EL LIBRO DEL NUEVO M UN DO MORAL
Robert Owen
Del conocimiento de los principios y métodos para englobar en un
sistema general, con las debidas proporciones, los elementos
dispersos de la ciencia de la sociedad; para actualizar y garantizar,
(le una forma estable y del mejor modo posible, la mayor parte de
11,s beneficios obtenidos, reduciendo al mínimo las desventajas.
(Capítulo sexto).
I u el último capítulo' quedó establecido que las leyes humanas
deben ser derogadas y que deben adoptarse únicamente las de la
l►aturaleza". En un principio, las leyes fueron el producto de esfuerzos
itc.iados de la mente humana y estuvieron encaminadas a conseguir
Mi lento progreso de las condiciones de existencia del hombre. Estas
leyes no fueron elaboradas para la consecución de fines
concretos, • emo tampoco iban encaminadas hacia un futuro
desarrollo; fueron impuestas por los poderosos y su única finalidad
era la de acrecentar la autoridad de éstos y mantener a sus
gobernados sujetos a su p►tior. Para la elaboración de estas
reglas, la naturaleza solamente 11111 consultada en apariencia, pues
de no ser así, ésta habría podido upo►erse eficazmente a ellas. La
razón humana había sido hasta Miura insuficiente para descubrir los
verdaderos fundamentos de la naturaleza del hombre así como
para formar una ininterrumpida ► dona de consecuencias que
hicieron derivar —eslabón tras wilabón—, de manera continua y
desde el principio hasta el fin — vnt daderos, grandes y gloriosos
resultados, o dicho de otro modo, ,►paces de asegurar la felicidad,
duradera y continuada, del género
u nano. Hasta ahora todos los sentimientos, pensamientos, ideas
o intereses del hombre habían sido individuales; su mundo era un
noqueño círculo particular cuyo centro era él. Ahora este período de
itinorante egoísmo y de irracionalidad está a punto de acabar: los
M IMO S acumulados no podrán influir más sin hacer que la socieda
tintaimboque en una confusión lindante con el caos. El individualismo
le sa tenido ya su época, su momento en el progreso humano, y
su I ono bordea ya necesariamente el fin.
1 1 I ,Ipíttilo quinto de la quinta parte de la obra lleva el título: "Del conocimiento de los
pe oliqpios y métodos por los cuales se rige el hombre, del mejor modo, en este nuevo
shelvina, como miembro de la gran familia humana."
17
La menguada asociación de ideas del individuo, basada en
cimientos falsos o en opiniones erróneas, puramente imaginativas,
ha de ceder el paso a una nueva forma de mentalidad humana, una
mentalidad basada en hechos ciertos y en verdades eternas; y cada
idea, cada asociación de ideas debe tender a estar en perfecto acuerdo
con las verdades fundamentales. Naturalmente, cada asociación de
ideas deberá ser del todo coherente y estar en perfecto acuerdo con
todas y cada una de las demás asociaciones.
Por consiguiente, no se producirá el contraste entre una idea y
la otra, entre una y otra asociación de ideas, ni tampoco podrá
darse una peligrosa o irracional contradicción en la mente que haya
sido estructurada por quienes han logrado unir el conocimiento de
la naturaleza humana a la racional estructuración de la sociedad.
Con este cambio —es decir, formando una nueva mentalidad
racional en lugar de la tradicional mentalidad irracional—, se podrá
en verdad decir que la mente del hombre ha renacido; que sus ideas,
sentimientos e intenciones se han convertido en universales, en
sustitución de las individuales y particulares. No se dirá nunca más:
"¿Qué es lo más ventajoso para mí?", sin tener en cuenta la familia
humana, de la que siempre el individuo será una unidad; sino que se
dirá: "¿Qué es lo más ventajoso para la raza humana?", puesto que
todos habrán comprendido realmente que lo que es ventajoso para
la familia humana resulta también ventajoso para cada uno de los
individuos de esta familia. La cuestión primordial ya no será nunca
más: "¿Qué debo hacer para mantenerme a mí y a mi familia?",
puesto que en este caso se entiende por familia, no únicamente los
hijos engendrados por dos seres irracionales y necesitados, sino
que, al contrario, siempre se dirá: "¿Que podría hacer yo para
convertir en eficaces y duraderas las ventajas de la familia humana
para llevar la felicidad a cada hijo de los hombres?TM.
