Está en la página 1de 6

Gema Negrillo Pérez

16 de febrero de 2014

Al adentrarnos en el complejo mundo de los santuarios en el mundo ibérico, existe

una cierta tendencia, quizás por la gran influencia que tenemos del mundo clásico, a

buscar en sus restos materiales ejemplos de grandes y suntuosos edificios

dedicados a la adoración de una o varias divinidades. Sin embargo, lo cierto es que

el ámbito ibérico no responde a este tipo de estándares, puesto que desarrolla en la

mayoría de las ocasiones una sacralidad sin construcciones monumentales y de

carácter puntual y popular, sin élites que monopolicen el culto, abierta al aire libre y

vinculada a espacios naturales de gran calado, que a menudo aparecen cercanos a

fuentes de agua y bosques, posiblemente como parte de unos rituales que incluyen

la purificación antes de entrar o salir del oppidum (el centro urbano del que

dependen estos recintos). No suelen incluir sacrificios cruentos, sino que se llevan a

cabo en su lugar abluciones y libaciones con agua, hidromiel, aceites y otros

líquidos.

A pesar de que contamos con un elevado número de evidencias materiales

relativas a lo sagrado, aún es limitado el conocimiento que de ellas tenemos como

consecuencia de una serie de problemas, tales como el escaso impulso dado a

investigaciones dedicadas a los santuarios hasta hace relativamente pocos años y a


la pérdida de los materiales obtenidos de las primeras actuaciones como

consecuencia de metodologías de excavación poco desarrolladas. La falta de una

legislación que regulase, décadas atrás, el cuidado estatal de los bienes

arqueológicos extraídos de las actividades de excavación es otro motivo. Otro

problema destacado será la tendencia a difundir únicamente la parte más estética de

los santuarios, perdiéndose así durante años información muy valiosa e interesante

acerca de los aspectos menos destacados desde el punto de vista de la estética. Es

necesario destacar también la circunstancia de que, durante años, existió una falta

de aproximación teórica a temas como la religiosidad indígena, sobre todo si lo

comparamos con el conocimiento que tenemos sobre el mundo funerario y urbano.

Por fortuna, este último punto parece haberse diluido progresivamente en los últimos

años, con nuevas investigaciones que tratan de abarcar la complejidad del mundo

sagrado ibérico, donde la cultura material (bronces, esculturas, estatuillas, huesos

de animales, pebeteros…) destaca sobre una arquitectura de la sacralidad que no

existe tal como la entendemos para el mundo clásico.

En el sureste peninsular contamos con distintas clasificaciones de los santuarios,

que varían en función de su localización y funciones. Destaca especialmente la

llevada a cabo por Teresa Moneo, que en su Religio Iberica distingue cuatro grupos

fundamentales de santuario, incluyendo así, de una parte, los santuarios urbanos —

aquellos cuya localización se ubica dentro de los oppida ibéricos— y de los que

encontramos ejemplos tanto de santuarios de tipo doméstico, con una liturgia bien

diferenciada de aquella llevada a cabo en otros santuarios y templos. Incluye

ceremonias familiares y el culto a los difuntos y antepasados (encontramos

interesantes ejemplos en El Oral y en La Serreta de Alcoy, ambos en Alicante) que

se realiza en capillas domésticas. Encontramos también dentro de los santuarios

urbanos templos, recintos con inhumaciones infantiles como las halladas en Coimbra
del Barranco Ancho (Jumilla, Murcia), y santuarios ubicados dentro del área de

necrópolis del oppidum.

El segundo gran grupo de santuarios será el compuesto por los

denominados santuarios de entrada, cercanos a las puertas deloppidum, ya sea

intramuros o extramuros. Incluyen también aquellos santuarios portuarios vinculados

con vías marítimas o fluviales, que están profundamente relacionados con

actividades comerciales y de intercambio.

En tercer lugar encontramos los santuarios extraurbanos, ubicados a cierta

distancia del núcleo poblacional del que dependen y que pueden tener un carácter

comunitario y local, en cuyo caso destacan especialmente las cuevas-santuario

como la Cueva de L’Or en Beniarrés y los abrigos-santuario como La Camareta de

Hellín, ambas en Alicante. Han tendido a asociarse en los estudios con ritos de

paso, por hallarse en zonas con topografías abruptas y elevadas. Existen otras

variaciones dentro del grupo de los santuarios extraurbanos, como los comunitarios

de control territorial —a los que nos referiremos más abajo en el caso bastetano—,

los santuarios supraterritoriales situados en los límites fronterizos entre

distintos oppida, o los palatinos, concentrados en las zonas de influencia de palacios

y grandes viviendas y vinculados a ritos dinásticos con un ritual diferenciado del que

podemos encontrar en ámbitos domésticos más comunes.

