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Luz Ivonne Ream - publicado el 07/08/17

No me puedo quedar de brazos cruzados nada más


porque el otro tiene una capacidad distinta de
entenderme o de comprender las cosas en general
“Yo soy responsable de lo que digo, no de lo que tú entiendes”. Ah, pero qué bonito dicho. Y
tiene algo de verdad, pero no creo que sea totalmente aplicable cuando se trate de
comunicarme con mi cónyuge porque no me puedo quedar de brazos cruzados nada más
porque el otro tiene una capacidad distinta de entenderme o de comprender las cosas en
general.

El amor es el ingrediente principal en toda relación, en este caso en la de pareja. Por lo


tanto, es muy importante que sepamos comunicarlo porque en la eficacia de
hacerlo es donde este se afianzará. Por medio de la comunicación nuestro
vínculo crecerá haciéndose cada vez más sólido e impenetrable.

Comunicarnos efectiva y afectivamente es un arte porque debe ser una mezcla perfecta
de lo que decimos, cómo lo decimos y de nuestro lenguaje corporal. Las
estadísticas hablan de que hay que cuidar lo siguiente para así mandar un mensaje de
manera asertiva y que este sea recibido de una manera idónea:
10% es lo que decimos (las palabras verbalizadas).
30% es cómo lo decimos (el tono de voz).
60% es lenguaje corporal (gestos, expresiones corporales).

El lenguaje no verbal
Así es, casi todo el peso está en el lenguaje no verbal, en las palabras no verbalizadas,
pero expresadas por medio de nuestro cuerpo. Si encojo los hombros o los
mantengo erguidos; si me expreso con las palmas abiertas o cerradas; si hablo apuntando
con el dedo la mano cerrada, etc. Todas estas expresiones no verbales hablarán más de mi
mensaje que las propias palabras.

Ellos no son adivinos


La comunicación es una calle de doble sentido porque no solo cuenta la capacidad de
expresar nuestras emociones, pensamientos, sentimientos, deseos, sueños y
preocupaciones, sino saber escuchar lo que piensa, siente, quiere y preocupa a
nuestro cónyuge. De hecho, el gran reto en las parejas es saber entender y comprender
todo de él, muchas veces sin necesidad que nos lo verbalice. Aunque, como siempre
digo, más vale hablar, escuchar y hacernos escuchar porque nos casamos con
un “homo-sapiens”, no con adivinos.

Seis claves para que la comunicación sea efectiva


Hay claves que siempre hay que tener en cuenta para lograr que nuestra comunicación sea
lo más efectiva posible. Las 4 más importantes son honestidad, caridad, empatía y
simpatía. Las otras son: claridad de lo que quieres decir; que tu mensaje sea concreto y
conciso, al punto y sin rollos; y coherente, tanto para ti como para tu receptor, en este
caso tu cónyuge.

Cuando nos comunicamos con honestidad es cuando permitimos que haya una
comunicación abierta y honesta entre nosotros. Podrá no gustarnos lo que vamos a
escuchar, pero es preferible eso a andar con engaños. Un ejemplo tonto, pero que
sucede. Llega el esposo a decirle a su mujer que le mandará dinero a su mamá por alguna
razón. Como esposa puede que no te guste la idea y menos aún si no llevas buena relación
con ella. Pero de tu reacción o actitud a la honesta y abierta comunicación que está
teniendo tu marido dependerán otras cosas después.

Se necesita de caridad para comprendernos mutuamente, para hablarnos con el respeto


que ambos merecemos reconociéndonos desde el amor como seres imperfectos y
vulnerables. Al vivir este tipo de caridad en nuestra comunicación matrimonial podremos
abrirnos de capa con nuestro cónyuge, desnudar el alma sin tapujos sabiendo que nuestra
intimidad no corre peligro alguno porque entre nosotros no hay juicio, solo amor y
compresión. La caridad también incluye cuidar no solo el fondo sino la forma, el tono de
comunicarnos. Como dice el refrán: “No es que me digas tonto, sino la tonta forma
de decírmelo”.

Ponernos en sus zapatos


Se requiere de simpatía y empatía para así poder preocuparnos y entender los sentimientos
del otro. Asimismo, para tener la capacidad de ponernos en sus zapatos experimentando su
sentir. Con esto nos será más sencillo comprender sus emociones y sentimientos y
así evitar estar a la defensiva.

Te comparto este ejemplo para que te des cuenta de lo importante que es saber utilizar las
palabras adecuadas cuando queremos expresarnos. María se enojó con su esposo por
cuestiones económicas y en vez de dialogar el asunto, se dejó llevar por la ira que sentía. Le
dijo que ya estaba harta de él, que era un fracasado, que ya no aguantaba pasar por tantos
apuros económicos, etc.