Las diversas consecuencias que de estas dos mentalidades
pueden derivarse para los individuos durante su vida tardarán mucho
tiempo en ser apreciadas por las facultades del hombre irracional.
Por ahora basta con decir que la diferencia será la misma que la que
existe entre la vil condición de existencia del animal —cuyos instintos
están siendo siempre contrapuestos y su naturaleza continuamente
contrariada— y la de un ser que se conduce racionalmente,
conforme a sus instintos y de acuerdo con su naturaleza. Esta
naturaleza ha sido educada, mental y físicamente, con el máximo
cuidado, y el ser se ha visto colmado de múltiples conocimientos
útiles para consolidar la permanencia de la felicidad entre su raza.
La mente del individuo no se verá jamás confinada al círculo exiguo de
las ideas individuales formadas por medio de falsas asociaciones y
con sentimientos de mezquino interés personal. Esta había venido
siendo hasta ahora, la consecuencia de obligar a cada uno a
convertirse en un animal irracional y limitado, cuyas facultades
fueron tan erróneamente orientadas y dirigidas que, al mismo tiempo
que se desea ser feliz, uno se ve incesantemente impelido a poner
obstáculos a la propia felicidad y a destruir la de sus semejantes.
Por esto, ningún individuo afrontará la vida, lamentándose:
"¿Qué debo hacer para conservar y mejorar mi condición, la de mis
hijos y la de mis padres?"; sino que, al contrario, dirá ¿Qué puede
hacer la sociedad para producir, de la mejor manera, la mayor cantidad
de riquezas para usar y disfrutar de ellas? ¿Cómo podrían protegerse
estos productos contra todo daño, y cómo podrían ser distribuidos
de acuerdo con las necesidades del consumo? ¿Cómo podrían
llegar a ser hombres perfectos los niños y óptimas mujeres las
niñas? ¿Y cómo habrían de ser éstos gobernados para que estuviera
asegurada la máxima felicidad de cada individuo —joven o viejo—
durante toda su vida?".
Estas son las cuestiones fundameritales que debemos
plantearnos en este momento y el primer conocimiento que debemos
adquirir; pues, hasta que no se alcance tal conocimiento y no se
sepa responder con sensatez e inteligencia a estas preguntas, la
sociedad continuará siendo una masa confusa y caótica de absurdos
indescriptibles y, el hombre, un inconsecuente ser irracional; un ser
que contrapone su propia felicidad al bienestar general de su raza,
sin tener en cuenta la comodidad o la felicidad de sus semejantes, si
no es en la medida en que éstos contribuyan a beneficiarle.
Se ha dado —y se están dando ahora mismo— circunstancia
que obligan al hombre a aprender todo lo que puede capacitarlo
para responder sabiamente a todas estas importantes preguntas.
Y la primera consideración que se presenta es ésta: ¿Pueden
unos hombres divididos y con intereses contrapuestos crear, con-
servar y distribuir la riqueza, formar el carácter de todos los indi-
viduos, gobernar la sociedad mejor de lo que lo haría la raza humana
unida, habituada a comportarse conforme al interés común?
18
Una mente libre de prejuicios y de impresiones individuales
respondería inmediatamente que las ventajas de la unidad,
comparadas con el AISLAMIENTO y el desacuerdo entre los individuos,
serían de un millón contra uno. Ciertamente, tales ventajas no pueden
ser valoradas por la inteligencia, ruda y caótica, de la presente
generación.
