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INSTITUTO PRIVADO CRECER

SECUNDARIO ADULTO E.P.J.A


TURNO: TARDE/NOCHE

AÑO 2021
DERECHO 2 TRIMESTRE
CURSOS: 3º A, B, C Y D

Docentes: Coni- Ceballos Maria Emilia


Gohringer Lorena

FUNDAMENTACIÓN: El aprendizaje en relación con la materia de derecho no puede


reducirse a una buena conducta o a conocer solamente principios normativos de la
constitución. Es necesario crear situaciones a partir de las cuales, cada estudiante logre
construir un entramado conceptual, junto con actitudes y acciones que lo capaciten para un
desenvolvimiento social responsable. Es decir, formar un sujeto con posibilidades de actuar
según principios autónomos, justos y solidarios, argumentados, y siempre abiertos a la crítica,
a la posibilidad de cambio. La democracia, la práctica de la ciudadanía y el pleno ejercicio
de los derechos humanos se suponen recíprocamente, y no se reducen a elegir periódicamente
a las autoridades del sistema político

OBJETIVO GENERAL:
Lograr que los alumnos conozcan, comprendan e incorporen los
conocimientos dados a lo largo del año y puedan, de esta manera, generar un conocimiento
certero de los derechos que poseen, tanto en su vida cotidiana, como en el mundo laboral.
OBJETIVOS ESPECIFICOS:
Mostrar la utilidad del contenido de la materia y los temas
dados, para poder introducirlos al mundo de los derechos individuales y laborales y de este
modo, ellos mismo puedan aplicar en cada acto de su vida diaria sus derechos y obligaciones,
como así también lograr que los alumnos generen, un pensamiento crítico racional sobre la
cuestión de estudio.
Lograr una comprensión cierta de los temas y la relación que
poseen los mismos.
Lograr que al final del cursado el alumno tenga incorporado
los conocimientos necesarios para aprobar la materia y para comprender el derecho como un
tema de realidad y actualidad que les compete en su vida diaria.
Hecho jurídico

Un hecho jurídico es el comportamiento de una persona o acto de la naturaleza que


tiene consecuencias jurídicas en un determinado territorio.

Una persona al realizar un comportamiento puede estar realizando un hecho jurídico sin tener
conocimiento de ello, o puede estar realizándolo a sabiendas de que su comportamiento
tendrá consecuencias jurídicas.

El hecho jurídico puede estar propiciado por:

 Comportamiento de la persona:
o Voluntario: Se hace queriendo por parte del individuo, aunque puede
desconocer las consecuencias jurídicas. Por ejemplo, la compra de un bien inmueble.
o Involuntario: Se realiza por una acción o comportamiento del individuo que
no ha sido voluntario, por ejemplo, es hecho jurídico involuntario la muerte o el nacimiento,
los cuales tienen consecuencias jurídicas.
 Hecho natural: Esto se refiere a actos de la naturaleza que tienen consecuencias
jurídicas, como:
o Desastres naturales que arrasan propiedades y hacen que nazca una obligación
jurídica, por ejemplo, entre asegurado y aseguradora. Estos desastres se conocen como fuerza
mayor.
o Hechos que no han sido propiciados ni por la naturaleza ni por el
comportamiento humano porque no había manera de prevenir, como, por ejemplo, accidente
de dos vehículos sin culpa de los conductores. Esto es conocido como caso fortuito.

Características de los hechos jurídicos

Los hechos jurídicos revisten ciertas características:

 Comportamientos que producen efectos jurídicos.


 Las consecuencias del hecho jurídico es creación, modificación, transferencia,
transmisión o extinción de un derecho
 Puede intervenir una o dos personas.
 Si el hecho jurídico es realizado solo por una persona se conoce a esta persona por el
autor.
 Pueden ser unilaterales y bilaterales.
 Pueden ser humanos o naturales.
 Si son humanos pueden ser voluntarios o involuntarios.
 Pueden ser actos jurídicos o no jurídicos.

Hay que tener en cuenta que hay que distinguir entre hecho jurídico y acto jurídico, y la
diferencia clara es la voluntad.

Diferencias entre hecho y acto jurídico

Las principales diferencias entre hecho y acto jurídico, se pueden observar a continuación:

Los hechos jurídicos se clasifican de la siguiente manera:

Según su agente productor se pueden clasificar en:

 Naturales: surgen de la naturaleza, como un rayo, el granizo o


un terremoto, que para ser jurídicos deben ocasionar una obligación. El hombre
puede actuar como agente natural sin voluntad, por lo que no tiene consecuencias
jurídicas, por ejemplo, quien comete un daño estando bajo los efectos del
sonambulismo.
 Humanos: son obra del ser humano con voluntad no viciada. Pueden
ser lícitos, como por ejemplo un contrato; o ilícitos, como robar o matar.
 Simples: únicamente necesitan un acontecimiento para generar en el primer
caso derechos
 Complejos: cuando necesitan más de un suceso.
 Dependiendo de la acción u omisión se clasifican en positivos (matar a
alguien requiere un hacer) o negativos (el abandono de persona es omitir).
 Simultáneos: cuando el suceso ocurre en un solo lapso temporal, por
ejemplo, un homicidio.
 Dependiendo de las consecuencias previstas por la ley, pueden
ser extintivos: ejemplo, el pago da por terminada la obligación, o constitutivos: el
contrato hace nacer una obligación
 Impeditivos: Obstaculizan al nacimiento de los derechos u obligaciones.

La legislación. Código Civil anterior

El Código Civil que en la Argentina tuvo vigencia hasta el 1 de agosto del 2015 se ocupó de
regular en forma específica y con detalle todo lo vinculado al tema en tratamiento. Lo hizo
en el Libro II, Sección II, que tituló “De los hechos y actos jurídicos que producen la
adquisición, modificación, transferencia o extinción de los derechos y obligaciones”. En el
primero de los Títulos, lo hizo específicamente sobre “Los hechos” (artículos 896 y ss.). La
fuente en la que se inspiró el Codificador nacional fue la obra de Freitas (Esboço), quien en
el Libro I (Parte general) trató de “Los hechos” en los artículos 431 a 816 y legisló sobre los
hechos voluntarios, los actos jurídicos y los actos ilícitos. A su vez, el autor brasileño había
seguido lo preceptuado en el “Landrecht” prusiano, y fundamentalmente en la obra de los
pandectistas alemanes, en la cual sobresalía el pensamiento de Savigny (Alsina Atienza,
1955a; Borda, 1975, p. 69; Llambías, 1975, p. 251; Rivera, 1995, p. 450; Salvat y López
Olaciregui, 1964, p. 165; Spota, 1967, p. 43). Lo cierto es que Vélez Sarsfield, con el método
empleado, produjo una innovación adelantándose a la época, ya que en los códigos civiles
del siglo XIX –la mayoría de ellos inspirados en el Code francés de 1804– no habían tratado
a los hechos y actos jurídicos como elementos conceptuales generales y separados, sino que
a esta problemática se la legisló como unida a los contratos y a los testamentos. Ahora bien,
puede señalarse como un pequeño demérito critico que, en el Código Civil argentino, la
regulación se hizo en el Libro II referido a los “Derechos personales”, y no como debió haber
sido en una “parte general”. Este último sistema aparece utilizado en el Código Civil alemán
de 1900 (BGB) y en el mexicano, suizo, portugués y muchos otros del siglo XX (Arauz
Castex, 1965, p. 152; Compagnucci de Caso, 1992, p. 7; Cifuentes, 1991, pp. 8-9; Prieto
Molinero, 2014, p. 579; Rivera, 1995, p. 450).4 En cuanto al régimen del Código Civil
derogado, el artículo 896 inicia la Sección 2 y define a los hechos jurídicos como: “[…] todos
los acontecimientos susceptibles de producir alguna adquisición, modificación, transferencia
o extinción de derechos u obligaciones”. Este concepto ha sido analizado desde diferentes
puntos de vista, por un lado que se considera que los acontecimientos modifican causalmente
al mundo exterior e interesan al derecho cuando producen efectos a los que la norma toma
en consideración. A esa idea general se le suma la opinión de Henoch Aguiar (1950), quien
fuera un distinguido profesor de la Universidad de Córdoba y que en su difundida obra
sostuvo que cuando el artículo 896 habla de “susceptibles” está indicando que el hecho es
jurídico cuando tiene la capacidad y aptitud suficiente –ya sea potencial o eventual– para
producir efectos legales
El nuevo régimen del Código Civil y Comercial

En el nuevo Código Civil y Comercial que entró en vigencia el 1 de agosto de 2015, el hecho
jurídico aparece definido en el artículo 257 que inicia el Título IV, del Libro Primero,
Capítulo I y en el título general de “Hechos y actos jurídicos”. El artículo 257 expresa lo
siguiente: “El hecho jurídico es el acontecimiento que, conforme al ordenamiento jurídico,
produce el nacimiento, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas”. En la
comparación con el texto del Código Civil anterior, pueden observarse algunas diferencias
que separan el contenido conceptual de ambos. El primero y más importante es el que
diferencia al hecho. Mientras que antes podía sostenerse que era un elemento fáctico que
contenía en sí la posibilidad de producir el efecto jurídico, el nuevo Código vincula al hecho
subsumido en la norma, es decir, como elemento con sustrato allí previsto (Compagnucci y
Moreno, 2016, p. 115; Prieto Molinero, 2014, p. 578; Tobías, 2016, p. 135). Los autores han
tomado en cuenta este esencial distingo. Así, Prieto Molinero (2014) sostiene:

[…] lo que hacen las normas del ordenamiento es un juicio hipotético donde al darse A el
resultado será B. O lo que es lo mismo de coincidir la realidad con una determinada
descripción prevista de antemano en la norma el ordenamiento atribuirá un determinado
efecto. (p. 584)

