Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
GUILLERMO BAUER
INTRODUCCIÓN
AL
ESTUDIO
DE LA HISTORIA
ESTUDIO DE LA HISTORIA
g a n z l9 1 2
WILHELM BAUER
Profesor de la Universidad de Viena
INTRODUCCION
AL
ESTUDIO DE LA HISTORIA
TKADUCCION D E L A SEG U N D A ED ICIO N ALEM ANA Y NOTAS
POR
LUIS G. DE VALDEAVELLANO
Catedrático de Historia del Derecho en la Universidad de Barcelona
CUARTA EDICION
B O S C H , C a sa E d it o r ia l - U r g e l , 51 b i s - BARCELO N A
© Boscu, Casa editorial. Barcelona 1970
EN G ELBERT M ÜH LBACH ER
g a n z l9 1 2
ín d ic e
Págs.
N ota del traductor ..................................................................... 9
P rólogo a da primera Ed i c ió n ................................... ........ . . - n
P rólogo a la segunda edición ..............................................................• 15
I. O r ie n ta c io n e s g e n e ra le s p a r a e l e s tu d io d e la H is to ria
II. L o s fu n d a m e n to s t e o r é tic o s d e la H is to r ia
T IL E l s u c e d e r h is tó r ic o en sus e le m e n to s
§ i- G e n e r a lid a d e s ..................................................... . . 70
§ 2. La N a t u r a l e z a ...........................................................................................................71
§ 3. La R a z a ....................................................................................................................73
§ 4- Los fenómenos co lectiv o s......................................................................................... 76
§ S- Los hechos p s íq u ic o -s o c ia le s ................................................................................ 83
§ 6. La concepción psicológico-social de la H i s t o r i a ............................................. 89
§ 7- El Individuo................................................................................................................... 93
§ 8- Individualismo y colectivismo en la historiografía............................................loo
Concepción histórica política y c u ltu r a l............................................................. 102
La concepción marxista (“ materialista” ) de la Historia. . . . ios
Págs.
§ 4. La participación de la fa n ta s ía .............................................................., ns
§ 5- La experiencia histórica ..................................................... - . . , 117
§ 6. Objetividad histórica . ................................................................................ 121
§ 7. El pensamiento ahistórico................................................................................128
§ 8. Historia y A r t e ...................................................................... . 131
§ 9. Los límites y la seguridad del conocimiento histórico . . . . 13Ó
V. L a c o n fig u r a c ió n y la d iv is ió n d e la m a te ria
V III. E l p r e v io e x a m e n c r ít ic o d e la s fu e n te s ( C r ít ic a e x te r n a )
Págs.
§ i. G e n e r a l i d a d e s ..................................................................................................272
§ 2. Determinación de la época de o r i g e n ........................................ 273
§ 3. Determinación del lugar de origen . • . ' . . . . . 277
§ 4. Determinación del autor. Comprobación histórico-personat . . . 279
§ 5. Determinación de la autenticidad 290
§ 6. Determinación de las recíprocas relaciones de dependencia entre fuentes 296
§ 7. La colación de textos . .................................................................... 299
§ 8. La edición de f u e n t e s ....................................................................... * 302
IX . L a s fu e n te s h is tó r ic a s m á s im p o r ta n te s
X. L a d e te r m in a c ió n d e l h e c h o ( C r ít ic a in te r n a )
X I. L o s m e d io s e s tilís tic o s d e e x p r e s ió n d e la c ie n c ia h is tó r ic a
Págs.
§ 1. G e n e r a lid a d e s ........................................................................................................ 497
§ 2. Construcción y articulación del t r a b a jo .............................................................498
§ 3. Las formas fundamentales de los trabajos científicos . . . . 501
§ 4. La recensión.................................................................................................................so6
§ 5. L a exposición o r a l ............................................................................................... 598
§ 6. E l lenguaje como medio de expresión de la ciencia histórica. . . 510
§ 7. El arte de la exposición h is t ó r ic a ......................................................................513
X II. I n ic ia c ió n e n e l a p r o v e c h a m ie n to d e lo s m e d io s a u x ilia r e s
b ib lio g r á fic o s
L. G. de V.
Prólogo a la primera edición
con el mal estado de las Bibliotecas, que, ahora como antes, separa a la
pobre y pequeña Austria de la vida intelectual del resto del mundo.
Entre aquellos a quienes también esta vez debo el agradecimiento más
sincero figura en primer lugar el editor, que ha puesto en marcha la nueva
edicióft~ con grcm energía y la- más esmerada competencia. Con gusto he
prestado oídos a Ibs experimentados consejos del señor Editor cuando
me propuso la elección de un formato más pequeño y de otro tipo de
parágrafos. <
Sólo me atrevo a desear que al libro en esta nueva forma se le depare
la misma benevolencia que a su primera edición, en la que aun se mani
festaban bien patentes los rasgos característicos de las dificultades de la
postguerra.
W h ,h u i <m B a u e b
N ada debe recomendarse tanto como el aprendizaje del mayor número posible de
idiomas extranjeros. E l historiador no puede nunca dominarlos por completo. Incluso
quien, desde un principio, se ha impuesto solamente como finalidad el cultivo de la
Historia alemana no se sustrae a la necesidad de leer textos y obras no alemanes. En
los escritores griegos se encuentran las primeras noticias de los germanos, debemos a
informes romanos noticias sobre las épocas, instituciones y circunstancias más anti
guas de nuestro pueblo. E l lenguaje docto de la Edad Media, en el que se contienen
casi todas las noticias históricas, era el latín. A l mismo tiempo existen, naturalmen
te, muchas fuentes valiosas redactadas en antiguo y medio alto alemán, anglosajón y
gótico. Pero la Historia alemana sólo logra su redondeamiento interno si la perse
guimos reflejándose en la consideración de los extraños. A partir de fines del siglo x v
los alemanes escriben preferentemente en alemán, los franceses en francés, los ita
lianos en italiano. Maximiliano I recibió de los Países Bajos informes franceses y
escribió en este idioma a su hija Margarita. Su sucesor Carlos V sólo poseía el
alemán en escasa medida. Este emperador y cuantos le rodeaban, dejaron una corres
pondencia en la que dominan el francés y el español y, junto a estos idiomas, también
el holandés. Los informes de las embajadas venecianas, importantes, asimismo, para
la Historia alemana, están en italiano. Posteriormente el francés llega a ser el idioma
de los diplomáticos y también el de los diplomáticos alemanes. Si no se quieren ver
unilateralmente, sólo con miradas alemanas, la guerra con los turcos y la guerra de
los Treinta Años, deberán utilizarse, desde luego, informes turcos, suecos, franceses,
españoles, italianos. Y lo mismo sucede con la bibliografía. El estado social de los
germanos primitivos ha despertado el interés de los sabios ingleses y franceses. Car-
lomagno es considerado por los franceses como un francés. La política de expansión
hacia el Sur de los emperadores alemanes encuentra consideración especial en la
bibliografía histórica italiana. La colonización alemana en el Este ha sido estudiada
por historiadores eslavos y húngaros. En la época moderna se añaden a esto impor
tantes publicaciones rusas. Quien elija como objeto de su estudio la Historia de la
Hansa alemana, no puede prescindir del conocimiento de los idiomas nórdicos; la
época de los descubrimientos exige el conocimiento del portugués.
E l historiador de la Antigüedad, en cambio, debe rivalizar con los filólogos en el
dominio de los idiomas clásicos; necesita de la más acabada perfección filológica en
el conocimiento del latín y del griego; si se ocupa, como investigador independiente,
de la Historia oriental, precisa conocer también el hebreo, el egipcio, el copto, el
asirio y, eventualmente, el persa. Desde el momento en que ingleses, americanos, ita
lianos, franceses, griegos, rusos, etc., se han interesado, con gran actividad, en la
época moderna, por la investigación de la historia antigua, mediante excávaciones
y estudios críticos y han suministrado en sus respectivos idiomas importantes aporta
ciones ; dado que, en este aspecto, el común esfuerzo internacional es mucho más rico
que en el conocimiento de la Historia moderna, el historiador de la Aut'giiedad debe
intentar hacerse dueño de los idiomas modernos más importantes si quiere penetrar en
- el círculo de los investigadores y tiene que cambiar con ellos impresiones sobre algo.
Aquel historiador que, desde un principio, desiste de trabajar independientemente
sobre fuentes, podrá renunciar a muchos de los idiomas más alejados de nosotros,
pero apenas si es imaginable un estudio fructífero sin el conocimiento del francés,
del inglés y del italiano, y, por supuesto, el de U lengua latina. Lo mejor es que las
horas que quedan libres en los primeros semestres se ocupen en el aprendizaje de
los idiomas. La mayoría ha tenido ya en el Instituto la ocasión más favorable
para ello (i). (i)
A todo aquel que toma en serio su vocación científica se le impone, más tarde o
más temprano, la necesidad de una fundamentación filosófica de su saber. En nuestro
tiempo, que se esfuerza sobre todo en abarcar los’ conocimientos reunidos en una con
cepción unitaria del mundo, la previa formación filosófica es de una importancia
singular. Apropiados para este fin son ante todo los dos sistemas de pensamiento de
P latón y ARISTÓTELES (importantes también para la Edad Media) y de K ant hasta
HBGEL. Una iniciación en esto se encuentra, por lo que se refiere a la filosofía de la
Antigüedad y de la Edad Media, en O tto W illmann , Geschichte des Idealismos.
i : Altertum; I I : M ittelalter23
, 1907. Para la Edad Moderna, W m. W in d Elband , Die
Geschichte der neueren Philosophie in ihrem Zusammenhánge mit der aligemeinen
K ultur und den besonderen Wissenschaften. 1: Renacimiento-KANT; 2 : K ant -H egEl
y H erbart 5, 1911. Antes de proceder a la lectura de las obras de P latón y A r is
tóteles* léase F rz. B rENTano, Aristóteles und seine íVeltanschauung, 1911 (2). Como
preparación para el estudio de la filosofía moderna se puede utilizar K uncT F isch er ,
Geschichte der néiteren Philosophie, 10 vols, jul.-ag. 1897-1904. También pueden
consultarse T h . E ls Enhaus , Psychologie uñé Logik sur Einführung in die Philo
sophie. Somnihmg Góschen, 14 (4 1898), y O tto W illmann . Die wichtigsten philos.
Fachausdrücke in histor. Anwendung, S ammlung K ós El , 28 (1909). Pero ante todo es
menester trabajar sobre las obras especiales de los filósofos mismos. Solamente en
ellas se logra una verdadera formación filosófica (3).
Rn general, los consejos que se dan aquí dirígense a los futuros inves
tigadores que, más adelante, tienen el pensamiento de trabajar indepen
dientemente. Estos consejos sólo están indicados en los primeros semes
tres. Posteriormente cada cual sabrá encontrar su camino y reconocerá
que nada se logra sin el conocimiento de la Filología y de la Arqueología
clásica y oriental, o bien, sin la Paleografía, la Diplomática o la Historia
del Derecho. Cuanto más profundice tanto’más sabrá medir el valor de las
lecciones sobre esas especialidades. En cambio, la preparación de los can
(6) En la Historia de España puede compararse, por ejemplo, la figura del Cid,
según aparece en diversas obras. A sí, en el orientalista holandés R. Dozv, L e Cid:
textes et resultáis nouveaus, en “ Recherches...” , ‘ 1849, J 1860; *1881, que recoge y
acentúa la cidofobía de M asdeu , Historia crítica de España y de la cultura de- E s
paña, tomo X X , páginas 33 y siguientes y 261 y siguientes, y en R amón M enénd EZ
P idal , L a España del Cid, 2 volúmenes, Madrid, 1929 (2.a edición, Buenos Aires),
páginas 33 y siguientes, magnífica revisión de la historiografía cidiana y nueva
exposición de la figura del Cid, apoyada en firmes bases documentales.
(7) Es interesante citar aquí el reciente y profundo estudio de X a vier Z u bir i
Grecia y la pervivencia del pasado filosófico, Escorial, V II I (1942), páginas 401
y siguientes, en cuyo § II “ Nuestra actitud ante el pasado” se plantea la cuestión
del “ presente’ y del “ pasado” . “ Estudiar el presente — dice Z u biri — es estudiar
el pasado, no porque éste prolongue su existencia en aquél, sino porque el presente
es el conjunto de posibilidades a que se redujo el pasado al desrealizafse. ”
— 29 —
que, en todos los tiempos y en todas las culturas, aparecen, bajo iguales o
análogas condiciones, estados semejantes, y, en la acción de oposición
reciproca, análogas opiniones y manifestaciones de opinión, la investiga
ción de la vida que nos rodea constituye la base de mayor importancia de
que disponemos para deducir la vida del pasado. Aprendemos a conocer
aqúi las fuerzas vivas de la existencia en toda su fatalidad. Tal vez crean
muchos que cada cual usa de su presente sólo para vivirlo, y que nada
tenemos que hacer más allá de él. ¡ Qué gran equivocación! L a mayor
parte de los hombres vive en una atmósfera de convicciones adquirida
por habérseles educado en ellas, en el carril de un pensamiento dirigido
niás pór la costumbre que por un examen independiente, en medio de
rígidos conceptos sociales, políticos y religiosos, que dificultan extraordi
nariamente, con su evidencia aparente, la libre inmersión de la mirada
del particular en una crítica del presente vivido. Ahora bien: no existe
nada más apropiado para educarse en la libertad del juicio histórico que
un conocimiento del presente justo, ponderado y lo más alejado posible de
prejuicios. Perfectamente compatibles con ese conocimiento son la rígida
convicción partidista y la profesión de una doctrina religiosa o política
determinada.
Evidentemente'no constituye ninguna casualidad el hecho de que hom
bres como M ommsEn , von S y b e l , R a n k r , D o ve , T r Eit s c h k E, G ibbo n ,
M acau ea y , H anotaux , H s . D í X b r ü c k , G g. von B e l o w y tantos otros
historiadores, hombres de acción y publicistas, hayan participado en la
vida pública. Y con esto vamos a pasar al camino más fecundo para el
conocimiento del presente: el estudio crítico de los periódicos y de las
revistas. (Vid IV, § 5). Observamos aquí desde muy cerca el palenque
de combate de las opiniones. Son pocos, desde luego, los que se toman el
trabajo de pensar acerca de la realización de un periódico. Y, sin embargo,
mediante la comparación metódica de la manera de informar sobre un
mismo acontecimiento que adoptan los periódicos de distinta filiación na
cional y política, y el examen de cómo las fuerzas políticas (gobiernos,
partidos), al propugnar sus fines por. medio de la información pública,
descubren a menudo en el modo de expresarse sus últimas intenciones, lá
forma de hacerse un periódico podría ser instructiva en cuanto constituye
un buen cuadro dé técnica política, un aspecto práctico de la psicología de
las masas. L o dicho no se refiere sólo a la política. Del estudio de los
periódicos y revistas puede también obtenerse el conocimiento de las bases,
tanto reales como espirituales, de los estados económicos. Y ello es apli
cable a otras partes de la vida pública. Las revistas de contenido general,
por la grBn imparcialidad con que revisten la exposición de los aconte
cimientos, ofrecen generalmente enseñanzas reales y la mayor objetividad.
L os'm ás apropiados para abarcar la vida en sus pulsaciones son los pe
riódicos diarios. Su crítica necesita, desde luego, un conocimiento más
— 30 —
(7 bis) La 6 revistas españolas de carácter general, casi todas de no muy larga du
ración, que deben mencionárse como las más importantes son las siguientes: Revista
de España y del Extranjero, Madrid, 1868-1892; Revista Española de Am bos Mun
dos, Madrid, 1853-1855; Revista Europea, Madrid,. 1874-1880; Revista de Madrid,
Madrid, 1881-1883; Revista Contemporánea, Madrid, 1875-1907; Cultura española
(antes “ Revista de A ragó n ” ), Zaragoza-Madrid, 1900-1909; I.a España Moderna,
Madrid, 1889-1914 (dirigida por don J osé L ázaro G aldeano, su colección constituye
un índice interesante de las preocupaciones científicas y literarias de los españoles
en el tránsito del siglo x ix al x x ) ; La Lectura, Madrid, 1901-1920 (dirigida por
F rancisco A cebal); Nuestro Tiempo, Madrid, 1901-1925 (dirigida por S alvador
C anals) ; Revista de Occidente, Madrid. 1923-1936 (fundada y dirigida por don J osé
O rtega y Gass ET, ha sido durante los años de su publicación el más autorizado e x
ponente en España de las corrientes del pensamiento europeo); Acción Española,
Madrid, 1931-1936 (dirigida por don R amiro de M aeztu I ; Cruz y Raya, Madrid,
1933-1936 (dirigida por J osé B ergamín ). — Actualmente se publican: Escorial. R e
vista de Cultura y Letras (fundada en 1940, dirigida por D ionisio R idruejo ) ;
Razón y F e (fundada en 1901, órgano de los jesuítas españoles); La Ciudad de Dios,
E l Escorial (fundada en 1887, órgano de los PP. Agustinos); Revista Hispánica
Moderna, Nueva Y o rk (se publica como boletín del “ Instituto de las Españas” ,
dirigida por F ederico d e O n ís , órgano de estudio y difusión de la cultura hispánica).
II
§ 2. El suceder histórico
Con la palabra “ suceder” se expresa un concepto de movimiento.
Suceder tanto quiere decir como cam biar. Los cambios en la situación
de los planetas, el movimiento giratorio de una bala, las mudanzas en la
configuración de la superficie terrestre y en las circunstancias climato
lógicas, constituyen también un suceder, deL mismo modo que el devenir
y el curso de los pueblos, Estados, culturas, que el nacimiento y la muerte
de cada hombre, el crecimiento de una idea y la agonía de una pasión.
Pero, ¿el hecho dé que algo cambie es suficiente para considerar ese pro
ceso como histórico? Habría que considerar en ese caso como históricos
la rotación ae los planetas y los procesos físicos y químicos. Se habla,
desde luego, tanto de la historia d¿ una molécula o de la historia de una
gota de agua como de lp biografía de un gorrión, pero violentando sobre
manera el concepto de lo histórico. Estos ejemplos se apoyan, claro está,
sobre una serie de hechos que tienen un subsuelo histórico. Más nunca
se concebiría la inclusión en una Historia de la Tierra, como hechos his
tóricos, de su movimiento de rotación ni del tránsito de! día a la noche.
Aunque se amplíe el círculo de lo histórico tan extensamente como sea
posible, siempre tropezaremos con objetos que, desde un principio, se
segregan de lo histórico. Se trata de aquellos fenómenos que, por su repe
tición regular, tan sólo al tiempo corresponde medir, y que, históricamente
hablando, ppdemos decir que carecen de tiempo.
Frente a . éstos se hallan los fenómenos que hay que considerar en
— 33 —
Pero el hecho de que en alguna ocasión hayamos actuado tal vez como
testigos ante un Tribunal en un juicio por hurto, de interés secundario
para la generalidad, no lo consideraremos como suceso histórico. L o
mismo le sucede al historiador- también separa éste para sus fines lo
esencial de lo no esencial, lo importante de aquello que no lo es. Con todo,
si, como quedó apuntado más arriba, el historiador forma la Historia
con el suceder, no se quiere decir con ello que intervenga en el contenido
de este proceso, que tenga poder sobre los hechos, sino que da configuración
al suceder amorfo y trata de conocerlo como un conjunto inteligible. Se
realiza esto por medio de la selección histórica y, a su vez, en la con-
ceptuación histórica.
A . D. X énopoi,, L a théorie de l’histoire, París, 1908; 2.a ed. de D es principes
fondamentaux de l’histoire. Ibídem, 1894. Distingue entre los hechos individualizados
en un momento determinado (faits de snccession), propios de la Historia, y los
sucesos que se repiten invariablemente (faite de repetitioii), de las ciencias natu
rales (8). Vid. también, Ge. S immei,, Dos Problem der histor. Zeit., Philos, Vortr.,
12 (1916).
§ 3. La conceptuación histórica
L a ingenua opinión según la cual la Historia contiene la mera copia
del suceder histórico desconoce, por completo, la tarea propia del histo
riador. L a Historia, como toda ciencia, todo arte o toda actividad siste
mática del hombre, debe, en primer término, dominar su materia; es
decir, debe acertar a hacer una selección con la inabarcable masa de lo
dado antes de que pueda llevarlo a una exposición. Esta selección se
realiza:
o) En lo que se refiere a la elección del tema. Toda exposición his
tórica, incluso la relativa a la denominada Historia Universal, se forma,
sencillamente, con trozos extraídos, de una manera más o menos arbi
traria, del conjunto del suceder. Cuando nos imponemos un trabajo his
tórico, trazamos ciertos límites y situamos en el centro, más o menoss
consciente o inconscientemente, nuestra tarea. En la elección del tema no
dejan de influir intereses personales, políticos, religiosos, nacionales; en
general, intereses culturales y contemporáneos. Cada nación dirige su án
gulo visual a su propia historia. Las efemérides, que conmemoran grandes
personalidades o acontecimientos, son, igualmente, determinantes de la
elección de tema por las analogías que pueden presentar con los procesos
del presente. Pero la selección de un mismo objeto se altera también
según los distintos puntos de vista, nacionales o de otra índole, de cada
(8) De esta obra de X éisopol hay también traducción española por D. V aca.
Madrid, Biblioteca Científico-Filosófica, 1911.
— 35 —
diatameute; puede reposar, por decirlo asi, a través de los siglos, para
estimular de nuevo, más acentuadamente, el interés de la ciencia histórica,
y hasta alcanzar valor de actualidad y dirigir su principio selectivo.
c) En lo que se refiere a la obtención del promedio de valores his
tóricos. E sta cuestión, todavía más ilustrativa (Vid. V, § 2), sólo ha de
ser tratada aquí muy someramente. Para la disposición simétrica y la
ordenación de la materia que se quiere exponer es necesario sacar a la
luz aquella parte del suceder histórico en la cual se señálan, del modo
más penetrante, los ejemplos de toda una serie de hechos. Así como en
los reinos animal y vegetal existen algunos fenómenos que reúnen en sí
mismos, de un modo especial, los rasgos distintivos de su género, de su
especie o de su raza, algo semejante se encuentra en la vida histórica.
Se trata aquí, pues, menos de la vida particular de las individualidades
acentuadamente caracterizadas que de la multitud de propiedades seme
jantes que tienen de común con otras, del mismo modo que se ha encon
trado exacto el cuadro de una pequeña ciudad griega del s. i d. d. J . C.
( E dd . M e y Kr. Kleine Schriften, 1919, p. 164 ss.), de la que casualmente
se nos ha conservado una descripción, comparando con otros datos su
materia] de hechos. Por distintos motivos debemos suponer que el cuadro,
logrado hasta en sus particularidades, puede ser aplicable también, en sus
grandes rasgos, a otras ciudades griegas de aquel tiempo.
Desde la “ época de las luces” (Aufklártm g=. “ Ilustración” ), y coincidiendo con la
importancia creciente de las ciencias naturales, no han faltado intentos de aplicar la
manera metodológica de la conceptuación científico-natural a la investigación del suce
der histórico. La Física y la Matemática sirven como ejemplos de los que debe mos
trarse celoso el conocimiento histórico. Supuesto de ello constituye la suposición de
qup el suceder histórico del mismo modo que los movimientos de los astros o que los
procesos físicos, está determinado por leyes naturales. Como el representante má.s ex
tremado, y, por eso mismo, más instructivo, de esta concepción puede considerarse a
A ugusto C omte (vid. p. 56), del cual son discípulos H . T h . B uckle ( v . p .5 6 ) y K art
M arx (vid. p. 105). E l primero en comprobar, desde el punto de vista de la Lógica, lo
inadmisible de esta concepción de la identidád de la conceptuación científico-natural
y de la histórica, fué W . W indelband , que, en 1894, en su discurso de Rectorado de
Estrasburgo “ Geschichte und Naturwissenschaft” , distinguió, justamente, entre con
ceptos ideográficos y conceptos nomotéticos. Estos conceptos nomotéticos (generales),
o conceptos de leyes, los asigna exclusivamente a la ciencia natural, en especial a la'
Física, mientras que los ideográficos son los propios de la investigación histórica.
El concepto de “ caída acelerada” se abstrae de la hora del día en que ha ocurrido la
caída Para el físico, los colores de los cuerpos que caen son igualmente indiferentes.
No así para el historiador. Por ejemplo, durante la defenestración de Praga el
año 1618, que inicia la guerra de los Treinta Años, al historiador no le interesa lo
general, la rapidez final con que M artinitz y Slaw ata llegan al suelo del patio del
palacio, pero, en cambio, dirige sus miradas más agudas sobre las personalidades que
fueron arrojadas por la ventana, sobre su posición social y política, e, igualmente,
sobre los motivos que movieron a sus adversarios a proceder contra ellos. Con otras
palabras, lo especial, lo que voluntariamente no puede cambiarse, lo que se da una
vez en un proceso y no vuelve a darse, lo irreiterable, ésta es la cuestión que interesa,
en primer término, a la ciencia histórica.
— 37 —
Más lejos que WiNDELBAND va H c h . R ickert , D ie (prensen der Naturwissen-
schaftlichen Begriffsbildung, 1921 (expuesto resumido en Kulturwissenschaft und N o
turwissenschaft,. * 1921 (9), y , además, en el artículo Geschichtsphilosophie, en Die Phi-
tosophie am Beginn des so JahrhundertsFestschr. f. Kuno Fischer. ' 1907). R ickert
amplía la separación propuesta por W indelband distinguiendo la conceptuacióir cien-
tífico-natural-generai ( = conceptos nomotéticos) y la científico-cultural ( = conceptos
ideográficos),^, intenta trazar la línea divisoria por medio del sistema total de las Cien
cias. 1 Con arreglo a qué puntos de vista, el método histórico, selecciona después sus
conceptos ? ¿ Cómo puede aquí procederse en la separación de lo importante de aquello
que lo es menos, o que no lo es? RlCKE&T cree haber encontrado en los valores el
fundamento de la selección. Establecerá, pues, en la historia económica, una relación
entre la aparición de Jacobo Fugger y su obra mercantil, en la historia política, entre
Napoleón y su obra política, y hará del valor de esta obra la escala para el encasilla-
miento del concepto: “ Teoría de la referencia a valores” (10).
L a teoría W in d Ei ,band -R ick ERT descompone completamente la conceptuaron teo
rética (científicó-natural-general) e histórica (nomotética). De conformidad con ésto
se ha separado, por ejemplo, completamente, la consideración histórica de la Eco
nomía (W m. R oScher , Gv. S chmoixér) de la teorética (S m ith , M engér) Lo
mismo puede determinarse respecto del ámbito de consideración de la literatura y
del arte.
En oposición a R ickert , O thmar S pann (Gesellschaftslehre, 1923, p. 525 ss., 530;
además, en su Kategorienlehre, 1924, p. 105 ss., 186) ha tomado como punto de partida
el concepto de “ totalidad” . Anatomía, Fisiología, Teoría, etc., consideran la totalidad
de un fenómeno en su estructuración sistemática, es decir, como construcción de
órganos activos. P eto el conjunto es tratado por la ciencia histórica en su constante
transformación (“ articulación” ). No los valores, sino la obra de los miembros eu el
conjunto y en su articulación, determinan lo que es esencial en el individuo histórico.
Esta articulación se presenta aquí, en el lugar de la causalidad mecánica al modo
de la Física, como aquella manera de enlazarse los fenómenos que constituye el
objeto de la investigación histórica. “ Se llama hacer Historia a reconstruir deter
minados conjuntos sociales.” Vid. T heopor L . R aering , G. Philosophie. = Wissen
u. W irken, 26 (1925), p, 109 ss.
Esta ordenación e n u n todo, a u n q u e p a r te d e o tro s supuestos- del p ensam ien to, v a
implícita e n la d istin c ió n q u e W m . D ie Th Ey , EirdeitUng in die Geisteswissenschaften,
1883, e stab lec e e n tre com p ren d e r y c o n o c er. S ó lo e n o p o sició n co n la te o r ía d el Cono
cim ie n to C au sa l-a to m ístico se con cib e la dem anda d e E . T r o e l t sc h d e que cad a
ép oca sea m e d id a e n su p ro p ia esen cia e id ea l.
H orst E nger , Teleologie und Kausalitdt, 1911. — Vid. K u rt S ternbérg, Zur
Logik der G. wissenschaft, Philosophische V ortr., 7 (1914); E dd . S prangér, Die
Grundlagen der G. ivissenschafl, 1905; A d i \ D yroee , Zur G. Logik, Hlb., 35 (I915);
pero, ante todo, M a x W ébEr, K rit. Studien auf dem Gebiete der Kulturwis. Logik,
en “ Arch. f. Sozialwiss. u, Sozialpol”, 22 (1906), 188 ss.
U n a in v e stig a c ió n g e n e ra l so b re la c u e stió n de lo s v a lo re s y d e su u tiliz a ció n
p r á c t ic a y m e to d o ló g ic a e n la d e n c ia p re se n ta A rv id G rotenéelt, D ie Wertschdtsung
in der ir., 1903, y Geschichtliche Wertmasstabe in der G. Philosophie, bei Historikern
§ 4. Qué es Historia
Sin darle especial importancia al valor de una definición del concepto
de "historia” , intentaremos seguidamente, sobre la base de lo dicho hasta
ahora, formular esa definición.
Historia es la ciencia que trata de describir, de explicar y de com
prender los fenómenos de la vida, en cuando se trata de los cambios que
lleva consigo la situación de los hombres en los distintos conjuntos so
ciales, seleccionando aquellos fenómenos desde el punto de vista de sus
efectos sobre las épocas sucesivas o de la consideración de propiedades
típicas, y dirigiendo su atención principal sobre los cambios que no se
repiten en el espacio y en el tiempo.
Actualmente la Historia emerge de nuevo de entre una disputa de principios. P or
eso, la observación de E dd . S pbanger , Die Grundlagen, p. 9 : “ La Historia se halla
también, a pesar de su técnica científica y aprestada conceptual y críticamente, de tal
manera entretejida siempre con el conjunto de la naturaleza humana, que su esencia
no se puede agotar en una fórm ula” , es aplicable, no sólo al estado actual del conoci
miento histórico, sino al de todos los tiempos. Cada época tiene, precisamente, su
concepto especial de la esencia y de la labor de la Historia.
BERNHEIM, Lehrbuch, 5-6, 1908, p. 9, define la ciencia histórica diciendo que es
“ la ciencia que investiga y expone los hechos de la evolución humana, determinados
en el tiempo y en el espacio, en sus acciones (lo mismo singulares que típicas y
colectivas) como seres sociales y en sus relaciones de causalidad psíquico-físicas” .
Vid. sobre esto E dd . M eyer , Zu r Theorie und Metodik der G., en “ Kleine Schrif-
ten” , 1910, p. 8, nota. Respecto a la esencia de la Historia advierte M eyer , refirién
dose, desde luego, a la definición dada por B e RNheim en la 2.* ed. de su Lehrbuch, y
que no difiere esencialmente de la definición más moderna dada p or aquél: “ N o veo
cómo, bajo tal definición, se puede quizá incluir una historia de la Guerra de Sucesión
española o de Napoleón, que pase en silencio los más pequeños objetos de una acuciosa
investigación histórica. Ciertamente que los hombres proceden aquí también como
seres sociales, casi como el comerciante que concluye un negocio; pero esto es para
la Historia un Supuesto previo evidente, y la “ evolución humana” no constituye de
ninguna manera en todos estos casos el objeto de la investigación y del interés his
tóricos.” O ttokar L orenz, D ie Geschichtswissenschaft in ikrer Haupirichtungen, I,
páginas 190 ss., define la “ verdadera Historia ’ como “ aquella Ciencia experimental
que expone y desenvuelve en su sucesión temporal las acciones de los hombres según
todas sus causas externas e internas, con la mirada dirigida conscientemente a
nuestros estados políticos y sociales” . — W al Th er S chuetze -S oEi .de, Geschichte ais
Wissenschaft, 1917, p. 93, llega a la siguiente conclusión: “ Historia es la Idea libre
mente producida por la unificación (Síntesis), en la desordenada soledad del ser
racional, tal como se precipita en una obra perceptible en el tiempo y en el espacio.”
Entre las definiciones más antiguas hay que citar aquella de J . G. D roysen ,
Grundlagen der Historik, * 1882, p. 37: “ Historia es lo que la Humanidad sabe de sí
misma, su certidumbre de sí misma.” A esta sencilla fórm ula se aproxima H r i . BEÉR,
Synthése, p. 1, cuando designa a la Historia como el estudio de “ los hechos humanos
del pasado” . De acuerdo con lo expuesto se encontrará comprensible el hecho de que
haya, para la esencia de la Historia, tantas explicaciones como direcciones diferentes
de la concepción filosófico-histórica (n ).
(xx) Sin que el autor quiera darle el valor de una definición, creemos interesante
citar aquí las siguientes palabras de J osé O rtega y G a sse t : “ La historia es un
sistema — el sistema de las experiencias humanas, que forman una cadena inexorable
y única. — Vid. J. O rtega y G a sse t : Historia como Sistema y Del Imperio R o
mano, Madrid, 1941, página 67.
(12) Debemos hacer aquí una somera referencia bibliográfica a los autores es
pañoles que se han ocupado de la doctrina de la Historia. Vid. sobre esto las obras
de A ltamira , ya citadas, y también: José G odoy A lcántara , Opiniones españolas
sobre la manera de escribir la Historia, Discurso de recepción en la Real Academia
de la Historia, Madrid, 1870; E ugenio L ópez A yd illo , Teorizantes y metodólogos
de la Historia, Revista Histórica, Valladolid, 1918; M. U són S esé , E l concepto de
la Historia en Luis Vives, Universidad, Zaragoza,, número 3, páginas 501 y siguien
tes, 1925. De lo más reciente, el estudio de S antiago M ontero D íaz , La doctrina
de la Historia en los tratadistas españoles del Siglo de Oro, Hispania, número 4,
páginas 3 a 39 (Madrid, 1941). Examina la doctrina de la Historia en los huma
nistas, teólogos y preceptistas españoles L u is V ives , F'áez d é C astro, F ox M or
cillo , J uan C osta , B altasar de C éspedes , L uis C abrera de C órdoba y F ray
Jerónimo de S an José .
_Vid. las obras de los teorizan tes y metodólogos españoles de la H isto ria: Juan
PÁEz de C astro , Método para escribir la Historia (Ms. Q. 18 de la B. N .), ed. por
el P. E ustasio E steban , De las* cosas necerarias para escribir Historia, L a Ciudad
de Dios, 1892, número 28, páginas 601 y siguientes, número 29, páginas 27 y siguien
tes ; Juan C osta , De conscribenda rcrum historia libri dúo, Zaragoza, 1591 ; L u is
C abrera d e C órdoba, D e Historia, para entenderla y escribirla, Madrid, 1611:
F ra y Jerónimo de S an José . Genio de la Historia, Zaragoza, 1651, 1 Madrid, 1768;
B enito Jerónimo F eyjóo , Reflexiones sobre la Historia, Teatro Crítico, tomo I V ,
1 7 3 0 ; J acinto S egura , N orte crítico con las reglas más ciertas para la discreción
en la historia, y un tratado preliminar para instrucción de históricos principiantes,
Valencia, 1733; M arqués de L lió , Observaciones sobre los principios elementales
de la Historia, Memorias de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, I
(1756),_ páginas 93-667, II (1868), páginas 1 y siguientes; J uan P ablo F orner ,
Reflexiones sobre el modo de escribir la Historia de España, Madrid, 1816.
— 40 —
han prestado su fuerza final ál conjunto, pero que no han sido absorbidas
por éste. En cada individuo actúan, además, otras intenciones y fines
especiales, que se hacen valer igualmente de cualquier manera. E n una
historia de la casa de Hohenzollern los hechos y acontecimientos particu
lares (por ejemplo, la negativa de Federico Guillermo IV a ceñir la
corona imperial alemana) no se separarán ni de los conceptos generales
ni de la generalización que puede formarse con los hechos trasmitidos.
Todo lo más a que llegan los conceptos históricos es a la fijación de un
tipo, que se abstrae de la diversidad de los fenómenos, que se sitúa como
un caso ideal, y para el que resulta especialmente instructivo el desgrana-
miento de las particularidades individuales.
Además, si se considerase como la finalidad principal del historiador
el contenido de la vida, equivaldría esto a cerrarnos, desde un principio, el
camino para la comprensión de la multiplicidad de esa vida. El plantea
miento del problema histórico se dirige preferentemente a lo individual,
no a lo general. Saber cómo se originan las revoluciones no constituye un
problema histórico, sino que lo que interesa al historiador es conocer las
condiciones especiales que determinaron el estallido de la revolución in
glesa o de la francesa. Desde luego que, al tratar estas cuestiones, el
historiador debe tener un concepto general de lo que es una revolución,
pero lo que exige nuestro saber histórico es el penetrar en lo particular,
es la complacencia en los distintos impulsos y palpitaciones que la vida
histórica caracteriza. En oposición a la repetición regular, el conocimiento
histórico considera, ante todo, lo individual y singular; frente a los fe
nómenos análogos lo que hace es individualizar en un punto determinado
lo que corresponde a cada suceder, dirigiéndose también el planteamiento
del problema que interesa al historiador, sobre todo, a lo especial, y no,
como en las ciencias naturales, a lo general.
Además, el planteamiento del problema, al menos de la ciencia his
tórica más moderna, se dirige, como ya se ha indicado, a conocer de qué
manera el hecho de que se trate ha llegado a producirse del modo que
se ha producido. Con ello, el interés por lo singular experimenta una limi
tación forzosa, ya que la exposición genética disuelve lo especial y lo
individual en una particularización y lo considera como eslabón de una
cadena de sucesivos cambios particulares.
A d e m á s d e la b ib lio g r a fía c ita d a e n e l p á r r a fo t e r c e r o : K a r í , M E n g e r , Unter-
suchwng über die Methode der sosialen IVissenschaften, 1 8 8 3 ;- W m . D i l THEy , Ein-
leitung in die. Geistenwissenschaften, 1883, y d e l m is m o : Der Aufbau, der. geschicht-
lichen Welt in den Geistesw, A b h d lg n . d. p re u ss. A k . p h il.- h is t. K l . (19 10 ), 3 s s .;
a h o r a ta m b ién e n su Gesammelte Schr., 1 ,y 7 ; F c h . v . G o r r t , Zur soziahinssen~
schaftliche Begriffsbildung, A r c h . i S o z ia lw . a S o z ia lp o lit ik , 23 (1906), 2 4 (190 7),
2 8 ( 1 9 1 1 ) ; A . D . X énopo i » L a Théorie; H r i . BEEr , L a synthise en histoire, 1 9 1 1 ,
p á g in a s n o s s . ; P A U t B arth , D ie Ph'.losopkie der G. ais Soziologie, 1 (1 9 15 ).
A u n q u e la h i s t o r io g r a f ía — p a rtie n d o , ge n e ra lm e n te , d e l co n ce p to d e c ie n c ia y d e
— 41 —
investigad fin— pertenece a aquel orden de la actividad humana que ya en las épocas
más antiguas y de más elevada cultura volvió hacia si misma su impulso cognoscitivo,
su valor y su importancia han sido discutidos en todo tiempo. Desdé S exto E mpírico ,
que la llamó una áuiftoSoc fiXp, hasta S chopenhauer y M a x N ordau , Der Sinn der
Geschichte (1909) (13), surgen siempre nuevas opiniones que intentan demostrar la
falta de valor del conocimiento histórico. H c h . W uttk E, Uber die Gewissheit der
Geschichte, Leipziger Universitátsschrei, 1865, enumera los distintos ataques contra el
método, la cualidad cientifica y la seguridad del conocimiento en la investigación his
tórica. Si, por una parte, se apreciaba a la Historia como a la maestra de la vida, por
otra se la ha llegado a considerar como inútil y se ha atraído el descrédito sobre ella.
L a cuestión acerca de si la Historia es una ciencia, constituye hoy, más que nunca, la
finalidad de las más agitadas discusiones metodológicas. La afirmación de K ant-—
formulada sólo en relación con las ciencias naturales — ■ de que únicamente puede
hablarse de verdadera ciencia allí donde se dé una verdadera relación con la mate
mática, ha sido de las más fecundas en consecuencias. Ahora bien: la teoría del
método histórico estaba entonces apenas sin elaborar, el interés de K ant por la H is
toria era muy escaso y el desarrollo alcanzado por la ciencia natural, por el contrario,
•an ‘poderoso, que el despego de K an T por nuestro ramo del saber se explica si te
jemos en cuenta sus circunstancias personales y las de su época. Y a G. G. G ervin us ,
Grundzüge der Historik, 1837, p. 63, afirma de H érd Er y de K ant “ que no poseían
ni siquiera el alfabeto ni la tabla de multiplicar de toda la teoría de la H istoria” .
Pero esto no impide que algunos fervientes kantianos quieran salvar la cualidad
cientifica de la H istoria persiguiéndola a través de una determinación cuantitativo-
matemática de su objeto. A sí sucedería, por ejemplo, en el caso de que el historiador
¡ precisase que el movimiento de Schill, en 1809, debía fracasar porque no tenia detrás
de sí un número suficiente de personas! K are SÍE rnberg, Z itr Logik der Geschichts-
wissenschaft, en Philos. Vortr., 7 (1904), p. 16 ss.
E l hecho de que el conocimiento histórico fuese, por decirlo así, relegado a la
oscuridad como consecuencia de que la atención general era atraída por las modernas
ciencias naturales, trajo consigo que, incluso el historiador mismo, llegase a aban
donar equivocadamente el carácter científico de su tarea. Los historiadores midieron
también el objeto de su trabajo con arreglo a los progresos que podían mostrar la
Física desde NEwTon, la Química desde L avo isi ER y la Biología desde D arw in .
E l deseo de avanzar desde una actividad puramente descriptiva a una ciencia de leyes,
despertó en ltjs historiadores el descontento con el estado que, por el momento, pre
sentaba la Historia. Ésta debia también levantar su impulso hacia arriba para, de
esta manera, llegar a igualarse con la “ exactitud” de la Física, y seguir los pasos
de la Biología, situándose en la posición del concepto de fin de la evolución, y en
la de la voluntad consciente en la adaptación y selección. L. M. H artmann , Uber
historische Entwicklung, p. 3.
Coincidió también con semejantes consideraciones la aparición del creciente movi
miento social, y se advirtió, con mayor claridad que antes, la efectividad de las
grandes masas como factores políticos eficaces en la vida pública. Puesto que el
individuo se burla, en la finalidad consciente de su obrar, de toda predestinación
segura, se creyó en la masa, por si nos encontrábamos en el caso de haber encontrado
en los elementos colectivos el material que condiciona los impulsos dictados por el
instinto vital en su “ hacer” obligado por una necesidad rigurosa, cuyos secretos
pudiera llanamente descubrir la. naciente estadística cientifica con la ley “ del mayor
número” .
E n general, se pueden determinar aquí los tipos siguientes: 1. Los defensores de
(13) Existe traducción española por don N icolás S almerón con el título *‘E 1
Sentido de la H istoria” , Madrid, Biblioteca Científico-Filosófica, 1911.
<
— 42 —
§ 6. Historia y Naturaleza
El suceder histórico es, al mismo tiempo, suceder natural. Todo pen
samiento, sentimiento y anhelo del hombre constituye una suma de pro-
Hay que meditar también en este lugar sobre el problema del libre
albedrío. Si se intenta despejar el camino desde el punto de vista de un
gobierno unitario del mundo (doctrina de la predestinación de Calvino),
o sobre la base de una causalidad natural encerrada en sí misma, la re
lación de causa y efecto no necesita llegar a quebrantarse si consideramos
a los hombres como “ libremente actuantes” . Y si queremos comprender,
en general, la vida y los hombres en su acción, no se puede negar el
sentimiento, del libre albedrío, aunque existan también voluntades no
libres. Aun en el supuesto de que quisiéramos negar esta libertad, o si
tuarla sólo en nuestra conciencia, continuaría, sin embargo, existiendo
en cuanto factor subjetivo, como un hecho de nuestra experiencia coti
diana, tanto tiempo por lo menos como no se nos mostrase la posibilidad
de ordenar en ün sistema de leyes los actos de la voluntad de los hombres.
A l mismo tiempo, no deja de ser perceptible a nuestra vista que el camino
— 51 —
(1896-97)1 75 ss.; Zum Unter schicd der alteren und jungeren Richtungcn der G. w.,
H . Z., 77 (1896); Individualitat, Idee und soc'olpsychische K ra ft in der Geschichte,
en Jbb. fiir National-Ükon. und Statistik, 3, F.. 13 (1897), 880 s s .; Uber die Ent-
•wicklungsstufcn der dentschen Geschichte und der historischen und psychologischen
Gesetze, en Annalen der Naturpliilosopliie, 2 (1903), 255 s s .; Moderno Gw., 1 1904,
'1909; Historischc Methode und historisch-akademischer Unterricht, 1910. Un breve
resumen y utilización de sus opiniones histórico-filosóficas en Einführung in das histor
Denkcn, Ordentl. Veróff. d. pádagog. Literaturgesellschaft, Neue Bahnen, 1912.
Escritos en contra: Ge. vo x R eeow, D ie neue historiche Methode, H . Z. 81
(1898). 193 ss.; F ei.. R achfaht., Uber die Theoric einer kollektivístischen Gw,, en
Jbb. fur Xationalokonomie u. Statistik. 3. F . (1897), 659 ss.; H c h . F in k e , Die Kir-
chenpolitih und kirchlichen Vcrh'áltniss 211 Ende des Mittelalters nach der Darstc-
llnng K . Lainpreclits. Roma. Quartalschrift. 7 Suppl. — H eft (1896) y otros. Vid.
K ari, B randi , en G. G. A . 1912. p. 652 ss.
Valoración general de L am precht : O rro H intzh , Über individmlistiche und
koHckth'istichc Gcschichtsschreibuny, H. Z. 78 (1897), 6° ss., punto de vista conci
liador; 1'ÍRrcH R othack Er , über die Móglichkeit und der Ertrag einer genetischen
Gesclúchtsschrcibung im Sinne K . Lamprechts, en los “ Beitr. z. Kultur- u. Univer-
salgesch. ”, 20 (1912), editados por el mismo L amprecht (concuerda con L amprecht
incondicionalmente); Vid. E. H. S pi ES, D ie G. philosophie Kart Lamprechts, 1921;
F ch . S eif ERT D er Streit um K . Lamprechts Geschichtsphilosophie, 1925.
El intento emprendido por K urt B r Eysig , D er Stufen-Bau und die Gesetze der
H ’ clt-Gcschichtc. 1905. de establecer, en primer lugar, veinticuatro leyes históricas,
como, por ejemplo, "Desde el politeísmo de la antigua Fe se debe evolucionar, en
los pueblos de más fuerte y más extendido poder real, hacia el culto de pocos dioses;
por último, de un Dios superior o de un Dios único” (núm. 12), o " a la época de
más escasa actividad exterior del Estado, que coincide con el dominio de la nobleza
y sus frecuentes disensiones internas, debe seguir, con la cristalización definitiva de
las instituciones, una época de aumento sorprendente de las guerras políticas y de
conquista” (núm. 17), no va más allá de principios de experimentación que sólo po
drían hacer presión en forma de leyes y que apenas si tienen más que un valor dis
cutible. Vid. E dd . M e y ER, Kleinc Schriften, 1910, p. 32. Construye también una
escala de etapas: Tiempos primitivos. Antigüedad, Edad Media, Edad Moderna, y,
correspondiendo a éstas, 1, Jefatura de tribu. 2. Monarquía. 3. Dominio de la N o
bleza. 4. República, como estadio de transición que se puede observar, con reaparición
regular, en todos los pueblos, total o parcialmente.
A l lado de estos intentos, de los cuales todavía se mencionará alguno, quisiéramos
citar también el que ha tendido a valorar en la Historia las experimentaciones antro-
pogeográficás. Así, H erd Br , que entiende que la civilización progresa en sentido con
trario al movimiento de la Tierra del Oriente hacia el Occidente; lo que, de ningún
modo, es aplicable a la época moderna. Según el más extremado historiador del “ mi-
lieu” P . M ougeoiae, L es problcmes de l’Histoirc, 1886, la civilización va desde las
montañas hacia el llano, avanza del Ecuador al Polo, con lo que pasa por alto la civi
lización del A sia Oriental. Vid. A . D. X énopoe, La Théorie, 196 ss. A pesar de esto,
en las observaciones sobre la cuestión críticamente valoradas, como las que aporta,
por ejemplo, F ch . R aTzee en su Anthropogeographie = Bibl. geogr. Hdbb. 1 1899, po
demos apoyar la comprensión de muchos procesos históricos. A lgo semejante se pue
de decir dé las leyes sociológicas. Con una orientación parecida a la de la aglomera
ción creciente, que ha creído descubrir L u dw . G umplowicz , So2Íoiogie und Politik.
1892, p. 70, se mueve también la opinión, influenciada por la concepción marxista.
de L. M. H artmann , Uber historischc Entwickltmg, 1905, p. 62. “ En esta trinidad,
asociación progresiva, productividad progresiva, diferenciación progresiva, se debe
encerrar el contenido total de la evolución histórica, en tanto que su forma está
— 59 —
§ 8. Historia y Sociología
L a palabra “ Sociología” procede de CoMTE. L a índole naturalista de
la Sociología, que tiende a hacer de la Sociedad una ciencia natural y que
tiene sus raíces en la ética de la filosofía de la “ Ilustración” , quiere
que aquélla acoja en su seno, como en un conjunto, según la forma que
le dió C omte, la ciencia histórica. Todo hecho humano, y, por lo tanto,
todo suceder histórico, muévese dentro de la Sociedad, actúa sobre ella
o recibe su impulso de la misma. ¿Dónde están, pues, los límites de la
Sociología ? L a falta de una delimitación fija debia ser, en primer término,
fatal para la misma Sociología. No solamente historiadores y economistas,
filósofos y psicólogos, sino también higienistas, psiquiatras, antropólogos,
criminalistas y reformadores del mundo, de todas las especies, giran en
torno al campo de esta ciencia, de tal manera que un francés (H r i . B e e r )
ha podido hablar con razón de la “ Torre de Babel de la Sociología” .
Fáltanle, todavía, a esta disciplina, en cuanto se inspira en la “ Natura
lística” de C omte, principios fijos y líneas divisorias precisas, hasta tal
punto que casi todo el que se ocupa de ella se pone a construir de nueva
planta y cree poder experimentar en la misma sus especulaciones. Sin
embargo, en los trabajos dirigidos sobre este objeto, desgraciadamente
tan escasamente organizados, se pueden ya determinar, en cierto modo,
alguna tendencia y alguna delimitación.
L a Sociología de C omte y de sus sucesores dirige, ante todo, su ángulo
visual hacia lo general; trata los hechos de la vida humana, como la
Economía nacional, en oposición a la Historia, en forma de Sistemática.
En cuanto “ Estática social” se ocupa de la descripción de las formas de
la Sociedad, de las manifestaciones de la vida social (lenguaje, costum
bres, derecho, moda), de los tipos y grupos sociales; como “ Dinámica
social” trata de obtener reglas de lo dado, si es posible leyes de vigencia
general, y,tiende a subordinar el suceder futuro a los imperativos de
aquellas leyes, o espera proveerlo mediante las mismas. Así, L udw . G um-
plowicz , Sociologie und Politik, 1892 confiesa respecto de la “ Prognosis
sociológica” que, si bien no sólo teorética sino también prácticamente, en
cuanto bosqueja los cuadros del porvenir, puede hoy decirse que en mu
chos casos ha acertado con lo justo, se ha extraviado en muchos m ás; asi
le ha sucedido (p. 120) cuando ha expuesto como resultado de su examen
“ la mayor improbabilidad de una guerra franco-alemana” (17).
L a Sociología sólo podía surcar estos caminos atrayendo a sí los mé-
§ 9. Historia y Política
L a palabra Política” comparte en alemán con la palabra “-Historia”
el doble sentido de una significación objetiva y otra subjetiva, en cuanto
que se quiere entender por ella, no sólo la teoria de la acción política,
sino la acción política misma. Por consiguiente, para que sea posible
enjuiciar la relación entre Historia y Política se las debe reducir a un
denominador común. Cuando R a n k e , en su primera iección de Berlin, de
lectura tan provechosa, Über die Verwandschaft und der Unterschied der
Historie und der Politik (SW . 24, p. 289), acentúa la distinción de apibas
como ciencia y arte, no acierta completamente con lo exacto; lo que se
pone de manifiesto cuando afirma: “ Distínguense mucho más en relación
con el Arte. La Historia se refiere por completo a la Literatura... pero la
.Política refiérese completamente a la acción.” L a Historia es más bien,
por si misma, literatura respecto del suceder histórico, del cual la acción
política constituye una parte. En cambio, Ge. WiNTER, que en su ar
ticulo Geschichte und Politik, Vjschr. f. Volks, Politik u. Kulturges,
año 26 (1889), 3 vols., p. 172 ss., ha examinado separadamente, del modo
más agudo, ambas significaciones, va más allá cuando advierte: “ L a H is
toria es la Politica del pasado; la Política, la Historia del presente.” Si
Rávena hoy dia deseca las marismas de la costa y se constituye en una
ciudad del interior, este cambio de situación forma indudablemente un
trozo de su historia, pero para su Política constituye todo lo' más un su
puesto. Politica en sentido objetivo es la suma de las acciones que se
réfieren a la configuración de la vida pública; Historia, por el contrario,
significa algo más amplio, aquello que no incluye en si solamente a los
hombres creadores, activos, sino también a los inactivos. Tal vez por ello
la Política de Augsburgo es algo diferente de su historia. Sólo se puede
hablar con cierta extensión de su Política, en cuanto Augsburgo fúé una
parte activa, más o menos independiente, del Imperio alemán. Actual
mente, dado- que como ciudad hállase subordinada al Estado bávaro, sólo
se puede hablar, en todo caso, de su política local, ya que no va más allá
su posibilidad de libre actuación. Otra cosa sucede con la Historia de
— 63 —
(22) Traducción española por A dolfo B uylla y A dolfo P osada con el título
Principios de Política” , Madrid, 1888.
-T- 65 —
§ 1. Generalidades
Si en las páginas siguientes vamos a intentar descomponer el suceder
histórico en sus unidades de actuación, lo hacemos sólo con objeto de
poderlo describir más gráficamente en la particularización de los distintos
elementos. Desde luego, el espíritu humano tiende siempre a reducir la
multiplicidad de los fenómenos a la actuación de uno solo de estos ele
mentos. L a sucesión de los acontecimientos históricos no puede explicarse
satisfactoriamente sólo por las condiciones geográfico-climatológicas, ni
por las propiedades de las razas, ni por los hechos económicos y las opo
siciones de clase, ni por las evoluciones morales o espirituales. Todas ellas
fluyen, siempre y en todas partes, reunidas. Seguramente que, en un caso
particular, se pueden destacar, con menor o mayor fuerza, unas u otras
líneas directivas, pero, si se contemplan desde cerca, las distintas fuerzas
se engranan como las ruedas de un aparato mecánico. Precisamente por
que todas ellas actúan simultáneamente, si bien, como se ha dicho, no con
la misma fuerza cada una, al observador que se orienta hacia alguna de
ellas le es posible ordenar de algún modo las especialidades históricas,
dentro de un sistema de pensamiento económico, biológico-racial o de la
orientación que se quiera. L a mayor parte de las veces, no sin violencia
ni sin una interpretación artificiosa, pero, no obstante, sin negación de los
supuestos lógicos. Con todo, el pensamiento histórico rechaza fundamental
mente una vez más cualquier especulación. En la Historia los hechos tienen
la palabra.
A doi,f . v. H aknack , Über die Sicherheit, p. 99 ss., distingue el factor elemental,
ei cultural y el individual. La inclusión de la Economía entre los factores elementales
no me parece m uy feliz precisamente. Los defectos de esta división muéstranse en los
párrafos próximos, donde los hechos psicológico-colectivos, que actúan, no obstante,
ccmó factor cultural, son tratados junto a los individuales.
— 71 —
§ 2. L a N atu raleza
El clima, el suelo y la configuración geográfica son supuestos de las
peculiaridades del suceder histórico, tienen importancia para el creci
miento corporal y espiritual del hombre, actúan, no sólo sobre la extensión
espacial, sino también sobre el modo según el cual se distribuyen y ex
tienden los grupos de la Humanidad, y ejercen influencia sobre los estados
económicos y culturales. De manera clásica ha mostrado F c h . R atzEl ,
Anthropogeographie, de qué modo un espacio, que es demasiado extenso
para su población, obliga a ésta a darse una organización militar más
fuerte; en tanto que un espacio estrecho es motivo de luchas sociales
interiores, de fundaciones de colonias y de empresas marítimas. O tto
H intze , H. Z., 88 (1902), 12 ss., cree ver en la desproporción existente
entre la extensión del espacio que domina y los medios de dominio que
tiene a su disposición una civilización todavía no desarrollada, la causa
principal del origen de las instituciones feudales. Que la situación junto-
ai mar (fenicios, griegos, venecianos, españoles, británicos) o junto a los
ríos (egipcios, asirios, babilónicos) no es indiferente para el destino de
los Estados y de los pueblos, es un hecho que no necesita comprobación.
Que la estructura, la situación y la fertilidad — condicionada por aqué
lla s— de una región de tierra firme actúa poderosamente sobre el cursó
del devenir histórico, que la separación por las aguas o por las montañas
puede influir también en el carácter de los pueblos, del mismo modo que
la distribución del calor, de la humedad, de la luz y del aire, sirven
también de comprobantes. Un conocimiento más profundo de las cosas se
guardará mucho, sin embargo, de hacer derivar mecánicamente el devenir
de los estados culturales de aquellas condiciones que se dan naturalmente
y que, además, están de igual modo sometidas al tránsito del tiempo; de
hacer al Nilo creador de la cultura egipcia, o de ver en 'la estructura de
las costas de Grecia las causas de la difusión del helenismo por el Medi
terráneo. Dado que incluso los cambios geográficos ocurridos en la época
histórica sólo se pueden determinar en muy escasa medida, otras- muchas
cuestiones quedan, por lo tanto, sin respuesta. Si el mismo clima actúa
sobre distintos hombres de manera diferente, ¿por qué no ha de suceder
lo mismo cuando se trate de diversos pueblos? L a influencia que el suelo
ejerce, tanto sobre la actividad económica de los individuos como sobre la
del conjunto, es, igualmente, individual. El clima modela, por una parte,
la índole, el modo de pensar y el aspecto físico de los hombres, pero éstos,
por el contrario, saben también adaptarse, y pueden protegerse deliberada
mente por medio de disposiciones correspondientes a los obstáculos que
se les oponen. Por ello, cuando H ipólito T aime intenta hacer derivar el
carácter nacional británico de la humedad del clima inglés, se trata de
— 72 —
§ 3. La Raza
L a R aza es un concepto que se ha introducido recientemente en la
Historia como de terminante significación para la consideración histórica.
L a importancia que la teoría darwinista ha alcanzado en todas las ramas
de la ciencia se hace notar también en la experimentación biológica de los
grupos particulares de la Humanidad. L a división de la procedencia dé
los hombres, según sus comunes características (analogías corporales),
morfológicas, formativas, fisiológicas y funcionales, con el sentido que le
dan los teorizantes de las razas, representa a la llamada raza biológica
como "la unidad de conservación de la vida” . Constituye ésta un “ círculo
de seres vivos semejantes, que tienen origen parecido, que trasmiten a los
descendientes su analogía y que, a causa de esa semejanza, pueden susti
tuirse recíprocamente frente a los poderes destructores y las fuerzas que
con éstos cooperan, conservando duraderamente la especial corriente vital
que forman entre sí” . L a Raza permanece existiendo como tal aunqué
haya cambiado evolutivamente en el transcurso de los tiempos.
No obstante ser indiscutible que dentro de ciertos grupos de la Hu
manidad se muestran y conservan determinados signos comunes, corpo
rales y espirituales, por caüsa de las relaciones de procedencia análoga
y de las mismas influencias naturales, la investigación de las razas no ha
podido hasta ahora penetrar más profundamente en la fundamentacióft
exacta de sus afirmaciones. El hecho es que, en la época histórica, no sé
puede comprobar en general ningún pueblo de raza pura; si se trata de
los griegos, éstos tienen suplementos de sangre semita y de otras; los
romanos, mezcla etrusca; los ingleses resultan del cruzamiento entre celtas,
sajones y romanos. Asimismo, todas las bases de división somática, que
se fundamentan en la medición del cráneo, sóln tienen un valor limitado;
en cuanto que las formaciones de los cráneos, sean éstos más grandes o
más pequeños, se hallan sometidas a las influencias de la casualidad y no
puede ser demostrada su continuidad hereditaria. Los signos raciales se
pueden considerar, en algunas ocasiones, a lo sumo como valores limi-
— 74 —
(24) De la obra de G obin Eau hay traducción española por F rancisco S usanna,
Barcelona, Editorial Apolo, 1937, y de la de H, S. C hambErlain , traducción fran
cesa por R obErt G od ET con el título “ La genése du x ix e siécle” , 2 volúmenes,
2.a edición, París, 1913. — Apenas si es necesario recordar, ya que es sobradamente
conocida, la trascendencia alcanzada después de la 2.a edición de la presente obra
— sobre todo en los últimos años,— por la tesis de la superioridad racial de los
arios, al convertirse en uno de los postulados del programa político de A dolfo
H itl ER en su libro “ Mein Kampf”, e informar toda la actuación del Nacional-
Socialismo alemán. Vid. también A lfred R osenberg, D er Mythus des so Jahrhun-
derts B in Wertung der seelisch-geistigen Gestalten Kdmpfe unserer Zeit, libro del
que se han hecho en Alemania innumerables ediciones.
— 76 —
(24 bis) Traducción española con el titulo de “ Teoria general del Estado”
2 volúmenes, Madrid, 1914.
— 79 —
(25) Vid. A ntonio C ánovas dEE C astieeo , Concepto de las Naciones, Discurso
pronunciado en el Ateneo de Madrid el 6 de noviembre de 1882, recogido en su libro
“ Problemas contemporáneos” , Madrid. Colección de Escritores castellanos, 1884,
tomo II, páginas 11 a 97; F rancisco P i y M árgale, Las Nacionalidades, Madrid,
1877.
(26) V id. R. A etamira . Psicología del pueblo español, Barcelona, 2 1918. E l
análisis más penetrante de la psicología y de la substancia eterna de España, en
- 83 —
RENS, Dt. Ehr-und Natianalyefühl in seiner Entwickhing bei Philosophen und Dich-
tcm (1600-1815), Diss. Leipzig, 1891; H ch . F in k e , W cltimperialismus und nationale
Rcgungen in spateren Mitteloltcr, Freiburger wissenschaftl. Gesellschaft, 4 (1916);
E. H.. D u B o ys -R évmond , über das Nationalgefühl, 1879. De carácter no histórico es
el trabajo de E d m . B er n a tz ik , Dio Ausgestaltung des Nationalgefühls im 19. Jht.
B eitrr. z. staats- u. rechtswiss. Fortbildung, 6 (1912). Llega a la conclusión de que:
" L a Nacionalidad en sentido subjetivo es una libre propiedad personal superior del
individuo.” Nation und Nationalitat = Beil. i. zutn Jb. der Soziologie, 1917.
A rnold van G enepp , Traite comparatif des nationalités, 1, París, 1922. M ax
S cheler , Nation u. IVcltanschauung — Schrr. zu Soziologie u. Weltanschauungslehre
(1923/4).
de la Historia. Ésta es. para Vico, lastoria delFidee umane (30). 1Á filoso
fía de la “ Ilustración” dió luego nuevo impulso a ésta tendencia, al ver, en
el aumento de saber y de educación (“ Humanita f” ), la levadura propia del
suceder histórico. Según V o i /t a i b E, hay que considerar los cambios en las
opiniones como el principio formativo de las formas-'Ue cultura. Pero
solamente el advenimiento de la gran Revolución francesa asentó sobre
terreno firme, y llevó a una concepción de conjunto, las experimentaciones
decisivas. Aquí se pudo tocar con las manos la influencia ejercida por la
lucha de las fuerzas espirituales sobre la formación de la vida pública.
Al mismo tiempo, se conoció íntimamente, y en todas sus direcciones, el
mecanismo de la vida de las masas en sus efectos políticos. Por ejemplo,
el conocimiento de la opinión pública en su realidad concreta, disuélvese
en la atmósfera de estos fenómenos y recibe entonces sus'nombres. S i
guiendo estos experimentos, W m . v o n H u m b o l d t (del modo más com
pleto en Übcr die Aufgaben des Geschichtschreibers, Abh. d. Berliner
Ak. 1820/21. impreso en 1822; en Wm. v. Humboldts Ausg. Philos.
Schrr. = Philosoph. Bibl. 123 [1910], 80-99) había llegado a buscar,
principalmente, la fundamentación del suceder histórico en la relación
entre las fuerzas actuantes, mostrando su dirección y su dependencia
mutua, y de qué modo taies fuerzas se desligaban y se unían recíproca
mente entre sí. Dentro del círculo de estas fuerzas, de estas “ Ideas” , que
se sitúan fuera de la causalidad general, se incluye también el albedrío(
aparentemente libre de los individuos. Estos principios, expuestos por
H umboeiit sólo teóricamente, significan, a pesar del' fondo misterioso en
que descansan y que debe oponer su resistencia a toda concepción cien
tífica, una base útil para la ciencia histórica, en cuanto que no muestran
actuando solamentp en el escenario de la Historia política a Monarcas y
Papas, partidos y hermandades de ciudades, ni tampoco el prurito del po
der de los unos o la debilidad de los otros, sino que buscan, detrás de todos
estos fenómenos, las influencias de las potencias espirituales. Esta teoría se
acerca también a las necesidades1prácticas de la historiografía, en cuanto
que no supone, como hicieron los románticos, un espíritu popular o uni
versal, actuando fuera de las cosas, sino que tiende a conocer las ideas
en los acontecimientos y en las acciones mismas de los hombres: Pero,
frente a la especulación hegeliana, que quería ver en la Historia la auto-
evolución de la Idea, no fué ventaja pequeña que la construcción evitase
aquí aquella especulación, como si la Historia Universal se pudiera reducir
a un esquema, y viese en la sucesión, en la lucha de las ideas, la esencia
del curso del devenir histórico.
(30) Vid. sobre V ico, R ichard PE'íe r s E.v , La estructura de la Historia Vtii-
vcrscri en Juan Bautista Pico, traducción de I- P érez B anoes Madrid, Revista de
Occidente. 1930. Biblioteca de Históriolpgíá, II.
