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Hugo Salcedo
Universidad Iberoamericana Ciudad de México
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HUGO SALCEDO
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RECTOR GENERAL
Enrique Fernández Fassnacht
SECRETARIA GENERAL
Iris Santacruz Fabila
SUBDIRECTORA DE PUBLICACIONES
Laura González Durán
en un abismo oscuro
más negro que la noche más negra imaginada
deambulando a ninguna parte
caminando sin rumbo
por aquí y para allá
tropezando en el silencio de un tiempo perdido
en el soplo del viento lastimoso
abortado de las oportunidades idas
desgastadas
sin saber cómo ni por qué
sin poder volver a decir bebé o papá o queso de cabra o verde olivo
quedo – sin más– arrebatado de todo
excluido de las oportunidades
excluido de la vida simple y totalmente…
excluido
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dormir a uno...” Eran en total tres hombres, uno robusto,
el que veía conduciendo, y los otros dos más bien flaquen-
ques. Salió el primero del lado del asiento del acompañante,
el copiloto, y se fue hasta la parte de atrás, pero la cajuela no
abría, le puchaba y nada; estaba como trabada. Y estuvo así
durante varios intentos, haciendo subir y bajar el carro con
la fuerza de su empuje; entonces se dio cuenta el otro, el que
venía en los asientos de atrás, sentado atrás del chofer. Abrió
su puerta izquierda de mala gana y algo dijo que no alcancé
a oír. Se estiró un poco y bostezó abiertamente. Golpeó su
puerta de un trancazo para bien cerrarla. Traía en las manos
un alambre como de ropa y le picó un rato a la cerradura
hasta que botó para arriba la puerta de la cajuela... Luego es-
tuvieron allí los dos, él y su compañero diciendo quién sabe
qué cosas, metiendo medio cuerpo en la cajuela y empinan-
do las nalgas para afuera... Con todo el tiempo del mundo,
sin prisa, sin nada de preocupación (o al menos eso es lo que
a mí me parecía).
Luego de otro rato, bajó entonces el tercero, el chofer, el
tipo más rellenito a quien el frío ni le ha de hacer. Lanzó una
risotada y los insultó al par por sus inutilidades. Soltó con
fuerza un gargajo bien amasijado desde adentro, antes de lle-
gar hasta con los otros. Y ya, entre los tres pudieron sacar el
cuerpo en un suspiro: los más flacuchos lo agarraron de las
patas y el gordillo de los hombros como si fuera un simple
trapo viejo. Lo aventaron allí a poca distancia, sin nada de
cuidado. Uno de ellos le escupió en el pecho antes de treparse
al carro de regreso. Y se fueron así, los tres, un poco de reversa
por el callejón, hasta que enderezaron bien el carro antes de
tomar otra vez por el callejón y luego la avenida.
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Me lo dejaron allí, como si mío fuera, en medio de la no-
che. Yo salí del escondite, me acerqué a comprobar que ya no
resollaba el tipo ese, y pues no, claro que no, desde luego que
no, si no ni lo hubieran bajado y aventado como un costal
cualquiera de cemento. Me puse en cuclillas para verlo mejor.
Estaba tan frío y hasta un poco sonriente, como dormido, co-
mo en otro lado, como profundamente dormido, como si no le
pasara nada, como perdido en la niebla.
Yo estaba nada más allí, por eso supe.
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de salmones saltarines; “está precioso y fuerte”, y ella pensó
en la placidez mítica de los bosques de la China en donde
una chinita se perdió; “chilla como un becerro” alcanzó a
escuchar, y ella NUNCA pero NUNCA imaginó que fuera
alguien, algún día, a partirlo en dos, a hacerlo dos segmen-
tos... Es que NUNCA pero NUNCA nadie imagina tanto...,
y menos la propia madre cuando está dando a luz a la cria-
tura más bella del universo, y a la que un par de décadas
después habrá de llorarle por enterarse del trágico fin de su
hijo dividido...
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en cada giro…
una cabeza
una cabeza una cabeza es
una cabeza...
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Todo eso es lo que puede hacer en el cuerpo la sosa cáus-
tica: ingerida o expuesta la carne a ella, es altamente mortal.