Esta cuestión, muy importante, por cierto. La trataré más adelante de modo más específico.
A más de lo dicho, otra diferenciación surge de los efectos que pueden llegar a producir los
hechos jurídicos. Algunos efectúan la primera de las distinciones entre aquello del artículo
896 de “susceptibles de producir” por la expresión verbal de “producen” (Llambías, 1975, p.
251; Mayo, 198, p. 398; Orgaz, 1963, p. 11; Salvat y Romero del Prado, 1954, p. 171).8 Al
respeto, el profesor Tobías (2018) señala que sobre lo previsto en el artículo 896 se había
indicado que dicha expresión tenía como sentido aclarar que la posibilidad de producción del
efecto se daba ante la presencia del hecho en la norma jurídica. Es decir que lo indicado en
el viejo Código podía entenderse como suponiendo la presencia del presupuesto fáctico
normativo.9 Quizá, la más trascendente diferencia está en las consecuencias previstas.
Mientras que en la normativa anterior apuntaba al nacimiento, modificación, transferencia o
extinción de “derechos u obligaciones”, el nuevo texto indica que dichos efectos lo son sobre
“situaciones o relaciones jurídicas”. A mi juicio, se trata de un cambio cualitativo y, por ello,
de mayor entidad abarcativa. Mientras que antes quedaba limitado a los derechos y
obligaciones, ahora se llega a todas las relaciones jurídicas y también a las denominadas
“situaciones jurídicas”. Ello me permite aclarar –sin desconocer que se han brindado
diferentes teorías– que la “relación jurídica” es “una vinculación que establece el derecho
objetivo que se da entre personas y atribuye a una un poder y a otra un vínculo correlativo”,
mientras que la “situación jurídica” se aparta del concepto anterior, pues consiste en el efecto
que puede producir un hecho jurídico en la creación, modificación o extinción de una
posición jurídica para un sujeto, que resulta desconectada de las demás.

CAMINO AL ACTO JURÍDICO

Habiendo estudiado –ut supra– que los hechos jurídicos pueden ser generados por la
naturaleza o por la intervención del hombre, esto no conlleva a decir que existen hechos
jurídicos naturales y hechos jurídicos humanos.

 Los Hechos Jurídicos Naturales, son aquellos acontecimientos generados por el


desenvolvimiento o fenómeno de la naturaleza, en donde no interviene el hombre,
pero que necesariamente al suscitarse generan consecuencias jurídicas. Por ejemplo:
el nacimiento, la muerte, una inundación, etc.
 Los Hechos Jurídicos Humanos, son aquellos acontecimientos generados con la
intervención del hombre; que interesan al derecho y que generan consecuencias
jurídicas. Por ejemplo: vender o comprar, regalar (donar), alquilar (arrendar), entre
otras.

Para continuar nuestros estudios y llegar al Acto Jurídico, es necesario seleccionar


únicamente a los hechos jurídicos humanos, ya que el acto jurídico –en estricto- sólo es
generado por el hombre, empero, se requerirá de la voluntad, o no, del hombre; ello nos
conlleva a indicar que los hechos jurídicos humanos pueden ser voluntarios o involuntarios.

 Los Hechos Jurídicos Humanos Involuntarios, son aquellos acontecimientos


producidos sin la voluntad del hombre, que interesan al derecho por tener
consecuencias jurídicas, por ejemplo: un accidente de tránsito, pero con la
peculiaridad de que el hombre no tiene la intención de producirlo, no obstante ello,
estos hechos involuntarios se imputan a título de culpa.

Estos hechos involuntarios en el Código Penal se prescriben como Delitos Culposos


(Homicidio Culposo y Lesiones Culposas) Similar es la situación en los casos de
responsabilidad civil, en donde determinados hechos involuntarios se generan por el
incumplimiento de un deber jurídico general.

 Los Hechos Jurídicos Humanos Voluntarios, son aquellos acontecimientos que se


producen con la voluntad del hombre, a los cuales el derecho le ha otorgado
consecuencias jurídicas.

Pero, además, resulta necesario que dicha voluntad cumpla con la satisfacción de éstos tres
elementos: discernimiento [aptitud para apreciar], intención [querer lo que se sabe], y,
libertad [Ausencia de presión externa].
Por ejemplo: la compra de un automóvil, el reconocimiento de paternidad de un hijo, etc.

Para continuar con nuestro estudio, nos quedaremos sólo con los hechos jurídicos humanos
voluntarios, pues aquellos hechos jurígenos sin la voluntad del hombre no nos interesan para
alcanzar nuestro objetivo -Acto Jurídico-.

La voluntad del hombre para generar hechos jurídicos se enmarca dentro de la licitud o
ilicitud, de allí que ahora corresponda desarrollar el estudio de los hechos jurídicos humanos
voluntarios lícitos e ilícitos.

 Los Hechos Jurídicos Humanos Voluntarios Ilícitos, son aquellos acontecimientos


generados con la voluntad del hombre, con relevancia jurídica, que contraviene el
orden público, las buenas costumbres o las normas imperativas, pues resultan ser
prohibidas por el derecho.

En la práctica, estos hechos ilícitos resultan ser atendidos por la Institución Jurídica de la
Ineficacia del Acto Jurídico, la Responsabilidad Civil (contractual o extracontractual), e
incluso, por el Derecho Penal, como delitos, faltas o infracciones a la ley penal; por ejemplo:
un contrato de compra-venta de una pierna humana (contrario a la norma); confeccionar
(falsificar) un documento falso, no cumplir con pagar una deuda (obligación), entre otros.

 Los Hechos Jurídicos Humanos Voluntarios Lícitos, son aquellos acontecimientos


generados por la voluntad del hombre, con relevancia jurídica, acorde al
ordenamiento jurídico y conforme a Derecho, pues son todo lo contrario a los hechos
jurídicos ilícitos. Por ejemplo: arrendar un departamento, contraer matrimonio,
otorgar testamento, etc.

Para alcanzar nuestro objeto de estudio, tomaremos los hechos jurídicos humanos voluntarios
lícitos, dentro de lo cual debemos indicar que, si bien es cierto estos hechos contienen
voluntad del hombre, también, es cierto que dicha voluntad [voluntad interna] puede estar
limitada a que no genere efectos jurídicos, para ello será necesario que el hombre declare su
voluntad [voluntad externa] (respecto al tema de la voluntad interna y externa, lo
abordaremos en nuestros siguientes artículos); de allí que, los hechos jurídicos humanos
voluntarios lícitos se otorguen con declaración de voluntad o sin ella.

 Los Hechos Jurídicos Humanos Voluntarios Lícitos sin declaración de voluntad,


son aquellos acontecimientos generados por la voluntad del hombre, con relevancia
jurídica, pero que no busca producir efectos jurídicos. Por ejemplo: Imagínese a
Mario Vargas Llosa escribiendo una novela pero que no quiere que sea publicada, en
efecto sólo busca hacer lo que le gusta -escribir-, no quiere que su actuar -escribir-
genere efectos jurídicos, como reproducirla y venderla. Sin embargo, esta situación
cambiaría totalmente, si Vargas Llosa escribe una novela por alguien quien le solicitó,
para publicarlo.
 Los Hechos Jurídicos Humanos Voluntarios Lícitos con declaración de voluntad,
son aquellos acontecimientos generados por la voluntad del hombre, con relevancia
jurídica, que busca producir efectos jurídicos, estos hechos resultan ser todo lo
contrario a los hechos sin declaración de voluntad, ya que, si tomamos el mismo
ejemplo, Vargas Llosa escribe una novela pero estrictamente para ser publicada por
diversas editoriales.

ACTO JURÍDICO

DEFINICION DE ACTO JURÍDICO


El acto jurídico es el acto humano, lícito, con manifestación de voluntad destinada a crear,
regular, modificar o extinguir relaciones jurídicas

Clasificación de los Actos Jurídicos

Unilaterales, Bilaterales y Plurilaterales

Son aquellos donde para su existencia solo se requiere la presencia de una sola voluntad,
esto es suficiente con el hecho de que el declarante se haya desprendido de ella, a fin de que
el acto Jurídico exista.

Simples
Entendidos como semejantes a aquellos actos jurídicos que surgen de una sola voluntad, o
sea basta el desprendimiento de la voluntad interna de un sujeto, que siendo
expresado (exteriorizado) adquiere relevancia jurídica. Estos por su parte pueden
ser recepticios y no recepticios.
Veamos:

Recepticio
Son aquellos actos unilaterales donde la única voluntad; tiene un receptor predeterminado o
bien fijado de manera expresa por el declarante y, es exactamente a quien va dirigidos
los efectos jurídicos del acto.
De esta forma tenemos, por servirnos d e esta forma tenemos, por servirnos de un ejemplo,
el testamento donde el testador apunta en forma expresa a su hijo heredero a quien se le
transmitirá sus derechos después de muerto (post mortem) (artículo 686° Código Civil), el
reconocimiento del hijo extramatrimonial donde la voluntad está dirigida a establecer el
vínculo paterno filial únicamente con el hijo al que el padre reconoce

No Recepticio
Acá la declaración de voluntad única no tiene un receptor fijado o bien señalada en
forma taxativa, sino más bien está dirigida a un conjunto de personas, con lo que podría
decirse que tiene un efecto “erga omnes”, esto es hacia cierto grupo de personas.
Tal y como hemos anotado, la manifestación de voluntad adquiere relevancia jurídica por
el solo hecho que el declarante se desprende de ella y es de conocimiento de
un conjunto de personas.
De esta forma por poner un ejemplo, la promesa pública de recompensa (artículo mil
novecientos cincuenta y nueve del Código Civil) enmarcado en esta clase de acto jurídico.

Complejos
En este supuesto, aunque es cierto, existe la concurrencia de múltiples voluntades de
forma simultánea, todas y cada una han de estar dirigidas o orientadas en un sentido, esto
es tal y como si estuviésemos propiamente frente a una sola voluntad.
Como un ejemplo podríamos referir el pacto uniforme y único de la junta
directiva o directorio de una persona jurídica en cierto sentido.