— 91 —
§ 7. E l Individuo
E l Individuo, en cuanto unidad psíquica, es la verdadera “ Crux” de
la moderna teoría de la Historia No se trata de negar su existencia, ya
que esto no significaría otra cosa que desconocer el propio “ yo” Hasta
no hace demasiado tiempo, todavía no constituía, ni mucho menos, cues
tión alguna para la mayor parte de los historiadores y filósofos de la H is
toria la de la significación, en general, del Individuo. L a Historia se
diluía en una suma de actos particulares, y éstos tenían como autores
precisamente a Individuos. A la sazón era extraordinariamente más pe-
' — 94 —
a ser, sino también algo que ya ha llegado a ser, que responde, de un m odo
individualm ente determ inado, a las im presiones y efectos de fcuera. A u n
que el individuo no fuese m ás que el producto de su ambiente, el “ arte
sano ciego” del g ru p o social, de to d o s m odos resu ltaría inexplicable el
hecho de que el m ism o ambiente, la m ism a sociedad pudiesen influir de
m anera distinta en individuos diferentes.
E l hecho de que probablem ente nunca se haya lo g rad o explicar total
mente al Individuo a través de estos hechos, principalm ente a persona
lidades creadoras de la talla de un P latón , D a n t e , K a n t , N apoleón ,
pesa menos que la experiencia de que la adaptación y am oldam iento a las
influencias colectivas tienen límites m arcados. E l Individuo puede, en
ciertas circunstancias, oponer resistencia con éxito a esos efectos. ¡ Piénsese
que un fraile franciscano, S a m u el d e C a s s in is , se pronunció ya, en 1505,
contra lá creencia en la hechicería, en tanto que en pleno s ig lo x x todavía
se mantienen a flote m anifestaciones tard ías de las ordalías del agu a hir
viendo y de la h ogu era! ¿ E s que no han existido siem pre solitarios que
han resistido a la “ com pacta M ay o ría” , llegando h asta el sacrificio de su
existencia personal ?
L a significación del Individuo es todavía m ás clara si con el p ensa
m iento nos transportam os a la H istoria. S u p rím a se la existen cia de N a
poleón y resulta com o si, de un gru p o de gentes, desapareciera l a p erson a
de respeto. T o d o s m iran el lu g a r v a c ío .JL a s m asas revolucionarias nece
sitaron, ciertam ente, en 1796, un je f e militar, la bu rgu esía ansió la a p a
rición de una m ano dura. P a ra un general am bicioso hubo suficientes
solicitaciones. P ichegru y Hoche sim patizaron con los B otbon es. Q uizá
se hubiera llegado a una san grien ta gu e rra civil, ta l vez las potencias con
serv ad o ras de E u ro p a hubieran logrado restablecer la an tigu a d in astía diez
a ñ o s antes de la p az de P a r ís , quizá se hubiera llegado a un p a sa je ro
despotism o m ilitar. Q uizá. E n todo ca$o, la h istoria fran cesa y la historia
europea habrían tom ado otro rumbo. O tras personalidades, ptros te atro s
de g u erra, o tras combinaciones del adversario. P ero, ¿ era sólo N apoleón
la o b ra de su g ru p o so cial? P o r el contrario, ¿ s u existencia no tu vo com o
secuela im portantes efectos psicológicos sobre las m a s a s ? C u ando N ap o
león desapareció, confinado en la is la de E lb a , an tes de los cien d ías, ¿dón
de estuvieron M acdonald, O udinot, M assen a, N e y y los d em ás para ocupar
su sitio ?
B ó rren se los nom bres de H om ero, C ésar, G oethe, de la H isto ria de
la H um anidad. ¿ S e quiere c rte r q u e su s obras se habrían llegado a pro
ducir p or otros, aproxim adam ente en la m ism a época v en 'cu alq u ier otro
lu g a r ? E n la teoría de la evolución, se llam a “ regulación e v o lu tiv a" al
hecho de que cada célula em brionaria lleve en sí m ism a la m ultiplicidad
to tal de posibles form as de destino, y de que la p érd id a de u n a célula se
pueda sustituir p or o tra. H s . D r i Es c h , Wirklichkeitslehre, 1917 (1922),
— 97 —
keit und Weltanschauung, 1923; del mismo, Philosophie det Individualitat, 1922.—
Orientado en SlMKEt, y D u t h E y : T h Eod. L i TT, Indivtduunu und Gemeinschaft, 1919,
1924; E d d , S pranc ER, Lebensformen, Geisteswisenschaftliche Psychologie und Ethik
der Personlichkeit, 1924 (31); F c h . M ein Bc ke , Personlichkeit und geschicktliche
Wel'. 1923; K urt B r e i s i G, Vom geschichtlichen Werden, vo l. 1, Person lichkeit u.
E n tw icklu ng, 1925,
§ 4. La participación de la fantasía
Quien alguna vez haya leído con atención un capitulo de la H istoria
romana de M ommsEn , quien, por los relatos que allí se hacen de la
vida romana, haya trabado conocimiento con el hombre antiguo, acercán
dose a su aliento vital, sabrá apreciar cómo toda poesía es, también, la
madre de la Historia. Toda fantasía, incluso la más loca fantasía, la fá
bula, no es ilimitadamente libre, sino que trabaja con el material que han
almacenado las imágenes del recuerdo. Sólo disponemos de libertad en la
combinación y asociación de este material, de tanta libertad como aquella
— 116 —
para la que nos dejen campo de acción las leyes inherentes a la vida espi
ritual. Fantasía es lo que nos permite ver otra vez gráficamente la peste
de Atenas, tal como la pinta T cjcídid Es , con plasticismo incomparable,
pero Fantasía es, también, la que inspiró a un Augusto la imagen de la
configuración del Orbis terrcerum, bajo la forma de gobierno del Princi
pado. Ésta es la fantasía del creador dirigida al porvenir, y que, por ello,
se llama "fantasía creadora” .
Junto a esta fantasía que asocia ideas, se presenta la fantasia que
completa nuestras percepciones. Esta fantasía se presenta con razón cc >no
el fundamento de toda comprensión. Con las indicaciones fugaces de los
fragmentos de un mundo, viviente o pasado, con los gestos, con la ca
dencia de una palabra, con un apretón de manos, con los restos de inscrip
ciones, o con los sencillos giros lingüísticos de un documento escrito,
formamos un conjunto, y nuestra fuerza imaginativa intercala los esla
bones que faltan. Para el historiador es esto tanto más importante cuanto
que el pasado, que intenta reconstruir, no ha podido vivirlo nunca en su
ámbito total ni en todas sus relaciones. En la esfera de la investigación,
a esto lo llamamos "completar” , y a la sustitución de los trozos que faltan:
“ combinación". Ésta, como toda fantasia científica, debe determinarse por
el pensamiento o el juicio; debe siempre partir de los hechos y volver a los
hechos. En ello distínguese, ante todo, de la actividad de la fantasía artís
tica. Ahora bien: nuestro pensamiento no siempre es expresable por el
lenguaje; éste más bien es cruzado y escoltado por contenidos de con
ciencia que emergen en nosotros desde la inconsciencia, de lo completa
mente inconsciente que "piensa en nosotros” . En este sentido, la fuerza
imaginativa es, en sus distintas formas, la que jalona la región del espíritu
científicamente activo. Por una parte, las mentes críticas, de vigorosa cons
titución intelectual, avanzan con prudencia, paso a paso, buscan con des
confianza y timidez, su camino sobre bases seguras. Frente a las mismas
están los espíritus precursores, que ahondan más profundamente que aqué
llas. Inclinados hacia grandes proyectos ideales sepáranse fácilmente, de
bido a su intelecto insuficiente, de las vias del más seguro conocimiento,
dado que los hechos desnudos se les aparecen como incoloros y vacíos.
Pero, allí donde la profundidad y la claridad van emparejadas en una sola
personalidad, es donde la comprensión de lo histórico alcanza aquel miste
rioso don de la intuición, insustituible para las obras verdaderamente gran
des y del que nunca deberemos despojarla. Si R a n k e , sobre la base de
fuentes insuficientes y, en parte, tendenciosas (los informes de las Em baja
das venecianas), fué capaz de bosquejar, con seguridad de sonámbulo, los
contornos de evoluciones históricas, de personalidades de acción, de efecti
vas direcciones del pensamiento, bosquejos a los que, más tarde, los rebus
cadores afortunados de los archivos más ricos sólo han podido añadir
rasgos y matices particulares, se debe a que, en R an ke , alienta la miste-
— 117 —
§ 5. La experiencia histórica
Toda investigación científica es, en el fondo, una investigación ulterior,
un engranaje con lo ya comenzado, un cultivo de terrenos previamente
cultivados. Nadie creerá que pueda ser capaz de aportar algo nuevo en
cualquier rama de las matemáticas, quien no haya sido instruido ya en la
matemática como conjunto; quien, al menos en esbozo, no se haya apro
piado sus modos de concebir, su método o sus actuales conocimientos.
Además, sólo puede cultivar la matemática con éxito quien haya adquirido
una m irada de conjunto sobre la totalidad de lo aportado hasta ahora en
esa rama de la ciencia. Ésta es, por sí misma, una verdad de clavo pa
sado. Y a se habló (I, § 3) del camino a seguir para poder proporcionarse
esa mirada de conjunto; sin embargo, esta cuestión es ya puramente
práctica y, en cierto sentido, de carácter científico general. Pero la expe
riencia histórica tiene, además, otro aspecto. Al matemático o al inves
tigador de la Naturaleza le puede bastar, en general, con el conocimiento
de su ramo especial, entendido éste en su ámbito más amplio. En estos
casos, la relación interna entre los hechos fundamentales está bastante
estrechamente ligada. No así para el historiador. Su ciencia— esto debe
— 118 —
§ 6. Objetividad histórica
En la ciencia natural no desempeña papel alguno la exigencia de una
“ objetividad” , ya que, como hemos indicado, el investigador tiene su
objeto ante sí, como algo inmediato, como algo, por regla general, per
ceptible por los sentidos. En la ciencia natural la objetividad es algo que
se sobreentiende. Dado, además, que todos los fenómenos se consideran
en ella desde el punto de vista de su forzoso imperativo y de su sumisión
a leyes, la investigación natural apártase, desde un principio, de atribuir a
su objeto cualquier independencia psíquica. Cosa muy distinta ocurre en
la Historia. En cuanto que las acciones humanas las consideramos como
— 122 —
ratur des spdteren. Mittelalters, en Hist. Zeitsch. 41 (1879), 1 ss., ahora también en
sus A usM ittelalter und Renaissance, 1918, p. 49-81; P aul T h . H offmann, Der mit-
telolterliche Mensch, gesehen aus Welt und Unm/elt Notkers der Deutschen, 1922.
§ 7. El pensamiento ahistórico
L a ciencia sólo puede desarrollarse en una atmósfera tibia. Para
la ciencia toda exageración es mala, lo que también es aplicable a la H is
toria. Una posición tan importante como la que el Intelecto ocupa en la
actividad espiritual del historiador — el Intelecto sirve sólo a la crítica
por amor de la critica — lo lleva a la comprensión del pasado y tiende los
puentes que puedan conducirle al conocimiento de las cosas. Pero sólo el
interés sentimental puede resolver muchos enigmas. Si, para la especu
lación, el intelecto se asocia con la fuerza imaginativa, trata mal los hechos
y elévase sobre ellos, haciendo de la ley del pensamiento la medida gfenSral
de su construcción. En este defecto incurren, muy fácilmente, los hom
bres de formación filosófica o jurídica. Intentan explicar el suceder his
tórico desde un sistema rígido de ideas, por medio de una idea precon
cebida o partiendo de un esquema de construcción estrictamente lógica.
Ejemplo de una manera ahistórica de exponer, que ha tomado sus
valores de un determinado sistema filosófico, y, partiendo de éste, incurre
siempre en juicios absolutos, es la de F c h . C h r i s t o p h S c h l o s s e r , es
pecialmente en su Geschichte des 18 Jhts. und des 19 Jhts. bis zum Sturz
des franzosischen Kaiserreichs (1836-49). Su concepción histórica es la
aplicación pura de la Filosofía de K a n t . Mide con el imperativo categórico
los hombres, los Estados y la Política, y de él deriva siempre sus juicios.
No hace entrar por fuerza el suceder en un esquema fijo, sino que su
pensamiento está dominado por ese esquema. En H E G E L las circunstancias
se dan de otra manera. Éste se ha adscrito también rígidamente a un sis
tema. L a Historia Universal es, para H e g e e , un proceso dialéctico que va
de la Tesis a la Antítesis para elevarse a la Síntesis. Presupone una for
zosa evolución interna de todo el suceder universal y busca la compro
bación de esta evolución en la representación del suceder. Esto no se
consigue, naturalmente, sin violencia, ni sin una construcción. Este plan
— 129 —
leben, que puso a Lutero la última lavativa, era católico, y que precisamente son sus*
confidencias las que dan fe sobre la muerte natural dé Cutero. — Como ejemplo dé
representación tendenciosa examínese F ránz M ehring , D t. G. vom Ausgang des
M itteltüters,J 1910, * 19 1 1; es importante en este libro la p. 123, donde solamente se
indican como “ fuentes” para la, exposición de la revolución francesa tres obras de
escritores social-demócratas, .y se anota: “ Quien estudie detenidamente estos escritos
puede regalar la Citeratúra burguesa sobre la Revolución francesa.” — Ofrece un ejem
plo de que la tendencia no parte necesariamente de modernos puntos de vista polí
ticos, sociales o religiosos, J . S chvarcz , Die Demokratie, I, Die Demokráfíe von
Athen, 1882. E n esta obra se desacreditan de un modo apasionado, la cultura griega,
la qtipcia y la persa, y se pone en juego, partidistamente, contra la democracia de
Atenas la organización política de Sicilia.
§ 8. Historia y Arte
E n una ocasión ha afirmado K aki, J oh. NEumann que la caracteri
zación más penetrante de Adriano se encuentra en la novela Antinuus, de
H ausrat-T ayeor. Nadie podrá tener la presunción de describir la vida
monástica del siglo x con aquel plasticismo con que V ikt Or von S chEF-
f EL, en Bkkehard, pone ante nuestros ojos las figurás dé aquella época,
V en vano se esforzará un historiador, mediante prolijas descripciones,
por entrar en competencia con JosEF S atteEr , cuando éste, con la pre
ciosa galanura de imágenes que ha trasmitido a H ch. B oQS, G. der rhet-
mschen Stadtekultur, 1897-1901, dedica sus pinceles á la historiografía
Cultural. No existe duda alguna de que la Poesía histórica, Épica, Novela
o Drama, estimula a muchos a la lectura de obras de Historia propia
mente dichas. S hakespeare, J ean-J acqués B arthéi,emy„'Wai,ter Scorr,
K onr. F erd . Méy Er , G v . F rEytag, D ahn, fueron, y soji, las "fuentes” ,
de las cuales el promedio de gentes cultas, y, a veces, también el espe
cialista, obtienen ese plásticismo de la vida histórica, que no les propor
ciona, o no quiere o no puede proporcionarles, la literatura científica
Además, para una investigación propiamente dicha, tendría valor el per
seguir la relación éntre la ciencia* histórica y la poesía histórica, conocer
cómo han actuado Embas, una al lado dé la otra, en su fecundación mutua
y en su sustitución reciproca, y de qué manera, situadas las dos, en parte,
bajo las mismas condiciones de vida, llegan a una evolución formal idén
tica o semejante. Naturalmente, esto no debe ser la poesía histórica. L a
poesía de una época llevá ya, en si misma, suficientes puntos de compa
ración. Los medios estilísticos épicos son los mismos para él poeta que
para el historiador, y la adaptación al gusto del lector és aplicable, tam
bién, al científico. La. ampulosidad retórica de las poesías humanísticas
se repite en las obras históricas de aquel tiempo, y seguramente no es sólo
en el Romanticismo, como opina E dd. F uETEr , Geschichte der neueréñ
Historiographie, p. 444, donde la historiografía se abandona a la influencia
de las orientaciones contemporáneas dé la literatura. Si los efectos de
— 132 —
vención del espejo óptico le habría señalado, por sí sola, como un inves
tigador naturalista de primera fila. Y en esto, precisamente, manifiéstase
la diferencia fundamental. El cómputo de la órbita del planeta, el des
cubrimiento de nuevos rayos, el hallazgo de una materia prima, hasta
ahora desconocida, se hace comprensible en fórmulas amorfas; el lenguaje
bello y perfecto es sólo el revestimiento de la idea, el auxiliar útil, pero
solamente algo externo. Cosa distinta sucede con los historiadores. .Su
poniendo que su buena fortuna, o las circunstancias favorables, permitan
al historiador descubrir fuentes que estén en situación de arrojar clara
e insospechada luz sobre partes de nuestro saber que hasta entonces habían
permanecido en la sombra, y suponiendo que publica estas fuentes, ¿qué
ha aportado a la Historia? Servicios auxiliares. De no ser así, los hu
manistas que, como P oggio, han sacado de polvorientas bibliotecas monás
ticas un Quintiliano, un Amianó Marcelino, y los han editado, deberían
ser llamados los más grandes historiadores de todos los tiempos. Sin em
bargo, no llegan al último fin ni al más alto de nuestra especialidad, en
cuanto que no dan forma a ese material. Con esto no quiere decirse que
deba existir siempre un idioma artístico, del cual servirse, pero el len
guaje del historiador debe tener potencia para expresar todo lo que aqué1
ha profundizado en el pensamiento de los tiempos pasados, lo que es capas
de proyectar de los sentimientos pretéritos. Por eso, el proceso psíquico
sigue, en un extenso recorrido, el mismo camino en la creación del artista
y en la exposición del historiador.
Ya hemos reflexionado más arriba (IV, § 4), acerca de la participación
de la fantasía en la comprensión de lo histórico. Artistas e historiadores
siguen en esto las mismas huellas. L a combinación y la intuición tienen su
contrapeso en el A rte; aunque el historiador está incomparablemente más
ligado a la realidad, no se puede elevar sobre ella a sü albedrío, no
puede apartarla de sí. H asta tal punto se dan la mano, según eso, el tra
bajo psíquico del artista y el del historiador. Se separan en las circuns
tancias que se refieren a la realidad. Distínguense todavía más en que, en
oposición al Arte, la ciencia histórica sitúa en primer término lo conceptual
y sólo en segundo lugar lo plástico. El Arte tiende, además, a lo general,
a tener una concepción de lo típico, que representa en figuras v relaciones
especiales; la Historia, por el contrario, encuentra su material en lo par
ticular irreiterable. Lo general no está completamente excluido de la
Historia, pero en ella sólo desempeña, sencillamente, un papel de cons
trucción auxiliar, o esté siempre, más o menos, individualizado (V. § 2).
Vid/ Otto R i ETschl, Die Kausaibetrachtung in den Geisteswissenschaf-
ten, Bonn. Univ., 1901, p. 14 ss.
Con esto queda determinado que el conocimiento histórico no es un
arte. Debemos determinar (Vid. II, § 5), pues, entre qué ciencias debe
incluirse. Quizá tiene razón T h o m . C a m ,y i ,e cuando a fir m a : “ L a His-
— 134 —
tivo, desde luqgo, para las naturalezas artísticas, más por el cuál no se ha
de dejar ahogar un pensamiento científico. Opina de un modo análogo
L. M. H artmann, Über historiiche Entwicklung, p. 8 ss., aunque par
tiendo de otros puntos de vista. Contra esto debe objetarse (vid. X, § 1
siguientes) que ya en el análisis de lás fuentes no se esquiva esta “ re
construcción psicológica” . Dificultad es ésta a la que no vamos a darle
más vueltas. Se le puede poner coto lo más estrictamente posible, se la
puede debilitar, más o menos, por la elección del tema correspondiente,
pero lograr desprenderse por completo de ella es absolutamente impo
sible. Además, sería un error creer que el intento de interpretar los mó
viles y los procesos psíquicos en el pensamiento y en la acción de las
personalidades, que produjeron efectos en la Historia, fuese sólo lo ar
tístico en la esencia de la Historia. Se trata, más bien, de si, en ese caso,
continúan asentados en el terreno de la realidad. Y esto es sólo lo decisivo.
Del hecho de que exista o no una psicología individual utilizable histó
ricamente depende el que F u ETEr tenga razón o no la tenga. Por otra
parte, una aportación tan valiosa como E l moderno capitalismo, 1922, de
W ern Er S oméart, ejemplo fecundo, en su aspecto metodológico, de lo
que no debe hacer el historiador, se puede calificar seguramente de obra
de arte, aunque no juegue en ellá ningún papel notable la investigación de
los motivos psicológico-individuales. E s una obra de arte por la manera
cómo S ombarT transforma, conforme a su propia voluntad, los hechos
trasmitidos. No le preocupa a S ombarT la verdad histórica, puesto que no
trata de hacer algo en armonía con la realidad, sino, más bien, ofrecer
un cuadro, un cuadro penetrante y luminoso (y, por ello, artístico) de un
determinado grupo de fenómenos económico-históricos. Quien logra esto,
no cultiva la Ciencria, cultiva el Arte, aunque con formas científicas
Conocimiento histórico y Arte actuaron siempre recíprocamente donde
se les examina en su valor para la vida, y, de nuevo, escuchamos siempre
la frase de A ristóteles, de que la Poesía es más filosófica que la H is
toria. Modernamente lo repiten escépticos como Max N ordau, Der Sim
der G., 1909 (35), que nos dicen que las figuras de un drama shakesperiano
son para nosotros tan verdaderas, por lo menos, como las figuras histó
ricamente verdaderas. ¿P ara qué, pues, la Historia? A un resultado 'se
mejante llega T h . L essin G, que en su libro G. ais Sinngebung des Sintt-
losen, 1922, exagera desmesuradamente el hecho de que acontecimientos
y personalidades históricas de distintos tiempos encuentren resonancia
diferente en el interés y en la concepción de los hombres, niega toda
realidad histórica y solamente reconoce, en todo caso, como “ verdadera”
(relativamente verdadera), la concepción dominante. E l mundo de los
de sus jueces, no puedo aportar ninguna exacta seguridad sobre ello. Esto
no se puede computar como el dato de un eclipsé de sol. Basándose en
estos fundamentos, A d o w . v . H a r n a c k , como lo hizo ya antes E d d . ME-
y e r , ha separado modernamente de la Historia las investigaciones sobre
los estados de alma de los héroes, su evolución y su devenir, y ha querido
atribuirlos, como algo propio, a la Biografía, rama desprendida de la
Historia, cuidando de añadir q u e. el biógrafo debiera ser, en primera
línea, historiador, pero igualmente artista y psicólogo. Este eludir las
dificultades e inseguridades de la investigación de los motivos, que no
puede ser enseñada, que solamente puede ser revivida, no aporta á la
Historia ningún provecho. Con esta concesión a las ciencias naturales, se
le quita a la Historia más que se le da. También la investigación de los
procesos naturales tropieza con cuestiones últimas que, probablemente,
quedarán eternamente sin respuesta. Por lo que toca a la posibilidad de
encontrar leyes tampoco es posible siempre, en la investigación natural,
y en todas partes, encontrarlas ; y leyes son, en fin de cuentas, tan sólo
fórmulas para el conocimiento, determinaciones sobre algo que suele su
ceder (vid. II, § 7). Pero la ley náda enuncia acerca del porqué de lo
que con esa regularidad sucede. En aquellos círculos tan circunscritos, la
ciencia natural puede, desde luego, alcanzar seguridad incóndicionada. Tan
pronto, sin embargo, como pasa más allá de dios, tropieza con la misma
insatisfactoria ignorancia que el conocimiento histórico. L a interpretación
psicológica, a cuyo dictado estamos, no puede, tampoco, como la Física,
desgarrar el último velo de las cosas, pero la Historia llamando a testi
moniar, en su explicación de los procesos psíquicos etfraños a nuestro
propio Yo, a nuestro propio vivir, nos dice infinitahi^gise más, a pesar
de su vacilante inseguridad, qué lo que pudiera dedrftos un intento de
explicación meramente mecánica. Además, la interpretación psicológica,
tanto de las fuentes como de los hechos trasmitidos, posee, también, ciertas
bases, apoyadas sobre experiencias y reflexiones lógicas, que son prác
ticamente de seguridad inconmovible o pueden igualarse en certidumbre
á muchas hipótesis científicómaturales, Vid., por ejemplo, los “ axiomas
histórico-críticos” en A d . R h o m b E r g .
H ch . W u TTk é , Über die Gewissheit dér G., Leipziger Universitátsschr. 1865, in
tenta mostrar, en general, la posibilidad del conocimiento histórico; A n o u R h o m -
be r g , D ie Brhebung der G. 2um Range eitier Wissenschaft, 1883; F e k d . E r h a r d T,
Über historisches Erkennen, 1906; A d o ef v. H a r n a c k , Über die Sicherheit und die
Gremen aeschichtlichcr Brkenntniss, 1917.
V
§ 1. Generalidades
§ 3 . L a d iv is ió n se g ú n la m a t e r i a h is tó r ic a
§ 4. P e r io d if ic a c ió n (e n g e n e r a l )
mente, H . S pangenb ERG, D ie Pcrioden der W eltg., ibídetn 127 (1923), 1 ss. (40). Las
dificultades aumentan si se quieren ensanchar los límites en un sentido o en otro. Cuan
to más profundamente se conoce la decadencia del mundo antiguo, más se difuminan
las líneas, si se quiere determinar el final del período. Vid. también K are H e n s s i ,
A ltertum , M ittelalter und N euzeit in der Kircheng., 1921. Incluso desde el punto de
v i - t a : histérico-espiritual, que es el decisivo en la elección del siglo x v , contra el modo
de computar el principio de la Edad Moderna, tal como hoy se practica, se han ale
gado objeciones de mucho peso. Trátase de la posición que se concede a la Reforma
en la lucha por el devenir del mundo moderno. La consideración histórica usual es
propensa a atribuir al hecho de Lutero un papel decisivo. Esto es más importante
aún cuando un teólogo protestante, E. T ro eltsch , afirma: “ Los siglos x v i y x v n
no son Edad Media, pero tampoco son Edad Moderna; son la época confesional de
la Historia europea y sólo del rozamiento mutuo, y, desde luego, sólo relativo, de es
tos tres factores de índole sobrenatural (Catolicismo, Luteranismo, Calvinismo) se
origina el mundo moderno, que, desde luego, conoce lo que va más allá de los sen
tidos, pero no la sobrenaturalidad medieval.” Con esto, se habría establecido la “ Ilus
tración” como límite extremo de la Edad Moderna. G g . von B eeow ha tratado muy
detenidamente del pro y del contra de esta división en D ie Ursachen der Reform a
ron, Hist. Bibl. 38 (1917), p. 108 ss., y, recientemente, en Ü ber historische Periodi-
sterungen m il besonderen B lic k auf die Grenzen stvischen M ittelalter und Neuzeit
= Einzelschr. z. Politik u. G. 11 (1915), con indicación de la bibliografía corres
pondiente. B eeow llega en este trabajo al resultado — principalmente sobre la base
d e hechos de la historia de las instituciones, de la economía y de la administración —
de que la Reforma inicia un nuevo período de tiempo en la Historia Universal.
A conclusiones semejantes llega F ee . S t i Eve , D ie Perioden der W eltg., en Vortr.
u. Reden. 1900, p. 1 ss., que quiere hacer valer el año 1450 como año que señala una
nueva época, y, desde luego, con referencia al descubrimiento de la imprenta.
De estas explicaciones se puede ya inferir hasta qué punto las cuestiones de pe-
riodificación están condicionadas por la concepción que del mundo tenga el histo
riador. El creyente católico difícilmente se convencerá de que la Historia Universal ha
iniciado con Lutero una nueva fase. Así, Gv. S c h n ü r e r , Über Periodisierung der
W eltg., U niv. Schr. Freiburg i. d. Schw. (1900), quisiera reconocer sólo dos perio
dos : Antigüedad y Edad Moderna. Como hito entre ambos ve a Cristo; sin embargo,
quiere computar los primeros seis siglos posteriores a Cristo como una época de trán
sito de la Antigüedad, Los siglos v n - x ix los caracteriza como la época occidental,
que comienza a desembocar en la época de la cultura universal; a los siglos v i i - x v i
los llama época eclesiástica, a la que siguen los siglos x v i-x ix , los políticos, y el x ix ,
período social. En cierto sentido concuerda esta división con la que A e f r . v . G ut -
SCHm id ha propuesto según puntos de vista puramente históricos, cuando advierte
t r su artículo: D ie G renze zw ischen Altertum und M ittelalter, Grenzboten 22 (1863),
I, ahora en sus “ Kleiner S ch rr.” ed por F. R ü h e , 5 (1894), 395: “ La Edad Media
no es .la antesala de la Historia Moderna, como se puede inferir del hecho de que
aquello que establece, en lo que a las circunstancias políticas se refiere, una cesura
entre ambas Edades, apenas si tiene importancia por lo que toca a la Literatura. ’
nuda de los hechos. Aparte de estas divisiones del tiempo, obtenidas del
mismo suceder histórico, se ha intentado emprender la periodificación,
con arreglo a medidas permanentes y no pasajeras. Siguiendo esta orien
tación, O t t o k . L orEnz ha elegido la Generado!} como unidad histórica
de tiempo. En esta elección no toma, desde luego, como base el término
medio de duración de la vida del hombre, sino de la época de su actividad
determinada por leyes. “ La vida histórica comienza, por término medio,
con los 30 años y termina entre los 60 y los 70. Si «olamente hubiera
niños y ancianos sin ocupación, la Historia no tendría ningún objeto, no
existiría en general. Pero en cuanto que la vida histórica se basa en la
vida activa, que actúa con miras a la publicidad y a la posteridad, la ex
periencia enseña que siempre se incluyen en un siglo tres de semejantes
vidas activas. Lo que yo denomino la “ ley de las tres generaciones” no
es otra cosa que una observación real de la Genealogía, según la cual la
actividad vital practicada de hecho por el hombre se cifra, por término
medio, con asombrosa regularidad, entre los 30 y 35 años (se dice, pues,
con razón, 33 1/3).” Die G.ivissenschaft in Hauptrichtungen wnd Auf-
gaben, 2 (1891), 177 ss. L a consideración histórica, construida sobre la
base de esta medida de tiempo “ fundamentada objetivamente” , y que
avanza, en las grandes series de evolución, según una periodicidad anual
de 300 hasta j600, no debe comprobarse como un ritmo que se desarrolla
con arreglo a leyes tan sólo en las circunstancias políticas, sino también
en las circunstancias y trabajos espirituales.
U na circunstancia que hace reflexionar es, desde luego, la de que historiadores de
la procedencia intelectual más diversa, como O. L orenz , W m. S c h er ER, R ic h . K ra -
I ik y, modernamente, W a eter V ogel, Ober den Rhythmus im geschichtichen Leben
des abendldndlischen Europa, HZ. 129 (1924), 1-68, vuelvan los ojos hacia un fun
damento de división semejante. Su ciclo de 300 años divide, generalmente, la H is
toria Universal: I. 600-300 a. d. J. C .: Cultura nacional antigua; II, 300-1: H ele
nismo ; III, 1-300: Época imperial romana; IV , 300-700: Época de las migraciones
de los pueblos; V» 700-1000: Época imperial occidental; VI, 1000-1300: Época estatal
religiosa; V II, 1300-1600: Renacimiento; V III, 1600-1900: Liberalismo.
De manera semejante, pero apoyándose en observaciones que quieren establecer
una relación entre la electricidad y el magnetismo terrestre y el curso de la Cultura,
un oficial belga, E r n e st M illard , Une loi historique, 1, Bruselas, 1903, ha calculado
en unos 1.250 años un ciclo (generación), con cinco períodos, cada uno de 250 años,
ciclo que se repite, con arreglo a leyes, en sucesión uniforme. Cada uno de estos pe
riodos de 250 años significa un determinado grado de cultura, dentro de un mismo
pueblo y de un ciclo cultural. En esta misma dirección se sitúa Gv. S trakosch
G rassmann , que, en sus pronósticos sobre la cosecha de los años 1918 a 1922 (1918),
apoyándose en el Canon de los eclipses, quiere computar un ciclo de unos 242 años
de la misma naturaleza en cuanto al tiempo probable y al rendimiento de la cosecha,
e intenta corroborar con datos históricos su descubrimiento. Pero no va más lejos
en sus conclusiones. Vid. E. T roEe t sc h , Der Historismus, 730 ss.
— 152 —
§ 6. Periodificación (Iniciación)
“ Todas las periodificaciones y delimitaciones en el curso de la Historia
Universal son sólo condicionales y por ello completamente voluntarias.
L a Historia misma, en la que cada acontecimiento está en relación causal
con el que le precede y con el que le sigue, no hace ningún corte, es un
continuo sucesivo.” Estas palabras de H ch . G eez Er , citadas por K are
J oh . N eumann, Perioden rómischen Kaiserg, HZ., 117 (1917), 377 ss.,
están de acuerdo, precisamente, con el recelo de nuestros mejores histo
riadores respecto de la formación de conceptos generales. En esto actúa
el temor, moderadamente sentido^ a encerrar la vida viviente del suceder
histórico en una rígida prisión dó fechas y de conceptos. Como un ejem
plo de cautela en la delimitación por épocas, puede servir, en todo caso,
el proceder de R anke en su Historia Universal.
Pero por mucho que el Ser y el Devenir históricos puedan resistirse
a que, en parte, se les descomponga en secciones, obtenidas más o menos
arbitrariamente, y a que se coloque, por decirío así, ante cada sección,
como un centinela, el número de un año, no se puede prescindir nunca
de un punto de sustentación semejante. L a necesidad que nos impulsa
— 155 —
§ 7. Historia Universal
una vida his' “ica que se mueve progresivamente de una nación en otra,
de un grupo de pueblos en otro. En la lucha de los sistemas de pueblos
distintos surge, precisamente, la Historia general, y así es cómo las nacio
nalidades han llegado a tener conciencia de sí mismas.” De ahi también
la fuerte tonalidad subjetiva que le es propia, el enfoque sobre nuestra
propia cultura. Vid. G. M a su r , Rarikes Begriffe der Weltg., HZ. Beih. 6
(año 1926).
L a Historia Universal, concebida de esta manera, obtiene en unidad
y trabazón interna lo que pierde en plenitud. Naturalmente que también
denominamos “ Historia Universal” (o mundial) los compendios desti
nados a la narración del conjunto de la Historia humana y en los que
se abarca todo lo más posible el saber histórico, pero el ideal se encuentra
en la forma caracterizada por R a n k E. Pero R ank E murió antes de la
terminación de su obra, y el linaje de los polihistoriadores se ha ido ex
tinguiendo, y así hoy tenemos que contentamos con la compensación que
nos ofrecen aquellas obras de conjunto sobre Historia Universal, que se
componen con el trabajo de varios. Este hecho encuentra en parte su
justificación en la supervaloración del especialismo. L a verdadera Historia
Universal debe bosquejar a grandes rasgos el cuadro de nuestra cultura
y el curso de su devenir, manteniéndose siempre atenta sólo a lo esencial,
pero conservando tan vigilante nuestro interés por lo particular, que allí
donde nos sintamos especialmente cautivados se nos estimule a llevar más
adelante nuestra investigación y a informarnos más de cerca.
E sta delimitación de la historiografía universal moderna marcha al
compás de la independización de nuestra ciencia. “ La Historia Universal
— dice A u g . I / wg. S c h lo z E r — no era antiguamente sino una mezcla de
datos históricos necesarios al teólogo para la comprensión de la Biblia y
al filólogo para la explicación de los antiguos escritores y monumentos
griegos y romanos, sino una ciencia auxiliar de la filología bíblica y de la
llamada filología clásica.” A consecuencia de esto, la exposición de la
Historia Universal, con excepción de M arc Antonio C occio , conocido
por S ab Ellic o , y de su Enneades sive Rhapsodia Historiarum (1504\
dependía siempre de la doctrina de las cuatro Monarquías. Tan sólo un
trabajo de conjunto dirigido por J o h n C a m p be ll , An Universal history
frotn the earliest account of time to the present, London, 1736-65, 26 vols.,
fue más allá en la disposición del material, concibiéndose en epitomes dis
puestos por J o h n G ray y W il l ia m G u t h r i E, como History a f World,
y ampliado como Allgemeine Welthistorie por sus traducciones al alemán
realizadas por SiEGM. J a k . B aumgart En , Halle, 1744. El E s sa i sur les
Moeurs de V o ltair E representa, frente al tradicional amontonamiento de
los hechos, el primer inténto realizado para-situar da manera de considerar
lo histórico universal sobre fundamentos modernos, no limitados por nin
guna Teología. A ug . L wg . S c h l o z Er se halla bajo la influencia de la
1 1 . — BAUER. --- INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA HISTORIA
— 160 —
(45) De esta obra existe traducción española. Vid. G uillermo O ncken , Historia
Universal, escrita parcialmente por reputados profesores alemanes bajo la dirección
del eminente historiógrafo, traducción del alemán revisada por don N emesio F er
nández C uesta , 16 volúmenes (el tomo X I V : Cronología Universal; los tomos X V
y X V I : Historia del T raje), Barcelona, Montaner y Simón, i8go-it''4. (Hay una
nueva edición revisada y puesta al día por profesores universitarios españoles, con
un discurso preliminar de don R afael A ltamira , 46 volúmenes, Barcelona, Mon
taner y Simón, 1917-1922.)
— 162 —
(49) Un papel que, hasta cierto punto, puede considerarse parecido al desem
peñado por M ós Er en Alemania, cumple en España don A ntonio de C apmany y de
M ontpalau con sus “ Memorias históricas sobre la Marina, Comercio y Artes de la
antigua ciudad de Barcelona, Madrid, 4 volúmenes, I y I I : 1779, III y I V : 1792
obra de Historia regional en cuanto que, no sólo se refiere a Barcelona, sino a Cata
luña, y que, dando de lado a la Historia política, _se orienta principalmente hacia el
estudio de las instituciones económicas y sociales de la ciudad y Condado de B ar
celona. — Como obras de Historia regional española pueden citarse aquí las si
guientes : Juan A ntonio L lórente, N oticias históricps de las tres Provincias V a s
congadas, 4 volúmenes, Madrid, 1861; J, M. Q uadrado , Recuerdos y B ellezas de
España, 11 volúmenes, 1844-1865; J uan L operráEz C orvalÁn , D escripción histórica
del Obispado de Osma, 3 volúmenes, Madrid, 1788; E. L afu EnTE A lcántara , H is
toria de Granada, comprendiendo la de sus cuatro provincias: A lm ería, Jaén, G ra
nada y Málaga, 4 volúmenes, Granada, 1843-1846; J osé de Y anguas y M iranda ,
Diccionario de Antigüedades dél Reino de Navarra, 3 volúmenes, Pamplona, 1840,
A dicion es... Pamplona, 1843; J osé P ella y F orgas, H istoria del Ampurdán, B ar
celona, 1883; José B alari , O rígenes históricos de Cataluña, Barcelona, 1889; C iría
co M iguel V igil , A sturias monumental, epigráfica y diplomática, Datos para la
historia de la provincia. 2 volúmenes, Oviedo, 1887; E stanislao J. d e L abayru ,
H istoria general del Señorío de Bizcaya, Bilbao-Madrid, 1895-1906; M anuel M ur -
guía , H istoria de Galicia, 2 volúmenes, ’ I, 1901, ’ II, 1905. — Para una bibliografía
completa de Historia regional y local española, vid. T. M uñoz, y R omEro, D iccio
nario bibliográfico-historico de los antiguas Reinos, Provincias, Ciudades, V illas y
Santuarios de España, Madrid, 1858.
—1 6 6 —
gina 4 3 5 s .: “ ¿Qué es país, qué es Estado en Alemania? El país recibe su vida in
mediatamente del suelo, el Estado sólo mediatamente, de segunda mano. E l Estado
se asienta sobre la Nobleza, la Iglesia, las ciudades, aunque estas instituciones se
asienten también inmediatamente sobre el suelo. En el país, suelo y población son
fuerzas exclusivamente determinadas, en el Estado sobreviene el momento del mundo
internacional. Puesto que la estructura vital interna del pueblo alemán está deter
minada por el suelo y la población, la historia territorial alemana debiera ser la his
teria de aquella simbiosis prodigiosa entre tierra y pueblo, que conduce cada localidad
a resultados distintos, pero que manifiesta, en su conjunto, el núcleo interno de la
historia alemana. El territorio, más que el Estado, es una estructura celular, que
vive según leyes naturales inmutables. Esta estructura celular tiene una construc
ción multiforme. Se la puede separar en dos grupos principales. Corresponden a la
naturaleza de nuestro país todas las particularidades del campo, las pequeñas par
celas campesinas, los caminos, la casa y las demás edificaciones económicas, y par
tiendo de estos elementos incluso la aldea y sus tierras de labor; considerado física
mente hasta el paisaje como primera subdivisión del territorio. E s ésta la región
dé las células naturales. E l otro grupo abarca los hombres en particular, la familia,
la comunidad de habitación, de localidad, de valle, pero también las asociaciones de la
vida económica, profesional, social, popular, religiosa, espiritual. Estas son las cé
lulas espirituales.”
(56) Vid. M anuel L asala , Historia política del partido carlista, de sus divisio
nes, de sus Gobiernos, de sus ideas y del Convento de Vergara, con noticias bio
gráficas que dan a conocer cuáles han sido don Carlos, sus generales, sus favoritos
y principales ministros, Madrid, 1841 ; Joaquín S ánchez de F uentes, Fisonomía de
las Cortes de 1846, de los Gobiernos que salieron de su seno y de la oposición con
servadora o- Apuntes para escribir la Historia del partido moderado español, Madrid,
1850; M arqués de A lbaida , Historia del. partido liberal en España. Introducción,
Bruselas, 1852 (24 páginas; lo único publicado); A ntonio P irala , Historia de la
guerra civil y de los partidos liberal y carlista, Madrid, 5 volúmenes, 1 1853, 1 1868-70,
* corregida y aumentada, 1888-1891; E ugenio G arcía R u iz , Historia de la Interna
cional y del Federalismo en España, Madrid, 1872; E. R odríguez S qlís, Historia
del partido republicano español, 2 volúmenes, Madrid, 1892-1893; R omán O yar zú n ,
Historia del Carlismo, Barcelona, 1939.
— 173 —
Ejemplos de obras biográficas de la época moderna son, aparte de las más arriba
citadas: Osw. RE d l ic h , Rudolf von Habsburg. Das dt. Reich nach dem Untérgange
des Kaisertums, 1903; E mile D oumergue, Jean Calvin, L es hommes el les cho es de
son temps, 3 vols., Lausanne, 1899-1905; G abr . H anotaux, Histoire du cardinal de
Richelien, 2 vols., París, 1893-96; A ug. F o urnier , Napoléon, 3 vols., *1922; M ax
L e h Mann , Schamhorst, 2 vols., 1886-87; R u d . H aym , Wilhem v. Humboldt, Lebens-
bild. «. Charakteristik, 1856; F c h . M e in ec k e , Das Beben des Generalfeldmarschalls
Herm. v. Boyen, 2 vols., 1896-99; E r . M arck , Bismarck. Bine Biographie. Vol. 1 :
Bismarcks Jugend 1815-48 (1909); R e in h . K os ER. G. Friedrichs des Gr., 3 vols.,
6-7 1925; Jos. S c h n itz er , Savonarola. Bin Kulturbild aus der Z e it der Renaissance.
2 vols., 1924 (61).
(61) En España la Biografía tiene ya en la baja Edad'M edia dos destacados re
presentantes en F ernán P é r Ez de G uzmán , Generaciones y semblanzas (vid. la edi
ción de los “ Clásicos castellanos ” de La Lectura, Madrid, 1924), y F ernando del
P ulgar , Claros Varones de Castilla, “ Clásicos Castellanos” de L a Lectura, Madrid,
1923. A principios del siglo x ix se publica una obra importante de carácter bio
gráfico: las “ Vidas de españoles célebres” de M anuel J osé Q uintana , 3 volúmenes,
Madrid, I, 1807, II y III. 1830-1833. — La Biografía tiene en nuestros días extra
ordinaria aceptación por parte del gran público, y cada vez es más considerable el nú-
— 181 —
mero de Biografías que se editan en España, pero la mayor parte de estas obras
no tienen el carácter de verdaderos trabajos históricos. Como ejemplo de publica
ciones españolas modernas de carácter biográfico que merecen el nombre de verda
deras obras de Historia o que, bajo una forma literaria, aportan datos documentales
o anecdóticos, pueden citarse: A ntonio R odríguez V il la , Don Cenón de Somodc-
villa, Marqués de la Ensenada, Ensayo biográfico, Madrid, 1878; el mismo, La Reina
doña Juana la Loca. Estudio histórico, Madrid, 1892; el mismo, Patino y Campillo.
Reseña histórico-biográfica de estos dos ministros de Felipe V , Madrid, 1882; el
mismo, Ambrosio Spínola, primer marqués de los Balbases, Madrid, 1905; A ntonio
C ánovas d e l C astillo , E l Solitario y su tiempo. Biografía de don Serafín Esté-
banez Calderón y crítica de sus obras, Madrid, 1883; Á ngel d e A ltolaguirre ,
Don Alvaro de Bazán, primer marqués de Santa Gruz de Múdela. Estudio histórico-
biográfico, Madrid, 1888; C onde d e la V inaza , Coya: su tiempo, su vida, sus obras.
Madrid, 1887; J acinto O ctavio P icón , Vida v obras de don Diego Velázqucz,
Madrid, 1899; F rancisco N avarro L edesma , E l Ingenioso Hidalgo Miguel de
Cervantes Saavedra, Madrid, 1905; M. B. Cossío, E l Greco, 2 volúmenes, Ma
drid, 1908; G abr iel M aura y G amazo, Carlos II y su Corte. Ensayo de recons
trucción biográfica, 2 volúmenes, Madrid, 1911-15; A mérico C astro, Vida de
Ijope de Vega, Madrid, 1919; E loy B u lló n , Un colaborador de los Reyes Católi
cos. El doctor Palacios Rubios y sus obras, Madrid, 1927; M arqués de V illa -
U rrutia , Lucrecia Borja, Madrid, 1922; el mismo, La Reina Gobernadora doña
María Cristina de Borbón, Madrid, 1925; L u is . F ernández d e R etana, Cisneros
y su siglo, 2 volúmenes, Madrid, I, <1929, II, 1930; C onde d e R omanones, Sagasta
o el político, Madrid, 1930; M arqués d e L ema, Cánovas o el hombre de Estado,
Madrid, 1931; A ntonio M arichalar , Riesgo y ventura del duque de Osuna,
Madrid, 1930; A n d r é s G im énez S oler , Don Juan Manuel. Biografía y estudio
crítico, Zaragoza, 1932^ C ésa r S ilió , Don Alvaro de Luna y su tiempo, Madrid,
1935; G regorio M arañón , E l Conde-Duque de Olivares (La pasión de mandar),
Madrid, 1936; M erc ed es G a ibro is de B allesteros , María de Molina, Madrid, 1536.
Vid. también la obra portuguesa de O liv eir a M a r tin ?, A vida de Nun A lvares,
Lisboa, 1902.
— 182 —
1<» Literatura, cual la obra de Ge. V a Sa r i , L e vite de piu eccellenti pittori, scultori
ed architetti, 1350. El funesto predominio del estilo, de la forma sobre el contenido,
determinado por el Humanismo, sólo rara vez se quebranta. Sólo aparece como ex
cepción la muy característica Vita Loiolae, de P edro de R ivaden Éyra (62).
Vid. E dd . F tjETEr , G. der neueren Historiographie, 1911. — Para la época mo
derna se hace difícil señalar una determinada línea de evolución en la Historia de
la Biográfica. Carecemos aún de los correspondientes trabajos previos.
§ 1 2 . G e n e a lo g ía
(62) Esta obra de P edro d e R ivaden Eyra publicada primero en latín fue ver
tida después al español con el titulo de “ Vida de San Ignacio” , 1383.
— 184 —
§ 13. L a d iv isió n s e g ú n lo s fe n ó m e n o s d e l a v id a p r á c t i c a
Para la Edad M edia: J ohs H oops, Réailex. (vid. supro) ; K arl G. S tephani , Der
dlteste deutsche Wohnbau und seine Einrichtung, 2 vols. 1902, 1903 (hasta fin del
siglo x i ) ; O. E bERBach , D ie deutsche Hohenburg des Mittelalters in ihrer baulichen
Anlage, Entwicklung und Konstruktion, Diss. Stuttgart, 1902; J. F. G melin , Bey-
trage sur Geschichte des teutschen Bergbaus. 1783; A . Q uiqu ERE2, Notices sur les
forges primitives dans le Jura bemois = Mitt-. d antiqu. Ges. Zurich 17 (1871);
I ngvald U ndsét, D as erste Auftreten des Eisens in Ñordeuropa, tr. alemana de
J. Mestorf, 1882. Para la época moderna: K ari. K armasch , G. der Technik seit der
Mitte des 18 Jhts, 1871; K a rl K é l l e r , Der Charakter der technischen Umwalsungen
des 19 Jhts., Schr. d. techn. Hochsch. Karlsruhe, 1893.
Tratan ramas especiales de la técnica: H irschkei .d , D ie Entwicklung des Stiidte-
haus. Ztschr. d. Ges. f. Erdkunde, 1890; L n w . B eck Die G. des Eisens in technischer
und kwlturg. Besiehung, 5 vols., 1884-93, 1, *1901, 2-5, dedicado a la época moderna;
K . B. H offmann, Das Blei bei den Vólkern des Altertums, 1885; R ich . F isc h , Die
Walker oder Leben und Treiben in altrbmischen Wascherein, 1891; E rnest P ari -
set , Histoire de la Soie, París, 1862; H„ SiLBERMANN, D ie Seide, ihre G. Gewinnung
und Verbreitung, 2 vols., 1: Die G. der Seidenkultur, des Seidenhandels (1897), 1897;
K urt M erck El , D ie Ingenieurtechnik im Altertum, 1899; W iedemann , Beitr. sur
G. der N aturwissenschaften und der Technik bei den Arabern, S B . del phys.-medis.
Sosietát in Erlangen, 38 (1906); E mil L uEbECK, Das Seewesen der Griechen und Ro-
tner, Prúgr. Hamburg Johanneum, 1890, 1891; A u c. K oster, Die Nautik im Alter-
ium = Meereskunde 88 (1914); K onr. M attschoss , G. der Dampfmaschine, 1901;
K ari, R adunz, ioo Jahre Dampfschiffahrt, 1907; G. S turmer , G. der Eisenbahnen,
1 (1872), 2 (1876); A rt . v . M eyer , G. und Geographie der dt. Eisenbahnen von
ihrer Entstehung bis auf die Gegenwart, 2 vols., 1891 (68).
(73) Sobre Historia general del Comercio, vid. en español: Jerónimo B occardo,.
Historia, del Comercio, de la Industria y de la Economía política, traducción de
L orenzo de B enito , Madrid, L a España Moderna, s. a.; A . G arcía G utiérrez ,
Historia general del desarrollo del Comercio y de la Industria, Madrid, 2 1912;
M. G. S chmidt , Historia del Comercio mundial, traducción de M. S ánchez S arto,
Barcelona, Colección Labor. 1927 (obra de vulgarización); M anuel P érez U rr u ti ,
Historia del Comercio Mundial, Madrid, 1933.
(74) De esta obra hay-traducción italiana con el título “ Storia Universale del
Diritto Commerciale” , 1913.— Vid. en lengua española, P aul R eh m e , Historia
Universal del Derecho Mercantil, traducción de E milio G ómez O rba n eja , M a
drid, 1941.
(75) H a y traducción española de L u is L ópez B allesteros con el título “ H is
toria social y económica del Imperio Romano” , 2 volúmenes, Madrid, 1937.
(76) De esta obra hay traducción italiana del profesor PiETRO B oníant E con el
título "Storia del Comtnercio dei popoli latini nel Mediterráneo sino alia fine delle
Croziate”, Bibliotheca degl’Economista, volumen X I. Turín, 1915.
(77) Vid. M. CoLMEiRo, Historia de la Economía política en España, 2 volú
menes, Madrid, 1863; J. Goury de R oslau, Essai sur l’histoire economique de
l’Espagne, Corbeil, 1887; I. Jordán de A sso, Historia de la Economía política
en Aragón, Zaragoza, 1798; J. J. A zEvedo, Épocas de Portugal económico. Esbo(os
de Historia, Lisboa, 1929; E. A . C orrea, Historia económica de Portugal, 2 volú
menes, Lisboa, I, 1929, II, 1931.
(78) Vid. G . d e A rtíñano , Historia del Comercio en las Indias durante el do
minio de los Austrias, Barcelona, 1917,
— 195 -
pedales: W alt Er V ogei., G. der dt. Seeschiffahrt. 1 (bis zum Ende des
15 Jh ts), 1915; B. H agedorn , Ostfrieslands Handéis und Schiffahrt
1-1580, 2: 1580-1640. = A'bh. zur Verkehrs- u. Seeg., 3 (1910), 6 (1912);
F ritz O hmann , Die Anfdnge des Postwesens u. die Taxis, 1909. Vid. IX ,
párrafo 27 (83).
(83) Vid, C. H. H aring, Trade and Navigation between Spain and the Indies
in th e Time of the Hapsburgs, Cambridge Harvard University Press, Londres, 1918;
E. V erdegay, Historia del Correo desde su origen hasta nuestros dias, Madrid, 1894;
Cayetano A lcázar, Historia del Correo en América, Madrid, 1920.
(84) Un papel semejante al de H ermann Conring en los estudios de Historia
del Derecho germánico desempeña en la Historia del Derecho español don Juan
L ucas Cortés (1624-1701) con su obra “ De originibus Hispani juris”, obra' que no
se publicó hasta 1703 y no con el nombre de L ucas Cortés, sino con el del plagiario
danés G. E. DE F ranckEnau y un título distinto al que le diera su verdadero autor:
el de “ Sacra Themid Hispaniae Arcana, Jurium Legumque Ortus, Progressus,
Varietates et Observannatn” , Hannover, 1703, ’ Madrid, 1780.
— 198 —
(89) Sobre Historia del Derecho español, vid. J uan S empere y G uarinos , H is
toria del Derecho español, 3Madrid, 1846; J. M. A ntéquEra, Historia de''la Legis
lación española, Madrid, 1874; A. M arichalar y C. M anrique, Historia de la
Legislación y recitaciones del Derecho civil de España, 9 volúmenes, Madrid, I y II,
1861, II I, IV y V , 1862, V I y VII, 1863, V III, 1865, IX, 1872; E duardo de H i -
nojosa, Historia general del Derecho español, tomo I (único publicado), Madrid,
1887, reimpresión, 1924; G alo S ánchez , Curso de Historia del Derecho, Madrid,
1940; S alvador M inguijón , Historia del Derecho español, 1 Barcelona, 1927, 2 vo
lúmenes, a Barcelona, 1933, 1 volumen; R omán R iaza y A lfonso G arcía G allo,
Manual de Historia del Derecho español, Madrid, 1934; M anuel T orres , Lec
ciones de Historia del Derecho español, 2 volúmenes, 1 Salamanca, 1933, 1934,
2 Salamanca. 1935, 1936 (en publicación); A . G arcía G allo , Historia del Derecho
español (en publicación, han aparecido en 3.a ed. corr. y aura, los fascículos I del
tomo I, Madrid, 1943, y II del tomo II, Madrid, 1943. — Sobre Historia del Derecho
portugués, vid. M. P. M er Ea, Resumo das lifoes de Historia do Direito portugués
feitas no ano lectivo de 1924-1925. Coimbra, 192S; interesa también citar aquí las obras
siguientes: F. M artínez M arina , Ensayo histórico-crítico sobre la legislación y
principales cuerpos legales de los Reinos de León y Castilla y especialmente sobre el
Código de las Siete Partidas de don Alfonso el Sabio, Madrid, 1 1808, i volumen
2Madrid, 1834, 2 volúmenes, 'M adrid, 1845, 1 volumen; H enrique da Gama J arros»
Historia da Administrafao publica em Portugal nos seculos X I I a X IV , 4 volúmenes,
Lisboa, 1885-1914; G uillermo M.a de B roca, Historia del Derecho de Cataluña
especialmente del civil, tomo I (único publicado), Barcelona, 1918; E rnesto M ayer ,
Historia de las Instituciones sociales y políticas de España y Portugal durante los
siglos V III al X lV ; tomo I, traducción de G alo S án chez , Madrid, 1925, toiro II,
traducción de R amón C arande, Madrid, 1926.
— 201 —
unsere Zeit, 6 vo ls., 1931 -9 , sigu ien d o la sen d a d e las ideas ro m á n tica s.
T o d o s estos in te n to s de a c e r c a r s e a l p ro b le m a de la H is to r ia de las C o s
tu m bres co n flu y e ro n , en la época m o d ern a, en las ten d en cia s de la m o d e rn a
p s ic o lo g ía p o p u la r (W m . W u n d t ) y a llí se e n cu e n tra n en un ión con la
E t n o lo g ía (J. L u b b o c k , The origin of civilisation and primitive condition
oj man, 5 L o n d res, 1 8 8 9 ; R i c h . H i l d é b r a n d , Recht und Sitte auf den
primitiven wirtschaftl. Kidturstufen, 2 1907 ), con la F ilo lo g ía , la E t n o
g r a fía y la S o c io lo g ía P a ra le la m e n te a esto s in ten to s de d a r a la H is to r ia
d e la s C o s tu m b re s u n a b a se filo só fico -p sico ló g ica, el g o z o d e la n a r ra c ió n
d e lo q u e la H is to r ia b rin d a de n o to rio , de m e m o ra b le , d e in só lito , a tr a
viesa to d as las épo cas. S i la H is to r ia de la s C o stu m b res cu ltiv ad a cie n
tífica m e n te q u iere e x p lic a r usos y co n cep to s m o ra les, sacán d o lo s d e la
a ctitu d to ta l de u n a é p o ca o de un p u eb lo , la m a n e ra n o cie n tífica de la
llam ad a “ h is to r io g r a fía c u ltu r a l” se p e rm ite d e sta ca r lo s fe n ó m e n o s p a r
ticu la re s de la v id a m o ra l, a isla rlo s y p o n erlo s en co n traste con n u e s tro s
m o d e rn o s sen tim ien tos.
Una exposición de conjunto ofrece E d w . W kstermarck , Ursprung und Bntwic-
kelung der Moralbegriffe, tr. alemana, 2 vols. 1907/09. Ramas particulares trata
L dw . F r i Edlaender , Darstellungen aus der Sitteng. Roms in der Zeit van Augustus
bis sum Ausgang der Antonine, 4 vols., *1919/20; Ge. G rupp , Kulturg. des Mittel-
aítcrs, 2 vols. 1 1907 (católico); J o h . H ansen , Zaulerwahn, Inquisition und Hcxen-
prozess im Mittelalter und cié Entstehung der grossen Hexenverfolgung, 1909;
A l ' v . S ch u ltz , Das h'áusliche Leben des europáischen Vo-lkes w m Mittelalter bis
sur 2. Halfte des 18. Jlits., 1903; BERí H aendecke , Dt. Kultur im Zeitalter des 3°j-
Krieges, 1906; P. G. M olmenti , La sloriu di Veneda nella zr'.ta privata, 3 vols.,
2 Bérgamo, 1903/08; C h . V. L anglois, La vie en France au moyen-áge d’ apres quel-
ques moralistes du temps, París, 1908; J. R. G r EEn Town lije in the i$th century,
2 vols., Londres, 1894; E . W esterm arck , G. der menschlichcn Ehe, 1893; W m . H
R i EHL-, Die Naturg. des Volkes. 1859-80 (92).
(93) D e la obra de E rwin R ohd E existe una traducción parcial española por
V . F ernández R amírez con el titulo de “ La inmortalidad del alma entre los grie
gos” , 2 vols., Madrid, 1942. H a y traducción francesa completa, París, 1928.
(94) Vid. Joaquín C osta, La religión de los celtíberos y su organización política
y civil, 2 Madrid, 1917; M. A sín P alacios, Abenházan» de Córdoba y su Historia
crítica de Ids Ideas religiosas, 3 vols., Madrid, I, 1927, II, 1928,111, 1929; el mismo.
E l Islam cristianizado, Madrid, 1931
— 204 —
(95) D e esta obra existe una versión revisada y aumentada por N atham S o d E r
blo m ,de la que se ha publicado una traducción francesa con el título “ Manuel d’His
toire des Religions (Manuel de C. P . Thiele, revu et augmenté)” , París, 1925.
(96) Existen pocas' obras de Historia de las Religiones en lengua española; sól<
hay algunas traducciones de diversos libros extranjeros. Vid. F . M a x M ü l l Er , H is
toria de las Religiones, Madrid, L a España Moderna, s. a . ; S . R é i n a c h , O rfeo
Historia general de las Religiones, trad. de D . V a c a , Madrid, 1910 (ambas son obra:
de autores apartados del credo católico); G u i l l e r m o S c h m i d t , Manual de Historii
comparada de las Religiones. Origen y formación de la Religión. Teorías y hechos
traducción de E m il i o H u id o b r o y E d i t h T e c h d é H u id o b r o , * Madrid, 1941.
— 205 —
§ 1 . G en eralidad es
Las series de los sucesos que la ciencia histórica nos expone pueden
ser consideradas desde puntos de vista distintos. Se las puede descom
poner en acontecimientos particulares, de los cuales cada uno puede ser
examinado como existiendo por sí mismo, sin relación interna. Se pueden
reconocer los eslabones de una serie de sucesos como un todo y en la
mutua dependencia de los unos respecto de los otros, y tratar de desechar
este conocimiento según el uno o el otro aspecto. Se puede abarcar con
la vista el suceder histórico como totalidad, como un conjunto coherente
por si mismo, en cuanto que cada serie de sucesos y cada eslabón de esa
serie se originan de la cooperación de las series y eslabones precedentes.
Un paso más hacia adelante sería todavía el de señalar este origen en lo
que tuviese de forzoso y derivar de leyes determinadas las condiciones
del devenir histórico. Según eso distinguimos:
1. La historiografía narrativa, que se satisface con comunicar lo real
del suceder histórico.
2. La llamada historiografía pragmática, que tiende a entender el
curso del suceder histórico, según causas y efectos, y a extraer, según las
circunstancias, de la fundamentación así obtenida, consecuencias para la
vida, el Estado, los partidos, escuela, etc.
3. La historiografía genética, que concibe todo fenómeno histórico
como algo que se ha producido paulatinamente, como el punto final de
este devenir, y hace recaer el peso principal de su interés sobre las dis
tintas etapas por las que ha pasado la situación de aquel fenómeno.
4. L a historiografía sociológica, que solamente ve en el suceder his
tórico un curso de fenómenos, en los cuales encuentra su expresión la ley
histórica que opera detrás de los mismos.
E stas cuatro maneras de exponer la Historia coexisten hoy unas junto
a otras. Cada una de ellas debe su origen a un determinado grado de
— 211 —
§ 2. La historiografía narrativa
L a Historiografía se vincula a la Poesía por el gozo en la narración
de los acontecimientos memorables, pero, paralelamente, fluye la tendencia
del hombre a la perduración de su Yo fugitivo en inscripciones públicas
y registros oficiales, y, desde luego, a conservar, con miras al porvenir, el
recuerdo del propio presente a las futuras generaciones. En consonancia
con esto se encuentran como los monumentos más antiguos de la Histo
riografía: 1.® Anotaciones de los hechos en inscripciones, en calendarios
(las inscripciones del templo dé Tutmosis III en Karnak, los Afínales
Maximi, basados en las inscripciones de las tablas pontificales) y en otros
lugares; 2.® Relatos coherentes, que, nacidos del mero gozo de narrar,
ofrecen todo lo más lo humano, pero no una investigación causal propia
mente histórica (los cantos heroicos de H S rodoTO, la mayoría de las cró
nicas medievales).
Ejemplos de historiografía narrativa en la época actual son las dis
tintas tablas cronológicas para la enseñanza de la H istoria; S chui ,t h Es s ,
Europaischer Gesckichtskalender, 1860 ss.; el Atmuaire en la Revue des
deux mondes.
§ 3. La historiografía pragmática
“ Quizá sea mi obra poco atractiva para el que me escuche por la cir
cunstancia de que no contiene nada legendario, pero me basta con que
reconozca mi obra cómo útil si desea lograr un claro conocimiento de los
acontecimientos pasados y gracias a él comprender bien aquellos procesos
que, según el curso de las cosas humanas, se pueden dar de nuevo en el
porvenir del mismo modo o de una manera semejante.” Con estas palabras
caracteriza T u í id id Es la diferencia entre su modo de tratar la Historia
y el de sus predecesores, la distinción entre el modo meramente narrativo
de IIB rodoto y la investigación de aquellas fuerzas que operan en el
suceder histórico. T u c íd id Es considera los sucesos que hay que relatar
desde un punto de vista unitario y quiere que sus conocimientos históricos
sirvan de información y guia para el porvenir. Un rasgo instructivo fluye
por su o h - Y lo mismo observamos en P olibio , cuyo vocabulario ha
— 212 —
§ 4. La historiografía genética
Genético y orgánico son expresiones favoritas de H er d Er . En la
bifurcación de caminos entre “ Ilustración” y “ Romanticismo” , HE rd er
señala el rumbo de una nueva concepción de la Historia. L a vida cultural
(primero dentro de la Nación en particular) se considera como algo que
brota vegetalmente. Derecho, Moral, Literatura no son la obra de un
legislador, de un sacerdote, de un poeta, sino algo natural, que no puede
ser creado voluntariamente, cuyo sereno devenir debiera perseguirse sólo
con profundo respeto. No es menester subrayar que, en este nuevo modo
de considerar, en el que se profundizó ñor el conocimiento de las fuerzas
espirituales (“ Ideas” ) que operan en la Historia, yacen las raíces de un
conocimiento m ás depurado de la Historia.
Superar el infecundo escepticismo de la “ Ilustración” , poner su
racionalismo al servicio de una crítica positiva de las fuentes, estuvo
reservado a N ie b u h r . Para la llamada historiografía genética, que luego
encontró en R ank E su gran realizador, es muy especialmente caracterís
tico lo que se relaciona con las fuentes. L a historiografía pragmática, con
su ejemplaridad, no puso gran empeño en el examen de las fuentes. La
ejemplaridad es, precisamente, algo no objetivo. Pero a quien, con inde
pendencia del bien y del mal, le incumbe relatar cómo han llegado a ser
las cosas, le resulta mucho más importante la depuración metódica de las
fuentes. En ellas busca lo real y elimina todo aquello con lo cual los ador
nos retóricos, estéticos, sentimentales ocultan y difuminan la realidad de
los hechos trasmitidos.
