Está en la página 1de 6

GARANTÍAS JUDICIALES

La esencia del derecho al debido proceso legal es, según la Declaración Universal de
Derechos Humanos, el derecho de toda persona a “ser oída públicamente y con justicia
por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y
obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal”. Es
un derecho de especial importancia porque, junto con el derecho a un recurso, tutela
todos los demás derechos de la persona.
El derecho a un recurso obliga al legislador a establecer recursos para este efecto,
mientras que el derecho al debido proceso establece las características de los foros que
tendrán competencia para conocer los recursos y la manera en que han de ser resueltos.
El concepto de debido proceso es sin duda una creación doctrinal y jurisprudencial de
origen anglosajón, particularmente de la jurisprudencia constitucional de los Estados
Unidos, pero que se ha transformado modernamente en una de las garantías genéricas
más importantes para la defensa de los derechos humanos.
La efectiva realización de estos depende en gran medida de asegurar el correcto
funcionamiento de la justicia, evitando que la misma sea afectada tanto en su capacidad
de acción, como en su efectividad e imparcialidad. La idea es asegurar que el sistema de
justicia llega a una decisión sin ser afectada por ningún elemento que desvíe la decisión
final en forma parcializada.
Couture lo define como la garantía constitucional y consistente en asegurar a los
individuos la necesidad de ser escuchados en el proceso en que se juzga su conducta con
razonables oportunidades para la exposición y prueba de sus derechos.
Nuestra Constitución no tiene una definición expresa de debido proceso, aunque sí tiene
una importante cantidad de referencias que actúan como garantía de cómo debe ser un
proceso judicial, especialmente en materia penal, pero también en general para toda
situación que conlleve una decisión que implique una solución de justicia, sea en el
ámbito judicial, como en el ámbito administrativo.
Particularmente los artículos del 12 al 23 de la Constitución establecen un precepto de
cumplimiento obligatorio para el juez y una garantía expresa para el justiciable en
términos de procedimiento y de acciones vedadas para quien administre justicia.
El derecho al debido proceso tiene una gran importancia en relación con la defensa de
los demás derechos y los elementos que debe contener para asegurar la efectividad real
de esta garantía. Todas las demás libertades serían nulas si no pudieran defenderse en
juicio y el ordenamiento de este juicio no se funda sobre el respeto de la persona
humana.
El origen de este concepto es, como he mencionado anteriormente, anglosajón. Está
relacionado con la Carta Magna inglesa y las interpretaciones jurisprudenciales
estadounidenses que han ido desarrollando una serie de garantías como forma de
asegurar la transparencia, imparcialidad, seguridad e independencia de la decisión
judicial.
El fundamento de este derecho aparece como interpretación del artículo 39 de la Carta
Magna, el cual establece que “ningún hombre libre deberá ser arrestado, detenido, en
prisión o desprovisto de su propiedad o de ninguna forma molestado (…) salvo por el
juzgamiento legal de sus pares y por la ley de la nación”.
Este concepto luego se amplió en la enmienda 17 de la Constitución federal de los
Estados Unidos. En la sección 1 se menciona, entre otras cosas, que ningún Estado
podrá privar a una persona de su vida, libertad o propiedad sin un debido proceso legal
ni negar a persona alguna dentro de su jurisdicción, la protección legal igualitaria.
Se puede identificar el desarrollo del debido proceso entre grandes líneas que se
desarrollan a nivel universal y que se identifican como:
a. el debido proceso legal como reserva de la ley conforme con ella desde el punto
de vista del procedimiento.
b. el debido proceso constitucional como procedimiento judicial justo.
c. el debido proceso sustantivo o principio de razonabilidad que abarca el universo
de la acción estatal y eventualmente también del ámbito privado, en el cual rigen
los principios generales y los valores del sistema democrático y los derechos
humanos.
En casi ninguna de las constituciones latinoamericanas se menciona explícitamente el
debido proceso, pero los principios generales y los valores propios de los regímenes
democráticos de gobierno exigen la existencia de esta garantía, más allá de los preceptos
expresos que hoy se complementan por los tratados internacionales de derechos
humanos.