Bilaterales
Los actos jurídicos sinalagmático (bilateral) tienen una definición simple y concreta: son
aquellos en los que para su existencia válida, confluyen dos
intenciones (voluntades) expresadas por los sujetos intervinientes.
Ahora bien, la generalidad de actos jurídicos podríamos decir que
son sinalagmáticos (bilaterales), llámese compra y venta donde interviene un comprador y
un vendedor (artículo 1529° del Código Civil), alquiler donde participa un dueño-
arrendador y el inquilino–arrendatario (artículo 1666° del Código
Civil), permuta (artículo mil seiscientos dos del Código Civil), mutuo (artículo 1648° del
Código Civil), suministro (artículo 1604° del Código Civil), depósito (artículo 1814° del
Código Civil), etcétera.

Plurilaterales
Son aquellos donde concurren más de dos voluntades, esgrimidas por los sujetos, donde en
contraste a los actos jurídicos unilaterales complejos, esta pluralidad de voluntades
es autónoma y también independiente entre sí, a través de las que los celebrantes fijan su
situación establecido.
Como un ejemplo, podríamos referir el subarrendamiento donde intervienen las
voluntades autónomas del arrendador (dueño de un bien), inquilino (arrendatario) y
el subarrendatario (persona a la que el inquilino le alquila el bien) regulado en el artículo
1692° del Código Civil; también la cesión de la postura establecida (posición
contractual) (artículo 1435° del Código Civil) donde participa un cedente y, cesionario y
un tercero (cedido), donde las voluntades y criterios de estos tres, son autónomas y también
independientes.

Formales y no Formales
No Formales
Son aquellos donde la manera como requisito de valía del acto jurídico existe, no obstante
exactamente la misma queda a criterio de los celebrantes, siempre que no exista
una forma preestablecida por la regla (norma).
En la doctrina se acostumbra a establecer que esta clase se usa para los actos
Jurídicos no relevantes o bien poco trascendentes, siempre que su naturaleza o bien
la ley lo dejen.
A forma de ejemplo podemos referir la Donación de Recursos (Bienes) Muebles de escaso
valor, donde el procedimiento puede ser verbal o bien oral, esto es libre y, no
necesariamente sea escrita, tal y como establece el presunto del artículo 1623° del Código
Civil.

Formales
En esta parte, el acto jurídico para su valía o validez requiere, que el celebrante observe de
forma estricta el procedimiento establecida por la ley, de forma que su inobservancia o bien
incumplimiento, de forma irresoluble, va a traer consigo la nulidad del acto jurídicos.
Podríamos añadir a ello, que la manera es consubstancial al acto jurídico, por ende, el no
cumplimiento de las partes causará la nulidad absoluta del mismo.
De esta manera por servirnos de un ejemplo, tratándose de la donación de recursos
o bienes inmuebles, el acto Jurídico es formal, por cuanto debe cumplirse con
la formalidad consistente en que debe efectuarse a través de escritura pública, con
indicación Individual del inmueble o bien inmuebles donados, de su valor real y el de las
cargas que debe satisfacer el donatario y, en el caso de inobservancia el acto Jurídico va a
ser nulo (artículo 1625° del Código Civil).
Además tratándose de la fianza (artículo 1871° del Código Civil), esta ha de ser por escrito,
caso contrario, por servirnos de un ejemplo, si es verbal, no va a existir como un acto Jurídico
puesto que se no cumplió el procedimiento (forma).
Principales y Accesorios
Principales
Son aquellos donde el acto jurídico existe de forma autónoma y también independiente y,
por esta circunstancia no se halla en relación de dependencia de ningún otro acto jurídico o
bien situación existente.
De esta manera por servirnos de un ejemplo, tenemos el contrato de mutuo (llamado
generalmente como préstamo), regulado en el artículo 1648° del Código Civil, que es un
acto jurídico primordial (principal) por cuanto para su existencia legal no es preciso que se
halle subordinado a ningún otro acto diferente.

Accesorios
Por su configuración, estos dependen de otro acto jurídico llamado primordial o principal,
al que se hallan subordinados, por su existencia depende del citado acto jurídico. Por
esta razón el aforismo existente en el derecho: “Lo accesorio prosigue la fortuna del
primordial o principal” es aplicable en el presente caso.
A forma de ejemplo podemos referir el acto Jurídico llamado hipoteca, (regulado en el
artículo 1097° y 1099° Inciso dos del Código Civil), el que como garantía real puede
encontrarse destinado a proteger o bien asegurar un acto jurídico primordial o principal (el
contrato de mutuo) donde, en el caso de realizarse la devolución del capital entregado, la
hipoteca necesariamente habrá de ser levantada por constituirse o establecerse en
una obligación auxiliar de aquel acto jurídico.
Ínter Vivos y Mortis Causa
Inter Vivos
Son aquellos solemnizados (celebrados), mientras que la persona se halle viva y, por tanto,
sus efectos se generan o bien desarrollan en esta condición, siendo por lo tanto
esta característica es inmanente a esta clase de actos jurídicos.
La generalidad de actos jurídicos es Inter Vivos por cuanto son celebrados en esta condición
y regulan la situación Jurídica estando en vida la persona. Por ejemplo, la compra-venta,
arrendamiento, el matrimonio, etc.
La generalidad de actos jurídicos es inter vivos por cuanto son solemnizados (celebrados)
en esta condición y regulan la situación Jurídica estando en vida la persona. Por servirnos
de un ejemplo, la compraventa, alquiler, el matrimonio, etcétera

Mortis Causa
Acá el acto Jurídico, en lo que se refiere a la generación de sus efectos,
está supeditado al advenimiento de cierto hecho jurídico, precisamente la muerte, donde
esta contingencia va a estar favoreciendo que el acto que ha sido solemnizado (celebrado),
pueda derivar válidamente en su totalidad y sus consecuencias jurídicas prevenidas por el
celebrante en vida.
El ejemplo de esta clase de acto jurídico por excelencia viene a ser el testamento, el que
fue festejado por el testador cuando está en vida, no obstante los efectos del mismo se
producen cuando muere aquel.

Onerosos y gratuitos
Onerosos
En esta clase de actos jurídicos, al instante de
su celebración se producen posibilidades recíprocas entre las partes contratantes, donde
nacen derechos y obligaciones derivadas del acto que está festejando (celebrando).
Consecuentemente, a la prestación que se produce debe existir una contraprestación por la
parte del otro celebrante, razón por la que a estos actos Jurídicos asimismo acostumbran a
llamarles sinalagmáticos por las posibilidades mutuas que surgen a causa de su
celebración.
De este modo por servirnos de un ejemplo, en el contrato de alquiler, desde
su celebración el arrendador (dueño) está forzado a dar la posesión del bien inmueble al
inquilino (arrendatario), quien por su parte se halla obligado a abonar la renta
mensual (alquiler), preservar el bien y otras más que se derivan del propio contrato y del
código substantivo respectivamente.

Gratuitos
Es diferente la situación en esta clase de actos Jurídicos puesto que por su configuración, al
instante de la celebración, únicamente una de las partes se fuerza con el cumplimiento de
las prestaciones; en otras palabras, solo uno de los contratantes acepta las posibilidades,
liberando al otro de cualquier obligación.
Es por este motivo que a esta clase de actos jurídicos acostumbra a denominarlos actos
de liberalidad (a título de liberalidad).
De esta forma por poner un ejemplo, en el contrato de donación de un bien, únicamente
se fuerza, a transferir la propiedad del donante, al tiempo que el donatario se restringe a
percibir el bien.
De todo lo expuesto, debemos dejar bien en claro que la diferencia entre los actos
Jurídicos onerosos y gratis, no reside desde el punto de vista monetario o bien cuantitativo,
sino exactamente el mismo se restringe o limita al campo enteramente obligacional.
Simples y Compuestos
Simples
El aspecto relevante de estos actos, se encuentra en que desde el instante de
su celebración se restringe a la producción de efectos de una sola naturaleza, esto es, solo
entiende el campo enteramente patrimonial.
Por tales razones, acostumbra a manifestarse que los contratos civiles son de
naturaleza patrimonial, por cuanto producen sus efectos jurídicos en la esfera del
patrimonio de los recursos de los celebrantes.
De esta forma por servirnos de un ejemplo,
el contrato de compraventa, alquiler, mutuo y afines, entienden solamente el patrimonio de
los contratantes, o sea, solo producen una clase de efecto.

Compuestos
En contraste a los precedentes, los actos jurídicos compuestos tienen
como característica producir una diversidad de consecuencias jurídicas, tanto en
el aspecto patrimonial como en el campo extrapatrimonial.
Por esta particularidad descrita, esta clase de actos Jurídicos, en su generalidad, son parte
del Derecho de familia puesto que los efectos que derivan son de naturaleza patrimonial y
extrapatrimonial.
De esta manera tenemos, que en el acto jurídico llamado reconocimiento del hijo
extramatrimonial, la celebración produce efectos patrimoniales (como el
derecho sucesorio a heredar recursos por la parte del hijo reconocido, etcétera) y
de carácter extrapatrimonial (educación, comestibles, cariño, etcétera).
Igual o bien similar sería el tratamiento en el matrimonio con sus peculiaridades, donde
los efectos patrimoniales que produce (generan), tendríamos el régimen patrimonial, o sea
si estamos en frente de un régimen de recursos comunes (sociedad de gananciales) o
bien separación de recursos y, de igual modo los efectos extramatrimoniales entendería
los deberes de cohabitación, lealtad, cariño, asistencia, comestibles y otros que no
son cuantificables en definitiva de dinero alguno.