Cuanto más cerca se sitúa la realidad tanto mejor se representa lo
histórico como un devenir permanente. Resulta claro que todo lo que es
procede de algo distinto y anterior. Los grandes saltos y retrocesos, tal
como la “ Ilustración” los supuso, desaparecen. En su lugar, se presentan
en todas partes transiciones, formas intermedias, añadidos. No todos los
añadidos precisan encontrar en seguida su completa perfección, pero en
lo espiritual ninguna fuerza queda perdida. Y la participación del histo
riador concéntrase pronto, con no disimulada preferencia, más en el llegar
a ser de las cosas que en lo que ya se ha producido. Esto sucede también
con la crítica de las fuentes. También se intenta determinar en ellas las
distintas fases del curso de su devenir. JuEius v. F ic k e r lo mostró en
los documentos de la Edad Media. N o sin completo influjo de esto se pudo
más tarde producir la analogía con las experimentaciones de la Biología
moderna, aunque ésta fué todavía más fructífera para la Sociología y la
historiografía sociológica. Según eso, el supuesto de la historiografía ge
nética lo constituye el reconocimiento de la cohesión interna de toda la
vida, histórica.
— 214 —
§ 5. La historiografía sociológica
Mientras la historiografía pragmática inquiere el engranaje causal de
los sucesos y la finalidad práctica del conocimiento histórico, y la consi
deración genética busca lo orgánico, es decir, las formaciones históricas en
su sujeción a leyes, la unión de ambas direcciones prestó amplia ayuda al
espíritu de nuestro tiempo. Éste exige en todas partes la composición y
la valoración práctica del saber. E l gran guia es también aquí la ciencia
natural con su secuela la técnica. L a crítica filológica, en la que se apoyó
R anke , lleva solamente a particularidades y singularidades, pero ahora se
desea llegar a generalidades y a lo que tiene vigencia general, para ser
capaz de deducir consecuencias finales sobre el porvenir. Esto constituye,
si se quiere, un pragmatismo de orden superior, que aparta lo subjetivo
y lo sentimental. Por este camino fueron las sugestiones de C omte , en
este sentido operó la teoría marxista, este rumbo siguieron K ari, L am-
p r e c h t , K u rt B r Eysig y, recientemente, aunque con medios totalmente
distintos, Osw. S p En ge ER. Támbién A doef v . H arnack aspira a algo
semejante con sus exigencias teoréticas. L a eliminación de la psicología
individual, la acentuación de lo social, el interés por las grandes perspec
tivas, posponiendo todo lo casual: tales son los principales signos distin
tivos de la historiografía sociológica. L a Sociología no conduce tam
poco a una Metódica unitaria, ni se puede celebrar la historiografía
que se asienta en su espíritu. Se trata todavía, en todas partes, de ensayos
a tientas. Pero lo que hay en ella de no concluido no debe engañarnos
sobre el hecho de que aquélla posee una justificación condicionada histó-
rico-temporalmente. L a Sociología no ha podido aportar hasta ahora apor
taciones de valor duradero, pero le debemos diversos puntos de vista nue
vos. De ningún modo podemos apreciar aún hoy cuánto ha participado en
la construcción de nuestra ciencia, cuántos terrenos nuevos han sido por
ella conquistados.
L a doctrina de las Ideas históricas situó ya el papel del individuo en
un segundo término. Los resultados de las ciencias naturales estimularon
la aplicación al modo de consideración histórico del método físico-mate
mático, tan afamado por sus éxitos. No faltan filósofos e historiadores en
particular que tiendan a referir la multiplicidad de los fenómenos histó
ricos a unas pocas causas que se repiten con sujeción a leyes. (Vid. II, § 7.)
Los progresivos conocimientos de la Biología dieron nuevo pábulo a esta
manera de plantear la cuestión. L a relación de todo lo viviente, desde la
célula originaría a la forma más elevada del organismo desarrollado, la
disolución del sistema rígido en el movible telar de la sucesión de distintas
etapas de evolución, acentuó la semejanza de lo biológico con lo histórico.
Asi, desde bases de ataque distintas, se intentó adaptar a la Historia
— 215 —
ciones; por ejemplo, en T ito L ivio , 3, 34, 6, cuando dice de una ley “ fons omnis
publici privatique est ju ris’’ . — Con la imagen de la fuente se expresa, además, muy
acertadamente, que no es tanto objeto de conocimiento como medio de conocimiento.
H echos g e o g r á fi
C lim a. Situación. L ím ites, formas de asentam iento.
cos,
Constitución co r
poral, capacidad Características de la raza, deform idades
H echos corporales
de resistencia fí típicas, restos de cadáveres.
sica.
T é cn ica , form as
D esperdicios, utensilios, edificios, se
H echos de la vida econ ó m icas, for
pulcros, vestidos, arm as, m onedas,
práctica. mas de enterra
sellos, jo yas, organización económ ica.
m iento.
M o r a l , costum
Hechos del orden bres, d e r e c h o , Usos sociales, fiestas, instituciones, l e -
vo litivo . opinión pública, y es, con stitucion es, culto s, dogm as.
R eligió n .
juicio crítico de cada fuente en los casos particulares en que hay que
utilizarlas, pero no para una distinción y ordenación lógicas. La carta, que
representa un fragmento de las relaciones espirituales entre los hombres,
cuenta, en general y desde un principio, entre los restos. Pero se conocen
cartas en particular, escritas por su autor con miras a su publicación en
el futuro, y en las cuales quiere justificar su propia imagen histórica. Los
documentos se incluyen entre los restos; también los falsificados con la
intención de lograr ventajas honoríficas, económicas o jurídicas, basándose
en la falsificación. De otro tipo son las falsificaciones realizadas para con
ducir a error a los historiadores futuros. Éstas hay manifiestamente que
incluirlas entre las tradiciones. En resumen: se advierte que esta división
nos proporciona una escala métrica para la valoración metódica de una
fuente sometida a discusión, pero no para una división general de ías
fuentes.
§ 5. Geografía histórica
La Geografía y la Historia estuvieron enlazadas en sus orígenes en
una unidad casi inseparable. Sólo desde los días de A leja n d r o d e H um -
b o l d t , y especialmente desde O s k . P e s c h e l , la Geografía se desgajó como
una ciencia independiente, y, al mismo tiempo, se afirmó sobre una nueva
base, que la aproximó más estrechamente a la Geología, la Geofísica, la
Meteorología, la Paleontología, la Biología, etc., lo que pareció que hacia
de ella una ciencia orientada de lleno hacia las ciencias naturales. Sin
embargo, las viejas afinidades no fueron destruidas tan sencillamente y
fué precisamente uno de los renovadores de la investigación geográfica,
K a r l R it t e r (1858), el que mostró el camino a seguir a K c h . K tep Es T
y F c h . R a tze l . Cada vez se demuestra más que la Geografía no puede
eliminar por completo el trazo de unión que la vincula al hcmbre, ya que
éste ha cooperado decididamente en más de un respecto a la configuración
y división espacial de la superficie terrestre. E s decir, se ha demostrado
(vid. III, § 2) que las relaciones recíprocas entre el hombre y ei espacio
en que habita, entre Naturaleza y Cultura, no pueden ser tratadas desde
un punto de vista puramente científico-natural, ni se pueden reducir a
leyes. No raras veces, las mismas condiciones naturales muestran m is
bien series de evolución cultural diferentes. E l hombre no se encuentra
indefenso, de manera incondicional, frente a las fuerzas de la Naturaleza,
sino que puede más bien transformarlas en provecho propio o adaptarse
a ellas; a las influencias distintas de la Naturaleza responden también
distintos tipos del carácter individual o nacional. Así, la Geografía vuelve
de nuevo a la Historia, aunque en distinta forma que antes, como una
rama especial, como Geografía “ histórica” . Se opina hoy que ia Geo
grafía estaría llamada a “ iniciar, en su trabajo práctico, una superación
de la oposición entre Historia y Ciencia natural” , y se cree que esta su
peración se cumple en el tratamiento de la Geografía de los países en
particular. O rro G rae , Vom Begriff der Geographie im Verhaltniss tu
G. u. Naturwissenschaft, 1925. Como toda región limítrofe la Geografía
histórica tiene también fronteras muy movibles y vulnerables.
L a Geografía histórica deberá definirse como aquella rama de ia. Geo
— 228 —
(112) E n la toponimia española hay también nom bres cuya signiñcación puede
ser, en ocasiones, útil a l historiador. A lgun os de estos nombres indican el oficio pri
m itivo de los habitantes de una determ inada localidad (por ejem plo, H erreros), que
tal vez en sus orígenes form asen en ella pequeñas comunidades industriales, com o
cree el señor S ánchez A lbornoz que sucedía en el siglo x en algunas aldeas leo
nesas que aparecen en los diplomas (R otarios, T orn arios). V id . S án chez A lbornoz,
Estampas de la vida en León, 3 M adrid, 1934, p. 52, n. 32. O tras veces, los nom
bres de lu g a r descubren la existencia de bosques de determ inados árboles (Pineda,
Fresneda, Robledo, M anzanares) o la form a de colonización (V illa = gran ja o caserío
que puede dar lugar a un núcleo despoblación, Quintana, parte de la villa, cercada y
de reserva señorial), las palabras “ ca stro ” y “ bu rgo " indican castillo o lu gar for-
— 231 —
(US) Vid. K urt S imón, Spatüen tmd Portugal ais See und Kolonialmachte
(España y Portugal como potencias coloniales y marítimas), Berlín, 1896.
(116) Vid. en español, P. V id ai, de LA B lache y P. C amena d ’A lmeida , Curso
de Geografía, adaptado a las necesidades de España por A ntonio B l Azquez, 6 vols.;
Barcelona, 3.a edición, 1924 ss.-; L. M artín E chevarría , Geografía de España,
3 vols., Barcelona, Colección labor, 1928; P ascual Madoz, Diccionario geográfico-
estadístico-histórico de España y de sus posesiones de Ultramar, 16 tomos. Madrid,
1845-1850 (obra importante).
— 234 —
(120) De esta obra existe una edición española, "A tla s Antiquus. Atlas portátil
de G eografía A ntigua” , por el doctor A lberto van K ampen , Gotha, Justus Perthes.
(121) U n excelente Atlas histórico moderno, no citado en el texto, es el de
G eorg P h i u p , R amsay M u r y M cE lcoy, Historical Atlas Medicaval and Modem.
Londres, T he London Geographical Institute.
(122) Comó ejemplos de A tlas históricos publicados en España, v id .: F rancisco
C ondeminas y L u is V is in Tin i , Atlas Histórico de España, Novara (Instituto Geo
gráfico de Agostini)-Madrid, Espasa-Calpe, 1935; J. F . H orrabin , Atlas de Historia
de Europa, con un apéndice por Jaime R uiz M anent , Barcelona, 1941; G onzalo
M enéndez P id al , A tías Histórico Español, Madrid, 1941.
(123) Vid. sobre Topografía histórica española: P. M adoz , Diccionario geo
gráfico (citado supra); R . G arcía P érez , Una descripción topográfica de Madrid en
el siglo X V I, Revista del Archivo, Biblioteca y Museo del Ayuntamiento de Madrid,
IV (1927), páginas 85-88; J. O rtega y R ubio , Relaciones topográficas de los pue
blos de España, Madrid, 1920.
(124) Véanse los índices de los cartularios españole? publicados, entre otros, por
F éro tin . V icnau , el P. S errano , etc. Vid. también, Fr. E nrique F lórez , España
Sagrada. Theatro geográfico-histórico de las Iglesias de España, 52 vols., Madrid,
1747-1918; J aime Y ii.lanu Eva, Viaje literario a las Iglesias de España, 22 vols.,
— 237 —
' (! 1900), 2 y 3. Ortsname, ' 1913, 1916. — Para Alemania: HE rm. Oe s í ERLEY, Histor.-
geogr. Wb. des Mittelalters, 1881/82. Sólo se ocupan de fuentes narrativas, aunque
las documentales son las más importantes para la T opografía: O rto v. G rote : Lexi-
kon dt. Stijter, Kloster und Ordmshauser, 1880 ss.; vid. M ax V ancsa, Histor. Topo-
graphie mit bes, Berücksichtigung Niederósterreichs, Dt. Gbll. 2 (1902), 97 ss. V id
supra: Onomástica geográfica.
Para la Edad Moderna: K a r l R itt ER, Gepgr.-statisl. Lexikon, 2 vols., “ por
J. Penzler, 1905, 1906; para Alemania, H. R etDolph, Vollst. geogr.-lopogr.-statist.
Ortslexikon von Deutschlond, 2 "vols., 1859, 18Ó8; G. N eumann, Geogr. Lexikon des
dt. Reiches. 1883. 4ed. como lexicón onomástico y geoeconómico del Imperio alemán,
pór Broesike y Keil, 1905, “ como “ Meyers Orts- u. Verk.-I.exikon” , 1912; 0 ®K,
B runkow , D ie Wohnplatse des dt, Reiches, & vols., 1880/85, 2 1889, 3 1909/10. Un
índice de Diccionarios topográficos para Alemania, Austria, Bélgica, Holanda, en
D.-IV., “p s..8 -ió .— P. S emEnov, GeografitchesCo-statistitcheskii slovar russiiskoi im
pertí, 5 vols., San Petersburgo, 1863-85. Para Francia: Dictionnaire topographiquc
= Coll. des doc. inéd., 4* serie, París, 1861 ss., ordenado por departamentos; Ensy-
klopádie des Islam, Geogr., ethnogr. u. biographisches Wb. d. muhammed. Volker,
ed. por M. T h . H outsma y A . S chade, Leiden, 1908 ss.
Una orientación bibliográfica se puede encontrar en la Bibliotheca geographica,
de W m. E ngElmann (1858): 1850-1856; sobre nuevas publicaciones en la Bibliotheca
geogr. ed. por la “ Gesellschaft fur Erdkunde" de Berlín, ref. por O rto B aschin .
i (1895) : 1891/92, 2 (1896): 1893; tres o cuatro años después de la aparición de la
bibliografía indicada a la cabeza de los libros y artículos, aparecen, además, índices
en el Geogr, Ib. cada dos años. Finalmente, el correo bibliográfico y las recensiones
en los Mitteilungen aus Justas Pcrthes geogr. Antstal, de A. P etermann, 1855
siguientes (125),
§ 6. Filología
Hablamos aquí del lenguaje solamente en el sentido en que su conoci
miento nos hace posible el conocimiento de las fuentes. Hoy podemos leer
pa las inscripcions etruscas y licias, pero ¿de qué nos sirve leerlas si no
:omprendemos el lenguaje etrusco ni el licdo? Por ello, estamos reducidos
sólo a las noticias de segunda mano. L a tradición nacional de los referidos
pueblos y el conocimiento directo de su Historia permanecen para nosotros
mudos y herméticos. L a circunstancia de que R ank E estudiase las guerras
le independencia de los servios en su obra Serbien und die Türkei im 19
Tht. (ahora en sus SW . 43/4), sin conocer el servio, y solamente a base de
os papeles y comunicaciones orales que le facilitó W uk . S t Epanowitsch
L arad sch itsch , para lo cual, en parte, K opitar actuó de intérprete, sólo
>uede hacerse valer como una excepción de las que confirman la regla.
tura, el latín, que en estos siglos fue una lengua viva, educativa, sólo en
tonces se habrán logrado las bases histórico-espirituales para alcanzar una
comprensión acabada de su cultura. Las investigaciones de L dw. T raubE
y P aul LE hmann significan en esta orientación complementos llenos de
promesas. Aparte de la filología del latín medieval, débese insistir, natu
ralmente, en el tratamiento filológico de los idiomas nacionales románicos,
germánicos, eslavos, etc.
cés, el inglés y el italiano. A éstos puede añadir, según _gl tema elegido,
£Ste_cTél_ otro idioma, (Vid. IT § 2.)
2. Debe familiarizarse con los medios auxiliares de la Filología, por
la menos en aquellos (imites que le hagan posible resolver, dentro He su
propio círculo de_acción, problemas sencillos.
Generalidades: H erm. P aul , Prinzipicn der Sprachg., 4 1920 (introducción funda
mental en la esencia del lenguaje); B e th . D eebrücií, Einführung in dais Sprach-
studium — Bibl. indogerm. Grafnmatiken, vol. IV , 6 1919 (con especial consideración
de la Historia de la Filología comparada); T h . B enf Ey , G. der Sprachwissenschaft
und oriental Philologie in Deutschland = G. der WissensChaften in Deutschland, 8
(1869). * * i '
Filología indogermánica: A nt . M eie LET. Introduction á l’étude contparative des
langues indoeuropéennes, * París. 1912; Grundriss der indoarischen Philoloaie und
Altertumskunde, e d . por BuHEER, 1896 ss.; Grundriss der iranischen Philologie, ed.
por Geicer y K uhn , 1895 ss.; Grundriss der indogerm. Sprach- u. Altertumskunde,
ed. por C. B rugmann y B artholomaE, 1916 s. (126).
Filología clásica (vid. Antigüedades): P h h . A uc. B oEc kh , Enzyklopadie und M e-
thodblogie der philolog. WissenSchaften, ed. por E . B ratuschek , 1877, ! ed. por
K i,üssmann , j 886 (todavía utilizable); E mii, H übner , Grundriss zur Vorlesungen
iiber die G. und Enzyklopadie der klassischen Philologie, 1876; el mismo, Bibliogra-
phie der klass. Altertumswissenschaft, *1889; Binleitung in die Altertumswissen-
schaft, ed. por A le . GERCk En y E dd N ordEn, 3 vols., 1910 ss., 1 3 (mejorado en
.1912); I wan v . MüixER. Hdb. d. klass. AItertumswissenschaften, 9 vols., 1885 ss.
{reeditado muchas veces), 1 (1886), * 1 (1892); L . U lric h s , Grunélegung und Ges-
chichte der Philologie; F . B lass , Hermeneutik und Kritik, Paláographie, Buchwesen,
Handsehriftenkunde; G. H in r ic h s (en 31 : W . L arfetd ). Griech Epigraphik;
É . H übner , Romische Epigraphik; G. F . IJ ngEr, Zeitrechnung der Griechen und
Romer; H. N i s s En , Griech. u. rom. Metrologte, 2, 7885, 1800, Griechische und
■ lateinische Sprachwissenschaft; Die griechische und lateinische Literatur und Spra-
íhé = Kultur der Gegenwart, 1.a parte. 8.a sección, mejorada, 1913; R ud . K eu ss -
, mann. Bibliotheca scriptorum classicorum et graecorum et latinorum: 1. Scriptores
qraeci, 2. Scriptores latiní, 1913 (contiene la bibliografía alemana desde 1878 a 1896
'inclusive). — Bibliografías periódicas: Jahresberichte über die Pon chritte der klass.
Altertumswissensehaft, ed. por K ónr. B.ursian , 1875 s s . ; Berliner philologischen
IVochenschrift, 1882 ss. (127).— Para la ciencia de las realidades prácticas (Realien-
ktmde) vid. IX, § 2 .— Diccionarios: H enr . (E stienne ) STEpfan us , Thesaurus lin-
m e graecue, ”, Parisiis, 1831-65, 9 vols.; E giv . F orceelini, Totius latinitatis lexikon,
f rati. 1858-68; será fundamental cuando esté completo el Thesaurus linguae latinae,
1900 ss., que toma en consideración todo el vocabulario latino hasta fines del siglo v i
d, de J. C. Vid; P aui, Rowald, Repertotium latein. IVórterverzeichaisse u. Spesial-
leA'ika, 1914 (1283.— Pilología latina.y griega de la Bditd Media: Gv. K offmanb, G.
(de esta obra, cuya primera edición apareció en 1793, se han hecho numerosas edi
ciones y se han publicado refundiciones con los títulos de “ Nuevo Valbuena” y de
“ Valbuena reformado” . L a más completa es la que lleva este título, vid.: “ Val-
buena reformado. Diccionario Latino-Español, aumentado con más de 20.000
voces y otras tantas acepciones sacadas de los mejores diccionarios modernos, entre
ellos el de F reund , Q uicherat y D aveeu y ” , 20.a ed., Madrid, 1884; F rancisco
A . C ommelErAn , Diccionario clósico-etimológico Latino-Español, 'M adrid, 1912;
R aimundo de M iguel y M arqués de M orante , Nuevo Dicionario Latino-Español
etimológico, 20.a edición, Madrid, 1931 (es. el diccionario latino-español más com
pleto y recomendable). — Vid. también el excelente “ Dictionnaire latin-franqais” de
L . Q uicherat y A . D aveluy , * París, Hachette, s. a.
(129) Vid. C. H . G rangEnt, Introducción al latín vulgar, traducción del inglés
por F rancisco de B. M ole, Madrid, Publicaciones de la “ Revista de Filología Espa
ñ ola” , 1928.
(130) Vid. A mérico C astro , Glosarios latino-españoles de la Edad Media, M a
drid, Centro de Estudios Históricos, 1936; E duardo G arcía de D iego, Glosarios
latinos del Monasterio de Silos, Püblicaciones de la Universidad de Murcia, M ur
cia, I933.
— 242 —
(131) De la tercera edición de esta obra hay traducción española por A mérico
C astro con el título de “ Introducción a la Lingüística románica” , Madrid, Publi
caciones de la “ Revista de Filología Española” , 1926; de M eyer -L übke vid, también
ei “ Romanische-Etymologisches W órterbuch” (Diccionario etimológico románico),
120 citado por el autor en el texto, Heidelberg, 1920, y las “ Adiciones hispánicas” a
este Diccionario, por A mérico C astro en la “ Revista de Filología Española” V
(1918), páginas 21-42, V I (1919) páginas 337-345-
('32) Sobre Filología española vid.: R. M en én d ez ‘P id al , Manual de Gramática
histórica española, " corregida y aumentada, Madrid, 1941; el mismo, Orígenes del
español. Estado lingüístico de la Península Ibérica hasta el siglo X I, 3 corregida y
aumentada, tomo I, Madrid. 1919; el mismo. Documentos lingüísticos de España.
I. Reino de Castilla, Madrid, 1919; F. H anssen , Gramática histórica de la lengua
Castellana, Halle a S., 1913; J. A l Emany y B olufer, Estudio elemental de Gramá
tica Histórica de la Lengua castellana; I. Fonología y M orfología, II. Trozos de
autores castellanos anteriores al siglo XV, 3 Madrid, 1921; R afael L apEsa , Historia
de la Lengua española, Madrid, 1942; R. L enz , La oración y sus partes. Estudios
de Gramática general y castellana, 'M adrid, 1935; E. L lórens , La negación en
español antiguo con referencia a otros idiomas, Madrid, 1929; E. de O n ís , Contri
bución ol estudio del dialecto leonés, 1909; F . K rüger , Westspanische Mundarten
(Dialectos españoles occidentales), 1914; el mismo, E l dialecto de San Cipríán de
Scmabria, Madrid, 1923; E r ik S taaíf , Étude sur l’ anden dialecte leonais d’aprés des
charles du X III« siPele, Upsala, 1907; W . M eyer -L übke , Das Katalanische. Seine
Stellung smn Spanischen und Provemalischen (El catalán, su posición respecto del
español y del provenzal), Heidelberg, 1925; A . A lonso, La subagrupación románica
del catalán, R F E , X III (1926) páginas 1-38. 225-261; M. L. W agnEr, Caracteres
generales del judeo-español de Oriente, Madrid, 1930; P. H enríquez . U reña , Obser
vaciones sobre el español en América, R F E , V III (1921), páginas 357-390, X V II
(1930), páginas 277-284, X V III (1931), páginas 120-148; A. A lonso, Problemas de
Dialectología hispanoamericana, Buenos Aires, 1930; como estudios ñlológicos de
apellidos españoles vid. A . de los R íos , Ensayo histérico-etimológico y filológico
sobre los apellidos españoles desde el sigla X hasta nuestra Edad, Madrid, 1871;
J. Oodoy Alcántara, Ensayo histérico-etimológico sobre los apellidos castellanos..
— 243 —
nanos del alemán con otras lenguas y diccionarios de palabras técnicas alemanas,
véase R. F . A rnold , Allg. Bkde., J 273 ss. (importante a veces para la determina
ción crítica). De notable auxilio en lo que se refiere al idioma inglés y útil para el
historiador por la claridad de la documentación y sus fechas: James A . R . M u rray ,
A new english dictionary on historical principies, O xford, 1888 ss.; T he English
Dialect Dictionary, de W righ t , Londres, 1898. Un índice de los glosarios más usa
dos en W alter W . S k Eat, Etymological Dictionary o f the english longuage, ' O x
ford, 1884, ps. x x v - x x x ; F. H . S traTmann, A dictionary of the oíd english lan-
guage, Krefeld, 1867, *1878, ed. por H enry B radlEy : A middle-English dictionary,
Oxford, 1891 (134).
Sobre las restantes lenguas germánicas: O tto K alkar , Ordbog til det aeldre
danske sprog (1300-1700), 7 vols., Copenhague, 1881-1907; H. F alk y A . T orp .
Etymologisk ordbog over det norske og det danske sprog, Cristiania, 1903; Ordbog
ofver svenska spraket utgifen af svenska akademien, Lund, 1896 ss.; Woordenboek
der nederlansche taal, La Haya, 1882 ss. Para la investigación de la significación de
(134) Creemos interesante dar aquí una lista de los principales glosarios y vo
cabularios de voces medievales hispánicas, muchos de los cuales se encuentran como
apéndices de obras de diversa índole: J ulio C ejador, Vocabulario Medieval caste
llano, Madrid, 1929; véase muy especialmente la importante obra portuguesa, tan
interesante también para España, de F r . Joachim de S anta R osa de V iterbo, E lu
cidario das palavras, termos e frases que em Portugal antigamente se usorarn,' Lisboa,
1875; V . F ernández L lera , Gramática y Vocabulario del Fuero Juago, Madrid,
1929; R. M enéndbz P idal , Primera Crónica general, tomo I I : Glosario, Madrid,
N B A A E E , 1906; el mismo, Cantar de Mió Cid, tomo I I : Vocabulario, Madrid, 1911;
el mismo, L a Leyenda de >os Infantes de Lara (Glosario, ps. 583-637), Madrid, 1924;
el mismo y E v V arón V allEjo, Historia Troyana (Glosario, ps. 211-225), Madrid,
1934; L eomarte, Sumas de Historia Troyana, ed. de A . R ey (Vocabulario, ps. 385-
435), Madrid, 1932; La Gran Conquista de Ultramar que mandó escribir el Rey
D. Alfonso el Sabio, ed. de D. P ascual de G ayangos (Glosario), B A A E E , vol. 44,
Madrid, 1858; Libro de Apolonio, ed. de C. C arroll M arden , tomo I I : Vocabu-
lary, Baltimore, 1922; [V. V ignau ], Indice de los documentos del Monasterio de
Sohágún (Glosariof ps. 583-637), Madrid, 1874; A . F ernández G uerra. E l Fuero
de A vilés (Vocabulario, ps. 137-188), Madrid, 1865; R. de U reña , Fuero de Usagre
(Glosario, ps. 237-322), Madrid, 1907; R. L apes a, Glosario a la edición del “ Fuero
de M adrid” , ps. 59-73, Madrid, 1932; José B enavides , E l Fuero de Plasencia (Glo
sario, ps. 195-208), Roma, 1896; H ayward K eniston , Fuero de Guadalajara (Voca-
bulary, ps. 29-40). Princeton-París, 1924; G unnar T ilandbr , L os Fueros de Aragón
(Vocabulario, ps. 227-620), Lund, 1937; como ejemplos de vocabularios dialectales
españoles: J. B orao, Diccionario de voces aragonesas, 'Z aragoza, 1908; B. A c Evedo
y M. F ernández y F ernández , Vocabulario del Bable de Occidente, Madrid, 1932;
V . G arcía R e y , Vocabulario del Bierso, Madrid, 1934; sobre las voces españolas
que derivan del árabe vid. R. D ozy y W . E ngéLmann, Glossaire des mots espagnols
et portugais derivés de l’arabe, Leiden, 1869; L eopoldo EC uílaZ, Glosario etimoló
gico de las palabras españolas (castellanas, catalanas, gallegas, mallorquínas)... de
origen oriental, Granada, 1 8 8 6 [P ascual de G ayangos], Glosario de las palabras
aljamiadas... en “ Memorial Histórico Español” , t. V (1853), ps. 423-449. — Pueden
citarse también otros glosarios como el de F . J. S imonet, Glosario de voces ibéricas
y latinas usadas entre los mosárcbes, Madrid. 1889, y como obra reciente el de C ar
men F ontScha , Glosario de voces comentadas en ediciones de textos clásicos, Madrid,
1941. — El Centro de Estudios Históricos preparaba un “ Corpus Glossariorum de
los siglos x v i y x v i i ” y un “ Atlas Lingüístico de la Península Ibérica” .
— 245 —
§ 7. Paleografía
Con la escritura sucede lo mismo que ocurre con el lenguaje. L a s
excavaciones de ingleses e italianos en Cnosos y Festos nos han propor
cionado una multitud de monumentos cretenses, testimonios de la Historia
primitiva de Creta. Estos monumentos están provistos de inscripciones,
pero estas inscripciones nada nos dicen porque no podemos leerlas. E l
hecho de no poder descifrar una escritura es mucho más fastidioso, o, por
lo menos, tan fastidioso como el desconocimiento de un lenguaje. Pero la
relación del historiador respecto del conocimiento de la escritura es, sin
embargo, distinta de la que mantiene con la Filología. Se trata de una^
relación más íntima en cuanto que la Paleografía no es una ciencia inde^
pendiente en sí misma, sino que se incluye por completo dentro del marco
de la investigación histórica. Quien aspire al título de “ investigador” ' y.
quiera contribur al adelanto de nuestra ciencia, no puede desentenderse
de la Paleografía. Los conocimientos paleográficos, o, al menos, el do
minio de los principios generales y, especialmente, de aquella parte de la
Paleografía que está en relación con la rama que investiga, son para el
investigador una necesaria condición previa. Por el contrario, aquí des
empeña un papel muy distinto lo que se corresponde con la traducción en
la lingüística, es decir, la copia, la trascripción y, respectivamente, la
representan palabras y frases, sino que indican solamente ideas y conceptos. Sólo
más tarde se expresan por medio de signos formas de palabras y de frases. L a figura
del “ o jo ” , por ejemplo, no significa solamente “ o jo ” , sino tambú-.. ver” ; la del
“ carbón” significa también “ negro” . El fondo del pensamiento fué sustituido, ade
más, por el valor fonético. D e la misma manera que, por ejemplo, entre nosotros, la
figura de un brazo (en alemán arm) expresa en un jeroglífico no solamente esta
parte del cuerpo, sino también el adjetivo “ arm ” (pobre) (E. Hermann). Para hacer
más inteligible el Ideograma, para indicar que el dibujo siguiente debe expresar, por
ejemplo, un nombre de Dios, se le añade un signo aclarativo, lo que se llama “ De
terminativo” . A la evolución posterior corresponde luego, en su mayor parte, la fo r
mación de la escritura alfabética y silábica, aunque ésta puede subsistir junto a los
Ideogramas. En la escritura alfabética, el carácter, vocalismo y consonantismo de las
distintas lenguas puede ser decisivo para la transformación del alfabeto. Para la con
fección de los signos en particular y de toda la escritura son Importantes, además
de las influencias de naturaleza nacional (quizá de cuando en cuando también las
orientaciones generales de las formas artísticas), la materia escriptoria y los útiles
de escribir, y, además, según las exigencias de cada caso, la manera de utilizar el
escrito. Asi, el uso de pinceles, tintas y papiros ha condicionado la transformación
de las formas rígidas de los jeroglíficos egipcios en los signos fluidos y que tien
den a enlazarse 'de la escritura hierática. L a piedra, la arcilla, el metal, el papiro,
la cera o el pergamino y el papel, influyen especialmente sobre la escritura, cada cual
a su modo. Además, los caracteres experimentan cambios según la determinación
práctica de un escrito. Así, la escritura adopta caracteres distintos si sirve para fines
monumentales, para decoraciones suntuosas y honoríficas o para el otorgamiento de
documentos, o si se emplea para apuntes personales. A la form a de escritura flúida,
que tiende al enlace de los signos aislados, la llamamos cursiva. L a necesidad de es
cribir rápidamente y lo costoso de la materia escriptoria determinan el uso de las
abreviaturas que en la Edad Media se constituyeron en un sistema formal y que son
diferentes en los distintos siglos y países.. L a Papirologia form a una rama especial
de la Paleografía. E l desciframiento de los papiros se incluye desde luego dentro de
los dominios de la paleografía griega y parcialmente en los de la paleografía egipcia
(demótica).
pide tmd Handschriftenkunde, ed. por Paul L,ehmann = ' orlesungén und Abhand-
Jungen i (1909).
Paleografía griega: A doLF K iu c h h o ff , Studien zur Gescltichte, d. griech. AIpha
béis, ' 1887; .W m. W a TTENBác^, Anleitung z. griech. Palaographie, 21 ( ig n ) , 22
(1913); O. F . K enyon , Palaography o f greek papyri, Oxford, 1899; Archiv. f. Pa-
pyrusforschung u. verwandte Gebiete, 1900 ss. •Paleografía latina:. W m. W atten-
bach , Anleitung z. latein. Palaographie, *1886; vid. el trabajo de L dw . T raub E, ci
tado supra; la mejor introducción breve en B e t h . B rEthoez , Latein. Palaographie
(siglo x v ), en “ Grundriss” de Meister, ” 1926; muy apropiado para fines prácticos
en relación con las tablas de escrituras, F ez . S t effen s , Latein, Palaographie,
100 Tafeln mit einer systematischen Darstellung der Entwicklung der latein Schrift
(bis ins 18 J htJ, 1903, Suppl. 1906, ’ 1907/09, 3 cuads.; M aur . P rou, Manuel de
Paléograpktc latine et frangaise, 2 París, 1910 (139); J esú s M uñoz y Rivero , Manual
de Paleografía diplomática española de los siglos x n al x v n , Madrid, 1880 (con
179 facsímiles); Z. G arcía -V ielada , Paleografía española, 1923 (140). Escritura fú-
latina, 2 vols., Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1923, I. T exto, II. Álbum
(éste contiene 57 láminas y 116 fascículos de documentos); A gustín M illares C ar -
Lo, Paleografía española. Ensayo de una Historia de la Escritura en España desde
el siglo V III al X V II, 2 vols., Barcelona, Colección Labor, 1929; el mismo, Tratado
de Paleografía española, 2 vols., Madrid, 1932, I. T exto, II. Láminas (es la 2.a edi
ción corregida y aumentada de la obra anterior, el vol. I comprende el texto y la
transcripción de los facsímiles de documentos incluidos en el vol. I I , que contiene
120 láminas con facsímiles de 131 documentos; es, sin duda, la obra más completa
y perfecta publicada hasta el día sobre Paleografía española). — Sobre Paleografía
portuguesa vid. la disertación núm. 15 “ Paleografía portuguesa” , inserta en las
“ Dissetaqoes chronologicas...” de J. P. R ibeiro , 1890-1936.
(141) Vid. J. M uñoz R ivero , Colección de facsímiles de los documentos de los
siglos: X I I al X V II, para sermr de tema a los ejercicios de lectura, traducción y aná
lisis critico que deben practicarse en las Cátedras de Paleografía, Madrid, ,188o
(6 fascículos y 48 documentos); el mismo, Chrestomathia palaeographica. Scripturae
hispanae veteris specimina. Pors prior. Scriptura chartarum, Matriti, 1890; P. E wald
y 6 . L oEwe, Exempla scripturae visigoticae X L tabulis expresa, Heidelberg, 1883
(con espléndidos facsímiles); J. M. B urnam , Poloeogrophio Ibérica. Fac-similés de
monuscrits espagnols et portugais ( I X e-X V e siécles), avec notices et transcriptions.
París, Champion, I (1912), II (1920), III (1925); está obra ha quedado incompleta;
vid. también las otras obras de M uñoz R ivero y de G arcía V illada y M illares
citadas en la nota anterior.
— 253 —
§ 8 . E p ig r a fía
Inscriptiones Graecae e d ita e cón silio et a u cto rita te academ iae B o ru ssica e .
Vol. I. — In ífirip tion es Á t t ic a e an n o E u c lid is v e tu stio re s ed. A . K ir c h n o ff, 1873.
S u p p lem en ta. A c c e d u n t ín d ic e s 1877, 1887, 18 91. (H a s ta esa fecha ed itadas com o
Corpus In scrip tio n u m A tt ic a r u m , V o l. I. V o L I V , p a rs 1, fa s e . 1-3.) — R e fu n d ic ió n :
V o lu m in is I e d itio m in o r ed. F . H ille r de G a e rtrin g e n . 1924.
Vol. I I . — Inscriptiones Atticae aetatis Romanae quae est Ínter Euclides annum
et Augusti témpora ed U. Koehler ; pars 1 : Decreta continens, 1877; pars 2 : Ta
bulas magistratuum, catálogos nomintim, instrumenta jiqjis privati continens, 1883;
pars 3: Dedicationes: títulos honorarios, statuarum subscriptiones, títulos artificum,
titulos sacros, inscriptiones ararum, oracula, similia, títulos sepulcrales continens,
1888; pars 4: Indices continens, composuit J. Kirchner, 1895 ; pars 5: Supplementa.
(Hasta esa fecha editadas como Corpus Inscriptionum Atticarum, Vol. II, pars 1-4,
y Vol. IV, pars 2.)
V ol II I. — Inscriptiones Atticae aetatis Romanae, ed. W . Dittenberg, pars 1 :
Decreta senatus populique Atheniensium. Societatum et oollegiorum decreta. Impe-
ratorum magistratúujnque Rotnanorum epistulae et constítutíones. Oratiohes epistulae
aliaeque litterae privatae. Rerum sacrarum dedicationes Aedíficiorum publicorum et
privatorum tituli, termini, similia. Artificum tituli. Statuarum subscriptiones aliique
tituli honorarii. Catalogi 1878; pars 2 : Tituli sepulcrales. Tituli memoriales. F rag
menta incerta. Indices 1882; pars 3 : Appendix inscriptionum Atticarum i defixionum
tabellae in A ttica regione repertae, ed. R. Wuensch, 1897. (Hasta esa fecha editado
como Corpus Inscriptionum Atticarum. Vol. III, pars 1-2 y Appendix.) — En pu
blicación una refundición de IG , II y III (Voluminis II et III editio minor) por
J. Kirchner.'
V o l. IV . — In scrip tio n e s A r g ó lid is , ed. M, F r a e n k e l, 1902. (H a s ta é sa fe c h a edi
ta d o c o m o C o r p u s In scrip tio n u m G ra e c a ru m P e lo p o n n e si e t in su laru m vicin aru m ,
V o l. I , In scrip tio n e s G ra e c a e A e g in a e P ity o n e s i C e cry p h a lia e A rg ó lid is.)
Vol. V . — Inscriptiones Laconiae Messeniae A rcadiae; pars 1: Inscriptiones L a-
17, — BAO». — tNTRODUOCUlN AL ESTUDIO DE LA HISTORIA
— 256 —
Magnesia atn Maeander, 1900. Inschrijten van Priene, ed. por F . Frhr. H iller v.
Gaertringen, 1906; Milet, ed. por Theodor Wiegand, especialmente H e ft III. Das
Delphinion, por A . Rehin; Forschungen in Ephesos, ed. por el Oesterr. archaeol.
Inst., I-III (1906-23). Die Inschriften von Olympia, ed. reí. por W . Díttenberger
y K . Purgold, 1896 (Olympia textbd. S), The collection of ancient Greek inscriptions
in the British Museum, I-IV , 1874-1916 (abreviadamente Inscr. B rit Museum).
Todas las inscripciones griegas publicadas de nuevo, o mejor, transcritas, quiere' ■
catalogar e imprimir el Supplementum epigraphicum Graecum moderantibus P . Routí-
sel, M. N. Tod, E. Ziebarth... redigendum curavit J. J.. E . H ondius , I (1923), II
(1925), III.
La colección de la Academia de París, editada bajo la dirección de R. C agnat,
recoge las inscripciones griegas relativas a asuntos romanos: Inscription.es Graecae
ttd res Romanas pertinentes, I (1911), II, III (1906), IV .
Las nuevas publicaciones sobre esto en la Reme archéologique (Année ¿pigra-
phique).
Las inscripciones griegas cristianas del Asia menor fueron coleccionadas por
F. C umont, Les inscriptions chrétiennes d’Asie Mineure (1895), y se editan ahora
nuevamente por H . G r Egoir E, Recueil des inscriptions grecques chrétiennes d’Asie
Mineure, I. Sobre Egipto: G. L e féb r E, Recueil des inscriptions grecques chrétiennes
d’Egypte (1907),
El Recueil .des inscriptions juridiques grecques, de D arest E-HaussouliEr - T h .
RE inach (1895), continuado en II, 1898 ss., quiere reunir las inscripciones jurídicas
griegas importantes.
Importante para los asuntos sagrados la colección Leges Graecorum sacrae e ti-
tulis collectae, I, ed. por P rott (1896), II, 1, ed. Z iehen (1907).
Las inscripciones dialectales griegas se encuentran estudiadas en Samndung gries-
chischer Dialektenschriften, ed. por H . CoeeiTz, F. BE chtel y O. H offmann, 4 vols.,
1884-1915. Una colección seleccionada completa la de E. S chwyzér , Dialectorum
Graecorum exempla epigraphica (tercera edición del anticuado JTelectus... de
P. Cauer).
Las inscripciones griegas métricas han sido coleccionadas p o r K aibel , Epigram-
mata Graeca ex lapidibus collecta (1878). Selección : F r . H iia é r von G aertringen ,
Historische grieschische Epigratmne (incluye también los transmitidos en fuentes
literarias) ¡=Kleine Texte f. Vorlesungen u. Uebungen, ed. por H s. L i ETZmann, nú
mero 156 (1926).
Apropiadas para la enseñanza son las colecciones seleccionadas, como la de W .
D i t t Enb Erg Er , Sylloge Inscriptionum Graecorum, ’ i (1898), 2 2 (1900), *3 (1901),
3 1 (1915), 32 (1917), 3 3 (1920), 3 4 (1921) (Syll.), con Suppl.: Orientis Graeci ins-
criptiones selectae, 1 (1903), 2 (1905) (O G I); C h . M ic h El, Recueil d’inscriptions
grecques, Bruselas, 1900, con suppl. Fascículo I, 1912 (sin comentario); E. L. H ic k s ,
A manual of Greek Historical inscriptions, 3 rev. lliC K y G. F . H ii ,e , O xford, 1901 ]
E rns T N achmanson, Historische attische Inschriften, 1913, y del mismo, Historische
grieschische Inschriften, 1913, ambas = Kleine Texte fiir Vorlesungen und Uebun
gen, ed. por H s. L i ETzmann, núms. 110 y 121, con explicaciones e indicaciones bi
bliográficas.
Una introducción en Die griesch. Epigraphik, de W m. L arfeed , Hdb. d- klass.
Altertumswissenschaft, * Vól. r, Sec. 5 (1914); además, É . S. R obErts y E. A .
Gardner , An Introduction io Greek epigraphy, 2 vols,, Cambridge, 1905; F. H i u ER,
von Gaertringen en G ercke -N orden, Einléitung in die Altertumswissenschaft, 31/9
<1924).
Los nuevos hallazgos se registran en la Reme des études grecques, París, 1888 ss. ;
Journal of Hellenic Studies. Información corriente en (Bursians) Jahresberr. iiber
die Fortschrr. der klass. Áltertumskunde, 1875 ss.
— .258 —
regionis V I, 4081-6731, & ed. Eug. Bormann; 2 * (en impresión) addenda ed. Eug,
Bormann.
X II. 1 8 8 8 = inscriptiones Galliae Narbonensis, j-6038, ed. Otto Hirschfeld.
X III. 1 1 18 9 9 = inscriptionis Aquitania et prouinciae Lugudunensis, 1-3252, ed.
O H ibso h feld ; i j 1904 = inscriptiones Galliae Belgicae, 3253-4740, ed. O . H ir
schfeld et C . Zangemeister; 2 1 1905 = inscriptionis Germaniae superioris, 5000-7775,
ed. C . Zangemeister; a * 19 0 7 = inscriptionis Germaniae inferioris, 7776-8860, ed. A l
Domaszewski; milliaria Galliarum et Germaniarum 8861-9165, ed. Mommsén, H ir
schfeld, Domaszewski; 3 * 1901 = inscriptiones trium Galliarum et Germaniarum,
instrumentum domesticum 0 ücernae, amphorae, pelues, uasa Arretina, uascula Galli-
ca), 10000-10010“ “ , ed. Oscar Bohn; 3 J 1905 = inscriptiones trium Galliarum et
Germaniarum, instrumentum domesticum (uasa Gallica, statunculae, títuli stilo scripti
et scariphati, signaCula oculariorum, anuli sim. supellex), instrUm. domest. in Germ.
uitrea, supellex aurea et argéntea, supellex aenea, supellex plúmbea), 3558-8016, ed.
magna repertum (1011-1036“ ), ed. Oscar Bohn; 4, I9 l6 = ad d en d a 11001-12090.
X IV . 1887 = inscriptiones latii ueteris, 1-4278, ed. H . Dessau.
X V . 1, 1891 = inscriptiones urbis Romae, instrumentum domesticum (lateres,
dolía, pelues cet.), 1-2557, ed. H. Dressel; 2*, 1899 = inscriptionis urbis Romae, ins-
trumentum domesticum (amphorae, uasa Arretina, argillacea uaria, lucernae, uascula
H. Dressel.
Suplementos al:
CIL, I : Priscae Latinitatis monumenta epigraphica ad archetyporum fidem exem-
plií lithographis repraesentata, ed. F r. Ritschelius, Berol. 1862, para esto supple-
menta I- V , Bonn, 1862, y en las tablas a los opuscula de Ritschl, IV , (1878), p. 494 ss.
I I - X ^ : 1) Exempla scriptura epigraphicae Latinae a Caesaris dictatoris morte
ad aetatem Iustiniani, ed. Aem. Huebner, 1885; 2) Ephemeris- epigraphica (Corporis
inscriptioHum latinarum supplementum):
I. (1872) (al I, II, IV*, V I ) ; ss (1875) (al I, II, III); III (1877) (al I, II, V I,
V II* ); I V (1879) (al I, II, III, V I, V II * ); V (1884) (al III, V I I I ) ; V I (1885):
Glandes plumbeae latine inscriptae, ed. C. Zangemeister; V I I (1890) al V II*, V III,
X IV * ); V II I (1891, 1896-98) (al IX * X *, II* ); I X (1903) p. 1 sqq. L e x Tarentina
et add. II*. Los apéndices a los volúmenes señalados con un asterisco no están to
davía coleccionados o recogidos en el Supplementum del C IL .
II. V -V II. I X - X I V : inscriptiones Graecae Siciliae, Italiae, Germ., Gall., Hisp.
ed. G. Kaibel, 1890.
I I : Inscriptiones Hispaniae christianae ed. Aem. Huebner (1871), suppl. (1900).
V I : Inscriptiones christianae urbis Romae ed I. B. de Rossi, I, 1857-1861 (las
inscripciones fechadas); Inscriptiones christianae urbis Romae ed. I. B. de Rossi;
II, 1, 1888 (las colecciones de inscripciones de la Edad M edia); I. B. DE Rossi, L a
Rom a sotterranea, I-III (Roma, 1864-1877); O . M arucchi, Roma sotterranea, nuova
serie, fase. .1 y 2.
V I I : In sc rip tio n e s B rita n n ia e c h ristia n a e ed. A e m . H u e b n e r (1876).
X II. X I I I : Nouveau recuéil des inscriptions chrétiennes de la Gaule anterieures
au V l/lém e siiele, par E dm. L e b l a n t (1892).
b) Colecciones breves (in usum scholarum): 1. Inscriptionum latinarum amplissima
collectio, ed. Orelli-Henzen, 1828 (vol. I, II), 1856 (yol. I I I ) ; 2. Exempla inscrip
tionum latinarum in usum praecipue academicum composuit Gúst. Wilmanns, 2 vols.,
Berlín, 1873; 3. Sylloge inscriptionum latinarum, ed.Garrucci, 1875-77, 2 vols. Apén
d ice 1881; 4. Inscriptiones latinae selectae, ed. Hermannus Dessau, Berlín, I, 1892, II,
I, igsx2, II, 2, 1904, III, 1, 1914, III, 2, 1916; 5. Lateinische altchristlichen Inschrif-
ten mit einem Anhang judischer Inschriften, ed. por E . Diehl, Bonn, 1908, *1913;
Carmina latina epigraphica conlegit Franciscus Buecheler, Lips. I , 1895, II, 1897;
Suppl. 1912, por Einar Engstrom.
— 260 —
(144) N o xiste, desde luego, ningún libro de conjunto sobre Epigrafía española.
Creemos indispensable citar aquí com el libro más recomendable, sobre Epigrafía
latina, no mencionado por B a u er en el texto, el de R e n é C agnat , Cours d’Epigra-
phie latine, 4.a edición_ revisada y aumentada, París, 1914. Sobre Epigrafía cristiana
vid. O. M a r u c c h i , Epigrafía cristiana. Trattato elementare con una Silloge de antiche
inscrisioni cristiane principalmente di Roma, Manuali Hoepli, Milán, 1910. Debe ser
citado también aquí el “ Dizionario Epigraphico d’antiquitá Romane”, de E t to re d e
R uggero , Roma, en cuyo volumen III (Roma, 1915-1919) se incluye el artículo “ His-
pania” de M. M a r c h e t t i . — Sobre Epigrafía ibérica vid., sobre todo, los “ Monu-
menta Linguae Ibericae” de E m ilio H ü b n e r , Berlín, 1883, y, además, J. C e ja d o r ,
Ibérica, I. Alfabeto e inscripciones ibéricas, Butlletí de l’Associació Catalana d’An-
tropologia, IV (1926), ps. 130-225; el mismo, Ibérica, II. E l alfabeto ibérico y las
inscripciones neolíticas, Madrid, 1928; M a n u e l G óm ez M oreno , E l plomo ibérico de
Alcoy, en “ Homenaje a Menéndez Pid al’ , III, ps. 459 ss.; el mismo, D e Epigrafía
ibérica: el plomo de Alcoy, RFE, I X (1922), ps. 341-366; H . S c h u h a r d T, Epigrafía
ibérica. E l plomo de Alcoy, Revista Internacional de Estudios Vascos, X I V (1923),
páginas 512-516; E . T ormo , E l plomo de Alcoy. D e epigrafía ibérica, B R A H ,
L X X X I I (1923), ps. 416-421. — Los estudips de Epigrafía latina española son muy
antiguos entre nosotros. Y a en el siglo x m J u a n G i l d e Z am ora y en el x v R o
d r ig o S á n c h e z d e A r é v a lo se ocuparon en España de Epigrafía la-tina. Más tarde
G a sp a r d e C a stro , L u i s d e L u c en a , el portugués A n d r é s R e s e n d e , C o v a rru -
h ia s d e L e y v a , O campo , A nto nio A g u s t ín , J er ó n im o Z u r it a , el poeta R odrigo
C aro , V ázquez S ir u e l a en el siglo x v n , L u is J o s e f V elá zq u ez , el padre F l ó -
RBZ^ y el padre Risco en el x v i i i , C e á n B e r m ú d e z en el primer-tercio del x ix , se
distinguieron cómo epigrafistas. Las obras fundamentales para el estudio de la Epi
grafía hispánica son, desde luego, los volúmenes dedicados por E m ilio H ü b n e r a las
inscripciones españolas en el “ Corpus Inscriptionum L atin aran ” , citados en el texto,
— 261 —
red ó el oficio manual, que, dado que se trataba de la multiplicación de la obra ar
tística ya creada una vez, dormitaba desde un prindpio en el arte de la imprenta.”
H aBBLEK, Hdb., pág. 2,
1914; Nachtr'áge u Hains Repcrt. bibl. und seinen Fort setsun^cn. Como ensayo de
catálogo general de Incunables el editado por la “ Kommission für den Gesamtkata-
lo g ” , 1910; además, K o n r . B u r g er ,. Beitrr. s. Inkunabelblbliographie. Nummern-
konkordans von Pam era lat. u. dt. Annalen u. Ldw. Hains Reprt. bibl., 1908, y R ob .
A l e x P e d d i e , Conspectus incunabulorum. A n Índex catalogue o f fifteenth century
books, vol. 1, Londres, 1910. — De entre las bibliografías nacionales de incunables
indicaremos, además de la de P anz E r (vid. supra) : M. F . A . G. C a m pbe ll , Annales de
la typograhie néeflandaise du X V e siéele. Con Supl. 4 vols. La Haya, 1874-90; M a r ie
PELLEC h ET, Catalogue général des incunables des bibliothéques publiques de France,
París, 1897 ss- ; R ob Er t P ro ctor , An índex to the early printed books in tfie British
Museum, 2 vols., Supl. y Reg., Londres, 1898 a 1906; Catalogue o f books printed in
the isth century now in the British Museutn, 2 vols., Londres, 1908-12; C. G ordon
D u í F, Fifteenth century English books = Illu stra ted Monographs o f Bibliographical
Society, 18 (Oxford, 1917); K o n r . H a é b l e r , Bibliografía ibérica del siglo X V , La
H aya, Leipzig, 1903; E r n s t V o u LLie m e , Der Buchdruck K oln s bis sum Ende des
15 Jhts. — Publik. d. Ges. f. rhein. G. kde., 24 (1903)j el mismo, D ie Inkunabeln
der kgl. Bibliothek und der anderen Berliner Sammlungen, 1906. Libro modelo. —
Un indice histórico de lugares de impresión: M. D e s c h a m p s , Dictionnaire de géo-
¡fraphie ancienne et moderne d l’usage du libraire et de Camateur de livres, París,
1870. Libro no muy crítico (145).
(146) Sobre los incunables españoles puede verse, además de los catálogos y enu
mera ciónes de incunables citados en la nota anterior, la bibliografía siguiente -""D io s -
dado C a ba ller o , De prima typographiae hispanicae aetate specimen, Roma, 1793,
versión castellana de don V ic e n t e F ont Án , Madrid, 1865; F r a n cisco M é n d e z ,
Typografia española o historia de la introducción, propagación y progresos del arte
de la imprenta en España, tomo I, Madrid, 1796, 2.a edición corregida y adicionada
por D i o n is io H idalgo , Madrid, 1861 (es esta 2.a ed. la que conviene consultar).;
C o nrad H a e b l E r , Typographie ibérique du quinziéme siécle. Reproduction en fac-
similé de tous les caracteres typographiques employés en Espagne et Portugal
jusqu’á l’année 1500, L a Haya-Leipzig, 1901-1902 (texto en francés y en español,
es la mejor obra sobre tipografía peninsular del siglo x v ) ; H. H a r r is s e , Biblio-
theca Americana Vetustissima. A description of works relating to America published
between the years 1492-1551, Nueva Y o rk, 1866, reimpr. 1922; A ntonio R ib e ir o
dos S a nto s , Sobre as origens da Typografia em Portugal no secuto X V , en “ Me
morias de Literatura Portugueza” , V II I, parte I (1812), ps. 1-76 y 77-147; vid. tam
bién, B en ig n o F e r n á n d e z , Tipografía y bibliografía españolas del siglo X V , La Ciu
dad de Dios, L X X V II I (1909), ps. 339 ss.; M. ¿Ser ra n o y S anz , La Imprenta de*
Zaragoza es la más antigua de España, R A B M , X X X V (1916), ps. 243 s s .; J ua n M.
S á n c h e z , Bibliografía zaragozana del siglo X V , Zaragoza, 1908; S. S anper E y M i -
QUEL, D e la introducción y establecimiento de la imprenta en las Coronas de Aragón
y Castilla y de los impresores de los incunables catalanes, Revista de Bibliografía
catalana, I V (1904) t ps. 59-187, V ( 1905). ps. 38-284, tirada aparte, Barcelona, 1909;
R . DE U r Eña , L os incunables jurídicos de España, Madrid, 1929. Se encontrarán
además numerosos datos en las obras y estudios dedicados a la- imprenta en España,
como las de E s c u d e r o y P er o sso , don J ua n C a talina G a rcía , P é r e z P a stor , etc.
Para más bibliografía sobre incunables españoles y portugueses vid. L . F o u l c h é -
D elb o sc y L. B a r r a u -D ih ig o , Manuel de l’Hispanisant, tomo I, ps. 20-40 (Nueva
Y o rk, 19 » ).
— 266 —
§ 10 . C r o n o lo g ía
No sólo hará bien en familiarizarse con las indicaciones de alguna de estas obras
el que se proponga dedicarse a la investigación en los Archivos — la más adecuada
para esto es la Cronología de bolsillo de G rotEFEn d , — sino que todo historiador
precisa de este conocimiento. Muy frecuentemente encuentra éste en antiguas edi
ciones documentos impresos, cuyas fechas no están reducidas o no lo están bien.
A veces se indican las fechas del modo siguiente: “ crastino die post circumcisionem
domini 1261” , “ quarta feria post letare” , “ dez mentages zu vesperzyt nach der licht-
messe 1384” , “ geben ze Ens an eritag vor sand Paulstag, ais er bechert wart, anno
domini millesimo cccmo. octuagesimo”, etc. Con la finalidad de ejercitarse en esto,
escójase una edición moderna de documentos, o tal vez algún volumen de los .Monu
mento Germaniae Histórica, Diplómala, o la obra de E. v. S c h w in d -A . D o psch ,
Ausgewahlte Urkunden sur Verfassungsg. der deutsch-osterr. Brblande im Mittel-
alter, 1895, o alguna otra, copíense las fechas indicadas al final de los documentos,
redúzcaselas al cómputo actual y examínense los resultados con las reducciones dadas
en las Regestas que encabezan los documentos (14?).
§ 1. G en eralidad es
§ 2 . D e t e r m in a c ió n d e l a é p o c a d e o r ig e n
en Munich, es decir, fuera del país, se opone también \a las prescripciones del “ Ma-
ju s ”. Con arreglo a eso, la falsificación no pudo probablemente originarse antes
de 1331. L a prescripción del “ M aju s”, según la cual entre los duques austríacos
siempre debía ejercer la soberanía el de más edad, se encuentra en contradicción con
la ley familiar de Alberto II dé 1355 que prescribe lá equiparación en derechos de
todos sus hijos. E l “ terminus a quo” más próximo sugiere una comparación del
“ M ajus” con la Bula de O ro (1356). Las afinidades textuales y .d e contenido con
esta ley del Imperio, que manifiestamente sirvió de modelo, llevan el “ terminus a
quo” a las Navidades de 1356, es decir, la redacción de la carta magna de la libertad
austríaca es improbable que sea anterior a esa fecha, si no imposible. Hay, pues, que
preguntarse: 1 cuál es la fecha más moderna que hay que tomar en consideración, el
“ terminus ad quem” ? El n de julio de 1360 existían ya los documentos, puesto que
en ese día el duque Rodolfo IV mandó hacer copias oficiales de los mismos. Sin
embargo, una anotación en la carta de feudo del Emperador de 21 de mayo de 1360
indica que Rodolfo había tenido a la vista los llamados Privilegios de Carlos IV
y había invocado su contenido. £1 “ terminus ad quem” se adelanta al 2 de septiembre
de 1359, en cuanto que un documento de Margarete Maultausch, del Tirol, otorgado
por estos días, incluye distintos trozos de la Carta de libertad, en traducción ale
mana casi textual. E l hecho de que Rodolfo, en un documento otorgado por él en
18 de junio de 1359, se llame a sí mismo “ palatinus archidux Austriae” , nos da un
nuevo “ terminus ad quem” más moderno. El “ terminus a quo” de 1356, obtenido
de los documentos mismos, se acerca, pues, al “ terminus ad quem” de 18 de junio
de 1359, en un espacio de dos años y medio aproximadamente. Otras razones dan
como probable época de origen del “ M ajus” el invierno de 1338 a 1359. (Vid. Alf .
H u b e r , Ueber die Entstehungsseit der ósterreichischen Freiheitsbriefe, SB . Wiener
A k . phil.-hist. ‘KL, 34, 1860, 17-55.)
der unechten und der Text einer echten Constitutio de expeditione romana,
en su Zwr. G. des 12 u. 13 Jhts. = Hisi. Stludien, 8 (1897), p. 1 ss. E l exa
men del material puede proporcionar particulares esclarecimientos acerca
de la procedencia de una fuente. E l pergamino italiano se diferencia del
pergamino alemán. E l lugar en que se confeccionó el papel lo revelan, a
veces, las filigranas. Vid. C. M. B r iq u ET, Papiers et filigranes des ar
chives de Genes 1154-1700, Ginebra, 1888; F c h . K e in z , Die Vasser-
seichen des 6 Jhts. in H ss. der h. bayr. Hof-u. Staatsbibl., 1895.
Respecto de las fuentes trasmitidas oralmente, la investigación del
lenguaje, con sus dialectos regionales, ofrece un importante instrumento.
A un buen conocedor le es posible hacer incluso dentro de los dialectos
'mismos distinciones determinadas por variedades locales. Vid. P aul K r e t -
sc h m Er , Wortgeographie der hochdt. Umgangssprache, 1918. Esto exige
también la mayor prudencia; el uso de una lengua determinada no ha
coincidido siempre con la nacionalidad o el dialecto del lugar de origen.
Lo que decimos del lenguaje es igualmente aplicable a la Técnica. La
Técnica presenta también propiedades distintas según los países, provin
cias y pueblos, que el perito debe saber distinguir e identificar bien. A d
vertimos esto en la escritura. Las modernas investigaciones en los domi
nios de la caligrafía sitúan todo el centro de gravedad en este aspecto del
conocimiento. (Vid. V II, § 7.) Utensilios, sepulcros, vestidos, armas, mo
nedas manifiestan, en su mayoría, por su forma externa, por la preferencia
de una técnica, una contextura o una ornamentación determinadas, cierto
carácter territorial o nacional.
2. Los caracteres internos. E l lugar de procedencia puede estar in
dicado expresamente en la misma fuente o junto a la misma. L as mo
nedas llevan, a veces, la marca del lugar de acuñación. En los diplomas,
el uso de determinadas fórmulas puede indicar la cancillería de que pro
ceden (pero, desde luego, no queda excluida la posibilidad de la utilización
de fórmulas propias de una cancillería en los documentos de otra). El
empleo de una determinada numeración de los días o de los años permite
también señalar el ámbito local al que una fuente corresponde. En la
Edad Media, los comienzos de año y las fiestas de los Santos se dife
rencian según las diócesis y los Estados. L a especial familiarización con
circunstancias locales (geográficas, jurídicas, políticas, nacionales, religio
sas), que puede advertirse en la fuente, y, en cambio, la ignorancia cho
cante que se nota en ella acerca de otras circunstancias Tócales más dis
tantes, nos permite localizar, a menudo con bastante exactitud, el sitio del
que un autor procede.
Hay que abordar un círculo más amplío de cuestiones cuando se trata
de determinar geográficamente un nombre de lugar, distinguirlo de otro de
sonido igual o semejante. Un ejemplo de cómo puedeit tratarse estas
cuestiones lo hallamos en P a u l S c h EFEEr -B o ic h o r st , Ges. Schrr. =
— 279 —
§ 4 . D e t e r m in a c ió n d e l a u t o r . C o m p r o b a c ió n h is tó r ic o - p e r s o n a l
( i 53) V id. por lo que a España se refiere: N oGu é s , Seudónimos, anónimos, ana
gramas e iniciales de autores y traductores españoles, Memoria premiada por la Bi
blioteca Nacional en el concurso de 1891; M axiriarth [E ugenio H artzenbusch
E H iriart ], Unos cuantos seudónimos españoles con sus correspondientes nombres
verdaderos, Apuntes recogidos y coleccionados por — , 'M ad rid , 1892, 2.a ed. corr.
y aum , Madrid, 1904; P . J osé E ugenio d e U riart E, Catálogo razonado de obras
anónimas de autores de la Compañía de Jesús, pertenecientes a la antiguo asistencia
española, 3 v o ls, Madrid, 1904-1906. Sobre Portugal: M artinho A ugusto da F on-
seca, Subsidios para un diccionario de pseudonymos, inicioes e obras anonymas de
escriptorés portugueses, Lisboa, 1896.
— 285 —
venera la Iglesia, papas y eclesiásticos célebres por sus virtudes y talentos, en orden
alfabético, redactada por distinguidos eclesiásticos y literatos bajo la dirección del
Sr. D . — , 30 vols., Madrid, 1848-1868; J. A . á l v a r EZ B a Ena , H ijos de Madrid,
4 vols., 1789-1791; L. B allestero s , Diccionario biográfico matritense, Madrid, 1912;
F. A rana de V arflora , Hijos de Sevilla ilustres en santidad, letras, armas o dig
nidad, Sevilla, 1791; N. D íaz , Diccionario de extremeños ilustres, 2 vols., Madrid,
1884-1888; V. G onzález de E chá v a rr i , Alaveses ilustres, 6 vols., Vitoria, 1900-1906;
Catalanes ilustres. Su tiempo, su vida y sus hechos por varios autores, Barcelona,
1 9 0 5 T eodosio V esteiro T o rres , Galería de Gallegos ilustres, 6 vols., Madrid,
1874-1879; A g u stín M il la r es , Hijos ilustres de las Islas Canarias. Biografías de ca
narios célebres, 2.a ed reí. y aum., 2 vols., Las Palmas, 1878-1879; biografías por
profesiones: A . P alomino, Las vidas de los pintores y estatuarios eminentes espa
ñoles..., Londres, 1739, 2 Londres, 1742, 3 Londres, 1744, Nueva ed. por F. J. S án
c h ezC antón en “ Fuentes literarias para la Historia del Arte español” , t. IV , M a
drid, 1936; A . C eá n B erm úd ez , Diccionario histórico de los más ilustres profesores
de las Bellas Artes en España, 6 vols.. Madrid, 1800; C onde de la V inaza , Adi
ciones al Diccionario histórico de Ceán Bermúdez, 4 vols., Madrid, 1889-1894; DlEGC
d e C olmenares , Vidas de escritores segovianos, Madrid, 1640; F. T o rres A mat
Memorias... para un Diccionario crítico de los escritores catalanes.... Barcelona
1836; J uan C orminas, Suplemento a las Memorias para... un diccionario críticc
de los escritores catalanes... que en 1836 publicó... don Félix Torres Amat, Burgos
1849; M. M artínez A ñíbarro , Intento de un Diccionario biográfico de autores dt
la provincia de Burgos, Madrid, 1890; M. M u rc u ía , Diccionario de escritores ga
liegos, Vigo, 1862; E . C otarelo y M o rí , Diccionario biográfico y bibliográfico d.
calígrafos españoles, 2 volúmenes, Madrid, 1913-1916; R . R amírez d e A rellanc
Ensayo de un catálogo biográfico de escritores... de Córdoba, 2 volúmenes, Madrid
1921-1922; M. M énd ez B ejarano . Diccionario de escritores, maestros y oradore.
naturales de Sevilla y su actual provincia, Sevilla, 1923; F . M artí G r aja les , Ensay,
de un Diccionario biográfico y bibliográfico de poetas del Reino de Valencia hastt
el año 1700, Madrid, 1927; J. d e V argas P oncE. Marinos ilustres de la Marina es
— 287 —
( i 55) Vid. por lo que a España se refiere: R oque C habás Episcopologio valen
tino, Valencia, 1902; M anuel de C astro A lonso , Episcopologio vallisoletano, Valla-
dolid, 1904; E loy D íaz - J im énez , Abaciologio del Monasterio Cisterciense de Santa
María de Nogales, Revue Hispanique, L V I I (1923), ps. 1-42. Vl<f también en “ Es
paña Sagra'da”
— 289 —
og Island indtil 1814, por H. E hrencron-M üleer , Copenhague, 1924 (en publi
cación).