Veamos…. ¿De verdad María estaba harta del esposo? No será más bien que María se siente
frustrada con la situación de la cual quizá su esposo ha sido el causante principal. Siente
miedo y frustración, entre otras cosas. ¿Cuál sería la actitud idónea de María en una
situación como esta? Primero que ella se enfríe y luego decirle a su esposo cómo se siente.
No decirle que él la hace sentir así porque de inmediato se manda el mensaje de que el
otro es culpable y no se trata de eso, sino de hacerle saber cómo se siente con la situación
por la que pasan. Vale que le diga que se siente harta, pero insisto, de la
situación, no de él. ¿Me expliqué la diferencia?

Esto se puede emplear también con los hijos. La mamá cansada de cuidarlos todo el día, de
recoger, limpiar y demás. De repente llega uno de los hijos, después de que ella está
agotada, con los zapatos llenos de lodo y ensucia toda la casa. La mamá se monta en
pantera y le comienza a gritar que ya está harta de él, que lo único que sabe hacer es
mugrero, que siempre hace lo mismo, que no sirve para nada más. ¡Zas! Tristemente sí lo
hacemos las mamás. Aquí es lo mismo. ¿De verdad la mamá está harta del hijo o está
cansada del comportamiento tan poco cuidadoso de él? Es de pensarse, ¿verdad?

Cuando te quieras hacer escuchar por tu cónyuge sigue estas reglas


básicas
Busca hablar en un lugar seguro donde haya los menos distractores. Fuera
celulares y demás aparatos.
Habla solo en “Primera Persona”. Es decir, “yo me siento…” Evita a toda cosa el “tú
me haces sentir”. Es decir, soy yo quien me siento así. Sí, es debido a una actitud tuya, pero
no eres tú quien me lo hace sentir. Por ejemplo: yo me siento muy triste y desanimada
cuando tú dices que solo quiero que me digas cosas de amor y que ya estás cansado de eso.
Yo me siento de esa manera porque eso me hace creer que no soy importante para ti y me
recuerda el desamor de mi papá.
Expresa tus emociones y sentimientos únicamente con palabras y no con
acciones como golpear la mesa si te sientes enojado o frustrado, azotar puertas, etc.
Haz contacto visual. Que este contacto refleje amor y no reto, amenaza o provocación.
Cuida el tono de tu voz. Si sientes que te está ganando la emoción, con respeto y sin
demandas pide unos minutos para tranquilizarte. Haz unas cuantas respiraciones hasta que
estés listo de retomar el tema.
Habla sobre un tema a la vez. Las mujeres en particular tenemos memoria de
computadora y un tema puede llevarnos a cientos más. Esto no conviene, porque aparte de
todo se pueden reavivar emociones que ya ni al caso. Hay que mantenerse en el tema
central únicamente.
Evita dar golpes bajos. Algo así como sacar secretos o confidencias a la luz, o asuntos
que para él son privados.
Evitar generalizar (siempre, nunca, jamás). Siempre me ignoras, nunca me escuchas y
jamás me demuestras atención.
El sarcasmo, las críticas y las acusaciones quedan prohibidas. En esta línea hay
que cuidar mucho nuestro lenguaje corporal, que no mandemos el mensaje equivocado.
Tampoco las acusaciones se valen porque estas en automático cortan la comunicación.
Evita comentar cosas como “es absurdo que pienses así” porque si te lo dice es que para ella
no es absurdo.

Escuchar es más difícil que hablar


Por el otro lado, si tú cónyuge te pide que le escuches, considera lo siguiente. Escuchar
requiere de más esfuerzo que de hablar. Por eso Dios te dotó de 2 oídos y solo de una
boca. Por lo tanto:
Escuchar es escuchar. Mantén el silencio a menos que tu participación sea requerida. Esto
es sobre todo para los esposos. Señores, generalmente cuando queremos platicar
es solo para sentirnos escuchadas y no para que nos resuelvan el asunto. Si tu
esposa no te está pidiendo ayuda, entonces calladito.
Fuera celulares y cualquier otro distractor. En ese momento no hay nada más
importante que tu cónyuge y su mensaje. Ni siquiera los hijos.
Con tu lenguaje corporal manda la señal de que estás listo para recibir el mensaje. No
cruces ni piernas ni brazos y mantén una postura abierta. Si no estás de acuerdo con lo
que estás escuchando o quizá ya estás algo fastidiado de que te repite la misma cosa una y
otra vez, no voltees los ojos como diciendo, ash, ya vas a empezar con eso…
Muestra una empatía honesta cuando te demuestre sus sentimientos.
No denigres ninguna de sus emociones ni le restes valor a sus palabras. El que
para ti algo no tenga tanta relevancia, no significa que para la otra persona no tenga
importancia.

Recuerda que es importante cuando quieras entablar un diálogo con tu cónyuge, por muy
enojado que estés, evita la famosa frase de “tenemos que hablar” porque eso en automático
le pone a la defensiva y obvio se preguntará: ¿“y ahora qué hice”? Puedes comenzar con
algo así: “Amor, me gustaría compartirte cómo me siento con esta situación. Escúchame,
por favor”. Recuerda que en el pedir está el dar.

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