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por:
Elías Santos Piñeiro
DANIEL Y APOCALIPSIS
JOSÉ MIGUEL PUJOL
10 de abril de 2024
Facultad de Teología de las
Asambleas de Dios de España
BOSQUEJO
INTRODUCCIÓN...........................................................................................................1
CONCLUSIÓN..............................................................................................................13
BIBLIOGRAFÍA...........................................................................................................14
INTRODUCCIÓN
Por ello el objetivo de este trabajo es realizar un estudio de las diferentes posturas
predominantes y llegar una interpretación de dicha profecía, así de como las seis
promesas expuestas en el verso 24.
1. Panorámica general
Con esta conquista el rey persa consiguió el poder y control de una vasta porción del
imperio babilónico (que comprendía desde Egipto hasta el Golfo Pérsico). Persia se
había aliado con los medos, constituyendo así el Imperio Medo-Persa. Ciro designó al
medo Darío como rey de Babilonia, quien halló con gracia a Daniel y lo colocó como
uno de los principales administradores del reino. Es interesante observar como Daniel
en vida estaba presenciando el principio del cumplimiento del sueño de Nabucodonosor
del capítulo dos y la visión que recibió en el capítulo siete2.
Transcurrido un año de esto, Daniel leyó las profecías de Jeremías que trataban la
duración de la cautividad de la nación de Israel en Babilonia. Esto llamó la
atención del profeta quien observó que el tiempo del cumplimiento del regreso a
la Santa Ciudad estaba cerca. Inmediatamente, Daniel se volcó en oración a favor
de la restauración de Jerusalén constituyendo uno de los clamores más
destacables del relato veterotestamentario. Es la antesala que presenta Daniel 9
antes de la profecía de las 70 semanas, en el verso 23 vemos la respuesta del
1
David Lurie, El pacto, el holocausto y la semana setenta, (Barcelona: Clie, 1988), 23
2
Ibid., 24
3
Señor a través del ángel Gabriel. Este ángel fue el mensajero que Dios envió para
enseñar a Daniel la visión que marcaría un antes y un después en la profecía
escatológica. A continuación, se abordará la relevancia bíblico-teológica de esta
profecía.
La profecía de las 70 semanas de Daniel ha sido uno de los objetos de estudio y opinión
más importantes dentro de la literatura apocalíptica y la escritura escatológica. Debido a
que esta profecía no solo concierne al pueblo judío, sino que es relevante y trascedente
en la historia de la iglesia y la persona de Jesucristo. El estudio de los últimos tiempos y
la revelación apocalíptica siempre ha desencadenado grandes opiniones dentro del
marco teológico debido a su ambigüedad y diferencia hermenéutica, surgiendo incluso
diferentes escuelas de interpretación para llegar a declaración veraz y acertada de los
tiempos finales.
3
Elvis Carballosa, Daniel y el reino mesiánico, (Michigan: Portavoz, 1999), 168
4
Lurie, 29
4
Por ende, es menester prestar la debida atención y estudio a este anuncio divino y
reconocer la gran distinción bíblica y la trascendencia histórica que posee.
Daniel 9:24-27 contiene la conocida profecía de las setenta semanas, en ella podemos
encontrar seis promesas que conciernen al cumplimiento de dicha revelación.
En primer lugar, Dios revela a Daniel que terminaría con la rebeldía nacional de Israel.
Esto tiene un gran significado teniendo en cuenta la situación en la que se encontraba el
pueblo de Israel: cautivos en Babilonia debido al incumplimiento del año sabático para
la tierra. En este periodo de 490 años, como menciona Walvoord 5, es que la apostasía de
Israel, su pecado y su deambular por la faz de la tierra llegará a su fin.
Esta son la segunda y tercera obra de Dios durante las setenta semanas, las que revelan
como su justicia se va a manifestar poniendo fin al pecado 6. No obstante, esa justicia no
va sino acompañada de su amor y bondad cubriendo («expiar») la iniquidad, es decir,
perdonándola y, por tanto, transcurriendo en la reconciliación con su pueblo7.
La cuarta promesa es una acción realmente grandiosa, pues es la confirmación que Dios
hará venir su justicia eterna. No se trata aquí de una justicia terrena sino la que vendría a
través del Mesías. Es la contrapartida a la prevaricación como menciona Grau 8, la
trasgresión será sustituida por la justicia eterna y perfecta.
