he oído nada. ¡Vamos!
(Se oye el maullido de nuevo)
NICOLÁS.-
¿Has oído, has oído?
MADRE.-
¡Que nos cierran el colegio!
NICOLÁS.-
¡Pero mami!
(La madre tira de él y salen de escena por la izquierda)
(Seguimos en la misma calle, barullo de gentes y tráfico. Por la derecha, entra la
madre, apresurada)
MADRE.-
¡Vaya, se me ha pasado la mañana volando!
(Volvemos a oír el maullido, la madre se para, escucha, no se oye nada. Sigue su
camino apresurada y sale de escena)
(Entra un perro que olisquea aquí y allá, se acerca al coche aparcado, gruñe y se
va)
(Entra Nicolás por la izquierda)
NICOLÁS.-
¡Corre mami, era por aquí!
(Entra la madre, los dos se quedan parados escuchando, nada de oye)
MADRE.-
No hay nada, hijo. Vamos a comer.
(Siguen avanzando, Nico camina hacia atrás, se oye el maullido)
NICOLÁS.-
¡Ahora!
MADRE.-
Sí, creo que lo he oído.
NICOLÁS.-
¡Es un gatito, seguro!
(El gatito asoma la cabeza por debajo del coche)
NICOLÁS.-
¡Ahí está, qué bonito es!
(Nico se acerca corriendo al gato, que se esconde)
MADRE.-
Ten cuidado, te puede arañar.
NICOLÁS.-
¡Vamos a llevarlo a casa!
(La madre tira de Nico)
MADRE.-
¡Ah, no, no, no, no!
(Dicen el texto mientras salen de escena, la madre tirando de Nico y Nico mirando
hacia el gato)
NICOLÁS.-
¡Pero mami!
MADRE.-
¡Venga, ahora a comer y al cole!
NICOLÁS.-
¡Pero mami!
MADRE.-
Puede tener enfermedades y cosas.
NICOLÁS.-
¡Lo llevamos al médico!
(Salen de escena por la derecha. Se oye el maullido, Nico se asoma)
NICOLÁS.-
¡Volveré!
(Pasa un autobús, la calle está vacía, es la hora de comer. Un ave cruza la escena
volando)
(Oímos las voces de Nico y su madre)
MADRE.-
¡Me tienes la cabeza loca!
NICOLÁS.-
¡Anda, mami!
(Entran en escena por la derecha)
MADRE.-
A lo mejor lo está buscando su madre gata.
NICOLÁS.-
Es verdad.
(La madre suspira. Nico mira bajo el coche)
NICOLÁS.-
¡Aquí está, aquí está!
(Se oye el maullido)
NICOLÁS.-
¿Y si alguien lo ha abandonado?
MADRE.-
Puede ser, hijo.
NICOLÁS.-
¡Anda, mami!
(La madre le coge de la mano y se lo lleva)
MADRE.-
¡Ya veremos!
NICOLÁS.-
(Contento)
¡Ya veremos!
(Salen por la izquierda)
(El gatito sale de debajo del coche y maúlla, como llamándoles. Se esconde
