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Comunicarnos efectiva y afectivamente es un arte porque debe ser una mezcla perfecta
de lo que decimos, cómo lo decimos y de nuestro lenguaje corporal. Las
estadísticas hablan de que hay que cuidar lo siguiente para así mandar un mensaje de
manera asertiva y que este sea recibido de una manera idónea:
10% es lo que decimos (las palabras verbalizadas).
30% es cómo lo decimos (el tono de voz).
60% es lenguaje corporal (gestos, expresiones corporales).
El lenguaje no verbal
Así es, casi todo el peso está en el lenguaje no verbal, en las palabras no verbalizadas,
pero expresadas por medio de nuestro cuerpo. Si encojo los hombros o los
mantengo erguidos; si me expreso con las palmas abiertas o cerradas; si hablo apuntando
con el dedo la mano cerrada, etc. Todas estas expresiones no verbales hablarán más de mi
mensaje que las propias palabras.
Cuando nos comunicamos con honestidad es cuando permitimos que haya una
comunicación abierta y honesta entre nosotros. Podrá no gustarnos lo que vamos a
escuchar, pero es preferible eso a andar con engaños. Un ejemplo tonto, pero que
sucede. Llega el esposo a decirle a su mujer que le mandará dinero a su mamá por alguna
razón. Como esposa puede que no te guste la idea y menos aún si no llevas buena relación
con ella. Pero de tu reacción o actitud a la honesta y abierta comunicación que está
teniendo tu marido dependerán otras cosas después.
Te comparto este ejemplo para que te des cuenta de lo importante que es saber utilizar las
palabras adecuadas cuando queremos expresarnos. María se enojó con su esposo por
cuestiones económicas y en vez de dialogar el asunto, se dejó llevar por la ira que sentía. Le
dijo que ya estaba harta de él, que era un fracasado, que ya no aguantaba pasar por tantos
apuros económicos, etc.
Veamos…. ¿De verdad María estaba harta del esposo? No será más bien que María se siente
frustrada con la situación de la cual quizá su esposo ha sido el causante principal. Siente
miedo y frustración, entre otras cosas. ¿Cuál sería la actitud idónea de María en una
situación como esta? Primero que ella se enfríe y luego decirle a su esposo cómo se siente.
No decirle que él la hace sentir así porque de inmediato se manda el mensaje de que el
otro es culpable y no se trata de eso, sino de hacerle saber cómo se siente con la situación
por la que pasan. Vale que le diga que se siente harta, pero insisto, de la
situación, no de él. ¿Me expliqué la diferencia?
Esto se puede emplear también con los hijos. La mamá cansada de cuidarlos todo el día, de
recoger, limpiar y demás. De repente llega uno de los hijos, después de que ella está
agotada, con los zapatos llenos de lodo y ensucia toda la casa. La mamá se monta en
pantera y le comienza a gritar que ya está harta de él, que lo único que sabe hacer es
mugrero, que siempre hace lo mismo, que no sirve para nada más. ¡Zas! Tristemente sí lo
hacemos las mamás. Aquí es lo mismo. ¿De verdad la mamá está harta del hijo o está
cansada del comportamiento tan poco cuidadoso de él? Es de pensarse, ¿verdad?
Recuerda que es importante cuando quieras entablar un diálogo con tu cónyuge, por muy
enojado que estés, evita la famosa frase de “tenemos que hablar” porque eso en automático
le pone a la defensiva y obvio se preguntará: ¿“y ahora qué hice”? Puedes comenzar con
algo así: “Amor, me gustaría compartirte cómo me siento con esta situación. Escúchame,
por favor”. Recuerda que en el pedir está el dar.