¡Me hice una experta y eso que no estudié química en la Uni-
versidad! ¿Qué por qué aprendí si no estudié eso? Pues para
hacerse una más culta, para tratar de encontrar respuestas,
vamos averiguando, o intentándolo al menos... ahora en el in-
ternet ya se encuentra respuesta casi a todo. Casi...
Media noqueada y sin ropa fui depositada en una horren-
da tina de baño por cuarenta horas o más, allí solita me deja-
ron, con un duro golpe en la nuca como para ya no recobrar
la vida nunca, y con frío, como en medio de la nada... Unas
horas largas y de mi ya no quedó tampoco nada... me fui
convirtiendo en una sustancia gelatinosa solamente, en una
sustancia difícil de describir cuando una ya no tiene ni boca
ni quijada ni mandíbulas... cuando seguro no habrá nadie
que reconozca los pocos restos que han quedado y que fácil
se despachan en cualquier lado... Por allí quedó algún buen
trozo de hueso difícil de roer como se dice, o el puente de
porcelana que me hice poner no hace mucho luego que me
extrajeron una muela latosa...
Pero ni la memoria queda en el recuerdo de los otros..., qui-
zá sólo el recuerdo de una en la mente de alguien que se cansa
de tanto buscar –por un lado y por otro–, al menos un cadáver
a quien rezarle un poco, y no encontrar a nadie... Pero nadie da
respuesta ante la desaparición de esa jovencita con cierta fama
de discreta que al salir de su trabajo y antes de llegar a donde
pasa el transporte, fue subida más que a la mala a una suburban
en donde fue arañada, mordida, golpeada, embarrada de asco
y finalmente puesta a descomponerse en la tina de baño, entre
las risas de desenfreno y de un poco de susto de sus violadores
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que luego intuí por lo que se decían, se dedican a la venta de
droga entre la chamacada que sale de las escuelas.
Pero nadie va a dar con las respuestas; éste es otro crimen
sin respuesta, allí para aumentarle otra rayita a los pendientes
del gobierno que nada más sirve para hacerse buey, franca-
mente... ¿Cuándo fue lo mío? ¿Anteayer? ¿El mes pasado? ¿Está
sucediendo ahora mismo?
Al paso del tiempo, una comienza a volverse borrosa, nebulo-
sa, humo hidro-sódico, o quizá mejor dicho, humo cáustico: hu-
mo tóxico como el que produce la sosa al contacto con el agua...
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— ajá
— bien
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o poder comprarse unos converse originales y esas ondas nada
en la cartera como para poder invitar a tus novias a girarla por
el antro no nada de eso
— no
— ¿no?
— bien
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nada va a detenerme para hacerme de mis propias gentes de gran
confianza para que a mí nadie ni me de la espalda ni me traicione
me voy a rodear con gente leal y bien entrenada con unas unida-
des de ataque bien perronas voy a tener mi equipo de camionetas
del año para hacer los jales unas hummer bien reportadas todas
acá lustradas bien machinas voy a tener una pistola con cachas
de oro y con incrustaciones de brillantes y zafiros y rifles de alto
poder y unas cadenas pesadas grandes perronas de oro macizo
con mi nombre y cuanta madre se me ocurra y dos que tres culi-
tos bien acá bien reportados para picar los fines de semana
— mmmm
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29,876
— ay, buey
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— ¿y por qué te ríes? ¿qué te hace tanta gracia? Por poco nos
pegan también a nosotros, faltó así de tantito... la libramos,
de ésta nos salvamos... nomás oí el zumbido así de cerca y te
dije tírate al piso, tírate al piso... Reaccioné de inmediato
mientras tú te quedabas leleándola... Por un pelito nos
salvamos... ¿Oyes? Ya se acercan las patrullas. Mejor hay
que irnos antes de que lleguen y comiencen a preguntar sus
idioteces. Yo tampoco confío ya ni en los policías ni en el
ejército, todos son ya la misma cosa. Mejor vámonos para
otro lado. ¿Me oyes? ¿Roberto? Ahora no te hagas el sordito,
eh. ¿Roberto?
.....
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Un rechinido violento.
La camioneta zigzaguea antes de poncharse y terminar al lado derecho
de la carretera, luego de un fuerte afrenón.