rápidamente, entra el perro)
(El perro olisquea hasta llegar al coche, gruñe con más energía que antes, levanta
la pata y deja allí su aroma. Se va)
(Entra la madre, recorre la escena. Lleva un cesto grande en la mano)
MADRE.-
¡Siempre con prisa, siempre!
(Se oye el maullido, la madre se para)
MADRE.-
¡Ya te oigo, ya te oigo! ¡Hay que ver…hay que ver!
(Sale por la izquierda. Pasa el autobús)
(Nico entra corriendo por la izquierda, mira debajo del coche)
NICOLÁS.-
¡Gatito…!
(Se oye el maullido, entra la madre)
NICOLÁS.-
¡Aquí está, me ha contestado!
MADRE.-
¿Tú lo vas a cuidar?
NICOLÁS.-
¡Sí mami!
MADRE.-
¿De verdad, todos los días?
NICOLÁS.-
¡Sí mami, sí mami!
(El gatito asoma la cabeza y maúlla)
MADRE.-
Está bien, a ver si lo conseguimos.
NICOLÁS.-
¡Siiiiii!
(Le da un beso a la madre)
MADRE.-
Con cuidado, a ver si entra en la cesta.
(Tumba la cesta en el suelo)
NICOLÁS.-
¡Gatito…! Tenemos que ponerle nombre. ¡Ya lo sé, Bruno!
MADRE.-
¿Bruno?
NICOLÁS.-
¡Bruno…ven…!
(El gatito asoma la cabeza y luego todo él sale de debajo del coche)
MADRE.-
¡Ay, qué cochino está!
NICOLÁS.-
¡Yo lo lavo muy bien, muy bien, mami!
MADRE.-
¡Estupendo!
NICOLÁS.-
¡Aquí, Bruno!
(El gatito se cuela en la cesta)
NICOLÁS.-
¡Bieeeen!
(Nicolás abraza la cesta y la levanta)
MADRE.-
¡Hala todos para casa. O mejor, para el veterinario, que no sé a qué hora cierra!
(Sale apresurada por la derecha)
GATITO.-
¡Miaaauuu! No me gusta llamarme Bruno.
(Nico se asusta y suelta la cesta, que cae al suelo. Asoma el gatito)
NICOLÁS.-
¿Y qué nombre te gusta?
GATITO.-
Federico.
(Nico ríe)
GATITO.-
¿Oye, me vas a abandonar?
NICOLÁS.-
¡Noooo, nunca!
GATITO.-
¡Es que he pasado mucho frío y mucho susto!
NICOLÁS.-
¡Federico!
(Se abrazan, entra la madre)
MADRE.-
¡Nico, pero qué haces. Ponlo en la cesta, que está muy cochino!
NICOLÁS.-
Es que se llama Federico.
MADRE.-
¡Como si se llama Marco Antonio, a la cesta!
(El gato salta a la cesta)
NICOLÁS.-
¡Qué bueno es!
(Nico abraza la cesta y la levanta)
MADRE.-
¡Vamos, que nos cierran!
NICOLÁS.-
¡Vamos, Federico!
FEDERICO.-
¡Miaaauuu!
(Salen por la derecha)
(El ave cruza el cielo, el coche aparcado arranca y se va)

