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SA
Habana

Свипри
до

Matanzas

Buongiustar
HISTORIA
DE LA

CIVILIZACION EUROPEA ,

ó sea curso general de historia moderna

DESDE LA CAIDA DEL IMPERIO ROMANO

HASTA LA REVOLUCION DE FRANCIA.


POR

MR. GUIZOV.

TRADUCIDA DE LA ULTIMA EDICION.

MADRID. - 1846 .
Est. literario-tipográfico de P. Madozy L. Sagasti,
Calle de la Madera baja , núm. 8.
HISTORIA

DE LA

CIVILIZACION EUROPEA.

LECCION I.

Señores : al disfrutar de la benigna acogida que


hallo entre vosotros , debo confesaros con fran-
queza , que siento dentro de mí mismo una vivísi-
ma complaciencia. Permitidme que os diga que la
acepto y que me honro y engalano con ella . por-
que es una prenda de la simpatia que ha existido
siempre entre nosotros , á pesar de nuestra larga
separacion .
En mí , señores , no se ha apagado nunca el
sentimiento de esa simpatía , y creo ver en este
6 HISTORIA DE LA
recinto las mismas personas , la misma generacion ,
que solia ver aqui hace siete años , reunida con el
objeto de asociarse á mis trabajos.
(El orador se turba y hace una breve pausa.)
Perdonadme , señores : me ha conmovido la
honrosa acogida que me haceis. Al volverme à en-
contrar entre vosotros , creo que debe hallarse
todo en el mismo estado , y que no ha debido ha-
ber acaecido el menor cambio. Sin embargo , ha
mudado todo , señores.
Siete años hace que entrábamos con inquietud
en este lugar, agitados por un pesaroso y triste
setimiento. Estábamos rodeados de obstáculos , y
cercados de peligros por todas partes: siete años
hace que nos sentiamos como arrastrados hacia un
mal que inútilmente procurábamos evitar con
nuestra tranquilidad y cuidados : hoy volvemos
todos ricos de porvenir y de esperanza , tranquilo
ei corazon y libre el pensamiento.
En medio de tanta paz , en medio de tanta bo-
nanza , tenemos un medio de manifestar dignamen-
te nuestro reconocimiento : esto es, el de procurar
que en nuestros estudios y reuniones haya aque-
lla calma , y reine aquel órden que existía cuando
temiamos todos los dias , y á cada momento , yer-
nos espiados ; y cuando temblábamos por la para-
lizacion de nuestros trabajos. La fortuna es muda-
ble, frágil y delicada : en la esperanza debemos
portarnos del mismo modo que en el temor : sali-
dos de una enfermedad, debemos obrar con la
misma prudencia , y observar los mismos cuida-
dos que cuando estábamos amenazados por ella.
Vosotros los observareis , no lo dudo : esta misma
simpatia , esta íntima y rápida correspondencia
CIVILIZACION EUROPEA. 7
de opiniones de sentimientos y de ideas que nos
unian en los borrascosos dias . y que tantas penas
nos han evitado , nos unirá tambien ahora que
disfrutamos dias apacibles y serenos , haciendo
que podamos recoger todos los frutos posibles de
nuestros trabajos . Cuento , señores , eon vosotr s; y
lisonjeándome de que secundareis mis deseos , no
necesito mas.
Corto es el tiempo que nos queda hasta llegar á
la conclusion del año , y todavia es mas corto el
que tengo para pensar en el curso de las lecciones
que debo daros . Por consecuencia he buscado et
único objeto que ha mi modo de ver podria abrazar
en el tiempo que nos queda , y me ha parecido
que un cuadro general de la historia moderna de
la Europa , considerada con respecto al desarrollo
de la civilizacion ; una mirada sobre la historia de
la civilizacion Europea , esto es , de su origen , de
sus progresos , de su fin , de su carácter , ine ha
parecido , repito , que un cuadro semejante era
el mejor que podiamos trazar , si atendemos al cor-
to tiempo de que podemos disponer. Este és , pues,
el objeto sobre que he determinado fijar vuestra
atencion.
Acabo de pronunciar la palabra civilizacion;
y la he pronunciado porque existe , y es gene-
ral ; porque aparece y sobresale cierta unidad en
todos los estados de Europa ; porque es la conse-
cuencia de causas ' n
muy semejantes á pesar de la
diferencia que en ellas puede existir de tiempo,
de lugar y de circunstancias ; porque arrancada
de los mismos principios , tiende á producir por
todas partes los mismos resultados. Existe , pues,
y no hay que dudarlo , existé una civilizacion co-
8 HISTORIA DE LA

mun en Europa de que hablaré bajo un aspecto
general.
La civilizacion no puede buscarse en un solo
punto : su historia no puede escribirse en vista de
la historia de un solo Estado : porque por mas que
sea única , se muestra con una variedad prodigio-
sa, y porque no se ha desenvuelto toda entera en
ningun pais especial. Los rasgos de su fisonomia
son rasgos esparcidos por todas partes , y se deben
buscar y recoger en Francia ó en Inglaterra , en
Alemania ó en España.
La posicion que ocupamos , señores , es la me-
jor para estudiarla y conocerla : sin espíritu de
vanidad podemos asegurar, que la Francia ha sido
siempre el centro y el foco de la civilizacion gene-
ral. No es esto decir , que haya ido siempre y en
todas direcciones al frente de los demas pueblos,
no : en el camino de las artes , en diversas epo-
cas , la ha precedido la Italia : con respecto á las
instituciones políticas , ha ido en pos de la Ingla-
terra : en otras direcciones y en ciertos momentos,
quizás la han aventajado otros paises de Europa.
Sin embargo , es imposible dejar de conocer que
siempre que la Francia ha ido al frente en la car-
rera de la civilizacion , ha adquirido mayor brio
y cobrado nueva fuerza.
Y no solo ha sucedido asi , sino que todas las
ideas , todas las instituciones civilizadoras , que'
han nacido en otros paises , cuando han intentado
estenderse por otros lugares , y fecundizar los de-
mas pueblos, cuando han querido obrar en ' bien de
toda la Europa , han tenido que recibir en Fran-
cia una nueva preparacion ; y de Francia han par-
tido para conquistar las demas naciones , y por
CIVILIZACION EUROPEA. 9
Francia han tenido que pasar para derramarse
por la Europa entera .
Hay sin duda en el genio francés algo de mas
sociable y simpático , alguna cosa que se comuni-
ca con mas facilidad y energía ; ya sea nuestra
lengua y nuestro espíritu , ya nuestras costumbres,
lo cierto es que nuestras ideas son mas popula-
res , que se presentan con mas viveza á las masas,
y que penetran en ella mas fácilmente, En una
palabra , la claridad , la sociabilidad y la simpatía ,
son el carácter particular de la Francia , y estas
cualidades se colocán al frente de la civilizacion
de Europa .
Asi , al examinar este gran acaecimiento , no
tomamos arbitrariamente la Francia , como centro
de semejante estudio , sino que miramos el espí-
ritu de la civilizacion , colocándonos en el centro
del hecho que vamos á estudiar y conocer.
He dicho que la civilizacion es un hecho : si se-
ñores , la civilizacion es un hecho claro y terminan-
te, un hecho que puede ser estudiado y descrito .
Se ha hablado infinitas veces de la necesidad
de encerrar la historia en los hechos , y de que ellos
sean exactamente referidos : nada por cierto reco-'
nocemos de mas acertado. Pero muchos y mas di-
versos son los que deben estudiarse y describirse .
Hay hechos materiales y visibles , hechos quese ven
y se palpan , como las batallas , las guerras y los
actos oficiales de los gobiernos : los liay morales,
ocultos y misteriosos que por eso no han dejado de
existir lo mismo que los primeros: hay hechos par-
ticulares que tienen tambien un nombre particu-
lar; hay otros generales que carecen de nombre
propio y á quienes es imposible señalar una fecha
40 HISTORIA DE LA
precisa , que no pueden ser encerrados en ciertos
Tímites , que á
a pesar de esto son reales , y que nó
pueden escluirse , de la historia sin que quede mu
tilada.
La filosofia que encierra la relacion de los su-
cesos , la esplicacion de sus causas y efectos , per-
tenece á ella tambien , asi como la relacion de las
batallas, y la de los demás acontecimientos que
hieren los sentidos. Tal vez nos equivoquemos en
ellos , porque es dificil distinguirlos , animarlos y
presentarlos bajo formas visibles: sin embargo, no
cambia en nada su naturaleza semejante dificul--
tad ; y por eso no dejan de constituir la parte mas
grande y esencial de la historia .
La civilizacion es uno de esos hechos indispu-
tables ; hecho general , oculto , complicado , muy di-
ficil de conocer y describir ; pero real y verdadero
que debe ser descrito y tomado en consideracion ,
tanto como otro cualquiera.
Hay , decimos , un hecho universa , una civili-
l
zacion del género humano ; un destino comun de
h
la umanid : l si h t
os glos an ransmiti de siglo
ad do
en siglo un tesoro sublime y precioso que no pue-
de perderse jamás , que debe aumentar siempre ,
se
pasar como un depósito , y llegar hasta la consu-
inacion de los siglos . Hay un destino general de
la humani , una transici contínua del rico de-
dad on
pósito de la civilizac ; y por tanto una historia
ion
univers que estudiar y d escribir
al
¿Y no creeis , señores , que la civilizacion es el
hecho... la verdad por escelencia , el hecho gene-
ral y definitivo á donde marchan á reunirse to-
dos los hechos restantes? Examinad los aconteci-
mientos que forman la historia de un pueblo ; to-
CIVILIZACION EUROPEA. 44
mad todos los elementos de su vida, sus institu-
ciones, su comercio, su industria y las operacio-
nes de su gobierno. Pues bien , cuando caminau
en globo todos estos hechos , cuando se los quie-
re apreciar y juzgar¿cuál es la pregunta que de
pronto se nos ocurre hacer ? Lo que preguntamos,
naturalmente , en semejante caso es , que papel
han representado, que influjo han tenido en la ci-
vilizacion. De este modo no solo llega á tenerse de
ella una idea completa, sino que por la estension
y profundidad de los rios, se conocen las aguas
que van a parar en el Océano .
La civilizacion , señores, es una especie de Océa-
no, que comprende en su seno todo lo que hay en
las naciones de mas rico y precioso. Hechos hay muy
funestos anatematizados por los pueblos, sobre los
cuales han pasado como una horrorosa tormenta,
como el despotismo y la anarquía; empero si han
aumentado la civilizacion, si han contribuido á que
esta dé algun paso, se les escusa hasta cierto punto ,
se olvida el precio que han costado y las desgra-
cias que han ocasionado.
Hay hechos tambien que propiamente hablando ,
no pueden llamarse sociales : hechos particulares
que interesan mas al espíritu humano que à la vida
pública; tales son las ciencias religiosas, las filosó-
ficas ideas, las ciencias, las letras y las artes. Estos
hechos parece que obran en el alma del hombre,
ya para su perfeccion, ya para su encanto; y qué
mas bien tienen por objeto su placer ó su interior
privada mejora que su condicion pública y social.
En mi concepto , bajo el punto de vista de la civili-
zacion, es como han sido y deben ser considerados,
En todos los tiempos y en todos paises se ha gló
12 HISTORIA DE LA
riado la religion de haber civilizado los pueblos :
las ciencias, las letras, las artes, todos los placeres
intelectuales y morales han reclamado su parte en
esta gloria, y se les ha honrado, cuando se ha re-
conocido que les pertenecia en efecto . Asi al con-
siderar los hechos mas importantes, los mas subli-
mes en sí mismos, independientes de todo resulta-
do esterior, vemos que crece su importancia, y que
se aumenta su sublimidad con respeto á la civi-
lizacion. Es tanta la riqueza de este hecho, que la
comunica y derrama sobre todo lo que está cerca
de sí: hay ocasiones en que los hechos de que habla-
mos se consideran y examinan por sola la influencia
que han tenido sobre la civilizacion; influencía que
hasta cierto punto llega á ser en algunos tiempos
la única regla que decide de su mérito y valor .
Yo preguntaré, señores , antes de descubrir sú
historia ¿cuál es este hecho tan importante , tan
estenso y precioso; este hecho que lo reasume todo
porque es la espresion de la vida entera de los
pueblos?
No me introduciria en la filosofía puramente
dicha para responder á semejante pregunta : no
sentaria principio alguno para deducir de él la na-
turaleza de la civilizacion ; pues que haciéndolo
asi , encontrariamos muchos peligros é infinitos
errores. No debemos esplicar ninguna teoria ; solo
tenemos que describir una verdad clara y esplícita.
En innumerables paises se usa desde mucho
tiempo ha la palabra civilizacion : de ella se tienen
ideas mas o menos claras , mas o menos elevadas;
pero al fin se pronuncia , yse comprende en todas
partes. El sentido de esta voz , este sentido populár
y comun, es lo que debemos estudiar y conocer.
CIVILIZACION EUROPEA. 15
Muchas veces hay mas verdad en el fondo de
la acepcion usual de las palabras mas generales,
que en las definiciones, á primera vista las mas
esactas y precisas de las ciencias; porque el buen
sentido da á las palabras la comun significacion, y
el buen sentido es el genio de la razon. El signifi-
cado comun de una voz se forma poco a poco con
presencia de los mismos hechos, á medida que se
presenta uno que parece merecer entrar en el, se
le recibe naturalmente; el sentido del conocido tér-
mino se dilata y se ensancha, de este modo van
replegándose dentro del círculo de una sola pala-
bra las ideas distintas y los diversos hechos que
debe comprender por su natural relacion .
No sucede esto cuando la ciencia ha fijado los
límites de una voz: semejantes definiciones, obra
de un solo hombre ó de un corto número de in-
dividuos, suele formarse comunmente en vista de
algun hecho particular que ha herido con fuerza
su imaginacion: por lo general , las definiciones
científicas son mucho mas superficiales y estre-
chas, y por lo tanto contienen en su fondo menos
porcion de verdad que la que contiene el sentido
popular y comun de las palabras.
Asi pues, estudiando como un hecho el signi-
ficado de la voz civilizacion , buscando todas las
ideas que están depositadas en su fondo, profun-
dizaremos sin duda el conocimiento de este hecho,
mucho mas que si pretendiésemos dar del mismo
una científica definicion , inesacta en realidad ,
aun cuando apareciese clara y precisa á primera
vista.
A fin de comenzar este trabajo , presentaré
algunas hipótesis , y describiré algunos estados
HISTORIA DE LA
sociales, à fin de que veamos si en ellos recono-
ce el instinto comun la marcha de un pueblo que
se civiliza, y si distinguis alli el sentido que dan
los hombres sencilla y naturalinente á la palabra
civilizacion.
Suponed, pues, un pueblo cuya vida esterior
sea muy cómoda, grata y apacible: suponed un
pueblo que paga pocos impuestos, y en el que se
desconocen la justicia y la tirania; un pueblo, en
fin, cuya existencia material no puede ser mas
feliz ni arreglada mejor. Pero suponed al mismo
tiempo que su vida intelectual y moral se halla
sino en un estado de opresion , puesto que no
siente, por los menos en un estado de entorpeci-
miento y abandono. No ha dejado esto de suceder
algunas veces. Existe un gran número de peque-
ñas repúblicas , cuyos súbditos , tratados como
rebaños, gozan en cuanto cabe, de un bienestar
material, pero que carecen de toda actividad in-
telectual y moral. Ahora bien existe alli la ci-
vilizacion? ¿Semejante estado es el de un pueblo
que se civiliza?
Veamos otra hipótesis. Figurémonos un pueblo
cuya existencia material sea menes dulce , menos
cómoda, pero soportable sin embargo. En cambio
no se han descuidado de reparar todas sus nece-
sidades, asi intelectuales como morales; se alimen-
tan en estos pueblos los sentimientos nobles y
elevados, se purifican sus costumbres, se desen-
vuelven sas creencias religiosas, y se desplega su
razon; pero al mismo tiempo hay un gran cuida-
do en apagar todo principio de libertad , Las ne-
cesidades intelectuales y morales son satisfechas
aquí del mismo modo que las necesidades mate-
CIVILIZACION EUROPEA. 15
riales : en la hipótesis anterior se distribuyen y
comunican a cada uno las verdades que se recono-
cen , pero no se permite a nadie que las busque
por sí solo. La inmovilidad de la vida moral es el
carácter de ese pueblo , y tal es el estado en que
han caido la mayor parte de las naciones asiáti-
cas en que la teocracia detiene la humanidad en
medio de su carrera; y tal en fin es la situacion
en que se encuentra el pueblo judío .
Aqui os preguntaré de nuevo veis ó dis-
finguís la civilizacion en medio de esas socieda-
des?
Presentemos ahora el reverso de semejante
hipótesis.
Supongamos un pueblo en que existe un es-
traordinario desarrollo en algunas libertades in-
dividuales , pero donde ha llegado a su colmo el
desorden: un pueblo cuyo gobierno no tiene otro
carácter que el de la violencia , cuyos individuos
están bajo el imperio del capricho y de la fuer-
za , y en el que, quien no se siente bastante fuer-
te para resistir es oprimido, sufre y perece al
'fin.
¿Se civiliza este estado? Señores : bien pueden
éxistir en él , gérmenes de civilizacion oque sé des-
arrollarán mas tarde , pero la verdad dominante
no es la que el sentido cómun entiende bajo aquel
nombre.
Finalmente, os espondré otra hipótesis. Amplia
es la libertad de cada uno : es rarísima la desi-
gualdad ó transitoria cuando menos : todos obran
a su capricho , y no se distingue apenas del uno el
poder del otro. Alli hay pocos intereses generales ,
escasas ideas públicas, casi ningun sentimiento que
16 HISTORIA DE LA
pueda ser llamado comun ; en una palabra, hay po-
quisima sociedad; las facultades de cada individuo se
desplegan por sí mismas ; su existencia corre so-
la Y aislada, sin que influya la del uno sobre la del
otro, y en fin, sin que deje rastro de haber pasa-
do. Las generaciones dejan sucesivamente la socie-
dad del mismo modo que la han recibido. Tal es
el estado de las tribus salvages: encontrareis alli
la libertad y la igualdad , pero buscareis en vano
la civilizacion , porque no existe alli,
Bien podriamos multiplicar estas hipótesis; pero
creo que las presentadas son bastantes para que
sea fácil descubrir el natural y popular sentido de
la frase civilizacion , y está visto con ellas , que
ninguno de los estados que acabamos de reconocer
corresponde al sentido de esta voz, segun el instin-
to comun .
La primera hipótesis espuesta es la del progro-
so y desarrollo desde luego revela la idea de un
pueblo que marcha , no á cambiar de estado , sino
para mudar de situacion: de un pueblo, en fin, cu-
ya condicion social se estiende y se mejora. Asi la
idea de progreso parece constituir el pensamiento
capital que encierra la palabra civilizacion.
¿Y en qué consiste este progreso ? Cuál es ese
desarrollo? Aqui, señores, aparece la mayor dificul-
tad. La etimologia de la palabra civilizacion , esplica
al parecer, de un modo claro y concluyente , qué es
lo que puede llamarse progreso y desarrollo : ella nos
dice que es la perfeccion de la vida social ; el de-
sarrollo de la sociedad propiamente dicha, y en fin
el estado mas amplio de las relaciones de los hom-
bres entre sí.
Tal en efecto es la primera idea que hiere la ima-
CIVILIZACION EUROPEA. 17
ginacion cuando se pronuncia aquella palabra ; y
se nos presenta instantáneamente á la imaginacion
el pensamiento de la actividad mas viva , y de la
organizacion por escelencia de las relaciones so-
ciales ; por una parte vemos una produccion en
aumento continuo de fuerza y de bienestar mate-
rial , y por otra la distribucion mas justa y equi-
tativa de ese mismo bienestar entre todos los indi-
viduos de que la sociedad se compone .
¿Pero hemos comprendido en esas definiciones
toda la estension de aquella voz?
Si respondiésemos afirmativamente valdria tan-
to como si dijésemos : el género humano en últi-
mo resultado no es mas que una inmensa reunion
que busca únicamente el órden y el material bien-
estar , y que habrá conseguido llenar todo su ob-
jeto tanto mas y progresado tanto mas , cuanto sea
mayor el fruto que coseche , y mas exacta su re-
particion entre los individuos de que conste .
Pero, señores, no es asi; los destinos del hombre
son mas sublimes ; y el instinto comun repugna tan
mezquina y raquítica definicion .
La civilizacion comprende y esplica algo de mas
grande, algo de mas complicado y estenso; alguna
cosa mas noble superior à la mera fortuna material
de los asociados. Los hechos , la opinion pública ,
el sentido popular , la significacion , sumamente
comun de esa voz que pronuncian todos y que to~
dos á lo menos coufusamente conocen y com-
prenden , se hallan acordes con la idea colosal que
representa la palabra civilizacion.
Contemplad á Roma en los mas hermosos dias
de su república despues de la segunda guerra pú-
nica, en aquel tiempo , señores , en que se desple-
La Lectura. TOM. I. 465
རྟེ
Y 18 HISTORIA DE LA
gában las mas grandes virtudes de los romanos
marchando á conquistar sus ciudadanos el imperio
del universo : contempladla y vereis como marcha
'su sociedad y vereis cuan rápidamente progresa
el estado social. Mirad , mirad despues á esa mis-
ma Roma bajo el dominio de Augusto en aque-
lla época en que parado y suspenso el movimien-
to social estaban próximos á triunfar los erróneos
principios. Acercad estas dos épocas una á otra:
juntadlas , miradlas , contempladias y comparadlas
entre si, y conocereis inmediatamente que la Roma
de Augusto era mas civilizada que la de Fabio ó
Cincinato.
Empero no nos apartemos tanto : estudiemos
la Francia del siglo XVII y XVIII . Es evidente,
señores , que bajo el punto de vista social con
respecto á la mayor cantidad y distribucion mas
exacta del bienestar y de la fortuna , la Francia
del siglo XVII y XVIII era muy inferior al de
otros paises de Europa ; por ejemplo , al de la Ir-
landa y la Inglaterra. Yo creo que en estos dos
pueblos era mayor la actividad social ; se aumen-
taba con mas rapidez y se distribuian mejor que
en Francia sus resultados. Sin embargo, interrogad
C 'al buen sentido general , y os responderá que la
Francia de aquel tiempo era el pais mas civilizado
de la Europa. Nadie lo ha puesto en duda jamas,
y testimonios de esta opinion general se encuen-
tran en todos los europeos monumentos. Podrian
señalarse muchos otros estados en que la felicidad
material es mas grande , crece con mayor rapidez,
y se reparte con mas exactitud entre sus indivi-
duos ; y con todo el instinto de los hombres , el
sentido comun reconoce y juzga como mas civili-
CIVILIZACION ERROPEA. 19.
zados otros paises que carecen de semejantes ven-
tajas y que baja este respeto , en nada aquellos
pueden ponerse en parangon.
¿Qué es lo que se realiza en estos paises al re-
cibir el nombre de esa civilizacion que tan abun-
dantemente los compensa de lo que les falta por
otra parte?
Otro desarrollo ademas del de la vida social
se manifiesta allí todo entero ; el desarrollo del
hombre en sí mismo, de sus facultades, de sus sen-
timientos y de sus ideas.
Si es allí la sociedad mas imperfecta que en
otras partes , tambien aparece y se levanta la hu-
manidad con mas grandeza y poder. Deberán aun
hacerse muchas conquistas sociales ; pero las vic-
torias , las inmensas victorias morales é intelectua-
les se habrán alcanzado ya. Muchos bienes y mu-
chos derechos faltarán á los hombres todavia; pero
muchos hombres eminentes y colosales se levanta-
rán ante la absorta faz de todo el mundo; las letras,
las ciencias y las artes desplegarán todo su brillo,
y en todas partes en que el género humano ve
resplandecer estas ricas imágenes , estas gloriosas
imágenes de su naturaleza humana, en todas partes
en donde ve aparecer , aumentarse este tesoro de
los mas puros y sublimes goces , alli reconoce , allí
nombra y admira la civilizacion.
En este hecho importante, en esta verdad in-
contestable , se hallan comprendidas otras dos
verdades no menos importantes : dos son sus con-
diciones esenciales ; dos los caracteres con que se
manifiestan ; esto es , el desarrollo de la actividad
social , y el de la vida particular ; el progreso del
individuo y el de la sociedad : do quiera que el es-
:
20 HISTORIA DE LA
tado se estienda , se vivifique y se mejore, do quie-
ra que el espíritu humano se muestre con mages-
tad y brillo, rosultaráu estas señales : en ellos ve-
remos impresos siempre estos dos caracteres ; y el
género humano á pesar de la misma imperfeccion
social , distinguirá y proclamará infinitas veces la
civilizácion.
Tal es, y creo no engañarme; tal es el resultado
del exámen sencillo y justamente razonado de la
opinion comun. Si interrogamos á la historia pro-
piamente llamada tal ; si examinamos cual es la
naturaleza de estas crisis decisivas de la civili-
zacion , de estos acontecimientos que la han hecho
adelantar tanto en su carrera , reconoceremos siem-
pre alguno de esos dos elementos , una ú otra de
esas dos señales que acabo de manifestar. Ellos
han puesto siempre en vivo movimiento al indivi-
6
duo ó á la sociedad ; siempre , han cambiado el
interior del hombre ; esto es , sus creencias y cos-
tumbres , su situación esterior ó sus relaciones con
sus semejantes .
Por ejemplo , el cristianismo , y no hablo tan solo
del momento de su aparicion , sino tambien de
los primeros siglos de su existencia : el cristianis-
mo no introdujo ningun cambio en el estado social,
anunció que nada mudaria en él ; ordenó al esclavo
la obediencia á su señor , á los pueblos la sujecion
á sus príncipes ; en una palabra , el no atajó nin-
guno de los graves males , ninguna de la profun-
das injusticias existentes entonces en la sociedad.
Empero ¿quién negará que el cristianismo ha mejo-
rado desde entonces la civilizacion de los pueblos?
y sabeis por qué? Porque cambió el espíritu huma-
no; porque mudó sus creencias y sus sentimientos;
CIVILIZACION EUROPEA. 21
porque regeneró al hombre moral é intelectual.
Nosotros hemos presenciado una crisis de dis-
tinta naturaleza , una crisis que no ha cambiado
el hombre en sí mismo , pero si su condicion es
terior mudando y regenerando la sociedad. Ella
ha sido sin duda uno de los acontecimientos mas
importantes para la marcha de la civilizacion.
Recorred toda la historia , y de seguro obten-
dreis siempre el mismo resultado ; de seguro que no
se encontrará un gran hecho que haya contribuido
á la civilizacion , que no haya á un tiempo ejercido
su influencia sobre el hombre ó sobre la sociedad.
Tal, segun creo , es el natural y popular sentido
de la voz civilizacion. He aqui , pues , la verdad, no
digo meramente definida ; pero si descrita casi
completamente , á lo menos en sus grandes rasgos
generales.
Ahora bien , señores , ¿basta uno de estos dos
elementos para constituir la civilizacion? Existiria
esta si el hombre ó la sociedad mejorasen ó se des-
arrollasen solas y aisladas? O bien esos dos fun-
damentos tienen una relacion tan íntima y tan
necesaria , que aunque no obren simultáneamente
sean sin embargo inseparables , y tarde ó tempra-
no deba el uno ser producido por el otro?
Creo que es necesario presentar la cuestion bajo
tres puntos de vista. Podremos examinar los dos
elementos de la civilizacion ; podremos descubrir
si por su naturaleza están estos unidos ó separa-
dos; y si son tan necesarios mútuamente que la
existencia del uno sea el anuncio y la causa de
la existencia del otro . Podremos saber histórica-
mente si se han manifestado aislados estos ele-
mentos , ó si se han producido recíprocamente.
22 HISTORIA DE LA
Podremos en fin consultar la comun opinion , y la
pública voz.
Cuando se realiza un cambio general en el es-
tado de un pais , cuando se desarrollan con mas vi-
vo movimiento la fuerza y la riqueza , cuando se
verifica una gran mudanza en la distribucion del
bienestar material , es indispensable que este nue-
vo hecho encuentre desde los primeros momen-
tos de su aparicion amigos que lo defiendan y enc-
migos que lo combatan . Y qué es lo que dicen los
adversarios del nuevo órden de cosas? Que el pro-
greso del Estado no mejora ; que solo pervierte el
espíritu humano , que este es un progreso falso y
engañador que se convierte en detrimento del
hombre mismo , y que se torna en perjuicio de la
verdadera moral.
Empero rechazando sus entusiastas con indig-
nacion y energía , semejante ataque , sostienen al
contrario , que el bien del Estado redunda en bien
de la moral ; que cuando la vida esterior es mas
feliz y arreglada , la vida interior se rectifica y se
mejora. Tal es el terreno á que elevan y conducen
la cuestion los adversarios y los amigos del hecho
de que tratamos.
Veamos ahora el reverso de la hipótesis.
Supongamos el progreso del estado moral. ¿Qué
es lo que prometen comunmente los hombres que
lo conmueven? Qué prometieron al origen de
las sociedades los gefes religiosos , los sábios , los
poetas; todos aquellos en fin , que procuraron hu-
manizar los hombres y hacer mas dulces sus cos-
tumbres ? Prometieron la mejora de la condicion
social , una reparticion mas exacta entre sus in-
dividuos de la felicidad y del bienestar.
CIVILIZACION EUROPEA . 25
Ademas ¿qué es lo que prueban tantos deba-
tes y promesas ? Prueban que en la espontánea e
instintiva conviccion del género humano , mar-
chan unidos ambos elementos de civilizacion ; y
cuando se descubre en el horizonte de los pueblos
alguno de esos hechos , espera todo el mundo que
el otro no tarde en aparecer y brillar. A esta na-
tural conviccion se han dirigido todos aquellos que
han querido empujar o detener , secundar ó des-
truir los acaecimientos ; porque es incontestable
que si logra persuadirse a los hombres de que el
progreso y la mejora de la sociedad será un mal
y un atraso para el individuo , se debilitan las re-
voluciones , y quedan desacreditadas completa-
mente.
Ademas , cuando se anuncia á los hombres la
mejora de las sociedades como consecuencia de la
mayor perfeccion individual , el instinto de los
pueblos es el de dar fe , y creer esa promesa. Que-
da demostrado , pues , definitiva y completamente,
que el lazo estrecho é influencia recíproca de los
elementos que constituyen la civilizacíon , es una
creencia general .
Si consultamos la historia del mundo , nos da-
rá la misma respuesta : en ella encontraremos que
al perfeccionarse el espíritu humano , se mejorą
tambien la condicion esterior de los pueblos ; que
se ha convertido en bien de la sociedad el pro-
greso del individuo ; asi como en bien del indivi-
duo el progreso de la sociedad . Sin embargo , uno
ú otro de esos dos hechos es el que se alza siem-
pre , el que domina ; el que comunica al movimien-
to un particular carácter. Acaece algunas veces
que despues de largos intérvalos y de mil obstá-
24 HISTORIA DE LA
culos y transformaciones , aparece y se desarrolla
el segundo hecho , y en cierto modo , queda com-
pletada la civilizacion que habia comenzado el pri-
mero. Ambos aparecen independientes entre sí,
sin lazo ni relación que les una al parecer , pero
si se mira bien á través de los tiempos y de los
espacios , se distinguirá la cadena de oro , el lazo
precioso que los ata.
La providencia , señores , no se encierra en un
pequeño círculo ni en estrechos límites : sus miras
son vastas , é inmensos sus proyectos : ella no se
agita para sacar hoy la consecuencia del princi-
pio que sentó ayer: aquella aparecerá cuando lle-
gue el dia y suene la hora. Ella marcha sobre los
hombros del tiempo con la misma magestad con
que los dioses de Homero marchaban por el espa-
cio: da un paso y tras de él se deslizan los siglos.
¿Qué épocas no han transcurrido , qué aconteci-
mientos no se han verificado antes de que la re-
generacion del hombre moral por el cristianismo
ejerciese sobre la regeneracion del estado social su
grande y lejítima influencia? Ella la ha ejercido
ya... ¿quién pudiera negarlo?
Si del exámen de la historia pasamos al exá-
men de la naturaleza , de los hechos que constitu-
yen la civilizacion , obtendremos sin duda igual'
resultado : nadie deja de conocerlo por lo que pa-
sa en sí mismo. Cuando cambia y perfecciona el
espíritu del hombre , cuando el hombre adquiere
alguna idea , alguna virtud , ó le domina alguna
facultad ¿cuál es la primera necesidad que se apo-
dera de él en aquel instante ? El primer deseo que
le domina , la necesidad que llega á agitarle desde
luego , es la de realizar su idea , y la de comunicar
1
CIVILIZACION EUROPEA. 25 :
sus sentimientos á los demas. Desde que el indi-
viduo adquiere alguna perfeccion de que carecia;
desde que su existencia tiene ante su vista un
nuevo precio y un valor mas considerable desde
que conoce que dentro de sí mismo fermenta una
fuerza estraña y desconocida actividad , se siente
como inspirado para llenar en el mundo una mi→
sion , para comunicar á sus semejantes la perfec-
cion que ha alcanzado , para derramar en la so-
ciedad los sentimientos que inundan su espíritu , y
que no puede contener en manera alguna , y abar-
carlo solo y aislado. He aqui los resultados que han
producido los reformadores y los hombres gran-
des que han cambiado la faz del mundo , despues
de haberse cambiado ellos mismos.
Dejamos presentada la mudanza realizada en
los pueblos como efecto de lo que ha sufrido el
hombre ; veamos ahora el cambio verificado en el
hombre con respecto de lo que han esperimenta→→
do los pueblos .
Acaece la revolucion en un Estado , y desde
aquel instante existe en él mas órden y armonía;
los derechos y los bienes se reparten entre sus in-
dividuos con mas exactitud y justicia ; es decir,
que la vista de la sociedad es mas hermosa y
agradable , que es mejor la conducta del go-
bierno , y mas dulces y estrechas las relaciones de
los hombres entre sí . Pues bien ¿creeis que la vis-
ta de ese espectáculo tan magnífico como el que
entonces presentan las sociedades , creis , digo , que
dejará de influir sobre el espíritu del hombre?
No, no...! Todo lo que se ha dicho á cerca de la
autoridad de los ejemplos , del poder de las cos
tumbres y del influjo de los hábitos , no está funda-
26 HISTORIA DE LA
do sobre otra cosa mas que sobre una íntima y
profunda conviccion : á saber ; que un hecho este-
rior importante en sí mismo y rico en sus conse-
cuencias , produce mas o menos tarde y de un mo-
do mas o menos completo un hecho esterior de la
misma naturaleza y del mismo precio ; que una so-
ciedad mas arreglada y justa hace al hombre mas
arreglado y justo que lo interior se forma por lo
esterior , asi como lo esterior por lo interior: que
los dos elementos de la civilizacion estan unidos
entre sí con la mayor estrechez : que es posible que
consigan separarlos los siglos y los obstáculos; que
quizas sufrirán mil transformaciones antes de reu-
nirse ; pero que se reunirán tarde o temprano , y
que marcharan el uno al lado del tro , llegando á
confundirse , porque esta es la ley de su natura-
leza , el hecho general de la historia , y la istin-
tiva creencia del género humano.
1 Yo no creo, señores , haber agotado la colosal re-
eña de la civilizacion ; pero sí me parece haberle
espuesto de una manera suficiente. Creo que he
presentado y descrito las cuestiones fundamenta-
les , aquellas á que da lugar . Podria , pues , continuar,
mi discurso pasando adelante de las particulari-
dades de que acabo de tratar ; pero no puedo me-
nos de tomar , en cuenta antes de todo una cues-
tion que se nos aparece en este punto ; una de esas
cuestiones que no son históricas propiamente ha-
blando , y que no llamaré hipotéticas ; però sí con-
geturables : cuestiones que solo vemos por un lado
y que con todo no son menos reales , y en las cuales
conviene que el hombre reflexione muchísimo , por
que si se le presentan delante , á su pesar , en todos
os momentos de su existencia.
CIVILIZACION EUROPEA. 27
¿Cuál es el medio , cuál es el fin de esos dos
hechos de que acabamos de hablar , que constitu-
ven la civilizacion , ó sea el desarrollo de la socie-
dad y del individuo? ¿Es solo la perfeccion del es-
tado social la causa que obliga al hombre á des-
plegar todas sus facultades , sus sentimientos , sus
ideas y todo su ser? O bien la mejora del Estado,
el progreso social de la sociedad misma no es mas
que la ocasion , el teatro del desarrollo del indi-
viduo?
En una palabra ¿es creado el hombre para la
sociedad , ó la sociedad creada para el hombre?
La respuesta depende precisamente de otra
pregunta ; á saber: si es puramente social la suerte
del hombre , si la sociedad llama y absorve al hom-
bre todo entero , ó si sus destinos son mas sublimes
y gloriosos ; si lleva en sí algo de inmortal , de mas
grande y superior á su existencia en este mundo.
Señores , un hombre con cuya amistad me
honro , un hombre que despues de haber estado en
reuniones como esta ha pasado á ocupar el primer
puesto en otras reuniones mas poderosas , pero
menos tranquilas que la nuestra , un hombre cu-
yas palabras quedan grabadas donde quiera que
caen , Mr. Royerd Collard en fin , ha resuelto esta
cuestion , á lo menos segun su íntima y profunda
conviccion .
En un discurso sobre el proyecto relativo al
sacrilegio , se leen estas palabras dignas de ser no-
tadas por cierto.
་ Las sociedades humanas nacen , viven y mue-
«ren sobre la tierra , y cumplen aqui todos sus
«destinos : sin embargo , ellas no contienen al hom-
«bre todo entero, ni para siempre el hombre por
,,28... HISTORIA DE LA
>>medio de sus espirituales facultades se eleva has-
>>ta Dios en esta vida ; y despues de haber atrave-
»sado la sociedad , llega á un nuevo mundo para
»gozar de mas sublimes placeres. Nosotros , per-
>>sonas individuales é idénticas , verdaderos des-
>>tellos de la inmortalidad , tenemos preparado otro
>>fin y otro destino que el de existir en los estados. >>
Nada añadiré á estas palabras : no he intenta-
do tratar y desenvolver esta cuestion: solo he
querido presentarla sin comentarios. Ella se en-
cuentra al fin de la historia de la civilizacion ; pues
cuando esta coucluida , cuando nada hay que de-
cir de su vida actual , entonces se pregunta el hom-
bre á sí mismo si está terminado todo ; si todo ha
tocado su fin . Tal es el último problema , y el pen-
samiento mas elevado que puede ofrecernos la his-
toria de la civilizacion : por lo que á mi toca , me
basta ahora haberos designado su puesto , é indica-
do su grandísima importancia.
Despues de todo esto se comprende perfecta-
mente que la historia de la civilizacion puede ser
tratada en dos formas diversas , elevarse á dos
principios , y considerarse bajo dos aspectos distin-
tos. Podriamos entrar en el seno del alma , exa-
minarla , contemplarla alli en un pueblo ó en un
tiempo determinado ; podriamos estudiar, descri-
bir y narrar todos los cambios que ha sufrido , to-
das las revoluciones que ha esperimentado el es- .
píritu humano : y despues de todo esto , tendriamos
sin duda una historia de la civilizacion del tiem-
po y lugar que hubiésemos escogido.
En vez de entrar dentro del hombre , podemos
asimismo colocarnos lejos de él , tomando asiento
en el teatro del mundo en que habita ; y en lugar
CIVILIZACION EUROPEA. 29
de describir el cambio de ideas y la diversidad de
los sentimientos del individuo , podemos describir
los esteriores hechos , los acontecimientos , y las
-revoluciones del estado social.
Estas dos porciones de la historia , ó por mejor
decir , estas dos historias de la civilizacion están
unidas estrechamente entre sí ; y en cada una de
ellas se vé brillar la imágen y el reflejo de la otra.
Con todo , pueden marchar separadas , y deben
estarlo quizá para que ambas sean tratadas con
exactitud y claridad.
Yo no me he propuesto estudiar entre vosotros
la civilizacion del individuo : me he propuesto es-
tudiar la de la sociedad : voy , pues , á abrir la his-
toria de un hecho tan grande é importantísimo,
tal como he llegado á concebirla en su rica varie-
dad, y en su vastísima estension .
Comenzaremos por buscar y recoger todos los
elementos de la europea civilizacion en su misma
causa á la caida del imperio romano; y luego con-
templando la sociedad tal cual salió del centro de
aquellas famosas ruinas, la seguiremos en su ma-
gestuosa marcha , en medio de las profundas y
espantosas revoluciones porque ha atravesado en
el espacio de XV siglos que han transcurrido
desde aquella época.
Me parece , señores , que cuando hayamos entra-
do un poco en este estudio , adquiriremos una
convicción íntima de que está muy atrasada la ci-
vilizacion , y de que falta mucho todavia para que
las sociedades hayan llegado al fin de su vasta y
dilatada carrera. Sin duda no podemos abrazar ni
comprender nosotros todo el porvenir de la hu-
manidad. Descended al fondo de vuestro pecho:
30 HISTORIA DE LA
preguntaos sobre el posible fin que se concibe : con-
templad el horizonte por donde se estienden y dila-
tan vuestros deseos , y os convencereis prontamen-
te de que la civilizacion y la sociedad son muy jó-
venes todavia y de que a pesar del considerable
camino que han andado , todavia les resta mucho
que correr.
Esto , señores , no disminuirá en nada el natu-
ral placer que se esperimenta al considerar nues-
tro estado actual , pues cuando hayan pasado de-
lante de vuestros ojos las borrascosas y sensibles
faces de la europea civilizacion en el curso de
quince siglos , vereis cuan triste y funesta ha sido
hasta nuestros dias la condicion del hombre y la
de la sociedad : vereis que quizá por la primera
vez en los tiempos modernos ha llegado el espíritu
humano á un estado imperfecto ; pero en el que
hay un poco de armonia , y reina la paz algun
tanto; vereis que no solo el individuo , sino tain-
bien las sociedades mismas, han hecho inmensos
progresos, que la suerte de los pueblos es mas
agradable , y su situacion mas apacible.
Al pensar en nuestros padres podemos apli-
carnos con justicia aquellos dísticos de Lucrecio:

Suave mari magno , turbantibus æquora ventis,


E terra magnum alterius sspectare laborem.

Pero no nos dejemos halagar demasiado con la


idea de nuestra felicidad presente y de nuestra
mejora actual : podriamos caer en dos graves peli-
gros, en el orgullo y en la indolencia. Adquiria-
& mos de ese modo una escesiva confianza en nues-
tras fuerzas y en nuestras propias luces ; y nos
CIVILIZACION EUROPEA . 31
dejariamos enervar al propio tiempo por la dulzu-
ra de nuestra condicion.
Yo no sé si estareis penetrados , lo mismo que
yo , de lo que voy á deciros. Creo que somos heri-
dos "7 sucesivamente por dos sentimientos diversos .
Hallándonos dotados de una vivísima susceptibili-
dad de espiritu , de una exigencia , y de una am-
bicion ilimitada en nuestros pensamientos y deseos ,
nos acaece que cuando vamos á poner en práctica
lo que hemos proyectado , cuando conviene hacer
esfuerzos y sacrificios para realizar nuestros pla-
ne, entonces , precisamente , es cuando nos senti-
mos débiles y caen desmayos nuestros brazos.
Entonces , señores , rechazamos les objetos con la
misma fuerza , con la idéntica facilidad con que los
anhelamos.
# Señores : es indispensable tener mucha cuenta
en no dejarnos arrastrar por ninguno de esos de-
seos y pasiones. Es necesario que nos acostumbre
mos á conocer que no es dable lograr legítimamente
con nuestras fuerzas , con nuestras creencias , y con
nuestro poder sin pretender mas de lo que poda-
mos adquirir obrando con justicia , segun la misma
civilizacion nos lo prescribe y enseña.
Ocasiones hay en que estamos tentados al pa-
recer á apelar á los principios mismos que hemos
condenado y á valernos de los medios que hemos
reprobado constantemente , es decir , de los medios
y de los principios usados por la Europa durante
su barbarie ; á saber , de la fuerza , de la violencia y
de la mentira , prácticas habituales y comunes ha-
ce cuatro ó cinco siglos . Pero cuando hemos cedi-
do á semejante deseo , estamos lejos de encontrar
en nosotros ni la preseverancia , ni la fiera energia
32 HISTORIA DE LA
de los hombres de aquellos tiempos que sufrian
muchisimo; y que mal avenidos con su funesta y
terrible situacion , trabajaban para salir de ella ince-
santemente.
Nosotros estamos contentos con la nuestra , no
nos entreguemos , pues, á remotas esperanzas ; no
permitamos que flote nuestro espíritu en vagos
deseos cuya realizacion sea imposible. Mucho se
nos ha dado, pero mucho se nos pedirá tambien .
La posteridad espera de nosotros la estrechísima
cuenta de nuestra conducta : los pueblos y los go-
biernos están sujetos hoy á la discusion , al exá-
men y á la responsabilidad. Sigamos , pues , hábil-
mente los principios de nuestra civilizacion; no
nos apartemos de la justicia , de la legalidad, de la
publicidad y de la libertad, y no olvidemos nunca,
que si con mucha razon pedimos que se nos ponga
todo de manifiesto , cosas y personas, nosotros nos
hallamos tambien ante la vista del mundo todo y
snuestros actos serán examinados y juzgados pú-
blicamente.
120
LECCION II.

Dos inconvenientes se me ofrecen , señores, a


reflexionar sobre el plan que me he propuesto
presentaros en este curso : temo en primer lugar
que mis lecciones no sean demasiado largas , por
la necesidad que tenemos de encerrar un grande
objeto en estrechísimos límites ; y temo por otra
parte que no sean demasiado concisas. Algunas ve-
ces me veré obligado á teneros aquí despues de
la hora acostumbrada , y á pesar de esto no podré
desenvolver suficientemente las cuestiones.
Si alguno juzgase necesarias otras esplicacio-
nes; si á su espíritu se ofrece alguna duda , si al-
guna grave ojeccion que hacer á lo que haya te-
nido el honor de establecer y proponer en estas
lecciones , le suplico que tenga á bien hacérmelo
saber por escrito. Los que deseen mis respuestas
La Lectura TOM . I. 166
34 HISTORIA DE LA
solo tendran que mortificarse un poco , y con el
mayor gusto les satisfaré con cuantas esplicacio-
nes se encuentren á mi alcance .
En segundo lugar me acosa otra contrariedad
que procede de la misma causa ; tal es la necesi-
dad de afirmar sin presentar las correspondien-
tes pruebas , puesto que me hallo encerrado en
un espacio tan sumamente estrecho. Emitiré ideas
y aserciones , cuya prueba deberá llegar mucho
despues, y esto os pondrá en la precision de creer-
me algunas veces bajo mi palabra.
En este mismo instante se me presenta la oca-
sion de exigir de vosotros una prueba semejante .
He procurado descibrir y esplicar en la lec-
cion precedente , la verdad incontestable de la
civilizacion en general , sin concretarme á civiliza-
cion alguna , sin tener en cuenta circunstan-
cias de lugar y tiempo , considerando la verda
én sí misma ; y bajo un punto de vista meramen-
te filosófico. Hoy entramos en la historia de la
civilizacion europea ; pero antes de empezar lo que
se llama narracion , quisera presentaros de una
manera general , la fisonomia particular de esta
civilizacion , quisiera caracterizarla con tal clari-
dad , que pudiereis distinguirla fácilmente entre
cuantas otras civilizaciones se han desenvuelto su-
cesivamente en el globo.
Voy á probarlo ; pero nada podre hacer mas
que afirmar, á no ser que lograra trasladar con
tanta felicidad y acierto la sociedad europea de-
lante de vosotros , que la pudierais reconocer al
instante , asi como se reconoce en un retrato su
indentidad con el original ; confieso , señores , que
estoy muy lejos de lisongearme de conseguirlo.
CIVILIZACION EUROPEA . 55
Allanzar una mirada sobre las civilizaciones que
precedieron á la de nuestra Europa moderna , asi
en el Asia como en otras partes, sin esceptuar la de
la misma Grecia y Roma , es imposible no sor-
prenderse al contemplar la unidad que reina
en todas partes. Aquellas parece que han sido di-
manadas de una sola causa , de una idea sola ; po-
dria decirse que la sociedad ha pertenecido á un
solo principio , que este ha ejercido una absoluta
dominacion , que ha establecido sus instituciones,
sus costumbres y sus creencias ; en una palabra,
que ha determinado todos los acontecimientos
grandes.
En Egipto el príncipio teocrático dominaba la
sociedad entera : vésele reproducido en sus costum-
bres , en sus movimientos , en todo lo que nos
queda de la egipcia civilizacion . En la India se
percibe el mismo efecto, En otras partes se nota
otra organizacion : aquí domina una casta conquis-
tadora , y entonces avasalla la sociedad el princi-
pio de la fuerza , y la impone sus leyes y su ca-
rácter allí la sociedad es la espresion de un prin-
cipio democrático , como aconteció con las repú-
blicas mercantiles que cubrieron las costas del
Asia Menor, y de la Siria en la Jonia y en la
Fenicia. En una palabra , al contemplar las anti-
guas civilizaciones se ve estampaado en todas su
singular carácter de unidad en las instituciones,
en las ideas y en las costumbres : una sola fuer-
za , en fin , muy preponderante , que lo gobierna
todo y que todo lo decide.
No queremos decir que semejante unidad de
principios y de forma en la civilizacion de aque-
ilos estados haya prevalecido siempre . Si nos
56. HISTORIA DE LA
remontamos á su historia primitiva , hallaremos
que se han disputado el imperio con frecuencia
las fuerzas diversas que pueden desplegarse en el
seno de una sociedad. Entre los egipcios , los
etruscos , y aun entre los mismos griegos , la cas-
ta de guerreros ha luchado contra la de los sacer-
dotes : en otras partes ha combatido el aislamien-
to de familias contra la libre asociacion ; el sistema
aristocrático contra el sistema popular, etc; mas en
general semejantes luchas tuvieron lugar en épocas
ante-históricas de que solo nos queda un recuer-
do vaguísimo .
Algunas veces se ha reproducido en el decurso
de la vida de los pueblos esta contienda ; pero ca-
si siempre ha sido terminada rápidamente : la una
de las fuerzas que se disputaban el imperio , lo ha
conseguido con prontitud, y ha tomado posesion
de la sociedad . La guerra ha acabado siempre por
la dominacion si no esclusiva, por lo menos , muy
preponderante sobre algun principio especial.
La coexistencia y el combate de diversos princi-
pios no han sido en la historia de estos pueblos
otra cosa que una pasagera crisis , y un momen-
táneo accidente.
En la mayor parte de las civilizaciones antiguas
se conoce una muy notable simplicidad que ha
producido muy diversos resultados. Unas veces-
como en Grecia , la simplicidad del principio so-
cial ha acarreado un rápido y prodigioso desar-
rollo jamás hubo pueblo alguno que desplegase
en tan poco tiempo tanto esplendor. Pero despues
de tan admirable esfuerzo , la Grecia cayó en un
estremado abatimiento ; su decadencia , si bien no
fué tan rápida como sus progresos , no dejó de
CIVILIZACION EUROPEA . 37
ser estraordinariamente veloz. Parece que aquel
esfuerzo agotó la creadora potencia del principio
de la griega civilizacion sin que llegase á reem-
plazarle otro alguno,
En otros paises , como en Egipto y en la india
tuvo otro efecto la unidad del principio de la ci-
vilizacion : la sociedad llegó á caer en una situa-
cion completamente estacionaria , en la inaccion y
en la indolencia. La simplicidad produjo la mono-
tonia, el pais no fué destruido , la sociedad conti-
nuó subsistiendo , pero helada é inmóvil .
Debe atribuirse á la misma causa aquel carácter
de tirania que se descubre en nombre de los prin-
cipios y bajo las formas diversas en todas las ci-
vilizaciones antiguas . La sociedad pertenecia siem-
pre á una esclusiva fuerza que no podia sufrir
rival : toda tendencia diferente era proscrita y
perseguida jamás el principio dominante quiso
admitir á su lado la manifestacion ni la influencia
de otro principio diverso .
Igual carácter de unidad en la civilizacion
descuella igualmente en la literatura y en las
obras de ingenio. ¿Quién no ha recorrido los mo-
numentos de la literatura indiana conducidos á
Europa poco ha ? Es imposible no ver en ellos el
sello mismo ; parecen el resultado de su hecho
mismo, la espresion de una misma idea : obras de
religion ó de moral , históricas tradicciones , poe-
sia , dramática , epopeya , todas llevan la misma
fisonomia ; en las obras del ingenio brilla ese mis-
mo carácter de simplicidad y monotonia impresa
en todos los acontecimientos y en todas las insti-
tuciones. En la misma Grecia en medio de obte-
ner todas las riquezas el humano talento , reina la
1
-58 HISTORIA DE LA
mas rara unidad en la literatura y en las artes.
Todo aparece bajo diferente aspecto en la ci-
vilizacion de la Europa moderna. Sin entrar en
petalles contempladla... recorred vuestra memoria,
y se os ofrecerá instantáneamente variada , con-
fusa é inmensa todas las formas , todos los prin-
cipios de organizacion social existen en ella á un
mismo tiempo ; los poderes espiritual y temporal,
los elementos teocrático , monárquico , aristocrático
y democrático ; todas las clases , todas las situacio-
nes sociales se mezclan y se confunden ; en una
palabra , son infinitos los grados de libertad , de
riqueza y de influencia que ostenta. Y estas fuer-
zas diversas se hallan en contínua lucha entre sí,
sin que llegue ninguna á sofocar á las demas , apo-
derándose sola de la sociedad.
En cada grande época de los tiempos antiguos
parece que las sociedades han sido vaciadas todas
en el mismo molde , unas veces prevalece la mo-
narquia pura , otras la teocracia ó la democracia;
pero cada uno de estos principios llega por su
turno á prevalecer completamente. La Europa
moderna ofrece ejemplos de todos los sistemas , de
todos los ensayos de la organizacion social : las
monarquias puras ó mistas , las teocracias , las re-
públicas mas o menos aristocráticas se han visto
en ella simultáneamente las unas al lado de las
otras ; y á pesar de su diversidad, ofrecen todas
cierta analogia , cierta semejanza , cierto aire de
familia, si puede decirse asi, que es, imposible des-
conocer.
Esta misma variedad , esta misma lucha con-
tinúa aun en el dia en las ideas y en los senti-
mientos de nuestra Europa. Las teocráticas , mo-
CIVILIZACION EUROPEA . 59
nárquicas , aristocráticas y democráticas creencias
se chocan mútuamente se combaten , se limitan
y se modifican . Abranse los mas atrevidos escri-
tos de la edad media , jamás se verá en ellos una
idea seguida hasta sus últimas consecuencias Los
partidarios del poder absoluto retroceden de gol-
pe , y sin repararlo , ante los resultados de su pro-
pia doctrina conocese que tienen á su alrededor
ideas é influencias que les arredran , que les em-
barazan y que les detienen ; otro tanto acontece á
los democráticos . No participa ninguno de esa
osadia imperturbable , de esa ceguedad lógica que
sc manifiesta en las antiguas civilizaciones. Los
mismos contrastes , la misma variedad presentan
los sentimientos : un enérgico anhelo de indepen-
dencia al lado de una facilidad estrema para la
sumision , una rara fidelidad de hombre à hom-
bre , al mismo tiempo que una imperiosa necesi-
dad, una vivísima impaciencia de sacudir todo fre-
no , y vivir á sus anchuras sin inquietarse por los
demas.
Y los sentimientos son tan diversos y las almas
se hallan tan agitadas como la misma sociedad.
Igual carácter se distingue en la literatura.
Es preciso confesar que con respecto á la forma y
belleza del arte , la europea es mas inferior á la
antigua; pero si miramos el fondo de los senti-
mientos y de las ideas, aparece la nuestra mucho
mas rica y abundante.
Vése que el espíritu humano ha agitado y re-
movido un número mayor de asuntos , y que los
ha calado hasta una profundidad mayor. De esto
mismo nace la imperfeccion de la forma. Cuanto
mas ricos y numerosos son los materiales , tanto mas
40 HISTORIA DE LA
dificil es reducirlos á una espresion sencilla y pura:
lo que constituye la belleza de una composicion ,
de esto que se llama forma en las produciones ar-
tísticas , es la claridad , la simplicidad y la unidad
simbólica del trabajo; claridad y simplicidad á que
ha sido dificil llegar en nuestros tiempos , aten-
dida la prodigiosa riqueza de ideas , y la diversi-
dad sorprendente de sentimientos derramados en
.la civilizacion europea .
Brilla , pues, por todas partes ese carácter do-
minante de la moderna civilizacion . Cierto es que
cuando se ha contemplado un solo punto aislado
en las letras , en las artes , y en las muchas di-
recciones y rumbos que pueda tomar el humano
ingenio , se encuentra inferior su desarrollo al que
tuvo en las civilizaciones antiguas; mas en cambio,
cuando se considera el conjunto de todos ellos la
civilizacion europea se muestra incomparablemente
mas abundante que cualquier otra en aconteci-
mientos grandes. Asi es que á pesar de sus quince
siglos de existencia , se encuentra en un estado de
contínua progresion : no ha marchado con tanta
precipitacion y rapidez como la civilizacion griega;
pero su progreso no ha cesado de ir en aumento.
Ve abierta delante de sí una inmensa carrera , y
en ella se lanza con una velocidad cada dia mayor,
porque la libertad acompaña cada vez mas todos
sus movimientos.
Mientras que en las demas civilizaciones la do-
minacion esclusiva , ó por lo menos la preponde-
rancia escesiva de un solo principio , de una sola
forma , ha creado la tiranja en la moderna Euro-
pa, por el contrario la diversidad de los elementos
del orden social , la imposibilidad en que se han
CIVILIZACION EUROPEA. 41
visto de escluirse mútuamente , han dado por re-
sultado último esa libertad que disfrutamos en el
dia. No pudiéndose esterminar , ha sido preciso
que viviesen juntos , é hiciesen una especie de
transacion. Cada uno de ellos ha consentido en no
desarrollarse y estenderse mas de lo que permi-
tiesen las circunstancias ; y lo repito : si en otras.
partes el predominio de un principio acarreaba.
la tirania , la Europa debe su libertad á la varie-
dad de los elementos de la civilizacion y al estado
de lucha en que han vivido constantemente.
Esto, señores , es una verdadera é inmensa ven-
taja ; y si adelantamos algo mas , si penetramos
mas allá de los esteriores hechos hasta la natura-
leza misma de las cosas , reconoceremos que esta
ventaja es légitima , confesada por la razon y pro-
clamada por la esperiencia .
Olvidando por un instante la europea civiliza-
cion , dirijamos la vista sobre el universo entero,
sobre el curso general de las cosas del globo. Cuál
es su carácter? ¿cómo marcha el mundo? Hállase
precisamente con esta diversidad , con esa varie-
dad de elementos, entregado á esa lucha constante
que acabamos de notar en la civilizacion europea.
Es pues evidente que ha sido imposible que un
principio , una organizacion particular, una idea,
una fuerza especial se apoderase del mundo , lo
arreglase á su antojo , sofocase toda otra tendencia
reinando esclusivamente . Las fuerzas , los princi-
pios y los diversos sistemas se mezclan , se limitan
y luchan sin cesar, dominantes unas veces , domi-
nados otras, jamas vencedores completamente , ni
completamente vencidos.
Tal es el estado en que está constituido espe
42 HISTORIA DE LA
globo por la diversidad de las formas, de las ideas
de los principios, y por sus combates y esfuerzos
hacia una unidad é idealismo que jamas se con-
seguirá tal vez tocar; pero que no dejará por esto
de ser el objeto anhelado á que se dirijan los co-
natos de los hombres por medio de la libertad y
del trabajo.
Es pues la civilizacion europea la imágen fiel
de este universo cuyo curso no es limitado jamas,
ni estacionario ni esclusivo. Ha desaparecido por la
primera vez tanta diversidad, tanta riqueza, tanta
actividad como admiramos en el teatro del universo .
La civilizacion europea marcha de acuerdo con
la verdad eterna, ha entrado por fin en el plan
vasto de la providencia: camina de conformidad
con las miras del Ser Supremo .
Tal es el racional principio de su superioridad.
Deseo que tengais bien presente durante nues-
tros trabajos ese fundamental carácter distintivo
de la civilizacion europea. No hago por ahora otra
cosa mas que establecerlo: con la manifestacion
sucesiva de los hechos quedará demostrado evi-
dentemente ,
Entre tanto, podria servir como una confirma-
cion robusta de mi aserto el encontrar en la mis-
ma cuna de la civilizacion las causas y los elemen-
tos de ese carácter que le acabo de atribuir. Si
desde el primer instante de su nacimiento, desde
el momento mismo de la caida del imperio roma-
no reconociésemos en el estado social, y en los he-
chos que concurrieron desde aquellos remotos
tiempos á formar la civilizacion europea, el princi-
pio de esa diversidad tumultuosa y fecunda á un
mismo tiempo, que tan perfectamente la caracte-
CIVILIZACION EUROPEA . 45
riza y la distingue, hubiéramos adelantado mucho
terreno en verdad.
Voy pues á examinar cerca de vosotros cual
era el estado de la Europa á la caida del imperio
romano, y á investigar por medio de las institu-
ciones, ó por el de las creencias de los sentimien -
tos ó de las ideas, cuales eran los elementos que
el mundo antiguo legaba al mundo moderno.
Si hallamos estampado en esos elementos el carác-
ter que acabo de describir , habran adquirido des-
de hoy mis aserciones un alto grado de probabili-
dad, de esactitud y de certeza .
En primer lugar conviene comprender bien lo
que era el , imperio romano, y de que modo se ha-
bia formado.
Roma en su origen no era otra cosa que una
municipalidad: reduciase su gobierno al conjunto
de instituciones que convienen á una poblacion
encerrada en los límites estrechos de un pueblo de
reducidas miras y de relaciones escasas. Institu-
ciones municipales, tal es su distintivo carácter.
Pero este carácter no es á solo Roma peculiar:
en toda la Italia de aquella época no se ven mas
que ciudades: lo que entonces se llamaban pue-
blos, consistia en la confederacion de algunas ciu-
dades: asi el pueblo latino estaba formado por la
confederacion de las ciudades latinas: lo mismo
puede decirse de los etruscos , de los samnitas, y
de los sabinos; y asi pueden demarcarse tambien
todos los pueblos de la Grecia .
En aquella época no existian aldeas; y las cam-
piñas no presentaban el aspecto que ahora pre-
sentan. Verdad es que se cultivaban , pero nose veian
pobladas. Sus propietarios eran los mismos habitan-
44 HISTORIA DE LA
tes de las ciudades . Estos salian á visitar su pro-
piedad rural, y mantenian en ella casi continua-
mente cierto número de esclavos; asi es que en la
antigua Italia era desconocido completamente lo
que nosotros llamamos aldeas, esa desparramada.
poblacion unas veces en habitaciones aisladas y
otras esparcidas en reducidos caserios .
¿Y qué fué lo que hizo Roma al estender su
dominacion?
Seguidla en la historia, y vereis que se redujo
á conquistar ó á fundar ciudades. Sus ejércitos
combaten contra las ciudades, con las ciudades
se firman sus tratados, á las ciudades envia sus
colonias. La historia de las conquistas de Roma,
es la historia de la conquista y de la fundacion
de un sinnúmero de ciudades . Sus triunfos y sus
victorias no presentan siempre ese mismo carác-
ter en el Oriente, donde la poblacion se hallaba dis-
tribuida de otra manera, y formado su gobierno
de distinto modo . Mas aqui debemos ocuparnos
únicamente de lo concerniente á su poblacion eu-
ropea.
En esta parte occidental del antiguo mundo,
descuella por do quiera el hecho que dejamos in-
dicado. En España , en las Galias , nada mas se en-
cuentra que ciudades: fuera de sus alrededores
se ve cubierto de selvas todo el territorio.
Examinad la naturaleza de las obras públicas y
de los caminos romanos : anchas carreteras facili-
tan la comunicacion de una á otra ciudad ; esa
multitud de senderos que cruzan actualmente en
todas direcciones nuestros territorios , era desco-
nocida absolutamente en la antigüedad remota:
nada existia entonces que pudiera compararse con
CIVILIZACION EUROPEA . 45
esta innumerable cantidad de monumentos , de al-
deas, de quintas y de iglesias, que hermosean des-
de la edad media nuestras campiñas. Roma solo nos
ha legado inmensos monumentos destinados á una
poblacion inmensa tambien ; monumentos amon-
tonados en un punto mismo , que constantemente
reflejan el carácter municipal. Bajo cualquier as-
pecto que se considere el orbe romano , aparecerá
siempre esa casi esclusiva preponderancia de las
ciudades , y la nulidad social de las campiñas.
Esto mismo hacia dificil en estremo establecer
y conservar la unidad , aquella social cadena , sin
la cual es imposible que se sostenga un estado
grande.
Una municipalidad semejante á la municipali-
dad de Roma , ha podido vencer y avasallar á todo
el orbe ; pero es casi imposible que lo constituye-
se y gobernase. Asi fué que cuando el triunfo pa-
recia consumado , cuando el Occidente entero , y
una gran parte del Oriente habian sucumbido an-
te las victoriosas armas del pueblo rey , se ve que
un número de ciudades y de estados pequeños,
constituidos por la independencia y el aislamien-
to , rompen el débil lazo que les ata á la universal
metrópoli , y se evaden en todos sentidos y en to-
das direcciones de su dominacion..
Este hecho hizo ver á los emperadores la ur-
gente necesidad que existia de establecer una for-
ma de gobierno mas concentrada , enérgica , y ca-
paz de mantener unidos tan incoherentes y estra-
ños elementos. El imperio procuró formar un ro-
busto lazo , establecer un centro comun de unidad
y accion ; y hasta cierto punto logró su objeto.
Durante el espacio que medió entre el imperio de
46 HISTORIA DE LA
Augusto y el de Diocleciano , al paso que se des-
arrollaba la civil legislacion , se planteaba ese sis-
tema de despotismo administrativo , y se establecia
ese no interrumpido eslabonamiento de funciona-
rios , que distribuyendo en una escala gradual y
gerárquica, hacia que se hallase cada uno en ne-
cesaria dependencia de muchos otros ; y todos jun-
tos del poder supremo del estado ; del primer mo-
tor de aquella máquina.
El principal objeto de sus funciones , el único
fin de su instituto era el de hacer respetar y cum-
plir por toda la sociedad , la voluntad del sumo
imperante , y hacer percibir y disfrutar á este los
atributos y las fuerzas de las ciudades.
Con este sistema ; no solo se conseguia reple-
gar y contener unidos los constitutivos principios
del orbe romano , sino que tambien infundió en
los espíritus , con estraordinaria facilidad , la idea
de un despotismo , y la deferencia hacia un poder
central.
Es admirable contemplar la inmensa rapidez
con que cunde y prevalece en medio de aquella
incoherente coleccion de repúblicas pequeñas , de
aquella monstruosa asociación de municipalidades,
el acatamiento al solio imperial , y la abyecta ve-
neracion hacia la única , augusta y sagrada ma-
gestad. Era preciso que fuese muy poderosa y exi
gente la necesidad de establecer alguna trabazon
entre las partes discordantes del imperio , á fin de
que penetrasen tan fácilmente, y llegasen casi á
dominar en ellas los sentimienios del despotismo.
Con semejantes creencias y organizacion en
su gobierno , y con el auxilio del sistema de ad-
ministracion militar que desplegó Roma , pudo
CIVILIZACIÓN EUROPEA. 47
luchar y resistir esta gran ciudad a los principios
de disolucion que corroian sus entrañas , y a los
repetidos y formidables ataques de los bárbaros
que amenazaban sus fronteras. Larga fué la lucha
que sostuvo , siendo cada vez mas decadente su
situacion pero , á pesar de todo , se defendió to-
davia heróicamente por largo espacio de tiempo.
Al fin llegó el momento fatal : prevaleció la
disolucion , y ni el tino práctico del despotismo
ni la indiferencia pasiva de la esclavitud fueron
suficientes para inpedir la última ruina de aquel
decrépito coloso.
En el siglo IV se vé romperse por do quiera el
frágil lazo de su union social : se desmiembra por
todas partes ; los barbaros se introducen por todos
lados: las provincias no se resisten , y miran con
harto poco interes el general destino del imperio.
Entonces fue cuando ocurrió á algunos empe-
radores un pensamiento muy siugular. Quisieron
probar si las esperanzas de una libertad general
una confederacion , un sistema análogo al que aho-
ra llamamos gobierno representativo produciria
mejores resultados garantizando y afirmando la
unidad del estado , lo cual no habia podido conse-
guir el sistema despótico .
He aqui, señores, un decreto de Honorio y de
Teodosio el joven , dirigido al prefecto de la Galia
en 468 , cuyo único objeto es fundar en el medic
dia de la Galia una especie de representacion po-
pular.
(Lée Mr. Guizot. )
48 HISTORIA DE LA

"Decreto de los emperadores Honorio y Teodosio el


jóven , dirigido en 418 al prefecto de la Galia, resı-
dente en la ciudad de Arles.

HONORIO Y TEODOSIO AUGUSTO A AGRICOLA PREFEC-


TO DE LAS GALIAS.

« Tomada en cuenta la esposicion que nos has


dirigido entre otros informes de utilidad evidente
para la república, decretamos para que tengan
fuerza de leyes , las disposiciones siguientes que
deberán obedecer Y acatar los habitantes de nues-
tras siete provincias (1 ), siendo de tal naturaleza
que ellos mismos debieran haberlas apetecido y so-
licitado.
>
» En atención á que por razones de interés
público ó privado , unas veces para la rendicion de
cuentas , y otras para tratar de asuntos relativos
á la utilidad de los propietarios te se presentan con
frecuencia algunos empleados , ó bien especiales
diputados, no solo de cada una de las provincias,
sino tambien de cada una de las ciudades , hemos
juzgado muy oportuno , y provechoso al mismo
tiempo , que todos los años á contar desde el pre-
sente , tengan una junta en la metrópoli los habi-
tantes de dichas siete provincias; es decir, en la ciu-
dad de Arles. Con institucion semejante , quere-
mos atender á los intereses generales y á los particu-
lares, pues por medio de esta reunion de los mas nota-

(1) Viennoise , primera y segunda Aquitania , No-


vempopulania , segunda Narbonesa , y la provincia
de los Alpes marítimos.
CIVILIZACION EUROPEA . L 49
bles habitantes en presencia del prefecto, si no le lla-
man á otro lugar motivos y razones del servicio pú-
blico , se podrán obtener los mas acertados infor-
mes sobre los asuntos deliberados .
>>Cuanto se trate , delibere y resuelva despues
de un maduro exámen , será acatado por todas
las provincias ; y los que no hubieren asistido á la
asamblea estarán obligados á seguir las mismas re-
glas de justicia y de equidad.
»Por otra parte , decretando esta junta anual
en Constantina (1 ) creemos ejecular una cosa no
solo ventajosa para el bien público , sino tambien
para multiplicar las relaciones sociales. Es tan ven-
tajosa la situacion de esa ciudad , y tan frecuenta-
da por los estrangeros , es tan dilatado su comercio,
que ella se encuentra cuanto otros paises fabrican
ó producen. 1.7
-Cuanto de mas esquisito nace en el rico Oriente ,
la Arabia embalsamada , la delicada Siria, la per-
til Africa, la bella España , y la Galia encantadora ,
se halla en esa ciudad con tal profusion , que las
cosas mas admirables y magníficas de las demas
partes del mundo , parecen productos de su propio
territorio.
»Además, la reunion del Ródano con el mar de
Toscana aproxima y hace vecinos los paises que
atraviesa el primero , y que baña el otro con sus
sinuosidades. Asi pues , cuando los raros productos
de las demas regiones se conducen allá por mar ó
tierra ; por medio del curso de los rios ó por el au-
silio de las ruedas , velas ó remos ¿ cómo no veria

(1) Constantino el Grande quiso que se llamara asi


Arles ; pero el uso fué mas poderoso que su voluntad.
La Lectura. TOM. I 167
50 HISTORIA DE LA
la Galia un beneficio evidentísimo en convocar una
asamblea pública en el senode esa ciudad donde por
un don particular y esclusivo de la providencia
se encuentran reunidos todos los goces de la vida
y todas las felicidades del comercio? 3
"Yael ilustre prefecto Petronio (4 ) habia orde-
nado con un celo laudable y racional que se obser-
vase esta costumbre ; mas habiendo interrumpido
su práctica la incuria de los tiempos y el reinado
de los usurpadores , hemos resuelto restituirle á
su vigor con la autoridad de nuestra prudencia.
"Asi, pues, caro y apreciado pariente Agrícola,
conformándose tu ilustre magnificencia con la or-
denacion y mandamiento presente , y con la cos-
tumbre establecida por predecesores, hará ob
servar en la provincias las disposiciones siguientes.
1aล Sehará saber á todos los funcionarios públicos
ó propietarios de algun señorio , y á todos los jueces
de las provincias , que todos los años deben reu-
pirse en consejo en la ciudad de Arles en el in-
termedio de los dias de agosto y setiembre que-
dando al libre albedrio, asi el dia de la convoca-
toria como los en que hayan de verificarse las
sesiones.
2. »La Novempopulania, y la segunda Aqui
tania, provincias mas distantes del centro que to-
das las demas , podrán enviar , si se hallasen de-
tenidos sus jueces por ocupaciones indispensables
los correspondientes diputados segun queda es-
presado.
3. Los que se descuiden en acudir al lugar
señalado dentro del término prescripto , pagarán

(1) Fué prefecto por los años 402 y 408.


CIVILIZACION EUROPEA. 51
una multa de cinco libras de oro
or para los jueces,
y tres para los miembros de los Curias y demas
dignatarios .
»Nosotros creemos disponer con esta medida
grandes beneficios y singulares favores á los habi-
tantes de nuestras siete provincias , de este modo
quedamos persuadidos de que hemos contribuido
al mayor brillo y esplendor de la ciudad de Cons-
tantina , de cuya fidelidad debemos prometernos
mucho , segun la opinion de nuestro padre y pa-
tricio (1) ?
«Dado á XV de las calendas de mayo , y re-
cibido en Arles á X de las calendas de junio" .