Arturo.- ¡No veas para arriba, Ana Luisa! Tápale los ojos a la
niña...
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Ana Luisa.- ¿Y por qué tanto misterio? ¿Qué babosada hiciste?
Ana Luisa.- ¡Te lo dije, Arturo! Te dije que si estaba todo listo con
la camioneta y me dijiste que sí. Te dije que no manejaras por la
carretera tan tarde, que mejor nos quedáramos con mi prima, pero
para variar no quisiste. Llevamos la tarde y casi toda la noche ma-
nejando de regreso, y apenas hasta ahorita vamos entrando por el
Libramiento, y para colmo... pero qué... qué... ¡Qué es eso, Arturo!
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pinche pendeja! ¡Y por eso mismo te dije que no dejaras ver a
la niña! ¡Y MÍRALA ALLÍ PARADA! ¡¡TE DIJE NO DEJES QUE
VEA ESO!! ¡¡¡TE LO DIJE O NO TE LO DIJE!!!
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así ofreciendo en un palenque o en un concierto cualquiera, sus
canciones de alabanza que pueden resultar ofensivas para otros...
Deben andarse muy cautos, y no creérsela que son inmortales...
eso es justo lo que le pasó a ese que le apodan El Loco,
porque el que a hierro canta, pues a hierro se muere. Se ava-
lentonó para quedar bien con unos, sí, y quedó con ellos bien,
súper bien, pero quedó bien mal con otros, bien mal. Se tapó
muy bien los pies como para no resfriarse, pero se destapó
enterita la cabeza. Y allí fue donde le tiramos a matar. Y bien
que le dimos. Y santo remedio: con eso se acabó su sonsonete
y todo su conciertito... Y yo las canto mal, herencia de familia,
pero para apaciguar las penas bien que sirven...
por aquí les va esta copla, cantada mal, pero eso sí con
mucho corazón. Dedicada a la memoria de mi compadre Se-
bastián Terrazas, que Dios lo tenga en la gloria, allí le va esto.
¡Compadre!:
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Pablito.- ¡No! Siempre haces trampas: a mí me tocaba hoy escoger
primero.
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Pablito.- No. Si ni siquiera es de mi talla, me queda larga y
aguada...
Josecito.- ¿Entonces?
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Pablito.- No, ese ni mexicano era...
Josecito.- ¡Yesss!
Pablito.- A ver, ¿y eso por qué? ¿A poco así nomás porque tú lo di-
ces? Yo controlo esa ruta. ¿No sabes que yo soy El Tigrillo, pues?
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Manuelito.- Y yo soy nada menos que el hijo de El Chapo Guz-
mán, ¿cómo la ves?
Voz.- ¡NIÑOS!
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Pablito.- ¡Eres un tramposo y un convenenciero!
Manuelito.- ¡Será lo que sea, pero a los míos los respetas o aquí
acabas tronado!
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Manuelito.- Aquí voy a estarte esperando. Cuando quieras. (Sale).
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¡¿Quéééé?!!
el chimoltrufio, me dicen.
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¿Verdad que sí, shinola?
sí…
¿Desde cuándo?
seis meses…
(Escupe sangre).
sí………
(Un silencio).
¿Eh? No te oí.
sí…
¿Nooo?
ssííí…
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Por eso cuando te lo encontraste, después de andarlo
cazando un buen de rato, te le echaste encima y lo
picoteaste hasta dejarlo frío. “Mira, Cerebro de Vi-
drio –le dijiste– habremos de ser muy amigos o lo que
quieras, y hayamos pasado juntos por unas o por otras
o lo que quieras, pero a mí los shinolas que son mis
paisas y para quienes ahora les trabajo, me dijeron
que te madreara, que te metiera bien el alfiler hasta
que te murieras”, le dijiste. Y tú muy obediente estu-
viste esperándolo y esperándolo hasta que por fin te
lo encontraste solo, como hacen los cobardes. Solo y
hasta medio pedillo como era su costumbre, y ahí fue
donde te lo ensartaste. Le cosiste pulmón y riñones,
bien machín. Hiciste suadero y riñonada. Lo dejaste
hecho un amasijo de carne fresca.
nnnnnn…… s…íí…………
(Disparos).