5
John Walvoord, Daniel: The key to prophetic Revelation, (Chicago: Moody, 1971), 221
6
José Grau, Escatología: Final de los tiempos, (Barcelona: Clie, 1977), 102
7
Carballosa, 207
8
Grau, 102
5
En este lapso también se sellará la visión y la profecía. Según el Rev. Kittim 9, quien
aporta un significado general, defiende la realidad de que Dios está prometiendo que
llevará a cumplimiento todas las visiones y profecías que a Israel se le habían dado bajo
el relato veterotestamentario. Todas estas en algún momento (no especifica en cuál) se
han de cumplir literalmente.
Ahora bien, esta discusión en relación con el tiempo del cumplimiento de la visión dada
a Daniel ha sido el motivo de discordia en la opinión teológica. De esta manera se ha
generado una discusión interpretativa, donde las dos grandes voces han sido la escuela
futurista y la escuela historicista, destacando la postura futurista dispensacional de un
lado y la histórico-mesiánica del otro. A continuación, se abordará este aspecto con
mayor alcance y precisión.
Por un lado, la escuela futurista dispensacional como bien cita su nombre creen en un
cumplimiento futuro de las promesas que son expuestas en Daniel 9:24. No obstante,
como Carballosa señala13, algunos autores como Wood consideran que las cuatro
primeras si tuvieron un primer cumplimiento con la primera venida de Cristo y su obra
salvífica de expiación a través del sacrificio perfecto. Sin embargo, las seis tendrán un
cumplimiento final y total con el retorno por segunda vez del Señor Jesucristo.
Carballosa ve en las Escrituras una realidad latente que tiene que ver con el
derramamiento de bendiciones de parte de Dios sobre el pueblo de Israel en el futuro
reino mesiánico, reforzando su postura con las palabras de Romanos 11, Zacarías 12-14,
Miqueas 4 o Isaías 54.
Del otro lado, tenemos la escuela historicista mesiánica que determina que las seis
promesas se cumplieron en el primer advenimiento. José Grau lo afirma de la siguiente
forma14: «Los seis objetivos de las setenta semanas son todos mesiánicos, y se
cumplieron todos ya. Como dice Young, cuando Cristo ascendió a los cielos no faltaba
ni uno por cumplir.
Para esta escuela la justicia perdurable se manifiesta y es recibida en la justificación por
la fe imputada en el Salvador y por el Salvador. Asimismo, consideran que «sellar la
visión y la profecía» constituye a la conclusión del ministerio profético del Antiguo
13
Carballosa, 208-209
14
Grau, 103
7
Testamento15, o bien, en otras opiniones se habla que se refiere al final del Viejo Pacto 16.
En cambio, para la escuela futurista la justicia eterna hace una clara referencia a la
justicia que vendrá con el reino mesiánico establecido en la Segunda Venida, al igual,
que el selle de la visión y la profecía debido a que todavía quedan por cumplirse
profecías del Antiguo Testamento aguardando el retorno de Cristo.
25
Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar
y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y
sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en
tiempos angustiosos. 26 Y después de las sesenta y dos semanas se
quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que
ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con
inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. 27 Y
por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la
semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la
muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que
venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el
desolador.
Anteriormente hemos visto que el verso 24 revela el tiempo que Dios instauró para
determinar el destino de la nación de Israel y su plan para la redención de toda la
15
Carballosa, 207
16
Grau, 102-103
17
Carballosa, 213-14
8
humanidad por medio de las seis promesas o bendiciones, las que afectan no solo a los
judíos sino al resto de miembros de la familia de Dios.
18
Carballosa, 215-216.
19
Fernando Daniel Savarí, la profecía de las setenta semanas, (Barcelona: Clie, 1992), 124-132
9
la perfección. Por lo que, Savarí pone el ojo en el acontecimiento que marcó el inicio de
su misión mesiánica, «su unción con el Espíritu Santo en ocasión de su bautismo» 20.
Esta es la posición que adopta la escuela historicista mesiánica al interpretar la
terminación de las 69 hebdómadas.
El siguiente verso, también tiene distintas perspectivas según la escuela. Se percibe una
primera parte relevante en el texto, «el Mesías será cortado» y el momento en el que
debe transcurrir esta acción «después de las sesenta y dos semanas». En la primera parte
los dos pensamientos predominantes asocian este hecho con la muerte de Jesús en la
cruz. Sin embargo, difieren en la semana donde encajar este evento.
Carballosa21 aboga a que la crucifixión del Mesías se lleva a cabo después de las 69
semanas, negando con rotundidad que sucediera «durante» de esta. Por otro lado, afirma
que tampoco ocurre en la semana 70 concluyendo en que entre las dos últimas semanas
de la profecía debe existir un lapso, comúnmente conocido como el tiempo de la iglesia.
Esto quiere decir que la escuela futurista dispensacional defiende el cumplimiento
histórico de las 69 semanas y el cumplimiento escatológico y profético de la última
hebdómada.