Empero , señores , las provincias y las ciudades.


reusaron semejante beneficio : ningun pueblo quiso
nombrar diputados ; y ni hubo una persona que
acudiese á Árles. La centralizacion y la unidad re-
pugnaban á la primitiva naturaleza de aquella so-
ciedad : el espiritu de localidad y de municipalidad
se levantaba y reproducia en todas partes : era
mas evidente cada dia la imposibilidad de recons-
truir una sociedad universal, una patria comun .
Todas las ciudades se encerraban dentro de sus
muros y se circunscribian en sus propios intereses;
y el imperio romano, cayó porque nadie queria
pertenecer al imperio , y porque los ciudadanos
no anhelaban mas que serlo de su ciudad .
Encontramos , pues , á la caida del imperio ro-
mano lo que habiamos reconocido en la caida de
Roma ; el predominio del régimen y del espíritu

(4) Constantino, segundo esposo de Plácida á quien


habia tomado Honorio por cólega en 421 .
52 HISTORIA DE LA
municipal. Viose reducido el orbe romano á su
estado primitivo : habiase formado de ciudades; se
disuelve , y quedan y subsisten las ciudades.
El régimen munipal , he aqui lo que debe
la moderna Europa á la antigua civilizacion roma-
na. Y ese legado , esa organizacion , ya no se halla
en el mismo brillo : no se vé adornada de aquella
regularidad , de aquel vigor que la recomendaban
en otros tiempos. No obstante era el único sistema
real, y el único constituido: solo él habia quedado en
pie despues del aniquilamiento del imperio colosal.
Sin embargo, aquel elemento no quedó entera-
mente solo : otro elemento , otra idea subsistió des-
pues de la disolucion general; tal fué la idea del
imperio , la idea de la magestad imperial , de un
poder obsoluto , sagrado , inseparable del nombre
de emperador. He aqui en resúmen los elementos
que la romana civilizacion trasmitió en herencia á
la civilizacion europea ; por una parte el régimen
municipal con sus hábitos , sus reglas y sus ejem
plos en union con el principio de libertad ; por otra
una legislacion civil comun general ; la idea de un
absoluto poder, de una sagrada magestad , y de
una fuerza inherente á ella , principio de órden y
de1 dependencia.
Pero al mismo tiempo se estaba formando en
el seno mismo de la sociedad romana otra sociedad
enteramente contraria : una sociedad fundada
en otros principios , animada de otros sentimientos,
una sociedad destinada á llevar á cabo una empre-
sa mas grandiosa é inmensa , y cuyos elementos
tan diferentes y opuestos habian de verificar una
pasmosa revolucion radical en la civilizacion que
comenzaba.
CIVILIZACION EUROPEA . 53
Hablo señores de la Iglesia cristiana.
Digo la Iglesia cristiana , y no cristianismo , por-
que á fines del siglo IV y à principios del V en
aquella nueva era de civilizacion , no consistia
simplemente el cristianismo en una individual
creencia , sino que era una institucion regulariza-
da perfectamente.
-Ella tenia un gobierno, un cuerpo de clero res-
petable, una gerarquia determinada hbbilmente
por las diversas funciones eclesiásticas : se hallaba
bien provisto de rentas , de medios independientes
de accion, de centro de union y de actividad , sin
faltarle nada de cuanto pudiera exigir la mejor
administracion de un gran estado. Finalmente los
provinciales , los nacionales y los generales conci-
lios, habian introducido la costumbre é inspirado
el hábito de tratar en comun los negocios de la
sociedad. En una palabra , el cristianismo era en
aquella época no solo una religion , sino que ade-
mas era una iglesia.
Sino hubiese sido una iglesia , no sé señores lo
que hubiera sido de él en medio de aquella ruina
universal .
Señores : yo me concreto á hacer puramente
humanas consideraciones ; dejo á un lado todo
elemento ageno de las naturales consecuencias de
los hechos meramente naturales. Si hubiese sido
el cristianismo como en los primitivos tiempos
una mera creencia , un sentimiento , una condi-
cion individual , puede creerse muy bien que ha-
época
bria seguido inva
de la la sion
suerte de
dellos barb omano en la
imperio
Mas tarde
sucumbió en Asia y en todo el norte de Africa
por un motivo semejante , es decir , por la inva-
54 HISTORIA DE LA
sion de los bárbaros musulmanes ; a pesar de ha-
llarse entonces en el caso de ser una institucion y
una iglesia constituida formalmente.
¿Con cuánta mas razon , pues , habria sido
destruida y aniquilada en la época de la caida
del imperio? No existian entonces ningunos de esos
medios que establecen y afirman en el dia la in-
fluencias morales , comunicándoles fuerza y vigor
para resistir al torrente de las revoluciones y á
los trastornos de los gobiernos. No se conocian
entonces esos medios por los cuales una verdad
pura , una simple idea , arrojada como al acaso
en medio de las sociedades , adquiere infinito as-
cendiente sobre los espíritus , gobierna y dirige sus
acciones, determina los acontecimientos , y fija los
destinos de los pueblos.
No habia nada en el siglo IV que pudiese obrar
semejantes efectos , y dar á las ideas y á los sen-
timientos personales una autoridad tan inmensa .
Era pues evidente y necesario que la sociedad que
lucbase contra un desastre tan universal , y que
resistiese á tan formidables combates , se hallase
constituida fuertemente , y gobernada con energia.
No temo afirmar que la Iglesia salvó el cris-
tianismo a fines del siglo IV , y á principios del V
la Iglesia pudo con sus instituciones , con sus ma-
gistrados y con su ascendiente , resistir y triun-
far de la disolucion interior y de la invasora bar-
bárie. Ella dulcificó el carácter brusco de los con-
quistadores indómitos , y sirvió como fuerte lazo,
y como medianera amistosa , en una palabra , co-
mo baluarte del principio fundamental de civili-
zacion , entre una sociedad decrépita en demasia.
y una sociedad muy jóven aun. La Iglesia unió
CIVILIZACION EUROPEA . # 55
y estrechó entre las suyas las manos de la civili-
zacion que fenecia , y las de la civilizacion que
comenzaba ; y acercándolas entre sí , hizo que se
dieran un ósculo de amistad y de paz.
Preciso será , pues , considerar mas bien el es-
tado de la Iglesia que el de la religion propiamen-
te dicha en el siglo V , á fin de investigar la parte
que le cupo al cristianismo en la civilizacion mo-
derna y los elementos que introdujo en ella.
1 ¿Qué era la Iglesia de aquella época?
Contemplando bajo un punto de vista humano
puramente las revoluciones diversas que se veri-
ficaron durante el desarrollo y engrandecimiento.
del cristianismo hasta el siglo V ; mirándolo , re-
pito , únicamente como sociedad , y de ningun
modo como creencia religiosa , se descubren en él
tres estados y tres situaciones esencialmente dife-
rentes.
En los tiempos absolutamente primitivos , se
presenta la sociedad cristiana como una sencilla
asociacion de creencia, y de comunes sentimientos:
los primeros cristianos se reunian para disfrutar
unidos de las mismas emociones , y para comu-
nicarse mútuamente las mismas creencias religio-
sas. No se percibe el menor vestigio de un siste-
ma formulado de doctrina : ninguna coleccion de
reglas , nada de disciplina , ningun magistrado se
descubre .
Señores : no existe ninguna sociedad constitui-
da debidamente , en la cual deje de brillar una
llama que la anime, un poder moral que la dirija.
En las diversas congregaciones cristianas existian
tambien algunos hombres que rogaban , que ins-
truian y que gobernaba el pueblo moralmente;
56 HISTORIA DE LA
pero no se veia ni un solo magistrado instituido,
ni una sola disciplina arreglada ; una pura comu-
nion de creencias y sentimientos , he aqui lo que
era el cristianismo primitivamente.
A medida que se fué ensanchando y engran-
deciendo , ó mas bien dejó entrever algun vestigio
de su existencia en los primeros momentos histó
ricos, adoptó ya un cuerpo de doctrinas , formuló
algunas reglas de disciplina é instituyó algunos
magistrados . Distinguense entre estos los presbiteros
ó ancianos ; esto es , los sacerdotes : los episcopos,
ó inspectores y celadores, que son los obispos de
nuestros dias; y finalmente, los diáconos encarga-
dos del cuidado de los pobres y de la distribucion
de las limosnas.
Poco menos que imposible seria determinar y
fijar las respectivas funciones que se hallaban par
ra su desempeño , á cargo de cada uno de estos
magistrados: la línea de demarcacion debia ser vaga
y fluctuante ; pero lo cierto es que en resúmen se
empiezan á discernir en aquel caos algunos rastros
de instituciones.
Descuella tambien , y dominan aun otro carác-
ter en esta segunda época ; tal es el infiujo y la
preponderancia del cuerpo de los fieles en la ad-
ministracion y gobierno de la sociedad. Ellos son
los que prevalecen en la eleccion de magistrados;
ellos determinan ó reprueban la adopcion de pun-
tos de dogma ó disciplina. No se percibe aun una
division precisa entre el gobierno y el pueblo cris-
tiano; aun no tienen una existencia independiente
y separada e
"I Ofrecemos un cuadro del todo diverso en la
tercera época : un clero separado del comun de los
J
CIVILIZACION EUROPEA. 57
fieles existe ya: este es un cuerpo de eclesiásticos que
poseé sus riquezas , que disfruta de jurisdiccion,
que ha adoptado una constitucion propia; en una
palabra , un sistema de gobierno todo entero , que
forma por si solo una sociedad completa , provista
de todos los medios de existencia, sin contar ni
necesitar para nada á la sociedad á cuyo servicio
se encuentra adicto , y sobre la cual ejerce su
poderosa influencia. 1
Tal es la tercera época de la constitucion de la
Iglesia cristiana , y tal el estado en que aparece al
comenzar el siglo V. El gobierno no se halla toda
via separado del pueblo completamente; pero en
todas las relaciones del clero y del pueblo , aquel
es el que triunfa siempre, y domina casi sin cen-
sura ni contradicion .
El clero cristiano poseia ademas otro medio
bien diferente de influencia : los obispos y todos los
eclesiásticos en general, habian llegado á conseguir
los primeros cargos municipales. Ya hemos visto
que casi todos los restos del gigantesco imperio de
Roma estaban reducidos al régimen municipal de
las ciudades; y como los vejámenes del despotismo
y la decadencia de las ciudades habia reducido
á los curiales ó miembros de cuerpos municipales
al mayor abandono y apatia , quedaron todos los
oficios concejiles al alcance del primero que qui-
siese solicitarlos. it i
En tal estado los obispos y todo el clero Heno
de vida, de celo y de energia , se ofrecieron sin
repugnancia á vigilarlo y á dirigirlo todo.
No debe reprenderselos su osadia , ni tacharse-
los de usurpadores : su comportamiento fué un ine-
vitable, resultado del natural curso de las cosas.
58 HISTORIA DE LA !
solo el clero se hallaba animado; él solo era empren-
dedor y osado; y solo él debia ser en todas partes
dominador y poderoso.
Tal es constantemente la ley del universo.
La legislacion de los emperadores de aquella
época demuestra de un modo evidente esta re-
volucion. Abrid y recorred los códigos de Teodosio
y de Justiniano : por todas partes encontrareis edic-
tos que ponen á cargo de los obispos y de los clé-
rigos los negocios municipales . Bien puede afirmar-
se que entre el régimen municipal de la edad me-
dia , intermedió el régimen eclesiástico municipal.
La preponderancia del clero en los comunales
asuntos de las ciudades , sucedió á la de los magis-
trados antiguos de las curias y precedió á la orga-
nizacion de los consejos y modernos ayuntamientos.
Pueden concebirse fácilmente cuantos y cuan
prodigiosos medios de poder encontraria la Igle-
sia cristiana desde aquella época , ya en la cons-
titucion interior que habia adoptado, ya en la ac+
cion que ejercia sobre el pueblo , ó ya tambien en
la parte que tomaba en los negocios civiles. Por
esto era indispensable que influyese muy podero-
samente desde entonces en el carácter y desarro-
llo de la moderna civilizacion.
Examinemos atentamente los elementos con
que debió concurrir para la realizacion de los su-
cesos, posteriores .
Por de pronto reportó una imponderable ven-
taja á la civilizacion con la presencia de una in-
fluencia y de una fuerza moral que se apoyaba úni-
camente en convicciones , en creencias y senti-
mientos morales para poder contrarestar aquella
inundacion , aquel diluvio de bruscas y materiales
CIVILIZACION EUROPEA. 59
fuerzas que amenazaba lo sociedad y que sin du-
da hubiera hundido y aniquilado el mundo entero
sin tan poderosos medios.
La Iglesia sola, por si sola lo poscia todo : ella
manejaba sola un poder moral é invulnerable , in-
mensamente superior á todas las revoluciones de
los estados . Ella podía arrojar sola , y arrojó en
efecto, alguna luz, imponiendo cierto órden en el
horrible caos en que arremolinó las sociedades
aquel sacudimiento general.
Hizo mas todavia : en medio de aquellas tinie-
blas ; en el centro de aquel esterminio enarboló una
bandera , hizo brillar una antorcha de salvacion
y de vida proclamando una regla , una ley su-
perior á todas las reglas y á todas las leyes huma-
nas : una inmutable ley independiente de los tiem-
pos y de las costumbres , cuya fuerza inmensa
abarca en un solo círculo todas las condiciones y to-
dos los hombres.
Semejante dogma salvó á la humanidad entera.
La Iglesia , señores , comenzó á realizar enton-
ces un grande acontecimiento , cuyos resultados
ulteriores no pudieron preveerse indudablemente :
tal fué la separacion del espiritual y del tempo-
ral poder. Esta separación es el manantial , la ba-
se de la libertad de conciencia: por mejor decir , una
y otra deben reconocer el mismo orígen por que
sobre el mismo cimiento se encuentran ambas
apoyadas.
Semejante principio fundamental se encuen-
tra en aquella máxima de los estoicos, que decla-
ra, que la fuerza material no tiene derecho alguno
ni ejerce ningun poder sobre los espíritus , sobre
la conviccion ni sobre la verdad. Todo esto como
60 HISTORIA DE LA
perfectamente se desprende por si sola de la razon
dimana de la indiferencia establecida entre el
mundo del pensamiento y el mundo de la accion;
el de los hechos interiores , y el de los esteriores
hechos.
Por manera que ese principio de libertad de
conciencia , orígen en Europa de tantos debates y
padecimientos , se hallaba depositado ya , si bien
encubierto con el nombre de separacion de lo es-
píritual y temporal , en la cuna de la civilizacion .
La misma Iglesia que ha forcejado tanto para des-
prenderse de él en los últimos tiempos , y que se
ha opuesto a su triunfo con tanto empeño , fué la
que en los primeros siglos de su existencia , por
una inevitable necesidad de su posicion á fin de
defenderse contra la fuerza brutal de la barbarie,
proclamó aquel dogma y lo sostuvo con el mayor
teson .
El poder de una influencia moral é interior,
la proclamacion de una divina ley , la separacion
entre el poder espiritual y el temporal ; he aquí
los tres grandes beneficios que en el siglo V dis-
pensó la Iglesia á su naciente sociedad.
Desgraciadamente no fué en todo y por todo
saludable el influjo eclesiástico de aquella época:
se dejaron ver ya en el siglo V algunos malos prin
cipios destinados á representar un grande aunque
funestisimo papel en el desarrollo de nuestra civi-
lización. Así prevaleció desde entonces en su mis-
ma constitucion, en su mismo seno, la separacion
de los gobernantes y de los gobernados y hasta
se verificaron algunas tentativas para afianzar la
absoluta independencia de aquellos , respecto a
estos , para imponer leyes á la masa de los fieles,
CIVILIZACION EUROPEA . 61
y para arrebatar el dominio de sus espíritus y co-
razones sin el consentimiento espontáneo de su ra-
zoo , y sin la aceptacion libre de su voluntad.
Ademas manifestó la Iglesia una tendencia evi-
dente á " hacer prevalecer el principio teocrático,
á apoderarse del poder ; en fin, á dominar solo y
esclusivo. "
Y cuando no podia conseguirlo se colocaba al
lado de los príncipes , con la esperanza de adqui+
rir algun dia parte de su poder , defendiendo de
esta manera el poder absoluto á costa de la liber-
tad de los pueblos.
Tales eran los elementos que la civilizacion ha-
bia recibido en el siglo V , ora de la Iglesia , ora
del Imperio: en tal estado encontraron los bárba
ros su presa; y se la apropiaron y repartieron en
tal estado. Para conocer mejor todos estos elemen-
tos que se mezclaron reunidos en la cuna de la
regeneracion social , debemos estudiar y analizar
los bárbaros.
Bien se comprende, señores , que al manifesta-
ros que voy á tratar de los bárbaros , no me he
propuesto trazar su historia : no hay necesidad al-
guna de reproducirlo. Ya sabemos que en aquella
época pertenecian á una misma raza todos los con ..
quistadores del Imperio : eran todos germanos, est
cepto una que otra tribu de esclavones , como por
ejemplo los alanos. Sabemos tambien que con cor-
ta diferencia se hallaban todos en el mismo grado
de civilizacion , y que si resistia esa insignificante
diferencia, nacia del mayor ó menor contacto en
que se habian hallado con las provincias domina-
das por el pueblo rey.
Así pues nadie duda que no se hallaban mas
62 HISTORIA DE LA
adelantados , y que los godos no tenian costum-
bres mas apacibles que los francos. Pero aun cuan-
do hubiese existido esta diversidad , consideradas
las cosas bajo un punto de vista general , única-
mente con relacion á los resultados que queremos
investigar , no debiera hacerse caso alguno de se-
mejante diferencia.
El estado general de la sociedad entre los bár-
baros es lo que debemos investigar ; y cabalmen-
te es lo mas dificil de penetrar, discernir y juzgar
por sus objetos en medio de tan profunda oscuri-
dad histórica. Sin gran trabajo puede compren-
derse perfectamente el sistema municipal de los
romanos : por otra parte hemos delineado sin di-
ficultad un cuadro algo exacto de la primitiva Igle-
sia : la influencia de aquellas instituciones se ha
estendido y perpetuado hasta nuestros dias ; y esto
nos facilita mil medios de reconocerlas y espli-
carlas.
Pero nada nos ha quedado de las costumbres
de la barbarie : ni siquiera poseemos un recuerdo
de su estado social : los siglos transcurridos han
ahogado y oscurecido completamente todos sus he-
chos, todos sus monumentos, todas sus ideas. Nos
vemos pues obligados á adivinar , á interpretar, á
suplir con un esfuerzo atrevido de la imaginacion
lo que nos falta para la esplicacion de aquel esta-
do social.
Existe , sin embargo, un sentimiento , una
verdad que es indispensable analizar y compren-
der para pintar á un bárbaro con veridicos rasgos:
tal es el placer de la independencia individual , el
placer de lanzarse con su fuerza y su libertad en
inedio de los lances y aventuras del mundo ; los
CIVILIZACION EUROPEA . 63
goces de la actividad sin trabajo , y la inclinacion
hácia una vida errante , llena de imprevision , de
desigualdad y de riesgos.
El sentimiento dominante del estado bárbaro
era una necesidad moral que ponia en perpétuo
movimiento aquellas masas de hombres. Rodeados
en el dia de una sociedad tan regularizada y uni-
forme es dificil sobremanera que podamos repre-
sentarnos ese sentimiento con todo el imperio , con
toda la violencia con que obraba sobre los bárba-
ros de los siglos IV y V. Una sola obra ha llegado
á mis manos donde se halla presentado con ver-
daderos colores ese carácter distintivo de la bar-
barie.
La Historia de la conquista de Inglaterrapor los
normandos , escrita por Mr. Thierry es el único li-
bro en que se ven reproducidos con una esactitud,
con una naturalidad verdaderamente homéricas,
los motivos , las inclinaciones y los impulsos que
mueven y agitan á los hombres en un estado social
próximo á la barbarie. En ninguna obra he visto,
he comprendido ni he sentido mejor lo que es un
bárbaro, es decir, lo que se llama la existencia de
un bárbaro.
Alguna semejanza se encuentra en las novelas
de Cooper sobre los salvages de la América , pero
á mi modo de ver , en un grado muy inferior , de
un modo menos simple y verdadero . Percíbese en
la vida de los salvages americanos , en las relacio-
nes que les unen , en los sentimientos que les ar-
rastran en medio de sus bosques sombríos , percí-
bese , vuelvo á decir , algun reflejo , alguna analo-
logía , que hasta cierto punto , recuerda la vida y
las costumbres de los germanos primitivos. Cierto
-64 HISTORIA DE LA
es que estos cuadros son un poco ideales , y que
tienen algo de poético : en ellos está lejos de perci-
birse los rústicos rasgos , las tintas melancólicas
que la natural rudeza de aquellas gentes , presentan
en su vida á cada paso, y que demuestra sus cos-
tumbres. Y no me ocupo esclusivamente de los
males , de los perjuicios grandes que entrañan y
acarrean semejantes costumbres al estado social
de un pueblo ; pues ahora llama mi atencion de
un modo particular la interior e individnal situa-
cion del bárbaro en silmismo.
En esta imperiosa necesidad de independencia
penosa , existia algo de mas material , algo de mas
grosero , del què se desprende y puede deducirse
de la Historia de la conquista de Inglaterra por los
normandos. Dominaba en los bárbaros del Norte
cierto grado de brutalidad , cierta propension à la
embriaguez , cierta apatía, que no se ve siempre
representadas facilmente en aquellas narraciones:
no obstante , calando y profundizando mas y mas
este asunto, á pesar de esta mezcla confusa de
brutalidad , y de estúpido egoismo , conócese que
aquella pasion , por la individual independencia,
es un noble sentimiento , cuyo poder se deriba de
la parte superior de la naturaleza moral del hom-
bre: ella es hija del piacer de sentirse hombre,
del orgullo de comprender toda su dignidad , del
sentimiento y poder del libre desarrollo de sus fa-
cultades.
Señores : la moderná civilizacion debe á los
bárbaros germanos ese sentimiento desconocido
enteramente por los romanos , por la iglesia , y
por casi todas las civilizaciones antiguas. Cuando
se encuentra en estas la libertad haciendo algun
CIVILIZACION EUROPEA. 65
papel , debe entenderse la libertad política , y la
libertad del ciudadano : esta era la que le movia
y entusiasmaba , no su libertad personal. Pertene-
cia á una asociacion , se hallaba consagrado á una
asociacion , y estaba pronto á sacrificarse por una
asociacion .
Asi sucedia en la Iglesia cristiana : entre los
fieles reinaba un vivo apego , un acatamiento ren-
dido , un abandono completo hacia sus leyes , un
empeño fortísimo de estender y dilatar su impe-
rio . Otras veces el sentimiento religioso , conducia
al hombre á egecular una reaccion sobre si mis-
mo , y sobre su alma : á sostener una lucha inte-
rior , para sojuzgar su libre albedrio , y someterlo
à las inspiraciones de su fe.
Empero el sentimiento de independencia per-
sonal, ese anhelo de libertad que agita los corazo-
nes , que se desarrolla con fuerza , sin otro objeto,
ni otro fin , que el de complacerse , y de gozar:
este sentimiento , repito , era dosconocido entre los
romanos : este anhelo no tenia cabida entre los fie-
les primitivos. Los bárbaros lo llevaron consigo:
su gérmen fué depositado por ellos en la cuna de
la civilizacion . Tan descollante papel ha represen-
tado en ella , tan hermosos resultados ha produci-
do , que es imposible dejar de reconocerle como
uno de sus primeros principios , araso el mas fe-
cundo de todos.
Hay mas , señores : todavia existe otro hecho ,
un segundo elemento civilizador que debemos a
los bárbaros esclusivamente : tal es el patronazgo
militar , aquel vínculo que estrechaba à los indi-
viduos disciplinando á los guerreros : aquel lazo
que sin destruir en su orígen y hasta cierto pun-
La Lectura TOM. I. 468
66 HISTORIA DE LA
to , la igualdad casi absoluta que existia entre
ellos , fundaba cierta gerárquica subordinacion ,
y colocaba los cimientos de esa organizacion aris-
tocrática , que se convirtió mas tarde en feuda-
lismo.
El resultado fundamental , el característico rasgo
de esta relacion , era el apego , la adhesion de hom-
bre á hombre , la fidelidad de individuo á indivi-
duo , sin necesidad alguna esterior , sin la menor
obligacion, fundada solo en los generales principios
de la sociedad.
Jamás en las antiguas repúblicas se vió un
hombre adicto espontáneamente á otro hombre:
todos se hallaban consagrados alli á la comunidad .
Entre los bárbaros , al contrario , el lazo , la union
social empezó por los lazos formados entre aislados
individuos, por las relaciones que mediaban entre
el gefe y su compañero en sus principios cuando
vagaban en bandas errantes por la Europa ; y dis-
tribuidos mas tarde los territorios y los despojos
de los vencidos por las relaciones que se formaron
entre el señor feudal y un vasallo . Este segundo
paincipio que ha influido tanto en todos los gran-
des sucesos de la moderna Europa , esa adhesion
de hombre á hombre , lo debemos tambien á bár-
baros invasores, y de sus costumbres fué trasmi-
tida á las nuestras.
Ahora bien, señores ; me he equivocado cuando
he dicho en un principio que la mo derna civiliza-
cion desde los primeros momentos de su existencia,
fué tan variada, rica y confusa como la he presen–
tado en el cuadro general que acabo de trazaros?
¿No acabamos de encontrar ya á la caida del im-
perio romano casi todas las infiuencias , casi todos
CIVILIZACION EUROPEA . 67
los elementos que se van manifestando , en el pro-
gresivo desarrollo de nuestra civilizacion?
Hemos descubierto y analizado tres sociedades
enteramente diversas : la sociedad municipal últi-
mo resto del imperio romano : la sociedad cristia-
na , y la bárbara sociedad . Hemos visto á estas
sociedades organizadas diferentemente , fundadas
en principios diferentes en un todo , inspirando á
los hombres contrarios sentimientos : una absoluta
' independencia al lado de la sumision mas omní-
moda y servil ; el patronazgo militar : junto á la
dominacion eclesiástica : el poder espitual frente á
frente con el poder temporal : los cánones de la
Iglesia , la sabía legislacion de los romanos, las cos-
tumbres apenas escritas de los bárbaros : esa mezcla
constante ó mejor dicho , esa confusa coexistencia
de razas , de lenguas , de situaciones sociales , de
costumbres, de las mas divergentes impresiones, y
de las ideas mas opuestas. He aqui, señores la
mejor prueba de los característicos distintivos de
la civilizacion.
Cierto es que esa incoherente confusion, esa di-
versidad repugnante , esa continua lucha , nos ha
costado muy cara : verdad es que á esa acumula-
cion de causas, á ese monstruoso concurso de ele-
mentos , debe atribuirse la lentitud penosa de los
progresos de la moderna Europa, los muchos sufri-
mientos de que ha sido víctima constantemente , y
las tormentas horrorosas que ha esperimentado
sin cesar. Pero á pesar de todo , no creo debamos
sentir tan funestos contratiempos.
Para los pueblos , lo mismo que para los indi-
viduos , lograr un desarrollo variado y completo ,
lograr un progreso en todos sentidos y direccio-
68 HISTORIA DE LA
nes de un progreso casi indefinido ; la fortuna de
haber adquirido tantas ventajas , recompensa por
si solo lo que ha debido costar , lo que se ha debido
inferir hasta obtener el derecho de disfrutarlas.
Todo , calculado bien , ha sido mucho mas útil , y
un millon de veces mas productivo para los pue-
blos : ese estado tan trabajoso : agitado y violento
' representa mas ventajas que la simplicidad mo-
notona, y la pacífica inmovilidad en que se han
visto sumidas siglos enteros muchas otras civiliza-
ciones. El linage humano ha ganado mucho mas
que lo que ha sufrido en nuestras revueltas suce-
sivas , y en nuestros trastornos no interrumpidos .
Acabo en este punto , señores : entre tanto , con
estos generales delineamientos , creo que compren-
dereis la situacion en que dejó al mundo la caida
del imperio romano : conocereis ya los diferentes
elementos que se mezclan yagitan hasta producir
y promover la civilizacion europea , y estareis dis-
puestos desde ahora para verlos obrar y marchar
juntos , concurriendo juntos á la elaboracion de
los acontecimientos grandes.
En la leccion inmediata me esforzaré á mos-
trar en que vinieron á parar , la parte que tuvie-
ron , el papel que representaron durante la época
que han acostumbrado á llamar época de la bar-
barie; es decir , mientras se prolongó la crisis pe-
nosa y el caos turbulento de su invasion.
LECCION III.

Dejo presentado ante vuestros ojos los funda-


mentales elementos de la civilizacion europea , de
la manera que se hallaban en su misma cuna entre
las ruinas del imperio romano. En primer lugar
he procurado demostraros cual habia sido su di-
ferencia, su lucha constante , y que ninguno habia
conseguido dominar en nuestra sociedad , ó por lo
menos avasallarla hasta tal estremo que pudiese
someter á los demas o proscribirlos enteramente.
No hemos podido dejar de reconocer , y no se po-
drá menos de confesar que este es el peculiar y
distintivo carácter de la civilizacion europea, Hoy
empezaremos su historia desde su principio , desde
los siglos que se ha convenido en llamar bárbaros.
Tan pronto como se arroja una mirada sobre esa
época , descubre y llama la atencion un hecho que
70 HISTORIA DE LA
nos llena de sorpresa: él al parecer , se encuentra
en contradiccion con lo que acabamos de decir.
Cuando trateis de investigar las ideas que ha
formado el comun de los hombres sobre las
antigüedades de la Europa moderna , observareis
que los diversos elementos de nuestra civilizacion,
los principios monárquico , teocrático, aristocrático
y democrático , pretenden todos que les ha perte-
necido originalmente la sociedad europea ; vereis
entonces cuanto se esfuerza cada uno de ellos para
• convencer al mundo de haber
dominado , esclusi-
vamente en los tiempos primitivos , y para hacer
ver que han perdido el imperio por las usurpacio-
nes de los principios contrarios.
Revolved todo lo que se ha escrito , examinad
cuanto se ha dicho sobre este punto , y observa-
reis que todos los sistemas por medio de los cuales
se han querido esplicar el orígen , las causas pri-
mordiales, y los primeros pasos de la moderna Eu-
ropa en la carrera de la civilizacion, sostienen to-
dos á una el esclusivo predominio de uno ú otro
de los elementos enumerados hasta aqui.
En primer lugar conocemos una escuela de
publicistas , partidarios acérrimos de la organiza-
cion feudal , á cuyo frente vemos al célebre Mr.
Brulainvilliers. Pretende esta escuela con el ma-
yor ahinco , que despues de la caida del imperio
romano fué la conquistadora nacion convertida
muy brevemente en un cuerpo de nobleza que se'
apoderó de todos los derechos , y que reunió to-
dos los poderes en sí misma : que la sociedad en-
tera se hallaba entre sus manos , que se la arreba-
taron los reyes y los pueblos , y en fin, que la or-
ganizacion aristocrática es la primitivá forma , la
CIVILIZACION EUROPEA . 71
única efectiva y verdadera de la Europa antigua
Al mismo lado de esta escuela , se levanta la
de los publicistas monàrquicos , entre los cuales
descuella el abate Dubost , el cual sostiene por el
contrario que la europea sociedad pertenecia á los
reyes en su origen , siendo su único y verdadero
patrimonio. Los monarcas de la Germania , dicen
ellos , habian heredado todos los derechos de los
emperadores romanos ; habian sido aclamados so-
los por los antiguos pueblos , entre otros por los
galos , y dominaban solos legítimamente . Todas las
pretendidas adquisiciones y conquistas de la aris-
tocracia , no son mas que ilegalidades y usurpa-
ciones que debió impedir la monarquía , y que
pudo castigar severamente.
Existe ademas la escuela de los publicistas li-
berales republicanos democráticos. Consultad al
abate de Mably , y os dirá que el gobierno de la
sociedad desde el siglo V, fué devuelto y restituido
por medio de un sistema de instituciones libres á
las asambleas de los hombres libres , al pueblo
propiamente dicho : os dirá que con los despojos
de la libertad primitiva se enriquecieron nobles y
reyes. Segun ellos , el pueblo sucumbió no pudien-
do resistir á los repetidos golpes que se descarga-
ron sobre él ; pero segun afirma Mably , el pue-
blo reinaba antes que todos los poderes conocidos .
Finalmente se levanta y descuella sobre todas
esas pretensiones monárquicas aristocráticas y po-
pulares , la teocrática pretension de la Iglesia . Es-
cuchemos las razones que da , y veamos los títulos
que para ello nos presenta.
En virtud de su misma mision', en fuerza de
su título divino se abroga la supremacia de la so-
72 HISTORIA DE LA
ciedad: ella ha poseido sola , ella ha ejercido sola,
y ha debido ejercer la única , el derecho de go-
bernar á los pueblos ; ella era sola la legítima rei-
na del mundo europeo conquistado por los esfuer-
zos y trabajos que ha consagrado en favor de la
verdad y de la civilizacion.
He aqui la situacion incierta en que nos colo-
can tan opuestos y contradictorios sistemas.
Nosotros hemos creido reconocer que en el di-
latado periodo de la historia de la civilizacion eu-
ropea , no ha dominado jamás esclusivamente nin-
guno de sus elementos ; que estos han vivido en
un estado de aproximacion constante , de amalga-
ma , de lucha y transacion , y desde nuestros pri-
meros pasos , nos hallamos con esa opinion contra-
ria directamente, de que en la misma cuna, en el
seno mismo de la Europa bárbara , tal ó cual otro
de estos elementos poseia por sí solo y avasalla-
ba la sociedad.
Y no se limitan á un solo pais las pretensiones
inconciliables de los diferentes principios de nues-
tra civilizacion ; ellas se han manifestado en todos
los paises bajo formas mas o menos diversas , y en
distintas épocas : en todas partes se encuentran
esas escuelas históricas que acabamos de caracte→
rizar.
Muy importante es esto , señores , no por lo que
valga en si mismo , sino porque nos revela otros
hechos que ocupan un lugar muy distinguido en
nuestra historia. En medio de esa simultaneidad
de opuestas pretensiones , en medio de tantos es-
fuerzos para abrogarse la esclusiva posesion del
poder durante la infancia de la moderna Europa,
descúbrense dos hechos de la mas elevada consi-
CIVILIZACION EUROPEA . 75
deracion. El primero es el principio , y la idea de
la legitimidad política ; idea que ha representado
un importantísimo papel en la carrera de la civi-
lizacion europea. El segundo es el carácter pecu-
liar y verdadero del estado de la Europa bárbara,
de la época de que especialmente debemos ocu-
parnos en este dia.
Voy á procurar despejar y poner en claro es-
tos dos hechos, y separar sucesivamente todos los
elementos civilizadores en esa lucha de primitivas
pretensiones que acabo de esponer.
¿Cuál es el objeto , señores , á que tienden los
diversos elementos de la civilizacion europea? ¿Qué
és lo que pretenden la teocracia , la monarquia , la
aristocracia y la democracia? Ellos se esfuerzan y
se afanan en manifestar su antiguo y primitivo
dominio para otra cosa mas que para aparecer los
únicos elementos legítimos ante los ojos del univer-
so? No por cierto. Y obsérvese , ademas , que este
empeño é instinto , no es propio de un solo sistema;
el es una pretension é instinto que se encuentra en
todos ellos igualmente : tendencia peculiar de to-
dos los elementos que han contribuido á là civi-
lizacion.
En estos últimos tiempos se ha creidó que la
idea de la legitimidad tan solo era inherente á la'
monarquia . Pero ha sido un error, puesto que se la
encuentra en todos los sistemas , y acabamos de
notar que pugnan por apropiárselos todos los ele-
mentos de la civilizacion.
Penetrad un poco en la historia de Europa:
observareis en todas las épocas que todas las fuer-
zas sociales, los gobiernos mas diversos, todos indis-
tintamente procuran cubrirse y escudarse con el
74 HISTORIA DE LA
carácter de la legitimidad . Las aristocracias y de-
mocracias italianas ó suizas : la república de San
Marino , como tambien las grandes monarquias de
la Europa , siempre se han proclamado legitimas;
unas y otras hanfundado sus titulos en la antigüedad
de sus instituciones , en la histórica prioridad , y
en la perpetuidad de su sistema de gobierno..
Si nos separamos de la Europa moderna para
tender una mirada sobre otros tiempos y paises,
veremos por do quiera consignada esta idea de le-
gitimidad política : la veremos seguida con afan , y
buscada con el mayor ardor : verémosla en fin
unida constantemente , inseparable siempre de los
gobiernos, de todas las instituciones , de todas las
opiniones , y de todos los sistemas. No ha existido
jamas en pueblo alguno : no ha habido en ningun
tiempo una sombra de poder público que no se
haya atribuido su influencia , y que no haya inten-
tado aparecer con ese carácter de legitimidad,
hijo de la antigüedad y de la duracion.
En el origen de los poderes , (hablo del orí-
gen de todos ellos) , se encuentra la fuerza ; no
quiero decir que hayan sido fundados por la fuer-
za únicamente , ni que carezcan de otro título y
origen que aquella . Por cierto que los poderes
públicos han debido tener un principio mas puro
y noble. Ellos debieron establecerse en fuerza de
la conveniencia pública, y en nombre y en virtud
de ciertos sociales intereses : ellos se han sostenido
por medio de cierta correspondencia armoniosa,
y de ciertas relaciones íntimas con la situacion de
una sociedad , y con sus costumbres y opiniones,
pero no es posible dejar de reconocer que la fuerza
ha manchado la cuna de todos los poderes del
CIVILIZACION EUROPEA . 75
mundo , cualquiera que haya sido su forma y
naturaleza .
Y es tan cierto esto , señores, que nadie quiere-
reconocer aquel origen: todos los poderes le recha-
zan indistintamente: no hay ninguno que quiera,
haber salido del seno de la fuerza . Un instinto par-
ticular é invencible advierte á todos los gobiernos
que ella no puede fundar un derecho , y que si
solo tuviesen el origen de la fuerza no podrian
aparecer jamas como justos y legítimos.
He aqui porque cuando nos remontamos á re-
conocer los tiempos antiguos, y encontramos los di-
versos sistemas; los diferentes poderes arrastrados
por el irresistible torrente de la violencia, esclama
cadauno para sí.
«Yo era anterior: yo existia antes que todo eso,
y existia en virtud de diferentes títulos : la sociedad
era mia antes que fuese dominada por ese estado
de violencia y de lucha salvage : entonces era yo
el único poseedor legitimo : se me han disputado,
y me han sido arrancados por fuerza los derechos
que me pertenecian . »
Esta verdad, señores, prueba por si sola que la
idea de la fuerza está muy lejos de ser el funda-
mento de la política legitimidad , y que ella descan-
sa sobre una distinta base. ¿Qué es lo que consi-
guen hacer todos los sistemas , repugnando y ne-
gándose formalmente á deber su orígen á la fuerza?
Ellos mismos proclaman que existe una legitimidad,
fundamento verdadero de todos los demas , á saber,
la legitimidad de la razon , de la justicia y del de-
recho : he aqui el orígen que todos deben invocar,
y á que tienen todos necesidad de recurrir .
De aqui nacen sus conatos para apartar toda
76 HISTORIA DE LA
idea de su origen verdadero : de aqui dimana que
apoyándose en un antigüedad proclaman otro ori-
gen y se apropian diferentes títulos.
Sabemos pues, que el primer carácter de la
legitimidad política es el de rechazar la fuerza
brutal como orígen del poder; el de buscarle en una
idea, en una fuerza moral ; en la idea del derecho,
de la justicia y de la razon . Tal es el fundamental
elemento que produjo en el curso de los años el
principio de la legitimidad política .
Despues que la fuerza ha presidido al naci-
miento de todos los gobiernos ; despues que ha
constituido y organizado todas las sociedades à
su , modo , la magestuosa , marcha de los tiempos
corrige y modifica las formas introducidas por
aquellas y cambia sus bruscas obras , sustituyen-
do en su lugar otras mas bellas y simétricas : estas
alteraciones, y estos cambios se realizan por el
mero hecho de durar la sociedad y de constar de
hombres. El hombre lleva en sí mismo cierto nú
méro de nociones de órden , de justicia y de razon;
una necesidad de hacerlas prevalecer en cualquie-.
ra coyuntura, é introducirlos en los mismos hechos
que se verifican en su alrededor : en ello trabaja
sin cesar ; y si subsiste y continúa el estado social
en que se halla , puede decirse que su obra no es
inútil , y que ha producido algun efecto su trabajo.
El hombre difunde principios saludables de
razon , de moralidad y de legitimidad por todo el
círculo que su influencia alcanza.
Independientemente de los esfuerzos del indi-
viduo por una ley de la providencia que no puede
dejarse de reconocer, ley análoga á la que rige el
mundo material , hay una medida exacta de órden,
CIVILIZACION EUROPEA . 77
de razon y de justicia, indispensable enteramente
para que pueda subsistir una sociedad. En el rae-
ro hecho que dura y existe una sociedad, puede
decirse que no es absurda, tiránica y desconcerta-
da; puede asegurarse que no está desprovista del
todo del elemento de la razon , de la verdad y de la
justicia, único medio de prolongar la vida de las
sociedades.
Si ademas se desarrolla y progresa la sociedad;
si se hace mas fuerte y poderosa cada vez, si el
estado social merece de dia en dia la aprobacion de
un número de hombres mas considerable, debe
inferirse que à medida que corre el tiempo va
adquiriendo un grado mas alto de razon , de dere-
cho y de justicia; y que sus hechos van regulari-
zándose poco a poco conforme exige la legitimidad
verdadera.
Asi penetra en los pueblos: de esta suerte se
transmite del mundo á los espíritus la idea de la
legitimidad política. Ella tiene sentada su primer
base y su origen primordial, al menos hasta cierto
punto, en la legitimidad moral, en la justicia , en
la razon; y por último en la sancion del tiempo
queda lugar á creer que la razon se vió mezclada
con los hechos, que los ha subordinado, y que
la verdadera legitimidad se ha introducido en el
mundo interior.
En la época que vamos á estudiar encontra-
reis que la fuerza guarda la cuna de la monarquía,
de la aristocracia, de la democracia, y hasta de la
Iglesia misma: vereis que la perfidia bate sobre
la misma las negras alas: vereis quehuyen ambas
y desaparecen con el tiempo: que aparecen poco á
poco el derecho y la verdad; y finalmente se po-.
78 HISTORIA DE LA
sesionan del todo de la civilizacion . El hecho de ha-
berse introducido de este modo el derecho y la ver-
dad en el estado social ha producido, y fomentado
poco a poco la idea de la ligitimidad política; y
esto mismo ha sido causa de haber figurado tam-
bien en la moderna civilizacion.
Por esta causa , cuando en diferentes épocas
se ha intentado formar de esta idea la bandera del
absoluto poder, se la ha desviado de su orígen
verdadero: no es la bandera del absolutismo: solo
en nombre del derecho y de la justicia pudo des-
plegarse y tremolar en el mundo.
Ella no es ni puede ser esclusiva : no puede
pertenecer al hombre en particular, ni á un partido
determinado: ella se encuentra do quiera que se
ostenta el derecho. La legitimidad política marcha
tan unida con la libertad como con el poder: tan
propia es de los individuos derechos como de las
formas con que las funciones públicas se ejercen.
Al adelantar mas nuestras investigaciones la
encontraremos en los mas contrarios y divergentes
sistemas : verémosla brillar en el sistema feudal,
' en los ayuntamientos de Flandes y de Alemania ,
y asi en las repúblicas de Italia como en la mas
pura monarquia.
Este mismo carácter se estiende y generaliza
sobre los elementos diversos de la civilizacion mo-
derna y es preciso comprenderle bien al empezar
esta historia.
El segundo hecho se manifiesta claramente por
medio del concurso simultáneo de pretensiones de
que he hablado en un principic: es el carácter
verdadero, distintivo é irrecusable de la época lla-
'mada de la barbarie . Cada uno de estos elemen-
CIVILIZACION EUROPEA . 79
tos de la europea civilizacion se hallaba en posesion
absoluta de la Europa; luego entonces ninguno de
ellos dominaba.
Cuando alguna forma social domina en el mun-
do no es dificil conocerla. Al llegar al siglo X re-
conoceremos sin duda la preponderancia del feu-
dalismo ó en el XVII no vacilaremos en afirmar que
el principio monárquico fué el que prevaleció: si
fijamos la consideracion sobre las municipalidades
de Flandes , ó sobre las repúblicas italianas, distin-
guiremos inmediatamente el imperio del principio
democrático. Cuando realmente existe en la socie-
dad un principio dominante no es fácil que uno
se equivoque.
El mismo debate que se ha suscitado con tanto
ardor y quese ha sostenido con tanto empeño entre
los sistemas diversos que han tomado parte en el
desarrollo de la civilizacion europea , sobre cual
de todos ellos era el principio dominante, prueba
con evidencia que coexistian y que se hallabanjun-
tos sin que ninguno prevaleciese con suficiente ge-
neralidad y fijeza para imprimir á la sociedad su
fuerza y su nombre.
Tal es en efecto el carácter de la época de la
barbarie; época que puede llamarse el caos de los
elementos todos, la infancia de todos los sitemas,
amalgama universal en que ni era permanente
la misma lucha , ni estaba regularizada tampoco.
No será dificil demostraros , examinando por
todas partes y bajo todos los aspectos el estado so-
cial deaquella época; noserá dificil demostraros, re-
pito , que es imposible descubrir en ninguna parte
un hecho un poco general , un principio sentado so-
bre bases un poco sólidas y estables. Limitase su de-
80 HISTORIA DE LA
mostracion á dos puntos esenciales : al estado de
las personas y al de las instituciones : con estoten-
dremos un cuadro completo de la sociedad.
Percíbensé en aquella época cuatro clases de
personas : 4 los hombres libres , á saber los que
no dependen de superior ni patron que posea sus
bienes y llevan una vida completamente libre, sin
vínculo alguno que a otro hombre les sujete: 2 los
feudatarios , dependientes al principio de un supe-
riores por aquella clase de relaciones que acostum-
bran mediar entre un camarada y un gefe ; y des-
pues por las que se establecieron entre un vasallo
y un señor : ó bien por los pactos que fundaban un
servicio en virtud de una concesion de tierras ú
otros dones semejantes: 3 los emancipados 4 los
esclavos .
Ahora bien son fijas estas diversas categorias.?
Comprendidos una vez los hombres en los límites
de una de ellas , se les encuentra siempre en el
mismo lugar? Son permanentes y regulares las re-
laciones de estas clases entre sí? De ningun modo.
Vereis contínuamente á los hombres libres renun-
ciar las ventajas de su situacion para entrar al ser-
vicio de cualquiera que les dispense alguna conce-
sion , pasando de està suerte á la clase de feudata-
rios ; y otros á la de esclavos. Otras veces sucede
que los feudatarios trabajan para desprenderse del
patron ó señor, y los esclavos para recobrar la li-
bertad obsérvase en todas partes un movimiento,
una agitacion , un flujo y reflujo contínuo ; reina-
una incertidumbre vaga, una instabilidad general
en las relaciones de las clases ; nadie permanece
en su situacion ; ninguna situacion se afirma en sus
propios elementos.
CIVILIZACION EUROPEA . 81
Lo mismo acontece con la propiedad: ya sabeis
que habia propiedades alodiales ó enteramente li-
bres , y propiedades beneficiales ó sujetas á cier-
tas obligaciones en favor de un superior : no igno
rais , señores , que en las de esta última especie
se ha querido establecer un sistema preciso y de-
terminado : se ha dicho que al principio habian si-
do concedidos los beneficios por un determinado
número de años , despues durante la vida , y que
habian llegado por fin á ser hereditarios.
Vana tentativa ! .. todas estas especies de pro-
piedades , existen simultáneamente y de un mo-
do confuso : encuéntranse en aquella nueva época
beneficios concedidos por cierto tiempo , vitalicios
y hereditarios : la misma tierra pasa por estos es-
tados diferentes , con el transcurso de algunos años.
No es mas permanente y general el estado de
la propiedad que el de las personas. Por todas.
partes se hace sentir la trabajosa transicion de la
vida errante, á la vida sedentaria, de las persona-
les relaciones , á las relaciones combinadas de los
hombres y de las propiedades , ó sea reales rela-
ciones: en esta transicion todo es aislado , todo so
presenta en confusion y desorden completo.
Reina en las instituciones la instabilidad mis-
ma, y se ve el mismo caos. Ofrécense á la vista
tres especies de instituciones : el trono , la aris-
tocrácia , ó sea el patronato de los hombres y de
las tierras , las instituciones liberales , á saber:
las asambleas de los hombres libres , deliberando
en comun. Ninguno de estos sistemas se halla en po-
sesion de la sociedad , ninguno logra prevalecer.
Existen si, las instituciones democráticas ; pero
no concurren á sus asambleas , muchos de los que
La Lectura TOM. I. 169
82 HISTORIA DE LA
en ellas debieran formar parte. La señorial juris-
dicion no se halla ejercida tampoco con mayor
regularidad. El trono, la mas simple de las ins-
tituciones , la mas fácil de determinar , carece de
carácter fijo : ahora es electiva, y luego heredita-
ria , concurriendo con frecuencia á la vez , el de-
recho hereditario , y el de la eleccion : á veces el
hijo sucede al padre . Tan pronto decide la suerte
el nombramiento de alguno de la familia ; otras
veces es una eleccion pura y simple , que puede
recaer , y que recae ya en un pariente remoto, ya
tambien en un estraño. En ningun sistema se en-
cuentra fijo nada : asi las instituciones , como las
situaciones sociales existen juntas , cambiándose
y confundiéndese contínuamente.
Domina en los estados la movilidad misma:
ora se les crea , ora se les suprime ; ya se les reu-
ne ó se les separa : véseles sin fronteras , sin pue-
blos y sin gobiernos ; una confusion general de
situaciones , de hechos , y de principios , de idio-
mas y de castas : tal es la bárbara Europa.
Pero ¿cuáles son los límites que encierra y
circunscribe esa época tan estraña? Bien marcado
esta su origen en la caida del imperio romano.
Cuándo tuvo fin?
Para responder á esta pregunta , es preciso sa-
ber en que consistia aquel estado de la sociedad,
y cuales eran las causas de la barbarie.
Creo descubrir dos principales : la una mate-
rial ó esterior sacada del curso de los aconteci-
mientos; la otra moral , tomada del interior del
hombre mismo.
La causa material se encuentra en la indefini-
da prolongacion de la lucha de los bárbaros . No
CIVILIZACIÓN EUROPEA. 85
debemos creer que ella hubiese cesado en el siglo
V ; no debemos creer que hubiese llegado à su
término el movimiento de los puebles, porqué
veamos despues de desplomado el imperio ronia-
no levantarse algunos gobiernos sobre sus ruinas.
Aquel movimiento continuó por mucho tiempo
despues, y las pruebas de ello son bien evidentes,
Ved a los reyes francos en d reinado de lá
primera raza , continuamente obligados á hacer lå
guerra á la otra parte de! Rhin : ved á Clotario y
a Dagoberto empeñados sin cesar en las espedi-
ciones á Germania : vedlos peleando contra los
turingos , les daneses y los sajones , que ocupaban
la derecha del Rhin. Y por qué? Porque aquellas
naciones querian pasar el rio, y venian á tomar
su parte en los despojos del imperio. De donde
provinieron aquellas grandes inundaciones que
verificaron contra Italia , hacia aquel mismo tiem-
po , los francos orientales ó de Austria? Arrójanse
Sobre la Suiza , pasan los Alpes , entran en Italia,
¿y por qué? porque no pueden resistir , porque se
ven obligados a ceder al empuje de pueblos nue-
ves que vienen tras de ellos : sus espediciones no
son correrias simplemente , se sienten acosados;
se les arranca de sus hogares , y van á buscar for-
tuna en diferentes paises.
Preséntase en la escena una nueva nacion ger-
mana , y establece en Italia el reino de los lon-
gobardos. Cámbiase en la Galia la dinastia de los
francos ; y suceden los carlovingios á los merovin-
gios. Tiénese en el dia por indisputable , que aquel
cambio de dinastia , fue efecto de una nueva inva-
sion de los francos sobre las Galias , de un niovi-
miento de unas tribus que puso á los francos de
:
84 HISTORIA DE LA
Oriente en el lugar que los de Occidente habian
ocupado. Consumado el cambio , entra á gobernar
la segunda raza.
Carlo Magno renueva contra los sajones lo que
habian hecho los merovingios contra los turingos,
y está en contínua guerra con los pueblos de la
otra parte del Rhin. Qué es lo que les precipita? Son
los obotrites, los wiltzos , los corabos , los bohemios,
toda la esclavona raza , que desplomándose sobre
los germanos , les fuerzan á avanzar hacia el Occi-
dente desde el siglo VI , hasta el IX. En todo el
nordeste , prolonga y determina los acontecimien-
tos , un sucesivo y no interrumpido movimiento
de invasiones..
En el mediodia se declara un movimiento de
la misma naturaleza : invádenlo los árabes musul-
manes ; y mientras que los pueblos germánicos se
estrechan y empujan á lo largo del Rhin y del Da-
nubio , empiezan los árabes sus correrias y con-
quistas por todas las costas del Mediterráneo.
La invasion agarena tiene un carácter parti-
cular les incita á un tiempo el anhelo de con-
quistas y el espíritu de proselitismo : ellos tienen
por objeto la dominacion del territorio europeo y
la propagacion de una fe. Grande por cierto es
la diferencia que se observa entre este movimien-
lo y el de los germanos , puesto que son y fue-
ron cosas muy distintas entre los cristianos la
fuerza espiritual y la fuerza temporal. Mas la ne-
cesidad de propagar una creencia llega á con-
fundirse entre los árabes con el deseo de la con-
quista.
Los pueblos del norte , abrazando el cristia-
nismo comenzaron sus costumbres, sus sentimien-
CIVILIZACION EUROPEA. 85
tos, sus placeres; continuaban dominándolos los
intereses y las terrestres pasiones ; se habian he-
cho cristianos , pero no convertidos en misioneros.
Conquistadores y misioneros eran los árabes á la
vez : para ellos era una misma cosa la fuerza de
la palabra y la fuerza de la espada. Ese carácter
causó mas tarde el violento giro que tiene hoy la
musulmana civilizacion : la tiranía que parece in-
herente á aquella civilizacion ha tenido su orígen
en esa unidad de los poderes temporal y espiri-
tual , en la confusion de la autoridad moral de
las fuerzas materiales.
Tal es en mi concepto la causa primera del es-
tacionario círculo en que ha caido tanto tiempo
ha todo el territorio dilatado en que domina la re-
ligion de Mahoma . Mas esto no fue obra del mo-
mento ; al contrario : la invasion de los árabes dió
á la civilizacion en un principio una prodigiosa
fuerza , un poder inmenso. Siendo aquel movi-
miento inmediato efecto de ideas y de morales pa-
siones, se verificó con mas grandeza, con mas res-
plandor que el que habia podido ofrecer la inva-
sion germánica desplegóse con la mayor energía
y entusiasmo , é hirió el espíritu humano con las
mas vivas , al paso que con las mas distintas im-
presiones.
Tal era la situación de Europa desde el siglo V
hasta el siglo IX: oprimida en el mediodía por los
mahometanos, y por los germanos y esclavones en
el norte , era posible que la reacción de aquellas
dos invasiones no tuviese el interior del territorio
europeo en un desórden incesante. Las poblacio-
nes estaban en movimiento contínuo , empujadas
las unas por las otras : nada fijo y durable podia
86 HISTORIA DE LA
establecerse: la vida errante se renovaba, y se ha-
cia general en todas partes.
No obstante, habia con respecto á esto álguna
diferencia entre los estados : era mayor el cáos en
Alemania que en lo restante de Europa ; alli se en-
contraba el foco del movimiento: la Francia esta-
ba mas agitada que la Italia . En ninguna partę
podia fijarse ni regularizarse la sociedad; la bar-
barie se estendia y dilataba por todo el mundo,
obedeciendo al impulso primitivo que la habia in-
troducido.
Este fue el influjo de la causa material, que se
deriva del curso y de la fuerza de los acontecimien-
tos mismos: pasemos ahora á la causa moral toma-
da del estado inferior del hombre , que no es me→
nos poderosa.
En primer lugar , señores , cualesquiera que
sean los sucesos esteriores , es preciso convenir en
que es el mismo hombre el que forma la sociedad:
la sociedad se arregla y marcha en razon de las
ideas , de los sentimientos y de las disposiciones
morales é intelectuales del hombre. ¿Qué se nece-
sila para que pueda establecerse una sociedad po-
co durable y regular? Es indispensable absoluta-
mente que los hombres posean un corto número de
ideas sólidas y estensas para satisfacer las necesida-
des sociales, á fin de unir y estrechar sus relaciones.
Es necesario ademas que esas ideas sean comunes
á la mayor parte de los individuos y que ofrezcan
algun imperio sobre sus voluntades y acciones.
Claro es que si carecen los hombres de ideas
que se estiendan mas allá de su propia existencia;
si su intelectual horizonte no alcanza mas allá del
individualismo ; si se dejan arrastrar por la fuerza
CIVILIZACION EUROPEA. 87
de sus pasiones é intereses ; si no poseen cierto
número de nociones y de sentimientos comunes en
que fijarse , y que sirvan como de lazo comun entre
todos los asociados ; es claro digo , que será impo-
sible entre ellos toda idea de sociedad , y que ca-
da individuo llevara dentro de si mismo un prin→
cipio de disolucion y de ruina.
Donde quiera que domine el individualismo ,
donde quiera que el hombre no se considere mas
que á si propio , y no obedezca mas que á su pa-
sion ; la sociedad, hablo de una sociedad algo di
latada y permanente , llega á ser poco menos que
imposible. Tal era en el tiempo de que hablamos
el estado moral de los conquistadores de Europa.
Ya os he hecho notar en la última reunion que
debiamos á los germanos el energico sentimiento de
la libertad particular , y del humano individualis-
mo. Pues bien : cuando se halla el hombre en una
estrema situacion de rusticidad , y de ignorancia
crasa , entonces ese sentimiento es el egoismo con
toda la estupidez , con toda su brutalidad: y esta
in sociabilidad barbará fue el distintivo del hombre
entrelos germanos desde el siglo V hasta el siglo VIII.
Sin hallarse acostumbrados á cuidar mas que
de su propio interes , á satisfacer sus pasiones , á
egecutar su volutad ¿como habrian podido acomo-
darse á un estado un poco organizado? Varias veces
se había intentado hacerles entrar en él : ellos
mismos lo deseaban ; pero burlaban siempre estos :
deseos la brutalidad, la ignorancia y la imprevision
haciendo inutil toda tentativa. A cada instante se-
vé levantarse un embrion de sociedad y á cada ins-
tante se vé desmembrarse y destruirse esta misma
sociedad, arruinándose por faltar en los hombres
88 HISTORIA DE LA
ideas morales y comunes, necesarios é indispen-
sables elementos.
Estas eran señores , las dos causas verdaderas
que prolongaron el estado de la barbarie: mientras
existieron , ella duró tambien. Busquemos ahora
el modo y el tiempo en que llegaron á cesar.
Grandes eran los esfuerzos que hacia la Europa
para salir de tan durisima situacion : la naturaleza
del hombreestal que cuando se halla sumido en se-
mejante estado, aun cuando sea por su propia culpa,
lucha y se esfuerza para no permanecer en él. Por
mas grosero é ignorante que sea el hombre , por
mas embrutecido que esté , por mas que viva en-
tregado á sus intereses y pasiones , hay en él un
instinto , siente dentro de sí mismo una voz que le
advierte un cesar que no es aquella su situacion:
que tiene sin poder mas sublime ; que ha nacido
para desempeñar mas altos destinos. En medio de
su desórden y abandono , le persigue y atormen-
ta de continuo un vivísimo anhelo de órden y pro-
greso. Una necesidad imperiosa de justicia , de ver-
dad, de perfectibilidad, y mejora, punza y agita su
corazon , aun cuando se halle envilecido en medio
del mas brutal egoismo. Sientese llamado á refor-
mar el mundo material , á la sociedad y á si mis-
mo : á este fin trabaja , sin que conozca siquiera
la necesidad que le impele á ello. Hasta los bár-
baros aspiraban á la civilizacion , siendo asi que
eran incapaces de comprenderla; y aun puedo
decir que la detestaban desde que sentian sus
imperiosas leyes.
Existian ademas , y debian ejercer la mayor
influencia muchos otros restos grandiosos de la ci-
vilizacion romana . El nombre del imperio , los re-
CIVILIZACION EUROPEA. 89
cuerdos de aquella sociedad magnífica y gloriosa,
exaltaban á muchos hombres , especialmente á los
senadores de las ciudades, á los obispos, á los clé-
rigos ; á todos aquellos en fin que debian á aquel
gobierno su origen y su esplendor.
Entre los mismos bárbaros ó sus antepasados ,
se hallaban todavia muchos que habian sido tes-
tigos de la grandeza del imperio , que habian ser-
vido en sus ejércitos , ó le habian conquistado. La
imágen y el nombre de la civilizacion romana les
imponia respeto , les inspiraba veneracion, anhela-
ban imitarla , hacerla renacer en su sociedad , y
conservar algun resto de ella.
Existia una tercera causa que nadie descono-
ce : hablo de la Iglesia cristiana. La iglesia era una
sociedad regularmente constituida con sus princi-
pios, sus reglas, y su disciplina, que ansiaba ardien-
temente estender su influencia , y vencer y do-
mar á los conquistadores. Entre los cristianos de
aquella época , sobre todo entre el clero , habia
hombres sábios y profundos , que entregados al
estudio y á la meditacion , habian discurrido y
pensado sobre todas las cuestiones morales y po-
líticas; y que tenian en todas las cosas opiniones fi-
jas y bien sentadas , sentimientos enérgicos que
deseaban comunicar y hacer prevalecer. Niuguna
sociedad ha hecho jamás mayores esfuerzos que la
iglesia cristiana desde el siglo V. hasta el X, para
atraerse y reunir á los hombres en torno de sí.
Cuando estudiemos en particular su historia , ve-
remos todo lo que intentó , y todo lo que hizo. Ata-
co la barbarie por todos lados.
Finalmente, habia una cuarta causa de civili-
zacion ; causa que no es posible apreciar debida-
90 HISTORIA DE LA
mente, pero que no por eso es menos positiva. Con-
siste en la aparicion de los grandes hombres.
Decir la causa de que aparezca un hombre gran-
de en una época determinada : esplicar lo que po-
ne de su parte en el dearrollo de la sociedad, es
un secreto de la providencia que no es posible
profundizar ni conocer : sin embargo , es cierto, y
ha existido varias veces .
Hay hombres á quienes exalta é irrrita sobre
manera el espectáculo de la anarquia ó de la in-
movilidad social ; hombres cuya imaginacion se
asombra, y cuyo corazon se indigna al presenciar
el trastorno de las sociedades , que se sienten agi-
tados por un vivo instinto , y por una fuerte nece-
sidad de cambiar la faz del mundo , de establecer
el órden , y de reorganizar los pueblos y las nacio-
nes. Poder terrible , casi siempre tiránico , que co-
mete mil escesos y que se entrega á mil desvarios,
porque le acompaña la debilidad humana ; poder
sin embargo útil y glorioso , porque imprime á la
humanidad un inmenso y estraordinario movi¬
miento .
Estas diversas causas , estas distintas fuer-
zas produjeron desde el siglo V hasta el IX tenta-
tivas diferentes para arrancar á la sociedad del
caos de la barbarie.
La primer tentativa que se hizo , y que no es
posible desconocer, puesto que se verificó por los
mismos bárbaros, aunque no produjo los efectos
que eran de desear, fué la redaccion de los códigos.
Sabido es que desde el siglo VI hasta el VIII se
escribieron las leyes de casi todos aquellos pueblos
que antes no estaban escritas : hasta entonces ha-
bian sido meras costumbres que regian á los bár-
CIVILIZACION EUROPEA. 91
baros antes de establecerse sobre las ruinas del
imperio romano. Así encontramos las leyes de los
borgoñones , de los francos, salianos y ripuarios de
los visogodos , de los lombardos , de los sajones,
de los frisones , bávaros, alemanes etc. Este hecho,
señores , fué un gran paso para hacer entrar á la
sociedad en el imperio de los principios sólidos y
generales ; esto indicaba que habia amanecido la
aurora de la civilizacion en el horizonte de los
pueblos.
Pero semejante tentativa no podia producir
grandes resultados en aquella sazon.
Escribiánse las leyes de una sociedad que ha-
bia desaparecido , las leyes de los barbaros antes
que se establecieron sobre el territorio romano; an→
tes de trocar la vida errante por la vida sedenta→
ria , antes de cambiar la condicion de guerreros
nómades y errantes, por la de fijos y estabies pro-
pietarios. Encuéntranse esparcidos sobre los códi-
gos algunos artículos relativos à las tierras con-
quistadas y que hacian referencia á los antiguos
habitantes de estos paises ; pero en el fondo de la
mayor parte de estas leyes se ve la antigua vida,
el antiguo estado salvaje. Es pues evidente por
lo que acabo de decir, cuan implacables debian de
ser esos códigos á la nueva sociedad , y cuan poca
parte debia tener su redaccion en su progreso
y desarrollo!
Por aquella época se realizaba en Italia y en el
mediodia de las Galias un proyecto de distinta na-
turaleza. En estos paises se habian conservado
mas restos de la sociedad romana que en los de-
mas : las ciudades tenian todavía un principio de
órden y un aliento de vida. Cuando se vé á los
92 HISTORIA DE LA
ostrogodos en Italia bajo el imperio de Teodorico,
se observa que durante la dominacion de un rey
bárbaro , y en medio de una nacion igualmente
bárbara , se reanima y levanta el régimen muni-
cipal , y toma su parte en el curso general de los
acontecimientos. El mismo hecho se deja entrever
en el mediodia de las Galias . Al principio del si-
glo VI , un rey visogodo de Tolosa llamado Alarico,
hace recopilar las leyes de Roma , y bajo el nom-
bre de Breviarium Aniani , publica un código pa-
ra sus súbditos romanos.
Una nueva fuerza se encarga en España de
hacer entrar al pueblo en la carrera de la civiliza -
cion. Tal es la fuerza de la Iglesia. En lugar de
las antiguas asambleas germanas, prevalece en ese
pueblo el concilio de Toledo ; y aunque tienen en-
trada en él los legos de notabilidad é influencia ,
solo dominan los obispos. Abrid el código de los vi-
sogodos , y vereis que no es un código bárbaro, y
le vereis redactado por los filósofos de aquel tiem-
po que pertenecian al clero. Vereis que abunda
en ideas generales , en teorías fecundas , estrañas
por cierto de las costumbres de aquellos tiempos.
Nadie ignora que la legislación de los bárbaros
era personal ; es decir , que solo una misma ley se
aplicaba á los hombres de la misma raza. La ley
romana gobernaba á los romanos : la franca á los
francos , cada pueblo tenia su código particular
aunque estuviese sujeto al mismo gobierno y ha-
bitase el mismo territorio : tal es lo que se llama
sistema de legislacion personal , opuesto entera-
mente al sistema de legislacion real que compren-
de todas las personas que viven en el mismo pais:
tal es lo que se llama sistema personal de legisla-
CIVILIZACION EUROPEA. 93
cion , opuesto diametralmente al sistema de legis-
lacion real que comprende á todas las personas
que viven en el mismo pais.
Ahora bien , la legislacion de los visogodos era
tal como la que acabo de describir : era semejante
á la de los demas pueblos? No todos los habitan-
tes de España romanos ó visogodos estaban some-
tidos á una misma ley . Si continuais la lectura de
aquellos códigos , encontrareis en ellos mas evi-
dentes rasgos todavia de la filosofía que los dictó .
Entre los bárbaros , los hombres tenían un deter-
minado valor , propio de su situacion y de sus
circunstancias : el romano , el hombre libre , el
feudatario , no eran estimados al mismo precio.
Tenian cierta tarifa las vidas de todos. Pero , en-
tre los visogodos el valor igual de los hombres és-
taba consignado como principio en las leyes. Si
examinais el sistema de procedimientos en vez de
la canónica purgacion ó del combate judiciario , ha-
llareis la prueba por testigos , el razonado exámen
del hecho , tal como puede verificarse en una so-
ciedad adelantada. En una palabra , el código vi-
sogodo posee un carácter sábio, sistemático social ;
se reconoce como la obra de aquel clero que do-
minaba tanto en los concilios de Toledo , y que
influia tan poderosamente en los destinos del pais.
Así vemos que en España hasta la invasion de los
árabes , los primeros pasos que se han dado en la
carrera de la civilizacion fueron impulsados por el
principio teocrático.
En Francia fué obra de otro poder una tenta-
tiva igual : hablo del poder de los grandes hom-
bres , en especial de Carlo Magno. Contemplad
todas las fases que su reinado presenta, y encontra-
94 HISTORIA DE LA
réis que su idea dominante era la de civilizar los
pueblos. Si examinais sus guerras vereis que está
en campaña contínuamente , corriendo desde el
mediodia hasta el nordeste : desde el Ebro hasta
el Elba ó Weser. Sin duda no son arbitrarias me-
ramente sus espediciones : es imposible que sean
efecto de un trivial deseo de alcanzar lauros y vic-
torias. No intento decir por esto que existe una
combinacion perfecta en sus sistemas ; no preten-
do que se vea en sus planes ni mucha diplomacia,
ni estrategia grande ; pero si que Carlo Magno se
siente agitado por un vivo deseo, impelido por una
fuerte necesidad de reprimir la barbarie y de de-
tener al mismo tiempo una doble invasion, a saber,
el movimiento musulman en el mediodia, y el mo-
vimiento germano y esclavon en el norte. Tal es
el carácter militar de Carlo Magno ; y es seguro
que sus espediciones contra los sajones no proceden
de otra causa, ni tienen otro objeto.
Si pasamos desde las guerras al exámen del
gobierno interior de este príncipe , veremos que se
esfuerza y trabaja de contínuo en introducir el ór-·
den y la unidad en todos los paises que domina.
No me valdré de la palabra reino, ni estado , es-
presiones demasiado exactas que revelan ideas que
tienen escasísima armonía con la sociedad , al fren-
te de la cual se hallaba Carlo Magno. Diré , pues,
que dueño de un territorio inmenso se llenaba de
profunda indignacion al ver la incoherencia de las
cosas , y su groseria , y su estraordinaria anarquia;
diré que deseaba ardientemente cambiar tan de-
plorable situacion.
En ello trabajaba sin cesar ; primero por medio
de sus misi domini , enviándolos á diferentes pun-
CIVILIZACION EUROPEA. 95
tos para observar y reformar los abusos , dándole
inmediata cuenta de sus resultados ; despues por
medio de las asambleas generales que reunia con
mas frecuencia y regularidad que sus predeceso -
res , y á las cuales convocaba los hombres mas
célebres de su tiempo.
No eran aquellas asambleas semejantes á las
que hoy conocemos : nada habia alli que se pare-
ciese á la deliberacion que se distingue en nuestros
parlamentos ; aquellas juntas servian únicamente á
Carlo Magno como un medio para informarse de
los hechos , y para establecer algun órden y uni-
dad en los pueblos faltos asi de uno como de la otra,
Bajo cualquier punto de vista que considereis
el reinado de Carlo Magno , descubrireis siempre el
mismo carácter ; vereis siempre una constante lu-
cha contra la barbarie , el espíritu de civilizacion,
ese espíritu que se deja ver , ya en su celo por la
creacion de establecimientos de enseñanza , ya en
su entusiasmo por los sabios , ya en su decidido
favor por la influencia eclesiástica , en todo aque-
llo que le parecia que podia contribuir á la perfec-
cion del individuo y al progreso de la sociedad.
Otro plan de la especie misma se resolvia mas
tarde en Inglaterra por medio del rey Alfredo.
Asi vemos que desde el siglo V hasta el IX sc
pusieron en movimiento en tal ó cual punto de
Europa los distintos resortes que he indicado pa-
ra terminar la barbarie.
Sin embargo , fracasaron todos estos proyectos.
Ni Carlo Magno pudo fundar su estenso imperio, ni
hacer que prevaleciese el sistema de gobierno que
habia establecido En España no pudo tampoco
lograrse que dominase el principio teocrático ; y
1

96 HISTORIA DE LA
en Italia y en el mediodía de las Galias , aunque
se esforzó varias veces en rejuvenecer la decrépi-
ta civilizacion romana : solo mas tarde , al fin del
siglo XVII se la vé presentarse con alguna lozanía
y vigor. Hasta entonces se habian frustado todas
las esperanzas y se habian burlado todos los pro-
yectos ; todos suponian á los hombres mas avan-
zados de lo que eran en realidad , todos tendian
á establecer bajo formas distintas una sociedad
mas estensa y regular de lo que permitian la
distribucion de las fuerzas y el estado de los in-
dividuos.
Mas si no germinó la semilla que se habia sem-
brado como era de desear , tampoco fué perdida
del todo.
Al principio del siglo X no se hablaba ya del
grande imperio de Carlo Magno , ni de los gloriosos
concilios de Toledo ; mas habia tocado ya á su tér-
mino la barbarie ; asi lo manifiestan los dos gran-
des resultados que se obtuvieron entonces.
Fué el primero la suspension del movimiento
de invasion de los pueblos del norte al mediodia .
Tan pronto como se desmembró el imperio de Car-
lo Magno se fundaron varios estados en la ribera
derecha del Rhin , y ellos opusieron á las poblacio-
nes errantes que aun se dejaban caer sobre Occi-
dente , una barrera fuerte é impenetrable ; prue-
ba incontestable de esto son los normandos . Hasta
aquella época si se esceptuan las tribus que pasa-
ron á Inglaterra , habian sido muy raras é insig-
nificantes las invasiones marítimas. En el siglo IX
es cuando ese movimiento se hace general y cons-
tante ; las invasiones por tierra se habian hecho
mas dificiles y la sociedad tenia mas fijas y segu-
CIVILIZACION EUROPEA . 97
ras fronteras. Las poblaciones nómades que no
pudieron pasar adelante ni volver atrás, tuvieron
que desviarse y continuaron en el mar su vida
errante y vagamunda. Con todo , debe confesarse
que por graves que sean los perjuicios que causa-
ron al Occidente las espediciones de los normandos,
fueron mucho menos funestas de lo que lo habian
sido sus correrias por tierra. Es seguro que tur-
baron menos el reposo de la sociedad que nacia
entonces.
Un acaecimiento igual se manifiesta on el - me-
diodia de la Europa. Acantónanse los árabes en
España, contínua la lucha entre ellos y los cristia-
nos ; pero ha cesado la ondulacion general de los
pueblos. Bandas sarracenas infestan todavia las
costas del Mediterráneo; pero ha parado ya la mar-
cha del islamismo.
El segundo resultado produce la suspension de
la vida errante que acaece de dia en dia en el in-
terior de la Europa . Establécense las poblaciones,
fijanse las propiedades: ni el azar, ni la fuerza rom-
pen de continuo las relaciones de los hombres entre
sí. Cambiase el espiritu humano, refórmase el hom-
bre todo entero: sus ideas y sus sentimientos ad-
quieren, lo mismo que su vida, alguna regularidad
y fíjeza : desde entonces cobra algun apego á los
lugares que habita : conserva las relaciones que ha
contraido : ya no abandona esos dominios que cs-
pera poder legar á sus hijos : no deja esa habita-
cion que un dia llamará su castillo ; ni se aparta de
ese conjunto miserable de colonos y esclavos , que
viviendo en apiñadas casas á su alrededor , forma-
ran mas tarde su pueblo. En todas partes se crean
pequeñas sociedades , estados mas o menos cortos,
La Lectura Tom . 1 . 170
98 HISTORIA DE LA
segun son mas o menos cortas , mas o menos es-
tensas las ideas de los hombres . Empieza á juntar
poco a poco esas pequeñas sociedades una cadena
cuyo primer eslabon está en poder de las bárbaros;
el eslabon de una confederacion que no menoscaba
en nada la independencia individual. Por una par-
te se concentra y asila en sus dominios cada hom-
bre poderoso , y vive alli solo con su familia y sus
súbditos : por otra se establece una especie de ge-
rarquia de servicios y derechos entre todos estos
propietarios esparcidos sobre el haz de la tierra.
¿Y qué es esto, señores? La sociedad feudal que
se eleva del caos de la barbarie.
De los distintos elementos de nuestra civiliza-
cion era natural que prevaleciese antes el elemento
germánico: consigo llevaba la fuerza , y con ella
habia conquistado la Europa. El pues debia im¬
primir su forma primitiva y crear la reorganiza-
cion de los pueblos ; y cabalmente esto es lo que
sucedió.
El feudalismo, pues , su caracter principal, y el
papel importante que ha representado en la his-
toria de la europea civilizacion será el objeto de
la leccion siguiente Veremos en ella como perma-
necen vivos y fermentan de continuo en el mismo
seno del régimen feudal los distintos elementos de
nuestra sociedad: veremos la impaciencia de la
monarquia , la de la Iglesia , y la de los comunes
para sacudir su poder : los esfuerzos grandes que
hicieron para ello ; en una palabra, su infatigable
y constante lucha. Veremos en fin como avanza el
dia de la victoria , y como suena la hora de su
triunfo completo y glorioso.
LECCION IV.