Puros y Modales
Puros
Por su naturaleza estructural, estos actos jurídicos no aceptan la inserción de
ninguna modalidad puesto que de hacerlo se estaría afectando su esencia y
la trascendencia de su existencia.
Siendo de este modo, podríamos decir que esta clase de actos Jurídicos no deja que
estén subordinados o bien sujetos a las modalidades del acto Jurídico. En síntesis, el acto
puro es aquel que no acepta estar sujeto a ninguna modalidad (condición, plazo y cargo o
bien modo).
Como unos ejemplos tradicionales tenemos al matrimonio, el reconocimiento de un hijo
extramarital y otros, los que no pueden estar supeditados a
ninguna condición, plazo, cargo o bien modo.

Modales
Acá es diferente, los actos jurídicos modales sí dejan que en su estructura cuente con
las modalidades del acto jurídico; o sea, estar supeditados a una condición, plazo, cargo o
bien modo.
En este punto, de forma somera, podemos delimitar a la condición como
aquel acontecimiento o bien evento futuro, dudoso y arbitrario del que van a depender
los efectos del acto jurídico. El plazo es aquella data (fecha), acaecimiento
(suceso), acontecimiento o bien evento futuro, cierto y arbitrado al que se
halla supeditado el acto Jurídico.
El cargo o bien modo es aquella declaración auxiliar de la voluntad
que únicamente se introduce a los actos Jurídicos a título de liberalidad (gratis) y que
puede consistir en una obligación de dar o bien hacer.
Ahora bien, citando ejemplos, puede existir un contrato de compraventa sujeto a
una condición; de esta manera cuando le digo a Juan te vendo mi casa siempre que Pedro
viaje a España ya antes de final de año, vamos a estar frente a un acto jurídico sujeto a
una condición suspensiva.
Otro ejemplo, se solemniza (celebra) un contrato de alquiler sujeto al plazo de un año
no renovable, acá estamos en frente de un alquiler sometido a un plazo resolutorio.
Finalmente, en caso de que se celebre un contrato de donación donde se introduzca una
obligación de hacer, al que debe consistir en que el donatario (que es un conocido
pintor) realice una pintura del retrato del donante, vamos a estar propiamente frente a una
donación sometido a un cargo o bien modo.
Disposición, administración y de obligación
Disposición
Son aquellos, a consecuencia de su celebración llevan consigo la transferencia o
bien transmisión de la propiedad de un bien mueble o bien inmueble o bien un
derecho, considerándose asimismo en estos a aquellos por los que
se extinguen obligaciones.
A forma de ejemplo podríamos referir al contrato de compraventa, permuta, donación y
otros, como enteramente actos jurídicos de disposición; como asimismo en el caso que
se renuncia a derechos, como la condonación (artículo doce mil novecientos cincuenta del
Código Civil), o bien cuando se abdica a derechos tratándose de la transacción (artículo
1302° de Código Civil).

Administración
En esta clase de actos jurídicos, su celebración lleva consigo que únicamente se ceda la
posesión, el empleo o bien disfrute de un bien, más no la transferencia, la propiedad como
su nombre lo señala, únicamente la administración.
De este modo por poner un ejemplo, podemos referir como actos jurídicos
de administración al contrato de alquiler (artículo 1666° del Código
Civil), comodato (artículo 1728° Código Civil), depósito (artículo 1814° del Código Civil),
asimismo se podría estimar aquellos que implican la generación de frutos y productos
(artículo 890°, 891° y 894° del Código Civil).

Obligación
Son aquellos que producen obligaciones de dar, hacer y no hacer. De este modo tenemos,
que en los actos obligacionales de dar, estos asemejan y tienen relación con los actos
de disposición; al paso que el acto jurídico de obligación de hacer implica cumplir
determinada tarea o ayuda continuada.
Como por poner un ejemplo, podríamos referir el contrato de obra (artículo 1771° del
Código Civil), el que encuadra en esta obligación descrita; y en los actos de obligación
de no hacer, estos traen consigo una abstención o bien óbice para ciertos celebrantes, como
en el caso del contrato de alquiler donde una de las obligaciones del inquilino es no
hacer empleo irresponsable del bien o distinto al orden público o distinto a las buenas
costumbres (artículo 1687° inciso siete del Código Civil).

Patrimoniales y Extramatrimoniales
Patrimoniales
Son aquellos que versan o son limitados a patrimonios o recursos (bienes), o sea,
son cuantificables en dinero o forman parte de la naturaleza pecuniaria.
Está clasificación semeja un tanto a aquellos actos jurídicos simples, por cuanto abarca a los
que producen consecuencias en el patrimonio de los celebrantes y, que por determinado son
la generalidad de contratos civiles como la compraventa, suministro, alquiler, mutuo,
etcétera.
Extramatrimoniales
Aquí nos encontramos ante aquellos actos jurídicos denominados de naturaleza moral
por cuanto no son cuantificables en suma de dinero alguno, señalando para ello como
ejemplo el matrimonio, la adopción y otros relacionados íntimamente con el derecho de
familia.
Acá nos hallamos ante aquellos actos jurídicos llamados de naturaleza ética por cuanto no
son cuantificables en suma pecuniaria alguna.
Señalando para esto como un ejemplo el matrimonio, la adopción y otros relacionados
íntimamente con el derecho de familia.
Nominados e Innominados
Nominados
Son aquellos actos Jurídicos que reciben una denominación concreta (nomen
juris) contenida en el código civil y, por consiguiente le son de aplicación
los presupuestos contenidos en esta precepto.
En otras palabras, estamos frente a un acto jurídico nominado cuando recibe
una nomenclatura concreta en el código substantivo.
Podemos referir como un ejemplo el matrimonio, alquiler, mutuo, depósito, hipoteca y todos
los que reciben determinada denominación en el Código Civil.

Innominados
Estos actos jurídicos son solemnizados (celebrados) en el ejercicio de la autonomía de la
voluntad, en la medida que no están prohibidos o bien no chocan con preceptos de orden
público y las buenas costumbres.
No reciben una denominación concreta o bien no tienen una nomenclatura singular en el
Código Civil.
A forma de ejemplo podríamos referir a los contratos modernos, que no están regulados en
forma concreta en el Código Civil, como por servirnos de un ejemplo, el contrato de
franquicia, de peligro compartido (joint venture) y otros más, lo que no implica que
sean inexistentes Judicialmente.
Precisamos que el contrato de peligro compartido (joint venture) si es nominado en materia
minera, tal y como recoge el Decreto Supremo catorce-noventa y dos-EM (Texto Único
Ordenado de la ley General de Minería).
Además es necesario realizar la precisión de que ciertos tratadistas acostumbran a llamar a
esta clase de actos jurídicos en atípicos y típicos, pero conforme a nuestro criterio,
el tratamiento conveniente ha de ser como actos nominados y también innominados en
tanto que aquella denominación linda más con el campo del Derecho Penal, el que
por determinado es totalmente diferente al Derecho Civil.
Constitutivo y Declarativos
Constitutivo
Son aquellos que producen sus efectos jurídicos, o sea derechos y obligaciones, desde el
instante de su celebración cara adelante.
Por esta razón, en la doctrina, diríase que esta clase de actos Jurídicos acostumbra a
llamársele porque tienen un efecto Ex–Nunc, esto es, hacia adelante.
Como un ejemplo podríamos referir el contrato de compraventa, alquiler, mutuo y otros,
pues desde el instante que son solemnización (celebración) surgen consecuencias,
exactamente los mismos que se proyectan hacia adelante (ex-nunc).

Declarativos

Los actos Jurídicos declarativos tienen como característica singular que, a causa de
tu celebración, reconocen efectos jurídicos ya existentes o bien se retrotraen a hechos
pasados y, es basándonos en estos que la doctrina establece, que se producen un efecto Ex–
Tunc, o sea hacia atrás.
De esta manera tenemos, que el reconocimiento de un hijo extramatrimonial (artículo 388°
del Código Civil), el reconocimiento de una deuda contraída de antemano (artículo 1199°
del Código Civil), son actos declarativos por cuanto sus efectos se retrotraen a hechos
pasados puesto que el hijo va a ser del padre no desde la momento en que lo reconoce sino
más bien desde cuando nació.
También la deuda va a existir desde el momento en que fue contraída, pero no desde
la ocasión es que es reconocida.

Conmutativos y Aleatorios

Conmutativos
En esta clase de actos jurídicos hay una relación de equivalencia entre las posibilidades
solemnizadas (celebradas), también existe factibilidad con relación a su cumplimiento o
bien ausencia de peligro.
En otras palabras, en estos actos jurídicos no hay ninguna inseguridad en lo que se refiere a
la realización de las posibilidades, por cuanto de existir, normalidad, esta ha de ser cumplida
a cabalidad.
Así, por ejemplo, en el contrato de arrendamiento existe equivalencia entre las prestaciones,
por cuanto el propietario arrienda el bien Inmueble según el criterio que tiene para fijar las
condiciones y, el arrendatario acepta las mismas en la convicción de que ellas son
equivalentes, recíprocas y pueden ser cumplidas.

De este modo, por poner un ejemplo, en el contrato de alquiler existe equivalencia entre
las posibilidades, por cuanto el dueño alquila el bien Inmueble conforme el criterio que
tiene para fijar las condiciones y, el inquilino admite exactamente las mismas en
la convicción de que son equivalentes, recíprocas y pueden ser cumplidas.

Aleatorios

Se llaman de este modo pues cuanto se hallan en función al factor “alea”, que
significa peligro o incertidumbre que afecta de forma ineludible y conocida
las prestaciones adquiridas que las partes, donde deben cumplir, siendo imprevisible
el beneficio o bien pérdida que el acto pueda reportar.
A manera de ejemplo, podemos citar el juego y apuesta (artículo 1942° del Código Civil), la
venta de bien futuro (artículos 1534° y 1535° del Código Civil) pues existe Incertidumbre en
cuanto a su realización y no hay equivalencia, o bien se pierde todo lo invertido o se obtiene
ventaja más allá de ello.
A forma de ejemplo, podemos referir el juego y apuesta (artículo 1942° del Código Civil),
la venta de bien futuro (artículos 1534° y 1535° del Código Civil) puesto que
existe inseguridad en lo que se refiere a su realización y no hay equivalencia, o se pierde
todo lo invertido o bien se consigue ventaja creciente de ello.

