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148 R E NÉ D E SC AR TE S

DESCARTES, Discurso del método me queda para la acción. Hoy, pues, habiendo, muy a Punto
para mis designios, librado mi espíritu de toda suerte de cuí_
y Meditaciones metafísicas, dados, sin pasiones que me agiten, por fortuna, y gozando d e un
seguro reposo en un apacible retiro, voy a aplicarme seria_ men te
y co n lib er tad a d es tru ir en g en er al tod as op i n i o , _ nes

Ni
Madrid 2008. Editorial Tecnos. antiguas.Y para esto no será necesario que demuestre que todas
son falsas, lo que acaso no podría conseguir, sino que, p or cuanto la
razón me convence de que a las cosas, que no sean enteramente
ciertas e indudables, debo negarles crédito, con tanto cuidado
como a las qu e me p arecen m estamen te falsas, bastará, pues, para
rechazarlas todas, que e aninc manifiestamente en cada
una, razones para ponerla en duda.Y para esto no será necesa -
rio tampoco que vaya examinándolas una por una, que fuera
MEDITACIONES un trabajo infinito; y puesto que la ruina de los cimientos arras -
tra necesariamente consigo la del edificio todo, bastará que di-
Acerca de la filosofía primera, en las cuales se prueba
claramente la existencia de Dios y la distinción real rija primero mis ataques contra los principios sobre que des -
cansaban todas mis opiniones antiguas.
entre el alma y el cuerpo del hombre Todo lo que he tenido hasta hoy por más verdadero y segu ro,
lo he aprendido de los sentidos o por los sentidos'; ahora bien:
he experimentado varias veces que los sentidos son engañosos, y
MEDITACIÓN PRIMERA. es prudente no fiarse nunca por completo de quienes nos han
engañado una vez.
De las cosas que pueden ponerse en duda Pero aunque los sentidos nos engañen, a las veces, acerca de
cosas muy poco sensibles o muy remotas, acaso haya otras m
Hace ya mucho tiempo que me he dado cuenta de que, des de. chas, sin embargo, de las que no pueda razonablemente sal
ini niñez, he admitido como verdaderas una porción de opiL'enes darse, aunque las conozcamos por medio de ellos, como sT4
e, sodoi
falsas, y que todo lo que después he ido edificando so - por ejemplo, que estoy aquí, sentado junto al fuego,
.tan endebles principios, no puede ser sino muy dudoso e con una bata, teniendo este papel en las manos y otras Por, os e
y
erto; desde entonces he juzgado que era preciso seriamente estilo.Y ¿cómo negar que estas manos y este cuerpo sean mi •
meter, una vez en mi vida, la empresa de deshacerme de a no ser que me empareje a algunos insensatos, cuyo cere br°
r aZlas o p in ion es a qu e h ab ía d ad o cr éd ito y emp ezar d e
7 1 ' desde los fundamentos, si quería establecer algo firme h u ll ' a" '
es
tante en las ciencias. Mas pareciéndome muy grande la Ao " 1 Inicia aquí la exposición de los motivos que los seres
1 t:: •
para dudar: 1) la escasa fiabilidad de los sentidos; 2) la posibilid adaderc de -;Y 5
he aguardado hasta llegar a una edad tan madura, que k yer . ie ra
esperar otra más propia luego para llevar a bien mi so ñando y por ello qu e los juicios qu e se haga n no sea n ver d!L/0
co 'c'; Por 10 cual lo he diferido tanto tiempo, que ya creo sibilidad de que incluso los más simples razonamientos ni -aten-Mac°.
metería una falta grave si perdiera en deliberar el que correctos. Estas tres posibilidades las expuso anteriormente en el posibiliáll
método. A estas posibilidades ahora, en las Meditaciones, añadirá:4)13
[1471 de que un Genio Maligno nos engañe sistemáricame n t e .
MEDITACIONES METAFÍSICAS 149 rentes animales; y aun suponiendo que la imaginación del ar -
tista sea lo bastante extravagante para inventar algo tan nuevo,
es tá tan turbio y ofuscado por los negros vapores de la bilis, que nunca haya sido visto, y que así la obra represente una cosa
qu e afirman de continuo ser reyes, siendo muy pobres; estar puramente fingida y absolutamente falsa, sin embargo, por lo
v estidos de oro y púrpura, estando en realidad desnudos, o se menos, los colores de que se compone deben ser verdaderos.
imaginan que son cacharros, o que tienen el cuerpo de vidrio? Y por la misma razón, aun cuando pudieran ser imagina rias
mas los tales son locos; y no menos extravagante fuera yo, si esas cosas generales, como cuerpo, ojos, cabeza, manos y otras
me rigiera por sus ejemplos. por el estilo, sin embargo, es necesario confesar que hay por lo ,

