Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Vuelvo con el título, tal vez no nos deberíamos preguntar por lo urgente, sino
por la importancia de la teología, porque si algo no es importante, entonces
tampoco es urgente. En otras palabras, ¿Todavía hoy la teología dice algo al
ser humano, o se trata de una ciencia del pasado, que tal vez ha cedido su
puesto a otras disciplinas? O ¿La teología por sí misma se sostiene todavía?
De esto no hay dudas, la teología continúa siendo una disciplina que se
convierte en lo fundamental a la hora de dar respuesta a la pregunta por la
vida y su sentido, por la existencia de Dios y su relación con el hombre, por el
estudio del hombre mismo y en su relación con el Creador. Es decir, la
teología continúa siendo el hilo conductor de una serie de disciplinas, que a la
hora de la verdad busca dar la respuesta última a los interrogantes del
hombre por el Absoluto y por la existencia de sí mismo y del mundo que le
rodea.
En el título se habla de la teología con artículo definido, dos cosas se deben
tener en cuenta: la primera es la definición de teología, San Anselmo la
entendía como algo que tenía que ver con la fe, y que la razón buscaba
inquietamente, Fides quaerens intellectum. Pero cuando se plantea la
pregunta ya estamos haciendo teología. Una niña de 7 años se preguntaba
¿Quién hizo a Dios? Esta niña ya estaba haciendo teología. Simplemente
hacer teología es reflexionar sobre los grandes misterios de Dios con el fin
de comprenderlos y explicarlos al mundo de hoy. Hacer teología hoy es hacer
esa reflexión de tal manera que responda a necesidades del mundo hoy. La
segunda cosa, es que toda teología es universal y es particular: es universal
en cuanto que ella busca la comprensión de la fe, que es acogida de Dios y
por ser Dios infinito, entonces es universal. Pero también es particular porque
se hace en un lugar, con cierta subjetividad. De tal manera que hablamos de
teología jesuítica, colombiana, latinoamericana, etc.
--Para poder responder a las cuestiones que emergen del contexto socio-
histórico, la teología debe estar siempre abierta para captar la NOVEDAD de
la historia y poder así meditar sobre ella y hacerla comprensible a las
personas de esta época. La teología tendrá que estar abierta y atenta a los
signos de los tiempos, sin pretensión de agotar toda verdad, pero preocupada
en servir y señalar nuevos caminos.
Me parece importante tomar algunos ítems del discurso del Papa Juan Pablo
II, dirigido a los profesores de Teología en Alemania, aunque es de 1980 [8] .
--La relación de la teología con las nuevas antropologías. Podemos decir que
surgen hoy nuevos paradigmas en la(s) antropología(s) y cuál es su uso
teológico. ¿Qué antropología para la teología? La antropología
contemporánea se interesa por el hombre moderno, no por el hombre eterno,
y ése es el hombre actual, en cada sociedad y cultura que debe interesar a la
teología, pues es para él para quien ella elabora su discurso, se trata de
producir una antropología de la condición humana, no ya la de la naturaleza o
esencia del hombre.
Los maestros judíos pedían a los discípulos la adhesión a la ley. Jesús pide la
aceptación del Reino de Dios, que implica una adhesión muy peculiar a su
persona. A diferencia de lo que sucedía en las escuelas rabínicas, Jesús
pretende ser el único maestro, de manera que sus discípulos no deben
buscar a otro maestro ni pueden aspirar a serlo (Mt 23,8). La radicalidad
exigida por la adhesión a Jesús es sorprendente y hace preterir incluso un
deber tan sagrado como para los judíos era enterrar a los muertos (Mt 8,21-
22; 10,37). La palabra de Jesús reclama un valor decisivo: sólo sobre ella se
puede edificar auténticamente la vida (Mt 7,24-27) y sólo quien la acoja será
acogido por el Padre el último día (Mc 8,38; Lc 9,26).
Desde un punto de vista histórico, parece claro que Jesús tuvo rasgos
de maestro y de profeta, y que como tal lo vio la gente. Se le tiene por
Maestro y se dirigen a él con la expresión aramea rabbí (Mc 9,5; 10,51;
11,21) o con la griega didáskalos (Mc 10,17; 12,14.19; 14,14). [12] Pero a
diferencia de los rabbí de la época él mismo se elige a sus propios discípulos.
