Está en la página 1de 3

el temporizador eterno

‘blum blum’ sonaban los auriculares de un joven al entrar a su oreja, mete la


mano en su bolsillo, y saca su teléfono el cual su pantalla se encenderá tan solo
con el recorrido de su muslo a en frente de sus ojos, presiona el triángulo que se
ubica en la parte inferior de la pantalla, comienza a sonar en sus auriculares una
melodía de lo más hortera y ordinaria que te puedas imaginar, el típico compás
de dos tambores de reggaeton. El adolescente se pone de rodillas mientras
resoplaba, vuelve a encender su móvil, donde establece un temporizador de 2
minutos, pone sus codos pegados al suelo, y le da al botón iniciar en su pantalla,
eleva el culete como para hacer una plancha, y es que era evidentemente lo que
se disponía a hacer, no la hacía por ninguna razón en especial, simplemente
llevaba toda la mañana tumbado en la cama y decidió hacer algo de ejercicio
físico, apoyo el móvil en una pata de la cama, a la que él estaba justo enfrente,
los primeros segundos se le hicieron bastante leves. Tras lo que el calculo como
unos 15 segundos, levantó la mirada a ver cuanto tiempo le faltaba para terminar
aquello que ya se le estaba empezando a ser una tortura, “1:57”, -”¿pero que
cojo…? se susurro a si mismo, tampoco le dio mucha importancia y continuó en
esa postura tan incómoda regresando la mirada para abajo, volvieron a pasar lo
que serían otros 15 segundos para el, levanto la mirada, “1:55” aparecía en la
pantalla, -”si hombre, esto no puede ser verdad” se dijo de nuevo así mismo
derrochando oxígeno que en aquellos momentos valian oro puro, eso era
básicamente imposible, ya llevaba más de la mitad de la canción con la que él
había comenzado la plancha,y no habían pasado ni cinco segundos según el
móvil, a lo que interrumpe en el cuarto un portazo -”Julian niño, me cago en la
mar salaa’¿te voy a tener que llamar 30 veces o que? vamo’ a come anda que
se me enfrían las lentejas” decía una señora de unos 40 años mal llevados con
una cesta hasta arriba con ropa sucia, a la que era fácil suponer que era su
madre -”mama que no puedo, que tengo que terminar la plancha y el tiempo no
baja” agonizaba Julian -”¿pero como no va a bajar ¿que cosas estas diciendo
julian? a ti tanto cacharrito te está comiendo la cabeza, quítate esos auriculares
de las orejas ahora mismo que las ondas del blutu (bluetooth) están interfiriendo
directamente en tu cerebro” gritaba la madre poco a poco elevando más y más
su tono de voz mientras le quitaba de un manotazo los auriculares de las orejas
-”mama, que te lo juro por lo que tu mas quieras, que el tiempo no baja” replicó
Julian, la madre, sorprendida por el ser tan estupido que ella había sido capaz
de criar, le mira a el, y posteriormente al móvil, vuelve a mirarle a él, y luego al
móvil, así repetidas veces, se agacha para ver la pantalla más cerca, le vuelve a
mirar a él, se agacha aún más, y le vuelve a mirar, su unica reaccion fue abrir los
ojos como platos y decir mientras volvia a su postura normal -”pedrín” , se va de
la habitación y regresa poniéndose una gafas, se vuelve a agachar de nuevo, en
esta última le comenzaron a doler hasta los isquios de tanto agacharse, -”niño,
po’ vas a tener razón, que esto no baja” decía la madre sorprendida que
continuaba con los ojos como platos, -”¿y que vamos a hacer mama?” -”po’
Julián, mira que tengo años y pocas cosas no he visto yo, pero algo así… en la
vida…” -”¿entonces?” decía Julián que sentía que tenía encima dos ballenas
azules -”voy a acercarme a las oficinas de la empresa del movil, a ver que
solucion me dan, pero vaya, que todo esto es mu’ raro”, la señora, con prisa,
pero no con la suficiente al criterio de su hijo, cogió el coche y fue a las oficinas
de atención al cliente de la empresa a la que pertenecía el móvil de su hijo.
Se le escuchaban ya los pasos de indignación desde el parking, y es que al