Sin embargo, he de considerar aquí que soy hombre y, por menos, algunas otras más simples y universales, que son
co nsiguiente, que tengo costumbre de dormir y de represen - verdaderas y existentes, de cuya mezcla están formadas todas
tarme en sueños las mismas cosas y aun a veces cosas menos esas imágenes de las cosas, que residen en nuestro pensamien to,
v erosímiles que esos insensatos cuando velan. ¡Cuántas veces ora sean verdaderas y reales, ora fingidas y fantásticas, como
li le ha sucedido soñar de noche que estaba en este mismo si - asimismo están formadas de la mezcla de unos cuantos colo -
tio, vestido, sentado junto al fuego, estando en realidad desnu do res verdaderos.
y metido en la cama! Bien me parece ahora que, al mirar este Entre las tales cosas están la naturaleza corporal en general
papel, no lo hago con ojos dormidos; que esta cabeza, que muevo, y su extensión y también la figura de las cosas extensas, su can•
no está somnolienta; que si alargo la mano y la siento, es de tidad o magnitud, su número, como asimismo el lugar en don de
propósito y a sabiendas; lo que en sueños sucede no parece tan se hallan, el tiempo que mide su duració n y otras semejan tes'''.
claro y tan distinto como todo esto. Pero, si pienso en ello con Por lo cual, acaso haríamos bien en nferir de esto que la
atención, me acuerdo que, muchas veces, ilusiones semejantes me física, la astronomía, la medicina y cuantas ciencias depen den
han burlado mientras dormía y, al detenerme en este de la consideración de las cosas compuestas, son muy dudosas e
pensamiento, veo tan claramente que no hay indicios cier tos inciertas; pero que la aritmética, la geometría y demás ciencias de
para distinguir el sueño de la vigilia, que me quedo atóni to,y es esta naturaleza, que no tratan sino de cosas nit en simples y
tal mi extrañeza, que casi es bastante a persuadirme de que generales, sin preocuparse mucho de si están o no n la
estoy durmiendo. naturaleza, contienen algo cierto e indudable; pues duerma yo o
Supongamos, pues, ahora, que estamos dormidos y que to - esté despierto, siempre dos y tres sumarán cinco y el cuadrado no
das esas particularidades, a saber: que abrimos los ojos, que mo- tendrá más de cuatro lados; y no parece posible que unas
vemos la cabeza, que alargamos las manos y otras por el esti I °. verdades tan claras y tan aparentes puedan ser s ospech
no son sino engañosas ilusiones; y pensemos que, acaso, sas de falsedad o de incertidumbre.
nu estras manos y nuestro cuerpo todo no son tal como los ve-
Sin embargo, tiempo ha que tengo en el espíritu cierta °P jo
rnos• Sin embargo, hay que confesar, por lo menos, que las co s as niém de que hay un Dios que todo lo puede, por quien bel,
que nos representamos durante el sueño son como unos hecho y creado como soy. Y ¿qué sé yo si no habrá qu e "
cu
'clros Y pinturas que tienen que estar hechas a semejanza de que no haya tierra, ni cielo, ni cuerpo extenso, ni figu r' fr
a l . . . a magnitud, ni lugar, y que yo, sin embargo, tenga el sental l_"re to
a-real Y verdadero y, por lo tanto, que esas cosas generales,
Ojos, cabeza, manos, cuerpo, no son imaginarias, sino de todas esas cosas, y que todo ello no me parezca Gr o distinta
y e xistentes. Pues los pintores, cuando se esfuerzan con manera de la que yo lo veo? Y es más aún: 0111
"sinlo artificio :
extr _ , as tincio en representar sirenas y sátiros, por medio
102 Los objetos de la matemática.
Ittt f o r : I n y fantásticas figuras, no pueden, sin embargo, dar -
klio unaasciyerntaturalezas totalmente nuevas y lo que hacen es
a mezcla y composi ción de las part es de dife -
1 50 RENÉ DESCARTES
MEDITACIONES METAFÍSICAS 151 j, irclinarme ante ellas y entregarles mi confianza, mien -
1-onsidere como efectivamente son, a saber: dudosas en
pienso, a las veces, que se engañan los demás en las
cosas que mejor creen saber, ¿qué sé yo si Dios no ha querido
que yo también me engañe cuando sumo dos y tres, o
enumero los lados de un cuadrado, o juzgo de cosas aún más
fáciles que esas, s i es que puede imaginarse algo que sea más
fácil? Mas acaso Dios no ha querido que yo sea de esa suerte
burlado, pues dícese de Él que es suprema bondad. Sin
embargo, si repugnase a su bondad el haberme hecho de tal
modo que me equivoque siempre, también parecería contrario a
esa bondad el permitir que me equivoque alguna vez, no
obstante lo cual no es dudoso que lo ha permitido. A esto dirán
quizá algunos, que prefieren negar la existencia de tan
poderoso Dios, que creer que todas las demás cosas son
inciertas. Mas por el momento no les opongamos nada y
hagamos, en su obsequio, la suposición de que todo cuanto se ha
dicho aquí de un Dios es pura fábula; sin embargo, cualquiera
que sea la manera en que supongan haber yo llegado al estado y
ser que tengo, atribúyanla a algún destino o fatalidad,
refiéranla al azar o explíquenla por una continua secuencia y
enlace de las cosas o de cualquiera otra suerte, puesto que errar
y equivocarse es una imperfección, cuanto menos poderoso sea
el autor que asignen a mi origen, tanto más probable será el
que yo sea tan imperfecto que siempre me engañe.A estas razones
nada tengo, ciertamente, que oponer; pero, en suma, estoy aquí
obligado a confesar que, todo cuanto yo creía antes verdadero,
puede, en cierto modo, ser puesto en duda, y no por
inconsideración o ligereza, sino por muy fuertes razones,
consideradas con suma atención; de suerte que, en adelante, si he
de hallar algo cierto y se guro en las ciencias, deberé abstenerme
de darle crédito, con tanto cuidado como si fuera
manifiestamente falso.
,_Mas no basta haber hecho las anteriores advertencias: he
7 cuidar además de recordarlas siempre; que esas viejas y or -
"'liabas opiniones tornan a menudo a ocupar mipensarnien -
h les d
,