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29,881
Niño de 5.- ¿Hasta qué hora vamos a estar aquí, mamá? ¿Mamá?
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Mujer joven.- A veces quisiera dejarlos a los tres, abandonarlos
en algún lote. A ti por respondón bueno para nada, y a éstos
por cochinos: uno se come los mocos y el otro se embarra de
caca en un descuido. ¡¡Qué no te comas los mooooocos!!!!
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los tres huerfanitos). De una vez les digo, como portavoz, que
esta organización no descansará hasta dar y castigar a los res-
ponsables con todo el peso de la ley. A sus familiares les digo
también que no se deben preocupar por los gastos funerales
pues el seguro de vida que se les tramita a todos los hono-
rables miembros de la seguridad pública municipal, cubre y
bien, cada uno de los rubros de manutención, renta, etcétera.
También, claro, se han conseguido, con apoyo de las respec-
tivas dependencias educativas, las respectivas becas escolares
para que los hijos no paguen colegiaturas, y asegurarles así la
formación académica en la carrera que prefieran; también les
vamos a hacer entrega, luego de los servicios, de un curso de
inglés en Blue Ray que vamos a obsequiarles, y una membrecía
para entrar gratis al Centro Deportivo de Alto Rendimiento.
De manera simbólica y en reconocimiento, le entregamos
esta medalla a la viuda como parte de los honores que le brin-
damos a su difunto esposo y compañero nuestro”. Señora tal y
tal... (ve la tarjetita) viuda de Pérez González...
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Funcionario.- ¿Eh? No, este, es que le vamos a hacer un depó-
sito al banco...
Niño de 5.- ¡Quiero hacer chis! ¡Se me sale, ay, AY, se me saleeeee!
29,882 y 29,883
X.- Te hablo...
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Y.- Mmmmm...
X.- Te hablo.
Y.- Sí.
(Silencio).
Y.- Cuando era chico, fuimos una vez con mi papá al Lago
de Chapala. En aquel tiempo era enorme, grande, o al menos
así yo lo veía. Nos habíamos estacionado cerca de la arena y
estuvimos caminando un buen rato por toda la orilla. Mi papá
alquiló –o le prestaron– una llanta vieja y me trepó en ella
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como si fuera una balsa. Estuvimos horas allí, o al menos así
me pareció a mí; él haciéndome cosquillas en los pies, echán-
dome agua en la cara, y yo riéndome como nunca... Mi mamá
se había ido a poner un traje de baño, y al regresar nos trajo a
mí y a mi papá un plato de cartón repleto de camarones secos,
y estuvimos comiendo, botaneando los tres; yo sentado en mi
dizque salvavidas pirata, y ellos de pie con el agua hasta el
pecho. Ellos muy cerca de mí, a un pasito nada más... Mi papá
comenzó a jalarle el traje de baño a mi mamá por abajo del
agua, comenzaron como a pelearse pero riendo, a jugar como
si fueran unos niños, se empezaron a acariciar y a besarse a un
lado de mí, abajo del agua... Se olvidaron un buen rato de mí,
y yo me quedé bien a gusto, nada más viéndolos, ellos besán-
dose y yo golpeando despacio el agua con las palmas de mis
manos, disfrutando la vida como si fuéramos a vivirla eterna-
mente. Disfrutando como ahora, como suspendido en el aire...
(Silencio).
Y.- ¿A dónde?
Y.- Ni idea.
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camiones de doble rodado la tengan en cuenta, y no se atoren
con las cajas de la carga... Serán unos seis metros, ¿no? O cinco
y medio, a lo mejor.
Y.- No sé...
Y.- Ve tú a saber...
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(Silencio).
X.- A mota.
Y.- Pues no. Y es que pasa como alguien que escribió en una
cartulina, ¿sabes, no? Que esto es como inevitable, por las
condiciones en que le dejan a uno para vivir. Lo que se busca
es sacar a la familia del rezago, de la marginación, de esta es-
pecie como de subdesarrollo o como se llame, intentar sacar
a los hijos de una vida bien jodida, miserable, en la que nos
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tienen como sumergidos desde hace una buena cantidad de
años, la verdad.3 ¿A poco no? ¿Y para dónde se hace uno, a ver?