Y la Declaración Universal de las Naciones Unidas en 1948 se establece en los artículos
8, 9, 10 y 11 este principio. A partir de esta declaración y las disposiciones que
posteriormente surgen del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como
de otros tratados internacionales, se le da forma a un concepto genérico de debido
proceso que abarca una serie de normas y acciones que deben llevarse a cabo como
forma de tutelar que el veredicto judicial, así como cualquier acción destinada a resolver
una eventual colisión de derechos, sea regida por procedimientos que garanticen un
resultado identificado con la justicia.
DEBIDO PROCESO EN LA CONSTITUCIÓN
La primera norma para tomar en cuenta de nuestra Constitución, en referencia con el
debido proceso, es el artículo 12. Jiménez de Aréchaga entendía que este artículo recoge
la idea del debido proceso legal, aunque con menor extensión que la Constitución
norteamericana, porque refiere exclusivamente a la materia penal y no tiene relevancia
alguna en materia civil. No obstante, haciendo una interpretación armónica de esta
norma con el conjunto de valores y principios generales que informan la Constitución,
se puede concluir que también aplica a nivel civil, aunque para el renombrado jurista la
verdadera garantía del debido proceso en materia no penal se obtiene de los artículos 8,
10, 12 y 63.
También cabe agregar los artículos 309 y siguientes sobre la justicia administrativa, así
como los artículos 317 y 18, que en cierta forma consagran el debido proceso
administrativo. El artículo 66 establece que en ninguna investigación parlamentaria o
administrativa sobre irregularidades podrá estar concluida mientras el inculpado no
pueda presentar su defensa.
Por supuesto, son fundamentales los artículos 72 y 332 de la Constitución, ya que la
mayor parte de los conceptos incorporados, tanto de las acciones como de las
prohibiciones que debe tener un procedimiento, deben de contener todas las previsiones
que surgen en el sistema republicano democrático de gobierno, así como de los
principios generales de Derecho.
Al estudiar el debido proceso, se hacen evidentes las diferencias del sistema de nuestro
país con el sistema anglosajón. Mientras que los jueces norteamericanos se empeñan en
demostrar que no hay antecedente o si los hay guiarse por los mismos de forma
obligatoria, un tribunal uruguayo puede utilizar los precedentes jurisprudenciales como
elementos sustanciales, pero no obligatorios.
Volviendo al artículo 12, al tratar este de derecho penal, no pueden aplicarse a su
respecto dos herramientas jurídicas que sí aplican en otras ramas del Derecho, que son
la analogía y la integración. El Derecho penal es de interpretación estricta y la acción
antijurídica tiene que estar determinada a texto expreso.
De esta manera, los artículos 14, 15, 16 y 17 establecen las bases de garantía que no
pueden ser objeto de modificación legal. El legislador tiene prohibido establecer la
confiscación de bienes por motivos de carácter político, las condiciones en las que una
persona puede ser detenida, la forma en que debe proceder el juez en caso de detención
y la regulación del derecho de hábeas corpus, en la hipótesis de una detención arbitraria.
Los artículos 14 y 15 dejan establecidos los límites para presionar a las personas y el
plazo máximo en el que el juez resolverá la iniciación del sumario del proceso mediante
el que se buscará determinar la existencia del delito y la responsabilidad de la persona
imputada. Se exige también la presencia de un abogado desde el momento de la
detención y sólo serán válidas las declaraciones prestadas con la presencia de éste en
cualquier instancia.
La normativa constitucional establece las garantías desde el momento de la detención.
El proceso posterior para determinar la responsabilidad está contenido en el código del
proceso penal, El cual también se rige por los principios básicos generales del debido
proceso, tal como el trato digno de toda persona detenida, la presunción de inocencia, la
duración razonable del proceso, etc.
Algunos de estos principios establecidos en el Código del proceso penal se encuentran
en la Constitución desde los artículos 18 a 22. Pero incluso aquellos que no estén
presentes a texto escrito en la Constitución también se considera que tienen rango
constitucional.
DEBIDO PROCESO Y LA CONVENCIÓN AMERICANA DE DDHH
Las garantías del debido proceso están contenidas en los principios constitucionales,
pero también en textos expresos de los tratados ratificados por nuestro país en materia
de Derechos Humanos, particularmente en el Pacto de San José de Costa Rica o
convención americana de DDHH.
En el artículo 8.1 de la misma se establece como un derecho humano el derecho a ser
oído, tanto para los procesos civiles como para los penales. Esto es una garantía de que
el individuo debe tener en la justicia nacional una participación directa. Además, el 8.2
desarrolla las debidas garantías que conlleva este derecho a ser oído.