ettes el
trato familiar y continuado, que han tenido con -
,
bre cascli a.dueriaderecho a penetrar en mi espíritu sin mi permiso
arse de mi creencia; y nunca perderé la costum -
1 52 R E N É D ES C A R T ES me arrastra insensiblemente al curso de mi vida ordi
cierto modo, como acabo de mostrar, pero muy probables, s i n Efec tiva mente, Descartes no puede ace pta r que sea D ios la fu e
embargo, de suerte que más razón hay para creer en ellas,
q u e para negarlas. Por todo lo cual, pienso que no será mal
q u e adopt ando de i nt ent o un sent ir contr ari o, m e engañe a
m i mismo y finja por algún tiempo que todas las opiniones
e s a s son enteramente f alsas e imaginarias; hasta que por
fin, habiendo equilibrado tan exactamente mis antiguos y
mis nuevos prejuicios, que no pueda inclinarse mi opinión
de un lado ni de otro, no sea mi juicio en adelante presa de
los malos usos y no se aparte del camino recto que puede
conducirle al conocimiento de la verdad. Pues estoy bien
seguro de que, mientr as t anto, no puede haber peli gro ni
error en ese cami no, y de que no será nunca demasiada la
desconfianza, que hoy demuestro, pues no se trata ahora de
la acción, sino sólo de la meditación y el conocim ient o.
Supondré, pues, no que Dios, que es la bondad suma y
la fuente suprema de la verdad, me engaña l ", sino que
cierto genio o espíritu maligno, no menos astuto y
burlador que poderoso, ha puesto su industria toda en
engañarme l"; pensaré que el cielo, el aire, la tierra, los
colores, las figuras, los sonidos y todas las demás cosas
exteriores no son sino ilusiones y sueños de que hace uso,
como cebos, para captar mi credulidad; me
c o n s i d e r a r é a m í m i s m o s , o s , s i n c a r ne,
sin sangre; creeré que sin tener sentidos, doy falsamente
crédito a todas esas cosas; permaneceré obstinadamente
adic
p sus-
oder
to a ese pensamiento y, si por tales medios no llego a
c o no c er u na v er d ad, po r l o m en o s e n m i m a no e st a
el
pender mi juicio. Por lo cual, con gran cuidado procuraré
ou dar crédito a ninguna falsedad, y prepararé mi ingenio tan
bien contra las astucias de ese gran burlador, que por muy
poder °- so y astut o que sea, nunca podr á imponerm e
nada. 103
e rror, de he c ho inte nta rá mos tra r que e s la ga ra ntía de la ve rda d "
Sobre la hipóte s is de l Ge nio M a ligno vé a se e l a pa rta do " p a
eialjez der la obra».
Mas est e desi gni o es peno so y l abor i oso, y ci er t anaria;a
MEDITACIONES METAFÍSICAS 153

c o mo u n es clavo q u e su eñ a q u e es tá g o zan do d e u n a lib er tad


imag in ar i a, al emp ezar a s o s p ech ar q u e s u lib er t ad es u n s u e -

1
ñ o , teme el d esp er tar y con sp ira con s us g r atas ilus ion es p ar a
s e g u ir s ien do más tiempo eng añ ado , as í yo v uelvo ins ens ible -
m e n te a caer en mis an tig uas op in io n es y temo el d esp er tar d e
esta somnolencia, por miedo de que las laboriosas vigilias que
habían d e suced er a la tran qu ilid ad d e mi reposo , en lug ar d e
d a r me a l g u n a lu z en e l c o n o c i m i en t o d e l a v e r d a d , n o s e a n
bastantes a aclarar todas las tinieblas de las dificultades que aca -
bo d e r emov er.
MEDITACIÓN SEGUNDA
D e la n atu r aleza d el es p ír itu h u man o ,
q u e es más f ácil d e co n o cer q u e el cu er po

La meditación que hice ayer me ha llenado el espíritu de tan -


tas dudas, que ya no me es posible olvidarlas.V, sin embargo, no
veo de qué manera voy a poder resoverlas; y, como si de pronto sor-
hubiese caído en unas agu as profundísimas, me quedé tan
prendido, que ni puedo afirmar los pies en el fondo, ni nadar para
mantenerme sobre la s uper fi cie. Haré un esfuerzo, sin e mbargo,
y seguiré por el mismo camino que ayer emprendí, alejándome
de todo aquello en que pueda imaginar la menor duda, como si
supiese que es absolutamente falso, y continuaré siempre por ese
camino, hasta que encuentre algo que sea cierto, o por lo menos ,
si otra cosa no puedo, hasta que haya averiguado con c erteza que
nada hay cierto en el mundo. Arquímedes, para levantar la tierr a
y transportarla a otro lugar, pedía solamente un punto de aP°Y °
firme e inmóvil; también tendré yo derecho a concebir grandes
esperanzas, si tengo la fortuna de hallar sólo una cosa que sea cicr-
ta e indudable.
Supongo, pues, que todas las cosas que veo son falsas; es: .
p ersu ad ido de qu e n ada de lo qu e mi memor ia,llena fI elro
tiras, me representa, ha existido jamás; pienso que II' tiovi, el n
sentidos; creo que el cuerpo, la figura, la extensión'