Por último, hablaremos de los denominados como santuarios inciertos: zonas de

deposición de materiales relacionados con el culto, ubicados en lugares sin

construcciones determinables.

De todos ellos, quizás el modelo más discutido de santuario es el conocido

como santuario bastetano, un ejemplo de santuario territorial al aire libre y situado


junto a las principales rutas de comunicación y cuya cronología parece indicar que

comienza a aparecer durante el crecimiento agrícola de los oppida bastetanos. Se

‹‹territorializa›› así un paisaje que, sin formar parte directa del oppidum, depende de

él en cierto modo. No han sido estudiados en profundidad, por lo que conocemos

poco sobre ellos. A pesar de los esfuerzos en investigación, no se ha averiguado

más que unos pocos datos acerca de sus características fundamentales, como su

reducido tamaño, la ausencia total de estructuras constructivas en el terreno que

ocupan, y el hallazgo de restos cerámicos de carácter repetitivo (siempre aparecen

cuencos de borde entrante, platos y ollas de cocina) que aparecen rotos y en

cantidades masivas, posiblemente como parte de actividades de sacrificio y

libaciones; además de su ubicación en lugares elevados y con visibilidad del

territorio circundante y orientaciones, que varían en función de sus propias

necesidades. Algunos autores han destacado su relación con las cuevas-santuario,

donde aparece similar material cerámico, siempre fragmentado, y donde tampoco

aparecen estructuras de superficie. Si bien estos ejemplos son mucho más

numerosos en el área levantina y suelen aparecer asociados a ellos exvotos de

bronce —pequeñas estatuillas y figuras— que no se encuentran en los bastetanos.

La existencia de este tipo de santuario, sin embargo, ha sido puesta en duda por

autores como Moneo, que opinan que los datos aportados a su favor son aún

insuficientes, frente a otros investigadores como Adroher y Caballero, que la

defienden apoyándose en una de sus características más destacadas: la fractura

sistemática de los materiales cerámicos asociados a ellas y que consideran parte de

un ritual complejo de connotaciones sacras, y que por tanto muestra clara de la

existencia de un santuario, a pesar de la inexistencia, ya comentada, de elementos

constructivos asociados. A esta característica se suma, en aquellos casos en que los

procesos postdeposicionales no han impedido un correcto estudio ceramológico, un


reparto diferencial de las formas cerámicas en zonas bien distinguidas, de la que

deducen una acumulación voluntaria de los materiales y, por tanto, refuerza la idea

de un depósito de carácter sagrado.

Quedan aún interesantes cuestiones por resolver, preguntas acerca de las

implicaciones sociales de la sacralidad ibérica, las causas de la elección de los

lugares, la influencia de los ámbitos locales y la relación con las divinidades que,

investigaciones futuras, habrán de esmerarse en resolver.

Bibliografía|

ADROHER AUROUX, ANDRÉS MARÍA “Un nou model de sacralitat ibèrica: els

espais rituals bastetans”, Cota Zero: revista d’arqueologia i ciència, 20 , págs. 10-16,

2005.

ADROHER AUROUX, ANDRÉS MARÍA, & CABALLERO COBOS,

ALEJANDRO, ”Los santuarios al aire libre en el entorno de Basti (Baza, Granada)”, I

Congreso Internacional de Arqueología Ibérica Bastetana (págs. 215-228). Madrid:

Universidad Autónoma de Madrid, 2008.

ADROHER AUROUX, ANDRÉS MARÍA, & CABALLERO COBOS, ALEJANDRO,

“Santuarios y necrópolis fuera de las murallas: el espacio periurbano de los oppida

bastetanos”, M. C. Belarte, El paisatge periurbà a la Mediterrània occidental durant la

protohistòria i l’antiguitat. Institut Català d’Arqueologia Clàssica, 2013.

CHAPA, TERESA, ”Algunas consideraciones sobre el estudio de los santuarios

ibéricos”. Zephyrus, XLIII , págs. 249-251, 2009.


ESLAVA GALÁN, JUAN, ”Los santuarios íberos”. Revista de arqueología del siglo

XXI , págs. 14-25, 2004.

MONEO, TERESA, “Religio iberica. Santuarios, ritos y divinidades (siglos VII-I

a.C.)”. Madrid, 2003.

OLIVER FOIX, ARTURO, ”La problemática de los lugares sacros ibéricos en la

historiografía arqueológica”. Quaderns de prehistòria i arqueologia de Castelló, 18 ,

págs. 495-516, 1997.

PRADOS TORREIRA, LOURDES, ”Los santuarios ibéricos. Apuntes para el

desarrollo de una arqueología del culto”. Trabajos de Prehistoria, 51 , págs. 127-140,

1994.

SÁNCHEZ MORENO, AMPARO, ”Santuarios ibéricos en la Bastetania”.Arqueología

y Territorio 2 , págs. 65-80, Granada, 2005.

También podría gustarte