e
ahom
Seud

Sabemos ya que perteneció á la barbarie et


estado general de Europa despues de la caida del
imperio romano . Hemos visto tambien que al prin-
cipio del siglo X, se levantó de su estado el feuda-
lismo , y que dominó, en breve á toda la europa ,
El régimen feudal será hoy el objeto de nuestro
estudio.
No os contaré señores la historia y los destinos
del feudalismo : lo que nos debe ocupar , y lo que
llama toda nuestra atencion es el conocimiento
de la civilizacion , la historia de este hecho tan rico,
oculto y general , y únicamente en cuanto nos con-
duzcan al exámen y conocimiento , estudiaremos
y seguiremos el curso de los sucesos .
Despues de haber determinado el sentido y ca-
100 HISTORIA DE LA
rácter de la civilizacion , y haber analizado los
elementos que encierran su seno , hemos conocido
que consistia en la perfeccion del hombre y en el
progreso de la sociedad . Asi pues, siempre que se
nos presente un hecho cualquiera , todas las veces
que nos hallemos enfrente de un principio que se
haya alzado en el mundo , y un sistema que haya
doininado los pueblos, debemos hacer esta pregun-
ta : ¿Ha contribuido al adelanto ó al retroceso del
hombre y de la sociedad?
Sencillo es conocer que en el camino que ha-
gamos , encontraremos las cuestiones mas altas de
la filosofía moral , porque cuando busquemos en
que ha contribuido un hecho al mayor progreso
del individuo y de las sociedades , será preciso sa-
ber antes cual es el verdadero progreso , cual el
progreso engañador y falso , cual el que pervierte
al hombre ; y cual el que perfecciona la condicion
interior y esterior.
No huiremos de semejantes cuestiones. Lejos de
rechazarla aceptaremos de buen grado la alianza
de los principios y de los hechos , de la filosofia
y de la historia : ella es uno de los caracteres prin-
cipales, sino el esencial carácter de nuestra época.
Hasta nuestros tiempos han vivido separados estos
dos poderes : los hombres estaban acostumbrados
á ver la ciencia y la práctica , seguir distintos
caminos , sin conocerse muchas veces y sin encon-
trarse jamás ; y cuando era preciso que pasasen las
ideas del mundo intelectual al mundo moral , cuan-
do era llegada la hora de que se pusiesen en prác-
tica las enseñadas doctrinas , y de que se realiza-
sen los establecidos principios , solo llegaba á ve-
rificarse esto por medio del poder y la fuerza del
CIVILIZACION EUROPEA. 101
despotismo. Hasta nuestros dias habia estado la di-
reccion de todos los negocios bajo dos influencias
distintas : por una parte dominaban los utopistas
hombres de ideas meramente generales ; verdade-,
ros fanáticos: por otra mandabar los hombres es-
traños á todo principio, que únicamente se gober-
naban por razon de las circunstancias de que se
hallaban rodeados; los libertinos en fin como los
apellida el siglo XVI . Esta division ha cesado hoy:
ni los fanáticos, ni los libertinos podrian dominar.
Para gobernar , para tener influjo y prepotencia
entre los hombres , es indispensable alcanzar las
ideas generales , y no omitir las circunstancias
particulares ; es preciso comprender los principios
y apreciar los hechos, respetar la verdad y la necesi
dad, y preservarse del ciego orgullo de los fanáticos y
del no menos ciego desprecio de los libertinos.
A tan feliz estado nos ha conducido el progre
so del espíritu humano y del estado social : de una
partela alma elevada, el hombre independiente com-
prende mejor el conjunto de las cosas , ve los ob-
jetospor todos lados, y en las combinaciones que forma
hace entrar todos los elementos de que deben cons
tar; y de otra parte la sociedad se la perfeccionado
é ilustrado tanto , que sin que la ofenda su luz pue-
de mirar frente a frente à la verdad.
Siguiendo pues la tendencia del siglo pasaré
alternativamente del exámen de las circunstancias
al de las ideas, y de la investigacion de los hechos
á la de los principios . Tal vez en la actual y mo-
mentánea disposicion de los espíritus , se encuen-
tra una razon de mas en favor de este método, Des-
pues de algún tiempo se ha manifestado entre no-
sotros un gusto decidido por el estudio y conoci-
102 HISTORIA DE LA
miento de los hechos materiales: los hombres al pa-
recer solo juzgan por la práctica , y únicamente
aprecian las cosas por los efectos que producen.
Estraviados y á pique de perdernos entre las
teorías, hemos vuelto los ojos instintivamente á los
hechos y á todo aquello que es susceptible de una
útil y pronta aplicacion. No esquivemos señores esta
reaccion : ella nos imprime un grande y nuevo
impulso hacia la verdad y la luz.
Conviene sin embargo que no nos dejemos lle-
var de su fuerza, que no olvidemos jamás que so-
lo es poderoso y fecundo el pensamiento, y que so-
lo la verdad tiene derecho de reinar en las socie-
dades. Asi no esquivaremos nunca las cuestiones fi-
losóficas y morales que se nos presenten. Cierto es
que no iremos en busca de ellas , pero cuando nos
salgan al encuentro, nos pararemos el tiempo ne-
cesario para examinarlas, y esto mismo tendremos
que hacer mas de una vez en el estudio del feu-
dalismo considerado en sus relaciones con la eu-
ropea civilizacion.
La prueba de que en el siglo X el régimen feu-
dal era el único posible , es su universalidad ; es
que en todos los lugares en que cesó el estado de
los bárbaros nació el feudalismo. Durante los pri-
meros momentos solo vieron en él los hombres el
abismo y el caos : habia desaparecido toda uni-
dad , se desmembraba y caia á pedazos el edificio
social , y de sus ruinas se formaban una multitud
de pequeños estados oscuros, aislados é incoheren-
tes: aquello parecia á los contemporáneos la di-
solucion del universo y la anarquía universal. Con-
sultad á los poetas y á los cronistas, y vereis que
todos los pueblos creian tocar el fin del mundo.
CIVILIZACION EUROPEA . 105
Sin embargo, era el feudalismo una nueva y
verdadera sociedad; tan necesaria y consiguiente al
estado anterior, que todas las partes que formaron
aquel, entraron en esta tambien. Los mismos ele-
mentos mas estraños á su constitucion le acomo-
daron á ella y recibieron su forma. Entonces se hi-
cieron las iglesias unas señoras, y feudatarias las
otras: entonces se dividieron los pueblos en feu-
datarios y señores: hasta bajo el feudalismo llegó
á ocultarse la corona. Todo se dió en feudo enton-
ces; y no solo las tierras: sino tambien la mayor
parte de los derechos; por ejemplo el de cortar
árboles en los bosques y el de pescar en los rios :
en feudo se dió á la iglesia el pie de altar y lo que
percibia por administracion de les sacramentos; y
hasta el dinero y el agua llegó á ser objeto del
feudo. Asi como los elementos mas generales de
la sociedad entraron en el vasto círculo feudal ,
entraron á su vez, y quedaron encerrados los mas
pequeños é insignificantes hechos. Al observar co-
mo se posesiona de todo el feudalismo, se siente
uno tentado á creer que su primero y esencial
principio era el único que prevalecia. Esto seria
un gran error: por mas que rigiese por todas par-
tes y se apoderase de todas las instituciones socia-
les , no por eso renunció ninguno de ellos en natu-
leza. La Iglesia feudal continuó siendo animada en
su fondo por el principio teocrático; y para desar-
rollarlo y hacerlo prevalecer, trabajaba incesan-
temente, á veces en union con el rey, á veces con
el papa, y á veces con el pueblo para destruir aquel
régimen cuya librea llevaba. Este mismo pasó con el
trono y las municipalidades: el principio monárquic
domina el primero, y el democrático en las segundas.
104 HISTORIA DE LA
Asi no siempre encontraremos el feudalismo
donde se distinga su fisonomia : para conocer ese
régimen , para apreciar debidamente sus efectos.
respecto de la civilizacion de los modernos tiem-
pos , es preciso buscarle y conocerle donde se
hallan reunidos el principio y la forma.
Esa union se encuentra en la gerarquia de los
laicos , poseedores de feudos ; alli existe el verda-
dero feudalismo , y alli vamos á examinarlo.
He hablado hace poco de la importancia que
tienen las cuestiones morales , y de la imposibili-
dad de eludirlas. Aqui se encuentran otras ente-
ramente opuestas á aquellas de las que en gene-
ral no se ha hecho gran caso : tales son las que
versan sobre la influencia que ejercen en la for-
ma material de vivir de los pueblos , las revolu-
ciones que en ellos se verifican. Estos posibles
cambios , estas mudanzas puramente materiales,
son mas trascendentales de lo que se cree para la
sociedad.
¿ Quién no sabe lo que se ha escrito sobre la
influencia del clima y la importancia que le da
Montesquieu ? Por cierto que si se mira el clima
en cuanto obra directamente sobre los hombres y
las sociedades , no será verdad quizás todo, lo que
se ha dicho de él ; por lo menos es de una apre-
ciacion muy vaga y dificil. Pero no son tan incier-
tos , ni tan dificiles de conocer los efectos que re-
sultan de su indirecta influencia. La circunstancia
de que en los paises calurosos salen los hombres
de sus casas , y están en comunicacion continua,
mientras que en los frios se encierran en lo in-
terior de sus habitaciones ; y la de que se alimen-
tan y viven de un modo distinto en aquellos , pro-
CIVILIZACION EUROPEA. 105
duce sin duda una verdadera diferencia en la
vida material ; y esta diferencia obra á su turno
sobre la civilizacion. Modificaciones de esta espc-
cie causan todas las revoluciones , y es necesario
conocerlas y apreciarlas debidamente.
El régimen feudal , cambiando la distribucion
de los pueblos sobre la tierra , causó una de esas
mudanzas , cuya gravedad é importancia es impo-
sible desconocer. Reunidos los hombres hasta en-
tonces , y formando masas mas o menos numero-
sas ; vivian fijos dentro de las ciudades , ó errantes
por lugares diversos. Desde que se constituyó el
feudalismo , los hombres vivieron aislados , encer-
rados en sus respectivas habitaciones , y separa-
dos los unos á grandes distancias de los otros. Fá-
eil es conocer cuan distinto carácter presentaria
entonces la civilizacion de los estados. El gobierno
de los pueblos , la sociedad entera , pasó de las
ciudades á los campos , desapareció la propiedad
pública , y solo quedó la privada ; cesó là vida co-
mun , y desde entonces solo quedó la particular.
Tal es el primer efecto producido por el estable-
cimiento del régimen feudal. Cuanto mas penetre-
mos en él , tanto mas se desplegarán sus consc-
cuencias ante nuestra vista.
Registremos el corazon de ese nuevo estado
para conocerlas mejor: examinémosle en sí mismo;
y antes de todo, tomemos el feudalismo en su ele-
mento mas simple; en su primitivo elemento. Com-
templemos al posesor de un feudo en el centro de
sus dominios; veamos lo que fué; lo que debio ser,
lo que fueron igualmente, y lo que debieron hacer
aquellos que componian la corta sociedad que se
formaba junto à él .
106 HISTORIA DE LA
El señor feudal se establece en un lugar , solita-
rio; a veces en la cima de un monte, a veces en el
centro de un bosque: alli construye su habitacion:
cércala de altas y enormes murallas: se encierran
en ella con él, su mujer, sus hijos, y acaso algunos
hombres libres que carecen de bienes, y a quienes
aprecia particularmente: estas personas forinan
toda su compañia . Al rededor , ó á los pies de es-
te castillo, se agrupa una escasa poblacion de co-
lonos ó de siervos que cultivan las tierras de su
señor. En medio de este pueblo planta una iglesia
la religion, y lleva á ella un sacerdote. En los pri-
meros tiempos del régimen feudal este sacerdote
es á la vez capellan del castillo, y parróco del
pueblo: algun dia se separaran estos dos caracte-
res, y el último tendrá un sacerdote que habitará
al lado de su iglesia. He aqui el origen y creacion
de ese nuevo estado, el elemento primordial del
feudalismo.
Ahora bien; en qué ha contribuido á la per-
feccion del hombre y á la de la sociedad? ¿ Ha
adelantado ó ha retrasado su mejora?
Nosotros podemos examinar esta cuestion en
presencia de la corta sociedad que acabo de des-
cribiros, y aplicar á todos los resultados que nos
proporcione semejante exámen, ya que ella es el
tipo verdadero, la imágen fiel de todo el feudalismo.
Un señor, un pueblo, un sacerdote: estas son las
partes de que consta el sistema feudal , separando
el monarca y las ciudades, distintos y estraños
elementos.
Lo primero que llama mi atencion, al conside-
rar esa nueva y reducida sociedaad es la prodigio-
sa importancia que debia tomar el posesor del feu-
CIVILIZACION EUROPEA . 107
do á sus propios ojos y á los de los que le cerca-
ban . El sentimiento de la personalidad, la idea de
la libertad individual, era la idea y el sentimien-
to dominante en la vida bárbara . Aqui es otra
cosa: ya no se considera la libertad del hombre
guerrero, sino la importancia de un propietario.
de un gefe de familia , en una palabra, de un se-
ñor. Para él debia nacer una idea de inmensa su-
perioridad, efecto de la situacion en que se encon-
traba, y que no podia formarse con ninguna otra,
Muy sencillo es conocer la razon de esta dife-
rencia. Tomemos para ello en las naciones antiguas
una aristocrática y muy elevada situacion; conside-
remos por ejemplo un patricio romano. Era el
patricio romano lo mismo que el señor feudal un
gefe de familia, un dueño, un superior: todavia
mas: era un magistrado religioso, era un pontífice
en lo interior de su casa. Mas la importancia per-
sonal la ha recibido de lo alto, ya que se supone
delegado de la divinidad , intérprete de las sagra-
das creencias. El patricio romano era ademas in-
dividuo del senado: he aqui una nueva importan-
cia, otro poder; mas este poder no le tiene por si
mismo; es un poder que se le ha comunicado, v
que le pertenece como miembro de una asamblea
mas influyente y poderosa que él. El grandor de
los antiguos aristocratas, por su doble carácter re-
ligioso y político, era mas del cuerpo del que for-
maba parte el individuo en particular. Empero la
omnipotencia de un señor feudal, era absoluta-
mente suya propia: nada habia recibido de nadie ,
de él solo venian todos sus derechos y todo su po-
der; no era por cierto un religioso magistrado;
tampoco era el miembro de un senado: todas las
108 HISTORIA DE LA
fuerzas inmensas que manejaba eran puramente
personales, todo lo que era, lo era por si mismo:
en su solo nombre ejercia todos los derechos.
¡Con qué influencia no debia obrar una situa-
cion tan elevada , tan escesivamente desigual á la
de los demas hombres ! ¡ Qué orgullo... qué terrible
y asombroso orgullo ! mejor diré ¡qué altivez é in-
solencia debia desplegarse en su alma ! Nada ha-
bia sobre él no tenia suposicion de quien fuese
representante é intérprete. A su alrededor no se
veia persona alguna que pudiese ni remotamente
comparársele : no existia ninguna ley que le su-
jetase; no habia ningun poder que obrase sobre
su voluntad. ¡Qué terrible y fiera altivez , repito
debia desarrollarse en su espíritu !! . Tal es la in-
fluencia que tiene sobre el carácter del hombre
la situacion moral en que se encuentra .
Vamos á desenvolver una segunda consecuen-
cia , no menos grave y notable : esta es el carácter
y espíritu de familia feudal.
Apoyemos la vista sobre esas especies diversas
de familia que han existido , y consideremos an-
tes de todo la patriarcal, cuyo tipo se encuentra
en la Biblia, y en los orientales monumentos. Ella
es muy numerosa , es una tribu ; el patriarca su
primer gefe , vive con sus hijos en comun , con sus
parientes, cor sus criados , con las distintas gene-
raciones reunidas á su alrededor; y no solo vive
asi con ellos , sino que tiene tambien los mismos
intereses , se ocupa en los mismos trabajos , lleva
el mismo género de vida. Esta era la situacion de
Abraham, y este es aun el estado de los gefes de
las tribus árabes que hoy reproducen la imágen
de la vida patriarcal.
CIVILIZACION EUROPEA. 109
Existe otro sistema de familia parecido á este
llamado Clan : este es una pequeña sociedad cuyo
modelo nos presentan Irlanda y Escocia , por la
que es probable que haya pasado una gran parte
de la Europa. Por cierto que no es idéntica pa-
triarcal: su gefe no ocupa el mismo rango, no lleva
el mismo género de vida que el resto de los de-
más individuos que la componen , la mayor parte
sirven y cultivan los campos , mientras que él vi-
ve ocioso y se dedica á la guerra. Mas el orígen
es comun , puesto que todos tienen el mismo nom-
bre. Por otra parte las relaciones de parentesco
las antiguas tradiciones , los pasados recuerdos , las
afecciones de familia en fin , forman entre los in-
dividuos del Clan un estrecho vínculo moral, y
establecen entre todos ellos una especie de igual-
dad. Tales son las dos especies principales de fa-
milia que la historia nos ofrece. Es alguna de es-
tas la feudal? Por cierto que no. A primera vista
parece que se encuentra una semejanza entre es-
ta y la última que acabo de describiros ; sus di-
ferencias son muy esenciales sin embargo.
La poblacion que se vé apiñada á los pies del
castillo feudal, es enteramente estraña al hombre
que vive dentro de él : ni lleva su nombre , ni hay
entre ellos ningun parentesco , ninguna tradicion
histórica , ni vínculo moral de ningun género.
Ni tampoco puede compararse aquel pueblo
á la familia patriarcal. El posesor del feudo no
tiene la misma vida , ni se entrega á iguales ocu-
paciones de los que le rodean. Mientras sufren es-
tos un duro é incesante trabajo , se entrega aquel
á la holganza , á la caza y á la guerra. La verda-
dera familia del posesor del feudo , se reduce á un
110 HISTORIA DE LA
circulo mucho mas estrecho ; consiste propiamente
en su mujer y sus hijos, que viven solos, encerra--
dos en lo interior del castillo , separados siempre
de los demás. Cinco ó seis personas amuralladas
continuamenate , colocadas á la vez en una situa-
cion estraña é inmensamente superior á todos los
otros hombres , he aqui toda la familia feudal.
Concentrada en si misma , forzada de continuo
à defenderse , á desconfiar, á aislarse siempre aun
de sus mismos servidores , debia tener un carácter
propio y particular , carácter que debia dar á là
vida interior y doméstica una escesiva preponde-
rancia.
No se me oculta que la brutalidad de las pa-
siones , el hábito de pasar el señor del feudo
la mayor parte del tiempo en la guerra ó en la
caza , serviria de obstáculo grande para el des-
arrollo de las costumbres domésticas . Mas este
obstáculo deberá vencerse tarde ó temprano , por-
que volverá el señor á su casa continuamente, y
allí encontrará siempre su mujer y sus hijos , y a
nadie mas que ellos. Ellos siempre serán su com-
pañia permanente , solos participarán de sus pla-
ceres y penas , solos compartirán sus intereses y
destinos.
Es imposible, señores , que en semejante estado
no se desenvuelvan las costumbres domésticas, y no
tomen luego un grande y poderoso ascendiente
sobre el gefe de la familia. Y no viene del seno
del feudalismo todo el poder é importancia de las
mujeres?
En ninguna de las antiguas' sociedades , y no
hablo de aquellas en que no existia el espíritu de
familia, en ninguna de las sociedades antiguas, re-
HISTORIA DE LA 111
pito , aun en laspatriarcales , ocuparon las muje-
res el puesto que adquirieron en Europa bajo el
régimen feudad ; y de seguro que no debe atribuirse
esta causa sino al cambio producido por el mismo
en las domésticas costumbres.
Se ha buscado en verdad la mejora de la con-
dicion social de las mujeres en la veneracion y
respeto con que las miraban en el centro de los
bosques los antiguos germanos. Una frase de Tá-
cito, ha dado márgen á creer que las relaciones
de los dos sexos, tenian en aquel pueblo la dulzura
inefable , aquella pureza bella y sublime de los
tiempos primitivos. Ilusion agradable , pero que
solo es una ilusion !... Espresiones iguales a las de
Tacito , los mismos sentimientos , los mismos usos
de los germanos se descubren en las relaciones
que nos hacen multitud de historiadores á cerca
de otros pueblos salvages . Solo en esta situacion so-
cial , tan marcada vivamente , nació y tomó cuerpo
en Europa el poder de las mujeres ; y ese ascen-
diente del bello sexo , y ese desarrollo de las cos-
tumbres domésticas , ha sido felizmente el carácter
primero y mas distintivo del régimen feudal.
Una nueva prueba del imperio de la vida do--
méstica , caracteriza al feudalismo ; tal es el espi-
ritu de sucesion y perpetuidad que evidentemente
domina en él. El deseo de dejar un heredero, un
sucesor de nuestros derechos y bienes, es inherente
á toda familia; pero ese deseo no se manifestó jamas
tan vivo y poderoso como en el seno de la familias
feudal. El poseedor de un feudo no era un propie-
tario como cualquiera otro : tenía constantemente
necesidad de un hombre que le sirviese y le de-
fendiese; por esto le elevaba á un rango igual al
112 IIISTORIA DE LA
suyo en la general asociacion de los señores del
pais . De aqui nació una especie de identificacion
entre el posesor actual del feudo y la serie de fu-
turos posesores .
Salgamos de esa torre , y descendamos en me-
dio de la corta poblacion que la rodea. Aqui todas
las cosas presentan otro aspecto. Es tan buena , tan
dócil , tan fecunda la naturaleza del hombre , que
cuando dura mucho tiempo una condicion social,
cualquiera que sea , se forman entre todos los que
en ella viven ciertos lazos morales , y brotan de
ese estado sentimientos comunes de proteccion , de
benevolencia y de amor.
Eso acaecia en el feudalismo No hay duda
que al cabo de cierto tiempo debieron crearse y
se crearon entre el posesor del feudo y sus colonos,
ciertas relaciones morales , algunos lazos de amis-
tad y de aprecio. Mas no fué esto en manera algu-
no efecto de la situacion en que les colocaba el
feudalismo . Considerada en si misma , ella era
esencialmente viciosa . Nada moralmente habia de
comun entre el señor y los vasallos : estos for-
maban parte de su dominio, constituian su propie-
dad, y bien sabido es que bajo el nombre de pro-
piedad , estaban comprendidos todos los derechos
que hoy llamamos públicos y privados , no menos
el derecho de castigar y hacer leyes, que el de ena-
genar y el de vender.'
Asi pues, no habia derechos recíprocos entre el
señor y los colonos ; no habia reciprocas garantias,
no habia verdadera sociedad ; solo mediaba en-
tre ellos aquello que media siempre que los hom-
bres se encuentran en mútua compañia.
Nace de aqui el odio inveterado y profundo
CIVILIZACION EUROPEA . 115
que los pueblos y las aldeas han tenido siempre al
régimen feudal , á sus recuerdos y á su nombre.
Casos ha habido en que han esperimentado los
hombres un despotismo atroz , y á pesar de no ha-
berle aceptado al principio , se resignaron despues
á él . El despotismo teocrático , el despotismo mo-
nárquico , han obtenido algunas veces el consen-
timiento , y hasta las simpatias de los mismos
que lo sufrian , pero el despotismo feudal ha sido
rechazado siempre : ha pasado sobre la Europa
como un destino de bronce ; nunca se ha incrustado
en los corazones , jamas ha reinado en las almas.
Esto proviene de que tanto en la teocracia como
en la monarquia se ejerce el poder en virtud de
ciertas creencias comunes al que manda y al que
obedece; al señor y á los súbditos : aquel es el re-
presentante, el ministro de otro poder superior
à todos los humanos poderes : habla y obra en
nombre de la divinidad , y de una idea general;
perojamas en nombre de si mismo ; nunca se ve el
hombre solo.
Todo lo contrario es el despotismo feudal este
es el poder del individuo sobre el individuo , la es-
tensa é ilimitada dominacion de la caprichosa vo-
luntad de un hombre. Es tal vez la única especie
de tiranía que para honor eterno de la humanidad ,
no han querido aceptar jamás los pueblos. Desde
el momento en que el hombre no descubre en su
señor , mas que un semejante , desde el momento
en que la voluntad que le oprime es una humana
voluntad individual como la suya , se indigna , se
irrita y se esfuerza en sacudir el yugo que se le
intenta poner .
Este es el verdadero carácter del poder feu-
La Lectura. TOM. I 171
114 HISTORIA DE LA
dal ; y esta la causa de la antipatía que no ha ce-
sado de inspirar.
El elemento religioso que entraba en aquella
sociedad , contribuia muy poco á aligerar el peso
terrible que gravitaba sobre ella : verdad es que
ha ejercido la Iglesia en la europea civilizacion,
una influencia muy grande ; pero obrando de una
manera general, y cambiando las disposiciones
comunes de los hombres.
Cuando se entra en el seno de la pequeña so-
ciedad , formada por el feudalismo , se ve que la
influencia del párroco que allí existia para estre-
char las relaciones entre el señor y los colonos , era
insignificante y casi nula. Siervo comunmente co-
mo un colono , y tan grosero como él , se hallaba
en muy mala disposicion para confundir el or-
gullo del feudal poseedor. Destinado sin embargo
el sacerdote á alimentar y avivar en la poblacion
inferior, los religiosos y morales sentimientos , de-
bia ser para sus individuos , un objeto de aprecio
y de cariño.
Derramaba sin duda algun consuelo en medio
de tanta desgracia , esparcia alguna luz en medio
de tantas tinieblas ; mas creo que podia hacer muy
poco para mejorar la suerte y cambiar los desti-
nos de la humanidad.
Llevamos examinado hasta ahora el primer
principio del feudalismo ; hemos visto lo que era
el posesor del feudo, lo que era su familia , la pobla-
ción apiñada á su alrededor , y la iglesia que se le-
vantaba en medio de la misma . Salgamos ahora de
ese recinto estrecho . Esta sociedad no es sola y ais-
lada : hay otras sociedades análogas , que juntas y
relacionadas entre sí, forman una sociedad general.
CIVILIZACION EUROPEA. 115
Ahora bien; ¿qué es este pueblo grande forma-
do de pueblos pequeños? ¿qué influjo ha ejercido
sobre la civilizacion?
Haré una observacion antes de responder. El
posesor del feudo , y el clérigo que estaba junto á
él , pertenecian por cierto á una sociedad mas vas-
ta , pues que tenian numerosas y frecuentes rela-
ciones. Ninguna sociedad formaban los siervos v
los colonos de sus respectivos feudos ; fuera del
lugar que habitaban, no tenian ningun derecho que
ejercer, ningun deber que cumplir ; no habia en-
tre ellos ni comunes destinos , ni patria comun;
en una palabra , la existencia de esas pequeñas
poblaciones , era aislada y solitaria , como en el lu-
gar en que se hallaban ; ellas no formaban jamas
un pueblo ; asi es que cuando se habla de la aso-
ciacion general del feudalismo , debe entenderse
únicamente de los respectivos señores.
Hecha esta indicacion que creo de mucha im-
portancia , veamos ahora cuales eran las relacio-
nes de la pequeña sociedad feudal con la gran so-
ciedad del mismo nombre y del mismo género ; y
que influjo debia ejercer esa porcion de círculos
sociales , todos comprendidos dentro de un círcu-
lo en la civilizacion de los pueblos.
No ignoramos cuales eran los lazos que unian
á los poseedores distintos de los feudos , á qué de-
beres estaban obligados por la posesion de sus pro-
piedades , cuales eran sus servicios , y la protec-
cion que se les dispensaba .
No entraré en la esplicacion de ninguna de
esas obligaciones ; para el objeto que me propon-
go , basta que tengais de ellas una idea general.
No puedo menos sin embargo de deciros que en
116 HISTORIA DE LA
el alma de cada señor feudal, debian nacer de aqui
cierto número de ideas y de sentimientos morales
ideas del mas estrecho deber , y sentimientos de
la mas pura afeccion. Qué la lealtad , la fidelidad,
el riguroso cumplimiento de sus deberes , junto
con otros sentimientos análogos á estos , se forma-
ron y desarrollaron por las relaciones recpectivas
de los señores feudales , es un hecho incontesta-
ble que no necesita demostración.
Estos deberes , estos sentimientos puramente
individuales , pugnaron por pasar á ser derechos ,
y por convertirse en instituciones. Nadie ignora
que el feudalismo intentó arreglar de una manera
legal los servicios que el posesor de un castillo
debia al señor principal, señalando los servicios que
en cambio debia este esperar de él , en qué casos es-
taba obligado el vasallo á prestar á su señor una
ayuda personal ó pecuniaria y qué era preciso para
que el posesor de un feudo obtuviese el consenti-
miento de sus subalternos para el cumplimiento
de los deberes que hacia él estaban tenidos por
la sola posesion de otros inferiores feudos. Se in-
tentaron garantizar todos estos derechos , se quiso
consignarlos per escrito y de una manera pública
y solemne para que nunca pudieran ser vanos é
ilusorios. Consiguiente á esto habia ciertos hom-
bres destinados á administrar justicia entre los
poseedores feudales por las reclamaciones que se
hacia del señor comun. De la propia suerte todo
señor feudal un poco respetable reunia sus vasa-
llos en un parlamento para tratar de comun acuer-
do los negocios que exigiesen su consentimiento
y concurso ; en una palabra , se veia en aquella
época un conjunto de medios políticos , judiciarios
CIVILIZACION EUROPEA . 117
y militares para organizar el régimen feudal y con-
vertir las mútuas relaciones de los señores en ins-
tituciones y derechos.
Pero estos derechos ó instituciones no tuvieron
ni pudieron tener garantia alguna . Tan luego co-
mo se pronuncia la palabra garantia , y especial-
mente la política , se conoce que su fundamental
carácter consiste en la presencia constante en me-
dio de la sociedad, de una voluntad firme Y de
una poderoza fuerza ; de una voluntad capaz de
dictar leyes á las voluntades particulares , de una
fuerza que domina las privadas fuerzas , que las
obliga a observar la regla comun , y á respetar el
derecho general .
Solo conocemos dos sistemas posibles de ga-
rantias políticas; todas consisten en una voluntad
ó en una fuerza particular, de tal modo superior,
que ninguna de las otras pueda resistirla , y á cu--
yo imperio están obligados à someterse todos los
demas, en fuerza y voluntad pública , como resultado
del concurso de todas las voluntades particulares,
y que cuando se desplega impone a todos el res-
peto y la obediencia.
A estos dos vienen á parar todos los intereses
de garantias políticas. Solo existen de un lado el
despotismo y de otro el gobierno libre . La histo-
ria está perfectamente de acuerdo con esta obser-
vacion ; y si la registramos , veremos que no han
tenido los pueblos otras garantias de sus derechos
que las que acabo de insinuar.
Ahora bien ; señores , ni uno ni otro sistema
exitió ni pudo existir jamás en el régimen feudal.
Por cierto que los posesores de feudos no cran
iguales entre sí los habia muy poderosos, escesi-
118 HISTORIA DE LA
vamente poderosos para oprimir á los mas débiles:
no existia ninguno, comenzando por el primero que
era el rey, que se hallase en estado de dictar la
ley á los demas : faltaban entonces todos los me-
dios constantes de poder y accion : no existian ni
tropas permanentes , ni tribunales estables , ni un
contínuo y arreglado sistema de contribuciones:
todas las fuerzas , todas las instituciones sociales
debian en cierta manera nącer y crearse de nue-
vo, todas las veces que su necesidad se sentia viva-
mente: era priciso organizar tribunales para cadá
causa , levantar un ejército para cada guerra , im-
poner una contribucion siempre que se necesitaba
dinero : todo era accidental , especial , transitorio .
Es pues evidente que no podia haber ningun in-
dividuo bastante poderoso para hacerse respetar
de los demas , y para lograr que se acatase y obe-
deciese lá ley.
Por otra parte era tan fácil la resistencia cuanto
dificil la represion . Encerrado dentro de su amu-
rallado castillo , teniendo que luchar con un corto
número de hombres, encontrandó sin mucho tra-
bajo entre sus compañeros que se hallaban en una
situacion igual á la suya, medios de coalicion , de
recurso y de fuerza , el posesor del feudo se de-
fendia victoriosamente casi siempre.
Asi facilmente se conoce ser imposible bajo el
régimen feudal el sistema de garantias políticas,
en cuanto existe en la voluntad y poder del mas
fuerte.
El otro sistema, el sistema de un gobierno libre,
de un poder público , de una fuerza pública , era
impracticable igualmente , y no pudo aparecer
amás en aquel caos del feudalismo . Fácil es adi-
CIVILIZACION EUROPEA . 119
vinar por cierto la causa . Cuando hablamos hoy de
un poder público , de los derechos de soberania,
de crear leyes , de juzgar y castigar , creemos sin
duda que estos derechos y este poder no perte-
necen esclusivamente á nadie , que nadie los ejer-
ce, por su cuenta , que son de la sociecad en masa;
derechos que por otra parte no son suyos , sino
que ella ha recibido de mas alto. Así cuando un
individuo se halla frente à frente de una fuerza
investida de todos estos derechos , el sentimiento
que domina en él , tal vez sin saberlo , es que se
halla en presencia de un poder público y legítimo ,
de un poder que tiene facultades para mandarle, y
al que está sometido aun antes de conocer su exis
tencia. 1
Cabalmente mediaba todo lo contrario en el
feudalismo. De seguro que el señor estaba investi-
do de todos los derechos de soberanía, ya con res-
pecto á los bienes que formaban su propiedad, ya
con respecto á los hombres que habitaban en ella.
Ellos eran inherentes al dominio material á la vez
de propiedad particular . Lo que nosotros entende-
mos hoy por derechos publicos, eran derechos pri-
vados , y privados igualmente eran los poderes
que ahora denominamos públicos. Cuando un
poseedor de un feudo , despues de haber ejercido
la soberanía en su nombre y como propietario so-
bre la poblacion que la circuia llegaba al parla-
mento reunido delante del soberano , parlamento
muy poco numeroso por lo comun y compuesto de
señores mas o menos iguales á él ; por cierto que
no llevaba en su persona la idea de un público
poder esta idea estaba en contradiccion con toda ,
su existencia , con su modo de vivir , con lo que
120 HISTORIA DE LA
hacia sin cesar en lo interior de sus dominios .
Allí solo veía hombres investidos de los mismos
derechos que él , los cuales colocados en su mis-
ma situacion , obraban como él en nombre de la
voluntad personal. Nada le hacia ver en la por-
cion mas sublime de gobierno , en la cumbre de
las instituciones que llamamos públicas nosotros,
ese carácter de superioridad , ese general carácter
propio de la idea que hemos formado á cerca de
los poderes políticos. Nada , pues , tenia de estraño
que cuando no cumplia á la voluntad del señor lo
acordado en la asamblea , rehusase acudir á ella
ó acudiese á la fuerza para resistir abiertamente
sus decisiones .
La fuerza bajo el regimen feudal era sola y es-
clusivamente la verdadera y constante garantia
del derecho , si tal nombre puede darse. Sin duda
se valen de ella todos los derechos para hacerse
conocer y respetar, y no hay institución que la ol-
vide ó deseche ; mas en aquel entonces era tan
sensible el poder de la fuerza , que eran tenidas en
casi nada las instituciones. Por cierto que si se
hubiesen hallado las asambleas de los señores en
estado de poder obrar con eficacia , hubieran sido
mas activos y frecuentes de lo que nos muestra la
historia. La rara y accidental reunion de aquellos
cuerpos prueba su nulidad completa.
No debe causarnos asombro que sucediese asi,
pues que ademas de las razones indicadas hay
otra mas decisiva y profunda todavia . De todos los
sistemas de gobierno que ofrecen grandes garan-
tias políticas á los individuos, sin duda el federativo
es el mas dificil de establecer y arraigar. Consiste
este sistema en dejar en cada sociedad particular
CIVILIZACION EUROPEA. 121
toda la posible porcion de gobierno , y no llevar al
centro de la sociedad general mas que la parte in-
dispensable para su tranquilidad y progreso . El
sistema federativo en teoria es el mas simple, pero
es el mas intrincado en la práctica . Para conciliar
el grado de independencia que debe tener cada
pueblo en particular, con el grado de poder y fuer-
za necesaria á la sociedad comun para que reine
el órden y la paz, es preciso que esté muy avan-
zada la civilizacion ; es preciso que la voluntad del
hombre y la libertad individual concurran por sí
solas á la conservacion de este sistema y del man-
tenimiento del órden , mucho mas que en los otros
géneros de gobierno ; puesto que en estos no tienen
tanta eficacia como en aquellos los medios coerci–
tivos . Asi pues , el sistema federativo es el que
presupone y exije un grado mayor de razon , y mas
moralidad en los pueblos en que se establece.
Ahora bien: el sistema de gobierno que inten-
taba establecer el feudalismo era el federal ; esa
sociedad no era mas que una verdadera confe-
deracion . Ella descansaba sobre los mismos princi-
pios , sobre que hoy estan basados los estados úni–
dos de America. Tendia á dejar en las manos de
cada señor toda la posible porcion de poder , y no
llevar á la asamblea general de los barones sino
aquella parte que fuese absolutamente precisa ; y
aun en los casos de absoluta necesidad .
Ya compredereis, señores, cuan imposible habia
de ser constituir una organizacion tan perfecta en
medio de la ignorancia y de la brutalidad de las
pasiones, en una situacion tán degradante y atrasa-
da como aquella en que encontró al hombre el
feudalismo. La misma naturaleza de ese gobierno
122 HISTORIA DE LA
estaba en contradiccion con las ideas y costumbres
del pueblo en que creia establecerse . ¿Quién debe
estrañarse pues del mal éxito de semejante tenta-
tiva? Hasta ahora hemos considerado la sociedad
feudal, ya en su mas simple elemento primitivo,
ya en su formacion y desarrollo. Hemos examinado
bajo ambos puntos de vista lo que habia hecho y
lo que debía hacer para el adelanto de la civili-
zacion. Creo que en vista de todo hemos adquirido
un doble resultado : el feudalismo ha debido ejercer
una influencia muy poderosa y en general muy
saludable á la perfeccion interior de el individuo:
ella creó en el espiritu humano ideas fuertes y
enérgicos sentimientos , necesidades vivas. morales,
y los rasgos mas bellos y sublimes. Considerado el
feudalismo, bajo un aspecto puramente social , ni
ha podido producir órden, ni crear garantías polí-
ticas, Fue necesario para reconstruir en Europa
el edificio de la sociedad convertido en ruinas por
la barbarie ; mas el feudalismo eu sí mismo era
malo radicalmente ; y ni podia regularizarse ni es-
tenderse.
El único derecho político que el régimen feu-
dal ha hecho prevalecer en las modernas socieda-
des, es el derecho de resistencia; y no hecho de una
resistencia legal , puesto que pueblos tan poco
adelantados , no podian tener de ella idea alguna.
El progreso de la sociedad consiste en sustituir
de una parte la voluntad particular á los poderes
públicos, y de otra la resistencia del individuo á la
resistencia legal. Este es el último y glorioso ter-
mino á que caminan y se dirigen todos los pue-
blos; este es el principal grado de la perfeccion que
puedan alcanzar las sociedades humanas . Déjese
CIVILIZACION EUROPEA . 123
á la libertad privada una grande y espansiva la
titud ; pero en el punto en que termina aquella, es
preciso que se levante y que se vea un poder pú-
blico muy fuerte para contrarestar y vencer á los
particulares si intentase pasar los vedados lí-
mites .
He aqui en que consiste el sistema del órden
y de la resistencia legal. Bajo el feudalismo no po-
dria haber nada que se pareciese á lo que acabo
de manifestar : el solo derecho que se ha teni-
do constantemente y que se ha practicado siem-
pre es el de la resistencia personal , derecho ter-
rible , espantosó , que apela á la fuerza y á la guer-
ra : porque es la destrucion y aniquilamiento de
las sociedades : derecho que sin embargo no de-
ben jamás arrancar los hombres del fondo de su
corazon, porque destruirle equivaldria á aceptar
las cadenas de la esclavitud .
El sentimiento de la resistencia habia perecido
con el oprobio de la sociedad romana , y no podia
nacer de sus ruinas : nació del seno de la sociedad
cristiana : solo ál feudalismo se debe su existencia
y el haber sido inoculado en las costumbres euró-
peas. Honor es que pertenece á la civilizacion el
haber hecho útil y provechoso tan funesto y terri-
ble derecho , honor es del régimen feudal el ha-
berle profesado y defendido constantemente,
Tal es, señores, el resultado que nos da el exá-
men del feudalismo considerado en su índole y
carácter , atendidos sus mas generales elementos
y prescindiendo de los hechos históricos. Si los
pasamos á estudiar, veremos que la sociedad feu-
dal ha sido lo que debia ser. Que sus destinos es-
taban conformes enteramente con su propia natu-
124 HISTORIA DE LA
raleza. Veremos que los acaecimientos afirman y
robustecen nuestro raciocinio .
Apoyemos sino la vista sobre la historia gene-
ral del feudalismo encerrada entre los siglos X
Y XIII : imposible es no conocer desde luego que
ejerció sobre la perfeccion del alma humana tan
útil como poderosa influencia . Es imposible leer
la historia de este tiempo sin descubrir una mul-
titud de pobles sentimientos, de acciones heroicas,
de hermosos rasgos de humanidad que producia
la sociedad feudal. Las costumbres caballerescas
no se parecen en nada á las feudales costumbres;
á pesar de que aquellas han nacido de las últimas.
El feudalismo produjo la virtud , esa generosidad,
esa fidelidad que admiramos tanto; esos sentimientos
tan puros y sublimes que nos transmite la historia .
Los vuelos primeros de la imaginacion en Eu-
ropa , los primeros ensayos de la poesia y de la
literatura ; los primeros placeres intelectuales que
se disfrutaron desde la caida del imperio romano,
salieron tambien del centro de los castillos , salie-
ron tambien del centro de los bosques . Para que
la humanidad lograse disfrutar tan puros place-
res , se necesitaba dicho género de existencia , era
preciso que se realizase un movimiento nuevo en
el alma, un nuevo aliento en la vida , eran necesa-
rias otras situaciones distintas de las que podian
encontrarse en la resistencia penosa , triste, dura
y grosera de la mayor parte de los pueblos. Los
primeros recuerdos literarios de la Francia como
de la Inglaterra y de la Alemania nos vienen del
feudalismo estos recuerdos , señores , que fueron
tambien los primeros goces del entendimiento que
disfruta la Europa !
CIVILIZACION EUROPEA . 125
Pero al contrarío , si interrogásemos la historia
sobre la influencia social del feudalismo , veriamos
que sus respuestas son iguales á nuestras conjetu-
ras. Ella nos dice que por todas partes fué tan es-
puesto aquel régimen al establecimiento del ór-
den en general , como la estacion de la libertad
pública. Bajo cualquier concepto que se mire el
progreso de la sociedad , aparecerá el feudalismo
como un obstáculo ; como tal lucharon contra él
sin cesar las dos fuerzas que han contribuido tan-
to al establecimiento del órden y de la libertad , el
poder monárquico por una parte , y por otra el
popular poder.
Por cierto que en diversas épocas se hicieron
algunas tentativas á fin de regularizar el feuda-
lismo , y convertirle en un estado grande y legal .
En Inglaterra , Cuillermo el Conquistador y sus
bijos , en Francia, San Luis , y en Alemania mu-
chos emperadores trabajaron para conseguirlo . Pe-
ro inútiles fueron todos los esfuerzos ; todas sus
tentativas fracasaron.
En los modernos tiempos , se han visto algunos
hombres de pura imaginacion , intentar restaurar
el feudalismo como sistema social : quisieron ver
en él un estado de órden arreglado y progresivo,
Hicieron el siglo de oro de aquellos tiempos borras-
cosos. Mas preguntadles de que edad os hablan,
forzadles á que se espliquen y señalen un tiempo
y lugar determinado , en que el feudalismo apa-
rezca con tan bellos colores como nos los pintan;
á buen seguro que no lo harán. Esto no es mas
que una mera utopia , un drama por el cual en
los tiempos pasados , no se encuentran actores ni
teatro . Sencillo es descubrir la causa de este er-
126 HISTORIA DE LA
ror. Esta causa esplica á la vez el destino de aque-
Ilos que no pueden pronunciar el nombre del feu-
dalismo , sin lanzar sobre él la execracion y el
anatema. Unos y otros solo han contemplado una
de las dos fases de esta época , de este hecho : los
primeros solo consideraron su influencia sobre la
perfeccion del individuo : los segundos miraron so-
la parte que tuvo en el progreso de la sociedad.
Los unos no han podido crer que un sistema social
de cuyo seno brotaron tantas virtudes y tan bellos
sentimientos ; que un sistema que suavizó las cos-
tumbres , y del cual nacieron la poesia y la litera-
tura , fuese en si mismo tan deplorable y funesto.
Al considerar los demas la tenaz resistencia que
el feudalismo opuso al progreso de la libertad y
del órden , no han podido creer que fuese capaz
de producir tan hermosos rasgos , y tan grandes
virtudes: no han podido comprender que hubiese
contribuido en nada á la mejora de la humanidad.
Sin embargo , se han engañado los unos y los otros :
ninguno de ellos ha conocido los dos elementos, las
dos frentes de la civilizacion ; ninguno de ellos ha
llegado à comprender que la civilizacion consistia
en la perfeccion del individuo y en el progreso
de la sociedad : que esos dos hechos podian encon-
trarse separados , marchar á grandes distancias;
pero que llegarán á juntarse y confundirse tarde
ó temprano.
Por lo demás , están cumplidos ya los destinos.
del feudalismo ; él fué lo que debia ser ; hizo lo
que debió hacer. El individualismo , la energía y
el vivo'ssentimiento de la existencia personal , era
el hecho dominante
42 entre los vencedores del pue-
blo romano . Este sentimiento debia desarrollarse
CIVILIZACION EUROPEA . 127
antes de todo régimen social , fundado por ellos y
para ellos. Lo que el hombre encierra y lleva den-
tro de si mismo cuando entra en una sociedad
cualquiera , obra poderosamente sobre la situacion
en que se establece la situacion á su vez refluye
sobre las disposiciones morales, las fortifica y des
arrolla . El individuo dominaba : solo se veia el
individuo en la sociedad germánica. En provecho,
pues, del individuo , se levantó la sociedad feudal
hija de la germánica sociedad : para su bien y
provecho desplegó toda su influencia. Este mismo
hecho se halla consignado en cada uno de los ele-
mentos de la civilizacion . Todos permanecieron
fieles á sus principios , todos adelantaron , hacien-
do progresar el mundo en la carrera en que habia
entrado.
1
En nuestra reunion próxima la historia de
la Iglesia desde el siglo V hasta el XII , y su in-
fluencia en la europea civilizacion nos suministrará
un nuevo é irrefragable testimonio confirmando lo
que acabamos de decir.
LECCION V.

Puesto que llevamos examinada la naturaleza


é influencia del régimen feudal, nos ocuparemos
hoy de la Iglesia cristiana , desde el siglo V hasta
el siglo XII. He pronunciado á propósito la palabra
Iglesia , aunque no tengo ánimo de tratar del feu-
dalismo propiamente dicho, esto es , como sistema
religioso, sino de la Iglesia como una sociedad com-
puesta de sus individuos respectivos .
En el siglo V se hallaba casi completamente
organizada esta sociedad : no es esto decir que des-
de aquella época no hubiese sufrido la Iglesia cam-
bios numerosos é importantes ; mas puede asegu-
rarse con verdad que considerada como un cuerpo,
como un gobierno del pueblo cristiano , tuvo desde
aquella época una vida completa é independiente.
Basta lanzar una mirada para conocer la mis-
La Lectura TOM. I. 172
130 HISTORIA DE LA
ma diferencia que entonces habia entre la Iglesia y
los demas elementos de la europea civilizacion. He
indicado como los principales el régimen munici-
pal , el feudalismo , la monarquia y la Iglesia. El
régimen municipal en el siglo V no era mas que
un fragmento del imperio romano , una sombra
sin vida : el feudalismo no habia salido aun del
caos : la monarquia solo existia de nombre : todos
los elementos civiles de la sociedad moderna esta-
ban en su decrepitud é infancia ; solo la Iglesia era
á la vez jóven y robusta , ella sola tenia una her-
mosa y determinada fisonomia , sola conservaba
todo el vigor y lozania de sus primeros años ; so-
la poseia el órden y la energia , los grandes medios
para alcanzar poder é influencia . Y por qué? por-
que por medio de la regla y de la disciplina por
una parte , y por la energía y movimiento por la
otra fué como las instituciones han dominado á los
pueblos . La Iglesia habia promovido ademas las
grandes cuestiones que interesan al hombre, habia
propuesto los mas sublimes problemas que encier-
ra su naturaleza : ella solo habia hablado de sus
altos destinos. Asi su influencia sobre la civiliza-
cion moderna ha debido ser muy poderosa , mas
poderosa quizas de lo que han creido sus mas acér-
rimos enemigos , y sus inas ardientes entusiastas.
Ocupados en defenderla ó combatirla no la han
considerado mas que bajo un punto de vista pu-
ramento polémico : no han comprendido su natura-
leza, ni a mi medo de ver la han juzgado con esac-
titud y justicia.
La Iglesia aparece en el siglo V como una socie-
dad independiente , enteramente constituida , in-
terpuesta siempre entre los soberanos y los pue-
CIVILIZACION EUROPEA. 151
blos , sirviendo de medianera á unos y otros , y
obrando poderosamente sobre todos.
Para conocer bien su accion , debemos consi-
derarla bajo tres aspectos , es preciso que la vea-
mos en sí misma , que examinemos su naturaleza
interior y los principios que dominan en ella ; de-
bemos pues contemplarla en sus relaciones con
los soberanos y señores ; y luego en su influencia
sobre los súbditos y el pueblo en general.
Cuando hayamos bosquejado ese gran cuadro,
nos dirigiremos á la historia , é investigaremos si
los acontecimientos verificados en el espacio que me-
dio del siglo V al XII están acordes con los resul-
tados que hayamos obtenido, ya por el estudio de la
naturaleza de la Iglesia , ya por el exámen de sus
relaciones con los gobernantes y gobernados.
Comencemos por la Iglesia considerada en sí
misma por el estudio de su estado interior. "
Lo primero que llama nuestra atencion ; el he-
cho mas importante de todos y el que debe asom-
brarnos mas , es su misma existencia , esto es , la
existencia de un gobierno de la religion , de un
clero , de un cuerpo eclesiástico , de un sacerdocio
en fin.
Para muchos hombres ilustrados bastan estas
solas palabras para resolver enteramente el pro-
blema. Ellos creen que una religion que ha pro-
ducido un cuerpo de clérigos , que ha organizado
legalmente un sacerdocio , una religion en fin go-
bernada , ejerce comunmente una influencia mas
perjudicial que útil. A su entender es un respeto pu-
ramente individual entre Dios y el hombre ; y
siempre que esa relacion pierde ese carácter, siem-
pre que se interpone una autoridad esterior en-
152 HISTORIA DE LA
tre el individuo y el objeto de sus creencias , la
religion se desnaturaliza , y corre peligro la so-
ciedad.
Es indispensable , señores , que examinemos
esta cuestion . Para conocer los efectos de la Iglesia
cristiana debemos investigar cual ha sido por la
naturaleza misma de su institucion la influencia
de un clero y de una iglesia. Y para apreciar de
bidamente esta influencia ; es preciso examinar an-
te todo si la religion no es mas que una pura re-
lacion individual ; si no créa mas que un respeto
íntimo , un lazo estrecho entre el hombre y su ac-
tor , ó bien si es á la vez un manantial de que
brotan entre los mismos hombres nuevas relacio-
nes y que necesariamente produce una sociedad
y un gobierno .
Si por religion se entiende este sentimiento tan
sublime que puramente se llama religioso , ese sen-
timiento tan verdadero , pero un poco vago, un poco
incierto en su objeto, que no puede caracterizarse ,
que mas bien se conoce que se espresa , ese senti-
miento que a un tiempo circula alrededor de
nuestra existencia , y penetra en lo mas íntimo de
nuestra alma, que baña hoy la poesia, y se estien-
den mañana á los misterios del porvenir , que se
derrama por todas partes , y que no se fija en
ninguno ; si se reduce, digo, la religion á este senti-
miento, creo que debe ser puramente individual .
Un sentimiento semejante bien puede crear entre
los hombres una momentánea asociacion : puede y
debe buscar la simpatía , crecer y alimentarse con
ella; mas por una incierta y flolante naturaleza ,
rehusa ser el principio deu na asociacion permanen-
te y estendida , ni acomodarse á ningun sistema
CIVILIZACION EUROPEA. 133
de prácticas y consejos, ni producir ni formar una
sociedad y un gobierno religioso.
O yo abuso de esa voz , ó el sentimiento de que
acabo de hablar no es la espresion completa de la
naturaleza religiosa del hombre: la religion es otra
cosa; es mucho mas.
Hay en la humana naturaleza cuestiones que
comprenden un órden de cosas superior, estraño
al mundo visible, cuestiones que sin cesar ator-
mentan el espíritu humano que las desea ardien-
temente resolver. La resolucion de estos problemas,
las creencias, los docmas que se refieren al alma
del hombre, á lo menos en los que piensa y se
complace, es el primer orígen, es el fecundo y pu-
ro manantial de que brota la religion .
Existe otro camino que conduce á ella tambien .
Para los que de entre vosotros habeis hecho estudios
filósoficos algo estensos y profundos, será cosa evi-
dente que la moral existe independiente de las
ideas religiosas, que la distincion del bien y del mal ,
la obligacion de evitar el segundo, y la de procurar
el primero, son leyes que lleva el hombre esculpi-
das en su naturaleza; asi como las leyes de la ló-
gica, cuyo principio lleva uno dentro de si mismo,
y cuya aplicacion se encuentra en la vida actual.
Pero desde el seno mismo de la moral reducida à
su aislamiento é independencia se eleva una cues-
tion del mayor interés é importancia. ¿De dónde
nace? ¿á qué se dirige? ¿este deber de procurar el
bien, existe por sí mismo? ¿ Es un hecho solo aislado
sin termino ni autor? No oculta ó por mejor decir no
descubre al hombre su origen , no le revela unos
destinos que se estienden por otro mas bello y gran-
de horizonte que el que alcanza su vista materia !?
154 HISTORIA DE LA
Cuestión es esta inevitable por que la moral
tomando el hombre por la mano, le conduce hasta
las puertas de la religion : allí estiende ante su vista
una inmensa y luminosa esfera . Asi pues la necesi-
dad de resolver los problemas que la humanidad
encierra, y la de buscar un término, un orígen y
una sanción á la moral , es el manantial mas rico
y fecundo de la religion . Cierto es que ella se pre-
senta de otro modo que como un sentimiento seme-
jante del que acabo de describir, puesto que contie-
ne: 4.9 un conjunto de doctrinas sobre la naturale-
za del hombre y sus destinos: 2.º una reunion de
preceptos hijos de esas mismas doctrinas que co-
munican á la moral una sancion fuerte y poderosa :
3.º una multitud de promesas que dilatan la espe-
ranza del corazon humano, que revelan al hombre
sus destinos, y que le descubren el porvenir que le
está deparado. He aquí lo que es en el fondo la
religion; he aquí porque es mas que un puro sen-
timiento, mas que un vuelo de la imaginacion ,
mas que un rico tesoro; infinitamente más que un
nuevo encanto de la poesia.
Asi considerada en sus elementos , vista en su
esencia misma , aparece , no tanto como un hecho
puramente individual , sino como el principio mas
grande de asociacion.
Se considera la religion como un sistema de
creencias y de docma ? Pues bien , la verdad no
pertenece a nadie esclusivamente : su dominio es
universal, absoluto: todos los hombres tienen nece-
sidad de buscarla y de proclamarla en comun .
Se trata de preceptos que proceden de las doctri-
nas? Una ley obligatoria para un individuo lo es
para todos : preciso es promulgarla : necesario es
CIVILIZACION EUROPEA . 155
que se reunan todos los hombres y vivan bajo su
imperio. Se habla de las promesas que hace la re-
ligion en nombre de sus creencias y preceptos? In-
dispensable es anunciarlas á todos ; necesario es
que sean llamados todos á recojer sus frutos y que
aguarden todos el dia en que llegarán á sazon. Asi
pues, de esas fuentes tan puras'nace y se forma la
Sociedad religiosa ; y tan cierto es esto, como que
la palabra que espresa el sentimiento mas enérgico ,
la necesidad mas imperiosa de propagar las ideas ,
de estender y agrandar una sociedad , es la voz
proselitismo; palabra que se aplica especialmente á
las creencias religiosas y que parece que la está
consagrada casi esclusivamente.
Creada ya la religiosa sociedad despues que se
han reunido cierto número de hombres en virtud
de creencias comunes, bajo una ley comun y por
esperanzas igualmente comunes, es indispensable
la existencia de un gobierno. Ninguna sociedad
puede existir ocho dias sin él: qué digo?.... ni una
sola hora. En el mismo instante que se crea , por el
mismo hecho de su nacimiento , se forma en sus
entrañas un gobierno que proclama la verdad ge-
neral , y que promulga y hace cumplir los preceptos
que comienzan á dictarse tan pronto como llega á
ser conocida esta verdad.
Y no solo el gobierno es necesario , sino que se
forma naturalmente.
No puedo detenerme mucho tiempo en esplicar
los medios con que este se verifica : me limitaré á
decir, que cuandjola sociedad camina por un re-
gular y ordinario curso antes que la estravie y
arrastre la fuerza , recae el poder en los hombres
mas capazes ; en aquelios , señores , que la con-
156 HISTORIA DE LA
ducirán al término hacia donde se dirije. Trátase
por ventura de una espedicion guerrera? Los mas
bravos tomarán el mando . Tiene por objeto la
asociacion una empresa científica? El mas hábil
se pondrá á su frente. En una palabra : siempre
que el mundo sigue su rumbo natural , siempre
que la igualdad de los hombres se desplega li-
bremente ; toma cada uno el puesto que debe ocu-
par para su calidades...
Ahora bien: mirados los hombres bajo un punto
de vista puramente religioso , son iguales entre si?
Pueden prestar á la asociacion los mismos servicios
Jos unos que los otros? No , no! Uno tendrá mas
capacidad y talento para propagar sus doctrinas,
para derramar sus luces por do quiera : otro ins-
pirará mas respeto , ejercerá mas autoridad para
hacer observar sus preceptos: otro en fin poseerá
mas uncion y ternura para avivar dentro de los
espiritus la llama de ese sentimiento puro , y para
alimentar las emociones y las esperanzas de la
religion.
La misma desigualdad de facultades é influen-
cias que crea el poder en las sociedades civiles , lo
crea en las religiosas tambien.
Aparecen los misioneros y se declaran lo mis-
mo que los generales; asi, pues, desde que siente el
hombre las inspiraciones de la religion, la sociedad
religiosa se forma natural é instintivamente; y des-
de el instante en que se forma esta sociedad , apa-
rece su gobierno alzándose de su centro.
Hallamos ahora una ojebcion capital á que es-
preciso contestar. Nada, segun dicen algunos , nada-
puede ordenarse en la asociacion religiosa , pues-
que nada que envuelva la coercion y la fuerza
CIVILIZACION EUROPEA. 157
puede ser légitimo . Asi no puede haber en ella
ningun gobierno puesto que la libertad debe exis-
tir toda ente: a.
Señores, creo que tienen formada una idea so-
brado mezquina del gobierno , aquellos que pien-
san que la fuerza es su elemento esencial , ó que
en él reside comunmente. Para que lo conozcamos
de una manera palpable, salgámonos ahora de la
sociedad religiosa , y entremos nuevamente en la
sociedad civil.
Seguidme : yo os guiaré por medio del simple
curso de sucesos.
Supongamos formada ya la sociedad: en su in-
terés y por su nombre deberá hacerse algo : hay
que dictar una ley , hay que tomar una medida,
hay que pronunciar un fallo : facilmente se cono-
ce el modo de satisfacer estas necesidades sociales :
procúrese que la ley sea buena ; que sea acertada
la medida que se tome , y justo el fallo que se pro-
nuncie. Cualquiera que sea el negocio de que se
trate es necesario ante todo la verdad que le ilu-
mine.
Por esto el primer deber del gobierno es exa-
minar lo que es justo y razonado , lo que convie-
ne á las sociedades . Encontrada la verdad es pre-
ciso que se publique , que llegue á conocimiento
de todos y que se procure comunicarla á los es→
piritus.
Ahora bien hay en esto algo de coercitivo?
No , señores , no. Suponed ahora que al momento
que aparece la verdad se convencen todos los
entendimientos y se determinan todas las volunta-
des ; que todos reconocen y aplauden al gobierno,
que lo obedecen espontáneamente de consuno . Sin
138 HISTORIA DE LA
duda alguna no existirá entonces la coaccion ,
sin duda no habrá necesidad de emplear su fuer-
· za, y con todo habrá gobierno , y un gobierno que
habrá cumplido su mision , llenado en todo su
objeto. 7
La coaccion y la fuerza vienen mastarde, y se
muestran únicamente cuando el medio adoptado
por el poder no obtiene la aprobacion pública:
como consecuencia de ello aparece y se desple -
ga la resistencia del individuo. Entonces el gobier-
no para hacerse obedecer se vale de duros y vio-
lentos medios , medios que son un resultado in-
dispensable de la humana inperfeccion, imperfec-
cion que se encuentra á la vez en el poder y en
la sociedad. Jamás podrá evitarse completamente
la coaccion ; los gobiernos hasta cierta parte y en
determinadas circunstancias, deberán valerse de
ella siempre; mas la coaccion no constituye su
esencia, y siempre que puedan evitarla deben ha-
cerlo en provecho de todos y para su mayor per-
feccion. Cuanto mas se limite un gobierno á medios
puramente morales , mas fiel serà á su naturaleza
y cumplirá mejor sus destinos. Practicándolo de
este modo no se reduce y aisla como se hace vul-
garmente, obra de un modo mas poderoso y gene-
ral. Dirigiéndose á la razon pública , determinan-
do las voluntades libres , se robustece lejos de de-
bilitarse ; lejos de reducirse se agranda y se ensan-
cha. Entonces es cuando egecuta las cosas mas bri-
llantes y gloriosas , y únicamente cuando el gobier–
no tiene que manejar la fuerza de contínuo , se es-
trecha, se limita siempre mas , hace poco; y aun
es malo lo poco que hace.
Facil es conocer que el gobierno no consiste
CIVILIZACION EUROPEA . 159
esencialmente en la coaccion , que lo que antes de
todo le constituye es un sistema de medios у de
poderes formado con el objeto de conocer lo que
conviene en cada ocasión particular , y de comu-
nicar y hacer adoptar la verdad tanpronto como sea
conocida y descubierta ; y que puede cambiarse la
existencia de un gobierno, no solo sin hacer uso
de la coaccion , sino tambien en el caso de serla
esta prhibida totalmente.
Ahora decidme : no es tal como acabo de des-
cribíroslo el gobierno de la sociedad religiosa? Si
por cierto . La razon es que él solo puede pulsar las
cuerdas de la conciencia y de que él solo tiene la
Have del corazon humano: no puede emplear la
fuerza en manera, alguna; mas por esto no deja de
subsistir ; por esto no está menos obligado á cum-
plir su mision , á llenar sus destinos y á verificar
los actos hechos propios de su naturaleza.
Preciso es que escudriñe cuales son las religio-
sas doctrinas que descubren y señalan el porvenir
del hombre ; preciso es que cuando haya un sis-
tema general de creencias en el que todos los pro-
blemas que la humanidad encierra quedan satis-
factoriamente resueltos , desplegue sus consecuen-
cias y derrame la luz por do quiera ; preciso
es que promulgue y haga obedecer los preceptos
que corresponden á esas doctrinas ; preciso es que
predique sin cesar , que enseñe contínuamente:
que cuando se estravíe la sociedad, la llame de nue-
vo y la conduzca por el camino en que debe
marchar.
La predicacion , la investigacion de las verda-
des religiosas , su enseñanza , las amonestaciones ,
las censuras , la satisfaccion en fin de las necesi-
140 HISTORIA DE LA
dades espirituales , son los destinos del gobierno
religioso , su mas bello y mas sublime poder. Su-
primid como querais la coaccion y la fuerza , y ve-
reis que todas las cuestiones esenciales sobre la
organizacion de los gobiernos se levantan por su
turno , y cada una de ellas reclama una solucion
completa y cabal. Por ejemplo , deberá tratarse
siempre, porque siempre existirá la cuestion que
se debate entre la mayor parte de las sociedades
religiosas , y la de los cuákeros sobre si basta que
cada individuo mantenga y avive por sí la llama
del religioso sentimiento , si bastan las particulares
inspiraciones ó si es necesario un cuerpo perenne
de magistrados que avive y dé pábulo á esa mis-
ma llama , y que aumente esas mismas inspiracio-
nes. De la propia suerte , cuando se ha convenido
en la necesidad de que exista un cuerpo semejan-
te , la cuestion que de esto nacerá , sobre si deben
ser iguales los ministros , ó si entre ellos es necesa-
rio establecer una gerarquia en que haya diver-
sos grados de elevacion y de poder ; esta cuestion ,
digo , no perecerá por mas que hayais negado
á esos magistrados toda fuerza y coaccion . Su-
puesta pues, lá necesidad de existir un gobierno
en una religion , el problema que debe resolverse,
tiene por efecto las bases y los principios de ese
mismo gobierno , las condiciones en fin de su le-
gitimidad. Tal es el deber que nos impone su
sola existencia , lo mismo que la de cualquier
otro.
Las condiciones de un gobierno legítimo , son
iguales para todos : ellas pueden reducirse á estas
dos reglas.
1.ª Que el poder recaiga en manos de los mas
CIVILIZACION EUROPEA. 141
capaces , que se busquen las superioridades legíti-
mas esparcidas en la sociedad , y que se las con-
fiera el mando tan pronto como se encuentren :
2. Que el poder legalmente constituido respete la
libertad y los derechos de aquellos sobre quienes
se ejerce : un buen sistema para organizar el po-
der debidamente , y un buen sistema de garantías
para la libertad.
He aquí la bondad y perfeccion de un gobierno
general , religioso ó civil.
Todos, cualesquiera que sea su naturaleza y
carácter, deben ser juzgados en vista de esas dos
leyes generales.
Asi pues, lejos de reprochar á la Iglesia su mis-
ma existencia, indaguemos como se ha constituido
su gobierno, y si corresponden sus principios á las
dos reglas que acabo de indicar.
Cuando se trata de la creacion y trasmision del
poder eclesiástico , se usa comunmente una palabra
que tengo necesidad de separar de este fugar: tal
es la palabra casta. Suele decirse que forma una
casta el cuerpo de magistrados eclesiásticos . Es-
ta espresion está llena de error , puesto que la
idea de casta , envuelve la de sucesion, y la de
herencia y sucesion no se encuentran en la Iglesia.
Consultad á la historia sino : examinad los paises
en que ha dominado el régimen de las castas: fi-
jaos si os place en la India ó en Egipto ; y vereis
siempre la casta esencialmente hereditaria , y ve-
reis siempre que de padres á hijos se trasmite el
mismo estado y el mismo poder. Donde no reina
el principio de sucesion , no puede reinar tampoco
el principio de la casta. Es claro pues, que se llame
impropiamente casta á la Iglesia , puesto que el
142 HISTORIA DE LA
celibato de los clérigos, ha impedido que llegase á
establecerla el clero cristiano .
Aparecen ya por sí mismas las consecuencias
de esta diferencia; siempre que hay casta, hay he-
rencia , siempre que hay herencia, hay privilejio.
Estas ideas estan unidas , y son dependientes unas
de otras. Cuando se comunican de padres á hijos,
las mismas funciones y los mismos poderes, es claro
que el privilejio pertenece a la familia de una ma-
nera esclusiva , y he aqui lo que aconteció efec-
tivamente en todas las partes en que se radicó una
casta el gobierno religioso.
Todo lo contrario ha sucedido en la Iglesia cris-
tiana: ella ha conservado y defendido el principio de
la igual admision de los hombres á todos los cargos
y á todas sus dignidades, qualesquiera que fuese
su origen, cualesquiera que fuese su procedencia.
La carrera eclesiástica , especialmente desde el si-
glo V hasta el XII , estaba abierta para todos los
hombres sin ninguna distincion : la Iglesia no re-
conocía diferencia de clases ; brindaba à que acep-
sen sus destinos y honores tanto á los que se ha-
llaban en la cumbre de la sociedad , como á los
que estaban colocados en su fondo : muchas veces
se dirijia á estos con mas frecuencia que a aque-
llos . Entonces lo dominaba todo el privilejio : la
condicion de los hombres era escesivamente desi-
gual : solo la Iglesia llevaba inscripta en sus ban-
deras la palabra igualdad : ella sola proclamaba el
concurso libre y general ; ella sola llamaba á todas
las superioridades legítimas á fin de que tomasen
posesión del poder. Tal es la mas grande y fecun-
da consecuencia que ha producido la constitucion
de la Iglesia , considerada como cuerpo .
CIVILIZACION EUROPEA. 145
Aparece aqui otra consecuencia que nace de es-
te mismo hecho. El carácter principal , el inevi-
table efecto de las castas es la inmovilidad. Esta
asercion se halla fuera de toda duda , está confirmada
completamente por la historia . Examínese con
detencion , y se verá que dentro de un estaciona-
rio círculo caen sin remedio todas las socieda-
des políticas ó religiosas en que domina aquel ré-
gimen.
El temor del progreso se ha apoderado de la re-
ligion cristiana hasta cierto punto y en épocas de-
terminadas ; sin embargo no puede decirse que la
Iglesia cristiana haya permanecido jamas immóvil
y estacionaria. Durante muchos siglos ha estado en
un vivo movimiento, y en progreso continuo, tal vez
provocada por los ataques de una oposicion esterior,
ó escitada tal vez por la necesidad de reforma que
ardientemente se fermentaba en su seno. En general
puede asegurarse que se ha movido constantemente
esta sociedad , que ha marchado siempre; y que po-
see una rica , variada y progresiva historia; no debe
atribuirse sin duda semejante efecto á otra causa
que á la admision igual de todos los hombres á los
cargos eclesiásticos ; ese espiritu de buscar sin des-
canso do quiera que pudiesen hallarse los hom-
bres aventajados en conocimiento y talento, ha con-
tribuido poderosamente á mantener y avivar en
la Iglesia el movimiento y el ardor , y á impedir
que llegase á suspenderse jamas la marcha que
tan gloriosamente habia emprendido.
Pero cuales eran los medios de que se valia
la Iglesia para hacer subir á los hombres gran-
des hasta la dominacion y el poder? ¿Cómo pudo
distinguir y hallar los talentos ocultos en lo mas
144 HISTORIA DE LA
oscuro de la sociedad? Cuál ha sido la voz que le
sirvió para llamar á su seno las superioridades
legítimas à fin de que tomasen en el gobierno la
parte que las estaba destinada?
Escuchad.
Regian dos principios en la constitucion de la
sociedad eclesiástica : 4º. El nombramiento del su-
perior por el inferior : 2º la eleccion del superior
por los súbditos , ó la eleccion propiamente dicha
tal como la concebimos hoy.
La ordenacion de los clérigos , la facultad de
elevar un hombre à la dignidad sacerdotal , era
esclusivamente propia de un superior. De la misma
suerte la colacion de ciertos beneficios ecleciásti-
cos , entre otros los anexos á feudales concesio-
nes , pertenecian á un superior del beneficiado: el
rey , el papa , el señor eran los que le nombraban.
En otros casos tenia lugar lo que llamamos elec-
cion.
Durante mucho tiempo , y aun en el de que
hablamos, fueron elegidos los obispos por los cléri-
gos, interviniendo en este acto algunas veces los
mismos fieles; en los monasterios, los monges ele-
gian el abad; en Roma elegian al papa los cardena -
les, y tiempo antes todo el pueblo romano tomaba
parte en la eleccion. Se encuentran pues reconoci-
dos estos dos principios: se hallan puestos en prác-"
tica por la Iglesia especialmente en la época que nos
ocupa. Valiéndose ella de uno ú otro de esos dos
medios encontraba y designaba los hombres que
debian ejercer el poder. Y no solamente coexistian
estos dos principios, sino que como esencialmente
diferentes, estaban en lucha continua. Despues de
muchos siglos y tras de grandes vicisitudes, preva-
CIVILIZACION EUROPEA. 145
loció sin duda en la Iglesia el nombramiento del
inferior hecho por el superior, mas se puede ase-
gurar sin temor de equivocarse que desde el siglo V
hasta el XII, dominaba todavia el principio con-
trario. Y no hay que admirarse de la simultánea
existencia de tan opuestos sistemas. Dirigid vues-
tra vista sobre toda la sociedad, observad el curso
natural de las cosas, el modo con que pasa el po-
der de unas á otras manos; y vereis que esa tran-
sicion se realiza siempre por algunos de los siste-
mas indicados.
Por cierto no fueron inventados por la iglesia:
ellos se hallaban establecidos ya en el providencial
gobierno de las sociedades humanas. Ultimamente
prevaleció en la Iglesia el nombramiento del supe-
rior por el inferior; y á mi modo de ver fué esto
una gran desgracia. De todos modos el otro princi-
pio no ha perecido jamas completamente: bajo dis-
tintas formas: con mas ó menos éxito se ha pre-
sentado en todas las épocas para protestar de la
usurpacion, é interrumpir la prescripcion de su
derecho.
En la época que hablamos era poderosa é in-
mensa la fuerza de la Iglesia cristiana: fuerza que le
habia dado su amor á la igualdad y el profundo
respeto con que miraba á las superioridades legi-
timas. Su sociedad era la mas popular, la mas ac-
cesible á todos los hombres , la mas abierta á los
talentos y á las nobles convicciones del humano
corazon. De aqui sacó toda su fuerza y poder mu-
cho mas que de sus riquezas y de los medios legí-
timos que ha empleado varias veces.
Por lo que toca á la segunda condicion de buen
gobierno, á saber , el respeto à la libertad, vemos
La Lectura TOM. I. 173
146 HISTORIA DE LA
que falta mucho en la sociedad eclesiástica. En-
cuéntranse en ella dos principios ; consignado el
uno , digámoslo asi en sus doctrinas ; é introduci-
do el otro en su espíritu , no tanto como consecuen-
cia de este, sino antes bien por la humana debi-
lidad.
El primero estribaba en la denegacion de los
derechos de la razon individual y en el deseo de
transmitir y comunicar las creencias desde lo al-
to de la sociedad religiosa á todas las partes de la
misma.
Ciertamente es mas fácil elevar á principio una
pretension, que hacerla realmente prevalecer. Nin-
guna conviccion entra jamás en el espíritu huma-
no sin que la inteligencia le abra las puertas. De
cualquier modo que se presente ; cualquiera que
sea el nombre que invoque , es necesario ante to-
do dirigirse af entendimiento , es preciso que pri-
meramente la acepte la razon. Asi la accion pura
y completa de este principio no ha tenido ni podi-
do tener lugar jamás.
El otro principio perjudicial que ha dominado
en la Iglesia, es el derecho de coaccion que se ha-
bia abrogado ; derecho á un tiempo infinito y fu-
nesto , contrario á la naturaleza de la sociedad re-
ligiosa y al origen de la misma Iglesia y de sus
primitivas máximas ; derecho combatido por uno
de los padres mas ilustres , como San Ambrosio,
San Hilario , San Martin , que llegó a reinar á pe-
sar de eso , y que finalmente se convirtió en un
hecho dominante y poderoso. La pretension de
forzar á creer , si juntarse pueden la creencia y
la fuerza , ha sido un error deplorable y trascen-
dental , error que ya en el siglo V se habia intro-
CIVILIZACION EUROPEA . 147
ducido en la Iglesia cristiana , y que tanto á ella
como á los pueblos ha costado muy cara , y que
ha hecho derramar à todos lágrimas de sangre.
Tal ha sido la Iglesia considerada en su natu-
raleza interior ; examinémosla ahora bajo otro pun-
to de vista ; á saber : en sus relaciones con el po-
der temporal .
Despues de haber caido el imperio , cuando en
lugar del antiguo régimen romano , de ese gobier-
no en medio del cual habia nacido y se habia es-
tendido la Iglesia , y con el que tenia hábitos co-
munes y antiguas relaciones , se halló rodeada de
reyes bárbaros , de estos gefes ya errantes de una
parte á otra , ya fijos dentro de sus castillos , cuan-
do se vió circuida y amenazada de hombres tan
rudos y salvages , con los que no la unian ni tra-
diciones , ni creencias, ni sentimientos , fué gran-
de el peligro en que debió hallarse , y muy gran-
de el horror de que debia sentirse poseido.
Una sola idea concibió entonces la Iglesia como
medio de salvarse y subsistir ; tal fué la de con-
quistar á estos nuevos gefes convirtiéndolos á su fe.
Para tener fuerza y prestigio sobre los bárba-
rosera necesario dirigirse á sus sentidos Ꭹ herir
su imaginacion. No lo desconocia la Iglesia , y asi
se vé que en esta época se aumentasen sobre ma-
nera el número , la pompa y la variedad de las
ceremonias del culto. Prueban los cronistas de
aquellos tiempos que atraia por estos medios á los
bárbaros; que presentándoles grandiosos espectácu-
los influia sobre ellos logrando dominarlos á veces.
Fijáronse por fin aquellas bandas errantes, y
abrazaron la religion cristiana ; mas á pesar de esto
continuó la Iglesia corriendo los mayores riesgos .
148 HISTORIA DE LA
La brutalidad , la irreflexion de los bárbaros era
tal, que las nuevas creencias , los sentimientos que
les habia inspirado aquello , no fueron siempre
bastantes para contenerlos y civilizarlos. Bien
presto volvió á reinar la violencia, bien presto no
se vió inas que la fuerza brutal : la Iglesia fue víc-
tima de ella , no menos que el resto de la sociedad.
Para poder subsistir , para poder salvarse en
aquel universal naufragio, se asió la Iglesia fuerte-
mente de un principio que se habia conocido, aun-
que bastante vagante mientras duró el imperio;
á saber: la separacion del poder temporal del po-
der espiritual , y su recíproca indepen dencia.
A favor de este principio pudo vivir la socie-
dad eclesiástica al lado mismo de la sociedad de
aquellas embrutecidas gentes , defendiendo que na-
da podía la fuerza sobre las creencias , sobre las
espéranzas, ni sobre las promesas de la religion:
creyó poder rechazar , y rechazó en efecto los gol-
pes bruscos de la barbarie .
Tales son las útiles y poderosas consecuencias
deducidas del principio que acabo de indicar .
Prescindiendo de las ventajas temporales que sacó
de él la Iglesia , se tiró entonces la linea divisoria
entre el poder civil y el poder eclesiástico, haciendo
que se observasen el uno al otro puestos cada uno en
su respectivo terreno: todavia mas ; proclamando y
sosteniendo la Iglesia la independencia de la razon
pública ,preparó á su vez el triunfo y laindependen-
cia de la razon individual. Decia la Iglesia en aque-
lla sazon que un sistema de creencias religiosas no
podia estar bajo el dominio de la fuerza , y todos
los individuos empezaron desde entonces á hablar
en el bello lenguaje con que ella se espresaba.
CIVILIZACION EUROPEA . 149
Y debia suceder asi , porque el principio del li-
bre exámen, el triunfo de la libertad del pensamien-
to individual, es esactamente el principio y la inde-
pendencia de la autoridad espiritual en comun,
respecto á la autorida temporal.
Desgraciadamente la Iglesia no se contentó con
esto: no se limitó con pretender sustraerse del po-
der civil , sino que quiso tambien dominarle. În-
tentó primero ser independiente , y despues an-
sió reinar y sobreponerse á todo poder , tentativa
que no le fué dificil realizar por cierto .
No debemos creer que semejante pretension no
tuviese otro orígen què la debilidad humana ; sin
duda tuvo razones mas poderosas y procedió de
causas mas profundas. Examinémoslas.
Cuando campea la libertad del pensamiento ,
cuando la conciencia humana no se halla sujeta
á un poder que le rehusa el derecho de examinar
y debatir , es imposible que la sociedad religiosa
ni conciba la idea siquiera de dominar la sociedad
civil. Tal es por lo menos el estado en que hoy se
encuentra el mundo. Mas cuando existe como
existía en el siglo X un gobierno fuerte y robusto
en el órden espiritual , cuando la conciencia y el
pensamiento están sujetos á las leyes , é institucio-
nes que se abrogan el derecho de mandar de una
manera absoluta é ilimitada ; en una palabra , cuan-
do el poder espiritual ha llegado à posesionarse
del todo de la razon del hombre ; natural es que
ese mismo poder tienda á invadir el órden esterior
y civil.
«Como! dirá entonces: yo tengo accion y ejerzo
un derecho sobre lo que existe de mas puro, su-
blime é independiente en el hombre, domino sobre
150 HISTORIA DE LA
su pensamiento y voluntad ; alguna sobre su vida
esterior , no he de tener derecho ni facultad sobre
sus intereses materiales y pasageros? Soy el ór-
gano de la verdad , el intérpetre de la justicia,
y no podré arreglar las relaciones de los hombres
entre si , segun dicta y enseña la verdad y la jus-
ticia?»
Haciendo la Iglesia semejante raciocinio era in-
dispensable que procurase invadir y dominar el
gobierno de la sociedad civil , y esto debia suceder
tanto mas, cuanto que se oponia aquella á todo
progreso del humano pensamiento. No existia en-
tonces mas que una ciencia , la teologia : todas las
demas , la retórica , aritmética , la misma música,
todas entraban y quedaban encerradas en el cír-
culo que las habian trazado la primera. Facil es
pues de ver que hallándose la Iglesia al frente de
todo, necesariamente debia abrogarse el poder ge-
neral de la sosiedad.
Por una segunda causa , debia obtenerlo tam-
bien . Tal era el borrascoso y terrible estado en
que se hallaban los pueblos , en los cuales solo la
violencia y la iniquidad constituian las calidades
propias de sus gobiernos. En la época de que ha-
blamos , no habia en ellos ningun órden , no les
animaba ni dirigia ningun principio de justicia; su
carácter era la fiereza y la barbarie : sus efectos
una usurpacion general y constant . Por mas im-
perfectas, por mas rudas que fuesen las nociones
de moral y justicia que tenia la Iglesia en aquella
sazon , era cien veces menos imperfecto su gobier-
no , escesivamente superior al gobierno temporal.
Ella defendia los derechos de los que se veian per-
seguidos sin razon ; ella era la única que escucha -
CIVILIZACION EUROPEA. 151
ba las quejas de la humanidad doliente. Cuando
un papa ó los obispos proclamaban que un sobe-
rano habia perdido sus derechos , y sus súbdi-
tos estaban libres del juramento de fidelidad ; in-
tervenian sin duda en los asuntos civiles ; mas es-
ta intervencion , aunque sujeta á graves abusos,
era con respeto al caso de que hablamos tan legi-
tima como saludable.
En general , señores , puede decirse que siem-
pre que han llegado á cerrarse á los hombres las
puertas de la libertad , la religion se ha encargado
de abrirlas. En el siglo X , hallándose degradados
los pueblos , y careciendo de fuerza , no se halla-
ban en estado de defenderse , ni de hacer preva-
lecer sus derechos , contra la violencia de sus prín-
cipes y señores : entonces les defendia la religion ;
solo la religion les escuchaba , hablando en nom-
bre del cielo . Ese ha sido uno de los motivos que
mas han contribuido al poder que la Iglesia ejer-
ció despues , la principal quizá de las causas que
prepararon completamente el triunfo que adqui-
rió la teocracia con posterioridad.
Influyó asimismo en ello otra tercera causa,
cuya importancia no ha llegado á conocerse en
mi concepto. Tal es la situacion variada y complexa
en que se hallaban los que ejercian el poder ecle-
siástico. Distintos por cierto eran los caracteres
con que aparecian en el mundo. Por una parte,
eran prelados , esto es , magistrados de la sociedad
formada por la Iglesia : una porcion en fin, del
poder espiritual , y bajo este supuesto , indepen-
diente. Por otra eran vasallos , y como tales , en-
traban en la organizacion feudal. Y no eran so-
los esos dos caracteres los que tenian los gefes

152 HISTORIA DE LA
de la sociedad eclesiástica. Una memoria se habia
comunicado á los soberanos de aquellas naciones
bárbaras ; un resto de las antiguas relaciones de
los emperadores romanos con los obispos , y con
el clero. Por una serie de causas que seria muy
largo enumerar , los obispos se habian acostum-
brado á mirar á estos reyes como sucesores de los
emperadores romanos ; y bajo este respecto , so-
lian atribuirle todos los derechos , y el prestigio de
aquellos , mirándolos con una profunda venera-
ción. Por esto los magistrados eclesiásticos tenian
un triple carácter , un carácter eclesiástico , y co-
mo tal , independiente , un carácter feudal , y co-
mo tal obligados á ciertos servicios ; un carácter
de simples , súbditos , y por tanto obligados á obe-
decer a un soberano absoluto. He aqui , pues , lo
que en aquella ocasion acontecia.
Los soberanos temporales que no eran menos
ávidos de poder que los obispos, se prevalecian con
frecuencia de sus derechos, ya como señores, ya
como soberanos para atentar contra la indepen-
dencia eclesiástica, y apoderarse, ora de la cola-
cion de los beneficios, ora del nombramiento de
los magistrados . Otras veces los obispos se atrin-
cheraban en su propio terreno, reclamaban la in-
dependencia espiritual para negarse al cumplimien-
to de sus deberes, ya como vasallos , ya como súb-
ditos, en términos que en cada una de estas socie-
dades habia un instinto casi irresistible que impe-
lia á los soberanos destruir la independencia de la
Iglesia y á los gefes de la Iglesia hacer de esta mis-
ma independencia un medio universal de domi-
nacion.
Semejante tendencia fué causa de una multi-
CIVILIZACION EUROPEA. 155
tud de hechos que son conocidos de todos. Ella
produjo la querella de las investiduras y una pro-
funda y constante lucha entre el sacerdocio y el
imperio. Asi que las diversas situaciones de los
magistrados eclesiásticos, y la dificultad de conci-
liarlas entre sí, fueron la causa de la incertidumbre
en sus deseos, y de la resistencia y del choque de
sus pretensiones todas.
En fin, la Iglesia tenia con los soberanos una
tercera relacion para ella la mas funesta de todas.
Queria formar las creencias, intentaba castigar la
heregia, mas no tenia ningun medio de lograrlo, no
pudiendo disponer de fuerza alguna material . Se
acusaba, se condenaba á un herege; mas pronun-
ciado el fallo, le faltaban recursos, no tenia poder
para egecutarlo. ¿Y qué hacia entonces? Invocaba
lo que se llama el brazo secular: reclamaba la fuer-
za del poder civil como un medio de coaccion y
castigo; asi que se colocaba por eso mismo en una
posicion de inferioridad y dependencia, deplo-
rable necesidad en que le colocó el principio que
habia adoptado.
Acabaré, señores, porque me falta el tiempo
para tratar de la Iglesia con la estension que cor-
responde. Debo manifestaros todavia sus relaciones
con los pueblos; de que manera se formaron , y
que resultados produgeron para la civilizacion ge-
neral. Es preciso ademas reconocer la historia, y
ver si los hechos consignados en ella desde el si-
glo V hasta el XII, confirman las observaciones que
á cerca de ese tiempo hemos hecho sobre la natu-
raleza y los destinos de la Iglesia .
Esto será pues el objeto de nuestros trabajos
sucesivos.
LECCION VI.

