Está en la página 1de 2

TRASNOCHE DEL VIERNES EN EL PUEBLO GUALEYO.

Juliana; Fiorotto 6to 3era

La verdad es que no estoy al tanto de otros lugares, pero en este pueblo que es Gualeguay abundan
de costumbres típicas en el “cheboli” y que en particular son los viernes los elegidos por los chicos
que transcurren a la secundaria de distintos colegios y muchas edades. Generalmente “pebetes” que
tienen entre 15 y 20 años.

Estos pibes comienzan su noche alrededor de las 00 horas que ya se encuentran juntos en la casa de
uno de ellos haciendo la famosa “previa”, tiempo que utilizan para beber tragos generalmente no
autorizados por sus padres. En este encuentro todos disfrutan, sin embargo, hay uno que se la pasa
preocupado, y es, sin más ni menos que puso la casa, muchas veces incentivado por sus amigos,
siempre termina siendo el mismo. Luego se dirigen todos juntos, al “cheboli” más popular del
pueblo y único lugar (porque es un pueblo chico) para disfrutar del resto de la noche, elegido por
ellos.

Una vez en la puerta se encuentran como es costumbre en este pueblo al “trapito” que refiere al
hombre cuya profesión es cuidar de los automóviles de los gurises. Pero este es especial, por lo
menos para ellos, sin embargo, no saben bien si su nombre es como ellos le dicen “CHARLY” pero
igualmente lo apodan así. En el instante en que reconoce algún auto cargado con 7 pibes adentro ya
abandona su esquina y se dirige hacia ellos para saludar y obvio recibir alguna propina, obviamente
también para tener una charla hasta verlos que llegan a la puerta y que se encuentren con el resto de
sus amigos.

Siguiendo con los personajes de estas noches pueblerinas, al ingresar los “pebetes” se encuentran
con los policías que a su vez estos se encuentran haciendo sus adicionales y que a veces a los de
esta clase no les caen muy bien, “la gorra” como ellos le dicen.

Pasando este control nos encontramos con el patovica, sin embargo, no es como generalmente se lo
imagina, es decir, el típico grandote y con cara de malo y de pocos amigos, por lo menos para ellos.
A este lo apodan “AMILCAR”, como menciono anteriormente tampoco sabemos si es
verdaderamente su nombre, pero bueno para ellos sí.

Más tarde, a eso de las 3: 00P.M es el momento en que las adolescentes después de varios tragos se
dicen “cuchicheando” entre ellas “me acompañas al baño”, y los hombres se las quedan mirando sin
entender porque van todas juntas y al mismo tiempo a un lugar tan poco agradable. Pero para ellas
esta “costumbre” totalmente normal, porque no es solamente ir al baño, sino que requiere de todo
un ritual, desde hacer la fila mientras charlan, se convidan tragos, critican la música, se saludan ya
que al ser un pueblo chico la mayoría se conocen y se llevan bien y si no es así no falta la cara de
traste entre ellas y muchas otras cosas más.

Sin embargo, el momento más importante, luego de estos hechos, es llegar a la señora que les da el
papel, como siempre sucede ella sentada les ofrece de su servicio, y estas jóvenes eufóricas le piden
fotos, la abrazan siempre alegres para este momento, y la pobre “Cristina” nuevamente como ellas
suponen que se llama, no le queda más remedio que sonreír o hacer una pequeña mueca ya que al
fin y al cabo este es su laburo. Luego esta les alcanza amablemente su pedacito de papel, y estas van
avanzando como en trencito, medio tambaleándose, siempre con sus respectivos grupos y sin
despejarse. Terminado esto no faltan las miradas en el espejo, una foto y el famoso retoque de
labios para luego volver a la pista y seguir la noche.

Por otro lado, creo que se puede decir, con seguridad que a diferencia de otros “cheboli”, esos que
encontramos en las grandes ciudades, en este que es particular están de moda las famosas “puti-
vueltas” con diferentes objetivos: hacer sociales, pero no solo esto, sino también con el deseo de ver
si encuentran a esa persona que tanto buscan que es la que les gusta y claramente también para
“chusmear” quienes están y que están haciendo y porque no pararse a conversar.

Por lo general los diferentes grupos se colocan exactamente en el mismo lugar. Como para hacer
mención a uno, los típicos “cancheros” que son más grandes, siempre los vemos codeando la barra
bien al fondo, haciéndose los que se saben todo con el infaltable vasito en la mano.

Finalmente, esta fiesta termina con el infaltable “after” en la panchería de la vuelta con el grupo
completo (a veces) porque así, estos adolescentes se ponen de acuerdo inconscientemente y se crea
otras de las tantas costumbres que los jóvenes imponen en esta pequeña localidad. Y esperan
ansiosos el próximo viernes.

También podría gustarte