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DERECHO PENAL I Alejandro Ron Arenas DA1

PRÁCTICA N º 6:

Caso A:

“(…) la agresión con arma blanca –navaja– del acusado Sr. Norberto J. al Sr. Fracisco. R. le
alcanzando e hirió en la pierna, produciendo esta acción y situación tal afectación a éste que, a
causa de su patología cardiaca, determinó un infarto que le llevó a la muerte tiempo después.
Norberto J. no quería tal resultado, pero lo produjo su acción. (…)

Ciñéndonos en primer lugar a las pruebas periciales médicas, vemos cómo hubo un primer
informe médico forense, folio 14, que habla en su apartado 4, de "que las posibilidades de
padecer esta patología cardiovascular, aun sin recibir agresión, eran muy altas”. Es cierto que,
en el informe necrósico del Instituto Nacional de Toxicología, se habla del desencadenamiento
por estímulo emocional, pero en vías de "posibilidad"; y, en otro párrafo del siguiente folio,
igualmente en el mismo sentido "los acontecimientos pudieron suceder en secuencia siguiente".
Por tanto, se reitera aquel carácter del proceso causal. Es más, el primer infarto se produce el
día de la agresión (25-8-99) y el fallecimiento el 12-10-99. En dicho informe se habla de "extensas
y numerosas cicatrices miocárdicas", "infarto de data de dos horas... además de otros focos en
fase de organización por tejido de granulación, de varios días de evolución".”

Determínese razonadamente si Norberto J. responde de un delito de homicidio por


imprudencia grave (art. 142 CP) y, en el caso de que sí, la pena que le correspondería.
(Supuesto de hecho de la SAP de Granada de 17-1-2002).

El art. 142.1 CP dispone: “El que por imprudencia grave causare la muerte de otro, será
castigado, como reo de homicidio imprudente, con la pena de prisión de uno a cuatro años.

Si el homicidio imprudente se hubiera cometido utilizando un vehículo a motor o un ciclomotor,


se impondrá asimismo la pena de privación del derecho a conducir vehículos a motor y
ciclomotores de uno a seis años. A los efectos de este apartado, se reputará en todo caso como
imprudencia grave la conducción en la que la concurrencia de alguna de las circunstancias
previstas en el artículo 379 determinará la producción del hecho.

Si el homicidio imprudente se hubiera cometido utilizando un arma de fuego, se impondrá


también la pena de privación del derecho al porte o tenencia de armas por tiempo de uno a seis
años.

Si el homicidio se hubiera cometido por imprudencia profesional, se impondrá además la pena


de inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión, oficio o cargo por un periodo de tres a
seis años.”.

En este caso debemos aclarar si la agresión con arma blanca es una imprudencia grave. Norberto
J. desconocía la patología cardiaca de Francisco, por lo que, no se llega a dar el criterio de
“previsibilidad” por el que uno solo es responsable de las consecuencias previsibles de sus actos.
Además, según el Instituto Nacional de Toxicología que realizó el informe forense, no se puede
determinar de manera segura si la muerte del sujeto se produjo por la puñalada.

Por todo esto Norberto J. solo respondería por un delito de lesiones, regulado en el art 147.1
del CP “El que, por cualquier medio o procedimiento, causare a otro una lesión que menoscabe
su integridad corporal o su salud física o mental, será castigado, como reo del delito de lesiones
con la pena de prisión de tres meses a tres años o multa de seis a doce meses, siempre que la
lesión requiera objetivamente para su sanidad, además de una primera asistencia facultativa,
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tratamiento médico o quirúrgico. La simple vigilancia o seguimiento facultativo del curso de la


lesión no se considerará tratamiento médico.”.

Todo esto junto con el art 148.1 del CP, “Si en la agresión se hubieren utilizado armas,
instrumentos, objetos, medios, métodos o formas concretamente peligrosas para la vida o
salud, física o psíquica, del lesionado.”.

En este caso, Norberto. J empleó un arma blanca, lo cual es claramente peligroso para la vida o
salud física del lesionado. Por lo tanto, debe ser castigado con una pena de prisión de 2 a 5 años,
por su agresión.

Caso B:

El día 15 de enero de 1997, Antonio López circulaba por una calle de Barcelona y, al llegar a un
cruce, se detuvo su vehículo, al estar en rojo el semáforo. En ese instante, y aprovechando que
se hallaba parado, José Luis Alonso, que iba detrás de él en su propio vehículo, se apeó del mismo
y, aproximándose a Antonio López, le recriminó una anterior maniobra que le había obligado a
frenar bruscamente. Ante esto, Antonio López salió de su coche y propinó un fuerte empujón a
José Luis Alonso que hizo caer a éste. Luego, Antonio López volvió al vehículo y siguió su camino.
A consecuencia de la caída, José Luis Alonso sufrió fractura de fémur derecho, siendo ingresado
en la "Clínica Asepeyo" el 27 del mismo mes -doce días más tarde- presentó un tromboembolismo
pulmonar con parada cardio-respiratoria, que dejó como secuela una encefalopatía anóxica,
siendo trasladado al Hospital de la Cruz Roja, donde se mantuvo en tratamiento hasta el 23
marzo del mismo año, falleciendo el 17 julio siguiente, concluyendo la autopsia, que la causa de
la muerte fue debida a la hemorragia con llenado de vías respiratorias en paciente descerebrado
y con antecedentes traumáticos.

Determínese razonadamente si existe alguna responsabilidad penal de Antonio López por los
hechos relatados y, en caso de que exista, qué pena le correspondería. Ténganse en cuenta
para ello, entre otros, los arts. 138, 142, 147 y 152 CP. (Supuesto de hecho de la STS 15-10-
1992).

José Luis Alonso fue a recriminarle una maniobra a Antonio que le obligo a frenar de manera
brusca, Antonio salió del coche y le dio un empujón, sin ninguna intención más que la de
quitárselo de encima.

Comenzaremos aclarando que la previsibilidad de la muerte por el empujón era casi nula. Sin
embargo, la fractura del fémur producida a causa del empujón sí que puede ser considerada
más previsible. Por ello se trata de un delito de segundos daños. Dada la poca previsibilidad de
la muerte, estamos ante un Caso Fortuito, por lo que se debe tener en cuenta si la mala suerte
debe ser punible o no, ya que ha sido fruto de la mala suerte más que de la peligrosidad de la
acción, al no haber una relación causal directa entre el empujón y la muerte de este.

El Derecho no castiga la mala suerte, es decir, la baja probabilidad de los sucesos, por lo que no
se aplicarían el art. 138 y 142 CP (homicidio y homicidio imprudente).

Aunque debería aplicar el art. 147.1 CP “El que, por cualquier medio o procedimiento, causare
a otro una lesión que menoscabe su integridad corporal o su salud física o mental, será
castigado, como reo del delito de lesiones…”, al haber una directa relación causal entre el
empujón y la fractura del fémur. Además, debemos tener en cuenta que las lesiones no habían
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sido producidas de manera imprudente sino intencionadamente. Aplicando el art. 147 CP se le


condena a una pena de prisión de 3 meses a 3 años o multa de 6 a 12 meses.

Por la gravedad que de la lesión se aplicará la pena máxima de 3 años.

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