FIN
Esta historia está inspirada en una conocida fábula de Esopo, que tal y como
indica el refranero, nos enseña que la avaricia rompe el saco. Está recomendada a
partir de los cinco años.

La gallina de los huevos de oro


Autor: José Luis García

(Estamos en una vivienda muy pobre).


(Entra Hombre y deambula sin sentido de un lado para otro de la estancia).
HOMBRE.-
Tengo tanta hambre que no puedo ni estarme quieto… ¡Para! ¡Para de una vez!
(Sigue deambulando).
Ni yo mismo me hago caso… ¡Para de una vez, te digo!
(Deambula).
Sólo tengo agua para comer, agua para desayunar, agua para cenar… Sólo falta
que estalle una tormenta y comience a hacer frío para que mi mala suerte sea
completa…
(Se escucha un primer trueno y continuación otro y otro. Ha estallado una
formidable tormenta).
(El Hombre tiembla y tiembla).
HOMBRE.-
Tengo fri… fri… fri… Mucho frío…
(Tocan a la puerta: toc, toc, toc).
HOMBRE.-
¿Quién toca a la puerta?, si por aquí no pasa nunca nadie.
(Se acerca hasta la puerta y la abre).
(Entra un Viejo de barba blanca, aunque también puede ser morada y no pasa
nada. Lleva consigo un pequeño saco).
VIEJO.-
Buenas tardes. Pasaba por aquí y me ha sorprendido la tormenta. ¿Puedo
descansar un rato y sentarme junto al fuego?
HOMBRE.-
Entra, entra; aunque en realidad ya estás dentro… Pero no esperes ni fuego ni
una silla en la que sentarte, soy tan pobre, que cuando quiero comer bebo agua y
cuando quiero descasar me siento en el suelo.
VIEJO.-
Sentémonos en el suelo. Cuando ya eres viejo, lo mismo da suelo que silla.
(Ambos se sientan en el suelo).
VIEJO.-
No debes pasarlo muy bien aquí.
HOMBRE.-
No me he muerto de hambre de puro milagro. Hace dos días que no como nada
de nada.
VIEJO.-
¿Eso es todo el problema?
HOMBRE.-
Hombre, cuando lleve cuatro días sin comer será peor, ya lo sé.
(El Viejo abre su saco y saca varias provisiones, como pueden ser pan, queso,
jamón… Sea lo que sea, en todo caso, el tamaño de las cosas que saca del saco
debe ser mayor que el tamaño de este).
HOMBRE.-
¿Cómo pueden caber tantas cosas en un saco tan pequeño?
VIEJO.-
Comamos, que el pan está recién hecho…
(Ambos se dedican con gran afición a la comida, sobre todo el Hombre. Durante el
rato en el que comen, pueden oírse algunas exclamaciones: “eno, eno”, “jo, que
rico”, “recién hecho, je, je” y otras de la invención de los actores que intervienen).
(Pasado un tiempo prudencial, acaban de comer).
HOMBRE.-
Hacía años que no comía tan bien.
VIEJO.-
Ahora debo continuar mi camino. Voy lejos, muy lejos. Pero te dejaré un pequeño
regalo.
(El Viejo saca una gallina de su saco y la coloca en el suelo).
HOMBRE.-
¡Una gallina…! ¿Pero cómo pueden caber tantas cosas en tu saco?… ¿Es para
mí, para mí…?
VIEJO.-
Es toda tuya. Lo único que tienes que hacer es tratarla bien y resistir la tentación
de comértela, porque pone huevos todos los días, incluso domingos y festivos. Ya
verás que esta gallina te dará muchas alegrías.
(Suena un trueno).
VIEJO.-
Tengo que irme. Me llaman.
HOMBRE.-
Una gallina, una gallina que pone huevos…
VIEJO.-
Adiós, que me marcho…
(Y sin decir ni media palabra más, el Viejo abre la puerta y sale por ella).
(Se escucha un trueno).
VIEJO.-
(En off).
¡Ya voy, ya voy!, ¡siempre con prisas!…
(La gallina corretea por el lugar).
HOMBRE.-
Una gallina, una gallina…
GALLINITA.-
¡Anda con el pavo!, si no sabe decir otra cosa…
(La gallina se esconde detrás de algún elemento de la escenografía).
HOMBRE.-
Una gallina, una gallina… ¿Y dónde está la gallina?
(De donde se escondiera la gallina sale rodando un huevo dorado, que llega hasta
donde está el Hombre).
HOMBRE.-
La gallina ha puesto un huevo… ¡Y qué grande!
(Se agacha y lo toca).
HOMBRE.-
Parece de o…
(El hombre trata de levantar el huevo, pero no lo consigue).
HOMBRE.-
Parece de or…
(El hombre consigue levantar el huevo con esfuerzo).