Y, ¿quién, educado como hasta ahora lo ha sido el hombre, está
dispuesto a contestar esta pregunta, la más esencial, la que, por la
fuerza de las cosas, debe encontrar respuesta?: "¿Cuál es el mejor
modo para producir, conservar y distribuir la riqueza, formar el carácter
de todos y gobernar la sociedad?". ¿Qué hombre sería el más idóneo
para ésta función? ¿El clérigo, tal vez; el abogado, el soldado, el
físico, el político o el que se ocupa de la economía política; el
banquero, el mercader, el comerciante, el labrador, el industrial; el
hidalgo de ocasión o los más grandes terratenientes del mundo? ¿O
bien habrá que interrogar al filósofo o a algún simple hombre de letras?
¿Puede cualquiera de éstos responder a esta pregunta? ¿Habrá
alguno que haya logrado superar el restringido concepto de clase,
sustrayéndose a las limitadas concepciones individualistas o al estrecho
conocimiento personal? ¿No son, éstos, por necesidad, sino sólo
una ínfima parte de la humanidad; simples animales de cualquier
especie, secta o partido, sin llegar a ser hombres todavía, sino
meras partículas de lo que los hombres completos deberían ser?
¿Es que los hombres y las mujeres racionalmente formados no
serán adiestrados y educados para saber qué es la sociedad, cuál es
la forma mejor para producir, conservar y distribuir la riqueza, para
imprimir un carácter superior al material humano, sin valor todavía
al nacer, pero, en el momento oportuno y a la edad justa, con
capacidad para ayudar a gobernar bien y sabiamente la sociedad?
Sólo después de haber sido debidamente preparados y
educados, y una vez puestos en condiciones de conocer y de llevar
a la práctica estos importantes deberes del mejor modo posible, los
hombres del mañana serán aptos para pasar de la niñez a la edad
iadura.
¿Por qué no pueden hacerse ya desde ahora estos preparativos
para formar hombres y mujeres completos? Todo individuo, sin
excepción alguna, tiene interés en ser formado según estos principios,
y a partir del momento presente: todo está dispuesto para que po -
damos dedicarnos a esta gran labor, a esta tarea querida por Dios.
¡Dejemos que las facultades de la raza humana despierten de
una vez para siempre, y que el hombre avance por el camino de su
destino! ¡Ojalá sea posible convertir estas consideraciones en nuevos
arliumentos para estimular a todas las mentes hacia nuevos
0%1 uerzos, para tratar de obtener la racionalidad, el poder y la fe-
licidad que la naturaleza humana puede asimilar, si crea educada y
dirigida convenientemente desde su nacimiento! Los hombres, en
no sólo deben conformarse con conocer el mejor modo de
producir riqueza, conservarla, distribuirla, formar su carácter y
(hibernar, sino que es necesario que sepan también cómo combinar
estas partes en las debidas proporciones y crear un núcleo científico
cm la sociedad: un núcleo de cierta extensión, pero estructurado de
forma que pueda actuar, pacíficamente cohesionado, con otros
núcleos parecidos, núcleos que se prestan una ayuda mutua hasta
que todos ellos dispongan de io necesario. Y así, en todas las naciones
01 hombre se unirá al hombre, el núcleo al núcleo, convirtiendo la
(letra entera en un verdadero paraíso terrenal, en el que existirá un
r.010 interés y cuyas ventajas todos comprenderán, y todos preferirán
hablar un mismo lenguaje. Dado que en toda la tierra existirá un
interés común, también habrá en ella una sola tarea: la de aumentar
la felicidad de todos hasta el límite máximo concedido por las materias
primas que en el mundo existen, disfrutando de éstas según los
onperativos de la razón humana; disfrute posible solamente cuando
todos hayan adaptado sus facultades físicas, mentales, morales y
prácticas a este nuevo concepto del conocimiento universal adquirido
por el hombre.
Y, gracias a este cambio de un estadó de aislamiento general y
do repulsión mutua al de atracción y solidaridad social, los progresos
coordinados de la sociedad se darán de tal forma que el uso y el
beneficio de la tierra y de todo cuanto ésta sea capaz de producir,
mediante los más valiosos adelantos, constituirán el patrimonio
sin disensiones ni envidias— de cada uno; justa recompensa
placentera y saludable ejercicio del cuerpo y del espíritu racionalmente
dirigidos.
