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Guía de lectura Nº 2.

Lineamientos, ejes

1- La angustia signo del deseo.

2-La enseñanza, el método: el catálogo,el análogo, la llave

3-El rasgo unario

4- La presencia de A: el análisis. “El deseo es el deseo del Otro”

5-Función del deseo: Hegel, Lacan

6-El esquema de la división subjetiva

El seminario 10 Lacan lo dictara entre 1962 y 1963. El lugar es el Hospital Santa Ana en Paris.

Este seminario es por muchos motivos muy importante en la obra de Lacan. El más
significativo es que es el seminario donde hay una elaboración mucho más estricta y rica de lo
que llamo objeto a. Objeto intratable, objeto de la angustia, objeto que se resiste a la
significantizacion, que va a operar como causa de deseo.

Vamos a situar algunas cuestiones que desarrolla en esta sesión, donde retoma la referencia
de que la angustia está ligada al Deseo del A. El deseo como deseo del A, tiene como condición
la formulación freudiana de la existencia del deseo inconsciente.

La primera parte de la sesión Lacan se detiene en la pregunta o la cuestión que supone la


enseñanza del psicoanálisis. Dice ¿Que es enseñar, cuando lo que se trata de enseñar, se trata
precisamente de enseñarlo, no solo a quien no sabe, sino a quien no puede saber? Lo que el
psicoanálisis nos enseña, ¿cómo enseñarlo? Jorge Jinkis en el libro Lo que el psicoanálisis nos
enseña, plantea justamente que lo que nos enseña el psicoanálisis es el descubrimiento del
inconsciente, no el inconsciente. La experiencia de la existencia del inconsciente es algo que
realiza cada analizante en el trabajo de análisis, no se trata de un saber acumulable, pero
Lacan insta a los analistas a interrogarse del modo en que se hacen cargo de los efectos de ese
descubrimiento.

Lacan vuelve sobre la pregunta de cómo abordar la cuestión de la angustia como afecto
tratando de sortear el escollo psicológico, sobre todo el de la comprensión e Introduce la
cuestión del método. Primero el método del catálogo y luego el análogo, ambos ligados a este
escollo de la comprensión, es decir a la psicología. Y propone otro que llamara el método de la
llave. “La llave es algo que abre y al abrir funciona “. Eso que abre supone como cuestión
inicial, que no hay emergencia de un sujeto sino a partir de la introducción primera, dice, de un
significante. El más simple, el rasgo unario. Es lo que llama el initiun (comienzo) del sujeto.

Vamos a volver sobre esto, pero lo que abre, lo que nos lleva al problema de la angustia, en
principio es suponer un sujeto constituido por el significante, el rasgo unario esta antes que el
sujeto. De ahí partimos.

“Simplex, singularidad del rasgo, eso es lo que nosotros hacemos entrar en lo real, lo quiera lo
real o no. Una cosa es segura, que entra, y que ya ha entrado ahí antes de nosotros. Por esa
vía, todos esos sujetos que dialogan desde hace ciertamente, algunos siglos, tienen que
arreglárselas como pueden con esa condición, que precisamente entre ellos y lo real está el
campo del significante, porque ya fue con ese aparato del rasgo unario como se constituyeron
como sujeto”. (p. 31).

Si en el análisis hay algo que es anterior, como dice Lacan, a lo que podemos elaborar, lo
llamara la presencia del A. Por eso no hay autoanálisis, ya que el A esta ahí aun donde no se lo
suponga.

Recordemos que en la sesión primera evoca la angustia a propósito del apólogo de la mantis
religiosa para plantear que la angustia está en relación con el deseo del A. Otro que sitúa en A.

“A este Otro antes de saber que significa mi relación con su deseo cuando estoy en la angustia,
lo sitúo de entrada en A.”

Lacan retoma su aforismo, el deseo del hombre es el deseo del Otro. También menciona lo que
comenzó a articular en las Jornadas provinciales organizadas por la Sociedad Francesa de
Psicoanálisis en el año 1962.En su intervención en esas Jornadas Lacan trabaja sobre la
relación entre deseo, fantasma y angustia y retoma su aforismo sobre el deseo como deseo del
Otro. Se detiene en esa ponencia en el análisis gramatical de este aforismo, resaltando que no
se trata de hacer entrar en ella el genitivo objetivo. El deseo del hombre es el deseo del A se
articula así: es el deseo del deseo del A, lo que me viene como objeto es el deseo del A. “Lo
que es mi objeto, el deseo del A, de eso se trata. “. “El funcionamiento de mi deseo de hombre
es algo que se relaciona con el deseo del A, es decir con algo problemático”. “Mi objeto es un
sujeto, pero lo que se me escapa es que en el momento en que se llega a eso, yo no lo soy
(suis), sino que me vuelvo objeto “. Esto último es lo que va a retomar en esta sesión, que
como deseantes somos objeto. Vamos a delinear algunas de estas cuestiones.