entrar al edificio estaba tan enfadada que casi ni espero a que la puerta
automática se abriese, a poco de llevarsela por delante -”buenas tardes, ¿en que
podría ayudarle? dijo una mujer muy bien uniformada, con un pin en el que ponía
“Laura” en el pecho, sentada en una silla mirando a un monitor el cual casi que
le tapaba toda la cara del tamaño, -”buenas tardes pa’ quien las tenga, porque
pa’ mi hijo y pa’ mi no, que me lo teneis asfixiado en el suelo de su cuarto” gritó
la señora mientras daba golpes en la mesa donde el monitor se ubicaba
llamando la atención de todos los de alrededor -”señora por favor, le ruego que
se calme, defina mejor su problema si no le importa” dijo la Laura que tuvo la
mala suerte de atenderle, elevando un poco también su tono de voz como
autodefensa en cierta parte, -”pues que mi hijo ha decidido hacer unos dos
minutos de plancha en el suelo, y el temporizador no baja, y la criatura lleva ahí
mediahora en el suelo tirao’” decía la señora bajando poco a poco su volumen
para las buenas noticias de todos, -”un caso muy extraño, no se lo voy a negar,
¿me podria facilitar su nombre?” -”Milagros Fernandez, Milagritos para los
amigos” -”¿qué gama es su móvil? -”el 13” -”pues mira Milagros, te voy a ser
honesta, no se que le puede pasar al móvil de su hijo, pero a mi no me consta
que haya ninguna solución posible, puedes pasar al despacho de mi encargado
y hablar con él, a ver si el puede hace algo” sugirió Laura -”pues claro, pues
claro que me vas a dejar ver a tu encargado, porque sino hecho a arder estas
oficinas contigo dentro Laura, y es que no me tiembla un pelo” estalló Milagros,
lo que hizo que la dependienta se echase un poco para atrás porque
probablemente le saltó hasta gotas de babas de los gritos de la madre, Laura,
trago saliva, y le señalo una puerta, en la que Milagros supuso que era el
despacho de su encargado, con un paso largo y orgulloso, se acercó a la puerta,
inspiró se mantuvo el aire en el pecho por unos segundos y lo exhalo, así
repetidas veces, agarró el pomo, y de una manera completamente relajada e
irreconocible por parte de Milagritos, abrió esa puerta, -”Buenas tardes Milagros”
dijo una voz de lo más grave, provenía de una silla, que estaba de espaldas a la
puertas -”Bu… Bu… Buenas?” balbuceo Milagros, -”ya me han contado de tu
problema, no creo que haya solución…” decía este misterioso hombre mientras
giraba lentamente su silla para darle la cara a la madre, iba en traje, tenía un
bigote con las puntas tiesas a cada lado, y una perilla de lo más aterradora -”te
comento, aqui tengo el reloj supremo, donde llevó todas las horas, cronómetros,
temporizadores etcétera de nuestros móviles, podría reiniciarlo, pero sería un lío
gigante, tan solo por tu simple hijo” dijo el encargado, mientras abría un maletín
apoyado en la mesa con un reloj en su interior, cables y luces, -”pero señor,
entienda, que si usted no reinicia ese reloj, mi hijo estará haciendo plancha por
siempre” rogaba la madre, -”no puedo tomar esos riesgos señora”, Milagros, se
quedó aturdida tras la noticia, devastada, se tiró al suelo a llorar sobre sus
rodillas -”por favor señor, por favor” rogaba, mientras el encargado miraba por la
ventana, cuando el hombre se giró, encontró a Milagritos rompiendo a
chancletazos el reloj, cuando él ya quiso actuar, ya era tarde, y era una cuenta
atrás para que explotara el reloj, nadie conocía cuales iban a ser las
consecuencias. “pipipipupipipipu” sonaba la melodía de un teléfono, finalmente
Julian podía apoyar el abdomen en el suelo, bajo las escaleras rápidamente
-”mama, mama, muchas gracias por todo me has salvado” agradeció el joven a
su madre, -”pero niño, tu que estas hablando de salvarte o no salvarte, ¿tas’ dao’
en la cabeza o algo?” en ese momento, Julian se dio cuenta de que seguía
sonando el mismo compás hortera, ahí se dio cuenta, que tan solo pasaron dos
minutos de pancha

También podría gustarte