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Ciego/Las profundidades

Recibió el primer mensaje justo cuando chifló la pava. El celular vibró a su espalda,
apoyado sobre el microondas. Sus ojos se mantuvieron al frente, clavados en el vapor
ascendente que salía de la punta. Como casi todos los días, experimentó una epifanía
sobre algún aspecto superficial de la vida que no pudo poner en palabras y la olvidó a
los pocos segundos. El celular vibró de nuevo. Como si hubiese visto una sombra ajena
con el rabillo del ojo, torció levemente la mirada hacia atrás y se quedó inmóvil.
Después de unos segundos, apagó la hornalla y sacó la pava. Echó tres cucharadas de
café, llenó la jarrita con agua hasta el tope y decidió darles un minuto de privacidad
antes de presionar el filtro hacia las profundidades.

—“Es bueno que los dos se conozcan antes de convertirse en uno”—pensó—. “El sabor
es único”.

Se sentó en una silla de las dos que tenía en el comedor y le crujió la espalda. Le
sucedía hace meses, pero casi no le dolía.

—“Debería ir a hacerme ver. O por lo menos sentarme derecha.”

gMiró el celular. Un minuto. Dos minutos. Tres. Se levantó, algo volvió a rechinarle
entre los omóplatos y agarró el celular. El reloj del teléfono marcaba las 02:07 de la
madrugada.

«-NOMBRE APP-»

«Nuevos mensajes»

«Buenas noches»

«Buenas noches», respondió ella.

«Perdón por el horario. Espero no haberla molestado».

«No se preocupe. No dormía».

El hombre de la foto era de unos sesenta años. El ángulo de la foto dejaba en evidencia
una joroba pronunciada cubierta por una camisa Polo verde, azul y blanca, a rayas. Ella
se fijó en lo inusuales que eran sus ojos achinados y lo gordos que eran sus labios. A su
lado sostenía un diploma y sonreía a cámara una chica de unos veinte años vestida con
una toga bordó.

- HOMBRE VIOLENTO? DILEMA ENTRE DEJAR A UN MORIBUNDO


VIOLENTO O MANTENERSE A SU LADO.

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