No hemos podido concluir en nuestra última


reunion el exámen del estado en que se hallaba la
Iglesia desde el siglo V hasta el XII. Nos habiamos
propuesto considerarla bajo tres aspectos diversos,
investigar ante todo cual era en si misma, en su cons-
titucion interior, y en su naturaleza como sociedad
distinta é independiente; observar en seguida de
que modo aparecia en sus relaciones con los sobe-
ranos el poder temporal; y finalmente, habiamos
determinado deslindar y describir sus relaciones
con los pueblos. Cumplidas estan ya las dos pri-
meras partes; falta la última ; y vamos á ocupar-
nos de ella en este dia. Ademas procuraré dedu-
cir de este exámen triple una apreciacion general
de la influencia de la Iglesia durante aquella épo-
ca en la civilizacion europea; y comprobar estos
156 HISTORIA DE LA
asertos con los hechos y la historia misma de la
Iglesia.
Creo innecesario advertiros que al hablar de
las relaciones de la Iglesia con los pueblos, no po-
dré descender á minuciosos pormenores, á aque-
llas religiosas prácticas cuotidianas que en todos
los instantes ponen al clero en contacto con los
fieles. Presentaré ante vuestra vista los principios
dominantes, los grandes efectos del sistema segui-
do; y en fin, la conducta observada por la Igle-
sia con el pueblo cristiano.
El carácter, casi me atreveria á decir , el vicio
radical de las relaciones de la Iglesia con los pue-
blos, es la absoluta separacion entre gobernantes y
gobernados, la no influencia de los gobernados so-
bre sus directores , y la independencia del clero
cristiano respecto á los fieles.
Preciso es que aquel mal haya sido provocado
muy imperiosamente por el estado peculiar de los
hombres y de la sociedad de aquellos tiempos, para
introducirse desde el principio en la Iglesia cristia-
na. Sin embargo, en la época que nos ocupa, exis-
tian todavia en esta parte algunos puntos de con-
tacto entre el clero y los fieles; habia algunas oca-
siones, por cierto muy escasas, en que el pueblo
'disfrutaba de una influencia directa en su gobier-
no y en que intervenia aun en la eleccion de sus
obispos. Mas desde el II siglo; era mas rara siem-
pre, y mas débil cada vez semejante intervención:
Îlegó á hacerse visible y palpable su decadencia. Asi
la tendencia del clero á aislarse , á ocupar siempre
mas y mas und posicion independiente, constitu-
yen en cierto modo toda la história de la Iglesia
desde su propio orígen
CIVILIZACION EUROPEA. 157
Nace de aqui, señores, esa infinidad de abusos
que mas tarde debian, costar tan caros á la reli-
gion cristiana. Guardémonos no osbtante de acha-
car al clero esa tendencia al aislamiento , y de
mirarla como peculiar y esclusiva del cristianismo.
En toda sociedad religiosa se repara cierta inclina-
ción á elevar muy alto á los gobernantes sobre el
nivel de los gobernados; en una palabra, á conde-
corarlos con algo de divino y sobre natural. Es un
mero efecto de su misma mision y del carácter con
que deben presentarse á los ojos de los pueblos;
pero este efecto , sin embargo , es mucho mas fatal
en una sociedad religiosa que en otra cualquiera.
En ella se trata de la razon , de la conciencia. de
los futuros destinos del hombre , de lo mas inti-
mo, de lo mas individual, de lo mas puro que ví-
vifica á este privilegiado ser. Grandes serian, seño-
res, los perjuicios que pudieran seguirse, tanto al
género humano como al hombre en particular , de
un abandono completo de esos dotes, y de una en-
tera abnegacion de si mismo.
Este mal pudo cambiar algun tanto , con los
fieles las relaciones de la Iglesia cristiana, pero no
llegó á prevalecer jamas completamente como de-
mostraré despues.
Hemos visto ya que en el mismo seno de la
Iglesia , y para los mismos clérigos, faltaba alguna
garantia á la libertad ; pero los fieles no tenian nin-
guna. Por lo menos podian aquellos discutir y
deliberar , podian por lo menos desplegar y ejer-
citar las facultades intelectuales , y el mominiento
de esas discusiones suplia hasta cierto punto la
falta de la libertad.
Nada semejante mediaba entre el clero y el pue-
158 HISTORIA DE LA
J
blo : era• una mera fórmula la asistencia de los sc-
glares en el gobierno; eran unos simples especta-
dores. Bien pronto pululó , y llegó á prevalecer la
idea de que la Teologia , con todas las cuestiones
religiosas sin distincion , eran del dominio privativo
del clero, que él solo podria tratar de ellas; y que
era el único que tenia derecho á decirlas.
En la época que recorremos , se encontraba
pues , poco menos que definitivamente establecida,
y casi enteramente consumada la separacion legal
del clero y del pueblo cristiano.,
Pero no quiero dar á entender que el pueblo
cristiano se hallase destituido entonces de toda in-
fluencia sobre su gobierno : no , no. Podia carecer,
y carecia en efecto de una intervencion legal ; pe-
ro estaba muy lejos de faltarle influencia : esto es
casi imposible en todo gobierno , mucho mas cuan-
do gobernantes y gebernados respiran en una mis-
ma atmósfera de sentimientos y de creencias .
Cuando se desarrolla y domina esa comuni-
dad de ideas , cuando es uno mismo el ardor in-
telectual que inflama al pueblo y al gobierno , exis-
te entre uno y otro un lazo quizás imperceptible;
pero lazo fuerte é indispensable que no pueden
romper ni destruir todos los vicios reunidos de una
perversa organizacion.
Para presentar con mas claridad este pensa-
miento , tomaré un ejemplo del órden político , que
casi hemos presenciado y tocado nosotros mismos.
En ninguna época de la historia de Francia
se presenta un pueblo mas destituido de toda in-.
tervencion legal sobre su gobierno en fuerza de sus
instituciones, que durante los siglos XVII y XVIII :
nadie ignora que casi habia desaparecido toda in-
CIVILIZACION EUROPEA . 159
tervencion directa y oficial del pueblo en el ejer-
cicio de la autoridad, bajo los reinados de Luis XIV
y Luis XV ; no obstante , tampoco se duda de qué
el público, todo nuestro pais por aquel tiempo ejer-
ció mucha mas influencia en los actos de la adminis-
tracion, que en otras épocas en que con mas frecuen-
cia se convocaban los estados generales , en que
los parlamentos se mezclaban tanto en los asun-
tos políticos, en que entraba el pueblo de una ma-
nera mas visible y lata en la participacion del
poder.
¿Y por qué, señores? Porqué existe una fuerza
que obra sin auxilio de las instituciones, que se en-
sancha y difunde á despecho de estas, arrastrando
en pos cuantos obstáculos pueden oponerle las
leyes y los gobiernos. Tal es la fuerza de las ideas,
la fuerza de la inteligencia pública , la fuerza de
la opinion. Esta opinion pública , durante los últi-
mos siglos , era en Francia mas fuerte y poderosa
que en otras épocas anteriores; y esta opinion á pe-
sar de hallarse sin medios legales para obrar so-
bre el gobierno , lograba indirectamente triunfar
y avasallarle por medio del imperio de las ideas
comunes en gobernantes y gobernados.
Un hecho semejante se verificó en la Iglesia des-
de el siglo V hasta el XII: faltabale al pueblo cristia-
no una acción legal , pero el gran movimiento que
se verificaba en materias religiosas, obligaba á
obrar de acuerdo á los eclesiásticos y á los se-
glares ; y esta necesidad daba incontestablemente
al pueblo infinitos medios de influencia en los ne-
gocios públicos.
Muy en cuenta deben tenerse en el estudio de
la historia las indirectas influencias ; ellas son mu-
160 HISTORIA DE LA
cho mas eficaces : algunas veces mucho mas salu-
dables de lo que se crée comunmente. Es natural
que los hombres aspiren á que sea rápida su accion,
visibles sus efectos ; muy natural que anhelen go-
zar por si mismos de sus buenos resultados de su
poder y de su triunfo. Esto ni es posible siempre,
ni siempre útil, Circunstancias hay, situaciones se.
encuentran en que las indirectas influencias, len-.
tas é inperceptibles son las únicas realizables , las.
únicas provechosas ..
Tomaré aun otro ejemplo del órden político.
Mas de una vez y muy notablemente en 1644 re-
clamó el parlamento ingles, como en crisis análo-
gas lo han reclamado muchas otras asambleas, el de-
recho de nombrar los grandes dignatarios de la
Corona, los ministros , las consejeros de Estado etc.
Aquella corporacion miraba como una inmensa y
preciosa garantia esta intervencion directa sobre el
gobierno. Consiguió alguna vez ejercer esta prero-
gativa y la esperiencia no correspondió jamas á
sus deseos: siempre fue mal hecha la eleccion; siem-
pre estuvieron pésimamente dirigidos los negocios,
No, obstante ¿qué es lo que en el dia sucede en
Inglaterra? No es acaso la poderosa influencia de.
las cámaras la que quita y pone los ministros , la
que decide quienes han de ocupar los principales
empleos del reino unido? Si, señores ; pero sin valer-
se de una intervencion material y directa , sino
de su influencia indirecta y general. Inglaterra ha
llegado ya al resultado á que habia aspirado por
tanto tiempo ; pero por un medio muy diferente
del que sin efecto habia empleado varias veces.
En todo esto , señores , se nota un motivo , so-
bre el cual me ocuparé un momento . La accion
CIVILIZACION EUROPEA . 161
directa supone y exige en los que la tienen depo-
sitada , muchas mas luces , mucho mas tino , mucha
mas prudencia : la obra va á salir de sus manos
inmediatamente y como de improviso : sus errores
produciran irreparables daños ; sus desaciertos de-
ben ser fatales necesariamente. Las influencias,
indirectas por el contrario, no se ofrecen sino al
traves de mil obstáculos que las contienen; por
medio de mil dificultades que las rectifican. Antes
de llegar al anhelado término se ven condenadas á
sufrir una severa discusion , á ser combatidas por
todas partes y censuradas en todos sentidos: jamas
triunfan sino con lentitud, transigiendo y modifi-
cándose las mas veces. Asi es que cuando los co-
nocimientos y la esperiencia no han adelantado
suficientemente ; cuando no cuentan aun los espi-
ritus con el pulso y la madurez necesario , cuando
no inspiran toda la confianza , las influencias in-
directas aunque insuficientes muchas veces , son
entonces preferibles. Por esta razon , volviendo á
nuestro objeto , no debe despreciarse la accion que
ejercia el pueblo sobre el gobierno; ella era muy
débil é incompleta, pero esas influencias por débi-
les é incompletas que parezcan, producen siempre
su efecto.
Habia tambien otro motivo de contacto entre
los clérigos y seglares : tal era el de hallarse des-
parramado por entre todas las clases del orbe cris-
tiano . Cuando una iglesia se ha constituido inde-
pendiente del pueblo que dirige y gobierna , se ha
concentrado casi siempre el cuerpo de los sacer-
dotes á una sola clase , se ha aislado en una sola
posicion inaccesible á los profanos. Si han levan-
tado entre ellos algunas desigualdades muy gran-
La Lectura. TOM. I 174

162 HISTORIA DE LA
des á veces , no ha dejado con esto de pertenecer !
el poder á los colegios sacerdotales que desde el
fondo de los templos dictaban sus leyes al pueblo
que obedecia con acatamiento sus inspiraciones.
Distinta era la forma con que estaba organiza-
da la Iglesia cristiana. Desde el miserable alber-
gue del colono , desde la choza asquerosa del es-
clavo encadenado , al pie del muro del castillo
feudal , hasta el palacio de los reyes, en todas
partes se hallaba , distribuia en todas partes los
consuelos de su mision un sacerdote , un indivi-
duo del clero . A todos los estados , y á todas las
condiciones de la vida del hombre estaba el clero
asociado. Ese desparramamiento de sacerdotes
cristianos, esa participacion de todas las fortunas,
fué un principio de union entre el clero y los se-
glares; principio que ha faltado á casi todas las
iglesias que han disfrutado algun poder. Los obis
pos , los gefes del clero cristiano , ocupaban tam-
bien su rango en la organizacion feudal; á un tiem-
* po eran miembros de la gerarquia civil y de la
gerarquia eclesiástica . De ahí dimanó una comu-
nidad de intereses , de hábitos , y de costumbres
entre el órden civil y el órden religioso ,
Se ha lamentado en gran manera que se pu-
siesen los obispos al frente de los ejércitos , que
se abandonasen los clérigos á las vanidades del si-
glo : estas quejas son fundadas : era aquel cierta-
mente un grande abuso. Pero este abuso fué me-
nos perjudicial sin duda á la sociedad que la ma-
nera de vivir de aquellos otros clérigos, que encer-
rados en sus templos no se comunicaban jamás
con los seglares , ni participaban en nada de sus
intereses ni de sus costumbres. Las relaciones d
CIVILIZACION EUROPEA. 163
los primeros con el pueblo , produjeron una pari-
dad de destinos , una analogia de instituciones,
que si no consiguió del todo , disminuyó por lo
menos los males de un completo aislamiento entre
gobernantes y gobernados.
Ya hemos manifestado esta separacion ; ya he-
mos procurado demarcar sus limites; veamos aho-
ra como dirigia , de que manera obraba la Iglesia
cristiana sobre los pueblos sometidos á su im-
perio.
¿Qué es lo que hacia a favor del sucesivo des-
arrollo del hombre , del interior progreso del in-
,, dividuo? En qué contribuia a las mejoras del es-
Jado social?
Por lo que toca al desarrollo del indviduo , no
creo que la Iglesia se desvelase mucho por él en la
época que estudiamos. El clero trataba de inspi-
rar á los poderosos del siglo mas suaves sentimien-
tos , mas equitativo comportamiento en sus rela-
ciones con los débiles : consolaba á estos con las
ideas de una vida moral , con sentimientos de re-
signacion , y con las esperanzas de un mejor ór ·
den de cosas. Poco era por cierto lo que hacia pa-
ra dar mayor precio y valor á la naturaleza per-
sonal de los hombres . Si algo practicaba , se cir-
cunscribian sus miras al reducido círculo de la so-
ciedad eclesiástica : se esmeraba en fomentar los
intelectuales progresos del clero , se afánaba en
proporcionar á sus individuos toda la instruccion
que permitia la época. No entraban en sus escue-
las los seglares. Fuera del interior de los templos,
procuraba muy poco el progreso de la razon y de
las costumbres ; empleaba para ello medios muy
indirectos y demasiado lentos. Escitaba la actividad
:
164 HISTORIA DE LA
general de los espíritus por medio de la carrera
ventajosa que abria á cuantos juzgaba capaces de
servirla con utilidad ; pero se reducia á esto casi´
todo lo que practicaba para el intelectual desarro-
llo de los seglares ,
Con mayor empeño y eficacia trabajaba en
el progreso y mejoras del estado social . Nadie ig-
nora con cuanta obstinacion combatió los grandes
vicios de aquel estado ; por ejemplo la esclavitud .
Mil veces se ha dicho y repetido que su abolicion
en los tiempos modernos es debida enteramente
á las máximas del cristianismo . Esto es adelantar
demasiado mucho tiempo subsitió la esclavitud
en medio de la sociedad cristiana , sin que la con-
fundiese é irritase aquel estado degradante del
hombre . Preciso fué el concurso de una multitud
de causas , el desarrollo mas completo de otras ideas
y de otros principios de civilizacion , y para que
triunfase al fin la razon de la mas vergonzosa de
todas las iniqui dades. Con
inntínuos esfuerzos
todo , para ponerse
disminuirla,
no dében
en duda sus
para mejorar en lo posible la envilecida situacion
de los esclavos . El poder de su influencia en este
asunto está probado por las fórmulas de manumi-
sion de aquella época. Todos se fundan en moti-
vos religiosos ; casi intervienen siempre las máxi-
mas de la religion , las esperanzas de la vida fu-
tura , y la igualdad religiosa de los hombres .
La Iglesia dirijia sus conatos ademas , á hacer
desaparecer un sinnúmero de procedimientos tan
bárbaros como ridículos ; á mejorar la legislacion
criminal y civil. No ignorais cuan absurda y fu-
nesta era esta á la humanidad , a pesar de algu-
nos principios libres que encerraba : no ignorais
CIVILIZACION EUROPEA. 165
que las mas descabelladas pruebas , el combate
judicial , el simple juramento de algunos hombres
cran los únicos medios conocidos y empleados pa-
ra obtener la verdad, para salvar ó condenar
á los encausados. Tales prácticas repugnaban al
espíritu del cristianismo : él se esforzaba en sus-
tituir otras mas racionales y legítimas.
He hablado ya de la diferencia notable que se
descubre entre las leyes de los visogodos salidas
en su mayor parte de los concilios toledanos , y las
de los demás pueblos bárbaros. Imposible es com-
pararlas sin quedar vivamente sorprendidos de la
superioridad inmensa que distinguen las ideas de
la Iglesia en materia de legislacion y de justicia , en
todo lo que puede interesar al mas acertado des-
cubrimiento de la verdad á la felicidad , y á los
destinos humanos. No puede negarse que se ha-
bian tomado la mayor parte de aquellas ideas de
los códigos romanos ; mas estos códigos , y sus sabios
principios habrían perecido sin remedio si no los hu
biese conservado y defendido la Iglesia , si por to-
dos los medios existentes no hubiese procurado
propagarlos y estenderlos ,
Se trata por ejemplo del juramento en los pro-
cedimientos judiciales? Abrase el código de los
visogodos , y se verá la estremada prudencia con
que se vale de él.
(Lee Mr Guizot ).

«Para conocer mejor la causa, pregunté pri-


» mero, al juez á los testigos y despues examiné las
>>escrituras á fin de que se descubra con mas cer-
>>teza la verdad , y no se tenga que acudir tan fa-
>>cilmente al juramento, Requierese para la averi-
166 HISTORIA DE LA
»guacion de la verdad y de la justicia que las es-
>>crituras de una y otra parte sean detenidamente
> examinadas , y que se presente muy de improviso
>> la necesidad del juramento suspendida sobre la
>>cabeza de las partes. El juramento solo debe usar-
>> se cuando no haya podido el juez tener á mano
"ninguna escritura, ninguna prueba, ni indicio cier-
>>to de la verdad !! »
(For. Jud. L. III, Tit. 1, l. 24.)

En materia criminal , se ve determinada la


proposicion debida entre penas y delitos , en fuer-
za de las mas sanas y juiciosas ideas filosóficas :
vénse en todas partes los esfuerzos de un ilustrado
legislador que forcejea y pugna contra la brutalidad
y violencia de las costumbres. A la simple compa-
racion del título De cæde et morte hominum de aquel
código , con las leyes semejantes de otros códigos,
se prueba suficientemente la exactitud de lo que
queda dicho.
Entre las demas naciones , se miden al parecer
los crímenes , solo por el daño causado , y las pe-
nas por aquella reparacion material que resulta
de una simple composicion : pero entre los viso-
godos se considera el crímen en un elemento mo-
ral y verdadero , en la intencion de su perpe-
trador.
El homicidio absolutamente involuntario , el
causado por inadvertencia , el provocado , el co-
metido por premeditacion ó sin ella , todos los gra-
dos en fin , de culpabilidad que puedan ofrecerse
en cualquier delito, se hallan marcados casi con
la misma precision en aquel célebre código , y de-
finidos casi con tanta exactitud y acierto como en
CIVILIZACION EUROPEA . 167
los nuestros: las penas varian obrando siempre
una proporcion muy equitativa.
No paró aun aquí la justicia del legislador , si-
no que procuró disminuir , ya que no podia hacer
desaparecer del todo la diferencia del valor que
daban otras legislaciones bárbaras á la vida de los
hombres , segun la raza á que pertenecian , y el
rango que ocupaban; pero con respecto á los escla-
vos , no se atrevió á quitar enteramente á los due-
nos, el antiguo y arraigado derecho de vida y muer-
te, contentandose con restringirlo en lo posible,
sujetándolo en un enjuiciamiento público y ordina-
rio. Trasladaré el testo de la ley , muy digno por
cierto , de toda vuestra atencion .
(Lee el orador).

«Si no debe quedar impune ningun culpable


»ó complice , con tanta mayor razon debiera cas-
>tigarse á aquel que ha cometido un homicidio con
>>la mayor perversidad y ligereza. Asi pues , como
>>>acontece con frecuencia, que muchos dueños, ins-
»tigados por su orgullo, dan muerte á sus esclavos,
»sin que estos hayan cometido falta alguna, es muy
» del caso quitar de raiz semejante licencia , y al
»efecto , crear una perpétua ley. Ningun dueño ni
»dueña podrá sin que preceda un juicio público
>> dar muerte á ninguno de sus esclavos varones ó
»hembras , ni á cualquier otro dependiente suyo.
>>>Si un esclavo ó criado comete un crímen que le
» haga merecedor de sufrir la pena capital, su due-
»ño , ó su acusador, avisarà en el acto al juez del
>>lugar donde el delito se hubiese cometido ; ó al
>>conde , ó al duque. Examinado el negccio , si el
»crimen sale probado , que sufra el culpado , ya
168 HISTORIA DE LA
»sea por medios judiciales, ya por mano del mismo.
» ducño , la pena de muerte qué ha merecido ; de
>>tal suerte , sin embargo, que si el juez no quisie-
»re ejecutarlo , dirigirá por escrito contra él una
>>sentencia capital, y entonces quedará al libre ar-
>>bitrio del dueño , matarle ó salvarle la vida. Pero
>>si resistiéndose el esclavo á su dueño , le hiriese.
» ó intentase herir con armas , piedras ó golpes de
»otra especie , y el dueño queriendo defenderse le
>>matase en medio de su cólera , no le alcanzará la
>>pena de homicida. Mas entonces será preciso pro-
>> bar el hecho , por el testimonio ó juramento de
>>los esclavos , varones ó hembras , que se hubie-
>>sen hallado presentes , y por el juramento del
>>mismo autor del hecho. El hombre libre que por
>>efecto de perversidad , ó por su propia mano , ó
>>por medio de otro, matase á su esclavo, sin pro-
>>ceder público juicio , será doclarado infame é in-
»capaz de ser testigo , y condenado á pasar su vida
» en el destierro y en la penitencia ; y sus bienes
>>>destinados á los próximos parientes llamados á
>» sucederle por la ley. »
(For. Jud. L. V1, Tit. V. L. 12).

En las instituciones eclesiásticas encontramos


un hecho que en general no ha sido mirado con
la atencion y el interés que merece ; tal es el
sistema penitenciario. Este sistema es tanto, mas
curioso , cuanto que va perfectamente de acuerdo.
con sus principios , con su aplicacion , por las ideas
y preceptos de la filosofía nioderna,
Si analizais la naturaleza de las penas consig-
nadas en la legislacion de la Iglesia , si estudiais
las penitencias públicas que eran sus puniciones
CIVILIZACION EUROPEA . 169
mas comunes y usuales , hallareis que tienen por
principal objeto escitar el arrepentimiento en el
alma del culpable y el terror moral del ejemplo en
los espectadores. Déjase asimismo entrever la idea
de una expiacion.
Yo no sé , señores , si en tésis general puede
considerarse una pena independientemente de to-
da idea de expiacion; y si es posible que exista una
que ademas de las miras de escitar el arrepenti-
miento en el culpado , y de prevenir la tentacion
del que pudiere serlo , no envuelva tambien el
anhelo, la imperiosa necesidad de expiar la come-
tida injusticia. Mas dejando aparte esta reflexion ,
es evidente que el arrepentimiento y el ejemplo
son el blanco á que constantemente se dirige la
legislacion penal de la Iglesia.
¿Y no es esto mismo , señores , lo que se pro-
pone toda la legislacion verdaderamente filosófica?
¿No son estos mismos los principios en cuyo nom-
bre han pedido los publicistas mas distinguidos
del último siglo y los hombres mas célebres de
nuestros tiempos, la reforma penal de la legislacion
de Europa? Por esto al abrir , por ejemplo, las
obras de Bentham , hállase uno pasmado y con-
fundido al descubrir los muchos puntos de ana-
logia que se notan entre los medios penales que
propone y recomienda , y los que la Iglesia ponia
ya en práctica tantos siglos hace. Es bien seguro
que aquellos publicistas no se han propuesto á la
Iglesia por molde , é imposible tambien que la
Iglesia llegase á preveer que algun dia habia de
ser invocado su testimonio como ejemplo , en apo-
yo de los planes concebidos por filósofos no muy
religiosos por cierto,
170 HISTORIA DE LA
Por último , al mismo tiempo que la Iglesia obra-
ba de este modo , procuraba con todo empeño re-
primir la violencia , y hacer menos frecuentes las
guerras que trabajaban á los pueblos , y afligian
tanto a la humanidad . Todos saben ya en que
consistia lo que se llamaba Treguas de Dios : nadie
desconoce una multitud de otras medidas por me-
dio de las cuales intervenia y luchaba la Iglesia
contra el uso irracional de la fuerza , cuidando en
cuanto le era posible de introducir en la sociedad
algun órden , de derramar alguna luz en medio
de aquellas tinieblas ; de hacer un poco dulces y
apacibles las costumbres de aquellas naciones bár-
baras. Son tan conocidos todos los hechos que so-
bre este particular seria fácil añadir, que creo poder
dispensarme de entrar en causados pormenores.
Tales , señores , son los tres puntos principales
que ebia presentar à vuestra vista sobre las rela-
ciones de la Iglesia con los pueblos. La conocemos
ya en su constitucion interior , y en su doble si-
luacion . Faltanos tan solo deducir por via de in-
duccion ó congetura de lo que llevamos sentado, la
parte que debió tener en la civilacion europea,
cosa que por cierto no será dificil de averiguar y
saber.
Con la sola narracion de los hechos, y la sim-
ple enumeracion de los principios dominantes en
la Iglesia se ha debido revelar y esplicar su in-"
fluencia por si sola: los resultados se han desenvuel-
to delante de vuestra vista al manifestaros las cau-
sas que los produgerón. Entre tanto, si todo lo
reasumimos, veremos naturalmente desprenderse,
sin esfuerzo , dos asertos generales y de grandísimo
interés
CIVILIZACION EUROPEA.- 174
Consiste el primero en que la Iglesia ha debido
ejercer gran influencia en el órden moral é inte-
lectual de la Europa moderna, que su accion lenta,
pero segura, se ha hecho sentir en las ideas y en
los sentimientos de las costumbres públicas. El he-
cho es evidente en sí: el desarrollo moral é intelec-..
tual, ha sido siempre enteramente teológico en nues-
tra Europa. Durante los siglos V y VI no se encuentra
en esta parte del mundo otro principio que domi-
ne y dirija el espíritu humano: todas las oposi-
ciones son tomadas de la teologia, y se considerau
y se esplican todas las cuestiones filosóficas, polí-
ticas é históricas, bajo un punto de vista entera-
mente teológico. Llega á tanto la soberania de la
Iglesia en el órden intelectual, que hasta las cien-
cias fisicas, y las matemáticas no osan traspasar,
los límites prefijados por ella , y se someten sin ró-
plica á sus decisiones.
El espíritu teológico ha sido en cierta manera
el espiritu, la sangre que ha circulado, por la socie-
dad moderna hasta Bacon y Descartes . Bacon en
Inglaterra, y Descartes en Francia, fueron los dos
genios primeros que sobreponiéndose á las cir-
cunstancias, y adelantándose á su siglo, sacaron la
inteligencia de semejante tutela, y proclamaron la
independencia .
Encuéntrase repetido el mismo hecho en todos
los ramos de la literatura; en todas partes á cada
paso se hacen notar los hábitos y sentimientos ;
hasta el lenguage teológico .
No fue tan nociva en general esta influencia co-.
mo pudiera parecer á primera vista, En los prin-
cipios, y durante mucho tiempo, fue muy saludable:
logró no solamente mantener y fecundizar el pen-
172 HISTORIA DE LA
samiento intelectual en Europa, si no que debe
confesarse tambien que los principios y las doctri-
na en cuyo nombre se imprimia ese movimiento
cran muy superiores á todo cuanto habia enseñado
y conocido el mundo antiguo. Habia realmente à
la vez progreso y movimiento.
La situacion de la Iglesia dió á la inteligencia
una estension que no habia alcanzado jamas: una
variedad que nunca habia tenido. En el Oriente la
inteligencia es enteramente religiosa: en Grecia es
casi esclusivamente humana: alli desaparecen del
todo la humanidad propiamente dicha; su natura-
leza y sus destinos presentes llaman aqui todo el
ámbito social del hombre; sus pasiones, sus senti-
mientos y sus actuales intereses. En nuestras so-
ciedades se encuentra por todas partes el espíritu
religioso: en todo se ha mezclado, pero nada ha es-
cluido: reflejan á la vez en la inteligencia moder-
na como en un prisma dorado los hermosos y su-
blimes destellos de la divinidad, y los de la huma-
nidad. Percíbense en nuestra literatura intereses
y sentimientos puramente humanos; pero descú-
brense tambien à cada paso rasgos brillantes que
nos revelan el carácter religioso del hombre, la
mas bella porcion de su existencia, esa existencia
tan rica de esperanzas que se estienden y dilatan
todas en un ilimitado porvenir.
Los dos mas poderosos y fecundos principios
de desarrollo y mejora en el hombre; a saber, la
humanidad y la religion , han obrado de consuno
y con la misma eficacia en nuestras sociedades; à
pesar de todos los males, á pesar de todos los
abusos con que ha ido envuelta y acompañada su
accion, a pesar de los actos de tirania a que ha
CIVILIZACION EUROPEA. 175
dado lugar, debemos decir que considerada la Igle-
sia bajo un punto de vista meramente intelectual
mas ha desarrollado que comprimido, mas ha en-
sanchado que contenido el europeo movimiento.
4
Empero de muy diferente aspecto se presenta
la cuestion examinada bajo el carácter político.
Nadie duda que la Iglesia purificó los sentimien-
tos y suavizó las costumbres bárbaras; nadie duda
que desacreditó y desterró una multitud de prác-
ticas selváticas y absurdas, y nadie duda final-
mente, que con todo esto contribuyó muy podero-
samente á la mejora del estado social; mas con
respecto al órden político, puramente dicho, en lo
tocante á las relalaciones entre los gobiernos y los
súbditos, entre el poder y la libertad, no ha sido
igualmente su influencia benéfica y provechosa.
En esta parte se presenta constantemente la
Iglesia como intérprete , como defensora de dos
sistemas diferentes entre si ; pero todos contrarios
à la libertad de los pueblos ; tal es el sistema teo-
crático , y el sistema del imperio romano ; es de-
cir, el despotismo unas veces bajo formas religio-
sas y otras bajo formas civiles. En todas las insti-
tuciones , en toda su legislacion , en sus cánones,
en sus enjuiciamientos , en todas partes mina cons-
tantemente la teocrácia ó el imperio. La Iglesia en
su estado de abatimiento y debilidad se escuda y
apoya en el poder de los emperadores ; en su es-
tado de esplendor y de fuerza revindica y se apro-
pia aquel mismo poder ostentando sus espirituales
derechos. No necesitamos concretarnos á algunos
casos particulares ; los hechos son generales y re-
petidos. Verdad es que ha invocado con frecuen-
cia los derechos de los pueblos contra el pésimo
174 HISTORIA DE LA
comportamiento de los soberanos ; que ha aplaudi-
do , y aun á veces provocado la insurreccion , que
ha defendido la causa y los intereses de los pue-
blos ante los monarcas : mas cuando ha versado
la cuestion de las garantías políticas entre el po-
der y la libertad ; cuando se ha tratado de esta-
blecer un sistema de instituciones capaces de po-
ner la libertad al abrigo de las invasiones del po-
der , la Iglesia se ha declarado siempre en favor
del despotismo.
Esto no ' debe causar estrañeza sin ocasionar
que se eche toda la culpa á la humana debilidad
del clero , ni atribuirse a algun vicio particular de
la misma Iglesia cristiana. Encuéntrase en ella
naturalmente una causa mas profunda y pode-
rosa.
Toda religion , señores, sea la que fuere, pre-
tende enfrenar las pasiones humanas , y dirigir
la voluntad del hombre . Toda religion se constitu-
ye en sancion , en poder , en gobierno . Preséntase
en nombre de la ley á sojuzgar la naturaleza hu-
mana, así que es la libertad humana quien fija to-
das sus miras , la que absorve toda su atencion;
y la libertad humana es la que le opone resisten-
cia , y la que quiere vencer y avasallar.
He aquí toda la empresa , toda la mision , todas
las esperanzas de una religion cualquiera .
Pero al tiempo que las religiones tienen por
objeto la libertad del hombre, y que aspiran á re-
formar y dirigir su voluntad , solo les queda para
obrar sobre el hombre el medio moral que inspi-
rá el mismo con su voluntad y libertad. Cuando se
tocan otros resortes , cuando se acude á medios
agenos del libre concurso del hombre ; entonces
CIVILIZÁCION EUROPEA . 175
es tratado semejante poder así como se trata el vien-
enteramen-
to o el agua ; es decir, como una fuerzaa
te material; entonces se apartan siempre de su ob-
jeto ; entonces no logran dirigir ni gobernar la vo-
luntad. Para que las religiones cumplan su augus-
ta y sagrada mision , es preciso que se hagan
aceptar de la libertad misma. Si el hombre debe
someterse , hagalo libre y espontáneamente , con-
en libertad en el seno mismo de la sumi-
411 sérvese
sion . Enciérrase en esto el doble problema que
deben resolver las religiones.
Empero estas lo han desconocido con demasiada
frecuencia ; con demasiada frecuencia han conside-
rado á la libertad como un obstáculo, y no como
demasiada frecuencia han olvida-
un medio; con
do la naturaleza de la fuerza á que se dirigian , y
hăn obrado sobre el alma' del hombre como pu-
este
dieraprimer errorha
hacerse con fuerza material ' Hijo de
sido el haberse declarado ca-
si siempre en favor del despotismo contra la hu-
mana libertad , el haber visto en ella un adversa-
rio que era preciso mas bien sojuzgar que robus-
tecer. Si las religiónes comprendiendo bien sus
medios de accion , no se hubiesen dejado caer por
una
pendiente tan natural como engañosa , sin du-
da habrian conocido cuan indispensable era ga-
rantir la libertad para dictar las reglas morales de
conducta ; hubieran comprendido que no pueden
ni deben valerse de otros medios que de los mora-
les; y respetando la voluntad del hombre , se ha-
brian esmerado en dirigirla y gobernarla . Su olvi-
do , su descuido han sido fatales ; por eso en últi–
mo resultado la religion ha tenido que sufrir la
misma suerte y el mismo destino que la libertad ..
476 HISTORIA DE LA
A
Dejaremos en tal estado el exámen de las con-
secuencias generales de la accion que ha ejercido
a Iglesia en la europea civilizacion: ya hemos visto
cuan grande y saludable fué su influencia en el ór-
den intelectual y moral , cuanto mas ha tenido de
perniciosa que de útil en el órden político , toma-
da esa voz en un sentido material y estricto tan
solo falta comprobar por medio de la historia cuan-
to acabamos de deducir de la naturaleza misma
y de la situacion de la sociedad eclesiástica. Vea-
mos pues cuales han sido los destinos de la Igle-
sia cristiana desde el siglo V hasta el XII , y si los
principios que he presentado à vuestros ojos , si
Jos resultados que he deducido de ellos se verifi-
caron realmente segun he creido presentirlos yo.
No os parezca, señores , que tales principios
y consecuencias se hayan presentado en la escena
del mundo con la misma claridad con que acabo
de ofrecerlos á vuestra consideracion . Esto seria un
grande error , muy comun por desgracia en los
que se dedican al estudio de lo transcurrido en
muchos siglos de distancia , pues descuidan la cro-
nología moral, y olvidan que la história es esen-
cialmente sucesiva.
Fijémonos en la vida de un hombre estraordi-
nario , de Cronwell , de Gustavo Adolfo de Riche-
lieu. Lánzáse en la carrera , marcha adelanta ; gran-
des acontecimientos obran en él , y él influye en
los grandes acontecimientos , hasta que llega al
término de sus empresas y de sus adelantos. En-
tonces le conocemos ; pero en conjunto , en su ma-
yor perfeccion , tal como ha salido despues de un
gran trabajo de las manos del artífice supremo.
No era al principio lo que fué despues; no se
CIVILIZACION EUROPEA. 177
halló completamente acabado en ningun momento
de su vida . ha sido formado sucesivamente. La na-
turaleza de los hombres se acaba y perfecciona pro-
gresivamente asi en lo moral como en lo físico ;
cambiase todos los dias , modificase sin cesar su
mismo ser. El Cronwell de 1650 , no es el mismo
Cronwell de 1640. Queda siempre en el fondo la
misma persona , una identidad, el mismo indivi-
duo; pero ¡cuánto han variado sus ideas ! cuánto
han cambiado sus sentimientos ! Cuán diferente
es su voluntad ! Qué de cosas perdidas ! ... qué de
cosas alcanzadas ! ... En ningun momento de la vida
es el hombre tal, como cuando ha llegado á su tér-
mino y complemento.
Asi pues , lo que constituye el error principal
de la mayor parte de los historiadores , es ver re-
producida en cada uno de los instantes de la car-
rera del hombre, aquella misma idea perfecta y
acabada que no se encuentra sino en su término.
Es para ellos el mismo Cronwell el que se preci-
pita sobre el parlamento en 4628 , y el que muere
treinta años despues en el palacio Witehal. Esta
misma inadvertencia , este error mismo se vé re-
producido continuamente al tratarse de institu-
ciones é influencias generales: no incurramos nos--
otros en el.
Acabo de presentaros en su conjunto los prin-
cipios de la Iglesia y de reunir como en un foco
todas sus consecuencias , pero señores , este cuadro,
en rigor histórico , no es enteramente verdadero .
Cuanto en él se encuentra es parcial, sucesivo, arro-
jado acá y acullá en medio del tiempo y del espa-
cio . No espereis , pues , encontrar en la relacion de
los hechos ese conjunto , ese eslabonamiento pronto,
La Lectura TOM. I. 175
178 HISTORIA DE LA
sistemático regularizado . Tendremos que recoger un
principio aqui , una consecuencia mas allá; todo
será incompleto en si , mezclado y esparcido : preci-
so será llegar á los tiempos modernos , al estremio
de la carrera para encontrar ese armonioso con-
junto de principios y resultados.
Voy a presentaros un bosquejo general de
los estados diversos por los cuales pasó la Iglesia
desde el siglo V hasta el XII : no hallaremos en él
una demostracion cabal de mis aserciones, pero
entretanto , tal vez tendremos ya lo suficiente para
presentir su exatitud y legitimidad.
El primer estado en que se nos presentaba la
Iglesia en el siglo V es el del imperial , ó sea Igle-
sia del imperio romano. La Iglesia llegó á persua-
dirse de que habia tocado el término de su carre-
ra , y creyó haber obtenido un triunfo el mas de-
finitivo y completo , cuando vió desplomarse el
imperio de Roma . Habia derribado ya el paganis-
mo : el último de los emperadores que como Au-
gusto y Tiberio tomó el título de soberano ponti-
fice , y ejerció esta 馨 dignidad enteramente pagana ,
fué Graciano que murió a fines del siglo IV. Tam-
bien creyó la Iglesia haber dado el último golpe
á los hereges , principalmente á los arrianos , los
mas formidables de la época , con la completa y
rigorosa legislacion que Teodosio habia formulado
contra ellos. Por consiguiente la Iglesia habia triun-
fado , y tenia sojuzgados a sus dos capitales ene-
migos. Mas cuando se disponia a levantar su domi-
nacion y su primacía sobre las ruinas de la anti-
gua Roma , hallósé frente á frente con otros paga-
nos , con otros hereges , con los bárbaros , y tuvo
que luchar porfiadamente contra los godos los
' CIVILIZACION EUROPEA . 179
vandalos , los borgoñones y los francos. Entonces
comprendió el inmenso vacio ; entonces vió la hor-
rorosa horfandad en que le habia dejado la caida
del imperio. Por lo mismo se dejan comprender
facilmente los recuerdos gratos , el vivo apego que
en su favor declaró conservar la Iglesia y cuan
fuertemente debia adherirse al régimen municipal
y al absoluto poder, restos únicos de sus institucio-
nes. Cuando logró atraer á su seno á los bárbaros
se esforzó decididamente en restablecer el imperio,
Dirigese
J es completamente á sus reyes , les invita,
emp
conjura a hacer era
rom
an
, a to-
mar se , todos
los títulos orederechos ode
dlos s tales, a
entablar las mismas relaciones que s habia tenido con
el imperio. Estas son las miras , las tareas , todos
los afanes de los obispos y dignidades eclesiásticas
de los siglos V y VI.
Era imposible que surtiese efecto esta tentati-
va ; no habia medio ya de, reconstruir la sociedad
romana con seres semejantes á los bárbaros. Do-
minaba en el orbe civil la barbarie , y la Iglesia
no tardó en seguir la suerte general ; tal es su se-
gundo estado. Al comparar los escritos de los cro-
nistas eclesiásticos del siglo VIII , con las obras de
los siglos anteriores , encuéntrase, una diferencia
pasmosa é inmensa. Ha desaparecido todo rastro
de civilizacion ; hasta se ha corrompido el lengua-
je ; diríase que la sociedad entera se ha hundido
en la barbarie: por una parte , obtienen los bar-
baros los títulos y condecoraciones eclesiásticas , y
hasta llegan a ser obispos por otra , los obispos
adoptan la vida de los bárbaros ; y sin dejar sus
dignidades se ponen al frente de cuadrillas , recor-
ien , saquean , talan el pais , y hacen la guerra ,
480 HISTORIA DE LA
lo mismo que pudieran hacerla los camaradas de
Clovis. En Gregorio de Tours encontramos mu-
chos obispos , entre otros Salon y Sagitario , que
llevan una vida vagabunda , errante , propia en
fin , de aquellos tiempos y de aquellos pueblos.
Dos acontecimientos trascendentales se verifi-
caron en el seno de la Iglesia, tal como existia en-
tonces ; el primero y principal fué la separacion
del poder temporal y del poder espiritual. Con el
curso natural de los acontecimientos desplegó to-
da su fuerza este principio . La Iglesia habia in-
tentado en vano hacer renacer el poder absoluto
del imperio romano de que anhelaba hacerse par-
ticipe ; y ningun otro medio le quedaba ya mas
que el de refugiarse á lo sagrado de su indepen-
dencia. En medio de tantos peligros y amenazas
no tenia mas recursos que los que hallaba en sí
misma ; por eso debia defenderse por sí misma. Los
obispos , los párrocos , todo el clero veia con dolor
pasar sus riquezas , sus posesiones , su poder , á
manos de los bárbaros vecinos , cuya ávida rapiña
facilmente hallaba pretestos para invadir los de-
rechos , y para intervenir en los negocios de la
Iglesia. Debia esta en tal caso decirles : « El orden
espiritual que yo poseo es enteramente separado ,
independiente del todo del órden temporal que os
pertenece a vosotros ningun derecho os asiste
para mezclaros en él. »
He aqui la única arma con que por largo tiem-
po pudo rechazar la Iglesia las tentativas de los
bárbaros.
El segundo acontecimiento que pertenece á
aquella misma época, es el engrandecimiento del
órden monástico en el Occidente . Todo el mundo
CIVILIZACION EUROPEA. 181
sabe que al principio del siglo VI dió su regla San
Benito á los monges del Occidente , y que hasta
entonces, poco numerosos, tomaron un incremente
prodigioso . Aunque antes de aquella época se saca -
ban y elegian muchos sacerdotes , y aun obispos
de entre los monges , no eran reputados aun miem-
bros del clero ; esto no tuvo lugar sino hasta fines
del siglo V y principios del VI. Viéronse en aquella
sazon muchos sacerdotes y obispos abrazar la vida
monástica , obedeciendo á los impulsos de su ascé-
tica religiosidad ; entonces fue cuando de repente
el órden monástico hizo rápidos é imponderables
progresos.
Por otra parte herian los monges con mas fuer-
za la imaginacion de los bárbaros ; solo su nom-
bre les infundia respeto ; su vida ejemplar les ins-
piraba veneracion y acatamiento. El clero secu-
lar , un simple sacerdote , un obispo, era para ellos
una cosa comun y usada ; estaban acostumbrados
á verlos , á robarlos , á maltratarlos ; ninguna su-
perioridad podian ejercer sobre ellos. Empero ata-
car un monasterio , insultar á tantos hombres san-
tos reunidos en un lugar sagrado , era trascenden-
tal , era más horroroso.
He aqui como los monasterios se convirtieron
durante la época de la barbarie en impenetrables
asilos para la Iglesia ; y he aquí de que modo la
Iglesia pudo ofrecer un lugar seguro á los seglares.
Los hombres piadosos se refugiaron a ellos como
en el Oriente se habian retirado á la Tebaida pa-
ra huir de la vida mundanal , para librarse de la
escandalosa corrupcion de Constantinopla.
Además de estos dos importantes acaecimien-
tos que acabamos de señalar , verificose al fin d
182 HISTORIA DE LA
aquella época otra tentativa , obra de Carlo Mag-
no, para restaurar el imperio romano. Establecióse
entre la Iglesia y el estado civil una estrecha alian-
za , y la condesciente docilidad de este contribuyó
sobremanera al engrandecimiento de aquella . Frus-
tróse aun otra vez la tentativa por la caida del
nuevo imperio ; mas no perdió la Iglesia por esto
las ventajas que le habian reportado de la alianza .
Nadie disputó desde entonces la supremacia ecle-
siástica de los papas .
Cuando se realizó la muerte de Carlo Magno,
abriose el abismo de nuevo , y apareció por do
quiera el tenebroso caos en que la Iglesia y la so-
ciedad civil se hundieron otra vez. La Iglesia pu-
do salir de él felizmente , tomando una parte muy
activa en el sistema feudal : este es su tercer
estado.
La disolucion de este estado civil trajo consi-
go la del eclesiástico : desapareció toda unidad, to-
da centralizacion ; todo despues de aquella época
fué local , aislado é individual. Dió orígen entonces
la estraña situacion del clero a una lucha de que
habia apenas ejemplar en los anteriores tiempos;
los sentimientos y los intereses del señor feudal
estaban en pugna abierta y en constante oposicion
con los sentimientos y los intereses del sacerdote.
Los gefes de la Iglesia se hallan entre otras dos
situaciones , en medio de tan repugnantes estremos:
aspira cada cual á prevalecer y dominar ; el es-
piritu eclesiástico no es tan poderoso ni universal ;
el interés del individuo tiene raices mas hondas,
mas elementos de triunfo ; su decidida inclinacion
es la indepencia, los hábitos feudales relajan cada
vez mas los vínculos de la eclesiástica gerarquia.
CIVILIZACIÓN EUROPEA. 183
Quísose prevenir entonces ese mal en el seno de la
Iglesia ; y en diversos puntos se procuró, ya por
medio de asambleas , y comunes deliberaciones
ya ensayando un sistema federativo reorganizar
las Iglesias nacionales . Sobre todo en Francia se
trabajo en esta idea , en cuyo desarrollo contribu-
yó muy poderosamente Hinemaro de Reims.
Para realizarla y estenderla , buscó y empleó
este obispo cuantos medios de correspondencia y
de unidad, podian ofrecerle el régimen y costum-
bres feudales. Vesele mantener constantemente la
independencia de la Iglesia , contra las usurpacio-
nes del poder temporal , y forcejar con empeño al
mismo tiempo para no reconocer en este una de-
pendencia ciega , absoluta y omnimoda. El fué
quien sabiendo que el Sumo Pontífice intentaba
pasar á Francia amenazando escomunicar á sus
obispos , dijo:
Si excomunicaturus venerit, excomunicatus abibit.
Pero estos conatos para reorganizar la Iglesia
feudal, fueron tan inútiles como los dirigidos an-
teriormente para la reorganizacion de la Iglesia
del imperio. La disolucion iba siempre en aumen-
to ; era imposible que hubiese en tal estado, ni ar-
reglo , ni unidad. Todos los obispos , todos los pre-
lados , todos los abades , se encerraban y aislaban
cada cual en sus diócesis y en sus monasterios.
Grecia la confusion y el desórden , por todas par-
tes pululaban los abusos mas escandalosos ; y se
vendian ó distribuian por mero capricho los be-
neficios eclesiásticos : entonces llegó á su colmo la
corrupcion de costumbres , en medio del clero
mismo.
Tanto desórden , encontró muy fuerte oposi-
184 HISTORIA DE LA
cion : tanto escándalo conmovió así al pueblo , co-
mo á la mas sana parte del clero : levántase inme-
diatamente en el seno de la Iglesia una rigorosa y
enérgica voz , que clamaba por una pronta refor-
ma ; reconocióse al momento la necesidad de bus-
car una fuerza , una autoridad que reuniese y
coordinase tan desconcertados elementos. Claudio
obispo de Turin , Agobard , arzobispo de Lion , fuc-
ron los primeros que en sus diócesis intentaron
hacer la reforma , é introducir la centralizacion.
La empresa era superior á sus fuerzas, y quedó
sin resultados .
Una sola fuerza habia en la Iglesia bastante á
poder intentarlos y obtenerlos : ella no tardó mu-
cho en prevalecer ; y tal fué la preponderancia
universal de la corte de Roma , que se declaró
definitivamente durante el siglo XI : entonces pa-
só la Iglesia á la época de la teocracia y de los
monasterios , lo que constituye su cuarto estado.
El autor de esta última reforma , el que mas
contribuyó á su desarrollo , en cuanto es dado
conjeturar al hombre , fué Gregorio VII.
Nos hemos acostumbrado á mirar á Gregorio
VII como un hombre que ha querido el retroce-
so de la sociedad , ó que haciéndola permanecer
estacionaria , y casi inmóvil , solo girase al rede-
dor de un destino inflexible : nada es menos ver-
dadero sin embargo. Gregorio VII , fué como Carlo
Magno , y Pedro el Grande , un sobarano reforma-
dor , que para lograr sus designios grandes, puso
en movimiento su autoridad y su fuerza toda ; pa-
ra la Iglesia fué casi lo mismo que fueron aque-
llos dos célebres personages , el uno para la Fran-
cia , y el otro para la Rusia, Quiso reformar la
CIVILIZACION EUROPEA. 185
Iglesia , y por su medio la sociedad civil ; quiso que
reinase en ella mas órden , quiso introducir mas
justicia en las dos : las regularizó por si mismo,
y para si mismo , en virtud del supremo poder
que ejercia, y para ensanchar ó robustecer este
mismo poder.
Al mismo tiempo que aquel sumo Pontífice
con reformadoras , y no estacionarias ni retrógra-
das miras , trataba de estender su influencia y su
poder sobre toda la Iglesia , y sobre toda la socie-
dad civil , verificábase en el interior de los mo-
nasterios una tentativa , un movimiento de la mis-
ma naturaleza. Anhelábase con vivo ardor el res-
tablecimiento del órden y de la disciplina , se
hacia sentir cada dia mas la necesidad de una rí-
gidez moral : y siguió la época de los reformadores.
Roberto de Moléme introdujo una regla muy
severa en Citeaux floreció entonces San Norber-
to , y se verificó la reforma de los canónigos , al
mismo tiempo que se plantaba la de Cluny , y es-
tablecia y proclamaba la suya San Bernardo. Rei-
naba á consecuencia de esto grande y general
fermentacion en el interior de los cláustros : los
monges viejos no podian avenirse con las innova-
ciones ; las miraban como un atentado contra su
libertad , como inoportunas , como contrarias á las
costumbres de la época que era preciso respetar;
y las rechazaban con todo vigor y empeño ; trata-
ban en fin á todos esos reformadores de insensatos,
de ilusos y de tiranos. La historia de Normandía
que nos dejó Orderico Vital , está llena de quejas
y de lamentos semejantes .
La Iglesia presentaba el mejor aspecto, y. pare.
cia que todo se habia convertido ya en provecho
186 HISTORIA DE LA
de su unidad y de su poder , cuando en su seno
mismo se levantaron algunos hombres emprende-
dores , que sin atacar en lo mas mínimo los dog-
mas y las creencias establecidas pedjan á voz y
en grito el derecho de hacer intervenir el exámen
en materias religiosas y en asuntos de fc .
Juan Erigéne , Roselin y Abelardo ; he aquí los
sábios que se declararon intérpretes de la razon
humana , defensores de su libre ejercicio , acérri-
mos impugnadores de la autoridad del hombre co-
mo justo criterio en asuntos de religion : he aquí
los que agregaron sus fuerzas á los reformadores
esfuerzos de Ildebrando y de San Bernardo.
Al investigar la naturaleza y caracter de ese
movimiento, no se ve que tendiese á un cambio
radical en las opiniones, que encerrase una revo-
lucion contra las recibidas creencias ; nada de
esto: solo se pretendia raciocinar libremente, rom-
per hasta en cuestiones de fe las trabas de la
autoridad. Dicenos el mismo Abelardo en una In-
troduccion de la Teologia que sus discípulos le pe-
dian «argumentos propios para satisfacer la razon
que los enseñe, no á repetir sus esplicaciones, si-
no á comprenderlas ; porque nadie sabria creer
sin haber comprendido antes, y hasta ridículo se-
ria enseñar cosas que no habian de comprender
ni el profesor ni los discípulos..... ¿Cuál puede ser
el objeto de una sana filosofía sino el de condu-
cirnos al conocimiento mas perfecto de Dios don-
de deben ir á parar todas nuestras meditaciones
y todos nuestros estudios? ¿Con qué miras se per-
mite á los fieles la lectura de cosas del siglo , y
hasta de los libros de los gentiles, sino para dis-
poner su inteligencia á alcanzar las verdades de
CIVILIZACION EUROPEA. 187
la Escritura Santa, y para adiestrar su discurso
y defenderlas?... Es indispensable por lo mismo
emplear todas las fuerzas de la razón á fin de
impedir que en tan difíciles y complicadas cues-
tiones como las que se ofrecen á cada paso en el
estudio de las doctrinas del Evangelio , no altere
jamas la pureza de nuestra fe la sutileza de sus
enemigos.»
A pesar de hallarse ocupada la Iglesia en su
reforma interior no dejó de sentir y comprender
la trascendencia de aquel movimiento ; alarmóse
vivamente con los resultados ulteriores que pu-
diera dar de sí, y declaró la guerra á los innova-
dores, tanto mas sensibles , cuanto erán sus mé-
todos, y no sus dectrinas los que amenazaban el
golpe.
Entonces empezó la lucha entre el clero y los
que se declaraban defensores del libre pensamien-
to: entonces tuvo su principio ese gran suceso que
ocupa tanto lugar en los siglos XI y XII, que pro-
dujo tantos efectos en la Iglesia teocrática y mo-
nástica. Las quejas de Abelardo y hasta cierto
punto las de San Bernardo, los concilios de Sois-
sons y de Sens que condenaron al primero ; son
una espresion verdadera de aquel hecho que por
un eslabonamiento oculto de resultados se ha per-
petuado hasta los mas modernos tiempos.
En tal estado y en el siglo XII dejaremos hoy
á la Iglesia.
Verificábase por aquellos tiempos otro movi-
miento de distinta naturaleza: el movimiento de
la emancipacion municipal. Inconsecuencia bien
singular de las costumbres ignorantes y groseras
de aquella época . Si se hubiese dicho á uno de
188 HISTORIA DE LA
aquellos honrados comuneros que reclamaban su
libertad y la del pueblo con tanto empeño que
habia hombres que pretendian el derecho de ra-
ciocinar y de examinar; hombres á quienes tra-
taba la Iglesia de hereges, los habrian condenado
al instante á la infamia y á las llamas; mas de
una vez corrieron Abelardo y sus partidarios es-
te peligro. Por otro lado esos mismos escritores
que proclamaban tanto, y que sostenian tan deci-
didamente la libertad de la razon del hombre tra-
taban de desórden abominable , de radical tras-
torno de la sociedad los decididos esfuerzos de los
pueblos para adquirir sus libertades. Se hallaban
en apariencia en guerra abierta el movimiento
filosófico, y el político movimiento: muchos siglos
tuvieron que pasar antes que se conciliasen , an-
tes que llegasen á comprender los hombres la co-
munidad de intereses , y la identidad de objeto
que les unia. En nuestra reunion inmediata , al
tratar de la emancipacion de las municipalidades,
nos convenceremos de los recelos y de la ene-
mistad que separaba aquellos dos poderes.
LECCION VII.