¿Con qué principios básicos, pues, se ha de formar el núcleo
científico de la sociedad para que reúna en sí los elementos de
toda la comunidad en las debidas y más ventajosas proporciones?
Es.... %tu-á la importante cuestión práctica que hay que resolver. Para
comprender y responder con exactitud a tal cuestión, se necesita un
conocimiento preliminar teórico y práctico. Es decir, un conocimiento
perfecto de las partes integrantes de la sociedad y, a la vez, una
valoración de su importancia relativa y de la ordenación de sus
formaciones.
19
En un sistema armónico, habrán de permanecer unidos y trabajar
coordinadamente en el proceso de producción: la agricultura, la
horticultura, las manufacturas, el comercio y, en ciertos casos hasta
la industria minera y la pesca; los depósitos, los almacenes y otros
lugares para conservar los productos; las formas de distribución
adecuadas al consumo; y paralelamente a ello nuevos métodos para
educar el carácter —sea cual sea la edad— desde el nacimiento
hasta la muerte; así como también los métodos, ulteriormente
discernidos, para los gobiernos local y central.
Para llevar adelante esta tarea, la sociedad tiene que pasar por
una reconstrucción integral. Es inútil pensar ahora en un cambio
mínimo; puesto que con esto sólo se lograría ensamblar
costumbres y principios falsos con costumbres y principios
verdaderos, pues toda tentativa de esta índole no haría más que
evidenciar el error que implica una unión artificiosa.
La reconstrucción de la sociedad, si es que con ella se pretende
conseguir algún beneficio para la raza humana, ha de ser total en
cada una de sus partes, hasta que "todas las viejas formas
desaparezcan y todo se renueve".
Las religiones, las leyes, los gobiernos, las clases, las
instituciones todos los acuerdos comerciales del viejo mundo han
de dejarse atrás y abandonarse, y, tan pronto como ello sea posible,
erigir el nuevo orden que ha de borrar las causas de la secular miseria
humana. Pero todo esto ha de ser llevado a cabo sin ninguna violencia
ni desorden. A medida que este cambio vaya desarrollándose, será
necesario poner a contribución una gran dosis de sagacidad y de
previsión para impedir el daño que podría derivarse del choque entre
sentimientos e intereses opuestos, al tiempo que habrá que evitar,
siempre que ello sea posible, toda ofensa o perjuicio a terceros.
Podría muy bien darse el caso de que alguien dudara acerca de
la existencia de condiciones reales o de la madurez de la sociedad
para esta gran transformación:
¿Está presta la población del mundo entero a abandonar el
individualismo, los intereses contrapuestos, el desacuerdo entre la
Jzón y los sentimientos, con todos sus perjudiciales efectos; está
presta esta población a adoptar el principio de unidad de intereses y
opiniones? O bien, dicho de otro modo, ¿están dispuestos los
habitantes de este país 2 —que es el que más directamente padece
los efectos de la actual organización de la sociedad— a dar un ejemplo
2 La Gran Bretaña.
al mundo, adoptando la nueva organización, basada en principios y
costumbres diametralmente opuestos a los viejos?
La respuesta es que el mundo, y particularmente el imperio
británico, están realmente dispuestos; y esta su disposición radica
en los sufrimientos cuya causa es únicamente la vieja organización
de la sociedad; sufrimientos que se han hecho insoportables y que
reclaman imperiosamente un cambio inmediato de la situación de
toda la población industrial de Gran Bretaña e Irlanda. Esta
transformación del sistema social es una tarea de enorme necesidad,
puesto que se han dado circunstancias tan penosas como para
incitar a los hombres a la búsqueda de algún alivio, para que éstos
intenten alcanzar la felicidad, ese bien tan deseado por todo ser
vivo.
Para una reorganización de tal envergadura, son esenciales
tierras, dinero, habilidad, trabajo y otros varios factores materiales.
