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FENÓMENOS
Es la fase de ordenamiento, recorte y delimitación al ‘dar nombre’ a conceptos y
fenómenos gramaticales. Es estática y parcial en la medida en que toma y divide fenómenos
gramaticales, y unilateral por contemplar sólo alguna dimensión –morfológica, sintáctica o
semántica–. Supone, además, autonomía o trabajo fuera de contexto discursivo.
En esta propuesta, la Reflexión*i es la meta de la educación en Lengua en general y del
dominio gramatical en particular. Se trata de una fase de objetivación del conocimiento
implícito o intuitivo y de la interacción de los conceptos abordados en la sistematización,
todo ello transferido, interpretado y resignificado en discursos. Enfatiza en los fenómenos
gramaticales presentes en discursos concretos. Es interaccional, concurrente –coocurren
diferentes dimensiones en un fenómeno– y globalizadora. Se trata de la intersección de
conceptos y fenómenos en contexto, considerando también la interacción de diferentes
fenómenos. La reflexión* se concentra en temas gramaticales que no siguen el esquema
lógico y articulado de la descripción y explicación que proviene de las teorías gramaticales.
En esta fase es fundamental el principio de interrelación: los contenidos abordados en la
intuición y en la sistematización se vinculan de modo que permitan arribar a una
delimitación de la postura discursiva del enunciador, sobre la base del examen detallado de
las formas lingüísticas. De nuestra parte, sostenemos que la reflexión* gramatical, si bien
puede suponer una dimensión descriptiva, implica la interpretación de los fenómenos en
discursos, cuando los conceptos son recuperados como fenómenos gramaticales en su
funcionamiento discursivo.
Podemos agregar, además, que la sistematización es la más densa por la cantidad de
contenidos que incluye, los que la mayoría de las veces incluyen subdivisiones. Por su lado,
la reflexión* es la más compleja por la cantidad de contenidos y por su carácter
esencialmente relacional. Esto es, desde el punto de vista del tiempo destinado a cada etapa,
la de sistematización y reflexión* son centrales y relevantes, mientras que la intuición,
como recurso metodológico, está siempre presente en todas las otras.
Para que una entidad funcione en un texto, antes es delineada desde la gramática
oracional. Recordemos que tanto el Estructuralismo como la Sistémico-Funcional se
abocaron a la descripción de la totalidad de las unidades lingüísticas desde el punto de vista
morfo-sintáctico y léxico. La gramática textual tomará esas unidades y las reelaborará y
asignará otro alcance. Lo que estoy afirmando es que la enseñanza no puede sustituir la
gramática oracional por la textual: o bien son absolutamente diferentes, lo que supone que
no puedo optar sólo por una de ellas; o ellas dos son compatibles y una avanza sobre la
otra, por lo que tampoco es posible segregar a la gramática oracional.
Desde mi postura, la distinción entre gramática oracional y textual se explicita en la
divergencia entre conceptos y fenómenos gramaticales. En tal sentido, sigo a Halliday para
establecer la diferencia entre fenómeno gramatical y concepto gramatical sustentado por las
teorías, precisando que la gramática oracional opera con conceptos, mientras que la
gramática texto-discursiva se concentra en los fenómenos; es decir, cuando los conceptos
interactúan entre sí. Términos como sujeto, flexión, concordancia, rol o papel temático,
oración compuesta/compleja, proposición subordinada, etc., aluden a unidades
gramaticales ya organizadas y conceptualizadas por la/s teoría/s gramatical/es, que algunos
autores replican en sus propuestas. Así, es habitual que en teorías gramaticales - con
diferencias internas-, se hable de causalidad como concepto en apartados específicos, como
por ejemplo, subordinación causal o estructura eventiva causal. Por mi parte, sostengo que
el fenómeno de la causalidad se manifiesta tanto a través de lexemas (‘provocar’, ‘causar’),
morfemas (participio), conectores subordinantes y preposiciones y subordinadas (de causa),
todos ellos abordados con diferente grado de detalle en distintas propuestas. Sin embargo,
para los usuarios del lenguaje, la causalidad sería un fenómeno en el que confluirían
diferentes conceptos gramaticales.
Así, sostengo que la reflexión* gramatical, si bien puede suponer una dimensión
descriptiva, implica la consideración de los fenómenos en discursos. Así, la noción
imperante de gramática como acumulación de términos teóricos difícilmente oriente a una
Gramática Pedagógica o significativa que, según creo, deberá tener en cuenta no sólo los
conceptos, sino los fenómenos gramaticales. Es decir, la delimitación de sujeto sintáctico,
su identificación con procedimientos morfológicos y su posición -Estructuralismo-; su
jerarquía sintáctica y su naturaleza semántica - Generativismo-; la realización con
pronombres y su sustitución léxica o ‘gramatical’, - textualismo- etc., pueden ser relevantes
en la medida en que sea posible ponerlos en relación con la jerarquización de la
información en prácticas discursivas concretas.