[154]
MEDITACIONES METAFÍSICAS 155

156 RENÉ DESCARTES

mento y el lugar son ficciones de mi espíritu. ¿Qué, pues, po-


y restaré de mis antiguas opiniones todo lo que pueda comba_
drá estimarse verdadero? Acaso nada más sino esto: que nada
tirse, aunque sea levemente, con las razones anteriormente ale-
hay cierto en el mundo.
gadas; de tal suerte, que lo que quede será por completo cien.
Pero ¿qué sé yo si no habrá otra cosa diferente de las que aca-
to e indudable. ¿Qué he creído ser, pues, anteriormente? Sin
bo de juzgar inciertas y de la que no pueda caber duda alguna? dificultad he pensado que era un hombre.Y ¿qué es un horn_
¿No habrá algún Dios o alguna otra potencia, que ponga estos pen- bre? ¿Diré que un animal racional? No por cierto, pues tendrí a
samientos en mi espíritu? No es necesario; pues quizá soy yo ca-
que indagar luego lo que es animal y lo que es racional; y así
paz de producirlos por mí mismo.Y yo, al menos, ¿no soy algo? una sola cuestión me llevaría insensiblemente a infinidad de
Pero ya he negado que tenga yo sentidos ni cuerpo alguno; vacilo, otras más dificiles y embarazosas; y no quisiera abusar del poco
sin embargo; pues ¿qué se sigue de aquí? ¿Soy yo tan dependiente tiempo y ocio que me quedan, empleándolo en descifrar se-
del cuerpo y de los sentidos que, sin ellos, no pueda ser? peto ya mejantes dificultades. Pero me detendré más bien a considera r
estoy persuadido de que no hay nada en el mundo: ni cielos, ni aquí los pensamientos que anteriormente brotaban en mi mente
tierra, ni espíritus, ni cuerpos; ¿estaré, pues, persuadido también de por sí solos e inspirados por mi sola naturaleza, cuando me
que yo no soy? Ni mucho menos; si he llegado a persuadirme de aplicaba a considerar mi ser. Consideraba primero, que tenía
algo o solamente si he pensado alguna cosa, es sin duda porque yo una cara, manos, brazos y toda esta máquina compuesta de hue-
existía. Pero hay cierto burlador muy poderoso y astuto que sos y carne, como se ve en un cadáver, la cual designaba con el
dedica su industria toda a engañarme siempre. No cabe, pues, nombre de cuerpo. Consideraba, además, que me alimentaba,
duda alguna de que yo soy, puesto que me engaña; y, por mucho que y andaba, y sentía, y pensaba, y todas estas acciones las refería al
me engañe, nunca conseguirá hacer que yo no sea nada, mientras yo alma; o bien, si me detenía en este punto, imaginaba el alma
esté pensando que soy algo. De suerte que, habiéndolo pensado como algo en extremo raro y sutil, un viento, una llama o un
bien y habiendo examinado cuidadosamente todo, hay que concluir soplo delicadísimo, insinuado y esparcido en mis más groseras
por último y tener por constante que la proposición siguiente: «yo partes. En cuanto al cuerpo, no dudaba en modo alguno de su
soy, yo existo», es necesariamente verdadera, mientras la estoy naturaleza, y pensaba que la conocía muy distintamente; y Si
pronunciando o concibiendo en mi espíritu' 05 hubiera querido explicarla, según las nociones que entonces te-
Pero yo, que estoy cierto de que soy, no conozco aún con nía, la hubiera descrito de esta manera: entiendo por cuerpo
bastante claridad qué soy; de suerte que en adelante debo tener todo aquello que puede terminar por alguna figura, estar colo-
mucho cuidado de no confundir, p¿r imprudencia, alguna °la cado en cierto lugar y llenar un espacio, de modo que excluya
cosa conmigo, y de no equivocarme en este conocimien t0, que a cualquier otro cuerpo; todo aquello que pueda ser sentido
sostengo es más cierto y evidente que todos los que he por el tacto o por la vista, o por el oído, o por el gusto, o Po r
te
nido anteriormente. Por lo cual, consideraré ahora de nuevo lo el olfato; que pueda moverse en varias maneras, no ciertamen"
que yo creía ser, antes de entrar en estos últimos pensamientos; te por sí mismo, pero sí por alguna cosa extraña que lo toque
le comunique la impresión; pues no creía yo que a la naturk:
Gt .„. Es decir, «pensamiento» o «yo consciente». La posibilidad de que un : za del cuerpo perteneciese la potencia de moverse por Si illts .r
Ma
ligno nos engañe continuamente parece que es decisiva para que iodo airt mo, de sentir y pensar"; por el contrario, hubiérame extr a°
es incluya una precisión que no se encuentra en el Discurso del mésoi4 u do ver que estas facultades se encontrasen en al
certeza que conlleva el pensamiento «Pienso luego existo» y es que tok cibente
1 0 6
se puede afirmar su certeza «mientras lo estoy pronunciando o IlOclo en mi
espíritu». Descartes está afirmando que surgen de manera espontáne a :10,10
otros mismos, es decir, que las ideas más intuitivas sobre nosoto s
gunos.
MEDITACIONES METAFÍSICAS 15 7 158 RENÉ DESCARTES