HOMBRE.-
¡Es un huevo de oro!
GALLINITA.-
(Que asoma de su escondite).
Debo tener cuidado con este pavo, porque listo, listo, no es.
HOMBRE.-
¡Un huevo de oro!
GALLINITA.-
¡Y dale…!
HOMBRE.-
Si vendo este huevo podré comprar comida, y a lo mejor muebles.
(Un segundo huevo sale rodando hasta el Hombre).
HOMBRE.-
¡Otro huevo de oro!
GALLINITA.-
Pongo huevos de oro. ¿Entonces no va a ser una bicicleta?
(El Hombre pone el primer huevo junto al otro).
HOMBRE.-
Dos huevos de oro.
GALLINITA.-
¡Y dale…!
HOMBRE.-
Los llevaré a la ciudad y los venderé, y me compraré comida, y ropa.
(Agarra los dos huevos de oro y sale del lugar, contento, feliz como una perdiz).
GALLINITA.-
Por fin un poco de tranquilidad…
(La gallina se oculta en su escondite y al poco, primero uno y luego otro, entran
rodando otros dos huevos de oro).
(Entra el Hombre, ahora vestido con ropajes lujosos).
HOMBRE.-
Me han dado tanto dinero por los dos huevos que puede decirse que soy un
hombre rico.
(El Hombre ve los otros dos huevos de oro).
HOMBRE.-
¡Dos huevos de oro!
GALLINITA.-
Ya empezamos otra vez…
HOMBRE.-
Si los vendo podré construirme un palacio. ¡Es que yo lo valgo…!
(Coge los nuevos huevos de oro y sale del lugar).
GALLINITA.-
¿Un palacio?, ¿quién te crees que eres?, ¿el Príncipe de los Huevos de Oro?
(Entra el Hombre).
HOMBRE.-
Vamos, pita, pita; vamos gallina, que van a demoler este lugar para construirme el
palacio. ¡Vamos, pita, pita!
GALLINITA.-
¿Pita, pita?, este pavo es más tonto que un ajo.
(Salen ambos).
(Sonará una música rítmica y al menos cuatro manos, con mucha prisa, cambiarán
la escenografía de la casa pobre, por la imagen de un palacio).
HOMBRE.-
(Que entra cuando la construcción del palacio ha terminado).
Ahora toda la ciudad es mía… Pero necesito más dinero para comprar todo el
país. ¿Por qué no?, así en lugar de un príncipe seré un rey. ¿Y si soy un rey por
qué tengo que esperar a que una simple gallina ponga los huevos que necesito?
(Deambula por el lugar, pensando).
HOMBRE.-
Si esa gallina pone huevos de oro, el oro debe tenerlo en la barriga; y debe tener
mucho, muchísimo… ¿Para qué voy a esperar a que ponga los huevos si puedo
tener todo el oro de una vez?
(Ríe).
HOMBRE.-
Gallina, gallinita…
(El Hombre se acerca hasta el palacio y entra en él).
HOMBRE.-
(En off).
Gallina, gallinita…
(Vemos al Hombre en lo alto del palacio, con la gallina entre sus manos).
GALLINITA.-
¿Se puede saber qué vas a hacer, cara de ajo?
HOMBRE.-
!Tendré todo el oro de una vez!
(El Hombre lanza a la Gallina desde lo alto del palacio. Ésta cae en cámara lenta).
GALLINITA.-
(Mientras cae).
¡Eres una mala persona!… ¡Asesino de gallinas!…
(Cuando al fin la gallina cae al suelo, desaparece, se escucha un trueno, y luego
otro, y otro. Desaparece el palacio y el Hombre con sus lujosos vestidos).
(La tormenta seguirá hasta el final de la obra).
(Durante unos instantes no habrá nada en la escena, sólo el sonido de los
truenos).
(Al rato, entra el Hombre, de nuevo con sus vestidos andrajosos).
HOMBRE.-
Lo he perdido todo. Hasta mi antigua y mugrienta casa he perdido. Sólo me
quedan los harapos con los que visto.
(Dos manos salen desde abajo y lo desnudan, llevándose su ropa).
(Suenan los truenos).
HOMBRE.-
¡No os llevéis mi ropa!… He perdido todo por culpa de una gallina.
(Sale el Hombre).
(Por el otro extremo del escenario entran el Viejo y la Gallina).
GALLINITA.-
¡Si es que el pavo ese me ha matado!
VIEJO.-
Es que la avaricia es muy mala.
GALLINITA.-
La avaricia y la tontería… Que ese pavo era más tonto que un ajo.
VIEJO.-
Ya lo sé, ya lo sé.
GALLINITA.-
Ten más cuidado con el próximo, oye.
VIEJO.-
Ya lo sé. Es que la avaricia es muy mala.
GALLINITA.-
Era muy tonto, todo el día gritando: ¡un huevo de oro, un huevo de oro! Loca, loca
me tenía…
(Salen ambos).
GALLINITA.-
(En off).
¡Menudo pavo!