Todas estas cosas abundan en las Islas Británicas, en donde se
están construyendo, o se tiene el proyecto de construir, redes
ferroviarias destinadas a transportar las materias desde las regiones
en que éstas abundan a otras comarcas en donde escasean —o no
existen—y de las que se tiene gran necesidad.
Para efectuar esta reorganización con sabiduría y prudencia,
es decir, del mejor modo posible con vistas a un duradero beneficio
común, el gobierno debería comprar a los actuales propietarios, a
un precio favorable y honesto, las redes ferroviarias ya terminadas
y el terreno que las flanquea en una anchura oscilante entre 3 y 6
millas. Este terreno tendría que ser utilizado por los mejores
ingenieros y expertos, contratados por el gobierno, para la
formación de los nuevos núcleos urbanos de la sociedad y para la
reorganización de ésta, sin perturbar prematuramente, la vieja
organización; poniendo en práctica este nuevo sistema sólo de una
manera gradual, pacífica y que resulte útil para todos, de acuerdo con
las leyes de la naturaleza.
Pero podría haber quien se preguntara, ¿qué principios y qué
orientaciones prácticas guiarán y asistirán a estos ingenieros,
arquitectos y expertos encargados de formar la nueva organización en
restitución de la antigua?
El proyecto de un núcleo que constituya una parte de esta
nueva organización ha sido expuesto ya, en sus pormenores, por el
autor de este Libro en un trabajo publicado bajo el título de Exposición
de los principio y proyectos sobre los que estructurar más bases
coloniales internas
3 Cfr. R. Owen, etc.,of3 the
A development enprincipies
el queandelplans
lector encontrará
on which to establischmás
self -
informaciones respecto de los argumentos anteriormente tratados.
20
P er o , a t í t u l o d e gu í a p a r a est o s h i po t ét i c o s a g en t es d el
gobierno, se ha de establecer que cada núcleo posea una cantidad
de tierra e industrias productivas en proporción a las exigencias de
la población en el momento de máximo crecimiento y en previsión
de las necesidades del futuro; instalaciones suficientes para alma-
cenar los productos de la tierra y distribuirlos de la manera más
convenientes para el consumo; además se necesitan otros sistemas
para la educación de la juventud y para formar el carácter de todos,
es decir, para hacer que éste sea coherente con la naturaleza y
racional en cuanto al sentimiento, al pensamiento y a la acción.
Estos sistemas tendrían que idearse de manera que pudieran ser
fácilmente controlables y dirigidos, y así ningún individuo perma-
necería ignorado, abandonado o de algún modo olvidado por la
sociedad. Y hasta que no se consiga todo esto y no se sienta una
gran preocupación por cada uno de los miembros que componen la
familia del hombre —procurándole lo necesario para vivir una vida
digna desde su nacimiento hasta su muerte—, la sociedad no habrá
alcanzado un estadio verdaderamente racional.
Hasta ahora la felicidad de la raza humana se ha tenido muy
poco en cuenta; el interés particular del individuo y de su familia ha
venido absorbiendo casi por completo el pensamiento de los
hombres, y todos los mecanismos sociales han sido dispuestos para
este fin, junto con el de acumular riqueza y poder, puesto que la
riqueza es el medio más seguro para mantenerse en este mismo
poder.
En esta nueva estructuración que ahora proponemos a la
sociedad mundial, todas y cada una de las partes de la misma están
constituidas y pensadas para crear y asegurar la felicidad del género
humano, así como para contribuir al mejoramiento de todo lo que
concierne a la existencia humana, con energías cada vez más cre-
cientes en virtud del progresivo aumento de ciencia y de capital
que, de generación en generación, se irá obteniendo.
Cada núcleo social será fundado y construido atendiendo sólo
a este principio. LA FELICIDAD DE TODOS será el objetivo final de cada
na de las partes de esta reestructuración, objetivo que se hará
-
extensivo a toda la sociedad.
