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Cuarto Domingo de Adviento

Acoge el Amor en tu vida


Invocación al Espíritu
Soplo de vida, que llevas a Ven y anima nuestros corazones
cumplimiento las promesas del con una caridad auténtica.
Dios Amor, ven e irrumpe en Ven, Espíritu, ilumina nuestras
nuestras vidas, ahora que nos mentes, serena nuestras entrañas
disponemos a esperar. para que te acojamos sin temor
Ven y haz que nuestra espera y nos abramos a la Palabra de la
sea ardiente. Vida, que quiere encender las
Ven y sostennos hasta que vuelva ascuas de nuestro espíritu
Aquel a quien anhelamos. para que ardamos
Ven y apasiona nuestras vidas en la vivencia de la fe. Amén.
mientras Él llega.

1. LECTIO ¿Qué dice el texto?


a) Lectura del Evangelio Lucas 1,26-38
“Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de
Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre
llamado José, de la casa de David; el nombre de la Virgen era María.
Y entrando, le dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel
le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir
en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande
y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;
reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»
María respondió al ángel: « ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»
El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti
y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra;
por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.
Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez,
y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril,
porque ninguna cosa es imposible para Dios.»
Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y el ángel dejándola se fue”.
b) Momentos de silencio orante
2. MEDITATIO ¿Qué me dice?
a) Clave de lectura
El relato de Lucas comienza situándonos en el tiempo (seis meses
después de la concepción de Juan) y en el espacio (Nazareth, ciudad de Galilea).
Luego nos presenta el personaje central, María, y nos da algunas informaciones
sobre ella (su desposorio con José, de la descendencia de David, y su virginidad).
En correlación con la profecía de Natán comprendemos la importancia
de la frase: “desposada con un hombre llamado José, de la casa de David”. El
profeta Natán dice: “El Señor Dios le dará el trono de David su padre”. De esta
forma, el relato de Lucas está enraizado en la larga historia de salvación que
espera la venida del Mesías, el hijo de David.
Con todos estos datos iniciales, el relato se concentra en la narración de
la llamada que Dios, por medio del Ángel Gabriel, le hace a María para cooperar
en el plan de Dios engendrando al Mesías esperado, quien es descendiente de
David, pero sobre todo “Hijo de Dios”.

El anuncio del Ángel progresa en tres momentos:


1. El saludo, : la experiencia de fondo sobre la cual se apoya la llamada que
el Señor le hace a María (1,28-29)
- La alegría: “¡Alégrate!”
- La plenitud de la gracia divina: “¡Llena eres de gracia!”
- La ayuda fiel de Dios: “¡El Señor está contigo!”.

2. El anuncio del hijo de David: La misión concreta de María con la persona


del Mesías: la concepción y nacimiento del hijo de David (1,30-33)
“Vas a concebir y dar a luz un hijo”
Pero su misión no se limita sólo a esto, Dios le pide también que le dé un
“nombre” al niño, “y le pondrás por nombre Jesús”.

3. El anuncio del Hijo de Dios. . La acción creadora del Espíritu Santo en el


vientre de María: se engendra al Hijo de Dios (Lc 1,34-35)
- “El Espíritu Santo sobrevendrá sobre ti...”
- “El poder del Altísimo te pondrá bajo su sombra”
- “Por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios”

Todo el mensaje se apoya en un único signo: la fecundidad (biológicamente


imposible) de la anciana Isabel.
En cuanto leemos el relato no perdamos de vista las tres reacciones de
María: (1) una emoción, una reacción de “temor” (ante el saludo y no ante el
anuncio), (2) una pregunta, y (3) un acto de obediencia generosa.
3. ORATIO ¿Qué le digo?
a) Oración para disponer el corazón
María, Virgen del silencio, Enséñanos la fe,
enséñanos a escuchar la Palabra, que brilla en la oscuridad del misterio,
que, día a día, está cerca de nosotros. y que responde: “Hágase”.
Enséñanos a distinguir la única Enséñanos a creer
Palabra entre las numerosas que nada es imposible para Dios.
palabras vacías.
María, Virgen de la Vida,
María, Virgen del “sí”, forma en nosotros el Fruto de tu
enséñanos la apertura y disponibilidad, vientre, Jesús, para que la Palabra
contra todo miedo que nos bloquea. se haga carne también en nosotros,
y para que podamos convertirnos
en mensajeros de la esperanza para
otros.

c) Oración final

Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la
voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la
fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María,
tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú
que vives y reinas...

4. CONTEMPLATIO ¿Cómo interiorizo el mensaje?


DEJA QUE EN EL SILENCIO LA PALABRA DE DIOS ENTRE A ILUMINAR TU
VIDA

En silencio admiremos el misterio y la belleza del hecho en el


que Dios elige asumir nuestra propia condición para amarnos
hasta el extremo.
5. REFLEXIÓN FRANCISCANA
Clave de la reflexión: San Francisco descubre en María la humildad y pobreza que
presidirán su vida, quiere que esas virtudes sean las que abracen todos los que
se unirán a él y ¿Quién podría mostrarlas mejor que la Virgen?
Para María vivir desde la fe era algo cotidiano, normal. Para ella fe y vida
formaban una unidad. También para San Francisco, que quiere vivir como la Madre
empiezan a hacerse forma de vida. Pero él vive en el mundo a sabe que, no es, tan usual
para cualquier cristiano pues cuando en la vida las cosas empiezan a ponerse mal parece
que la fe empieza a desaparecer.
María cree firmemente el mensaje que el Ángel le trae, lo acoge en su corazón
aunque su mente no pueda abarcarlo. Ella, salta al vacío y pronuncia su Sí incondicional,
un Sí que sería el que revolucionaría la historia trayendo al mundo una novedad
incomprensible para muchos.
Eso mismo le pasa a Francisco. Él ha optado por Cristo y nadie lo detendrá.
Como María, acoge en su corazón todos los acontecimientos que Dios le pone en su
camino de conversión, salta al vacío sin más apoyos que su fe y su confianza
incondicionales, pronuncia el Sí y llevará Cristo hombres y mujeres de todos los tiempos;
tantos que, ni siquiera él, podría dar crédito de ello.
Nuestra manera de obrar es distinta, dista infinitamente de la de María. Así los
que decimos creer pedimos demostraciones, pruebas, certezas, oportunidades… sin
darnos cuenta de que la fidelidad ha de pasar por la prueba de la confianza, la
perseverancia y la coherencia.
Es importante vivir la Navidad como la vivía San Francisco. Fascinado por el
misterio, traspasado por el amor, inundado por la delicadeza, la grandeza, el silencio, la
inmensidad de Dios, escondido en un Bebé indefenso.
Creo que necesitamos callar, serenarnos, aplazar las compras y los regalos, dejar
el desasosiego de los gastos y decir desde lo profundo de nuestro corazón, lo mismo que lo
diría San Francisco:
Aquí estamos Señor, con el alma abierta a tu amor
y el corazón ansioso de tu cercanía.
Aquí estamos con la necesidad de encontrarnos contigo,
de liberar nuestro interior y de sentirte a nuestro lado.
Aquí estamos para alabarte, porque de nuestro ser agradecido
brota la acción de gracias y el canto.
Aquí estamos en oración para gozarnos contigo,
como gozó María al desgranar el Magníficat.
(Julia Merodio)

Ora con San Francisco:

¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón


Y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla tu santo y veraz mandamiento

6 – ACCIÓN ¿A qué me comprometo?

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