FIN
Texto teatral inspirado de manera libérrima en una antigua fábula, conocida con el
nombre de “El castillo de maese Falco”. En la historia participan tan sólo dos
personajes. Recomendada a partir de los 7 años.

El Viejo y el Diablo
Autor: José Luis García

(Se escucha el ruido de los truenos y del mar embravecido. La oscuridad se rompe
tan sólo con los fogonazos de los relámpagos, que nos dejan vislumbrar la silueta
de un pequeño velero, movido como un títere por el viento. Tal es la fuerza de la
tormenta que el barquito, vencido y agotado, se hunde entre las olas).
(Se ilumina la escena, amanece. Estamos en una isla y escuchamos el sonido del
mar, ahora tranquilo. El Viejo entra en escena, arrastrándose, exhausto, y se deja
caer el sobre la tierra).
VIEJO.-
(Para sí mismo).
He perdido mi barco, y todo lo que tenía.
(Un sonido extraño domina la escena y entra el Diablo, que avanza como si
flotara. Se acerca hasta el Viejo).
DIABLO.-
(Cada vez que habla, gesticula de manera exagerada y marca en exceso su
expresión).
Hola, Viejo. Vengo a llevarte a mi reino, donde nunca pasarás frío.
VIEJO.-
¿Tan mal me he portado en la vida que mi destino es el infierno?
DIABLO.-
No es eso. Es que has naufragado en una isla perdida, a la que nunca vienen los
ángeles. Sólo yo y los tiburones solemos desembarcar por aquí de vez en cuando.
VIEJO.-
Pero aún estoy vivo.
DIABLO.-
Un detalle sin importancia. Aquí no encontrarás comida ni bebida.
VIEJO.-
Tienes contestación para todo.
DIABLO.-
Ya sabes. El Diablo sabe más por viejo que por Diablo.
VIEJO.-
Aunque en este caso, el viejo soy yo.
DIABLO.-
Eso es cierto.
VIEJO.-
Te propongo un juego mientras llega la Muerte.
DIABLO.-
Si quieres la llamo. No está lejos. Ha ido a dar un paseo con la familia.
VIEJO.-
¿No tendrás miedo a perder en un juego contra un pobre náufrago?
(Suena un trueno).
DIABLO.-
¿Has dicho miedo?, ¿qué juego es ése?
VIEJO.-
Te reto a tres preguntas, ya que tanto sabes. Si no respondes a ninguna, me
concederás un deseo.
DIABLO.-
Trato hecho, Viejo. ¿Cuál es la primera pregunta?
VIEJO.-
¿Por qué los cangrejos caminan hacia atrás?
DIABLO.-
¡Por mi abuelo!, ¿qué se yo de cangrejos?
VIEJO.-
Si no lo sabes, va una a mi favor.
DIABLO.-
De acuerdo. Me quedan otras dos.
VIEJO.-
¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?
DIABLO.-
¡Por mi abuelo!, ¿otra pregunta de animales? Nadie conoce la respuesta. Si digo
que la gallina, me preguntarás de qué huevo salió. Y si digo el huevo, preguntarás
qué gallina puso ese apestoso huevo.
VIEJO.-
Entonces, ya van dos a mi favor.
DIABLO.-
Estamos de acuerdo, pero ¡por mi abuelo!, que la tercera no sea de animales, que
la zoología nunca me ha interesado.
VIEJO.-
Así sea. Puesto que tanto lo has nombrado, dime, ¿quién fue tu abuelo?
DIABLO.-
¿Cómo voy a saberlo? Las cosas de familia son complicadas y nunca conocí a mi
abuelo.
VIEJO.-
He ganado entonces. Son tres las preguntas que no has sabido responder.
(Suena un trueno).
DIABLO.-
¿Cuál es tu deseo? No vayan a decir que el Diablo es mal perdedor.
VIEJO.-
Quiero un castillo sólo para mí, lleno de comida y de gentes que me sirvan como a
un Rey.
(Se escucha otro trueno y vemos cómo a lo lejos emerge un imponente castillo).
DIABLO.-
Ahí lo tienes. Disfrútalo mientras puedas.
VIEJO.-
Muchas gracias, amigo Diablo. Y da recuerdos a la familia.
(Sale).
DIABLO.-
¡Vaya con el Viejo!
DIABLESA.-
(En off).
Diablo, ¿dónde te has metido?
DIABLO.-
Enseguida voy, querida.
DIABLESA.-
(En off).
Tú con los amigotes y mientras tanto la comida se enfría. Date prisa, ¡por tu
abuelo!
DIABLO.-
¡Maldición!
DIABLESA.-
¡Diablo!
DIABLO.-
¡Voy!
(Y con una explosión, desaparece de escena).