Pero ¿qué soy yo ahora, que supongo que hay cierto ge - nar'° 7 , ya que he supuesto que todo eso no es nada y que, sin
niecillo en extremo poderoso y, por decirlo así, maligno y as - alterar esa suposición, hallo que no dejo de estar cierto de qu e
t uto, que dedica todas sus fuerzas e industria a engañarme?
yo soy algo.
¿ puedo afirmar que poseo alguna cosa de las que acabo de de c i r Pero acaso sea verdad que esas mismas cosas, que supong o
que pertenecen a la naturaleza del cuerpo? Me detengo a que no existen, porque me son desconocidas, no son, en efec -
pensar en esto con atención; paso y repaso todas estas cosas en to, diferentes de mí, que conozco. No lo sé; de eso no dispu to
mi espíritu y ni una sola hallo que pueda decir que está en mí. ahora y sólo puedo dar mi juicio acerca de las cosas que conozco;
No es necesario que las recuente. Vamos, pues, a los atributos conozco que existo e indago qué soy yo, que sé qu e soy.Y es
del alma, y veamos si hay alguno que esté en mí. Los prime - muy cierto que el conocimiento de mí mismo, to mado
ros son alimentarme y andar; mas si es cierto que no tengo precisamente así, no depende de las cosas cuya existen.. cia aun
cuerpo, también es verdad que no puedo ni andar ni alimen - no me es conocida y por consiguiente, no depende de ninguna
tarme. Otro es sentir; pero sin cuerpo no se puede sentir, y, de las que puedo fingir en mi imaginación.Y estos mismos
además, me ha sucedido anteriormente que he pensado que términos, fingir e imaginar, me descubren mi error; pues
sentía varias cosas, durante el sueño, y luego, al despertar, he sería, en efecto, fingir, si imaginase que soy alguna cosa, puesto
visto que no las había efecti vamente sentido. Otro es pensar; que imaginar no es sino contemplar la figura o la ima gen de
y aquí encuentro que el pensamiento es un atributo que me una cosa corporal; ahora bien: ya sé ciertamente que soy y
pertenece; el pensamiento es lo único que no puede separar se que, a la vez, puede ocurrir que todas esas imágenes y, en
de mí. Yo soy, existo, esto es cierto; pero ¿cuánto tiempo? general, cuanto a la naturaleza del cuerpo se refiere, no sean más
Todo el tiempo que dure mi pensar; pues aca so podría suce- que sueños o ficciones. Por lo cual veo claramente que al decir:
der que, si cesase por completo de pensar, cesara al propio tiempo excitaré mi imaginación para conocer más distintamente quien
por completo de existir. Ahora no admito nada que no sea soy, obro con tan poca razón como si dijera: ahora estoy
necesariamente verdadero; yo no soy, pues, hablando con pre - despierto y apercibo" algo real y verdadero, pero, como no lo
cisión, sino una cosa que piensa, es decir, un espíritu, un en- apercibo con bastante claridad, voy a dormirme expre samente
tendimiento o una razón, términos estos cuya significación para que mis sueños me representen eso mismo con mayor
desconocía yo anteriomente. Soy, pues, una cosa verdadera, ver- verdad y evidencia. Por lo tanto, conozco manifiesta mente que
daramente existente; mas ¿qué cosa? Ya lo he dicho: una cosa nada de lo que puedo comprender por medio de
que piensa.Y ¿qué más? Excitaré mi imaginación para ver si
n ° soy algo más aún. No soy este conjunto de miembros, lla -

mado cuerpo humano; no soy un aire delicado y penetrante 107


Lo que Descartes está a firmando es que no se puede dec ir que ' 9
rePartidopor todos los miembros; no soy un viento, un soplo, persona es un alma entendida como un aliento de vida.Todavía no se pue de
un - vapor no soy nada de todo eso que puedo fingir e imagi -
;
afirmar qué sea una persona, sino solamente que piensa. Afirmar algo a si ' como
lo hacen las teorías sobre el alma, supone ir más allá de lo que M i e ; mos
10
estar completamente ciertos. Paso que, por supuesto, el m étodo '1 9 Descartes
11:
se propone aplicar no permite realizar.
ri c i o l j: esta rnos compuestos por un cue rpo al que re ferimos c iertas ope a k. r r i gir
108 Descartes usa el verbo latino percipere (percibir) no para referirse l eci . tesos
Y un alma o mente a la que re ferimos otras faculta des. Además :ba nc a s
1 como «ver» u «oír» sino para denotar la aprehensión m ental• es a e l
: ra bien que otra de las ideas espontáneas que tienen los seres Ini b e k a r t s
pe rca ta rse menta lmente de una cosa . Ga rcía More nte opta por este verbo
una c once pción mec anic is ta s obre e l c ue rpo —de fendida por f le to,.
es--
s e gún la c ua l los c ue rpos no s on más que má quina s o a rte - latino como «apercibir». En este sentido se diría que 'se ben ideas claras y
distintas», o quizás mejor, que «uno se apercibe . claras y distintas».
MEDITACIONES METAFÍSICAS 159 1 60 RENÉ DESCARTES