Sobre Rusia: R u s k ij Slovar biograficeskij. Izdan pod nabljudeniem A . A . Po-
EOVCOVA, San Petersburgo, 'l 89Ó\ss. — Sobre Hungría: O s k . v. K rücken -E mm. P ar-
Laghi, Das geistige Ungam, 2 vols., 1918.
Sobre América: Vid. E. C hanning y A . B. H art, Guide to the study o f Am e
rican history, 1898, p. 86 s s .; J. S parks , T he library o f American biography, 2 se
ries, 25 vols., Boston, 1834-48; National Cyclo-paedia of American biography, 4 vols.,
N ueva V ork, 1892-1906; A ppletons Cycíopaedia o f American, biography, ed. por
J. G. W ilson y J. F is k e , 7 vols., 1 Nueva V o rk , 1900.
mente los motivos de procedencia local, que incluso hechos que debieron
haber sido importantes para pieferir como fuente originaria los Anales
de Pisa obligaron a un intento de explicación diferente.'En el Lupus falta
la noticia, correspondiente al año 936, de que los griegos habían asolado la
Apulia en febrero de dicho año, jnientras que esta noticia la traen los
Armales Fisani. Éstos dan, pues, úna noticia más que el Lupus. Puesto
que no es posible suponer que el Lupus se haya inspirado en los Anuales
Pisará, nos sentimos inclinados a creer que los Anales no han tenido el
Lupus como modelo, como se creía hasta ahora, sino que, o bien ambos
han elegido una fuente de la que han tomado las mismas noticias, o bien
el analista de Pisa ha utilizado una redacción del Lupus que estaba todavía
incompleta y que él completó con otras fuentes
En las relaciones de dos fuentes entre sí, la época de origen es natu
ralmente decisiva para conocer qué fuente es la originaria o la derivada.
Cuando en los Anales de M arangon E se dice respecto al año 751: “ 6 a -
rulo defuncto, Carulus et Pipinus regere ceperunt msimul” , respecto
al 917: “ Exierunt Saracini da Gareliano” , pero se dice, en cambio, en los
Anuales Pisani con referencia al 751: “ Carolo defuncto, Carolus et Pi
pinus regnare coeperunt insimul” , y con relación al 917: “ Exierunt Sa-
raceni de Gariliano” , el enigma se resuelve por sí mismo tan pronto como
advertimos que el Analista escribía antes de 1120, pero M arangon E sólo
después del 1180.
El copista se delata no raras veces por la interpretación equivocada
de lo que encontró en su modelo, por la tendencia a retocar el estilo de
éste, lo cual conduce a que ia redacción primitiva pierda claridad. E n las
modificaciones de fondo que pueden tener como fin una refundición ten
denciosa, el refundidor pasa, a veces, por alto en la fuente detalles que
contradicen su punto de vista y que se le escapan irreflexivamente.
Hay que tener en cuenta las mismas observaciones si se trata de poner
en claro las relaciones de reciproca dependencia entre más de dos fuentes.
L a s posibilidades que aquí se presentan fueron ya señaladas más arriba.
Los principios metódicos debieran adaptarse a esta tarea de un modo
adecuado. L as indicaciones generales acerca de esto scwi de valor relativa
mente escaso.
La mejor escuela para llegar a familiarizarse con estos metfos y recursos crí
ticos será repasar los trabajos realizados por otros en esta especialidad, poniendo
a contribución en lo posible toda la bibliografía. Por ejemplo: T.h e o d . M o m m sén ,
Die Chronik des Cassiodorus Senator, en Abhdlgen d. sachs. Ges. Wiss., 8 ( t86 o),
547 s s . ; Ai,f e v . G u t s c h m id t , Kl. Schrr., ed. por Frz. Rühl, 5 vols., 1889-94;
W m . v . G ie s e b r e c h t , Anuales Altahenses. Bine Quellensschnft des 11 Jhts., 1841,
y su edición en MG. SS., 520, ps. 772-824; P a u i . S c h e f f e r -B o ic h o r st = Histor.
Studien, 8 (1897), 42 (1904), 43 (1905), luego los distintos artículos en Hertnes, en
los Ff. z. dt. G., en NA, en los MJOeG, etc.
Para la comparación de los textos de fuentes diversas que dan las mismas no-
— 299 —
§ 7. L a colación de textos
(JS7) Sobre estas cuestiones y las del párrafo anterior vid., con ejemplos de
fuentes españolas: Z. G a rcía V ie l a d a , Metodología y Crítica históricas ("Barce
lona. 1921), páginas 292-300.
(158) Vid. también L o u is H avet , Manuel de critique verbale apliquée aux textes
latine, Paris, 1911; el mismo, Regles pour editions critiques (s. 1. ni a .) ; P. C oixomp ,
La critique des textes, Publications de la Faculté de Lettres de 1’Université de Strass-
bourg, 1931, Initiation-Méthode; W . W . G reg, T he calculs o f variante. An Essay
of Textual Criticism, Oxford, 1927.
- 302 —
tará de recoger los nombres propios, con excepción de los que, por la natu
raleza del texto, se repiten en casi todas las páginas (por ejemplo, Fulda
en un Cartulario de Fulda), o que no indican nada o que se citan en el
texto con múltiples referencias. Los nombres se citan en el índice, tanto
en su forma antigua como en su actual fonrta alemana (Amberes, por
ejemplo, se citará como Antorf y como Antwerpen), pero sólo en los se
gundos se hará referencia a la página; en Antorf, por ejemplo, se remitirá
al nombre moderno mediante la indicación: vid. Antwerpen o vid. Amberes.
En las ediciones de textos, de los que, como sucede frecuentemente,
existe una edición más antigua, se añade como apéndice una tabla de con
cordancias, muy útil para relacionar entre sí la numeración de los capítulos
y páginas de las distintas ediciones. Tampoco debe faltar un índice de los
manuscritos y ejemplares del texto, cuya existencia está comprobada, pero
que se han perdido. En determinadas circunstancias estos “ Deperdita”
pueden referirse también a textos impresos.
Éstas son las reglas más importantes a que debe ajustarse toda edición
de fuentes históricas, reglas que no se someten tampoco a una interpre
tación demasiado rígida y estrecha, ya que cada edición debe cumplir su
especial cometido. L a edición de Weimar de la Deutschen Bibel, en
D. Martin Luthers IVerke. Krit. Gesamtausgabe, Splt. 1 (1906), p. V II,
demuestra cuán difícil puede ser, a menudo, esta tarea. En esa edición
de la Biblia en alemán de L utíro se quiso presentar, impreso uno junto
al otro, el texto de la primera redacción y el de la última; por eso se
decidió intercalar en el mismo texto las indicaciones sobre’ correcciones y
tachaduras, lo que realmente no fué acompañado por el éxito.
Como es natural, toda edición científica ha de ir acompañada de una
acabada información acerca del lugar en que se encontró la fuente, tra
dición de la fuente que se edita, exposición de las relaciones recíprocas
de los manuscritos, noticias sobre el autor y las características de la fuente
y acerca de los principios o reglas a que la edición se ajuste. Por regla
general, se incluirá todo esto en la Introducción que precederá a la edi
ción. Ejemplos de esto son los MG. y otras ediciones modelo que ya se
han citado.
L a m ejor exposición de conjunto acerca de las reglas de la edición, atendiendo es
pecialmente a las necesidades de la F ilología antigua, la brinda Otto StXht.in, E d i -
Uonstechnik R atschláge für die A nlage textkritischer A usgaben . en Neue Jbb. f. d.
klass. A ltertum , G. u. dt. L it.. 23 (iooq"), p. 393-433. V id . además el capítuio: “ W ie
solí man U rkunden edieren ?” en F . P hiiippi, Einfiihrung in die Urkundenlehre des
Dt. M ittelalters = Bücherei der ■ Kultur und G., 3 (1020), 204-220. Instructivo tam
bién para el h isto ria d o r : Ge. Witxowski, Textkritik und Edit'onsfechnik neuerer
Schriftw erke , 1924 (159).
La técnica de las ediciones va, desde sus comienzos, unida íntimamente a la His
toria de la Filología. En este aspecto van a lar cabeza los sabios de Alejandría que
reunieron en esta ciudad, durante los siglos n y m a. de J. C., miles de manuscritos,
dieron impulso y cultivo a la crítica y se dedicaron a reestablecer en su forma más
pura a Homero y a los trágicos. La edición de las obras de los autores extranjeros
cursivos. Las palabras o letras que resulten ilegibles se señalarán con ... Las pa
labras repetidas o equivocadas, que ya han sido tachadas o subpuntuadas por el ama
nuense,- no se indicarán. Caso distinto es si se trata de minutas, que deberán re
producirse lo más fielmente posible, pues las tachaduras y enmiendas son datos inte
resantes para conocer el proceso de elaboración del documento. 12.a Las erratas
Manifiestas en las copias se salvarán poniendo en el texto la forma que se estima
correcta y advirtiendo en nota lo que se leía en el Ms. No se considerarán erratas
las incorrecciones gramaticales, tan frecuente en el latín medieval, que irán, por
tanto, en el texto sin salvarse en nota.
— 312 —
Francorum scriptores coetanei ab ipsius gentis origine, París, 1636-49. Bajo los
auspicios de Colbert se comenzó a editar, con la cooperación del monje maurino
M artín B ououET, la obra Rerum Gaiiicarum et Francicorum scriptores, Recueil des
historiens des Gaules et de la France, París, 1738, que comprende hasta ahora
24 in-folio, y que fué continuada^por otros después de la muerte de B ouquet en 1754,
últimamente por D e W a ie ly , D eeiseE y J oerdain .
En Alemania correspondió la iniciativa en este aspecto a G ott . W m. L eibniz ,
contemporáneo de M uratori, con sus Scriptores rerum Brunsv.censium, Hannover,
3- vols., 1707-11. Los monjes de Melk, B ernardo y Jerónimo P ez , editaron el The-
sanrus anecdotorum novissimus, seu Veterum monumentorum, praecipue ecclesiasti-
corum... Augsburgo y Gratz, 6 vols., 1721 a 1729. Esta obra ha quedado anticuada, lo
mismo que las de Joh . Gg. E ccardus , Corpus histuricum medii aevi, 2 vols., 1 Leip-
zig, 1723, 2Francfort, 1743; M arquard F reh Er , Rerum germanicarum scriptores,
3 vols., 1 Francfort del M., 1600-11, 2 1624-37, mejorada por B u r k h ; G otthárd
S truve , Estrasburgo, 1717, y J oh . B u r k h . M encke , Scriptores rerum Gerthanica-
rum, Leipzig, 1728-30.
Se puso cada vez más de manifiesto que la recopilación y edición de fuentes, si
quería satisfacer las exigencias siempre crecientes de la ciencia histórica, no podía
ser objeto de un trabajo aislado. L a organización y la distribución del trabajo, la
aportación económica exigen la cooperación de muchos. Por ello fueron ejemplo
y modelo de toda nueva empresa de este género los Monumento Germaniae H istó
rica, que, al mismo tiempo, hicieron época en la historia de la crítica histórica.
Los Monumento Germaniae Histórica (citanse MG.) surgieron del espíritu de las
guerras de independencia. En 20 de enero de 1819, a iniciativa del barón von Stein,
formóse en Francfort del Main la “ Sociedad para el conocimiento de la antigua His
toria alemana” (“ Gesellschaft fü r altere deutsche Geschichtskunde” ) , que se impuso
la tarea de editar todas las antiguas fuentes de la Historia de Alemania. L a actividad
de su primer director, G g. H c h . P ertz (1795-1876), tras de largos viajes de estudio,
facilitó una visión de conjunto acerca de lo extenso de la materia. En el año 1824
se elaboró el plan de toda la obra. Se dispuso, en primer término, que la colección se
dividiera en cinco secciones: 1. Escritores (Scriptores), a . Leyes (R e g e ), 3. Docu
mentos imperiales (Diplómala), 4. Antiquitates .(Inscripciones, Necrologios, libros
de confraternidad), 5. Cartas (Epistolae). Coincidiendo con su fundación la Sociedad
empezó a publicar una revista propia: el “ Archivo de la Sociedad para el conocimiento
de la antigua Historia alemana” ( “ A rchiv d. Ges. f . altere dt. Geschichtskunde”) ,
que se publicó con este título hasta 1874, y desde 1876 aparece con el título de “ Nue
vo Archivo de la Sociedad, etc.” ( “ Neues A rchiv. der Ges., etc.” (N A ). En 1826 pu
blicó ya P ertz el primer volumen de Scriptores, con los más antiguos Anales carlo-
vingios. Bajo su dirección científica, estrictamente unitaria, se editaron 20 volúmenes
de Scriptores, 4 volúmenes de Leges y 1 volumen de Diplómala. Ú e 1824 a 1831
los M G estuvieron bajo la dirección de S tein y P ertz , de 1831-42 y 1863, respecti
vamente, bajo las de P ertz y J och . H ch . B ohmer ; de 1863-73, sólo bajo la de P ertz .
Los años 1873-75 fueron años de transformación. Desde 1875 la empresa de los M G,
fomentada por las aportaciones económicas del Imperio alemán, estuvo sometida
a una dirección central, a cuyo frente actuaron de 1875-86, Ge. W a it z ; de 1886-88,
W m. W a tten ba ch ; de 1888-1902, E rnst D ummeEr ; de 1902-06, Osw. H oldEr-
E gger ; de 1906-14, R einhold K osER, y en la actualidad, P aue K ehr . Una exposi
ción detallada de la historia de los MG nos la brinda H arry B resseau , G. der Monu
mento Germaniae Histórica = N. A., 42 (192Í).
Los Monumento Germaniae (MG) se dividen en las siguientes secciones:
1. Scriptores (SS), y éstos, a su vez, en Auctores antiquissimi (A A ), Scriptores
rerum Merovingicarum, Scriptores rerum Lañgobardicarum et Italicarum (SS r.
Lang.), en los Scriptores rerum Germanicarum propiamente dichos, de los cuales los
— 313 —
volúmenes 1-30 in Folio, los vols. 31-23 in-Quarto. Subdivisiones in-Quarto: Deutsche
Chroniken, IJbelli de lite imperatorum et ponttficum saec. X I et X II, Gesta ponti-
ficum romanorum.
2. Leges (LL), la serie más antigua en 5 vols. en Folio, la más moderna en Quar-
to. Divídese en 5 secciones: a) Leges nationum Germanicarum, 5 vols.; b) Capitu
laría regutn Francorum, 2 vols.; c) Concilio, 2 vols.; d) Constitutiones et acta pu
blica imperatorum et regum; e) Formulae Merovingici et Karolini aevi, a las que
hay, además, que añadir: f) Fentes juris Germanici antiqui. Una nueva sección ha
proyectado incluir los estatutos de las ciudades.
3. Diplómala (D D). Se ha publicado, por regla general, en Quarto, con excep-
, ción del defectuoso cuaderno dedicado a los diplomas jnerovingios por K a r i , P e r t z
y que apareció en Folio. Comprende: Diplomata Karolinorum, Diplomata desde Con
rado hasta Otón I, Diplomata de Otón I i y Otón III, Diplomata de Enrique II,
Conrado II, Enrique III y Lotario III, Diplomata nec non Richemae plácito.
4. Epistolae (Epp), en Quarto.
5. Ant'.quitates (A A ), en Quarto. Se dividen en Poetae latini aevi Carolini, Libfi
confratemitatum S . Galli, Augiensis, Fabariensis, Necrología Germaniae.
H ay que incluir aquí la serie de Scriptores in usum scholarum (en Octavo). Des
tinada en un principio sólo a fines prácticos y de enseñanza, contiene ahora en mu
chas ocasiones las mejores ediciones de algunas fuentes publicadas también en la
serie en Folio.
Un cierto número de las fuentes más importantes fué traducido al alemán y pu
blicado con el título de Geschichsschreiber der dt. Vorseit, 1847 ss., 2.a ed., 1884.
Acerca del contenido y distribución de los M U informan desde 1890 los Indices
eorum, quae in Monumentorum Germaniae historicorum tomis huiusque editis con-
tinentur (1890); además, los informes que se publican en cada volumen del N A .
Los M G tienen en cuenta todas las fuentes relativas a la historia alemana durante
un espacio de tiempo que llega hasta el año 1500, editándolas textualmente o publi
cando en extracto fuentes extranjeras (francesas, italianas, etc.). Su técnica de la
edición, cada vez más perfecta, actuó, en su tiempo, de iniciadora de nuevos rumbos,
primero por el empleo de la crítica filológica aplicada sólo hasta entonces a los es
critores clásicos, con lo que siempre se tomó tomo base el mejor manuscrito, y se
pusieron a contribución también los otros manuscritos disponibles, colacionándolos
entre sí, y después, por el análisis crítico del texto, por la determinación de su mutua
dependencia. L a práctica seguida desde SS I V de hacer visible a primera vista por
medio de una impresión en caracteres más pequeños todo lo que se ha incorporado al
texto, tomándolo prestado de otros manuscritos o fuentes, significó un inmenso pro
greso.
Han sido superadas ya, en su mayor parte, por los M G otras obras, como las de
JOH. F c h . B o h m ER, F antes rerum germanicarum, Geschichtsquellen Dtlds., 4 vols.,
1843-68; y la más importante de P h i e . J aFFÉ, Bibliotheca rerum Germanicarum,
6 vols., 1864-73.
Por otra parte, las diferentes Academias y Sociedades científicas se han dedicado
también a la edición de fuentes históricas. La Academia bávara de las Ciencias (Baye-
rische Abaderne der Wissenschaften) .se fundó en 1759 con un carácter preferente
mente histórico. Sólo desde 1827 extendió el campo de sus actividades. Una de las
primeras tareas por ella realizadas fué la edición de los Monumento Boica, Munich,
r7Ó3 ss.; con el volumen 47 comienza una nueva serie. Incluye casi exclusivamente
documentos monásticos. En relación con la Academia bávara está también la Co
misión histórica de la Real Academia de las Ciencias (H i torische Kommission bei
der kgl. Akademie der Wissenschaften), fundada por el rey Maximiliano II en 1858,
a iniciativa de Ranke, y dedicada especialmente a la edición de las fuentes históricas
más modernas y de las grandes obras de conjunto (A llg. Dt. Biographie, G. der
— 31.4 —
Wissenscha:ften, Jahrbücher der dt. G., Forschungen zur dt. G.) Sus ediciones más
importantes son las “ Crónicas de las ciudades alemanas de los siglos x iv al x v i ”
(Chroniken der dt. Stádte vom 14. bis 16. Jht.), iniciada por K ari . H bg el , 1862 ss.;
las actas de las sesiones y otros documentos de la Dieta de la Hansa de 1256-1430,
prep. por K a ri , K o ppm ann , 8 vols., 1870-97; de 1431-76, prep. por Gosw. von d .
R opp , 7 vols., 1876-92; de 1477-1530, prep. por D ie t r . S c h a fer , 8 vols. (-1524),
1881-1910 (la serie 1.* y 2 “ ed. por la Hansische Geschichtsverein); Wcistümer
(redacciones de derecho consuetudinario), colecc. por J a k . G rim m , 7 vols. (desde el
vol. 4 por la “ Comisión Histórica ’ ), 1840-43, 1863-78; actas del Reichstag alemán
(Dt. Reichstagsakten), iniciadas por J u l . W eizsa c k er , la serie más antigua,, 15 vols.,
1867 ss., la más moderna, 4 vols., 1882 s s .; cartas y actas para la Historia de la .
Guerra de los Treinta Años en la época del predominio de los Wittelsbach (Br efen
und Akten zur G. des 30J. Krieges in den Zeiten den vorwaltenden Binflusses der
Wittelsbaeher), prep. por M o ritz R it t e r , F e e . S t ie v e y A n t . C h r o u st , i i vols.,
1870-1908, N F prep. por W a l t h ER G oetz , 1908 ss.; los cantos populares históricos
de los alemanes desde el siglo x v i al x ix (D ie histor. Volkslieder der Dten. vom
16-19. Jhts.), col. por R o ch . v . L i e i En c ro n , 4 vols. y apéndices, 1865-69. Vid. Die
Histor. Kommission bei der kgl. bayer. Akademie der Wissenschaften, 1858-1883
(1883), compuesto por H c h . S y b e l y W m. v . G i ESEb r Ec h t .
La “ Real Academia prusiana de las Ciencias” de Berlín (K gl. preussische Aka
demie der W i senschafte'n zu Berlín) ha dado aliento a las grandes ediciones epi
gráficas del Corpus Inscriptionum Graecarum, £825 ss., y del Corpus Inscriptionum
Lati'narum, 1863, y en parte, también al Corpus scriptorum Historíete Byzantinae,
49 vols., 1828-78; Preussische Staatsschriften aus der Regierungszeit Konigs Frie-
drichs II, 3 vols., de ellos el 1 y el 2 editados por R ein h . K osER, y el 3 ed. por
O. K r a u sk e , 1877-92; Po'litische Kcrrespondenz Friedrichs der Gr., 3g vols., 1740-74
(1879-1925); Acta Borussica, Denkmaler der preuss. Staatsverwaltung im 18. Jht.,
1892 ss. A . Die einzelnen Gebiete der Verwaltung; B. D ie Behórdenorganisation;
C- D ie allgemeine Staatsverwaltung Preussens im 18. Jht. Vid. D -W ., s p. 755.
Fuentes históricas publicadas por la Academia de las Ciencias de V ien a : Archiv
f. Kunde bsterr. G.quellen, 1848 ss. — ■ desde el vol. 16 (1865), Archiv. f. osterr. G.,
índice 1-1000, y el Notizenblatt, 9 vols. (1851-59), apareció en 1912. — Fontes rerum
Austriacarum, 1855 ss.; 1 S e c.: Scriptóres, 8 vols., 1858 ss.; Sec. 2: Diplomataria
et Acta; índice 1-62 (1901). — Monumento conciliorum generalium s. 15. Concilium
Basiliense. Scriptorum tom 1, 2, 3, pars 1, 2, 3, 1857-94. — Monumento Habsburgica,
Sec. 1: J. ChmEE, Aktenstücke u . Briefe z. G. d. Hauses Habsburg im Zeitalter
Maximilians I , 3 vols., 1854-58; Sec. 2: K arl L anz, Aktenstücke u. Briefe z. G.
Kaiser Karts V, 1513-21 (1853).— Oesterr. Weistümer, 1870 ss. vid. SBer. Wiener
A k ., 160): 1. Salzburgo, 2-5. Tirol, 6. Estiria y Carintia, 7-9. Baja A ustria.—
Corpus scriptorum ecclesiasticorum latinorum, 1866 ss., con numeración doble según
los autores editados, cada uno de los tomos lleva a su vez su numeración propia,
y según el orden de su publicación. La última es la usada ahora.— Venetianische
DePeschen vom Kaiserhofe (Dispacci di Germania), 3 vols., prep. por S tich y Gv.
T urba , éste de 1889 a 1895, 2 Abt., 1 (1901), prep. por A lb . F rancis P ribram . —
Nuntiaturberr aus Dtld. nebst erg. Aktenstücken, Abt. 2; 1560-72 (continuación
ed. por el Preuss. Inst. de Roma, 1 A b t.: 1533-59), vol. 1: 1560-61 (1897), 2 : ÍS62-63
(1903), ambos prep. por S am. S teinhérz , 5 : 1565-66 (1926), prep. por I gn. P h h *
D engEL. — Mitteilungen aus den Vatikan. Archiven, 2 vols., 1889, 1894.— M ittei-
alterliche Bibliothekskataloge Oesterreichs, 1915 ss.
Deben mencionarse aquí la serie de “ Comisiones Históricas” , constituidas ofi
cialmente en los distintos paises alemanes, y las “ Sociedades de Historia” , que en
1852 se fusionaron en una “ Confederación de Sociedades” , la “ Gesamtverein der
dt. Geschichts- und Altertumsvereine” , y que tienen su órgano propio, que se ocupa
— 315 —
travaux histor. et archéol. publtés par les sociétés savantes de la France, Parí»
1888 s s .; C h . V . L anglois, Manuel de bibliographie historique, 1 2 (1904), con no
ticias que no interesan sólo a la historia francesa.
En Bélgica, la Commission Royale,, qut actúa dentro de la esfera de acción de
la Académie des Sciences et belles-lettres de Belgique, edita la Collection de chro-
mques belges inédites, Bruselas, 1837 ss. La Société d’émulation de Brujas editó el
Recueil de chroniques, charles et autres documente concernant Vhistoire et les anti-
quités de la Flandre occidentale, 56 vols., Brujas, 1839-64. Vid. H rl P ir EnnE, B i
bliographie de Vhistoire de Belgique, a Bruselas, 1902.
En Holanda figura en primer término la Historisch genootschap de Utrecnt
(fundada en 1843), que publica Werken uitgegeven door het H . ge. te Utrecht,
1863 ss., obra en la que las fuentes medievales aparecen bajo el subtitulo Bronnen
van de geschiedenis der Nedetlanden in de middeleeuwen. Junto a esta Sociedad hay
que mencionar también la K . Oudheidkundig genootschap te Amsterdam (fundada
en 1858) y la Vereeniging tot uitgaaf der bronnen van het oudvaderlandsche recht
de Utrecht (fundada en 1879). Vid. D. P etit , Repertorium der verhand .Ungen en
bijdragen bettrefende de geschiedenis des vaterlands in tijdschriften, en mengelwer-
ken tot op 1900 verschenen, Leiden, 1907, 2.* parte: 1901-10 (1913).
L as grandes publicaciones inglesas de fuentes históricas se dividen, en general,
en dos grupos: las sostenida' por el Estado y las que deben su origen a las grandes
Sociedades históricas. Las sostenidas por el Estado son : 1, la Record Comtm sion
(Comisión de Archivos), que existe desde 1800 como institución permanente, pero
que, tras largo período de inactividad, sólo adquiere importancia en 1852, cuando
los Archivos públicos fueron puestos bajo la custodia del Master o f the rolls. Sin
embargo, las publicaciones comenzaron ya en 1825, año en el que se empezó la im
presión de los documentos del State Paper Office y con ello la serie de State Papers.
Los primeramente publicados fueron los State Papers during the reign of Henry V III,
Londres, 1830 ss. Desde 1856 aparece la serie de Calendare of State Papers (E x
tractos de actas y documentos, siempre en lengua inglesa, ordenados cronológica
mente y por materias). Estos Calendare se dividen en a) Domestic-Serie (Historia
interior del pueblo inglés); b), Fore.ign-Serie; c) Colonial-Serie. Se insertan aqui
el Calendar of State Papers relating to Scotland, el Calendar o f State Papers re-
lating to Ireland, etc. Esta obra es especialmente importante para la Historia del
siglo x v i (también por lo que atañe a Alemania), puesto que, al prepararla, se in
vestigó también en los Archivos extranjeros de Viena, Venecia, Simancas y muchos
otros.
2. La Rolls Commission edita desde 1857 la obra llamada Rolls Series. Es ésta
una colección de fuentes de la Historia de Inglaterra desde la llegada de los R o
manos hasta Enrique V II I. El título de esta colección (a veces muy desigual) es
Rerum Britannicarum medii aevi scriptores or Chronicles and memorials o f Great
Britain and Ireland during the middle ages, Londres, 1858 ss. (índices hasta el Vo
lumen 97 (1891) en P otthast, •Bibl. hist., 'r,. c x x v n .) S. R. S cargiu .-B ir d , A guide
to the public records, 1908; M. S. G iusbpi-i , A guide to the manuícripts preserved
in the Public Record Office, 1: Legal Records, Londres, 1923
Muy importantes son también las publicaciones de las Sociedades de Historia.
Vid. N. H. N icolás, Observations on the State of históricai literature an on the so-
ciety of antiquaries and other institutiom for its advancement in Rngland, Londres,
1830. Rara Escocia: C hari.es S anford T errv , A catalogue of the publication o f
Scottish historical and kindres clubs and societies and o f thevolum e relative to Scott-
ish history 17Á0-1908, Glasgow, 1909. De la Historia eclesiástica inglesa se ocupa
la Anglia chri.tiana society (fundada en 1846). Trabaja con gran provecho la Cam-
den Society (fundada en 1843), que ha editado especialmente las crónicas, canciones
y fuentes jurídicas de la Edad Media. D e 1844 a 1854 la Caxton Society de Londres
— 317 -
Portugal. La Academia real das sciencias de Lisboa dispuso, entre otras obras,
la publicación de la Collec(áo de livros inéditos de historia portugueza, 5 vols., Lis
boa, 1790-1824. Colleccáo de opúsculos reimpressos relativos á historia das nave-
gagoes, viogens e conquistas dos Portuguezes, 3 vols., Lisboa, 1844-58. Portugaliae
Monumento Histórica a saeculo octavo post Christum usque ad quintum decimum.
Emulando a los M G se empezaron a publicar en 1856, pero han aparecido pocos
los archivos de Iglesias y de Monasterios. Sin embargo, las principales obras apare
cidas en el siglo x v i y en el x v n que recogen fuentes históricas españolas se im
primen fuera de España, en Francfort. En 1579 se publica en esta ciudad la colec
ción que lleva por título “ Rerum Hispanicarum Scriptores aliquot, quorum nomina
versa pagina indicabit...”, Francofurti e x officina typographica Andra Wecheli,
2 volúmenes, 1579 (incluye las obras de don R odrigo X iménez de R ada, A lfonso
de Cartagena, L ucio M arineo S ículo , A ntonio de N ébrija , etc.), y, a principios
del siglo x v i i aparece la de A ndreas S chott, Hispaniae illustratae, seu rerum
urbiumque Hispaniae, Lusitaniae, Ethiopiae et Indiae Scriptores, varii partim edi-
ti nunc priwmm, partim aucti emendati, 4 volúmenes, Francfort, 1603-1608 (donde,
junto con trabajos monográficos de escritores contemporáneos, se contienen también
las obras de X iménez de R ada, el “ Chronicon Mundi” de L ucas de T uy , etc., y
se publican inscripciones). E l siglo x v m supone un gran avance en la actividad
encaminada a la edición de fuentes históricas y numerosos eruditos se consagraron
entonces a esa tarea. Descuellan, sobre todo, el P. F lórez y el P . B u rr iel .
El P. E nrique F lórez (1702-1773) emprende su magna obra “ España Sagrada.
Theatro geográfico-histórico de la Iglesia de España” , que contiene una gran can
tidad de fuentes, como e ró n o s , actas conciliares, vidas de Santos, diplomas, epita
fios, etc. Los tomos I al X X I X de esta obra son del P. F lórez, luego la continúa
el P. Risco, a quien se deben los tomos X X X a X L I I, los tomos restantes son obra
del P. A ntolín M erino , del P. J osé d e ra Canal, de don P edro S áinz de B a
randa, don V icente d e la F uente , etc. L a “ España Sagrada” , que actualmente
comprende 52 volúmenes (1747-1918) está hoy a cargo de la Academia de la H is
toria. E l P. A n d rés M arcos B urriel (1719-1762) formó parte de una comisión
creada por el P . R ávago y el ministro M arqués de la E nsenada durante el reinado
de Carlos II I en 1749-50, para explorar los archivos españoles de un modo siste
mático. El P . B urriel trabajó especialmente en los archivos de Toledo y logró re
unir un número extraordinario de copias de documentos, que hoy se conservan en
la Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, pero su muerte prematura
le impidió iniciar la publicación del inmenso material recogido. L a labor de la
comisión de que formó parte B urriel , si no llegó a fructificar en ninguna edición
de fuentes históricas, contribuyó al menos a que se salvase una numerosa docu
mentación.
En el texto cita B auer la colección dé Crónicas de Llaguno, la de Documentos
inéditos para la Historia de España y la de documentos inéditos sobre el descubri
miento, conquista y colonización de América. D e estas colecciones creemos útil aña
dir algunos datos a la simple enumeración de sus títulos señalada en el texto. La
“ Colección de las crónicas y memorias de los Reyes de Castilla” consta de 7 volú
menes, los tres primeros publicados por don E ugenio de L laguno y A mirola
el IV y el V I por don F rancisco C erda y R ico, el V y el V II por don Josf
M iguel de F lores . S u contenido es el siguiente: I, Crónicas de Pedro I de Cas
tilla, de L ópez de A y ala, con las enmiendas de J erónimo Z urita (Madrid, 1779)
II. Crónicas de Enrique II, Juan I y Enrique III, del mismo canciller A yala (Ma
drid, 1780). III, Crónica de don Pero Niño, por G utierre D í Ez de G ames, Historií
del Gran Tamorlán, de R uy González d e Clavijo , y otras obr^s (Madrid, 1782)
— 319 —
volúmenes. Collecfáo de monumentos inéditos para á historia das conquistas dos Por
tugueses em Africa, Asia e America, Lisboa, 1858 ss. — Vid. I nnoc. da S u v a , Dic
cionario bibliographico portugués, Lisboa, 20 vols., 1883-1911.
Mencionaremos algunas otras colecciones, como la Bysantinae historíete scriptores,
39 vols., París, 1645 a 1819, comenzada bajo la protección de Luis X I V ; las Fontes
V. Crónica de don Alvaro de Luna, Libro del Paso Honroso de Suero de Quiñones
(Madrid, 1783). V I. Crónica de Alfonso X I (Madrid, 1787). Y I L Crónica de
Enrique IV , de D iego E nríquez d EL Castillo, los “ O aros Varones de Castilla”
de F ernando del P ulgar, las Coplas de Mingo Revulgo y otras obras (Madrid,
1787). — L a “ Colección de documentos inéditos para la Historia de España” (Ma
drid, 1842-1895), se inició en Madrid en 1842 y comprende 112 volúmenes, publicados
por don M artín F ernández d e N avarretE, don Miguel S alvá, don PEdro
S áinz d e B aranda, el M arqués de P idal, el Marqués de M iraflorEs , el Mar
qués d e la F uensanta del V alle , don J osé S ancho R ayón y don F rancisco de
Z abalburu. Sobre su contenido nos remitimos al “ Manuel de l’Hispanisant” de
F oulché -Delbosc y B arrau-D ihigo , tomo II , páginas 113-179. D e los tomos I
a CU se ha publicado un Indice (Madrid, .1891). Esta importantísima colección fué
Omtinuada por don F rancisco .de Z abalburu y don J osé S ancho R ayón con el
título de “ Nueva colección de documentos inéditos para la Historia de España y de
sus Indias” , 6 volúmenes, Madr¡4 , 1892-1926. — L a “ Colección de documentos iné
ditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones
de Am érica y Oceanía” no ofrece sus componentes en núcleos homogéneos. Se ha
publicado una segunda serie por la Real Academia de la Historia con el título de
“ Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y coloni
zación de las antiguas posesiones de Ultramar” , 18 volúmenes, Madrid, 1885. En
el volumen X V III , Indice general de los papeles del Consejo de Indias, por A ngel
de A ltolaguirre y A dolfo B onilla S an M artín .
Una intensa tarea en orden a la publicación de fuentes históricas españolas ha
realizado, sobre todo, la Real Academia de la Historia y el Centro de Estudios
Históricos, substituido este último en la actualidad por varios Institutos, herederos
de su labor y de su material y que dependen del “ Consejo Superior de Investiga
ciones Científicas” .
La Real Academia de la Historia fué fundada en 1735, durante el reinado de
Felipe V , como consecuencia de la iniciativa particular de varios eruditos y literatos
que se reunían en casa del abogado don Julián de Hermosilla. Constituyeron aqué
llos una corporación que en un principio se llamó “ Academia Universal” y pronto
cambió este nombre por el de “ Academia de la Historia” . En 1738 se concedió a
la nueva institución carácter oficial por. Reales despachos y se sancionaron sus
estatutos. L a Academia, que reunió pronto un valioso material histórico, tiene hoy
tras de sí una labor benemérita que ha contribuido poderosamente al progreso de
los estudios de Historia en España y ha editado diversas e importantes colecciones
de fuentes. Las principales son: el “ Memorial Histórico Español. Colección de
documentos, opúsculos y antigüedades que publica la Real Academia de la Historia” ,
48' volúmenes, Madrid, 1851-1918 (no incluye sólo fuentes, sino también estudios
y monografías); la colección de “ Actas de las Cortes de Castilla” , publir-'hs por
la Academia por acuerdo del Congreso de los Diputados, 41 volúmenes, Madrid,
1862-1918; la de “ Cortes de los antiguos Reinos de León y Castilla” , 7 volúmenes,
Madrid, 1861-1903 (los dos primeros volúmenes comprenden una “ Introducción”
por don MANUEL Colmeiro, Madrid, 1883-1884); la de “ Cortes de los antiguos
Reinos dé Aragón y de Valencia y Principado de Cataluña” , 25 volúmenes, Ma
drid, 1896-1919; la continuación de la “ España Sagrada” ; la “ Colección de obras
2 1 . --- BAUBR. — INTRODUCCIÓN AL BBTUDIO DE LA HISTORIA
— 320 —
rer-um Bokemicarum, Praga, 1873 Ss., fundadas por Jos. E mlER; los Monumento
Hungariae Histórica, Budapest, 1857 ss., editados por la Academia húngara de las
Ciencias de Budapest; además, los Monumento histórica Slavorum meridioncdium,
1863 ss.
Para terminar mencionaremos también una edición muy utilizada a causa de lo
versas hazañas. Crónica del Condestable don Miguel Lucas de Iranzo; IV, Memo
rial de diversas hazañas, Madrid, Espasa-Calpe, 1940-1941. E l “ Instituí d’Estudis
Catalans” inició la publicación de una colección de crónicas catalanas, publicando
la “ Gesta Comitum Barcinonensium” , editada por L. B arrau -D ihigo y J. M ássó
T orrEnts , Barcelona, 1925. También se han publicado otras crónicas catalanas.
L a Crónica de Jaime I se publicó en Valencia en 1557 y más recientemente por
don M ariano A guiló , “ Chronica o comentaris del... Rey En laume primier”, edi
ción impresa en 1873 y no publicada hasta 1905 en Barcelona. Vid. también las
ediciones de la “ Crónica del rey en Pere” (Pedro III) Je D esclot, edición de
B uchón en “ Chroniques étrangéres relatives aux expéditions frangaises pendant le
X H Ié siécle” , París, 1840, y la defectuosa edición de J. C orolEU, Barcelona, 1885;
A . de B ofarull, “ Crónica catalana de Ramón Muntanér” . T ex to original y traduc
ción castellana, Barcelona 1860; “ Crónica del Rey d’Aragó en Pere I V ” (atribuida
a B ernard D ezcoLl ) ed. de J. C oroleu, Barcelona, 1885; la llamada “ Crónica Pina-
tense” o de San Juan de la Peña sólo se ha editado en texto latino y castellano, el
catalán está aún inédito, vid. Historia de Id Corona de Aragón... conocida... con el
nombre de “ Crónica de San Jttan de la Peña” , Zaragoza, 1876. — En el siglo x v i
se publicó la primera colección de cánones de Concilios españoles: la de G arcía de
L oáis a : “ Collectio Concilivrum Hispaniae, diligentia Garsiae Loaisa elaborata... ”,
Matriti, 1593. De 1693 a 1694 se publicó una nueva edición de cánones conciliares,
de la que se hizo una segunda edición a mediados del siglo x v m : Joseph S á en z d e
A guirrE, “ Collectio maxima conciliorum omnium Hispaniae et Novi Orbis, epistu-
lanque decretalium celebriorum... Editio altera... novis additionibus aucta... auctore
S. Catalano’ , Romae, 1753- 1755, 6 Vols.. y, a principios del siglo x ix , aparece la
“ Collectio Canonum Ecclesiae Hispanae”, de don F rancisco E stanislao G o n zá lez ,
Madrid, 1809. De esta obra se hizo años después una edición castellana. Vid. Juan
T eja d a y R amiro, Colección de Cánones de 1° Iglesia española, publicada en latín
por don F rancisco A ntonio G onzález. Traducida, al castellano con notas e ilustra
ciones por don— , 5 vols., Madrid, 1859-1862.
’ A principios del siglo x ix , don T omás G onzález publicó seis volúmenes de docu
mentos del Archivo de Simancas, los tomos I al IV con el título de “ Colección de
cédulas, cartas patentes... y otros documentos concernientes a las provincias vascon
gadas, copiadas... de los registros, minutas y escrituras existentes en el Real Archivo
de Simancas”,, los tomos..V y V I con el título de “ Colección de privilegios, franquezas,
exenciones y fueros, concedidos a varios pueblos y corporaciones de la Corona de
Castilla, copiados... de los registros del Real A rchivo de Simancas”, Madrid, 1829-
1833.— U na edición de mucho interés es la “ Colección de documentos inéditos del
Archivo general de la Corona de A ragón” , iniciada por don P róspero de B oparull
y M ascaró, y que comprende 41 volúmenes (Barcelona, 1847-1910). Los volúmenes
I a X V II, editados por don P róspero de B ofarull; X V III a X L , por don M anuel
de B ofarull ; el X L I, por don F rancisco de B ofarull. Vid. su contenido en
“ Manuel de l*Hispanisant” , de F oulché-D elbosc y B arrau-D ihigo, II, páginas 196-
202. — En Zaragoza se publicó una “ Colección de documentos para la Historia de
A ragón” , por E . I barra, J. S alarrullana, D. S angorrín, F. A znar N avarro,
P. L ongás y otros, de la que aparecieron doce volúmenes, Zaragoza, 1904-1921. El
“ Institut d’Estudis Catalans” editó los “ Documents per la História de la cultura
catalana mig-eval ”, por A R ubió y L luch , 2 vols., Barcelona, 1908-1924; los padres
Benedictinos de Silos han publicado una “ Colección de Fuentes para la Historia de
Castilla” , 3 vols., Burgos, 1906-1910, que comprende varios cartularios editados poi
el P . S errano. — Se ha publicado también una “ Colección de documentos inéditos
para la Historia de Ibero-América’ , dirigida por don R afael A ltamira, 14 vols.
Madrid, 1925-1932. — Don T omás M uñoz y R omero ha editado una “ Colección de
fueros municipales y cartas-pueblas de los Reinos de Castilla, León, Corona de
— 323 —
§ 1. Fuentes etnológicas
Las fuentes históricas de que va a hablarse en las páginas que siguen
se han seleccionado desde el punto de vista de las necesidades prácticas
de la ciencia histórica. Deberemos prescindir de aquellas cuyos caracteres
se analizaron ya en la página 221 y a las que se podría denominar fuentes
históricas etnológicas y que desempeñan un gran papel, por ejemplo, en
el conocimiento de las más antiguas formas económicas, es decir, formas de
Economía y de organización social, artes (Técnicas) y también las ideas
religiosas y supersticiosas, etc. Gracias a las investigaciones de F. G r a e b -
n ER, desarrolladas por W. K o p p e r s , sabemos que en todos estos fenómenos
se pueden aplicar mutntis mutandis los principios de la crítica histórica y
que se les deben aplicar lo mismo que a otras fuentes de la Historia.
F . G raebner, Methode der Bthnologie— Kulturg.Hche Bibliothek, i / i (1911);
W . K oppers , D ie ethnologische
m Wirtschaftsforschung. B i«e historisch-krilische
Studie, en Anthropos, Inter. Ztschr. f. Volker u. Sprachenkde., 10/11 (1915-16),
p. 611-51, 971-1079, a cuyas abundantes indicaciones bibliográficas nos remitimos.
§ 2. Antigüedades
L as fuentes indicadas en el cuadro sinóptico n.” 1 (p. 221) se incluyen,
siempre que no sean de naturaleza etnológica, dentro del campo de la
ciencia de la Antigüedad. Comprende ésta habitualmente la descripción
de la vida pública y privada de los pueblos de la Antigüedad y la pre
historia o historia primitiva de los demás pueblos. En este sentido, la
Antigüedad alemana comprende desde los tiempos en que fué poblado por
primera vez el territorio alemán hasta que llega a su término la cristia
nización y romanización, es decir, hasta el siglo v m d. de J. C. E l centro
de gravedad de la ciencia de la Antigüedad se encuentra en la narración
— 325 -
de los hechos y de los estados sociales. L e sirven de fuentes, por una parte,
el lenguaje, pero, sobre todo, las llamadas “ Antigüedades” u objetos ar
queológicos, es decir, obras arquitectónicas y obras de arte, armas, herra
mientas, enseres, vestidos, monedas, etc., así como también todas las
noticias escritas o trasmitidas por tradición oral acerca de esos objetos
arqueológicos y aquellos fenómenos de la vida del pueblo (costumbres,
usos, fiestas, cultos) que'permiten obtener conclusiones sobre el estado de
cosas del pasado. L a coñüderación científica de las “ Antigüedades” artís
ticas es objeto de una rama especial: la Arqueología. Las demás fuentes
que no tienen carácter artístico se suelen dividir en “ Antigüedades” po-,
líticas, religiosas (o sacras) y privadas. L a ciencia de la Antigüedad ha
tomado su punto de partida de la Filología, en cuanto que Filología y
Lingüística suponen el necesario complemento de toda ciencia de hechos
y cosas. Pero la ciencia de la Antigüedad es por su método una disciplina
enteramente histórica. A lfonso D opsch , en sus Wirsckaftliche und soziale
Grundlagen der europ. Kulturentwicklung, 2 vols., 1 1818/20, 2 1923/24,
ha mostrado recientemente que ningún cultivador de la Historia Antigua
puede prescindir de la Arqueología y cuán fructífera puede ser la Arqueo
logía alemana para iluminar situaciones históricas. Su carácter es tanto
más descriptivo (más estático) cuanto más se apoya la Historia en el
devenir de las cosas (dinámico) y los cambios se consideran sólo como el
eslabón de úna gran cadena dentro del curso de ese- devenir.
L as "Antigüedades” , en su inmensa mayoría, se incluyen dentro de
los llamados "restos” . S ophus M ü i x F r , en el prólogo de sus Nordischen
Altertumskünde, 1 (1897), advierte que: "N o sólo de informes históricos
y de fuentes escritas se nutre el conocimiento de la vida, que palpita en
ellos con un cofttenido cambiante y en progresiva evolución, sino de otros
testimonios igualmente admisibles y siempre coetáneos: las Antigüedades
de toda especie que han llegado hasta nosotros.” Lo mismo que en las
demás fuentes tendremos aquí que determinar la época y el lugar de
origen, su autenticidad y con menos frecuencia el autor. L a cuestión del
lugar de procedencia es la mayor parte de las veces de importancia pri
mordial en las fuentes etnográficas. En éstas hay que apelar frecuente
mente al auxilio de las Ciencias naturales. Casi será más importante aún
el conocimiento de la técrlca. Ciertas técnicas hay que localizarlas exacta
mente en el espacio por medio de nuestra experimentación. A la inves
tigación del material, del modo de elaboración, se añade la de la forma.
L as fonníá van anidas también, en cuanto expresión de un determinado
sentimiento del estilo, a un ciclo cultural determinado y localizado (Or
namentos, formas de enseres). No faltan aquí tampoco las falsificaciones,
debidas en parte a la ambición del descubridor, en parte a la codicia
mercantil. Y también hay que determinar aquí primero los caracteres
externos (investigación material), luego los internos (comparación de es-
— 326 —
(161) D e esta obra hay traducción francesa con el título de “ Manuel des Antiqui--
is romaines” , trad. de G u s Ta v e H u m ber t , 20 vols., París, 1887-1907.
(162) En España vid., como publicación periódica dedicada a Antigüedades, el
Archivo Español dé Arqueología” , que publica el_Instituto Diego Velázquez y dirige
M a r q u é s d e L ozoYA. Se publica en fascículos trimestrales y sirve de continuación al
Archivo Español-de A rte y Arqueología” (1925-1936). Vid. también el “ Boletín de
1 Sociedad Española de Excursiones” , Madrid, 1893 ss. y la revista “ Ampurias” ,
arcelona,' 1939 ss. En Portugal se publica una interesante r e v ir a : “ O Archeologo
artugués” .
— 328 —
§ 3. M onedas
Se entiende por monedas los trozos de metal vaciados y acuñados por
orden de una comunidad política con arreglo a una forma determinada,
con un peso garantizado por la comunidad política misma, una aleación
vid. también los volúmenes publicados del “ Catálogo Monumental de España”, por
M é U da , G ó m e z M oreno y otros, los de las “ Memorias” de la Junta Superior de
Excavaciones y Antigüedades, la “ Guía histórica y descriptiva del Museo Arqueoló
gico Nacional” (Madrid, 1917), y los “ Catálogos” de algunas de las Exposiciones
celebradas por la Sociedad Española de Amigos del Arte. Sobre Antigüedades ará-
bigoespañolas: A. C á r d e n a s , M u seo gran adino de A n tigü ed ad es á r a b e s, Granada,
1886-93; J a m es C avanah M u r p h y , T h e A rab ian Ahtiqwities o f S p a in , Londres,
1816; M . G ó m ez M oreno , L a civilización árab e y su s m onum entos en E sp a ñ a , en
“ Arquitectura”, noviembre de '1919; R ica rd o V eeázq u Ez , M ed in a A z z a h rá y A la -
m iriy a, Madrid, 1912; D a v ie ie r , H isto ire d e s faie n ce s hispano-mcturesques á .reflets
m étallitju es, París, .1861; J o s é F e r r a n d is , t o s v a so s de la A lh am b ra, BSEfe:
X X X III (1925); el mismo, M a rfile s á r a b e s de O ccidente, 2 vols., Madrid, I, 1935,
II, 1940. Sobre Antigüedades americanas: E. K . K in s r .r o u g h , A ntiquitieS' o f M é
x ic o , 9 vols., Londres; 1830-1848.
— 332 —
luego, impedir que, ahora como antes, los señores territoriales y las ciu
dades continuasen explotando en su provecho la acuñación de moneda.
En 1873 logró la Alemania unificada un sistema monetario del Imperio.
Austria, que en 1867 se había separado de la Unión monetaria alemana,
adoptó como unidad la Corona. A partir de 1816 Inglaterra se adhiere
al patrón oro. L a Livre = 20 sois = 240 déniers fue abolida en Francia
por la Revolución y sustituida en 1803 por el Franco, que desde 1865
a 1868 fué adoptado, aproximadamente con el mismo peso, por la Unión
latina (Francia, Bélgica, Italia, Suiza y Grecia).
L a manera de considerar los caracteres externos de las monedas dirige
su atención: 1, sobre la materia de que se componen, atendiendo a la
determinación de la ley de su aleación; 2, a la descripción de su forma,
dimensiones y peso; la indicación y determinación exacta de su peso son
imprescindibles; 3, a la descripción del “ tipo de la moneda” , es decir, la
ornamentación dada a su moneda por quien tiene el derecho de acuñarla
y con lo que sólo se convierte en moneda el trozo de metal a medio pre
parar (el cospel). H ay que considerar también la leyenda, o sea lo escrito
sobre la moneda, y las representaciones plásticas de la misma, estampadas
en el anverso y en el reverso y en algunos casos en el canto, que puede
ostentar también entalladuras o dientes, adornos o indicaciones escritas.
E l rótulo o “ Leyenda” puede estar escrito a todo lo largo del borde, o
cubriendo el centro de la moneda o en el canto cuando ocupa el lugar de
la entalladura. L a leyenda puede ser en relieve o estar grabada, escrita
de izquierda a derecha o al contrario. A este respecto son de importancia
las investigaciones paleográficas acerca de la antigüedad de una escritura
y de su filiación territorial o nacional.
Para poder apreciar y describir los caracteres externos de las monedas
es menester el conocimiento de la técnica de su fabricación. Sólo mediante
este conocimiento estamos en condiciones de explicamos debidamente
ciertas propiedades de su aspecto externo. L as diferencias que resultan
del hecho de haberse empleado en la acuñación el martillo, el rodillo o la
prensa puedten .tener importancia. En el examen de las monedas incusas
(monedas bracteadas) no es menos importante la investigación de su modo
de ser fabricadas que en las monedas hechas mediante vaciado.
L a consideración de las monedas según sus caracteres internos inves-
:iga el tipo de la moneda con arreglo a su contenido simbólico o de otra
ndole. En esto es importante determinar si el tipo hay que considerarlo
:omo original o como una copia indígena o extranjera. A este género de
:rabajo corresponde la interpretación en cuanto al contenido de la leyenda,
/a que de la misma se desprende la asignación a una ceca determinada.
También es de este lugar el planteamiento de la cuestión relativa a la
leterminación de cuál ha sido la función cumplida por la moneda de que
ie trata dentro del sistema dinerario a que pertenece. L a moneda, pues,
— 334 —
debe ser considerada como dinero, es decir, debe ser incorporada, como
parte integrante, a un concepto extraordinariamente más amplio. Sólo de
esta manera logra incorporarse la Numismática, cultivada hasta ahora
con preferencia dentro del círculo estrecho de los coleccionistas, al marco
más amplio de la Historia de la Economía. Como dinero se han empleado
todos los objetos posibles, desde el carnero y el trozo de tejido de lino,
las pieles, el cuero y las conchas hasta el papel, en los distintos pueblos
y en épocas diversas.
A este respecto es preciso determinar si se trata de una moneda dura
o corriente, en la que el valor en el mercado del metal empleado en ella
no se diferencia esencialmente del valor “ externo” o “ valor nominal”
que le atribuye la autoridad facultada para emitir moneda. Monedas co
merciales son aquellas cuyo valor metálico está garantizado, pero que no
tienen curso obligatorio en el país propio, como todavía sucede actual
mente en Austria con el Taler acuñado por María Teresa para el comercie
con Levante. En las monedas fiduciarias el valor nominal es infinitamente
superior al valor metálico. Éste es el caso, por ejemplo, de las monedas
fraccionarias destinadas al comercio al por menor y que únicamente apa
recen en época relativamente tardía.
L a moneda debe apreciarse en su relación con la valuta, es decir, qu<
suma de valor es la garantizada por el Estado mediante la moneda j
que medida de valor (oro, plata) es la que se fija. L a moneda precisa
además, de una cierta unidad de valor, que, al mismo tiempo, respondí
como unidad de cálculo a las necesidades de la circulación dineraria. E
modo de contar indica cuántas subunidades comprende la unidad superió
de un sistema monetario. En et Asia Menor la estátera de electrón fu
amonedada en seisavos, Grecia se aproximó al sistema duodecimal. Sólc
en el año 269 a. de J . C. pasa Roma al sistema cuartal. En lo sucesiv»
los modos de contar cambiaron hasta que la Revolución francesa dió 1;
pauta con el sistema decimal. L a proporción, que legalmente se fija, e:
que el facultado para emitir moneda puede fabricar pieza de moneda res
pecto de una unidad de peso del metal (unidad de valuta) es lo que s
llama tipo monetario. .Este tipo monetario puede ser “ ligero” o “ pesado
según que la relación de las cizallas o peso en bruto (el peso de la me
neda) respecto del quilate (llamado en Alemania en la Edad Media Witt
(temple), Brrnd (cocción), Gelót, albeds, es decir, de la ley de la morted
sea más alta o más baja.
L a moneda como fuente de la Historia. Con un cierto sentido trash
tivo podría considerarse a la moneda como documento y aplicarle 1<
métodos críticos (vid. IX , § 12) que respecto de éste proceden. Por 1
demás, aquí juegan igualmente urt gran papel las falsificaciones y adu
teraciones. Sólo que el concepto “ falso” y “ adulterado” es concebido aqi
de manera algo distinta. L as monedas adulteradas o falsificadas son h
— 335 —
que, con otra procedencia de la que indican, quieren servir como dinero ;
por el contrario, las monedas falsas son imitaciones que quieren hacerse
pasar por legítimas para engañar a los coleccionistas. Vid. J u l . F ried -
lánd ER, Verzeichnis von griech. falschen Münzen, 1883.
L a consideración científica de las monedas, que, en su mayor parte,
"ha sido hasta ahora objeto de la actividad de coleccionistas y numismá
ticos, sólo en los tiempos más modernos ha merecido cada vez más la
atención de los historiadores. L a Numismática puede ilustrarnos, no sólo
respecto de la historia de las circunstancias y relaciones económicas, sino
también acerca de la situación general de la cultura. De ella se pueden
obtener conclusiones sobre el estado de los precios y también sobre las
relaciones jurídicas. En los dibujos de las monedas se ponen de manifiesto
ideas artísticas y religiosas. L a Historia política no puede dejar tampoco
de dirigirles su atención.
Al contrario, el historiador se guardará bien de considerar las monedas
como algo aislado y sin conexión con la vida económica, cultural y ju
rídica. Solamente podrá dominar todas las cuestiones de la historia dine
rad a y monetaria si trata estas cuestiones con los medios de la Numis
mática a base de sólidos conocimientos de Economía política y de Historia
económica, de las Instituciones y del Derecho. Sólo de este modo podrán
ser efectivamente valoradas las monedas como fuente.
Junto a las monedas propiamente dichas existen otras monedas de
carácter histórico o conmemorativo y las medallas. Las monedas históricas
son aquellas que, aparte de su cualidad de dinero en circulación, cumplen
también la finalidad de conmemorar el recuerdo de un acontecimiento
histórico. Además del carácter de “ restos” tienen también el de “ testi
monios” y a veces se les incluye en la Publicística. Vid. X, § 1. Esta
práctica, que se comprueba ya como existente en la Antigüedad, se man
tuvo en la Edad Media y en la Edad Moderna. Los casos de fallecimientos,
bodas, guerras y tratados de paz, sitios, fueron motivos de acuñación. En
esto se encuentra el punto de transición de la moneda a la medalla, la
cual es, desde luego, igual a la moneda en su forma externa, pero en lo
interno no tiene con ella nada de común. Vid. F er d . F r ie d Ensburg , Die
Münze in der Kulturg., 2 1919; E r n s t A u f r . S tü c k e l t s Er g , Die romi-
íchen Münzen ais G. quellen, 1915. Para la interpretación de las leyendas
ie las monedas medievales, que, en parte, se relacionan con el “ folklore”
y con concepciones religiosas, así como también con alusiones a testimonios
literarios, debe ponerse a contribución la obra de F er d . F ried Ensburg ,
Die Synibolik der Mittelaltermünzen (1913/22).
B ib lio g r a fía : Para una primara iniciación: H erm . D annees Et'''-. G tütndsüge der
U iinzkunde, *ed. por F r i e d En sb u r g , 1912 (en lU u str. H d b b . de Jl t -r, núm. 131);
3 . H alk E, B in leitu n g in d a s S tu d iu m d e r N w n ism atik , * 1915, y su HdW i,. d e r M ü nz-
¡unde und ih r e r H ilfsw isse n sc h a fte n , 1909; E r n s t A i .fr . S t ü c k Ee b Erc , D er M itnz-
V¿.— baübr. — introducción al estudio de t * historia
— 336 —
sommier, a igi8 ; A rnold L uschin v . E bEngrEuth , Grundriss der Münzkunde, i :
Die Münze nach Wesen, Gebrauch und Bedeutung = Aus Natur u. Geisteswelt, 91 ’
(1918); el vol 2: Die Münze in ihrer g.lichen Entwicklung vom Altertum bis zur
Ggw., por H ch. B uch Enau = ibídem, 657 (1920). Este 2 ° vol. está demasiado resu
mido para ser claro. Indicaciones bibliográficas. — Muy apropiado como instrucción:
Jui,. Menadier, Die Schaussammlung des Münzkabinetts im Kaiser-Friedrich-Mu-
¿eum. Bine Münzg. der europ. S ta a ten = Führer durch die staatl. Museen zu Berlín,
* 1919. — E dd. Martinori, La moneta. Vocabulario, Roma, 1915. Vid. Hdwb. d.
Staatw., 36 (1910), 816-853 (164).
Sobre la Antigüedad: Joh. Jos. E ckh EL, Docirinae nummorum veterum, Viena,
1792, “ 1828. Obra fundamental: ERnEst B abElon, Traité des monnaies Grecques et
Romaines, París, 1901, y su Recueil des monnaies grecques d’Asie mineure, París,
1904-10; Barklay V. HEad, Historia nummorum. A Manuel of Greek numismática,
Oxford, 1887; W m. K ubitschEk , Romische Medaillons der Kais. Münz ammlung
in Wien, 1909; T h Eod. Mommsen, G. des rom. Münswesens, 1860. La traducción
francesa por Duc de P lacas, París, 1865-75, con apéndices; G. F. H ii,l, Handbook
of Greek and Romain coins, 1899; H ry . C ohén, Description gén. des monnaies de
la r¿publique romaine, París, 1857; H ch . W ill ERS, G. der rom. Kupferprágung
vom Bundesgenossenkrieg bis auf Ks. Claudius, 1909; Max B ernhardt, Hdb. d.
Münzkde. der rom. Kaiserzeit, 1926.
Historia del dinero: F ranc. L enormant , La monnaie dans l’antiquité, 3 vols.
(incompleta), París, 1878/79; B o rn , Zeitalter des Denars, 1924.
Fundamental para la Edad Media y la Edad Moderna: A rn . L uschin v . E bEn -
creuth , Allg. Münzkde. u. Geldg. d. Mittelalters u, d. neueren Zeit, en Hdb. d.
Mittelalter u. Neueren G., 5, * (1926), en esta obra se encuentrau abundantes y deta
lladas indicaciones bibliográficas; ibídem: E dd . F ri EdEnsburg, Münzkunde u . Geldg.
d. Binzel taaten d. Mittelalters u. d. neueren Zeit., 1926; Á rth . E ngel y R aim .
S errure , Traité de numismatique du moyen-áge, 1 (París, 1891), 2 (1894), 3 (1905)!
los mismos, Traité de numismatique moderne et contemporaine., 2 vols., 1897, 1899.
— De Numismática alemana se ocupa F e r d . F r i E d En sb u r g , Dt. Münzg., en “ Grun-
dris d. G. W .” de A I Meister, 1/4, *1912. — Oesterreich. Münzpragungen 1519-
1918, zusammengest. v . Viktor v. M iller zu Aichholz, 1920 (obra modelo). Sobre
Numismática francesa: A d . B l a n c h e t -A d . D i Eu d o n n é , Manuel de numismatique
frangaise, París, 1912 ss. — Sobre Italia: el “ Corpus nummorum italicorum” editado
por el Rey de Italia, Roma, 1910 s. Sobre Numismática inglesa: H e r b e r t G r u Eb é r ,
Handbook o f coins of Great Britain and Ireland in the Brit. Museum, Londres, 1899;
sobre Dinamarca, P. H auberg , Myntforhold og udmyntninger i Danmark, 1 : -1146
(Copenhague, 1900), 2: 1146-1241 (1906) = Det Skrifter Kong. Danske videnskaber-
ne selskabs, histor-filos, V / l y V /3 ; sobre Suecia: B r o r E m il H il d e b r a n d , Sve-
riges mynt un der medeltiden, Estocolmo, 1887; sobre Noruega: H . H . S c h o n ,
Danske or norske monier, 1926; sobre Polonia: M a x K i r m is , Hdb. der polnischen
Münzkunde, 1892 (165).
(164) Para una primera iniciación en los estudios de Numismática es útil el pe
queño manual, no citado en el texto, de A m bro so li -G n Ec c h i , Manuale elementare de
Numismático, ’ Milán, 1922, Manuali Hoepli.
(165) Sobre Numismática española hay una extensa bibliografía. Vid. como
obras generales: A lv a r o C ampaner , Indicador manual de la Numismática española,
Madrid-Barcelona, 1891; N a rciso S en t e n a c h , Estudios sobre Numismática españo
la, Madrid, 1909; A . V iv e s y E scu d ero , La moneda hispánica, 2 vols., texto, 1926,
atlas, 1924 (esta obra ha quedado inacabada); I gnacio C alvo y C asto M. d e l R i -
v ero , Catálogo sumario del Museo Arqueológico Nacional. Guía del Salón de
— 337
§ 4. Sellos
“ Siegel” , sello (latín, sigillum; francés, sceau; inglés, seal; griego,
oypayie) ,significa en alemán: a) la matriz, el llamado molde, y b) la im
pronta en positiva, el sello propiamente dicho. E l sello es un medio de
autentificar, de confirmar y de cerrar. E l uso de los sellos se remonta a
la Antigüedad, en la que se le empleó para cerrar mediante él las cosas
más distintas y para firmar con él los documentos (contrasello). En la
Edad Media aparece el empleo del sello colgante, que sirve para el mis
mo fin.
L os sellos sólo adquieren importancia como fuente de la Historia en
la Edad Media, sobre todo en los dominios de la Diplomática. Los sellos
considerados en sí mismos pueden tener valor, desde luego, para la His
toria de la Técnica y principalmente para la del Arte, pero este aspecto
de su interés §e sitúa en segundo término. E l papel desempeñado por el
sello estriba en que su presencia intacta comprueba la legitimidad de un
documento, o, como ocurre la mayor parte de las veces, sirve de apoyo a
la comprobación de esa legitimidad. Vid IX, § 12.
Los caracteres externos conciernen a la materia con que los sellos han
sido confeccionados. Esta materia puede ser un metal (oro, plata, plomo).