FIN
Este simpático texto teatral nos habla de aquellos que se creen más listos que los
demás. La historia se desarrolla con cinco personajes y con una trama sencilla y
luminosa. Recomendado a partir de los 4 años.

El cerdito glotón

(Un espacio vacío. Entra Juancho, que trae un recipiente de comida para
animales, y lo deja en el suelo).
JUANCHO.-
¡Fifí!, ¿dónde estás? Aquí tienes tu comida.
(Sale y deja el recipiente a la vista).
(Entra Fifí, un gato, que se acerca hasta la comida y pronto se pone a comer, con
parsimonia).
GLOTÓN.-
(En off).
Miau, miau.
FIFÍ.-
Vaya, un colega.
(Entra Glotón, un cerdito).
GLOTÓN.-
Miau, miau.
FIFÍ.-
Eres raro para ser un gato.
GLOTÓN.-
Eso es porque hace tiempo que no como nada. Y tengo mucha hambre… Miau.
FIFÍ.-
Si comparto mi comida contigo, los dos nos quedaremos con hambre.
GLOTÓN.-
Hace días que no como. Miau.
FIFÍ.-
De acuerdo. Dicen que hay que ser generosos.
(Glotón se acerca hasta la comida y pronto, entre los dos, acaban con el manjar).
GLOTÓN.-
¡Qué pronto se ha acabado! Gracias, amigo gato. No te olvidaré. Miau.
(Sale).
FIFÍ.-
Yo tampoco te olvidaré. ¡Menudo tragón!
(Sale también).
(Entra Juancho con otro recipiente de comida para animales. Lo deja en el suelo y
recoge el que está vacío).
JUANCHO.-
¡Tobi!, aquí tienes tu comida.
(Sale con el plato vacío de Fifí).
(Entra Tobi, un perro, que se acerca rápido hasta el plato).
TOBI.-
(Desde que entra).
Comida, comida; ¡oh! Comida, comida; ¡oh!
GLOTÓN.-
(En off).
Guau, guau.
TOBI.-
Vaya, un compadre.
GLOTÓN.-
(Que entra).
Guau, guau.
TOBI.-
(Que deja de comer).
¿Qué clase de perro eres?
GLOTÓN.-
Soy un perro de lodos.
TOBI.-
Conocí a un perro de aguas.
GLOTÓN.-
Yo soy un perro de lodos. Te extrañas de mi aspecto por el hambre que paso.
Guau.
TOBI.-
¡Hambre! Eso es malo, compadre. Malo, malo, malo.
GLOTÓN.-
Si compartieras tu comida con un compadre… Guau.
TOBI.-
¿Compartir, compartir? De acuerdo, compadre. No es bueno pasar hambre.
(Glotón ser acerca hasta la comida y en un visto y no visto, entre los dos, dejan
vacío el plato).
GLOTÓN.-
Ya está vacío.
TOBI.-
Ya te digo… Eres más rápido que mi amigo Bobi.
GLOTÓN.-
Saludos, amigo perro. Debo seguir mi camino. Guau.
(Sale).
TOBI.-
No le dije nada, pobre; pero es el perro más feo que jamás conocí.
LISTO.-
(En off).
Adiós, cerdo.
(Entra Listo, un conejo).
TOBI.-
¿Por qué has llamado cerdo a mi compadre?
LISTO.-
Porque es un cerdo.
TOBI.-
No es muy cochino para ser perro.
LISTO.-
No es un perro, es un cerdo.
TOBI.-
Pero si me saludó, y me dijo: ¡guau!
LISTO.-
Yo también puedo decir guau, y sigo siendo un conejo.
TOBI.-
