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PRESENTADO POR
CELAPH COLOMBIA
BARRANCABERMEJA 2023
INTRODUCCION
Cada vez son más las víctimas que dejan los ataques con agentes químicos, pues
bien, según la organización internacional Acid Survivors Trust International cada
año son atacadas alrededor de 1.500 personas con agentes químicos y,
tristemente en Colombia el promedio anual es de 100 casos. En efecto, en el 2012
este país ocupó el primer puesto en número de víctimas per cápita, incluso por
encima de India, Pakistán y Bangladesh, países donde se registraban las tasas
más altas de ataques. A esto se suma que, “para los años 2013 y el 2014, se
presentaron 722 casos de quemados con agentes químicos en todo el país”,
según el Ministerio de Salud.
Cada vez es más frecuente escuchar sobre individuos que sufren un daño con
agentes químicos, ya sea con intención o sin ella, por eso en cualquier caso se
debe reconocer a esta como una “persona de especial protección constitucional”,
prevaleciendo todos sus derechos, en especial al de la vida, a la dignidad e
integridad física, psicológica y moral, a la familia, a la salud, a la participación, a la
protección, a la educación, al trabajo y al acceso a la justicia, a recibir una
orientación, asesoría jurídica y asistencia técnica legal de forma gratuita, entre
otros. Por esto, es de gran importancia tenerlos en cuenta para que el paciente
pueda gozar de ellos, sin ninguna restricción, y pueda defenderse ante posibles
injusticias. Asimismo, los profesionales puedan prevalecerlos, respetarlos y
asesorarlos en caso de que la víctima los conozca o no.
Ahora bien, cuando nos referimos al agresor, este debe asumir los costos de la
atención y asistencia de las víctimas, por lo que el Estado está en la plena
obligación de garantizar este derecho mediante la realización de las acciones
frente al agresor a través de la defensoría pública.
Por otra parte, el personal en salud debe estar preparado ya que es este la
primera línea de atención y el partícipe directo en la activación de la ruta de
atención integral. Por eso, tanto profesionales como pacientes deben conocer las
acciones posteriores a un ataque con agentes químicos. Primeramente, se debe
aplicar agua sobre la zona afectada por la sustancia. Después de ello, se debe
acudir a una Institución Prestadora de Salud (IPS), preferiblemente al hospital
especializado en estos casos, a efectos de recibir atención médica inmediata.
Además, se debe tener presente las instancias judiciales a donde recurrir en caso
de que se niegue la atención en cualquier etapa de la recuperación, como:
Derecho de petición, el cual se solicita respetuosamente de manera verbal o
escrita a la entidad pública o privada que le negó la atención integral de salud, que
le suministre el servicio al que tiene derecho, obteniendo una respuesta dentro de
los 15 días hábiles. De igual manera, se puede interponer una acción de tutela
directamente por vulneración del derecho fundamental a la salud. En dado caso de
hacer primero el derecho de petición y ser negado el servicio o no obtener
respuesta, se puede acudir a la acción de tutela, en donde el sistema judicial
cuenta con un plazo de 10 días para dar reparto y dictar sentencia. Asimismo, se
puede interponer una queja ante la Superintendencia Nacional de Salud.
Finalmente, es muy importante conocer sobre las opciones que tiene la víctima y
su familia en caso de encontrarse en riesgo durante el proceso penal, como, por
ejemplo, el identificar la posibilidad del cambio de domicilio o el traslado del
protegido de la zona de riesgo a otro sitio del territorio nacional. ya que esto le
brindará mayor confianza, bienestar y protección a esta; ya que esto le brindará
mayor confianza, bienestar y protección a esta.
Las agresiones con ácido son uno de los más crueles modos de violencia contra
una persona, para el caso, específicamente contra la mujer. Aunque se presenta
como problema a nivel mundial, relacionado con manifestaciones culturales o
religiosas, en Colombia, existe una relación directa de esta acción con el
comportamiento machista de hombres que pretenden someter y subordinar a sus
compañeras. El aumento que este delito ha tenido en el país evidencia la
necesidad de desarrollar políticas claras y efectivas contra ésta acción.
Se busca aportar un servicio oportuno, eficiente, de calidad y pertinente a la
víctima, de forma que las mujeres atacadas con ácido y su familia encuentren
personas que se preocupen por restituir sus derechos dentro del marco de respeto
por la dignidad humana. En la visión personal de quienes actúan como, enfoca sus
programas a: 1. Que las mujeres víctimas de quemaduras con ácido reciban un
trato digno que evite la doble victimización, es decir, la revictimización o
victimización secundaria. 2. Buscar acciones encaminadas a proteger a las
víctimas y a sus familias con actividades de fortalecimiento y atención que brinden
incentivos y se restituyan sus derechos. 3. Generar modelos interdisciplinarios e
institucionales que apoyen a las víctimas y a sus familias, que generen conciencia
social para evitar que los casos se repitan. 4. Ofrecer atención en las áreas de
psicológica social, jurídica, medicolegal e investigativa, de forma que se promueva
la recuperación y se generen mecanismos de autoprotección que le eviten de
nuevo, ser víctima de estos delitos o lo sufra algún integrante de su núcleo
familiar.
Esto lleva a dejar en claro que si conocemos del manejo integral y todo lo que
compete las leyes a este tema la victima se sentirá un poco mas confiada pues
contara con el apoyo que requiere durante todo su proceso y afianzara su
confianza y la de su familia para estar unidos.
CLONCLUSION
Estas agresiones provocan que las mujeres se sientan “incapaces” de realizar las
labores en las que se desempeñaban anteriormente y que les servían como
sustento para ellas y sus familias. Se sienten habitando otro cuerpo y, en ese
sentido, se convierten en extrañas para sí mismas y para otros (familia y sociedad
en general). Esto las ha puesto en situaciones de dependencia económica,
emocional y de cuidado que son asumidas por sus redes de apoyo, exacerbando
su vulnerabilidad socioeconómica y dejándolas expuestas a contextos de pobreza,
desigualdad, exclusión y opresión (Secretaría Distrital de la Mujer, s.f.).
A ello se suma que, aunque los costos de su recuperación deberían ser asumidos
en su totalidad por el Estado (de acuerdo con lo establecido en la Ley 1639 de
2013, el Decreto 1033 de 2014 y la Resolución 4568 de 2014 del Ministerio de
Salud y Protección Social), el desconocimiento de los derechos de las mujeres, la
omisión en las competencias institucionales y las demoras administrativas, hacen
que ellas deben asumirlos por su cuenta aumentando la vulnerabilidad económica.