Actos de Ejecución Inmediata y de Ejecución Continuada


Ejecución Inmediata
Asimismo llamados de ejecución instantánea, son aquellos cuyos efectos jurídicos
se consuman con su celebración, esto es, las posibilidades mismas del acto jurídico han de
ser cumplidas o bien ejecutadas en el instante de su celebración.
Tenemos, por poner un ejemplo, el contrato de compraventa de un bien al contado, donde
el vendedor entrega el bien (traditio) y el comprador en ese acto cumple con abonar el coste
fijado.

Ejecución Continua
Asumen el nombre de alternativo de tracto sucesivo o ejecución inmediata, donde las
prestaciones derivadas del acto jurídico, una vez celebrado el mismo, se irán deviniendo
y deberán ser cumplidas o ejecutadas periódicamente; por ejemplo, del contrato de
arrendamiento o el contrato de Compra venta a plazos, donde las prestaciones deberán ser
satisfechas con el devenir del tiempo y de manera periódica.
Por servirnos de un ejemplo, del contrato de alquiler (arrendamiento) o bien el contrato
de adquirente (compra-venta) a plazos, donde las posibilidades habrán de
ser satisfechas con el devenir del tiempo y de forma periódica.

Vicios de los actos jurídicos


Se denominan vicios de los actos jurídicos ciertos defectos congénitos de ellos, susceptibles
de producir la invalidez de los actos que los padecen.

Para Freitas los vicios de los actos jurídicos son sustanciales o de forma.

Habrá vicio sustancial en los actos jurídicos cuando sus agentes no los hayan practicado
con intención o libertad, o cuando no los hayan celebrado de buena fe (esbozo, art. 504). Los
vicios consistentes en la falta de intención, son lo ignorancia o error y el dolo; el que incide
en la falta de libertad, la violencia; los que radican en la falta de buena fe, la simulación y
el fraude (esbozo, art. 505) los vicios de forma provienen de la inobservancia de
las formalidades exigidas
por la ley respecto de ciertos actos jurídicos. Como son sumamente variados no se prestan
para una sistematización unitaria: he ahí la razón por la cual la teoría de los vicios de los
actos jurídicos deja de lado los vicios de forma, y solo se refiere a los que Freitas
denomina vicios sustanciales.

Entre éstos últimos, hay dos grupos diferenciados. El primer grupo comprende los vicios que
la doctrina moderna denomina de la voluntad, porque inciden en algún elemento de ella: tales
son el error o ignorancia, el dolo y la violencia. El segundo grupo abarca los defectos
de buena fe que pudieran presentar los actos jurídicos: ellos son la simulación y el fraude.

Mientras los vicios de la voluntad por su propia índole afectan a todos los hechos voluntarios,
los vicios de la buena fe sólo pueden concurrir en los actos jurídicos, razón por la cual se ha
denominado a estos últimos vicios propios de los actos jurídicos.
Un acto jurídico se reputa voluntario cuando es ejecutado con discernimiento, intención y
libertad.2 Si falla cualquiera de estas características estamos frente a un acto jurídico que no
producirá sus efectos propios.
Teniendo en cuenta estas características:

 Obstan el discernimiento: la inmadurez y la insania.

 Obstan la intención: el error o ignorancia y el dolo.

 Obstan la libertad: la violencia, la simulación y el fraude, aunque algunos estudiosos del


derecho incluyen a la lesión.
Contendrán vicios del consentimiento aquellos actos jurídicos que no hayan sido realizados
con intención y libertad, mientras que los realizados sin discernimiento serán actos jurídicos
inexistentes.

Vicios que afectan la intención


En Derecho el error es una "mala apreciación de la realidad determinada por la ignorancia,
es decir, por no haber tenido la parte conocimiento de todas las circunstancias que influyen
en el acto concertado, o por la equivocación, es decir, por no haber valorado exactamente la
influencia de dichas circunstancias". 3
Error
El error puede entonces ser equivocación o ignorancia, pero el resultado en ambos casos es
el mismo; una falsa representación de la realidad, y eso en definitiva es el error. La duda en
todo caso excluye al error, pues quien obra a sabiendas de que puede estar equivocado,
desconociendo con exactitud las consecuencias de sus actos, no puede invocar luego su
propio error. En error en cambio el sujeto desconoce ciertas consecuencias del acto que
celebra y cree que su representación de la realidad es acertada.
Clases de error
El error en definitiva puede ser de dos tipos, error de hecho y error de Derecho. El primero
es aquella falsa representación de la realidad que recae sobre situaciones fácticas, como creer
comprar una vaca y en verdad comprar un cerdo (error in re), o dar un mandato a Juan cuando
se da a Diego (error in persona), o celebrar una compraventa cuando celebró un usufructo
(error in negotio)
El segundo es aquel que recae sobre situaciones jurídicas, como suponer que el arrendador
se hace dueño de cierta cosa, o que la compraventa de cosas inmuebles es consensual (en la
mayoría de las legislaciones, que siguen la doctrina continental, la compraventa de inmuebles
es solemne).
El error de hecho es generalmente un vicio del consentimiento, mientras que el error de
derecho es comúnmente rechazado como tal, siguiendo al código francés y a Pothier. El
código civil chileno, en el artículo 1452 señala expresamente que el error sobre un punto de
derecho no vicia el consentimiento, con ciertas excepciones en lo relativo al cuasicontrato de
pago de lo no debido, que obedecen más que nada a un asunto de rechazo al enriquecimiento
sin causa.
Al menos en la legislación que sigue a Pothier, solo el error de hecho vicia el consentimiento.
Pero éste no lo hace siempre, debiendo distinguir tres clases de error: error esencial u
obstáculo, el error sustancial, o el error accidental.
Error esencial
Error esencial u obstáculo es aquel que recae sobre la identidad del acto o contrato que se
celebra, o sobre la identidad de la cosa que es objeto de dicho acto o contrato. Señala el
artículo 1453 del Código Civil chileno que "El error de hecho vicia el consentimiento cuando
recae sobre la especie de acto o contrato que se ejecuta o celebra, como si una de las partes
entendiese empréstito y la otra donación; o sobre la identidad de la cosa específica de que se
trata, como si en el contrato de venta el vendedor entendiese vender cierta cosa determinada,
y el comprador entendiese comprar otra".
Este error vicia siempre el consentimiento, y en su sanción se distingue entre quienes aceptan
la teoría de la inexistencia, y quienes la rechazan. Los primeros señalan que en este caso no
se configura consentimiento alguno y por tanto el acto o contrato debería ser sancionado
como inexistente, para los segundos aquello es cierto, pero no contemplando el código civil
(chileno) la sanción de inexistencia, debe aplicarse la de nulidad absoluta (1682).
Error sustancial
Este tipo de error se produce cuando, no habiendo error sobre la identidad de la cosa objeto
del contrato, existe aquel sin embargo en alguna sustancia o calidad esencial que en realidad
no tiene. Señala el artículo 1454 que "el error de hecho vicia asimismo el consentimiento
cuando la sustancia o calidad esencial del objeto sobre el que versa el acto o contrato, es
diversa de lo que se cree; como si por alguna de las partes se supone que el objeto es una
barra de plata, y realmente es una masa de algún otro metal semejante".
Es como si alguien creyera comprar un sillón dieciochesco que en verdad es contemporáneo,
o creyera diamante el vidrio o vacuno la carne de caballo. Lo básico es que se trate de
cualidades esenciales de la cosa.
Error accidental
Señala finalmente el código de Bello en el artículo 1454 inciso segundo que "El error acerca
de otra cualquiera calidad de la cosa no vicia el consentimiento de los que contratan, sino
cuando esa calidad es el principal motivo de una de ellas para contratar, y ese motivo ha sido
conocido de la otra parte".
Así una pintura al óleo, realizada por un artista famoso que en verdad es de un novato. O el
Error en la persona, donde señala el artículo 1455 que "el error acerca de la persona con quien
se tiene intención de contratar no vicia el consentimiento, salvo que la consideración de esta
persona sea la causa principal del contrato". Esto se refiere principalmente a los contratos
intuito persona.
En cuanto a la sanción, tanto el error sustancial y el accidental, cuando vician el
consentimiento. Se sancionan con nulidad relativa.
Especies de error

 Error de hecho: es el falso conocimiento que se tiene de las cosas.


 Error de derecho: es el falso conocimiento de la ley.
Error de hecho

 Error obstáculo: es aquel que no vicia la voluntad sino que la destruyen por completo. Es
el error que recae sobre la naturaleza del acto (error in negotio) o sobre la identidad del
objeto (error in corpore)
 Error esencial: es el error que versa sobre la persona con quien se celebra el acto (error
in personam) o sobre la cualidad substancial de la cosa (error in substantia)
 Error ligero: es el referido a cualidades accidentales de la cosa, sobre su valor, sobre los
motivos para contratar, etc.
Los dos primeros tipos de error de hecho son susceptibles de producir la anulación del acto
que vician, pero el último no ejerce influencia alguna sobre la suerte del acto.
Error de derecho
La ley se presume conocida por todos, esta regla clásica que tiene su origen en el derecho
romano (error juris nocet) tiene un claro fundamento que los autores han puesto siempre de
relieve. De otro modo, la ley, perdería su carácter obligatorio conforme las personas aleguen
su desconocimiento para librarse de su manda. Por ello el error de derecho no puede ser
presentado como un vicio de la voluntad.
Dolo
Los actos no lícitos son actos voluntarios, reprobados por las leyes, que causan un daño
imputable al agente en razón de dolo o culpa. El dolo es uno de los vicios de los actos
voluntarios, conjuntamente con el error, la fuerza o intimidación, la simulación y el fraude.
Definición: "acción dolosa para conseguir la ejecución de un acto es toda aserción de lo que
es falso o disimulación de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o maquinación que se
emplee con ese fin" (conf. Art. 931 Código Civil Argentino)4 Para Chile, el dolo es la
maquinación fraudulenta empleada para engañar al autor o contraparte de un acto o contrato,
con el fin de arrancarle una declaración de voluntad o modificarla en los términos deseados
por el individuo que actúa dolosamente. Su reglamentación se encuentra en los artículos 1558
y 1459 del Código Civil chileno.5 Hay dolo cuando, con palabras o maquinaciones insidiosas
de parte de uno de los contratantes, es inducido el otro a celebrar un contrato que, sin ellas,
no hubiera hecho. (conf. Art. 1269 Código Civil Español)6
Requisitos del dolo
Son cuatro los requisitos para que el dolo determine la anulación del acto:

 Que haya sido grave: es decir que se apto para engañar a una persona que pone un cuidado
corriente en el manejo de sus asuntos. Si fuera tan grosera que una mínima precaución lo
hubiera puesto al descubierto, el dolo no es grave.