Pues ese cerdo me ha engañado y se ha comido la mitad de mi comida.
FIFÍ.-
(Que entra).
¿De quién habláis?
LISTO.-
(Que ríe).
No te lo vas a creer, pero a éste lo han engañado y se han zampado la mitad de
su comida.
TOBI.-
Con esa nariz chata, me pareció raro para ser perro.
FIFÍ.-
¿Nariz chata?
(Ríe).
No era un perro, era un gato.
LISTO.-
(Que ríe de buena gana).
¿No me digas que también se ha comido la mitad de tu comida?
(Ríe).
FIFÍ.-
Me dijo que era un poco raro por el hambre que pasaba.
TOBI.-
Soy un perro tonto.
FIFÍ.-
Y yo un tonto gato.
LISTO.-
No os preocupéis. Menos los dientes de mi primo Piños, todo tiene solución. Venid
conmigo.
TOBI.-
¿Tienes un plan?
FIFÍ.-
¡Me encantan los planes!
(Salen los tres).
(Entra Juancho, con otro plato de comida, que deja en el suelo, y recoge el plato
vacío).
JUANCHO.-
¡Glotón!, ¡tu comida!
(Sale).
GLOTÓN.-
(Que entra).
¡Comida, comilona!
(Se acerca hasta el plato y da vueltas alrededor de él).
¡Comida, comilona!
TOBI y FIFÍ.-
(En off).
¡Oink, oink!
GLOTÓN.-
¿Eh?
TOBI y FIFÍ.-
(Que entran y se abalanzan sobre el plato de comida).
Oink, oink.
GLOTÓN.-
Vosotros no sois cerdos.
FIFÍ.-
¿Por qué no? Si tu puedes gato.
TOBI.-
Y también perro.
FIFÍ.-
Bien podemos ser nosotros unos cerditos.
(Y antes de que Glotón pueda reaccionar, entre perro y gato hacen desaparecer
toda la comida).
FIFÍ.-
Adiós, colega… Oink.
TOBI.-
Hasta pronto, compadre… Oink.
(Salen ambos y entra Listo).
GLOTÓN.-
Esto es injusto. Yo comí la mitad del plato de cada uno. Y ellos han dejado el mío
vacío.
LISTO.-
Tú has comido dos mitades, que hacen un plato entero. Y ellos también han
comido dos medios platos. Así que estáis en paz.
GLOTÓN.-
Los conejos sois unos liantes.
(Sale).
LISTO.-
Ya lo decía mi abuelo.
TOBI.-
(Que entra).
¿Y que decía, qué decía?
LISTO.-
Que quien se cree más listo que los demás, se engaña primero a sí mismo.
TOBI.-
Vaya. Mi abuelo sólo decía: guau.
LISTO.-
¿Nos vamos a jugar?
TOBI.-
¡Claro!, un buen perro siempre quiere jugar.
LISTO.-
Vamos allá.
TOBI.-
¡Guau!
LISTO.-
Bien dicho. ¡Guau!
(Salen ambos).

FIN
Este es un texto, recomendado a partir de los tres años, en el que nuestro
protagonista comienza a descubrir el mundo. En la historia hace grandes
descubrimientos, como conocer al sol, al viento y a la luna.

El Gusanito regordito

Autor: Jose Luis Garcia

(Estamos en el campo. Entra un Gusanito de muchos colores, algo regordete;


lleva puesto un sombrero de paja).

GUSANITO.-
¡Vaya! Esta es la primera vez que salgo sólo de casa.

MAMÁ.-

(En off).

No te alejes.

GUSANITO.-

No. mamá.

(Avanza por la escena. En el cielo aparece el Sol).