l a i magi nación, pert enece a ese conoci miento que t engo de tamente que esta parte, no sé cuál, de m í mismo, que no ca e
nií mismo, y que es necesario recoger el espíritu y apartarlo bajo la imaginación; aunque, efectivamente, es bien extrañe,
de ese modo de concebir, para que pueda conocer él mismo, decir que conozco y comprendo más dist intam ente unas co_
n'uy detenidamente, su propia naturaleza. sas, cuya existencia me parece dudosa y me son desconocida s
¿Qué soy, pues? Una cosa que piensa. ¿Qué es una cosa que y no me pertenecen, que aquellas otras de cuya verdad estoy
piensa? Es una cosa que duda, entiende, concibe, a fi rma, niega, persuadido y me son conocidas y pertenecen a mi propia na-
q uiere, no quiere y, también, imagina y siente. Ciertamente no turaleza, en una palabra, que a mí mismo. Pero ya veo bien lo
e s poco, si todo eso pertenece a mi naturaleza. Mas ¿por qué que es; m i espírit u es un vagabundo que gust a de extr avi ars e
no ha de pertenecerle? ¿No soy yo el mismo que ahora duda y no puede aún tolerar el quedar mantenido en los justos lí -
de casi todo, y sin embargo, entiende y concibe ciertas cosas, mites de la verdad. Démosle, pues, por otra vez, rienda suelta
asegura y afirma que sólo éstas son verdaderas, niega todas las y, dejándole en libertad, permitámosle que considere los ob -
demás, quiere y desea conocer otras, no quiere ser engañado, jetos que le aparecen fuera, para que, retirándole luego despa -
imagina muchas cosas a veces, aun a pesar suyo, y siente tam - cio y a punto esa liberta d, y deteniéndolo a considerar su ser y
bién otras muchas por medio de los órganos del cuerpo? ¿Hay las cosas que en sí mismo encuentre, se deje, después, con ducir
algo de esto que no sea tan verdadero como es cierto que yo y dirigir con más facilidad.
soy y que existo, aun cuando estuviere siempre dormido y aun Consideremos, pues, ahora las cosas que vulgarmente se tie -
cuando el que me dio el ser emplease toda su industria en en - nen por las más fáciles de conocer y pasan también por ser las
gañarme? ¿Hay alguno de esos atributos que pueda distinguir se más distintamente conocidas, a saber, los cuerpos que tocarnos
de mi pensamiento o decirse separado de mí? Pues es tan y vemos: no ciertamente los cuerpos en general, que las no -
evidente de suyo que soy yo quien duda, entiende y desea, que ciones generales son, por lo común, un poco confusas, sino un
no hace falta añadir nada para explicarlo.Y también tengo, cier - cuerpo particular.Tomemos, por ejemplo, este pedazo de cera;
tamente, el poder de imaginar, pues, aun cuando puede suce der acaba de salir de la colmena; no ha perdido aún la dulzura de
(como antes supuse) que las cosas que yo imagino no sean la miel que guardaba; conserva algo del olor de las flores. de
verdaderas, sin embargo, el poder de imaginar no deja de estar que ha sido hecho; su color, su figura, su tamaño son aparen tes;
realmente en mi y formar parte de mi pensamiento. Por últi mo, es duro, frío, manejable y, si se le golpea, producirá un so nido.
soy el mismo que siente, es decir, que apercibe ciertas co sas, por En fin, en él se encuentra todo lo que puede dar a co nocer,
medio de los órganos de los sentidos, puesto que, en efecto, veo distintamente, un cuerpo. Mas he aquí que, mientrp estoy
la luz, oigo el ruido, siento el calor. Pero se me dirá que esas hablando, lo acercan al fuego; lo que quedaba de sabor se
apariencias son falsas y que estoy durmiendo. Bien; sea a l- Sin exhala, el olor se evapora, el color cambia, la figura se pie - de,
embargo, por lo menos, es cierto que me parece que el tamaño aumenta, se hace líquido, se calienta,
v puede ya manejarse y, si lo golpeo, ya no dará sonido algolitle'
faleo
so
luz, que oigo ruido y que siento calor; esto no puede ser
Y esto es, propiamente, lo que en mí se llama sentir y esto, ¿Sigue siendo la misma cera después de tales cambios? I --laYqur
P re confesar que sigue siendo la misma; nadie lo duda, nadie 3 11
concisament en 'es pensar. Por donde empiezo a conocer qué soy ga de di sti nto modo. ¿Qué es, pues, l o que en est e tr oz °
P - • a mayor claridad y distinción que antes. cera se conocía con tanta distinción? Ciertamente no Pt ie r .,
ser nada de lo que he notado por medio de los sentidos, Pula si.