Con la exposición de estos principios generales, resultará más
comprensible la combinación de las diversas partes de cada núcleo
y la unión recíproca de todos ell os.
supporting home colonies; as most .secare and profitable investment for capital, and a
effectual means permanently to remove the causes of ignorante, poverty and crime,
Londres, Home Colonization Society, 1841.
 Para garantizar a todos la felicidad, es preciso asegurarles una
existencia estable y cómoda y una formación educativa de nivel
superior.
Tal es el deber de la sociedad; y siendo que ésta posee los
medios materiales para hacer real esta misión en el mundo, y, dado
que cada individuo perteneciente a la raza humana tiene interés en
que esto suceda así, en seguida que esta necesidad se haga
plenamente evidente habrá que actuar en consecuencia.
Para dar más realce al interés de este nuevo orden, y a fin de
que éste no pueda ser mal interpretado, sería muy necesario
contemplar en plena actividad un núcleo que haya sido creado según
esta ordenación científica de la sociedad, y en el cual los cuatro
elementos naturales estén combinados equitativamente; el contraste
de éste con la actual y caótica confusión de todas las cosas
sorprendería favorablemente el sentido común de las clases
sociales y de todos los individuos hasta tal punto, que
desaparecerían las dudas acerca de cuál de los dos sistemas
triunfará. El hombre quiere ser feliz: tan pronto como haya
encontrado el camino justo seguirá este camino sin duda alguna.
De la formación de este núcleo o ejemplo práctico de una
ordenación científica de la sociedad surgirá la necesidad de
constituirlo de una forma total, y tan pronto como ello sea posible,
partiendo del conocimiento derivado de la experiencia del pasado
así como del de otras fuentes.
La estructuración de este nuevo núcleo (conviene tenerlo siempre
presente), sobre el que se necesitará fundar otro y crear un nuevo
modo de vida, consiste en combinar los elementos de la sociedad de
modo que éstos procuren lo más rápidamente posible la mayor can-
tidad de riqueza con la mínima cantidad de trabajo y capital, todo ello
compatible con la plena salud y la máxima felicidad de los productores;
riqueza que debe ser acumulada y distribuida de la manera más
ventajosa para los consumidores, los cuales, a su vez, habrán co-
operado en la producción en su triple calidad de produc-tores,
educadores y gobernantes; es decir, en esta distribución de la riqueza
participarán todos aquellos que, según las distinciones de la socieda
antigua, forman la clase baja, media y alta, pero que según el nuevo
orden social se diferenciarán en jóvenes, hombres de mediana edad y
ancianos dotados, estos últimos, en virtud de su mucha edad, de
gran experiencia. Esta triple distinción se aplicará, en contra de lo que
se ha venido haciendo en el pasado y de una manera bastante más
perfeccionada que la actual, a toda la raza humana.
21
Cada uno recibirá, en el momento mismo de su nacimiento,
una educación tal, que lo convertirá en un ser caritativo para toda la
vida—en el sentido más amplio de la palabra—para con todos los
que pertenecen a su raza, y tendrá una formación que le permita
alcanzar tal acopio de cualidades buenas, superiores y amables, que
necesariamente será amado y amará a todos sus vecinos tanto
como a sí mismo. Y todos comprenderán que solamente de esta
manera la caridad y el amor pueden instalarse y mantenerse para
siempre en el seno del género humano.
Para obtener estos resultados de la mejor forma y en el menor
tiempo posible, ha sido ideado el núcleo científico social, fundamento
de la unidad universal para la colaboración y cooperación de la raza
humana.
Este núcleo debe constituirse en un terreno que sea capaz de
producir —siempre que esté bien cultivado— lo suficiente para
abastecer anualmente a sus propios habitantes, en la curva máxima
de crecimiento de la población, por lo que, no sólo se evitará la
pobreza, sino incluso el temor a la indigencia futura. Dicho terreno
deberá tener la extensión suficiente para que pueda darse conve-
nientemente el cultivo ín cúmulo; es decir, habrá de contar con una
determinada disposición, puesto que ha de dividirse en cuatro
sectores, equidistantes todos ellos de la parte central en donde se
construirán los edificios residenciales. Estos edificios deberán estar
ubicados lo más cerca posible del centro del terreno, de acuerdo
con las condiciones locales.