X.- Pero hay otros que son bien vivales y lo único que quieren
es el trabajo fácil a costa de lo que sea, para mantener sus en-
greimientos y acumular de todo, no me digas que no.
X.- Y luego, a ver, aquí nos tienen a los dos a fin de cuentas...
¿quién es el que paga el pato? ¿Quién quién? ¿Quién termina
pagando el pato?
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Y.- Mira, mejor vámonos a nuestro sitio porque ya va viéndose
la claridad. Para que ahora que empiece a amanecer alguien
avise, y vengan pronto por nosotros. Lo que no quiero es estar
causando lástimas, o hasta alcanzar a oír expresiones de “¡Qué
bueno! ¡Se lo merecen por esto o por lo otro!”. Pinches gentes
que nunca faltan, ya sabes...
Y.- Que me faltaba el aire, nada más. Pero todo fue muy aprisa.
Y.- Eeey.
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29,884…
Un picadero.
Voces, gemidos, gritos, risas, susurros...
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3. ¡FELIPEEEEEEE! ¡Ya no seas tan violento, FELIPEEE, porque como
de los criminales, LA VIOLENCIA ES CULPA DE
bien dices: “la violencia es culpa de los criminales, LA VIOLENCIA ES
LOS VIOLENTOS! ¡La violencia no es culpa del go-
CULPA DE LOS VIOLENTOS! ¡La violencia no es culpa del gobierno
bierno que tuvo el valor de combatir a esos crimi-
que tuvo el valor de combatir a esos criminales y a esos violentos!”
4
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29,999
miedo, secuestros, cárcel, coca, secuestro a
30,000
30,0015 mano armada, reclusorio, decapitaciones, guerra
fratricida, ineptitud del gobierno, sumidero sin ley, capos, guerra,
anarquía, AK-47, huir del país, sicarios, ejecutar personas,
narco amenaza, morir, políticos corruptos, militares
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mansalva, armas de alto poder, patio lleno
de sangre, carne de cañón, daños colaterales,
refriega, grilletes en las manos, delitos flagrantes, caos,
boca abajo, manos atadas, droga sintética,
personas apiladas, granadazos, decomiso,
asesinados a tiros, cuerpos de las víctimas, decenas de occisos,
38 43
aullido, enfrentamiento entre bandas
cadáver
anónimo,
39
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encobijado,
degollado,
descuartizado
La voz que
cuenta, ha ido
cobrando
intensidad y brío
hasta hacer
retumbar todo el
espacio.
Los letreros se súper ponen hasta que en definitiva ahogan todo
el campo visual.
Parece no haber
FIN6
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Notas
1
Chalino Sánchez, “El crimen de Culiacán”, fragmento.
2
Chalino Sánchez, “Cuerno de chivo”, fragmento.
3
Declaración atribuida al cártel de La Familia Michoacana. La Jornada,
http://www.jornada.unam.mx/2010/12/14/index.php?section=politica
&article?=003n1pol, 14 de diciembre de 2010, pág. 3.
4
Felipe Calderón, discurso pronunciado en el “Encuentro Ciudadano con
motivo del Cuarto Año de Gobierno”, 28 de noviembre de 2010, Audi-
torio Nacional, México. www.youtube.com
5
“El número de muertes violentas en México, relacionadas con el crimen
organizado en los primeros cuatro años de gobierno de Felipe Calderón,
ascendió a 30,196 [personas], informó este jueves la Procuraduría Ge-
neral de la República (PGR), citada por la agencia EFE”. http://mexico.
cnn.com/nacional/2010/12/16/el-gobierno-de-mexico-reconoce-mas-
de-30000-muertes-violentas-desde-2006. 16 de diciembre de 2010.
6
“[...] la cifra, al mes de abril de 2011, es escandalosa: suman 45 mil
muertes”, escribe Ricardo Ravelo en su libro El narco en México, Grijalbo,
julio 2011; y sigue...
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Música de balas
es una publicación de la
Dirección de Publicaciones y Promoción Editorial
de la Coordinación General de Difusión
de la Universidad Autónoma Metropolitana.