Tampoco hay duda de que mucha gente consideró a Jesús como profeta (Mc
8,28) y de que él mismo se presentó como tal directa (Mc 6,4) o
indirectamente (Mt 23,29-32.37). Los rasgos de maestro y de profeta no se
contraponen. En los dos últimos siglos antes del cristianismo, y en el primero
posterior, hay una asimilación creciente de las funciones de maestro y de
profeta. Los sabios adquieren rasgos proféticos, los profetas se van
convirtiendo en sabios inspirados [13] .
Preguntas como éstas las encontramos por todas partes, son el pan de cada
día, tanto en la academia, como en la calle, como en la Iglesia.
Cuando leemos los evangelios, notamos que Jesús habló de muchos temas
teológicos: resurrección, ángeles, de vida eterna, pecado, amor, de
demonios, recompensa en el cielo, de justicia, etc. que nos llevarían a
concluir que Jesús hizo teología. Pero su teología no procuró reflexionar
sobre los grandes misterios, ni tampoco pretendió que los oyentes
comprendieran esos misterios, ni que al oírlos pudieran explicarlos. Por el
contrario, parece que Jesús confundió a los oyentes.
“Es necesario nacer de nuevo” (Jn 3,3). ¿Y cómo puede ser un hombre ya
viejo nacer de nuevo? Nosotros le hemos oído decir, que derribaría este
templo hecho a mano y en tres días lo reedificaría (Jn 2,20). Estaban
confundidos. Hasta en la cruz, las personas que estaban al pie de Jesús, ante
las palabras “Eloí Eloí Lemá Sabactani” ellos murmuran diciendo: “Mirad está
llamando a Elías” (Mc 15,35). Por otra parte, en el evangelio de Juan leemos:
“No tienes cincuenta años y dices que has visto a Abraham” (Jn 8,57),
¿Cómo es eso? Para nosotros después de dos mil años, todas estas cosas
son muy fáciles de entender. Después de haber sido explicadas por los
padres de la Iglesia, por la tradición, etc.
EL MÉTODO DE CORRELACIÓN
Lo que dice Tillich, es que quien plantea una pregunta teológica no lo hace
porque quiera saber exactamente la respuesta a tal pregunta, sino que la
persona al plantearse tal cuestionamiento lo que tiene es un problema
existencial mucho más de fondo; entonces ¿Cuál debe ser mi función?, tratar
de comprender cuál es la situación humana en que se encuentra ese
individuo que lo lleva a hacerse tal pregunta, una vez que discierno cuál es la
situación, entonces le demuestro que en los símbolos cristianos hay
respuesta, pero no a su pregunta, sino a la pregunta que hay de orden
existencial en el fondo de la persona. Cuando la mujer samaritana pregunta,
¿Señor, dónde debemos adorar, en Jerusalén o en este monte? Jesús no le
dice que aquí o allá, porque eso no transforma la vida de la mujer.
CONCLUSIÓN
La figura que más daría cuenta del verdadero maestro es aquella del padre
de familia, que quiere darle toda su sabiduría a su hijo. De tal modo, que el
maestro que es padre no desea otra cosa, sino que su discípulo crezca, cosa
que en cambio el maestro-amo no quiere, porque es celoso de su supremacía
intelectual. El padre, en cambio piensa en su interior: a él le toca crecer, a mí
menguar, como decía Juan el Bautista con respecto a Jesús (Jn 3,30).
[1] Para esta parte me valgo de un artículo del P. João Batista Libanio,
profesor del Centro de Estudios Superiores de la compañía de Jesús, en
Brasil, en el libro: Teología y nuevos paradigmas, ed. Mensajero, Bilbao 1999,
pp. 37-50.
[5] 1 Tim 2,5 ei-j ga.r qeo,j( ei-j kai. mesi,thj qeou/ kai. avnqrw,pwn( a;nqrwpoj
Cristo.j VIhsou/j (Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre
Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre). Hch 4,12 kai. ouvk e;stin evn a;llw|
ouvdeni. h` swthri,a( ouvde. ga.r o;noma, evstin e[teron u`po. to.n ouvrano.n to.
dedome,non evn avnqrw,poij evn w-| dei/ swqh/nai h`ma/j (Y en ningún otro hay
salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el
cual podamos ser salvos).
[16] Acordémonos, que antes hemos dicho que un texto bíblico se tiene que
interpretar en su sentido completo, no solo en el ámbito del mismo texto.