 Que haya sido causa determinante de la acción del sujeto a quien se vicia la voluntad: se
entiende por tal el engaño sin el cual el acto no se hubiera llevado a cabo.

 Que haya ocasionado un daño importante: es decir de una significación económica para
la persona que lo sufre.

 Que no haya habido dolo recíproco: la justicia no puede ponerse a discutir sobre las
trampas que empleen los inescrupulosos.

Vicios que afectan la libertad


Fuerza o intimidación
La fuerza es el apremio físico o psicológico hecho sobre el sujeto con tal de que preste el
consentimiento para la celebración de un acto jurídico. Se dice que hay dos tipos de fuerza:
la física y la moral; la primera no es vicio del consentimiento pues no hay voluntad, hay una
apariencia de voluntad que en verdad no existe. La fuerza moral es vicio del consentimiento,
pues el sujeto presta su voluntad, aunque ésta no es libre ni espontánea, pues se le ha
amenazado con un mal futuro que de no celebrar el acto le podría llegar a ocurrir.

Vicios de los actos jurídicos


Simulación

 Hay simulación cuando bajo la apariencia de un acto se oculta otro distinto o cuando el
acto contiene cláusulas que no son sinceras, o fechas que no son verdaderas, o cuando
por él se constituyen o transmiten derechos a personas interpuestas que no son aquellas
para quienes en realidad se constituyen o transmiten.
Clases de Simulación:

 Absoluta y Relativa: Es absoluta cuando se celebra un acto jurídico que nada tiene de
real, y relativa cuando para dar un acto jurídico una apariencia que oculta su verdadero
carácter.
 Lícita e Ilícita: No es reprobada por la ley cuando a nadie perjudica ni tiene un fin ilícito.
Lícita no confiere acción alguna para dejar sin efecto al acto.Ilícita, cuando tiene un fin
ilícito o perjudica a terceros.
Fraude
Hay fraude cuando una persona insolvente enajena bienes con el fin de sustraerlos a la
ejecución de los acreedores, pero con una voluntad real, lo que distingue el acto fraudulento
del acto simulado.
Así, el fraude de acreedores en sentido estricto, señala el maestro Guillermo Lohmann, es
concisamente, un problema de comportamiento impropio o imperfecto del deudor ante una
legítima aspiración del acreedor.
En sentido ortodoxo el fraude es siempre genuinamente doloso; ausencia consciente de buena
fe y voluntad maliciosa de impedir el cobro del acreedor.
No hay que negar, que se puede cometer fraude a los acreedores mediante diversas formas,
una de ellas es la simulación; se puede simular más acreedores, enajenar bienes ficticiamente,
etc. Empero, todas estas modalidades de conductas dolosas – que suelen calificarse como
delito civil- ofrecen un común denominador constituido por dos elementos que han de
presentarse de consuno: a- un perjuicio a los acreedores; b- una deliberada intención del
obligado de eludir sus compromisos o, si no hay tal intención, una conciencia que su conducta
puede ser perjudicial.
Lesión subjetiva

 "Cuando alguno, explotando la suma ignorancia, notoria inexperiencia o extrema miseria


del otro, obtiene un lucro excesivo que sea evidentemente desproporcionado a lo que él
por su parte se obliga, el perjudicado tiene derecho de pedir la rescisión del contrato, y
de ser ésta imposible la reducción equitativa de su obligación. ..."7

 "También podrá demandarse la nulidad o la modificación de los actos jurídicos cuando


una de las partes explotando la necesidad, ligereza o inexperiencia de la otra, obtuviera
por medio de ellos una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin
justificación.

Nulidad
La nulidad es, en Derecho, una situación genérica de invalidez del acto jurídico, que provoca
que una norma, acto jurídico, acto administrativo o acto procesal deje de desplegar sus
efectos jurídicos, retrotrayéndose al momento de su celebración. Para que una norma o acto
sean nulos se requiere de una declaración de nulidad, expresa o tácita y que el vicio que lo
afecta sea coexistente a la celebración del mismo.
Tiene por fundamento, proteger intereses que resultan vulnerados por no cumplirse las
prescripciones legales al celebrarse un acto jurídico o dictarse una norma. acto administrativo
o judicial.
Antes de que se produjera la declaración de nulidad, la norma o acto eran eficaces. Por ello,
la declaración de nulidad puede ser ex nunc (nulidad irretroactiva, se conservan los efectos
producidos antes de la declaración de nulidad) o ex tunc (nulidad retroactiva, se revierten los
efectos producidos con anterioridad a la declaración de nulidad).
Nulidad

La nulidad o invalidez de un acto o negocio jurídico implica la privación de los efectos que
le son propios (aquellos evaluados por las partes al momento de la concertación del acto),
en virtud de defectos o vicios concomitantes a su formación. Es preciso aclarar que el
concepto de nulidad únicamente es predicable respecto de un acto o negocio jurídico
(descripto en los arts. 259 y 260 CCCN) y nunca puede ser atribuido a los hechos jurídicos
(art. 257) ni a los simples actos lícitos (art. 258). Ello resulta así toda vez que solo cabe
juzgar acerca de la validez o invalidez respecto de los actos que importan una
manifestación de la autonomía de la voluntad que ha tenido por fin inmediato la
adquisición, modificación o extinción de relaciones jurídicas.

Naturaleza jurídica de la nulidad

Con referencia a la naturaleza jurídica de la nulidad, la doctrina y jurisprudencia


mayoritarias en el ámbito local establecen que esa privación de efectos reviste el carácter de
una sanción legal. Este es el criterio seguido, entre otros juristas, por Arauz Castex, Borda,
Cifuentes y Llambías. El artículo 386 del nuevo ordenamiento parece seguir esta tendencia
al predicar que “son de nulidad relativa los actos a los cuales la ley impone esta sanción”.

La postura minoritaria, que no considera la nulidad como una sanción, ha sido representada
por Nieto Blanc. 7 En sus profundas reflexiones, este autor parte de la multivocidad de la
palabra sanción y, en tal sentido, distingue sus dos acepciones principales. En una de ellas,
el vocablo hace referencia a todos aquellos medios de los cuales el ordenamiento legal se
vale para que tengan vigencia sus preceptos. En un segundo significado, más apropiado
desde una concepción técnico-jurídica, la sanción ha de ser entendida como la consecuencia
dañosa atribuida por el derecho a la violación de una norma, como medio de restauración
del orden jurídico turbado por la acción del sujeto infractor. 8 Por lo tanto, desde esta
última perspectiva, la sanción solo debe limitarse al plano de lo ilícito, sin llegar a incluir la
invalidez.

Esta conclusión es explicada por el prestigioso jurista, analizando, a su vez, la paradoja que
puede resultar de considerar la nulidad como una sanción pese a que nuestro ordenamiento
civil permite la confirmación del acto jurídico que adolece de un vicio de la voluntad o
impide invocar la nulidad en los supuestos de dolo recíproco. De igual modo, nótese lo que
ocurre en los casos de error esencial y excusable: la acción para invocar haber padecido ese
vicio compete a quien, precisamente, contravino la ley. Ello nos lleva a concluir que
la ratio legis de la nulidad debería buscarse más bien intentando analizar cuál es la
finalidad del orden jurídico al instituirla, y, en tal sentido, observamos que cuando la norma
dispone los requisitos que deben cumplirse para el otorgamiento de un acto o negocio, lo
hace con el objetivo de establecer condiciones para que los mismos nazcan a la vida
jurídica y puedan cumplirse las consecuencias previstas por el orden legal. De este modo, la
ley regula esas condiciones y quien no las cumple no por ello viola un precepto, sino que,
simplemente, opta por no adecuar su conducta al mandato impuesto por la norma, y ello es
lo que impide que el acto material llevado a cabo no sea válido para producir los efectos
jurídicos.

Sencillamente, no se produjeron los efectos amparados por la norma, en virtud de que el


ordenamiento jurídico es un sistema que está en equilibrio, y, si se produjeran efectos por
fuera del cumplimiento del requisito, de hecho se pondría en jaque al sistema. La nulidad
constituye el punto de equilibrio y, a la vez, los límites al sistema; más allá de la nulidad,
no hay efectos jurídicos, y, si se produjo algún efecto, las partes deben restituirse para que
entre ellas vuelva a existir el equilibrio.

Dentro de la teoría de la ineficacia, se reconoce la nulidad como la no coincidencia del acto


con su modelo normativo. Y, dentro del sistema jurídico, se establece un modelo normativo
de convalidación donde los mecanismos subsanatorios son establecidos por la norma de
fondo a los efectos de restablecer el equilibrio del sistema jurídico, que tiende siempre a
autorregularse. El sistema jurídico funciona a través de fórmulas legales que describen un
modelo normativo. Cuando la tipicidad se verifica, el sistema reconoce las consecuencias
jurídicas asignadas por la norma y por la voluntad de las partes; cuando no se verifica, el
sistema se autorecompone a través de la nulidad o de los mecanismos de subsanación.