La construcción de las viviendas deberá satisfacer las exigencias
de la higiene, del buen gusto y de la arquitectura; por lo que tales
viviendas serán proporcionadas al nivel de crecimiento de la
población. Y, en cada núcleo, según su situación, sería muy
conveniente que existieran otros terrenos, industrias, minas, zonas
de pesca y rutas ventajosas para la navegación, con el fin de asegurar
en todo momento, el sustento necesario a sus moradores. Además
de esto, cada núcleo deberá estar dotado de institutos idóneos para
albergar, educar y formar el carácter de todos los miembros desde
nacimiento hasta su muerte; porque, en realidad, de aquí saldrá
la enorme fuerza motriz que valorizará todas las actividades del
núcleo, creará el espíritu y la mente que habrán de dirigir e impregnar
todo cuanto allí se dé. Por eso mismo es esencial que el núcleo esté
debidamente reglamentado y que sea dirigido con la máxima
habilidad. El éxito que esta nueva organización social tenga en el
futuro, dependerá en gran parte del buen funcionamiento de esta
sección,
quiero decir, de la perfecta comprensión de los principios teóricos y
de la acertada aplicación de éstos a nivel práctico.
Si bien el primer deber del hombre para consigo mismo y para
con sus semejantes es el de abastecerse de lo necesario para vivir,
su segunda obligación no es menos importante que la primera; la
primera es la de adquirir todo lo necesario para la salud corporal, la
otra, todo lo necesario para la salud del intelecto y para crear aquel
espíritu de caridad y amor que todo lo invada y sin el cual la sociedad
humana viviría en la anarquía, mientras que, bajo la inteligente
dirección de la misma, la tierra podría en breve tiempo convertirse
en un paraíso.
Pero además, junto con la producción, la conservación y
distribución de la riqueza y la formación del carácter, son necesarios
otros sistemas para facilitar la superintendencia y el gobierno del
núcleo y de la población al mismo adscrita.
Con sistemas prácticos como los expuestos (para producir,
conservar y distribuir la riqueza, así como para formar el carácter),
no habrá otro elemento constitutivo del núcleo más simple ni más
fácil de poner en práctica que el buen entendimiento entre las
actuaciones del gobierno y la población, siempre y cuando exista
una constante preocupación por todos y cada uno de los individuos
y se trate a éstos con la debida justicia.
No será difícil, sino que más bien ello constituirá una actividad
en extremo útil, un verdadero placer y una gran satisfacción, el
gobernar un pueblo cuyo carácter se irá formando ya desde su
nacimiento; un pueblo ocupado siempre en trabajos proporcionados
a la edad, capacidad y experiencia de cada uno; un pueblo colocado
en las más favorables condiciones para producir, conservar, distribuir
y disfrutar la riqueza; un pueblo que comprenderá los principios y
que estará familiarizado con los usos y costumbres de la sociedad;
un pueblo cuya instrucción suscitará en sus miembros el deseo y las
facultades necesarias para promover la felicidad de cada uno; un
pueblo del que habrán sido extirpados todos los motivos de ira,
celos, venganza y todas las demás pasiones bajas y dañosas; u -
pueblo que, mediante el conocimiento de su propia naturaleza, será
impelido por el espíritu de caridad y amor por su raza, y que vivirá
toda su existencia en una perfecta igualdad de educación y
condiciones, de acuerdo con la edad de cada uno de sus miembros.
Y ahora es necesario que determinemos el número máximo y
mínimo de hombres, mujeres y niños que será conveniente agrupar
en cada núcleo, porque de dicho número dependerá la disposición
de las viviendas y edificios públicos de la comunidad.
22
Este número será el resultado del estudio acerca de la
conveniencia de reunir a todos los que puedan educarse juntos y
ocuparse de la producción, conservación y distribución de la riqueza,
de la educación de los jóvenes, del gobierno central y local, según
los principios y los usos del Sistema Racional de la sociedad.