Habiendo ya examinado la historia de los dos


grandes elementos de la civilización moderna has-
ta el siglo XII , el régimen feudal y la1 Iglesia , nos
ocuparemos hoy hasta igual tiempo del tercero;
esto es , de los comunes.
Por lo que toca á estos nos hallamos en una
situacion muy distinta de la en que nos encontrába-
mos para estudiar la Iglesia y el régimen feudal.
La Iglesia y el feudalismo desde el siglo V al XII
se manifestaron en su estado definitivo y completo.
Aunque posteriormente progresaron mas , hemos
visto que en aquel tiempo tanto la Iglesia como el
régimen feudal , se engrandeció , ejerciendo un po-
deroso influjo, obteniendo una incontestable impor-
tancia en la historia de la civilizacion.
Todo lo contrario cabalmente aconteció res-
190 " HISTORIA DE LA
pecto á los comunes. Solo los siglos X y XI nos ma-
nifiestan con claridad su existencia.
No queremos decir con esto que antes de aquel
tiempo carezcan de una historia digna de ser estu-
diada : no queremos decir que sea imposible dis-
tinguir algunos rasgos y vestigios de su existencia:
lo que aseguramos es , que estos rasgos sor muy
inciertos ; que su existencia era oscura, apenas co-
nocida á traves de aquellos tiempos de noche y
de borrasca. Por tanto decimos que en los siglos
X y XI es cuando presentaron los comunes una fi- 1
sonomia determinada : desde entonces constituye-
ron uno de los elementos mas importantes de la
civilizacion de Europa. Por consecuencia de lo que
dejamos dicho nos será imposible comprobar con
los hechos las observaciones que sobre la naturaleza
é influencia de los comunes hagamos hasta el si-
glo XI , asi como lo hemos practicado con respecto
al feudalismo y á la Iglesia, Asistiremos á su cuna:
hablaremos de su origen y de sus causas; mas todo
lo que podremos decir , será como por via de pre-
vision , sin que se pueda inyocar ningun testimo-
nio de los sucesos que sean conocidos de todos.
Me he esplayado, señores, tanto en esta adver-
tencia preliminar, para preveniros , y aun para
prevenirme a mi mismo, á cerca de lo que pueda
haber de imperfecto é incompleto en el gran cua-
*
dro que nos disponemos á trazar.
Supongamos que en aquellos momentos terribles
de 1789 , en que empezaba la gran regeneracion
de la Francia se hubiese levantado de su tumba,
y comparecido de repente en medio de nosotros uno
de aquellos ciudadanos del siglo XII : supongainos
que se le hubiese dado á leer , en caso que leer su-
CIVILIZACIÓN EUROPEA. 191
piese, uno de esos folletos que en aquella época agi-
Laban tanto los espíritus..... el de Mr. Sieyes por
ejemplo : que es el tercer estado? Sus ojos se fijan al
momento en esas palabras objeto principal de
aquel opúsculo ; á saber : «El tercer estado es la
nación francesa con escepcion del clero y de la
nobleza. »
Ahora bien, ¿cuál hubiera sido la impresion que
produjesen estas palabras en el alma de aquel
hombre? ¿Os parece que seria capaz de compren-
derlas? No señores, no. Es imposible que compren-
da lo que quiere decir nacion francesa , porque no
le representa esta frase ninguno de los sucesos
conocidos , ninguno de los hechos de su tiempo ; y
si alcanza tal vez á entender su sentido ; si percibe
claramente que es la soberánía constituida en el
estado llano sobre toda la sociedad , creerá que esta
es una pretension loca é impia : tan contraria será
á lo que siempre habra oido , á lo que en su alre-
dedor habrá pasado ; y á todas sus ideas y senti-
mientos en fin.
Coged ahora por la mano ese misino plebeyo ,
y conducidle en seguida á la presencia de uno de
los comunes de la Francia de nuestra época: Ile-
vadlé à Reims, á Laon, á Nayon; y vereis que un
nuevo asombro llega á apoderarse de él.
Entra en la ciudad, y no ve torres y murallas,
ni hombres armados, ni medio alguno de defensa:
todo está abierto y franco para el primero que en
ella quiera penetrar. Busca inmediatamente la se-
guridad comun, y comprende que no existe; á lo
menos que es débil é insinificante: penetra en lo
interior de la ciudad, pregunta por lo que en ella
pasa, que clase de erno la dirige y la suerte
192 HISTORIA DE LA
de sus habitantes, y se le contesta que fuera de sus
muros hay un poder que la manda y la dirige, el
cual forma la milicia de sus ciudadanos, á quien es
envia á la guerra sin su consentimiento: se le habla
de magistrados, de regidores, del alcalde , añadien-
do que los pueblos no tienen parte alguna en sus
nombramientos: se le hace saber que los negocios
públicos no se deciden en comun , que un minis-
tro del rey y un intendente lo gobierna y lo ad-
ministra todo desde lejos: ademas se le manifiesta
que los habitantes carecen de todo derecho para de-
liberar juntos sobre sus negocios é intereses y que
si son llamados por la campana de la Iglesia, ya
no es para que se reunan en la plaza pública.
El ciudadano del siglo XII no puede menos de
quedar atónito y confundido: hace poco estaba lle-
no de admiracion y asombro al contemplar la
grandeza de la nacion, y al ver la importancia que
se da al tercer estado; y he aqui que al entrar en
el seno de las ciudades vé en ellas una servidum-
bre, una impotencia, una cualidad para él la mas
funesta y deplorable. Desde la vista de un espec-
táculo raro, pasa á la contemplacion de otro espec-
táculo igualmente raro, y contrario diametralmen-
te: percibe al comunero convertido en soberano, y
al comunero convertido en esclavo: personage nu-
lo; porque si es algo considerado en la primera
hipótesis, llega á ser nada en la segunda.
¿Cómo comprenderá , pues; como podra conci-
liar ideas tan contrarias, ni se dará razon de lo
mismo que está viendo y observando?
Dejemos ahora á ese comunero , y pasemos a
examinar su siglo . En el siglo XH se presentará á
nuestra vista un espectáculo totalmente contrario .
CIVILIZACION EUROPEA. 195
Siempre que fijemos la vista en el estado, en el
gobierno del pais, en la sociedad en general, vere-
mos que desaparece ese ciudadano; que no es na-
da; que no solamente deja de tener importancia,
sino que si queremos saber lo que piensa , como
se espresa, y cual es á sus propios ojos el estado
en que se halla con respecto al estado general de
la Francia, veremos que se encuentra en una si-
tuacion la mas degradante y abatida; veremos que
su lenguaje es el lenguaje de la humildad; obser-
varemos que los antiguos gefes, los señores, aquellos
de quienes adquirió sus franquicias le tratan, á lo
menos de palabra, con una pasmosa insolencia ,
que ellos sufren y por lo cual no se irritan siquiera .
Penetremos en su ciudad y estudiemos lo que
en ella pasa. A primera vista veremos el cambio
completo de la escena .
Nos hallamos en una especie de plaza muy
fuerte, defendida por los comuneros armados: es-
tos hombres eligen por sí mismos sus magistrados,
juzgan, castigan, se reunen para deliberar sobre los
negocios públicos; todo se decide en estas asam-
bleas : tienen una milicia propia , hacen la guerra
por su cuenta y contra sus señores; en una pala-
bra, se gobiernan solos siendo verdaderos sobe-
ranos.
Este contraste es del mismo efecto para noso-
tros que el que ha dejado asombrado al ciudadano
del siglo XII al contemplar la Francia del siglo XVIII.
Ello es en conjunto un gran cuadro trasparente
en que se ven las mismas figuras, á escepcion de
que se ven del reves; es el mismo espectáculo, el
mismo drama, solo que ha cambiado de tiempo, y
se ha mudado la situacion de los actores. Aqui la
La Lectura TOM . I. 176
194 HISTORIA DE LA
nacion lo es todo , los comunes nada: allá" la nacion
es nada, y los comunes todo.
Indispensable es que en el espacio de tiempo
transcurrido entre los siglos XII yXVIII, se hayan ve-
rificado los mas grandes acontecimientos, los tras–
tornos mas estraordinarios: preciso es, señores,
que se hayan consumado las revoluciones mas-
profundas y asombrosas; para producir en la exis-
tencia social de una clase un cambio tan inmenso.
Sin embargo, es indudable que a pesar de està
diversidad que resalta tanto entre unos y otros
comuneros, políticamente hablando, el tercer esta-
do de 1789, fué descendiente y heredero de los
comunes del siglo XII. Esta misma nacion francesa
tan altiva y ambiciosa; esta nacion de tan desme-
didas pretensiones, que con tanto orgullo proclama
su soberania, y que no solo quiere gobernarse y
regenerarse á sí misma, sino que intenta gobernar
y regenerar al mundo; desciende incontestable-
mente de esos comunes que tan oscuramente y còn
tanto valor se revolucionaban en el siglo XII sobre
algunos palmos de tierra, solo con el objeto de sa-
cudir la tirania espantosa de algunos señores.
Preciso es que encontremos la esplicacion de
tan estrañas y montruosas metamorfosis en los
sucesos que se consumaron desde el siglo XII al
XVIII. Examinaremos el tercer estado , pues aun
que en él no encontremos todo el secreto de sus
destinos, conoceremos sin embargo su verdadero
y primitivo gérmen.
Si queremos tener una idea de lo que eran los
comunes , tendremos que considerarlos bajo sus
'dos principales puntos de vista. Primeramente
consideraremos su naturaleza , de que modo llega-
CIVILIZACION EUROPEA . 195
ron á emanciparse, y de que medios se valieron para
causar en el seno de las demas clases de la sociedad
las grandes y profundas mudanzas que ocasiona-
ron. Examinaremos además su régimen, el estado
interior de los pueblos emancipados, las relaciones
mútuas de los ciudadanos , los principios dominan-
tes y las costumbres que llegaron á prevalecer
De esto pace , señores , por una parte el cam-
bio acaecido en la situacion social de los ciudada-
nos , y de la otra su situacion interior. Ningun
hecho existe que haya sido producto de esta in-
fluencia , el cual no hayaprovenido de una u otra de
las anunciadas causas. Asi que , cuando las hayamos
comprendido perfectamente , y despues de cono-
cer la emancipacion de los comunes por una parte,
y su gobierno por la otra, tendremos , por decirlo
asi, en nuestras manos, las dos claves para esplicar
su historia,
Ante todo advertiré una cosa que creo de mu-
cha inportancia. Ciertamente son muchas las se-
mejanzas que unen y las diferencias que separan
á los comunes del siglo XII y á fe que no son los
mismos los de Italia, Francia é Inglaterra. Por lo
tanto lo que voy a decir á cerca de los comunes
no puede aplicarse a todos indistintamente. No
descenderé sin embargo , à las circunstancias par-
ticulares de cada uno de ellos ; y me contentaré
con indicarlas solamente , pues que en el curso de
la civilizacion se presentarán mas claras á nues- ·
tra vista , y podremos estudiarlas de mas cerca.
A fin de adquirir una idea completa de la emanci-
pacion de los comunes se hace preciso recordar el
estado en que se encontraban las ciudades desde
el siglo V al XI despues de la caida del imperio
$
196 HISTORIA DE LA
T
romano y hasta que empezó á realizarse la revuel-
tacomunal. Repetiré aqui lo que acabo de decir ;
á saber: que la diversidad es muy notable y muy
grande , y que se descubre en las ciudades una
prodigiosa variedad con respecto á los distintos
paises de Europa; pero como existen hechos gene-
rales que convienen á todas ellas , lo que diga será
general : si llego á salir de semejantes límites
me concretaré á hablar de alguna nacion deter-
minada ; será para hablar de los comuneros de
Francia , y en especial de los del Norte : estos for-
maran la imágen que mas resalte en el cuadro que
voy á bosquejar.
A la caida del imperio romano , y en el espa-
cio que media desde el siglo V hasta el X , puede
decirse que los comunes no se hallaban ni en un
estado de absoluta servidumbre , ni en el de una
libertad completa. En el uso de las palabras es
fácil incurrir en el mismo error que en una leccion
anterior os he hecho notar en la pintura de los
hombres y en la descripcion de los sucesos . Cuan-
do una sociedad ha durado siempre , y su lengua-
je se ha conservado , reciben las palabras un sen-
tido completo , preciso y determinado ; un sentido
verídico y oficial en cierto modo : el tiempo hace
´entrar en el círculo de cada voz una multitud de
ideas que se revelan y se desplegan tan luego co-
mo aquella se pronuncia ; ideas que no teniendo
todas la misma data, no convienen igualmente á to-
das las épocas.
9
Las palabras servidumbre y libertad , por ejem-
plo , descubren en nuestro espíritu ideas infinita-
mente mas precisas , sumamente mas completas
que los hechos correspondientes á los siglos VIII ,
CIVILIZACION EUROPEA . 197
XI y X. Si decimos que las ciudades se hallaban
en el siglo VIII en un estado de libertad , decimos
demasiado , puesto que damos á esa voz un signi-
ficado que está muy distante de representar lo que
acontecia en aquel siglo . Igual error esperimenta-
remos si decimos que aquellas ciudades se hallaban
enun estadode servidumbre; puesto quelo que enten-
demos por servidumbre no conviene á la situa-
cion en que se encontraban las municipalidades
de entonces. Asi que vuelvo á decir , que las ciu-
dades ni eran libres , ni esclavas : sufrian de se-
guro todos los males que acompañan la debilidad
humana : eran víctimas de la depredacion conti-
nua , estaban sujetas á la violencia del mas fuerte;
y con todo, á pesar de tan horribles desórdenes, á
pesar de esa situacion tan deplorable y funesta,
á pesar de su despoblacion y pobreza , conservaban
las ciudades cierta importancia . En su mayor par-
te habia un clero , un obispo que ejercia grande
poder , que tenia mucha influencia sobre sus ha-
bitantes , y que sirviendo de lazo entre los vence-
dores y vencidos , mantenia en ella una especie
de independencia , defendiéndola con el escudo de
la religion . Todavia mas : encontrábanse en aque-
lla sazon en medio de las ciudades muchos y gran-
des fragmentos de las instituciones romanas. Veri-
ficábase en dicha época , y lo demuestran las no-
ticias históricas recojidas con el mayor cuidado por
Mr. Savigny , Hullmann , Mr. de Lezardiére , etc.
la convocacion del senado, de la curia; se hablab-
de asambleas públicas, y de magistrados munici-
pales . Los testamentos, las donaciones , una multi-
tud de actos de la vida civil se celebraban en la Cu-
ria con intervencion de los magistrados de la mis-
198 HISTORIA DE LA
ma manera que se hacía en la municipalidad ro-
mana. Verdad es que cesaba siempre mas la poca
actividad que habia y la escasa libertad de que se
disfrutaba; verdad es que la barbarie, el desórden
y la desgracia que iban de dia en dia en aumento
contribuyeron poderosamente en su rápida des-
poblacion. El establecimiento de los conquistadores
del pais y la preponderancia que empezaba á te-
ner la vida agrícola , fueron tambien para las ciu-
dades una nueva causa de decadencia y ruina;
y aun los mismos obispos cuando entraron en el
feudalismo , dieron á la existencia municipal me-
nos importancia de la que en si tenia. Por fin, cuan-
do el régimen feudal se entronizó completamente y
llegó á dominarlo todo , sin que cayesen las ciuda-
des en la dura servidumbre de los colonos , queda-
ron sujetas al poder de su señor y perdieron con
este motivo algo de la independencia que habian
conservado en los tiempos de la mayor barbarie,
en los primeros siglos de la invasion. Asi se vé que
desde el siglo V hasta que el feudalismo fué orga-
nizado definitivamente empeoró de contínuo el es-
tado de las ciudades . :
Cuando se estableció aquel por fin , despues de
haberse fijado cada hombre en sus respectivos do-
minios , y al cabo de cierto tiempo en que la vida
errante habia cesado, comenzaron las ciudades á
adquirir cierta importancia y comenzaron de nue-
vo á desplegar cierta actividad. Siempre que se
fija el hombre; siempre que cesa el estado de tras-
torno y agitacion en que se encuentra es instinti-
vamente desplegada su actividad. Que haya un po-
co de paz , que reine el orden algún tanto ; vereis
entonces como el hombre cobra aliento , como le
CIVILIZACION EUROPEA. 199
reanima la esperanza y como se entrega con ella
ardorosamente al trabajo.
Tal es lo que sucedió en las ciudades : tan pron-
to como se organizó el régimen feudal , tuvieron los
poseedores de feudos nuevas necesidades : surgió
de entre ellos un deseo de mejora , un instinto
hácia el progreso , y para llenar este deseo , para
que estas necesidades fuesen satisfechas, circuló
el comercio y se vivificó la industria en las ciu-
dades y sus dominios sus puertas se abrieron
entonces à la riqueza y á la poblacion , que justa-
mente fueron introduciéndose en ellos.
Una de las muchas causas que contribuyeron
á esta mejora, muy poderosa en mi concepto, y á
la cual no se ha dado la importancia que tiene, es
el derecho de asilo que tuvieron las Iglesias.
t Antes que los comunes se constituyesen , antes
de que por su fuerza y por la de los muros que
los cercaban pudiesen ofrecer defensa y pro-
teccion á los desolados habitantes de las campiñas,
existia al menos la seguridad que se encontraba en
la Iglesia, cuya sola circunstancia bastaba para con-
ducir á las ciudades muchos desgraciados y fugi-
tivos. Entonces corrian estos á acojerle, y no so-
lamente los que esto hacian eran hombres de la
clase inferior , como siervos y colonos ; sino que á
veces buscaban seguridad y asilo en los sagrados
lugares , ricos proscritos y en una palabra , hom-
bres de consideracion é importancia .
Las crónicas de ese tiempo están atestadas de
semejantes ejemplos. Vense con frecuencia hombres
poderosos ayer , perseguidos hoy por un vecino
mas poderoso aun , tal vez por el rey mismo ; hom-
bres que forzados á abandonar sus dominios , y
200 HISTORIA DE LA
levando consigo lo que les es dado llevar , huyen
á una ciudad para refugiarse en su iglesia y pasan
de este modo á la condicion de ciudadanos.
A mi modo de ver debieron ejercer estos hombres
alguna influencia en el progreso de las ciudades;
ellos condujeron alli alguna riqueza , é introduje-
ron algunos elementos de una poblacion superior
á la masa de sus habitantes. Por otra parte , ¿quién
ignora que cuando se forma una asociacion algo
considerable , afluyen los hombres á ella por todas
partes , ya porque encuentren mas seguridad , ó
ya por el solo deseo de reunirse y vivir en comun?
Por el concurso de todas estas causas las ciu-
dades adquirieron alguna fuerza , tan pronto como
el régimen feudal fué regularizado algun tanto. La
vida errante era para los nuevos conquistadores
un poderoso medio para satisfacer las necesidades.
Cuando querian entregarse al pillaje hacian una
correria ; é iban entonces á buscar una nueva for-
tuna en lejanos paises y en diversos dominios.
Una vida semejante debió cesar tan pronto como
cada uno se estableció en sus propiedades respec-
tivas ; mas no cesaron igualmente sus deseos vio-
lentos , ni sus necesidades groseras , ni su instin-
to brutal. En vez de ir á lo lejos para entregarse
al pillaje y á la devastacion , saquearon y destru-
yeron las cercanas poblaciones. Su peso terrible
gravitó desde entonces sobre las ciudades , y sus
vecinos fueron siempre mas víctimas de la ambi-
cion y violencia de los señores. Ellas se aumentan
escesivamente desde el siglo X , y en esta época
se hacen oir mas que nunca las quejas y lamentos
de los comuneros por la falta total de protec-
cion y seguridad. Cuando volvian de las espedicio-
CIVILIZACION EUROPEA . 201
nes los mercaderes á sus ciudades , encontraban
y veian los caminos sitiados por el señor feudal y
sus vasallos. En el momento en que comenzaba la
industria faltaba toda seguridad , Nada irrita al hom-
bre tanto como el verse turbado en sus legítimos
goces y privado de los frutos que se prometia por
su trabajo ; se irrita , se exaspera entonces mucho
mas que si se le oprimiese en una existencia mono-
tona , y á la que por fin llega á habituarse al ca-
bo de mucho tiempo. Por esto se encuentra en el
movimiento progresivo que impele á un hombre
á la sociedad , á la fortuna , á un principio de re-
sistencia , un instinto contra la violencia y la ini-
quidad , mil veces mas fuerte y enérgico que el
que en otra situacion pudiera , manifestarse.
He aquí el estado en que las ciudades se halla-
ban durante el siglo X. Tenian mas fuerza , mas
importancia , mas riquezas é intereses, y al mismo
tiempo tenian una necesidad mas imperiosa de de-
fenderse, ya que estos intereses, estas fuerzas, y es-
tas riquezas , eran siempre mas codiciadas por los
señores feudales. Los medios de resistir se aumen-
taban á proporcion que aumentaban y crecia el
mal y el peligro. Todavia mas : el régimen feudal
daba un ejemplo constante de oposicion y resisten-
cia. La voluntad individual que sacudia todo yugo,
que rechazaba todo freno , sostenia una lucha por-
fiada y constante entre los señores principales , y que
pendian de estos , entre los poseedores de grandes
feudos , y los que tenian cortos y reducidos domi-
nios : he aquí la naturaleza y estado del feudalis-
mo; he aquí el cuadro que entonces presentaba
la sociedad ; cuadro cuya vista debia influir sobre
manera en el ánimo de los vecinos de la ciudad,
202 HISTORIA DE LA
pues que en el momento en que mas oprimidos
eran por sus señores , recibian de estos una leccion
contínua de resistencia y de lucha.”
Tal leccion no fue inútil del todo , pues á pe-
sar de la estraña debilidad de los habitantes de
las ciudades , y de la desigualdad inmensa de con-
dición entre ellos y sus señores , se insurrecciona-
ron finalmente de todas partes.
No se puede señalar á este suceso una época .
precisa: dicese generalmente que la emancipacion
y libertad de los comunes , comenzó á obrarse en
el siglo XI ; mas antes de que llegasen á relacio-
narse los grandes acontecimientos , estos aconteci-
mientos que cambian la faz del mundo , ¡ cuántos
esfuerzos quedan enteramente ignorados ! ¡ cuántos
sacrificios son enteramente perdidos !
En semejantes casos, y para tales desgracias se
encarga la providencia de aumentar el valor , de
prodigar las virtudes , las acciones heróicas , y el
hombre mismo; y solo despues de los mayores y
costosos trabajos , ignorados unas veces , é inútiles
en apariencia otras , despues que los mas nobles y
ardientes corazones han caido en el desaliento,
convencidos de que era imposible la realizacion de
sú causa , es cuando su causa vence , es cuando
triunfa su causa.
Esto cabalmente sucedió con los comunes . Por
cierto que desde el siglo VIII , se verificaron diver-
sas tentativas de resistencia , que se hicieron los
mas heróicos sacrificios para conseguir su inde-
pendencia , sacrificios tan oscuros como perdidos, y
á quienes faltó á su tiempo el éxito y la gloria.
Ellos , aunque no produjeron por de pronto el de-
seado efecto, influyeron sin embargo , en los pos-
CIVILIZACION EUROPEA. J 205
teriores sucesos , conservaron , avivaron el espíritu
de libertad, y prepararon últimamente la grande
insurreccion verificada en el siglo XI.
De propósito, señores, he pronunciado lá pálábra
insurreccion, pues que efecto de una insurreccion
de las ciudades contra el feudalismo , fué la
emancipacion é independencia de los comunes.
El primero y constante hecho que en el siglo XI
se observa, es la formacion de una milicia com-
puesta de los vecinos de las ciudades , que sé ar-
maban con lo primero que les venia á las manos.
Rechazaban estos hombres algunas veces con el
mayor denuedo , al señor y á sus encargados,
cuando en su ciudad iban á hacer alguna estor-
sion ; otras veces acometian el castillo ; siempre,
en fin , estaban en lucha contínua. Si esta les era
desgraciada , si eran vencidos por su señor , caian
inmediatamente por su órden , en las fortalezas
que aquellos habian levantado al rededor de la
ciudad , lo mismo que cerca de su casa .
Estraño parecerá acaso , que las casas de los
ciudadanos fuesen resguardadas igualmente por
fortalezas , pero es así ; pues tan pronto como se
habia realizado la confederacion comun entre los
vecinos de cada ciudad , despues que habian pen-
sado defenderse juntos, el primer acto de cada
ciudadano , era encastillarse dentro de su casa , y
oponer desde ella una fuerte resistencia al señor
Seudal. Comunes, cuyos nombres son hoy conocidos
apenas ; por ejemplo , el de Vezelay , en Niver-
noes , sostuvieron contra el señor , una lucha tan
heróica como constante. La victoria fué favorable
al abate de Vezelay , y se ve que al momento
manda la demolicion de las fortificaciones de sus
204 HISTORIA DE LA
comuneros , cuyos nombres nos ha trasmitido la
historia , al través de la oscuridad y de los siglos.
Para conocer mejor la situación de aquellas
gentes, entremos en lo interior de sus habitaciones.
examinemos su construccion particular , y el géne-
ro de vida que allí llevaban ; y observaremos que
todo presenta el carácter de guerra , y que allí to-
do está destinado á la guerra.
He aquí el modo de construccion de la casa
de cada ciudad en el siglo XII en cuanto podemos
distinguirla hoy. Por lo comun constaba de muchos
pisos ; y en cada piso habia una sola pieza : el
cuarto bajo era una sala en que comia la familia:
el primer piso era muy alto como un medio de se-
guridad y defensa , y esta es la circunstancia mas
notable que tenia. Habia en el mismo un aposento
destinado para el dueño y su mujer: el segundo
piso tenia una estancia cuyo uso se ignora ; pero
que serviria probablemente para los hijos y el
resto de la familia : terminaba la casa en una espe-
cie de torreon desde el cual se observaba el mo-
vimiento de los enemigos y descubria á largas dis-
tancias. Estaba defendida por un baluarte trian-
gular á veces , y por lo comun cuadrado. Tal era
la habitacion del comunero , su construccion nos
revela que su objeto era el de guerrear , y que su
fin era el de resistir y defenderse.
Despues que dura largo tiempo la lucha se ha-
ce por fin la paz , por fuertes y ostinados que
sean los partidos beligerantes. Los tratados de paz
entre los comuneros y sus adversarios , entre el se-
ñor feudal y los habitantes de las ciudades , fueron
las cartas , las franquicias municipales que estos
recibieron de aquellos. La insurreccion fué enton-
CIVILIZACION EUROPEA . 205
ces general : no intento decir que hubiese mas
coalicion entre las ciudades que obrasen de con-
cierto todos los comuneros que habitaban en sus
respectivos pueblos ; nada de esto , su situacion
sin duda era la misma por todas partes : todos
eran presa de sus señores , ó estaban á lo menos
en peligro de serlo : todos sufrian la misma opre-
sion y tiranía. Teniendo por otra parte todos los
que vivian en las ciudades iguales medios de
resistencia , casi los emplearon del mismo mo-
do en aquella época ; mas o hubo un plan gene-
ral entre todas las ciudades para resistir la tira-
nia de sus señores porque era de todo punto im-
posible.
Las comunicaciones eran entonces difíciles,
raras, pasageras , se hallaban las ciudades en una
situación completamente aislada . Pudo algu-
nas veces ser contagioso el ejemplo , se insurrec-
cionaron algunas comunidades en vista de la resis-
tencia que oponían otras , y casi fueron iguales
los fueros que se otorgaron á distintas ciudades.
La carta de Noyon por ejemplo sirvió de modelo
á la de Boves de Saint- Quentiu etc. Con todo, yo
creo que el ejemplo de algunas ciudades no fué
tan eficaz y poderoso , como se supone , y que no
procedió en manera alguna aquel levantamiento
de un sistema concentrado y general. Muy diver-
sas y hasta contrarias fueron las vicisitudes de
aquella larga y trabajosa lucha : ora vencidos; ora
vencedores eran los comuneros ; y cuando parecia
que la guerra tocaba á su término , cuando se ha-
bian hecho las paces , y era por todos jurada la
carta , se faltaba á la fe, se violaban las condicio-
nes del tratado , se eludia por fin de todos modos
206 HISTORIA DE LA
lo que el señor feudal y los comuneros habian en-
tre sí estipulado y convenido.
Gran parte tomaron y sumo influjo tuvie-
ron los reyes en las diversas alternativas de la
guerra. No es mi ánimo hablaros detenida-
mente ahora de lo que eran en aquella sazon
los soberanos ya lo vereis estensamente cuan-
do me ocupe en especial de la monarquia. Mu-
cho se ha exagerado, y mucho tambien se ha dismi-
nuido por los amigos y enemigos de la corona; la in-
fluencia que esta tuvo en la emancipacion y depen-
dencia del estado comunal. Ambas opiniones como
estremadas se han apartado á mi modo de ver de la
verdad. Os hago ahora esta indicacion , y me con-
tento con deciros, que el poder de los reyes fué in-
vocado sucesivamente por los comunes y por los
señores , y que aquellos intervinieron ya en favor
de unos , ya en favor de otros ; que han sido muy
distintas las fases que en los diversos tiempos ha
empleado la corona ; que los reyes estaban anima-
dos ahora de un principio , ahora de otro ; que han
cambiado sucesivamente de intenciones y deseos ,
que han seguido una conducta á veces contraria;
mas que en general y tomando en globo los suce-
sos , han influido mucho en el curso y desenlace de
estos , y que su influencia ha sido mas útil que
nociva , mas ventajosa que perjudicial.
Mas á pesar de todos los azares que corrieron
los comunes, á pesar de las vicisitudes que esperi-
mentaron, a pesar de ser continuamente violadas
sus cartas y sus franquicias, se verificó al cabo
la emancipacion completa. La Europa entera y en
especial la Francia que se babia visto durante un
siglo cubierta de insurrecciones, se vio cubierta de
CIVILIZACION EUROPEA. 207
cartas que eran mas o menos favorables à las ciu-
dades respectivas. Gozaban estas sus fueros con
mas o menos seguridad: mas en fin, los tenian y
hacian uso de ellos. Habia prevalecido la insur-
reccion , sus efectos fueron al cabo reconocidos
y de hecho se convirtieron en un verdadero de-
recho.
Descubramos , señores, sus inmediatas resultas
y que cambios debiesen producir en la sociedad.
Por de pronto nada se mudó, comenzando por las
relaciones de los comuneros, con el gobierno ge-
neral del pais , con lo que llamamos ahora el Es-
tado. De seguro que desde entonces no intervinie-
ron en el mas de lo que habian intervenido hasta
aquella época: todo permaneció local, aislado: cada
ciudad quedó como antes encerrada en el círculo
de un feudo.
Una circunstancia con todo contribuyó á que sa-
liesen los comuneros de la situacion en que se en-
contraban , si bien que de una manera lenta y pau-
latina. Tal fué la comunicacion que se habria entre
ellos y el rey. A veces los comuneros invoca-
ban la proteccion del soberano ó pedian su garan-
tia al tiempo de prometerse ó jurarse las cartas:
otras veces invocaban los señores la intervencion
del rey , para que fallase y decidiese sobre las
pretensiones entre ellos y los habitantes de las
ciudades. A peticion de una ú otra de las dos par-
tes y por una multitud de causas diferentes cono-
ció el rey de la querella ; y de ahí resultó una re-
lacion bastante frecuente en algunas ocasiones muy
estrecha entre este y los comuneros. Valiéndose
de esa relacion y por medio de semejante conducta
se acercaron personas tan inmensamente sepa-
HISTORIA DE LA 208
radas entre sí; y los habitantes de las ciudades que
hasta entonces habian vivido en una situacion en-
teramente solitaria y aislada , principiaron á lle-
gar al centro general del estado.
A pesar de que era todo local se creó tambien
por la emancipacion de los comunes una clase ge-
neral y nueva . Ninguna coalicion , ningun punto
de contacto habia con los que vivian en diversas
ciudades : faltábales como clase una existencia
pública y social : estaba por cierto llena la tierra
de hombres que se hallaban en una situacion ente-
ramente semejante , que tenian los mismos intere-
ses , á quienes animaban los propios sentimientos
'que vivian con las mismas costumbres. A pesar de
que esos hombres se hallaban separados entre sí,
tarde ó temprano habian de acercarse y unirse es-
trechamente , habia por fin de nacer cierta cen-
tralizacion , cierta unidad que no podia menos que
unir la clase media . Asi que la formacion de esa
gran clase debió ser el resultado necesario , el
producto inmediato de la emancipacion de los co-
munes.
No debemos creer que esta clase fuese en aque-
lla sazon lo que posteriormente ha sido . No sola-
mente es la misma , sino que encierra elementos
del todo distintos formábanla tan solo en el siglo X
los mercaderes , que hacian un comercio pequeño
y en círculo igualmente pequeño reducidos pro-
pietarios, en fin , ya de casas ya de tierras que ha-
bian fijado su habitacion en la ciudad . Transcur-
rieron tres siglos y comprendia ya esta clase ademas
de ricos comerciantes y grandes propietarios , los
abogados , los médicos , hombres que se habian
dedicado á las ciencias , y á las letras , y todos los
CIVILIZACION EUROPEA . 209
magistrados locales. La clase media se fué formando
sucesivamente y de partes heterogéneas; y de se-
guro que no se ha tenido en cuenta todo esto siem-
pre que se ha escrito de ella. Todas las veces que
se ha hablado de esa clase , ha parecido, que se le
suponia igual en todas las épocas, compuesta siem-
pre de los mismos elementos ; suposicion absurda y
que desmiente altamente la historia . Preciso es sin
embargo remontarnos á su orígen y seguir un curso
social , preciso es que veamos como nacieron den-
tro de ella profesiones nuevas , como se crearon
nuevas situaciones morales , un nuevo estado in-
telectual , á fin de que conozcamos sus cambios y
vicisitudes , para que podamos entrever sus desti-
nos , y alcanzar todo su poder. En el siglo X , lo
vuelvo á decir, solo constaba esa clase de pequeños
nogociantes que volvian á las ciudades que habi-
taban daspues de haber hecho sus compras y ven-
tas , y de reducidos propietarios, ya de tierras , ya
de casas que se habian domiciliado en alguna ciu-
dad. He aqui el origen , el primer raudal de esa
clase tan grande y tan inmensa despues.
El tercer resultado que produjo la emancipa-
cion de los comunes , es la lucha de todas las clases
sociales , lucha que es en sí el hecho mas impor-
tante de los tiempos modernos y forma en cierto
modo toda la historia. La Europa moderna , seño-
res , no es otra cosa que un resultado de la lucha
constante entre las diversas clases de la sociedad.
En otras partes ella ha producido efectos ciertamen-
te muy diferentes : en Asia por ejemplo triunfó
del todo un estado ; el régimen de las castas su-
cedió luego al de las clases , y la sociedad quedó
entonces inmóvil , helada : se encerró en un cír-
La Lectura . TOM. I 177
210 HISTORIA DE LA
culo estacionario. Nada de esto , merced á la pro-
videncia , sucedió en Europa. Entre nosotros nin-
guna clase ha podido vencer del todo , ninguna
clase ha sido completamente vencida. Su lucha le-
jos de detener y parar la sociedad en su curso, la
ha impelido fuertemente, la ha hecho rápidamente.
progesar. Las relaciones recíprocas de las distintas
clases , la necesidad en que se hallaban de comba-
tir todos y de ceder cada cual a su vez , là con-
trariedad de intereses , la variedad de pasiones;
todo esto ha creado en las sociedades modernas
un sentimiento el mas vivo y enérgico : esto ha
sido el mas fecundo y poderoso principio de la
civilizacion europea. Despues de haberse detestado
entre sí todas las clases, despues que han comba-
tido sin entrega ni descanso , despues que las han
reparado las costumbres mas diversas , las situa-
ciones mas contrarias, los intereses mas opuestos ,
se han cercado por fin entre sí, se han puesto las
unas al lado de las otras, se han asimilado todos
sus elementos; y en todos los paises de Europa se
ha formado cierta unidad , cierto espíritu general ,
una comunicacion de intereses , de ideas , de sen-
timientos, que ha terminado por fin la guerra y
ha sido el mas completo y glorioso triunfo. Na-
die duda que en Francia por ejemplo en los si-
glos XVII XVIII asi moral como socialmente esta-
ban muy reparadas todas las clases. Mas nadic
tampoco duda que se hallaba muy adelantada la
fusion general, que habia una verdadera nacion
francesa, que no era tal ó tal clase , y que sin em-
bargo las comprendia todas en su inmenso cir-
culo , que todas estaban animadas de un mis-
mo sentimiento , que tenían una existencia social
CIVILIZACION EUROPEA . 211
comun , llenas en fin de una verdadera naciona-
lidad.
Asi pues, de la variedad; de la enemistad y de
la lucha ha acido en la Europa moderna el con-
cierto, la unidad y la paz ; hechos todos que se ma-
nifiestan de dia en día mas poderosos y brillantes.
Tales son, señores, los grandes efectos públicos
y esteriores creados por la revolucion que se con-
sumió en la clase social de que tratamos, Veamos
ahora cuales fueron los efectos morales de ese cam-
bio; que mudanzas debió producir en el alma del
comunero la situacion en que desde entonces se
encontró.
Ilay una circunstancia que llama toda la aten-
cion al observar las relaciones de los que com-
ponian esa clase tanto en el siglo XII como en
los posteriores con el gobierno del Estado . Ya en-
tendereis que os hablo de la timidez de espiritu
de aquellos hombres , de su estremada humildad ,
de su escesiva modestia en sus pretensiones é in-
fluencia en el gobierno, de la facilidad rara con que
de todo se contentaban. Nada hay en ellos que
nos revele ese espíritu verdaderamente político,
ese espíritu que quiere influir sobre todas las co-
sas, reformar toda institucion, que intenta gober-
narlo todo . Nada hay que nos descubra lo atrevi-
do del entendimiento humano , y lo dilatado de
su ambicion. Señores, solo hay dos causas que pró-
ducen el vigor y la ambicion del espiritu huina-
no en la esfera política. Necesario es , ó que el
hombre conozco toda su dignidad y alta impor-
tancia y que alcanze su poder los destinos de
otros y en un horizonte muy dilatado ; ó bien es
preciso que encierre y lleve dentro de si el sen-
:
212 HISTORIA DE LA
timiento de una completa independencia, la certe-
za de su propia libertad, la conviccion de que no
hay ningun destino superior á su destino , que no
existe ninguna voluntad superior á la suya. De
aqui ha provenido siempre la actividad y la am-
bicion del hombre, la necesidad viva de obrar, de
esanchar la esfera de su accion , de obtener los
mas prontos y poderosos resultados. Ambas con-
diciones faltaban cabaliente al ciudadano de la
edad media. Habeis visto ya que solo tenian im-
portancia en el lugar que habitaban , que su ac-
cion y poder no salia del círculo estrecho en que
el pueblo se hallaba encerrado , y que no ejercian
influencia alguna en ei gobierno del Estado . Asi
es que carecían y debian carecer de todo senti-
miento de independencia social .
En vano habian vencido, en vano habian ob-
tenido una constitucion : el ciudadano de enton-
ces al compararse con el señor que habitaba cer-
ca de él, comprendia todo su abatimiento é infe-
rioridad, por mas que este fuese vencido y ven-
cedor aquel. No sentia ese orgullo, esa altivez fie-
ra, esa independencia del propietario de un feudo:
gozaba de una porcion de libertad , pero no como
suya propia, pues que habia adquirido por la aso-
ciacion de los demas , tan dificil como precario
recurso
De alli partia aquella reserva , aquella timidez
de espíritu que le dominaba : de alli partia tam-
bien la modestia y la estrema humildad de sus
costumbres y lenguaje: aun el medio de su con-
ducta firme y vigorosa; modestia y humildad que
transmitió á los mas remotos descendientes.
No vereis nunca que conciba vastos proyectos
CIVILIZACION EUROPEA . 213
ni le vereis tampoco deseoso de introducirse en
empresas grandes: cuando á ellas le lanza el aca-
so se ve agitado y pesaroso; le abruma la respon-
sabilidad, tiembla por las consecuencias, se siente
lejos de su esfera, y trabaja con ahinco para vol-
ver á introducirse en ella. Por esto en là historia
de Europa, y especialmente en la de Francia ve-
mos, que el individuo de la clase media es esti-
mado; hasta respetado, pero raras veces temido,
porque sobre sus adversarios no ha producido
nunca la impresion de un grande y terrible poder
verdaderamente moral.
Nada tiene de estraño, señores, esta debilidad
de aquel ciudadano moderno: la causa principal
se encuentra en el mismo orígen , en las circuns-
tancias que han precedido á la emancipacion del
antiguo ciudadano . El orgullo, la ambicion, la in-
dependencia, la actividad, y la estension del pen-
samiento político, la necesidad de intervenir en
los negocios del pais, elconvencimiento de la mag-
nitud del hombre, por el solo motivo de que lo es;
el deseo de tener poder si es capaz de ejercerlo,
en fin, son disposiciones y sentimientos modernos,
procedentes todos de la civilizacion moderna ; re-
sultado de esa gloriosa generalidad que la carac-
teriza , y que hará que no la falte sobre el gobier-
no de la nacion una intervencion , un peso, una
influencia de que nuestros mayores han carecido .
En la lucha de intereses locales que los comu-
nes tuvieron que sostener, desplegaron por el con-
trario una energia y perseverancia de que no hay
ejemplo en la historia. Tan grande era la empre-
sa que habian acometido, tantas las dificultades
que tenian que vencer, y tales los peligros que
214 HISTORIA DE LA
debian arrostrar, que les fue necesario un valor y
constancia á toda prueba.
En el dia se tiene una idea muy errónea de la
vida del ciudadano en el siglo XII y XIII . Wal-
ter- Scott en su novela Quintin Durward, nos hace
la pintura de un corregidor de Lieja . Le presenta
como un personage de comedia gordo, flojo, débil,
inesperto y cobarde, que solo piensa en påsar la
vida con comodidad y placer.
Esta pintura es muy infiel: ella no se parece
en nada á la del comunero del siglo XII .
El ciudadano de aquel tiempo llevaba siempre
la cota de malla sobre su pecho, la pica figuraba
siempre en su mano: su vida era tan guerrera, du-
ra y feroz, como la de los señores , contra quienes
combatia constantemente. Luchando contra todos
los peligros, haciendo frente á todas las dificulta-
des, no pudo menos de adquirir ese carácter váro-
nil, esa ostinacion enérgica que se han oscurecido
un poco en la muelle actividad de los tiempos
modernos.
Ninguno de los efectos sociales y morales que
la emancipacion de los comunes produjo, ninguno
se habia desarrollado completamente en el siglo XII:
tan solo en épocas posteriores se desplegaron del
todo: solo por aquel tiempo podemos distinguirlos.
Yo quiero que los conozcais desde luego: para esto
penetremos en lo interior de un comunero del si-
glo XII, observemos su gobierno, veamos los he-
chos que prevalecian en él, por último, los princi-
pios que formaban las relaciones de los ciudada-
nos entre sí.
Ya recordareis que al hablar del régimen mu-
nicipal legado por el imperio romano á la Europa
CIVILIZACION EUROPEA . 215
moderna he dicho que el pueblo rey era la metró-
poli de unagrande coalicion de municipalidades , tan
soberanas en otro tiempo como la de Roma . Cada
uno de estos pueblos habia tenido la misma exis-
tencia que aquella ciudad: antes de que fuese con-
quistada era una corta república del todo indepen-
diente, que ajustaba la paz, que declaraba la guerra
y que se gobernaba por sí sola . A medida que
estos pueblos se fueron incorporando al imperio ro-
mano, el derecho de paz y de guerra, el de le-
gislar, el de imponer tributos, todos los derechos
en fin que contribuyen la soberania, salieron de
cada ciudad y se encontraron en Roma. Desde en-
tonces solo hubo una municipalidad verdadera-
mente soberana que reinaba sobre gran número
de municipalidades, que solo tenia una existencia
civil, esta era la municipalidad de la ciudad roma-
na. El régimen mudó de carácter, y el municipio
en vez de ser como lo habia sido hasta entonces
un gobierno político, quedó solamente como un
medio administrativo: tal fué la gran revolucion
consumada por el imperio romano .
Las municipalidades reducidas à una simple
administracion , se limitaron desde aquella época
á los negocios puramente locales, á los intereses
materiales de la ciudad, y este era el estado en que
se hallaron las ciudades todas á la caida del impe-
rio romano.
En el caos de la barbarie se confundieron to-
das las ideas, asi como se habian confundido todos
los hechos: y enteramente borrada la linea divisoria
entre la administracion y la soberania, fueron lle-
vados los negocios por el curso del azar y de la
fuerza. En cada lugar se ejercian los derechos ad-
216 HISTORIA DE LA
ministrativos ó de soberania , segun que eran unos
y otros reclamados por la necesidad . Cuando se
insurreccionaron las ciudades para tener alguna
seguridad, se hicieron soberanas. De seguro que no
lo hicieron para realizar una teoría política, ni por
un sentimiento de indignidad; y se apropiaron el
derecho de levantar un ejército, de imponer con-
tribuciones, de hacer la guerra, de nombrarse por
sí solos sus gefes y sus magistrados, de gobernar-
se en fin por sí mismos, fué con el único objeto de
poder resistir á los señores contra quienes se in-
surreccionaron.
El gobierno interior de las ciudades era un me-
dio de seguridad y defensa: asi es que por lo
dicho se ve que la soberania que habia salido de
las municipalidades por las conquistas del pueblo
romano, volvió á entrar en ellas por el levanta-
miento de las ciudades contra el señor que las
oprimia y tiranizaba; y este es el carácter político
que tuvo la emancipacion de los comunes.
No pretendo suponer que fuese completa esta
soberania: vestigios quedaron aun en aquella sazon
de una soberania ejercida desde fuera del pueblo.
A veces el señor conservó el derecho de nombrar
un funcionario público para la sociedad , que toma-
ba por sucesores algunos de los magistrados muni-
cipales de ella: otras percibia ciertos tributos, y
no faltaron ocasiones en que esta soberania, este-
rior de los comunes pasó á manos del rey.
Por otra parte las ciudades se hicieron señoras
unas veces, tan pronto como entraron en el círcu-
lo feudal; siendo otras feudatarias. Asi poseian las
primeras la parte de soberania inherente al domi
nio feudal.
CIVILIZACION EUROPEA . 217
De todo esto resultó como se vé una amalgama
de derechos, y que por la doble circunstancia de
conquistadores y dueños poseedores de un feudo,
adquirieron las ciudades una verdadera soberania.
He aqui como se gobernaban los comunes, á lo
menos en sus primeros tiempos, por lo que se de-
duce de los monumentos que nos han quedado , si
bien bastante oscuros é incompletos. Todos los ha-
bitantes formaban una asamblea comunal: hacian
parte de ella los que habian jurado defender la ciu-
dad, juramento que debian prestar cuantos habi-
taban en ella.
Al primer toque de la campana estas personas
se reunian todas : alli nombraban los magistrados.
Elegidos estos magistrados, cuyo número y atribu-
ciones variaron segun los tiempos, se disolvia la
junta. Estos funcionarios públicos gobernaban
solos muy arbitrariamente, sin otra responsabilidad
que las elecciones nuevas, ó las conmociones po-
pulares, medio que en aquellos tiempos servia para
hacer efectiva la responsabilidad.
Ya comprendeis que la organizacion interior
de las ciudades se reducia á estos dos elementos
tan claros como sencillos: la reunion general de
los habitantes , y un gobierno invertido de un po-
der que rayaba en arbitrario con la sola responsa-
bilidad de la insurreccion y de las asonadas. Im-
posible era especialmente por el estado en que se
hallaban las costumbres establecer un gobierno
regular , y constituir verdaderas garantias de ór-
den y duracion. La mayor parte de los comunes
se hallaban sumidos en un grado de ignorancia, de
brutalidad y de fiereza , que hacia imposible la
constitucion de todo gobierno.
218 HISTORIA DE LA
Al cabo de algun tiempo fué tan poco notable
y segura la sociedad de los comuneros , como inse-
guras y poco notables habian sido hasta entonces
las relaciones de los comuneros con sus señcres.
Muy pronto se formaron dos clases entre ellos mis-
mos , inferior la una , y superior la otra. No es
dificil conocer la causa.
´Cuando se fijan las ideas y establecen las re-
laciones sociales , nacen en el seno del Estado cier-
tas profesiones legalmente constituidas , y que for-
man unas verdaderas corporaciones. Asi sucedió
en las ciudades: tan pronto como se emanciparon,
se introdujo en ellas el privilegio , y desde enton-
ces fue muy desigual la condición de sus habi-
tantes.
Aparecieron luego algunos comuneros impor-
tantes por sus riquezas, que á pesár de su humil-
de condicion ejercian una influencia casi decisiva
en los negocios públicos. Esta division se realizó
entre los comunes , formando una parte de pobla–
cion bastante elevada , y otra sujeta á todos los
errores, á todos los vicios del populacho. El comu-
nero de la clase superior , se vio forzado siempre
a contener por una parte el feróz instinto de la
mas baja clase del pueblo , y á rechazar por otra
las contínuas tentativas que hacia el autiguo señor
para recobrar el poder que habia perdido.
Tal fue la situacion en que se hallaron las ciu-
dades hasta el siglo XVI, y no solo en Francia, si-
no tambien en toda Europa : quizá esta fué la cau-
sa principal que impidió á los comunes de la ma-
yor parte de los pueblos , especialmente á los de
la Francia , adquirir la importancia política que
hubieran podido tener.
CIVILIZACION EUROPEA. 219
Dos instintos igualmente contrarios estaban en
contínua pugna : el espíritu de la poblacion infe-
rior, era ciego, feroz , y desenfrenado , y tenia la
clase superior una clase de timidez , un deseo de
transigir en todas las pretensiones , ya de los an-
tiguos señores , ya del rey, para introducir la paz
y establecer un tanto el orden en las ciudades;
mas ninguno de esos dos instintos podria dar á los
comunes grande importancia en el gobierno del
estadó.
No se habian manifestado todos estos efectos
en el siglo XII; sin embargo, ya podian adivinarsè
por el carácter mismo de la insurreccion , por la
imanera con que habia comenzado , y por los di-
versos elementos de que constaba la poblacion
comunal.
Estos son los mas generales resultados que ha
producido la emancipacion de las ciudades de su
gobierno interior : ya he indicado que estos efectos
no habian sido tan uniformes y generales como
acabo de esponer, y que se halla una diferencia
muy notable en los comunes de Europa. Por ejem-
plo en Italia y en el mediodia de la Francia domi-
nó el régimen municipal romano , y no fué la po-
blacion tan desigual en si misma , ni constó de tan
diversos elementos como en el norte. De aqui na-
ce que la organizacion de estos comunes fué mu-
cho mejor , ya porque proviniese de las tradicio-
nes romanas , ó ya por efecto del estado mas per-
fecto de la poblacion. En el norte prevalece el feu-
dalismo en el centro de las ciudades: allí se dirige
toda la lucha contra los señores. Los comunes del
mediodia se ocupan mas en su organizacion inte-
rior, su mas vivo instinto parece que es el progre-
220 HISTORIA DE LA
so y la mejora. Por un conocimiento único pudie-
ra predecirse en aquellos tiempos que habian de ser
algun dia independientes repúblicas. La condicion
de los comuneros del norte , y en Francia sobre
todo, es mas ruda , menos completa , menos propia
para fomentar el desarrollo y la mejora. De este
estado encontraremos nuevas diferencias si fijamos
la vista en Alemania , Francia é Inglaterra.
Imposible es entrar ahora en sus detalles , y
nos pararemos en observarlos segun vayamos in-
troduciéndonos en esta historia.
Al principio, señores, las cosas presentan todas
un mismo sello y fisonomia ; y solo mas tarde por
medio de un lento y desarrollo sucesivo, aparecen
con toda su riqueza y variedad : despues da prin-
cipio un nuevo movimiento que conduce á las so-
ciedades á un centro coniun ; al centro formado
por el órden y la libertad , centro y término
glorioso , objeto de todos los votos y esfuerzos del
humano corazon .
LECCION VIII.

Todavia no llevo presentado completamente


el plan del presente curso : he indicado su objeto,
pero he pasado adelante sin considerar en conjun-
to la civilizacion europea , ni señalar el punto
de donde partiamos , al camino que debiamos re-
correr , y el término á que vamos á parar. Los
tiempos que hasta aquí hemos reconocido se es-
plicaban por si mismos en cierto modo ; ó nos los
revelan suficientemente sus inmediatos y positivos
resultados. Empero en un estudio tan vasto como
el presente , llega un instante en que lo desconoci-
do de los lugares que hay que penetrar , y las ti-
nieblas que en ellos reinan detienen nuestros pa-
sos ; y no solo tenemos que traer entonces á
la memoria el punto de que hemos partido , sino
tambien aquel á que nos hemos propuesto llegar
222 HISTORIA DE LA
Semejantes á estos son los sentimientos que
esperimentamos en este momento. La época en
que nos vamos á introducir no es inteligible , ni
puede apreciarse su importancia , sino por medio
del oculto enlace que la une con los modernos
tiempos ; un verdadero sentido no fué revelado
sino muy posteriormente por sus resultas tan leja-
nas como indirectas.
Llevamos definidos casi todos los elementos
constitutivos de la europea civilizacion , y digo
casi todos, porque nos falta hablar de la autori-
dad real.
Este poder no se organizó , ni quedó definiti-
vamente establecido sino hasta el siglo XII , y aun
el XIII; lo cual ha motivado que hayamos diferido
tratar de el hasta la leccion presente. Habeis visto
nacer y medrar la aristocracia feudal , la Iglesia y los
comunes ; habeis distinguido las instituciones que
correspondian á tales hechos y hasta los principios
y las ideas que dimanaban de ellos. Por lo que
respecta al feudalismo hemos subido al origen de
la familia moderna y penetrado en los hogares de
la vida doméstica ; hemos comprendido toda la
energía con que debía obrar, y el dilatado círcu-
lo en que debia influir el sentimiento orgulloso de
la independencia individual.
Al tratar de la Iglesia habeis visto aparecer una
sociedad puramente religiosa , y las relaciones que
con la sociedad civil la unieron ; habeis visto salir
de su seno el principio teocrático , separarse el po-
der espiritual del poder temporal ; habeis presen-
ciado los primeros golpes de persecucion , los pri-
meros esfuerzos de la libertad de conciencia . El
nacimiento y los primeros pasos de los comunes
CIVILIZACION EUROPEA. 223
os han dejado entrever una sociedad que busca
un apoyo en otros principios que los del feudalis-
mo , que logra establecerse en otros cimientos que
no dependen esclusivamente de la Iglesia, una so-
ciedad que encierra en su seno diversas clases,
intereses opuestos que luchan y combaten entre
sí , y que forman los primeros é indelebles carac-
teres de las costumbres del ciudadano actual ; una
sociedad que presenta como distintivo peculiar de
su época la timidez al lado de la energia , el espí-
ritu demagógico al lado del espíritu legal. En una
palabra , todos los elementos que han contribuido
á crear la sociedad moderna, cuanto ella ha sido ,
todo cuanto nos ha revelado , todo lo hemos recur-
rido ya .
Trasladémonos ahora , señores , en medio de
la Europa moderna ; contemplémosla, no cual se
halla en nuestros dias despues del hondo sacudi-
miento que tan radicalmente la ha cambiado , si-
no cual era ella en los siglos XVII y XVIII, ¡ Qué
metamorfosis tan prodigiosa! ¡ Qué diferencia tan
inmensa! Os he hecho reparar ya en esta contra-
posicion de circunstancias respecto de los comu-
nes , he procurado haceros comprender cuan poco
se parecia el estado llano del siglo XVIII al del
siglo XII ; haced ahora la misma comparacion re-
lativamente al feudalismo, y á la Iglesia, y os encon
trareis con la misma discrepancia. No hay por
cierto mas puntos de analogia y semejanza entre
la nobleza, la corte de Luis XV , y la aristocra-
cia feudal, lo mismo que entre la Iglesia del cardenal
de Bernis y la del abate Suger, que los que hemos
encontrado entre la clase media del siglo XVIII y los
comuneros del XII. Habíanse ya desplegado en es-
224 HISTORIA DE LA
te último siglo , todos los principios constitutivos
de la moderna sociedad , parece no obstante que
una distancia infinita separa aquellas dos épocas.
Procuraré, si puedo, presentaros en claro el carác-
ter general, esencial de transformacion tan pasmosa.
Hallábanse ya en la sociedad desde el siglo V
al X algunos reyes , una aristocracia lega , un cle-
ro , ciudadanos , colonos , poderes religiosos , pode-
res civiles , en una palabra , cuanto al paso se nos
ha presentado , cuanto hemos descrito, el gérmen
de todo lo que forma una nacion , de todo lo que
constituye un gobierno . Mas en la época que aca-
bamos de recorrer , nada se encontraba que me-
reciese el nombre del pueblo propiamente tal, na-
da que pudiese llamarse un verdadero gobierno,
segun el sentido que ahora damos á estas palabras.
Hemos visto , es verdad , una multitud de fuerzas
esparramadas , de hechos aislados, de instituciones
locales; nada empero de general , nada de público
ni asomo de política , ni rastro de nacionalidad .
Volvamos por el contrario nuestras miradas
hacia la Europa del siglo XVII y XVIII , por todas
partes nos presentan dos enormes colosos, el gobier-
noy el pueblo. La accion de un podergeneral sobre un
pais entero , la influencia de este mismo pais so-
bre el poder que le dirige , las relaciones de estas
dos grandes fuerzas , su alianza ó su lucha , he
aquí la sociedad moderna , he aquí la historia. La
nobleza , el clero , los vecindarios , todas las cla-
ses , todas aquellas fuerzas particulares, no se des-
cubren mas que en el último término de este
cuadro , y con mucha dificultad al través de los
dos grandes cuerpos , el pueblo y su gobierno , que
todo casi lo ocupan y llenan .
CIVILIZACION EUROPEA . 225
Tales son, señores , sino me equivoco , los ras-
gos característicos y esenciales que distinguen la
Europa moderna , de la Europa primitiva ; he
aquí la metamorfosis obrada en el espacio corrido
desde el siglo XIII al XVI.
En este intervalo pues, en la época de que
vamos á ocuparnos , es donde debemos buscar la
verdadera clave , esa causa que pudo trasformar
la Europa primitiva en la Europa moderna , de
ahí dimana su importancia trascendental , su in-
terés verdaderamente histórico. Si no se le consi-
derase bajo este punto de vista, si no se buscase en
ella lo que en los sucesivos tiempos dió de si , no
solo no se lograria comprenderla, sino que can-
sados de la monotonía , abandonariamos su estudio.
Efectivamente , considerada ella misma como es
un sí , se presenta como una época sin carácter
peculiar , una época en que la confusion crece ,
el desórden se encuentra sin poderse atinar las
causas; tiempo de movimiento sin direccion , de
agitacion sin resultados ; reyes , nobleza , pueblos,
todos los elementos , en fin, del orden social , pa-
recen acabar y empezar continuamente el mismo
camino , recorrer constantemente el mismo círcu-
lo presentándose todos tan incapaces de progreso ,
como de reposo. Todos los ensayos que se hacen,
cuantas tentativas se practican , vienen á estre-
llarse unas con otras : procúrase sentar sobre só-
lidas bases los gobiernos , establecer y garantizar
las libertades públicas ; se aventuran algunas re-
formas religiosas , mas todos los planes se frustran.
los mayores esfuerzos quedan sin resultado . Si al-
guna vez ha parecido condenado el género huma-
no a un destino de agitacion sin progreso , de in-
La Lectura TOM. I. 178
226 HISTORIA DE LA
cesante trabajo, sin producto alguno , fué sin duda
desde el siglo XIII al XV : tales son los rasgos que
nos revelan su condicion y su historia en aquel
tiempo.
El libro en que he visto perfectamente trasla-
dada la fisonomía peculiar de aquellos tiempos, es
Ja historia de los duques de Borgoña, por Mr. D. Ba-
rante. No hablo de la verdad que en él brilla en
la pintura de las costumbres , ni de la exactitud
que la narracion circunstanciada de los hechos
puede percibirse ; sino de aquella exactitud y ver-
dad generales , que hacen de todo el libro una fiel
imágen, y un espejo claro , donde á un mismo tiem-
po se reflejan plenamente el movimiento y la mo-
notonía de aquella época .
Pero si por el contrario , la consideramos
con relacioná sus efectos , y á los resultados
que la siguieron , si la contemplamos como una
penosa transicion , como una crisis convulsiva,
de la cual habia de salir enteramente trasfor-
mada la primitiva Europa , adquiere un colorido
mas animado y espresivo , descubriéndose en-
tonces un conjunto , una direccion , un progre-
so. Toda su unidad está constituida y formada con
el mayor interés , por el trabajo lento é impercep-
tible que se verificaba en ella.
Por tanto , la historia de la civilizacion europea
puede comprenderse y dividirse en tres grandes
periodos. Al primero que se estiende hasta el si-
glo XII , le llamaremos periodo de las conmocio-
nes y de los orígenes , pues durante él, van des-
prendiéndose los diversos elementos de nuestra
sociedad , de aquella, mole informe en que se ha-
Hlaban antes amalgamados: entonces toman ser, ad-
CIVILIZACION EUROPEA. 227
quieren una naturaleza fija, y aparecen con sus for-
as naturales , y con sus principios de vida y de
accion.. El periodo segundo podrá llamarse el de
los consejos , el de las tentativas , y el de las fluc-
tuantes ideas : los elementos del órden social sc
agitan , se cambian , ensayan sus fuerzas , pero no
producen nada que sea regular, duradero y gene-
ral.. Semejante estado de cosas , rigorosamente ha-
blando , no tuvo término sino hasta el siglo XVI.
Finalmente, el periodo llamado propiamente del
verdadero desarrollo ; la época venturosa en que
la humana sociedad de Europa tomó una forma
definitiva , siguiendo una direccion determinada,
y avanzando con rapidez y concierto á un esplén-
dido y conocido porvenir : esta marcha , este ade-
Janto positivo , comenzó en el siglo XVI y aun si-
gue su carrera admirable y sorprendente.
Asi se, presenta, señores, en conjunto el gran-
dioso espectáculo de la civilizacion de Europa : tál
por lo menos , y ante vuestros ojos me esforzaré á
reproducirlo en nuestras reuniones. Hoy nos in- "
troducimos en el periodo segundo; y en él debe-
nios buscar las grandes crisis de que parte la
transformacion social verificada entonces.
Lo primero que llama nuestra atencion es un
hecho que abre la época que vamos á recorrer.
Las cruzadas...
Ellas comenzaron en el siglo XI y continuaron
hasta el siglo XIII.
Acontecimiento grandioso sin duda es el que
ahora nos ocupa ; porque desde que se verificó no
ha dejado de relacionarse , y de servir de objeto
para los estudios , para las consideraciones y para
los escritos de los historiadores y de los filósofos.
228 HISTORIA DE LA
Todos indistintamente , aun antes de comprender-
lo han presentido que encerraba una de aquellas
influencias inmensas como destinadas á verificar
un cambio radical en la situacion de los pueblos ,
y que era preciso estudiarlo y profundizarlo para
comprender el curso general de los sucesos.
El primer distintivo , el carácter principal de
las cruzadas , se halla en su universalidad. Antes
de que se verificase ese gran acontecimiento no ha-
bia obrado jamás la Europa á impulso de un mis-
mo sentimiento ; jamás una misma causa la habia
conmovido y escitado en todas sus partes : puede
decirse que no existia la Europa en este sen–
tido.
Las cruzadas constituyen su primer hecho : la
sociedad acudió á ellas , y ellas revelaron que exis-
tia una Europa cristiana. Verdad es, que la pri-
mera cruzada estaba constituida principalmente
por los franceses : pero no lo es menos que se en-
contraban en la misma , alemanes , italianos , es-
pañoles é ingleses. Todavia es mas comun y uni-
versal el concurso en la segunda y tercera , los
pueblos cristianos no habian visto jamás espectá-
culo tan glorioso y animado.
Y no es esto todo : al propio tiempo que for-
maban las cruzadas un acontecimiento europeo,
en cada pais eran un suceso verdaderamente na-
cional. Todas las clases de cada una de las nacio-
nes son animadas por una misma idea y por un
mismo sentimiento : ellas obedecen á las mismas
inspiraciones , y todas se lanzan en la misma car-
rera ; reyes , señores , clérigos , ciudadanos, campe-
sinos todos á una se disputan el honor de tomar
parte activa , y un interés vivo en la conquista de
CIVILIZACION EUROPEA . 229
los Santos Lugares. Por fin aparece en medio de tan
gloriosos resplandores la unidad moral de los
pueblos , no menos nueva que la de la unidad
europea.
Cuando se encuentran hechos semejantes en la
adolesconcia de los pueblos : cuando se les ve obrar
espontáneamente sin premeditacion , de propio im-
pulso , sin fin ni objeto político , ni planes ni com-
binaciones, entonces se admira aquello que ape-
llida la historia acontecimientos grandes. La edad
heróica de las naciones brilla en estos sucesos . Pues
bien : tales son las cruzadas . Su movimiento es in-
dividual y general á un mismo tiempo: movimien-
to nacional y espontáneo que no procede en ma-
nera alguna de un impulso estraño . Por lo menos
asi nos lo presentan en su primitivo carácter to-
dos los documentos, y asi nos lo proclaman todos
los hechos. Cuáles fueron en efecto los primeros
cruzados que se lanzaron en la carrera? Bandas
populares que agrupándose en rededor del estan-
darte alzado por un ermitaño desconocido , mar-
chaban sin preparativos , sin gefes y sin guias;
y seguidos por algunos caballeros aventureros y os-
curos atravesaban la Alemania y la Grecia, mar-
chando á desparramarse y perecer en medio del-
Asia menor .
Tambien las clases superiores compuestas por
la nobleza feudal , emprendieron su cruzada. Los
grandes señores seguidos por sus hombres de ar-
mas y por sus esclavos , marchan al fin bajo la-
órdenes de Godofredo de Bouillon. El fervor devo-
to que les animaba en sus principios, fué estin-
guido bien pronto. Despues de haber atravesado e
Asia menor ríndense de fatiga , y se abandonan al
230 HISTORIA DE LA
ocio: si algun objeto les movia , si para algo pro-
seguian su marcha , era sin duda en obsequio de
si mismos : limitábanse sus deseos á conquistar al-
gun territorio para establecerse y reinar en él.
Pero el comun de los soldados muestra su re-
probacion y se subleva: ellos no han abandonado
sus hogares para conquistar un principado á Rai-
mundo de Tolosa, ni en favor de Boemundo , ni de
otro alguno de sus gefes : Jerusalen, el Santo Se-
pulero ; arrancar aquellos lugares sacrosantos de
manos de los infieles ; he aqui el solo objeto , el
único anhelo que ha colocado la cruz roja sobre los
pechos de aquellos valientes. El primitivo impul-
so popular nacional europeo arrastra en pos to-
das las intenciones individuales aisladas : es muy
escaso é insignificante sobre las masas el ascendien-
te de los gefes para someterlás á sus privativos in-
tereses los soberanos meros espectadores en la
primera cruzada, son arrebatados por fin por la mis-
ma corriente que ha Hevado tras si á los pueblos
y las grandes cruzadas del siglo XII; marchan á
las órdenes y bajo las inspiraciones de los mo-
narcas.
Transportémonos ahora al fin del siglo XIII; óye-
se todavía hablar de las cruzadas : promueven los
fervorosos predicadores , los mismos papas escitan á
los soberanos de los pueblos ; hasta concilios se con-
vocan para recomendar la Tierra Santa , pero ni
los predicadores ni los papas son escuchados ,
se hace mucho caso de las instituciones de los con-
cilios: nadie quiere ir á Asia. Si se prepara al-
guna espedicion ; se arman algunos señores sus es-
tados y se dirigen á Jerusalen son particulares y
aislados sus esfuerzos; há parado ya aquel grande
CIVILIZACION EUROPEA . 231
movimiento general ; no obstante subsiste la mis-
ma necesidad y es mas facil satisfacerla. Los mu-
sulmanes triunfan en Asia, entran en Jerusalen sus
ejércitos victoriosos : el nuevo reino cristiano no
puede resistirse á los repetidos golpes que se des-
carga el islamismo .
Preciso es recobrarlo, y para salir bien del em-
peño no carecen los cristianos de medios mucho
mas poderosos que los que facilitaron las primeras
empresas. Hallanse establecidos en el Asia menor
con bastante fuerza aun en Siria y Palestina un sin--
número de fieles : el territorio es mas conocido,
mas fáciles los transportes , y las comunicaciones,
y hasta no faltan algunos medios de accion sobre
aquellos naturales. A pesar de todo esto nada es
bastante para reanimar los cruzados. Las dos gran-
des fuerzas de la sociedad, los soberanos por una
part y los pueblos por otra rebusan tomar otra vez
parte en ellas. Algo pues ha debido suceder en la
sociedad; algo nuevo debe mover y agitar el es-
píritu europeo para que asi se haya estinguido el
primitivo ardor por las cruzadas.
Se ha querido con frecuencia atribuirlo á can-
sanció , hallarse la Europa fatigada de desperdiciar
sus fuerzas y su rigor en conquistas tan remotas .
Preciso es sin embargo que nos vayamos con mu-
cho tiento con esta palabra cansancio de que se
abusa tanto en semejantes cases ; porque ella es
de una notable inesactitud . En efecto, no es verda-
dero que las generaciones se hallen cansadas de
los hechos agenos , ni vendidos por los trabajos y
las empresas de sus ascendientes: las fatigas son
personales , ellas no se transmiten como una he-
rencia. Las cruzadas del siglo XII no podian tener
232 HISTORIA DE LA
cansados á las del siguiente: en ello debia mediar
otra causa : debia haberse verificado un gran cam-
bio en las ideas , en los sentimientos y en las res-
pectivas situaciones sociales. La verdad es que ya
no existian las mismas necesidades ni los mismos
deseos ; lo cierto es que no esperaban ni apetecian
los mismos objetos. Semejantes metamórfosis po-
liticas muy reales y positivas , esplican mejor que
la palabra cansancio la diversidad que se observa
en la conducta de las generaciones sucesivas.
Señores, hay dos grandes causas que han ser-
vido para arrojar la Europa á las cruzadas: una
moral: la otra social.
Ya conoceis la moral : consistió en las inspira-
ciones , en los impulsos de los sentimientos y de
las creencias religiosas. El cristianismo se hallaba
en lucha abierta con el mahometismo desde el fin
del siglo VII. Las orgullosas amenazas de los hijos
del profeta habian sido estrelladas contra el de-
nuedo y firmeza de los príncipes cristianos que no
cesaban de trabajar con enérgico teson para ar-
rojarlos de España donde eran muy estrechos ya
los límites que encerraban su imperio.
Se ha creido que las cruzadas fueron una es-
pecie de accidente , un acontecimiento estraordi-
nario é imprevisto , producido únicamente por las
maravillas relatadas por los peregrinos á su vuel-
ta de Jerusalen : otros dicen que habian sido pro-
ducidas por las predicaciones fervorosas de Pedro
el Ermitaño .
Nada hay de esto, señores : las cruzadas fueron
la continuacion de la lucha que tenian los cristia-
nos entablada hacia cuatro siglos contra los sécta-
rios de Mahoma. Hasta entonces habia sido la Eu-
CIVILIZACION EUROPEA. 233
ropa el teatro de sus no interrumpidos combates;
las cruzadas no hicieron mas que trasladarlo al
Asia. Si algun peso tuvieran en mi concepto esas
comparaciones en que de grado ó por fuerza ha-
cen entrar los hechos históricos algunos autores,
podria demostrar que en el Asia siguió el cristia-
nismo , sufrió las mismas vicisitudes , y tuvo el
mismo destino que el islamismo en Europa. Los
sectarios del Alcoran se establecieron y lograron
fundar un reino en España en Asia hicieron
otro tanto los hijos del Evangelio : el reino de Jeru-
salen y el de Granada tienen entre si una afinidad
sorprendente.
Pero estas semejanzas son de poco interés el
hecho real, importante ; la verdad única ; la conse-
cuencia indispensable, es la lucha de los dos siste-
mas religiosos y sociales , cuya crisis principal se
haya en las cruzadas. Tal es la fisonomia histórica
que ellas presentan ; tal es el carácter verdadero
de este grandioso acaecimiento.
El estado social de la Europa en el siglo XI que
constituye la segunda de las causas de que he ha-
blado , contribuyó no poco á la realizacion del su-
ceso que nos ocupa.
He procurado mostraros las razones que me-
diaron para que nada de general y permanente
se hubiese podido establecer en Europa desde el
siglo V al XI ; porque causas habia legado todo á
ser local ; porque razones los estados , las existen-
cias y los espíritus se encontraban en aquella
época encerrados en un estrecho horizonte ; y en
fin, por que circunstancias habia logrado prevale-
cer el régimen feudal. Al cabo de algun tiempo
no le bastó al hombre tan limitado círculo; y bus-
254 HISTORIA DE LA
ca mas estensa esfèra en que desplegar su activi–
dad. Ciertamente había cesado la vida errante; pe-
ro no el desco de movimiento y de las aventuras.
Así fue que los pueblos se precipitaron en las cru-
zadas para encontrar en ellas una nueva existen-
cia mas rica y variada ; una existencia que les re-
cordase la libertad antigua de los bárbaros o bien
les presentase las perspectivas de un porvenir mas
vasto y dilatado . Ahora bien : estas dos causas que
acabamos de esplicar habian desaparecido al fin
del siglo XIII. La sociedad y el hombre habian
cambiado en tal manera, que ya no podia obrar en
uno y otra el impulso moral y la necesidad social.
Si á alguno de los circunstantes al leer los his-
toriadores generales de las cruzadas le ha ocurrido
comparar los cronistas contemporáneos de las pri-
meras con aquellos que vivieron y escribieron al
fin del siglo XII y en el XIII; al hacer un parale-
lo entre Alberto de Aix, Roberto el Monge y Rai-
mundo de Agiles que concurrieron á la primera
cruzada , y Guillermo de Tyr y Jaime Vitry que
vinieron muy posteriormente , se habrá quedado
pasmado de la inmensa distancia que media en-
tre unos y otros . En los primeros se ven unos
eronistas ánimados de imaginacion viva, que cuen-
tan con pasion y entusiasmo los sucesos que les
han referido ó los que han presenciado : mas su
comprension es corta, sus ideas no se estienden
mas allá de la reducida esfera en que han vivido:
no conocen ninguna ciencia : sus espíritus están
llenos de errores y preocupaciones ; en una pala-
bra, son enteramente incapaces de formar un jui-
cio exacto sobre los acontecimientos que trans-
miten.
CIVILIZACION EUROPEA. 235
Guillermo de Tyr, por el contrario, parece un
escritor de los tiempos modernos : su espiritu es
libre : su vista intelectual dilatada: sus conocimien-
tos politicos muy raros : presenta los sucesos bajo
los mas claros aspectos: los juicios que emite so-
bre las causas y los efectos son muy fundados y
exactos.
Otro desarrollo y otros adelantos nos ofrece Jai-
me de Vitry , el cual no solo se ocupa de lo que
tiene relacion con las cruzadas , sino que tambien
indaga y estudia las costumbres , la geografía y la
historia natural ; es un sabio filósofo que observa
y describe el universo .
Entre los primeros y los últimos se halla pues
un espacio inmenso que nos revela la mas com-
pleta revolucion en el espíritu humano.
Lo que da á conocer este cambio de un modo
mas claro es la manera tan diversa con que unos
y otros hablan de los mahometanos.
Para los primeros cronistas y por consiguiente
para los primeros cruzados de cuyos sentimientos
son aquellos una verdadera supresion, solo son los
musulmanes un objeto de odio y de horror. Bien
se deja entender que los que hablan de ellos ni los
juzgan , ni los consideran sino al traves de las an-.
tipatias religiosas que separan á unos y otros . No
se deja entrever el menor rastro de relaciones so-
ciales ; les detestan, les combaten, he aqui todo.
De otra suerte acontece con los escritos de Gui-
llermo de Tyr, con los de Jaime de Vitry, y con los
de Bernardo el Tesorero: estos no miran á los mu--
sulmanes como si fueran monstruos, por el contra-
rio, al paso que los combaten , conocese que han
vivido entre ellos , que comprenden sus ideas y
236 HISTORIA DE LA
sentimientos y que hasta sus enemigos les inspiran
una especie de simpatia. Guillermo de Tyr hace un
elogio brillante de Noredino : Bernardo el Tesore-
ro , eleva á Saladino hasta las nubes : á veces estos
escritores llegan á contraponer las costumbres y
los hechos de los sectarios de Mahoma con los he-
chos y las costumbres de los cristianos ; haciendo
de aquellos una viva y animada sátira para re-
prender los vicios y los defectos de los últimos ; à
la manera con que Tácito presentaba las costum-
bres de los germanos para corregir las costum-
bres de Roma.
Esta libertad en las relaciones, esta imparcia-
lidad y esactitud en los juicios que habrian llenado
de horrible indignacion á los antiguos cruzados, os
hara compreder el inmenso cambio verificado en
el intervalo de ambas épocas.
Las cruzadas nos proporcionaron como primero
u
y principal efecto la emancipacion del espíritu , n
gran adelanto en los conocimientos , mas estension
en las ideas , é infinita mas libertad en emitirlas.
Comenzadas en nombre y bajo las inspiraciones de
la religion, acabaron por descarnar á las ideas re-
ligiosas , no diré de la parte legítima de su influen-
cia; pero si de la esclusiva dominacion que ejercia
sobre el espíritu humano .
Concurrieron muchas causas á producir tan in-
previsto como poderoso resultado. La primera fue
lo novedad , la gran estension , la infinita variedad
del espectáculo que sorprendió á nuestros espedicio-
narios. Dicese comunmente que la vista de diver-
sos pueblos, de diferentes opiniones, y de contra-
rias costumbres, ensancha en gran manera la esfera
intelectual ; haciendo que el espíritu humano des-
CIVILIZACION EUROPEA. 237
pliege las alas para remontarse libremente sobre
las preocupaciones de su pais y de su siglo. Este
hecho constante debió hacerse sentir entre aque-
llos pueblos emprendedores de que se componian
las cruzadas : aumentáronse sus conocimientos por
que hirieron su vista objetos desconocidos ; elevose
su alma por que percibieron nuevas costumbres,
y por que se rozaron con otros hombres. Ademas
se hallaron en contacto con dos civilizaciones, no
solo diferentes , sino tambien mucho mas adelanta-
das que la de su patria : tales eran el pueblo grie-
go y la sociedad musulmana.
Es indudable que la Grecia por mas que su
civilizacion enervada y espirante fuese la que se
presentó ante los ojos de los cruzados , era sin em-
bargo una sociedad mas culta é ilustrada que
aquella en que habian vivido; un espectáculo de
la misma naturaleza estendió delante de ellos el
pueblo musulman; es muy curioso en las cróni-
cas de aquellos tiempos ver el modo con que
fueron recibidos los cruzados á quienes los sarra-
cenos miraban como unos bárbaros , y como los
hombres mas opresores que se hubiesen conocido
jamás: los cruzados por su parte quedaron sor-
prendidos y pasmados al contemplar las riquezas,
la magnificencia , la elegancia y el esplendor que
reinaba en las naciones asiáticas. Crearonse entre
los pueblos despues de esta primera impresion
mútuas y frecuentes relaciones que llegaron bien
pronto a tener mucha mas importancia de lo que
generalmente se cree. Y no solo continuaron esas
relaciones, sinoque llegaron , digámoslo asi , á mezclar-
se y confundirse el Oriente y el Occidente. M. Abel
Rémusat, uno de los sabios que mas honor hace á
258 HISTORIA DE LA
la Francia á los ojos de Europa entera , acaba de
descubrir las comunicaciones que se abrieron en-
tre los emperadores mogoles y los monarcas cris-
tianos. Algunos reyes francos entre ellos San Luis
recibieron embajadas de aquel estado, invitándoles
á entrar en una alianza, á renovar las cruzadas
con los turcos prometiendo que los mogoles coad-
yuvarian á esta empresa de interes comun. Y no fue-
ron diplomáticas y oficiales de monarca a monar-
ca las relaciones que se establecieron , entabláron-
las tambien entre si los pueblos, los individuos de
uno y otro pais. He aqui las palabras de M. Abel
Rémusat. (1 )
1
«Muchos religiosos italianos, franceses y flamen-
cos se vieron con misiones, eclesiásticas cerca del
gran , Kan , y muchos mogoles de distincion vinie-
ron á Ronia , á Barcelona , á Valencia , á Lóndres,
y á Northamplon. Un franciscano del reino de Ná-
poles llegó a ser arzobispo de Peking, y le suce-
dió en aquella misma dignidad un profesor de teo-
logia de la facultad de Paris. ¡ Cuántos otros de me-
nor nombradia se internarian en aquellas y otras
regiones menos conocidas, aun , arrastrados como
esclayos atraidos tal vez por el cebo de la ganan-
cia , ó quizás conducidos por la curiosidad ! De-
bemos a la casualidad la conservacion de los nom-
bres de algunos . El primer enviado que de parte
de los tártaros se presentó á la corte de Hungria,
fué un inglés , que desterrado por algunos crime-

(1 ) Memorias sobre las relaciones politicas de los


-principes cristianos con los emperadores mogoles. Se-
gunda memoria, pág. 154-167.
CIVILIZACION EUROPEA. 239
nes de su patria habia recorrido toda el Asia
y últimamente entrado en el servicio de los mogoles.
Un fraile menor flamenco encontró en el centro de la
Tartária una mujer de Metz llamada Paquette que
habia sido llevada á Hungria á un platero pari-
siense cuyo hermano se hallaba establecido sobre
el gran puente de Paris , y á un joven de las in-
mediaciones de Ruan , que se habia hallado en la
toma de Belgrado ; vió ademas algunos rusos , hún-
garos y flamencos. Un tal Robert despues de ha-
ber recorrido toda el Asia oriental vino á morir en
Chartres de chantre de su catedral. Un tártaro es-
taba de abastecedor de cascos en los ejércitos de
Felipe el Hermoso . Cerca de Gayonk encontró
Juan de Plancarpiu á un noble ruso á quien da el
nombre de Temer, el cual servia de intérprete:
y le acompañaron en su viaje á Tartária muchos
mercaderes de Breslaw , de Polonia y. Austria.
Otros genoveses , pisenses y venecianos en su ma-
yor parte, se volvieron con él por Rusia. Dos merca-
deres venecianos, á quien habia traido la casuali-
dad á Bokhara , se aventuraron a seguir á un em-
bajador, mogol , enviado por Hulagon á Khoubilau.
Permanecieron muchos años asi en la China como
en Tartária ; volviéronse , despues con cartas del
gran Kan, llevando consigo al célebre Márco-Polo
hijo de uno de aquellos , y últimamente abando-
naron todavia la corte de Khoubilau , para resti-
tuirse á su patria. No fueron nenos frecuentos es-
tos viajes en el siguiente siglo; debe contarse en-
tre ellos el del médico inglés Juan de Mandeville,
el de Oderico de Frioul , de Pegoletti , de Guiller-
mo , de Bouldeşelle y de otros muchos . Creemos
que ignoramos infinitos mas y que por aquel tiem-
240 HISTORIA DE LA
po habria mas gente dispuesta á emprender espe-
diciones lejanas que á trasmitir á la posteridad
sus resultados. Gran parte de estos aventureros de-
bieron haberse establecido y muerto en las regio-
nes que habian ido á visitar , y que otros debieron
volver á su pais natal tan oscuros é ignorantes co-
mo habian ido , pero la imaginacion de los objetos
que habian visto en sus viajes, ocupaba , ó debió
ocupar su mente. Todo lo contarian á su familia ;
exagerando tal vez, pero dejando siempre en sus
relaciones , en medio de mil cuentos ridículos , al-
gunos recuerdos útiles , algunos trabajos que de-
bian fructificar con el tiempo. De este modo fue-
ron depositándose en Alemania , en Italia , en Fran-
cia , en los monasterios , en los castillos feudales,
y hasta en las clases inferiores de la sociedad,
gérmenes fecundos cuyos ópimos frutos debian re-
cojer las generaciones futuras. Estos desconocidos
viajeros llevándose á su patria muchas artes é in-
dustrias , trayendo en cambio otros descubrimien-
tos no menos importantes iban verificando un cam-
bio mucho mas ventajoso que todos los inventa-
dos por el comercio . No solo se hacia con esto mas
fácil y estenso el tráfico de sederias , de porcela-
nas , y de todos los géneros de Yndostan , abrién-
dose nuevos caminos á la industria y actividad
comercial , sino que tambien el ingenio de los eu-
ropeos, encerrado hasta entonces en un estrecho
círculo , tomaba una prodigiosa espansion , enri-
quecido con el conocimiento de costumbres estra-
ñas , con el descubrimiento de naciones desconoci-
das , con la observacion y el estudio de nuevas y
estraordinarias producciones. Entonces empezó á
tenerse en algo entre las partes del mundo la mas
1
CIVILIZACION EUROPEA... 244
bella , la mas poblada , la mas civilizada de todas
ellas antiguamente y se creyó necesario estudiar
las artes , las creencias y los idiomas de los pue-
blos que habitan tan ricos paises , llegando a tra-
tarse de establecer una cátedra de lengua tártara
en la universidad de Paris. Bien discutidas estas
relaciones fabulosas , y analizadas despues , des-
parramaron por do quiera nociones más exactas y
variadas. Pareció abrirse el mundo por la parte
de Oriente : la geografía dió un paso inmenso , y
el anhelo de nuevos descubrimientos llegó a ser
el último y único resto que quedó del espíritu
aventurero de los europeos. Tan pronto como fué
conocido mejor nuestro hemisferio dejó de presen-
tarse como una paradoja inverosimil la existencia
de otro : Marco Polo con sus viajes en busca del
Zipangri , inspiró á Cristóbal Colon el descubri-
(miento del Nuevo Mundo. »

Conócese bien cuan vasto y nuevo horizonte se


abrió al espiritu europeo despues de esa multitud
de hechos y acontecimientos, resultado de las cru-
zadas . Esta fue sin duda la causa principal de la li-
bertad del espíritu que se desarrolla tan activa-
mente desde aquel acontecimiento grande . Hay
Cotra cosa digna de notarse:
Y hasta los tiempos de las
cruzadas la corte de Roma, centro del cristianis-
mo se habia conservado inaccesible á los pueblos.
Algunos legos tenian aun escasas relaciones con
ella, pero generalmente hablando siempre que
habia de tratar el poder supremo de la Iglesia con
-los fieles lo hacia por medio de sus legados, de los
obispos, ó bien se servia para sus proyectos de la
influendia del clero en general. Pero durante las
La Lectura TOM. I. 179
242 HISTORIA DE LA
espediciones á la Tierra Santa, vióse Roma conver-
tida en un lugar de pasage y descanso para los
cruzados que iban y venian . de aquellas regiones,
Entonces apareció por vez primera á algunos se¬
glares el espectáculo de la política, el cuadro de sus
costumbres; y su amor propio, les inspiró deseos de
tomar parte en las discusiones y debates religiosos.
4.Tales conocimientos ydeseos dieron á muchos
mas osadia, é ideas mas emprendedoras ,colemat
Al contemplar el estado de les espíritus en ge-
neral, y particularmente en materias religiosas,
despues de las cruzadas se descubre un hecho en sí
singular. Las creencias no han cambiado; ni las han
sustituido otras contrarias ni diferentes no obstan-
te respiran los espíritus una atmósfera mas libre
y despejada; las ideas religiosas no son ya el obje-
to único de sus trabajos é investigaciones, " la sola
esfera de una accion; sus t investigaciones y su ac-
tividad, sin dejar aquel horizonte traspasan sus lupi-
tes, y van á desplegarse en otro espacio mas dilatado
Asi es que al fin del siglo XIII habia sufrido el estado
moral de Europa una modificacion radical y pro-
funda, con la cual habia desaparecido una de las
mas poderosas causas, el principio mas enérgico de
las cruzadas.
En el estado social se habia vérificado un
cambio muy semejante . Mucho heinos oido sobre
" la influencia que habian tenido las espediciones
de los fieles: hase demostrado que muchos propie-
tarios de feudos se vieron reducidos á la necesidad
de desprenderse de ellos en favor de los reyes, de
vender á los comunes cartas aforeras para tener
dinero y partir à la Tierra Santa; y que se ha-
bia enguandecido con esto el poder de los monar-
1. A
CIVILIZACION EUROPEA . 245
cas , y ensanchado la libertad de los pueblos
Sin entrar en detalles, reasumiremos en algunos
hechos generales la influencia ' de las cruzadas sobre
el estado sociali
En primer lugar no puede negarse que ellas
disminuyeron en gran manera el número de peque-
ños feudos, de señorios reducidos, y colocaron en
pocas manos la propiedad y el poder. Despues de
las cruzadas comienza a observarse el acrecenta-
miento de los grandes dominios, entonces es cuan-
do se hacen admirar las grandes existencias feu-
dales . Si como tenemos mapas de las naciones di-
vididas en provincias, partidos y parroquias,
tuviésemos otros y nos presentasen todos los feu-
dos con sus lindes, sus relaciones, sus modificació-
nes y cambios sucesivos; nos pasmaria ver cuan-
tos pequeños desaparecieron, cuantos de media-
nos ascendieron á grandes y cuantos de estos
tomaron un prodigioso ensanche despues de las
cruzadas. He aqui , una de las consecuencias prin-
cipales de tales espediciones .
Los pequeños propietarios que conservaron sus
señorios no siguieron en el aislamiento en que
habian vivido anteriormente; los grandes feudos se
convirtieron en otros tantos centros en cuyo alre÷
dedor Hegaron á agruparse los mas pequeños! Du-
rante las cruzadas habia sido preciso á estos entrar
en el séquito de los mas ricos, recibir socorros
de los mas poderosos, con los cuales llevaban una
vida comun, partiendo con ellos su fortuna, cor-
riendo iguales aventuras, y teniendo los mismos
destinos. Vueltos á su casa los cruzados quedó en
las costumbres aquella sociabilidad, aquel hábi-
to de vivir los inferiores al lado de su superior, El
244 HISTORIA DE LA
acrecentamiento de los grandes feudos trajo consi-
go mayor lujo, mayor magnificencia; y entonces se
vió a sus posesores tener dentro de sus casti-
llos una corte muy considerable , mantener á su
lado un gran número de nobles que conservaban
aun sus pequeños dominios, pero que ya no se ais-
laban en ellos.
Asi la estension de los grandes feudos, la crea-
cion de muchos centros de sociedad, fueron los
dos efectos principales que produjeron las cruzadas
con respecto al feudalismo."
Por lo que toca á la clase media, no es difi-
cil hallar un resultado de igual naturaleza . Las
cruzadas crearon los comunes mas notables. Las
poblaciones ricas que en aquella época se alzaron en
el seno de Italia y Flandes, no pudieron ser efecto
de comercio limitado, ni provenir la mezquina in-
dustria ejercida hasta entonces. Ellas deben atri-
buirse á un mas estenso tráfico, al comercio maríti-
mo, y principalmente al de Oriente y Occidente al
que las cruzadas dieron el impulso principal
Asi pues, al fin de las cruzadas se replegaron
las desparramadas influencias por toda la superficie
social: cesó el instinto de localizar todo lo que ha-
bia amenazado al mundo con la mas completa di-
solucion .
Este movimiento fue relevado por otro de
distinta y contraria naturaleza: desde aquella épo-
ea todo tiende á aproximarse, á reunirse; las gran-
des existencias atraen á su alrededor á las peque-
ñas, ó las observan: por esta ancha carrera mar-
cha la sociedad desde entonces, y este es el término
á que se dirige constantemente.
Ahora se comprenderá facilmente porque razon
CIVILIZACION EUROPEA. 245
al espirar el siglo XIII, y al nacer el XIV miraban
ya los pueblos y los reyes con repugnancia las cru-
zadas. Habia cesado el instinto: los primitivos
deseas se habian apagado. Se arrojaron unos y
otros á aquellas espediciones á impulso del espí-
ritu religioso, y en fuerza de su esclusiva domina-
cion sobre el humano espíritu: y aquella domina-
cion é impulso habian perdido completamente su
energia. Todas ellas habian buscado una vida nue-
va en las cruzadas, vida de mayor estension, y de
mayor carácter; y ya comenzaban á encontrar en
Europa esa novedad misma, esa variedad y esten→
sion de las relaciones sociales, con el mas com-
pleto desarrollo. Abriéronse entonces delante de los
monarcas las carreras de la ambicion, y del políti-
co engrandecimiento. ¿Por qué ir al Asia á buscar
los reinos que aqui podian conquistar?.
Felipe Augusto llevaba la cruz roja con repug-
nancia y qué tiene esto de estraño? La corona
de Francia tenia para él mas atractivos que todas
las glorias y conquistas del Oriente. Lo mismo su-
cedió á los pueblos: acababa de manifestarse á sus
ojos , y muy de cerca una perspetiva de riqueza
y bienestar ; renunciaron pues sin ninguna dificul-
tad á unas espediciones tan remotas para dedicar-
se al trabajo.
La politica absorvia todas las miras, todos los
anhelos de los soberanos ; y la industria, la agri-
cultura, el comercio, ocupaban enteramente á los
pueblos .
Una sola clase de la sociedad persistia con em
peño en su inclinacion á las aventuras. Aquella par.
ie de la nobleza que no podia soñar siquiera en
engrandecimientos políticos , y miraba con horror

11
246 HISTORIA DE LA
el trabajo, persistió en su pasada vida , conservan-
do sus antiguas costumbres. Por tanto ella fué la
única que continuó lanzándose en las cruzadas , y
la sola que se empeñó en renovarlas
Por tanto, señores , yo creo que debe la Europa
moderna á este grande acontecimiento que forma
época en los anales de la civilizacion la mayor es-
tension de ideas , y la emancipacion del espíritu,
asi como esa esfera mas vasta , abierta á la activi-
dad humana. Las cruzadas prodigaron además de
esto mas libertad individual , y mas unidad políti-
ca; fomentaron á un tiempo la independencia del
hombre y la centralizacion de la sociedad .
Se han investigado muchas veces los medios de ci-
vilizacion que directamente nos vinieron por medio
de la comunicación abierta entre Oriente y Occiden-
te : se ha dicho que los interesantes descubrimien-
tos que durante los siglos VIV y XV promovieron
en Europa los mayores y mas positivos adelantos,
tales como la brújula , la imprenta , y la pólvora,
eran conocidos ya en el Oriente , y que los cruza-
dos pudieron haberlos traido consigo. Tales aser-
ciones, no son de todo punto verdaderas , y'algu
nas de ellas pueden ser contestadas ; mas lo que no
admite discusion es que aquellos viajes influyeron
de una manera muy efectiva y admirable en los
espíritus y en la sociedad ; que sacaron la Europa
del estrecho carril en que con dificultad marcha→
ba, para hacerla entrar en otros caminos masvas -
tos , anchurosos y dilatados ; que empezaron á con-
vertir en solos dos poderes grandes todos los ele-
mentos diversos de la Europa : el gobierno , y los
pueblos ; transformacion maravillosa que constitu-
ye el carácter principal de la actual civilizacion .
CIVILIZACION EUROPEA . 247
Ilacia el mismo tiempo se desplegaba en medio
de los resplandores mas gloriosos , una de las ins-
tituciones que han contribuido mas poderosamen-
te á aquel gran resultado : tal es la autoridad real .
Su historia , despues que han sido creados los esta-
dos modernos hasta el siglo XIII, será el objeto de
la leccion de mañana.