De ahí que ahora se hable de Bulas de Oro o de Plomo. Los sellos pueden
ser, además, de cera, de greda, de lacre, de oblea. El hecho de que se
emplee una determinada materia puede estar en relación con la impor
tancia del otorgante del documento. Al mismo tiempo que la materia hay
que tener también en cuenta la forma del sello. En cuanto a su forma se
pueden distinguir las siguientes clases de sellos: redondo, ovalado, ovalado
horizontal o vertical, en forma de escudo, en forma de corazón y en forma
de rombo, de tres lados, de cuatro lados, etc. L a moda en el empleo de las
formas de los sellos cambia según las diferentes épocas, estados sociales
y regiones. Desde el punto de vista crítico hay también que tener en
cuenta, naturalmente, la medida de las dimensiones del sello; además, si
ha sido estampado sólo por un lado o por los dos. También es importante
el modo de adherir el sello al documento. Se distinguirá en esto si el sello
§ 7. Rumores
E l rumor se distingue de las otras formas de tradición oral en que
procede del presente y solamente tiene en cuenta éste, es decir, en que e*
sólo de muy corta y pasajera existencia. Especialmente favorables al naci-
— 344 —
bocan, en su Kronyka ceská ( 1541). Esta conáeja se relaciona por una parte con las
miniaturas de la llamada Biblia de Wenceslao, un manuscrito destinado al Rey, mi
niaturas en las que éste aparece representado, en varias de ellas, de un modo muy
obsceno, con una muchacha bañándose, y, por otra parte, con los tumultuosos acon
tecimientos de Praga del año 1393 (la muerte ahogado en el Moldava del Vicario
general del Arzobispado Juan de Pomuk, después San Juan Nepomuceno). L a com
probación de que esta conseja procedía de Wenzel H agek fué obra de A dalb. H or -
c i c k a , MIOeG, 1 (1880), 107 ss. — E l camino que hubo de ser seguido por semejante
investigación fué, en primer término, el de intentar fijar el momento en que por vez
primera aparece esta narración en la literatura. El hecho de que los informes con
temporáneos nada nos digan acerca de un suceso tan importante como habría sido
el encarcelamiento del Rey Wenceslao y de que esta noticia sólo aparezca ciento
cuarenta y ocho años más tarde en una fuente, por lo demás no de mucha autoridad,
nos ofrece ya con ello una indicación. L a duda acerca de lo histórico del informe
se afirma :nás si advertimos que, del texto en que primero la encontramos, pasa a
otros escritores, y que éstos la modifican y la adornan más. Cuando, como sucede
en este caso, el autor estuvo en contacto personal con lo que le dió el motivo externo
para la invención de la conseja (en este caso las miniaturas), queda cerrado con bas
tante claridad el círculo de los comprobantes.
Bibliografía: K arl W erhan , D ie Sage = Hdbb. z. Volkskde., 1 (1908); C har
les N isard , Histoire des livres populaires, 2 vols., 2 París, 1864. Vid. R. F . A rnold,
A . Bkde., ’ p. 53, 95; J ohn MEiér , en “ Grundr. der germ. P h il.” , *2/1 (1909).
Colecciones de canciones populares: Die histor. Volkslieder der Dten. vom 13-16.
Jht., reun. por R ochus v . L ili Encron, 4 vols., 1865-69, con una introducción de
orientación general .y una explicación histórica de cada poesía en particular. Conti
nuación de esta obra: Histor. Volkslieder u. F e tgedichte v. 16-19. Jht., col. y recog.
por A ug. H artmann, i : -1648 (1907), 2 : 1650 a 1750 (1910), 34 1756-1879 (1913); Die
histor. Volkslieder vom Ende des 30}. Krieges bis Beginn des 7 j. Krieges, col. por
F c h . W m . v. D itfu rth , 1877; Histor. Volkslieder von 1756 a 1S71, ed. por D i T-
Furth , 1871-72; Die histor. Volkslieder des bayerischen Heeres 1620 a 1870, ed. por
D itfurth , 1871; Die hi tor. Volkslieder des ósterreichischen Heeres von 1630-1849,
ed. por D itfurth , 1874; Recueil de chants historiques frangais 12-18 siicle, ed. por
A nt. L eroux de L in cy , 2 vols., París, 1841; E. de C oussemakek , Chants popu-
laires des Flamands de France, Gante, 1856; A d . L ootens e I. M. E. FE y s , Chants
populaires flamands receuillis á Bruges, Brujas, 1879; Lieder der niederlandischen
Reformierten aus der Z eit der Verfolgungen im 16. Jht., ed. por P h il . W acker -
nagel, 1867 (172).
R ud . W olkan, Z u den Türkenliedem des 16. Jhts., 1898; el mismo, Dt. Lieder
iruf den Winterkónig = Bibliothek dt. Schriftsteller aus Bohmen, 8 (1899); R. Müx,-
LER, Deber die histor. Volklieder des 30j. Krieges, en Ztschr. f. Kulturg., 2 (1895);
E. W eller , Die Lieder des 30j. Krieges, 1855; J . O. OppEl y A. Cohn, Der 30}.
Krieg. Eine Sammlung von histor. Gedichien, 1862; H. M. R ich TEr , Oesterr. Volks-
schrxften und Volkslieder im 7). Krieg, 1869; Louis D amadE, Histoire chatttie de la
premiére République 1789-99, chants patriotiques, révolutionnaires et populaires,
París, 1892.
Bibliografías: PiERRE A ubry , Esquisse (Pune bibliographie de la chanson popu-
laire en Europe, París, 1905; J ohn M e i ER, en “ Grundriss” de Paul, ‘ 2/1 (1909).
Sobre proverbios y reíranes en general: Osw. R ob. K irchn ER, Parómiologische
Studien, Jber. über die Realsch. zu Zwickau, 1879-80; I on. V inz . v , Z ingEr LE, Das
dt. Sprichworth im Mittelalter, 1864; J ul . H ubert H illebrand , Dt. Rechissprich-
worter, 1858; E. G raf y M ath . D i ETh Er s , Dt. Rechtssprichw'órter, 1864; adiciones
a esta obra por R. S chróder , en Ztschr. f. Rechtsg., 5 (1866), 28. Vid. supra, pá
gina 379 ss.
Una colección de contenido general por orden alfabético según las materias a que
los proverbios se refieren: K . F . W . W ander, Sprichworterlexikon, 5 vols., 1867
a 1880. Con abundante bibliografía. — A nt. GERoux de L incy , L e livre des pro-
verbes, précédé de recherches histor. sur les proverbes frangais et leur emploi dans
la litt. du moyen-áge et de la Renaissance, 1 París, 1859 (173).
Bibliografía: C h r is Tian K ónr. N opiTsch , Literatur der Sprichwórter, 1823,
a 1833. Catalogue des livres parémiologiqúes composant la bibliothéque de Ignace
Berstein, 2 vols., 1900, ordenado alfabéticamente por autores. J ohn M e i ER, en
“ Grundr. d. germ. P h il.” de Paul, 2/1, “ 1909, p. 1258 ss.
Gomo ejemplo de utilización histórica de los proverbios mencionaremos a G. M.
K üffner , Die Deutschen im Sprichwort, Heidelberg Diss., 1899 (174).
(173) Sobre proverbios y refranes españoles, vid. J osé M.* S barbi, Refranero
general español, 10 vols., Madrid, 1874-1879; J . H allER, Altspanischen Sprichwórter
(Antiguos proverbios españoles), Ratisbona, 1883; Gonzalo Correas, Vocabulario
de refranes y frases proverbiales, “ 1924; F rancisco R odríguez M arín , M ás de
21JOOO refranes castellanos..., Madrid, 1926; el mismo, 12.600 refranes más..., Ma
drid, 1930; el mismo, Los 6.666 de mi última rebusca..., Madrid, 1934; Gabriel M aría
V er Gara, Algunos cantares, refranes, adagios, proverbios, locuciones y modismos
españoles de carácter jurídico, en “ Trabajos de la Asociación para el Progreso de
las Ciencias” , vol. V II I, Congreso de Salamanca (Madrid, 1924), páginas 83-96-
Sobre Portugal: L. B atai.ha, Historia general dos adag o s portugueses, 1924.
(174) En España constituye mi ejemplo de la utilización histórica de los refranes
la obra de J oaquín Costa, Introducción a un Tratado de Política sacado textual-
menfi de los refraneros, romances y gestas de la Pemnsula. Poesía popular y M i
tología y literatura celtohispanas, Madrid, 1881.
— 353 —
rano, las fechas de los documentos dan las bases para el Itinerario. A sí,
para Maximiliano I y Fernando I, F f. z. dt. G„ 1 (1863), y Carlos V ,
ibídem, 5 (1865). Para Carlos V también: M anü El d e F oronda y A g u i
lera , Estancias y viajes del Emperador Carlos V, Madrid, 1919 (177).
E l Regesta propiamente dicho debe indicar en la forma más concisa,
es decir, dejando a un lado todas las fórmulas que no ofrezcan algo ca
racterístico para el contenido esencial del documento, los nombres impor
tantes de personas y de lugares (los últimos en su forma actual, hasta
donde sea posible), reproducir del modo más completo la trasmisión ma
nuscrita, indicar impresos, láminas, y bosquejar la bibliografía que precisa
consultar. Corrientemente los Regestas de un volumen van numerados y
se citan de acuerdo con esa numeración. Sintesis históricas, exposiciones
de las características de los documentos y de las cancillerías, observaciones
genealógicas, índices de documentos perdidos (Deperdita), cuadros sinóp
ticos de los destinatarios, índices alfabéticos de nombres y materias com
pletan este importante medio auxiliar que son los Regestas y que los con
vierten en verdaderos filones de saber histórico. — L as breves indicaciones
acerca del contenido del diploma que se acostumbran hacer en los Car
tularios o en los documentos impresos textualmente reciben igualmente
el nombre de Regestas (-de encabezamiento), pero éstos, adaptándose a
su especial finalidad, se reducen a la forma más concisa. Sobre la índole
de los Regestas, su disposición y estructura, vid. G g. Waitz, HZ., 40
(1878), 280-285, y las advertencias preliminares de E. M ühlbacher en
los por él editadas Regesten unter den Karolingern, RRJ-, 2 1 (1908),
X X -X X X V I.
En la Diplomática ocupa un ancho campo la determinación de las falsificaciones
(vid. V III, § s). Hasta puede decirse que todo el curso de su desarrollo ha alcanzado
altura con estas investigaciones. Ejemplos de trabajos para desenmascarar a los
falsificadores de documentos: K a r l U h l i r z , Die Urkitndenfálschung zu Passau,
MIOeG, 3 (1882), 177-228; K a ri , B r a n d i , Die Osnabrücker Falschungen, Westdt.
Ztschr., 19 (1900), 120-73; M íen . T angí,, Die Osnabrücker Falschungen, A . f. U r-
kundenf., 2 (1909), 186-236; J o h . L e c h n ER, Schwabische Urkundenfálschungen des
10. u. 12 Jht~., en M IOeG, 21 (1900), 28-105. Die alteren Konigsurkunden jür das
Bistum Worms und die Begründung der bischoñichen Fürstenmacht, ibídem, 22 (1901),
(179) Sobre los Tratados concluidos entre España y otros países, v id .: E usta
quio T oledano, Historia de los Tratados, convenios y declaraciones entre España y
las demás potencias, Madrid, 1858. — Las principales colecciones de los Tratados
concluidos por España son las siguientes : JosEEH A ntonio d e A breu y B ertódano,
Colección de los tratados de paz, alionza, neutralidad, garantía, protección, tregua,
mediación, accesión, reglamento de limites, comercio, navegación, etcétera, hechas
por los pueblos, reyes y príncipes de España con los pueblos, reyes, prinafies,
repúblicas y demás potencias de Europa, y otras partes del mundo... desde antes
del establecimiento de la Monarchia Gothica hasta el feliz reynado del Rey N . S . Don
Phelipe V , 12 vols., Madrid, 1740-1752; Colección dé los tratados de paz, alianza,
comercio, etcétera, ajustados por la Corona de España con ¡as potencias extranjeras
desde el reinado del señor Don Felipe V hatsta el presente. Publícase por disposición
del Excmo. Sr. Príncipe de la Paz, 3 vols., Madrid, 1796-1801. Continúa la colección
de A b r Eu : A lejandro del C antillo , Tratados, convenios y declaraciones de paz y
de comercio que han hecho con las potencias, extranjeras los Monarcas españoles de la
Casa de Barbón desde el año 1700 hasta el día. Puestos en orden e ilustrados por...
por don— , Madrid, 1843; M arqués d e O livart , Colección de los tratados, convenios
y documentos internacionales celebrados por nuestros Gobiernos con los Estados
extranjeros desde el reinado de Isabel I I hasta nuestros días, acompañados de notas
histórico-críticas sobre su negociación y cumplimiento, y cotejadas con los textó's ori
ginales (1834-1902), 15 vols., Madrid, 1890-1906 (los volúmenes I y II con la colabo
ración de M. J u d ería s BE nd ER); el mismo, Tratados y documentos internacionales
de España, publicados oficialmente y coleccionados en Iq Revista de Derecho Interna
cional y Política Exterior, bajo la dirección del — , 4 vols., Madrid, 1912 (es continua
ción de la obra anterior; comprende hasta 1910); Tratados de España. Documento'
internacionales del reinado de D.° Isabel I I desde 1842 a 1 8 6 8 ..con un discurso preli
minar por don F lorencio J aner , Madrid, 1869; J osé J oaquín Rjlbó, La Diplomacia
española. Colección de tratados entre España y las demás naciones d e sd e 1801 hasta
Amadeo 1; comentarios, notas hstóricas... y apuntes biográficos p o r— , Madrid, 1871;
J erónim o B é c k er , Colección de tratados, convenios y documentos internacionales fir
mados par España, con prólogo, notas y comentarios por — , Madrid,, 1907 (único
2 4 . — BA U BR. — INTRODUCCIÓN AL ESTU D IO DB LA HISTORIA
— 368 —
Sede. I. Indice analítico de los documentos '.el siglo X V I , Roma, 191S; Padre José
M.a Pou y M a r tí , Archivo... II. Indice analítico de los documentos del siglo X V II,
Roma, 1915; el mismo, Archivo... III. Indice analítico de los documentos del si
glo X V I I I , Roma, 1921. — D . J umo I<óp Ez O liv a n anuncia como publicación próxi
ma del Consejo Superior de Investigaciones Científicas un “ Repertorio de los T ra
tados internacionales concertados por España desde el siglo x m ” .
— 370 —
(181) Vid., por lo que a España se refiere, las obras citadas en la nota 175.
Nuestra bibliografía diplomática de carácter general se reduce hasta ahora a dos
obras: el viejo, pero todavía aprovechable, manual de don J osé M uñoz R ivero ,
Nociones de Diplomática española, Madrid, 1881, y el reciente libro de E ugenio
S arrabeo A guareees, Nociones de Diplomática, según las obras de Giry, Boüard,
Muñoz Rivero, etcétera, Madrid, 1941.— De la época visigoda no se conserva ningún
diploma original, pero fuera de España se han escrito algunos estudios de diplomática
visigoda. Vid. K . Zeumer, Zum westgothischen Urkundenwesen, I . Subscripiio und
Signum, II. Die Schrijtvergleichung (contropatio), en “ Neues A rchiv der Gesell-
schaft fur altere deutsche Géschichtskunde” , X X I V (1898), páginas 13-38; H. S tein -
acker, Ursprung der “ traditio chartae” und das westgotisehen Urkundenwesen en
“ Festschrift der akademischen Vereins deutscher H istoriker” de Viena, 1914, pági
nas 7 ss. Sobre documentos españoles medievales vid. L . B arrau-D ihigo , Étude sur
les actes des Rois Asturiens (718-910), “ Revue Hispanique” , X L V I (1919), pági
nas 1-19 1 ; A . M ieeares , La Cancillería Real en León y Castilla hasta fines del
reinado de Remando II I . Cancilleres, notarios, tipos de documentos, fechas, A H D E ,
III (1926), páginas 227-306; P . R a s s o w , D ie Urkunden Kaiser A lfons V i l von Spa-
nien. Bine paiaographisch-diplomatische Untersuchung (Los documentos del empera
dor Alfonso V i l de España. Una investigación diplomáticopaleográfica), en “ A rchiv
fúr Urkundenforschuñg” , X (1928), cuad. III, páginas 328-467, X I (1929), cuad. I,
páginas 66-137; H . F ink E, Acta Aragonensia, 3 vols., Berlín y Leipzig, 1908-1922;
J. MUÑOZ R ivero , D el signo rodado en los documentos reales anteriores a Don A lfon
so el Sabio, R A B M , 1.* ép., II (1872), páginas 188 ss., 222 ss. y 270 ss.; el mismo
Testigos confirmantes y roborantes, RABM , 1.* ép., I (1871), páginas 191 ss.; el
tnisft», Citi, Velliti, R A B M , i.® ép., I (1871), páginas 74-77; el mismo, Cartas
partidas, R A B M , 1.® ép, II (1872), páginas 47 ss.; J. Rius S erra, Reparatio Scrip-
turae, A H D E , V (1928), páginas 246-355; j . D eeavieee L e R oulx, Étude sur la
diplomatique des chancelieries royales de Castille et Léon, d’Aragón et de Navarre,
en “ Nouvelles Archives des Missions”, IV (1893), páginas 232-264; X. L orenzo,
Notas de diplomático galega. O protocolo nos documentos do outo medio-evo, en
“ Archivos do Seminario de Estudos galegas” , V I (1933-1934), páginas 3-24; A . Mi-
EEASES. Observaciones acerca de un documento opistógrafo del siglo X I, en “ Estu
dios paleogrificos” (Madrid, 1918), páginas 13-23. Sobre documentos pontificios en
España, vid .:: P . K eh *, Die atiesten Papsturkunden Spaniens, erlautert und repro
d u c e n (Los mas antiguos documentos pontificios de España, explicados y repro
ducidas), Berlín, 1906 (tirada aparte de los “ Abhandlungen der Preussischen Akade-
mie der Wissenschaften” , Phil.-Hist. Klasse, núm. 2, año 1926); el mismo, Papstw-
— 373 —
¡
183) Vid. en la nota 141 las obras españolas con facsímiles de documentos.
184) No existe en España ningún catálogo de las colecciones de documentos
— 374 —
«pañoles. Creemos por ello interesante dar a continuación una lista de las principales
y de aquellas obras que publican documentos en los apéndices. Esta lista comprende
especialmente las colecciones de diplomas medievales, i) Obras con apéndices diplo
máticos: F ray E nrique F lórez , EsfilÁa Sagrada, 52 vols., Madrid, 1747-1918 (vid.
A . G onzález P alEncia, Indice de la España Sagrada, Madrid, 1918); F ray F rancis
co dE B erganza, Antigüedades de España, propugnadas en las noticias de sus Reyes,
2 vols., Madrid, 1719-1721; F ray A ntonio de Y epes, Chromca general de la Orden
de San Benito, 5 vols., Madrid, 1647; F rancisco S ota, Chronica de los Principes
de Asturias y Cantabria, Madrid, 1681; Fray R omualdo E scalona, Historia del Real
Monasterio de Sahagán, sacada de la que dejó escrita el padre maestro fray Joseph
P ires, corregida p o r— , Madrid, 1782; L u is S alazar y C astro, Historia genealógica
de la Casa de Lora, justificada en documentos y escrituras de indudable fe, Madrid,
1696; P edro de M arca, Marca Hispánico, sive limes hispanicus hoc est, Geographica
et histórica descriptio Cataloniae, Ruscinonis et circumjacentium populorum, París,
1688; J aime V illanueva , Viaje literario a las Iglesias de España, 22 vols., M a
drid, 1803-1852; P rudencio de S andovai,, Primera parte de las fundaciones de los
Monasterios del glorioso Padre San Benito, Madrid, 1601; M iguel de M anuel,
Memorias para la vida del Santo Rey don Fernando III, Madrid, 1800; J. LoPERRÁEZ
C orvalán , Descripción histórica del Obispado de Osma, 3 vols., Madrid, 1788
(tomo I I I : Colección diplomática); L. de Z aragoza y R. de H uesca , Teatro histó
rico de las Iglesias de Aragón, 9 vols., ! Zaragoza, 1807; J osé de M oret, Armales
del reyno de Navarra, 3 vols., Pamplona, 16S4-1704; F rancisco de A l Esón , Anuales
delreyno de Navarra, 2 vols., Pamplona, 1709-1715 (es continuación de la obra ante
rior); J osé de Y anguas, Diccionario de Antigüedades del Reino de Navarra, 3 vols.,
Pamplona, 1840, y Adiciones..., Pamplona, 1843; J uan A ntonio L lórente, Noticias
históricas de las tres Provincias Vascongadas, 4 vols., Madrid, 1861; A ntonio B ena-
Y ides , Memorias de Femando IV (tomo I I : Colección diplomática), Madrid, 1860;
A ntonio L ópez F err Eiro, Historia de la Santa A . M . Iglesia de Santiago de Com-
postela, 11 vols., Santiago, 1898-1911; T . M ingúele a, Historia de la diócesis de Si-
güensa y de sus Obispos, 3 vols., Madrid, 1910-1913; Memorias de Enrique I V de
Castilla (tomo II : Colección diplomática), Madrid, Real Academia de la Historia,
19 1 3 ; G. M. V igil , Asturias monumental, epigráfica y diplomática, 2 vols., Ovie
do 1887; M ercedes G aibrois de B allesteros, Sancho I V de Castilla, 3 vols., M a
drid, 1922-1928 (tomo I I I : Documentos); A . R odríguez L ópez , E l Real Monasterió
d é la s Huelgas de Burgos y el Hospital del Rey, 2 vols., Burgos, 1907; E r ik S taaf,
Étude sur Panden diafecte léonttais dfaprés les chartes du X IIIe siécle, Upsala, 1907;
R. M enénd EZ P idal , La España del C id (tomo I I : Cartulario Cidiano), Madrid,
1930; Padre L uciano S errano, E l Obispado de Burgos y Castilla primitiva desde
el siglo V al X I I I (tomo I I I : Cartulario de la Catedral de Burgos), Madrid, 1936;
A . B allesteros B e REtta, Sevilla en el siglo X I I I , Mrdrid, 1913; M. S errano
Y S anz, Noticias y documentos históricos del condado de Ribagorza hasta la muerte
de Sancho Garcés I I I (1035), Madrid, 1912; J. V icens V iv e s , Ferran I I i la ciutat
de Barcelona, 1479-1510, Apéndix, Barcelona, 1937. 2) Cartularios: M. A rigita , Co
lección de documentos inéditos para la historia de Navarra, tomo I (único publicado;
contiene el “ Cartulario de Santa Maria la Real de Fitero” y otros documentos);
el mismo, Cartulario de Don Felipe III, Rey de Francia, Madrid, 1913 (contiene
documentos referentes a N avarra); L. B arrau -D ihigo , Chartes de PÉglise de Val-
puesta dú IX e au X le siécle, “ Revue Hispanique, V II (1900), páginas 273-389;
I sidro d e las C agigas, Libro Verde de Aragón. Documentos aragoneses, Madrid,
1929; E duardo J usué , Libro de Regla o Cartulario de la antigua Abadía de
Santillana del Mar, Madrid, 1912; el mismo, E l Libro Cartulario del Monasterio de
Santo Toribio de Liébana, B R A H , X L V (1904), páginas 409-421; el mismo, D ocu
mentos inéditos del Cartulario de Santo Toribio de Liébana (años 796-828) durante1
— 375 —
tonales, los derechos locales, los derechos señoriales, además de los^W eis-
tümer” propiamente dichos para el ámbito jurídico territorial y los libros
jurídicos debidos a la labor privada. Sobre documentos, vid. ürfra, IX ,
parágrafo JL2. En la Edad Moderna aparecen, desde luego, también los
trabajos privados, pero sobre todo í l Corpus jítris civüis dé Justiniano,
incorporado por la Recepción, y los resultados de la legislación.
En la crítica interna de los escritos jurídicos hay que tener en cuenta :
1, si se trata de escritos de origen oficial o si al menos se han hecho bajo
la inspección oficial, ó 2, si debieron su origen a intereses privados.
Además, debemos, 3, determinar su modo de proceder respecto del De
recho efectivamente aplicado. L a experiencia muestra que la formulación
escrita del derecho vivido lleva aneja ciertas modificaciones de su conte
nido, acentúa, por ejemplo, la más perfilada redacción de las cláusulas
penales. Por otra parte, la práctica jurídica se separa muchas veces del
Derecho redactado por escrito. 4. Si debe determinarse el ámbito de vi
gencia del Derecho, y en cierta relación con esto, 5, el parentesco o inde
pendencia del Derecho.
Generalidades: K art v . A m iba , Vom IVesen des Rechts, en Beil. z. A llg. Z.
(igoó), núm. 284; F rz . V. H oLTz ENdorff , Enzyklopádie der Rechtsw., 'e d . por
Jos. K ohler , 1904.
Escritos jurídicos de la Antigüedad:1 P aul K oschakEr , Rechtsvergleichende Stu-
iien zur Gesetzgebung Katnmurapis, 1917; T heod . K ipp , G. der Quellen des rom.
Rechts, ' 1909; E milio C osta , Storia delle fonti del diritto romano = Nuova Cohe
sione di opera giuridique, 151, Turín, 1909; P aul K rü GER, G. der Quellen und Eite-
'atur des rom. Rechts = System. Hdb. d. dt. Rechtsw. de Binding, 1/2, 1 1912 (186).
pTTo K arlowa, Rom. Rechtsg., i88¡ a 1901; R ud . v . I hering , Der Geist des rom.
Rechts auf den verschiedenen Stufen seiner Entwicklung, 4 vols., ‘ 1878-88 (187)
Edad Media: K arl v . A mira , Grundris: d. germ. Rechts (en Paul, Gr. d. germ.
PhiL), '1 9 1 3 ; H ch . B runner , Dt. Rechtsg., 1 1 (1906), 2 (1 8 9 2 )= System. Hdb. d.
It, Rechtsw., ed. por B inding , 2/1; R ich . S chroder , Lehrb. d. dt. Rechtsg., 6ed.
wr E berh . v . K ünssberg , 1919/22, la obra de carácter Enciclopédico más usada
188); K laud . F r h . v. S chwerin , Dt. Rechtsg., en los “ Grundriss” de Meíster, a/5,
915; P aul V inogradoff, Román Eaw in medieval Europe, 1909 (189); O tto S tob-
E, G. d. dt: Rechtsquellen, 2 vols., 1860/645 R od. v . S tinzing y L andsbERG, G. d. dt.
lechtsw., 3 vols., 1860-1910; J. D eclareuil , Histoire genérale du droit frangai des
rigines á 1789, París, 1925 ¡ V ito L a M antia , Storia delta legislazione italiana,
: Roma de stato Romano (476-1870) = Nuova Collezione di opere giuridiche, 35,
'urín, 1884.
(186) Hay traducción española de esta obra, aunque no "directa ni completa, con
! título de “ Historia, fuentes y literatura del Derecho Romano” , Madrid, “ La
¡spaña Moderna” , s. a.
(187) Existe traducción española de esta obra: Vid. R. von I hering , E l espíritu
el Derecho romano en las distintas fases de su desarrollo, tradutción de E nrique
’ríncip E, 4 vols., Madrid, Bailly-Bailliére, 1891.
(188) Hay 7.a edición de esta obra, Berlín y Leipzig, 1932.
(189) Existe traducción italiana de esta obra por S. R iccobono con, el título
11 Diritto romano nella Europa medievale” , Palermo, 1914.
— 380 —
Edfid Moderna: Gg . v , B elow, Die Ur sachen der Rezeption des rom. Rechts in
D t ld .= Hist Bibl., 19 (1905); A dolf S tolzel, Die Bntwicklung des gelehrten Richt-
ertums- in di. Territorien, 2 vols., 1872; el mismo, Die Bntwicklung der gelehrten
Rechtsprechung, 2 vols., 1901, 1910 (igo).
Derecho canónico: P aul H in sc h iu s , System des kathol. Kirchenrechts, 6 vols.,
1869-97 (.191); A lb . W erminghoee, G. der Kirchenverfassung Dtlds., .1 (1905); el
mismo Verfassungsg. d. dt. Kirche im Mittelalter, 3 Gr. de Meister, 2/6, 1913 (192).—
Quellensammlung s. Kircheng., ed. por E dd . E ichmann , i (1912 ss); A dolf T ardi E,
Histoire des sources du droit canonique, Parí?, 1887.
Suministra noticias acerca de las colecciones de escritos jurídicos en los terri
torios alemanes, D .-W .8, p. 122-127; ibídem también respecto de los distintos pe
ríodos, ps. 302-07, 391-93, 474-84, 651-52, 754-56, 899-902, 962-63. Entre las obras
que tienen una finalidad pedagógica citaremos las crestomatías, aue, a base de fuentes
seleccionadas (en su mayor parte documentos), ofrecen una visión general de la evo
lución del Derecho, como por ejemplo: W m. A ltmann y E rnst B ernh Eim , Ausgew.
Urkunden sur Erláuterung der Verfassungsg. Dtlds. im Mittelalter, *1919; Ge. v.
BELow y F ch . K eutgen, Ausgew. Urkunden s. dt. Verfassungsg., 2 vols., 1899, 1901;
F . K eutgen, Urkunden sur stadt, Verfassungsg., 1901, 1909; E rnst v . S chw ind
y A le . D opsch , Ausgew. Urkunden sur Verfassungsg. der dt.-ósterr. Brblande im
Millelalter, 1895; W m. A ltmann, Ausgew. Urkunden s . brandenburg.-preuss. Ver-
fassung- u. Verwaltungsg., 2 vols., ’ 1914; él mismo, Ausgew. Urkunden s. dt. Ver
fassungsg. seit 1806, 2 vols., 1898. A esto hay que añadir K . Z eumer , Quellensamm-
Itmg siur G. der dt. Reichsverfassung in Mittelalter und Neuseit = Qtiellensamm-
lung zum Staats-, Verwaltungs- und Volkerrecht, ed. por v . T ri Efel, 2 (‘ 1904,
21913); W alter S chuckinc , Quellensammlung sum preus. Staatsrecht — ibídem, 4
(1906) (193).
J ak. G rimm, Dt. Recht altertümer, 1828, 4ed. por H eusler y H übner , 2 vols.
1899; M . J. N oordewier, Nederduitsche regtoudheden, 1853; H ch . Z opfl , Altertü
mer des dt. Reichs u. Rechts, 3 vols., 1860-61; E dd . O s Enbrüggen, Dt. Rechtsalter-
tümer aus der Schweis, 1858-59; Norges gande love, 5 vo ls, Cristianía, 1846-92,
3 * serie, ed. por T aranger, i (1901); A n d r . K olderup -R osenvinge , Samling of
gande Danske domme, 4 vo ls, Copenhague, 1842-48.
En la Bdad Moderna comienzan con el siglo x v n las grandes colecciones legis
lativas, que, en un principio, están representadas en su mayoría por trabajos privados
(en parte, con el apoyo oficial) y que luego son sustituidas por publicaciones de ca
rácter oficial, especialmente por la circunstancia de que una ley sólo adquiere fuerzí
de tal en el momento en que se publica oficialmente, es decir, en que aparece impress
en el correspondiente “ Diario O ficial” .
Sobre Alemania: K l . F r h . v . S c Hw Erin , Dt. Rechtsg., ps. 30-34, y G v. WoLE
PS. 554 - 78 . Vid. S chw ERIN, Binführung in das Studium der german. Rechtsg., 1922
(190) V id. en las notas 89, 90 y 91 la bibliografía de Historia del Derecho espa
fiol y de Historia de la Literatura jurídica española.
(191) V id. en España, P edro B enito Golmavo, Instituciones del Derecho cañó
nico, 2 vols, Madrid, 1896.
(192) Vid. en la nota 101 la bibliografía de Historia eclesiástica de España
(193) No existe ninguna Crestomatía de antiguos textos jurídicos españole
E n el volumen II de la “ Historia del derecho español” de A . G arcía G allo (* 1943
se intenta llenar esta laguna, pero sólo se ha publicado hasta ahora el fascículo 1.'
que comprende hasta el periodo visigodo inclusive. V id. también: E . de H inojos^
Documentos para la Historia de las Instituciones de León y Castilla (siglos X -X III,
Madrid, 1919.
— 381 —
puede apreciarse por completo en relación con las demás actas a que ha
dado lugar el desarrollo del asunto en tramitación. Cada documento es-
en sí mismo una individualidad; el acta es sólo una parte de un fascículo.
Este hecho es sumamente importante por lo que atañe a la consideración
de las actas como fuente histórica. E l documento constituye algo cerrado
páginas 785 ss.; A. S ánchez C abañas, E l fuero antiguo de Ciudad Rodrigo, dado
por Femando I I de León, B R A H , L X II (1913), páginas 389 ss.; J. S anz G arcía ,
E l Fuero de Verviesca y el Fuero Real, Burgos, 1927 ; Padre L uciano S errano,
Fueros y privilegios del Concejo de Pancorbo (Burgos), A H D E ; X (1933), pági
nas 325 ss.; V ázquez N úñ Ez , Fúfro de Allarie, Orense, 1907; V . V iGnau, Fueros
dados d los moradores de Rivas de S il por Don Alfonso IX , Rey de León, año 1225,
B R A H , L X V I II (1916), páginas 53 ss.; 2jT. HBr Gueta, Fueros inéditos de Ctruena
en el año 972, B R A H , X X I X (1896), páginas'325 ss.; el’ mismo, Fugros inéditos de
Vlguera y de Val de Funes, otorgados por Don Alfonso e l Batallador, B R A H
X X X V II (1900), páginas 368-430; «1 mismo, Fuero de Viguera y de Val de Funes-
S u apéndice, B R Á H , X X X V II (1900), páginas 449-458; J. M.a R amos L oscBrta -
íEs, Fuero concedido a Calatayud por Alfonso I en 1131, A H D E , I (1924), pági
nas 408-416; el mismo, Fuero de Jaca (última redacción), Barcelona, 1928; F . A z -
nar N avarro , Forum 'Turolii, en “ Colección de documentos para el estudio de la
historia de A ragón ” , Zaragoza, 1905; M. S ancho I zquierdo, E l fuero de Molina
de Aragón, Madrid, 1916; M. A lbareda y H errera , Fuero de Alfombra, “ Revista
de Ciencias Jurídicas y Sociales” , V i l (1924), páginas 195-201, V I I I (1925), pági
nas 424-462 y 589-608, IX- (1926), páginas 91-128; J osé M.a L acarra, Fueros de
Tofalla, Argucias, Puente la Reina, Olite, etcétera, en el apéndice a su estudio “ No
tas para la formación de las familias de fueros de Navarra” , A H D E , X (1933),
páginas 203-272; el mismo, Fuero de Estella, A H D E , IV (1927), páginas 404 ss.;
el mismo, Fuero de Estella, año 1164, A H D E , IX (1932), páginas 386 s s .; el mismo,
Fuero concedido a Miranda de Arga por Sancho el Fuerte, en “ Boletín de la Comi
sión de Monumentos de N avarra” , X IX (1935), páginas 130-131; J osé de Y anguas
y M iranda , Diccionario de los Fueros del Reino de Navarra y de las Leyes vigen
tes hasta las Cortes de los años 1817 y 18 inclusive, San Sebastián, 1828, y ;sus
Adiciones a lo t Diccionarios..., San Sebastián, 1829; L. M. U ri Arte L ebario, E l
Fuero de Ayate* Madrid, 1912; F. de la Q uadra S alcedo, Fuero de los M . N. y L .
Encartaciones, Bilbao, 1916; F . V alls y T abErner, Privilegis i ordenadores de les
vedis pirenengues, I. Val! d’Arán, Barcelona, 1915, II. Valí d’Aneu, Vallferrera
Valí de Querol, Barcelona, 1917, III. Vedi d‘Andorra, Barcelona, 1920; el mismo,
Franqueses i usances de la ciutat ¡FUrgell, en ‘tEstudis Universitaris catalans” , X II
(1927), páginas 163-179; Consuetudmes Ilerdenses, en V illanueva , Viaje literario
a las iglesias de España, tomo X IV , páginas 160-195; F. V alls y T abErner , Les
costums de la batllia de Miravet, en “ Revista Jurídica de Catalunya” , X X X I H
(1926), páginas 52-79; G alo S ánchez , Constitutiones Baiuliae Mirabeti, Madrid,
1915; Recognoverunt proceres, en R. d i T u c o , H libro verde delta Cittd di CagHari
ÍCaller, 1925), página 84; J. M. M ans y A . M iñarro , Recognoverunt proceres
(transcripció del text original), Barcelona, “ Edicions Universitat C a ta la n a , 1933;
Recognoverunt proceres. Versión medieval catalana del privilegio así llamado, Bar
celona 1927; J. P élla y F or GAS, Tratado de las relaciones y servidumbre entre las
fincas. Examen especial de las Ordinacions llamadas de S o n d a Cilio, Barcelona,
1901; E. d e H iño josa, Costumbres de Gerona, I. Usatges de Gerona, Barcelo
na, 1926; J. R oVira A rmengol , Consuetudines de Gerona, A H D E , V (1928), pági
nas 450 ss .; A . CoRBELLA, Consuetudines diócesis Gerundensis. Transcripción del
— 387 —
Los lugares en que se encuentran las Actas diplomáticas son, ante todo,
los Archivos de los Ministerios del Exterior; pero debe tenerse en cuenta,
sin embargo, que muchas veces los Embajadores consideran su correspon
dencia privada como de su propiedad particular, y la guardan en sus ar-
thivos privados hasta el término de su misión. No sólo por razones de
:rítica sino también por la índole del material deberemos preocuparnos de
á biografía del autor de las Actas diplomáticas.
H ay que tener en cuenta especialmente: Londres: Public Record Office; París:
irchives du Mmistére des Affaires Etrangéres; Viena; Haus-, Hof- un4 Staats-
trehiv; Roma: Archivio detla Santa Sede ^Archivo Vaticano), Archivio di Slato
desde 1871) ; B erlín : Geheimes Staatsarchiv; Chárlottenburg : Kgl. H a u sa r c h iv ;
Bruselas: Archives générales du royanme; Sinikneas: Archivo: general; Madrid:
Ir chivo Histórico Nacional (199); San Petersburgo: Archivo de Estado y Archivo-
im allg. u, speziell i» Dtld. u. Preussen bis sutn J. 1713 = A cta Borussica, Abt. Be-
hordenorganisation, 1894 ss.; S i EGFR. I saacsohn , G. des preuss. Beamtentums von
Anfang des 15. Jhts. bis auf die Gegenwart, 3 vols., 1874-84, abarcando de 1415 a
1713; Urkunden u, Aktenstücke zur G. der innerert Politik des K f . Friedrich fY il-
helm von Brandenburg, I : K u rt B reysig , G. der brandenburg. Finanzen, 1640-97
(1895), 2 : O tto H otzsch , Stánde u. Verwaltung von Cleve-Marck, 1660-97 (1909);
T hom. F elln ER, Oesterr. Zentralverwaltung, 1 Abt. Von Maximilian I, -1749, vol. 1 :
Binleitung, -1749, vols. 2 y 3 : Aktenstücke, prep. por H c h . K retschmayr , 2 A bt.
2 Bd. D ie Zeit des Directoriums in publicis et camerctlibus, prep. por Jos. K all -
brunner y M eli TTA W in ck l ER (1925) = Veróff. der Komm. f. Neuere G. Oesterr.,
5, 6, 7, 18; S i Egm . A dl ER, D ie Organisation der Zentralverwaltung, unter K s. Ma
ximilian I. 1886 (dispuesto mal y con poca claridad); T heod . M ayer , D ie verwal-
tungsorganisation Maximilians l = F f. z. inneren G. Oesterreichs, 14 (1920); E d d .
R osenthal , D ie Behórdenorganisation K s . Ferdinands I , A ío G . 69 (1887), ps. 51 s s .;
E. R osenthal , G. des Gerichtswesens u. der Verwaltungsorganisation Bayerns, 1:
1180-1598 (1889), 2 : 1598-1744 (1906); W olfg. W indelband , D ie Verwaltung der
Markgrafschaft Badén, 1916; W il l y A ndreas , G. der badischen Verwaltungsorga
nisation, 1: D er Aufbau des Staates (1913). Sobre Inglaterra, en el Calendar of State
papers (R oll Series). Sobre Francia: Documents relatifs á l’histoire de l’industrie
et du commerce en France, ed. por G. F agniez = Collection de textes pour servir
á l’étude... de l’histoire, 22 (1888), 31 (1900); Correspondance administrativo sous
le régne de Louis X IV entre le cabinet du roi, les sécrétaires du roi, le chancelier
de France (en Doc. inéd.), ed. por G. B. D epping , 4 vols., París, 1850-5; Corres
pondance des controleurs généraux des finances avec les intendants des provinces,
ed. por A . M. de B oislisle , ibídem, 1881 ( = Doc. inéd.); Collection de documents
inédits sur l’histoire économique de la révolution franpaise, París, 1907 ss. (204).
(204) Vid. A . M illares , La cancillería real en León y Castilla hasta fines del
reinado dA Fernando II I, A H D E . III (1926), páginas 227-306; H. F in k e , Acta
Aragonensia, 3 vols., Berlín y Leipzig, 1908-1912; F. C arreras C andi, Ordenanzas
para la casa y corte de los Reyes de Aragón (siglos X III y X I V ) , en “ Cultura
española” , 1906, páginas, 327-328; el mismo, Rcdref de la Reyal Casa. Ordena-
ments de Pere lo Gran e Alfons lo Llibcral, en “ Boletín de la Academia de Buenas
Letras de Barcelona” , V (1909-1910), páginas 97-108. Sobre organización adminis
trativa y cancilleresca de la Corona de Aragón, vid. K . S chwartz , Aragonische
Hofordnungen im X I I I und X I V Jahrhundert (Ordenanzas de Corte aragonesas en
los siglos x i i i y x iv ), “ Abhandlung zur mittleren und neueren Geschichte” ,
L IV , Berlín, 1914; L. K lüpfel , Verfassungsgeschichte des Konigsreichs Aragón
su Énd des 13 Jahrhunderts (Historia de las Instituciones del Reino de A ragón a
fines del siglo x i i i ), Stuttgart, 1915 (hay traducción catalana de J. R ovira A r -
mEngol con el título de “ El régim de la Confederaoió catalano-aragonesa a fináis
del segle X I I I ” en “ Revista Jurídica de Catalunya” , X X X V (19^9), páginas 34-40,
195-226, 289-327, X X X V I (1930), páginas 18-37, 97 - 135 , y 298-331; G abriell *
V ilar -B errogain , Trois documents pour l’étude de l’administration vntérieure du
Royanme £ Aragón, en “ Bulletin Hispanique” , 1935, páginas 309-328, y 1936, pági
nas 272-294. Sobre organización administrativa castellana, vid. F. S alazar d e M en
doza, Orígenes de las dignidades seglares de Castilla y León, Toledo, otra ed. M a
drid, 1794; M. J. G ounou L oubEns, Essai sur l’Administration de la Castille at
X V Ie siécle, París, 1860. Sobre N avarra: J. A. B rutails , Documents des A rchi
vds de la Chambre de Comptes de Navarre (1196-1334), París, 1890. Sobre Españ;
en general: F. Cos G ayón , Historia de la Administración publica en España «
sus diferentes ramos, Madrid, 1851; vid. también: P . E scolano de A rrieta , Frac
— 401 —
Los lugares en que se encuentran las Actas administrativas son los Archivos del
Estado, Archivos provinciales, municipales, etc. Muchas veces los archivos de las ofi
cinas de la alta administración del Estado se encuentran reunidos, como sucede en
Berlín, en d Archivo secreto del Estado. Bn Viena, las Actas administrativas dis-
tribúyense por los archivos de las distintas autoridades. E l más importante a este
respecto es el “ Hofkammerarchiv” (hay que destacar también el “ Gemeinsame F i-
nanzarchiv ” ), y junto a éstos los archivos dd ministerio de! Interior, de Hacienda)
etcétera. Debe saberse, por ejemplo, que la “ Chambre des Comptes” de Flandes ra
dicaba en Dille, para buscar las actas correspondientes en los “ Archives departamen
tales” de dicha ciudad (205).
1601-81, Jena, 1752. Además, los Recesse u. a. Akten der Hansetage von 1256-1430,
ed, por K . K oppmann. 8 vols., 1870-97. Vid. supra, p. 222.
Sobre España: Cortes de los antiguos reinos de León y de Castilla, Madrid,
1861 ss.; Acias de las Cortes de Castilla (desde 1563), Madrid, 1862 ss.; Cortes de
los antiguos reinos de Aragón y de Valencia y principado de Cataluña, Barcelona,
1896 ss. (207).
Sobre Bohemia: Die bóhmische Landtagsverhandlungen u. Landstagbeschlüsse
von 1526 bis auf die Neuzeit, 1877 ss.
Sobre Hungría7 Monumento comitalia regni Hungarici (comprendiendo de 1526
a 1606), 12 vols. = Mon. Hungariae hist. A b t. 3/1, Budapest, 1874-1917; Monu
mento comitalia regni Transilvaniae ( : 1540-1699), 21 vols. = M. Hung. hist. Abt.
3/2, Budapest, 1875-1898.
P ara la moderna historia parlamentaria o semiparlamentaria de Alemania pón-
ganseVa contribución las publicaciones oficiales, como los Protokolle der D t. Bun-
desversamnjung, a) los apéndices impresos juntamente con el loco dictaturae, 27 vo
lúmenes, 18-17-66, tí) sin los apéndices (para el público), las actas suplementarias,
5 vols.. 1817-20. Vid. G. v . M e y Er, Repertorium z u den Verhandlungen der dt.
Bundesvers., Francfort, 1820/2; Die Verhandlungen der Bundesversammlung von
(207) Vid. en la pág. 319, nota 160, la cita más detallada de estas “ Colecciones de
Cortes españolas” . Vid. también: [T . M uñoz R omero], Colección de Cortes de los
antiguos Reinos de España por ía Real Academia de la Historia. Catálogo, M a
drid, 1855; C. G arran , Catálogo de los documentos históricos referentes a las anti
guas Cortes del Reino de Navarra, B R A H , X X X V (1899), páginas 167-176; P . DE
B oFarull, Procesos de las antiguas Cortes y Parlamentos de Cataluña, Aragón
)• Valencia, en la “ Colección de documentos inéditos del Archivo de la Corona de
A ragón” , tomos I al V III, Barcelona, 1847-1850; Cuaderno de Leyes y agravios re
parados por los tres estados del Reino de Navarro, 2 vols., Pamplona,' 1896. — En
la nota 160 se encontrará la enumeración de las “ Colecciones de A ctas” de los Con
cilios españoles.— • Sobre las Cortes españolas, vid. la bibliografía siguiente: F. M ar
tínez M arina , Teoría de las Cortes o grandes juntas nacionales de los reinos de
León y Castilla, 3 vols., Madrid, 1813; J. SEmpere y G uarinos, Histoire des Cortes
d'Espagne, Burdeos, 1815; M. C olmEiro, Cortes de los antiguos reinos de León y
Castilla. Introducción, Madrid, I, 1883, II, 1884; A . S ánchez M oquee, Naturaleza
política y literaria de las Cortes peninsulares anteriores'al sistema constitucional. Dis
curso de apertura de curso en la Universidad de Madrid, Madrid, 1894: W . P is-
X orski , Las Cortes de Castilla en el período de tránsito de la Edad Media a la
Moderna (1188-1520), trad. de C. S ánchez A lbornoz, Barcelona, 1930; A de C ap-
MAny , Práctica y estilo de celebrar Cortes zn el Reino de Aragón, Principado de •
Cataluña y Reino de Valencia, con una noticia de las de Castilla y Navarra, Madrid,
1821; J. B lancas, Modo de proceder en Cortes de Aragón, publícalo el Dr. J. F . A . de
Üztarroz, Zaragoza, 1641 1 L. de PEGUERA, Práctica, forma y estilo de celebrar
Cortés en Cataluña. Barcelona, 1632, otra ed. 1701; J. C orolEu y J. P eí,LA y F or^-
Cas, Las Cortes catalanas. Estudio jurídico Con documentos del Archivo de la Co
rona de Aragón y del Municipio de Barcelona, Barcelona, 1876; b. M a Theu y S anz,
Tratado de la celebración de las Cortes generales del reino de Valencia, Madrid,
1671; M. D aíjvila, Estudios e investigaciones histérico-críticas acerca de las Cortes
y parlamentos del Reino de Valencia, en “ Memorias de la Real Academia de la
H istoria” , tomo X I V (Marid, 1906), páginas 201-376; A . C ampión , L a constitución
de la primitiva monarquía y el origen y desenvolvimiento de las Cortes de Navarra.
en “ Euskariana” , 5.a serie (“ A lgo de Historiá” )¡ vol. III, páginas 139-169; el
mismo, L a Cort y las Cortes de Nabarra, ibídem, páginas 170-204; M arqués d B
M iraflores. Sobre las Cortes, de España en los tres últimos siglos, Madrid, 1850.
— 407 —
den revolutionaren Bewegungen des 3. 1830 bis zu den geheimen Wiener Ministe-
rialkonferenzen, 1846, y Die Verhandlungen... bis z. J. 1845 (1848); G. K ombet,
Authenfische Aktenstücke aus den Archiven des D t. Hundes, 1835, 1 1838; Offizieller
Bericht über die Verhandlungen zur Gründwng eines dt. Parlamentsi 1848; Sfeno-
graphischer Bericht über die Verhandlungen der Dt. koiistituierendenden Nationol-
versammlung su Frankfurt a. M ., ed. por F . W igard , 9 vols., 1848-50, índice com
pleto, 1850; Verhandlungen der oesterreich. ReichStages nach den stenogr. Aufnahmcn,
4 vols., 1848; Protokolle des Verfossungsauschusses im osterr. Reichstage, 1848/9,
ed. por A nt . S pring ER, 1885; A lfr. I ' isch el , Die Protokolle des Verfassungs-
auschusses über die Grundrechte, 1912; Die Verhandlungen des zutn 2 April 1848
susamtnenberufenen Vereigniten (preuss.) Landtags, reunidos por E. B l Eic h , 1848;
Verhandlungen der Versammlung sur Vereinbarung der preuss. Staatsverfassung,
z vols., 1848/9; Verhandlungen des Reichstages des Norddt. Bundes, 1867 ss.;
Verhandlungen des osterr. Reichsrats, 1860 (1860). Vid. G v. K olmer, Parlament
t. Verfassung in Oesterreich, 8 vols.: -1904 (1902-14); Jos. REd lic h , Das osterr.
itaats- u. Reichsproblem, I (1920), 2 (1906) (208).
Las actas del Parlamento inglés han sido publicadas muchas veces. Todás las
ictas relativas al mismo, así como las correspondientes a la Edad Media, se en
centran indicadas con todo detalle en C harles G ross, The sources and titerature
<f Bnglish history, Londres, 1900, ps. 344-47. Se ocupa de la actividad política y le-
;islativa del Parlamento inglés hasta 1803, W m, C obbETT, Parliamentary history,
6 vols., que fué continuada por la labor de H ansard (éste es el nombre del im-
resor) como Parliamentary Debates (se publican anualmente). Los Journal of the
houae of the Lords (que comienzan en 1503) y los Journal of the house o f Conm ons
(que comienzan en 1547), con un índice general común para los años 1765-81, son un
importante complemento de las obras más arriba citadas.
Una útil bibliografía de las publicaciones de Actas parlamentarias es el Cata
logue o f parliamentary papen, 1801-1900, Londres (s. a.), 1905. H. B. L e E-S m ith ,
Guide to parliamentary and official papen, 1924.
En Francia se entendió por Parlamento desde 1239 e' alto Tribunal permanente,
compuesto de representantes de los “ Estados” , de los dignatarios de la Corte y de
los jurisperitos, oficios que, bajo Francisco I, eran respectivamente hereditarios y ad-
quiribles por compra, y de cuyo consentimiento dependió más tarde que las leyes
y ordenamientos reales tuvieran fuerza de ley. Una selección de las inscripciones en
los Registros del Parlamento (llamados “ O lim ”) y en los Olim ou registres des
arrets publica C h . V . L angeois, T extes relatifs á l’histoire du Parlement jusgu’en
1314= Collection de textes pour servir i l'étude... de l'histoire de France, 5 (1888),
donde se indica también críticamente la bibliografía especial. Del parlamentarismo
moderno trata P rospER D uvergiEr de H auranne , Histoire du gouvernement par-
lementaire en France, 10 vols., París, 1857-71; P h il , J. B. B u ch ez , Histoire parle-
mentaire de la révolution frangaise, 7 vols., París, 1845/6. Del moderno parlamen
tarismo italiano trata E d . A rbib , Cinquanti anm di storia parlamentare del regno
d’Iialia, Roma, 1898.
(210) Significación análoga a los Polípticos tienen en España los “ Libros censa
le s” y los llamados “ cabreos” (capbreus, cábreus, capbrevia), así denominados pro
bablemente por su primitiva cubierta de piel de cabra. En ellos se encuentran, en
extracto, documentos relativos a las propiedades de monasterios y de municipios, notas
respecto del cobro de sus censos y rentas y la enumeración de los derechos que
correspondían al señor sobre el colono. Los más antiguos “ cabreos” datan del siglo x i
y caisi todos los que se conservan proceden de Aragón y Cataluña. Citemos como
ejemplo de estos libros el “ Capbreu de Masquefa” (Archivo de la Delegación de H a
cienda de Barcelona), el “ Capbreu de San Esteban de Banyolas” (Archivo de la
Delegación de Hacienda de Gerona) y el “ Capbreu de los censos de la v illa y término
de Gratallops” de 1668 (Archivo Histórico Nacional). — En este lugar debemos tam
bién hacer una referencia a los Cartularios o libros en que se coleccionan los docu
mentos más importantes que se refieren a los bienes y rentas de los grandes propie
tarios territoriales con la finalidad de defender sus derechos si fueran puestos en
litigio. En los Cartularios los documentos se transcriben íntegros. Estas colecciones
reciben nombres diversos: Líber, Cartulario, Lumen domus, Tumbo, Becerro. L a deno
minación de Tumbos se debe a que, en-su origen, eran libros de gran tamaño que,
por ello, se tenían tumbados, es decir, colocados horizontalmente: la de Becerros,
a la piel con que están encuadernados. U n buen número de Cartularios españoles
ha sido editado (vid. la nota 184), pero aun quedan muchos inéditos. Los más im
portantes, entre éstos últimos, son los siguientes: “ Libro del Tum bo” [ “ Tumbo Le
gión ense” ], del Archivo Catedral de León (siglo x n , con copias de escrituras desde
el siglo x a fines del x n ), “ Liber Testamentorum Ecclesie Ovetensis” , del Archivo
Catedral de Oviedo (siglo xn ), “ Liber Testamentorum Sancti Facundi” [ “ Becerro
de Sahagún” ] (siglo xn), “ Tumbo de San Salvador de Celanova” (siglo x m ),
“ Tumbo de Sobrado” (2 vols.), “ Tumbo de Santo Toribio de Liébana” , “ Tumbo
V iejo de la Catedral de L u go ” , “ Becerro de Poblet”, los “ Libri privilegiorum
eclesiae toletane” (uno del siglo x u y otro del x m ), el “ Tumbo menor de Casti
lla ” (siglo x m ), todos del Archivo Histórico Nacional (Madrid): “ Cartulari de
Sant Cugat del Valles, del Archivo de la Corona de A ragón (Barcelona); loe
“ Libri Antiquitatum” , 4 vols., del Archivo del Cabildo de Barcelona; el Uamadc
“ Cartoral de Carlomagno” y el “ Llibre de rubriques colorades” , del Archivo de U
Curia Episcopal de Gerona; el “ Liber Dotationum antiquarum” , del Archivo d<
la Catedral de V ich ; el “ Dotium sjve dotaliarum ecclesie Urgellensis” [“ Cartularú
de U rg e l” ], del Archivo Catedral de U rgel; el “ Tumbo A ” (siglo x n ) , del A r
chivo Catedral de Santiago de Compórtela. V id. sobre esto: José M .a d e E g u r E n
Memoria descriptiva de los códices más notables de los .archivos eclesiásticos dt
Fspaña, Madrid, 1859; F . N ebot y T o m á s , L os cartularios de las catedrales y roo
nasterios de España en la Edad Media, Barcelona, 1924. — Un registro español d'
gran interés, y al que debemos hacer referencia aquí, es el “ Libro de las Merindade
de Castilla” o “ Becerro de las Behetrías” , detallado registro de los lugares d<
realengo, abadengo, solariego y behetría en catorce merindades de Castilla la Vieja
desde el Cantábrico hasta el Duero, con indicación de los tributos que los habi
tantee de las localidades respectivas pagaban al rey y a los señores de las behetrías
Este libro ha sido editado. V id. Libro famoso de las Behetrías de Castilla, ed, F a
BIÁn H e r n á n d e z , Santander, 1866.
— 411 —
(220) Vid. en España: A m érico Castro , Unos aranceles de odue&K’ ilel siglo
l i l i , “ Revista de Filología Española” , V IH (1921)^, páginas 1329 y $35*356, IX
1922), páginas 266-270, y X (1923), páginas 113-136.
— 414 —
¿ Por qué motivos han sido éstas falsificadas ? T h Eod. M ommsEn ha hecho
valer muy especialmente, frente a DESSAU, la falta de un motivo razo
nable en favor de la legitimidad de los Scriptores Hisloriae Augustae, en
H armes, 25 (1890), p. 288 ss. En la realidad, como motivos de falsifi
cación, encontramos, junto a la vanidad del sabio, a la que hay que
otorgar en este caso la preferencia, las motivaciones más dispares. Los
fraudes en las cuestiones de reliquias y el espíritu de rivalidad entre
Monasterios, Iglesias y Obispados condujo a la composición de fingidas
vidas de Santos. Utilizáronse también obras históricas falsas o falsificadas
con fines de proselitismo. L as exposiciones contemporáneas de la Historia
del Cristianismo primitivo no andan escasas de adulteraciones realizadas
por medio de interpolaciones. Un cuadro de conjunto de las fuentes me
dievales falsificadas, principalmente de las exposiciones históricas, se en
cuentra en W m. W aTTEnbach , Dtlds. G. quellen im Mittelalter, * 2
(1894), 489-500.
(224) A las obras de H istoriografía española citadas en el texto hay que añadir:
R afaee B aeeester y Casteei,, Las fuentes narrativas de la Historia de España
durante la Edad Moderna, fase. i.° : Los Reyes Católicos, Carlos I, Felipe II, Va-
lladolid, 1927. Y , sobre todo, la “ Historia de la Historiografía española” que ha
comenzado a publicar don B enito S ánchez A lonso y de la que ha aparecido ya el
primer volumen. Se trata de un libro excelente que viene a llenar un vacío impor
tante en nuestra literatura histórica. Vid. B. S ánchez A lonso , Historia de la
Historiografía española, I. Hasta la publicación de la Crónica de Ocampo, Madrid
Publicaciones de la “ Revista de Filología Española", 1941. Vid. también G. C iro T,
Etudes sur l’historiographie espagnole. Mariana historien, Burdeos-París, 1904 (Te
sis doctoral). — Como obra antigua de H istoriografía española es interesante citái
la del M arqués de M ondéjar , Noticia y juicio de los más principales historiadore.
de España, Madrid, 1794.
(225) D e este libro hay traducción francesa por E m ile Jeanmaire, con el títuk
de “ Histoire de l’Historiographie modeme” , París, 1914.
— 425 —
§ 22. Diarios
El Diario (Diarium, Journal, Diary, Tagebuch) se caracteriza por el
hecho de que sus anotaciones se escribieron, hasta donde es posible, al
mismo tiempo de producirse los acontecimientos que se narran. Por regla
general, estos acontecimientos deben haber sido vividos por el autor mismo
o estar con él en una relación íntima. Por lo demás, los distintos diarios
se diferencian bastante unos de otros por su finalidad, su contenido y su
forma. Si se toma en su más amplio sentido el concepto de “ Diario” , tal
como realmente se le entiende, en él se incluyen también los apuntes o
notas escritos cotidianamente por una autoridad cualquiera, una sección
militar, por ejemplo.
A estos diarios en el sentido amplio del término pertenecen I Diarii, de M arino
S anuto, en los cuales su autor recogió diariamente por escrito, de 1496 a septiembre
de 1533 (S anuto era miembro del Gran Consejo desde 1486 y del Senado desde 1498,
muriendo en 1535), todo cuanto llegaba a la Cancillería del Estado veneciano: su
marios de informes de embajadores e instrucciones a éstos, los resultados de las elec
ciones, el desarrollo de los asuntos en Venecia y también observaciones propias en
idioma italiano, todo ello con la intención, sin duda, de ofrecer materiales a los his
toriadores futuros. Vid. R awdon B rown, Ragguagli sulla vita e sulle opere di Ma
rino Sanuto, Venecia, 1837 ss.; I Diarii di Marino Sanuto, ed. por F r Ed . S tefani,
Gugl. BERCHET y N icoLÓ B arozzi, Venecia, 1879-1903, 58 v o ls .— Si los Diarii de
S anuto se salen del campo de la autobiografía, el Gaudische Journal sobre la Guerra
de los Siete Años, compuesto, desde luego, a base de notas personales diarias, pero
también auxiliándose abundantemente- con informaciones ajenas, cae ya, por ejem
plo, dentro del campo de la historiografía. F f. z. Brahd.-Preuss. G „ 4 (1891), 553 ss.
— Otras publicaciones análogas, que pretenden tener el carácter de diarios, como las
que aparecen principalmente con ocasión de las elecciones imperiales, Dietas impe
riales, etc, tienen un carácter propagandístico.
Entre los diarios en sentido amplio se incluyen, por ejemplo, los diarios de los
Concilios, que en el de Trento fueron llevados por el Promotor del Concilio E rcole
S ev éro ij o por el secretario del Concilio A ngelo M assarei.U. Han sido editados
por SEb. MERckle en Conciliutn Tridentinutn, Diarorutn actorum, epistularutn, tracta-
tuurn nova collectio: Concilii Tridentini diarorutn pars I (1902). También los diarios
de los Parlamentos, tal como han llegado hasta nosotros los de Polonia, por ejemplo,
Diaryusz sejmu piotrkowskiego R . P . 1565-, Roprzedrony Kronika 1559-1562, Osjánil
W l. Chometowski wydal W li Hr. Krasinkski (Diario del Parlamento de Piotrkow
en el año 1565 junto a una Crónica 4 e 1559-1562), ed. por W . C onde K r a sin k ski ,
Varsovia, 1868; Dnewnik Lublinskaho Sejtna, 1569, Goda. Soedinenie Welikao Knia-
eestzea Litowskao s Korolewstwom Polskim , Diario del Parlamento de Lublin del
iño 1569, San Petersburgo, i86g, que, desde luego, no son otra cosa que colecciones
ie actas sin fondo alguno personal, por decirlo así, autobiografías de la personalidad
leí Parlamento mismo (227).
el punto de vista bibliográfico falta una obra de conjunto sobre esta cues
tión. En la mayor parte de las obras se confunden y mezclan los Diarios
con las Memorias, aunque ambos géneros se diferencian notablemente.
Todas estas circunstancias pueden ser importantes para poner en claro las falsifi
caciones o los intentos de falsificación. E l modo de enfocar la crítica interna en estos
casos está indicado de modo instructivo en H ch . F r i Edjung , Oesterr. Rdsch., 34
(1913)1 ps. n i ss., que analiza críticamente la exposición hecha por W . A it e r , prin
cipalmente en su libro Feldzeugmeister Benedek und der Feldsug der k. k. Nordarmee
1S66, Berlín, IQ12, partiendo de un supuesto Diario de Karl von Tegetthof, coronel
del Estado Mayor de Benedek, y descubre una serie de cosas Imposibles en los datos
que aquel Diario proporciona.
Como ejemplo y modelo de ediciones científicas de Diarios hay que citar: Das Ta~
gebuch Kaiser Karts V il, ed. por K are T h . H eigee , 1883; Das Tagebuch Cuspi-
nians..., ed. por Hs. A kwicz , MIOeG., 30 (1909), 280-326. — Siempre que sea fac
tible, la edición de Diarios, cuando se trata de autógrafos, deberá acompañarse de.
pruebas en forma de facsímiles, para que el lector pueda participar en la apreciación
critica de dichos autógrafos. Es también de especial importancia señalar la existencia
de cambios en la tinta, de espacios y hojas no escritas (228).
§ 23. Memorias
Las Memorias son apuntes en los que el autor, en una narración se
guida de su propia vida o de una época de su vida, describe sucesos en
^los que ha participado, o quiere descubrir las causas de sus propios actos,
situándose en el centro de la narración. L as Memorias se distinguen de
los Diarios en que no es en ellas una condición necesaria el que sean
contemporáneas de los hechos que narran y en que la narración suele ser
en las Memorias más fluida y detallada. De la poesía autobiográfica se
distinguen por una clara aspiración a la verdad, al menos, por lo que
se refiere a la reproducción de los hechos.
“ He empleado la palabra francesa Mémoires porque no sé sustituirle
(228) En España pueden citarse, como ejemplos de D iarios; el “ Diario del viaj<
a Moscovia” del D uoue de L iria , Embajador en la Corte de Rusia, escrito parí
instrucción de sus hijos y en cuya parte descriptiva se nos ofrece un acertado cuadre
del Imperio ruso en el primer tercio del siglo x v iii ; los “ Diarios de campaña” de
general R icardos, los “ Diarios” de don Gaspar Melchor de J oveixanos, el “ Dia
rio ” de don L eandro F ernández de M oratín, escrito en una especie de lenguaje
cifrado en el que se mezclan palabras españolas, inglesas y francesas. Vid. Diartt
del viaje a Moscovia del duque de Liria y Xérica, embajador plenipotenciario de
Rey... Phelipe V a la Corte de Rusia... 1727-1730, Codoin, X C I I I (1889), página
1-376; J ulio S omcxza, D orio de Don Gaspar Melchor der Javellanos en Bellver, ei
“ Revista de Huesca” , I (1903-1904), páginas 292-336; Real Instituto de Jovellano
de Gijón, Diarios de Jovellanos, 1790-1801, publicados por e l — , Madrid, 1915: 6
“ D iario” de M oratín se ha publicado en “ Obras postumas de Don Leandro Fernán
dez de Moratín”, Madrid, 1867-1868. Los “ Diarios de campaña” del general R i Car
dos están inéditos.
— 431
por'ninguna palabra alemana. Denkwürdigkeitein (Memorabtiia) expresan
su sentido sólo de un modo incompleto; aun preferiría casi decir Erin-
nerungen, Erinnerungsblátter (Recuerdos, Páginas de Recuerdos), pues
lds Memorias se escribieron con 19s recuerdos de los sucesos de la propia
vida.” Gracias a esta declaración de S c h ip l e r la palabra Mémoires sejia
asegurado un lugar permanente ep el idioma alemán y con ello' queda
también señalado dónde hay que buscar el ejemplo inmediato de esta clase
de fuentes en la Edad Moderna. Ahora bien: tampoco han fajtado eja la.
Antigüedad narraciones de la propia vida; S an A gustín , con sus Con
fesiones, fue el primero que creó etl la cultura de Occidente la forma
clásicai /le la Autobiografía basada en la observación psicológica de sí
mismo. Por algunos rasgos ostenta carácter de Memorias la Historia de
los Francos de G regorio d e T ours, mientras que los escritos de R a-
t h Er iu s y de O tloh y, más tarde, los de A belardo , están más próximos
a la descripción de estados de alma a la manera de S an A gustín . Vid.