GUSANITO.-

¡Hala!, qué calorcito.

(Ve al Sol).

Hola, ¿tú quién eres?

SOL.-

Soy el Sol.

GUSANITO.-

Ahora se está más calentito.

SOL.-

Es que cuando salgo de entre las nubes, caliento todas las cosas.

GUSANITO.-

Je, je.

(Gusanito va de aquí para allá).

¡Se está muy bien aquí!

Je, je.

(Sigue con su ir y venir alegre).

SOL.-

Adiós, Gusanito. Tengo que irme. Ya nos veremos otro día.


GUSANITO.-

Adiós.

(El Sol se va. Enseguida comienza a soplar el viento).

¡Qué frío!

(De repente se vuela el sombrero de Gusanito).

¡Oye, vuelve aquí!

(Gusanito persigue a su sombrero, pero éste impulsado por el viento, va primero


de izquierda a derecha, luego sube muy alto, luego se lanza en picado hacia
Gusanito, lo roza, y sale disparado hacia otro lado).

¡Vuelve!, no quiere perderte. No quiero que me riña mi mamá por haberte perdido.

(Continúa la persecución, pero en un momento dado, el sombrero vuelve a subir


muy alto y cuando está arriba, deja de soplar el viento, y el sombrero cae
suavemente sobre la cabeza de Gusanito).

Menos mal. Ya estoy cansado de tanto correr.

(Ahora, ya con su sombrero, avanza un poco hacia la izquierda, se detiene,


avanza hacia la derecha y se detiene de nuevo).

No sé hacia dónde ir para volver a mi casa.

(Sale por la izquierda, entra, sale por la derecha, entra).

No sé dónde estoy. Estoy echo un lío. A lo mejor me he perdido.

(Sale por la izquierda. La Luna aparece en el cielo. Entra Gusanito).

GUSANITO.-

(A la Luna).

Hola, ¿quién eres?

LUNA.-

Soy la Luna. Aparezco en el cielo cuando es de noche.

GUSANITO.-

Me he perdido. ¿Sabes dónde está mi casa?


LUNA.-

No lo sé. Es la primera vez que te veo.

GUSANITO.-

Vaya…

LUNA.-

Espérame aquí. Antes vi a alguien por el bosque.

GUSANITO.-

A lo mejor me están buscando.

LUNA.-

Le iluminaré el camino hasta aquí. Pero es importante que no te muevas de este


sitio.

(Sale la Luna).

GUSANITO.-

¡Vale!

(Avanza hacia la derecha).

¡No!, le prometí a la Luna que no me movería.

(Se detiene).

(Avanza hacia la izquierda).

¡Tengo que esperar aquí!

(Se detiene).

(Aparece la Luna en el cielo).

PADRE.-

(En off).

Gusanito, ¿eres tú?

GUSANITO.-

¡Papá!
(Entra el Padre y Gusanito corre a su encuentro).

¡Papá! Ya pensaba que no podría volver más a casa.

PADRE.-

Llevo mucho tiempo buscándote. No debiste alejarte tanto.

GUSANITO.-

Es que conocí al Sol, que es bueno; pero luego vino el Viento, que es malo, y se
llevó mi sombrero.

PADRE.-

El viento no es malo. Lo que pasa es que le gusta jugar, como a tí.

GUSANITO.-

¿De verdad?

PADRE.-

Claro. Seguro que le gustó tu sombrero y por eso se puso a jugar contigo.

GUSANITO.-

¡Anda!

PADRE.-

Venga, volvamos a casa.

GUSANITO.-

¡Vamos a casita! ¿Y otro día podré volver a jugar con el Sol y con el Viento.

PADRE.-

Claro, y vendremos juntos.

GUSANITO.-

¡Bien!

(Salen ambos).

(Enseguida entra Gusanito).

GUSANITO.-
(A la Luna).

Adiós. Tú también eres buena.

PADRE.-

¡Vamos, Gusanito!

LUNA.-

Adiós, Gusanito.

(Sale Gusanito. Y se oscurece la escena).

FIN

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