LECCION IX

En nuestra última reunion he procurado deter-


minar el caráter distintivo de la moderna sociedad
primitiva de Europa ; al hallar confundido y co-
mo comprendidos en dos únicos poderes , pueblo
y gobierno , á la nobleza feudal , al clero , á los re-
yes , á los ciudadanos , á los colonos y á los escla-
vos me ha parecido encontrar en este hecho el esen-
cial distintivo que anhelamos encontrar. En efec-
to, señores, tal es el camino que ha seguido nuestra
civilizacion , y tal el que debemos seguir nosotros
en nuestras investigaciones en el estudio de su
historia: necesario es que la veamos nacer desarro-
llarse , y adquirir sucesivamente tan importante
resultado, toda su firmeza y solidez.
Hemos visto en que época tuvo su origen , y
de que modo desde el siglo XII al XVI se realiza-
250 HISTORIA DE LA
ba en el seno de la Europa el trabajo lento é im-
perceptible que debia conducirla á aquel estado
definitivo , á aquella forma postrera. Asi mismo he-
mos estudiado las cruzadas , primero y grandioso
acontecimiento que comunicó, segun mi opinion , el
mas vigoroso empuje para hacer entrar la sociedad
en aquella senda brillante. Réstanos conocer otra ins-
titucion que comenzó á engrandecerse casi al tiem-
po mismo en que aparecian las cruzadas en la
escena del mundo , institucion que mas ha contri-
buido á la formacion de la sociedad moderna, á
esa fusion de todos los elementos sociales en dos
fuerzas solas : tal es la monarquia .
¿ Quién duda que la monarquía ha representa-
do un interesantísimo papel en la civilizacion eu-
ropea? Para convencerse de ello basta estender
simplemente una mirada sobre los hechos. Vese
constantemente á la autoridad de los reyes mai-
char al mismo compás que la sociedad entera ; y
en tal manera son comunes los adelantos y las me-
joras, que siempre que la sociedad da un paso ha-
eia su perfectibilidad y mejora, parece que se en-
grandece y que prospera la monarquía; mas cuando
está consumada la obra, cuando ninguna otra 'in-
fluencia se descubre va en los grandes estados eû-
ropeos, sino el gobierno y el público; entonces es
la autoridad real el mismo gobierno .
Asi aconteció no solo en Francia donde apare
ce este hecho con la mayor evidencia, síno tan-
bien en Inglaterra , en Españia, en Alemanin , en
toda la Europa . Con mayor o menor anticipa-
cion, con más o menos diferencia se nos ofre-
ce constantemente por todas partes este mismo re-
sultado. En Inglaterra , por ejemplo , al mismo
CIVILIZACION EUROPEA. 251-
tiempo que bajo el dominio de los Tudors se tras-
formaban y amalgamaban los antiguos elementos,
al mismo tiempo que cedian su lugar al sistema de
poderes públicos , la autoridad real disfruta y
ofrece una influencia desconocida hasta entonces.
Lo mismo exactamente sucede en los demas gran-
des estados de Europa .
Si salimos de ella y arrojamos una mirada por
el resto del universo , encontraremos por do quie
ra un hecho análogo . Se nos presentará, por todas
partes la monarquía, ocupando un lugar distingui-
do siempre la veremos como la institucion mas
general y permanente. En Asia se la ve estable-
eida desde tiempo inmemorial. Cuando se descu-
brieron las Américas , en cada uno de los grandes
estados , se encontraron combinaciones diferentes;
pues la autoridad real dominaba en todo . Si pe-
netramos en el interior del Africa , siempre que
encontremos alguna nacion algo estensa , veremos
prevalecer allí ese mismo régimen. Y no solamen-
te ha penetrado en todas partes , sino que tam →
bien se aviene y adopta á situaciones las mas en-
contradas : vémosla unas veces desplegar su influ-
jo en medio de la civilizacion ; otras en el centro
de la barbarie , orà al frente de costumbres y pai
ses pacificos , como en la China , ora gobernando
á otros en que la guerra es habitual , y donde
predomina solo el espíritu militar. Tan pronto la
vemos establecida en el seno de su régimen de
castas , en sociedades rigorosamente clasificadas ,
como en medio de su régimen de igualdad , en so-
ciedades que han desterrado y detestan toda cla-
sificacion legal y permanente. Despótica y opre-
sora frecuentemente, favorable á veces á los pro-
252 HISTORIA DE LA
gresos de la civilizacion , y hasta de la misma li-
bertad, parece una cabeza que puede colocarse
encima de muchos cuerpos , un fruto que puede
nacer de los mas diversos gérmenes , y recogerse
en los mas opuestos climas.
Muchas é importantes consideraciones arroja de
si un hecho semejante ; mas solo me ocuparé de dos.
Primeramente, creo que es imposible que provenga
tal resultado de una mera casualidad , que única-
mente sea hijo de la fuerza y de la usurpacion ; im-
posible es que no exista entre la institucion , de la mo-
narquía y la naturaleza del individuo y de la
sociedad , una analogía profunda , poderosa. La
fuerza se habia mezclado sin duda en su origen,
habia tenido tambien su parte en los consecutivos
progresos , mas siempre que encontreis un resul-
tado semejante al que hemos descrito , siempre
que se os ofrezca un gran acontecimiento que se
desarrolle , que se reproduzca durante una dilata-
da serie de siglos , en situaciones encontradas y
diversas ; guardaos bien , señores , de atribuirlo es-
clusivamente á la fuerza ; ella ejerce ciertamente
un infiujo poderoso : un influjo contínuo en los ne-
gocios humanos; mas no es ella su principio , su
primer motor. Sobre la fuerza , sobre el influjo
que esta ejerce , se ve constantemente una causa
moral que decide los destinos de los hombres. La
fuerza és en la historia de las sociedades , lo que
el cuerpo en la historia del hombre : para todo
sirve , en todo se le encuentra ; nada empero ha-
ce por si , ni es la causa primera de una sola ac-
cion : el principio que da vida y movimiento á to-
do, es muy superior al cuerpo material.
Asi, por mas que haya influido la fuerza en las
CIVILIZACION EUROPEA . 255
sociedades , no es ella la que rige sus destinos: eso
esta reservado á las ideas , á las influencias mora-
les que ocultas en los mismos accidentes á que
da lugar aquella , guian el curso de los sucesos .
Una causa de esta naturaleza , y no la fuerza,
ha dado á la monarquía todo su engrandecimiento.
El hecho segundo , no menos digno de vuestra
atencion , es la flexibilidad que caracteriza aquella
institución, la facilidad con que puede modificarse,
y adoptarse á las mas opuestas circunstancias ¡ Qué
contraste! Unica , permanente , simple en su for-
ma , sin ofrecer nada de aquella prodigiosa diversi-
dad de combinaciones que se encuentran en el resto
de las instituciones públicas -políticas , se mezcla
con todos los elementos , se junta con los mas di-
versos principios , y se le ve dominar en socieda-
des que ningun punto de contacto, ningun asomo
de semejanza tienen entre sí.
No siempre se ha sabido , señores , el princi-
pio constante y característico de esta institucion;
no siempre se ha considerado lo que constituye su
verdadera esencia , aquello que subsiste y dura,
cualquiera que sean las circunstancias á que se
aplica el no haberla contemplado bajo semejante
punto de vista tan variado y estenso , ha hecho
que no se conociera su naturaleza , ni que se al-
canzarán todos sus efectos. A fin , pues, de evitar
errores quisiera presentaros un cuadro exacto y fiel
de sus resultas , ya provengan de su propio prin-
cipio , ya de las modificaciones que ha sufrido .
Nadie duda, señores, que la fuerza de la monar-
quia , aquel poder moral que es su verdadero prin-
cipio no reside en la voluntad propia personal del
hombre , accidental y momentáneamente rey. Ni
254 HISTORIA DE LA
Jos pueblos al aceptarla como institucion , ni los
filósofos al sostenerla como sistema, han creido , y
menos han creido sometersé al imperio de la vo-
luntad de un hombre esencialmente limitada, ar-
bitraria, ciega. Aunque ella sepresenta bajo está
forma , es no obstante muy diferente en si misma.
La personificacion de la soberania de derecho, de
aquella voluntad esencialmente razonada , ilustra
da, justa , imparcial , estraña y superior à todos los
caprichos , ya todas las individuales voluntades ,
ya que a titulo de tal puede gobernarse las de de-
recho: he aqui la monarquia , tal es su sentido en
el espíritu de los pueblos ; y esta es la causa de
su aceptacion.
Existe realmente , señores, esa soberania ' de
derecho ? Hay verdaderamente una voluntad que
tenga el poder de gobernar á los hombres ? Estos
creen en ella, por lo menos la buscan, y la han bus-
cado con constancia para colocarse bajo su im-
perio.
Supóned , no diré un pueblo, si no la menor
asociacion de los hombres cometida à un soberano
de nuevo hecho , à un soberano que no gobierne
con los títulos de razon , de justicia , de verdad , y
que solo tenga los de la fuerza . El género humano
se indigna profundamente con semejante suposi-
cion . Es preciso que crea el hombre , que vea el
derecho ; por eso lo busca con afan , y solo á él
quiere obedecer. No nos ofrece la historia una de
mostracion contínua de esta verdad universal? Qué
son la mayor parte de las luchas que agitan y con-
mueven la vida de los pueblos , sino un ardiente
esfuerzo hacia el soberano de derecho para poner-
se bajo su poder ? Y no solo son los pueblos quie-
CIVILIZACION EUROPEA . 255
nes creen en su existencia , sino que tambien los
mismos filósofos la han buscado y adquirido ince-
santemente.
Con electo, ¿ qué es lo que intentan estos 1 con
sus investigaciones y sus sistemas de politica sino
saben tambien quien tiene derecho para goberna-
la sociedad? Asi el sistema teocrático couio el arís-
tocrático: lo mismo el monarquico como el demo +
crático, todos á una se glorian de haber llenado
la verdadera soberanía de derecho; todos prome-
ten y dictan sus leyes á los pueblos en nombre de
una legitimidad verdadera. A esto se dirigen todos
los trabajos de los filósofos; á esto tienden todos los
esfuerzos de las naciones.
Y como no habian de creer en la realidad de
aquel objeto? ¿Cómo no habian de afanarse para
conseguirlo? Haced las mas sencillas hipótesis: su-
poned que haya de ofrecerse algun acto cualquie-
ra, sea sobre el conjunto de la sociedad, ó sobre
algunos de sus miembros, ó sobre un solo indivi-
duo. Siempre habrá una regla que buscar, una
voluntad legítima que seguir y aplicar . Bien sea
que descendais á los menos imperceptibles actos
de la vida social, ya que os remonteis á sus acon-
tecimientos mas trascendentales , tendreis que
hallar indispensablemente una verdad, tendreis
que poner en ejecucion una ley racional. Ahí te-
neis la soberania de derecho á que ni los filósofos
ni los pueblos han podido cesar de aspirar...
Hasta que punto una fuerza terrena, una hu-
" mana voluntad puedo representar de una manc-
ra general y estable este principio motor?
Semejante idea, es falsa y peligrosa? ¿Qué es lo
que debemos sentir en particular á cerca de la per-
97 1
256 HISTORIA DE LA I
sonificacion de la soberania de derecho bájó la imá–
gen de la monarquia? Dentro de que límites, ó ba-
jo que condiciones puede admitirse esta personifi-
cacion? Cuestiones bien importantes son estas que
á la verdad no es este un lugar oportuno para tra-
tarlas; pero que no puedo menos de indicarlas; y
sobre los cuales á lo menos dire de paso algunas
¡
palabras.
Yo afirmo, señores, y basta el simple sentido
comun para reconocer la exactitud de mis pala-
bras, afirmo, vuelvo a decir, que a nadie puede
pertenecer la soberania de derecho de una ma-
nera estable y completa: que la concesion entera
de esta soberania a un individuo, cualquiera que
sea, es radicalmente peligrosa . De aqui proviene
la necesidad de prefijar límites a todos los pode-
res, cualesquiera que sean sus formas, cualesquie-
ra que sean sus nombres: de aqui parte la ilegiti-
midad fundamental de todo poder absoluto , bien
sea debido á la conquista, ó bien proceda del de-
recho de la sangre, é en fin, aun cuando haya si-
do conferido por eleccion. Puede haber discrepan-
cias sobre los medios de hallar el soberano de de-
recho; estos medios variarán segun los lugares y
los tiempos; pero en ningun tiempo ni lugar sa-
bria ningun poder ejercer por si solo de una mà-
nera legítima todos los derechos , que comprende
la soberania.
Despues de haber sentado este principio no se
presta todavia mas claramente que la autoridad
real es en cualquier sistema que se le considere
la personificacion del derecho soberano? Segun el
teocrático sistema , los reyes son la imágen de Dios
sobre la tierra; que equivale a decir, que represen-
CIVILIZACION EUROPEA. 257
tan á la suprema justicia , á la verdad y á la bon-
dad soberana. Los jurisconsultos os dirán que el
rey es la misma ley viviente , lo que equivale á
decir que es una personificacion de aquella ley
justa , única que tiene derecho á gobernar las so-
ciedades. Se supone tambien por los partidarios
de la monarquia pura que ella es una personifi-
cacion del Estado , del interés general. Asi que, cual-
quiera que sea la combinacion política , de cual-
quier modo , en cualquier situacion que se eleve
el trono , se le vé siempre como depositario de la
soberanía de derecho , como el único capaz de di-
rigir legítimamente la sociedad.
Y esto nada tiene de estraordinario. En efec-
to , ¿cuáles son los caracteres de ese poder , aque-
llos caracteres que se manifiestan por la vista de
la misma naturaleza ? Es ante todo único ; pues
porque no hay mas que una verdad , una justi-
cia ; es estable porque ni la verdad cambia ni pue-
de alterarse la justicia. -
Hállase ademas colocado en una altura superior;
en una altura á que no pueden alcanzar ni las
vicisitudes ni los azares de este mundo , y no es
mas que un espectador , un juez de todo lo que
pasa en él: he aqui su verdadero é importante papel
en el gran drama social. Pues señores , esos mis-
mos caracteres inseparables del soberano de de-
recho , los reproduce y lleva consigo la monarquia
de una manera exacta, bajo las mas sensibles for-
mas. Ya el célebre Benjamin Constant con su acos-
tumbrado tino y maestría nos habia presentado al
corona como un poder neutro, moderador, que
se sobrepone á los trastornos y á la lucha de la so-
ciedad y que solo interviene en las grandes crisis.
La Lectura. TOM. I 480
258 HISTORIA DE LA
¿No es esta misma la idea que tenemos formada
del soberano de derecho en los gobiernos huma-
nos? Preciso es que ella sea muy natural y senci-
lla , puesto que con tanta facilidad ha pasado de
los libros hasta los hechos . Un monarca ha puesto
ese principio por base de su trono en la constitu-
cion del Brasil, donde la autoridad real se presen-
ta verdaderamente como un poder moderador , co-
mo el primer móvil de los demas poderes activos,
como un espectador en la lucha , como un juez su-
premo en la contienda .
Cuanto mas se considera esta institucion, mas
en ella se ve resaltar aquella semejanza esterior,
y parece menos estraño que se haya ofrecido tan
constantemente al espíritu de los hombres.
En efecto , siempre que se han examinado la na-
turaleza , y contemplado los esenciales caracteres
del soberano derecho , les vemos inclinados al ré-
gimen monárquico . Durante la preponderancia de
las ideas religiosas , la contemplacion habitual de
la divinidad , condujo á los hombres á aquel sis-
tema ; y cuando los jurisconsultos llegaron a do-
minar las sociedades , el estudio de la ley , que és
el mismo soberano de derecho , favoreció su per-
sonificacion en la monarquía.
Hay , señores , otras circunstancias muy espe-
cialmente favorables á esa misma personificacion.
Cuando las fuerzas individuales claman sobre la
sociedad con todos sus caprichos , con todas sus
fatales resultas , cuando reina el egoismo en los
individuos , sea por ignorancia y rusticidad , ó por
perversidad y corrupcion , entonces los pueblos,
víctimas del encontrado choque de las voluntades
personales , no pueden remontarse por su libre
CIVILIZACION EUROPEA. 259
concurso á una voluntad comun general que lo
enlace todo , que todo lo subordine ; y lucha y se
afana para encontrar un principio capaz de con-
jurar la tormenta. Si en el centro de tanto desór-
den aparece una institucion protectora que ofrez-
ca á la sociedad su influjo é imperio , la abraza y
estrecha con la misma efusión y entusiasmo con
que pudiera un proscripto ampararse de un asilo
sagrado.
Así hemos visto que acontecia durante la agi-
tada juventud de los pueblos.
Los tronos se adaptan perfectamente á estas
épocas de anarquía , á un tiempo fecunda y ter-
rible, en que la sociedad aspira á constituirse y
organizarse y no puede lograr su objeto por un
armonioso concierto de voluntades individuales .
Esta institucion es tambien conveniente á otros
tiempos , en los cuales puede producir hechos y
resultados iguales. Decidme : cuál fué la causa que
sostuvo en pie por tanto tiempo á la sociedad de
Roma despues del fin de la república , cuando
despues de esta época pudo preveerse su ruina y
destruccion? Porque existía el imperio ; porque
el imperio sostenia , y solo el imperio podia soste-
ner aquella sociedad inmensa y bamboleante tan
próxima á desplomarse.
Señores: hay tiempos en que solo la monarquia
puede retardar la disolucion de una sociedad : hay
circunstancias en que ella , únicamente , puede
acelerar su formación . En ambos casos, y en cual-
quier otra época que se la considere, lo que cons-
tituye su carácter verdadero y esencial , lo que la
comunica toda la fuerza y todo el poder , es el
presentarse como la imágen y la depositaria de la
:
260 HISTORIA DE LA
soberania , como la intérprete presunta de esa vo-
luntad única y legítima que sola puede de derc-
cho dirigir y gobernar los pueblos .
Mas descendamos á considerarla en su flexibi-
lidad , bajo la infinita variedad de aspectos en que
se ha mostrado , en la prodigiosa diversidad de
efectos que ha producido ; pues debemos dar ra-
zon de todo, y á todo debemos señalar una causa.
Por de pronto contamos con una ventaja : al re-
correr su historia recorremos tambien la nuestra .
Por un singular concurso de circunstancias la mó-
narquia ha desplegado en nuestra Europa todos
los carácteres de que haya podido revestirse en
todo el resto del mundo.
Si se me permite servirme de una espresion
geométrica , diré que la autoridad real europea
ha sido en cierto modo la resultante de todas las
monarquias posibles.
Voy á describir su historia desde el siglo V.
hasta el XII ; á fin de que podais ver cuan diver-
sas fases presenta , y hasta que punto se encuen-
tra en todas partes aquel carácter de variedad, de
complicacion y de lucha propio de nuestra civili-
zacion.
Tan pronto como se verificó en el siglo V la
gran invasion de los germanos , halláronse frente
à frente dos monarquias tan opuestas en principios
como diferentes en sus efectos : tales eran las mo-
narquias bárbara y la imperial; el trono de Clo-
vis y el de Constantino.
Entre los bárbaros es la dignidad real electi-
va esencialmente , y no deja de serlo entre los
germanos por mas que la eleccion se presente
con otras formas y circunstancias que las que ca-
CIVILIZACION EUROPEA. 261
da dia acostumbran acompañarla . Entre ellos son
los reyes unos gefes militares que antes de consti-
tuirse tales deben procurar que no se acepte su po-
der por gran número de camaradas que luego les
obedecerán como el mas diestro y bravo. La elec-
cion es pues el primero y mas esencial carácter
que tiene la monarquia de los bárbaros.
Empero se habian introducido ya en el mismo
siglo V algunas modificaciones de este caracter
primitivo ; estraños elementos le habian alterado
ya algun tanto, algunas de aquellas bandas reco-
nocian desde mucho tiempo sus particulares gefes;
antiguas proezas habian acreditado á algunas fa-
milias , y la consideracion de que gozaban y las
inmensas riquezas que poseian les daban entre los
suyos y las demás clases un poderoso influjo y as-
cendiente : pocas veces era elegido el gefe supre-
mo fuera de estas familias. Así empezó á intro-
ducirse el derecho hereditario , ese principio nue-
vo que se asociaba al dominante principio de
eleccion.
El elemento religioso habia penetrado tambien
en la monarquia bárbara ; entre algunas de aque-
llas gentes; por ejemplo, en los godos reinaba la con-
viccion de que las familias de sus reyes descen-
dian de los dioses ó de sus héroes revestidos como
Odin de un carácter divino. Esta era la situacion
de los reyes de Homero , oriundos de los dioses ó
de los semidioses , y objeto con este título de una
especie de veneracion religiosa á pesar de lo limi-
tado de su poder . Tal era la monarquia bárbara en
el siglo V, fluctuando ya desde su origen entre ele-
mentos é influencias diversas , si bien dominando
aun su principio esencial.
262 HISTORIA DE LA
De muy diversa manera se presenta entre los
romanos la autoridad suprema . Alli el emperador
es la personificacon del Estado ; la magestad del
pueblo rey. Asi vemos en los tiempos de Augusto
ó de Tiberio , que él representa el senado , los
comicios , la república entera : á todo ha sucedi-
do; todo ha venido á parar y compéndiase en él. Si
los hechos y monumentos no lo publicasen mas,
lo revelaria infinitamente el lenguaje modesto de
los primeros emperadores ; es decir, de aquellos
que por lo menos no carecian de sentido comun , y
comprendian su verdadera posicion. Bien se tras-
luce un poco antes que se dirigen al pueblo sobe-
rano, y que abdica sus derechos en su favor : por eso
le hablan como sus representantes , como sus mi-
nistros , por mas que en realidad ejerciesen todo
el poder del pueblo de una manera ilimitada.
No nos será dificil, señores, comprender seme-
jante transformacion : la hemos tocado con nuestras
propias manos ; hemos visto pasar con nuestros
propios ojos, pasar á un solo hombre la soberania
del pueblo tal es la historia de Napoleon.
El emperador de los franceses no era , señores,
mas que la personificacion del pueblo soberano:
él mismo lo decia sin cesar : « Quién como yo ha
sido elegido por diez y ocho millones de habitan-
tes? ¿Quién es como yo el verdadero representan-
te del pueblo?» La inscripcion misma de sus mo-
nedas República Francesa en el anverso Napo-
leon Emperador en el reverso no confirmaban es-
to mismo? Cada una de aquellas monedas no era
un emblema perfecto del hecho que estamos des-
cribiendo?
Tal era el primer carácter de la monarquia.
CIVILIZACION EUROPEA . 265
imperial , carácter que conservó durante los tres
siglos primeros de su existencia , llegando á tomar
en el reinado de Diocleciano una forma completa
y definitiva. Entonces se vió el imperio á punto
de sufrir un cambio profundo estando próxima
á aparecer otra monarquia. Hacia tres siglos que
el cristianismo trabajaba incesantemente para in-
troducir en el imperio el elemento religioso , y ba-
jo el imperio de Constantino , logró, sino hacerle
prevalecer del todo , á lo menos darle mucha im-
portancia, y muy grande influencia . Entonces cam-
bióse el aspecto de la monarquia ; ya no tiene
aqui su origen y fundamento: el principio no es el
representante de la soberania pública ; es la imá–
gen de Dios , su lugar teniente , su delegado en la
tierra. El poder desciende de lo alto , y ya no su-
be de abajo arriba como en los tronos imperiales.
Situacíones son estas del todo diferentes tambien.
El nuevo principio es sublime y moral ; empero
dificil de combinarse con los derechos de la liber-
tad y las garantias políticas. He aqui la idea que del
príncipe se tenia en el siglo Vil, sacada del Fuero
Juzgo.

El rey se llama tal (rex) porque gobierna recta-


mente: si obra con justicia , lleva entonces legiti-
mamente el nombre de rey ; si obra con injusti-
cia , lo pierde miserablemente . Decian pues con
mucha razon nuestros padres ; rex ejus eris , si
recta facis ; si auten non facis, non eris. Las dos
principales virtudes reales son la justicia y la
verdad (la ciencia de la verdad , la razon .)
«El poder real está obligado como la totalidad
de los pueblos á respetar las leyes ......Obedecien-
264 HISTORIA DE LA
do á las voluntades del cielo damos tanto á noso
tros como á nuestros súbditos, leyes sabias , ieyes
a las que nuestra propia grandeza y la de nues-
tros sucesores está obligado á obedecer de la mis-
ma manera que toda la poblacion de nuestro
reino...
«Dios supremo, criador de todas las cosas , al
formar la estructura del cuerpo humano , colocó
en su parte mas elevada la cabeza , y quiso que
de alli partiesen los nervios de todos los miembros.
Y puso en la cabeza las lumbreras de sus ojos, á
fin de que viese todas las cosas que pudiesen des-
deñarle. Y estableció el poder de la inteligencia
encargándola de gobernar todos los miembros , y
dirigir sus acciones ... Es preciso, pues, arreglar ante
todo lo que pertenece a los príncipes , vigilar por
su seguridad, proteger su vida , y ordenar luego
lo que toca al bien comun , de tal manera, que al
paso que se mire por la seguridad de los reyes , no
se descuiden y se atiendan todavia mas los dere-
chos de los pueblos !!
Forunjudicum, tit. A. l. 2. l. 4.

Pero el sistema de la monarquia religiosa apa-


rece acompañado muchas veces de otro elemento
ageno de la misma monarquía. Se ha sentado con
alguna frecuencia al lado mismo de la autoridad
suprema un nuevo poder, un poder mas inmediato
que ella á la divinidad fuente y origen de toda su mo-
narquia estepoder es el clero que de cuando en cuan-
do ha querido interponerse entre Dios y los Reyes
entre los reyes y los pueblos , convirtiendo de es-
ta suerte à la corona en reflejo de la divinidad so-
bre la tierra , é instrumento de sus pretensiones.
CIVILIZACION EUROPEA . 265
He aqui un nuevo motivo de diferencia en los
destinos y efectos de esta institucion.
Tal es la gran diversidad que caracteriza á los
tronos que se han levantado sobre los escombro
del imperio romano : la monarquia bárbara en un
estremo , la imperial en el otro, naciéndose y for-
mándose en el centro de una y otra la religiosa
monarquia. La fortuna que les cupo fué tan di-
versa como los principios que las animaban.
Prevalece en Francia bajo la primera raza la
monarquia bárbara , verdad es que el clero tantea
y se afana para imprimir en ella el carácter impe-
rial ó el religioso; mas queda dominante la eleccion •
sobre la familia real con alguna mezcla de sucesion
á ideas religiosas .
En Italia en medio de los ostrogodos triunfa y
sojuzga el imperio las costumbres de los bárbaros.
Teodorico se presenta como el sucesor de los ein-
peradores . Leed á Casiodoro y reconocereis ese
mismo carácter en todos los actos de su gobierno.
Preséntase en España un tanto religiosa la mo-
narquia. Como ejercian tanta influencia sobre cl
pais los concilios de Toledo, el carácter religioso
pudo inspirarle sus leyes y su lenguaje ; aun cuan-
do no haya podido llevar á dominar en el gobierno
de los visogodos , estrictamente llamado tal.
En Inglaterra los sajones conservan casi ente-
ras sus bárbaras costumbres : los reinos de la
Heptarquia no son mas que unas bandas diversas,
cada una de las cuales tiene á su frente un gefe
determinado . En ninguna parte se ofrece con ras-
gos tan evidentes la eleccion militar : la monarquia
anglo-sajona es el tipo verdadero de la monarquia
barbara.
266 HISTORIA DE LA
Asi pues, desde el siglo V hasta el VII , al paso
que se manifiestan en Europa las tres especies de
monarquias , siempre prevalece una u otra de ellas
segun las circunstancias en que se halla cada uno
de los semejantes estados. Empero tal era el caos
que reinaba en aquella época que nada de general
ni estable podia subsistir, y de vicisitudes en vi-
cisitudes llegamos al siglo VIII sin que los tronos ha-
yan tomado en parte alguna un definitivo carácter .
Generalízanse hacia mediados de aquel siglo los
acontecimientos con el triunfo de la segunda raza
de los reyes francos: los sucesos están mas claros;
verificanse en una escala mas estensa, y sus re-
sultados son mas estensos , y pueden comprender-
se mas fácilmente. Vais á ver á las tres monar-
quias descritas sucederse y combinarse de una
manera admirable en un corto espacio de tiempo.
Sabeis bien que el cambio de dinastia verifica-
do á causa del reemplazo de los morovingios por
los carlovingios fue para el occidente de Europa
como una nueva invasion de los germanos que tra-
jo consigo alguna sombra de sus olvidadas institu-
ciones y de sus antiguas costumbres. Entonces
volvió á aparecer tambien la monarquia bárbara
con la eleccion y Pepino hizo que se celebrase la
suya en Soisons. Cuando los carlovingios primeros
quisieron regalar algunos reinos á sus hijos, procu-
raron que antes de todo los aceptasen como señores,
los grandes de los mismos estados que se les seña -
laban ; y asi mismo cuando se verificaba una par-
ticion, quisieron pue se aprobasen y sancionasen
las asambleas nacionales. En una palabra, vuelve
á reinar el principio electivo bajo la forma de una
acepcion popular.
CIVILIZACIÓN EUROPEA. 267
Al mismo tiempo se introduce en la monarquia
el principio religioso de una manera mas visible, y
adquiere mucha mas importancia; Pepino es reco-
nocido y consagrado por el papa; la sancion reli-
giosa tiene mucha influencia , y desea aquel prín-
cipe añadir aquella influencia á su poder. Asi lo
procura Carlo Magno : brilla tambien là cruz so-
bre su diadema ; pero si procura atraerse al clero
es para servirse de él como de instrumento. La
idea de un gran estado , la idea de una gran uni-
dad política , en la monarquia imperial , el resta–
blecimiento del imperio romano absorve todos
sus anhelos , forma los encantos de sus ensueños .
Sucediole á su muerte Ludovico Pio , y todos
saben cual fue el rumbo, aunque momentáneo ,
que tomó la autoridad real. El gefe del estado cae
en manos del clero : este le censura, le depone,
vuelve á restituirle su poder , y le gobierna . La
monarquia religiosa subordinada, parece encon-
trarse en la vigilia de su triunfo. Asi pues la mul-
titud de acontecimientos agrupados en este pais
desde mediados del siglo VIII hasta la mitad del si-
guiente , nos demuestran de una manera clara y
positiva la existencia de las tres especies de mo-
narquias con su diversidad religiosa.
Pero despues de la muerte de Ludovico Pio,
desaparecieron perdiéndose casi enteramente en
medio de la disolucion general en que cayó toda
la Europa. Despues de algun tiempo cuando el ré-
gimen feudal habia adquirido su predominio en la
sociedad, apareció la monarquia feudal que era la
cuarta de las monarquias muy diferente en todas de
cuantas hemos descrito hasta aqui , y sobrado di-
ficil de comprender y definir.
268 HISTORIA DE LA
Se ha dicho que el rey en el régimen feudal
era el señor de los señores , el soberano de los so-
beranos; el cual llamando en su torno é imponien-
do sus preceptos á los señores feudales , estos se
encargaban de hacerlos obedecer por sus vasallos,
estos por otros , y asi sucesivamente hasta que de
grado en grado las inspiraciones de la autoridad
suprema, llegaban hasta las últimas clases, llegaban
hasta el postrero de sus súbditos.
Teoria brillante que como tantas otras no sc
ha podido realizar jamas!
Esta gerárquica organizacion , esos lazos mentí-
dos que tan estrechamente habian de unir á los
tronos con toda la sociedad feudal , no son mas que
bellos ensueños de algunos publicistas. La mayor
parte de algunos señores feudales se hallaban res-
pecto á la corona en una completa separacion : un
gran número apenas la conocian de nombre , y
ninguno, ó á lo menos muy escasas relaciones con-
servaban con ella. Todas las soberanias en aque-
lla época eran locales é independientes , y el nom-
bre del rey que llevaba alguno de los señores , mas
bien espresa un recuerdo ideal que un hecho po¬
sitivo.
Asi se presenta la monarquia en los siglos X
y XI. En el inmediato comienza á cambiar el as-
pecto de las cosas , háblase del rey con mas fre--
cuencia estiéndese su influencia, haciéndose sen-
tir hasta en casos y lugares en que no habia in-
tervenido jámas : tiene ya en la sociedad una re-
presentación muy importante.
Pero la monarquia no ha podido llegar por se-
mejantes causas á un estado de engrandecimiento y
consistencia, el trono imperial ha perdido toda su
CIVILIZACION EUROPEA. 269
energia, carece de toda su representacion: hasta las
fórmulas y apariencias electivas han desaparecido:
prevalece pues definitivamente la sucesion heredi-
taria; y aunque la religion sancione el advenimien -
to de los príncipes al trono , el carácter religioso no
tiene ya gran prestigio sobre los pueblos: un elemen-,
to desconocido hasta entonces ha debido influir , y
otra monarquia de nueva especie deberá aparecer.
Víctima la sociedad er aquella época de violencias
contínuas , ó de un espantoso desórden , no tenia
ningun medio para salir de tan deplorable estado,
ni para restablecer alguna regla , algun centro de
unidad Y accion. Las instituciones feudales , esos
parlamentos de barones , esas cortes señoriales,
esas formas tan decantadas en otros tiempos, no te-
nian entonces la mayor fuerza; no ejercian algun
influjo. En medio de tantos horrores y disolucion ,
no existia mas recurso en las injusticias grandes,
ni otro remedio en los grandes males , que el com-
bate, y la espada. No obstante, aun subsistia el
nombre de rey llevado por uno de aquellos seño-
res , y muchos se acordaban del ascendiente que
habia tenido , y de los títulos que habian enri-
quecido á los solios en otro tiempo. Y en las fre-
cuentes violencias que sufrian los que habitaban
cerca de la morada del rey , y en los despojos que
los arruinaban, cuando habia inveteradas desave-
nencias que cortar ó componer , acudian é invoca-
ban á aquella autoridad protectora del órden pú-
blico , á aquel árbitro supremo , à quien se creia
mas influyente y poderoso que el resto de los se-
ñores. La autoridad moral que acompañaba toda-
bia su nombre sagrado, grangeo á los reyes todo
su poder.
270 HISTORIA DE LA
Por último, bajo el reinado de Luis el Gordo
hallándose Suger al frente de la administración ,
comienza á presentarse en confuso al espíritu de
los hombres una idea , si bien muy débil, de un
poder público diferente , algo superior á los pode-
res locales que hasta entonces se habia repartido
la sociedad, un poder llamado á hacer justicia á los
que no pudieran obtenerla por las vias regulares,
capaz hasta cierto punto de poner límite á la vo-
luntad y coto á las demasias, ó que al menos lo-
grase recomendar el órden .
Comenzó entonces á conocerse esa especie de
magistratura , cuya mas sagrada mision es la de
mantener ó restablecer la paz, proteger al débil y
dirimir las competencias inevitables de los hom-
bres entre si.
Con este carácter se presentó en Europa la
monarquia despues del siglo XII : su poder es to-
davia muy limitado , accidental , é incompleto : po-
driamos llamarlo , usando del distintivo mas ade-
cuado y semejante que conozco , un gran juez de
paz de las naciones
He aqui, señores, el origen verdadero de la mo-
narquia moderna : he aqui su principio vital que
ha formado todo su engrandecimiento . Despues en
épocas diferentes se ven reaparecer los diversos
caracteres de la monarquia que hemos descrito:
vereis cual se afanan y luchan porfiadamente para
recobrar su antigua preponderancia .
El clero predica , defiende , y ensalza la mo-
narquia religiosa : los jurisconsultos trabajan sin.
descanso por el restablecimiento de la monarquia
imperial : los nobles han creido alguna vez sostener
la feudal , ó resucitar la electiva; y no solo el cle-
CIVILIZACION EUROPEA . 271
ro como los jurisconsultos y la nobleza han que -
rido introducir y hacer dominar en los tronos es-
te ó el otro carácter , sino que todos se han servido
de todos para favorecer su engrandecimiento y es-
tender su poder.
Segun han sido las circunstancias y las exigen-
cias del momento, asi se han presentado los reyes:
eran unas veces delegados de Dios: otras sucesores
de los emperadores antiguos; y otras como prin-
Icipales señores de sus dominios.
Pero esto ha sido un mero pretesto; nada ha-
bia aqui de real.
El carácter verdadero de la monarquía moder-
da , presentándose como protectora del órden pú-
blico, como depositaria de su justicia general de los
intereses comunes , como magistratura suprema , y
como el centro de la union y del poder, ha gran-
geado la sincera adhesion de los pueblos.
A medida que vayamos adelantando en nues-
tro estudio veremos que ese principio que comenzó
á manifestarse en las monarquias, y que se des-
plegó en el reinado de Luis el Gordo, llega por
fin á representar una esencia política, logrando de
este modo reducir y compendiar todos los sociales
elementos en dos solos poderes: el pueblo, y el go-
bierno.
Asi, señores, al comenzarse las cruzadas, la Eu-
ropa habia entrado ya en el gran camino que de-
bia conducirla al estado en que se halla actual-
mente: en aquella general transformacion acabais
de notar la importancia de la monarquia: en nues-
tra inmediata reunion observaremos los ensayos
diversos que sobre la organizacion política se hi-
cieron desde el siglo XII hasta el XVI para arre-
272 HISTORIA DE LA
glar y mantener el órden de cosas tan próximo á
su ruina. Consideremos los esfuerzos encontrados
de la Iglesia, del feudalismo y aun de los comunes
para edificar la sociedad conforme á sus principios
antiguos y restituirla sus primitivas formas; sin
olvidar la resistencia que opusieron á la metamór-
fosis que iba preparando la revolucion.
LECCION X.

Quisiera fijar técnica y precisamente el objeto


de la leccion presente .
Recordareis que uno de los hechos que mas
resaltan ante nosotros, es la diversidad y la inde-
pendencia de los elementos con que estaba for-
mada la antigua sociedad europea. Cierto es que
la nobleza feudal , el clero, y los comunes , se halla-
ban en una situacion muy semejante ; pero eran
totalmente diferentes sus leyes y costumbres, eran
otras tantas sociedades diversas, cada una gober-
nada por sí, y sujetas todas á un régimen distinto y
particular. Ciertas relaciones las encadenaban,
estaban en contínuo contacto; sin embargo, entre
ellas, ni habia una verdadera union , ni formaban lo
que se llama propiamente una nacion ó un estado .
La fusion de estas sociedades se verifica en una
La Lectura. TOM. I. 181
274 HISTORIA DE LA
sola; y este como habreis notado es cabalmente el
hecho distintivo, el principal carácter de la Euro-
pa moderna. Los antiguos elementos sociales se
han reducido á dos: el gobierno, y el pueblo: quie-
re decir que ha cesado la diversidad y que la seme-
janza ha producido la union .
Sin embargo, antes de esta época se habian
hecho los mayores esfuerzos para lograr que vi-
viesen juntas obrando de comun acuerdo todas es-
tas sociedades particulares, sin que por eso fuese
destruida su independencia recíproca. Se queria
conservar su naturaleza, se deseaba que fuesen
respetados todos sus derechos; y al mismo paso se
intentaba reunirlas en un solo estado, formar de
ellas un cuerpo de nacion y sujetarlas todas á un
mismo gobierno.
Empero todas estas tentativas fueron inútiles:
todos estos planes se frustraron . Esa misma unidad
social de la Europa moderna de que acabo de ha-
blaros, prueba cuan desgraciado fue su éxito. Aun
se ven en algunos paises de Europa los restos de la
antigua diversidad de los elementos sociales. En
Alemania por ejemplo, hallamos una verdadera
nobleza feudal al lado de unos comunes verdade-
ros: en Inglaterra existe una Iglesia nacional que
tiene rentas propias y ejerce una jurisdicion par-
ticular. Sin embargo, en estos paises no existe la in-
dependencia de esas sociedades parciales, asi como
se veia en la Europa antigua. Todas se han con-
fundido políticamente en la sociedad general: to-
das las ha absorvido el Estado, todas regidas por
poderes públicos se sometieron á un solo sistema ,
y fueron dominadas por las mismas ideas y cos-
tumbres.
CIVILIZACION EUROPEA . 275
Sin embargo, por mas inútiles que fuesen los
esfuerzos que se hicieron para unir todos, los ele-
mentos sociales, sin oscurecer el sello particular que
llevaba cada una, fueron tantos y tan grandes,
fueron de tal naturaleza las tentativas hechas pa-
ra lograr este fin , que ellas por sí mismas ocupan
una parte muy interesante en la historia: ellas for-
man parte en la historia de la época de que vamos á
ocuparnos; esta época que separa la Europa pri-
mitiva de la Europa actual, y en la cual fue lleva-
da á cabo una de las mas grandes y asombrosas
metamorfosis de la moderna sociedad. Y no solo
tiene mucha importancia, y es muy alto el lugar
que tales hechos ocupan en las páginas de la his-
toria, sino que influyeron de una manera decisiva
en los posteriores sucesos, especialmente en el mo-
do con que se verificó la reducion de todos los
elementos sociales á esos dos poderes; el gobierno
y el pueblo.
Importa, pues, sumamente conocer todos los en-
sayos de organizacion política realizados en el es-
pacio que media desde el siglo XII al XVI , para
saber de que modo se forman las naciones, y los
gobiernos; para conocer de que modo entra en las
sociedades secundarias, en el vasto círculo del Es-
tado; y de que forma se realiza para que coloca-
das alli unas al lado de las otras, no se destruya la
existencia de ninguna,
Trabajo es el que nos hemos propuesto asaz
triste y pesaroso: todas esas tentativas de organi
zacion politica no fueron hijas de los mas puros
deseos, ni dirijidas al mejor fin : las mas de ellas
solo fueron dictadas por el egoismo y acompaña-
das de la tiranía. Sin embargo, algunas de esas
276 HISTORIA DE LA
miras fueron puras y desinteresadas : algunas tu-
vieron por objeto el bien de la humanidad y la
mejora de los pueblos: el desórden , la violencia, la
iniquidad que reinaba entonces en las sociedades
irritaba á los espíritus elevados, exaltaba sobre
manera las almas nobles, y aquellos hombres tra-
bajaban sin descanso para lograr que sus semejan-
tes saliesen de tan funesto y deplorable estado.
Mas inútiles fueron semejantes ensayos ; perdióse
tanto valor, tantos sacrificios, tantos esfuerzos, co-
mo se practicaron en bien de los pueblos y de la
humanidad!
Ay ! .... nuestros pechos respiran comprimidos
siempre que pensamos en la desgracia de aquellos
hombres y en la fatalidad de aquellos tiempos !
Pero aun nos acibara mastodavia otra tristeza
mas amarga; ante nuestros ojos se estiende un espec-
táculo mas triste y desconsolador. No solo quiso
el infortunio que se estrellasen y destruyesen tan-
tas y tan grandes tentativas de mejora social, sino
que el error contribuyó tambien por su parte á
realizar un éxito tan desgraciado. A pesar de la
intencion pura y buena de que eran hijos todos
estos planes eran absurdos en su mayor parte: ellos
probaban un olvido total de la razon, y la igno-
rancia mas supina de los derechos del hombre y
de las condiciones sociales.
Obsérvase repetidas veces que un pequeño des-
tello de razon ofusca y deslumbra los espiritus mas
claros y despojados: estos todo lo olvidan enton-
ces: nada ven: nada conocen, sino aquello que se
encierra en el limitado y oscuro circulo de sus
ideas: entonces basta que halla un principio de
equidad en una causa ó en un sistema para que
CIVILIZACION EUROPEA. 277
le sigan á ciegas, sin descubrir los errores é injus-
ticias á que les arrastra en seguida.
Sin embargo: á pesar de los estravios tan cra-
sos de estos hombres en su carrera , debemos ser
justos con ellos. Desplegaron tan grandes virtudes,
practicaron tan nobles esfuerzos, hicieron tan ge-
nerosos sacrificios, que son acreedores á mucha
gloria y merecen toda nuestra gratitud.
Las tentativas de organizacion política hechas
desde el siglo XII al XVI son de dos especies: las
unas tienen por objeto el predominio de alguno de
los elementos sociales; el que prevalezca ya el cle-
ro, ya la nobleza feudal ó los comunes: subordi-
na en seguida á una especie de sociedad, y logra-
ran todos de este modo la unidad general. Las
otras tendieron á juntar todas las sociedades par-
ticulares á que obrasen unidas y de comun acuer-
do, dejando á cada una en su respectiva libertad,
y asegurando á todas su influencia en el gobierno .
Los ensayos del primer género son mas sospe-
chosos de egoismo y tiranía que los del segundo.
Y efectivamente, se ha visto que fueron por su na-
turaleza esencialmente tiránicos los medios que se
pusieron en práctica para su realizacion, habien-
do el egoismo, dictado muchas de las medidas que
se han adoptado: algunas de ellas sin embargo, de
bieron ser concebidas, y lo fueron en efecto por
miras puras y desinteresadas , por el progreso de
las sociedades, y por el bien de la humanidad.
La primer tentativa que se presenta es el pro-
yecto de organizacion teocrática; esto es , el deseo de
someter las diversas sociedades á los principios y
al imperio de la sociedad eclesiástica.
Recordareis, señores, lo que dije ya sobre la
278 HISTORIA DE LA
historia de la Iglesia : va procuré manifestaros que
principios se habian desenvuelto en ella , en que
parte eran legítimos los unos y los otros , como
nacieron del curso natural de los sucesos , que
servicios habian prestado , y cuales eran los ma-
les que habian hecho . Ademas os manifesté el
carácter de los distintos estados por que habia pa-
sado la Iglesia desde el siglo VIII hasta el XII , y
os la he presentado en el estado de la Iglesia im-
perial, de Iglesia bárbara , y en fin, de Iglesia teo-
crática. Puesto que teneis bien presentes esos suce-
sos , voy a indicaros hoy que fué lo que hizo el
clero para dominar á Europa , y porque causa se
estrellaron sus esfuerzos .
En los actos de Roma , y en las obras del clero
en general, se descubre la tentativa de la organi-
zacion teocrática. Ella es efecto de la superioridad
así moral como política que ejercia la Iglesia: ella
descendió naturalmente de la influencia del clero ,
pero ya en sus primeros pasos tropezó la Iglesia
con algunos obstáculos que á pesar de su fuerza y
vigor no pudo vencer de ningun modo.
Fué el primero la naturaleza misma del cristia-
nismo . Al contrario de otras muchas creencias re-
ligiosas se estableció el cristianismo por medio de
la persuasion tocando únicamente resortes mora-
les : la palabra era el arma única que sacaba en
sus conquistas. De aquí nació que despues de su
triunfo , cuando se halló en posesion de muchas
riquezas y gozó de mas importancia , no se vió
por esto investida la Iglesia del gobierno directo
de la sociedad. Verdad es que tenia mucha in-
fluencia , pero tambien que carecia de todo po-
der. Dejábase sentir aquella en las magistraturas
CIVILIZACION EUROPEA. 279
municipales , obraba poderosamente sobre los em-
peradores , y sobre todos los funcionarios públicos
pero carecia de la administracion de los negocios
no tenia el gobierno propiamente dicho. No se
establece , señores , ningun sistema de gobier-
no , sea teocrático , ó cualquiera otro que sea, por
medios indirectos , ni por simples influencias ; pre-
ciso es juzgar , administrar , mandar, percibir los
impuestos, disponer de las rentas : en una palabra;
es preciso tomar el mando de la sociedad . Cierta-
mente se puede hacer mucho , se puede ejer-
cer un gran imperio cuando se obra por medio de
la persuasion sobre pueblos y gobiernos. Con esto
empero no se llega á gobernar; sino se funda en nin-
gun sistema no se logra el dominio del porvenir.
Tal, por su propio orígen, ha sido la situacion
de la Iglesia Cristiana : hase encontrado siempre
al lado del gobierno, de la sociedad ; pero nunca
ha podido desposesionar aquel y constituirse en su
lugar ; obstáculo poderoso que la Iglesia no ha lo-
grado vencer , y que ha frustrado sus tentativas
de organizacion teocrática.
La Iglesia encontró tambien otra dificultad que
no pudo en manera alguna superar. Desmorona-
do el imperio romano y constituidos los estados
bárbaros , ella se vió entre el número de los ven-
cidos. Por de pronto fué preciso salir de esta situa-
cion , empezando por convertir á los vencedores,
y colocarse en su rango. Llevado á cabo este objeto
cuando trató la Iglesia de aspirar á la dominacion, tu-
vo que luchar entonces con el orgullo y resisten-
cia de la nobleza feudal. Grande es el servicio que .
el feudalismo laical ha prestado á la Europa con
esto: hallábanse los pueblos en el siglo XI casi subyu-
280 HISTORIA DE LA
gados completamente por la Iglesia : los soberanos
apenas podian defenderse : solo la nobleza mostró
vigor y resistencia , jamás se sujetó del todo al
clero los señores feudales se negaron siempre á
hincar ante ella la rodilla. Con solo recordar la fiso-
nomia general de la edad media, sorprenderemos
aquella mezcla singular de altaneria y sumision,
de ciega credulidad y libertad de espíritu que se
descubre en las relaciones de los señores laicos con
los clérigos. Encuéntranse entonces algunos vesti-
gios de su primitiva situacion. Bien recordareis lo
que os he dicho sobre el origen del feudalismo y
el modo con que se hallaba formada en torno de
cada castillo la primera sociedad feudal. Ahora
bien : ha permanecido siempre vivo en el corazon
de cada poseedor de un feudo un recuerdo , un
sentimiento de la situacion que ocupó : no solo sc
consideraron sus ascendientes como independien-
tes de la Iglesia , sino como superiores á la mis-
ma, como los únicos que tenian derecho para di-
rigir y dominar los destinos del pais : la nobleza .
ha querido estar siempre al lado de la Iglesia , no
ha cesado de vivir en union con el clero ; pero
sin someterse á su imperio , ni abdicar el poder
que habia ejercido. Durante algunos siglos la aris-
tocracia laical ha sido, señores, la que ha conserva-
do la independencia de la sociedad contra las pre-
tensiones de la Iglesia ; la aristocracia fué la que
constantemente se defendió cuando se hallaban
rendidos los pueblos y los reyes : ella se ha pre-
sentado la primera al combate , y ha contribuido
acaso mas que ninguna otra fuerza á frustrar
Ja tentativa de organizacion teocrática de la so-
ciedad,
CIVILIZACION EUROPEA. 281
Se ha opuesto á la Iglesia para el logro de sus
deseos un tercer obstáculo , que ha sido poco co-
nocido en general , y cuyos efectos no se han apre
ciado debidamente.
Donde quiera que ha prevalecido el régimen
teocrático ha recaido el poder en manos de un
pueblo compuesto de individuos casados , en un
-cuerpo euyos individuos habian nacido en su mis-
no seno , y eran colocados despues de su naci-
miento en la misma situacion de sus padres. Abrid
la historia , recorred el Asia y el Egipto , y vereis
que todas las grandes teocracias son la obra de
un clero que encierra en sí mismo una sociedad
completa , que se basta á sí solo , y que nada tie-
ne que pedir fuera de sí.
Hallóse en una situacion muy diferente el cle-
ro cristiano por el celibato de sus individuos. La
Iglesia se vio forzada á recurrir sin cesar á la so-
ciedad laica para perpetuarse ; tuvo que ir á bus-
car lejos de sí en todas las posiciones sociales los
medios de vida y duracion. Inútil era que traba-
jase incesantemente para asimilarse á todos los
elementos estraños ; los que formaban parte de la
sociedad eclesiástica conservaban al entrar en la
misma un recuerdo de lo que habian sido , y este
recuerdo no se estinguia jamás. Nobles y plebe-
yos , cualesquiera que fuese su clase y condicion ,
İlevaban siempre un resto de su antiguo espíritu,
una señal de su naturaleza primitiva. Sin duda
alguna que colocando el celibato al elero cristia-
no en una situacion particular, distinta de los in-
tereses de los demas hombres y diferente de la
vida comun , ha producido el aislamiento de la
Iglesia.
282 HISTORIA DE LA
Sin embargo , es preciso confesar que la Igle-
sia ha tenido que dirigirse á la sociedad civil , que
ha debido buscar sus individuos , y que por esta
sola circunstancia ha sufrido los efectos de las re-
voluciones morales que se consumaban en su re-
dedor. No dudo un momento que esta necesidad
siempre naciente que no ha podido jamás satisfa-
cerse completamente , ha perjudicado á la tentati-
va de la organizacion eclesiástica mas de lo que
ha contribuido á ella el espíritu de cuerpo con-
servado siempre por el celibato.
En fin , dentro de la Iglesia misma se han le-
vantado nuevos y mayores obstáculos que han he-
cho imposible de todo punto la realizacion de su
teoria. Tales han sido sus adversarios por cierto
muy poderosos. Muchas veces se ha hablado de la
unidad eclesiástica ; no hay duda que constante-
mente ha aspirado la Iglesia á su logro , y que lo
ha conseguido bajo algunos aspectos. Sin embar-
go , ninguna sociedad ha tenido mas discusiones
civiles , ni ha sido tan desmembrada como la
eclesiástica.
Las Iglesias nacionales en la mayor parte de los
paises de Europa , luchan incesantemente contra la
corte de Roma ; combaten al papa los concilios; no
pueden contarse las heregias que renacen conti-
nuamente ; vese siempre el cisma á la puer-
ta de la Iglesia ; en ninguna sociedad existe tanta
diversidad de opiniones , combate tan encarnizado,
ni tanta division en el poder. Facil es de com-
prender que el estado interior de la Iglesia , las di-
visiones que ha sufrido , y las revoluciones que
han estallado en su seno , han debido ser un in-
conveniente de monta , sino el mayor obstáculo
CIVILIZACION EUROPEA . 285
para que lograse alcanzar la teocracia un triunfo
definitivo y completo.
Todos estos obstáculos aparecieron ya al em-
pezarse la tentativa de que hablamos ; mas no pu-
dieron impedir que aquella siguiese su curso y
progresase por muchos siglos. Su momento mas
glorioso , su dia de crisis, digámoslo asi , es en el
reinado de Gregorio VII al fin del siglo XI. Hemos
visto que la idea dominante de aquel papa habia
sido someter el mundo al clero; y el clero al sumo
pontífice ; hacer en fin de toda la Europa una vas-
ta teocracia. Gregorio VII á lo que podemos juz-
gar desde tal distancia los hombres y los sucesos,
cometió dos gravísimas faltas : una como teócrata ,
y otra como revolucionario. Su primer error fué
el de proclamar pomposamente su plan , y mani-
festar de una manera sistemática sus principios á
cerca de la naturaleza y derechos del poder es-
piritual, sacando desde luego las mas remotas con-
secuencias, con la lógica severa de sus principios.
Sin poseer todavia los medios de asegurar su
poder , amenazó con los mas duros golpes á todos
los soberanos de Europa : obrando de un modo ab-
soluto y por solo la fuerza de un argumento filo-
sófico , no se realizan jamás los planes que con-
ciben los hombres; sobre todo , si estos planes de-
ben encontrar oposicion y resistencia.
Gregoric VII cayó ademas en el error comun
de los revolucionarios ; emprendió mas de lo que
podia ejecutar , y no tomó lo posible como límite
de sus esfuerzos . Para realizar sus ideas, para que
prevaleciesen sus principios , para dominar en fin ,
luchó contra el imperio, contra los soberanos , y
contra el mismo clero . Today mas : desplegó en
284 HISTORIA DE LA
un instante todas las consecuencias de su sistema ,
sin respetar los derechos creados , ni contempori-
zar con los intereses existentes ; en una palabra,
proclamó altamente que queria reinar solo y de
una manera ilimitada sobre todos los gobiernos,
ași como sobre todos los espíritus.
De este modo se alzaron contra él todos los po-
deres temporales amenazados por tan grave riesgo,
y todos aquellos que tenian que perder la libertad
del pensamiento . Generalmente puede decirse que
Gregorio VII perjudicó mas bien que contribuyó
al buen éxito de su causa .
El plan de la teocracia general , continuó pro-
gresando en todo el siglo XII , y hasta promediar
el XIII : este es quizás el tiempo en que la Iglesia
apareció con mas brillo , ostentándose con mas po-
der. No creo que hasta aquella época hubiese po-
dido decirse que habia progresado mucho la Igle-
sia ; hasta el fin del pontificado de Inocencio III,
mas bien procuró aquella que le fuese provechoso
su poder , sin curarse de aumentarlo .
En los momentos en que logra un triunfo apa-
rente se declara contra ella una reaccion popular
en la mayor parte de los paises de Europa. En el
mediodia de la Francia nacen los albigenses que
invaden una sociedad fuerte y numerosa : algun
tiempo despues aparecen en Francia ideas de la
misma naturaleza : un poco mas tarde Widef ataca
en Inglaterra el predominio de la Iglesia , y funda
una secta. Los soberanos entran por fin en los pla-
nes formados por los pueblos y al principio del
siglo XIII se ven sucumbir en la lucha de los mo-
narcas con el papa , los mas respetables soberanos
de Europa, los einperadores de la casa de Hohens-
CIVILIZACION EUROPEA . 285
taufen. Aun no habia pasado este siglo cuando
San Luis , el mas piadoso de los reyes, proclama la
independencia del poder temporal , y publica la
primera pragmática que fué el modelo de todas las
demas. Comienza el siglo XIV, y con él la que-
rella de Felipe el Hermoso contra Bonifacio VIII ;
y el rey de Inglaterra Eduardo I no se muestra mas
sumiso que aquel á la corte de Roma. En esa épo-
ca se estrellaron todas las tentativas de organiza-
cion teocrática. Colócase en aquella razon la Iglesia
en la defensiva : ya no será mas emprendedora , ya
no intentará estender mas su dominacion é impe-
rio: seran sus únicas miras el conservar lo que ya ha
conquistado. Data del fin del siglo XIII la emanci-
pacion de la sociedad civil de Europa ; y data igual-
mente de esa época la renuncia que hizo la• Igle-
sia de aspirar á su dominio.
Mas lo que parece mas estraño es el haber ab-
dicado sus pretensiones y deseos en los lugares
mismos donde parece que debian haberse logrado
mas. Al cabo de algun tiempo en el seno mismo de
la Iglesia , cerca de su trono , en Italia habia sido
completamente vencida la teocracia ; y retírándo-
se hizo lugar á un sistema bien distinto ; á esa ten-
tativa de organizacion democrática cuyo tipo son
las repúblicas italianas , y que tanta importancia
ha tenido en Europa desde el siglo XIII hasta
el XVI.
Ya he dicho de que modo se formaron los co-
muneros : bien recordareis ademas la diferencia
que os hice notar que entre unos y otros existia.
Ahora bien, los comunes en Italia se desarrollaron
mas pronto, y tuvieron mas poder que en los de-
mas paises : eran allí las ciudades mas numerosas
286 HISTORIA DE LA
y ricas que las de Francia , Inglaterra y España:
el régimen municipal romano habia conservado
mas vida , tenia mas órden y regularidad.
Por otra parte las campiñas de Italia brinda-
ban menos que ningunas otras de Europa á que
en ellas se fijasen los nuevos conquistadores : eran
amenas , cultivadas , no estaban cruzadas de bos-
ques , y por consiguiente no podian entregarse los
bárbaros á las grandes aventuras de la caza ni
llevar una vida igual á la que disfrutaban en los
bosques de Alemania. Ademas tampoco eran due-
ños de una parte de estos paises. En el mediodia
de Italia , la campiña de Roma y Rávena conti-
nuaba estando bajo la dependencia de los empe-
radores griegos. Merced á la distancia en que se ha-
llaban los pueblos del soberano , y á las alternati-
vas de la guerra , se arraigó y pudo desarrollarse
en este pais el régimen republicano.
Y no solo estaba toda la Italia en poder de los
bárbaros , sino que ni pudieron quedar tranquilos
poseedores de lo que habian conquistado. Los os-
trogodos fueron vencidos y arrojados de allí por
Belisario y Nasser : los lombardos no lograron tam-
poco constituirse difinitivamente; los arrollaron los
francos; entonces Pepino y Carlo Magno conocieron
que era conveniente aliarse con la antigua pobla-
cion de Italia para luchar contra los lombardos tan
recientemente vencidos . Asi que los bárbaros no
pudieron fijarse en Italia y permanecer allí dueños
esclusivos y poseedores tranquilos del pais y de la
sociedad.
De esto proviene que no se estableciera en la
otra parte de los . Alpes , mas que un feudalismo
débil, poco numeroso, y sumamente esparcido. Le-
CIVILIZACION EUROPEA . 287
jos de pasar el influjo y la preponderancia social
á los que habitaban los campos y estaban sepul-
tados en los bosques, como por ejemplo habia su-
cedido en las Galias, continuó perteneciendo á los
moradores antiguos de las ciudades. Tan pronto
como se manifestó este resultado, una porcion con-
siderable de poseedores feudales abandonaron las
campiñas, ya espontáneamente, ó por efecto de la
necesidad; y pasaron á fijarse en lo interior de los
pueblos.
Bien comprendeis, señores, por solo este hecho,
que fuerza tan prodigiosa, que superioridad tan
escesiva debian adquirir los comunes de Italia so-
bre los demas de Europa : lo que hemos nota-
do en estos de particular, es el sentimiento de
inferioridad la suma humildad, y timidez de los
que formaban la poblacion. Los hombres de esos
paises se han presentado á nuestra vista como
hombres que procuraban emanciparse de la mas
dura servidumbre 1 que luchaban con un va-
lor singular, pero de una manera triste y penosa
contra su señor que se hallaba á las puertas de
la ciudad . Muy distinta fué la suerte de los co-
inuneros en Italia: mezcláronse alli la poblacion
conquistadora y la poblacion conquistada : preva-
lecieron unas mismas costumbres en personas de
tan diversas clases. Las ciudades no tuvieron por
cierto que resistir á las invasiones de un señor que
les amenazaba de cerca: sus habitantes habian
conservado en todos tiempos su libertad, y la ma-
yor parte defendian sú independencia y sus dere-
chos, solo contra las tentativas de soberanos es-
trangeros separados á largas distancias de las mis-
mas, á veces contra los reyes francos; y a veces
288 HISTORIA DE LA
contra los emperadores de Alemania. De ahi esa
fuerza tan poderosa, esa precoz é inmensa supe -
rioridad de las ciudades de Italia. Nada de estraño
hay pues en que mientras que los comunes se for-
maban en otra parte de una manera tan lenta co-
mo trabajosa , naciesen en Italia las repúblicas , y
se creasen alli verdaderos estados .
Asi se esplica el buen éxito que tuvo en aque-
lla parte de Europa la tentativa de organizacion
repúblicana. Ella logró felizmente vencer el feuda-
lismo, é imprimió desde entonces su forma y ca-
rácter á la sociedad . Mas ni pudo estenderse ni
perpetuarse conteniendo tan escasos gérmenes de
mejora y perfeccion , necesarias condiciones para
la perpetuidad y estension .
Al estudiar la historia de las repúblicas italia-
nas desde el siglo XI al XV, llaman al momento
la atencion dos hechos contradictorios en la apa-
riencia, y cuya existencia es innegable. Vese en
esos paises un desarrollo prodigioso de valor, de
actividad y de genio: descúbrese una prosperidad
siempre en aumento, y en fin, se observa el movi-
miento y la libertad, mientras que los demas pue-
blos de Europa son esclavos y permanecen como
estacionarios. Pregúntese sin embargo cual es la
suerte de los moradores de Italia, cual su género
de vida, que felicidad gozan ; y se verá un cuadro
distinto, enteramente contrario al que se acaba de
trazar.
Ninguna historia, señores, está escrita con tin-
tas mas negras como la historia de Italia en los
tiempos de que hablo: en ninguna parte padece
tanto la humanidad, ni en otro lugar alguno son
tan duros los destinos del hombre ni es tan triste
CIVILIZACION EUROPEA . 289
y deplorable su suerte: en ningun otro pais se
ven mas disensiones, ni crímenes, ni desgracias.
Otro hecho se manifiesta casi en la misma épo-
ca; tal es que en la mayor parte de las repúblicas
la libertad se escatima de dia en dia, y los dere-
chos del individuo se disminuyen siempre mas.
Tan absoluta es la falta de seguridad , y tan poca
la proteccion que se encuentra en las ciudades de
Italia; que sus habitantes se ven forzados á bus-
car un refugio en un sistema mas arreglado, aun-
que menos popular. Reconoced la historia de Flo-
rencia, Venecia , Génova, Pisa y Milan , y siempre
vereis que lejos de desplegarse la libertad se re-
pliega y arrolla con el tiempo de dia en dia , y ve-
reis siempre que lejos de crecer y ensancharse el
círculo de las instituciones políticas, continuamen-
te se reduce y se limita; y siempre vereis que se
encuentra el poder en manos de un pequeño nú–
mero de hombres; y vereis siempre que faltan en
estas repúblicas , por otra parte tan activas y po-
derosas, tan ricas y brillantes, dos hechos igual-
mente necesarios: ni se encuentra alli el progreso
ni las instituciones políticas, ni la seguridad de los
derechos, condicion primera de una sociedad cual-
quiera.
Nació de aqui un nuevo mal, y este era el de
no poderse estender las tentativas que se hacian
para organizar una república.
Amagaban la Italia de continuo soberanos es-
trangeros: ellos comprometian su tranquilidad, y
la colocaban en el mas grave riesgo. Nada es mas
natural que para evitarle obrasen de concierto
todas las repúblicas, y rechazasen juntas el ene-
migo comun: sin embargo, esto jamas pudo lograr-
La Lectura TOM. I. 182
290 HISTORIA DE LA
se: nunca supieron unirse esos estados , y formar
una alianza general. Asi se ve que los italianos
mas ilustres, los mas ardientes patriotas de nues-
tros tiempos, deploran el régimen republicano de
la edad media , considerándolo como la causa
que ha impedido que se forma se alli una nacion
verdadera . Dividido aquel pais en mil partes pe-
queñas, habitado por hombres que no supieron
enfrenar sus pasiones , imposible fué que se hi-
ciera una confederacion , que se llegase á crear
un estado. Aquellos escritores amantes de su pa-
tria sienten que ella no hubiese pasado como las
demas partes de Europa por una centralizacion
despotica que ella hubiera hecho feliz con el tiem-
po, independiente de todo poder y libre de estra-
ñas influencias.
Por tanto reconócese bien que el régimen re-
publicano de la Italia no encerraba, ni aun en las
circunstancias mas favorables, un principio de pro-
greso, de perpetuidad y de estension. Hasta cier-
to punto puede compararse al estado político de
Italia en la edad media al de la antigua Grecia .
La Grecia era tambien un pais inundado de
pequeñas repúblicas rivales siempre, enemigas co-
nunmente; y raras veces unidas para un objeto
general a todas. Pero al comparar estos paises se
conoce que era mejor aun la civilizacion de la Gre-
cia . Es indudable que en lo interior de Tebas y
Lacedemonia se cometieron grandes iniquidades,
y que sufrió la humanidad ; y sin embargo, no fuc
ian triste y deplorable la suerte de esos pueblos
como la de los de Italia . Al menos habia àlli mas
orden, hallábase mas seguridad : era mas recta la
justicia que se administraba.
CIVILIZACION EUROPEA. 291
Limitado y estrecho era el horizonte politico de
la Grecia: suma era la debilidad de aquel estado
por la separacion de los pueblos y la division del
poder: de aqui nace que siempre que la Grecia
se encontró frente à frente con grandes estados,
con Roma y Macedonia, tuvo que sucumbir, ven-
cida siempre por sus rivales. Esas repúblicas pe-
queñas, tan gloriosas y florecientes en otros tiem-
pos, no supieron coaligarse, y no pudieron vencer.
i Con cuánta razon pues, no debian sucumbir y
ser vencidos los pueblos de Italia en aquellos tiem-
pos en que era la razon mucho mas débil, y mu-
cho menos adelantada la sociedad?
Habiendo cabido tan mala suerte al régimen
republicano de Italia cuando había triunfado de
todos los esfuerzos del feudalismo , adivinareis, se-
ñores, facilmente los destinos de ese mismo gobier-
no en las demas partes de Europa. Pero voy á in-
sinuarlos para que os sea mas fácil comprender-
los bien.
Existian en Europa algunos pueblos que tenian
cierta analogia con Italia. El mediodia de la Fran-
cia , las provincias de España limítrofes á esta
nacion como Cataluña , Vizcaya y Navarra , se di-
ferenciaban mucho de aquel pais. Las ciudades
habian desplegado alli tambien una viva actividad,
poseian inmensas riquezas y disfrutaban de gran-
de importancia. Un considerable número de se-
ñores feudales se habian unido con las ciudades :
habia abrazado tambien su causa una parte del
clero ; y en una palabra , la sociedad se hallaba
en una situacion muy semejante á la de Italia. Asi
es que durante el siglo XI, y á principios del XII
se vé la tendencia de las ciudades de Provenza,
:
292 HISTORIA DE LA
Languedoc y Aquítania á constituirse en indepen-
dientes repúblicas; y en fin, á ejecutar lo que se
realizaba hacia el otro lado de los Alpes. Pero el
mediodia de la Francia se hallaba en contacto con
el temible feudalismo del norte. Entonces nació
la heregía de los albigenses; declaráronse la guerra
la Francia feudal y la Francia municipal . No
ignorais la historia de las cruzadas contra los al-
bigenes , dirigidas y mandadas por Simon de Mon-
fort : sabeis que ellas fueron la única resistencia
que á las tentativas democráticas del mediodia,
opuso el feudalismo del norte. A pesar del he-
roismo y esfuerzos verdaderamente patrióticos que
hicieron los habitantes de las ciudades , vencieron
los señores en aquella lid. En los pueblos del me-
diodia faltó mayor concierto: sus planes carecie-
ron de una buena combinacion , y de unidad po-
lítica ; asi es que fueron perdidos y malogrados to-
dos los sacrificios.
La civilizacion se hallaba muy atrasada para
que pudiese suplir la combinacion y el arte al
numero y á la fuerza ; y frustrada esta tentativa, y
conocidas las ciudades del mediodia de la Francia
establecieron en ellas las cruzadas su régimen
feudal.
Masfelíz fué el éxito con que se vieron coronados
los esfuerzos que hicieron los habitantes de las monta-
ñas de Suiza. Lejos de sucumbir , prevaleció por
fin en aquel pais el gobierno democrático. Empe-
ñada la lucha con un soberano estrangero , el cual
si bien superior en fuerzas á sus contrarios , no
era tan temible como otros muchos reyes de Euro-
pa ; y habiéndose reducido mucho al campo de la
contienda , los suizos al fin salieron vencedores.
CIVILIZACION EUROPEA . 293
Entonces se confederó la mayor parte de la noble-
za feudal con las ciudades , y este fué un recurso
poderoso para luchar y vencer aun cuando detu-
vo algun tanto el curso de la revolucion impi-
diendo su progreso de la aristocracia , lo cual no
pudo preveerse en un principio.
Mas observemos en el norte de la Francia los
comuneros de Flandes , de la ribera del Rhin , y de
la liga hanseática . Dentro de las ciudades observa-
remos que prevalece la democracia. Con todo,
si se mira con detencion el carácter de aquel movi-
miento popular , se notará que no es posible que
se estienda mucho ; y que es imposible que in-
vada la sociedad; á pesar de que si con detencion
se considera el carácter de aquel movimiento popular
se verá que no puede estenderse mucho ; que es
imposible que invada toda la sociedad. Los comu-
neros del norte están encerrados de continuo den-
tro de las ciudades , estrechados por los señores y
los soberanos , siempre en la defensiva: fácil es
pues conocer que no podrán conquistar , que no
harán mas que resistirse y defenderse del mejor
modo que les sea posible. Asi pues la democracia
se encuentra aislada alli , concentrada en lo inte-
rior de los pueblos , y solo se forma en ellos la
republicana reorganizacion .
Vese despues de todo esto , en resúmen, cual
era el estado en que entonces se hallaba la demo-
cracia , y cuales fueron los resultados de su
tendencia á organizarse y constituir un gobier-
no. Vencedora en Italia , aunque sin progreso
ni duracion; vencida en el mediodia de las Galias;
triunfante sobre un terreno reducido en las monta- .
ñas de Suiza, encerrada en el norte dentro de las
294 HISTORIA DE LA
ciudades , y condenada á no salir de sus muros , la
democracia ha sufrido muy diversos destinos en
los diferentes paises de Europa. Pero á pesar de
su abatimiento , á pesar de que era muy inferior
su fuerza á la de los demás poderes de la sociedad ,
ella inspiraba á la nobleza feudal los mas serios
temores.
Los señores veian no sin disgusto las riquezas
acumuladas de dia en dia en las ciudades : obser-
vaban que el espíritu democrático hasta llegaba
á penetrar en las campiñas, y que las insurreccio- .
nes eran cada vez mas frecuentes y terribles . Pa-
ra formar el arrojo de los comuneros se formó ca-
si en toda Europa una coalicion de señores feu-
dales: el partido era muy desigual en aquella lu-
cha. Los comuneros estaban aislados , faltos de
comunicacion , y obraban sin concierto ni un ré-
gimen y plan general Es verdad que unía cierta
simpatia à las ciudades de diversos paises ; los re-
veses y las fortunas de los comunes de Flandes
escitaban en los de Francia la mas viva emocion .
Pero esta fué demasiado pasagera , y no llegó á
producir ningun resultado.
No es, pues, dificil ver la desventajosa situacion
en que las ciudades se encontraban: hallándo-
se separadas entre sí ni podian comunicarse fuer-
zas , ni prestarse servicios.
Por el contrario , eran inmensas las ventajas
que esta sola circunstancia daba sobre ellas á la
nobleza feudal ; pero dividida tambien é incon-
secuente , pudo por algun tiempo contener á los
comunes , aunque no sojuzgarlos.
Cuando se prolongó la lid, despues de haberse
adquirido la conviccion de que era imposible una
CIVILIZACION EUROPEA . 295
victoria completa, se vió que era preciso recono-
cer esas pequeñas repúblicas, que era indispen-
sable hacer tratados con ellas; y en fin , mirarlas y
recibirlas como partes del Estado. Entonces se en-
sayó una nueva tentativa de organizacion política,
cuyo objeto y tendencia era conciliar y hacer que
viviesen unidos á pesar de su profunda hostiliza-
cion todos los principios sociales ; y que obrasen
de acuerdo los comunes, el clero y los soberanos .
Vamos, pues, ahora á ocuparnos de este ensayo .
Bien sabeis, señores, lo que eran los estados gene-
rales de Francia, las cortes de España y Portugal, el
parlamento de Inglaterra y los estados de Alemania.
Bien sabeis cuales eran los elementos de que cons-
taban estas asambleas: entraban en ellas señores
feudales , el clero y los comunes para formar una
sociedad, para crear un estado, y sujetarse á una
misma ley y poder. Tal es siempre bajo distintos
nombres la tendencia é instinto de estos cuerpos.
Para que conozcais los resultados que presentaron
aquellas asambleas, fijaré vuestra atencion en los
estados generales de la Francia, ya porque tienen
mas interes para nosotros, ó ya porque nos son co-
nocidos mas .
Acabo de decir, señores, que conocemos esta
asamblea mas que las demas de Europa: sin em--
bargo, el nombre de estados generales, nos revela
mas que ideas vagas é incompletas. Ninguno de
nosotros podria decir que es lo que existia de fijo
y regular en estas asambleas, ni cual era el nú–
mero de sus iudividuos, ni sobre que objeto delibe-
raban, ni cual era la época en que se convocaban,
ni el tiempo que duraban las sesiones. Porque,
señores, nada sabemos á cerca de esto : la his-
296 HISTORIA DE LA
toria no nes da siempre los mismos resultados;
y aun estos no son generales, ni se ven con toda
claridad .
Al examinar el carácter de esos cuerpos polí-
ticos en la historia de Francia, se vé que su im-
portancia es puramente accidental : á veces son
una fatalidad para los pueblos, á veces para los prín-
cipes; para los pueblos cuando de tal suerte se ha
agravado su situacion que no se halla medio para
salir de ella; y para los reyes cuando necesitan di-
nero, y no saben donde le encontraran. La noble-
za concurre á los estados generales, entra tam-
bien el clero en ellos, pero todos los miran con la
mayor indiferencia , porque no ignoran que no son
un medio para influir en el gobierno . Los mismos
ciudadanos no toman una parte muy activa en sus
deliberaciones , porque alli no van con el ánimo de
ejercer un derecho, sino con el de cumplir con
su deber.
Con todo, no siempre es asi: esas asambleas
son á veces nulas é insignificantes, otras terribles
y omnipotentes : si tiene mucha fuerza y causa al rey
serios temores, es asombroso el abatimiento y la
humildad de los individuos que la componen: si
es deplorable la situacion de la corona; si esta ne-
cesita absolutamente el concurso de los estados gene-
rales, entonces los estados generales van á parar
á ser una faccion verdadera, convirtiéndose en ins-
trumentos, bien de alguna intriga aristocrática , ó de
algunos ambiciosos gefes; en una palabra, son
siempre estos cuerpos ó puras asambleas, ó ver-
daderas convenciones. Nada, pues, tiene de estra-
ño que sean tan poco duraderas sus obras, las
cuales por mas que prometan , por mas que in-
CIVILIZACION EUROPEA. 297
tenten ser nada representarán de regular y es-
table.
Y por cierto que ninguna de las graves medidas
que han mejorado la suerte del pueblo frances,
ninguna de las importantes reformas que se han
hecho en la legislacion, administracion, y gobierno
se ha verificado para los estados generales. Mas por
eso no debemos creer que hayan sido inútiles del
todo: ellos han producido un efecto moral cuya
importancia comunmente es desconocida. Los esta-
dos generales, han trasmitido de época en época una
protesta contra la servidumbre política, procla-
mando contínuamente ciertos principios tutelares
y conservadores, como por ejemplo, el derecho de
votar el pueblo los impuestos, la facultad de inter-
venir en los negocios públicos y de exigir la res-
ponsabilidad á los agentes del poder. Si no han
perecido nunca estas máximas en la Francia, han
contribuido á ello de una manera poderosa los es-
tados generales; y no es corto el servicio prestado
á una nacion cuando se la mantiene en sus cos-
tumbres y se avivan en su espíritu los recuerdos
y las pretensiones de la libertad. A pesar de esto,
tales asambleas no han podido jamás organizar un
sistema político; no han podido constituir nunca
un verdadero gobierno, ni logrado tampoco el fin
para que fueron creadas; esto es, la formacion de
un solo cuerpo de las diversas sociedades que exis-
tian en un mismo pais .
Las cortes de España y Portugal nos ofrecen el
mismo resultado: por cierto que sus circunstancias
son muy distintas . La importancia de las cortes se
aumenta o disminuye relativamente á sus tiempos
y lugares.
298 HISTORIA DE LA
En Vizcaya y Aragon , en medio de los debates
que promueve la sucesion á la corona, y en la lu-
cha contra los sarracenos , se convocan con mas
frecuencia, y ejercen mayor poder. En otras cortes;
por ejemplo en las de Castilla reunidas en 4370
y 4373, ni siquiera son llamados el clero ni la no-
bleza; asi pues, existen una multitud de hechos ac-
cidentales que presentan bajo un aspecto diverso
á esos cuerpos , el cual deberiamos tomar en cuen-
ta al estudiarlos de cerca. Empero mirando en
globo los sucesos , como ahora debemos hacerlo ,
puede afirmarse de las cortes de España lo que
hemos dicho de los estados generales de Francia ;
que tanto las primeras asambleas como las últimas,
jamas han sido un sistema político , ni creado un
medio regular de gobierno .
Diversos infinitamente han sido los destinos de
la Inglaterra: no entraremos en muchos detalles so-
bre la historia política de aquel pais ; en otra reu-
nion os hablaré de ella con detencion. Hoy me
concretaré á pronunciar algunas palabras sobre
las causas que han comunicado al movimiento po-
lítico de Inglaterra , distinta direccion de la que
la ha impulsado en el continente.
Vese desde luego que en Inglaterra no se ha-
llan vasallos poderosos que luchen personalmente
con el rey; asi que en la alta aristocracia, ha do-
minado el principio de asociacion , prevaleciendo
las costumbres verdaderamente políticas.
Todavia mas : los poseedores de pequeños feu-
dos por una serie de causas que hoy no nos es
posible esplicar , tuvieron que reunirse con los
habitantes de las ciudades , debieron sentarse con
ellos en la cámara de los comunes , cámara que
CIVILIZACION EUROPEA. 299
por esto solo ha sido superior á las demas asam-
bleas del continente , y que verdaderamente ha si-
do capaz de influir en el gobierno del pais.
He aqui cual era en el siglo XVI el estado del
parlamento británico. La cámara de los lores cons-
tituia el gran consejo del rey y participaba del
ejercicio del poder. La cámara de los comunes ,
compuesta de poseedores de pequeños feudos , y
de ciudadanos , no tomaba parte en el gobierno
propiamente dicho ; en cambio establecia dere-
chos, y defendia con mucho valor los intereses pri-
vados y locales.
Considerado el parlamento en general , pue-
de decirse que no gobernaba : sin embargo , era
una institucion fija , una accion de gobierno eleva-
da á principio , y muchas veces indispensable en
la práctica; de modo que la tentativa que se hizo
para formar un estado y crear un gobierno gene-
ral que no pudo realizarse en Francia, produjo
en Inglaterra el apetecido resultado.
Sobre la Alemania voy á deciros una palabra
sola que os indique el carácter dominante de su-
historia. En aquel pueblo fueron seguidos con ar-
dor escaso , los ensayos hechos para organizar un
gobierno general , y refundir en uno solo todos los
elementos sociales : cada uno de ellos ha perma-
necido mas independiente : todos han vivido mas
separados de lo que lo han estado en el resto de
la Europa . Los tiempos modernos manifiestan es-
ta verdad de un modo inconcreto. La Alemania es
el único pais de Europa en que la eleccion del
feudalismo ha tomado, durante mucho tiempo, gran
parte en la creacion de la monarquía: la Alemania
es el único pais de Europa en que se conservaron
300 HISTORIA DE LA
principios eclesiásticos ; y la única nacion que ha
conservado ciudades verdaderamente libres y so-
beranas.
Señores: no os hablo de la Polonia ni de los
pueblos de Esclavonia que han entrado tan tarde
en la carrera de la civilizacion. Nada , pues , hay
que estrañar que en Alemania haya tenido un
éxito tan escaso , dando tan pobres resultados
el ensayo de formar de todos los elementos socia-
les un elemento comun y general.
Os dejo manifestadas , señores , las tentativas
diversas de organizacion política , practicadas en
europa desde el fin del siglo XIV, y principios del
XV: os he indicado al mismo tiempo las causas
porque se malograron todos esos esfuerzos y ten-
tativas , á pesar de que todas ellas , á mi parecer,
pueden reducirse á una sola. La sociedad se halla-
ba unida en un atraso demasiado grande para
que fuese susceptible de unidad , ni para que se
sujetase á un poder comun y regular: todo en ella
era aislado y escepcional. No habia intereses ge-
nerales , ni opinion pública , capaces de domi-
nar los intereses y opiniones particulares. Los mas
elevados espíritus , los hombres del talento mas
atrevido , no tenian apenas una idea de la admi-
nistracion , ni conocian , la justicia pública. Era
indispensable que una mas activa civilizacion , lle-
gara á mudar , asimilar , y, digámoslo asi , pul-
verizar juntos tan incoherentes y encontrados ele-
mentos; era indispensable crear sobre la marcha
un poder suficientemente capaz para centralizar
y unir tantos intereses separados ; tantas leyes,
ideas y costumbres ; en fin , era preciso que se or-
ganizase un gobierno comun , una opinion general.
CIVILIZACION EUROPEA. 301
Nos vamos acercando, señores, á la época en
que fué logrado este objeto , y en que fué consu-
mada la revolucion social. En la siguiente leccion
procuraremos esclarecer los primeros síntomas de
esa revolucion en la situacion de los espíritus, y en
el estado en que se hallaban las costumbres durante
el siglo XV.
A
1
LECCION XI.

