Está en la página 1de 3

Oficial Asirio

El nuevo rey de Asiria, es Senaquerib y yo soy uno de sus siervos de confianza, hemos
atacado todas las ciudades fortificadas de Judá y las hemos conquistado. 2 Senaquerib
nos envió desde Laquis al frente de un poderoso ejército para que hablara con
Ezequías en Jerusalén pero estamos acampando aqui junto al canal del estanque de
Siloé, por el camino que va a los talleres de los teñidores de telas. Me he encontrado a
Eliaquim, encargado del palacio del rey Ezequías, y Sebná y Joah, sus dos secretarios,
salieron a recibirlo. 4 Les he dado este mensaje para Ezequías:

Oficial Asirio

«El gran rey de Asiria quiere saber por qué te sientes tan seguro de ganarle. 5 Para
triunfar en la guerra no bastan las palabras; hace falta un buen ejército y un buen plan
de ataque. ¿En quién confías, que te atreves a luchar contra el rey de Asiria? 6 ¿Acaso
confías en Egipto? Ese país y su rey son como una caña astillada que se romperá si te
apoyas en ella, y te herirá. 7 Y si me dices que confías en tu Dios, entonces por qué has
quitado todos los altares y ordenaste que tu pueblo lo adore solamente en Jerusalén.

Tú no tienes con qué atacarme. Es más, si ahora mismo me muestras a dos jinetes yo te
doy los caballos. 9 Y si estás esperando a los egipcios, déjame decirte que los caballos y
carros de combate de Egipto no harán temblar ni al más insignificante de mis
soldados. 10 Además, hemos venido a destruir este país, porque Dios nos ordenó
hacerlo».

«Escuchen lo que dice el gran rey de Asiria: “No se dejen engañar por Ezequías, porque
él no puede salvarlos de mi poder. Si les dice que confíen en Dios porque él los va a
salvar, no le crean. Hagan las paces conmigo y ríndanse. Entonces podrán comer las
uvas de su propio viñedo, los higos de sus árboles y beber su propia agua. Después los
llevaré a un país parecido al de ustedes, donde hay trigo, viñedos, olivos y miel. - No
escuchen a Ezequías, pues él los engaña al decirles que Dios los va a salvar. A otras
naciones, sus dioses no pudieron salvarlas de mi poder. Ni los dioses de Hamat, Arpad
y Sefarvaim, pudieron salvar a Samaria de mi poder; ¿cómo esperan que el Dios de
ustedes pueda salvar a Jerusalén?”»
Narrador

Cuando el rey Ezequías escuchó el mensaje de Senaquerib, se puso muy triste, y para
mostrarlo se rompió la ropa, se puso ropa áspera y se fue al templo. 2 Luego les pidió a
Eliaquim, a Sebná y a los sacerdotes más ancianos que fueran a ver al profeta Isaías hijo
de Amós. Como ya se ha dicho, Eliaquim era el encargado del palacio, y Sebná era
secretario del rey. Todos ellos fueron vestidos con ropa áspera para mostrar su
tristeza, y le dijeron al profeta:

—El rey Ezequías dice que hoy es un día de luto, de castigo y de vergüenza. Ya hemos
perdido las fuerzas; estamos completamente desanimados. Ojalá que Dios haya
escuchado los insultos que el oficial de Senaquerib lanzó en contra del Dios de Israel, y
que lo castigue. Pídele a Dios que ayude a los israelitas que aún quedan con vida.

Isaias

Denle al rey este mensaje de parte de Dios: “No tengas miedo de los insultos de ese
soldado. 7 Yo haré que el rey Senaquerib reciba una mala noticia que lo obligue a
regresar a su país, y allí lo matarán”.

Ezequias

Ezequías tomó la carta y la leyó. Luego fue al templo, extendió la carta delante de
Dios y oró diciendo:

«Dios de Israel, tú tienes tu trono sobre los querubines. Tú eres el único Dios de todos
los reinos de la tierra; tú eres el creador del cielo y de la tierra. ¡Préstanos atención!
Mira lo que nos está sucediendo. Escucha lo que dijo Senaquerib para ofenderte a ti, el
Dios de la vida. Es verdad que los reyes de Asiria han destruido a los países y sus
territorios, y que han echado a sus dioses al fuego. Pero en realidad esos no eran
dioses, sino imágenes de madera y de piedra hechas por manos humanas, y por eso
fueron destruidas. Dios nuestro, te rogamos que nos salves del poder de los asirios,
para que todas las naciones de la tierra sepan que tú eres el único Dios».

Isaias

Después Isaías le mandó este mensaje a Ezequías:

«Nuestro Dios, el Dios de Israel, ha escuchado tu oración. 22 Esto es lo que Dios dice de
Senaquerib:

“A ti, Senaquerib,
Jerusalén te desprecia;
los israelitas se burlan de ti a tus espaldas.
¿A quién insultaste y ofendiste?
¡Me ofendiste a mí, al Dios santo de Israel!
Tu mensaje es un grave insulto para mí.
”Tú presumes de tener muchos carros de combate
y de haber subido con ellos
a las más altas montañas del Líbano.
Tú presumes de haber derribado
los cedros y los pinos más altos y hermosos.
Dices que has llegado a los lugares más lejanos
y a los bosques más tupidos.
Tu orgullo es haber hecho pozos
y haber bebido el agua de otros países.
Presumes de que a tu paso
los ríos de Egipto se quedaron secos.
”¿Pero acaso no sabes, Senaquerib,
que fui yo quien te permitió hacerlo?
Desde los tiempos antiguos
he planeado lo que ahora sucede.
Por eso destruyes ciudades fortificadas
y las transformas en un montón de escombros.
Por eso dejas sin fuerza a sus habitantes;
y los confundes y llenas de miedo.
¡Y se han vuelto como la hierba del campo,
como el pasto verde;
como la hierba de los tejados
que se seca antes de crecer!
”Senaquerib,
yo sé todo lo que haces;
sé a dónde vas y de dónde vienes.
Y sé que te enojaste contra mí.
¡Te enfureciste y te llenaste de orgullo!
Pero voy a ponerte un gancho en la nariz,
como se les pone a los bueyes,
y un freno en la boca,
como se les pone a los caballos;
¡voy a hacerte regresar
por el camino por donde viniste!”»
»Dios quiere que sepas que Senaquerib no entrará a Jerusalén. No disparará ni una
sola flecha; no la atacará ni construirá plataformas para subir por sus murallas, tendrá
que regresar por donde vino. Dios ha dado su palabra. Dios protegerá esta ciudad, por
amor a sí mismo, y por amor a David, quien le fue fiel en todo».

También podría gustarte