Primero en el orden de la pregunta acerca de los interlocutores de Lacan en el seminario, en


las primeras sesiones claramente le responde a André Green, quien plantea en su libro La
concepción psicoanalítica del afecto, una crítica a Lacan por lo que considera su
intelectualismo. Por eso pone el acento en esta sesión que su concepción del deseo no es
Hegeliana. “Sin duda, si hay alguien que no ha despreciado lo que nos aportó la
Fenomenología del Espíritu, ese soy yo. Pero si hay un punto donde es importante señalar el
progreso, por emplear este término, me gustaría más aun decir el salto que damos respecto de
Hegel, es sin duda concerniente a la función del deseo” (p.32). Por un lado, el reconocimiento
de una deuda por el otro algo deja caer de Hegel y lo propone como un salto, termino de
resonancias Heideggerianas quien define el pensar como salto más que progreso, que modifica
la idea de un fundamento y su vez supone un corte.

Vamos a tomar la referencia de Lacan a Hegel, pero para marcar la diferencia en cuanto al
deseo y la concepción del A en ambos.

Hegel trata sobre el deseo en su libro Fenomenología del Espíritu (1807), una obra como dicen
sus críticos escrita de una manera torrencial. Se ha traducido el termino deseo de diferentes
modos y con resonancias distintas. En alemán es Begierde, la traducción francesa sobre todo la
realizada por Hyppolite es desie, deseo. También otros como Roses lo tradujo como apetencia,
apetito. En la Fenomenología el deseo emerge en lo que Hegel llamara un tercer tiempo del
modo de manifestación del espíritu. El primer modo es la certeza sensible, un objeto puesto
frente a una conciencia, en ese nivel aún no está el deseo. El segundo modo es la conciencia
como percepción de una cosa y sus propiedades. tampoco aquí está el deseo. En un tercer
modo o momento en que la conciencia trata de buscar la verdad de las cosas y ya no sus
propiedades sino algo que va más allá, Hegel sitúa el entendimiento. Momento donde la
conciencia se vuelve reflexiva, vuelve sobre sí misma y se toma como objeto, por lo tanto, se
vuelve autoconciencia. Ahí Hegel ubica al deseo. El deseo desea solo a otra autoconciencia. En
el deseo la otra autoconciencia es para mí un objeto. En Hegel el deseo es deseo de deseo, es
activo, negativo, destructor del otro en su otredad y se ejerce en función de un deseo de
reconocimiento. La condición del deseo es la alteridad, pero de esa alteridad que se revela en
el deseo es de lo que el deseo busca apoderarse.

¿Cuáles son entonces las diferencias entre ambos respecto del deseo?

La primera diferencia es el lugar del Otro. Nos remitimos a la página 32, ahí dice “en lo
referente a la dependencia de mi deseo respecto del deseante que es el Otro (en Hegel), con lo
que me enfrento es con el A de la forma más segura y articulada, es con el Otro como
conciencia “En Hegel el Otro es el 0tro como conciencia, el Otro es aquel que me ve. Para
Lacan el Otro está allí como inconciencia constitutiva, y esto supone definir el lugar del Otro en
función de lo que le falta “El Otro concierne a mi deseo en la medida de lo que le falta. Es en el
plano de lo que le 0falta sin que él lo sepa dónde estoy concernido del modo que más se
impone, porque para mí no hay otra vía para encontrar lo que me falta en cuanto objeto de mi
deseo “. Es decir que la vía de acceso al deseo no es la referencia a un objeto sino esa relación
necesaria a un Otro que no es el de la demanda sino el A desde la perspectiva de la falta y el
inconsciente, de lo que al A le falta y no sabe que le falta, es decir el A en el deseo ( A/).

Otra diferencia va estar ligada a la mediación entre el sujeto y el Otro. En Hegel “El deseo de
deseo, es deseo de un deseante que es el A, lo necesita para que el Otro lo reconozca, pero
recibir de él, el reconocimiento, ¿qué quiere decir esto? Que el A como tal instituye algo,
designado por a, que es aquello de lo que se trata en el plano de aquello que desea. Ahí está
todo el obstáculo. Al exigir ser reconocido, allí donde soy reconocido, no soy reconocido sino
como objeto. Obtengo lo que deseo, soy objeto, y no puedo soportarme como objeto, puesto
que dicho objeto que soy es en su esencia una conciencia, una selbst- bewusstsein
(autoconciencia). No puedo soportarme reconocido en el mundo, el único modo de
reconocimiento que puedo obtener. Ya no hay más mediación que la violencia. Tal es la suerte
del deseo en Hegel. “la formula, como la llama Lacan seria d (a): d (A)<a.