-
to que todas las cosas percibidas por el gusto, el o lfato , :o ,
uos mismos examinan, son conocidas mucho más distin -
1, apenas
ta, el tacto y el oído han cambiado y, sin embargo, la tni
MEDITACIONES METAFÍSICAS 161 162 RENÉ DESCARTES

cera permanece. Acaso sea lo que ahora pienso, a saber: que esa Sin embargo, no podré extrañarme demasiado, si conside -
cera no existía, ni la dulzura de la miel, ni el agradable olor de ro cuán débil es mi espíritu y cuán propenso a caer insensi -
las flores, ni la blancura, ni la figura, ni el sonido, sino sólo un blemente en el error. Pues aun cuando en silencio, consider e
cuerpo que poco antes me parecía sensible bajo esas form as y todo eso en mí mi smo, sin embargo me detienen las pal abra
ahora se hace sentir bajo otras. Pero ¿qué es, hablando con pre - y casi me engañan los términos del lenguaje ordinario; deci -
cisión, lo que yo imagino cuando lo concibo de esta manera? mos, en efecto, que vemos la misma cera, si está presente, y no
Considerémoslo atentamente y, separando todas las cosas que decimos que juzgamos que es la misma por tener el mism o
no pertenecen a la cera, veamos lo que queda. No queda cier - color y la misma figura: de donde casi voy a parar a la conclu -
tamente más que algo extenso, flexible y cambiante. Ahora sión de que la cera se conoce por visión de los ojos y no p o r
bien: ¿qué es eso de flexible y cambiante? ¿No será que ima - sola la inspección del espíritu. Pero la casualidad hace que mi re
gino que esta cosa, si es redonda, puede volverse cuadrada y por la ventana a unos hombres que pasan por la calle, a cuya
pasar del cuadrado a una figura triangular? No por cierto; no vista no dejo de exclamar que veo a unos hombres, como asi -
es eso, puesto que la concibo capaz de recibir una infinidad de mismo digo que veo la cera; y, sin embargo ¿qué es lo que veo
cambios semejantes y, sin embargo, no podría yo recorrer esta desde la ventana? Sombreros y capas, que muy bien rodrían
infinidad con mi imaginación; por consiguiente, la concepción ocultar unas máquinas artificiales, movidas por resortes ` -'9 . Pero
que tengo de la cera no se realiza por la facultad de imaginar. juzgo que son hombres y así, comprendo, por sólo el poder de
¿Y qué es esa extensión? ¿No es también desconocida? Se hace juzgar, que reside en mi espíritu, lo que creía ver con mis ojos.
mayor cuando se derrite la cera, mayor aún cuando hierve y Un hombre, que trata de levantar su conocimiento por en -
mayor todavía cuando el calor aumenta; y no concebiría yo cima del vulgo, debe avergonzarse de sacar motivos de duda
claramente, conforme a la verdad, lo que es la cera, si no pen - de las maneras de hablar inventadas por el vulgo; prefiero se -
guir adelante y considerar si, cuando me apercibí primero de
sara que aun este mismo pedazo, que estamos considerando, es
la cera y creí conocerla por medio de los sentidos externos o
capaz de recibir más variedades de extensión que todas las que
al menos por el sentido común, que así le llaman, es decir, por
haya yo nunca imaginado. Hay, pues, que convenir en que no
la facultad imaginativa, concebía lo que era con más eviden -
puedo, por medio de la imaginación, ni siquiera comprender
cia y perfección que ahora, después de haber examinado cui -
lo que sea est e pedazo de cera y que sólo mi ent endimi ento dadosamente lo que es y el modo como puede ser conocida.
10 comprende. Digo este trozo de cera en particular, pues, en Ci ert ament e f uera ri dí culo poner esto en duda. P ues ¿qué
Cuanto a la cera en general, ello es aún más evidente. Pero ¿cuál bía en aquella primera percepción que fuese distinto? ¿Qu e
es ese pedazo de cera que sólo el entendimiento o el espíritu había que no pudiera percibir de igual suerte el sentido de.
Puede comprender? Es ciertamente el mismo que veo, toco,
gin o; es
; el m ismo que si em pr e he cr eído que era al pr in - cualquier animal? Pero cuando distingo la cera por un lad° t ;
sus formas exteriores por otro y, como si le hubiese quitad ° S
ci "pio.y lo que aquí hay que notar bien,
sido es que mi percepción ropaje, la considero desnuda, es cierto que, aunque pueda h2 ri .:
n0° es • .• ber aún algún error en mi juicio, no puedo, sin e mbargo , C°
una visión, ni un tacto, ni una imaginación y no lo ha
nu cebirl a de esa suerte, sin un espíri tu"' humano.
i
có _nca, , aunque antes lo pareciera, sino sólo una inspec -
era"auel esprritu, que puede ser imperfecta y confusa, como lo ION Descartes acaba de afirmar que lo que normalmente llarnain
a ten otc n i tfs, o clara y distinta, corno lo es ahora, según que mi cepción» incluye un juicio.
un se dirija más o menos a las cosas que están en ella y
ponen. Es decir, «mente».
nen.
MEDITACIONES METAFÍSICAS 163
164 RENÉ DESCARTES