F c h . v. BE zold, Ueber die Anfánge der Selbstbiographie und ihre Ent-
wicklüng im Mittelalter, Univ.-Schr. Erlangen, 1893, Zsch. f. Kulturg., 1
(1894), Biogr. Bll., 1 (1895), p. 180-220; E m. v . O tt Enthal , D as Memoi-
renkafte in G. queden des früheren Mittelalters, 1905. Elementos acen
tuadamente autobiográficos encierran los escritos del Dante y es, en ge
neral, con el comienzo del Renacimiento y las corrientes humanísticas
mando este género literario adquiere cada vez mayores vuelos. Pero la
Forma clásica de los escritos autobiográficos, que encuentra lo caracte
rístico de las Memorias en la grata contemplación del pasado vivido y en '
a narración amena y picante de lo visto y oído, floreció desde siempre del;;
nodo mejor y más lozano en Francia. En este país se dieron las condi-'
•.iones culturales propicias, una nobleza culta y refinada, interesada en el
uego de las intrigas cortesanas junto con el carácter popular, comuni-
:ativo e ingenuamente presuntuoso. Partícipe de muchas guerras, apreciada
lurante largo tiempo como alta escuela de diplomacia, Francia brindó
tcasión a sus caudillos militares y embajadores para, informar acerca de
michas cosas. L a tradición de una historiografía, baáídj^ jen las Memorias
lersonales, que puede hacerse remontar hasta G r Egortó BE T ours , juega
mportante papel en la historiografía francesa e incluso infringe los pre-
eptos humanísticos. Vid. E dd. F u ETEr , G. der mueren Historiogr., 148
160; G g. M isc h , Die Autobiographen der fransos. Aristokratm Mes
7 Jhts.., en Dt. Vjschr., 1 (1923), 172 ss.
L a cultura social del siglo x v h i en Francia, el Salón de París, aporta-
on a este género literario' un fácil tono de charla. Al arte de narrádores de
stoS escritores de Memorias debemos la posibilidad de formarnos ui^
lea sobre los estados de ánimo y las corrientes ideológicas de los círculos
ocíales dominantes en la época prerrevolucionaria. Aunque debemos fiar
luy poco de los distintos hechos de que nos informan las Memorias, a
?8. — MUER. — INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA HISTORIA
— 432 —
las que son inherentes tantos chismes y tantas noticias tendenciosas, tantas
mentiras conscientes o inconscientes, y las Memorias como fuente his
tórica sobre cuyos datos construir son frecuentemente de muy escaso
valor, en cambio, si se las considera como “ Resto” , como el precipitado
de una orientación peculiar de la vida (Rococó) y de la postura espiri
tual de una determinada clase social, se las podrá utilizar con provecho.
Desde luego que también existen Memorias sumamente fidedignas, como
las Mémoires du duc de Luynes sur la cour de Louis X V , ed. por L. Dus-
s ie u x y E . S o u l ik , París, 1860 ss. Vid. C harles A ubErtin , L ’esprit
public au 18e siécle; étude sur les correspondances poUtiques des contem-
porains, 2 París, 1873: F é l . R ocquain, L ’esprit révotutionnaire avant la
révohition 1717-1789, París, 1878.
Como todos los grandes acontecimientos profundamente decisivos en
la vida de los pueblos, la Revolución francesa y el Imperio vieron ger
minar también una rica cosecha de Memorias. Vid. E rnEST B erTIn, L a
société du Consulat et de l’Bmpire, París, 1890. Puede aplicarse aquí
cuanto se aplicó al período de que se habló antes. Así, las Mémoires de
Madame de Rémusat, ed. por P a u l d e R émusat, París, 1879/80, no han
podido resistir una crítica auténtica. Vid. H. Glagau (v. infra) y E. Du-
p u y en Revue de París, 1904, núm. de agosto. Una síntesis crítica acerca
de las Memorias más importantes de la época napoleónica en A ug. F our -
n i Er , Napoléon I, 3 vols., 8 1913.
Alemania sigue después poco a poco el ejemplo francés, pero profun
dizando en el fondo espiritual de las descripciones de la propia vida. E s
significativo que los primeros apuntes en forma de Memorias que aparecen
en Alemania sean los de Carlos IV de Luxemburgo. En los centros ur
banos, en las ciudades, es donde, con mayor frecuencia, se goza en la
contemplación retrospectiva de la propia vida. E l patricio de Nuremberg
U lman S trom Er , escribe un Puchel von mein ge.slecht und abenteuer
(1349-1407). E b Erhard W in d Ecke incluye los sucesos de su vida par
ticular en lá historia de la época del Emperador Segismundo. L a honrada
H é LEn E K oTTan Erin acompaña en su suerte, a su manera ingenua y fiel
con una narración llena de vida, a la viuda de Alberto II, Isabel, y a s i
hijo postumo Ladislao durante los años de 1339 y 1340. Los apuntes
autobiográficos de Maximiliano I tienen carácter propagandístico, e igual
mente son de carácter tendencioso los Cotmnentaires de Carlos V, que
apoyado por Gran vela, redactó el Emperador en 1550 cuando se dirigís
a Augsburgo con el fin de obtener mediante ruegos, gracias a este escritc
de justificación histórica, el consentimiento de Fernando I para la elecciói
real de su hijo Felipe. O. W altz , Denkwürdigkeüen K arls V, 1901. E
Humanismo hace que sazonen libros de memorias de camaradas de viajes
como los de H ermann von B utzbach , T homas y F é l ix P la tt Er . L
Reforma, en cuanto constituye el gran acontecimiento de la época, reflé
- 433 —
jase, naturalmente, en una serie de Memorias: G ó tz von B e r l ic h in g e n ,
G E org K ir c h m a ie r , juez de la curia del Monasterio de Neustift en Bo-
zen, el burgomaestre de Stralsund N ic o l a u s G en tzko w y B a rth o lo ju áu s
S a st r o w (en 1603), S e b a s t iá n S c h Er t l i v v o n B u r t e n b a c h , el Junker
de Silesia H a ns von S c h w e in ic h e n , cuyos apuntes alcanzan hasta fines
del siglo xvi. La Guerra de los Treinta Años nos ha dejado, desde luego,
novelas autobiográficas, pero muy pocas Memorias de valía. Deben citarse
la autobiografía del Burgrave F a b iá n d e D o h n a (1550-1661) y el Diario
del P r í n c ip e C r is t i á n II d e A n h a i ,t B E r n b u r g . Gracias al libro de
G. W a e e a t , G. schreiber, Memoiren u. Literatur sur G. Priedrich Wil-
helms 1, Gymn.-Progr. Dt. Krone, 1899, tenemos una información dete
nida de la literatura de Memorias surgida en la corte de Prusia. En ella
predomina ya lo francés. Influido principalmente por V o l t a ir E y asi
mismo por las Memorias francesas aparece F e d e r ic o EL G r a n d e , quien, en
su Histoire de mon temps, que por dos veces refundió, tiene siempre
presentes puntos de vista prácticamente instructivos.
En general, sólo con el siglo x ix adquiere impulso en Alemania este
género de fuentes históricas, que venía siendo cultivado por los franceses
desde hacía ya mucho tiempo. Los grandes acontecimientos de la guerra
de liberación, el juego diplomático de la época anterior a la Revolución de
marzo y los sucesos del año 48 dieron motivos abundantes para las obser
vaciones acerca de uno mismo, e igualmente sucedió en la época de la fun
dación del Imperio, del reinado de Guillermo II y, sobre todo, de la
guerra mundial. Las indicaciones bibliográficas sobre las Memorias de
estos períodos se encuentran en D W .8 y en T h . K l a ib ER (vid sufra) . —
Sobre la literatura de Memorias en otros países, véanse más abajo las
indicaciones bibliográficas (229).
Las Memorias como fuente histórica. Por lo que se refiere a los ca
racteres externos, aquí son aplicables los mismos o semejantes puntos de
vista que a los Diarios (vid. ib i). En las Memorias se puede dar el caso,
desde luego, de que aparezcan ante nosotros redacciones distintas, dife
rentes también por su escritura, como las de Catalina I I (vid. T h . S c h i E-
m ann , HZ., 104 (1910), 178 ss.). En los Commentaires et lettres de
Blaise de MonÜHc, por ejemplo, se comprueban también dos redacciones.
En muchas ocasiones, las Memorias son dictadas a otro por su autor; así
lo hicieron S an I g n acio d e L oyo la a uno de sus discípulos (vid. infra)
y el C a r d e n a l d E B e r n i s a su sobrina.
E l examen de los caracteres internos, en relación con los externos,
debe, en primer término, resolver la cue tión de cómo se ha formado la
obra de que se trate. Hay. que dedicarse, ante todo, a investigar cuándo
se redactó la obra, cuándo quedaron terminados los distintos capítulos
de la misma. Si- se escribió de una vez habrá que determinar la época en
que esto tuvo lugar. Así, respecto de las Memorias de T a l l Ey r a n p debe
saberse que su autor comenzó a escribirlas probablemente en 1815 y las
concluyó en 1816. Vid. P a u l B a il e e u , HZ. (1892), 58-82. Cuando se
trate de apuntaciones diarias, propias o ajenas, ampliadas después (lo
último es, el caso de S a in T - S im o n ), deberá intentarse precisar qué es lo
que con posterioridad se añadió, para fijar el núcleo primitivo y desta
carlo del accesorio ropaje que lo envuelve.
Después hay que plantear la cuestión acerca de quién es la persona de
que las Memorias proceden. Por regla general, sobre este punto nos ins
truye en definitiva la propia declaración que de su personalidad hace el
autor. Sin embargo, puede suceder que la obra, que se presenta como
Nibbiano”, 2 vols., Madrid, 1849. — Desde los primeros años del siglo x i x se
escriben y editan en España bastantes Memorias: Vid. J uan de E scóiquiz , M em o
r ia s (1807-1808), pub. por A . P az y M eliá , Madrid, 1915; M efn o rias de la V id a d e l
E x c tn o . S r . D on J o s é G arcía de L eó n P iz a r r a , e sc rita s p o r él m ism o, 3 vols., Madrid,.
1894-1897, en “ Colección de escritores castellanos” ; tomos C 1V , C 1X y C X 11 ;
M e m o ria s de D on Antonio A lc a lá G alian a, publicadas por su hijo, 2 vols., Madrid,
1886; A ntonio A lcalá G aliano, R ecu erd os de un an cian o, Madrid, 1878 (son un
extracto de las Memorias); M em o rias del G eneral D on F ran c isc o B s p o z y M in a,
publícalas su viuda doña Juana M aría de V ega, Condesa de Espoz y Mina, 5 vols.,
Madrid, 1851-1852; Juana V ega d E M ina , Condesa de Espoz y Mina, A p u n tes p a ra
la h istoria del tiempo en que ocupó lo s destinos de A y a de S . M . y A. y C am arero
M a y o r de P alacio, precedidos de un prólogo por don J uan P érez de G uEmán y
Gallo, Madrid, 1910; F. F ernández de C órdoba, M is m em orias ín tim as, 3 vols.,
Madrid, 1886-1889; R asión de M esonero R omanos, M e m o rias de un setentón, M a
drid, 1880; J osé Z orrilla , R ecu erd os del tiempo v ie jo , 3 vols., M adrid, 1880-1883. —
Algunas Memorias curiosas han sido editadas por la Sociedad de Bibliófilos espa
ñoles, como las “ Memorias del cautivo en La Goleta de T únez” , ed. de don P asc
cual G ayangos, Madrid, 1875, y las “ Memorias de D. F élix Nieto de Silva, Mar
qués de Tenebrón” , ed. de don A ntonio C ánovas del C astillo , Madrid, 1888.
— 435 —
§ 24. Cartas
L a carta corresponde a diversas partes de la Heurística. En cuanto
expresión de confidencias personales, la carta es de contenido autobio
gráfico, pero puede, asimismo, incluirse entre las fuentes de carácter
publicistico, si se escribió con la intención de orientar extensos circuios
de opinión y de actuar sobre los mismos. Así, observamos en muchas
ocasiones que en las ediciones aparecen reunidas las cartas y las me
morias e igualmente advertiremos que la carta es, precisamente, una de
las células originarias del periodismo. Por ello, en cada caso hay primero
que distinguir si el ejemplar de que se trate es una carta en sentido estricto
o si solamente tiene la forma de tal. Pero la carta puede ofrecer también
un tercer aspecto. L a carta puede ser también un documento. L a palabra
alemana B rief (carta) procede de la latina “ Breve” . Basta con recordar
los Breves pontificios para poner en claro esta relación. De hecho no es
fácil, a veces, distinguir, por ejemplo, un escrito oficial de autentificaeión
de una carta privada Frecuentemente sólo la manera de redactarse, la
mención del expedidor y de sus títulos, la contrafirma y otros extremos
hacen posible que se pueda atribuir a un escrito el carácter de carta o el
de documento. A veces, apenas si es perceptible él tránsito de la carta
confidencial y meramente personal al escrito de carácter publicistico por
una parte, al documento por otra. L a carta puede, además, ser incluida
entre las actas. No sólo como apéndice de las actas, pues una carta puede
ser también el acta misma. Una gran parte de las actas diplomáticas
adoptan la forma de carta (vid. IX, § 15), contienen una serie de opiniones
personales, de noticias acerca de la propia vida, que, por la relación entre
la conducta en la vida social y la Política, se funden fácilmente con las
comunicaciones oficiales. L a verdadera carta tiene de común, además, con
las actas, el que, por regla general, es una fuente incompleta por sí sola,
que únicamente puede ser comprendida por completo si tenemos delante
lns manifestaciones del destinatario, esto es, la carta de contestación.
Para la valoración crítica de la carta como fuente histórica es impor
tante tener presente este punto de vista. Considerada la carta según sus
caracteres externos, tendremos, en primer término, que plantearnos la
cuestión de si se trata de un borrador, de un original o de una copia.
Cuando se trate de un borrador o de un original habrá que plantearse
§ 2 5 . L a P u b l ic ís t ic a y su s p e c u l ia r e s m e d io s d e e x p r e s i ó n
(236) Acerca de los juglares- en España, vid. R. Menéndez P idae , Poesía ju-
•esca y juglares, publicaciones de la “ Revista de Filología Española” , Madrid,
V
2 8 . — __________ INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA HISTORIA
— 448 —
(237) Las hojas sueltas en forma de escritos polémicos, sátiras, libelos, “ Rete-
ñones” f “ Gacetas” que interesan como fuente dé la historia española, empiezan
i ser abundantísimas en el siglo x v i. B a uer alude en el texto a las hojas sueltas
mblicadas en los Países Bajos en contra del gobierno de Felipe II. A ellas hay que
iñadfr las dirigidas por los protestantes alemanes contra Carlos V , las de los por
tugueses y catalanes contra Castilla, las del pueblo contra los omnipotentes validos
le Felipe II I y Felipe IV . Éstas hojas sueltas y folletos, unas veces son diatri as,
itras apologías, de ideas, personajes y sucesos. Los , siglos x v i y x v n son en la
lístenla de España épocas de gran actividad- de les libelistas. ~ Éhtre las hojas
ueltas del periodo de la Gasa de Austria ocupan un lugar importante las llamadas
‘ Relaciones” , que deben su nombre á ser está palabra la que más frecuentemente
a comienzo a su títu lo :;“ Redejón verdadera, etcétera” , “ Primera y verdadera Re-
ación, etcétera” ; tes “ Relaciones” , impresos breves íle dos a cuatro hojas, narran
acuetamente sucesos contemporáneos,'batallas, entrevistas-de embajadores, sucesos,
el mundo físico, como tormentas, terremotos, incendios, etcétera, e insertan, ade-
»ás, documentos oficiales. En realidad, son hojas de información que participan del
scrito polémico ó libelo, y de la publicación periódica y , en éste segundo aspecto,
otistituyen un antecedente interesante del periodismo. Por otra parte, coexisten con
>s primeros periódicos propiamente dichos: las ‘‘ Gacetas” , que en su aspecto
M-mal hay que considerar también como hojas sueltas o volantes. Las “ Relaciones'’
¡sminuyen a partir de[ primer tercio del siglo x v m , absorbidas pof las “ Ga
itas” . — L a hoja suelta y el libelo se: desarrollan extraordinariamente desdé los
rjmeros años del siglo x i x , estimulada su difusión por la Guerra de la Indepen-
incia, la lucha de tes ideologías políticas en puma, las disputas de los partidos,
s guerras dinásticas. Manifiestos, proclamas, libelos, escritos polémicos- y satíricos,
den a centenares de las prensas y corren de mano en mano.
— 452—
ueden también obtenerse algunos puntos de apoyo, del mismo modo que
i determinación del lugar en que la hoja suelta ha sido hallada o del
úmero de sus ediciones puede proporcionarnos una escala para medir su
[fusión. Por regla general, debemos contentarnos con la investigación
s los caracteres internos. L a cuestión del autor resulta con frecuencia
imamente oscura e imposible de dilucidar. Cuando el autor se menciona
sí mismo, podremos determinar, gracias a los medios auxiliares indi-
dos en las páginas 185 ss. y 283 ss., las circunstancias próximas de su
da y con ellas su posición de partido y su manera de sentir. Frecuente-
ente, sin embargo, se trata de seudónimos o de una mixtificación
B.pistolae virorum obscurorum!). Pero sucede también que, a menudo,
hoja suelta es anónima. No es raro (principalmente en las publicaciones
¡cíales de un partido o de otra clase) que pueda plantearse el problema
: si son obra de la colaboración de diversos autores. Los medios que
ra dilucidar estas cuestiones tenemos a nuestra disposición son los rtais-
ds que empleamos respecto de otras fuentes: comparación de estilos,
terminación de la manera a través de la cual el autor ha podido llegar
conocimiento de los hechos de que nos informa. En ciertas circuns-
ícias puede también atribuirse a un mismo autor toda una serie de
jas sueltas. Como un modelo del modo de considerar críticamente esta
se de literatura puede mencionarse a H c h . v . S r b ik , Wallensteims
uie, 1920. — A las hojas sueltas no se les puede exigir que sean “ obje-
a s” y claras en la reproducción de los hechos. Siempre hay que pensar
e las hojas sueltas obedecen a móviles determinados, quieren servir de
timonio a estados de ánimo determinados. Por ello es importante, no
0 conocer la posición partidista del autor, sino, en ciertas circunstancias,
del grupo de aquellos a quienes se dirige. L a mayor parte de las veces,
autor, que habla a sus contemporáneos, se guarda bien de forzar exce-
amente los hechos. Por el contrario, se le permite mayor libertad en la
ación causal y en la explicación psicológica de los hechos. Teniendo esto
cuenta debe actuar la crítica.
Pero la valoración histórica de una hoja suelta no queda terminada
1 esta investigación de su contenido No debemos limitarnos a saber si
[ indicaciones están o no de acuerdo con los hechos, sino que debemos
erminar, además, si existían razones para que esas indicaciones fuesen
idas por verdaderas y por quién, si esas indicaciones tuvieron efectiva-
nte influjo en la formación de la opinión. Esto se pone de manifiesto
' los efectos producidos por una hoja suelta o libelo determinando
aparición de escritos de réplica, por la aceptación de los argumentos y
icos en ella empleados por parte de otros escritores, por su difusión
traducción a otros idiomas, por las medidas gubernativas a que dió
ar y por otras cosas análogas. Por ello, en la mayor parte de los casos,
indispensable la investigación en los Archivos.
— 454 —
La Bibliografía acerca de las hpjas sueltas se encuentra, hastá cierto punto, dis
persa. Una síntesis en B auer , ob. cit. supra. Dado que la mayoría de las hojas suel
tas son de gran extensión, sólo existen editiones de las mismas cuando se trata di
los.^asos más importantes. La mayor parte de las hojas sueltas se encuentran en tra
bajoSf acerca de la opinión pública, de literatura política o satírica, de los partido
políticos y otras cuestiones. Catálogos de bibliotecas: por ejemplo, Catalogue of tk
three collecians o f btwks, pamphlets, etc., in the British Museum on the French Re
y oiution, Londres, i«59; Catalogue of the pamphlets, books, newspaper, and manus
cripts relating to the eivil mar, the commonweolth, and restoration, collected b
GEorge T homason, 1640-61, 2 vols., Londres, 1908; Bibliotheek van Nederlandsch
pamfletten, i.a sección reunida por F rEd . M üllER, ed. por P . A . T iele , i : 1500-164
(Amsflrdam, 1858?); Catalogas van de tractaten, pamfletten over de geschiedeni
vamNederland. .. in de bibliotheek (van Isac M eulmann , ed. por J. K van der W uli
Amsterdam, 1866. Los dos últimos catálogos se refieren a colecciones que se guarda
en la Biblioteca de la Universidad de Gante. Bibliotheek van Nederlandsche pin,
fletien. Verzameling... van J ohannes T h y s iu s en van de bibliotheek der rijki.um
versiteit te Leiden, ed. por L ouis D. P etit, L a Haya, 1882; Catalogus van de pan,
flciten. Verzameling... in de koninklijke bibliotheek te’s Grovenhoge, ed. por W . I
C. K nüttel , 6 partes, La Haya, 1899 ss.
Para Alemania véase la bibliografía en D . W . *, bajo la rúbrica de los arriba c
tados Stichworten,
Para Francia.- M onod, M olinier -H auser -B ourceois, L es sources de l’hist. c
F-ronce, i7e siécle, vol. 4 (París, 1924): Joum aux et pamphlets. Además, en L anso:
ob; cit. supra, pág. 273. Una exposición sucinta en P . L arousse, Grand dict. un
versel du ipe siécle, 13, 91 ss. Para el siglo x v i ; C. L eniEnt , La satire en Frunce,
au ióe siécle, 2 vols., París, 1877. D e cuestiones especiales trata F agniez, L ’opinic
publique au temp's de Richelieu, en Rev. des questions hist., 60 (1896), p. 442 ss
C. M orEAU, Bibliographies des Mazarinades, París, 1850/1, que ha editado tambii
un Choix de Mazarinades = Ouvrages p. p. la Société de France, 61, 63, 67, 73, ;
(Paris, 1853). A . G ermond de L avign E, Les pamphlets de la fin de l’ Ém pire , 4
cent fours et de la réstaurotion, Paris, 1879; L . W achler , P . L . Courier 11n Ve
haltniss zu seiner Z eit, en Raumers Hist. Tschb., 1 (1830), 225 ss.
Para Inglaterra ofrece una buena síntesis: T he Bncyclopedia Brit., 1120, ps. 6;
y siguientes. Una selección de las hojas sueltas más importantes con explicación ir
presa, en A r t h . W augh , The pamphlet library (2 vols., Literary pamphlets, ed. p
E rnEÍT R h y s , i vol.; Political Pamphlets, ed. por A . F . P ollard, i vol.; Religio
pamphlets, ed. poT P ercy DEarmEr ), Londres, 1898. — Political ballads publ. in E
gland during the Commonweolth by T ho M. W rich t (“ PerCy Society” ), 1841.
Para los Países Bajos: P aul F rEd Ericq, Het Nederlandsch proza in de zestie
deeuivscke pamfletten.... 1566-1600, en “ A c. royate de Belgique” ; Classe de lettr,
mémoires. 2* serie, vol. 3 (1908), con un florilegio de textos libelisticos imprest
Para Italia: F brd . C avalli , La scienza politica in Italia, Venecia, 1865-81 (tira
aparte de las Mem. déll’I.stituto Veneto), cita los más importantes teorizantes polític
de Italia desde el siglo x n i a 1848. U n indice de todos los escritos breves y follet
posibles, ordenado alfabéticamente por autores, ofrece Giov. C i NELli C alvoli, Bibli
teca volante, 4 vols., 'Venecia, 1734-47 (238).
§ 2 7 . E l m o d o o r g a n iz a d o d e f a c i l i t a r n o tic ia s . L o s p e r ió d ic o s
citado Museo. Una importante colección regional de hojas sueltas y libelos catala
nes es la denominada “ Folletos Bonsoms” que comprende 9.067 hojas sueltas desde
el año 1500 a 1898 y que se conserva en la Biblioteca Central de la Diputación de
Barcelona. Pero, con todo, no .se han publicado en España catálogos ni índices com
pletos de las hojas sueltas y libelos españoles, ni son frecuentes las ediciones de
esta clase de fuentes históricas. De ahí que no sea tarea fácil buscarlas en Biblio
tecas y Archivos o publicadas, aquí y allá, en colecciones documentales diversas.
Sin embargo, se han editado algunas colecciones de hojas sueltas, referidas por lo
general a periodos agitados de nuestra historia, como, por ejemplo, la Guerra de la
Independencia. Vid. F r a n cisco A l m a r c h S , E n say o de. una bibliografía de folletos
y papeles sobre la Guerra de la Independencia publicados en Valencia-(1808-1814),
publicaciones del Congreso Histórico Internacional de la Guerra de la Independen
cia, vol. III, página» 185-362, Madrid, 1909-1915; Colección de proclamas y demás
papeles publicados con motivó de querer... Napoleón Bonaparte mudar la dinastía
de España y colocar en el trono 8 su hermano Joseph, 2 vols., Cádiz, 1808; Colec
ción de papeles escogidos releimos a los sucesos de Espanto, Lima, 1809; Colección
de documentos inéditos Pertenecientes a ¡a historia política de nuestra Revolución,
publícala con notas un Miembro del Pueblo, Palm a de Mallorca, i8 r i.— Vid. tam-.
b'ién: J a im e A n d r EU, Catálogo de lidia Colección de impresos (libros, folletos y
hojas votantes) referentes a Cataluña, Siglos X V I) X V II, X V I I I y X IX , Barcelona;
“ L ’Ávenq” , 1902; J u a n P é r e z de G u zm An , Apuntes pára la historia contemporánea.
Los manifiestos a la Nación, “ La España Moderna”, C C X C V (1913), páginas 47-60.
Sobre- las hojas sueltas españolas del periodo de Cario» V pueden encontrarse
algunas noticias en H . H a u s Ér , Les sources de l'histoire de France, vol. II, en el
capítulo titulado “ L ’historiographie de la periode 1515-1559” . — De las “ Relaciones”
de los siglos x v i y x v n se ha ocupado don P ascual d e G a y a m o s en el “ Memorial
Histórico Español1’, tomo X III, Madrid, 1861, páginas 1I-2I, Vid. también: A . E l ía s
d é M o l in s , Relaciones históricas del siglo X V I I , en “ Revista crítica de Historia
y Literatura” , V IJ (1902), páginas 170-174; M a r q u és d e L a Ur e n c ín , Algunas reía-
cienes históricas rafas o curiosas, B R A H , L il i (1.908), páginas 357-378; el mismo,
Relaciones históricas' de los sfglos X V I y X V II, Sociedad de Bibliófilos españoles,
Madrid, 1896; J.- P alanca R omero , Relaciones del. siglo X V I I , Granada, 1926.—
U n catálogo de "Relaciones” es la obra de L u is Qa rrrra nj¡ C órdoba , Relaciones
de las cosas sucedidas en la corte de Espidió desde issg-lótjf, 1 Madrid, i¿&7 (hay
edición ipás moderna por A . R odríguez V i u a ) ; en esta obre se catalogan y íd etá M t
dentó cincuenta y nueve .hojas sueltas.
— 456 —
cial de las noticias necesarias al bien del E stado.— A l lado de la carta sólo hubo
como medio de dar a conocer noticias la proclama pública y el pregón o comunica
ción oral, oficio ejercido por los llamados subrostrani, que ocupaban un lugar en el
foro junto a la tribuna de los oradores. Las cartas que se recibían y cuyo contenido
era de actualidad corrieron muchas veces* de mano en mano y también fueron, con
seguridad, pregonadas públicamente (in publico proposito) o se copiaron varios ejem
plares de la misma por esclavos personales (tabellarii). U n paso hacia adelante en
el camino de la evolución hacia el periódico parece haberlo dado César, en cuanto
que, según S u eto n ig , dispuso, siendo Cónsul en el año 59 a. de J. C. y siguiendo sus
planes de dominio democrático, que se redactasen y publicasen los protocolos, hasta
entonces secretos, de las deliberaciones del Senado y de las asambleas populares
(instituit, ut tam senatus quam populi diurna acta confierent et publicarentur). Por
publicare no hay que entender, naturalmente, una multiplicación de esas actas, sino
su publicación por medio de proclamas y pregones. Son éstas las A cta senatus, po
puli, urbis, ió(*otvát) 6ro>|*ví]fAaTa. A l mismo tiempo actuaron los operarii, cuya pro
fesión no era otra que la de resumir por escrito y difundir todas las habladurías de
la ciudad y las novedades que ocurrían en la misma (entierros, combates de gladia
dores, solemnidades nupciales). En el lugar de las A cta senatus, cuya publicación vol-
' vió a prohibir Augusto, apareció entonces una notificación, de carácter también oficial,
hecha diariamente, por medio de un bando, de las decisiones (no de las deliberaciones)
del Senado, de los decretos de los Magistrados, de las epístolas del Emperador, de
los discursos y de las recepciones de éste, de los acontecimientos del mundo de la Na
turaleza, de las historias instructivas, de los donativos, etc. (A cta urbana), y para
todo ello, como ha demostrado epigráficamente O tto H i r s c h f e e d , S B . preuss. Akad.
phil. hist. (190S), hubo en el siglo 11 d. de J. C. un procurator ab actis. Si a esta
A cta la llamásemos "periódico” renunciaríamos, naturalmente, a la característica de
escrito multiplicado en un cierto número de ejemplares que estamos acostumbrados
a atribuir al periódico, pues se dejaba al cuidado de los particulares la tarea de copiar
las noticias llegadas a un centro de población. Vid. W m . K u b it s c h E k en P a u l y -
W isso w a , RB. kl. A lt., 1 (1904), ps. 452 ss.; M a r t . v . S c h a n z , G. der rom. L iie-
ratur, * 1/2 (1909), ps. 190 ss.; G astó n B o i S s i e r , L e joum al en Ronte, en “ R ev. des
Deux Mondes” , 132 (1895), ps. 284-310 (la mejor exposición de estas cuestiones);
W oefg . R i e p l , Das Nachrichtenwesen des Altertums, 1903.
U n guía para la consideración teorética del periodismo ha sido E mii. L óbl, K u ltu r
und P r e s s e , 1903; importante, K arl Bücher, en K u ltu r d e r G g w ., 11, 1 (1912),
481 ss.; R ob Brünhuber, D a s m o d e m e Z e itu n g sw e se n , Sammlg. Goschen, núm. 320
¿1907); el mismo, D a s d t. Z eitu n g sw esen , ibídem, núm. 400 (1908); T ony K biaen,
D a s Z e itu n g s w e s e n <= Sammlung Kósel, núm 17 (1908); H brm. D iez, D a s Z e itu n g
sw esen = A u s Natur und Geistesw., núm. 328 (1916); Wm. B romer, G r u n d r iss eitfer
ko n stru k tiv en Z e itu n g s le h r e , 1918; un trabajo impórtente es d de HBRM. Bode, D ie
U n tsteh u n g sg esc h ich te d e r m odernen Z e itu n g , en Studien über das Zeitungswesen
P rof. Adolf Koeh gew., Francfort, 1907; vid. G erm .-ro m a n . W o ch e n sc h r ., 2 (1910),
193 ss. Sobre la moderna organización de las Agencias informativas : Hs. Morf, D ie
O ra h tb erichtersta ttu n g im m od ern en Z eitu n g sw e se n , 1912; R ud. R oíhBit , D ie P r ie -
1915.
ien sb ed ig u n g en der d t. P r e s s e ,
Por lo demás, los trabajos de M a x G a r r examinan aspectos parciales de la prensa
noderna; así, su P a rla m en t u n d P r e s s e <= Wiener staatsw. Studien, 8/2 (1908); D ie
rn seraten steu er, ibídem, 9/2 (1909); D ie w irtsch a ftlich e n G ru nd lagen d e s m odernen
Z eitun gsivesen, ibídem, 10/3 (1912); E r n s t P oss E, D eb er W e s e n u n d A u fg a b e d er
ar esse, 1917; presenta proyectos para coleccionar en las bibliotecas él material pe-
•iodístico, M a r i . S p a h n , In te m a t. W o ch e n sc h r ., 2 (1908), 1.163 ss., y Z e n tr a lb l. f .
B ib lio th eksw ,, 27 (1910), ps. 98 ss.
zos del siglo xix se utilizó también en la navegación la fuerza motriz del .apor.
El tráfico de noticias alcanzó con la introducción de la telegrafía un vuelo hasta
entonces Insospechado. La telegrafía óptica, inventada por los hermanos Chappe, sólo
en Francia se empleó con caracteres de generalidad: Fuá sólo la instauración de con
ducciones eléctricas y sobre todo la invención de un aparato especial descubierto por
Morse (1836), lo que decidió la difusión general de la telegrafía. E l uso de ésta en
lo$ distintos Estados sólo más tarde se hizo accesible al servicio público; en Prusia
el i.° de octubre de 1849, en Austria el 15 de febrero de 1850. Con escasas excep
ciones, casi todos los Estados han incorporado la telegrafía a su monopolio postal.
Sólo no existe monopolio telegráfico en el Canadá y los Estados Unidos, y en la
Gran Bretaña solamente existe aquél por lo que se refiere a las comunicaciones tele
gráficas con el extranjero. A lgo semejante puede decirse de la organización tele
fónica, aceptada en todos los países cultos a base del invento del alemán Philipp
Reís (1861) y del. americano Alexander Graham Bell (1875),
No existe ninguna historia general del Correo que satisfaga la e x if ñas cientí
ficas. U n buen resumen dé la bibliografía antigua y moderna sobre el c - r e o alemán,
en F r i Tz O h m a n n , en Dt. G.bll., io (1909), 261 ss., y G. Woi.p, Einleitung, 29 ss.
U na historia popular del Correo; VEJUEDa r iu s , Das Buch van der Welpost, *1804.
U n rico venero en A. f. Post und Telegraphie, Berlín, 1876 ss. — P ara Francia:
A l e x i s B e l l o c , Les postes fran(aises, París, 1886. Para Inglaterra: W . L e w in s ,
H er Majestys Mails, Londres, 1864; J a m es W il s o n H y d e , The Boyal Mail, Lon
dres, 1864; J a m es W i i .so n H y d é , The Royal Mail, its curiosities and romance.
Londres, 1889. — H ugo W E i t h a s E, D ie intemationalen Postbesiehungen bis eum
Zusammentritt des Berner Postkongresses, Diss. Estrasburgo, 1894 (240).
Como fuentes de la Historia del Correo deben mencionarse los Partes postales
(Partes italianos), o sea, hojas de ruta, «jue en un lado contenian la dirección o di
recciones de las expediciones para conocimiento del mandadero y en el otro la indi
cación por el remitente de la fecha de salida y en las que el destinatario anotaba la
fecha en que el envío llegaba a su poder, todo ello para el control del buen servicio.
Vid. Osw. R e d l ic h , V ier Poststundenpásse aus den Jahren 1496-1500, M IOeG., 12
(1891), 494 ss., y O hmann , Die A nf 'ánge der Post, 54 ss. A lgo semejante a los Partes
postales son también los “ Postavisi” , de que trata Jos. R übsam en Dt. GJblL, 7 (1905),
8 ss. H ay que mencionar, además, los convenios postales, no sólo los concluidos entre
distintos Estados, sino también los concluidos entre el Poder público y las empresas
de Correos. Por último, hay que referirse también a los Itinerarios postales. El más
antiguo hasta ahora conocido es el del maestro de postas de Roma, el genovés G iovan-
ni da l ’H erra (Itinerario delle poste per diverse parte del mondo..., Roma, 1563).
Vid. R übsam , en Union Póstale, 14, 96. Obra análoga, varias veces reimpresa, es el
Nuovo Itinerario delle poste per tutto il mondo (Milán, 1608, después Venecia, 1611,
1666, 1676), de O ttavio C adogno. Acerca de esto, R übsam , en H ist. Jb., 13 (1892),
64 ss., y S ickel (vid. supra), 108. Para determinar la rapidez en cada caso del tráfico
postal sirve de punto de apoyo la comparación entre cartas y correspondencia de una
misma época. En las Cancillerías cuidadosas soliase anotar, al reverso de la carta,
la fecha en que se recibia, y también en las respuestas se indicaba, no sólo la fecha
de la carta, sino la fecha en que se recibió la earta que se contestaba. De estas cues
tiones relativas a las cartas trata T h Eod. v . S ic k e e , Rom. Berichte, 4, en S.-B.
W rA k . phil.-hist., 141 (1899), IOS s s .; W m . M ummEnh off (vid. sufra), y otros.
y un año antes habia sido instituida en Francfort una Comisaría imperial de libros
para la observancia de las órdenes imperiales relativas a las prensas. Después de la
Guerra de los Treinta Años, pero especialmente en el siglo x v irf, la legislación impe
rial no fué durante largo tiempo lo suficientemente fuerte para lograr vigencia. Por
ello, en su lugar, aparecen más fuertes las disposiciones de los distintos territorios. Los
escritos procedentes del extranjero se entregaron por las autoridades postales y adua
neras al Colegio de censores. Muchas veces las Universidades lograron, en cambio,
el derecho de censura para las obrai» de sus profesores, o el de exención de censura.
En Austria la censura fué ej erada en Viena, a partir de la segunda mitad del
siglo x v i, con la cooperación del Ordinario de la diócesis; bajo José II se hizo más
blanda, pero pronto volvió a ser, en la mayor parte de los casos, más severa, con
la legislación de Prensa de Leopoldo II.
Aunque en Sajonia-Weimar, la Constitución de 5 de mayo de 1816, no sólo ins
tauró la forma de gobierno constitucional, sino también la libertad de Prensa, según
la L ey de Prensa federal de 1819 (Decretos de Carlsbad) debían ser sometidos a
censura por lo menos todos los impresos que constasen de más de veinte pliegos.
En 1848 la legislación federal se apresuró a establecer la más absoluta libertad de
Prensa, que sólo más tarde fué limitada.
En Francia la Prensa había de recorrer un largo calvario. En 1533 la Sorbona
solicitó de Francisco I la supresión en Francia del arte de imprimir libros, para sal
va r de este modo a la religión atacada. Sin embargo, no se llegó a esto, pero en 1537
se instauraron censores de libros. En 1547 Enrique II obligó a todos los impresores
a que pusieran su nombre con el sello de la librería en todas las obras que impri
miesen. En lo sucesivo, las condiciones de la censura fueron todavía más severas,
pues tenían derecho de censura, no sólo la Universidad, el Ordinario de la diócesis,
los censores reales, el Parlamento, sino también la Congregación romana del Indice,
representada por el Nuncio. En 1789 se vinieron abajo todas las trabas. Con Napo
león comienzan con gran amplitud las trabas de la censura. Las leyes de Prensa
de 1819, 1821, 1822 y 1824 significan de nuevo un retroceso. Después de la revo
lución de julio de 1830 la Prensa cae bajo la jurisdicción de jurados. L a breve
etapa de libertad tíe Prensa durante la Segunda República desaparece bajo Napo
león III. Sólo la Tercera República aportó una regulación legad duradera con las
leyes de 29 de julio de 1881. Análogas al derecho francés de Prensa son las dispo
siciones de la Ley española de 26 de julio de 1883 y de la italiana de 30 de junio
de 1889.
En Inglaterra, Enrique V I I I prohibió en 1545 la difusión de books printed of
newes que se refiriesen a la guerra de Escocia. El Decreto de 23 de junio de 1586
redujo el permiso de imprimir libros a Londres y a las dos Universidades y, en ge
neral, el número de impresores, ordenando que, antes de entregarse una obra a la
imprenta, habría de ser sometida al arzobispo de Canterbury o al obispo de Londres.
E l Decreto de la Cámara estrellada de 1637 dispuso que sobre los Códigos debian
dictaminar el chief Justice o el chief barón; sobre los libros de Historia o de carácter
político, los Secretarios de Estado, y sobre los libros teológicos, filosóficos, poéticos
o de otra Índole, el Arzobispo de Canterbury o el Obispo de Londres, antes de que
fuesen impresos. Después de la disolución de la Cámara estrellada, el Parlamento
largo adoptó disposiciones semejantes. Contra estas disposiciones arremetió el ■Areo-
pagitica de M ilío n (1643). La “ Licensing A c t ” no fué renovada en 1695 y con ello
se sentaron las bases para la libertad de la Prensa inglesa.
A l e x . E l s t e r , en Hdwb. d. Staatsw., * 6 (1925), ps. 1.174-88; The Encyclopaedia
Brítannica, ” 22 (1911), ps. 299 ss.; E rz. H c h . R eu sc h , Der Index der verbotenen
Bücher, 2 vols., 1883/5; el mismo, Die Indices librorum prohibitorum des 16. Jhts.
n= Bibl. des Lit. Ver., 176 (1886); Jos. H ilg Er s , Der Index der verbote- ■ « Bücher,
ipo4; el mismo, Die Bücherverbote in Pdpstbriefen, 1907; G ust . L e P o li. tn , L o
liberté de la presse depuis la révolution, 1789-1815, París, 1901; el mismo, Tru*,é de
8 0 . __ BA U E R .— INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA HISTORIA
— 464 —
la presse, 3 vols., París, 1902-04; HERM. G nau , Die Zensur unter Joseph II, 1911;
A doi. í W ie s n b r , Die Denkunirdigkeiten der osterr. Zensur, 1847; H c h . H u b . H ou-
b En , Verbotene Literatur, ‘ 1925 (241).
Diversos grandes diarios han sido también objeto de monografías. Las bodas de
plata o de oro de un periódico suelen ofrecer motivos para esas m onografías: C. A n-
CErmayEr, G, der Pressburger Zeitung, 1896; A rth . B i Erbach , Die G. der Halleschen
Zeitung, 1908;- E dd. H eyck , Die Allgemeine Zeitm g, 1798-1898 (1898); M. D umont-
S chaub Erg, G. der Kolnischen Zeitung, 1880; O. E ebEn, G. des SckivSbischen M er-
kurs, 1785-1885 (1885); G. der Frankfurter Zeitung, 1856-1906, Francfort, 1906;
J. G runow , Funfzig Jabre (Grenzboten), Leipzig, 1891; Histoire édifiante et curíense
du Journal, des Débats, París, 1839; A l Fr . P eréir E, L e Journal des Débats, 1814-
1914, París, 1924; S. V . M akowER, Som e notes upon the history o f T he Times,
1785-1904. Londres, 1904; A dobe M üeler -P aem, Zum 50j. Jubüaum des Neuen
Tagsblattes in Stuttgart (1843-1893), 1894; A . NETtemEnt , H ist. politique, anecdo-
tigue et litt. du Journal des Débats, París, 1842; K are W eigeet, i fio Jahre Schle-
sische Zeitung, 1892; C. D. W iTzleben , G. der Leipziger Zeitung (eoof. Jub.), Leip
zig, 1860; Zu r G. der Wiener Zeitung (io o j. J u b j, 1903 (245).
Más fecundos científicamente son, claro está, los trabajos que no tienen por objeto,
como sucede frecuentemente con las obras de circunstancia, la historia particular de
un periódico y, desde luego, en su mayor parte, sólo la historia interna del mismo.
Más importante^ es el estudio de la relación del periódico con la historia espiritual
y la historia política. Vid. W m. L emppried , D ie A nfange des parteipolit. Lebens u. der
polit. P resse in Bayem unter L u d w ig I <= Strassburg. Beitrr. zur G. (1912); K are
B u ch h Eim , D ie Stellung der Kolnischen Z eitu n g im Vorm arzlichen rheinischen L i-
leralism us = Beitrr. zur Kultur- und Universalg., 27 (1914). Vid. además K e . L oF-
FLER, D ie K a lh ol. Presse in D tld., 1924; Just . H ashagen, Bntw icklungsstufen der
rhein. P resse bis 1848 11925) (246).
lelectuales, entre los cuales se pueden hoy contar los industriales, que sin tener to
davía una tradición propia, se han confiado a la jefatura de los intelectuales. El su
puesto social de toda Publicistica intensiva es la cultura ciudadana sustentada sobre
bases predominantemente racionalistas. En este mismo sentido se expresa C h r is t ia n
Garvb en su estudio Über die óffentliche Meinung, en Versuche über verschiedene
Gegenstande der Moral, etc., 5 (1802), p. 293, cuando dice de la opinión pública que
seria “ el acuerdo de muchos o de la mayor parte de los ciudadanos de un Estado
en los juicios particulares adoptados por cada uno de ellos en particular sobre un
objeto determinado, a consecuencia de su propia reflexión o de sus propias experien
cias” . No se podria hablar de semejante “ opinión pública” allí donde es uno el que
piensa y 'enjuicia y los demás lo creen, por su palabra, ni donde la tradición de no
investigar conceptos se hereda de generación en generación, ni donde el acuerdo se
vea motivado por una unanimidad forzada. Sólo puede hablarse de opinión allí don
de cada cual obedece «ólo en sus juicios a su propia naturaleza y a sus propias im
presiones. G a rv e se olvida en esto de que, en la mayor parte de los casos, esta inde
pendencia es ilusoria, que el particular sufre el espejismo de creer que cree, pero que,
en verdad, el resultado de los actos psíquicos de la multitud no es sino la asociación
de ideas creada por la costumbre, de ideas predilectas recibidas, y sólo se remonta en
una pequeña parte a actos de pensamiento desarrollados lógicamente.
En realidad, la opinión pública está formada: a) por la opinión pública propia
mente dicha (nombre surgido en vísperas de la Revolución francesa y que bien pronto
se convirtió en una expresión corriente), dirigida a la razón, a cuyo servicio están
todos los medios de propaganda de los discursos populares, libelos, artículos de pe
riódico y caricaturas, y que, con preferencia, mantiene bajo su influencia psíquico-
colectiva a grupos sociales que piensan en intelectual, y b) por aquellas partes de la
formación del parecer general, que las más de las veces se concibieron de un modo
sentimental y están constituidas por ideas que se transmiten por costumbre. Esta parte
de la opinión pública no precisa de una labor ruidosa de proselitismo, se trasmite
por el ejemplo, por la costumbre, por los usos, exprésase en proverbios, viejas can
ciones, fiestas, solemnidades; es, con seguridad, muchas veces una “ opinión pública”
antigua, fosilizada y entumecida, pero que no puede ser reconocida como tal opinión
en cuanto que no precisa ser meditada racionalmente de nuevo. En tanto que la pri
mera clase de opinión pública arraiga principalmente en los centros urbanos de po
blación, la segunda tiene su base en la población rural; mientras la una agítase in
quieta, estridente, ruidosa, en acecho de nuévos prosélitos, la otra se desliza irrefle
xivamente por los cerebros de los hombres, como algo natural, sin necesitar de ninguna
agitación ni de ningún artículo de fondo.
Estas dos formas de manifestarse de la “ opinión pública” , que a menudo se com
baten, pero que siempre se completan la una con la otra, sin llegar nunca o muy raras
veces a una fusión total, se nos muestran más bien en formas de transición de mil
clases distintas, que son sólo las que nos revelan la imagen de conjunto de la opinión
popular. Sólo cuando situamos ambas formas en la debida relación entre ellas, es
cuando su contenido logra forma, configuración y corporeidad. Existen, naturalmente,
épocas y pueblos en los que parece haber predominado la parte racional de la opinión
pública sobre la expresada en forma histérico-romántica, y asi ha sucedido en la
realidad, del mismo modo que, por otra parte, largos periodos de la Edad Media, por
ejemplo, aparecen dominados única y exclusivamente por juicios de elaboración sen
timental. Pero la opinión pública romántica y la opinión pública racional nunca están
muertas por completo, no aparecen superpuestas una sobre la otra, nunca se pueden
suplantar recíprocamente,
Exponer esto, representárselo, es mucho más necesario que hacer un extracto,
más o menos logrado, de los libelos y hojas sueltas y de los artículos de periódico de
una época. Deben trazarse, ante todo, los fundamentos histérico-espirituales sobre los
que oscila de un lado a otro la disputa de las opiniones, de aquello que cada cual quiere
— 477 —
ir gustoso como opinión pública. También debe ponerse en claro la relación íntima
itre estas opiniones y su relación con el circulo de ideas, estable, de acentuación sen-
nental, de las tradiciones, es decir, deben considerarse también las tendencias artis
tas, el pensamiento filosófico, las orientaciones religiosas de una época. Representar
poner al alcance de todos las influencias psiquico-colectivas, nacidas en la ciudad,
isajeras, orgullosamente racionales y la opinión pública surgida de las mismas, es
ilo una parte del contenido del estado de ánimo de una época, que, en última ins-
ncia, bebe en el pozo profundo de una común concepción del mundo. Exponer esto
presenta una labor que sólo puede dominar una mente de formación histórico-filo-
fica. J a k , B u c k h a r d t , con su libro Die Kultur der Remissance in Italien (247), y
:h . M e i n ECk e , con su Weltbürgentum und Nationaistaat, pueden ser citados como
impíos clásicos del intento de llevarla a cabo. De orientación menos histórico-espi-
ual, pero caracterizada por la valoración exhaustiva del material archivístico y de
•a índole, es la obra de J u s t u s H a sh a g en , Das Rheinland und die franzosische
’.rrschaft. Bin Beitrag zur Charakteristik ihres Gegensatzes, 1908.
§ 29. F u e n t e s p lá s t ic a s
(248) C re e m o s in te re sa n te c it a r a q u í a lg u n a s o b ra s e sp a ñ o las d e I c o n o g r a fi
v id . F ra n c isc o P acheco , Libro de descripción de verdaderos retratos de tlustt
y memorables varones, S e v illa , 1599 (ed ició n fo to típ ic a d d m a n u scrito o r ig in a l T
d o n J o s é M .a A s e n s io , 18 6 6 ); Colección de retratos de los Reyes de España des
Felipe IT hasta Carlos III, y diseños de todas las monedas acuñadas en los respi
tívos reinados desde Felipe I I I hasta Carlos II I, M a d rid , 1 8 1 7 ; I gn acio C al
S á n c h e z , Retrotos de personajes del siglo X V I relacionados con la historio 'mili
de España, M a d rid , 1 9 1 9 ; E . P a ch eco y d e L eyv a , Retratos de Carlos I de Espt
y V de Alemania, M a d rid , 1 9 1 9 ; Guerra de la Independencia. Retrotos. C o le c tí
p u b licad a p o r la J u n ta d e I c o n o g r a fía N a c io n a l, M a d rid , 1908; V . C a r d e r e r a , I
nografía española. Colección de retratos, mausoleos, estatuas, etcétera, desde et
glo X I hasta el X V I I I , 2 v o ls ., M a d rid , 1855-1864; Catálogo y descripción sumo
de retratos antiguos de personajes ilustres españoles y extranjeros de ambos ses
M a d rid , 18 87; Catálogo de los retratos de personajes españoles que se consert
en ¡a Biblioteca Nacional, J u n ta d e I c o n o g r a fía N a c io n a l, M a d r id , 1 9 0 1 ; Retro
de personajes españoles (v a n p u b licad os v a r io s cu a d ern os, h a y u n ín d ice ilustra*
M a d rid , 1 9 1 4 ; E l í a s T ormo , Las viejas series icónicas de los Reyes de Espa
J u n ta d e I c o n o g r a fía N a c io n a l, M a d rid , 1 9 1 6 ; J o s é M .a A s e n s i o , Retratos de m
res españoles sacados en facsímile de las antiguas ediciones de sus obras. 15 6 3 -1;
S e v illa , 18 69; Retratos de los españoles ilustres, con un epítome de sus vidas, '
p re n ta R e a l, M a d rid , 1791. — S o b r e la u tiliz a c ió n d e e s ta s f u e n t e s . ico n o g rá fica s
E s p a ñ a , v id . R d ’A l ó s M o n e r y L e . N icolau d 'O l w E r , Utilisation des docunu
iconographiques. Espagne, en “ B u lle tin o f th e I n te r n a tio n a l C o m ite e o f H is t o r
S c ie n c e s " , I I I (1 9 3 1 ), p á g in a s 66 ss.
— 479 —
id H is t o r ia p o lític a y c u ltu r a l, n o p u e d e n p re sc in d ir d e la im a g e n c o m o
fu e n te . E l r e t r a t o de u n h o m b re es e l c o m p le m e n to n e c e s a rio d e su b io
g r a fía . E o v a g o d e n u e s tr a s id e a s h is tó ric a s só lo c o b r a f o r m a y v id a si
, e s ta m o s e n s it u a c ió n d e d a r f o r m a e x p r e s iv a e n la fa n ta s ía , a l m e n o s e n
su a p a r ie n c ia e x t e r n a , a l m u n d o e n q u e a q u e lla s id e a s se m u e v e n . E s t o lo
s a tis fa c e n la s fu e n te s p lá s t ic a s . P o r o t r a p a r te , la f o r m a c o n q u e lo s h o m
bres e x p r e s a r o n e n im á g e n e s su a m b ie n te , su p e n s a m ie n to y sus sen ti
m ie n to s n o s lle v a a la s m á s ín tim a s se n sacio n es d e su ín d o le m o r a l y
e s p ir itu a l. P r e c is a m e n te la H is to r ia d e l E s p ír it u d e b e m a r c h a r a l u n ís o n o
d e la H is t o r ia d e l A r t e y d e la L it e r a t u r a . U n a y o tr a s se co m p le m e n ta n
m u tu a m e n te y f r u c tific a r o n g r a c ia s a m u tu o s in c e n tiv o s . E n la H is t o r ia
d e la P u b lic ís tic a s ie m p r e o c u p a rá n u n lu g a r im p o rta n te lo s c u a d r o s te n
d e n c io so s, e n tr e lo s q u e d e se m p e ñ a n la s c a r ic a tu r a s u n p a p e l e sp e c ia l.
D e s d e el m o m e n to e n q u e la H is to r ia d e l A r t e h a lle g a d o a s e r u n a
c ie n c ia e sp e c ia l h u e lg a u n e x a m e n p r o fu n d iz a d o d e e sta s c u e s tio n e s . S in
e m b a r g o , p o r im p o r ta n te s q u e p u e d a n s e r lo s m a p a s c o m o fu e n te s h is tó
r ic a s , só lo e l g e ó g r a f o p o d r á v a lo r a r lo s d e m o d o a c a b a d o . C la r o e s tá q u e
é sto s se e n c u e n tr a n m á s c e r c a d e n o s o tro s p o r la a fin id a d q u e lig a n u e s tr a
e s p e c ia lid a d c o n la G e o g r a fía h is tó r ic a . B ib lio g r a f ía y o rie n ta c io n e s c r í
tica s a c e r c a de e sto se e n c o n tra rá n e n R u d . K ó t z sc h k e :, Q u e lle n u .
G ru m ib eg riffe d e r hist. G eograp h ie D tld s., en lo s “ G ru n d riss” d e M e is t e r ,
1/ 2 , p. 4 0 7 s. V i d . su p ra , p . 2 3 1 s.
E n c ie r to se n tid o ta m b ié n c o r r e s p o n d e n a e ste lu g a r lo s B la s o n e s . L o s
jf im itiv o s o ríg e n e s d e é sto s s e e n c u e n tr a n p r o b a b le m e n te en lo s p e n d o n e s
’ e s ta n d a r te s , p e r o s u u tiliz a c ió n p a r e c e h a b e r e n c o n tr a d o p o s ib ilid a d e s d e
c s e n v o lv im ie n to e s p e c ia lm e n te f a v o r a b le s en la s in s titu c io n e s d e l E s t a d o
e ..d a l. L o s e s c u d o s y p e n d o n e s f u e r o n los m e d io s p r e fe r id o s p a r a e x -
' e s a r lo s e m b le m a s s im b ó lic o s del E j é r c i t o o d e a lg u n a s m e sn a d a s d e l
,iism o o lo s c a r a c t e r ís t ic o s d e a lg ú n m a g n a te en p a r tic u la r . E n e l s ig lo x i i
>s B la s o n e s ( = A r m a s ) se c o n v ie r te n e n e m b le m a s d e r e la c io n e s ju r íd ic a s
d e n a t u r a le z a re a l. M á s ta r d e , se c o n v ie r t e n en e m b le m a s d e lo s P r ín c ip e s
ticos o e cle s iá s tic o s q u e , ten ien d o d ir e c ta m e n te d e l I m p e r io u n fe u d o d e
§ 1. Restos y tradiciones
L a distinción entre Restos o residuos y Tradición fue ya apuntada
en V II, § 2, pero corresponde a este lugar el examen más preciso de esta
distinción. En cada caso particular hemos de determinar si una fuente
es, ya en su conjunto, ya tan sólo en alguna de sus partes, Resto o Tra
dición. Las Memorias de un hombre de Estado, publicadas en un periódico,
son Tradición, en tanto que el periódico mismo, en conjunto, hay que
incluirlo entre los Restos. Existen también formas de transición entre
ambas nociones y se pueden aplicar principios distintos a cada una de ellas
según diversos puntos de vista.' El escrito de L utero “ Wider die mordi-
schen u n d aiifrü h rerisch en R o tte n d e r B m te rn ” (Contra las bandas rebeldes
y criminales de campesinos) es Resto en cuanto medio de expresión del es
tado de ánimo de una época; en cuanto fuente de conocimiento de los
hechos de la guerra de los campesinos hay que considerarlo también como
Tradición. Y con esto nos acercamos a un conocimiento que circunscribe
con mayor precisión el concepto de Tradición para la crítica de las fuentes,
en cuanto que lo diferencia. B ern heim llama Tradición a todo aquello “ que
nos es trasmitido mediatamente por los hechos, que ha pasado y ha sido in
terpretado por la concepción humana” . Pero el mismo B ern h eim carac
teriza la relatividad de esta definición. Es un hecho que el concepto de
“ Tradición” , por causa de sus muchas facetas, no ha hecho nunca valer
su autoridad en la bibliografía ni prácticamente ha sido aplicado nunca
en la investigación. Tal vez fuese mejor distinguir entre Resto y Testi
monio, con lo cual la expresión Resto sólo se usaría en el sentido estricto
de la palabra (“ Residuo” ). Pero los testimonios se dividirían en : d) con
trolados, y b) incontrolados. Testimonio controlado sería toda fuente o
parte de la misma realizada bajo el peso de una responsabilidad moral
superior, como las monedas, documentos, protocolos oficiales, declara
ciones judiciales de testigos, investigaciones científicas. Los testimonios
incontrolados comprenderían, en cambio: 1) los informes orales o escritos
— 483 —
sqgún gu profesión, de distinta manera ante kis cosas dfi eslfi mundo, y el
mundo d f ideas propio de cada qnp de gllos exprésase también de modo
distinto $n la reproducción de la realidad. Cada uno de ellos contempla los
hechos de modo diferente, pero también ve en los hechos algo distinto.
P a u l S c h EFFÉ r B o i c h o r s T, Der kaiserliche Notar und der Sttassburger
Vitztum Burchard, ihre wirklilichen u. angeblichen Schriften, en Zschr. f.
die G. des Oberrh., NF., 4 (1889), p. 456-77, y en sus Gesammelte Schrif
ten, 2 ( = Hist. Studien, 33 (1905), p. 325-47), dice, al enfrentar entre si
los dos escritores hasta ahora confundidos uno con otro en una misma
persona:
“ El Notario tenía que llevar la correspondencia imperial, en cuanto capellán tenia
que oficiar en la Misa de la corte imperial, era el consejero eclesiástico de la misma;
el V icario era el primer ecónomo del Obispo; bajo su dirección estaban las explota
ciones agrícolas, los bosques, pero también las finanzas. Son, pues, por sí y ante sí,
dos clases de profesión heterogéneas y sólo a regañadientes podría yo creer que hu
biese habido alguna vez una transición de un oficio al otro, separación de una primi
tiva fusión de ambos. Diferentes como las clases de profesión son la orientación y el
estilo de los autores. Podría incluso decirse que intenciones distintas debieran dar
lugar también a productos de especies diferentes: el Notario quiere narrar en sus
cartas como historiador; el Vicario, narrar como geógrafo en sus informes de viaje.
Esto determina indudablemente diferencias en la orientación de los escritos... El N o
tario va a Venecia; vaga, como él dice, por la región pantanosa de Treviso; llega
a la diócesis de Aglei y Salzburgo; se adentra en Kamten, Krain, Istria, en las M ar
cas eslavas hasta H u ngría; del país y de sus gentes no dice una palabra. El Vicario
describe todas las notabilidades de Egipto; se espera de él, si es el Notario anterior,
que entremezcle una multitud de noticias históricas. ¡Cuántas comparaciones habría
hecho el escritor de Colonia para ilustrar el caso de M ilán : Troya, Roma, Cartago,
Aglei, Rávenal Por el contrario, todo lo que el de Estrasburgo trae consigo en datos
históricos se reduce a decirnos que en el año 870 habría llegado a Saidanaja una
imagen milagrosa de la Virgen, que administraba los Santos Oleos y que, en parte,
se habria hecho de carne y hueso... En su exposición el Notario es vivo, pinta grá
ficamente, sabe elegir multitud de expresiones; el Vicario es todo lo contrario; aun
que sus informes sean abundantes, sólo salen cansinos de sus labios y su sonido tiene
algo de machacona monotonía.” Ges. Schrr., 2, ps. 236 ss.
§ 3. ¿Q u iso el au tor in fo rm ar de la v e rd ad ?
hechos resulta más perjudicial para la valoración de una fuente que las
exageraciones y las conclusiones ilógicas.
§i se desea averiguar ej grado de fidedignidad. tanto objetiva como
subjetiva, que una fuente merece, para proceder a la determinación de lo
que hay en. ella de real, sólo puede hacerse esto mediante un control mutuo
4e jas fuentes, es decir, por la comparación del contenido de las fuentes.
•ejía del siglo x v n , deberemos suponer que estas fuentes están conformes
ieguramente con los hechos en los datos que ofrezcan acerca del inte-
rogatorio, del momento de la detención del reo, de la inquisición y fallo,
le los nombres de los encartados, de los testigos, del juez, mientras no
xistan razones concluyentes en contra. Pero rechazaremos todos los datos
cerca del comercio de los encartados con el demonio y todas las conse-
uencias que se obtengan de esos supuestos hechos porque les falta la
robabilidad interna. Aquí se manifiesta igualmente un fenómeno de cre-
ulidad determinada por opiniones contemporáneas contagiosas.
Debe decirse claramente que, en general, también los testimonios oficiales están
jetos a error y que a veces informan con deliberada falsedad, por motivos tenden-
Dsos o publicísticos. A sí, la titulación de los otorgantes de un documento no expresa
Veces efectivos derechos de soberanía o de dominio, sino pretendidos derechos, que
r anticipado se atribuyen. Por motivos políticos pueden adelantarse las fechas. Así_
cedió en parte, según parece, con el Edicto de Worms. A . WrEdE, Das Datum des
ormser Edikts, H Z., 76 (1896), ps. 449-453. L o mismo sucede con las monedas y la
cesidad de dinero..— Las equivocaciones al escribir, las indicaciones defectuosas,
constituyen ninguna rareza en los documentos de carácter personal.
§ 5. Construcción y síntesis
levantar entonces, con toda cautela, y no se hará esto sin contar con
apoyos muy seguros, un andamiaje auxiliar. En el terreno científico este
andamiaje lo llamamos Hipótesis. No nos podemos pasar sin ésta, pero
siempre debemos caracterizarla como tal. Habría, por decirlo asi, que
colocar rótulos avisando dónde comienza el camino inseguro. Una hipó
tesis puede ser e puesta también tomando como base la investigación de
todo un material de fuentes. Sólo con que resulte q u e se_ e n c u e n tra e n
contradicción con el testimonio de una fuente o de uq jiecho incQUtestadüs,
la hipótesis debe venirse abajo. Una falta que frecuentemente se comete
es la de que una hipótesis, se exponga debidamente como tal, con toda la
cautela requerida, pero que luego, despreocupándose de la inseguridad
J e su fundamentación real, se saquen conclusiones de esta exposición
hipotética como __si se tratase de un hecho completamente seguro. E§ta
cjase ele demostración apresurada se da reiteradamente en los trabajos de
tesis, enderezados a fundamentar o combatir una cuestión o partes de un a'
cuestión, y también en los pensadores que trabajan de un modo más cons
tructivo (sistemático) que histórico.
El historiador va colocando prudentemente piedra sobre piedra. Una
fantasía educada en la experimentación histórica le lleva de la mano. El
más maduro sentido de los hechos, que sitúa todos los resultados del es
tudio de las fuentes y de la combinación basada en éstas en la precisa
relación con su época histórica, que no aplica a las cosas medidas gene
rales sino que las valora como fenómenos de una época determinada, de
una cultura especialmente caracterizada, tanto espiritual como sentimental
mente, este sentido de los hechos, debe asistirle en su labor. Su creación
debe moverse sólo dentro de las fronteras así trazadas. También debe
mantener estas fronteras cuando se arriesgue por las regiones de la
Hipótesis.
Sin la_ investigación critica y_ la confirmación de los hechos no lo-
gramos resultado alguno. Esta orifica consiste, en primer término, en el
análisis- y la comparación de las fuentes. Una serie de investigaciones
previas de larga duración, cuya técnica ha adoptado a veces la forma de
una .disciplina especial, caracterizan la actividad del crítico. Pero la más
alta finalidad que el historiador ha de tener siempre a la vista es la
síntesis de sus distintos trabajos en una construcción histórica. .Aunque
no sienta en sí mismo la capacidad o la inclinación para realizar esto, debe
dirigir, sin embargo, su actividad de investigador por rumbos que lleven
a esa construcción, l^a crítica como tal no debe nunca constituir un fin en
sí misma. Toda construcción exige, sin embargo, una cierta destreza formal
/u n cierto sentimiento de la forma y sobre todo también las más profundas
bases ideales sobre las cuales levantarse. Para los medios de expresión
:ríticos pueden señalarse seguramente puntos de vista generales, para las
:areas del pensamiento no pueden prescribirse indicaciones y reglas El
3 2 , — BAU ER.— INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO De Y a HISTORIA
— 496 —
§ 1. G e n e r a lid a d e s
parece como si se dejasen arrastrar, con mucha frecuencia, por sus fuentes,
en lugar de ser ellos los que lleven la dirección. Se examinan y confrontan
los fascículos de un autor y resulta que sólo presentan extractos de actas
y extractos de actas. E l autor abandona al lector el cuidado de sacar las
conclusiones. En determinadas circunstancias, nada habría que objetar,
cuando, por ejemplo, se tratase de una Edición, pero de vez en cuando
surge de nuevo esta serie de extractos y el autor marca el tono del trabajo,
confunde los deberes del editor con los del refundidor, sin satisfacer ni
los unos ni los otros.
lógicamente rechaza esta equiparación, la más -pura Ciencia guarda con las
dotes expositivas una relación mucho más estrecha de lo que muchos creen.