Vamos a entrar, señores, en el siglo XVI , época


en la cual, como queda dicho, comienza la historia
moderna , y aparece una sociedad que es propia-
mente la nuestra con iguales instituciones , opinio-
nes y costumbres que las que hace cuarenta años
dominaban en la Francia , siendo todavia en la
actualidad las que rigen en una parte de Europa,
ejerciendo muy poderosa influencia todavia sobre
nosotros á pesar de la metamorfosis que ha veri-
ficado nuestra revolucion . Pero antes de pasar ade-
lante será del caso, renovar los recuerdos del espa-
cio Y de los caminos diversos que hemos atravesa-
do y seguido.
En medio de las ruinas del imperio romano he-
mos encontrado confundidos y amontonados todos
los elementos constitutivos de nuestra civilizacion:
304 HISTORIA DE LA
en seguida los hemos visto separarse cada cual por
su lado, crecer y engrandecerse con absoluta in-
dependencia los unos de los otros.
En la época primera de la historia hemos re-
conocido en ellos una constante predisposion y ten-
dencia á aislarse y separarse; mas apenas han po-
dido lograr los comunes , el clero y el feudalismo
una existencia separada local : apenas se han ha-
llado en posicion de una propia forma , tendieron
otra vez á reunirse, á formar juntos una sociedad
general , un cuerpo de nacion y de gobierno. Para
obtener este resultado los diversos paises de Europa,
se han dirigido á los diversos principios, y sistemas
que se albergaban en su seno: han demandado un
centro de unidad social , un lazo político y moral
á la teocracia , á la aristocracia , á la democracia y
al trono.
Hasta aqui se vieron frustradas todas las tenta-
tivas, ningun principio, ni sistema, ni influencia ha
sabido apoderarse de la sociedad y asegurarla con
su imperio un destino verdaderamente público.
La causa de este mal existe en la falta de in-
tereses é ideas generales ; y al verlo todo local é
individual hemos reconocido la necesidad de un
largo y constante trabajo para centralizar la so-
ciedad antes que pudiese estenderse y aun mismo
tiempo cimentarse, presentándose grande y re-
gularizada , término á que debe aspirar necesaria-
mente.
En este estado hemos dejado á la Europa en el
siglo XIV.
Los pueblos no comprendian su situacion, igno-
raban que era lo que les faltaba; no obstante, des-
pues de las mas vanas tentativas de organizacion
CIVILIZACION EUROPEA . 305
política, entraron naturalmente y como por instinto
en la senda de la centralizacion á principios del
siguiente siglo. Asi es que el carácter propio del si-
glo XV, constituido por su tendencia constante á con-
seguir este objeto; á sus trabajos incesantes para
la creacion de ideas é intereses gratos; á los esfuer
zos contínuos para destruir todo espiritu de indi- .
vidualismo; á la localidad para reunir y levantar á
una las existencias y los espiritus; y en fin, á crear
los pueblos y los gobiernos que jamas habian
existido hasta entonces de una manera regular y
estable. La realizacion de este hecho pertenece a
los siglos XVI y siguiente ; los preparativos al XV.
Esta preparacion es la que hoy debemos estu-
diar : es necesario , señores , penetrar en ese tra-
bajo oculto é imperceptible de centralizacion, de
ideas y de relaciones sociales.
Verificóse sin premeditacion ni designio seme-
jante preparacion , porque fué obra del curso na-
tural de los acontecimientos. Asi vemos con fre-
cuencia entregarse el hombre á la ejecucion de
un plan que desconoce; siendo el artífice inteli-
gente y libre de una obra que no ha concebido ni
comprende. La ejecucion del plan se debe al des-
arrollo de su libertad y de su inteligencia , y no
obstante , solo la echa de ver , solo la comprende,
y aun de una manera muy incompleta, cuando se
le aparece la realidad entre resplandores brillan-
tes. Es como una máquina, cuyo primer motor po-
seyese un solo espíritu , y cuyas diversas piezas
se hubiesen encargado á diversos obreros espar-
cidos y separados entre sí ; cada uno ejecuta con
inteligencia y libertad , con actos repetidos , nacio-
nales y voluntarios , la parte que le ha sido des-
La Lectura. Том . I 183

15
506 HISTORIA DE LA
tinada; y sin embargo , ninguno de ellos , tiene
una idea de la operacion toda entera , ni del re-
sultado definitivo y general á que concurre.
Asi se cumplen en la tierra por la mano de los
hombres, los grandiosos é incomprensibles planes
de la providencia ; por esto se hacen admirar en
las instituciones de la civilizacion dos hechos de
naturaleza muy diferente ; por esto notamos algu-
nos acontecimientos fatales que no alcanzan á evi-
tar la ciencia ni la voluntad de los hombres , y
otros dependientes enteramente de su inteligen-
cia y de su libertad que suceden asi, porque asi
los ha proyectado y querido .
Para que se comprendan mejor estos pre-
parativos de la sociedad moderna, distinguiremos
diferentes clases de hechos . Primeramente exami-
naremos los políticos , los cambios que se dirigian
á formar las naciones, ó á reorganizar los gobier-
nos ; pasaremos después á los hechos morales , á
los cambios sobrevenidos en las ideas y costum-
bres ; y esto nos hará presentir las opiniones ge-
nerales que habian de prevalecer en lo sucesivo.
Para proceder con mas sencillez y prontitud en
la descripcion de los hechos políticos , recorreró
todos los grandes paises de Europa , examinando
cuanto en ellos se ha obrado en el siglo XV , el
estado en que los encontró el principio de aquel
siglo , y en fin, la situacion en que se hallaron
cuando finalizó.
Comenzaré por la Francia. Durante la última
mitad del siglo XIV , y la primera del siguiente se
continuaron con encarnizamiento las grandes guer-
ras contra los ingleses , en que se trataba nada
menos que de la independencia del territorio y
CIVILIZACION EUROPEA. 507
del nombre francés contra la estrangera domina-
cion. Todas las clases del estado á pesar de sus
disensiones , y del mútuo recelo con que se mi-
raban , concurrieron con entusiasmo á aquella lu-
cha ; nobleza feudal , campesinos y ciudadanos ya
no conocieron otra rivalidad que la que les ins-
piraba el patriotismo. Bastaria por sí sola , si no
tuviésemos otros documentos, la historia de Juana
d'Arc para probar el carácter verdaderamente
popular de aquel acontecimiento. Juana d'Arc
salió del pueblo , y los sentimientos y las creen--
cias del pueblo fueron las que la inspiraron ; las
pasiones del pueblo eran las únicas que obraban
en su cerebro. Los cortesanos y los gefes del ejér-
cito la miraron siempre con desprecio , y la tra-
taron hasta con aborrecimiento y escarnio ; pe-
ro el pueblo y los soldados se declararon siempre
en su favor , mientras que los habitantes de la Lo-
rena la enviaban á la defensa de los orleaneses.
Ningun acaecimiento hace resaltar tanto el
carácter popular de aquella guerra , y ninguno
como él demuestra el sentimiento general que lan-
zaba á ella al pais todo entero.
Asi comenzó á formarse la nacionalidad fran-
cesa : en Francia habia prevalecido el feudalismo
hasta el reinado de los Valois ; hasta entonces na-
da habia que pudiere llamarse con rigor nacion
francesa , nada que mereciese el título de espíritu
de patriotismo francés : todo esto comenzó á des-
arrollarse con el advenimiento al trono de aquella
casa. En el concurso de las guerras , y á través de
la suerte siempre varia de su destino , se vieron
los nobles , los ciudadanos y los campesinos reuni-
dos al rededor de una misma bandera . Todos es-
308 HISTORIA DE LA
taban estrechados con un mismo lazo moral : esta-
ban todos comprendidos en un solo nombre ; á
todos inspiraba el honor comun , y á todos les ar-
rastraba el único deseo de vencer á los estrange-
ros. No se crea que reinase en ellos un verdadero
espíritu político , que les animase una gran inten-
cion de unidad en el gobierno é instituciones , ta-
les como las concebimos ahora. Aquella unidad
estaba formada tan solo por un nombre comun ; el
honor nacional ; y la estrechaba y robustecia la
reconocida necesidad de una monarquia , cual-
quiera que fuese , para que no llegasé á dominar
el estrangeró. En este sentido puede decirse muy
bien, que la guerra contra los ingleses contribuyó
á formar la nacion francesa , haciéndola entrar en
la senda de la unidad.
Al paso que se iba formando moralmente la
Francia : al tiempo que se creaba y desenvolvia
el espiritu nacional , se realizaba otro aumento y
engrandecimiento en un sentido material ; es decir,
que se regularizaba , se estendia y aseguraba cada
vez mas su territorio .
En aquel tiempo tuvieron lugar la mayor parte
de las incorporaciones que ensancharon tanto los
límites de la Francia. En el reinado de Cárlos VII,
despues de haberse verificado la espulsion de los
ingleses , quedaron definitivamente francesas casi
todas las provincias que ellos habian ocupado ; y
mientras estuvo en el trono Luis XI , se reunieron
aun otras diez á sus dominios. Por ultimo, los en-
laces sucesivos de Ana con Cárlos VII y Luis XII,
los aumentaron con la Bretaña . Asi pues , en una
misma época , y en medio de los acontecimientos,
se formaban y crecian á la vez el territorio y el
CIVILIZACION EUROPEA. 509
espiritu frances , adquiriendo al mismo tiempo
fuerza, unidad y pujanza la Francia moral y la
Francia material.
Si desde la nacion pasamos á examinar el gobier-
no, hallaremos hechos análogos : veremos los mis-
mos adelantos hacia idéntico resultado. No se ha-
bia visto jamas el gobierno frances tan desprovisto
de fuerza y unidad , como en el reinado de Carlos VI,
y gran parte del de Cárlos VII; pero de pronto cam-
LiaT todo de aspecto : ya no se ve mas que su po-
der que se robustece , afirma , engrandece y orga-
niza. Formánse entonces lás milicias permanentes :
creanse entonces tambien las compañias de orde-
nanza para caballería , y los francos archeros co-
mo infanteria.
Todos los historiadores contemporáneos enca-
recen sobre manera los maravillosos efectos de las
compañias de ordenanza , por cuyo medio pudo
restablecer el órden algun tanto Carlos VII , te-
niendo á raya los desafueros de los militares, que
aniquilaban con sus esacciones y vejámenes las
provincias desoladas ya con los estragos de la guer-
ra que acababa de terminarse.
Tambien fué regularizado y perpetuado el im-
puesto llamado tabla, una de las mas principales
rentas del rey , la cual si bien no constituyó un
grave atentado contra la libertad de los pueblos,
no por eso dejó de dar mucha fuerza al gobierno.
Finalmente , en aquella misma época se estendió y
organizó la administracion de justicia y se co-
municó mas vigor á ese instrumento legítimo de
todo poder. Multiplícanse los parlamentos por to-
das partes, cinco fueron erigidos de nuevó, en un
espacio corto de tiempo ; y el de Paris llegó enton-
310 HISTORIA DE LA
ces á tener mucha importancia y estabilidad, bien
fuese á causa de la administracion de justicia , ó
bien à la de hallarse encargado de la policia en
todo el radio de la jurisdicion.
Vemos pues, que la fuerza militar , los impues-
tos y los tribunales de justicia ; es decir , cuanto
constituye la esencia de todo gobierno , dieron á la
nacion francesa en aquella época un carácter tal
de unidad , formándola con tal regularidad y con-
sistencia , que desde entonces pudo declarar la
guerra, y desterrar del territorio á los poderes
feudales.
Luis XI con su plan de gobierno , introducia
otro cambio menos visible y que ha llamado muy
poco la atencion de los historiadores , siendo tal
vez aun mas importante que los demas. Hase ha-
· blado mucho de la lucha de este soberano contra
los grandes de su reino , del abatimiento á que les
redujo , y del favor que dispensó al estado llano
y á la clase proletaria .
Hay alguna esactitud en todo esto, si bien en-
ciertas ocasiones ha mediado notable exageracion,
siendo muy de notar que su comportamiento en
esta parte causó mas males que bienes á la so-
ciedad.
Pero su actividad no se circunscribió en esto:
algo hizo mejor y mas importante. Hasta su tiem-
po se habian valido los gobiernos casi siempre de
la fuerza material; los medios morales, la persua-
sion , el cuidado y destreza en dirigir los espiritus
y en mover las voluntades segun sus miras é inte-
reses; en una palabra, la política propiamente di-
cha; política ficticia y artificiosa tal vez, pero que
lo es tambien de contemporizacion y de pruden-
CIVILIZACION EUROPEA. 511
cia, poco ó ningun lugar habia ocupado en los es-
tados . Pero Luis XI sustituyó á los medios materia-
les los intelectuales medios; la astucia á la fuerza;
la política italiana á la política feudal.
Sirvanos de ejemplo el mismo Luis XI y Carles
el Temerario; esos dos hombres cuyas rivalidades
llenan toda la historia de aquellos tiempos.
Carlos es la imágen verdadera de los gobiernos
antiguos: válese únicamente de medios violentos ,
y para todo recurre á la guerra: su viva impacien-
cia, le hace incapaz de dirigirse al espírtu del
hombre para convertirle en instrumento de sus
empresas. Luis por el contrario, pone todo su cin-
peño, todo su gusto en evitar el uso de la fuerza ,
procura hacerse dueño de la voluntad de los hom-
bres dirigiéndose á sú corazon, y manejando con
destreza sus intereses y espíritus . El no tocó las
instituciones , ni cambió el sistema esterior; pero
· lo que tocó y cambió, fué los procedimientos ocul-
tos, la verdadera táctica del poder.
Otra revolucion mas importante todavia debia
verificarse en los tiempos modernos; reservado
estaba á una época de mayor ilustracion y cultu
ra, trabajar para introducir asi en el objeto como
en los medios políticos, la justicia en el lugar que
antes habia ocupado el egoismo, y una franca publi-
cidad, en vez de la ficcion y la mentira. Mas no
por esto deja de ser un progreso , y progreso de la
mayor importancia, renunciar al uso de la fuerza,
invocar ante todo la superioridad intelectual, diri-
gir el Estado por medio de los espíritus, y no por la
violencia de los hombres, y un continuo trastorno
de las sociedades.
Esta es la obra que comenzó Luis XI en ´me-
512 HISTORIA DE LA
dio de sus crimines y defectos, á pesar de su per-
versa naturaleza, y guiado únicamente por su vi-
va inteligencia.
La España de aquella época nos ofrece aconte-
cimientos de la misma naturaleza : formóse enton-
ces en la península la unidad nacional; entonces
puso término la conquista de Granada á la lucha
prolongada entre cristianos y árabes . Centralizá -
base al mismo tiempo el territorio; y el enlace de
los reyes católicos, don Fernando y doña Isabel , co-
locó en unas mismas sienes las dos coronas de
Castilla y Aragon. Engrandécese la monarquia y
cobra poco a poco la mayor consistencia : sirvenle
luego de sosten y apoyo instituciones, mas duras,
instituciones cuyo nombre despierta los recuerdos
mas lúgubres. En lugar de los parlamentos se
abre en España la inquisicion.
Encerraba ya en su seno aquella institucion el
gérmen fatal de los frutos , que habian de emponzoñar
mas tarde á la humanidad; mas en obsequio de la
verdad y de la justicia, debemos decir que no era
en sus principios lo que llegó á ser despues; que su
primitivo objeto era mas bien político que religio-
so, que mas era destinada á mantener el órden
'que á defender la fe.
La semejanza que existia en aquella sazon en-
tre Francia y España se descubre hasta en las per-
sonas que tenian en sus manos los destinos de
ambos paises. Con alguna menos finura en los mo-
dales, con un espíritu menos inquieto, menos activo
y maligno el carácter, el gobierno de Fernando
el Católico se parece mucho al gobierno y al carácter
de Luis XI. Poco caso hago de arbitrarias compara-
ciones y de aquellas semejanzas que solo crea la
CIVILIZACION EUROPEA. 515
imaginacion; pero en la situacion en que nos en-
contramos es muy profunda su analogia, percibién-
dose estampada asi en los generales hechos como en
sus detalles y pormenores .
La misma afinidad se halla tambien en Alema-
nia. A mediados del siglo XV en 1438, volvió á
sentarse la casa de Austria en el trono imperial,
y con su advenimiento adquirió al poder una con-
sistencia de que habia carecido siempre. La elec-
cion será siempre desde entonces una ceremonia
destinada á consagrar la sucesion , que á fines de
aquel siglo logró Maximiliano vincular en su fa-
milia, junto con el ejercicio regular de la autoridad
central.
Cárlos VII fué el primero que para mantener
el órden creó en Francia una milicia permanente ,
y Maximiliano fué asi mismo el primero que en
sus estados hereditarios consiguió el mismo objeto,
valiéndose de iguales medios. A aquel es deudora la
Francia del establecimiento de los correos, y á es-
te la Alemania debe el mismo beneficio.
Vese pues , que en todas partes contribuyen.
á la mayor solidez del poder central , los mismos
progresos de la civilizacion.
La historia de Inglaterra nos ofrece dos gran-
des luchas en aquella época : la lucha de Francia
en lo esterior, y en el interior la de las dos Rosas:
la guerra estrangera y la civil, diferentes en si ,
pero que á pesar de esto produjeron un mismo
resultado .
La estrangera fué sostenida por el pueblo in-
glés con un ardor de que la corona sacó todo el
• provecho. Aquel pueblo que con habilidad y cons-
tancia habia conservado hasta entonces sus fuer-
514 HISTORIA DE LA
zas y riquezas , las abandonó todas en defensa de
sus reyes sin límites ni prevision . Otorgósele á
Enrique V, desde el principio de su reinado, pero
durante todo el tiempo de su vida el impuesto con
siderable de los derechos de aduana. Terminada ,
ó á punto de cesar la guerra estrangera, continuó
por esto la civil, aunque unida con aquella al prin-
cipio ; y las casas de York y de Lancaster siguieron
disputándose el trono .
Al concluirse estas lides sangrientas se halló
arruinada la alta aristocracia inglesa , diezmada
y absolutamente incapaz de conservar el poder
que hasta entonces habia ejercido: ya no pudo im-
poner al trono la coalicion de los grandes barones.
Logran ocuparlo los Tudor , y en 1485 co-
mienza con Enrique VII la era de la centraliza-
cion política, alcanzando sobre tantos esfuerzos y
pretensiones el principio monárquico un triunfo
completo y definitivo.
Aunque no llegó á establecerse en Italia la monar-
quia, al menos con su nombre propio, los resulta-
dos son iguales. En el siglo XV mueren todas las
repúblicas : conservan algunas todavia el nombre
de tales , pero el poder se concentra en mano de
algunas familias ; en una palabra , el régimen mo-
nárquico nace alli tambien y carecen de vida y
aliento las instituciones democráticas.
Por la parte del norte, el ducado de Milan ab-
sorve casi todas las repúblicas lombardas : en Flo-
rencia dominan los Médicis esclusivamente ; y en
1464 queda Génova sujeta al milanés. No tardan
mucho en declararse contra el norte del mediodia ,
contra el milanés y contra el reino de Nápoles al-
gunos ambiciosos soberanos estrangeros.
CIVILIZACION EUROPEA . 515
A cualquier pais que volvamos la vista, cual-
quier fraccion de su historia que estudiemos , ora
se trate de las naciones en si mismas, ora de los go-
biernos ; ya penetremos en las instituciones ó re-
corramos los territorios , preséntansenos en todas
partes á punto de perecer las tradicionales liber-
tades de los pueblos: desmoronanse por todas par-
tes, y caen las antiguas instituciones sociales ; y al
mismo tiempo se alzan , organizan y concentran
otros nuevos poderes mas fuertes y vigorosos.
Bien triste espectáculo es por cierto la caida
de las libertades europeas ; y nada tiene de estra –
ño que los patriotas del siglo XV, al ver nacer y
estenderse lo que podia llamarse bien despotismo,
combatiesen primero con denuedo , y despues la
mentasen con desesperacion y amargura una re-
volucion tan completa .
Es muy digno de admiracion su estremado va-
lor , é imposible no compadecer los lamentos y que-
jas de los hombres de aquella ápoca ; no obstan-
té es preciso confesar al mismo tiempo, que esta
revolucion era inevitable , y que además sus re-
sultas habian de ser utilísimas. Los constitutivos
esenciales de la vida pública son la seguridad
y el progreso ; todo sistema que no promete y pro-
cura el órden, para lo presente y el movimiento
hacia el porvenir, es vicioso y será abandonado
prontamente. Asi fué como el primer sistema de
Europa , es decir, las antiguas libertades feudales
y comunales , debieron ceder su puesto á la orga-
nizacion nueva que se formaba en el seno de las
sociedades. Ellas no habian podido dar á los pue-
blos ni seguridad ni progreso , y los pueblos pidie-
ron la seguridad á otros principios , y buscaron el
516 HISTORIA DE LA
progreso por distintos medios. He aqui el sentido
verdadero de todos los hechos que acabamos de
esplicar.
La misma fecha cuenta otro suceso que obtiene
gran puesto en la historia de Europa. Hasta el si-
glo XV no habian sido muy frecuentes ni regulares
las relaciones de gobierno á gobierno , teniendo
muy escasa estabilidad . Formáronse entonces por
vez primera esas combinaciones de alianza , ya
para mantener la paz , ó ya para hacer la guerra;
y de semejantes combinaciones emanaron la diplo-
macia y mas tarde el sistema del equilibrio europeo.
Con efecto , al fin de aquel siglo se ven los pa-
pas , los duques de Milan , los venecianos , los em-
peradores de Alemania , los reyes de España y
Francia; en una palabra las potencias principales
del continente europeo dirigirse unos á otros , con-
ferenciar entre si , entenderse y obrar acordes,
á fin de contrabalancear el peso y neutralizar
los planes de sus enemigos .
Apenas envia Cárlos VIII una espedicion à la
conquista de Nápoles , cuando la España se man-
comuna contra él , con los venecianos y el papa.
Mas tarde en 4508 formóse la coalicion de Cam-
bray contra los venecianos, y sucede á esta en 1514
la santa liga dirigida contra Luis XII. A la forma-
cion de tales combinaciones concurrieron la poli-
tica italiana , los vivos deseos que aquel territorio
inspiraba á aquellos soberanos , y el temor de que
su posesion no diese á algunos de ellos una pre-
ponderancia escesiva sobre todos los demas.
Resulta de este nuevo órden de cosas, un desar-
rollo nuevo del poder real. Son por una parte de
tal naturaleza las relaciones esteriores , y exigen
CIVILIZACION EUROPEA. 317
tal sigilo , que no puede ser confiada su direccion
mas que á una sola persona , ó á lo menos á muy
pocos hombres. Por otra , la prevision escasa de los
pueblos de entonces , no podia alcanzar las conse-
cuencias de una combinacion de esta especie ; y
como no descubrian en ella un interés directo in-
terior é inmediato , la abandonan al poder central.
Asi , pues, la ciencia diplomática cae en el
mismo acto de nacer en las manos de los reyes,
llegando á formar un principio universal , una má-
xima de derecho común la idea de que un pais por
libre que fuese , por mas que tuviese derecho de
votar los impuestos é intervenir en sus negocios
interiores , no podia ni debia mezclarse en los es-
teriores. Abrid y examinad la historia de Inglater-
ra , aun de los mismos siglos XVI y XVII, y ad-
mirareis el poder de aquella idea , y los obstácu-
los que se oponen á las libertades inglesas en
los reinados de Isabel , de Jacobo I y Carlos I. To-
davia se declara la guerra y se hace la paz en
nombre del príncipe : el arreglo de las relaciones
comerciales , y la intervencion en todos los nego-
cios esteriores , son una prerogativa que se abro-
ga la corona , y que por su timidez estremada,
son incapaces los pueblos de reclamar.
Esta timidez les costó tanto mas cara, cuanto que
desde el siglo XVI , la historia de Europa es esen-
cial y casi esclusivamente diplomática . Los gobier-
nos interiores de cada pais se van organizando sin
esperimentar al menos en el continente , ningun
sacudimiento , y llaman apenas la atencion pú-
blica. Asi se vió abandonada al cuidado de los
reyes la parte mas principal é importante de los
destinos de los pueblos .
518 HISTORIA DE LA
Dificil era que acaeciese otra cosa : preciso es
que la civilizacion haya progresado mucho , y que
la inteligencia y los hábitos políticos hayan segui-
do un gran desarrollo , para que pueda el público
intervenir con algun acierto en negocios de seme-
jante naturaleza .
El acaecimiento siguiente que pasó en Ingla-
terra, á fin del siglo XVII en el reinado de Jacobo I,
os convencerá de lo lejos que estaban los pueblos
de reunir tales circunstancias.
El yerno de aquel rey , elector palatino, ele-
gido rey de Bohemia , acababa de perder la coro-
na con sus propios estados . Era su causa la de to-
do el protestantismo ; y por eso la opinion pública
se dirigió en masa á su rey , para que intervinie-
se en favor de su yerno para que se le devolvie-
ra el palatinado.
Pidió la guerra el parlamento con furor, y para
sostenerla ofreció toda clase de recursos : el mo-
narca, que no miraba la cuestion con tanto inte-
rés , procuró eludirla: tanteó ciertas negociacio-
nes; y despues de haber enviado algunas tropas á
Alemania se presentó al parlamento , pidiendo
900,000 libras esterlinas que le faltaban para se-
guir la guerra con alguna probabilidad de buen
éxito. Mas á pesar de no haber sido el cálculo exa-
gerado , quedóse el parlamento lleno de asombro
al oir tan cuantiosa suma , votandó muy á duras
penas la de 70,000 libras esterlinas para restituir
á un príncipe su corona y sus estados , distante
nada menos que 300 leguas de Inglaterra,
Tales eran la ignorancia é incapacidad del
pueblo británico en materias políticas : trataba
los hechos sin penetrarlos, y sin tener responsa-
CIVILIZACION EUROPEA. 319
bilidad alguna he aqui la causa de que princi-
palmente viniesé á parar la direccion de las rela-
ciones esteriores á manos del poder central , úni-
co capaz de llevarlas adelante de una manera
algun tanto conforme con los intereses públicos.
Asi pues , bajo cualquier aspecto que se nos
presente la historia política de la Europa , en aque-
Hla época , ya fijemos la vista en lo interior de
los estados , ó ya la estendamos á sus relaciones
esteriores , ó bien consideremos las guerras , los
impuestos y la administracion de justicia , vere-
mos en todas partes la misma tendencia hacia
la centralizacion , el mismo instinto á la unidad ;
hallaremos por do quiera la creacion de intereses
generales , y la preponderancia de los poderes
públicos. Esta es la obra oculta que estaba verifi-
cándose en el siglo XV : esos trabajos no habian
producido aun resultados esteriores , hasta enton-
ces no habia estallado ninguna revolucion en la
sociedad; empero la sociedad las encerraba todas.
en su seno; ocultas allí fermentaban , y tarde ó
temprano debieran dejarse sentir sus efectos .
Pasemos á los hechos morales , á aquellos he-
chos que tienen tanta relacion con el desarrollo
del espíritu humano y con el de las ideas genera-
les. Tambien reconocemos en ellos el mismo fenó-
meno , y descubrimos otro resultado igual.
Empezaré por los hechos relativos á la Iglesia ,"
puesto que bajo diversas formas , han tenido siem-
pre una parte muy principal en todos los grandes
acontecimientos europeos.
Hasta el siglo XV no hemos encontrado en Eu-
ropa otras ideas generales bastante poderosas para
ejercer un verdadero influjo en las masas , que las
320 HISTORIA DE LA
ideas religiosas reguladas y prescritas por el po-
der central eclesiástico . Algunos descontentos de
esta centralizacion habian aspirado á la separacion
é independencia ; mas la autoridad vigorosa de la
Iglesia habia frustrado constantemente tales ten-
tativas las doctrinas reprobadas por ella no ha-
bian logrado hasta entonces generalizarse ni esta-
blecerse ; y hasta los mismos albigenses fueron
aniquilados al cabo.
Empero, va á cambiarse la escena, van á des-
arrollarse otros hechos mas amenazadores y fata-
les á la unidad de la Iglesia. La traslacion y larga
residencia de la Santa Sede en Aviñon, motivó en
Roma algunos disturbios que pararon últimamen-
te en la doble eleccion de papa ; y desde entonces
el supremo poder se halló dividido entre dos per-
sonas. De sus discusiones y de su lucha resultó lo
que se ha llamado el gran cisma de Occidente,
cuyo principio debe fijarse en 1378. El concilio
de Pisa en 4409 pensó terminar la lucha deponien-
do á ambos papas , y creando otro nuevo ; pero
lejos de estinguirse de este modo el cisma tomó
mayor incremento, pues en lugar de dos papas fue-
ron tres los que se disputaron el pontificado.
Por el celo é invitacion del emperador Segis-
mundo se reunió en Constancia en 4444 otro con-
cilio, que sin curarse del nombramiento de un nue-
vo papa emprende la reforma de la Iglesia. Co-
mienza este sínodo por proclamar la indisolubili-
dad del concilio universal , 1 su superioridad á los
papas , esforzándose á hacer que prevaleciesen es-
tos principios en la Iglesia : dispónese á desterrar
los abusos introducidos , y sobre todo las esaccio-
nes que enriquecian la corte de Roma. Para con-
CIVILIZACION EUROPEA. 521
seguir este objeto nombra un colegio reformador,
compuesto de miembros de cada una de las di-
versas naciones católicas , y le encarga que exa-
mine todos los abusos que afligen á la Iglesia , que
busque los medios de estirparlos , y que finalmen-
te dé un informe exacto de todas sus observacio-
nes, para acordar en seguida lo mas útil y con-
veniente.
Mientras se hallaba el concilio ocupado ente-
ramente en sus trabajos , se le propuso la cuestion
de si podria llevar á cabo sus miras reformado-
ras, sin la visible participacion del gefe de la Igle-
sia ; y si la sancion formal del sumo Pontífice no
era necesaria para quitar todos los abusos.
Triunfó la osadia del partido romano de la ti-
midez de los reformadores , é inmediatamente se
procedió á la eleccion de un nuevo papa, que re-
cayó en Martin V, quien quedó encargado bajo la
mas solemne promesa de presentar un plan com-
pleto de reforma eclesiástica. Pero se disolvió el
concilio sin que el plan que tanto repugnaba á la
corte Romana fuese presentado.
En 1431 se reunió en Basilea otro sínodo que
volvió á emprender y continuó con empeño , si
bien que con un éxito mas feliz que el de Cons-
tancio, los trabajos comenzados por este. En el se-
no del concilio aparece otro cisma semejante al
que habia desgarrado al cristianismo y el papa
llama á los miembros á Ferrara , y desde alli á Flo-
rencia.
Una fraccion de aquella asamblea rehusa obe-
decer y permanece en Basilea ; y asi como antes
habia dos papas hay ahora dos concilios. Los pa-
dres que habian quedado en Basilea continuan
La Lectura Том. І. 184
322 HISTORIA DE LA
sus proyectos de reforma ; deponen al papa , dán-
dole por sucesor á Feliz V; pero trasladados poco
despues á Lausana, disuélvese aquella reunion por
sí misma sin haber realizado proyecto alguno.
El triunfo del papa no fué tan completo y tras-
cendental como pudiera creerse, y aunque el con-
cilio no pudo salir con su empresa , hay con todo
hechos que no emprendió , y que se verificaron á
pesar de esto, sobreviniéndole sus resultas.
Apenas se habian visto frustrados los planes
de los reformadores del concilio de Basilea, cuando
algunos soberanos sacaron partido de las ideas
proclamadas en él , y adoptaron las instituciones
que sé habian intentado restaurar. En Francia ,
imitando Carlos VII los decretos de aquel concilio,
espidió la pragmática sancion publicada en Bour-
ges en 4438 , por la cual se restituye la eleccion
de los obispos á su antigua pureza , se suprimen las
anatas y se reforman los abusos principales intro-
ducidos en las iglesias .
La misma pragmática es declarada ley del Es-
tado en Francia : y la dieta de Maguncia , que la
adoptó en 1449 la proclamó tambien como ley del
imperio germánico. El poder temporal parecia de-
cidido á hacer lo que el espiritual habia sentado
sin resultas .
Pero aquel no fué mas feliz que este , pues al
cabo la pragmática no produjo mas efecto que él
que habian producido las resoluciones del conci-
lio . En Alemania, el principio consignado en aque-
lla época pereció antes que en Francia ; pues la
dieta le abandonó ya en 1448 á consecuencia de
una gran negociacion ejecutada con Nicolás V ; en
Francia subsistió á pesar de mil obstáculos hasta
CIVILIZACION EUROPEA. 325
4576 : entonces quedó subrogada la pramática en
todas sus partes por el concordato celebrado con
Leon X, por Francisco I.
Pero no se crea que dejase de producir nin-
gun efecto ; tambien , como el concilio tuvo re-
sultados que la hán sobrevivido , y que tendrán no
pequeña parte en el curso posterior de los acon-
tecimientos.
Los principios de los señores de Basilea eran
poderosos y fecundos , y los hombres que los ha-
bian proclamado , consagrándose á su defensa eran
emprendedores , enérgicos ; tales entre otros no
menos distinguidos , fueron Juan de Ailly y Ger-
son. Vese despreciada la pragmática sancion ; pe-
ro las doctrinas generales que contiene , la nece-
sidad de las reformas que decreta , se arraigan
fuertemente y se parpetúan en el suelo de Francia.
Comunícanse desde el clero á los parlamentos , y
de estos á las masas , llegando asi á formar una
opinion universal muy poderosa á que dió su úl-
timo resultado la Iglesia galiçana. Esta série de
máximas y reformadores esfuerzos, que empieza
en el concilio de Constancia y va a parar en las
cuatro proposiciones de Bossuet , no son mas que
un hecho solo que sucesivamente aparece en la
historia, aunque con distintas faces.
Tenian razon pues , los padres de aquellos con-
cilios en plantear una reforma legal tan oportuna
y necesaria. Tal vez se habrian evitado con ella
las primeras predicaciones de Juan Huss en Pra-
ga , y se habria impedido el movimiento , los pro-
gresos y consecuencias de sus doctrinas : tal vez se
habria cortado de raiz en su mismo origen una re-
volucion en que tanta parte habian de tomar los
524 HISTORIA DE LA
pueblos , y que habia de perjudicar tanto á la uni-
dad eclesiástica. Desde entonces se vió amenazada
la Iglesia por dos reformas ; intentada y favorecida
la una con gran pulso por la primera aristocracia
elesiástica; y concebida la otra fuera de la Iglesia
por su naturaleza estrema y violenta.
Bien pronto se declaró la lucha entre estas dos
reformas y Juan Huss y Gerónimo de Praga fue-
ron llamados á Constancia por el concilio , y con-
denados en él al fuego, como hereges.
Al presente , señores , ya han dejado de ser in-
comprensibles para nosotros , acontecimientos de
esta naturaleza; conocida nos es esta simultaneidad
de reformas distintas , la una intentada por los go-
biernos y la otra por los pueblos ; ni en la actua-
lidad nos pasma verlas enemigas entre sí y en
guerra abierta; á pesar de que ambas emanan de
la misma causa , tienden hacia el mismo objeto y
concurren al mismo resultado.
La intentona de Juan de Huss quedó sofocada
momentáneamente , y los esfuerzos del imperio lo-
graron contener y enfrenar los varios movimien-
tos que los hussitas promovieron con furor obs→
tinado tres ó cuatro años despues de la muerte de
su maestro.
Pero como no se habia hecho ningun caso de
los reformadores proyectos de los concilios , y co-
mo por ningun concepto se habian procurado sa-
tisfacer las exigencias de la época , no es estraño
que no cesase de fermentar la reforma popular , y
que á la primera ocasion favorable estallase, como
sucedió al principio del siglo siguiente. Uno de los
dos sistemas habia de triunfar ; su coincidencia nos
revela una necesidad.
CIVILIZACION EUROPEA . 325
Una reforma aristocrática intentada sin éxito ,
una reformacion popular comenzada y estinguida ,
pero pronta á reaparecer , he aqui la situacion re-
ligiosa de la Europa del siglo XV. Pero el movi-
miento del espíritu humano no se circunscribia ál
círculo de las ideas puramente religiosas ; él se
estendia á una esfera mas dilatada .
Bien sabeis con cuanto empeño buscaban Dan-
te , el Petrarca , Boccacio y todos sus contempora-
neos los manuscritos griegos y latinos ; con cuanto
afan los publicaban , cuan á manos llenas los
espendian , y con que transportes de entusiasmo
era recibido cualquier descubrimiento de aquella
especie. Pues bien : del seno mismo de aquel mo-
vimiento, salió la escuela clásica que ha influido
mas de lo que se crée en el desarrollo de la hu-
mana inteligencia . Pero cuenta , señores , en no dar
á esta palabra el sentido que en nuestros dias se
la ha dado. Entonces no se trataba de un sistema
meramente literario , de un debate puramente es-
colástico : los hombres grandes de aquellos tiem-
pos, no solo se llenaban de admiracion y entusiasmo,
en vista de los escritos de Homero y de Virgilio,
sino que tambien contemplaban estáticos la socie-
dad antigua toda entera con sus instituciones , sụ
filosofia , sus opiniones y su literatura. Nada hay
de estraño en que los espiritus elevados, activos y
de fibra delicada , fastidiados de los groseros hábi-
tos de su tiempo y mirando con repugnancia la con-
fusion de ideas y las costumbres bárbaras que rei–
naban entonces , se entregasen hasta con fanatismo
al estudio y admiracion de una sociedad mas culta,
adelantada é infinitivamente superior á la suya ,
tanto en filosofia y política, como en las bellas letras.
526 HISTORIA DE LA
De esta suerte se iba formando aquella escuela
de la libertad de pensar , que reunia en su seno
lo mas escogido de entre les prelados , los mas
distinguidos jurisconsultos , y los literatos mas
ilustres.
En el centro de aquel movimiento acaeció la to-
ma de Constantinopla por los Turcos , y vino con
ella a tierra el imperio de Occidente, cuya caida
obligó á los griegos á buscar un asilo en Italia . Es-
tos llevaron consigo muchísimos manuscritos , mil
diferentes medios nuevos de conocer la sociedad
antigua; y ya se deja comprender cuanto se au-
mentaria la admiracion y entusiasmo de la escuela
clásica.
Presentose entonces con mas brillo que nunca,
no diré el poder político ; pero si el lujo y las ri-
quezas de los primeros eclesiásticos. Las mas ele-
vadas clases de la Iglesia se entregaban á los de-.
leites de una civilizacion elegante y licenciosa , á
una vida llena de ociosidad y molicie, sin dejar
por esto de cultivar su gusto en la literatura y en
las artes.
En la vida de los hombres mas notables de
aquella época, asi en política como en literatura,
del cardenal Bembo por ejemplo se admira esa
estraña mezcla de sibaritismo y desarrollo intelec-
tual; de enervamiento de costumbres y de osadia
de espíritu . Al estudiar la Italia de aquella época;
al ver el estado de sus relaciones sociales, al con-
templar los resplandores que iluminaban aquel
horizonte del mundo intelectual creese uno traspor-
tado á la Francia del siglo XVIII. En los dos pai-
ses se encuentra igualmente en ambos siglos la
misma inclinacion al movimiento de la inteligen-
CIVILIZACION EUROPEA . 527
cia; el mismo gusto por la novedad en las ideas; la
misma aficion á la vida placentera ; la misma mo-
licie y licencia. En unos y otros hombres vése la
misma falta de energia política, igual vaguedad en
los principios morales, acompañada de una since-
ridad que encanta; de una actividad de espíritu
que pasma. Los literatos del siglo XV con respecto
al alto clero, fueron lo que los literatos y filósofos
para los grandes y nobles del siglo XVIII . Todos
profesan las propias opiniones, conservan todos
las mismas costumbres, vivian unos y otros unidos
con fraternales lazos sin hacer caso de la tormen-
ta espantosa que se preparaba en torno suyo, ni
curarse de los terribles peligros que les amenazaban .
Los grandes prelados del siglo XV estaban
pien lejos de preveer la venida de Lutero y de
Calvino; asi como tambien los cortesanos france-
ses no presintieron tampoco la revolucion que es-
taba á punto de estallar.
El orden moral de aquella época nos presenta
pues, tres grandes sucesos: 1.º la reforma eclesiás-
tica intentada por la misma Iglesia: 2.º la reforma
religiosa comenzada por el pueblo y 3.º la re-
volucion intelectual que forma una escuela de par-
tidarios del libre pensar. Y todas estas metamór-
fosis se preparan en medio del cambio político mas
grande y transcendental que se haya visto jamás,
al mismo tiempo que los pueblos y los gobiernos
iban centralizándose.
Y no es esto todo: la actividad del hombre lle-
gó á su apogeo en aquella época; aquel tiempo fué
el de los viajes, de las empresas, de las invencio-
nes y de los descubrimientos . Verificáronse en-
tonces las grandes espediciones de los portugue-
328 HISTORIA DE LA
ses á lo largo de las costas de Africa; Vasco de
Gama descubrió entonces un nuevo paso por el
cabo de Buena-Esperanza; entonces Cristóbal Co-
lon ofreció á la pasmada Europa un nuevo mun-
do; y desde entonces se ostentó el comercio euro-
peo con una estension brillante y prodigiosa. Mil
nuevos intentos vienen á enriquecer las ciencias
y las artes, y mil otros medios conocidos ya en un
estrecho círculo, se aplican á otros mas comunes,
y llegan á ser populares: la pólvora vuelca el an-
tiguo sistema de guerra, la brujula da á la nave-
gacion un maravilloso ensanche , y una ilimitada
osadia: la pintura al oleo se desarrolla y cubre
de obras maestras la Europa entera, y el grabado
en cobre inventado en 1460 las multiplicay difun-
de por todo el mundo.
El papel de lino se hace mas usual : y por úl-
timo, desde 1436 hasta 1452 se inventa la impren-
ta, ese medio fácil y sencillo de comunicar á infi-
nitas distancias, y á inmensas masas el pensa-
miento objeto de tantas declamaciones, testo de
tantos lugares comunes; empero cuyo mérito , y
cuyos efectos no podrán encarecer bastante todas
las declamaciones de los pueblos presentes, pasa-'
dos y futuros.
Compréndese bien el inmenso grandor y la ac-
tividad prodigiosa de aquel siglo; que aun no apa-
rece con toda su estension, y cuyas consecuencias
no han comprendido los hombres todavía.
Entretanto conócese que no deben prevalecer
las reformas ejecutadas por medio de la violencia;
que los pueblos se calmaran, y que los gobiernos
se fortalecerán mas y mas de dia en dia; podria
decirse que la sociedad se prepara á progresar con
CIVILIZACION EUROPEA. 329
mas rapidez; pero con el mayor órden , y en me-
dio de la calma mas apacible.
Pero ya ruge la tormenta, van á estallar las mas
terribles revoluciones; la leccion inmediata nos ser-
virá para estudiarlas.
LECCION XII.

Muchas veces hemos deplorado el desórden y


la oscuridad de la sociedad europea : varías veces
hemos tocado y comprendido la dificultad de bos-
quejar el cuadro general de una sociedad tan in-
coherente y esparramada ; y con la mas viva im-
paciencia hemos esperado aquel tiempo en que se
crean los intereses gratos , en que reina el órden
y domina la unidad social.
Ya hemos llegado á él por fin : vamos á entrar
en una época en que todo puede reasumirse con
hechos generales , con intereses comunes : época de
órden y de unidad.
Hallamos aqui , empero , una dificultad de di-
versa especie. Hasta el presente nuestro trabajo
estaba reducido á juntar y cordinar entre sí los
hechos , á conocer lo que en ellos habia de comun,
332 HISTORIA DE LA
y distinguir lo que tenian de semejante. Pero todo
lo contrario sucede en la Europa moderna. Todos
los elementos, todos los incidentes de la vida social
se modifican de contínuo, obran y vuelven á obrar
los unos sobre los otros : las relaciones de los hom-
bres son mucho mas estensas y numerosas : existen
relaciones entre ellos y el gobierno; relaciones en-
tre los diversos estados , relaciones en las ideas,
y relaciones en todos los trabajos del espiritu
humano.
En el espacio inmenso que hemos atravesado
hemos visto pasar multitud de hechos aislados y
solitarios , sin influencia recíproca. Empero hoy
ya no hay aislamiento : tócanse todas las cosas , se
cruzan mutuamente , se cambian y se alteran ¿Y
hay nada mas facil que distinguir la unidad ver-
dadera en medio de tanta diversidad , determinar
la direccion de tan estenso movimiento y señalar el
hecho general dominante que caracteriza una épo-
ca , siendo la fiel esposicion del papel que represen-
ta en la historia de la civilizacion? Medid, señores,
de un golpe de vista la estension de esa dificul-
tad en el gran acaecimiento de que nos vamos á
ocupar .
En el siglo XII hemos encontrado un suceso
religioso en su orígen , sino en su naturaleza : ha-
blo de las cruzadas ; y á pesar de su magnitud y
duracion, nos ha sido dificilisimo descubrir su ca-
rácter general, señalando con alguna precision su
unidad y su influencia.
¿Cuán dificil no será, pues, el conocimiento de
la revolucion religiosa del siglo XVI llamada co-
munmente de la reforma?
En el periodo transcurrido desde la entrada del
CIVILIZACION EUROPEA. 335
siglo X hasta mediados del XVII debemos bus-
car la realizacion de la reforma europea ; en ese
periodo , por decirlo asi , se halla encerrada la vida
de aquel suceso. Todos los acontecimientos histó-
ricos siguen siempre una determinada carrera: ver-
dad es que sus consecuencias se prolongan hasta
lo infinito , que nacen de cuanto ha pasado , y se
estienden al mas remoto porvenir. No obstante to-
dos tienen una existencia propia y limitada , nacen
en un terreno determinado , se aumentan y se
agrandan alli , verifican su desarrollo en cierto
tiempo , decrecen despues y se retiran de la esce-
na para dejar lugar á otro nuevo y ruidoso acae -
cimiento.
Podemos tomar la data de la reforma en el
año de 1520 época en que Lutero quemó pública-
mente en Witenberg la bula de Leon X que le con-
denaba, separándose oficialmente de este modo de
la Iglesia romana. En el tiempo transcurrido desde
esta época hasta la mitad del siglo XVI ; es decir , el
año 1648 en que se cloncluyó el tratado de Wets-
fhalia puede decirse que se comprende toda la mag-
nitud de este gran suceso.
He aqui la razon.
El primero y mas poderoso efecto de la revolu⚫
cion religiosa fue crear en Europa dos clases de
estados ; los católicos y los protestantes ; poner á
los unos en frente de los otros , y empeñar entre
ellos un combate encarnizado. Teniendo muy di-
versa fortuna, y sufriendo grandes vicisitudes duró
la lucha desde principio del siglo XVI hasta la mi-
tad del XVII. En 1648 por el tratado de Wetsfhalia
llegaron por fin á reconocerse recíprocamente los
estados católicos y protestantes , los cuales consin-
354 HISTORIA DE LA
tieron en su respectiva existencia, prometiéndose
vivir en paz y comunion los unos independientes
de los otros á pesar de su religion diversa . Asi
pues, desde 1648 la diferencia religiosa ha dejado
de ser la causa de la de los estados : desde enton-
ces el principio religioso ha dejado de dirigir la
política esterior y no ha formado ya alianzas y
relaciones con los pueblos . Hasta aquella época á
pesar de las muchas é importantes variaciones que
en Europa habian ocurrido, en el fondo se en-
contraba esencialmente dividida en dos grandes
ligas, católica y protestante.
Despues del tratado de Wetsfhalia desaparece esta
distincion, júntanse los estados ó se separan por
miras diversas que las que habian regido hasta
aquel tiempo, y cesa entonces la preponderancia
de la reforma, deteniéndose la revolucion religiosa,
aunque sus consecuencias no se paran en su cur-
so, y marchan desarrollándose.
La reforma estalla al mismo tiempo que se ve-
rifica un notable y ruidoso suceso político ; á saber;
la lucha entre Francisco I y Carlos V, entre la
Francia y la España: lucha empeñada en un
principio por la posesion de la Italia , en se-
guida por el imperio aleman; y al fin por la pre-
ponderancia sobre la Europa. En aquel tiempo se
eleva y domina en Europa la casa de Austria; y la
Inglaterra por medio de Enrique VIII interviene
en la política del continente con mas regularidad,
estension y constancta de lo que lo habia hecho
hasta entonces.
Arde la Francia en guerras de religion de ca
tólicos y protestantes: ellas sirven de ocasion à los,
magnates para hacer una tentativa contra el trono
CIVILIZACION EUROPEA. 555
y reconquistar su perdido poder. Tal es el sentido
político que tuvieron nuestras guerras religiosas;
tal es la tendencia de la liga; y tal es el objeto de la
lid comenzada por los Guisas contra los Valois
terminada con el advenimiento al trono de Enri-
que IV.
En la España durante el reinado de Felipe II
estalla la revolucion de las provincias unidas : la
inquisicion y la libertad civil y religiosa combaten
alli ; unas en nombre del duque de Alba , y las
otras á las órdenes del príncipe de Orange. Mien-
tras que en Holanda á fuerza de tino y perseve-
rancia triunfa la libertad , perece en lo interior
de la España , donde prevalece y triunfa el poder
absoluto civil y eclesiástico.
En Inglaterra los reinados de Maria é Isabel,
la guerra de la última , cabeza de los protestantes
contra Felipe II , y la exaltacion de Jacobo Es-
tuardo al trono Inglés, abren muchas y reñidas
contiendas entre el pueblo y la corona.
Alzada la Suecia por Gustavo Wasa se crean
nuevos poderes en el norte. En Prusia , á conse-
cuencia de la secularizacion del órden católico en
1525 , ocupan las potencias del norte en la políti-
ca europea un puesto de que habian carecido , y
cuya influencia se manifiesta en la guerra de los 30
años.
Pero tornemos á Francia.
Hallamos en ella el reinado de Luis XIII , á cu-
yo lado figura el cardenal Richelieu que cambia la
administracion del pais : se descubren sus relacio-
nes con Alemania, y el apoyo prestado al partido
protestante. En Alemania durante el último tercio
del siglo XVI se abre la lucha contra los turcos:
556 HISTORIA DE LA
al comenzar el XVII se vé la guerra de los 30
años , tal vez el mas estraordinario suceso que ha-
ya esperimentado la Europa orienta! moderna.
Entonces aparecen Gustavo Adolfo , Wallenstein,
Tilly , el duque de Brunswick, y el duque de Veimar,
nombres los mas ilustres que jamás se han pro-
nunciado en Alemania. Al propio tiempo sube en
Francia al trono Luis XIV y nace la Fronde. En
Inglaterra se realiza la revolucion del destrono de
Cárlos I.
En esta época la monarquia pura prevalece
en la mayor parte de los estados, mientras queen Ho-
landa se crea la república mas poderosa de Euro-
pa, mientras que en Inglaterra casi triunfa la monar-
quia constitucional . En la Iglesia pierden entonces las
antiguas órdenes monásticas casi todo su poder políti-
co yquedan reemplazadas por un órden nuevo de otro
carácter , y cuya importancia , quizá injustamente,
es sin embargo muy superior á todas aquellas.
Hablo de los jesuitas.
En aquella época el Concilio de Trento des-
truye la parte de influencia que pudieran haber
conservado los de Constancia y Basilea , y asegu-
ran el órden eclesiástico, y el decisivo triunfo de la
corte romana.
Pero salid de la Iglesia , y lanzad una ojeada
sobre la filosofía , y sobre la carrera libre del es-
píritu humano . Preséntanse dos hombres , Bacon
y Descartes, autores uno y otro de la mas grande
revolucion filosófica que ha presenciado la mo-
derna Europa. Tal es el tiempo en que toman vue-
lo la literatura italiana , y en que nace la de
Francia é Inglaterra: época en que se crean
las colonias mas poderosas y en que se desen-
CIVILIZACION EUROPEA. 537
vuelve con mas actividad todo el sistema mer-
J
cantil.
Asi , señores, cualquiera que sea el punto de
vista en que mireis ese tiempo, no podreis menos
de observar que los sucesos políticos , eclesiásti-
cos , filosóficos y literarios , son mas numerosos,
variados é importantes que en los anteriores siglos .
El movimiento del espíritu humano se manifiesta
en todos lados y direcciones ; porque aquel es el
tiempo de los hombres rares y de los mas notables
sucesos; siendo el mas grande de todos la revolución
religiosa ; porque ella imprime en la época el sello
que determina su carácter.
Voy á realizar, señores , en la época de la re-
forma, lo que he practicado con los hechos ante-
riores buscaremos el hecho dominante , recono-
ceremos y describiremos su carácter general ; ma-
nifestando el puesto que ocupa , y el papel que
representa en la historia de la civilizacion.
Recordareis en que punto hemos dejado la Eu-
ropa á fin del siglo XV. En su carrera hemos visto
dos grandes tentativas de revolucion y de reforma
religiosa : un ensayo de reforma legal hecha por
los concilios , y otro de revolucionaria reforma
realizada en Bohemia por los hussitas.
Ambas las hemos visto sofocadas fracasando
las dos á pesar de eso hemos conocido cuan im-
posible era evitar los resultados que se reprodu-
cirian en una ú otra forma : que lo que se babia
comenzado en el siglo XV , seria terminado én
el XVI.
No entremos de ninguna manera en las minu-
ciosidades de la revolucion religiosa realizada en
aquel tiempo: ella es conocida de todo el mundo:
La Lectura Tom . I. 185***
338 HISTORIA DE LA
lo que hay que buscar es su influencia general so-
bre los destinos de la sociedad.
Al examinar las causas que habian producido
tan gran acontecimiento notamos muy divididos
los pareceres de los que han intentado compren-
derle y esplicarle. Los adversarios de la reforma
Ja han imputado á ciertos accidentes , á algunas
desgracias que han sufrido las naciones en el
curso de su civilizacion por ejemplo, la venta
de las indulgencias que habia sido confiada á los
dominicos y á la circunstancia de pertenecer Lu-
tero a los agustinos celosos y resentidos por la
preferencia de aquellos. Otros la han atribuido á la
ambicion de los soberanos , á su rivalidad con el
poder eclesiástico, á la codicia de los legos nobles
que querian apoderarse de los bienes de la Iglesia.
Se ha procurado en una palabra , esplicar la revo-
lucion religiosa únicamente por los intereses priva-
dos y por las personales pasiones.
De otra parte los partidarios y los amigos de
la reforma han deseado esplicarla por la sola nece-
sidad de cortar los abusos existentes en la Iglesia.
ellos la han presentado como un medio para hacer
desaparecer los males y los désórdenes, como una
tentativa concebida y ejecutada con el objeto de
reconstruir unalglesia pura, la Iglesia primitiva . Ni
una ni otra de estas esplicaciones me parecen fanda-
das , La segunda sin embargo se acerca mas á·la ver-
dad quela primera, á lo menos es mas filosófica , tie-
ne mas relacion con la estension é importancia de
ese suceso , á pesar de que no la creo exacta.
A mi modo de ver la reforma ni ha sido un ac-
cidente, ni el resultado de una calamidad , ni el
efecto de un interes personal ni un simple plan de
CIVILIZACIÓN EUROPEA . 339
mejora, ni el fruto de la utopia de humanidad y
de razon. La reforma en mi concepto ha sido un
esfuerzo estraordinario en nombre de la libertad;
un vuelo atrevido del humano pensamiento.
Cuando se considera cual era en esta época la
situación del espíritu humano y el estado del poder
espiritual, se notan dos hechos que llaman á un
mismo tiempo nuestra atencion .
Desplegaba el espíritu humano una vivísima
actividad ; tenia una necesidad fuerte de desar-
rollo y de progreso tal cual no se habia sentido
jamas.
Este nuevo movimiento era la consecuencia del
fuerte impulso que à la inteligencia humana habian
dado una multitud de causas todas poderosas, que
se habian reunido despues del transcurso de mu-
cho tiempo: por ejemplo, habia siglos en que apa-
recian ydesaparecian las opiniones religiosas, dejan-
do sucesivamente la escena para ser reemplazadas
las unas por las otras: siglos habia en que las escue-
Jas filosóficas tenian igual suerte y seguian el
41
mismo curso: reunidos los trabajos del espiritu
J humano
tanto en la esfera religiosa como en la
filosófica desde el siglo XI hasta el XVI,necesaria-.
mente debian producir algun resultado. Por otra
parte los medios de instruccion creados en el seno
de la Iglesia y protegidos por ella, empezaban á dar
isus frutos: habianse instituido escuelas y de ellas
F
salian hombres que habian aprendido algo: su núme-
ro crecia de dia en dia. Estos hombres querian al
cabo pensar y discurir por sí mismos, puesto que
tenian una imaginacion viva y estaban dotados de
una razon mas fuerte y vigorosa que los que les
habian precedido. Por último habia llegado el o

Balmes

Strat Leeson 1
Comp
340 HISTORIA DE LA
mento en que rejuvenecía , digámoslo asi, el espíritu
humano por la restauracion de la antigüedad , res-
tauracion cuyo orígen y resultas os, he manifestado
la última leccion .
Reunidas todas estas causas al principio del
siglo XVI, imprimieron al pensamiento humano un
fuerte é imperioso movimiento .
Totalmente contraria era la situacion del go-
bierno eclesiástico . Habia caido la Iglesia en un
-estado de inercia, y se hallaba completamente es-
tacionaria : el político influjo de la corte romana
se habia disminuido mucho: la direccion y el
mando de la sociedad europea ya no la pertenecia
puesto que habia pasado al gobierno civil .
Con todo, tenia la Iglesia iguales pretensiones
que antes, aparecia con la misma pompa y
conservaba toda su importancia esterior . Con la
Iglesia sucedió lo que aconteció muchas veces con
los gobiernos decrépitos que han perdido su in-
fluencia: dirigianse de contínuo sus quejas contra
ella, y la mayor parte fundadas . Pero no es ver-
dad que en el siglo XVI la corte de Roma fuese
tan cruel como se supone: no es verdad que los
abusos propiamente dichos fuesen entonces mas
numerosos y graves de lo que hasta aquella época
lo habian sido. Al contrario , quizás nunca el go-
bierno eclesiástico se habia mostrado mas con-
descendiente y tolerante, mientras no se llegase á
cuestionar sobre su poder, mientras se le dejasen
los derechos que tenia, mientras se le pagasen los
tributos que habia percibido hasta aquella sazon .
De este modo el poder eclesiástico hubiera dejado
tranquilo al hombre, si el hombre hubiera hecho
otro tanto con respecto á él . Pero cabalmente cuan-
CIVILIZACION EUROPEA . 541
do los gobiernos se hallan en tal estado son mas
débiles y menos respetados: entonces es cuando
en cierto modo hacen mas daño, puesto que son
combatidos con mas fuerza, y se los ataca sin pe-
ligro.
Es evidente, pues, por la sola comparacion del
estado del espíritu humano, y la situación del go-
bierno eclesiástico en esta época, que debió ser la
reforma un gran esfuerzo en nombre de la liber-
tad; un alzamiento de la inteligencia humana. A
mi modo de ver esa fué la causa mas influyente y
agitadora de todas: ella á la verdad era dominante,
mas poderosa que los sistemas y deseos de las na-
ciones y de los soberanos; mas poderosa igualmente
que la necesidad de corregir esos abusos que tantas
quejas habian promovido en este tiempo .
Supongamos que despues de los primeros años
de intentada la reforma, despues de haber mani-
festado los que la promovieron y se lanzaron á
ella todas sus pretensiones; despues de haber cla-
mado contra los abusos de la Iglesia y exigido su
abolicion, supongamos que en un momento la
Iglesia condescienda y diga: « Cúmplanse vuestros
deseos ; llénense vuestros votos: de hoy mas se cor-
regirá todo adoptando por mi parte un órden mas
legal de cosas: se quitarán las vejaciones; se modi-
ficarán los tributos, desaparecerá la arbitrariedad
y despues de corregidos los abusos conservaré mi
posicion, y ejerceré como hasta aqui y teniendo en
mis manos como hasta ahora el gobierno del es-
piritu humano, usando el mismo poder y dere
chos >>
- Ahora bien ; creis que la revolucion religiosa
se hubiera contentado con semejantes concesiones?
342 HISTORIA DE LA
¿Hubiera à vuestro parecer detenido su carrera? Yo
creo que no: yo creo que la revolucion hubiera
continuado su marcha , y que despues de haber
clamado por la reforma , hubiera exigido la liber-
tad. La crisis que esperimentó el siglo XVI , no
era de reforma simplemente , sino de revolucion:
imposible es arrancarle ese carácter es imposi-.
ble desconocer sus bienes y sus males , sus vir-
tudes y sus vicios , ya que ha tenido tanto de los.
unos como de los otros.
Lanzad sino la vista sobre los destinos de la
reforma . Ved lo que ha hecho sobre todo y antes
que todo , en los distintos paises en que se ha des-
arrollado : notad que se ha esparcido y desen-
vuelto en medio de situaciones muy diversas, que
ha seguido distintos caminos. Ahora pues , si
observamos que á pesar de la diversidad de cir-
cunstancias y situaciones , ha parado en el mismo.
término, obteniendo igual resultado, y conservan-
do el mismo carácter ; es evidente que ese carác-
ter que aparece en tan diversa situacion , será
su rasgo mas distintivo , y 4 su principio mas.
esencial.
Por tanto , en todas partes en que ha preva-
lecido la revolucion religiosa del siglo XVI, ha
habido al menos un nuevo y prodigioso aumen-
to de libertad. Tal es el efecto que produce la re-
forma en medio de las diversas combinaciones.
Por cierto no introdujo la reforma en Alemania
la libertad política de que carecia ; al contrario , le-
jos de debilitar , fortificó el poder de los prínci-
pes , y ha sido mas opuesto á las instituciones
libres de la edad media , que favorable á su desar-
rollo y progreso. Sin embargo , ha creado y con-
CIVILIZACIÓN EUROPEA. 543-
servado en Alemania la reforma de un grado de
libertad, de pensar quizá mayor y mas alto que en
ninguna otra parte. En Dinamarca , pais en que
domina el poder absoluto , en que se deja sentir.
su fuerza , asi en los cuerpos municipales , como
en las instituciones generales del Estado; en Dina-
marca por la influencia de la reforma , se eman-
cipó el pensamiento humano , y se manifestó
libremente y en todos sentidos. En Holanda, en
inedio de una república ; en Inglaterra , bajo la
monarquia constitucional , y á pesar de una tira-
nia religiosa , por mucho tiempo prolongada , se
ha verificado el mismo hecho. Por último , en Fran-
cia , en una situacion que parecia menos á propó-
sito para los efectos de una revolucion religiosa,
en un reino donde fuera vencida, ha producido
tambien la reforma un principio de independencia
y libertad intelectual hasta 1685 ; es decir , hasta
la revocacion del edicto de Nantes , ha tenido la
reforma en Francia , su existencia legal. Durante
este tiempo, sus sectarics han escrito , discutido
y provocado á sus enemigos á escribir y discutir
con ellos. Este solo hecho , esta guerra de folletos ,
este choque entre las antiguas y nuevas opinio-
nes , ha derramado en Francia una libertad ver-
dadera , una libertad mucho mas activa de lo que
comunmente se cree. Recordad , señores , las con-
ferencias de Bossuet con Claudio : recordad toda
la polémica religiosa de esa época ; y preguntad
ahora si Luis XIV hubiera tolerado sobre otra
materia tanta libertad de pensar. Asi pues , entre
los amigos y enemigos de la reforma , es donde .
ella se ha demostrado y desenvuelto en la Fran-
cia del siglo XVI. El ! pensamiento religioso fué,
544 HISTORIA DE LA
muy atrevido entonces : trató todas las cuestiones
con una independencia mayor , á la que Fenelon
trató de política en su Telemaco , y duró tal estado
hasta la revocacion del edicto de Nantes . Pues
bien , desde 1685 hasta aquella gran insurreccion
de la inteligencia humana en el siglo XVIII , no
medió aun el espacio de cuarenta años. Cesó , es
verdad , la influencia de la revolucion religiosa;
mas en favor de la libertad intelectual , despues
que apareció en el mundo y se ostentó con todo
su poder la revolucion filosófica .
Ya lo veis, señores ; donde quiera que ha pe-
netrado la reforma ha ejercido un poderoso in-
flujo en el órden intelectual. Victoriosa ó vencida,
ha dado siempre por resultado general y cons-
tante un prodigioso aumento en la libertad de
pensar.
Y no solamente la reforma ha obtenido estos.
resultados , y ha tendido á ese término , sino que
se ha parado en su curso siempre que ha llegado
á él. Tan cierto es que constituye la libertad de
pensar su carácter primitivo fundamental. Así en
Alemania, lejos de las instituciones libres , no
diré que aceptase la servidumbre; pero en nada
se quejó viendo que desaparecia la libertad.
En Inglaterra ha permitido la constitución ge-
rárquica del clero y la presencia de una Iglesia
tan llena de abusos , como jamás haya podido ser
la Iglesia Romana , y mucho mas servil que la
inisma.
¿Y por qué la reforma tan inflexible y severa
se ha mostrado , bajo ciertos respetos , en esos
paises tan fácil y condescendiente? Porque habia
conseguido el fin á que aspiraba , porque habia
CIVILIZACION EUROPEA. 245
logrado la independencia del pensamiento humano.
Lo vuelvo á decir; en donde la reforma ha obteni→
do semejante resultado , se ha acomodado á todos
los gobiernos y se ha conformado con todas las
situaciones. {
Hagamos ahora la contraprueba, veamos lo
que ha acontecido en las naciones donde no ha
penetrado la revolucion religiosa , ó ha sido sofoca-
da con tiempo ó no ha podido desenvolverse en
manera alguna. La historia nos manifiesta que el
espíritu humano no ha logrado emanciparse allí.
Pruébanlo de un modo inconcuso la España y la
Italia. Mientras que en todas partes de la Europa
donde ha podido entrar la reforma , ha tomadoel
pensamiento del hombre en estos últimos siglos un
vuelo y una libertad desconocida hasta entonces
en aquellos otros, donde aquella no ha podido de
ninguna manera penetrar, ha caido la razon del
hombre en la misma época en la inaccion y desidia,
de modo que la prueba y la contraprueba mani-
fiestan la misma verdad.
Así que se conoce que la libertad del pensa-
miento ha sido el carácter esencial de la reforma,
el. primer resultado de su influencia , y el hecho
dominante de su destino.
Digo el hecho , y lo digo á propósito : la eman-
cipacion del espíritu humano ha sido efectivamen-
te en el curso de la reforma un hecho, mas que un
principio, un resultado, mas que una intencion. Yo
oreo que la reforma, ha ejecutado en esto mas de
lo que emprendió; tal vez mas de lo que habia
deseado. Al revés de muchas otras revolucio→
nes que han quedado muy atras del término
á que se dirigian , las consecuencias de la re-
546 HISTORIA DE LA
forma, han pasado mucho mas allá de su obje-
to , apareciendo mas grandes como acontecimien-
tos que como sistema, sin que se haya conocido ni
confesado del todo el resultado que ha tenido ni
los efectos que ha llegado á producir.
Veamos ahora los cargos que se hacen á la re-
forma. A dos vienen á reunirse todos.
4. La multiplicidad de sectas , la escesiva li-
cencia del pensamiento , el haber destruido toda
autoridad espiritual , y la disolucion de la unidad.
en el cuerpo religioso.
2. La tirania , la persecucion . « Vosotros pro-
ducis y provocais la licencia , se ha dicho à los
partidarios de la reforma ; y despues que habeis
causado esa licencia , quereis contenerla y repri-
mirla. ¿Y cómola reprimireis.? Cabalmente por los
inismos medios que detestais , por medios los mas
duros y violentos. Vosotros habeis seguido tam-
bien la heregia , y la habeis perseguido en virtud
de una autoridad ilegítima».
Examinad , reunid todos los mas fuertes ata-
ques dirigidos contra la reforma , separando de
ellas , las cuestiones puramente dogmáticas ; esas
son las dos acusaciones capitales á que se redu-
cen todas las demas.
2
Confusos se hallan por cierto los partidarios
de la reforma , y no aciertan á responder. Cuando
se les imputa la multiplicidad de sectas, observa-
reis que las condenan , que las deploran y que
procuran escusarse ; se les achaca la persecucion;
vedles con cuanta dificultad se defienden. «Noso-
tros , decian los reformadores , nosotros tenemos
derecho de reprimir y castigar el error , porque
estamos en posicion de la verdad ; porque nues-
CIVILIZACION EUROPEA. 347
tras doctrinas é instituciones son las solas doctri-
nas é instituciones legítimas. Si nos quejábamos de
la Iglesia porque castigaba los reformadores , es
porque ningun derecho , ninguna razon le asistia
contra ellos ; «Y cuando dirigen sus tiros al partido
dominante de la reforma , no sus enemigos , sino
sus propios hijos , cuando las sectas que condenan
y anatematizan les dicen : « nosotros hacemos lo que
habeis hecho vosotros ; nes dividimos de la misma
suerte que os habeis dividido vosotros» ; se halla
aun mas embarazada y confusa , y solo contesta
redoblando sus fuerzas y rigor.
Claro está , pues , que la revolucion religiosa
del siglo XVI se estravió de su curso y obró con-
tra los mismos principios que proclamaba ; acaba-
ba de emancipar el pensamiento y queria sujetar-
lo á la ley, hacia prevalecer el libre exámen , é
intentaba poner al propio tiempo la razon del hom-
bre bajo su autoridad y tutela. Asi es que por es-
ta circunstancia , cayó en una doble falta. Por una
parte , ni conoció ni supo respetar la libertad de
pensar , puesto que la violaba en el mismo mo-
mento de proclamarla y de defenderla; de otra parte
no supo conocer los límites y estension de la auto-
ridad en el órden puramente intelectual , y no ha-
blo de la autoridad coactiva, imposible en semejante
materia, sí solo de la autoridad puramente moral,
de la autoridad que dirige los espíritus , y que
obra sobre el hombre por la sola influencia.
Falta por cierto alguna cosa á la mayor parte de
los paises reformados por la buena organizacion
de la sociedad intelectual , para regularizar de una
inanera armoniosa las antiguas opiniones genera-.
les. No se han sabido hermanar todos los derechos,
548 HISTORIA DE LA
no se ha logrado poner en buen concierto el do-
minio de la tradicion con las pretensiones de la
libertad. Y eso proviene sin duda de que la re-
forma no ha comprendido sus destinos ; no ha co-
nocido sus principios , ni ha logrado apreciar sus
efectos.
De ahi la inconsecuencia que ha tenido la re-
forma y el espíritu limitado que han manifestado,
circunstancias que han dado notable superioridad y
ventaja á sus adversarios. Bien sabian estos lo que
deseaban y lo que hacian, tenian formado un siste-
ma , partian de principios fijos , y marchaban has-
ta sus últimas consecuencias. Nunca ha habido un
gobierno mas consecuente y sistemático que el de
la Iglesia romana.
En efecto, la corte de Roma ha contemporizado,
ha transigido mucho mas de lo que ha hecho la re-
forma, ha tenido una idea siempre fija, una voluntad
entera y ha guardado una conducta regular y cohe-
rente. Es muy poderosa, señores , la fuerza que da
este pleno conocimiento de lo que se hace y de lo
que se quiere, esta formacion de un designio , esta
adopcion completa y cabal de un principio y de un
sistema. Prueba es de ello incontestable las diver-
sas alternativas que ha tenido en su curso la re-
volucion religiosa del siglo XVI.
着 Nadie ignora que el principal poder creado
para luchar contra ella , fueron los jesuitas. Pues
bien, abrid su historia y vereis que se han estre-
Hlado siempre sus tentativas , que han llevado
siempre la fatalidad y la desgracia á la causa que
han servido con alguna regularidad y fuerza: per
dieron en Inglaterra los reyes y en España el
pueblo. Contra el curso general de los sucesos
CIVILIZACION EUROPEA. 349
contra el desarrollo de la civilizacion moderna,
contra la libertad del espíritu humano tuvieron que
luchar los jesuitas , y luchando contra fuerzas tan
poderosas y unidas fueron irremisiblemente venci-
dos ; y no solo sucumbieron , sino que se vieron
precisados á valerse de medios los menos á pró-
posito para alcanzar el menor triunfo. En sus pla-
nes no se vé ningun brillo , ni se descubre ningun
grandor en sus obras: para llegar á su término si-
guieron caminos estrechos tortuosos y ocultos ; no
pusieron en movimiento las naciones; nada hicieron
que hiriese la imaginacion , que les conciliase el
interes público, nada practicaron de cuanto en-
tusiasma y arrebata al pueblo. Al contrario , el
partido contra el que lucharon los jesuitas, no so-
lamente venció á sus enemigos , sino que triunfó
con esplendor y gloria. Hizo cosas grandes y por
medios igualmente grandes levantó en masa los
pueblos , llenó la Europa de hombres atrevidos y
emprendedores , mudó la faz del mundo , cambió
la condicion y forma de los estados ; todo en una
palabra estaba contra los jesuitas .
Y á pesar de esto ellos han tenido otro grandor;
el grandor de una idea que va unida á su nombre,
á su influencia, á su historia . Sabian los jesuitas lo
que intentaban y lo que querian; tenian un cono-
cimiento completo del principio donde partian, de
la estension de su carrera y del punto hacia que
marchaban; comprendian ellos todo lo vasto y di-
ficil de su empresa; en una palabra, no les faltaba
el esplendor del pensamiento ni el grandor de la
voluntad , circunstancias que han hecho que no
se presenten como ridiculos á la sociedad , lo que
sucede cuando se porfia contra una mala suerte
350 HISTORIA DE LA
siempre mas obstinada ó tiene uno que valerse
para lograr su fines de medios innobles y mise-
rables.
Todo lo contrario acontece en donde no se co-
nocen los principios y resultados de la empresa que
se va á acometer. Siempre hay entonces algo de
incompleto , inconsecuente ó ilimitado que pone á
los vencedores mismos en una especie de inferio-
ridad en el modo de llevar á cabo los planes , cuya
influencia se deja muchas veces sentir en el curso
de los sucesos. Tal es á mi modo de ver la causa
que ha impedido el que se defendiese la reforma
con tan buen éxito como pudiera haberlo hecho:
este es el flanco débil que ha presentado.
Otras muchas consecuencias, varios otros efec-
tos de este hecho pudiera manifestaros; mas basta
haberos descubierto su carácter distintivo y prin-
cipal.
Empero antes de concluir quiero que percibais
la notable semejanza de destinos que nos presen-
ta la historia de la Europa moderna, entre la so-
ciedad religiosa y la sociedad civil , en las revolu-
ciones que una y otra han sufrido.
Empezó la Iglesia por ser una sociedad com-
A pletamente libre, formada en nombre de una cre-
encia comun, sin instituciones ni gobierno , regida
únicamente por poderes morales que, influian y
obraban sobre las necesidades del momento. La so-
ciedad civil se formó tambien en Europa, a lo me-
nos en su mayor parte de bandas de bárbaros,
sociedad tambien libre en la que los hombres per-
manecian por su voluntad , sin que existiesen le-
yes ni se hubiesen creado verdaderos poderes . Al
salir de semejante estado , incompatible con 'un
GIVILIZACION EUROPEA . 351
gran desarrollo social , se organiza en la Iglesia un
gobierno esencialmente aristocrático. Dirigen en-
tonces sus destinos el cuerpo del clero, los obispos
-y los concilios. Verificase en la sociedad civil un
- hecho muy análogo; al salir de la barbarie apo-
dérarse de la dominacion el feudalismo laical ; tam-
bien sobre ella se alza y crea un poder verdade-
ramente aristocrático. Huye del gobierno de los
obispos la sociedad religiosa para entrar en el ré-
gimen papal; y triunfando entonces la corte de Ro-
ma sobre los concilios, avasalla y domina la aris-
tocracia eclesiástica de Europa.
El mismo cambio, y por los mismos medios se
realiza en la sociedad civil; destruyendo la nobleza
feudal prevalecen y dominan los reyes en Europa.
En el siglo XVI estalla en la sociedad religiosa
una revolucion contra el sistema monàrquico pu-
ro que en ella regia: esta revuelta proclama y es-
tablece en Europa el principio del libre exámen .
Un acontecimiento semejante se realiza en nues-
tros dias en el órden civil. El poder absoluto ha
sido tambien atacado, y vencido.
Bien lo percibis , señores ; las dos sociedades ci-
vil y eclesiástica esperimentaron los mismos cam-
bios, sufrieron las mismas revoluciones, hicieron el
mismo camino con la única diferencia de que la
Iglesia ha marchado siempre delante en esta in-
mensa y vasta carrera.
Asi por lo que queda dicho se comprende bien
que el pensamiento dominante en las sociedades
modernas es el libre exámen, y la libertad del
espíritu humano . Asi mismo vemos que en aque-
lla época se halla á punto de prevalecer en todas
partes la centralizacion política .
352 HISTORIA DE LA · . ·
En la leccion siguiente, trataremos de la revo-
lucion de Inglaterra; es decir, de aquel acaecimien-
to que motivó que se encontrasen por la primera
vez frente á frente el exámen libre y la pura mo-
narquía ; hechos que son consecuencia indisputa-
ble de la civilizacion.
LECCION XIII.