Para llevar a cabo estos proyectos —con el apoyo de los
distintos progresos científicos, siempre perfeccionados y estimulados,
dado que la naturaleza humana así lo permite—, el número mínimo
de hombres, mujeres y niños ha de ser en proporciones adecuadas,
de unos quinientos, y el máximo cuatro veces más, esto es, de unos
dos mil. Este número es el indicado porque será fácil reunirlo mediante
la concentración de varias familias aptas para las tareas de un núcleo
social inserto en un sistema racional de la sociedad; y, dado que
este núcleo inicial estaría rodeado por otros núcleos a una distancia
de milla y media por el este, oeste, norte y sur, habría inicialmente,
en el perímetro abarcado por tales núcleos, una población de ocho
mil vecinos, quienes, con la población local de dos mil, formarían un
total de diez mil compañeros, perfectamente educados, instruidos y
trabajando en su propio beneficio, de acuerdo con la edad de cada
uno. En el siguiente círculo, a tres millas de distancia, se tendrían
cerca de dieciséis mil habitantes, o más; y así sucesivamente según
el área de extensión del círculo. De esta forma, mediante la buena
aplicación de estos sistemas, cada milla cuadrada podrá albergar,
con toda comodidad, en condiciones mejores que las actuales, un
número de personas cuádruple, por lo menos, del que ahora podrían
agruparse, y de la manera más perfecta, en la sociedad actual, y
diez veces o más, superior que el suelo de Gran Bretaña es capaz de
alimentar.
Y esta transformación hacia la felicidad de todos será realizada
sin que se tenga que recurrir a ninguna de las condiciones
desfavorables que tanta miseria deparan ahora a los individuos,
quienes se ven forzados a ser ignorantes y constreñidos, a ser
pobres; - 9ndiciones, en suma, infrahumanas y determinadas por las
calles, callejones, corrales y callejas malolientes de la ciudad, por las
míseras cabañas campesinas; lugares, éstos, en los que los que
habitan, mantenidos en la ignorancia y constreñidos a vivir en la
pobreza, se ven obligados a arrastrar una existencia vil y, al
mismo tiempo, constituyen una prueba fehaciente de la enorme
irracionalidad del sistema por el que, hasta ahora, ha venido
gobernándose la raza humana, en claro contraste con el sentido
común y con la razón.
 Analizando la sociedad, descubriendo sus elementos
originales, constatando su presente y pasada condición
caótica y su grosera perversión, sabiendo cómo reunir
dichos elementos, proporcionalmente, en cada núcleo
social, más aún, conociendo la manera en que estos
últimos han de integrarse para formar la gran familia
humana, el género humano se verá liberado de su
irracionalidad y de sus miserias, consecuencias
inmediatas, éstas, de aquéllas; esto es, serán creados
hombres y mujeres perfectos, colocados en condiciones
tan ventajosas, que habrán de gozar por fuerza de una
existencia larga y feliz en la que se aunarán la salud, la
ciencia, la riqueza, la armonía de intereses y de sentimientos
para asegurar el bienestar y la felicidad de cada uno en
particular y de todos en general.

Gracias a este cambio, no habrá de producirse

enfrentamiento alguno entre los individuos y las naciones,
ni siquiera por lo que aún es misterioso y, naturalmente,
todavía no descubierto; tampoco por las leyes humanas,
desde el momento en que las leyes de la naturaleza,
definitivas, fijas e inmutables, tienden a asegurar el bienestar
del hombre y su felicidad máxima; tampoco por sus
gobiernos, ya que todos, a la edad adecuada y
debidamente adiestrados, se convertirán en gobernantes
y tendrán opción a participar en el gobierno del mundo;
por lo tanto, todas las profesiones se harán inútiles, lo
mismo que la clasificación racional de los individuos en
clases baja, media y alta. Con lo que se vendrá a poner fin
a todos los intereses de clase, y, por consiguiente, el
mundo se convertirá en un paraíso en lugar de en un
infierno.

23