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El primer viernes santo:

¿Escucharon hablar sobre la semana santa?

En el Domingo de Ramos, las calles resonaron con el eco de la esperanza. Jesús, montado en
un humilde burro, fue recibido con ramas de palma y corazones rebosantes de fe. La multitud
aclamaba con alegría, reconociendo en él al Rey que traería salvación y paz.

Las palmas agitadas simbolizaban no solo la victoria terrenal, sino también la victoria espiritual
que estaba por venir. En ese momento, Jerusalén se llenó de la promesa de un nuevo
comienzo, de la liberación esperada y del amor redentor.

Pero detrás de la celebración había un misterio más profundo: Jesús sabía que su camino hacia
la cruz comenzaba allí mismo, entre las aclamaciones y los cantos de alabanza. Su corazón
estaba lleno de compasión y determinación, listo para enfrentar el sacrificio supremo por el
bien de la humanidad.

El jueves santo llegó, pero con una anticipación de tristeza. Un espíritu de muerte se apoderó
de Judas Iscariote, el cual entregaría al Mesías por 30 monedas de plata. “Quien entregaría el
rey por tan poco? Podemos pensar, pero... ¿Cuántas veces hemos evadido al señor por mucho
menos? ¿Cuántas veces lo evitamos? ¿Cuántas veces negamos al señor, como pedro?

Aun así, después de la resurrección, Jesús le dijo a Pedro: “Yo te amo. ¿tú, me amas?”
EL señor nos habla hoy igual que a Pedro “Yo te amo, ¿tú me amas?” Él realmente nos ama,
aunque es fácil decir “Dios nos ama” pero no tanto aceptarlo, así que les invito a decir muy
fuerte “Dios ME ama”

El primer jueves santo de la historia, aunque fue un momento, quizás lleno de


desesperación, da lugar a una de las cosas más importantes de nuestra fe: La Eucaristía.

En este día recordamos como Jesús, en la última cena nos dice: “Tomen, y coman
todos de él, porque este ES mi cuerpo” y “Tomen y beban todos de él,

porque este es el cáliz de mi Sangre, que será derramada por muchos para el perdón d
los pecados”

En la Eucaristía, Jesús muestra su amor máximo, uniéndose al cielo y la tierra, en un abrazo


divino. Y Cada hostia consagrada es un susurro de su corazón que nos dice: “aca estoy, en
cuerpo y alma junto a vos, estoy aca en cada silencio, en cada eco, en cada lamento y alegría,
estoy aca en este trozo de pan.”

Y el viernes santo…

El dia que recordamos ahora.

El Viernes Santo es el día en que recordamos la crucifixión de Jesús. el domingo pasado los
invitaba a imaginar, por un momento, el peso de nuestros errores, dudas y miedos; ahora
piensen en alguien quien esta 100% dispuesto a cargar con todo eso por ti, a sufrir el dolor más
grande para darte la oportunidad de empezar de nuevo. Esa es la esencia de la cruz de Jesús:
un acto de amor tan pero tan grande

En la cruz, Jesús experimentó un sufrimiento incomparable, tanto físico como emocional. Sin
embargo, su corazón seguía lleno de compasión y perdón, como lo demostró al perdonar a
aquellos que lo crucificaron y al prometer el paraíso a uno de los criminales crucificados a su
lado.

En este Viernes Santo, recordamos la magnitud del amor de Jesús, que trasciende todo
entendimiento humano. Nos sumergimos en su sufrimiento con gratitud y reverencia,
sabiendo que su sacrificio nos brinda la esperanza de la vida eterna y la reconciliación con Dios.

Que este día nos inspire a amar, amar profundamente como Dios nos ama. A responder al
señor y decirle, seño, reconozco que vos ME amas, me amas inmensamente, es un amor que
ninguna mente pueda comprender, pero mi respuesta para vos es que yo te AMO

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