Queda probado que durante el curso del siglo


XVI vinieron á parar todos los hechos de la anti-
gua sociedad de Europa á dos puntos esencia-
Tes: 4. el libre exámen: 2.º la centralizacion del
poder.
El uno prevalecia en la sociedad religiosa; y el
otro en la civil ; es decir: triunfaban en Europa al
mismo tiempo la emancipacion del espíritu huma-
no y la monarquia pura.
Casi imposible era que dejase de empeñarse
algun dia la lucha entre estos dos carácteres do-
minantes, habiendo entre ellos una cosa contradic-
toria. Era el uno la derrota del pueblo absoluto
en el órden eclesiástico; y el otro su victoria en el
órden temporal: aquel preparaba la decadencia de
la antigua monarquia eclesiástica, este consumaba
La Lectura. TOM. I 186
554 . HISTORIA DE LA
la ruina de las antiguas libertades comunales y feu-
dales. Provenia esta circunstancia como queda dicho
de quela sociedad religiosa habia marchado con mas
rapidez y presteza que la sociedad civil, pues que
marchaba al frente de la carrera de la civilizacion.
La coincidencia de estos dos hechos no escluia su
contrariedad, y era inevitable su choque antes de
llegar á conciliarse.
Su primer encuentro se verificó en Inglaterra.
El ataque del libre examen , efecto de la reforma
contra la monarquia formada de los escombros y
ruinas de las antiguas libertades de los señores en
las ciudades , la tentativa de abolir el poder abso-
luto , asi en la sociedad civil como en el órden
eclesiástico ; he aqui el carácter distintivo de la
revolucion de Inglaterra , y su verdadera fiso-
nomia.
¿Por qué se ha empeñado antes esa lucha en
Inglaterra que en las demás naciones? Por qué las
revoluciones del órden político han coincidido mas.
en ese pais que en el continente con las revolucio-
nes del orden moral?
El solio de Inglaterra ha sufrido las mismas vi-
cisitudes que los demás solios del continente. Bajo
el reinado de los Tuder adquirió la monarquia un
grado de concentracion y de energía que hasta
entonces no habia esperimentado. No quiero de-
eir con esto que el despotismo práctico de los
Tudor costase mas caro á la Inglaterra y fuese
mas violento de lo que habia sido el de sus pre-
decesores. No dudo que se ejercian muchos actos
de tirania , enormes vejaciones de injusticia no
menos bajo la dinastia de Plantagenet que bajo el
reinado de los Tudor , y tal vez muchas mas. Creo
CIVILIZACION EUROPEA. 355
tambien que en aquella época el gobierno de la mo-
narquia absoluta era mas rudo y arbitrario en el
continente que en Inglaterra: lo que hicieron los
Tudor de nuevo fué sistematizar el poder é inten-
tar que existiese independiente la monarquia; asi
es que hablaron entonces los soberanos un nuevo
v desconocido lenguaje. Las teóricas pretensiones
de Enrique VIII, de Isabel, de Jacobo I, y de Cár-
los I , son del todo distintas de las de Eduardo I , ó
de Eduardo III, aunque de hecho no fué menos
arbitrario ni menos estenso el poder de estos dos
últimos reyes. Lo repito , el cambio sufrido por
la Inglaterra en el siglo XVI fué no tanto en el
uso diverso del poder, como en la proclamacion de
un nuevo principio , en la creacion del sistema de
la inonarquia pura : los reyes se declaran absolu-
tos y superiores á todas leyes , hasta aquellos que
manifiestan querer respetar.
Por otra parte la revolucion religiosa no se ve-
rificó en el continente como en Inglaterra : alli fué
obra de los reyes. No queremos decir que no
existiese en Inglaterra hacía mucho tiempo el
gérmen y hasta algunos ensayos de reforma po-
pular, y que probablemente no habrian tardado en
dejarse sentir. Pero Enrique VIII toma la inicia-
tiva , y el mismo poder se hace revolucionario:
de aqui se sigue que, al menos en su origen, tan-
to por lo que respeta á la correccion de los abu-
sos del poder eclesiástico , como por lo que toca á
la emancipacion del espíritu humano, fué mucho
menos completa la reforma en Inglaterra que en
el continente , cediendo en aquel pais en interes
de sus autores.
El rey y los obispos se dividieron los bienes
556 HISTORIA DE LA
y el poder como despojos del régimen vencido del
gobierno papal. Pero no se tardó en hacer sentir
su efecto. Deciase que estaba consumada la refor-
ma y existian aun la mayor parte de las causas que
Ja habian hecho desear; por lo que reapareció en-
tonces la reforma pedida é instada por el pueblo
reclamando este contra los obispos lo que habian
pedido los obispos anteriormente contra la corte
de Roma. Acusóseles de ser lo mismo que los pa-
pas. Defendianse los magnates de la Iglesia recha-
zando los tiros dirigidos contra ellos por el pueblo
y siempre que eran atacados, siempre que se tra-
taba de combatir contra la antigua Iglesia , forma-
ban un cuerpo todas las clases del partido refor-
mador para hacer frente al enemigo comun. Por
mas que venciesen , amenazaba otra vez el peligro
pasado , y se renovaba la lucha anterior : la refor-
ma popular combatia de nuevo á la reforma real
y aristocrática , denunciaba sus abusos , lamentá-
base de su tirania , les recordaba el cumplimiento
de sus promesas amenazándoles de que no inten-
tasen volver á levantar el poder que habian des-
tronado .
En la propia época aparecia en la sociedad ci-
vil un movimiento de emancipacion , una necesidad
de libertad política desconocida hasta entonces, ó
que al menos habia sido impotente.
Con rapidez estremada creció durante el cur-
so del siglo XVI la prosperidad mercantil de In-
glaterra y pasó á nuevas manos la riqueza terri-
torial , hecho en que no ha fijado, bastante la aten-
cion el progreso causado en la Inglaterra por la
division de las tierras en el siglo XVI á consecuen-
cia de la ruina de la aristocracia feudal y de otras
CIVILIZACION EUROPÉA . 557
infinitas que seria cansado enumerar. Todos los do-
cumentos nos demuestran el aumento prodigioso de
propietarios en aquella época y la adqrisicion con-
tínua de bienes territoriales verificada por la pe-
queña nobleza y por la clase media. A principios
del siglo XVII la cámara de los lores era mucho
menos rica que la de los comunes ; y de aqui na-
ció que á la vez se manifestaba un gran desarro-
llo en la riqueza industrial , y una gran mudanza
en la posicion de las tierras. El reinado de Isabel
es tal vez la época de la mayor actividad literaria
filosófica de Inglaterra , la época de los pensamien-
tos fecundos y atrevidos. Los puritanos se entre-
gaban sin vacilar á todas las consecuencias de una
doctrina austera, pero fuerte ; otros espíritus me-
nos morales , y mas libres , sin principio ni siste-
ma alguno, recogian con ansia y presteza todas las
ideas que satisfacian su curiosidad ó alimentaban
su ardor. Do quiera que el movimiento de la inte-
ligencia es un vivo placer , bien pronto se sentirá
una necesidad fuerte de libertad ; y esta necesi-
dad pasará al estado desde los espíritus.
Un instinto de la misma especie , el sentimien-
to de la libertad política se manifestaba en algu-
nos de los paises del continente en que la reforma
habia aparecido ; mas era incierto y vago ese sen-
timiento ; en manera alguna podia satisfacerse ; fal-
tábanle las costumbres y las instituciones , no ha-
bia medio para manifestarse y obrar. Todo lo con-
trario sucedió en Inglaterra : el espíritu político de
libertad que se creó despues de la reforma , podia
manifestarse y desenvolverse alli siéndole favo-
rables las antiguas instituciones y toda la organi-
zacion del estado social.
358 HISTORIA DE LA
Todos saben cual fue el origen primitivo de
las instituciones en Inglaterra ; nadie ignora que
en 1215 la coalicion de los altos barones arran-
có la gran carta de las manos del rey Juan . Lo
que no es tan notorio, es que la gran carta fué re-
conocida de época en época por la mayor parte
de los reyes ; de modo , que desde el siglo XIII al
XVI se cuentan de clla mas de treinta confirma-
ciones.
Y no solo se confirmaba la carta , sino que pa-
ra sostenerla y desenvolver las consecuencias de
los principios en ella consignados fuerón creados
de nuevo diversos estatutos ; ella no vivió por in-
tervalos sino que disfrutó de una existencia con-
tinua. Habíase formado al mismo tiempo la carta
de los comunes, y ella constituia ya una de las ins-
tituciones liberales. Bajo la dinastia de los Planta-
genet comenzó á estender sus raices ; por cierto
que en esta época no ejercia mucho influjo , ni'te-
nia gran importancia en el Estado , pues no inter-
venia en el gobierno ni directa ni indirectamente .
Tan solo se curaba de los negocios públicos cuan-
do era llamado por el rey á este objeto , y aun lo
hacia entonces con disgusto, vacilando y temiendo
siempre contraer algun grave compromiso.
Pero cuando se trataba de defender los dere-
chos privados , la fortuna ó los bienes de los ciu-
dadanos ; en una palabra , siempre que corrian
peligro las libertades individuales , la cámara de
los comunes las protegia con mucho valor , recha-
zando todas las tentativas que contra ellas se hacian ,
y sentando los principios que debia formar la base
de la inglesa constitucion.
Despues de los Plantagenet, y especialmente en
CIVILIZACION EUROPEA. 559
la dinastia de los Tudor, se presenta bajo otro as-
pecto diverso la cámara de los comunes. Ya no se
cuida tanto como antes de la defensa de las liber-
tades individuales. Se cometen muchas detencio-
nes arbitrarias , se violan con frecuencia los dere-
chos de los ciudadanos , y guardan los comunes
un profundo silencio ; pero empiezan en cambio á
ocupar un puesto muy elevado en el gobierno de
la nacion. Para mudar de religion el pais , para ar-
reglar el órden en la sucesion à la corona necesi-
taba Enrique VIII de un apoyo y de un instru-
mento , y ese apoyo é instrumento lo encuentra
en el parlamento, y en esencial en la cámara de
los comunes. Bajo los Plantagenet habia sido un
medio de oposicion y resistencia , una garantia de
los derechos privados ; bajo los Tudor fue una
grande y poderosa rueda de la máquina del go-
bierno , un medio de política general; en términos,
que si bien al fin del siglo XVI llegó á ser la cáma-
ra de los comunes víctima é instrumento de todo li-
nage de tiranias, con todo habia adquirido tam-
bien mas importancia y aumentado sobremanera
su poder, ese poder que constituye la base sobre
que descansa todo el sistema representativo.
Al contemplar el estado de las instituciones po-
líticas de Inglaterra á fines del siglo XVI , he aquí
lo que en ellas se encuentra : 4.0 máximas y prin-
cipios de libertad que se habian constantemente
escrito , y que ni el pueblo ni la legislacion ha-
bian perdido jamás de vista : 2.º precedentes y
ejemplos de libertad mezclados por cierto con
ejemplos y precedentes contrarios ; pero suficien
tes para legitimar y sostener las reclamaciones
contra los abusos del poder , bastante para apoyar
580 HISTORIA DE LA
á los que defendian los derechos de los ciudada-
nos en la lucha empeñada contra la arbitrariedad
y la tiranía : 3.º las instituciones especiales y lo-
cales , fecundas en gérmenes de libertad : el jura-
do , el derecho de juntarse y de tomar las armas,
la independencia de las administraciones y juris-
diciones municipales : 4.º el parlamento y su po-
der del que tenia necesidad mas que nunca el
trono , porque habia este dilapidado la mayor
parte de sus rentas independientes , muchos do-
minios y derechos feudales, etc.; y por su propia
conservacion y para mantener su dignidad no po-
dia dispenzarse de acudir al voto del pais.
Por tanto el estado político de la Inglaterra
en el siglo XVI era distinto del todo del estado .
del continente: á pesar de la tirania de los Tudor,
á pesar del triunfo sistemático de la monarquía
pura , habia al menos un punto firme de apoyo
para los ciudadanos , existía un medio seguro de
accion creado por el nuevo espíritu de libertad.
Coincidieron pues entonces en Inglaterra dos
necesidades nacionales: ardia por una parte la re-
volucion , y un vivo deseo de libertad religiosa
en el seno de la reforma ya comenzada ; por otra
se sentia un fuerte instinto de libertad política en
los momentos mismos en que se concentraba el po-
der real , y se robustecia la monarquía absoluta :
ambas necesidades podian satisfacerse por lo que
cada una habia obtenido y logrado ; y así efec-
tivamente sucedió. Uniéronse, pues, para marchiar
juntas.
El partido que queria continuar la reforma re-
ligiosa invocó la libertatad política como garantía
de su fe y de su conciencia contra el rey y los
CIVILIZACION EUROPEA . 361
obispos los amigos de la libertad política busca-
ron el sosten y apoyo de la reforma popular. Jun-
táronse entonces ambos partidos para combatir uno
y otro contra el poder absoluto en el órden civil
y eclesiástico , poder que se hallaba concentrado
todo entero en las manos del rey : he aquí el ca-
rácter y origen de la revolucion de Inglaterra.
Ella principalmente fué realizada para la de-
fensa ó conquista de la libertad : la libertad era
para el partido religioso un medio para el político
fin, para todos un objeto, un sentimiento; un instin-
to: tenian pues que unirse juntos , combatir , de-
fenderse y proseguir de este modo la obra comun.
Entre el partido puritano y el de los obispos,
no hubo querella alguna religiosa : no se disputó
sobre las doctrinas ni sobre el objeto de la fe propia -
mente dicha , no por que no hubiese entre ellos
diferencias muy reales de opinion , diferencias
de alta trascendencia , sino porque no era enton-
ces aquel el punto capital.
Lo que apetecia el partido puritano era arran-
car , digámoslo así , la libertad práctica al partido
episcopal, y solo lidiaba para conseguir este fin.
Habia tambien un partido religioso que tenia que
fundar un sistema , que deseaba hacer prevalecer
y dominar ciertas doctrinas, cierta disciplina, cier-
la constitucion eclesiástica : este era el partido
presbiteriano ; pero por mas que hiciese los ma-
yores esfuerzos no le era dable entregarse del todo
á sus deseos . "
Colocado en la defensiva, oprimido por los obis-
pos , no pudiendo nada sin el concurso ú aproba-
cion de los políticos reformadores sus aliados y sus
gefes, la libertad era su interés dominante , interés
362 HISTORIA DE LA
tambien general , deseo comun á todos los parti-
dos que concurrian al movimiento , cualquiera que¸
fuese su naturaleza y carácter .
Por lo cual, si miramos, las cosas en globo , ob-
servaremos que fué esencialmente política la re-
volucion de Inglaterra , que por mas que haya si-
do verificada en medio de un pueblo y un siglo,
religioso , por mas que las pasiones religiosas le
sirviesen de instrumento, su índole primitiva era
la política , y político su objeto principal: aquella
revolucion tendia á la abolicion de todo poder ab-
soluto.
Presentaré ante vosotros las fases diversas de
esta revolucion. Despues de descomponerla en ca-
da uno de los partidos que la formaron sucesiva-
mente, la consideraremos como un acontecimiento
unido al curso general de los sucesos , y como par-
te de la civilizacion europea : señalaremos el pues-
to que en ella ha observado , la influencia que han
llegado á ofrecer y por sola la enumeración de los
hechos vereis que fué el encuentro del libre exá-
men y de la monarquia pura , el choque violento
de estas dos grandes y colosales fuerzas.
Tres partidos principales alzaron la cabeza en
esa espantosa crisis : entonces fermentaban tres
revoluciones , y tres estallaron sucesivamente. Ar-
máronse y marcharon siempre juntos el partido
politico y el religioso partido: marchaba el primero
al frente del movimiento y militaba detras el sc-
gundo : uno y otro eran necesarios ; de manera que
ambos rasgos se hallan pintados siempre en la fi-
sonomia histórica tan terrible que manifiesta aquel
acontecimiento.
El partido que estiende el primero la bandera
CIVILIZACION EUROPEA. 585
de la revolucion ; el que se lanza antes que todos
á la carrera , y al que siguen luego los demas, es
al de la reforma legal. Cuando comenzó la revolu-
cion de Inglaterra, cuan to en 1640 se juntó el lar-
go parlamento , decian todos, y lo creian así muchas
gentes, que bastaria la reforma legal para cor-
regir muchos abusos, pues que en las antiguas ins-
tituciones y práctica del pais llegaria á encontrar-
se el modelo para organizar; un sistema de gobier-
no en un todo conforme al voto de la nacion. Este
partido condenaba en alta voz los impuestos per-
cibidos injustamente, las capturas arbitrarias ; en
una palabra, todos los actos reprobados por las le-
yes, y deseaba precaver su repeticion . Pero al pro-
pio tiempo creia en la soberania del rey y en la
existencia del poder absoluto. Un secreto instinto
le advertia que en su idea habia algo de falso y per-
judicial ; y por tanto habia querido que de ello no
se hablase jamás; sin embargo , forzado á esplicarse
admitia y confesaba en los reyes un poder supe-
rior á todo humano orígen.
Al mismo tiempo pensaba que esta absoluta só-
berania debia en un principio sujetarse á ciertas
*
reglas, á formas determinadas : que no podia tras-
pasar ciertos límites, y que estas reglas , estas for-
mas, y estos límites se hallaban establecidos y garan-
tizados del todo en la gran carta , en los estatutos
que la confirmaban , y en las antiguas leyes del
pais.
Tal era su símbolo político. En el órden reli-
gioso juzgaban los hombres de ese partido que los
obispos habian invadido mucho los derechos de los
demas que su jurisdiccion era sobrado estensa ,
que tenian demasiado poder , que era indispensa-
364 HISTORIA DE LA
ble escatimarlo, reducirlo á sus verdaderos lími-
tes y vigilar sobre su ejercicio.
Empero defendia firmemente la gerarquia de
los obispos , no solo como eclesiástica institucion y
sistema del gobierno espiritual , sino como un apo-
yo necesario para el trono , como un medio de con-
servar y sostener la supremacia real en materias
religiosas. La soberania del rey en el órden politi-
co arreglada á las formas y límites legales recono-
cidos , y la supremacia del rey en el órden religio-
so ofrecida y conservada por los obispos. Tal era
el sistema del partido legal cuyos gefes principales
eran Clarendon , Colepopper , lord Capel y lord Fal-
kand el hombre mas entusiasta por las libertades
públicas.
Detrás de este partido se adelantaba otro que
apellidaré de la revolucion política . Los hombres
que le formaban , creian que las antiguas garan-
tias y las barreras legales habian sido y eran in-
suficientes y que debia por tanto verificarse un
gran cambio , que era preciso hacer una verdade-
ra revolucion , no en las formas, sino en la esencia
del gobierno ; que era necesario quitar al rey y á
su gobierno la preponderancia é independencia de
su poder, y que ese poder y preponderancia debia
pertenecer á la cámara de los comunes , único
cuerpo en que era oportuno que residiese el go-
bierno político del Estado.
Este partido no presentaba sus ideas con tanto
órden Ꭹ claridad de sistema con que ahora las
presento ; pero en el fondo profesaba las mismas
doctrinas : tales eran sus tendencias políticas.
En lugar de la soberania absoluta del rey, en vez
de la monarquia pura , proclamaba el supremo po-
CIVILIZACION EUROPEA. 365
der de la cámara de los comunes , como legitima y
verdadera representacion del pais. Bajo esta idea
se encerraba otra , la de la soberania popular ; mas
el partido de la revolucion no calculaba todos los
efectos y resultados de su tentativa.
Encontrabase estrechamente unido al partido.
de la revolucion política , un partido religioso : era
el de los presbiterianos.
Intentaban estos verificar en la Iglesia una re-
volucion análoga á la que en el estado querian ve-
rificar sus aliados. Los presbiterianos pretendian
que la Igleisa fuese gobernada por asambleas
producidas las unas del seno de las otras , y que-
rian dar á esta institucion gerárquica todo el po-
der religioso de la manera que sus enemigos lo
querian hacer representar por la cámara de los
comunes.
El partido presbiteriano, era muy audaz en
sus planes : proyectaba y queria una revolucion
completa , no tanto en la forma de gobierno , como
en su constitucion esterior ; mientras el partido
político á que estaba asociado , tan solo apetecia
disminuir la influencia del rey , y parar al cuer- ,
po popular la preponderancia que él mismo ha-
bia obtenido , sin producir por eso ningun cambio
radical en las instituciones radicales del pais.
Asi pues , no todos los gefes del partido políti-
co fueron amigos de la organizacion presbiteriana
de la Iglesia . Muchos de ellos , entre los cuales se
encuentra Hamplen y Hollis , habrian preferido
al parecer , á una constitucion tan democrática, el
régimen moderado episcopal , reducido á las fun-
ciones puramente eclesiásticas , en union del au-
mento de la libertad de conciencia ; pero se resig-
566 HISTORIA DE LA
naban á todo , puesto qué necesitaban el infiujo
de sus fanáticos aliados .
Un tercer partido llevaba mas allá sus pre-
tensiones : clamaba á voz en grito que era preciso
cambiar á la vez la forma y esencia del gobier-
no, y que era viciosa y fatal toda la cons-
titucion política. Este partido no hacia caso de
las leyes antiguas , miraba con el mas profun-
do desprecio las instituciones que habian existido
hasta entonces , renunciaba á todas las costum-
bres , à todos los nacionales recuerdos : no queria
concretarse á hacer una revolucion política , sino
que tambien intentaba consumar una revolucion
social. Los hombres de que anteriormente os he ha-
blado , deseaban que cambiasen en gran manera
las relaciones del parlamento con la corona;
querian aumentar el poder de las cámaras , en es-
pecial la influencia de los comunes : intentabase
atribuir á este cuerpo el nombramiento para los
principales cargos del Estado , queriase , en lin, que
tuviese la direccion de los negocios públicos : mas
de aquí no pasaban sus deseos , aqui paraban
todos sus planes. No llevaban ninguna intencion
de mudar el sistema electoral , judicial ni adminis-
trativo, no pedian el cambio del gabinete munici-
pal. Mas el partido republicano meditaba todos
estos cambios , proclamaba su necesidad y urgen-
cia , y no solo queria reformar los poderes públi-
cos , sino que proyectaba ademas hacer un cam-
bio general , y causar una alteracion profunda en
las relaciones sociales , y en la distribucion de los
derechos privados .
Este partido se componia como el anterior, de
una porcion política , y una porcion religiosa. Per-
CIVILIZACION. EUROPEA .' 367
tenecian á la primera los republicanos , llamados
propiamente tales; los utopistas Ludlow , Harriug-
ton , Milton etc. Al lado de estos se veian los re-
publicanos de circunstancias , demagogos por in-
terés propio , hombres mas o menos sinceros en
su primer ímpetu , mas dominados y conducidos
despues por miras personales, y por las necesi-
dades del momento. Estaban junto à estos todas
las sectas religiosas mas fanáticas , que no reco-
nocian mas poder legítimo que el de Jesucristo,
y que aguardando su venida , solo querian el go-
bierno de sus elegidos. Por fin , al estremo de to-
dos , se veia una turba de libertinos oscuros , hom-
bres delirantes que se prometian unos la licencia,
y los demas la reparticion é igualdad de bienes ó
sufragio universal.
En 1653 , despues de doce años de un com-
bate obstinado y sin tregua , todos estos partidos
desaparecieron del campo de batalla : todos sus
planes se habian estrellado : sus tentativas se frus-
iraron. Asi por lo menos debian creerlo , y el pue-
blo estaba convencido de ello. El partido legal á
quien bien pronto los otros dejaron muy atras , ba-
bia visto holladas las leyes , despreciadas las ante--
riores instituciones , é inutilizados los esfuerzos para
contener el revolucionario torrente ; y por lo tan-
to penetraban las reformas por todas partes. Aque-
llas que siguieron la bandera de la revolucion po-
lítica, vieron inutilizarse y perecer las formas par-
lamentarias meramente introducidas : vieron que
despues de doce años de dominacion ,, la cámara
de los comunes estaba reducida á un corto nú-
mero de miembros , objeto del general desprecio,
detestados del público , é incapaces de gobernar.
368 HISTORIA DE LA
Los republicanos al parecer , habian quedado
dueños del terreno , la cámara de los comunes no
constaba mas que de cincueuta ó sesenta indivi-
duos , y estos republicanos ; podia pues este parti-
do crerse y proclamarse como el único dominante
de la nacion.
Pero la nacion le rechazaba , no queria suje-
terse & él , y su voluntad no era respetada ni en
el ejército , ni en el pueblo .
En aquella época habia desaparecido toda ga-
rantia , habianse roto todos los lazos sociales ; ya
no habia justicia , ó se administraba solo en nom-
bre de las pasiones , de los intereses y de los par-
tidos; y no solamente habia cesado toda seguri-
dad y confianza con las relaciones de los hom-
bres ; no solamente reinaba la confusion y el des-
orden mas completo , sino que tambien se habia
desencadenado la anarquia material : estaban
inundados todos los caminos , aun en los mas pú-
blicos y frecuentados , de ladrones y asesinos, que
ponian en continuo peligro los bienes y la vida de
cuantos pasaban por ellos. En vano se intentaba
reprimirlos y contenerlos : débiles y sin fuerza la
cámara de los comunes y el consejo del estado , no
podian ni prevenir ni castigar los atentados que se
cometian.
Los tres grandes partidos de la revolucion ha-
bian sido sucesivamente llamados para conducir y
gobernar el pais segun sus conocimientos, y por su
propia voluntad ; pero no habian podido lograrlo: los
tres se habian estrellado manifestando su completa
nulidad é impotencia .
«Entonces, dice Bossuet, apareció un hombre
que dominó á la misma suerte con su prevision y
CIVILIZACION EUROPEA. 569
consejo. » Espresion llena de error, señores, que la
historia desmiente con energia.
Jamas hubo un hombre que como Cromwell fue-
se esclavo de la fortuna: jamas existio hombre
atrevido que como Cromwell fuese tan esclavo de
la fortuna: no hubo jamas uno que como él mar-
chase temerariamente, sin designio, sin objeto,
pero decidido á marchar á do quiera que la for-
tuna le llamase.
Una ilimitada ambicion, y una destreza admi-
rable para sacar de cada dia, de cada circunstan-
cia una ventaja; el arte de aprovecharse de la
fortuna sin querer arreglarla jamas; he aqui las ar-
mas de Cromwell.
Acontecióle lo que tal vez no ha sucedido ja-
mas á ningun hombre de su clase: apareció con las
mas diversas fases, fué el hombre de los prime-
ros y de los últimos tiempos de aquel gran movi-
miento: gefe al principio de la insurreccion; facto-
despues de la anarquia: más tarde el revolucionar
rio mas fogoso de Inglaterra; despues hombre d-
la reacion anti- revolucionaria, y por fin restaurae
dor del órden y de la organizacion social, repre-
sentó él solo de esta suerte todos los papeles qu-
en el curso de las revoluciones se reparten entre
los actores mas célebres.
No puede decirse que Cromwell fuese un Mira-
beau, porque le faltaba su elocuencia ; á pesar de su
energia no consiguió triunfo alguno en sus años
primeros de parlamento. Pero él ha sido sucesi-
vamente un Danton y un Bonaparte. Habia con-
tribuido mas que otro alguno á derribar el poder,
y le levantó despues; recogiendo aquel cetro que
habian arrancado los partidos de entre las manos
La Lectura TOM. I. 187
570 HISTORIA DE LA
de Cárlos I , arrojado despues en medio de las ca-
lles á merced de la muchedumbre. Preciso era que
alguien conservase el mando: todos los partidos lo
habian logrado y todos sucesivamente lo habian
perdido. Solo Cromwell consiguió gobernar; y este
representó el poder. Dueño del mando, este misio
hombre cuya ambicion era tan desmedida é insa-
ciable , que habia marchado siempre decidido à no
pararse jamas, y correr hasta donde la suerte
le condujera, manifestó un tino , una prudencia
una prevision tal , que con ella logró dominarse á
sí mismo y á los demas. Indudablemente tenia una
pasion decidida por el poder absoluto , sintiendo
un deseo vivísimo de colocar la corona real sobre
su frente y trasmitirla á su familia; pero renunció
á este último designio, cuyo peligro pudo preveer
con tiempo.
Verdad es que ejerció el poder absoluto; mas
comprendió que lo rechazaba la opinion pública;
que la revolucion para cuyo triunfo habia el coope-
rado tanto, y cuyo curso habia seguido constante-
mente, se habia hecho contra el despotismo; que
el voto general é imperioso del pueblo inglés era
el ser gobernado por formas verdaderamente,
parlamentarias. Así que por mas que Cromwell
deseaba ejercer el poder absoluto, y aunque de
hecho fuese un déspota verdadero quiso reunir
un parlamento.
Dirigióse entonces á todos los partidos : intentó
formar una asamblea con los fanáticos en punto á
religion, con los republicanos, presbiterianos y ofi-
ciales de ejército. Probó por todos los medios á cons-
tituir un parlamento que desease y pudiese secun-
dar sus miras y seguir su voluntad; pero tan pron-
CIVILIZACION EUROPEA. 371
#
tó como se reunieron todos los partidos en
Westminster intentaron arrancar á Cromwell el
poder, y dominar cada uno á su vez.
No diré yo que la ambición no constituyese el
principal afecto de Cromwell; pero está fuera de
ioda duda que si él hubiese abandonado el mando
hubiera tenido que volver á él inmediatamente.
Ninguno de aquellos podia gobernar, ninguno era
capaz de introducir el órden ni administrar justicia:
Cromwell era el único que podia verificarlo. Tal
era la posicion de Cromwell.
Sin embargo, el gobernaba por medio de un sis
tema que sabia bien no era aceptado por la nacion :
ejercia un poder que todos creian necesario, pero
que no tenia simpatias en nadie: ninguna persona
consideraba su dominacion como un gobierno fijo y
definitivamente constituido : aun el mismo partido,
al parecer , el mas adicto á su 1 gobierno , estaba
convencido de que su mando era iransitorio. Crom-
well tuvo pues que luchar de contínuo, viéndose
acometido por todos lados.
A su muerte solo los republicanos se hallaban
en el caso de poner la mano en el poder. Asi lo
hicieron: pero no llegaron á posesionarse de él; y
no porque careciesen de confianza respecto al éxi-
to de su causa .
f
Un folleto de Milton lleno de vigor y de talen-
to publicado en aquella época, que se titulaba
Facil y ejecutivo medio de establecer la república,
prueba la ceguera en que se hallaban sumidos los
hombres de aquel partido, y que sus entusiastas y fa-
náticos esperaban ya entonces realizar sus planes.
Pero bien pronto se declara su nulidad é im-
potencia: acomete Monk la empresa que esperaba
C
572 HISTORIA DE LA
la Inglaterra y se verifica la restauracion. Ella fué
un acontecimiento popular nacional. A la yez tenia
fuerza y prestigio de un gobierno antiguo en que
descansaban las tradiciones comunes, y al que es-
taban unidos los recuerdos del pais, y las ventajas
de un gobierno nuevo del que no se habia hecho
ensayo alguno, y cuyos males y falta no eran co-
nocidos aun.
Con el transcurso de veinte años habian mani-
festado los gobiernos su completa incapacidad , solo
existia la monarquia á que no podian achacársele
las faltas y errores que se habian cometido en los
demas sistemas de gobierno ; solo ella tenia crédi-
to é inspiraba confianza. Estas dos causas hicieron
popular y anhelada de todos la restauracion de los
Estuardos.
Los partidos violentos clamaron contra ella;
pero el público la deseaba con ansia , y la recibió
con placer.
Los hombres que tomaron el mando tan pron-
to como subió al poder Cárlos II , fueron los del
partido legal , partido representado por su mas
hábil gefe el gran canciller Clarendon , aquel mis-
mo Clarendon ministro desde 1660 hasta 1667,
cuya influencia habia dominado á la Inglaterra.
Bien sabeis cual era el objeto de este partido : la-
soberania absoluta del rey , aunque ejercida en el
terreno legal , contenida en sus límites ya por la
facultad de votar los impuestos otorgados por las
cámaras , ya por la defensa de los derechos pri-
vados y por la proteccion de las libertades indivi-
duales concedida á los tribunales: la independencia
casi completa de la corona; un decisivo influjo en
los negocios públicos sin consultar la opinion de
CIVILIZACIÓN EUROPEA . 575
las cámaras , mucho respeto al órden legal , gran
cuidado por los intereses nacionales y un nobilí-
simo sentimiento de la dignidad del gobierno : he
aqui el símbolo político de este partido ; tal fué el
carácter del gobierno de Clarendon durante siete
años.
Pero las ideas fundamentales de esta adminis- ›
tracion , á saber : la absoluta soberania del rey,
su completa preponderancia y la direccion de los
negocios públicos , sin tomar en ella ninguna parte:
ni ejercer ninguna influencia la cámara de los
comunes , eran ideas viejas y gastadas que no po-
dian servir de base ni apoyo a ningun sistema de
gobierno. Semejantes principios habian sido des-
truidos por veinte años de dominacion parlamen–
taria sobre el trono , y era imposible que los re-
parase la restauracion de la monarquia por mas
animado que estuviese el pueblo de un espíritu hos-
til y reaccionario entre los principios y las ideas
que durante este tiempo habian reinado .
Bien pronto se manifestó en el mismo seno de
la clase realista un nuevo elemento : los espíritus
libres , los que estaban cansados , los hombres que
participando de las opiniones dominantes conocian
que la verdadera fuerza residia en la cámara de
los comunes , y que curándose poco de la sobera-
nia absoluta solo buscaban medios de mando y
de influencia , se reunieron y formaron un partido,
juntóse este con el nacional que se hallaba mal-
contento , y Clarendon cayó del poder. 3
Entonces se organizó un nuevo sistema de go-
bierno compuesto de las partes que acabo de ma-
nifestar ; los libertinos formaron un ministerio que
se llamó de la Cábala ; he aqui su caráter. Ningu
374 HISTORIA DE LA
na veneracion á los principios y á las leyes : nin-
gun respeto á los derechos existentes : ningun amor
á la justicia ni á la verdad ; echábase mano de to-
dos los medios con tal de que con ellos pudiese lograr-
se el fin que se deseaba.
Si dependia el buen éxito de un negocio de la
influencia de la cámara de los comunes , se aban-
donaban á ella los ministros; se constituian sus de-
pendientes , y seguían en un todo su voluntad ; la
despreciaban luego si convenia no hacer caso de
la misma , dispuestos á humillarse y pedirla per-
don al dia siguente. Tentábase unas veces la cor-
rupcion , otras se halagaba al espíritu nacional : en
una palabra , no se curaba el gobierno de los in-
tereses generales de la nacion ; no tenia sentimien-
to alguno de su dignidad y honor , era profunda-
mente egoista é inmoral , ageno de todo sistema y
principio ; y estraño á toda mira verdaderamente
pública; pero á pesar de esto , en cuanto á la di-
reccion de los negocios públicos aquel gobierno era
bastante inteligente y liberal.
Tal era el ministerio de la Cábala, y tal la fiso-
nomia que presentaba la administracion del conde
de Danby y de los demas que entonces subieron al
poder desde 1667 á 1679. A pesar de esa inmora-
lidad , á pesar del olvido de la razon y de la jus-
ticia , á pesar del desprecio de las verdades y ge-
nerales intereses del pais , fué este gobierno me-
nos odioso , menos impopular del que lo habia sido
el ministerio Clarendon . ¿Y por qué? Porque era
un gobierno mas propio de las ideas y opiniones
de aquel tiempo , porque conocia mejor los senti-
mientos del pueblo inglés, aun en el momento mis-
mo de la ruina de ellos; por lo menos no era aquel
CIVILIZACION EUROPEA. 575
sistema viejo , gastado, estraño al pais como el de
Clarendon, y aunque hizo mucho mas daño no fué
tan aborrecido.
Por fin llegó á su colmo la corrupcion , el ser-
vilísmo , el olvidó de toda dignidad y deber ; el
pueblo no quiso sufrir más semejante administra-
cion , y se alzó todo entero contra los hombres
que le formaban. Creóse entonces en el seno de
la cámara de los comunes un partido nacional, lle-
no de pundonor y virtud , y animado de los mas
patrióticos sentimientos. El rey se decidió á lla-
mar á sus gefes al poder.
Tomaron entonces la direccion de los negocios
públicos lord Essex, hijo de aquel que se habia
puesto al frente de la primera lucha parlamentaria
durante la guerra civil: lord Russel, y lord Shaftes-
bury, quien sin tener ninguna de las virtudes que
adornaban á aquellos , era muy superior á todos por
su habilidad política.
Elevado al mando el partido nacional se ma-
nifestó incapaz de dirigir los destinos de la nacion
inglesa, no supo apoderarse de la fuerza moral ni
promover los intereses generales : no logró contem-
porizar los hábitos y preocupaciones ni del rey ni
del pueblo , ni de la corte. No dió á nadie una
gran idea de su habilidad y energía. Asi pucs,
cayó del poder despues de haber permanecido en
él muypoco tiempo . Las virtudes de sus gefes , su
generosidad y desprendimiento, el valor que mani-
festaron en su muerte, los han colocado con mucho
razón en un alto puesto de la historia.
Estrellada esta tentativa lo mismo que las de-
mas, comprendereis ya los destinos y la suerte de
la restauración inglesa , habia seguido en cierto
t

576 HISTORIA DE LA
modo el camino de la revolucion. Como esta habia
llamado sucesivamente al mundo á todos las par-
tidos , habia ensayado todos los gobiernos , y se ha-
bia valido de todos los ministerios ; pero todo en
vano. Ninguno de ellos habia correspondido á sus
esperanzas, ninguno habia podido concluir la obra
comenzada : todos se estrellaron en sus primeros
planes y tentativas. El pueblo y la corte se encon-
traban en una situacion muy parecida á la en que
la Inglaterra se encontraba en 1653 al fin de la
tormenta revolucionaria.
Entonces se echó mano de los mismos medios,
y se adoptó el sistema que se habia seguido en
otro tiempo. Lo que Cromwell habia practicado
en favor de la revolucion , Cárlos II lo hizo en bien
y provecho de la corona: penetró desde entonces
en la carrera del poder absoluto.
Muere Cárlos y le sucede su hermano Jacobo II.
Una nueva cuestion ; á saber , la religiosa se mez-
cla con la del poder absoluto y complica el estado
de las cosas bastante intrincado y grave ya. Jaco-
bo II quiere al propio tiempo el triunfo de su po-
der y el del gobierno papal ; y entonces sucedió lo
que al principio de la revolucion ; es decir, que se
empeñaron dos luchas contra el gobierno , la una
política y la otra religiosa .
Muchas veces se ha preguntado lo que habria
sucedido á no haber existido Guillermo III sino
hubiese desembarcado con los holandeses en In-
glaterra para poner fin á la lucha entre Jacobo II
y su pueblo. En mi concepto se habria realizado el
mismo suceso. Todo el pueblo inglés escepto una
parte muy reducida y pequeña se hallaba ani-
mado en aquella época de un sentimiento hostil
CIVILIZACION EUROPEA. 377
contra, Jacobo II , y de uno ú otro modo habria
hecho la revolucion consumada en 1688 ; pero esta
crisis se verificó por causas superiores aun en la
situacion misma en que se hallaba el reino unido.
La crisis de 1688 fué no menos europea que
inglesa , y esto es lo que ha hecho que la revolu-
cion de aquel pueblo por su mismo carácter y
por los hechos que la motivaron , prescindiendo
de la influencia que ha podido ejercer con su
ejemplo , entrase en el curso legal de la civilizacion
europea.
Mientras que en Inglaterra comienza la lid que
acabo de describir entre el poder absoluto y la li-.
bertad religiosa y civil , rompe en el continente
una lucha de la misma clase promovida por las
mismas causas , si bien distinta de aquella por el
modo con que se realiza , el terreno que se elige, y
el caráter de los contendientes. La monarquia pura
de Luis XIV se ensancha , tiende á convertirse en
monarquia universal: asi lo dan á entender las obras
de aquel rey, y asi lo teme toda la Europa. Para
resistir á las tentativas y pretensiones de Luis XIV
fórmase una liga europea por los partidos políticos ,,
y su gefe es el mismo que habia llevado el pendon
de la libertad civil y religiosa : este fué Guillermo
prícipe de Orange.
La república protestante de Holanda teniéndo-
le por cabeza se propuso resitir y oponer un firme
dique al ensanche de la monarquia pura, represen-
tada por Luis XIV. En apariencia no se trataba de
libertad civil y religiosa en el interior de los esta-
dos ; y si solo de su independencia , Luis XIV y sus
contrarios no creian debatir la cuestion suscitada
y debatida ya en Inglaterra , ya que luchaban los
578 HISTORIA DE LA
partidos no tanto como los estados : ya que se por-
fiaba y combatia por medio de la diplomacia y de
las armas, y no por movimientos políticos y revo-
luciones interiores. Pero á pesar de esto , la'cues-
tion que con tanto ardor se agitaba en el conti-
nente , era la misma que habia turbado la tran-
quilidad y reposo del pueblo inglés.
Por lo dicho se vé que cuando empezó en In-
glaterra el debate entre Jacobo II descoso del
poder absoluto y el pueblo que anhelaba la liber-
tad , dividió al mismo tiempo la Europa , la fúcha
general empeñada entre Luis XIV y el príncipe de
Orange representantes cada uno de estos opuestos
sistemas. Tan grande y fuerte era la liga que se
formó contra Luis XIV, que entraron en ella ya
publicamente ya de una manera oculta , aunque
no menos real y verdadera , soberanos contrarios
á los principios que se proclamaban tan opuestos á
las pretensiones de la libertad civil como á la re-
ligiosa. Tambien el emperador de Alemania y el
papa Inocencio XI sostuvieron á Guillermo XIII
en la gran lid empeñada contra Luis XIV.
El príncipe de Orange , pasó despues á la In-
glaterra , no tanto para promover los intereses del
pais , como para levantar en masa aquella isla con-
tra el soberano francés. Apoderóse entonces de la
Gran Bretaña como de una fuerza nueva de que
tenía necesidad , y de la que se habia valido su
contrario hasta aquella época , puesto que mientras
reinaron Carlos II y Jacobo II, habia pertenecido
la Inglaterra á Luis XIV, sirviéndose de la misma
para oponerla á los esfuerzos y resistencia de la
Holanda.
Asi pues, la Inglaterra fué arrancada de las ma-
CIVILIZACION EUROPEA. 379
nos de Luis XIV representante del partido de la
monarquia universal , para ser el instrumento y el
apoyo mas firme del partido que proclamaba y de-
fendia la doble libertad religiosa y civil . Esta es la
faz grande y verdaderamente europea que presen-
ta la revolucion de 1688 : por estas causas se la
considera tal, que ocupa un puesto importante en
los sucesos realizados en Europa , prescindiendo
de lo que era ella en si misma , del ascendiente
que tuvo sobre los espíritus en el siglo siguiente,
y el influjo poderoso que ofreció con su ejemplo.
Acabais , señores , de ver confirmado todo lo
que al principio os habia indicado : acabais de co-
nocer que el carácter verdadero y la tendencia
principal de la revolucion inglesa fué la abolicion
del poder absoluto tanto en el órden civil como
en el eclesiástico. Esta verdad se halla marcada
en todo el curso que ha llevado aquel movi-
miento.
Descúbrese ya desde el primer periodo hasta
la restauracion , desde el segundo hasta la crisis
de 4688 , y está manifiesta siempre en aquel acon-
tecimiento la misma fisonomia , bien considerada
en el interior del Estado , ó bien en sus relaciones é
influjo con la Europa en general .
Ahora nos queda que examinar este mismo acae-
cimento al realizarse en el continente : entonces
veremos la lucha entre la monarquia pura y el li-
bre exámen , ó á lo menos en las causas que la
motivaron y en los momentos en que estaba próxi-
ma á estallar ; tal será el objeto de nuestra últi-
ma reunion.
·

1
·

1
LECCION XIV .

En nuestra última leccion hemos procurado de-


terminar el verdadero carácter de la revolucion
inglèsa. Hemos visto que en ella habia acontecido el
primer encuentro de los dos grandes elementos
en que se habia separado en el siglo XVI toda la
civilizacion de la Europa primitiva. Es decir, de
una parte el sistema monárquico puro ; y de otra
el libre exámen. Estos poderes llegaron á encon-
trarse frente á frente , y á chocarse en Inglaterra
como llevamos dicho.
Se ha pretendido hacer una esencial diferen-
cia entre la sociedad inglesa y la del continente :
algunos han sostenido que en nada podian com-
pararse pueblos de tan diversa condicion , y que el
aislamiento material de Inglaterra habia producido
por su parte el aislamiento moral.
582 HISTORIA DE LA
Por cierto existe entre la civilizacion inglesa y
las continentales una notable diferencia , de la que
debeis haceros cargo , diferencia que no habreis po-
dido menos de entreveer en el curso del presente
estudio. Con efecto , el desarrollo de los diferentes
principios , y de los diversos elementos de la so-
ciedad , ha sido mucho mas simultáneo en Ingla-
terra que en el continente europeo. Cuando os he
hecho ver la fisonomía de la cilvilizacion europea,
al lado de las que presentan las civilizaciones an-
tiguas y asiáticas , habeis observado que la prime-
ra era varia, rica , complexa , que no habia cai-
do nunca bajo la dominacion de ningun principio
esclusivo ; que opuestos y combinados tal vez io-
dos los elementos sociales , habian tenido que tran-
sigir y vivian en absoluta comunion.
Pues bien, este hecho , carácter general de la.
civilizacion europea, ha sido al que especialmente
ha determinado la civilizacion inglesa,
En Inglaterra es donde ha sido mas continue,
y donde aparece con mas evidencia: alli el órden
civil religioso, la aristocracia y democracia, la co-
roua y las instituciones locales, las costumbres y
el gobierno han progresado juntos, han estado uni-
dos ó á lo menos á poca distancia los unos de los
otros. Bajo el reinado de los Tudor por ejemplo,
cuando la monarquía pura hacia los mas rápidos
progresos, se ve levantarse y robustecerse el prin-
cipio democrático. La revolucion del siglo XVII
fué á un mismo tiempo política y religiosa. La aris-
tocracia feudal aparecia entonces muy debil y con
todos los síntomas de una pronta decadencia: con
todo vive aun, ocupa un puesto importante, y ejer-
cc una gran influencia en todos los sucesos.
CIVILIZACION EUROPEA. 385
Este mismo fenómeno se observa en el cur-
so de la historia inglesa: jamas ningun elemento
perece del todo; jamas idea alguna triunfa comple-
tamente; jamas ningun principio social se apode-
ra de una dominacion esclusiva: se desarrollan
juntas todas las fuerzas, progresan juntos todos
los elementos, se armonizan siempre todos los prin-
cipios, se concilian todos los intereses , y transigen
todas las pretensiones.
La civilizacion ha sido en el continente menos
completa y general. Los elementos diversos de la
sociedad, el orden religioso y civil, la monarquia ,
la democracia y la aristocracia, se han robustecido
y agrandado la una despues de la otra, Cada prin-
cipio , cada sistema tiene una época que le es pro-
pia. Tal siglo hay en que domina, por ejemplo, el
feudalismo, no diré esclusivamente, pero si con es-
cesiva preponderancia: tal otro pertenece a la mo-
narquia y tal otro á la democracia,
Comparad la edad media de la Francia con la
edad media de Inglaterra: los siglos XI, XII y XIII
de nuestra historia, son los mismes siglos de su
historia: vereis entonces que la aristocracia fran-
cesa es soberana y omnipotente, mientras que el
trono y el pueblo son nulos é insignificantes. Id á
Inglaterra: alli, lo mismo que en todas partes do-
mina el poder feudal; pero el pueblo y la corona
tienen tambien sus fuerzas é importancia. Triunfa
la monarquia en Inglaterra por Isabel, como en
Francia por Luis XIV; pero cuantos miramientos
no debe tener aquella reina ! que restricciones
la imponen la nobleza y la democracia !
Esta marcha diversa de la civilizacion ha pro-
ducido ventajas é inconvenientes que nos revela la
384 HISTORIA DE LA
historia de estos paises. No hay duda que el simul-
táneo desarrollo de todas las fuerzas sociales ha
contribuido mucho á que la Inglaterra llegase mas
pronto que los demas estados al término de la so-
ciedad; esto es, al establecimiento de un gobierno á
la vez la libre y regular, puesto que asi como consiste
la libertad en la accion simultánea de todos los in-
tereses, de todos los derechos, de todas las fuer-
zas sociales, el objeto de todo gobierno, debe ser
el conciliar todos los intereses, el unir todos esos
derechos y esas fuerzas, y hacer que vivan en pa-
cífica comunion. Por la misma causa el tino polí-
tico ý el buen sentido público se ha adquirido alli
mas pronto que en ninguna otra nacion, ya que
tampoco no consiste en otra cosa que en el cono-
cimiento de todos los elementos que encierra la so-
ciedad, en la ciencia de juzgar y unir todos los in-
tereses y pretensiones.
Todo lo contrario ha sucedido en los estados
continentales. En estos , habiendo tenido cada prin-
cipio su época particular, y habiendo dominado
en ella de un modo mas absoluto, el desarrollo ha
sido mas rápido, mas estenso y poderoso. El tro-
no y la aristocracia feudal , por ejemplo, se han
levantado con mas fuerza, con mas libertad y po-
der; y por esto los ensayos políticos han sido mas
perfectos y acabados.
Nace de ahi que las ideas políticas , entendien-
do por ellas los principios generales y no el tino
de la administracion : de ahi nace , repito , que las
ideas políticas se han elevado é una mayor altura,
y se han desplegado con mayor talento y vigor.
Habiéndose ostentado cada sistema solo , y perma-
necido mucho tiempo sobre la escena , ha llamado
CIVILIZACION EUROPEA. 385
mas poderosamente la atencion , se le ha conocido
mas , se ha podido elevar á sus mas elevados prin-
cipios y descender hasta sus últimas consecuen-
cias.
Cualquiera que mire con atencion el genio in- ·
glés , observará al instante dos hechos : el uno la
habilidad práctica en los negocios, y el otro la fal-
ta de las ideas generales , y ninguna elevacion
en las grandes circunstancias teóricas. Cuando se
abre una obra inglesa de jurisprudencia histórica
ó de otra materia cualquiera , muy raro es encon-
trar en ella la gran razon de las cosas , la razon
fundamental. En todas las ciencias , y especial-
mente en las políticas , la doctrina pura, la filoso-
fía , la ciencia , ha progresado menos en Inglater-
ra que en el continente: sus vuelos han sido en es-
te mucho mas atrevidos y sublimes , y no puede
dudarse que el distinto carácter de la civilizacion
en estos dos paises ha contribuido eficazmente á
producir tan diversos resultados.
Por lo demas , aunque puede reflexionarse so-
bre las ventajas ó inconvenientes de semejante di-
ferencia , lo cierto es que ello es un hecho real , in-
contestable, el hecho que mas profundamente dis-
tingue á la Inglaterra del continente. Pero aun
cuando los distintos principios sociales han cami-
nado juntos allá y separados aqui , todos han he-
cho el mismo camino y llegado al mismo término.
Considerad en globo la Inglaterra y el continente
y vereis que en ambos paises la civilizacion ha
ostentado las mismas fases , que los sucesos han se-
guido el propio curso; que las mismas causas han
producido iguales afectos. Ya habreis podido com-
prender por el cuadro que os he puesto á la
La Lectura. Tom . I. 188
386 HISTORIA DE LA
vista de la civilizacion hasta el siglo XVI, y co-
nocereis igualmente, por el que voy á trazaros del
siglo XVII y XVIII, la carrera de las sociedades,
pues, ha sido la misma, y aunque sea viva y pro-
funda su diferencia, es mas viva y profunda su se-
mejanza.
Con una mirada general sobre la historia de
los tiempos modernos, llegareis bien pronto á con-
venceros de elio.
Al abrir la historia de los siglos XVII y XVIII ,
se ve á la Francia que marcha al frente de la ci-
vilizacion. En la primera de estas lecciones os in-
diqué la causa ; pues bien : ella aparece aqui mas
poderosa y evidente.
El principio manárquico puro habia dominado
en España bajo Cárlos V y Felipe II, antes de ro-
bustecerse en Francia el reinado de Luis XIV. De
la misma suerte el libre exámen se habia manifes-
tado en Inglaterra en el siglo XVII , antes de des-
arrollarse en Francia en el XVIII. Mas la monarquia
pura de España no habia estendido sus raices mas
allá de los Pirineos , ni el libre exámen de Ingla-
terra habia pasado los mares para invadir los de-
mas paises. Limitado estaba cada uno de estos prin-
cipios en el pais en que dominaba: era preciso que
para aumentar sus fuerzas y conquistas llegasen á
Francia; era preciso que se hiciesen franceses pa-
ra poder ser europeos. Este carácter comunicativo
de la Francia , este genio social del genio francés
que se ha manifestado en todas épocas ha brillado
especialmente en los tiempos de que hablamos: lo
habreis reconocido al hablar de la influencia de
su literatura y filosofía en el siglo XVIII ; habeis
visto que la Francia filosófica habia hecho en Eu-
6 CIVILIZACION EUROPFA. 587
ropa, en favor de la libertad mas que la misma In-
glaterra libre ; habeis visto que la civilizacion
francesa habia sido mas activa , se habia comuni-
cado con mas fuerza y rapidez que la de otros,
paises.
Asi pues, voy á fijar vuestra atencion sobre la
marcha de la civilizacion francesa, imågen imper-
fecta pero verdadera del curso general de los su-
cesos de Europa.
Tanto en el siglo XVII como en el XVIII ejer-
ce la Francia un gran influjo en Europa , pero de
un modo muy distinto. En el siglo XVIII se vé el
gobierno francés al frente de la civilizacion gene-
ral, en el XVIII se retira el gobierno , y se coloca
en su lugar la nacion . Al principio Luis XIV y su
corte , mas tarde la Francia y su opinion dirigen
los espíritus , y fijan todas sus miradas. De seguro
que en el siglo XVII hubo pueblos que como tales

aparecieron antes en la escena , y que tuvieron
mayor parte en los sucesos comunes de la que es-
ta habia tenido. Así durante la guerra de los 30
años , la Alemania , la nacion inglesa en el curso
de su revolucion, representaron un papel mucho
mas importante del que en aquella sazon habia
representado la Francia. De la inisma suerte en el
siglo , XVIII hubo en Europa gobiernos mas fuertes,
mas respetados y temidos que el gobierno francés .
Está fuera de toda duda que Federico II, Catali-
na II y Maria Teresa tuvieron mas representacion
é importancia que Luis XV. En ambas épocas sin
embargo , ora por el gobierno , ora por el pueblo,
ya por la corte ó su opinion , marchaba la Fran-
cia al frenie de la civilizacion europea. }
Para comprender bien la influencia dominan-
:
588 HISTORIA DE LA
te en el curso de la civilizacion , en Francia , y en
Europa por consiguiente , conviene estudiar el go-
bierno francés en el siglo XVII , y el pueblo en el
XVIII. Preciso es mudar de lugar y de espectácu→
lo á medida que cambia el tiempo , la escena , y
los actores.
Siempre que se contempla el reinado de Luis
XIV , siempre que se intentan apreciar los moti-
vos de su influencia general , no se habla mas que
de su brillo , de sus conquistas, de su magnificen-
cia , de la gloria literaria de su tiempo. Así es que
solo se atribuye á causas ostensibles y de aparato
la preponderancia que llegó á ejercer en Eu-
ropa.
Ella sin embargo ha tenido causas mas pode-
rosas , raices mas estensas y profundas. Muchos
de vosotros podreis recordar , y todos habreis oido
hablar del efecto que hizo en Francia veintinueve
años hace el gobierno consular. Contínuos desastres
en los ejércitos : afuera la invasion estrangera que
nos amenazaba de contínuo , adentro la casi com-
pleta disolucion del pueblo y del poder , sin ren-
tas , sin órden público , en una palabra , una socie-
dad debil , relativa y desorganizada : tal era la
Francia al constituirse el gobierno consular. Con
todo , á los primeros dias de su constitucion se
desplegó una viva y prodigiosa actividad , aquella
actividad que en poco tiempo aseguró la indepen-
dencia del pais , restauró el honor nacional , reor-
ganizó la administracion , reformó la legislacion
entera , hizo en fin que con el auxilio del poder
en cierto modo resucitase aquella sociedad de-
crépita y moribunda. Pues bien , el gobierno de
Luis XIV hizo en su principio algo semejante á
CIVILIZACION EUROPEA. 589
esto, mas obrando de un modo distinto , y con las
diferencias nacidas del tiempo y circunstancias .
Recordad la situacion en que habia caido la
Francia despues del gobierno del cardenal de Ri-
chelieu, y durante la mincridad de Luis XIV. Los
ejércitos españoles siempre sobre las fronteras, al-
gunas veces dentro del reino; el riesgo contínuo
de una invasion: llegadas á su colmo las disensio-
nes interiores: la guerra civil ardiendo, el gobier-
no débil tan desacreditado en lo interior como en
lo esterior:tal era el estado de la Francia en aque--
llos tiempos. Jamas ha existido política mas im-
polente y miserable como la del cardenal Mazarin.
En una palabra, aquella sociedad se hallaba en
una sociedad menos violenta quizás, pero bastan-
te semejante á la nuestra antes del 18 brumario, y
de esta situacion la sacó el gobierno de Luis XIV.
Sus primeras victorias produgeron et efecto que
habian producido las victorias de Marengo: afir-
maron la independencia del pais , y restauraron el
honor de la nacion.
Consideraremos el gobierno bajo sus principa-
los aspectos; le consideraremos en sus relaciones
esteriores, en su administracion, y en su legislacion;
y vereis que la comparacion que hago y á la que
no quiero dar una importancia pueril, pues que
hago poco caso de comparaciones históricas; es en
su fondo real y verdadera y que puedo servirme
de ella con gran ventaja: antes de todo veamos
las guerras de Luis XIV.
Las guerras de Europa fueron en su principio
grandes movimientos de los pueblos agitados por
la necesidad, por él capricho, ó por cierto instin-
to feroz y belicoso que les impelia á lanzarse los unos
390 HISTORIA DE LA
sobre los otros; poblaciones enteras, crecidas y nu-
merosas á veces, á veces pequeñas bandadas que se
trasladaban de uno á otro terreno. Ile aqui el ca-
rácter, el sello distintivo de todas las guerras eu-
ropeas hasta el siglo XVI.
Al fin de este siglo comenzaron ya otras nuevas
muy diferentes por cierto de las primeras, y muy
distintas tambien de las modernas . Estas son guer-
ras lejanas, empresas acometidas no por los pueblos,
sino por los gobiernos, que marchan al frente de sus
pueblos á buscar estados y aventuras en los mas
remotos paises. Ellos dejan sus tierras, abandonan
sus viviendas: unos se engolfan en Alemania, los
otros en Italia, otros en Africa, sin mas motivo que
un antojo personal . Tal es el carácter que ostentan
todas las guerras del siglo XV, y aun una parte
del siglo XVI.
Porque ¿qué interes ó que pretesto solamente.
espacioso tenia la Francia en que Cárlos VIII po-
seyese el reino de Napoles? Ninguno por cierto
Esta era una guerra que no habia sido dictada por
ninguna consideracion política: bastaba que él cre-
yese tener derechos personales sobre el reino de
Nápoles para emprenderla: bastaba que tuviese
un deseo personal para querer satisfacer, para po-
ner en ejecucion una empresa, la conquista de un
pais que no era en manera alguna conforme á los
sistemas de su reino, y que no producia otro re-
sultado que comprometer á fuera sus fuerzas, y
dentro su reposo y tranquilidad. Esto mismo que
sucedió con Carlos VIII con respecto á Nápoles, se
verificó en la espedicion de Cárlos V en Africa .
La última guerra de este guerrero es la espedicion
de Cárlos XII contra la Rusia. Nuevo carácter tie-
CIVILIZACION EUROPEA . 591
nen las guerras de Luis XIV; estas son guerras de un
gobierno regular, que, fijo en el centro de sus es-
tados, trabaja para estender y consolidar su terri-
torio; en una palabra, guerras políticas. Ellas
pueden ser justas é injustas, pueden haber costa-
do mucha sangre á la Francia : mil consideraciones
hay que hacer sobre su moralidad y esceso; pero
llevaban un carácter incomparablemente mas ra-
zonado que las guerras anteriores . Dictadas por
motivos graves, ya no son de caprichos y aventu-
ras: tal límite natural que es conveniente adquirir:
tal poblacion en que se habla la misma lengua y que
es oportuno conquistar; tal fortaleza, tal punto de
defensa que fuera de gran utilidad é importancia ,
he aqui los designios de Luis XIV. Mézclase sin
duda en ellos la ambicion personal; pero examí-
nense las guerras de Luis XIV mayormente en los
primeros tiempos de su reinado; y se verá levantar
y aparecer en ellas razones verdaderamente po-
liticas, dictadas por el interes de su poder y por
la seguridad y gloria del pais.
Si despues de haber observado las guerras de
Luis XIV examinamos sus relaciones esteriores; es-
to es , su diplomacia , encontraremos el mismo re-
sultado. Os he manifestado ya que al fin del siglo
XV, babia nacido en Europa la diplomacia : ha-
beis visto que las respectivas relaciones de los go-
biernos y de los estados entre si, accidentales, tran-
sitorias y limitadas hasta entonces , se habian he-
cho en este tiempo mas estensas y regulares, que
se habian formado por el verdadero interés pú-
blico , y que la diplomacia desde aquella época.
habia tenido una imensa importancia en el curso
de todos los negocios. Con todo , no puede decirse
592 HISTORIA DE LA
que hasta el siglo XVIII estuviese ella sistematiza-
da , que hubiera creado alianza entre remotos
pueblos , que hubiese producido grandes combina-
eiones, especialmente aquellas duraderas combi-
naciones que nacen de principios fijos , dirigidas
á un mismo objeto y formándolas con aquella so-
lidez y constancia , verdadero carácter de los go-
biernos establecidos.
Durante la revolucion religiosa , las relaciones
esteriores de las naciones , casi eran solo dirigidas
por el interés religioso : entonces la Europa esta-
ba dividida por las ligas protestante y católica.
Solo despues del tratado de Wetsphalia , y bajo
la influencia del gobierno de Luis XIV muda la di-
plomacia de carácter. Por una parte , ella se esca-
pa del poder del principio religioso , y por otra,
se hace mas regular y constante. De esta época
data al propio tiempo el nacimiento del sistema
del equilibrio europeo , y bajo el gobierno de
Luis XIV , ocupó el primer puesto de la politica
general. Asi pues , creo que puede descubrirse
el principio dominante de la política de este mo-
narea.
Os he hablado ya de la lucha ruidosa que
se empeñó entonces en Europa , entre Luis XIV,
que aspiraba á la monarquia universal, y á la
libertad civil y religiosa , y la independencia de
los estados , bajo el mando del príncipe de Oran-
ge. Entonces militaban los pueblos bajo estas dos
grandes banderas. Pero este hecho , señores , no
se conocia en aquella sazon , como ahora se co-
noce : era oculta , ignorada aun de aquellos mis-
mos que figuraban en él. La represion de la mo →
inarquía pura , y el establecimiento de la libertad
CIVILIZACION EUROPEA. 393
civil y religiosa , debian ser en el fondo el resul-
tado de la resistencia de Holanda y sus aliados á
Luis XIV, pero ni eran esactamente deslindadas,
ni bien conocidas las pretensiones entre el poder
absoluto y la libertad.
Muchas veces se ha asegurado que el estender
y propagar el principio de la monarquía pura , ha-
bia sido el primer deseo de Luis XIV ; pero yo.
creo que solo en su vejez tuvo semejante intencion .
El poder y engrandecimiento de la Francia , su
preponderancia en Europa , el abatimiento de los
gobiernos rivales ; tales eran las miras de aquel
monarca ; tal era el blanco á que constantemente
se dirigia ; ya luchase con España , con Ingla-
terra ó Alemania.
Entre muchas pruebas de lo que acabo de de-
ciros os manifestaré una que nos suministra el mis-
mo Luis XIV .
En sus memorias del año 1666 , si no lo re-
cuerdo mal , se encuentra una concebida poco
mas á menos en estos términos:

Esta mañana he tenido una conferencia con


Mr. de Sidney, gentil-hombre-inglés, sobre la posi-
bilidad de reanimar en Inglaterra al partido repu-
blicano. Para ello me ha pedido 400,000 libras , y
yo solo le he ofrecido 200,000 . Me ha instado para
que hiciese venir de Suiza a Mr. de Ludlow, tam-
bien gentil-hombre inglés, para hablar con él sobre
este asunto. »>
#
En efecto , en las memorias de Ludlow de aquel
tiempo se ve el siguiente párrafo:
394 HISTORIA DE LA
« El gobierno francés me ha invitado á pasar á
Paris para hablar de negocios de Inglaterra , yo
desconfio mucho de aquel gobierno. >>

Ludlow no se movió de Suiza .


Bien veis, señores, que la disminucion y enfla-
quecimiento del poder real en Inglaterra era el
blanco á que Luis XIV dirigia constantemente sus
miras. A este fin fomentaba interiores disensiones
y trabajaba en que reviviese el partido republica-
no , procurando de todos modos impedir que Cár-
los II no se hiciese demasiado poderoso. En el tiem-
po que Mr. Barillon estuvo de embajador en Ingla-
terra , se ven siempre reproducidas estas mismas.
tentativas. Todas las veces que parecia afirmarse
y robustecerse la autoridad de Cárlos II, y estar
próximo á sucumbir el partido nacional , se vió
al embajador francés derramar dinero y animar
á los gefes de la oposicion , poniendo todo su co-
nato en que quedase vencida aquella , y en que
lograse triunfar este. Fácil es observar el mismo
espíritu en todas las demas relaciones esteriores de
Luis XIV y no menos fácil es conocer la habilidad
que manifiesta en esta época la diplomacia fran-
cesa. Los nombres de MM. de Torey , de Avaux,
y de Bourepaus son conocidos de todos los hombres
de letras. Cuando se comparan las memorias , el
tino práctico , la conducta de los consejeros de
Luis XIV con el comportamiento y saber de los
ministros españoles , no puede uno menos de re-
conocer y confesar la superioridad de los prime-
ros; y no solo por su actividad infatigable y con-
tinua aplicacion á los negocios públicos , si que
tambien por la libertad é independencia de su es-
CIVILIZACION EUROPEA. 395
píritu . Estos cortesanos de un rey absoluto ven
los sucesos esteriores , los partidos , las necesi-
dades de la libertad y las revoluciones de los pue-
blos en una altura de talento mucho mayor que la de
mayor parte de los ingleses , incluyendo en ese
número á los que en aquella sazon figuraban. No
hay diplomacia en la Europa del siglo XVII que pa-
rezca igual á la de Francia : solo puede comparar-
se con ella la de Holanda: solo los ministros de Juan
de Wytt y de Guillermo de Orange , de estos ilus-
tres gefes de la libertad civil y religiosa, pueden
entrar en competencia con los servidores del gran
rey absoluto.
Asi que, ora se consideren las guerras de
Luis XIV , ora sus relaciones diplomáticas, se ve
siempre el poder y grandeza de Francia. Por cier-
to que no es dificil concebir como un gobierno que
se portaba con tanta destreza en toda clase de ne-
gociaciones , y que tanto tino manifestaba en la
guerra , tomase en Europa tanta consistencia y lle-
gase á ser tan hábil como temible.
Ahora repleguemos nuestras miradas : dirijá-
moslas hacia el interior de Francia , y veremos que
la administracion y legislacion de Luis XIV nos
suministran nuevos medios para esplicar su esplen-
do y su fuerza.
Dificil es determinar con exactitud lo que debe
entenderse por administracion en el gobierno de
un estado: sin embargo, yo creo que bajo el punto
de vista mas general ; la administracion consiste
en un conjunto de medios destinados á comunicar
con la mayor prontitud y seguridad posible la vo-
luntad del poder central á todas las partes de la
sociedad, y de hacer subir de la propia suerte ha-
596 HISTORIA DE LA
cia el poder central todas las fuerzas sociales , pe-
cuniarias ó personales. Tal es, á no equivocarme
la esencia y la índole de la administracion . Asi se
vé que en todos tiempos, y esencialmente en aque-
llos en que es preciso establecer el órden y la uni-
dad de los pueblos , la administacion es el gran me-
dio de acercar y unir los elementos esparcidos é
incoherentes. Tal en efecto ha sido la obra de la
administracion de Luis XIV. Hasta entonces no ha-
bia nada mas dificil, tanto en Francia como en el
resto de la Europa, como lograr que penetrase la
accion del poder central á todas partes de la socie-
dad y recoger en el seno del poder central todos los
medios de fuerza y vida : esto es justamente lo
que Luis XIV hacia, pero con un grado de per-
feccion mucho mayor del que lo habian hecho los
gobiernos anteriores.
Recorred sino los servicios públicos de toda cla-
se , las contribuciones , los caminos, la industria , la
milicia, todos los establecimientos en fin que per-
tenecen a un rame cualquiera de administracion y
de seguro que no encontrareis ninguno que no sea
creado , estendido y mejorado en el reinado de
Luis XIV. Aparecieron como administradores los
mas grandes hombres de su tiempo, Colbert ; y
Louvois; y como tales desplegaron su talento , co-
mo tales ejercieron su ministerio , y por este mo-
tivo , adquirió aquel gobierno una estension , un
aplomo , una consistencia que no tenia entonces nin-
guno de los gobiernos europeos.
Si mirais la legislacion , obtendreis el mismo re-
sultado. Recordareis la prodigiosa actividad de que
os he hablado habia desplegado el gobierno consu-
lar en la confeccion de los códigos , y su incesan-
CIVILIZACION EUROPEA. 597
te trabajo en la reunion y confrontacion general
de las leyes. Pues bien : esta misma acti-
vidad se desplegó en el reinado de Luis XIV.
Las ordenanzas que promulgó , la criminal , la de
procedimientos , de comercio , de marina , rios , y
bosques , son verdaderos códigos formados como los
nuestros , discutidos en el interior del consejo de
estado , y algunos de ellos bajo la presidencia de
Lamoignou . Hombres hay que tuvieron la gloria de
haber tomado parte en semejantes discusiones: Mr.
Pussort por ejemplo. Por cierto que si examinase-
mos en sí misma la legislacion de Luis XIV , encon-
trariamos mucho que decir contra ella ; observaria-
mos que está llena de errores y nadie se atreveria
á negarlo. Mas á pesar de que no fué concebida ni
creada por el espíritu de la verdadera justicia , lo
fué con todo por el del órden público , para dar
á las leyes la regularidad y fijeza que antes
no tenian. Esto era entonces un gran progreso,
y es incontestable que las ordenanzas de Luis
XIV, muy superiores á las de los tiempos anterio-
res , contribuyeron sobremanera á que avanzase
la sociedad francesa en la carrera de la civili-
zacion.
Veis ya , señores , que por cualquier lado que
se mire este gobierno , se descubren inmediata-
mente las causas de su ensanche é influencia . Por
ella se levantó en el centro de Europa como ga -
rantia en lo presente y futuro , tranquilo , sin te-
ner que disputar su existencia á enemigos interio-
res ni esteriores . Hasta entonces todos los gobier-
nos de la Europa , ó habian estado abrasados con
esteriores guerras , ó circundados de enemigos do-
mésticos que le obligaban , á combatir por su pro-
398 HISTORIA DE LA
pia vida. El gobierno de Luis XIV es el único que
tuvo fuerzas para dedicarse enteramente á fomentar
la prosperidad nacional ; él fué quien pudo inno-
var , y efectivamente innovó , porque tenia con-
fianza en si mismo , y porque contaba con el por-
venir. En efecto, pocos gobiernos ha habido que
se mostrasen tan inmoralizados y que llegasen á pro-
gresar tanto . Comparadlo en España con el de
Felipe II : obraba sin duda este rey de un modo
mucho mas absoluto que Luis XIV ; y con todo
su gobierno no era ni con mucho tan estable , re-
gular y tranquilo. De que modo Felipe II llegó á
establecer en España aquel poder tan despótico?
Como? Ahogando toda actividad morál é intelec-
tual, resistiéndose á toda especie de mejoras, tra-
zando un círculo fatal para la nacion , y hacién-
dola completamente estacionaria. El gobierno de
Luis XIV al contrario , se mostró activo , innovador
en todos los ramos , favorable á los progresos de las
letras , de las artes , de las ciencias , de la rique-
za , en una palabra , de la civilización . Estas fue
ron las verdaderas causas de la preponderancia
que tuvo en Europa ; preponderancia que fué en
todo el siglo XVII el modelo que pusieron delan-
te , y el espectáculo á que dirigieron su vista , no
solamente los soberanos , sino los pueblos.
Al llegar á esta época , uno no puede menos
de preguntarse , cómo es que un gobierno tan glo-
rioso , brillante y sólido al parecer , como es que
semejante gobierno ha sufrido tan rápida deca-
dencia ? ¿Cómo ha acontecido que despues de
haber representado en Europa tan importante pa-
pel ; despues de haber ejercido una influencia tan
general y decisiva , como ha acontecido , repito,
CIVILIZACION EUROPEA. 599
que fuese tan debil el siglo siguiente , tan incons-
tante , tan universalmente desacreditado? He aqui
un hecho incontestable : he aqui la clave de seme-
jante fenómeno.
En el siglo XVII el gobierno frances estaba al
frente de la civilizacion de Europa: en el XVIII
desaparece el gobierno: en su lugar se coloca la
sociedad francesa. Esta sociedad es la que prece-
de, la que guia y alumbra la marcha de todo el
mundo europeo .
Ahora es cuando hallamos el vicio capital del
absolutismo . No entraré en la esposicion de las
faltas de Luis XIV, á pesar de que las ha come-
tido muy grandes: ni hablaré de la guerra de su-
cesion en España, ni de la revocacion del edicto
de Nantes, ni de sus gastos escesivos , ni de otras
medidas fatales que comprometieron su fortuna.
Acepto los méritos de ese príncipe, tales como aca-
bo de manifestaros. Añadiré que quizá no ha ha-
bido un rey absoluto mas completamente consagra-
do á su siglo y á su pueblo, ni que haya presta-
do mas importantes servicios á la civilizacion de
su pais y á la Europa en general. Y bien, señores,
por esto mismo que su gobierno no tenia otro
principio que el poder absoluto , por esto mismo
que no descansaba sobre otra base, fué inevitable
su decadencia, súbita, y momentánea; lo que fal-
taba á la Francia de Luis XIV á esta Francia tan
grande y poderosa, eran instituciones sólidas, fuer-
zas politicas independientes por sí mismas , capa--
ces en una palabra de acción espontánea y resis-
tencia. Las instituciones antiguas, si merecen tal
nombre las que se habian escitado hasta aquella sa-
zon, ya no subsistian. Luis XIV acabó de des-
400 HISTORIA DE LA
truirlas, y no cuidó de reemplazarlas por otras nue-
vas: ellas le hubieran vencido, y Luis XIV no qui-
so ser vencido. Asi pues, solo su voluntad reinó:
la sola accion del poder central se desplegó alli con
todo esplendor y fuerza. El gobierno de Luis XIV
fué un grande acontecimiento, brillante y pode-
roso que no tuvo raices. Las instituciones libres
son una garantia no solo de la sabiduria de los go-
biernos, sino tambien de su duracion, ya que no
hay ningun sistema que pueda perpetuarse de otro
modo que por medio de la fuerza que ellas le co-
munican; y si el poder absolutó ha vivido mucho.
tiempo en algun pais, es porque se ha apoyado en
instituciones verdaderas, ora en el régimen de
castas esencialmente separadas, ora en un siste→
ma religioso. En el reinado de Luis XIV faltaron
las instituciones al poder no menos que la liber-
tad. Nada en esta época preserva á la Francia con-
tra la ilegal accion del gobierno, ni del gobierno
contra la inevitable acción de los tiempos. Asi se
nota que el gobierno mismo siente y conoce su pro-
pia decadencia: no era solo Luis XIV quien
habia envejecido, y quien se sentia debil al fin de
su reinado; era el poder absoluto todo ente-
ro. Ya no solamente este monarca estaba gasta-
do y carecia de fuerzas, sino que la misma mo-
narquia lo estaba tambien, y era tanto mas inevi-
table el peligro, y tanto mas grave el mal, cuanto
que Luis XIV habia abolido las costumbres con
los instituciones políticas. Ellas, señores, cesan de
existir cuando muere laindependencia. Aquel que
se siente fuerte por si mismo es capaz tanto de coin ,
batir al poder, como de defenderle; los caracteres
enérgicos desaparecen con las situaciones inde-
CIVILIZACION EUROPEA . 401
pendientes; y el orgullo de las almas, nace de la
seguridad de los derechos.
Una sociedad que progresaba rápidamente en
medio de un inmenso desarrollo de riqueza, fuer-
za, actividad intelectual; y á su lado un poder es-
tremado, estacionado é inmóvil: un pueblo fuerte
que marcha, y un gobierno débil , parado: he aqui
el estado que presenta la Francia al salir del
siglo XVII.
Que el carácter dominante del siglo XVII sea
el rápido vuelo del espíritu humano , y el exámen
libre y general, bien lo hemos oido en esta cáte-
dra pronunciado por los labios de un sabio, de un
orador elocuente. No me es posible, en el corto es-
pacio que me resta, seguir todas las luminosas faces
de la gran revolucion moral entonces consumada
en nuestra Francia; sin embargo, no abandonaré
este puesto sin manifestaros antes los mas nota-
bles rasgos que la fisonomia de aquel siglo pre-
senta. "
En primer término merece notarse la desapa-
ricion casi absoluta del gobierno en el curso del
siglo XVIII; y en su lugar la aparicion del humano
espíritu como único y principal actor. Con escep-
ción de las relaciones estrangeras en la época del
ministerio del duque de Choiseul, ó de algunas
.concesiones dispensadas al movimiento general de
los espíritus, como la guerra de América, con es-
cepcion, repito, de algunos acaecimientos de esta
clase, jamas ha habido quizás gobierno alguno tan
inactivo, apático y nulo, como el que la Francia
tenia en este tiempo. En lugar de aquel gobierno
de Luis XIV tan ambicioso, tan,ardiente, que ser-
via para todo; que se colocaba à la cabeza de todo;
La Lectura. TOM. I 189
402 HISTORIA DE LA
notase un poder que solo se ocupa en observar,
que procura esconderse, que se retira al fondo de
la escena; ¡ tan débil se siente ! ... tal es el temor
de que se halla poseido! La actividad y la ambicion
de aquel gran monarca ha pasado toda á las manos
del pueblo; y este pueblo por su opinion, y por su
movimiento intelectual se mezcla en todo; interviene
en todo; posée en fin la autoridad moral, que es la
única y verdadera.
Llama en la Francia del siglo XVIII muy par-
ticularmente la atencion, otra circunstancia: la
universalidad del libre exámen. Hasta aquella
época, y aun en el mismo siglo XVI este no se
habia ejercido mas que en un campo especial y
limitado: el espíritu humano hasta entonces, se
habia fijado esclusivamente en cuestiones de re-
ligion, y solo alguna que otra vez en las políticas:
su vuelo se habia estendido muy poco. En el si-
glo XVII por el contrario el exámen se hace uni-
versal. La religion, la política, la filosofiia, el hom-
bre, la sociedad, la naturaleza fisica y moral, todo
se estudia , y se investiga, porque se duda de todo.
A los golpes repetidos de la filosofía caen los
antiguos sistemas , levantanse sobre ellos otros sis+
temas nuevos; aquello era vivo y terrible movi-
miento que marchaba en todas direcciones , aun
cuando solo provenia de un mismo impulso
Semejante movimiento tuvo ademas, otro carác
ter singular ; tal es el de haber sido puramente de
especulacion. Hasta aquel entonces al comunicar-
se las grandes revoluciones , la accion y la prác-
tica han realizado bien pronto las teorias que las
habian precedido y ocasionado. Por esto en el si-
glo XVI la rovolucion religiosa habia comenzado
CIVILIZACION EUROPEA. 403
por ideas , por discusiones puramente intelectua-
les empero estas ideas y discusiones se convirtieron
en hechos inmediatamente ; las cabeza de los par-
tidos intelectuales habian sido muy pronto ca-
bezas de los partidos políticos. Mas en la Francia
del siglo XVIII el espíritu humano se lanza sobre
las creencias , sobre todos los principios , sobre to-
do aquello que ejerce en los acontecimientos pú
blicos una influencia pronta y decisiva ; y entre
tanto los célebres actores , los grandes gefes de es-
tos debates diversos permanecen aislados , estra-
ños, á todos los negocios prácticos , puros obser-
vadores que estudian , que examinan y hablan sin
intervenir en nada de lo que pasa á su vista .
¡ Este hecho era sumamente grave; él influyó muy
enérgico en la marcha y direccion de los ne-
gocios. Porque era preciso que fuesen realizados en
algun tiempo unos principios tan universales pro-
clamados con tanto ardor : era preciso que un mo-
vimiento tan vivo de los espíritus se comunicase
á los esteriores sucesos ; era indispensable que des-
de el gabinete pasaran algun dia los filósofos al
poder ; y como no habian estado jamás tan separa-
das la teoria y la práctica , cuando llegaron á en-
contrarse , fué violento y terrible su espantoso
choque.i
¿Y cómo podrá distinguirse ahora la osadia del
espíritu humano? Su mayor actividad hasta aque-
Ila época , su mas fuerte impetu se hallaba conte-
nido por ciertas barreras ; la consideracion que
inspiran al hombre las instituciones y los existen-
tes hechos , reprimian hasta cierto punto sus mo-
vimientos hasta aquella época. Yo no sabria decir
cuales eran los hechos é instituciones que respetó
404 HISTORIA DE LA
el hombre en el siglo XVIII ; el estado social en-
tero era para él un objeto de odio ó de des-
precio.
Considerándose el espíritu humano como una
especie de creador acometió la mas vasta, colosal
atrevida empresa que se haya concebido jamás:
instituciones , creencias , costumbres , sociedad, el
hombre mismo quiso que se refundiese: jamás el
pensamiento habia sido tan audaz ; nunca habia
sido tan temerario.
He aqui el poder que se encontró frente á
frente en el curso del siglo XVII con el otro resto
de poder que habia tenido Luis XIV. Comprénde-
se que no era posible que dejase de realizarse un
violento choque entre fuerzas tan opuestas y desi-
guales . La revolucion inglesa debia estallar en
Francia: la lucha entre el absolutismo del siglo
XVII y el exámen libre era indispensable que se
repitiese en el siglo XVII? Es indudable que eran
grandes las diferencias que existian entre unas y
otras potencias; mas en el fondo era la misma la
situacion: el mismo éxito debia tener.
Señores: nointento desplegar ahora sus innume-
rables consecuencias : tocamos el término de estas
reuniones , y es preciso que mis palabras cesen.
Empero, antes de despedirme de vosotros, quiero
' conducir vuestra atencion hacia el objeto mas lu-
minoso é importante que se descubre en el cen-
tro de este espectáculo grandioso. Aqui está pal-
pable al riesgo : está claro el defecto capital del
poder absoluto , cualquiera que sea su nombre, su
carácter y su objeto. Ya hemos visto declinar y pe-
recer por esa causa única el gobierno de Luis XIV.
Ahora bien: ha sufrido la misma suerte el gobier-
CIVILIZACION EUROPEA . 405
no que le sucedió en el siglo XVIII , esclusivo y
verdadero soberano. El á su turno ejercia un
poder absoluto ilimitado, á su turno tuvo demasia-
da confianza en sus propias fuerzas. Su vuelo era
gigantesco sus esfuerzos importantes : si es necesa-
rio que yo esprese mi opinion, no vacilaré en de-
cir que el siglo XVIII, me parece uno de los mas
grandes siglos de la historia : quizá el que ha hecho
á la humanidad servicios mas grandes , y el que
mas ha contribuido á su civilizacion. }
Pero el mismo imperio que ha ejercido sobre
los hechos contemporáneos ; ese mismo desprecio
con que ha mirado las distintas opiniones entre las
dominantes, le ha corrompido y debilitado, condu +
ciéndolo en fin al error y á la tirania .
Porque en efecto es tanta y tan notable la
parte de tirania y error que al finalizar el si-
glo XVIII , afeó el glorioso triunfo alcanzado
por la razon humana , que es imposible disimular-
lo. El estravio del espíritu humano, provino esen-
cialmente de la estension colosal de su dominio.
Creo, señores, que es un deber y una gloria de
nuestros tiempos conocer y confesar que todo poder
intelectual y moral de pueblos y de gobiernos,
de filósofos ó de ministros , ejercido en tal ó para
cual objeto , lleva en sú seno con el mero hecho
de ser absoluto , un principio de corrupcion , que
tarde o temprano le conducirá á la muerte. Solo
existe vida en el ejercicio de todos los derechos,
en la manifestacion de todas las opiniones , en el
libre desarrollo de todas las fuerzas é intereses:
la legal coexistencia de todos los elementos y de
todos los sistemas , hace que no domine ninguno
esclusivamente, hace que se alze uno sólo para
406 HISTORIA DE LA
destruir á los demas ; y el libre exámen redunda
en provecho y ventaja de todos ellos.
Señores : he llegado al término que me habia
propuesto pero la rapidez con que hemos cami-
nado, no me ha permitido deciros todo lo que hay
importante en la historia de la civilizacion de Eu-
ropa, ni probaros lo poco que os llevo dicho. Antes
de concluir permitidme que os diga una palabra.
. Bien habreis visto que hemos procurado definir
la civilizacion : habreis comprendido que ella con-
siste en dos elementos principales : el desarrollo
del individuo y el de la sociedad : el progreso so-
cial y político y el progreso moral é interior. Ha-
biéndome limitado á presentaros lá civilizacion bajo
el punto de vista social , nada os he dicho de la
historia de sus opiniones, progresos y sentimientos.
Pero en el año siguiente , cuando volvamos á
reunirnos , me propongo estudiar con vosotros la
civilizacion de la Francia. Entonces no solo procu-
raremos conocer la história de nuestra sociedad,
sino tambien la del hombre en si mismo. Consi-
deraremos á un mismo tiempo las instituciones
públicas y los sentimientos y opiniones del indivi-
duo: en fin, trataremos de conseguir , y profundizar
de un modo cabal y completo la progresiva mar-
cha que ha hecho nuestra patria gloriosa.
Ella en lo pasado como en lo presente , y en el
porvenir, tiene derecho a nuestras afecciones mas
caras.
(Prolongados aplausos.)

FIN DE LA HISTORIA DE LA CIVILIZACION EUROPEA.


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