Clasificación de las nulidades: absolutas y relativas

El artículo 386 CCCN establece que “son de nulidad absoluta los actos que contravienen el
orden público, la moral o las buenas costumbres. Son de nulidad relativa los actos a los
cuales la ley impone esta sanción sólo en protección del interés de ciertas personas”. La
noción de orden público ha sido empleada por la doctrina clásica con el objeto de
considerar la presencia de ciertos principios, pautas o directrices trascendentales, superiores
y metajurídicos que contribuyen a garantizar la paz y la seguridad social y que, en virtud de
tratarse de valores eminentes, han sido receptados por el sistema jurídico para calificar
ciertas normas como superiores e indisponibles en su aplicación. Una parte de la doctrina
considera que en vez de utilizar este vocablo que es cambiante, podría utilizarse el de
interés general, en contraposición a los intereses particulares.

Ahora bien, no siempre resulta sencillo determinar cuáles son estos principios. En razón de
esta realidad, teorías más modernas han evolucionado en la conformación de tal concepto,
precisando el contenido del orden público al trazar como norte que los intereses que dichos
principios tutelan son los referidos a las necesidades del grupo social destinatario de la
norma, analizado en su totalidad y en un tiempo histórico determinado. Consecuencia de
esta evidente conclusión resulta que determinar el contenido concreto del orden público no
es tarea que pueda llevarse a cabo a priori, estableciendo un sistema completo, universal y
perpetuo del mismo. Por el contrario, cada sociedad, de acuerdo a la época y los factores
culturales, idiosincrásicos e ideológicos –entre otros tantos aspectos a ponderar–, habrá de
calificar cuáles son aquellos intereses generales y superiores que la abarcan y, en virtud de
ello, merecen ser tutelados con mayor esmero y de manera imperativa.
Es tal sentido, se ha señalado que los actos que afectan intereses que atañen al orden
público son aquellos que lesionan un valor de carácter general o cuya prohibición se ha
impuesto por razones de moral, buenas costumbres, de seguridad en el tráfico jurídico o el
orden económico-social, como así también respecto de los actos otorgados por quienes
revisten determinadas incapacidades de derecho que afectan al interés social. 9 En
definitiva, se trata de proteger al interés comunitario en todo aquello que concierne a sus
valores esenciales.

Nulidades absolutas. Consecuencias jurídicas

El artículo 387 CCCN dispone:

La nulidad absoluta puede declararse por el juez, aun sin mediar petición de parte, si es
manifiesta, en el momento de dictar sentencia. Puede alegarse por el Ministerio Público y
por cualquier interesado, excepto por la parte que invoque la propia torpeza para lograr un
provecho. No puede sanearse por la confirmación del acto y por la prescripción.

Esta redacción, similar a la del código anterior, ha suprimido la palabra debe, que, con
mayor énfasis en la redacción velezana, hizo que doctrina y jurisprudencia concluyeran que
era un imperativo del magistrado declarar (de oficio) la invalidez. Lógicamente, si la
nulidad no aparece manifiesta y, en razón de ello, es necesario llevar a cabo una
investigación en el marco del proceso, recién cuando tal pesquisa arroje como resultado la
contravención al orden público, la moral o las buenas costumbres, el juez deberá sentenciar
la invalidez absoluta del negocio jurídico en cuestión.

La norma trae aparejada una contradicción lógica, ya que las nulidades manifiestas fueron
suprimidas, y, conforme al artículo 383 CCCN, todas las nulidades deben sustanciarse. Por
esta razón, el vocablo manifiesta introducido en este artículo debe interpretarse como que, a
pesar de que no haya sido sustanciada ni peticionada la nulidad, si el juez da con ella, puede
declararla. En este orden de ideas, la nulidad puede alegarse por el Ministerio Público y
faculta también “a cualquier interesado” a demandar la invalidez y añade “excepto por la
parte que invoque la propia torpeza para lograr un provecho”.

Como corolario de la importancia adjudicada a los intereses tutelados, la nulidad absoluta


no es susceptible de ser saneada ni por la confirmación del acto ni por la prescripción de la
acción para invocar la invalidez. Este criterio ha sido el consagrado por nuestro Máximo
Tribunal al juzgar que

Lo que es inmoral, lo que es contrario al orden social, lo que se reputa inexistente por falta
de formas substanciales, no puede subsanarse por el transcurso del tiempo. El acto será
siempre inmoral, contrario al orden público o carente de las formas indispensables a su
existencia, cualquiera sea el número de años que hayan pasado desde su celebración. El
tiempo es impotente para transformar lo inmoral en moral, lo ilícito en lícito, lo informal en
formal, y siempre el acto conservará el vicio original.
Nulidades relativas

El artículo 388 CCCN establece:

La nulidad relativa solo puede declarase a instancia de las personas en cuyo beneficio se
establece. Excepcionalmente puede invocarse por la otra parte, si es de buena fe y ha
experimentado un perjuicio importante. Puede sanearse por a la confirmación del acto y por
la prescripción de la acción. La parte que obró con ausencia de capacidad de ejercicio para
el acto, no puede alegarla si obró con dolo.

En virtud de la teleología ínsita en las nulidades relativas (protección de los intereses


particulares de los sujetos que padecen el vicio), la invalidez solo puede ser declarada si la
parte que reviste esta calidad así lo solicita. No obstante, el CCCN añade en el artículo 388
que “excepcionalmente puede invocarla la otra parte, si es de buena fe y ha experimentado
un perjuicio importante”.

Con referencia a esta excepción, en los fundamentos del proyecto de Código Civil y
Comercial de 2012 se explica que esta es la solución consagrada en el artículo 1420 del
Código Civil de Quebec.Su razón de ser estriba en ponderar que puede suceder que la parte
en cuyo interés se establece la nulidad no la articule y que, sin embargo, la subsistencia del
acto acarree perjuicios significativos a la otra parte que ha obrado de buena fe. El ejemplo
que refieren los fundamentos es el del contrato de locación de servicios celebrado con un
enfermo mental no declarado, cuya situación impide dar cumplimiento a lo pactado.

Cabe aclarar que cuando el Ministerio Público de Menores e Incapaces actúa en


representación de sus tutelados como representante promiscuo, puede requerir la nulidad
del acto.

Consecuencias jurídicas

De los caracteres expuestos surgen las consecuencias que consagra la norma:

• La nulidad relativa no puede ser declarada de oficio sino solo a instancia de •parte (salvo
la excepción establecida respecto de la parte que obró de buena fe y padeció un perjuicio
importante);

• Tampoco puede invocarla el Ministerio Público;

• Se encuentra vedado para interponer la acción de nulidad el incapaz de hecho que obró
con dolo;

• El acto viciado puede subsanarse a través de la confirmación;

• La acción de nulidad puede ser neutralizada mediante la excepción de prescripción.


Modos de invocar las nulidades: cambio paradigmático, exclusión de las nulidades
manifiestas

Prescribe el artículo 383 CCCN: “Articulación. La nulidad puede argüirse por vía de acción
u oponerse como excepción. En todos los casos debe sustanciarse”. Este artículo, similar
al artículo 1058 bis (introducido por la reforma de la Ley 17711 en el código primigenio),
consagra expresamente la posibilidad de demandar la nulidad incoando la acción como
modo de atacar un acto jurídico viciado o alegándola como defensa al momento de evitar
que el negocio impugnado surta sus efectos propios, invocando, entonces, la invalidez
como una excepción que neutralice el cumplimiento de estos. El adagio latino “cui damus
actionen eli excepctionem multo magis cui discerunt” (“a quien se da acción con mayor
razón se le da excepción”) pronuncia un criterio de justicia en razón de que el demandado
que opone la excepción de nulidad no hace más que defenderse, peticionando el rechazo de
una demanda improcedente en la que el actor persigue que un acto jurídico inválido en
esencia y que aún no ha sido ejecutado, no obstante, lleve a cabo sus efectos.

La norma en estudio aclara que en todos los supuestos deberá observarse el requisito de la
sustanciación procesal, vale decir, conferir traslado a la contraparte. Cuando la nulidad se
esgrime como excepción, deberá ser alegada al contestar la demanda como defensa de
fondo y, según cierta doctrina, no necesariamente habrá de ser resuelta como de previo y
especial pronunciamiento. La mentada excepción no debería estar sujeta a un plazo de
prescripción en los casos de nulidad relativa, en razón de que, si tal plazo existiera, el
mismo podría operar como un obstáculo si, una vez prescripto el tiempo para interponer la
acción de nulidad, la parte contra la que la acción podría haberse invocado pretendiera
ejecutar el acto.

En lo concerniente a la legitimación pasiva, es dable apuntar que la acción de nulidad debe


ser incoada contra todas las partes que han intervenido en el acto e incluso contra el
escribano que ha otorgado la escritura pública atacada por falsedad.

La norma bajo análisis trae aparejado un nuevo paradigma, ya que dejan de existir las
nulidades manifiestas y excluye también la clasificación de actos nulos y anulables, como
consecuencia. Hoy todos los actos son válidos hasta tanto no sean atacados de nulidad; por
ende, la validez de los actos está sujeta a la condición resolutoria de una sentencia judicial
que declare la nulidad. Es decir, se mantendrá la validez del acto jurídico hasta que no sea
atacada por acción de nulidad. La norma bajo análisis establece como pilar del sistema el
principio de conservación de los actos (donde también lo vemos plasmado en los arts. 269,
294, 381 in fine, 389 in fine).

Y siguiendo el análisis coherente que nos impone el artículo 2 CCCN, el artículo 1965 pone
un límite al dominio revocable, al establecer que las condiciones resolutorias no pueden
superar los diez años. Si, en materia de dominio revocable, las condiciones resolutorias
tienen un plazo máximo de validez de diez años, entendemos que, en materia del ejercicio
de la acción de nulidad, debe aplicarse por analogía este artículo por tratarse de una
condición resolutoria, salvo plazos de prescripción más breves establecidos por la ley.