Pero, en fin, ¿qué diré de ese espíritu, esto es, de mi mis -


o, pues hasta aquí no veo en mi nada sino el espíritu? ¡Pues
ti l
hace mucho tiempo habituados, bueno será que me deteng a
qué! Yo que parezco concebir con tanta claridad y distinción un poco aquí , par a que l a ext ensi ón de mi m edi t aci ón
este trozo de cera, ¿no me conozco a mí mismo, no sólo con prima más profundam ent e en mi memoria est e co-
más verdad y certeza, sino con mayor distinción y claridad? nocimiento.
p u es si j uzgo que la cera es o exi st e, porque l a veo, es ci er t o
que con m ucha m ás evi denci a se si gue que yo soy o que yo
mismo existo; pues puede suceder que lo que veo no sea
ef ect i vam ent e cer a y puede su ceder t am bi én que ni si qui e r a
t enga oj os par a ver cosa al guna; per o n o puede suceder q u e
cuan do ve o o cu and o pi en so que v eo ( no di st i ngo en tre
ambas cosas) no sea yo, que tal pienso, alguna cosa. Así
mismo, si j uzgo que exist e l a cera, por que la t oco, se segui r á
t am bi én, igualm ent e, que yo exi sto; y si l o juzgo por que mi
imaginación o alguna otra cosa me lo persuade, siempre sacar é
l a m i sm a concl usi ón. Y l o que aquí he not ado de l a cera
puede apli car se a t odas las demás cosas exteriores a mí y que
están fuera de mi.Y, además, si la noción o percepción de la
cera m e ha par ecido m ás clar a y di st inta, después de que, no
sólo la vista o el tacto, sino otras muchas causas me la han
puesto más de manifiesto, ¡con cuánta mayor eviden cia,
distinción y claridad habrá que confesar que me conoz co
ahora, puesto que todas las razones que sirven para co nocer y
concebir la naturaleza de la cera o de cualquier otro cuer po,
prueban mucho mejor l a nat ur al eza de mi propi o espíritu! ¡Y
hay tantas otras cosas en el espíritu mismo que Pueden
contribuir a esclarecer su naturaleza, que las que de -P enden del
cuer po, com o ést as, casi no m er ecen ser t om a das en
consideración!
Pero, en fin, heme aquí insensiblemente en el punto a que
Buena
llegar; pues ya que es cosa, para mí manifiesta ahora,
que los cuerpos no son propiamente conocidos por los sen tidoso
tc,
c : 0 1 u : y p or la facul tad de imaginar, sino por el entendi mien -
s

que no son conocidos por que l os vem os y l os t o -

ea 'no por que l os ent endem os o com pr endernos por el


rniento, veo claramente que nada hay que me sea más
de conocer que m i pr opi o espír it u. P ero com o es di fi -
d es
hacerse pronto de una opinión a la que estamos desde
A. Documentos 222 ANEXOS

guen a continuación) cómo los hombres, simplemente por el uso


SOBRE LAS IDEAS INNATAS (Discurso del Método, Quintaparte) de sus facultades naturales, pueden acceder a la totalidad del cono -
cimiento que poseen, sin la ayuda de impresión innata alguna; y
pueden llegar a la certeza, sin necesidad de tales nociones o princi-
pios originarios.
El alma, al ser inmortal, al haber nacido repetidas veces y al
John Locke (1689), An Essay Concerning Human Understanding, libro I,
haber contemplado todas las cosas que existen, ya sea en este mun- «Neither Principies flor Ideas Are Innate», cap. I, en The Great Books
do o en el mundo inferior, las conoce todas; no debe asombrar- of the Western World, 35, The University of Chicago Press, Chicago,
1980, p. 95.
nos pues que pueda recordar todo lo que sabía acerca de la vir-
tud y acerca de todo; puesto que toda la naturaleza es semejante
S OBRE EL ESCEPTISMO (Meditaci ones, Meditació n Primera)
y el alma ha aprendido todas las cosas, no hay dificultad en que
[...] sigue siendo un escándalo para la filosofia y para la ra zón
obtenga o como los hombres dicen, aprenda, a partir de un solo humana en general que la existencia de cosas fuera de nos otros [...] deba
recuerdo todo lo demás si un hombre es tenaz y no desfallece, de ser aceptada meramente por fe y que si al guien piensa que es
pues toda investigación y todo conocimiento no son sino re- correcto dudar de su existencia, somos incapaces de contrarrestar sus
cuerdo. dudas mediante prueba satisfactoria alguna.

Immanuel Kant (1781), Crítica de la razón pura, B xxxix, nota.


Platón, Menón, 81-82,

L No podemos comenzar con la duda total . Deb emos em -


p e za li co n t odos lo s p r eju ic ios qu e te ne mo s c u ando ent r am os
Es una opinión compartida por algunos hombres que hay en el al estudio de la filosofía. Estos prejuicios no pueden ser eli -
entendimiento ciertos principios innatos —algunas nociones, Kol- m in ado s p or un a m áxi m a , p ue s h ay c osa s q ue n o s e nos oc u -
r re que puedan cu estiona rse . Por lo tanto , est e esc epticis mo
val o caracteres, Évvotoa— impresos, por así decir, en la mente inici al se rá un mero autoeng año , y no dud a r eal; y n adie que
siga el método cartesiano se dará por satisfecho hasta que no
del hombre, los cuales recibe el alma al comenzar a ser y trae con- haya recuperado formalmente todas aquellas creencias que, en
sigo al mundo. Para convencer a lectores que carezcan de prejui- apariencia, ha desechado. Es, por lo tanto, t an inútil como lo
sería ir al Polo Norte para llegar a Constantinopla bajando re -
cios de la falsedad de esta suposición seria suficiente con mostrar gularmente por un mer idiano. Una persona puede, es cier ro ,

1
(como espero que haré en las partes del presente Discurso que si- encontrar razones para dudar lo que empezó creyendo; pero
e n e s t e c a so d ud a p o rq ue t i en e u n a r a z ón po s it iv a p a r a e ll o ,
n o a c u en t a d e l a m á x i m a c a rt e si a n a . No h aga m o s co m o S i
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