Para Hegel el A es conciencia y el reconocimiento debe pasar por el hecho de ser reconocido,
pero si soy reconocido soy reconocido como objeto, lo cual no puedo soportar por ser
autoconciencia. La mediación así supone en Hegel la violencia y la lucha por el puro prestigio.

Lacan propone otra fórmula d(a) < i(a): d (/A), A barrado, donde escribe la relación del deseo
del A con la imagen soporte de ese deseo. Esto es fundamental para empezar a pensar la
relación de la angustia con el fantasma.

Si nos detenemos en la formula veremos que i(a) imagen de a, está en una suerte de
mediación en relación al deseo del A, pero una mediación que no va a ser la de la violencia
hegeliana ligada más a una encerrona especular con el otro. Acá la mediación es la de la
imagen, que Lacan la llama imagen soporte del deseo, y señala la ambigüedad del termino ya
que es una notación que también utiliza para la imagen especular. Dice “Todavía no sabemos
cuándo, cómo y porque este i(a) puede ser la imagen especular, pero sin duda es una imagen.
No es la imagen especular, es del orden de la imagen, es aquí el fantasma. No dudo en esta
ocasión, en recubrirlo con la notación de la imagen especular. Digo pues, que este deseo es
deseo en tanto que su imagen –soporte es el equivalente del deseo del A. “(p. 34).
La imagen con la que se recubre el fantasma es equivalente al deseo del A. Es decir es lo que se
inventa como respuesta al deseo del A. El fantasma aparece acá ligado a algo de una imagen,
pero no del orden de lo especular, como respuesta y como sostén del deseo.

Si en Hegel la mediación es la violencia acá es la imagen soporte del deseo como respuesta al
deseo del A. imagen que la liga al fantasma.

El único modo que tiene el sujeto de acceder al deseo es atraves de una imagen, el deseo esta
articulado atraves de ella, pero no es articulable (lo que tiene que ver con el a).

El deseo entraña una estructura de señuelo por eso i(a) es equivalente al fantasma como
aquello con lo que el sujeto responde al deseo del A. Marcaríamos acá para seguir el hilo la
postulación de algo del orden de la imagen que no es especular, algo de lo imaginario que
constituye la respuesta fantasmatica que no se reduce a lo especular.

Para Lacan la mediación no es la violencia hegeliana ligada mas a un punto de partida centrado
en lo imaginario sino la mediación que tiene la función de la imagen en su doble articulación,
con el fantasma y con el moi (Yo).

Por ultimo nos situaremos en la página 35, donde Lacan retoma la cuestión de que el sujeto se
constituye a partir del significante y que debido a la existencia del inconsciente nosotros
podemos ser ese objeto afectado por el deseo.

Acá introduce el primer esquema de la división del sujeto, tomando como ejemplo el modelo
de una división matemática.

En una operación de división tenemos por un lado el dividendo y el divisor, y una pregunta,
acerca de cuantas veces un número (divisor), está contenido en el dividendo. En el esquema
que introduce Lacan, en el lugar del dividendo pone A, y S, sujeto aun no existente, en el lugar
del divisor. En A, entonces, cuantas veces S, sería la operación de división del sujeto en el
campo del A.

En esa división el primer resto es el sujeto, que a partir de la emergencia del rasgo unario se
inscribe como sujeto en el campo de A, del lado de S Lacan ubica al A barrado.

Ahora al finalizar la división ubica como resto de la división subjetiva al a. Esta es la primera
definición en el seminario del objeto a. Resto de la división subjetiva.

No hay síntesis en la alienación del S con el A, hay un resto. Ese resto Lacan lo llama a.

Por un lado, esta división supone que la relación entre el sujeto y el A, no es exacta, hay un
resto y ese resto es lo que nominamos a.

Por otro lado, Lacan alude a la función de la recurrencia en matemáticas, para significar la
infinitud del deseo y los elementos significantes.

La introducción de la función del a cómo resto es lo que pone un límite a la sucesión de los
elementos significantes.

Es decir que la repetición significante, como repetición del Uno, supone un límite que es
disruptivo, que discontinua a la repetición significante y que llamamos a, como resto de la
división, como aquello que no se inscribe entre un significante y otro.

Este resto, a, es lo que hace que el A no se agote en la función del UNO significante.
El A es el A porque hay un resto, un resto que no es el UNO. Es decir que el significante no
agota en Lacan la función del A.

“Ese resto, ese Otro último, ese irracional, esa prueba y única garantía, a fin de cuentas, de la
alteridad del A, es el a.”

Dejamos abierto aquí dos cuestiones, una que el a es garantía no del A sino de su alteridad, lo
cual es muy diferente, otra que tendrá que ver con que la función del A no se agota en su
dimensión significante, hay algo del A que vamos a ver no se reduce a una imagen o
significación, y que Lacan lo llamara el objeto a.

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