L a articulación de todo trabajo científico debe ser clara, debe despertar
en nosotros el sentimiento de que se trata de un todo organizado, en el
que cada parte deriva de la otra como algo natural. En el modo que cada
autor tiene de dividir su objeto, revélase ya su concepción, la mayor parte
de las veces. L a forma más adecuada para «na obra histórica es la cro
nológica, pero ésta es también la más externa. Por eso, la forma de
Anales no puede nunca ser elevada a las pretensiones superiores de una
exposición que satisfaga. Sólo donde confluyen en una unidad el punto de
vista cronológico y el real comienza la más profunda inteligencia de la
esencia de la Historia. Pero en esto no puede señalarse ninguna regla
de general vigencia, sobre todo porque toda división depende de la con
cepción histórica general. Una comparación entre L eop . v . R a n k e , D t. G.
im Zeitalter der R eform ation = SW., 1-6, y E d d . F u ETEr , G. des europai-
schen Staaten system s von 1492-1559, en H db. d. M ittelat. u. N eueren G.,
1919, obras en las que ambos tratan las mismas cuestiones, podría ilus
trarnos sobre las posibilidades diversas de ordenación. L a mayoría de
las veces la "Introducción” es ya en esto característica. F u ETEr comienza
en seguida con una extensa Sistemática, R a n k e con unas bases, breve
mente expuestas, que comienzan con los tiempos carlovingios. Estos ci
mientos de la exposición constituyen la forma clásica. Pero no son la
única. En cierths circunstancias, se puede actuar de un modo más res
trictivo y comenzar dentro ya de' la corriente de los acontecimientos,
destacando súbitamente alguna • personalidad, algún hecho importante.
E d d . M E y Er , C aesars M onarchie un d das Principat des P om p eju s. Iri
ñere G. R o m s von 66 bis 44 v. Chr., * 1923, comienza a sí: “ Hacer justicia
al vencido es una de las más difíciles tareas que se le plantean al histo
riador. Esto lo ha experimentado Pompeyo en un grado en que pocos lo
experimentaron.” Cuando se trate de exponer la historia de un territorio
o adecuado es hacer una introducción con la descripción de las circuns-
ancias geográficas. Esto lo hace, por ejemplo, también T h Eod . M om'm sen
en su H isto ria R om ana. Si se trata de la historia de una comarca o de
jn pueblo o tribu, lo que corresponde es hacerla preceder de un estudio
le los hechos etnográficos. Vid. S igm . R [E zGER, G. B aie rn s, 1 (187,8).
3ero esto depende mucho también de la finalidad que el autor persiga con
u trabajo. E ng . M ü h i . b a c h ER convenza su Dt. G. unter d e n K a r o l i n g e r n
Historia alemana bajo los Carlovingios), 1 = Bibl. dt. G., 2 (1896), con
m capítulo dedicado a “ Fuentes” . Dado qu¿ esta obra de M ü h d b a c h Er
s sólo parte de una obra miscelánea, puede prescindir de una ojeada gene-
ai retrospectiva, pero en el capítulo que sigue al de “ Fuentes” tiene,
aturalmente, que arrancar del “ Origen y ascensión de la Casa Carlo-
íngia” . Por otra parte, que un trabajo, penetrado de un fuerte “ pathos” ,
— 500 —
Afín al Manual es el Tratado, sólo que éste no tiende tanto a dar upa
visión íntegra del tema como aquél, sino que persigue más bien unaCfina-
lidad didáctica. Esta finalidad constituye el punto central del Tratado. Son
fines didácticos los que determinan la selección, la ordenación y la orga
nización de la materia, de tal modo que el estimulo científico es equiva
lente al de la utilidad pedagógica. Estas cuestiones caen por completo
dentro de la Teoría de la Educación y de la Enseñanza y son tratadas
con detalle en la bibliografía de esta especialidad. A este respecto son
ilustrativas las recensiones sobre tratados en Vergangenheit und Gegen-
■ wart. Z sch t. f ü r den G. unterricht u. staatsbürgerliche Erziehung in alien
Sch ulgattungen, 1911 ss.
Para fines de la enseñanza superior citaremos: W ebER-Waldamus, Lekr.- u. Hdb.
der Weltg., 4 vols., n 1900/8, recientemente refundido por L dw. R ie s s ; F rz. X .
K r a u s , Lehrb. der Kircheng., *1909. Dedicado también a fines de enseñanza, K . H eus -
s i , Kompendium der Kircheng., 1909, “ 1922. Notable por su ordenación y selección
de la materia es Ge,. MEntz, D t. G. im Zeitalter der Reformation, der Gegenrefor-
mation u. des 303. Krieges 1493-1648. Ein Hdb. fü r Studierende, 1913.
días, lo conocido desde larga fecha. Claro está que sólo se logran efectos
semejantes por el perfilar cada vez más tesis y antítesis. H ijo del Pe
riódico, el Folletón comparte la fugacidad de la existencia de aquél, con lo
cual no quiere, desde luego, decirse que en ciertos casos aislados el Fo
lletón no pueda ser útil ni por su importancia duradero.
Entre los modernos representantes alemanes de esta manera de exponer citaremos
a Gv. F rEYTAg, Ges. Aufsatze, 2 vols., 1888; K onst. R ossler , Ausgew. Aufsdtze,
1002; K arl H illebrand , Zeiten, Volker und Menschen, 7 vols., 1874 s s .; H erm .
G rimm , Fragmente, 3 vols., 1900/2; W m. S cherer , H s . D elbrück , A ug. F ournier ,
K arl G lossy ,
§ 4. La recensión
L a Recensión deriva por sí misma de los trabajos de investigación
científica. En el fondo una gran parte de los estudios e investigaciones
vive de la recensión de trabajos y artículos que han sido escritos por otros
sobre el mismo objeto. En estas polémicas con predecesores y con los
que se interesan por lo's mismos temas hay que buscar quizá la explicación
de muchos de los defectos, siempre repetidos, de nuestro modo de entender
las recensiones. Las Recensiones forman parte integrante de nuestras re
vistas científicas, que mediante ellas dan a conocer a sus lectores: a) el
contenido, y b) el valor de las nuevas publicaciones. A estos dos impe
rativos faltan la mayor parte de las Recensiones que se publican. Uno de
los más finos críticos de los más antiguos años de la HZ, R í i n h . K os E r ,
ha comprendido brillantemente lo que debe ser una Recensión partici
pando, mediante ella, al lector lo que se encuentra en la obra de que trata
y si el autór ha cumplido la tarea que se había impuesto. Los supuestos
previos para dar satisfacción a los imperativos de una Recensión se basan:
1, en la educación científica del crítico; 2, en su dominio de la materia:
3, 'en las dotes para desarrollar su pensamiento de un modo claro y lógico
y 4, en la fuerza moral de querer servir sólo al tema, es decir, a la verdad.
Cuanto más disciplinado y más conocedor del tema sea un crítico, tanto
más fácil le será hacer rectificaciones al trabajo que tiene ante sí. Tras
de somero examen advertirá, la mayoría de las veces, si ha sido utilizada
en él toda la bibliografía que precisaba consultar y si han sido puestas a
. contribución todas las fuentes que era menester tener en cuenta. Sin em
bargo, sólo un examen detenido de todo lo que se manifieste en pro y en
contra del trabajo y, sobre todo, de lo que el autor se ha propuesto con
el mismo y respecto de si el autor ha utilizado todos los medios necesarios
para ello y de si ha logrado su finalidad, pueden proporcionar al crítico
una medida exacta" con que enjuiciar. Con excesiva frecuencia se peca de
lo contrario. Y a puede el autor proclamar cuanto guste en el prólogo que
su propósito ha sido el de tjatar de éste & del otro aspecto de la vida
— 507 —
histórica; el crítico pasa esto por alto. L a causa de ello suele estar o en
el apocamiento personal, en la vanidad de aparecer et» cualquier caso
como el más prudente y el mejor informado, o — y éste es el caso más
frecuente — en el especialismo. L a mayoría de las veces el crítico sólo
domina una pequeña parte de lo tratado en la obra que critica. El crítico
entonces solamente destaca esta parte y de una obra que tiene quinientas
páginas se refiere sólo a un capítulo, que a lo mejor apenas si es una
quinta parte de toda la obra. De este modo se da la impresión a un lector
no conocedor del tema de que ese capítulo es lo principal de la obra.
E l daño que con ello se ocasiona no perjudica sólo al autor injustamente
juagado sino también al lector, a quien engaña esa falsa impresión. Re
sumiendo ló dicho, debe exigirse, pues, que todo crítico nos presente un
índice fiel del contenido del trabajo que critica; que valore el trabajo
considerando por igual todas sus partes y procurando prescindir de todo
lo que es estérilmente subjetivo, que su juicio se destaque claramente
donde sea necesario pero adoptando una forma moderada y serena, pues
en esta serenidad se refleja ya la necesaria objetividad. Resulta inadmisible
el hecho, tan frecuentemente repetido en nuestros días, de que en “ noti
cias” sobre extensos trabajos se exprese en pocas palabras un juicio
completamente subjetivo. Por último, indicaremos también la necesidad de
dar la más exacta ficha bibliográfica de los escritos y artículos que sean
objeto de recensión (donde sea posible incluso la indicación del editor y
del precio).
El cultivo de las Recensiones se encuentra en manos de las Revistas.
Por regla general, el director de una revista envía los libros y tiradas
aparte que le remiten los editores y autores a los sabios que le parecen
competentes para juzgarlos y que se encuentran en relación con él. Desde
el punto de vista de las Revistas, la finalidad de las notas bibliográficas es,
por una parte, la de ofrecer un cuadro claro y objetivo de los movanientos
y orientaciones que por el momento dominan y, por otra, la de tomar
oosición respecto de las nuevas publicaciones científicas. Por desgracia, en
Alemania las Recensiones carecen a menudo de un “ aprecio” real hacia
as aportaciones científicas ajenas y se dejan llevar por el afán de poner
-eparos a todo y de saberlo todo mejor.
Como ejemplo de un crítico acerado, pero sumamente meritorio, citaremos a A i.Fr .
r. G uTsch m id , que ha actuado de expurgador y depurador en los dominios de la His-
oria del Antiguo Oriente y de la Historia cristiana primitiva. Muchas de sus demo-
edoras críticas han sido reimpresas en sus K l. Schirr., ed. por F rz . R üh i ., 5 vols.,
889 ss. También es ejemplar la contribución realizada como autor de recensiones
• como crítico de libros por P aui, S che FFEr -B oichorst . Léanse sus Gesammelte
'chriften, 2 = Hist. Studien, 43 (1905). Un maestro de la expresión sale siempre
riunfante de la prueba mediante la feliz combinación de la agudeza critica y de un
rte de exponer elegante que trasluzca amenidad e ingenio. Una lectura de las revis
as corrientes informa del mejor modo acerca de las modernas Recensiones.
— 508 —
§ 5. La exposición oral
La exposición desarrollada oralmente ha de reflejar, en toda su es
tructura y en todas sus partes, que el disertante tenía conciencia de la
diferencia que existe entre hablar y escribir. E l más profundo contenido
científico de una conferencia puede perderse en el vacío y no ser de uti
lidad alguna si el orador pierde de vista el hecho de que está enseñando
a su público. E l conferenciante debe tener en cuenta: 1, la capacidad
receptiva de sus oyentes, y 2, la posibilidad de compulsar los Resultados
expuestos en sus explicaciones.
L a capacidad receptiva del oyente es mucho más limitada que la del
lector. En general, una hora y media es el tiempo máximo durante el cual
se puede exigir atención por parte de un auditorio, cuando se trata de la
disertación seguida de un particular. En las exposiciones orales, los de
talles cansar con más facilidad que en la lectura. Y con esto rozamos ya
también la cuestión de la posibilidad de compulsar lo que decimos. El
lector está en situación de detenerse en su lectura, de releer lo leído, de
comparar los argumentos aducidos por el autor con los de otro, de com
pulsar citas, es decir, de repasar reiteradamente el trabajo de otro. El
oyente, en cambio, se encuentra respecto a esto en una posición desfavo
rable. Desde luego, un auditorio dispuesto a la crítica es tanto más des
confiado cuanto más conciencia tiene de su debilidad.
El conferenciante que tiene, naturalmente, la intención de convencei
a sus oyentes debe tener en cuenta estos hechos y sacar de ellos las opor
tunas consecuencias. Esto es, por lo que al contenido se refiere, tendri
que esforzarse por presentar el conjunto de su materia con una especia
brevedad. Sin embargo, en los detalles habrá de ser con frecuencia má:
prolijo' que el escritor, porque éste puede tratar con brevedad de mucha:
cosas remitiéndose a las obras bibliográficas o a las fuentes. Esta dispa
ridad existente entre la necesidad de ser breve, por una parte, y por otn
de ser detallado, pueden armonizarse cuando el orador elige ejemplo;
típicos y con ellos señala los detalles que son precisos. Por lo demás
nunca resulta ventajoso para un conferenciante decir todo lo que sabe
Y esto no tan sólo porque en la mayor parte de los casos fatigaría a su;
oyentes, sino porque toda conferencia científica que no sea una lección di
clase o una conferencia en un acto solemne, debe conducir a ulteriore
enunciaciones. En éstas se podrán aportar muchos detalles menos forzada
mente y de un modo más eficaz que en la conferencia misma. — E l confe
renciante debe evitar, además, la larga enumeración de títulos de libros
de nombres, de estadísticas. Todo lo que puede impresionar un par d
confrontaciones basadas en los números, puede ser, en cambio, de morta
— 509 —
cuya p rim era parte se trata con acierto del estilo en H ch . v . T reitscbuee , cons-
uye una excepción. L a m ejor escuela de aprendizaje se hallará en la lectura de bue-
3 obras y el cultivo del idiom a fiem an .
ara los Abogados la cuestión jurídica por sí m ism a...” Todo M ommsen
stá lleno de tales afirmaciones. Y podría hacerse un florilegio semejante
)n T ácito, Carlyx,E, Ranee o T reitschk E. L os historiadores socio-
•gicos son más prudentes en la enunciación de afirmaciones generales,
empre que éstas no se basen en sus convicciones sociológicas. Pero en
modo que tiene E dd . F uETEr , en sus G. der tteueren Historiographie,
i caracterizar, por ejemplo, a H erdEr como un “ pequeño burgués de
reimar” , o cuando afirma de F roudE: “ N o se desembarazó tampoco de
prolijidad inglesa...” , o cuando dice: "Giesebrecht distribuye sus censu-
s con la misma tranquilidad de espíritu con que el antiguo maestro de es-
ela juzgaba por igual a los niños normales y a los anormales ” , se escon-
n, precisamente, de una manera vergonzante, sentencias que dan como
rdades generales lo que no es sino la opinión subjetiva del autor acerca
1 horizonte intelectual de un pequeño burgués de Weimar, de la alegría
rrativa inglesa y de la limitación del maestro de escuela a la antigua
inza. Esto no perjudica nada. L a exposición histórica, si no quiere ser
.olora y pobre de forma, necesita la dirección de un guía honrado, que
sque la verdad y tenga experiencia de la vida. Cada cual vive la verdad
sí mismo de manera distinta a los demás. Pero quien no se arriesga,
r temor o por prejuicios científicos, a proclamar la verdad tal como él
ve, no sirve para historiador.
XII
§ 2. Bibliografía y fuentes
A todo el que prepara un trabajo sobre algún tema le es necesario
saber o tener noticia de lo que se ha hecho por otros acerca del mismo
tema, dónde hay que encontrar las fuentes en las que han bebido sus
predecesores y dónde, en determinadas circunstancias, podrían buscarse
fuentes núevas. Con arreglo a esto, distinguimos entre:
o) Bibliografía, es decir, en nuestro caso, todo lo que esté basado
en escritos que se deriven de una elaboración, mediata o inmediata, de las
fuentes, y
b) Fuentes (vid. acerca de esto V III, § 1), que representan la origi
naria materia de conocimiento, con lo cual, como se advierte, el carácter
de fuente no es, en modo alguno, rígido. Para el expositor de la guerra
civil de César, la H istoria romana de MommsEn es Bibliografia; en cambio,
es Fuente para el historiador de la Historiografía alemana.
Siendo también la fuente material de conocimiento originario, el
rumbo seguido por nuestra indagación será el de determinar primera
mente la bibliografía que debemos consultar y después las fuentes que
haya que tomar en consideración. En esto rige como primer principio el
de que debemos poner a contribución el mayor número posible tanto de
fuentes como de bibliografía.
— 518 —
I. G enerales
1) L a serie de conceptos de tiempo: Historia de la Edad Media,
Historia de la época de 1050 a 1200.
2) L a serie de conceptos determinada por el espacio; Historia de
Europa, de los Estados románicos, de Francia, Historia del Dijonnais,
del Monasterio de Clairvaux.
3) L a serie histórico-espiritual: Historia de las ideas directrices de
la Edad Media europea, del Cristianismo, de la Iglesia Católica, del
Papado, del Monaquisino, de los Cisteréienses.
4) L a serie histórico-religiosa:Histoí ia de la Teología, de la Mística,
de la Herejía, de los Cátaros, de los Albigenses.
5) Lít serie histórico-literaria; Historia de la Predicación cristiana.
II. E s p e c ia l e s
1) Biografía de San Bernardo.
2) Historia de las Cruzadas, de la segunda Cruzada.
3) Historia de los Papas Honorio II, Inocencio II, Lucio II, Euge
nio III.
4) Historia de Abelardo.
Sobre la base de semejantes reflexiones sistemáticas resulta posible
lograr los puntos de vista necesarios para la. ulterior investigación de las
— 519 —
§ 4. Proceso de la investigación
De lo que llevamos dicho resulta que la obtención sistemática del
material bibliográfico debe pasar por dos etapas: 1.* L a determinación de
las series de hechos y de las relaciones entre los hechos. Sólo a base de
este conocimiento se puede llegar, 2.*, a los puntos de vista para selec-
do r; Dictionnoire générale de la politigue. ed. por M aur. B lock, * París, 1884. Se ocu
pa también del Extranjero. — Dictionnoire des finances, ed, por L ¿ on S ay, L ouis
F oyoT y A. L anjallEy, París y Nancy, 1889; Diccionario de la administración espa
ñola, ed. por M artínez A lcubilla , * Madrid, 1886 ss. Persigue principalmente fina
lidades prácticas (264).
Economía política: Wb. der V olkswirtschaft, ed. por Lnw . E lster , 2 vols., 1898,
'1906-07, * 1911; Dictionary o f politicai econOmy, ed, por R. H . J . P algrave, 3 vols.,
Londres, 1894-1900; Nouveau dictionnoire d’économie politigue, ed. por L éon S ay
1r C h ail EY-BERT,_ 2 vols., París, 1891-94, ' con, spts. 1904 (265).
Teología y Ciencias religiosas: D ie Religión in G. u. Ggwart. Hdwb., ed. por
? r . M. S chiele , 5 vols., 1909-13. Destacada obra de consulta. Abundantes indica-
ñones bibliográficas, ' 1936 ss., en publicación. Bncyclopaedia of Religión and Ethics,
:d. por J. H astings y J. A. S elbie , Edimburgo, 1908 s s .; Ausf. Lexikon d. griech.
i. rom. Mithologie, ed. por W. H. R osch Er , 18&4 ,ss.; W . S mith , A dictionary o f
Treek and Román biography and mithology, 3 vols., Londres, 1873; Realenzyklop.
Íes fudentums. IVb. fü r Bibelfreunde, Theologen, Junsten, por J. H amburgEr , 3 Abt.,
896-1901; The Jewish Bncyclopaedia. A descriptive record o f the history, religión,
iteratur and customs of the jewish people, Nueva York, 1901; Kirchenlexikon oder
íncykl. d, kathol. Theologie, ed. por H ch . W etzer y B en. W elte, 13 vols., 1847-60,
1882-1903; Real ene. f. pro test. Theologie u. Kirche, 1 ed. por H erzoc, 1854, 'por
lERZOG y PiTT, 18 vols., 1877-88, * por H auck , 1896 ss. Con acusada acentuación
e H istoria eclesiástica. Notables aportaciones. Vid. por ej. el artículo “ A ufklárung”,
e T robctsch, * 2 (1897), 225-241; Kirchliches Handlexikon, ed. por M ich . B uch -
ErgEr, 2 vols., 1907 (buen complemento de W etzer -Welte ) ; Dict. de theologie
Uholique, ed. por A. V acan T, cont. por E. M argeno * , París, 1903 s s . ; The Cathdic
Incyclopaedia, on Ínter. Work of reference on the constitution, doctrine, discipline
id history o f the catholic church, ed. por C h . G. H erbermann, Nueva York, 1907
siguientes. Cítase abreviadamente como V acanT-Mangenot. Buenas indicaciones
¡bliográficas; Disionario d i erudizione storico-ecclesiastica da S . Pietro ai nostri gior-
i ed. por GaET. M oroni, iop vols., Venecia, 1840-79 (266).
§ 6. Bibliografía general
E l historiador, que no se mueve en el estricto campo de su especia-
dad, se encuentra con que no siempre le resulta suficiente la bibliografía
e ésta. Pero incluso cuando permanece por completo dentro de las fron-
:ras de la Historia, precisa, para resolver las citas defectuosas o incom-
letas o para los hechos sobre los cuales le dejan en la estacada las obras
itiguas o modernas, de un examen en las obras de consulta, que solicita
;1 bibliotecario. Indicaciones detalladas en los Manuales de Bibliografía,
id. A r n im G ra E s El , P'ührer fü r Bibliotheksbenutser, 2 1913, p. 96 s s .;
. F. A r n o ld , A. Bkde., s 237 ss., y G g. S c h n Ei d í r , Hdb. der Biblio-
Para Alemania: Sobre las Ferias de libros celebradas en distintas fechas (San
Miguel, Pascua, A ño Nuevo) de 1564 a 1749 en Francfort y de 1594 a 1860 en Leip
zig y los Catálogos de Libros de dichas ferias, p ille a d o s, en parte, por particulares,
con la ordenación alfabética o por materias: Gv. S chw ETsc h k e , Codex nundinarius
Germaniae literatae, 1: 1564-1765 (1850), 2: 1766-1846 (1877).
Para la época 1700-1750 utilícese W m. H e in s iu s , A llg. Bücherlex., 19 vols., 1700
a 1892, vol. 1-4: 1700-1810, un catálogo de libros, en parte sistemático, en parte alfa
bético, para el período 1700-1750 absolutamente necesario. Digno de confianza: C h r is -
Tian Gotteob K ayser , Volhtándiger Bücherlex., 1750 (1834-1910), vol. 1-6: 1750-
1832 (1834-36), Catálogo alfabético de los libros publicados en Alemania, con un vo
lumen de índices fuera de serie, según conceptos, vol. 7-8: 1833-40 (1841-42), desde
los vols. 9-10: 1841-46 (1848) hasta los vols. 21-22: 1877-82, se publica cada cinco
años, desde los vols. 23-24: (1883-86) cada tres años hasta 1910. J oh . K onrad H ín -
r ic h s publica desde Pascuas de 1798 el H.sche Halbsjahrkatalog para 1797, desde
1843 la Allgem. Bibliographie fü r Deutschland, que desde 1893 se llama Wochentli-
ches Verzeichniss der erchienenen and vorbereiteten Neuheiten des deutschen Buch-
handles. Desde 1846 aparece además en H in r ic h s un Vierteljahrskatalog, desde 1856
mi Fünfjahrkatalog, que en 1906 se convirtió en un Dretjahrskatalog. Perfecciona
mientos y complementos de esto en Ge. T h e ler t (A uc . H ettler ), Supplement zu
Heinsius, Hinrichs und Kaysers Bücherlex., 1893. Vid. Bbrsenblatt d. dt. Buchhan-
iels, 1834^ s s ., desde 1866 nuevas publicaciones diarias ordenadas por editores.
Además de lo citado, presta buenos servicios el Schlagwortkatalogue, Verz. d.
Bücher u. Landkarten in sachlicher Anordnung, ed. por K are G eorg (y L eop. O st),
Vol. 1: 1883-87 (1889), Vol. 7: 1910-12 (1914). Cada concepto, como, por ejemplo,
‘ Ir.glaterra” , con subdivisiones por materias. Desde 1911 K a y ser , H in r ic h s y G eorg
iparecen reunidos en el Dt. Bücherverzeichnis, Eine Zusammenstellung der in deut-
chen Buchhandel, erschienenen Bücher, Ztschrr. u. Landkarten, nebst einem Stich-
md Schlagwortregirter, editado por la “ Borsenverein deutscher Buchhandler” , V o L :
[921-25 (1927). — El examen de los Wochentliches Verzeichnisses, dirigido desde 1906
tor la ~Borsenverein deutscher Buchhandler” , dividido según ramos del saber y pro-
■ istos de un índice alfabético de autores, resulta indispensable para el conocimiento
leriódico de las novedades literarias que aparecen eñ librería.
En estos catálogos no figuran, por ejemplo, ia mayoría de los escritos de caráctei
iniversitario o escolar, esto es, Programas, discursos académicos, tesi$ doctorales, etc.
'odo lo que hay que tener en cuenta como medios auxiliares de consulta por lo que
las distintas Universidades se refiere lo señalan W m . E rdmann y E wald H orn ,
libliographie der dt. Unwersitáten. Systemat. geordnétes Verzeichnis der bis Ende
899 gedr Bücher u. Aufsatze, 3 vols., 1904-05. Lo relativo al año 1910 encuéntrase
n O tto E. E bert y O s k . S c h eu ER, Bibliogr. Jb. f. dt. Hochschulwesen, 1 (1913).
’ara Berlín existe el Verz. der Berliner Universi'atsschriften, 1810-85 (1899); para
¡onn, el Verz. der Bonner Universitatsschrr., 1818-85, por F c h . M il k a u , 1897;
ara Breslau, el de K . P r e t z s c h : 1811-85 (1905). — Desde 1887 (informa a partir del
ño 1885) se publica el Jahresverz. der an dt. Universitáten erschienenen Schrr., orde-
ado alfabéticamente por Universidades, cada cinco años un índice. Además, el Jah-
’ sverz. der schweizerischen Universitatsschrr., 1898 ss. Nuevas publicaciones indica
! Bibliographisches Monatsbericht über neu erschienene Schul- u. Universitatsschrr.
1. por G. F ock , 1890 ss.
Los Programas de los Institutos de 2.a Enseñanza (Gimnasios) y de las institu-
ones docentes equiparadas a ellos, hasta 1910 se encuentran en R u d . K lussm ann ,
ystem Verzeichnis der Abhandlungen, welche in den Schulschrr. samtlicher an den
'rogrammtausche teilnehmenden Lehrantstalten seit 1876 erschienenen sind, 1 : 1876-85
8%)), 2 : 1886-90 (1893), 3: 1891-95 (1899). 4: 1896-1900 (1903), 5: 1901-1910
916); periódicamente informa el Jahresverz. der an d t. Schulnnstalten erschienenen-
bhandlungen, 1: 1889 (1890 ss.). Además, el Verz. von Progfamwabhlgen., welche
— 530 —
(269) Además de las obras citadas en el texto, vid. las “ Bibliografías generales'
españolas en el § g bis, que especialmente se dedica a la “ Bibliografía de la Histori;
española” .
(270) En España existen actualmente, dos revistas de contenido crítico genera
y de un carácter que pueda asimilarse al de las extranjeras citadas en el texto: 1<
titulada “ Bibliotheca Hispana. Revista de información y orientación bibliográficas”
editada por el Instituto Nicolás Antonio, del Consejo Superior de Investigacione
Científicas, y (le la que ha aparecido el número 1 del tomo I, correspondiente a 1
Sección I : Obras generales, Bibliografía, Religión, Filosofía, Pedagogía, Estadís
tica, Sociología y Política, Economía, Derecho (Madrid, 1943), y la “ Revista d
— 533 —
übliografía Nacional” , que comenzó a publicarse en 1940, dirigida por don M igu Ei
irtigas . Recoge toda la bibliografía impresa en España y publica notas críticas de
is publicaciones más interesantes. Las revistas generales (vid. la nota y bis), litera-
ias, históricas, etcétera, publican también notas bibliográficas criticas. (Vid. el § 9
i:, Bibliografía de la Historia española, en que se detallan las revistas históricas
lie se han publicado, o se publican actualmente en España y aquellas otras que. sin
ener estrictamente aquel carácter ofrecen interés para el historiador.) — 1En Por-
jgal se publican los “ Anais das Bibliotecas y Arquivos. Revista trimestral de bi-
liografía, bibliología, biblioteconomía, bibliotecOgrafía, arqueología, etc.” , 1926 ss.
(271) La Bibliografía histórica general española se indica en el § 9 bis, Biblio-
rafia de la Historia española. Hemos preferido reunir en este parágrafo todos los
latos bibliográficos interesantes para el historiador español, en lugar de diseminarlos
1 pie de cada página, según los sugiriese el texto; en el mismo se encontrarán re
midas las Bibliografías generales, Bibliografías históricas, Bio-Bibliografías, Bi-
liúgrafías periódicas, Revistas históricas, etcétera, de interes para la Historia de
apaña. /
— 534 —
burgo. § 33. Brandeburgo. § 34. Sajonia y Turingia, § 35. Silesia, § 36. Posnania,
5 37. Hamburgo, Brema. Lubeck, § 38. Hansa, § 39. Schleswig-Holstein, Mecklem-
burgo, Pomerania, § 40. Prusia occidental y oriental, Orden Teutónica, § 41. Livonia,
Estonia, Curlandia, § 42. Historia alemana general, Historia de las Instituciones
y de la, Economía alemanas, § 43. Historia de la Cultura alemana. — Sec. III, E x
tranjero: § 44. Italia, § 45. España, § 46. Francia, § 47. Bélgica, § 48. Holanda,
§ 49. Inglaterra, §.50. Dinamarca, § 51. Noruega, § 52. Suecia, § 53. Rusia, § 54. P o
lonia, § 55. Bohemia, § 56. Yugoslavia, § 57. Hungría, §. 58. Rumania, § 59. Imperio
Bizantino, § 60. Grecia moderna, § 61. Cruzadas, § 62. Islam, § 63. India, § 64. China,
§ 65. Japón, § 66. Á frica, § 67. Norteamérica, § 68. Centroamérica y Suramérica,
§ 69. Australia. — Sec. IV , Generalidades: § 70. Historia Universal general, § 71. F i
losofía y Metodología de la Historia, § 72. Historia eclesiástica, § 73. Paleografía,
§ 74. Diplomática, § 75. Genealogía. — En cada parágrafo se indica el título exacto
en las notas, y dentro del parágrafo se numeran los títulos consecutivamente. Esta
numeración está en relación con el resumen que se da en el texto, que en lo funda
mental no suele perder de vista los progresos de la Ciencia. Pero, dado que no todos
los escritos y trabajos tienen valor para ser recensionados o no son accesibles para
poderlos reseñar, estos trabajos van señalados con *, y aquellos cuya reseña queda
reservada para otros años, con **. Al final de cada volumen hállase un Indice de las
Siglas de distintas Revistas determinadas, de las abreviaturas más generales de Re
vistas y finalmente advertencias para el manejo de la obra. — Resulta útil el que las
recensiones más importantes vayan a veces acompañadas de una breve indicación
sobre el valor de la obra que reseñan, añadida entre corchetes a los títulos de los
libros: ‘'m eritorio” , “ recusable” .
Los Jberr. sólo poco a poco han ido creciendo: E l Vol. 12: 1889 (1891) ofrece por
primera vez una información acerca de la Historia rusa; el Vol. 13: 1890 (1892) otra
igual sobre la Grecia moderna; el siguiente, sobre la India, etc. No todos los años
:raen todos los informes. Los informes sobre Diplomática medieval no aparecen, por
ijemplo, en el vol. 9: 1886 (1889) y en el vol. 10: 1887 (1889) v se incluyen como
ipéndice en el volumen 1 1 : 1888 (1891), informando sobre los años 1885-88.— Se ha
daneado una ampliación de la empresa, sobre base internacional, por el Congreso
internacional de Historiadores.
Mitte.hingen aus der historischen Literatur, ed. por la “ Sociedad H istórica” , de
ierlín, 1873 ss. Informes sobre las obras de nueva publicación (más rara vez sobre ar-
ículos de revista), con la principal atención dirigida más al contenido que a la crítica;
ampoco tienden a ser completos. Pasan por alto las Revistas históricas. Sobre His/o-
ia primitiva: Vorg.liches Jb., ed. por M ax E bErt , i : 1924 (1925), 2: 1925 (1926).
de las nuevas publicaciones sobre Historia italiana. Dividida en series, al final de cada
serie un Indice; por ej. como apéndice a la serie S» "vol. so (1912) (vid. supra, p. 317).
— Rivista storica italiana, 1884 ss., dirigida por C onstanzo R in a u d o , índ. 1884-1901.
Solamente recensiones y sumarios de revistas. — De la Historia italiana, pero tam
bién de la Historia general, se ocupan las Quellen und Porschungen aus italien. A r
chiven und Bibliotheken, ed. por el “ Preuss. Hist. Inst. in R om ” , 1898 ss. Buena
bibliografía. — Archivio Muratoriano, Studi e ricerchi in servizio delta nuova edi-
eione di Rer. Ital, S S ., di. L . A. M u r a t o r i , Cittá di Castello, 1904 ss., desde 1923
absorbido por el Bolletino del htituto storico Italiano, Roma, 1886, con el subtítulo
ie Archivio Muratoriano.
Dan la preferencia a ramas especiales de la Historia la Zeiischr..der D i. Morgen-
ándischen Gesellschaft, Leipzig, 1847 ss.; Hermes, Ztschr. f. klass. Philologie, fun-
lada por G. K aib EL y R obert , Berlín, 1866 s s .; Zeitschr. fü r das Gymnasialwesen,
Serlín, 1847 ss.; Zeitschr. für die osterr. Gymrtnsien, Viena, 1850 ss.; Klio, Beitrage
¡ur alten G., 1901 ss.
L e Moyen-Age, Bulletin mensuel d’histoire et de philologie, ed. por A . M arignan
■ W . W ilmotte, 1888 ss. Información bibliográfica. — A l conocimiento de las fuentes
nedievales dirígese sobre todo la Bibliothéque de l ’ École des Chartes, París, 1839 ss.
nformación bibliográfica. — A rchiv d. Ges. f . altere d t. GMunde, Francfort, 1820-74,
lego: Neues Archiv (vid. infra, p. 312). Breves reseñas de las nuevas publicaciones
dativas a la Edad Media alemana. — Byzantinische Zeitschrift, fund. por K arl
I rumbachER, 1892 ss. A este lugar corresponden también las secdones germanista
riesde 1880) y canónica (desde 1911) de la Zeitschrift der SaiñgnyStiftung fü r
’.echtsgeschichte (llamada comúnmente Savigny-Zeitschr.), W eimar, 1861 ss., con notas
ibliográficas. — Romische Quartalschrift f. christl. AItertumskde. u. f . Kircheng.,
undada por A . de W aal, Roma, 1887 ss., trae también recensiones. — Archiv f. Lite-
ttur- u. Kircheng. d. Mittelalters, fundada por H. DEniple y F. E h rl E, 1885 ss.
Vierteljahrschrift f. Sozial- u. Wirtschaftsg., fund. por S teph an B auer , Gg . v .
ELow, L. M . H arTmann , 1903 ss., cuyo precedente Jué la Zeitschrift f. Sozial- u.
Wirtschaftsg., 1893-1900.— Scpnomisch-historisch Jaarboek. Bijdragen tot de econo-
íische geschiedenis van Nederland, L a H aya, 1915 ss. — D t. Vierteljahrschrift f.
iteraturwissenschaft u. Geistesg., ed. por P aul K e u c k h o h n y E r ic h R othacker ,
)23 ss.
A la Historia moderna se dedica la Revue cThis<toire moderne et contemporaine,
arís, 1899 ss. Abundante bibliografía. — L a révolution franpaise, fund. por A. D id e ,
rígida después por A ulard , París, 1881 ss. — Revue d’histoire diplomatique, París,
>87 ss., trata sobre todo de política exterior. Informadón bibliográfica. — A rchiv
Reformationsg. T exte und Unlersuchungen, ed. por W alt. F r i Edensburg, Berlín,
103 ss. — •A rchiv f. Politik u. G., 1923 ss.
A la historia de los países de Alemania en general se dedican el Korrespondenz-
att d, Gesamtvereins d. dt. Geschichts- u. Atíertutnsvereine, 1853 ss. Buena infor-
ición bibliográfica. — Deutsche Geschichtsblatter. Monatsschr. zu r Forderung der
ndesg.lichen Forschung, dirigido y editado por A rnim T ille , Gotha, 1900-20. Büe-
s reseñas generales. Y a no se publica.
Las Revistas dedicadas a la Historia territorial en particular están indicadas de
1 modo bastante completo en D .- W .8, ps. 47-53. Desbordan dd marco estricto de la
istoria territorial propiamente dicha: Zeitschrift f. G. d. Oberrheins, fund. por
F . M one, 1850 ss. Nueva serie desde 1885.— ■ Hansische GMatter, 1872 ss. (traspasa
; límites de la Historia territorial). — Westdeutsche Zeitschrift f . G. u. Kunst,
bst monatl. erscheinenden Korrespondenzblatt, 1882 ss.— Desde 1921 aparecen los
1zeiger f . Schweizerische Geschichte, Berna, 1870 ss, y el Jahrb. f. Schweizerische
schichte como una sola revista con d título de Zeitschrift f . Schweizerische Ge-
hichte.
— 540 —
obra no comprende sólo los libros y folletos españoles, sirio también los
portugueses.
Como obra de este tipo, anterior al “ Manuel de l’Hispamsant” , debe
mencionarse el ensayo realizado por don M arcelino M enéndez y P elayo
con el título “ De re bibliographica” y publicado en el tomo III de “ La
Ciencia española” (3.a ed., Madrid, 1887, nueva ed. en “ Obras comple
tas” ). Este trabajo es también una Bibliografía de Bibliografías. — Desde
luego, la obra bibliográfica española más antigua es la “ Bibliotheca his
pana vetus” y “ Bibliotheca hispana nova” , de don N icolás A ntonio,
publicada en Roma de 1672 a 1696 y que tiene el carácter de una Bio-
Dibliografía (vid. infra).
Véanse, además, las siguientes bibliografías españolas de tipo general o limitadas
, un período o una región: B artolomé J osé G allardo, Ensayo de un Biblioteca
‘spañola de libros raros o' curiosos..., 4 vols., Madrid, I, 1863; II, 1866; III, 1888;
V , 1889; C onrado H a EblER, Bibliografía ibérica del siglo: X V . Enumeración de
odos los libros impresos en España y Portugal hasta el año de 1500. Con notas crí-
icas. La Haya-Leipzig, 1903, 2.1 parte, 1917; D ionisio H idalgo, Boletín biblio-
ráfico español y extranjero, 11 vols., Madrid, Sancha, 1840-1850; el mismo, Boletín
ibliográfico español, 9 vols., Madrid, 1860-1868.; el mismo, Diccionario general de
bibliografía española, 7 vols., Madrid, 1862-1881; M . MEnén.dez P elayo, Biblioteca
e la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1. Bibliografía Hispano-Latina clá-
ica, tomo I (único publicado), Madrid, 1902; P . S alva y M allén , Catálogo de la
biblioteca de Salvá, enriquecido con la descripción de otras muchas obras, etc., 2 vols.,
'alencia, 1872; C onde de las N avas , Catálogo de la Real Biblioteca. Autores. His-
>ria, Madrid, 1910; M ariano A guiló y F uster , Catálogo de obras impresas en
mgua catalana desde 1474 hasta 1860, Madrid, 1923; J. R ibell ES C omin , Biblio-
rafía de la lengua valenciana desde el establecimiento de lo imprenta hasta nuestros
las, Madrid, 1920; M A lcocer M artínez , Catálogo razonado de obras impresas en
’alladolid, Valladolid, 1926; A . A llende S alazar Biblioteca del vascofilo. Ensayo
? un catálogo... de las obras referentes- a... Vizcaya, Guipúzcoa, Álava y Navarra,
íadrid, 1887; Spaniih Bibliography, Londres, Hispanic Notes and monographs.
ibliogracis Series, 2, 1925; E nrico Z accaria , Bibliografía italo-ibérica ossia edi■
one e versioni di opere spagnole e portoghesi fattesi in Italia, Parte I, 2.* ed. Carpi,
)dB; E . T oda y G ü Ell , Bibliografía esponyola d?Italia: Deis origens de la imprempta
ns a l’any 1900, Barcelona, 1929; el mismo, Bibliografía española de Cerdeña, Ma-
•id, 1890; A . P alau y D ülcET, Matinal del librero hispano-americano. Inventario
bliográfico de la producción científich y literaria de España y de la América latina
’.sde la invención de la imprenta Hasta nuestros días, 7 vols., Barcelona, Librería
nticuaria, 1923-1927.
B) Tipo-bibliografías. — Vid. como más importantes las siguientes: R aymundo
iosdado C aballero D e prima typographie hispanicae aetate specimen, Roma, 1793;
rsión castellana por don V icente F ontán , Madrid, 1865; F ancisco M éndez , Typo-
■ afía española o historia de la introducción, propagación y progresos del arte de la
iprenta en España, tomo I, Madrid, 1796, 2.* edición corregida y adicionada por
ionisio H idalgo , Madrid, 1861; C onrad H aeblER, Typographie ibérique du quin
óme siécle, La Haya-Leipzig, 1901-1902 (texto en francés y en español) • Juan C ata
na G arcía , Ensayo de una tipografía complutense, Madrid, 1889; F ranc . ' co E scu -
:ro y P erosso, Tipografía hispalense. Anales bibliográficos de la ciudad de Sevilla
sde el establecimiento de la imprenta hasta fines del siglo X V III , Madrid, 1894;
USTÓbal P érez P astor, Bibliografía madrileña o Descripción de las obras impre-
— 546 —
Madrid, 1778; JoSEF DE R ezábal y ÜGARTE, Biblioteca de los escritores que han sido
individuos de los seis Colegios Mayores: de San Ildefonso, de la Universidad de
Alcalá, de San Bartolomé de Cuenca, San Salvador de Oviedo y del Arzobispo de
Salamanca, Madrid, 1805; M. F ernández DE N avarrETE, Biblioteca marítima aspa
ñola, 2 vals., Madrid, s. a .; J osé A dmirante, Bibliografía militar de España. Ma
drid, 1876; J uan S empERE y G uaRinos, Biblioteca española económico-palítu a. \ vnls..
Madrid, 1801-1821; M anuel Colmeiro, Biblioteca de los economistas españoles de tos
siglos X V I , X V I I y X V III, Madrid, 1864; B onifacio dél Moral, Catálogo de es
critores agustinos españoles, portugueses y americanos, 2.* ed., Valladolid, 1882 1894;
el mismo Suplemento al Catálogo..., en “ La Ciudad de D ios” , L X IX (igoft). L X X
(1906). L X X I I (1907), L X X H I (1907), L X X I V (1907). L X X V (1908) y LX X VI
(1908); F elipe P icaTostb, Apuntes para una biblioteca científica deI siglo X V I,
Madrid, 1891; A . H ernández M orejón , Historio bibliográfica de la medrina espa
ñola, 7 vols., Madrid, 1842-1852; F . F ernández y González , Plan de una ¡M aleen
i e autores árabes españoles, o estudios biográficos y bibliográficos para serrar al
tstudio de la literatura arábiga en España, Madrid, 1861; F rancisco M artí O ra
ales , Ensayo de un diccionario biográfico y bibliográfico de poetas del reino de
Valencia hasta el año 1700, Madrid, 1927; A gustín M illares , Ensayo de uva Bio
ñbliografía de escritores naturales de las Islas Canarias (siglos XVI . X V I 1
; X V I I I ) , Madrid, 193a (vid. además la bibliografía que se indica en la n« ia 154).
C ) Bibliografías generales periódicas.— En la actualidad no se publican en Es
taña más bibliografías periódicas que las incluidas en la “ Revista de Bibliografía
íacionat” y en “ Biblioteca Hispana. Revista de información y orir-mariói. bihlío
ráficas” , que publica el Consejo Superior dt investigaciones científicas. hi B-.hite
rafia de los estudios hispanistas” , que desde su fundación publica la "R cv isu <!*■
'ilología Española” , de la cual se edita una tirada aparte, impresa por nn solo lado
ara facilitar la incorporación individual de sus papeletas en los índices o catálogos
ibliográficos. L a “ Hispanic Society o f America” comenzó a publicar anualmente
ti 1905 una “ Bibliographie hispanique” , de la que han aparecido ya bastantes vriú
lenes. En .ella se da cuenta de las obras más importantes aparecidas en lene tro
ispánicas sobre historia, filología y literatura. Las Cámaras Oficiales del l,ibi ■> d*
tadrid y Barcelona comenzaron a publicar, en 1923, un boletín bibliográfico mn-sua-
m el título de “ Bibliografía general española e hispa no-am ericanaoontim incr-V
» “ Bibliografía española. Revista oficial de la Asociación de la Librería de K ;|>uia
te aparecía mensualmente desde 1901. En Barcelona se publicaba con bastante .negu
ridad y retraso una “ Revista de Bibliografía catalana” . Las revé-.tas y boletines
bliográficos han sido numerosos en España, aunque de vida efímera El más iuuvir
nte fué el “ Boletín bibliográfico español” , de don D ionisio H idalgo , cuya coleo •
tamos entre las Bibliografías de tipo general. Interesante es también d “ Boletín dt
Librería”, que se publicó en Madrid de 1873 t 1909, y cuya colección consto t
* volúmenes.
für den Zeitraum 1740-1910 (1910). — Bibliographie der ncuercn dt. Kricgsgeschichte,
prep. por A l b Ert B ud d ecke , Parte i . ‘ : La bibliografía sobre la campaña de 1864,
Berlín, 1915. — Katalog. der Bibliothek des kgl. preussen Grossen Generalstabes,
1S79 ss- — Katalog der Bibliotheksverwaltnng des k. u. k. Kriegsarchivs in IVten,
6 vols., 1896-98.
Sobre la Guerra mundial: Jos. L. K unz , Bibliographie der Kriegsliteratur, 1920;
Catalogue du fonds de la guerre. Contribution á une bibliothéque générale de la gue-
rrc de 1914-18 = Bibliothéque de la ville de Lyon. Collection des travaux de biblio
graphie, ed. por M. C a n t in eel i , Paris, 1917 s s .; Collection H r i . L ebuanc , La Grand
Guerre. iconographie, bibliographie, documents, divers, París, 1916 ss.; Die dt. Kriegs
literatur (Hinrichs). 1914 ss.; G ge. W . P rothero , A select analytical list of books
concerning the great war, Londres, 1923 (llega hasta 1921 inclusive). Vid. los escritos
de la Fundación Carnegie,
F IL O L O G IA O R IE N T A L
Orientalischc Bibliographie, ed. por A . MÜLIER, después por L ucían S cherm ann ,
1887 ss. Los volúmenes informan a veces un año o dos después de la publicación de
las obras. Se ocupa, también de Etnografía. — V ik t . C h a u v in , Bibliographie des
ceuvres arabes on relatijs aux Arabes publ'.és dans l’Europe chrétienne de 1800-1885,
Lüttich, 1892 a 1903. — Juu. F ü r s t , Bibliotheca judaica, 3 partes. 1849-63. — Zeitschr.
d. dt. morgenlandischen Gesellschaft, 1847 ss. Vid. también obras misceláneas: Die
Literalur des Ostens in Einzeldartellungen, 1901 ss., las distintas historias literarias
publicadas, además el Katalog der Bibliothek der dt. morgenland. Gesellschaft (de
Halle). 2 1900 ss. — Ensyklopadie des Islam, ed. por T h. H outsma , A . J . W e in s ie c k ,
\V. H e e f Ening , Leiden, 1910 ss. (274).
F IL O L O G ÍA C L A S IC A
F IL O L O G ÍA G E R M A N IC A Y R O M A N IC A
(27S) Vid. en España las notas bibliográficas que publica “ Emérita. Boletín de
ngüística y Filología clásica” .
— 558 —
C IE N C IA S J U R I D I C A S Y P O L I T I C A S
J. S t . P ütter , Litt. des teutschen Staatsrechts, Gotinga, 1776-91, 4 v o ls. — D . H .
L . F r h r . v . O mpteda , Lit. des gesamten sowohl natürlichen ais positiven Votker-
rechts, R egensburg, 1785-1817, 2 vols. — Bibliotheca jurídica, ed. por T h . C h . F .
E n s u n , ‘ por W . E ngelmann , i : 1750 a mediados de 1839 (1840), 2 : mediados de
1839 a mediados de 1848 (1849), 3 : 1849 a mediados de 1867 (1867). — O . A . W alter
Hondlex. d. jurid. Lit. d. 19. Jhts., 1854. — O tto M ü h l b r e c h t , Wegweiser durch
die neuere Ltt. der Rechts- u. Stootswissenschaften, ’ 1 : -1892 (1893), 2 : 1893-190C
(1901). — R ob . v . M o h l , Die G. u. L it. d. Stootswissenschaften, 3 vols., 1855-58.—
J. S tammhammsr , Bibliogr. d. Finanswissenschaft, 1903. — E l mismo, Bibliographit
d. Soziolpolitik, 1 (1896), 2 : 1895-1911 (1912). — E l mismo, Bibliogr. d. Sozialismu.
u Kommttnismus, 1 (1892), 2-1898 (1900), 3-1908 (1909). — M. N ettlau , Bibliogro
phie de Vandrchie, Bruselas, 18 9 7 . — ■ Bibliogrophie ginérale et compute des livre.
de droit et de jurisprudence, ed. por M archal y B il l a r d , i : hasta N o v . 1902 (P a
ris, 1903 ss.). — Wb. d. Volkerrechts u. d, Diplomatie (en publicación). — Kritisch,
Blatter f. d. ges. Sozialwissenschaften, ed. por HE r u . B eck , i (1905) a 8 (1912). —
Bibliogrophie d. Sozialwissenschaften. ed. por el “ S ta tis t R eich sam t.” , 1906 ss. (277)
uso (t r a je s , armas,
ajuar doméstico), monedas, medallas, sellos, etc. En
g e n e r a l se descuida
demasiado por los historiadores la apreciación de las
fu en tes museísticas.
Sólo la moderna investigación de lo popular y de lo
re lativ o a la vida y
ias artes ,prácticas ha dirigido la atención de los his
toriadores hacia los Museos.
’la ”, V I (1916), páginas 309-314; VICENTE C astañeda , Indice sumario de los manus
critos castellanos de Genealogía, Heráldica y Órdenes Militares que se custodian en
¡a Real Biblioteca de San Lorenzo de E l Esc rial, B R A H , L X X (1917), páginas 344-
388, 487-502, 551-572, tirada aparte, Madrid, 1917; el mismo, Catálogo de los manus
critos lemosines y de autores valencianos o que hacen relación a Valencia que se
ustodian en la Real Biblioteca de San Lorenzo de E l Escorial, Madrid, 1914; A . G ar
cía d e la P uente , Catálogo de los manuscritos franceses y proveníales de la Biblio
teca de E l Escorial, Madrid, 1933; P . d e C ayancos, Catalogue of the manuscribís m
the Spanish language in the British Museum, 4 vols., Londres, 1875-1893; A . P az
y Méliá, Catálogo de manuscritos de América existentes en la Biblioteca Nacional,
Madrid, 1933; J. R ibera y M. A sín , Manuscritos árabes y aljamiados de la Biblioteca
de la Junta. Noticia y extracto por los alumnos de la sección árabe, bajo la dirección
d e — , Junta para Ampliación de Estudios. Centro de Estudios Históricos, Madrid,
1912; M. S ancho I zquierdo y J. S in u é s y U rbiola , Catálogo de los manuscritos
de la Biblioteca Universitaria de Zaragoza, R A B M , 3.a ép., X X X IV (1916), páginas
114-141; M. S errano y S anz, Libros -.nanuscritos de la Biblioteca del Conde de
G andonear, R A B M , 3.a ép., V II I (1903), páginas 65-68, 222-228, 295-300; el mismo,
Catálogo de los manuscritos de la Biblioteca del Seminario de San Carlos de Zara
goza, RABM , 3.a ép., X I X (1908), páginas 417-431, X X (1909), páginas 1 17-135;
S. M ii .LER, Catalogue des monuscrits grecs de la Bibliothiquc de l’Escurial, París,
184.' J, M assó y T orrEns y J. R ubio B alaguEr , Catáleg deis manuscrits de la
Biblioteca de Catalunya, en “ Bulletí de la Biblioteca de Catalunya” , I (1914), páginas
22 ss., 49 ss., 156 ss., II (1915), páginas 107 ss., 158 ss, III (1916), páginas 93 ss,
IV (1917), páginas 78 ss.; A . A ndarías , Catálogo de los manuscritos de la Biblioteca
Municipal [M adrid], en “ Revista de la Biblioteca, A rchivo y Museo del Ayunta
miento de Madrid” , II (1925), páginas 174 ss; y 457 ss.; V . d é F uente y J. U rbina ,
Catálogo de los libros manuscritos que se conservan en la Biblioteca de la Universidad
de Salamanca, Salamanca, 1855; M . G aspar R eh iro , L o s manuscritos rabínicos de. lo
Biblioteca Nacional, en “ Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada” ,
V (1916), páginas 302 ss., y “ Boletín de la Real Academia Española” , V (1918),
páginas 601 ss., V I (1919), páginas 43 ss. y 552 ss., V I I (1920), páginas 334 ss. y
472 ss., V III (1921), páginas 40 ss. y 337 ss., X (1923), páginas 266 ss.; E . O utos
C analda, Catálogo de códices de la Catedral de Valencia, B R A H , X C I (1927), pági
nas 436 ss.; A . M. A i.bareda , Manuscrits de la Biblioteca de Montserrat, “ Analecta
Montserratensia” , I (1917), páginas 3-99; G. M old F.n h au er , Contribución al Catá
logo de manuscritos españoles existentes en bibliotecas portuguesas, Madrid, 192? ;
R udolf B eér , Die Handschriften des Klosters Santa Mario de Ripóll, en “ Sitzungs-
berichte der pliilosophisch-historischen Klasse der kaiserlichen Akademie der Wissen
schaften” , C L V , 3 Abh., C L V III, 2 Abh., Viena, 1907-1908 (hay traducción catalam
por P. B a unils , L o s manuscrits del monastir de Santa Mario de Ripóll, en “ Boletii
.le la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona”, V (1909-10), páginas 137 ss.
2.30 ss., 299 ss., 329 ss. y 492 ss.); J. B oFARULL, Codex catalans de la Biblioteca Pro
vincial de Tarragona, “ Revista de Bibliografía catalana III (1903), páginas 168-210
tirada aparte, Barcelona, 1905; J u liá n R ibera , Manuscritos arábigos en el Archive
general de la Corona de Aragón, B R A H , X L I I (1903), páginas 278-281; P a u l H og
isERG, Manuscrits espagnols dans les bibliothéques suédoises, “ Revue Hispanique’
— 563 —
Sobre historia e instalación de los Museos ilustra D av. M urray , Museums, their
history and their use, 3 vols., Glasgow, 1904. Véase, además, G v. K lemm , Zur G. d.
Sommlungen f. Wissensch. u. Kunst in Dtld., 1888; J l l . v . S chlosser , Kunst u.
Wunderkammern der Spdtrenaissance, 1908; V a l . S c h ERER, Dt. Muscen, 1913. En
K lemm , M urray y S c h e r Er detalladas indicaciones bibliográficas. — Hs. T i F.tze ,
D ie Methode der Kunstg. (1913), p. 278 ss.; O. H ombERGER, Museumskunde — Je-
dermanns Bücherei, 1924.
Graesses Ztschr, f. Museologie u. Antiquitátenkunde, Dresden, 1878 ss., ahora la
Zeitschrift f. Museumskunde, ed. por K arl K oETSCHau , Berlín, 1905 ss.
Informes acerca del lugar, dirección, organización y utilización de los Museos,
colecciones, etc., de las localidades más importantes del mundo culto se encuentran
en Minerva, Jb. der gelehrten W elt, 1891 ss.; en Kunsthdb. f . Dtld., * 1904; W.m.
O s e . D r ESSLER, Kunstjahrb., 1906 ss. — Pantheon, Intem. Adressbuch, prep. por
A l b , S chramm , 1926 (279).
ÍCXXVI (1916), páginas 377-474; G. B ar Toni , Catalogo dei codici sptmuoli delta Bi
blioteca Estense, Erlangen, i g o j ; A . E lía s d e M o u n s , Catálogo de los manuscritos
españoles, portugueses... de las bibliotecas de Roma, en “ R evista crítica de Historia” ;
Mig u el A s ín P alacios, Noticia de los Mss, árabes del Sacromonte de Granada, en
“ Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada” , I (191 r), páginas 249-278;
F rancisco E st e v e B arba, Biblioteca publica de Toledo. Catálogo de la Colección de
nanuscritos Borbón-Lorensana, Madrid, 1942; R icardo DEL A rco, Repertorio de
nanuscritos referentes a la Historia de Aragón, Madrid, 1942.
£279) Vid. acerca de los Museos españoles: F. R odríguez M a r ín , Guía histórica
f descriptiva de los Archivos, etcétera (vid. nota 256% Sección de Museos, Madrid,
1916, y las obras de A lTamira, De H istoria y Arte (Madrid, 1898), páginas 92-106;
Jarcía V illada, Metodología y Critica históricas (* Barcelona, 1921), páginas 129 ss,
’ A ntonio y P ío B allesteros, Cuestiones históricas (Madrid, 1913), páginas 203 ss.
Sobre Museística vid. en España: Ministerio de Educación Nacional. Dirección gene
ral da Bellas Artes. Inspección general de Museos Arqueológicos: Instrucciones para
a redacción dei Inventario general, Catálogos y registros de los Museos sentidos por
i Cuerpo facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, Madrid, 1914-
— 564 —
Sumamente útiles para quien investiga en los Archivos son los Inventarios im
presos. Este es el caso en Francia, donde están ordenados por departamentos. Se dis
tinguen en estos Inventaires sommaires: Fonds anciens (anteriores a 1790), y en ellos
los A rchivos seglares y eclesiásticos, y luego los Fonds modernes (desde 1790), en
series que siguen un orden determinado. En territorio alemán, Austria especialmente
ha hecho mucho en el trabajo de inventariar los Archivos, por ej. en los Mitteilungen
der 3. (A rchiv-) Sektion der k. k. Zentralkomm. sur Erforschung und Erhaltung der
Kunst. und hist. Denkmale, 1888 ss.; Inventare staatlicher Archive, 1909 ss.; Archi-
valien sur neueren G. Oesterreichs, vol. 1 = Veroff. d. Kommission fü r neuere G.
Oesterreichs, 4 (1913), relativos especialmente a los Archivos de familias nobles.
Además, Würtemb. Archivinventare, 1908 s s .; Inventare Schweizer Archive — Beil.
z Anzeiger f. Schweizer G. N F , 7 (Berna, 1893 ss.); Inventare des Grosshzgl. Ba-
dischen Genercdlandesarchives, 1901 s s .; Uebers'.cht über den Inhalt der kleinen A r
chive des 16. Jhts., por K o n st . H ó h lb a u m y H. K e u s s e n , 1896 ss. — Un intento de
índole peculiar para destacar de un todo orgánico los fondos de Archivo y para in
ventariarlos lo representa F c h . K ü c h , Polit. Archiv d. Ldgrfen. Philipp d. Gross-
mütigen von Hessen, 1 = Publikationen aus d. k. preuss. Staatsarchiven, 78
(1904) (281).
de Valencia, páginas 673 ss.; Archivo Histórico de Mallorca, páginas 705 ss.; Archivo
Histórico de Galicia, páginas 771 ss.; A rchivo de la Real Chandllería de Valladolid,
páginas 793 ss.; Archivo de la Real Chancilleria de Granada, páginas 815 ss. Vid.
también las obras, citadas en la nota anterior, de A lt a m ir a (páginas 57 s s .); G a rcía
V ill a d a (páginas 120 ss.) y B ale Es t e r o s (páginas 57 ss.). Vid. también A . E l ía s d e .
M o l in s , Archivos españoles. Noticias bibliográficas, en “ Revista critica de historia y
literatura” , V II (1902), páginas 125-140__Vid. también: E . G o n z á l e z H u r t e b is e ,
Guia histórica y descriptiva del Archivo de la Corona de Aragón, en Barcelona, 1920
(es una edición ampliada del artículo sobre este Archivo aparecido en la “ Guía” pu
blicada bajo la dirección de F . R o d r íg u e z M a r ín ). Para Portugal vid. A . M esq u it a
d e F ic u e r Edo , Arquivo Nacional da Torre do Tombo. Roteiro p r á ctico Lisboa, 1922.
(281) En España se han publicado bastantes Inventarios de fondos de los A rch i
vos. Una idea general de los códices conservados en los Archivos españoles da la
v ’eja, pero todavía útil, obra de J o sé M.a d e E g u r EN, Memoria descriptiva de los
códices notables conservados en los Archivos eclesiásticos de España, Madrid, 1859.
V id. también Z. G a rcía V ill a d a , E l caudal histórico de nuestros archivos, museos y
bibliotecas, en “ Razón y F e ” , L V (1919), páginas 61-69,. 183-190. Vid. los siguientes
Inventarios y Catálogos de fondos de Archivos españoles: Indice de los documentos
procedentes de los monasterios y conventos suprimidos que se conservan en el Archivo
de la Real Academia de la Historia. Sección I, Castilla y León, tomo I : Monasterio
de Nuestra Señora de la Vid y de San Millán de la Cogolla (Madrid, 1851), tomo I I :
Indice de monasterios y conventos suprimidos. Documentos del Monasterio de Oña
(se imprimieron trece cuadernillos con 208 páginas en total, pero el tomo no llegó
tunca a terminarse); Inventario de los fondos o procedencias del Archivo Histórico
Nacional, con expresión de los documentos que comprenden, en “ Biblioteca de A rchi
vos, Bibliotecas y M useos”, I (1871), páginas 102-106 y 118-124; [V . V ig n a u ] , Indice
ie los documentos del Monasterio de Sahagún ..., publicados por él A rchivó Histórico
Nacional, Madrid, 1875; Archivo Histórico Nacional. Clero secular y regular. Inven
tario de procedencias, Valladolid, 1924; F r a n c isc o P ons B o ig u e s , Apuntes sobre las
escrituras mozárabes toledanas, que se conservan en el Archivo Histórico Nacional,
Madrid, i 397; Archivo Histórico Nacional. Catálogo alfabético de los documentos
referentes a hidalguías, conservados en la sección de Consejos suprimidos del — ,
Madrid, 1920; Archivo H istórico Nacional, Consejo de Castilla. Sala de Alcaldes de
"asa y Corte. Catálogo por materias, Cuenca, 1925; L . B arrau-D ihico , N otes sur
— 566 —
irthivo general dé Indias, en Sevilla, Primera serie, 6 vols., Madrid, 1912, Segunda
erie, 2 vols.. 1925 (esta segunda serie se publicó antes en el “ Boletín del Centro dé
Estudios Americanistas” . X y X I (1923-1924); el mismo, Catálogo de legajos del
Irchivo general de Indias. Secciones primera y segunda: Patronato y Contaduría
cneral del Consejo de Indias, Sevilla-, 1919 (la continuación de este Catálogo, sección
sgtmda, en “ Boletín del Centro de Estudios Americanistas” , V II (1920); el mismo,
'otólogo de legajos... Sección tercera. Casa de Contratación de Indias, ibídém, V III
Í921), IX (1922); el mismo y G e r m á n L a to rre , Archivo general de Indias. Catar-
>go. Cuadro general de la documentación, Sevilla, 1918; J. RBvello, Inventarios del
[rchivo general de Indias, Buenos Aires, publicaciones del Instituto de Investiga-
ones Históricas, 1926; L. R u b io y M oreno , Archivo general de Indias. Sección V.
onsejo y Ministerio. Catálogo de legajos de la Audiencia de Santa Pe, R A B M , ter-
'ra época, X L I V (1923), páginas 82 ss.; Inventario de Registros Cedularios del
rchivo general de Indias de Sevilla, Mrdrid, s. a., tomo V de la “ Colección de
tomentos inéditos para la Historia de Iberoamérica” ; Catálogo de documentos del
rchivo de Indias de Sevilla referentes a la Historia de la República Argentina,
•,14-1810, publicados por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, Buenos
¡res, 1901-1911; R. LEVIU.IER, Repertorio de los documentos históricos procedentes
t Archivo de Indias, editados en los años ipiS-ipsi, Madrid, 1921; Catálogo de los
ndos americanos del Archivo de Protocolos de Sevilla (siglo X V I ) , 3 vols., publica-
mes del Instituto Hispano-Cubano de Historia de América de Sevilla, Madrid, s. a . ;
Uálogo de los fondos cubanos del Archivo Generál de Indias, 2 vols., Madrid, 1929-
30; J. E . M artínez F errando, Archivo de la Corona de Aragón. Catálogo de la
cumentación relativa al antiguo reino de Valencia contenida en los registros de la
mcilterideReal, 2 vols., I . Jaime I el Conquistador, II . Pedro el Grande, Madrid,
34; E . O lmos C analda, Inventario de los documentos escritos en pergamino del
-chivo Catedral de Valencia, B R A H , C III (1933), páginas 141-293, 543-616; Z. G ar-
t V illada , Catálogo de los códices y documentos de la Catedral de León, Madrid,
19; A . N ieto, Catálogo de los documentos del Archivo Municipal de León,
ón, 19*7; S. D oeorto, Catálogo cronológico e índice alfabético de los documentos
•dóricos, desde 1208 a 1817, i e l Archloo Municipal de Teruel, Madrid, 1918; E. SiE-
A C oréela, E l Archivó Municipal de Toledo. Estudio y relación de sus-fondas,
idrid, 1931; J ulio Gon íá l Ez , Indices del Archivo Histórico de Protocolos de
lamanca, Madrid, 1942; J. A gariTo y REvilla , L o s Privilegios de Valladolid. Indi-
t, copias y extractos. Valladolid, 1906; Julio Melgares, Archivo general Central,
ntabilidad de la Administración española. Catálogo que comprende los (dios d i
(4 a 1855, Madrid, 1900; Á'. P az y Me i .i A, Catálogo abreviado de papeles de la
ptisición, Madrid, 1914; vid, los catálogos e inventarios de Archivos particulares;
mismo, Documentos 'del Archivo y Biblioteca del Excm o. Sr. Duque de Medi-
reli, elegidos por su encargo y publicados a sus expensas p or— , años 1860-1814,
“ A rchivo y Biblioteca de la Casa de Medinaceli. Series de sus principales dora
ntes. í . a H istórica” , M adrid, 1915 (es un inventario, aunque muchos documentos
1 publicados íntegramente); D uquesa de B I r w ic k y de A lba, Catálogo de lat
— 568 —
colecciones expuestas en ¡as vitrinas del Palacio de Liria. Se publica por la — , M adrl
1898; vid. también los catálogos de documentos españoles existentes en Arch¡v<
extranjeros: J. P az y E speso , Documentos relativos a España existentes en lo's A-.
chivos Nacionales de París. Catálogo y extractos de más de 2Jocp documentos de U
años 1276 a 1S44. Madrid, 1934; S. P ér ez d e G uzmán , Inventario de los documei
tos referentes a España en el Archivo del Ministerio de Estado en Austria, B R A 1
L X X V I I I (1921), páginas 287 ss.; C. E chegaray , Indice de documentos referentes a
Historia vasca que se contienen en los Archivos de Brujas, San Sebastián, iq t
V id . también lo s Inventarios de Archivos y Bibliotecas portugueses: J o sé A ntón
M oNiz , Inventarios da Bibliotheca Nacional. Sec( 5o X III . Manvscriptos, Lisboa
Coimbra, 1896; el mismo, Inventarios... Collecgáo Pombalino, Lisboa y Goimbr
1895; G abr iel P eréira , Catalogo dos pergamineros do Cartorio da Universidade
Coimbra, Coimbra, 1880; Indice geral dos documentos registados nos libres das Cha
cellarias existentes no real Archivo da Torre do Tombo, a vols., Lisboa, 1841.
