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Las vueltas del domingo

El domingo pasado, mientras miraba por la ventanilla del auto la gente tomando mate en la costanera, todos
estacionados de cara a la calle, calle por la que pasamos todos los domingos cabe aclarar, pero también todos los
sábados, viernes, feriados y en cualquier momento que estemos “al pedo”, le comenté a mi amiga que buscaba
algún lugarcito también de cara a la calle, para acomodarnos como todos aquellos autos y cerca de la misma gente
que vemos todos los findes, en el mismo lugar y casi siempre a la misma hora: ¿Cuándo habrá empezado la
costumbre de las vueltas?

Gualeguay, a mi parecer, es una ciudad con alma de pueblo. La gente busca algo que la llene, no hay gran variedad
de cosas que se puedan hacer, y si de casualidad aparece algo nuevo, las personas van un tiempito y se aburren. El
lugar muere, se olvida, pasa de moda. Suele pasar que alguien tiene una idea original, y al rato aparecen cuatro o
cinco más que tuvieron la misma idea. O no hay nada, o lo hay todo. Pero sin embargo, hay algo que llama
particularmente mi atención, una costumbre de pueblo, de la que no me aburro, ni se aburren mis amigos, ni mis
papás, ni mis abuelos, me animo a decir. Las vueltas. Vueltas de domingo, o de sábado, o de viernes, de feriado o
de cualquier momento “al pedo”.

Ahora doy vueltas con mis amigos, pero antes, las daba con mis papás y mis padrinos. Las vueltas de antes podían
durar horas, las de hoy no tanto, y siempre pasando por las mismas calles, los mismos lugares, escuchando música
y tomando mate, muy importante. El mate y la música no pueden faltar.

El recorrido se basa en tomar la calle San Antonio, desde principio si se quiere, o desde donde se la agarre, y
recorrerla hasta el final, hasta que llegás al “semáforo del parque” que es relativamente nuevo. De ahí, agarras para
la costanera por el lado que más te guste, a veces damos unas vueltas arriba y otras veces nos estacionamos. Si la
vuelta sigue, solemos salir por el Boulevard San Juan para después continuar por 25, otra de las calles principales,
de la que ya nos sabemos los negocios de memoria. A veces, aparece alguno nuevo, también hemos visto cerrar
varios. Al bar al que solíamos ir en verano, que queda por 25, ya no vamos más. Murió. Y así, con muchas otras
cosas. “Alma de pueblo”, me gusta decirle.

Acá a todos les gusta, aunque no les agrade mucho la idea de admitirlo, hacer lo que hacen todos. Si sos distinto te
van a señalar al toque. Por ahí te encontrás con alguna persona que no le gusta seguir esta normativa, que se anima
a salir del ciclo interminable en el que vive la gente de Gualeguay. Son pocos y hacen oídos sordos a las malas
lenguas que viven por toda la ciudad, que son de todas las edades y los tamaños. También, hacen oídos sordos al
chusmerío, palabra favorita de la gran mayoría en este lugar, aunque tampoco les agrade mucho admitir eso.

Pero volviendo al tema de las vueltas, así es como funciona. Al tomar la 25 la seguís también hasta el fondo, para
después volver agarrar San Antonio, y así hasta que se te cansen los ojos de ver los mismos lugares, los mismos
autos, la misma gente. En algunas ocasiones la cabeza me queda pesada. Como cuando te sentás a estudiar toda la
tarde.
Hace no mucho, por San Antonio hicieron la peatonal. Eso nos cambió un poco el paisaje, ahora hasta la plaza
Constitución se ve más linda. La peatonal le dio más vida a la calle, aunque algunos por “despistados”, por
llamarlos de alguna manera, se han comido varios de los bolardos que ahora la adornan. Yo apuesto a que a
muchos, les pasó dando vueltas.

Las famosas vueltas, las das con gente que querés, las das si querés hablar de algo importante, o de cualquier cosa,
si tenías ganas de salir un rato de casa, de tomar mates o de chusmear, las das antes de salir al boliche si no hay
previa, las das a la tardecita o a la noche. Es un plan. Un plan de pueblo. Un plan que todavía, en esta ciudad en la
que las cosas pasan de moda rápido, sigue vigente. Y personalmente, es de las pocas cosas que me gustaría que se
sigan haciendo de la misma forma, acá donde nos hace falta abrir la mente. Personalmente espero, que las vueltas
del domingo, no mueran nunca.

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