22
Desde otra perspectiva, Savarí junto a la escuela histórico-mesiánica ve un
despropósito y un fallo hermenéutico la división de las semanas y no ve en el texto
ningún espacio temporal donde el reloj profético se detenga. Por tanto, la explicación
que dan al texto es que las primeras siete semanas hacen referencia al transcurso de
tiempo que supondría la reconstrucción de Jerusalén y las otras setenta y dos hasta la
aparición del mesías. Inmediatamente, después de esta aparición daría comienzo la
semana setenta, por lo que la muerte del Mesías Príncipe se ejecuta a mitad de la última
semana de la profecía.
El otro gran problema hermenéutico es la figura es la de «un príncipe que ha de venir».
La escuela histórico-mesiánica definirá a este personaje desde una visión estrictamente
histórica, afirmando que no hay necesidad de que sea un personaje escatológico o
20
Savarí, 134-135
21
Carballosa, 217-219
22
Savarí, 138-144
10
futuro, aunque para Daniel si lo fuera en el momento en que es dada la profecía. Por
ende, este príncipe que ha de venir hace referencia a Tito Vespasiano Emperador del
Imperio Romano y que en el año 70 d. C. destruye Jerusalén y el Templo 23. Esta última
acción si es reconocida por ambas escuelas, pese a que determinen diferentes épocas en
su cumplimiento.
Por último, la profecía de las setenta semanas concluye con el verso 27, en el que la
discusión cae en la persona que «confirma el pacto» y «hará cesar el sacrificio y la
ofrenda». La posición histórico-mesiánica cree indudablemente que esta persona es el
Mesías Príncipe, quien a través de su sacrificio confirma el nuevo pacto consumando la
obra salvífica y la expiación de los pecados, haciendo cesar el sistema sacrificial del
antiguo pacto. Por otro lado, la futurista dispensacional aboga en que el texto está
continuando con el sujeto del verso 26, por lo que este personaje no puede ser otro que
el Anticristo, quien según esta perspectiva a mitad de la semana se revelará a las
naciones, profanará el Templo en Jerusalén y hará cesar el sacrificio y la ofrenda.
Hoehnner reafirma este pensamiento defendiendo que Cristo no vino a confirmar
ningún pacto ya existente (entendiendo que hizo uno nuevo en su primer advenimiento)
y luego la imposibilidad de que Cristo quebrantara un pacto que él mismo ha
realizado25.
23
Savarí, 148
24
Carballosa, 218
25
Carballosa, 221
11
26
Asimismo, Savarí comprende el versículo 26 como un paréntesis dentro del texto y
como el sujeto de ese verso no es tanto el príncipe que ha de venir sino «su pueblo». Por
ende, se entiende que la última sección de la profecía toma de sujeto al Mesías Príncipe
del verso 25. De la misma manera, alega que no hay lugar en el que se utilice el término
berit (pacto) que no haga alusión al Pacto de Dios con su pueblo y, tampoco existe un
texto que confirme que el Anticristo vaya a hacer un pacto con la nación de Israel. Por
último, menciona que el «cuerno pequeño» haga prevalecer un pacto durante siete años,
siendo que él mismo lo quebrantará a los tres años y medio.
5. Justificación de la interpretación
Debo reconocer que no me identifico al cien por cien con ninguna de las dos
interpretaciones por diferentes motivos. En primer lugar, considero que el texto
profético y escatológico conlleva un lenguaje y una dificultad intrínseca que
imposibilita llegar a conclusiones cerradas o verdades absolutas. Esta es la razón por la
que considero que ambas posiciones caen en su propia radicalidad en la interpretación.
Aunque, he de mencionar que me acerco en mayor medida con la óptica futurista
dispensacional.
26
Savarí, 151-152
12
idea de que el versículo veintisiete habla del mismo personaje que el versículo
veintiséis. Puesto que, no considero que haya ningún paréntesis en el texto.
CONCLUSIÓN
En conclusión, este trabajo ha sido una gran herramienta para reafirmar mi posición
personal y observar las fortalezas, debilidades y oportunidades que las dos visiones
predominantes ofrecen a los lectores e investigadores bíblicos. Personalmente considero
una virtud en un teólogo o de cualquier persona en formación la capacidad de escuchar,
analizar y cuestionar tanto su postura como las posturas que la enfrentan con un espíritu
abierto a posibles cambios de pensar.
BIBLIOGRAFÍA
Savarí, Fernando Daniel. La profecía de las setenta semanas. Barcelona: Clie, 1992
Walvoord, John. Daniel: The key to prophetic Revelation. Chicago: Moody, 1971.