— 569 —
ratura están redactadas muchas veces en los idiomas nacionales, en tanto
jue en las de carácter filosófico y teológico domina exclusivamente el
latín, y, dentro del ámbito cultural bizantino, el griego. — Dado el acen-
uado carácter internacional de la cultura de la Edad Media, no es posible
precisar, en la recopilación y exposición de las fuentes históricas de este
jeríodo, fronteras tan marcadas de pueblos y territorios como en las fuentes
le la Edad Moderna. En Occidente, la literatura alemana, italiana, fran-
esa, se entremezclan. Por consiguiente, aquí hay que tomar también en
onsideración las obras indicadas en el § 17.
Las fuentes no documentales se encuentran recogidas del mejor modo en A u c.
'OTTHAST, Bibliotheca histórica medii gevi. Guía a través de las obras de Historia
e la Edad Media europea hasta 1500, ’ 1862, con Splto., 1888, 2 vols., 1 1896. En la
¡cción i.*, bajo la rúbrica “ Sammel- u. Miszellenwerke” , A . Colecciones de con-
nido general para Europa, B . Colecciones de distintos países, y C. Las obras rese-
adas tn A y B por orden alfabético, de tal modo que las antiguás colecciones pu
teadas hasta 1896 son fáciles de encontrar allí. — La Sec. 2.a trae, por orden
tabético, las distintas fuentes históricas escritas (todos escritos didácticos), de los
le se hayan publicado ediciones especiales o que se publicaron en obras misceláneas
: las indicadas en la Sec. i.a. A l final del vol. 2, bajo la rúbrica “ V ita ” , van todas
s fuentes que se refieren a Santos, y otras bajo las rúbricas de Gesta, Historia,
cta, Carmen, Oratio, Passio. —1 Sigue en apéndice, como “ Quellenkunde” . una re
ña sumaria, ordenáda cronológicamente y por materias, de las fuentes (en su ñut
iría historiográficas) indicadas en la Sec. 2.*, con arreglo a los apartados siguientes:
istoria literaria, Historia Universal, Alemania, Suiza, Francia, Italia, etc. (siempre
n un capitulo especial: “ Historia local” ), Cruzadas, Publicística, educación de los
ríncipes, Viajes, etc. — Si se quiere reunir, por ejemplo, las fuentes sobre la 5 mar-
a del Emperador Federico I a Italia (Oct. 1174-78), se debe consultar lo relativo
los Papas Alejandro III y Calixto III en la rúbrica “ Historia de la Iglesia” , las
bricas Alemania, Historia del Imperio, Italia, y en ésta a su vez Agnani y Venecia,
la rúbrica “ Publicística”. U n complemento al capitulo “ V ita ” en P otthast , Bi-
otheca hagiographica latina antiquae et medias aetatis, ed. Socii B o iaan d in i , 2 vols.,
úselas, 1 (1898-99), 2 (1900-01).
Una valiosa reseña, no sólo de las fuentes, sino también de la bibliografía de la
lad Media, especialmente de la francesa (bibliografía tanto de libros como de re
tas), se encuentra en U tv s s e C h Evali ER, Répertoire des sources kistoriques du
lyen-áge, 1. Topo-bibliografía, 2 vols., Montbéliard, 1904, 1909. Ordenado alfabé-
amente por localidades y cada artículo dividido alfabéticamente por materias (Es
tos académicos, Bibliografía arqueológica, Bibliotecas, Concilios, Derecho, Eco-
mía, Iglesia, Generalidades, Geografía, Historia de la Imprenta, Historia literaria,
rmedas, Fuentes, etc.); 2. Bio-Bibliografía, 2 vols., París, 1 1877, 1888, * 1905; 1907.
denado alfabéticamente por personalidades con indicación de las fechas más impor
tes de su vida.
H ay que poner además a contribución los medios auxiliares y exposiciones de la
storia de la Literatura: J. A . F abricius , Bibliotheca latina medias et infimae aetd-
cum supplemento Ch. Schoettgenii, 3 vols., Florencia, 1858-59. — A dolf E bRRT,
tg. G. der Literatur des Mittelalters im Abendlande, 3 vols., 1874-87. — Max Ma
rras, G. d. lat. Literatur d. Mittelalters, 1: hasta mediados del siglo x = Hdb. d.
.ss. Altertumsw., 9/2 (1911 s.). — K arl K humbacb Sr , G. der byxantin. Literatur
» Justinian bis zum Bn4¡e¿.des ostróm. Reiches, *9/1 (1897). — F . J. E. R aby ,
History o j christian-la{ftf*jgtfA¡f'of middle ages, Oxford, 1927,'
— 570 —
le ta n e ” , i (1876), 2 (1877), ibídem , 5 (1880), ps. 437-60, aum entado 8 (1902) por M a s -
Trojanni,
Sobre España: B . S ánchez A lonso , Fuentes de la historia española, M adrid
1919; R . B a llest ee , Bibliografía de la historia de España, Gerona, 1921.
Sobre Suecia y Dinamarca: E. H il d S brand , Svenska publicationer a f historiski
handlinger, en “ Historisk T id skrift” , 6 (1886), 317-67. B. E rich s En y A lfr . K r A'
e u p , Dansk historisk' bilKografi: 1831-1912, 1 (Copenhague, 1919/20), 2: Historii
personal (1917).
Sobre Polonia: H c h . Z e is s b ERG, Die polnische Gjchreibung des Mittelalters —
Preisschrr. gekr. u. ausg. von der Jablonowskischen Ges., 17 (1873).
Sobre Hungría: H c h . M arczali, Ungarns G fuellen im Zeitalter der Arpoder
1882; el mismo (junto con D av . A nGYai, y A l EX. M ir a ), Enchiridion fontium kisto
riae Hungarorum, Budapest, 1901 (obra desigual),
Sobre los Países Balcánicos: N. V ..M ichofp , Sources bibliographiques sur l’hii
toire de la Turquie et de la Bulgaria, Sofía, 1924
P rincipales abreviaturas
= Archiv.
Lbh. = Abhandlung,
ibhdlgn. = Abhandlungen.
l. Bkde. = Allgemeine Bücherkunde.
Lbt. = Abteilung.
bd. althochdeutsch.
.H DE. = Anuario de Historia del Derecho español.
.k. ' = Akademie.
Jb. = Albrecht.
Ilg. = Allgemeine.
= Bischof.
AAEE. = Biblioteca de autores españoles. Rivadeneyra.
tyer. = bayerisch.
eil. = Beihge.
eitr. = Beitrag, Beitrage.
ke, Bkde. = Bücherkunde.
11. = Blatter.
bl. • = Bibliothek.
RAH. = Boletín de la Real Academia de la Historia.
)doin. = Colección de Joculnentm inéditos para la Historia de España.
t. = columna.
ct. = Dictionnaire.
SS. - = Dissertation.
[,Z, D L Z íg. = Deutsche Literatur Zeitung.
= deutsch, deutsche.
= deutschen.
Id. = Deutschland.
.G . bll. = Deutsche Geschichtsblatter.
-W. = Dalhmann-Waitz.
d. = Eduard.
= Erich.
op. = europiiische.
= für o folgen.ie.
h. = Friedrich.
= Forschungen.
.A. = Fontes Rerum Austriacarum.
li, Frhr. = Freiherr.
krch. = Frankreich'.-
!. = Fran?.
= Gesc&ichte.
= geschicntliche.
g. = geographische. •
= Gerhard.
— 574 —
publizist: : : publizistische.
Qu. • : Quellen.
R A BM . : Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. ,
R A B yM A y Madrid. : : Revista del Archivo, Biblioteca y Museo del Ayuntamiento
de Madrid. *
RE. : : R ealen zycl^ ^ ie.
R.einh. : Reinhard.
lev . : Revue.
ÍF E . : Revista de Filología ^ ^ t ó o la .
íob. : Robert.
?ud. =Rudolf.
>A. : Sonderabdruck.
>B. : Sitzungbenchte.
ich. • : Schule.
ichr. : Schrift.
ichrr.' : Schriften.
:oz. : Sozial. ..
p. : Spalte. i
pi., Splt. - Suplemento*, Supplement.
: und.
: van.
er. : Verein.
eroff. : Veroffentlichungen.
ers. : Versuchung o Versammlung.
erw. : Verwaltung.
jschr. : Vierteljahrsscrift.
ollst. =Vollstandig.
r.-w., w. : Wissenschaft,-wissenschaft, wissenschatlich.
Tb. =Worterbuch.
rm. Wilhelm o William.
'r. A k . =W iener Akademie.
: zu, zur, zuin.
K:hi_:., Ztschr. =Zeitschrift.
: Zeitung.
1 7 . — BAU ER . — INTRODUCOIÓN AL ^ T O D I O D I LA H ^ T O ^
Índice de m aterias
(Los números remiten a las páginas)
academia
— bávara de las Ciencias, 313.
— de las Ciencias de Viena, 314.
— real das Sciencias (Lisboa), 318.
— des inscriptions et belles léttres, 315,
— de la Historia, vid. Real Academia.
.ctas
— Generalidades, 384-390.
Bibliografía, 390.
— de la Administración, 398-401.
Ordenanzas de Cancillería, 399.
Archivos de Actas administrativas, 401 y 401 n. 205.
Bibliografía extranjera, 399. 400.
Bibliografía española, 400 n. 204.
— derivadas de la vida social y parlamentaria, 403-4$,
Colecciones de actas parlamentarias extranjeras, 405-408.
— Colecciones de Cortes españolas, 207 n. 160, 496 n. 207, 407 n. 208.
Bibliografía sobre las Cortes españolas, 406 n. 207, 407 n. 2o8.
— militares, 401-402.
Archivos militares, 402 y 402 n. 2o6.
— de las relaciónes entre Estados, 390-3$.
Cartas credenciales, 390, 391.
Carta de plenipotencia, 390, 391.
Instrucción, 391 y 391 n. 187.
Informes, 3 9 1 -3 9 4 .
Notas, 394.
Archivos de actas diplomáticas, 395-396 y 395-396 n. 199.
Publicaciones de actas diplomáticas, 396-398.
Publicaciones de actas diplomáticas españolas, 396 n. 200, 397 ns. 201, 202
y 203.
lición, vid. Exkurs.
íales, 418.
íécdotas, 344-348.
iexo, soi.
males maximi, 417.
itigüedades, 324-328.
Bibliografía extranjera, 326-328.
Bibliografía española, 328-331 n. 163.
éndice, 501. .
anceles de Aduanas vid. Libros de Aduanas.
- 578 —
Archivos, 563-566.
Guías de — , 564.
Guías de — españoles, 564-565 n. 28o.
Inventarios de — , 565.
Inventarios españoles, 565, 566, 567, 568 n. 281.
— de actas administrativas, vid. Actas.
— de actas militares, vid. Actas. -
— de actas diplomáticas, vid. Actas.
Arqueología, vid. Antigüedades.
Autobiografías, 425-427.
Bibliografía, 426 y 426 n. 226.
Autógrafos, 28o-28i.
Derecho, 77.
Diarios, 427-430.
— ■ españoles, 430 n. 228.
Diccionarios, 241, 242, 243 n. 133, 284-290, 524-527, 533.
— biográficos, 284-290 y 284 n. 154.
— históricos, 524-525 y 525 n. 259.
— especiales, 525 y 525 ns. z6v, 261 y 262, 526 y 526 n. 263, 527 y 527 ns. 2(
265 y 266.
— de anónimos y seudónimos, 284 y 284 n. 153, 533.
Diplomática, vid. Documentos.
Historia de la — , 358-360.
Historia de la — en España, 366-361 n. 175.
Diplomacia, Historia de la
Bibliografía extranjera, 171.
Bibliografía española, 171 n. 55.
División de la' Historia
— según el modo de exposición, 210-217.
— atendiendo^ a. las fronteras político-geográficas, 170-173.
— según los fenómenos del espíritu. 206-209,
— según las fenómenos del orden volitivo, 197-206.
— según los fenómenos de la vida práctica, 188-197.
— según la materia histórica, 144.
Pueblo, estirpe, familia e individuo como fundamento de — , 174-183.
— 581 —
S ed e de Chartes, 358.
Edición de fuentes, 302-323.
Ediciones de fuentes históricas, 310-323.
A cta Sanctorum , 311.
A nalecta Bollandiana, 311.
M uratori, Rerum Italicarum Scriptores, 311.
Duchesne, H istoria Norm annorum Scriptores antiqui, 311-312.
Rerum Gallicárum et Franciscarum Scriptores, 312.
Monumenta Germaniae H istórica, 312-13.
Monumenta Boica, 313.
A cta Borussica, 314.
Fontes reru m Austriacarum , 314.
Collection des documents inédits sur l’histoire de F rance, 315.
Recueil de chroniques, chartes et autres documents concernant l’histoire et
les antiquités de la Flandre accidéntale, 316.
State Papers, de la R o lls Commission, 316.
Rolls Series o Rerum Britannicarum medii aevi scriptores, 316.
Monumenta historiae patriae (Italia), 3 17
A rch ivio Storico Italiano, 317.
Portugaliae Monumenta H istórica, 318.
Colleccáo de opúsculos reimpressos relativos a historia das n a v e g a r e s , via-
gen s e conquistas dos Portugueses, 318.
Byzantinae historiae scriptores, 319.
Fontes rerum Bohem icarum , 320.
Monumenta H ungariae H istórica, 320.
Monumenta H istórica Slavorum meridional iuffi, 320.
M igne, Patrologiae cursus completos, 321.
Chartes e t diplomes relatifs á l’histoire de F ran ce, 315.
Calendars o f S ta te P ap ers, 316.
Adiciones españolas de fuentes históricas, 317-323 n. 160.
R erum Hispanicaruga Scriptores, 318.
H ispaniae illustrataé, 318.
E sp añ a Sagrad a, 318.
Colección de crónicas y memorias de los Reyes de C astilla, 317, 318, 319.
Colección de documentos inéditos para la historia de España, 317, 319.
N u e v a colección de documentos inéditos p a ra la h istoria de España y sus
Indias, 317, 319.
Colección de documentos inéditos relativos a l descubrimiento, conquista y co
lonización de las antiguas posesiones de U ltram ar, 319.
M em orial H istórico español, 319.
A c ta s de la s Cortes de C astilla, 319.
C ortes de lo s antiguos Reinos de L eó n y C astilla, 319.
Cortes de los antiguos Reinos de A ra g ó n y de Valencia y Principado de C a
taluña, 319.
— 582 —
Diccionarios, 241-242.
Filología románica, 242-243.
Filología germánica, 243-244.
Bibliografía española, 240 n. 128, 242 n. 132, 243 n, 133, 244 n. 134.
Diccionarios latino-españoles, 240 n. 128.
Filología española, 242 n. IJ2.
Diccionarios de la Lengua española, 243 n, 143.
Glosarios de voces medievales, 244 n. 134'.-.
Filosofía de la Historia, 0 -6 9 .
Folletón, 502, 505, 5o6.
Formas impersonales de la trasmisión oral, 342-343.
Formularios, 370-371.
españoles, 371 n. 180.
Fórmulas, vid. Formularios.
Fuentes
— autobiográficas, 425-427; vid. Autobiografías, Diarios, Memorias y Viajes
(Descripciones de —).
— etnológicas, 324.
— históricas, 2i8-226.
Generalidades, 218-220.
División de las fuentes, 220-223.
Utilización de las fuentes, 223-226.
— plásticas, 477-481; vid. Mapas y Blasones.
— trasmitidas pcr escrito, 353-354.
— tr. smitidas oralmente, 341-342.
enealogía, 183-187.
Bibliografía genealógica extranj era, 185-187.
Bibliografía genealógica española, 186-187, ns. 63, 64, 65 y 66.
eografía histórica, 164, 227-237,
Bibliografía extranjera, 233.237.
Geografía general, 233,
Geografía histórica, 233-234.
Onomástica geográfica, 235,
Cartografía geográfico-histórica, 235-236.
Topografía histórica, 236-237.
Bibliografía española, 233 n. 116, 234 n. 117, 235 n. 119, 2.JÓ ns. 122, 123 y 124.
Geografía general, 233 n. 116,
Geografía histórica, 234 n. 117.
Toponimia española, 235 n. 118.
Cartografía española, 235 n. 119, 236 n. 122.
Topografía histórica, 236 ns. 123 y 124. v
:sta Municipalia, 4o8.
osarios medievales, ^24 n. 134.
ierra, Historia de la .
Bibliografía extranjera, 172-173.
Bibliografía españo1a, i73 n. 57 .
Historia
La palabra — , 31-32.
Bibliografía sobre esta palabra, 31..
Definiciones de la — , 38, 39.
— como ciencia, 39;43.
— y Naturaleza, 43-46.
— y Sociología, 66-62.
— y Política, 62-64.
— y Filología, 65-66.
— y Arte, 131-136.
Historia agrícola
Bibliografía extranjera, 188.
Bibliografía española, 188 n. 67.
— de la Ciencia, ^ 208.
Bibliografía extranjera, 2o8.
Bibliografía española, 268 n. 105.
— de las Costumbres, 201-202.
Bibliografía extranjera, 201.
Bibliografía española, 201 n. 92.
— del Derecho, 197-201.
Bibliografía extranjera, 197-201.
Bibliografía española, 197 n. 84, 200 n. 8Q, 201 ns. 90 y q i .
— de la Economía, 190-193.
Bibliografía extranjera, I9'2 y 192 ns. 66 y 70, 194, 195.
Bibliografía española, 194 ns. 73, 74, 77 y 78, 195 ns. 79, 8o y 81.
— de la Educación y de la Enseñanza, 268.
Bibliografía extranjera, 208.
Bibliografía española, 208 n. 107.
— financiera, 196.
Bibliografía extranjera, if)Ó.
Bibliografía española, 196 n. 82.
— de la Iglesia, 204-206.
Bibliografía extranjera, 205-266.
Bibliografía española, 205 ns. 97, 99 y 101.
— del Espíritu, 266-207.
— regional, 164.
Bibliografía española, 164 n. 49.
— de la Religión, 201-204.
Bibliografía extranjera, 203-204.
Bibliografía española, 203 n. 94, 204 n. 96.
— de la Técnica, 189.
Bibliografía extranjera, I1!9I - 90 .
Bibliografía española, 190 n. 68.
— del Tráfico, 196-197.
Bibliografía extranjera, I 9)( - I 97.
Bibliografía española, 197 n. 83.
— universal, 157-167.
Obras extranjeras de — , 161-162.
Obras españolas y francesas de — , 161 n. 45, 162 ns. 46, 47 y 48.
— urbana, 167-166.
Obras españolas de — , 168 ns. 51 y 52.
Historiografía, vid. Exposición histórica.
— genética, 213.
— narrativa, 211.
- 585 —
Nación, 78-82.
Necrologios, 288, 414.
-— españoles, 414 n. 221.
Notas, 50-501. " , ‘
Numismática, vid. Monédas.
Paleografía, 245-253.
Bibliografía extranjera, 250-253.
Historia de la escritura en general, 250.
Paleografía. griega y latina, 250-251,
Paleografía medieval, 250, 251.
Obras con láminas, 252, 253.
Paleografía germánica, 253.
Abreviaturas y taquigrafía, 253.
Revistas, 253.
Bibliografía es^rnola, 251 n. 140.
Participación de la fantasía (corno fundamento psíquico de la investigación histó
rica), 115-117.
— del intelecto, 113-114.
— del sentimiento, 114-iiS.
’artidos políticos, Historia de los, 172.
Bibliografía extranjera, 172.
Bibliografía española, 172 n. 156.
tensamiento ahistórico, 128-131.
'eriódicos, 456-474.
A cta senatus, 456.
Acta urbana, 456.
Bibliografía sobre el periódico, 457.
Censura de prensa, 462-464.
Censura de prensa en España, 464 n. 241.
Historia del Periódico, 464-468.
Historia del Periódico en España, 46(1. 468 n. 2242.
E l periódico como fuente histórica, 468-472.
Bibliografías periodísticas extranjeras, 472.
Bibliografías periodísticas ^pañolas, 472, 473 n. 243.
Bibliografía histórica del periodismo extranjero, 473-474.
Bibliografía histórica del periodismo español, 473 n. 244, 474 ns. 245 y 246.
sriodificación, 144-157.
— en ’ general, 144-152.
— en particular, 152-154,
— (Iniciación), i 34"I57.
ilípticos, ^409 '
-ofecías, 448-449,
•otocolos de visitas de inspección eclesiásticas, 414-415.
'ovetbios, 350-352.
Bibliografía extranjera, 351-352.
Bibliografía española, 352 ns. 173 y .'74 .
— 588 -
Raza, 75.
Recensión, 502, 5o6.
Real Academia
— de la Historia (Madrid), 319-320 n. 16o.
— prusiana de las Ciencias, 314.
Record Commission, 316.
Refranes, vid. Proverbios.
Regestas, 362-364 y 363 n. 176.
Regia deputazione sopra gli studi di storia patria (Turín), 317.
Registros, 4o8-4io.
Polípticos, 409.
Registros de Cancillería españoles, 409 n. 209.
Catastro de impuestos, 408.
Censos de población, 408.
Gesta Municipalia, 4o8.
Libros censales, cabreos, 410 n. 210.
Tumbos, 410 n. 210.
Cartularios, 410 n. 210.
Becerros, 410 n. 210.
Registros de la Propiedad, 413.
Restos, 482-483.
Revistas
— de carácter general, 30.
— extranjeras, 30.
— españolas, 30 n. 7 bis.
— de contenido crítico general, 532 y 522-523 n. 270.
— históricas, 537-539
— históricas españolas, 550-552.
Rollos aduaneros, vid. Libros de Aduanas.
Rolls Commission, 316.
Rumores, 343-344.
i, Abr. Jak. van der, 28g. Alcedo y Herrera, A. de, 234 n. 117.
badal y Vinyals, R. d’, 383 n. 195. Alcocer Martínez, Mariano, 250 n 136,
)bad y Lasierra, Manuel, 361 n. 175. 545, 566 n. 281.
jenalcotia, 320 n. 16o. Aledo, Marqués de, 377 n. 184.
ireu y Bertodano, José Antonio de, Alemany, B., 245 n. 135.
367 n. 179- Alemany y Bolufer, J., 235 n. 117, 242
:ebal, Francisco, 30 n. 7 bis. nota 132.
:evedo, B., 244 n. 1J4. Alesón, Francisco de, 374 n. 184.
osta, José de, 188 n. 67. Alfonso X el Sabio, 157 n. 43, 271, n. 148.
.osta Inglott, R., 168 n. 51. Almagro, Martín, 329 n. 163.
quoy, J. G. R., 554^ Almagro Cárdenas, 561 n. 278.
ton, Lord, 162, 505. Almarche, Francisco, 455 n. 238.
helis, Thos., 161. Almeida, Fortunato de, 206 n. i o i .
amek, O., 25. Almirante, José, 174 n. 57, 525 n. 261,
atns, Herb. B>, 25. 5 4 7 , 555 .
ams, W. D., 558. Almquist, J. A., 287, 531.
cock, F. E., 162 . Alonso, A., :242 n. 132.
elung, Joh. Christof., 288. Alonso, Dámaso, 245 n. 135.
ler, Guido, 207. Alonso Cortés, Narciso, 351 n. 172.
ler, Max, 11o. Alonso Paniagua, Manuel, 6o.
ler, Siegm., 400. Alonso Perujo, Niceto, 527 n. 266.
?idi, I. K., 367. Alós, P., 341 n. 169.
ipito y Revilla, R., 375 n. 184, 567 Alós Moner, R. d’, 478 n. 248.
ota 281. Altadill, J., 566 n. 281.
Jado, M., 245 n. 135. Altamira, Rafael, 25 n. 4, 26 n. 5, 39 n. 12,
jado Bleye, Pedro, 162 n. 48, 553. n. 23, 82 n. 26, 161 n. 45, 202 n. 90,
jado de Córdoba, A. F., 375 n. 184. 320, n. loo, 322 n. 16o, 548, 563 n. 279,
jiló, Mariano, 322 n. 100, 545, 564 n. 280.
istín, Antonio, :26o n. 144, 338 n. 167. Alter, W., 430.
istín, San, 67, 150. Althamer, Andreas, 167.
hner, Herm., 270. Altmann, \Vm., 362, 38o, 382.
:ing, Mich. v., 465. Altolaguirre, Angel de, 181 n. 61, 319
vicz, 430. nota I6o.
?, Duque de, ii; n. 82, 376 n. 184. Alvarez, José Luis, 199 n. 88.
úda, Marqués de, 172 n. 56. Alvarez Baena, J. A., 286 n. 134.
ireda y Herrera, M., ,386 n. 195, 562 Alvarez Calvo, Joaquín, 474 n. 245.
ita 278. Alvarez Ossorio, Francisco, 328 n. 163,
iri, Eug., 396. 329 n. 163.
:rtini, E., 232 n. 114. Alvarez de la Rivera, Senén, 187 n. 65
•echt, Joh., 425. Alzola, Pablo de, 190 n. 68.
t!á Galiano, Antonio, 434 n. 229. Allard, P., 538.
izar, Cayetano, 188 n. 67, 197 n. 83, Allen, G. A., 384 n. 195.
O n. 240, 474 n. 246. Allende Salazar, A., 545, 550.
8 . — BAUF.ft. — INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA HISTORIA
— 592 —
Ferreira B orges de Castro, José, 337 Foronda y A gu ilera, M anuel de, 364.
n. 165, 368 n . 179. F o rst-B attaglia, O tto, 185, 187.
7errer del R io , A nton io, 162 n. 48, 271 Forstem ann, E rn st, 236.
n. 148. Fortescue, G ge. K ., 528.
?esenbeck, 530. Forrer, Rob., 189, 327.
7ester, Rich, 134. F oucart, G ge., 204.
'etscherin, W in , 405. F ou cart, P a u l, 172.
'eueibach, 109. Fouillée, Á lfr e d , n 5 -
'euiilet de Conches, F „ 292. Foulché-D elbosc, L ., 265 n. 146, 287
'evbre, L u d en , 75. n. 154, 312 n. 160, 322 a 160, 439
évre, Jos., 233. a 231, 528 n. 267, 544, 552.
'evret de Fontette, 552. F o u m ier, Á u g ., 173, 180, 432.
eyjóo, B enito Jerónim o, 39 a 12. F o u m ier, M a rc, 415.
eys, I . M . E -, 3Si. F o x , H . R ., 444 n. 234.
hilip, G eorg., 236 n . 121. F o x M orcillo, 39 n. 12.
icker, Julius v ., 200, 213, 359, 362. F o yot, Louis, 527.
iedler, Jos., 3yó. F raen kel, M ., 255.
iganeire, J. Cesa, de, 553 - F ra ikin , J., 304, 397.
igueroa, V ., 287 n. 154. Franckenau, Gerhardus Ernestus de, 187,
inke, H einrich, 58, 83, 361 n. 175, 372 n. 65, 197 n. 84.
n. 181, 375 n. 184, 442 a 232. F ranclin de C avalieri, P iu s, 252.
inkel, Ldw., 541, 554. Frarjke, C h . W ., 523.
orini, V ., 311. F ran klin , A l í r ., 439, 522, 571.
rth, Ch. H ., 209, 553, 571. F ra n k o w sk i, E ., 329 n. 163.
sch, Rich., 190. F ran kel, M ., 198.
schel, A lfr ., 407. F ran klin , A lfr ., 284.
scher, H s., 235. Fredericq, P aul, 350, 454.
scher, R u n o, 24, 37. Frederiks, Joh. G odeír.. 289.
scher, Richard, 30. Fredrich, C., 256.
scher-Benzon, Rud. v., 188. Freem ann, A ., 272.
ske, J., 290. F reem an, E á w ., 234.
‘.a, F id el, 261 n. 144, 385 n. 195. Freemann, E .-A ., 26, 64.
■ .tbogen, G ottf., 175. Freemann, F . A , 228.
tcius Illyricu s, 204. Fresca, Francisco, 566 n. 281.
ich, 261 n. 144. Freund, 241 n. 128.
ithe, 161. Freundt, K a r l, 371.
‘.ischmann, M a x , 526. F re y ta g, Gustav, 30, 104, 131, 506.
■ issner v. W o stro w itz, Edd., 250. F re y ta s M oniz, Jaime Constantino de,
nt, R ., 69. 368 n. 179.
ng, F .-M ., 25. Friedensburg, Edd., 336.
ires, José M iguel de, 318 n. 160. F rieden sburg, F ern., 335, 336.
>rez, Enrique, 236 n. 124, 260 n. 144, Friedensburg, W alt., 539, 542.
71 n. 148, 295 n. 156, 318 n. 160, F rie d ju n j, H ch., 352, 430.
38 n. 167, 374 n. 184, 544. Friedlánder, Ernst, 415, 465.
riano, A , 375 n. 184. Friedlander, Jul., 335. 338.
:k, G., 529, SS7 - Friedlaender, L d w ., 202.
íuet, R ., 387, n. 195. F ried rich , F ritz , 157, 217.
íck , Leop., 517, 519. F ríes, A lb ert, 512.
iseca, M artinho A u gu sto da, 284, Friesen, O tto v., 252.
. 153 . Frobenius, H erm ann, 161.
itán, V icente, 265 n. 146, 545. Frobenius, T h . W m ., 525.
itecha, Carm en, 244 n. 134. F rom ann, 208.
■ cellini, E g iv ., 240, 241, 287. Fruin, R., 504.
ner, Juan Pablo, 39 n. 12. Fuchs, Adalb., 414.
— 602 —
Fuensanta del Valle, Marques de la, 319 García y Pérez, Juan Pío, 549.
n. .160, 473 n. 344. Garcia Pérez, R., 236 n. 123.
Fuente, Vicente de la, 168 n. 52, 187 García de Quevedo, E., 384 n. 195.
n. 65, 205 n. 101, 208 n. 107, 318 García del Real, Eduardo, 208 n. 105.
n. 160, 562 n. 278. García Rey, V., 244 n. 134.
Fuentes .Isla, Benito. 341 n. 1Ó9. Garcia Romero, F., 263 n. 145.
Fuertes Acevedo, M., 473 n. 244, 546. Ga.cía Ruiz, Eugenio, 172 n. 56.
Fueter, Edd., 92, 105, 131, 134, 135, 146, García Villada, Zacarías, 26 n. 5, 1
170, 183, 205, 216, 220, 424, 424 n. 225, n. 48, 206 n. 101, 251, 251 n. 140, 2
431, 499- 514, SIS- n. 141, 267 n. 147. 30i n. 157, 320
Funck-Brentano, T ., 64. 160, 371 n. 180, 560 n. 278, 563 n. 2:
Fürst, Jul, 556. 565. n. 280, 565 n. 281, 567 n. 281.
Furtwángler, A dolf, 326. Gardiñer, S. R-, 382, 425, 439, 553-
Fustel de Coulanges, Nutna Denis, 504. Gárdner, E. A ., 257.
Fuzier-Hermann, Edd., 526. Gardthausen, V ikt., 253, 522, 559.
Gamier, 186.
Garollo, Gott., 285.
Gachard, P. L., 396 n. 200, 397 n. 201, Garulfi, C. A ., 454
566 n. 281. Garr, M ax, 457.
Gaibrois de Ballesteros, Mercedes, 181 Garrán, Constantino, 385 n. 195, ,
n. 61, 374 n. 184. n. 207.
Gairdner, James, 396. Garreta, José, 566 n. 281.
Galindo, Pascual, 26 n. 5, 168 n. 51. Garrido Atienza, 473 n. 244.
Galindo y de Vera, León, 526 n. 263. Gaspar Remiro, M., 562 n. 278.
Gallach, 162 n. 48. Gass, J„ 522.
Gallardo, Bartolomé José, 543, 560 n. Gatterer, Joh. Christoph, 145, 160, ;
278. Gaudenzi, A ., 371 n. 180.
Gallardo, F., 196 n. 82. Gavet, Gast., 383.
Gallego y Burin, A., 472 n. 243. Gayangos, Pascual de, 244 n. 134, ;
Gama Barros, Henrique da, 200 n. 89, 434 n. 229, 4ss n. 238, 473 n. 244,
401 n. 204. n. 278.
Gamazo, Conde de, 376 n. 184. Geete, 541.
Gamillscheg, E., 235 n. 118. Geiger, Paul E ., 32, 240, 270.
Gams, P. B., 205, 236. Geisler, W alter, 232.
Gamurrini, G. F., 540. Gelzer, Heinrich, 31, 154.
Ganz, Paul, 480. Genepp, Arnold von, 83.
Gaos, J., 24 n. 3, 56 n. 15. Gengebach, Pamphilus, 449.
Gavira, J., 235 n. 117. Genovés Amorós, Vicente, 37 n. 10.
García Bellido, A ., 328 n. 163, 325 n. Gentile, Giov., 272.
163, 330 n. 103. Geo,-g, K arl, 529.
Garcia Carraffa, Alberto, 187 n. 65. Georgi, Theophil, 528.
García Carraffa, Arturo, 187 n. 65. Georgisch, Péter, 362.
Garcia de Diego, Eduardo, 241 n. 130. Gercke, A., 257, 326, 423.
García de Diego, Vicente, 243 n. 133. Gercken, A lf., 240, 568.
García de la Fuente, A ., 338 n. 165, 339 Germond de Lavigne, 454.
n. 167, 526 n. 278. Gerón, Bartolomé, 360 n. 175.
García Gallo, Alfonso, 200 n. 89, 380 Gervinus, G. G., 41, 42.
n. 193. 383 n. 195. Gesner, Kons., 528.
Garcia Góngora, A., 61. Giannoni, K arl, 235.
Garcia Gutiérrez, A ., 194 n. 73. Gibbon, E., 29, 104.
Garcia de Loaisa, 322 n. 160. Gierke, Otto von, 200.
García Mercada!, J., 440 n. 231. Giesebrecht, W . von, 27, 171, 298,
García Morente, Manuel, 37 n. 9, 162 Gigl, Alex, 530.
n. 48. Gil. Rodolfo, 351 n. 172.
— 603
il Ayuso, F., 566 n. 281. González, Tomás, 322 n. 160, 376 n. 184.
il de Zamora, Juan, 260 n. 144. González Blanco, Edmundo, 473 n. 244.
ildersleeve, 557. González de Clavijo, Ruy, 318 n. 160.
iménez Soler, A ., 176 n. 59, 181 n. 61. González de Echávarri, V., 286 n/,.i54.
nzel, Fch. Karl, 268. 269, 27a González Hurtebise, E., 411 n. 211, 565
¡raud, 261 a 144. n. 280.
rault de St. Fargeau, A ., 552. González Palencia, A., 187 n. 65, 374
roña y Llagostera, Daniel, 164 n. 177, n. 184, 464 n. 241.
442 n. 232. Gooch, G. P., 398, 425 ,
ry, Arth., 270, 273. Goovaerts, L., 554-
useppi, M. S., 316, 564. Gordon, 288.
vanel Mas, Juan, 472 n. 243. Gorosábel, Pablo de, 234 n. 117.
agau, Hs., 405, 426, 432. Górres, 30.
asson, Em est, 199. Gothein, Eberhard, 86, 105, 105.
luning, Otto, 253. Gottl, Christian, 288.
atz, Gustave, 163 n. 48. Gottl, Friedrich, 40.
íelin, H., 407 n. 208. Gotz, Wm., 234.
telin, S. F., 190. Gotze, A lfr., 243.
au, Herm., 467. Gough, John, 429.
ecchi, Franz, 336 n. 164, 338. Gould, James Thayer, 571.
ecchi, Ere., 338. Gounou Loubens, M. }., 403 n. 204.
eisenau, 88. Goury de Roslau, J., 194 n. 77.
eist,' R., 475 - Govantes, Ángel Casimiro de, 234 n. 117.
bineau, A. de, 59i 74, 75 n. 24. Graciano, 378.
Jay, J., 330 n. 163. Gradenwitz, 261 n. 144.
lefroy, Fch., 243. Gradmann, Rob., 72, 188.
let, Robert, 75 n. 24. Graebner, F ., 324, 489.
ioy, Manuel, 433 n. 229. Graefe, Fch., 448.
loy Alcántara, José, 39 n, 12, 242 Graesse, J. G. Th., 236.
■ 132, 295 n. 156. Graessel, Arnim, 519, 527, 530, 559.
dzer, H ., 241. G raf, E., 351-
:tz, L . K „ 554. Graf, Otto, 227.
Grandgent, C. H., 241 n. 129.
:tz, W alter, 54, 99, 103, 104, 105, 143,
52, 162, 314, 425. Granell, V., 371 n. 180.
dschmit Levin, 194. Grap, L . H ., 270.
gfriedrich, J., 92. Grapow, Herm., 241.
mayo, Pedro Benito, 380 n. 191. Gras*y Elias, F ., 473 n. 244.
z, Theod, von der, 188. Grasserie, Raúl de la.
nel, C h , 196. Grasshoff, Rich., 465.
nez de Arteche, J., 173 n. 57. Grauert, Hch., 435, 448.
nez del Campillo, Miguel, 566 n. 281. Gray, John, 159.
nez Im az, Manuel, 472 n. 243, 549. Green, Everett, 396.
lez Muriel, Miguel, 546. Green, John Richard, 27, 174, 202.
nez Moreno, M ., 243 n. 132, 260 n. Grégoire, H ., 257.
14, 320 n. 160, 330 n. 163, 331 n. 163.Gregorio de Tours, 315.
tez Orbaneja, Emilio, 194 n. 74. Gregorovius, Ferd., 167.
tez Villafranca, Román, 472 n. 243, Greinacher, A., 124.
o. Grey, W . W „ 301 n. 1S8.
iperz, Theodor, 208. Greyerz, O. v., 438.
gora, M. de, 328 n. 163. Grimm, Herm., 506.
zález, Francisco Antonio, 322 n. 160. Grimm, Jak., 32, 243, 3M, 380, 510.
zález, Francisco Estanislao, 322 n. Grimm, W m., 243.
o . Gritzner, Er., 480.
zález, Julio, 567 n. 281. Grober, Gv., 242.
— 604 —
Mitis, O sk. v., 373 - Moser, Justus, 104, 165, 165 n. 49.
Mitteis, L d w „ 199. 3 7 i» 408. Moss, L. B , 146 n. 38.
Mobius, Th., 558. Mougeolle, P., 58.
Moeller, Jean, 26. Mourier, A ., 530.
Mohl, Rob. v., 558- Mourret, F ., 205 n. 97.
Moldenhauer, G., 562 n. 278. M oza, Tomás, 351 n. 172.
M’olhuysen, Nv. Phil. Chr., 289. Muche, 185.
Moliné y Brases, 384 n. 195. Mühlbacher, Engelbert, 27, 281, 359, 362,
Molinier, Aug., 424, 454, S7 1- 364, 414 , 499 , 538 .
Molmenti, P . G ., 202. Mühlbrecht, Otto, 555, 558.
M olí, Antonio, 382 n. 194, 384 n. 195. Müldener, W ., 536.
M olí, Francisco de B., 241 n. 129. Mülle, Jos., 243-
Moller, Em st W m ., 205. M üller, Aloys, 24 n. 3, 326, 556.
Móller, H ch., 169. Miiller, Ferd. Hch., 175, 459.
Moller, W alter, 185. MJiiller, F . M ax, 204 a 96.
Mollwo, K arl, 413, 416. Müller, Gg,, 415.
Mommsen, Teodoro, 27, 29, 30, 66, 115, Müller, Iwan V ., 240, 326.
120, 156, 173, 177, 188, 198 n. 86, 201, Mlüller, Johannes v„ 160, 315, 326, 405,
255, 258, 259,260,261 n. 144, 267 n. 147, 530.
268, 270, 288, 327, 336, 423, 510, 517. Müller, Karl, 27, 205, 437.
Monunsen, W m ., 472. Müller, K arl Otfr., 175.
Monaci, E ., 253, 373. Müller, R-, 351.
Mondéjar, Marqués de, 295 n. 156, 424 Müller, Sophus, 325, 327, 564.
n. 224. Müller-Freienfels, Rich., 98, 99, 100, 115,
Mone, J. F ., 539. 117, 486.
Moniz, José Antonio, 568 n. 281. Müller-Lyer, F^ 215.
Monmerqué, M ., 438. Müller-Palm, A dolf, 474.
Monod, M. G., 25 n. 4, 444, 454, 538, 541, Mullinger, J. Bass, 425, 439, 552.
447, 552. Murrunenhoff, Wm., 459, 461.
Monroe, P., 525. Mundinger, Ldw ., 466.
Monsalud, Marqués de, 260 n. 146. Münnich, F rz. Rob., 424.
Montero Díaz, Santiago, 39 n. 12, 374 Munster, Sebast., 167.
n. 184. Muñoz, C., 195 n. 80.
Montesquieu, 72, 94, 192, 197, 212. Muñoz Rivero, Jesús, 250 n. 136, 251 y
Montholon, 436. 251 n. 140, 252 n. 141, 267 n. 147, 280
Montoto, Santiago, 187 n. 65. n. 152, 341 n. 169, 360 a 175, 361
Montsalvatge, F., 376 n. 184. n. 175, 372 n. 181.
Mora Gaudó, M., 412 n. 216. Muñoz y Romero, Tomás, 165 n. 49, 168
Moral, Bonifacio del, 547. n. 51, 322 n. 160, 384 n. 195, 406 n. 207,
Moraleda, Juan, 473 n. 244. 541 , 549 , 553 -
Morales, Ambrosio de, 317 n. 160, 328 M ur, Ramsay, 236 n. 121.
n. 163, 37i n. 180. Muratori, A nt., 311, 312, 539.
Morante, Marqués de, 241 n. 128. Murguía, Manuel, 165 n. 49, 286 n. 154,
Moreau, C., 454. 546 .
Morel-Fatio, A ., 549, 560 n. 278. Murhard, F ., 366.
Morelli, Giovanni, 283, 478. Murhard, K ., 366.
Moren!, Dom, 553. Murphy, James Cavanah, 331 n. 163.
Moreno Me Guerra, J., 187 n. 65. Murray, Dav., 563.
Moret, J o * de, 374 n. 184. Murray, James A . H., 244.
Morf, H s., 457. Mylius, Otto, 381.
Moroni, Gaet., 527.
Morris, Anne C ary, 429. Naber, S. A ., 557.
Moser, Fch. K a rl v., 405. Nabert, Herm., 232.
Moser, Job. Jak. 390, 405. Nachmanson, Ernst, 257.
— 614 —
Robertson, 104. Rothacker, Erich, s8, 59. 61, 92, 181, 20/
Robinet, J. Fr., 524. 215, 272, 539.
Roca, Pedro, 560 n. 278. Rothenbücher, Karl, 46.
Rocamora, José M .‘ , 561 n. 278. Rott, Edd., 398.
Roces, W., n o . Rotteck, Kar.! von, 123, iÓO, 526.
Rocquam, F él., 432. Rotheit, Rud., 245, 457.
Rodenberg, J., 30. Round, J. H ., 186.
Roder, Günther, 254. Roussel, P., 256, 257.
Rodón, F. de A., 548. Rousselet, 525.
Rodrigo, J. G., 220Ó n. 103. Rovira Armengol, G., n. 23, 384 n. 19
Rodríguez, Cristóbal, 251 n. 140. 386 n. 195, 400 n. 204.
Rodríguez, José, 546. Rovito, T., 289.
Rodríguez de Berlanga, Manuel, 261 Rowald, Paul, 240.
n. 144^ Roziere, E. de, 371 n. 180.
Rodríguez Carracido, José, 208 n. 105, Rubiano, Santos, 83 n. 27.
Rodríguez de Castro, J., 531, 546. Rubio, José Antonio, 142 n. 37, 195 n. 7
Rodríguez, López, A., 374 n. 184. Rubió Balaguer, J., 202 n. 92, 562 n. 27
Rodríguez Marín, F., 351 n. 172 352 Rubió y Lluch, A ., 322 n. iÓO, 376 n. iE
n. 173, 522 n. 256, 563 n. 279, 564 Rubio y Moreno, L., 567 n. 281.
n. 28o, 565 n. 28o. Rübsam, Jos., 459, 461.
Rudolph, M., 237.
Rodríguez Pascual, R., 444 n. 234.
Rudorffer, J. J.
Rodríguez Solís, E., 172 n. 56,
Rodríguez de Uhagón, Francisco, 176 Rühe, F., 339 n. 168.
Rühl, F ., 147, 270, 507.
n. 59, 566 n. 281.
Rodríguez Villa, Antonio, 181 n. 61, 250 Rühs, F., 26.
Ruiz Amado, Ramón, 162 n. 48, 205 n. c
n. 136, 444 n. 234, 455 n. 238.
Ruiz Manent, Jaime, 236 n. 122.
Rohde, Erw., 203, 203 n. 93.
Rújula, Antonio, 186 n. 63.
Rohden, Paul v., 286
Ruprecht, C. J. F . W ., 556.
Rohr, J., 449. Rümelin, G., 59, 8o.
Rohricht, Reinh., 437.
Rüstow, W . Fch., 525.
Roig y Valpí, Gaspar, 295 n. 156.
Rye, Reginald Arthur, 522.
Rojo Orcajo, Timoteo, 385 n. 195, 561
n. 278.
Rollins, H. E., 450.
Román, Carlos, 329 n. 163. Saalfeld, F ., 366. .
Romanones, Conde de, 181 n. 61. Saavedra, Eduardo' de, 234 n. 1 17, 2
Romero de Castillo, F., s66 n. 281. n. 144,
Roorbach, Orville Aug., 531. Sabatier, Paul, 179,'^ZOÓ
Roscher, W m., 37, 64 191. Sabellico (Marcantonio ^rccio), 159.
Rosenberg,, Alfred, 75. Sacken, Edd. Fhr. v., ' ^to.
Rosenberg, Arth., 423, 568. Sacristán, A ., 168 n. 51,
Rosenmund, Rich., 359, Sachs, G., 235 n. 118.
Rosenthal, E» 400. Sáenz de Aguirre, José, 322 n. iÓO.
Rosenthal, M ax, 54. Sáenz, Liciniano, 337 n. 165.
Rosli, J., 522. Sagarra, Ferrán de, \34i.
Rossell, Cayetano, 321 n. iÓO. Saglio, Edm., 327.
Rossi, G. B. de, 258, 259. Sagnac, Ph., 163 n. 48.
Rossier, E., 26. Saint Dunin-Borkowski, 272.
Rossler, Konst., 5o6. Saint-Simon, 55.
Rostovtzeff, Mich. Jv., 194, 196. Sáinz de Andino, Pedro, 526 n. 263.
Roswey, Herbert von, 31 1, Sáinz de Baranda, Pedro, 318 n. 16o, ¿
Rotermund, H. W ., ^B. n. IÓO.
Roth, Paul, 465. Sáinz Rodríguez, P., 251 n. 140.
— 619 —
alarrullana, J., 322 n. 160, 376 n. 184. Santullano, Luis, 351 n. I7 2-
alai, José, 337 n. 165. Sanuto, Marino, 397, 4* 7-
¡alazar y Castro, Luis de, 176 n. 59, 186 Sanz Garda, J., 386 n. I9 S-
n. 65, 374 n. 184." Sarmiento, Martín, 251 n. I4 °> 3° ° n- I7 S-
alazar de Mendoza, F., 400 n. 204. Sarrablo Aguardes, E-, 372 n- I° I> 390
alas, Carlos L., 549. a 196.
ales y Ferré, 162 n. 48. Sattler, Josef, 131.
ilmerón, Nicolás, 41. Sava, K arl v., 341.
:lomon, Ldw., 473. Savall, P., 383 n. 195.
altillo, Marqués del, 176 n. 59, 481 Savall, Ignacio, 546.
n. 250. Savigny, Karl v., 198, 198 n. 85.
ilustio, 181. Savio, Fed., 288.
dvá, Miguel, 319 n. 160. Sawick:', Franz, 69.
dvá y Mallén, P ., 545. Sax, Emil, 460.
itnaran, Ch., 373. Say, Léon, 527.
imarthanus, Dion., 288. Sbarbi, José M.*, 352 n. 173-
mpere y Miquel, S., 265 n. 146. Scala, Rud., 367.
mwer, Ch., 366. Scaliger, Jos., 301.
n Juan de Piedras Albas, Marqués de, Scargill-Bird, S. R., 316.
202 n. 92. Scomann-Lipsius, G. F ., 371.
n Nicoló, Marian, 371. Schacht, Hjalmar, 466.
n Pío, A . de, 337 n. 165. Schade, A ., 237.
nabre, J., 412 n. 219. Scháfer, Dietrich, 27, 102, 105, 160, 162,
nchez, Galo, 200 n. 89, 320 n. 160, 371 314, 413. 425.
1. 180, 383 n. 195, 384 n. 195,385 n. 195, Scháfer, E., 206 n. 103.
|86 n. 196, SSI- Scháffle, A., 61.
nchez, Juan M., 265 n. 146. Schagerstrom, A ug., 241.
nchez Albornoz, Claudio, 168 n. 51, Schallmayer, 75.
'02 n. 92, 230 n. 112, 232 n. 114, 321 Schanz, G., 195.
1. 160, 337 n. 165, 401 n. 204, <06 Schanz, M a ri, 326, 423, 456.
1. 207, 5 5 1 . Scharnagel, A nt, 447.
ichez Alonso, Benito, 320 n. ido, 424 Schaube, Adolf, 194, 392.
1. 224, 444 n. 234* 547, 548, 553, 572. Schaumkell, Ernst, 105, 425.
ichez de Arévalo, Rodrigo, 260 n. 144. Schaus, E., 275.
ichez Cabañas, A ., 386 n. 195. Scheffel, V iktor von, 131.
ichez Cantón, F , J., 286 n. 154. Scheffer-Boichorst, Paul, 277, 278, 283,
ichez Cerquero, José, 271 n. 148. 296, 298, 299, 429, 442, 486, 502, 503,
ichez de Fuentes, Joaquín, 172 n. 56. 504, 507.
ichez Moguel, A ., 406 n. 207. Scheler, M ax, 83.
ichez y Pellicer, Tomás Antonio, 287 Schell, Otto, 350.
■ IS4 - Scherer, Herm., 193.
ichez Sarto, Luis, 525 n. 262. Scherer, Val., 563.
ichez Sarto, Manuel, 194 n. 73. Scherer, Wm., 151.
ichez de Toca, Joaquín, 69 n. 23. Schermann, Luden, 556.
cho Izquierdo, M., 386 n. 195, 562 Scherr, Joh., 123.
. 278. Scheuer, Osk., 416, 529.
cho Rayón, José, 319 n. 160. Schiele, Frtn., 527.
der, Paul, 169, 196, 412. Schiemann, Theod., 367, 393, 394. 434 »
doval, Prudencio de, 374 n. 184. 438, 554.
gorrín, Dámaso 322 n. 160, 375 n. 184, Schiller, Fch., 31, 89, 118, 438.
[i n. 215. Schiller, H., 161, 326.
ta Rosa de Viterbo, Joachim de, 244 Schiller, Karl, 243.
134- Schlechte-Wssehrad, M. v., 425.
tos Coco, F ., 320 n. 160. Schlemm, Jul., 189, 327.
— 620 —
Schlichtegroll, Adolf Frh. v., 2 8 . Schroder, Rich., 199, 199 n~87, 351. 379.
Schlieffen, Alfr., Conde de, 119. Schroeter, ^dof., 124.
Schlitter, Hans, ^306 Schubart, Wm., 250, 352.
Schlossar, Ant., 544. Schubert, Hs, v., 205.
Schlosser, Christoph, 128, 16o. Schücking, Walter, J&>.
Schlosser, Jul., 207, 563. Schuchhardt, 327.
Schlozer, Aug. Lwg., 158, 159, 537. Schuhardt, H., 26o n. 144.
Schlumberger, Gustav., 178, 328. Schulte, Alf., 194. 195.
Schlütter, Otto, 72. Schulte, Aloys, 27, 184, 441.
Schmalenbach, Herm., 146. Schulten, A., 234 n. I 17, 329 11. 163.
Schmauss, J. S., 405. Schulthess, 2II.
Schmeidler, Berhn., 424, 442. Schultz, Alv., ^ a .
Schmeller, J. A., 2243. Schultze-Soelde, Walther, 38, 42, 571.
Schmid, Karl Adolf, 525, Schulz, Hs., 245.
Sohmid, Gv., 536. Schumacher, Karl, 232, 327.
Schmid, Wm., 423. Schürer, E., 554.
Schmidt, 189. Schurz, Hch., 188.
Schmidt, Adolf, 245, 262. Schvarcz, J., 130.
Schmidt, I., 258. Schwabe, E., 235.
Schmidt, Julián, 30. ^frwartz, Edd., 270.
Schmidt, Guillermo, 204 n. gó. Schwartz, F., 412 n. 219.
Schmidt, M. G., 194 n. 73. Schwartz, K., 40 n. 204.
Schmidt, Paul, 452. Schwenke, Paul, 521.
Schmidt, W. A., 226, 270, 512, 538. Schwerin, Claudius. Frh. v., 199 n.
Schmidt-Breitung, Helm., 161. 200-201, 379, 38o.
Schmit v. Tavera, Karl, 544. Schwetschke, Gv., 529.
Schmitz-Kallenberg, Ldw., 340, 363, 372, Schwind, E. v., 271, 276, J&>.
424, 5 7 0 . Schwyzer, E., 257.
Schmoller, Gustav, 37, 59, 111, 191, 196, Séché, 542.
3 9 , 555. - Sccher, B. A., J83.
Schnabel, Paul, 270. Seeck, Otto, 75, 363. 423.
Schneider, Gg., 285, 527, 559. Seeley, G. R., 64.
Schneider, Hermann, n. 23, 215. Seelhorst, A. v, 555.
Schnitzer, Jos., 18o. Seeliger, Gerh., ios, 231, 341, 373, 538.
Schnorr v. Carolsfeld, Frz., 56o. Seemüller, Jos., 300, 301, 3 0 5 , 4 1 9 .
Schnürer, Frz., 532. Segesser, A. P. v., 405.
Schnürer, Gv., 147. Segond, J., 49.
Scholz, Hch., 124. Segovia, Angel M.*, 285 n. 154,
Scholz, Rich., 448. Segura, Jacinto, 39 n. 12.
Scholl, Rud., 447. Seifert, Friedrich, 58.
Schollenberg, J. J., 64. Seignobos, Ch., 26, 162 n. 48, 272.
Schon, H. H., 336. Seipel, lg., 82.
Schon, Theod., 543. Selbie, J. A., 527.
Schone, R., 258. Sellés, Eugenio, 473 n. 244.
Schopenhauer, 41, 42, g8, 134. Semenov, P., 237.
Schott, Andreas, 158 n. 44. 318 n. 16o, Semler, Joh. Salomo, 204.
546. Sempere y Guarinos, Juan, 196 n. 8 2 , 2
Schrader, F., 236. n. 89, 202 n. 92, 40Ó n. 20'¡, 546, 5,
Schrader, Otto, 188. 555 n. 273.
Schramm, Alb., 521, 563. Senckenberg, H. Ch., 405.
Schramm, Fritz, 245. Sentenach, ■ Narciso, 339 n. 163, 3
Schramm, Rob., 26g, 270. n. 165, 337 n. 165.
Schraub, Wm., 448. Serdaes de Wommerson, J. de,
Schroder, Edward, 230, 239. Serna, Ramón de la, 100 n. 31.
— 621 —
Stein, H., 3o8 n. 159, 528. 552 , 564. Suetonio Tranquilo, C., 181, 182, 419.
Stein, Ldw., 181. . Sulzbach, Wm., 111.
Steinacker, Harold, 184, 357, 36o, 372, Susanna, Francisco, 75 n. 24.
372 n. 181. Susta, Jos., 409.
Steinberg, S., 425. Swoboda, Hch., 198.
Steindorff, E., 542 Sybel, Heinrich von, 29, 59, 63, 292, 314,
Steindorff, Gg., 254. 371. 373 , 510, 538.
Steinhausen, Gg., 104, 328, 443. Szamatólski, Siegfr., 557.
Steinherz, Sam., 314.
Steinmetz, S. R., 75.
Steinthal, H., 44, 354. Tácito, 63, 181.
Stengel, Karl v., 526. Taine, Hipólito, 71, 104,
Stengel, Paul, 326. Tangl, Mkh., 252, 294. 36o, 364.
Stephani, Karl G., 190. Taracena, Blas, 329 n. 163.
Stephanus. Henr., 240, 241. Taranger, 38o.
Stepheu, Leslie, 289. Tarde, Gabriel, 61, 85, 85 n. 29.
Stephens, W. R. W., 205. Tardif, Jules, 373.
Stern, Alfr., 136. Tas.sin, R. Fr.
Stern, L. Wm., 486, 487. Taubler, Eug., 365.
Sternberg, Karl, 41. Taylor, Isaac, 250.
Sternberg, Kurt, 37. Tech de Huidobro, Edith, 204 n. 9 6 .
Sterae, Wm., 98. Tegner, 53I.
Stevenson, Jos., 396. Teixeira de Aragao, 338 n. 165.
Stich, 314, 396. ' Tejada y Ramiro, Juan, 322 n. IÓO, 36!
Stieda, Wm., 413. n. 179 .
Stieler, Kasp., 390. Temperley, Harold, 3g8.
Stier-Somlo, Friedrich, 64,.526. Tenner, J. R., 162.
Stieve, Fel., 147, 293. ,303, 3o6, 314. Tenorio, N., 168 n. 51.
Stimmung M., 542, 543. Terreros, Esteban de, 251 n. 140.
Stinzing,. R. V., 201, 379. Terry, Charles Sanford, 316.
Stoerck, F., 366. Teubner, B. G., 530.
Stéihr, Adolf, 487. Teuffel, Rud., 182, 424.
Stolz,' Otto, 232. ' Teuffel, Wm., 4^3.
Stolzel, Adolf, 38o. Thaer, Ald., 188.
Storbeck, Ldw. Aug., 424. Thalheim, 326.
Stourm, R., 196. Theiner, 204.
Stovkis, A. M. H. S., 185. Thelert, Gg., 529.
Strakosch Grass.mann, Gv., 151. Thiele, C. P., 203, 204 n. 95.
Strassmayr, Edd., 544. Thierry, A., i 32'.
Stratmann, 244. Thimm, C. A., 555.
Street, G. E., 330 n. 163. Thimmé, Fch., 398, 471.
Strehl, W., 423, 5 6 8 . Thiset, A., 341.
Strieder, Jak., 194. Thom, R., 173 n. 57.
Stromer, Ulman, 432. Thomas, H., 263 n. 145.
Stromer-Reichenbach, Friedrich, 59., Thomason, George, 453.
Struve, Burkh. Gotthard, 312, 535,, 552. Thommen, Rud., 372.
Strzygowski, Jos., 207. Thompson, E. M., 250, 252.
Stuck, Gottfr. Hch., 439. Thorndike, Lynn, ^208.
Stückelberg, E. A., 184, 335, 434. Thudichum, Fch. v., 231, 235.
Studt, Bernh., 470. Thumser, 326.
Stueve, Rud., 354. Thyssen, G., 38..
Stumpf-Brentano, Karl Fch., 362. Tiele, Peter Anton, 453, 553.,
Stutz, Ulr., 206, 448, 541. Tiersot, Jul., 350.
Styffe, C. G., 235. 'Iietze, Hs., 99, 2 0 7 , 283, 4 7 7 , 563 -
623 —
Tilander, Gunnar, 244 n. 134, 383 n.°l 95- Uhlirz, Math., 544.
Tilemann, 275. ' Ulbrich, J , 526.
Tille, Armin, 161, 171, 185, 539. Ulrichs, L , 240.
Tipaldo, E. de, 289. Ullmann, H ch , 179, 394, 490.
Tiset, Anders, 186. Ulloa, Martín de, 271 n. 148.
Tobler, Ad., 243. Unamuno, Miguel de, 83 n. 26.
Tocqueville, A . de, 28, 504. Undset, Ingvald, 190.
Toda y Güell, E.. 545. Unger, G. F., 240, 270.
Toeche-Mittler, bu., 535, Unger, T . W „ 519.
Toledano, Eustaquio, 367 n. 179, Ungnad, Arth., 443.
Tomlins, T . E., 382. Urbina, J , 562 n. 278.
Tommaseo, 243. Urbino, Bartholomaeus de, 242.
Tommasini, Oreste. .. Ureña y Smenjaud, Rafael de, 201, 244
Tonnies, Ferdinand, 62, 87, 20Q, 445. n. 134, 265 n. 146, 384 n. 195. 385 n. 195.
Topffer, Joh, 184. Uriarte, José Eugenio de, 284 n. rs3.
Toreno, Conde de, 173 n. 57. Uriarte Lebario, L. M., 386 n. 195.
Tormo, Elias, 260 n. 144, 329 n. 163, 478 Usener, H erm , 203, 347. ,
n. 248. Usón Sesé, M., 39 n. 12, 371 n. 180.
Torp, A.^244. Utitz, Emil, 98.
Torre, 'Antonio de la, 341 n. 169. Utterodt zu Scharffenberg, L. Gf., 555.
Torre, L. de, 444 n. 234.
Torre, Martín de la, 561 n. 278.
Torres Amat, F., 286 n. 134.
Vaca, Domingo, 26 n. 5, 34 n. 8, 162 n. 48,
Torres Campos, Manuel, 558 n. 277. 204 n. 96.
Torres Lanzas, 566 n. 281.' - .
Vacant, A ., 527.
Torres López, Manuel, 136 n. 36, 200 Vacher de Lapouge, G., 75.
n. 89, 206 n. 104.
Valbuena, Manuel de, 240 n. 128.
Torres de Mendoza, L., 317.
Tourneux, Maur., 344, 429. Valdenebros, José M.\ 546.
Toustain, Chr. Fr., 358. Valentinelli, Gius., 553.
Traube, Ldw., 241, 250, 241, 253, 280, Valera, Diego de, 320 n. 160, 321 n. 160.
296, 301, 560. Valera, E-, 376 n. 184. ,
Treitschke Heinrich von, 28, 29, 30, 64, Valerio, P , 250.
104, 123, 500, 513. Valeton, J., 557-
Triepel, H ach, 366, 380. Valniaggi, R-, 540, 557-
Trithemius, 295. ->■ Va'verde Peralls, F., 412 n. 210.
Troeltsch, Ernst, 37, 46, 56, 59, 64, 69, Valla, Lorenzo, 358, 42a .
92, n r , 120, 123, 124, 128, 147, 151, Valladares de Sotomayor, Antonio, 468
204, 527. n. 232.
Troschke, Th. Frhr. v , 555. Vallaux, Camille, 233.
Trotha, Thilo v., 172, Valls y Taberner, F , 371 n. 180, 384
Trubner, Nik., 531. n. 195, 386 n. 195, 412 n. 210, 419 n. 222.
Trudinger, Karl, 166. Vanesa, M ax, 229, 237, 326.
Tucci, R. di, 386 n. 195, 4T2 n. 218. Vapereau, Gv., 288.
Tucidides, 63, 116, 155, 181, 211. Vargas Ponce, J. de, 286 n. 154.
Tumbult, G ., 341. Vamhagen, H., 558.
Turba, Gg., 314, 396. Varón V alle jo, É., 244 n. 134.
Turgot, 56, 92. V asar i, G g , 183.
Turnbull, W . B ., 396. Vázquez, Alonso, 295.
Tyrell, G , 27. Vázquez de Parga, Luis, 385 n. 195.
Vázquez Siruela, 260 n. 144.
Jckert, A , 171, 238. Vega de Anzo, Marqués de, 377 n. 184.
Jghelli, Ferd, 311. Vega de Mina, Juana, 434 n. 229.
JHlirz, K arl, 364. Veith, G g , 173, 236.
40, — BAUI-R. — INTRODUCCIÓN Ah t o t u m o DE l a h is t o r i a
—. 624 —
Xénopol, A.-D ., 32, 40, 43, 52, 58, 59. 6<) Zeller, E., 343-
Zenker,'Ernst V ik ., 472.
Zenmer, K arl, 196, 371 n. 18o, 372 n. 181,
38o, 383 n. 195.
Y^anguas y Miranda, José de., 374 n. 184,
Zibst, C., 541.
386 n. 195, 525 n. 259. Zibst, Oenek, 554.
Yepes, Antonio de, 374 n. 184.
Ziebarth, E r., 168. 256.
Yela Utrilla, J. F ., 36o n. 175, 375 n. 184.
Ziehen, 257.
Zielinski, Tadeusz, 27, 18o.
Zimmermann, Hch., 168.
Zabala, Pío, 551. Zingerle, Ign. Vinz. v., 351.
Zabalzuru, Francisco de., 319 n. 16o. Ziony, J., 532. •
Zacearía, Enrico, 545. Zóbel de Zangroniz, Jacobo, 337 n. 165.
Zambaur, E.,. de, 186. Zondervan, Hendr., 479.
Zangemeister, C., 258, 259. Zopel, Hch., 38o.
Za.ragoza, L. <ie, 237 n. 124, 374 n. 184. Zopf, Ldw., 182.
Zarco Cuevas, Julián, 561 n. 278. Zorrilla, José, 434 n. 229.
Zarncke, Fch., 532. Zubich Xavier, 24 n. 3, .;z8 n. 6..
Zeck, Ernst, 448. Zuchold, A., 536.
Zegler, 523. Zurbonsen, H., 25.
Zeiss, Hans, 330 n. 163. Zurita, Jerónimo, 2 6o> n. 144, 318 n. 16o.
Zeissberg, Hch. v., Zurita, José, 376 n. 184.
Zdtheim, J., 284. Zvetaieffv, !., 260.