Este cambio paradigmático trae importantes aplicaciones notariales, ya que, en materia de


estudio de títulos, solo podremos advertir las posibilidades sobre la existencia de
condiciones resolutorias y la viabilidad de que las mismas sean articuladas en virtud de
existir posibles nulidades. El estudio de títulos constituye así una doble herramienta
jurídica: en términos de prevención y saneamiento de posibles nulidades y como exclusión
de responsabilidad civil hacia el notario mediante el consentimiento informado.

La función preventiva de la nulidad

Cuando un acto es nulo, por lo tanto invalido para cumplir los efectos propios del mismo,
se ha perdido el tiempo empleado para realizarlo. Se ha evidenciado una pérdida
económica, un daño, y, por ello, se entiende en la doctrina tradicional a la nulidad como
sanción legal que priva de sus efectos propios a un acto jurídico, en virtud de una causa
existente en el momento de la celebración.

La interpretación del ordenamiento jurídico argentino luego de la reforma de 2015 nos lleva
a una visión diferente de la nulidad no ya como castigo al acto celebrado, medida represiva
que se aplica, sino como medida preventiva. Conforme a la naturaleza jurídica a la cual
hemos adherido, consideramos la nulidad como una no producción de efectos, que genera
el punto de equilibrio del sistema y que el maestro Nieto Blanc nos enseñara:

… la autonomía de la invalidez, donde se la ve actuar como “remedio jurídico” y como


procedimiento técnico legal que tiende a salvar las imperfecciones o hacerlas jugar en
medida limitada, resguardando intereses que el ordenamiento estima dignos de tutela.

El derecho busca evitar la producción de los efectos patológicos, es decir, el devenir de la


ineficacia negocial por la nulidad misma: “la nulidad es una solución costosa al problema
del vicio y por ello no se adopta sino cuando el problema no admite una mejor solución”.A
excepción de los casos en donde se evidencia el daño producido por causa de la nulidad,
que justifican plenamente el efecto neutralizador de las consecuencias y la retroactividad
con el consecuente renacimiento del acto, el derecho se encamina a reconocer los efectos
producidos a lo largo del tiempo a través de vías o mecanismos de subsistencia.

Un contrato nulo tiene al menos una existencia aparente, al menos ha sido ejecutado o ha
recibido un principio de ejecución. Se trata de saber si se puede hacer caer y de qué modo.
Se trata de saber si puede salvarse por un acto ulterior.

Es así como los jueces, hoy, a través del principio de conservación del acto y por efecto de
la conversión establecida en el artículo 384 CCCN, antes de declarar la nulidad de un acto,
tienen la manda legal de buscar su subsistencia, aun interpretando la voluntad hipotética de
las partes para así mantener los efectos que hubieran podido producirse, configurando la
nulidad la última ratio judicial.

Ya hemos dicho que el ordenamiento jurídico constituye un sistema (art. 2 CCCN) y como
tal debe interpretarse coherentemente. Es así que, en materia de responsabilidad civil, se ha
introducido también un cambio paradigmático al establecer la función preventiva (art. 1708
CCN) y el deber que tiene toda persona en cuanto de ella dependa de evitar causar un daño
no justificado, de adoptar de buena fe y conforme a las circunstancias las medidas
razonables para evitar que se produzca un daño o disminuir su magnitud o no agravar el
daño si ya se produjo (art. 1710 incs. a], b] y c]), lo que tiene plena implicancia en materia
de nulidades, ya que uno de los efectos de la nulidad es la posible acción de daños y
perjuicios (art. 391 CCN). Este rol preventivo de la nulidad juega un papel disuasivo en la
voluntad de las partes, las que no se vincularán por intermedio de un negocio jurídico cuya
nulidad podría ser ulteriormente invocada.

Aquí también interviene el notario como hacedor de la justicia preventiva a través del
asesoramiento y la configuración del negocio, que deberá escapar de las posibles
configuraciones ineficaces. Este asesoramiento, que estará conjugado con el estudio de
títulos que le dará al notario una visión global e histórica de las posibles patologías, y
utilizará los mecanismos subsanatorios para neutralizar una futura ineficacia, es de vital
importancia para la estructuración pacífica de los negocios y la garantía de la seguridad de
las transacciones.

Como el acto nulo produce todos sus efectos jurídicos mientras su nulidad no sea
judicialmente declarada por sentencia judicial ejecutoriada, esta situación ha permitido
crear una apariencia jurídica firme contraria a la realidad –o situación jurídica
inválidamente creada–, por lo cual su destrucción posterior puede traer graves
consecuencias para todos los sujetos involucrados en esa cadena histórica de transmisiones.
El concepto de invalidez se perfila con base en un acto acaecido en la realidad histórica
que, confrontado con el supuesto de hecho de una o más normas, o con el ordenamiento
jurídico en su totalidad, es insuficiente para alcanzar los presupuestos y elementos previstos
por el ordenamiento jurídico para producir los efectos jurídicos contemplados. Es decir que,
sin perjuicio de la existencia del acto, este no encuadra en los estándares básicos del
ordenamiento legal. Cuando el acto histórico se enfrenta con una exigencia de interés
general que afecta al objeto básicamente, este queda privado de sus efectos totalmente, pero
cuando el interés es particular, el ordenamiento brinda mecanismos para salvar la
imperfección y conservar el acto.

Mecanismos que aseguran el tráfico jurídico basado en la seguridad dinámica

Son aquellos que tienden a hacer posible el mantenimiento de la iniciativa negocial, aunque
sea a través de la utilización de métodos distintos, y que dan fundamento a la teoría
planteada.
Principios o bases sobre las cuales se asientan

El CCCN trae una serie de principios que sustentan nuestra tesis a saber:

1) El principio de la autonomía privada: La voluntad de las partes, además de ser la


fuente inmediata de los efectos del negocio, es el factor propulsor del mismo. El artículo
281 reconoce la causa fin como el fin inmediato autorizado por el ordenamiento jurídico
que ha sido determinante de la voluntad. Son los motivos exteriorizados, que han servido de
vehículo y han sido esenciales y determinantes para otorgar el acto, en la medida en que así
la contraparte lo haya aceptado. El principio de la autonomía de la voluntad integra el
ordenamiento nacional e internacional a través de la constitucionalización del derecho
privado. La sanción del CCCN reconoce como uno de sus pilares fundamentales el
reconocimiento de este principio, que se ve maximizado en materia contractual (arts. 958,
961 y 962).

2) Principio de conservación: Derivado del principio de conservación del acto jurídico


(“todo acto jurídico de significado ambiguo debe, en la duda, entenderse en su máximo
significado útil”). El principio de conservación de los contratos o favor contractus es un
canon hermenéutico que, enunciado legislativamente para la materia contractual, inspira
todo el ordenamiento jurídico. Cuando exista duda sobre si el contrato en su conjunto o
también alguna de sus cláusulas individuales deba surtir algún efecto o no producir
ninguno, deberá entendérselo en el sentido de que pueda producir algún efecto. Este
principio se encontraba en las célebres frases de Juliano; fue recogido por el Digesto y
representa un principio que avala asimismo la seguridad del tráfico negocial.

El favor contractus es un principio o regla interpretativa aceptada y aplicada no solo en los


países de raíz greco-romana sino también en el sistema civil del common law, por lo que
deviene en un principio jurídico universal y esencial, que resulta indispensable para generar
seguridad jurídica en las transacciones, facilitar y mejorar el tráfico. Este principio se
traduce asimismo en el mantenimiento en vida del contrato plurilateral.

3) Teoría de la apariencia: Se configuró desde hace muchos años a través de la


introducción de normas basadas en el tráfico negocial y la buena fe. Se introdujo con la Ley
17711 en los artículos 1051 in fine y 3430 del Código Civil. Tuvo gran recepción en la
jurisprudencia, que fue delineando sus aspectos más relevantes, y es aplicada en todos
aquellos casos en donde se dirimen conflictos entre la seguridad estática y la dinámica. Hoy
se encuentra consagrado en los artículos 367, 392, 883 inc. e) y 2325 CCCN.

4) Protección de la seguridad dinámica y de la confianza tanto de los agentes como de


los terceros.

5) Principio de buena fe: Es reconocido en el artículo 9 del título preliminar como un


principio general. Se expande a través de todo el ordenamiento tanto en su faz genérica, en
materia de interpretación de la conducta de las partes y en la voluntad negocial, como en su
faz específica, en materia de adquisición de derechos reales sobre inmuebles (art. 392
CCCN).

6) Interpretación judicial. Razonabilidad: Configura un verdadero cambio en el


paradigma de interpretación de la norma. Consagrado en el artículo 2, establece la pirámide
normativa que debe ponderar el juez en cada caso particular.

7) Juicio de ponderación: Marca la interpretación judicial cuando están en pugna normas


o bienes de idéntico valor, a través del deber de resolver, mediante una decisión
razonablemente fundada.

8) Principio de la función preventiva de la responsabilidad civil (arts. 1708 y 1710): La


acción preventiva procede cuando una acción u omisión antijurídica hace previsible la
producción de un daño, su continuación o agravamiento sin factor de atribución. El artículo
1710 establece que toda persona tiene el deber, en cuanto de ella dependa, de: a) evitar
causar un daño no justificado; b) adoptar, de buena fe y conforme a las circunstancias, las
medidas razonables para evitar que se produzca un daño o disminuir su magnitud; si tales
medidas evitan o disminuyen la magnitud del daño del cual un tercero sería responsable,
tiene derecho a que este le reembolse el valor de los gastos en que incurrió, conforme a las
reglas del enriquecimiento sin causa; c) no agravar el daño si ya se produjo.

9) Consentimiento informado (art. 1720): El consentimiento libre e informado del


damnificado, en la medida en que no constituya una cláusula abusiva, libera de la
responsabilidad por los daños derivados de la lesión de bienes disponibles.

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