Antes de entrar en el fondo de este asunto vamos a recordar que el derecho al debido
proceso está consagrado de tal forma que podemos considerarlo como 1 de aquellos
derechos subjetivos públicos absolutos en tanto no admiten limitación sin que ello
conlleve a la extinción del derecho. El debido proceso no puede ser objeto de
suspensión o limitación alguna ni aun durante los estados de excepción.
Algunas de estas garantías básicas que debe contener el derecho de acceso a la justicia y
el debido proceso son:
La transparencia y condicionalidad de las exigencias de un proceso justo. Deben actuar
conjunta y armónicamente de forma que aseguren el resultado ya que la violación de
algunos de estos aspectos vuelve inválido y nulo el proceso y sus resultados. Artículos 8
y 25 de la CADH.
Principio “nulla crimen nulla pena sine lege”, formulado por Beccaria. Solo las leyes
pueden decretar las penas sobre los delitos y esta autoridad solo puede residir en el
legislador que es quien representa la sociedad entera unida por el contrato social.
Ningún magistrado que es parte de la sociedad puede infligir penas contra otro miembro
de la misma sociedad. El artículo 9 de la convención establece claramente no solo la
exigencia de ley, sino que la misma sea previa al momento de identificarse el ilícito.
PRINCIPIO DE LEGALIDAD Y RETROACTIVIDAD
Nadie puede ser condenado por acciones u omisiones que en el momento de cometerse
no fueran delictivas según el derecho aplicable. Tampoco se puede imponer pena más
grave que la aplicable en el momento de la comisión del delito.
En cambio, si con posterioridad a la comisión del delito la ley dispone la imposición de
una pena más leve, el delincuente se beneficiará de ello.
Nuestra constitución, a diferencia de la convención trata el tema del juicio en rebeldía,
es decir, la posibilidad de condenar a una persona en su ausencia. Se regula por el
artículo 21.
Asimismo, la convención contiene dos exigencias que fueron objeto de revisión y
discusión por su ausencia y eventual conflicto con las normas vigentes en nuestro país
en su momento. En primer lugar, la convención consagra el derecho a ser juzgado en un
plazo razonable, lo que motivó la condena internacional de Uruguay por la duración de
los procesos y las condiciones en que el proceso penal implicaba casi siempre la prisión
provisional de la persona mientras se desarrollaba el juicio.
Esta fue una de las razones que llevó, a pesar de las muchas discusiones a la aprobación
del nuevo código de proceso penal. Aunque ha sido objeto de múltiples modificaciones
y cuestionamientos, lo que resulta indudable es que su aprobación permitió al Uruguay,
solucionar las vulneraciones, así como las observaciones de que era objeto con relación
a la convención.
Por otra parte, Uruguay debió ratificar la convención, dada la disposición constitucional
del artículo 80.2 que establece la suspensión de la ciudadanía cuando alguien es
procesado por delitos sobre los que pueda recaer pena de penitenciaría. Si bien la
reserva permite que el Uruguay no se haya cuestionado en función de la convención no
cabe duda de que dicha disposición vulnera el principio de presunción de inocencia.
Por último, es importante mencionar la disposición expresa en el artículo 23 de la
Constitución que establece una responsabilidad particular de los jueces sin discriminar
la materia para su accionar como garantes de los derechos de las personas.
El texto responsabiliza de la más pequeña agresión contra los derechos a los jueces,
además de exigirles el respeto absoluto de las garantías establecidas en el procedimiento
legal que corresponde. Si se apartara del procedimiento estaría violando los derechos
humanos.
Además, Uruguay tiene normas que garantizan la correspondiente indemnización para
quienes se vean afectados por un fallo judicial erróneo, estableciendo la responsabilidad
objetiva del Estado por la prisión injusta derivada una sentencia judicial según el
artículo 10 de la Convención.
ELEMENTOS DEL DERECHO AL DEBIDO PROCESO
 Plazo razonable
 Juez o tribunal competente
 Juez o tribunal natural
 Juez o tribunal imparcial
 Tribunal establecido por ley previa
 Publicidad de la justicia
NORMATIVA
Declaración Universal de DDHH, artículos 10 y 11.
Declaración Americana, artículos 18 y 26.
PIDCP, artículos 14 y 15.
Convención Americana, artículos 8 y 9.
Constitución de la República, artículos 12 a 23.

También podría gustarte